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La huella más profunda

Banco Agrícola se enorgullece al presentar un nuevo aporte a la cultura salvadoreña, al explorar los registros más antiguos de nuestra identidad: El Salvador. La huella más profunda, constituye un esfuerzo de divulgación de la información arqueológica prehispánica producida sobre nuestro país.

Banco Agrícola se enorgullece al presentar un nuevo aporte a la cultura salvadoreña, al explorar los registros más antiguos de nuestra identidad: El Salvador. La huella más profunda, constituye un esfuerzo de divulgación de la información arqueológica prehispánica producida sobre nuestro país.

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EL SALVADOR<br />

LA HUELLA MÁS PROFUNDA<br />

the deepest heritage<br />

FOMENTO CULTURAL<br />

BANCO AGRÍCOLA DE EL SALVADOR<br />

1


EL SALVADOR<br />

LA HUELLA MÁS PROFUNDA<br />

the deepest heritage<br />

Lissette de Schilling<br />

Coordinadora Editorial • Editorial Coordinator<br />

Elena Salamanca<br />

Historiadora • Historian<br />

2


Sitio arqueológico Tazumal,<br />

Chalchuapa, departamento de Santa Ana.<br />

4 5


RECONOCIMIENTOS<br />

ACKNOWLEDGEMENTS<br />

Rafael Barraza<br />

Presidente Ejecutivo<br />

Executive President<br />

Coordinación editorial - Editorial coordination<br />

Lissette de Schilling<br />

Historiadora - Historian<br />

Elena Salamanca<br />

Experto - Expert<br />

Heriberto Erquicia<br />

Banco Agrícola agradece la valiosa colaboración de las siguentes<br />

instituciones: Ministerio de Cultura, Museo Nacional de<br />

Antropología Dr. David J. Guzmán, a los museos de sitio: Tazumal,<br />

Casa Blanca. De igual manera agradece a las siguientes personas:<br />

José Heriberto Erquicia, Roberto Gallardo, Federico Paredes,<br />

Pedro Escalante Arce y Carlos Quintanilla, sin cuya colaboración<br />

no hubiera sido posible este proyecto.<br />

Especialista en el texto de:<br />

Escultura Monumental en el periodo Formativo<br />

Monumental sculture in the Formartive Period Expert<br />

Federico Paredes<br />

Ilustraciones - Ilustrations<br />

Claudia Alfaro Moisa<br />

Fotografía - Photography<br />

Nelson Crisóstomo<br />

Eduardo F. Guevara<br />

Traducción - Translation<br />

Hans Schilling<br />

Diseño gráfico - Graphic design<br />

Equipo Creãre<br />

Mauricio Bonilla<br />

Dirección de producción digital y proceso de impresión<br />

Digital production and printing process direction<br />

Lissette de Schilling<br />

Impresión - Printing<br />

Artes Gráficas Publicitarias S. A. de C. V.<br />

Empastado - Binding<br />

Librería y Papelería <strong>La</strong> Ibérica S. A. de C. V.<br />

930.102 83<br />

E49 El Salvador : la <strong>huella</strong> <strong>más</strong> <strong>profunda</strong> : the deepest heritage /<br />

coordinación editorial Lissette de Schilling ; historiadora Elena<br />

slv Salamanca ; experto Heriberto Erquicia ; especialista en el texto<br />

escultura monumental Federico Paredes ; ilustraciones Claudia<br />

Alfaro Moisa ; fotografía Nelson Crisóstomo, Eduardo F. Guevara ;<br />

traducción Hans Schilling ; diseño gráfico Mauricio Bonilla. -- 1ª ed.<br />

-- San Salvador, El Salv. : Banco Agrícola, 2019.<br />

156 p : il. ; 39 x 29 cm. -- (El Salvador un rincón mágico).<br />

BINA/jmh<br />

Texto español-inglés.<br />

El Salvador : la <strong>huella</strong> <strong>más</strong> <strong>profunda</strong> ... 2019<br />

