AL BORDE DELACAVERNA-NOVENO NUMERO-ABRIL 2019
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Al borde delacaverna<br />
*La Revista de Al Borde y Lak-Berna*<br />
AÑO II- Nº IX- Bimestral-Abril/Mayo <strong>2019</strong><br />
Artistas invitados: Carlos Alberto Pasqualini<br />
*Poemas/Ensayos/Cuentos/Autor sobre Autor /Artículo del invitado y más secciones
2<br />
Revista en pdf: Al Borde delacaverna<br />
Revista Bimestral<br />
ISBN: en trámite<br />
Directoras, compiladoras, editoras:<br />
Liliana Varela y Gladys Cepeda.<br />
El material goza de Derechos<br />
reservados. Prohibida su<br />
venta y/o reproducción.<br />
Diseño y armado de este número: Liliana Varela<br />
albordedelacaverna2017@gmail.com<br />
A modo de presentación:<br />
Esta es una revista digital en PDF, pero no busca ser “una<br />
revista más”, sólo busca crear lazos de palabras entre distintas<br />
sociedades y culturas, traspasar fronteras para que la literatura y el<br />
arte en general nos hermanen.<br />
Nació sin pretensiones, sólo con el afán de difundirnos<br />
entre todos (y a todos), con la idea de “Inundar Internet” entre<br />
nosotros, para y por nosotros.<br />
“Al borde de la palabra” y “Lak-Berna” así lo pensaron y unieron<br />
su esfuerzo para el nacimiento de “Al borde delacaverna”.<br />
Espero la disfrutes y colabores con tus textos, con tu lectura, con tu<br />
difusión.<br />
Esta revista es tuya, no lo olvides.<br />
Liliana Varela y Gladys Cepeda.
3<br />
<strong>ABRIL</strong>/MAYO <strong>2019</strong>- contenidos de este NÚMERO<br />
*Foto de tapa: - Carlos Alberto Pasqualini—Luego las huellas (óleo)<br />
El Artista Pág. 4<br />
Ensayo I del Bimestre<br />
Luz Ríos Iribarne Pág. 6<br />
Poesías del Bimestre<br />
Alba Estrella Gutiérrez Pág. 8<br />
Carlos Dariel Pág. 9<br />
Mirta Venezia Pág. 10<br />
Damarys Gonzalez Pág. 11<br />
Mauro Rastelli Polanco<br />
Pág. 12<br />
Dana Fernández Guisande<br />
Marta Brignolo<br />
Cynthia Rascovsky<br />
Gabriela Yocco<br />
Ezequiel M. Buono<br />
Osvaldo Rassetto<br />
Dámaso Manuel Martínez<br />
Flavio Crescenzi<br />
Pág. 13<br />
Pág. 14<br />
Pág. 15<br />
Pág. 16<br />
Pág. 17<br />
Pág. 18<br />
Pág. 19<br />
Pág. 20<br />
Ensayo II del Bimestre<br />
Alexia Mexa<br />
Pág. 21<br />
Microcuentos del mes<br />
Antonio González<br />
Carlos Alejandro Nahas<br />
Pág. 23<br />
Pág. 25<br />
Patricia Ortiz Pág. 27<br />
Liliana Varela Pág. 28<br />
Marta De La Sota<br />
Autor sobre Autor<br />
Liliana Varela<br />
Nota destacada<br />
Pág. 30<br />
Pág. 32<br />
Pág. 34<br />
Gacetilla Pág. 35
4<br />
Carlos Alberto Pasqualini<br />
es Médico Psiquiatra<br />
psicoanalista además de<br />
Artista plástico y Poeta.<br />
Nace en Lanús (Pcia. de Bs.<br />
As.) un 5 de Marzo de 1937.<br />
Inicia su formación en la plástica con José M. Moraña y más tarde en<br />
los talleres de Miguel Warnes, Susana Schreiber y Juan doffo;<br />
realizando exposiciones de pintura individuales y colectivas con<br />
obtención de premios y distinciones en salones y galerías del país.<br />
Carlos Alberto Pasqualini<br />
Esencia Futura (óleo)
5<br />
Albores II (oleo)- Carlos Alberto Pasqualini<br />
Uno de sus blogs personales:<br />
http://carlosalbertopasqualini.blogspot.com/<br />
*Albores (Oleo)- Carlos Alberto Pasqualini
6<br />
ENSAYO I DEL BIMESTRE<br />
LUZ RÍOS IRIBARNE<br />
- Argentina-<br />
El mes de la mujer, cuando lo simbólico, personal, y maravilloso, termina<br />
convirtiéndose en la excusa para una de las mayores avalanchas comerciales después de<br />
Navidad.<br />
Lilith fue la primera mujer, anterior a Eva. Lilith no era un desprendimiento de Adán, sino<br />
una mujer con autonomía de existencia, y deseosa. Lilith se unió a Adán, pero no aceptaba la<br />
propuesta de Adán, de mantener relaciones simplemente estando sobre ella. Ella deseaba<br />
mantener relaciones que la tuvieran también como protagonista, y no sólo “tradicionalmente”.<br />
Al poco tiempo, Adán exigió mantener relaciones como deseaba, sometiendo a Lilith, y ella lo<br />
rechazó. Esto no se encuentra en las escrituras, pero por la oralidad se ha mantenido el relato,<br />
como leyenda hebrea, y aseguran que una vez que abandonó a Adán, Lilith se unió a demonios<br />
para vivir placeres. Aseguran que desde entonces, el sexo extramarital alimenta a esta mujer<br />
impura.<br />
Luego de esto llegaríamos al relato que conocemos. Surge Eva, la primer pareja.<br />
Es la primera pareja porque Eva vive sólo para los deseos de Adán, y si bien es la responsable<br />
del pecado original, vive bajo el yugo de su “compañero”, o mejor dicho, dueño.<br />
¿Hubo mujeres impías, pecadoras, traicioneras? Seguramente, pero no merecen mención,<br />
como Lilith. Ahora bien, Adán no llegó virgen a la unión con Eva. Ese es un deber de la mujer.<br />
Hoy tenemos la responsabilidad de modificar esto. De no olvidarnos de nosotras mismas, de<br />
reconocernos en la historia como parte, por más que nos sigan negando los lugares que nos<br />
merecemos.<br />
Y antes de que más cortinas de niebla nos vayan arrebatando más grandes mujeres, es urgente<br />
hablar de Lola Mora. Lo lamentable, es que lejos de haber sido olvidada, pasó a ser de las<br />
grandes figuras nacionales que nos han dejado un legado precioso, del que somos testigos,<br />
pero ignorando la historia que implica.<br />
Fue una escultora eximia, artista plástica, e incluso con influencia en la minería.<br />
Su vida fue tumultuosa, ya que se casó recién a la edad de 42 años, con un hombre diecisiete<br />
años menor.
