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LP Agosto 2019

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Pronto salimos de la zona de selva, avanzando<br />

sobre las laderas superiores parecidas a la luna, con<br />

menos oxígeno a cada paso. Caminamos entre<br />

plantas de lobelia, siemprevivas, desmoronamientos<br />

rocosos y pútridos pozos de letrina. Seguíamos<br />

subiendo, dejando las nubes abajo rumbo a la cima<br />

del Kili que siempre parecía estar ahí nomás. Cuando<br />

llegamos a los 4.600m y a Barafu Camp, nuestra base<br />

final antes de hacer cumbre, me sentía sucio,<br />

quemado por el sol y congestionado – pero feliz.<br />

Feliz hasta que nos dieron nuestra charla final.<br />

“Hoy no es una buena noche”, nos dijo Samuel. La<br />

subida a la cima es un camino empinado, incesante y<br />

vertical de casi un kilómetro y medio. No se puede<br />

ceder, hay que darlo todo para cruzar la línea de<br />

llegada. Todos nos sentimos abrumados. “Pero”,<br />

concluyó Samuel, “todo lo que necesitan es<br />

autoconfianza”. Ya en la cama a las 6.30pm, no pude<br />

dormirme, tratando de creer en mí.<br />

Gracias a Dios, fue una noche hermosa:<br />

heladamente fría pero sin viento, seca y<br />

completamente estrellada. Alrededor de la<br />

medianoche nos unimos a la procesión de linternas<br />

que rodeaban la montaña, como en una caminata<br />

robótica. Todo era silencio, salvo por los guías que se<br />

hacían los cancheros mientras cantaban canciones<br />

pop. Deseaba tener el aliento como para cantar.<br />

Deseaba poder escapar de la monotonía dentro de mi<br />

cabeza. Con los ojos puestos únicamente en los<br />

talones que tenía frente a mí y la oscuridad que me<br />

rodeaba, el tiempo se me hacía cada vez más largo. A<br />

medida que pasaban los minutos, el suelo se hacía<br />

más empinado, el frío más intenso, sobrevenía la<br />

náusea y el aire se hacía más liviano. Después de un<br />

rato que pareció una eternidad, miré mi reloj.<br />

Solamente había andado una hora. Todavía nos<br />

faltaban cinco o seis más.<br />

Fue en este punto que me di una charla<br />

motivacional.<br />

O me rendía a la montaña, me entregaba, perdía – o<br />

me rendía al desafío, dejaba de pelear y de<br />

preocuparme, y simplemente seguía adelante, un<br />

paso tras otro. Decidí seguir, subiendo muy<br />

lentamente. Finalmente los minutos fueron pasando,<br />

y después las horas. El cielo iba pasando de negro a<br />

púrpura y al rosado del amanecer.<br />

Y entonces, al final, ahí estaba, allá arriba: el cartel<br />

que confirmaba nuestra llegada al techo de África. El<br />

rayo del sol estalló a través de las nubes a nuestros<br />

pies. Pude sentir su calor. Me sentí aliviado. Y<br />

comencé a sentir la euforia que se sobreponía a mi<br />

fatiga. No estaba del todo listo para sentirla – primero<br />

tenía que bajar de esta montaña. Pero tuve una idea<br />

de lo bien que se iba a sentir este momento cuando<br />

así fue.<br />

38 <strong>Agosto</strong> <strong>2019</strong>

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