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Caliban y la bruja

Calibán y la bruja presenta las principales líneas de un proyecto de investigación sobre las mujeres en la «transición» del feudalismo al capitalismo que comencé a mediados de los setenta, en colaboración con la feminista italiana Leopoldina Fortunati. Sus primeros resultados aparecieron en un libro que publicamos en Italia en 1984, Il Grande Calibano. Storia del corpo social ribelle nella prima fase del capitale [El gran calibán. Historia del cuerpo social rebelde en la primera fase del capital] (Milán, Franco Agneli). Mi interés en esta investigación estuvo motivado en origen por los debates que acompañaron el desarrollo del Movimiento Feminista en Estados Unidos, en relación a las raíces de la «opresión» de las mujeres y las estrategias políticas que el propio movimiento debía adoptar en la lucha por su liberación. En ese momento, las principales perspectivas teóricas y políticas desde las que se analizaba la realidad de la discriminación sexual venían propuestas por dos ramas del movimiento de mujeres, principalmente: las feministas radicales y las feministas socialistas.

Calibán y la bruja presenta las principales líneas de un proyecto de investigación sobre las mujeres en la «transición» del feudalismo al capitalismo que comencé a mediados de los setenta, en colaboración con la feminista italiana Leopoldina Fortunati. Sus primeros resultados aparecieron en un libro que publicamos en Italia en 1984, Il Grande Calibano. Storia del corpo social ribelle nella prima fase del capitale [El gran calibán. Historia del cuerpo social rebelde en la primera fase del capital] (Milán, Franco Agneli).
Mi interés en esta investigación estuvo motivado en origen por los debates que acompañaron el desarrollo del Movimiento Feminista en Estados Unidos, en relación a las raíces de la «opresión» de las mujeres y las estrategias políticas que el propio movimiento debía adoptar en la lucha por su liberación. En ese momento, las principales perspectivas teóricas y políticas desde las que se analizaba la realidad de la discriminación sexual venían propuestas por dos ramas del movimiento de mujeres, principalmente: las feministas radicales y las feministas socialistas.

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El gran Calibán<br />

205<br />

El hecho de poder demostrar <strong>la</strong> brutalidad de los animales era fundamental<br />

para Descartes; estaba convencido de que ahí podía encontrar<br />

<strong>la</strong> respuesta a sus preguntas sobre <strong>la</strong> ubicación, <strong>la</strong> naturaleza y el alcance<br />

del poder que contro<strong>la</strong>ba a <strong>la</strong> conducta humana. Creía que en un<br />

animal disecado encontraría <strong>la</strong> prueba de que el cuerpo sólo es capaz<br />

de realizar acciones mecánicas e involuntarias; y que, por lo tanto, el<br />

cuerpo no es constitutivo de <strong>la</strong> persona; <strong>la</strong> esencia humana reside, entonces,<br />

en facultades puramente inmateriales. Para Descartes el cuerpo<br />

humano es, también, un autómata, pero lo que diferencia al «hombre»<br />

de <strong>la</strong> bestia y le confiere a «él» dominio sobre el mundo circundante<br />

es <strong>la</strong> presencia del pensamiento. De este modo, el alma, que Descartes<br />

desp<strong>la</strong>za del cosmos y de <strong>la</strong> esfera de <strong>la</strong> corporalidad, regresa al centro<br />

de su filosofía dotada de un poder infinito en <strong>la</strong> forma de razón y voluntad<br />

individuales.<br />

Situado en un mundo sin alma y en un cuerpo máquina, el hombre<br />

cartesiano podía entonces, como Próspero, romper su varita mágica<br />

para convertirse no sólo en el responsable de sus actos, sino aparentemente<br />

en el centro de todos los poderes. Al estar divorciado de su cuerpo,<br />

el yo racional se desvincu<strong>la</strong>ba ciertamente de su realidad corpórea<br />

y de <strong>la</strong> naturaleza. Su soledad, sin embargo, iba a ser <strong>la</strong> de un rey: en el<br />

modelo cartesiano de <strong>la</strong> persona no hay un dualismo igualitario entre<br />

<strong>la</strong> cabeza pensante y el cuerpo máquina, sólo hay una re<strong>la</strong>ción de amo/<br />

esc<strong>la</strong>vo, ya que <strong>la</strong> tarea principal de <strong>la</strong> voluntad es dominar el cuerpo<br />

y el mundo natural. En el modelo cartesiano de <strong>la</strong> persona se ve, entonces,<br />

<strong>la</strong> misma centralización de <strong>la</strong>s funciones de mando que en ese<br />

mismo periodo se estaba dando a nivel del Estado: al igual que <strong>la</strong> tarea<br />

del Estado era gobernar el cuerpo social, en <strong>la</strong> nueva subjetividad, <strong>la</strong><br />

mente se convirtió en soberana.<br />

total con respecto de <strong>la</strong> concepción de los animales que había prevalecido durante <strong>la</strong> Edad Media<br />

y hasta el siglo XVI, cuando eran consideradosseres inteligentes, responsables, con una imaginación<br />

particu<strong>la</strong>rmente desarrol<strong>la</strong>da e incluso con capacidad de hab<strong>la</strong>r. Como Edward Westermark, y más<br />

recientemente Esther Cohen, han mostrado, en algunos países de Europa se juzgaba a los animales, y a<br />

veces eran ejecutados públicamente por crímenes que habían cometido. Se les asignaba un abogado y el<br />

proceso —juicio, condena y ejecución— era realizado con todas <strong>la</strong>s formalidades legales. En 1565, los<br />

ciudadanos de Arles, por ejemplo, pidieron <strong>la</strong> expulsión de <strong>la</strong>s <strong>la</strong>ngostas de su pueblo y, en otro caso,<br />

se excomulgó a los gusanos que infestaban una parroquia. El último juicio a un animal tuvo lugar en<br />

Francia en 1845. A los animales también se les aceptaba en <strong>la</strong> corte como testigos para el compurgatio.<br />

Un hombre que había sido condenado por asesinato compareció ante <strong>la</strong> corte con su gato y su gallo y<br />

en su presencia juró que era inocente y fue liberado (Westermarck , 1924: 254 y sig.; Cohen ,1986).

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