7<br />
Por este motivo, en el acta de matrimonio se la anotó como diez años menor, aunque la<br />
diferencia era igualmente notable, y la familia de su marido, Luis Hernández Otero, la rechazó<br />
por esto.<br />
La diferencia de edades, como también discrepancias ideológicas propiciaron que el<br />
matrimonio no fuera feliz, y tras cinco años Lola Mora fue abandonada.<br />
Tras el matrimonio fallido tuvo algunos amantes aunque nada formal, y tras su muerte en<br />
1936 su familia quemó su correspondencia, por lo que se desconoce mucho de su vida<br />
personal.<br />
Además de estos reconocimientos es menester señalar como mencionábamos antes,<br />
incursionó en la minería. Esto lo hizo desarrollando técnicas par la exploración, de las cuales<br />
obtuvo las patentes. También fue autora de numerosas esculturas que se encuentran<br />
actualmente a lo largo del país. La más conocida sin dudas, es La fuente de las Nereidas, por la<br />
que se desató una polémica a principios del siglo XX. Lola Mora la realizó en su estudio en<br />
Roma, y se pensó emplazar frente a la Catedral de Buenos Aires, pero al regresar al país con<br />
los bloques para el montaje, desató el escándalo que hubiera representadas figuras de mujeres<br />
desnudas, y tras varias disputas fue trasladada de Plaza de Mayo a su actual ubicación, en<br />
Costanera Sur.<br />
Un grupo de estatuas de Lola Mora flanquean el Pasaje Juramento, un pasaje peatonal en el<br />
Monumento Nacional a la Bandera, en la ciudad argentina de Rosario.<br />
También realizó obras para el Palacio del Congreso de la Nación Argentina (acceso principal<br />
Norte, las originales hoy se encuentran en San Salvador de Jujuy).<br />
Además de sus múltiples talentos también hizo inversiones para la extracción de petróleo en<br />
Salta, y tras el fracaso del emprendimiento invirtió en el Ferrocarril Transandino del Norte, o<br />
Huaytiquina, por donde hoy transita el tren de las nubes.<br />
Increíblemente Lola Mora fue criticada no sólo por su estilo, irreverente y a veces incluso tosco<br />
(esculturas talladas con cinceles más bruscos, sin intención de generar figuras delicadas), sino<br />
también por el hecho de que trabajara utilizando pantalones.<br />
A pesar de todo, esta artista tuvo la posibilidad de partir, y sin embargo decidió permanecer en<br />
el país y seguir dedicándose a lo que la apasionaba.<br />
*Dimensiones sueltas (Oleo)<br />
Carlos Alberto Pasqualini
8<br />
<strong>AL</strong>BA ESTRELLA GUTIÉRREZ<br />
- Argentina-<br />
dos cuerpos<br />
desnudan el amor<br />
huelen su fragilidad<br />
y van hacia la magia<br />
él desconoce la prisa<br />
y ella impacienta sus ojos<br />
mientras sus ingles<br />
se abren como muelle de mar<br />
huérfanos de anclas y naufragios<br />
él la descubre voraz sin disciplina<br />
y a la vez es un miedo acuclillado<br />
no sabe de regresos<br />
ni de ruinas<br />
ella sabe sólo de llegadas y conquistas<br />
en él corcovean los años<br />
ella arquea la espalda sobre espuelas<br />
de humo<br />
y ronronea entre sus dedos<br />
las bocas se buscan sin pudor<br />
porque él sabe del final<br />
ella lo ignora<br />
más y más y más susurra su juventud<br />
él se arrodilla<br />
y un cristal sin voz<br />
salta el abismo<br />
un pájaro muere en Hiroshima<br />
el espanto camina su piel agujereda<br />
él la contempla<br />
las cuencas vacías de los ojos<br />
muerden su cintura<br />
de lámpara fugaz en la vigilia<br />
el aire huele a humo y nostalgia<br />
los huesos se humillan<br />
en simple valentía<br />
un pájaro muere en Hiroshima<br />
la boca se despierta<br />
y las alas vuelan sobre el muro<br />
la ciudad absorta<br />
cuida su intento de quietud<br />
y llora su agosto de sol<br />
te amo dice él<br />
mientras abarca el vacío de sus cejas<br />
luz que no contempla<br />
soledad de dos es compañía<br />
con mi nombre que fue<br />
escribo tu hermosura<br />
te amo dice ella<br />
mientras grita el dolor<br />
el mar desata su corazón de pez<br />
tímidamente<br />
alegría y pudor<br />
desvisten su coraje de ausencia entre<br />
las ruinas<br />
porque dos inocentes se aman<br />
en Hiroshima
9<br />
CARLOS DARIEL<br />
- Argentina-<br />
Señales<br />
Intersticio<br />
una piedra frente a mí<br />
parece esperar<br />
desde el huevo del tiempo<br />
una señal de escucha<br />
hay tensión creciendo<br />
en ese borde atribulado de la forma<br />
como si una voz oculta<br />
saliese a luz<br />
y me abrazara<br />
hay interpelación en ese abrazo<br />
y desmesura<br />
comienza otro día<br />
y mientras desayuno<br />
una mancha en la pared<br />
desvía la mirada y la captura para sí<br />
ahora soy esa mancha que miro<br />
para reconocerme en ella<br />
para confirmar la sospecha<br />
de sólo somos<br />
lo que resta de cada acto<br />
la borra de lo bebido<br />
cierto calorcito<br />
en la memoria de alguien<br />
*De “Donde la sed” Macedonia Ediciones<br />
entonces yo<br />
borde también<br />
y atribulado<br />
construyo una voz<br />
como un abrazo<br />
*Albores III (oleo)-<br />
Carlos Alberto Pasqualini
10<br />
MIRTA VENEZIA<br />
-Argentina -<br />
AGOSTADA<br />
CAMILA<br />
de pronto orillas trémulas<br />
estrellas que galopan la sangre<br />
y la humedad del vidrio<br />
Ladislao estás ahí? Sí, Camila, a tu lado."<br />
llueve a cántaros dentro de mí<br />
afuera/<br />
una falda de agua<br />
abre<br />
ventanas de junco y arpillera<br />
el barro la noche el río<br />
la bruma esparcida en sus ramajes<br />
yo misma soy<br />
la turbiedad dulzona<br />
hija de la hierba en celo<br />
los álamos se agostan<br />
mis pupilas se agostan<br />
ante la inquietante<br />
lujuria de los colibríes<br />
y el topacio del cielo<br />
tengo que esconder<br />
la caja de Pandora<br />
............................. para que no se abra<br />
tengo que enterrar<br />
los diamantes del pecado<br />
...............................para que no me halles<br />
ebria de sueños y vapores<br />
Claustro silencioso y credos.<br />
Sus ojos se toparon en la sacristía.<br />
Sin pensar, sin querer.<br />
Bocas de almendro, goteando.<br />
Y ya era tarde.<br />
Huyeron una noche el párroco y la<br />
doncella.<br />
Huyeron una noche clara.<br />
Abrazando una vida nueva.<br />
Abrasándose en murmuros sin respiro.<br />
Hoguera.<br />
Es tan mediocre la envidia,<br />
lúgubre y perversa.<br />
Se los llevaron una madrugada.<br />
Crudeza.<br />
Alzaron los fusiles.Una lágrima de ella<br />
regó el campo desierto.<br />
Alzaron los fusiles.<br />
No quedó nada.<br />
Sólo dos cuerpos.<br />
Y una flor abierta en tierra yerma.<br />
cuando irrumpas
11<br />
DAMARYS GONZ<strong>AL</strong>EZ<br />
- Venezuela-<br />
A mi padre<br />
Ismael nació en el vórtice<br />
de un remolino<br />
Giraba en torno a él<br />
gente de papel y de aluminio<br />
Muchas mujeres tuvieron<br />
la adolescencia trigueña de la madre<br />
que murió antes de que se imprimiera<br />
el sencillo escenario en su memoria<br />
A todas se acercó anhelando<br />
que lo reconocieran<br />
‘‘Los muertos no miran hacia fuera’’<br />
le dijo su abuela Micaela<br />
y apoyó una mano en su hombro<br />
cada vez que en una fúnebre vitrina<br />
guardaron otra muñeca<br />
No hubo padres<br />
solo señores que saludaban desde lejos<br />
con un gesto semejante al de los viejos maestros<br />
que intuyen el lugar donde se debe<br />
borrar alguna pizarra<br />
A Jesús Marcano (1972 - 2002)<br />
Era joven, fuerte, desenfrenado<br />
su cuerpo era una represa<br />
continuamente apuntalada por la<br />
sociedad<br />
Murió de íntimos goterones<br />
de lento galopar bajo el agua<br />
con palabras mordidas para aguantar<br />
la secreta cauterización de las heridas<br />
Murió de afilados pensamientos<br />
que se arrojaban a sí mismos contra<br />
las venas<br />
De un enjambre de voces que solo él<br />
escuchaba<br />
semejante a la locura<br />
Algunos atraviesan la vida con el alma<br />
suelta<br />
como un animal desbocado que no<br />
logra<br />
abrirse paso hacia el abismo<br />
*Del libro “Figura Translúcida”<br />
Almas que corren<br />
a gran velocidad dentro del cuerpo y<br />
sin querer<br />
lo rompen
12<br />
MAURO RASTELLI POLANCO<br />
- Argentina-<br />
ADIÓS<br />
“Trepen a los techos, que llega la aurora”<br />
Luis Alberto “El flaco” Spinetta<br />
Que esta guerra<br />
no siga lastimando pueblos...<br />
Una bandera blanca<br />
es necesaria,<br />
¿Quién se ofrece a levantarla?<br />
escribo hoy:<br />
Si a la paz y no a la violencia<br />
Y recuerdo la enseñanza:<br />
“Les dejo mi paz, les doy mi paz”.<br />
AURORA<br />
Un puñado de versos<br />
querían salirse<br />
de los papeles que habitan<br />
en lo más alto de mi biblioteca<br />
la luz de la mañana<br />
los despertó<br />
llegó puntual a su encuentro<br />
los acompaño con un vino<br />
y con el tiempo no se desvanecen.<br />
*Derivas-Técnica mixta –<br />
Carlos Alberto Pasqualini
13<br />
DANA FERNÁNDEZ GUISANDE<br />
-Argentina-<br />
LOS libros camino a casa<br />
se escriben en el cielo,<br />
en el fuego,<br />
en el olvido.<br />
Son desconocidos,<br />
extranjeros en su diccionario,<br />
ramas sin ciudad.<br />
Son señales,<br />
distancias,<br />
silencios,<br />
versos.<br />
Son cuadros para existir,<br />
noche,<br />
hoja crepitando,<br />
raíz,<br />
rostro.<br />
Son mirada,<br />
pies,<br />
caos,<br />
espejo,<br />
nomeolvides,<br />
templo,<br />
papel,<br />
palabra,<br />
sentido.<br />
Los libros camino a casa<br />
son iguales a mí.<br />
un día soñé<br />
que leía:<br />
"las palabras y las cosas",<br />
también me soñé niña<br />
y repleta de sueños.<br />
Otro día, creo, soñé una jaula<br />
con pájaros de origami<br />
o vocablos<br />
o flores.<br />
Una vez, con el conejo de Alicia,<br />
con su reloj fuera de tiempo.<br />
Otro, una plaza<br />
con un banco en la esquina<br />
donde hablamos de cosas<br />
que nadie ve.<br />
Un día junté cuatro hornallas<br />
otro, un marco para un cuadro,<br />
otro, un elixir lleno de colores<br />
y saltos demenciales como<br />
la melodía de Sgt. Peppers.<br />
Otro día fui pincel,<br />
y otro más fui yo misma.<br />
Un día fui diccionario de burbujas;<br />
otros un fantasma sobre los andenes.<br />
Algunos días<br />
el pájaro cometió el delito<br />
de convertirme en fotografía.<br />
Otros, soy breviario<br />
otros, soy.