ISBN 978-99961-955-4-9 (tapa dura, español - inglés)<br />

1. Arqueología - El Salvador. 2. Arqueología - Investigaciones 3.<br />

Excavaciones arqueológicas - Investigaciones. I. Schilling, Lissette<br />

1964 - coordinación editorial. II. Salamanca, Elena, 1982 -<br />

Historiadora. III. Título.<br />

© 2019. Banco Agrícola. Derechos reservados.<br />

Queda prohibida, como lo establece la ley, la reproducción parcial o<br />

total de este libro sin previo permiso por escrito de Banco Agrícola,<br />

con excepción de breves fragmentos que pueden usarse en reseñas en<br />

los distintos medios de comunicación, siempre que se cite la fuente.<br />

Detalle de vaso decorado con un rostro antropomorfo de<br />

una deidad maya rodeado de elementos con forma de glifos.<br />

Periodo Clásico.<br />

Vessel detail decorated with an anthropomorphic face of a<br />

Mayan deity, surrounded by glyphs. Classic Period.<br />

6 7


Sitio arqueológico Cihuatán, municipio de Aguilares,<br />

departamento de San Salvador.<br />

8 9


CONTENIDO<br />

CONTENTS<br />

PRESENTACIÓN<br />

FOREWORD<br />

INTRODUCCIÓN<br />

INTRODUCTION<br />

PATRIMONIO Y DIVERSIDAD<br />

HERITAGE AND DIVERSITY<br />

HACIA UNA HISTORIA ARQUEOLÓGICA<br />

TOWARD AN ARCHEOLOGY HISTORY<br />

13<br />

20<br />

35<br />

138<br />

Metate ceremonial, esculpido en basalto con talla de cabeza<br />

de serpiente y a los bordes diseños geométricos, periodo Clásico.<br />

Ceremonial metate stone sculpted of basalt with carved serpent<br />

head and geometric designs on the edges. Classic Period.<br />

10 11


Vista de la estructura principal<br />

sitio arqueológico San Andrés, Valle de Zapotitán,<br />

departamento de <strong>La</strong> Libertad.<br />

View of the main structure of San Andrés archaeological site,<br />

Zapotitán Valley, <strong>La</strong> Libertad.<br />

12 13


PRESENTACIÓN<br />

Nuestras <strong>huella</strong>s tienen la profundidad de 8 mil años. Tiempo en el que los primeros hombres y<br />

mujeres que habitaron el territorio del actual El Salvador, exploraron costas, valles, y montañas<br />

para constituir su vida cotidiana, basada en sus cosmovisiones y establecerse como una cultura.<br />

Banco Agrícola se enorgullece al presentar un nuevo aporte a la cultura salvadoreña, al<br />

explorar los registros <strong>más</strong> antiguos de nuestra identidad: El Salvador. <strong>La</strong> <strong>huella</strong> <strong>más</strong> <strong>profunda</strong>,<br />

constituye un esfuerzo de divulgación de la información arqueológica prehispánica producida<br />

sobre nuestro país.<br />

Para nosotros, es importante que los salvadoreños comprendamos la riqueza y la diversidad<br />

de nuestro pasado. En tiempos antiguos, poblaciones migrantes provenientes del norte y del<br />

sur del continente se asentaron en nuestra tierra y constituyeron un mosaico de culturas que<br />

ahora nos identifica. Somos el resultado de un pasado plural, conservado en los estratos de la<br />

tierra y del tiempo, que narra la historia de un territorio exuberante en naturaleza, convulso<br />

geológicamente y diverso.<br />

En 1995, presentamos El Salvador, Antiguas civilizaciones, escrito por el arqueólogo William<br />

Fowler, libro que se convirtió, de inmediato, en una referencia académica para aquella primera<br />

generación de entusiastas estudiantes que se inscribían por primera vez en el país, en la carrera<br />

de Arqueología, fundada ese mismo año. Ahora, renovamos nuestro compromiso de heredar un<br />

legado a la nación, y presentamos un recorrido por nuestro pasado prehispánico que recoge los<br />

aportes <strong>más</strong> recientes de la academia nacional, en diálogo y debate constante con la producción<br />

de arqueólogos estadounidenses, franceses y japoneses que han hecho de El Salvador su<br />

primordial tema de investigación.<br />

Banco Agrícola presenta un El Salvador ancestral cautivante, que nos guía a responder quiénes<br />

fuimos y de dónde venimos, porque solo al conocer nuestro pasado podremos dar sentido a<br />

nuestro presente con miras al futuro.<br />

Rafael Barraza<br />

Presidente Ejecutivo<br />

Detalle de cuenco con figura central con atavío y tocado<br />

en forma de penacho, camisa y un braguero decorado con<br />

plumas. Periodo Clásico, Tazumal, Chalchuapa, Santa Ana.<br />

Vessel detail of central figure with attire and headdress in the form<br />

of crest, shirt and a truss decorated with feathers. Classic Period,<br />

Tazumal, Chalchuapa, Santa Ana.<br />

14 15


FOREWORD<br />

The trace of our heritage started 8 thousand years ago. When the first men and women<br />

who inhabited El Salvador originally explored coasts, valleys and mountains, to found<br />

their daily lives, based on their worldviews and establish themselves as a culture.<br />

