Homenaje a Bomberos de la Logia Masónica de Temuco

Para Bomberos, la realización de un Valor Bomberil produce felicidad.
A esta felicidad le llaman “la felicidad del deber cumplido”. Para alcanzarla, a
veces, implica sacrificios, molestias, dolor o muerte. En este sentido, todo lo
“soportan” por un bien superior que han aceptado voluntariamente el día en
que realizan su juramento.
A este “aguante” éticamente se le llama Sublimación. La actitud de
permanente Sublimación crea una atmosfera agradable en el Cuartel y en la
Institución. A este ambiente se le llama Sinergia Positiva.
Desde el momento del Juramento NADA ES VOLUNTARIO; todo está
normado por la Ética. Desde ese instante se acepta sin reparos los Estatutos y
los Reglamentos del Cuerpo y de la propia Compañía. Las normativas que en
ellos se expresan se deben cumplir siempre.
El juramento es un compromiso a aceptar la Disciplina Bomberil como
un medio para cumplir el objetivo de Servicio Público. Se acepta respetar las
Tradiciones y someterse a una estricta capacitación en las diversas áreas del
quehacer Institucional.
En síntesis: Bomberos se debe esforzar en adoptar una nueva forma de
vida en que no hay lugar para los desvalores. Así entonces, junto con
aprender de mangueras, pitones, carros, equipo de trauma, de extricación,
de procedimientos operativos frente un incendio o a un rescate, deben hacer
propios los conceptos Éticos que están en el Decálogo Bomberil, ya antes
mencionados.
Se es Bombero para toda la vida. En la Institución no hay jubilados, ni
retirados, ni pensionados. Cada cual conforme a su edad y experiencia, tiene
que traspasar las Tradiciones Institucionales y el conocimiento que adquiera
a las generaciones que le sucedan.
Cuando se constituyó el Primer Cuerpo de Bomberos del país, en
Valparaíso, en el año 1851, sus integrantes tuvieron la oportunidad de elegir
qué sistema de bomberos iban a utilizar. A pesar de existir múltiples
opciones, la decisión fue unánime: los Bomberos que se conformaban o