14<br />
MARTA BRIGNOLO<br />
-Argentina-<br />
A Gabriel<br />
ABRAZOS<br />
Detrás de un volante<br />
sueñas el mañana,<br />
Tu niño se agobia.<br />
Remontas tus tardes<br />
de sueños y auroras.<br />
Detrás de un volante<br />
acaricias ansias<br />
de un mejor futuro,<br />
De un hombre sencillo..<br />
de un hijo que crece<br />
con palabras claras,<br />
a quien le dedicas<br />
La sed de sueños rotos<br />
se agiganta,<br />
Sin esperanzas y ya sin fe,<br />
vuelo inseguridades<br />
resucitadas .<br />
Otro abandono, otra carencia,<br />
tal vez , nunca fue .<br />
La infancia de calesitas no tomadas<br />
dibujó tantas vueltas,<br />
como esta relación empobrecida.<br />
Si con abrazos resucitara...<br />
Dar abrazos alados,<br />
amanecer en caricias,<br />
Galopar la vida en versos.<br />
pleno tu oficio...de padre.<br />
desde un colectivo,<br />
trabajando,<br />
Detrás de un volante.<br />
*Panóptico sideral-<br />
Carlos Alberto Pasqualini
15<br />
CYNTHIA RASCOVSKY<br />
-Argentina-<br />
PAR<strong>AL</strong>ELOS<br />
Hoy pasé a visitar a papá. Estaba escuchando sus tangos favoritos mientras revisaba los cuadernos<br />
de mí hermano; controlando si hizo la tarea, que terminé ayudándolos.<br />
Mamá cómo siempre me esperaba con el café recién hecho, porque con ella no puedo tomar mate,<br />
es algo que no le gusta.<br />
Qué lindo es llegar a casa y que todo esté donde lo recuerdo, mis cosas, los olores los sabores y<br />
ellos, tal cual los revivo, siempre recibiéndome con esa sonrisa que me acaricia y ese abrazo<br />
inmortal que me llevo cada vez que paso a visitarlos.<br />
Mañana también voy a ir a visitarlos, mañana me vuelvo a poner el mismo camisón, el mismo<br />
tango, me abrazo a la almohada<br />
y sueño.<br />
ME ASUSTA LA NOCHE<br />
Me asusta la noche cuando me abraza/ no deja que mis ojos habiten el sueño.<br />
Se torna imputable sobre mis huesos/cava sobre mi piel/ desplegando heridas mutantes.<br />
Me asusta la noche cuando me abraza/es punzante en medio del pecho/ acuna los silencios y los<br />
hace cántico de mi llanto.<br />
Me asusta la noche cuando me abraza/ salta sobre mi cabeza/ golpetea los recuerdos/ para<br />
lanzármelos en la cara.<br />
No voy a quitarme los zapatos/ ni desmaquillar el día.<br />
Me asusta la noche/cuando me abraza.<br />
*El reposo de los arcanos-<br />
Carlos Alberto Pasqualini
16<br />
GABRIELA YOCCO<br />
-Argentina-<br />
ATARDECERES<br />
en ciertas horas, las más estrechas de la tarde, cuando el sol cae de sesgo sobre las ventanas y<br />
hay una luz de oro en la quietud de la casa, se me ahonda el pensamiento.<br />
sé que mis ojos miran desde muy lejos y me hago mar, pura agua salobre sobre una arena<br />
distante.<br />
el dolor se parece tanto a esto: agua con sal y playa o la intrepidez del color negro, la sensación<br />
de piel de animal muerto en la garganta.<br />
calesita infame de las horas, lento portal del abismo.<br />
camino así, los ojos cerrados, descubriendo que todas las paredes tiene una grieta, un boca<br />
pequeña que me traga.<br />
(lejos lejos pasan trenes con tigres de añil).<br />
"Tú reinaste en Bubastis<br />
con los pies en la tierra, como el Nilo,<br />
y una constelación por cabellera en tu doble del cielo"<br />
Olga Orozco - Cantos a Berenice<br />
ojos inmóviles en el<br />
vacío?<br />
qué parte del aire ven<br />
tan ausentes<br />
tan quitados de este mundo<br />
ausentes?<br />
qué secreto poema están hilvanando allí<br />
en el hueco del cosmos?<br />
qué molécula he perdido me han robado u olvidé?<br />
qué interrumpe la íntima secreta participación con lo inmenso?<br />
con humana soberbia intento en vano descifrar su lenguaje<br />
pero<br />
ellos ajenos y tan míos<br />
de tanto en tanto me acercan algo de su misterio<br />
como una dádiva<br />
oh regalo de antiguos dioses<br />
legítimos dueños de lo que atesoro con terrestre afán<br />
poderosos de la mirada<br />
ustedes<br />
amados<br />
regálenme un instante de ese momento indescriptible en el que el todo<br />
se funde con el todo y se acallan las preguntas<br />
ustedes<br />
dueños de mí<br />
garra suave sobre la siempre tristeza
17<br />
EZEQUIEL M. BUONO<br />
-Argentina-<br />
MENTE<br />
Ella dibuja tu presente colmado de colapsos pasados. Ella elige tus decisiones sabiendo que<br />
triunfar depende de ella y fracasar también. Es una falsa prisionera que envuelve deseos para<br />
proyectarlos imprevistamente, haciendo que avanzar sea una ambiciosa aventura donde los limites<br />
expuestos sean sorteados según su desequilibrio. Sus trampas actúan en momentos precisos,<br />
dejándote caer en sus oscuros mundos irreales, llenos de sentimientos negativos donde todo parece<br />
apocalíptico Tratando de domarla lograras seducirla, tus pensamientos volaran por si solos y<br />
dejaras de cumplir el tedioso mandato opresor que nos ofrece la rutina. Ella inquieta, vulnera y<br />
atormenta pero también moviliza, aporta y acompaña, dándole vida al sentir de cada día vas<br />
iluminando tu sendero, sin obedecer a nada ni a nadie, solo guiándote por la seguridad de vivir<br />
sabiendo que sos tu propio motor.<br />
CUARTO OSCURO<br />
Ella inventó el suburbio donde reposó mi horizonte y culpando a los charlatanes de<br />
turno, logre defenderme de la histeria que irrumpió en mi mesa, por eso nunca fui<br />
soberbio ante su encanto, solo dibuje anhelos pasajeros para reinventarme y cumplir los<br />
pasos necesarios a la hora de construir un espacio castigado por la impaciencia pero real<br />
y oportuno. Algo de insolencia encontré debajo del brillo aparente y fue por eso que<br />
aumente el ritmo del deseo, protegiendo los sentidos y lamentando la falta de realidad en<br />
el asunto. En fin, nunca pude despegarme del olvido que me ayudaba a compensar el<br />
sabor amargo de las viejas caídas pero en este caso no deje de invocarla. El cielo no<br />
protege la vida, la historia real es la más vencida, tormentos descartados en mí huida,<br />
asuntos despojados de mentiras, la ausencia promete conformarme y librarme del<br />
encierro que ofrece sofocarme con el peso del recuerdo.<br />
*Dimensión Quántica-<br />
Carlos Alberto Pasqualini
18<br />
OSV<strong>AL</strong>DO RASSETTO<br />
-Argentina -<br />
II<br />
por unas horas<br />
le presto<br />
mis manos<br />
y mis ojos<br />
a lo gris.<br />
más tarde<br />
volveré,<br />
hoja en blanco,<br />