Banco Agrícola is proud of this new contribution to Salvadoran culture, by exploring<br />

the evidence of our legacy. “El Salvador, The deepest Heritage”, constitutes an effort to<br />

disseminate the pre-Hispanic archaeological infomation about our territory.<br />

It is important for us to understand the richness of our pre-Hispanic past. In ancient<br />

times migrant peoples from the north and south of the continent settled in our land<br />

and founded a mosaic of cultures that now identifies us. We are the result of a<br />

plural past, preserved in the strata of the earth and time, which tells the story of an<br />

exuberant territory in nature, geologically disruptive and diverse.<br />

In 1995, we presented “El Salvador, Ancient Civilizations”, written by archaeologist<br />

William Fowler, a book that immediately became an academic reference for that first<br />

generation of enthusiastic students who enrolled the Archeology career, founded that<br />

same year. Now, we renew our commitment to inherit a legacy to the nation and we<br />

present a journey of our pre-Hispanic past that gather the most recent investigations<br />

of the national academy, in constant dialogue with the production of American, French<br />

and Japanese archaeologists who have made El Salvador their main research topic.<br />

Banco Agrícola shows an ancient and captivating El Salvador, that tells us who we<br />

were, and where we came from. Only by knowing our past, can we make sense of our<br />

present, and project ourselves into the future.<br />

Rafael Barraza<br />

Executive President<br />

Sitio arqueológico Cihuatán, municipio de Aguilares,<br />

departamento de San Salvador.<br />

16 17


1<br />

7 EL TRAPICHE<br />

6 CASA BLANCA<br />

5 NUEVO TAZUMAL<br />

4 TAZUMAL<br />

3 LAGUNA CUSCACHAPA<br />

2 ATACO<br />

SANTA LETICIA<br />

8<br />

9<br />

10<br />

IGUALTEPEQUE<br />

LAGO DE GÜIJA<br />

11<br />

CIHUATÁN<br />

CARRANZA<br />

VERAPAZ<br />

12<br />

LOMA CHINA<br />

PRINCIPALES SITIOS<br />

ARQUEOLÓGICOS<br />

IMPORTANT ARCHAEOLOGICAL SITES<br />

13<br />

QUELEPA<br />

14<br />

ABRIGO ROCOSO ESPÍRITU SANTO<br />

15<br />

ASANYAMBA<br />

16<br />

CARA SUCIA<br />

17<br />

EL CARMEN<br />

18<br />

TACUSCALCO<br />

19<br />

JOYA DE CERÉN<br />

20<br />

SAN ANDRÉS<br />

21<br />

MADRESELVA<br />

N<br />

22<br />

LAGO DE ILOPANGO<br />

O<br />

E<br />

S<br />

23 LOS LLANITOS<br />

24 ISLA PERIQUITO<br />

18 19<br />

25 PUNTA CHIQUIRÍN


Brasero de piedra, esculpido con figura que representa<br />

probablemente la deidad del fuego (Huehueteotl).<br />

Encontrada en Tazumal, departamento de Santa Ana.<br />

Brazier stone sculpted with a figure that probably represents<br />

the fire deity (Huehueteotl). Found in Tazumal, Santa Ana.<br />

20 21


INTRODUCCIÓN<br />

Introduction<br />

En el siglo VII d. C., el rey XII de Copán, K’ahk’ Uti’ Witz’ K’awiil, envió un frasco tallado<br />

al señor de Tazumal. El recipiente fue encontrado por el arqueólogo Stanley Boggs en<br />

una excavación en la pirámide principal de Tazumal en 1952, pero su significado fue<br />

descifrado seis décadas después. Los glifos fueron traducidos por el arqueólogo Jeb Card<br />

(2016), quien sugiere que el regalo demuestra los vínculos políticos de expansión entre<br />

la ciudad maya <strong>más</strong> grande al sur de Mesoamérica y el occidente del actual El Salvador.<br />

Así como el frasco enviado por el señor de Copán, que actualmente se exhibe en<br />

el Museo Nacional de Antropología Dr. David. J. Guzmán, otros hallazgos en sitios<br />

arqueológicos de El Salvador demuestran los lazos entre los antiguos pobladores de<br />

Mesoamérica. <strong>La</strong>s relaciones de estos reinos mayas también se establecieron por el<br />

uso de tecnologías como la cerámica, especialmente la Copador. Entre la frontera de<br />

