La masa literaria-Primer número-Agosto 2019
La masa literaria Primer número Agosto 2019 Edición especial: locura
La masa literaria
Primer número
Agosto 2019
Edición especial: locura
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20<br />
negros ojos se clavaban en los míos. Él, siempre en<br />
su rincón, y yo sin lugar alguno en el cual poder<br />
esconderme.<br />
—¡VETE! ¡VETE! —le grité tantas veces. Sus ojos<br />
en silencio eran la única respuesta que obtenía.<br />
Tres golpes sonaron en la puerta un día y desde<br />
ese instante sus ojos no se despegaron de mi vida.<br />
—¿Qué deseas? —le pregunté, la primera vez<br />
—¿Con quién hablas? —me dijo mi madre<br />
intrigada<br />
—Con el hombre frente a la puerta<br />
—Andrea en la puerta no hay nadie, no me<br />
gustan esas bromas. —Mi madre y se alejó<br />
disgustada al no ver a alguien en la puerta—.<br />
Luego subí a mi cuarto y el hombre estaba ahí,<br />
mirándome desde su rincón.<br />
—MAMÁ, MAMÁ HAY ALGUIEN EN MI<br />
HABITACIÓN.<br />
—Acá no hay nadie, es la segunda vez que te<br />
digo hoy que no me gustan esas bromas —dijo<br />
después que reviso la habitación a totalidad.<br />
Los ojos en todo momento no se despegaron de<br />
los míos y desde ese día supe que estaba sola con mi<br />
verdugo.<br />
<strong>La</strong> situación era desesperante; Camilo lo vivió. Él<br />
intentó consolarme cuando mis padres lo llamaron<br />
alarmados ante la demencia de su pequeña hija. Sé<br />
que ningún hombre se hubiese sostenido tanto<br />
tiempo.<br />
Al principio no me atrevía a moverme cuando él<br />
me visitaba, sin embargo, lo abrazaba; lo abrazaba<br />
profundamente y cerraba mis ojos, con la breve e<br />
ingenua ilusión que todo iba a acabar, que todo era<br />
un mal entendido. Él me abrazaba con todas sus<br />
fuerzas, pero era como el preso que espera ser<br />
indultado al último momento de su condena a<br />
muerte y tiene que enfrentar la realidad de la<br />
situación. Ese indulto al que tanto se aferra nunca<br />
llegará. Tendrá que caminar hacia el patíbulo y<br />
asumir el final de su ser en la horca o en la<br />
guillotina…<br />
Los ojos negros que siempre me escrutan desde<br />
el lugar en el que decidió alojarse.<br />
En todos los rincones me acompañó con sus ojos<br />
y su silencio por la habitación, el baño, la cocina, la<br />
escuela, la calle. Sus ojos jamás se despegaban de<br />
los míos y su silencio cortaba toda esperanza de luz<br />
al final del camino.<br />
¡Mi mente ya no da más!, ¡yo no doy más!, ¡no<br />
aguanto! ¡Necesito una salida! ¡Necesito un escape!<br />
Incluso Camilo fue paciente la primera vez que<br />
intentamos tener relaciones, después que mi<br />
“amigo” apareciera para arruinarme la vida.<br />
Pensaba que lo que no había conseguido por la<br />
voluntad, por la conciencia, lo lograría por el delirio<br />
de la pasión.<br />
Al principio el delirio me hizo olvidar mi penosa<br />
situación. Sus caricias siempre me transportaban a<br />
otro mundo. Los besos se internaban en lo más<br />
profundo de mi cuerpo y de mi alma. Sus manos me<br />
libraban lentamente de la desesperación. Cuando<br />
me acariciaba, me apretaba, me cogía con fuerza,<br />
sentía que el peso de mi situación disminuía. <strong>La</strong><br />
emoción invadía mi cuerpo y el mundo quedaba<br />
atrás, la vida me deparaba un oasis, era libre, feliz,<br />
pero sólo estaba evadiendo el abismo por un<br />
momento. <strong>La</strong> vida me reclamaba en la oscuridad.<br />
Debía caer, caer irredimiblemente. Abrí los ojos y<br />
comprendí que mi cárcel iba a estar siempre<br />
acompañándome cuando lo vi ahí, cuando vi sus<br />
inmundos ojos negros observándome.<br />
—¡VETE! ¡LÁRGATE! ¡SAL DE MI VIDA! —grité<br />
con todas mis fuerzas.<br />
—¡NO ES REAL, NO ES REAL, ESTA EN TU<br />
MENTE¡ —dijo Camilo y después de un breve<br />
forcejeo jamás lo volví a ver.<br />
El hospital era el lugar adecuado para gente<br />
como yo. Todos decían que iba a estar mejor, que<br />
las cosas no podían continuar así, y que era ante<br />
todo por mi bien. Yo los miraba y lloraba porque<br />
detrás de ellos, acechándome estaba él, sin<br />
mostrar emoción alguna, sin evidenciar sensación<br />
alguna.<br />
—¿Por qué no te largas? ¿Por qué no te largas?<br />
—repetía noches enteras.<br />
Los médicos ya no hablaban. Con la morfina<br />
intentaban mantenerme relajada, era un caso<br />
perdido. Siempre que despertaba de mis viajes, sus<br />
ojos negros y su silencio me daban la bienvenida a<br />
la realidad.<br />
Solo existe una solución, la viga es mi puerta de<br />
salvación, mi ruta de escape. Esos ojos negros y ese<br />
silencio dejarán de existir…<br />
Muchas preguntas corrieron por mi mente al finalizar<br />
la lectura de la carta de Andrea: ¿Fue real? ¿Qué era lo<br />
que veía ella? ¿Estaba loca? ¿Quién era Camilo? ¿Por qué<br />
se alejó de repente? ¿Alguna vez me amó? Muchas<br />
preguntas, que no tendrán respuesta, transitan por mi<br />
cerebro.<br />
Llaman a la puerta, tres golpes reclaman mi<br />
atención…<br />
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