a dar testimonio<br />
de este paisaje,<br />
donde el árbol<br />
y la piedra<br />
se parecen<br />
peligrosamente<br />
a la sangre.<br />
*De la colección “Subpoemas”<br />
VII<br />
me asustan<br />
las mañanas vacías<br />
y<br />
la sinceridad<br />
de los espejos.<br />
****************<br />
IV<br />
entonces<br />
los ojos<br />
de la niebla<br />
me miran<br />
y<br />
me ven<br />
nítidamente.<br />
*Creando presencia (oleo)-<br />
Carlos Alberto Pasqualini
19<br />
DÁMASO MANUEL MARTÍNEZ<br />
-Argentina -<br />
Puntos de vista<br />
Sirviendo la copa<br />
Se desbordaron las palabras<br />
Ellas corrieron por la mesa<br />
Libres, traviesas<br />
Dueñas de su verdad<br />
Unas con otras se empujaron<br />
A borbotones chocaron<br />
Con distintos significados<br />
La sangre las salpicó<br />
Cuando él sirvió otra copa<br />
Sacó del vientre su cuchillo<br />
Agonizando, el otro<br />
Aquel recreo de desencuentros<br />
Y espantos.<br />
Para la libertad<br />
Eché al viento una palabra<br />
Y un puñado de verbos al bolsillo<br />
Como balas al cinto, los pronombres<br />
Un hato al hombro, sustantivos<br />
La magnitud de un verso<br />
Escasos adjetivos<br />
La realidad de los hambrientos<br />
Partí a lavar los ojos de los ciegos<br />
A gritar tan fuerte como el trueno<br />
Mi verdad, quizás no tuya<br />
Mi verdad, no espera ser amada<br />
Es como el sueño<br />
No es de todos<br />
Pero todos sueñan<br />
Con su amada<br />
*Del libro “El otro”<br />
*Exódo (Oleo)-<br />
Carlos Alberto Pasqualini
20<br />
FLAVIO CRESCENZI<br />
- Argentina-<br />
Dormir, esa utopía. Apenas un párpado planea en vuelo zigzagueante, apenas unos<br />
ojos de hierro o mármol pronunciado, y ya la noche, con su triste obediencia y sus<br />
cangrejos, con lo que llega oscuro desde un cielo de vigilias.<br />
CENICIENTO A MI PESAR<br />
Hace días que siento que estoy viviendo un período «ceniciento», y esta vez no es por<br />
las clásicas cenizas que siempre se posaron sobre mi moral, mi memoria y mis<br />
deseos, sino porque desde un tiempo a esta parte me veo obligado a retirarme<br />
puntualmente de todos lados a las 12 de la noche.<br />
No bien suena la alarma de mi modesto celular, me retiro —como el también clásico<br />
personaje de los cuentos—, de donde sea que me encuentre, no ya para evitar que mi<br />
carruaje se transforme en calabaza, sino para evitar que mi mujer (ay, frágil gacela) se<br />
ocupe sola de los cuidados nocturnos de mi suegra. Sucede que mi suegra pesa lo<br />
mismo que un carruaje, aunque, recostada (que es la posición en la que se encuentra<br />
la mayoría de las veces), ostenta la forma y los colores de la ínclita hortaliza.<br />
Huelga decir que mi vida social se ha visto afectada por estas súbitas y tan poco<br />
poéticas huidas. De hecho, mis amistades no pueden creer que este que escribe —<br />
alguien que hasta no hace mucho se jactaba de ser un noctámbulo irredento— tenga<br />
que retirarse en lo mejor de la velada (o incluso antes) para ocuparse de asuntos más<br />
propios del levantamiento de pesas que de la lisa y llana geriatría.<br />
Todo indica que, si quiero volver a reunirme con alguno de los pocos amigos que me<br />
quedan, no tendré otra opción que organizar un té canasta, al que, sin embargo,<br />
asistiré con ropa holgada, de modo que no se noten demasiado los bíceps que he<br />
desarrollado por ser un yerno tan amable y servicial.
21<br />
ENSAYO iI DEL BIMESTRE<br />
<strong>AL</strong>IXIA MEXA<br />
- México-<br />
EL PAISAJE DEL CUERPO, DE <strong>AL</strong>EJANDRO ROS<strong>AL</strong>ES LUGO<br />
¿ES EL ARTE UNA EXTENSIÓN DEL AMOR?<br />
Un poeta no puede quedarse callado, sin embargo, los versos de un poeta pueden dejarnos<br />
pensativos, silenciosos, estimular nuestra introspección; es cuando los pasos del poeta<br />
comienzan a cabalgar sobre nosotros, a dejarnos un poco de su vida, de su esencia, de su yo, de<br />
su sueño por las sombras, y que reposará en nuestros instantes de luz para abrevar en nuestra<br />
alma y hacernos reconocerlo y conocernos en sus palabras.<br />
El poeta es un peregrino que deja su andar en huellas de conocimiento, que otro podrá ver o<br />
interpretar y entonces hará germinar sus palabras en nuevos silencios o nuevos espacios. El<br />
poeta toma los espacios fértiles de la vena de su vida, de su corazón, de su alma mutante. Son<br />
las mismas palabras, es diferente sintaxis, son los mismos sentimientos, es diferente la forma<br />
de expresarlos, es la misma rosa, los mismos pétalos que han dado vuelta a través de la visión<br />
de los poetas de todos los tiempos:<br />
“El tiempo camina en mis adentros<br />
Y en frágiles instantes se evapora.”<br />
En nuestro caso, Alejandro es el poeta gitano que esparce sus semillas como estrellas en un<br />
campo inexplorado, sabiendo que el lugar es de lo menos porque posee la certeza que pueden<br />
florecer aún en espacio desértico porque contienen la esencia poli estructural y multicolor del<br />
amor, las gotas de savia acumuladas en las eras para saciar la sed del alma.<br />
En EL PAISAJE DEL CUERPO el autor diseña un friso de fuego desde lo que vive y lo que ve en<br />
una tierra lejana: IT<strong>AL</strong>IA, la ciudad europea que sintió el ímpetu y la juventud del poeta y le<br />
inspiró algunos de los versos de este libro.<br />
Predominan los instantes que se incrustan en el alma como fragmentos de vidrio rebatidos por<br />
las alas de sus mares interiores. Son los latidos únicos e irrepetibles que traslada en ecos<br />
gozosos del propio cuerpo como ente andante que sabe sentir y aprecia el sentirse inmerso en el<br />
estallido de la vida:<br />
“El mar es como el tiempo que nos siembra<br />
[Al principio de la vida<br />
El mar es como el tiempo que nos siembra<br />
[ al principio de la muerte<br />
El tiempo ácido que carcome lo imposible.”<br />
El poeta vuela a través de líneas y de fórmulas matemáticas que son geometría, geografía y<br />
biología de su didáctica, de su escritura, de su pincel, de su color y espátula. Su verdad se<br />
esparce entre el espacio de la materia y lo intangible.<br />
Sus fuegos no se extinguen porque la palabra los atrapa y como juegos de luces los extiende<br />
hasta los ojos de quien desee mirarle e interpretarle. Entonces es que sus estrellas se vuelven<br />
poderosas aristas de amor que vibran en el arte de plasma de su propio espejo.