El Salvador y Honduras, tanto la cerámica Copador como la Salúa demuestran flujos<br />

culturales, y económicos constantes.<br />

In the seventh century A.D., K’ahk ’Uti’ Witz ’K’awiil, XII King of Copan, sent a carved bottle<br />

to the lord of Tazumal. The vessel was found in 1952, by archaeologist Stanley Boggs in the<br />

excavation of the main pyramid of Tazumal but its meaning was deciphered six decades<br />

later. The glyphs were translated by archaeologist Jeb Card (2016), who suggests that this<br />

gift implies the political links of expansion between the largest Mayan city in southern<br />

Mesoamerica and the west of current El Salvador.<br />

As well as the carved bottle sent by the King of Copan, which is currently exhibited in the<br />

Museo Nacional de Antropología Dr. David. J. Guzmán, other findings at archaeological<br />

sites in El Salvador demonstrate the ties between the ancient settlers of Mesoamerica. The<br />

relationships of these Mayan kingdoms were also established by the use of technologies<br />

such as ceramic, especially the Copador. Along the border of El Salvador and Honduras,<br />

both Copador and Ulúa ceramic demonstrate constant cultural and economic flows.<br />

Frasco encontrado en la pirámide<br />

principal de Tazumal, muestra cuatro<br />

paneles tallados en bajorelieve,<br />

coloreados con rojo (cinabrio), dos<br />

paneles con personajes y dos con<br />

escritura glífica.<br />

The bottle found in the main pyramid of<br />

Tazumal, display four pannels with red<br />

pigment (cinnabar). Carven in bas-relief, two<br />

of them with rulers seated in their thrones<br />

and two pannels with mayans glyphs.<br />

Pirámide principal, sitio arqueológico Tazumal,<br />

Chalchuapa, departamento de Santa Ana.<br />

Main pyramid archaeological site of Tazumal,<br />

Chalchuapa, Santa Ana.<br />

22 23


Frasco de forma de disco y decorado con glifos grabados en ambas<br />

caras. En el interior contiene restos de cinabrio, mineral empleado en<br />

la cerámica y pintura corporal para ritos fúnebres. Periodo Clásico.<br />

Tazumal, Chalchuapa.<br />

Disk bottle shaped decorated with glyphs and engraved on both sides.<br />

inside it contains cinnabar remains, mineral used in ceramics and body<br />

paint for funeral rituals. Classic Period. Tazumal, Chalchuapa.<br />

<strong>La</strong> contextualización de la cultura material ha permitido a los arqueólogos y de<strong>más</strong> científicos<br />

establecer las relaciones entre las antiguas civilizaciones asentadas en la costa del Pacífico<br />

Mesoamericano. Este libro, que rescata y divulga esas investigaciones, pone el acento en la diversidad<br />

de las culturas que habitaron ancestralmente el territorio, vinculadas por los movimientos migratorios<br />

entre norte y sur y las <strong>huella</strong>s que estos flujos e intercambios dejaron en nuestro actual país:<br />

monumentos, objetos utilitarios y sagrados, formas de hacer y pensar, tecnología y conocimiento.<br />

El antiguo territorio de El Salvador fue un espacio rico en recursos naturales, para los grupos<br />

humanos, ya fuera como puente de migraciones o como punto final de su peregrinaje. Desde el<br />

abrigo rocoso de la Gruta del Espíritu Santo, en Corinto, Morazán, hasta el señorío de Cuscatlán,<br />

los asentamientos en el territorio registran una diversidad cultural que se trazaría desde 8 mil<br />

años atrás. Muchas veces se ha planteado a este espacio como un corredor migratorio, en el<br />

que las poblaciones, comunidades sociedades de norte y sur confluían hasta llegar a un destino.<br />

Actualmente, la arqueología salvadoreña ha demostrado que esta zona de la costa del Pacífico ha<br />

sido también centro de influencia cultural para otros espacios.<br />

Concebida por las jóvenes naciones centroamericanas en los siglos XIX y XX para establecer mitos,<br />

ritos y sitios propios, es decir, nacionales, la arqueología ha recibido un uso político nacionalista<br />

que en lugar de complejizar las dimensiones y riquezas de las antiguas civilizaciones ha logrado<br />

descontextualizar estas relaciones ancestrales. Por lo mismo, romper el relato de las culturas<br />

ancestrales a partir de los espacios nacionales es un imperativo de la arqueología en la actualidad.<br />

Solo así, fuera del molde y la categoría analítica del estado nación, es posible comprender a los<br />

territorios de la actual Centroamérica como parte de una región cultural que ha recibido el<br />

nombre de Mesoamérica (Kirchhoff, 1943), compuesta por México, Guatemala, El Salvador, Belice,<br />

la zona occidental de Honduras, el pacífico nicaragüense y la península de Nicoya en Costa Rica.<br />

