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La masa literaria-Primer número-Agosto 2019

La masa literaria Primer número Agosto 2019 Edición especial: locura

La masa literaria
Primer número
Agosto 2019
Edición especial: locura

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alrededor, pequeños destellos de luz te engañan<br />

pensando que existe una salida, cuando su única<br />

intención es causar desesperación en ti para tomarte por<br />

completo. Quieres escapar de ahí, pero no sabes que una<br />

vez te cruzas en su camino, no hay otra oportunidad para<br />

volver a ser testigo de otro amanecer.<br />

<strong>La</strong> Bestia Negra extingue tu mirada y estruja tu<br />

corazón, te abraza con su vacío y propaga su frialdad,<br />

agota tu esperanza y se alimenta de tus recuerdos, de<br />

todo lo que estructura tu identidad, ahora lo que puedas<br />

experimentar le pertenece, cumple con su cometido y te<br />

libera de las cadenas de la elección. Pero a pesar de todo<br />

el sufrimiento, de las heridas que me dejó esta lucha,<br />

aquella noche pude sentir el estado de paz que tanto<br />

buscaba, al fin pude cerrar los ojos y descansar.<br />

El problema de la depresión, que normalmente te<br />

lleva a distintos tipos de locura, como el suicidio (donde<br />

pierdes el sentir de lo emocional), es cuando el individuo<br />

se acostumbra a ella y la adopta como estilo de vida, sin<br />

saber que está alimentando a una pequeña mancha<br />

negra que termina por transformarse en tu mayor miedo<br />

y te lleva a circunstancias en las que nadie quiere estar.<br />

Extravio Mental<br />

Carlos Montenegro<br />

Argentina<br />

“Según la Organización Mundial de la Salud el 50 % de<br />

las enfermedades mentales comienzan antes de los catorce<br />

años, pero la mayoría no se detecta ni se trata”.<br />

Tomás miraba como caían por la ventana las primeras<br />

gotas de una anunciada lluvia. Alcanzaba a divisar una<br />

ventana próxima con la luz encendida y, como era la<br />

única visible en ese edificio. Continuó mirándola. De<br />

pronto una mujer abofeteaba a un hombre que, lejos de<br />

reaccionar, se envolvía a sí mismo en posición fetal,<br />

momento en que ella le dió un brutal puntapié en la cara;<br />

él cayó hacia un costado. Fue entonces cuando le partió<br />

un jarrón chino en la cabeza y él comenzó a sangrar<br />

profusamente. Fue como si la hemorragia la sacara de su<br />

estado de enajenación y se llevó las dos manos a la<br />

cabeza horrorizada. Se fué de su lado.<br />

Tomás seguía mirando… vió cuando ella regresó a la<br />

escena con una jarra de agua y la derramó en la cara al<br />

herido que se movió un poco. <strong>La</strong> mujer se agachó, lo<br />

abrazó y lo ayudó a incorporarse llevándolo a un sillón.<br />

Apagaron la luz y Tomás, que los conocía de vista, estaba<br />

anonadado.<br />

Se fue a dormir con el pulso acelerado y le llevó más<br />

de una hora conseguirlo. Daba vueltas. Se recostaba<br />

sobre un flanco y luego sobre el otro. Cuando despertó<br />

estaba soñando escenas de violencia, golpes y sangre.<br />

22<br />

Súbitamente recordó lo que había visto y se preguntó<br />

qué debía hacer.<br />

El principio “no te metás” se le hizo presente y pensó<br />

«allá ellos», «no viste nada». Pero una hora después<br />

golpearon a su puerta.<br />

Observó por la mirilla que eran dos policías y les abrió.<br />

El mayor, de pelo canoso y ojos inquisidores preguntó:<br />

—¿Usted vió lo ocurrido en el departamento de<br />

enfrente? Solo se puede mirar desde su ventana.<br />

Tomás no supo si admitirlo o no y su expresión<br />

dubitativa fue captada de inmediato por los policías que<br />

lo apuraron a contestar. Mientras tanto, otros agentes<br />

del orden visitaban el lugar del hecho e intentaban<br />

conversar con la mujer que estaba como ausente. Habían<br />

encendido las luces y el hombre que dormía y que estaba<br />

desmayado en el sillón, movió los párpados. Los<br />

uniformados insistían en interrogar a la mujer que vestía<br />

un batón con flores y mostraba un evidente estado de<br />

shock. Era inútil; no respondía.<br />

Llegó una ambulancia. Cuando el médico y un<br />

enfermero lo revisaron comprobaron que el hombre<br />

había muerto y lo subieron a su vehículo.<br />

Tomás vió como los policías se llevaban a la mujer casi<br />

a la rastra hasta un auto de la repartición que partió tras<br />

la ambulancia.<br />

Llevaban ocho años de casados. Antonia, la mujer,<br />

había comenzado unos meses antes a sufrir<br />

alucinaciones y su razón tambaleaba. Consultaron<br />

psiquiatras que no coincidieron con el diagnóstico. Para<br />

uno se trataba de una demencia que se mantuvo larvada<br />

desde la infancia y estalló al nacer muerto su único hijo.<br />

Para otro, ella enfermó siendo una adulta.<br />

Cuando los médicos informaron al marido la demencia<br />

y aconsejaron su internación, no quiso escucharlos. No<br />

dejaba entrar en su mente las que sentía como crueles<br />

palabras. En algún lugar comprendía que había perdido a<br />

su compañera, pero no lo podía aceptar y se aferraba a<br />

ella más y más.<br />

Estaba desconcertado. <strong>La</strong> amaba pero lo torturaba<br />

que se mantuviera fría y distante. Cierta vez se estaba<br />

acercando con intención de abrazarla y besarla pero ello<br />

lo tomó de los hombros y le dio un fuerte empujón; él<br />

trastabilló pero logró no caer. <strong>La</strong> miraba perplejo. Entre<br />

mas trataba de mostrarle su amor ella incrementaba su<br />

ira al vivirlo como un sarcasmo y sentía que la tomaba<br />

por estúpida.<br />

El día del homicidio comenzó desde temprano a<br />

insultarlo y decirle que no le perdonaría su infidelidad.<br />

Imaginaba una inexistente rival; él negaba enfáticamente<br />

pero ello solo la hacía enfurecer más.<br />

Esas escenas se repitieron hasta aquella en que lo<br />

mató. Después de hacerlo, su cerebro se iluminó por<br />

unos minutos y trató de enmendar sus actos, pero la<br />

llegada de la policía la sumió en profunda enajenación de<br />

la que ya no se recuperaría.

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