22<br />
“Tus pasos en mi cuerpo son un viento irreflexivo<br />
Tierra que desata de sus frágiles contornos<br />
La ansiedad de la noche.”<br />
Alejandro con su intensidad fragante es un instante, un siglo, lapso fulgurante donde se<br />
alcanzan a sentir las dagas radiantes y punzantes del amor que marca y refracta imágenes en<br />
diversas memorias, fuerza de espadas que cimbran el alma. Por eso su vuelo no se limita a las<br />
líneas rectas: de pronto la línea emigra en volutas de elipses, caracoles inversos y piramidales.<br />
En este PAISAJE sensorial de tonalidades ambarinas, violetas, amarillas y grisáceas en<br />
ocasiones, solo puede apreciarse la autenticidad del artista, el camino que realiza por la plástica<br />
de su poesía, un mago del verso que no se contrapone a la realidad vivida, pero que transforma<br />
de manera sorprendente, sutil y fuerte sobre los recuerdos y las imágenes surrealistas que lo<br />
habitan.<br />
“El mar tiembla como una mariposa<br />
Se mira en un cielo azul perdido de neblina<br />
Se arroja a nuestros cuerpos como un tigre de agua<br />
Nos desnuda a sal y nos deslengua.”<br />
Sus versos de energía electrizante son la imagen de sí mismo, y su experiencia se funde con la<br />
nítida memoria para salvarse del olvido.<br />
El cielo funde su matiz y sus palabras en los músculos de su tiempo, entre los peces que circulan<br />
en sus venas, ensambla su arte en su corazón azul de tiempos eméritos para cubrir el tejido de<br />
recuerdos cuando escribe:<br />
“Tus ojos en el mar<br />
Peces caballos<br />
Mar serpiente<br />
Asoma a los balcones<br />
Ataviado de príncipe de agua.”<br />
Alejandro es un audaz cabalgante que se atreve a degustar el tiempo y sus luces. A plasmar<br />
memorias en sí mismo y en los cuerpos que irradian mutis fosforescentes, singular materia que<br />
guarda en el sueño la cartografía de su alma.<br />
“Pirata soy de noche adentro<br />
Con el cuchillo a dientes por tu ropa<br />
Tus labios<br />
Los sueños<br />
Los sueños de tus puertos<br />
Barca de sándalo y saliva”.<br />
Finalmente, debo apuntar que este libro pertenece a la categoría de los fotosintéticos en los<br />
cuales se puede encontrar savia una y otra vez sin agotarse de sus líneas, porque su energía y<br />
raíces son de tal envergadura, que puede interpretarse cada vez algo distinto que nos alimente;<br />
se puede encontrar una nueva dirección de su palabra para trasladarnos a un tiempo sin edad.<br />
A una era donde la flecha de su voz y el horizonte que plantea suponen una nueva idea. Esa es la<br />
universalidad que destaca en el poeta. Una voz surgida desde las profundidades de lo<br />
imperceptible, que responde a la interrogante que encabeza el principio de este texto y que<br />
emiten a la humanidad las amorosas aves de la tierra.
23<br />
Microcuentos del bimestre<br />
ANTONIO GONZÁLEZ<br />
- Argentina-<br />
EL GRAN RÍO<br />
Se asomó a la pequeña ventana de su taller. El escultor había dejado por un momento la<br />
argamasa con la que pretendía elaborar una figura vigorosa que representara la furia, el<br />
desconcierto y la rabia del hombre, pero se había detenido cuando sonó el primer trueno que<br />
anunciaba la tormenta. Debajo de él pasaban las aceitosas aguas del Riachuelo, lentas,<br />
pesadas, oscuras. Durante muchos años, todos los días, veía esas aguas que viajaban sin<br />
apuro hacia el Río de la Plata. Don Julio vivía allí, sobre la estructura rígida y herrumbrada<br />
del viejo puente que cruzaba el Riachuelo en dirección a Avellaneda. Resonaron varios<br />
truenos y un rápido destello iluminó el cielo gris que cubría las casas y galpones de la orilla<br />
opuesta. Fue un estallido que de pronto estalló en sus ojos cansados sobre los vidrios de la<br />
ventana. Garrón se acurrucó junto a sus pies y su cuerpo gris se hizo un ovillo buscando<br />
calor. Puso su hocico debajo de una de sus patas y gruñó levemente como un gemido. El<br />
escultor se inclinó y comprendió el temor que sacudía a quien acompañaba sus días. Era el<br />
mismo temblor que él estaba sintiendo, no sabe bien si era por la tormenta que se anunciaba<br />
o el insistente dolor en el vientre que no le dejaba estar mucho tiempo de pie. Justo a él que<br />
acostumbraba a treparse a los andamios, a las escaleras, para romper la piedra, modelar la<br />
arcilla o simplemente descubrir las formas que escondía la madera. Volvió a sentarse en el<br />
sillón con almohadones que hacía las veces de cama, escritorio, mesa de trabajo, donde su<br />
cuerpo reposaba y encontraba la posición justa para aquietar el paso incesante del agua bajo<br />
el puente de hierro.<br />
Pensó un instante en este mediodía, no tenía apetito, pero Garrón otra vez se acurrucaba a<br />
sus pies y le disipó la idea sobre el alimento. Ahora su mirada se volvió hacia la mesa donde<br />
estaba la masa sin forma de donde debía surgir aquella figura que imaginaba con un gesto de<br />
rebeldía, el brazo con un puño apuntando hacia el cielo, sus piernas abiertas firmes sobre el<br />
suelo y un rostro aindiado, rudo, increpando… ¿A qué? ¿A quién? ¿Por qué…? Tantas cosas…<br />
Tantas razones había para el grito desgarrado de la furia…<br />
En ese momento la tormenta se descargaba sobre el viejo puente, el río y su pequeña vivienda<br />
que, en forma de torre, perteneció alguna vez al encargado de subir y bajar el puente ante el<br />
paso de las embarcaciones que, hace mucho tiempo, traían y llevaban bultos al frigorífico La<br />
Negra y otras industrias que estaban a las orillas del curso de agua.<br />
Él sabía mucho sobre esa historia. Habría trabajado en el frigorífico en su juventud, con sus<br />
ilusiones libertarias. Recordó en ese instante aquellos días del ‘40 cuando pararon las tareas<br />
durante varios días…<br />
Garrón se levantó asustado, rápidamente bajó la escalera de madera y comenzó a ladrar en la<br />
puerta de entrada. La lluvia descargaba su golpeteo incesante sobre los techos y los vidrios de<br />
la casa. El agua bajaba con sus rezongos por las oxidadas cañerías, mientras el viento<br />
sacudía toda la estructura con un temblor leve, casi imperceptible para Don Julio, pero no<br />
para la sensibilidad canina. El escultor se puso de pie apoyándose en los brazos del sillón.<br />
- Garrón... – llamó sin fuerza ni convicción. Se asomó sobre la baranda y miró al perro que se<br />
mantenía alerta ante la imaginaria amenaza que estaba más allá de la puerta de entrada. No<br />
atendió el llamado. Siguió con sus orejas atentas, su hocico hacia el espacio exterior, toda su<br />
estructura perceptiva atenta a las acechanzas que el animal intuía a través de las paredes.
24<br />
- Garrón, vení… ¡Garrón! – gritó con esfuerzo, al mismo tiempo que se volvió hacia el sillón. Se<br />
dejó caer lentamente sobre los mullidos almohadones y buscó la mejor posición para un<br />
cuerpo lastimado, dolorido, cansado… Vio la masa inerte de la arcilla, las herramientas que<br />
esperaban su mano ágil, firme y segura buscando los relieves, las hendiduras y los<br />
significados. Pensó en aquella figura… levantándose pese a todo… gritando con fuerza su<br />
furia…<br />
Garrón buscó el refugio de sus pies. Ahora atento a los sonidos de la tormenta, a las<br />
acechanzas más allá de este espacio apenas iluminado por la tenue lamparita que oscila sobre<br />
ellos. Sus ojos no podían alejarse de la puerta que estaba abajo, la lluvia que golpeaba el<br />
paisaje gris del suburbio, tal vez el mismo Riachuelo que ahora aceleraba su paso… Don Julio<br />
pasó su mano por la cabeza nerviosa del perro. Sus dedos se metieron en su pelaje negro,<br />
pero Garrón no apartó su vigilancia de aquella presencia que sólo él intuía.<br />
Don Julio sumó sus fuerzas, fue hasta la mesa de trabajo, se acomodó los anteojos y sus<br />
manos amasaron esa materia tan familiar. Los dedos aún tenían el vigor y la ductilidad de<br />
siempre. Pronto apareció una figura que plantó firmemente en la base. Poco a poco surgía el<br />
cuerpo desnudo de ese hombre, erguido sobre sus piernas… el rostro ya insinuaba el gesto<br />
hacia arriba con la boca abierta en un grito… y el escultor enseguida amasó sus brazos<br />
musculosos, tensos…<br />
El animal bajó por los escalones de madera y se colocó en posición de guardia ante la puerta<br />
de entrada y la tormenta… El martilleo de la fuerte lluvia llegaba allí a través de los<br />
ventanales, un hilo de agua se escurría por debajo de la puerta… Los ladridos de Garrón eran<br />
desesperantes, insistentes… sin abandonar su posición rígida y la mirada más allá de la<br />
puerta.<br />
Las manos de Don Julio se aquietaron… rígidas, frías y ausentes, mientras las aguas corrían<br />
en busca del gran río y Garrón subía rápidamente por la escalera....<br />
1) 7).<br />
*Mandala. (Oleo)-<br />
Carlos Alberto Pasqualini
25<br />
CARLOS <strong>AL</strong>EJANDRO NAHAS<br />
-Argentina-<br />
ANDÁ A CANTARLE A GARDEL<br />
No me vengas con el cuento,<br />
Andá a cantarle a Gardel…<br />
(“Vals del Regreso”, Letra P. Solanas, Música J. L. Castiñeira de Dios)<br />
El Ñato, las tardes de los viernes cumplía meticulosamente su rutina. Como una misa laica, una religión sin<br />
cura, una homilía no dicha. Le pedía a su “naifa” la vestimenta de rigor, sin la cual era un simple mortal,<br />
uno más del montón.<br />
La china le planchaba los pantalones con finas líneas sobre el negro ebanado. La raya, afilada como<br />
una cuchilla, casi tanto como aquélla que siempre llevaba escondida en su cinto, detrás del saco, también<br />
recién planchado. Gomina Brancatto en su pelo lustroso y azabache. El lengue, de seda italiana, se<br />
destacaba en su cuello como una mancha de nieve en un ominoso bosque de grises. La camisa también<br />
clara, con gemelos las más de las veces. Zapatos lustrados, de charol y sedientos de tango.<br />
Finalmente se despedía de la viejita con un beso en la frente encanecida y se calzaba el funyi, de un<br />
gris que hacía juego con sus pantalones. Y ni la naifa ni la madre sabían si despertarían con él y un mate o<br />
con el comisario dando las infaustas. Era el vértigo de su hombre, compartido como un sino trágico, como<br />
un Edipo cortado en partes iguales, como una causa perdida de antemano.<br />
Media hora antes de la milonga, “El Ñato” se paraba a fumar sus cigarros negros, armados<br />
pacientemente, con la espalda apoyada en el farol. Un pie en tierra, asentando su territorio, marcando el<br />
compás de lo que se escuchaba dentro. Otra pierna acodada, punta en suelo, rodilla en “ele”. Se tocaba<br />
levemente el sombrero si veía pasar a algún vecino respetable o a una “papusa” bien, a la que<br />
invariablemente atacaría con los primeros acordes de un tango de Lepera. Fumaba y esperaba, y en ese<br />
entramado de vicio y mora, se le iban los minutos hasta que sonaban los acordes que decían que era su<br />
momento. Y el “Ñato” hacía su entrada triunfal a la milonga, con las manos en los bolsillos del saco,<br />
caminando quedo y ladeado, las filas se abrían para verlo pasar.<br />
Un cabeceo y la mina elegida no podía decir que no. Era como la escogida de Dios, en aquél lugar<br />
abandonado a la buena de él. La tomaba de la cintura y arrancaba la orquesta. Se hacía un círculo y todos<br />
miraban pasmados como el malevo más mentao del rioba hacía sus fintas y firuletes, le entramaba las<br />
piernas a la piba, la llevaba como a una leve paloma, la azotaba como a una perra en celo, la giraba como a<br />
un trompo y cuando el clima llegaba al cenit, la inclinaba hacia abajo, el cuello de ella estirado, los ojos<br />
mirando de abajo a la gente, que aplaudía a rabiar. Y recién ahí podía arrancar el baile.<br />
El malevo se quedaba de a pié junto a la barra, pedía dos Hesperidinas, uno para él y otra para la<br />
piba, e iniciaba un diálogo hecho de miradas y silencios. Como en una película muda, era más lo que se<br />
insinuaba que lo que se decía. Y la noche finalizaba siempre de la misma manera. Los suspiros de ella<br />
daban un punto final a la faena del cazador, en un tálamo de los barriales, entre yuyos y caballos.
26<br />
Sin embargo esa noche fue diferente. “El Ñato”, minutos antes de entrar al salón vio llegar a una<br />
bandita de cuatro pibes. Nada de gomina, nada de “jetra”, nada de funyi. Eran extraños, como pordioseros.<br />
Hablaban una jerga incomprensible y fumaban unos cigarrillos que él ni en sus peores momentos de<br />
malaria se habría animado a probar. Tomaban del pico de una botella marrón todos juntos y se reían<br />
espasmódicamente. Él adivinó en su contenido algo parecido al ajenjo, sin saber que era una simple<br />
cerveza.<br />
Andrea salía de la oficina y tenía que caminar esas cuadras que siempre le disgustaban, pero el polo<br />
tecnológico del software lamentablemente quedaba en Barracas. La rodearon los cuatro y comenzaron a<br />
“bardearla”. Primero con la “birra”, que tomá del pico con nosotros, que dale, nena que no te va a “pegar”<br />
mal. Luego breves escarceos, unos manotazos al voleo, sin violencia, pero con maldad.<br />
Uno de ellos se metió con su cartera, el otro atinó a tocarle la falda y cuando el tercero tironeó de la<br />
blusa, el Ñato ya estaba entre ellos. Relumbró su faca en medio de la noche como un refucilo, anunciando<br />
las peores tormentas. Cuando Andrea se quiso dar cuenta estaban los cuatro tirados en el suelo,<br />
revolcándose en charcos rojos, uno que otro con estertores ya de muerte. El Ñato, cumplida su labor de<br />
verdugo justiciero, se tocó el funyi con la punta del dedo índice, la miró de costado a la piba y le dijo:<br />
“Esos cuatro pipiolos eran gilunes de cuarta. No alcazaban ni pa’ cebarme el mate. Una señorita como<br />
uste’ es toda una pipistrela, se merece algo mejor que andar por estos andurriales. Apáñese a algún coso<br />
del centro y deje de yugarla por acá”. Y se fue silbando un tango.<br />
El Sargento Torres y el Comisario Gauna llegaron a la media hora. Ella les contó con lujo de<br />
detalles lo acontecido, pero el relato no les cerraba ni al superior ni al subordinado. ¿Un Malevo en los dos<br />
mil? ¡Ni hablar, se dijeron! Caratularon la causa como “Homicidio múltiple en ocasión de riña” y al<br />
carajo. La piba lloraba y les gritaba que no estaba loca. La metieron en un patrullero derechito a su casa, y<br />
a no contarle a nadie esas pavadas, nena.<br />
Minutos antes de dejar la escena a los forenses, Torres le dijo a Gauna entre dudas y nostalgia “¿Y<br />
si es verdad lo que dijo la piba?”, a lo que recibió la sonora y contundente frase del Comisario: “Andá a<br />
cantarle a Gardel con esas fantasías, salame”<br />
***********************************<br />
A lo lejos, el eco de dos zapatos de suela se escuchaban caminando en la madrugada de esa<br />
Barracas azul, marginal y mortecina, mientras un leve vapor se levantaba de las calles. El sonido era algo<br />
así como: “taco, punta, taco, punta, taco, punta…..”, y alejándose la dulce melodía, se oía el silbido de un<br />
tango, que se parecía bastante a “Arrabalera.”
27<br />
PATRICIA ORTIZ<br />
-Uruguay-<br />
MUJER COCODRILO<br />
Yo notaba claramente mi superioridad y lo disfrutaba. Tu fama de macho cabrío<br />
quedó un tanto apaciguada cuando se posó en vos mi mirada y llevé el vaso hasta mis<br />
labios. Leve tintineo de mis dientes contra el vidrio, primera señal de mi mandíbula<br />
alerta; no había duda, eras una presa apetitosa. Te sonreí apenas y eso bastó para<br />
que te acercaras. Dos palabras y una tímida caricia en público bastaron para llevarte<br />
hasta mi cama. Estabas caliente. Tu piel se pegó a la mía y ni siquiera notaste cómo<br />
me erizaba escama por escama. Tu lengua se atrevió a hundirse en mi boca ¡cuán<br />
suave y tentadora!; la mía áspera comenzó a recorrer tu cuerpo y tu calor y tu sudor<br />
me motivaron más. Como animal en celo gemiste y mientras me penetrabas mis uñas<br />
afiladas se enterraron en tu espalda. Te sacudías salvajemente y mi olfato cada vez más<br />
fino percibió el olor a sangre fresca que fluía de los rasguños. Mostré otra vez la<br />
supremacía, dejándote inmóvil debajo mío y, mientras sonreía acercándome más y más<br />
a tu cuello, pudiste verme. Supiste del poder de mis dientes y sentiste dolor antes de<br />
que se hundieran ferozmente en tu carne. Saboreé mi triunfo: te deglutí.<br />
*El otro del otro (Oleo)-<br />
Carlos Alberto Pasqualini
28<br />
LILIANA VARELA<br />
-Argentina-<br />
PROTECCIÓN DE MADRE<br />
Le dolía tanto haberle prohibido salir. A fin de cuentas era tan sólo un niño queriendo<br />
divertirse.<br />
Pero era su único hijo, su motivo de vivir, su mundo.<br />
Había quedado viuda hacía cinco años; al perder al amor de su vida, Yago se había convertido en<br />
su sostén y su desvelo.<br />
Ningún accidente estúpido –como el de su marido al cruzar la calle y ser atropellado por un<br />
conductor ebrio—le robaría a nadie más de sus seres queridos. Eso era seguro.<br />
Se había prometido tomar todos los recaudos necesarios para que ese niño, luz de sus ojos,<br />
estuviese siempre a salvo.<br />
Quizás fuese algo exagerada en sus cuidados, pudiera ser que hasta paranoica con ellos, pero<br />
todo era en aras del bienestar de su hijo.<br />
El hecho era que ese niño de 9 años casi no tenía amigos y los pocos que tenía debían venir a su<br />
casa a jugar bajo la atenta supervisión materna.<br />
Del colegio a la casa y viceversa. Ella se ocupaba de llevarlo y traerlo todos los días<br />
puntualmente. Los docentes sabían de los miles de consejos a seguir para con ese niño tan<br />
especial (al que en cierta forma tenían lástima).<br />
¿Cumpleaños? No! Demasiado peligro, a no ser que ella estuviera presente para vigilarlo.<br />
Aquella mañana Yago le había suplicado ir a la fiesta de disfraces que ofrecía la escuela. Serían<br />
sólo cuatro horas pero el problema era que los padres no podían asistir, sólo los designados para<br />
cuidar a los niños –además de dos docentes--… y ella no confiaba en nadie que no fuese ella<br />
misma. Además niños de 8 a 10 años, todos mezclados era muy peligroso desde su punto de<br />
vista.<br />
Recordaba la triste carita de Yago:<br />
--“Mañana devolverás ese disfraz que te prestó tu amigo; Yago” –Le había dicho viendo la<br />
reacción de esa apenada carita.<br />
Desde hacía horas Yago se había encerrado en su habitación. Últimamente lo hacía muy seguido<br />
ya que los deseos no satisfechos iban en aumento.<br />
Observó su reloj. Ya la fiesta habría terminado. Pensó que Yago aún se mantendría enojado y<br />
presto a dormir. Desde hacía unos meses ya no luchaba contra el deseo de no cenar del niño;<br />
aguardaba a la mañana siguiente que el pequeño se levantase y le servía un abundante y<br />
nutritivo desayuno que desaparecía junto al mal humor del niño.<br />
Subió las escaleras y golpeó la puerta del niño; lógicamente éste no respondió.<br />
Entró y vio la luz en el baño de la habitación. Yago estaba allí; seguramente y como lo hacía<br />
desde hacía tiempo, se habría encerrado en el baño al escucharla golpear.<br />
Era mejor dejarlo.<br />
Estaba por irse cuando vio la ventana abierta. “siempre lo mismo” pensó… ese niño se pescaría<br />
una pulmonía; además cualquier bicho podía subir por la enredadera que yacía junto a la<br />
ventana: debía mandar cortarla.<br />
Cerró la ventana con fuerza. Se acercó a la puerta del baño y exclamó : “Buenas noches Yago;<br />
sabes que eres mi sol. Mañana será otro día”.
29<br />
Se marchó.<br />
Del otro lado de la ventana, afuera, algo colgaba de la enredadera.<br />
Hacía horas un pedazo de capa se había atorado en las ramas; una capa de la cual colgaba un<br />
cuerpito de un niño de 9 años de edad sin vida.<br />
*De “Cuentos para no dormir” Ediciones Muestrario-2008<br />
*Mensajes perdidos (oleo)-<br />
Carlos Alberto Pasqualini
30<br />
MARTA DE LA SOTA<br />
-Argentina-<br />
VOCES<br />
Como todas las noches nos juntábamos en la puerta de La Biela, Mario era tan<br />
puntual como caballero. Me esperaba afuera, dejaba que elija la mesa donde<br />
hablábamos de nuestras cosas y sobre todo de poesía, literatura y política. Me entregaba<br />
una rosa, me leía un poema y bebíamos café. El encuentro se cerraba cuando recitaba el<br />
poema que más le gustaba, uno de Octavio Paz.<br />
Esa noche no fue como siempre. Ya estaba dentro, sentado de espaldas a la puerta.<br />
Había elegido una lo más profundo posible de la confitería. Tampoco me leyó ningún<br />
poema ni me entregó la rosa.<br />
Estaba muy nervioso, pidió dos cafés por inercia, como si no estuviera frente a él.<br />
Pregunté qué le pasaba.<br />
Me miró y dijo, ¿no sabes lo que está pasando en el país?, está desapareciendo mucha<br />
gente, o acaso no te enterás por los diarios.<br />
Me extraña nena que me hagas esa pregunta.<br />
-Bueno, no es para ponerte así; calmate, sé bien lo que está pasando. Igual nosotros,<br />
qué tenemos que ver si eso es política; apenas somos simples estudiantes con ideales, no<br />
le hacemos mal a nadie con filosofar.<br />
Me miró otra vez como el verdadero Mario, se rio; su mano acarició la mía, la otra tomó<br />
mi rostro y me besó.<br />
Luego dijo, esos ideales querida, parece que a muchos les molesta.<br />
No te das cuenta que hay mucho “orden” en la calle, no viste qué mal nos miran antes de<br />
entrar a la facultad.<br />
-Siempre pasan esas cosas cuando uno quiere cambiarlas; no te preocupes, si no estás<br />
cómodo tomamos un último café y nos vamos a la pensión.<br />
-Va ser lo mejor.<br />
-Sí…, es más: para tu tranquilidad, de ahí no nos movemos hasta el amanecer. Te voy a<br />
llenar de mimos, sabes.<br />
Me besó de nuevo, después pagó. Nos estábamos levantando cuando de frente a la<br />
entrada, vi entrar un hombre corriendo en dirección al baño.<br />
Un frío de muerte nos invadió. Mario lo vio entrar al sanitario e invitó a sentarme<br />
nuevamente con disimulo. Todo estaba estático, lo único que escuché fue la puerta del<br />
baño sin engrasar.<br />
Mario comenzó a temblar. Terminando de decir que se calme, ahora vi entrar a cuatro o<br />
cinco tipos, no recuerdo bien. Preguntaban a las mesas por aquel que se metió<br />
corriendo; de manera violenta, gritaban y empujaban las mesas con las armas, parecían<br />
lanzallamas para quemar campos. El más gritón, que pedía al recinto dejar documentos<br />
y pertenencias arriba de las mesas, se adelantó al baño que estaba al costado de la<br />
nuestra. Antes de entrar clavó los ojos en nuestros queridos poetas como puñales, y sin<br />
importarle nada hizo trizas las páginas. Blanco como un papel, Mario buscaba los<br />
documentos desesperadamente en los bolsillos del pantalón y la camisa, no los<br />
encontró.
31<br />
El más gritón se ancló al lado nuestro. Me alarmó el uniforme verde, pero lo que más<br />
me llamo la atención fueron sus botas lustradas.<br />
Tanto brillo me recordó a mi padre, que lustraba el charol de mis zapatos para ir al<br />
colegio.<br />
Volví como autómata a la escena, miraba como a la rastra se llevaban a Mario que no se<br />
resistió. Lo seguí inmóvil con la mirada, quiso decirme algo, pero no; en sus ojos pude<br />
ver el lenguaje mudo que tiene el alma.<br />
Al cabo de unos minutos el muchacho del baño abrió la puerta lentamente, se acercó y<br />
preguntó con horror a mi oído si se habían marchado, no le conteste. Creo que se fue<br />
corriendo y a Mario, a Mario no volví a verlo nunca más.<br />
Siempre me pregunto, si la mesa la hubiese elegido yo, los cafés no se hubieran bebido<br />
cerca del baño y quizá Mario hoy estuviera aquí, conmigo.<br />
Como quizá cuando lo llevaron, el lenguaje mudo de su alma, quiso recitarme por<br />
última vez aquel poema:<br />
“… Estoy en donde estuve:<br />
voy detrás del murmullo,<br />
pasos dentro de mí, oídos con los ojos,<br />
el murmullo es mental, yo soy mis pasos,<br />
oigo las voces que yo pienso,<br />
las voces que me piensan al pensarlas.<br />
Soy la sombra que arrojan mis palabras.”<br />
Octavio Paz.<br />
*Senderos siderales II-<br />
Carlos Alberto Pasqualini
32<br />
AUTOR sobre autor<br />
LILIANA VARELA<br />
-Argentina-<br />
LA PRIMERA ESCRITORA Y POETISA CONOCIDA DE LA HISTORIA<br />
Ya de por sí resulta difícil indagar quién fue el primer escritor que dejó su firma<br />
registrada en la historia.<br />
Pero doblemente grato resulta averiguar que el primer autor reconocido históricamente es<br />
una mujer, una escritora y poetisa que vivió hace más de 5000 años.<br />
La antigua ciudad sumeria de Ur es hoy día uno de los más fascinantes de los numerosos<br />
yacimientos arqueológicos situados entre los ríos Tigris y Éufrates. En esta ciudad vivía<br />
una mujer que compuso al menos 42 himnos dedicados a los dioses y templos de Sippar,<br />
Esnunna, Eridu y otras ciudades sumerias. Cuando Mesopotamia era la tierra de los<br />
zigurats y los antiguos dioses, una mujer conocida como Enheduanna escribió algunos de<br />
los poemas más significativos de la historia: los más antiguos ejemplos conocidos de<br />
auténtica poesía.<br />
Su nombre significa: “suma sacerdotisa y ornato del dios/diosa”. Enheduanna vivió<br />
aproximadamente desde el 2285 a. C. hasta el 2250 a. C. Era hija del famoso rey acadio<br />
Sargón y la reina Tashlultum. Los historiadores creen que Enheduanna era su nombre<br />
real, lo que la convertiría en la primera mujer de la historia cuyo nombre sobrevivió al<br />
paso de los años, además de la primera escritora y poetisa conocida de la historia.<br />
El nombre de Enheduanna fue descubierto escrito sobre dos sellos que pertenecen al<br />
reinado de Sargón. Ambos fueron descubiertos en el Cementerio Real de Ur. Sin embargo,<br />
la pieza arqueológica más importante relacionada con ella es un bello disco de alabastro<br />
en el cual aparece escrito su nombre junto con otros datos. Fue hallado en el Giparu de<br />
Ur, donde probablemente vivió la poetisa. Este disco fue datado entre los años 2000 a. C.<br />
y 1800 a. C., y se encontró cerca de la estatua de una sacerdotisa, que muy<br />
probablemente fuese la propia Enheduanna. La inscripción grabada sobre el disco dice<br />
así: “Enheduanna, sacerdotisa-zirru, esposa del dios Nanna, hija de Sargón, rey del<br />
mundo, en el templo de la diosa Inanna.”<br />
La versión más popular en inglés de los poemas de Enheduanna es obra de la Dra.<br />
Annette Zgoll, investigadora alemana que tradujo las antiguas inscripciones. El famoso<br />
poema contiene en total 153 versos. A continuación transcribimos los primeros versos de<br />
este antiguo texto:
33<br />
Reina de todos los ME, demasiado numerosos como para contarse,<br />
te elevas como luz resplandeciente<br />
Mujer, la más decidida, ataviada de un terrible fulgor,<br />
amada de Anu y Uras,<br />
Nugig de Anu,<br />
que estás por encima de todas las grandiosas corazas-SUHkese,<br />
Tú, que amas la justa corona de Aga,<br />
digno del sacerdocio de En,<br />
investida del poder de los siete ME, los siete,<br />
¡reina mía! ¡Guardiana del gran ME!<br />
Has elevado el ME,<br />
has tenido el ME en tu mano.<br />
Has reunido el ME,<br />
lo has abrazado contra tu pecho.<br />
Como un dragón has arrojado veneno sobre territorio enemigo.<br />
En las regiones en las que has tronado como Iskur,<br />
Asnan ya no existe gracias a ti.<br />
Las aguas se abaten sobre esta tierra enemiga y la inundan.<br />
¡Tú la más alta en Cielo y Tierra,<br />
Tú eres su Inanna!<br />
Enheduanna quizás utilizaba sus poemas en los rituales que realizaba. Como<br />
hija del rey, ostentaba una posición muy fuerte en el ámbito religioso. Sin embargo,<br />
lo que hace tan interesante su vida en la historia de la literatura es que no fue<br />
simplemente un personaje mítico, sino una escritora de carne y hueso cuya<br />
existencia real ha sido confirmada. Se desconoce cuántos años vivió, las vicisitudes<br />
de su vida y cómo murió. Su biografía personal es un misterio, pero conocemos sus<br />
más profundos pensamientos gracias a sus escritos.
34<br />
NOTA DESTACADA<br />
Al borde delacaverna buscará a partir de este número destacar alguna noticia del<br />
medio literario y artístico en general.<br />
Hoy le toca el turno a todos aquellos que de una u otra forma hacen cosas “fuera de<br />
lo común” por los demás: Gladys Cepeda es una de ellas.<br />
Encuentro literario del festival de Variedades del hospital Borda :<br />
Todos los primeros domingos de cada mes el festival es organizado por el director<br />
Rodrigo Peiretti (del hospital Borda); Gladys Cepeda coordina la sección literaria<br />
(de 14 a 19 hs). La escritora se encarga de invitar a escritores que leen sus textos<br />
frente a los internos del neuropsiquiátrico y oyentes en general.<br />
El Festival transita su noveno año consecutivo y funciona en el Centro Cultural del<br />
Hospital Borda. Es la primera vez que un hospital tiene un Centro Cultural propio y<br />
funcionando dentro de sus instalaciones. Es una experiencia única.<br />
Los escritores y/o público en general pueden llevar alimentos para compartir,<br />
bebidas, juegos y todo lo que se les ocurra para pasar una bella tarde.<br />
*Hospital Tiburcio Borda. Dr. Ramón Carrillo 375. Barracas. CABA.<br />
*Otra Dimensión- Técnica Mixta<br />
Carlos Alberto Pasqualini
35<br />
GACETILLA DE<br />
EVENTOS/CONCURSOS/INFO VARIAS<br />
“Extranjera a la Intemperie”<br />
2º Lunes de cada mes<br />
Bar Lavalle 1693-CABA<br />
18.00 hs<br />
Conducen: Susana Cattaneo<br />
María Amelia Díaz<br />
“Café Montserrat”<br />
1º y 3º viernes de cada mes 19.45 hs<br />
Encuentro Antonio Aliberti<br />
San José 524- CABA<br />
A cargo: Luis Raúl Calvo- Amadeo<br />
Gravino y colaboradores<br />
Música: Pako Rizzo<br />
“Al filo de la palabra”<br />
Coordinan Gabriela Yocco -Daniel Adrian Castelao<br />
Gorlami Bar Cultural/ Balcarce 971-CABA<br />
“BELISAMA”<br />
4º Sábado de cada mes- 18 hs<br />
INAUGURA 27 <strong>ABRIL</strong><br />
Medrano 152- Bar The Rozz- CABA<br />
Conducen:<br />
Liliana Varela<br />
Patricia Ortiz
36<br />
Generación Abierta<br />
Por AM 1010 "Onda Latina”<br />
Conducción: Luis Raúl Calvo, Nora Patricia<br />
Nardo, en Artes Visuales Adriana Gaspar.<br />
MARTES<br />
A LAS 19 HS<br />
http://www.am1010ondalatina.com.ar
37<br />
https://www.facebook.com/groups/P<strong>AL</strong>ABRAS<strong>AL</strong>SOL/
38<br />
Nota: La Gacetilla se halla en construcción.<br />
Si desean aportar datos sobre eventos, radios, talleres, etc. envíen mail a:<br />
albordedelacaverna2017@gmail.com<br />
*Escena primordial- Técnica mixta-<br />
Carlos Alberto Pasqualini
39<br />
*Senderos Siderales IV-<br />
Carlos Alberto Pasqualini<br />
¡Y llegamos al Noveno número!<br />
Con esta edición seguimos transitando nuestro segundo año de vida, lo que nos<br />
alegra sobremanera.<br />
Volvimos de las renovadas vacaciones con el objetivo que nos caracteriza,<br />
compartir los escritos y las artes de los amigos y conocidos. Del público en<br />
general. Sé partícipe de esta idea.<br />
Nuestra única finalidad: Difundirnos entre todos, inundar internet con nuestras<br />
letras, nuestro arte, aquello que queremos mostrar al mundo.<br />
Nos falta ampliar mucho…pero tenemos la ayuda de todos.<br />
Liliana Varela y Gladys Cepeda
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