El desarrollo histórico de Mesoamérica ha sido datado entre 2500 a.C. y 1521 d.C. El corte<br />

de tiempo que demarca el proceso histórico mesoamericano ha sido definido por la entrada a<br />

Tenochtitlán, capital del imperio mexica, del ejército de exploradores españoles y otros indígenas<br />

mesoamericanos aliados y dirigidos por Hernán Cortés, en 1521. Para el caso salvadoreño, el<br />

periodo se extiende a 1524, pues marca el ingreso del adelantado Pedro de Alvarado al actual<br />

El Salvador. Para ese momento se encontraban siete grupos etnolingüísticos: Pipiles, Potones o<br />

Lencas, Kakawiras o Cacaoperas, Xincas, Mayas Cortís, Mayas Pocomanes y Chorotegas, y cada<br />

uno representaba cosmovisiones e instituciones sociales propias y complejas, lo que demuestra<br />

la densidad demográfica y diversidad cultural en un territorio configurado, ahora por, alrededor<br />

de 21 mil km 2 . A pesar de la intensa campaña de colonización, que implicó la imposición de la<br />

cultura hispánica y católica, las antiguas civilizaciones que habitaron originalmente Mesoamérica<br />

aún existen como comunidades que mantienen algunas de sus prácticas, costumbres, tradiciones y<br />

lengua (cosmovisión), como parte de un proceso largo de resistencia.<br />

Esta edición, dedicada exclusivamente a la cultura material dejada por aquellos habitantes<br />

prehispánicos de Mesoamérica, propone presentar las exploraciones <strong>más</strong> recientes de las <strong>huella</strong>s<br />

<strong>más</strong> <strong>profunda</strong>s en el territorio, de los primeros hombres y mujeres que poblaron la costa del<br />

Pacífico y llegaron hasta nuestros valles y cordilleras.<br />

En 1952, el arqueólogo Stanley Boggs encontró un frasco tallado en la<br />

pirámide principal de Tazumal. <strong>La</strong> pieza, que supone un intercambio con el<br />

reino maya de Copán, fue traducida hasta 2014 por el arqueólogo Jeb Card,<br />

cuya interpretación de los glifos arroja información para determinar las<br />

relaciones entre ambos espacios en el periodo Clásico.<br />

In 1952, archaeologist Stanley Boggs found a carved bottle in the main pyramid<br />

of Tazumal. The piece, which implies an exchange with the Mayan kingdom of<br />

Copán, was translated until 2014 by archaeologist Jeb Card, whose interpretation<br />

of the glyphs provided information that helped to determine the relations<br />

between both territories in the Classic Period.<br />

24 25


Escultura lítica antropomorfa, conocida como<br />

“El hombre de la banca” (benchman), y seis<br />

hachuelas votivas encontradas como ofrenda<br />

en la parte superior de la estructura 1, del sitio<br />

arqueológico Finca Rosita, en Santa Ana.<br />

Anthropomorphic lithic sculpture, known as<br />

“benchman”, and six votive hatchets found as an<br />

offering at the top of structure I, in the archaeological<br />

site Finca Rosita, Santa Ana.<br />

The contextualization of material culture has allowed archaeologists and other scientists to establish<br />

relations between ancient civilizations settled on the Mesoamerican Pacific coast. This book rescues and<br />

disseminates these investigations, emphasizes the diversity of the cultures that ancestrally inhabited the<br />

territory, linked by the migratory movements between north and south. The traces that these flows and<br />

exchanges left to our current country as its legacy: monuments, utilitarian and sacred objects, ways of<br />

doing and thinking, technology and knowledge.<br />

The ancient territory of El Salvador was an area rich in natural resources, for human groups, either as a<br />

bridge of migrations or as an end point of their pilgrimage. From the rock shelter of the Espiritu Santo<br />

Grotto, in Corinto, Morazán, to the kingdom of Cuscatlán, the settlements in the territory register a cultural<br />

diversity that is traced from eight thousand years ago. Many times, this region has been considered as a<br />

migratory corridor, in which the northern and southern populations, communities and societies, converged<br />

until they reached a destination. Currently, Salvadoran archeology has shown that this area of the Pacific<br />

coast has also been a center of cultural influence for other territories.<br />

The young Central American nations in the nineteenth and twentieth centuries, in order to establish their own<br />

myths, rites and sites, have used archeology from a national and political perspective, that instead of complexing<br />

the dimensions and riches of ancient civilizations, has managed to decontextualize these ancestral relationships.<br />

Therefore, breaking the story of ancestral cultures from national spaces is an imperative of archeology today.<br />

Only then, outside the analytical category of the nation state, is it possible to understand the territories of<br />

current Central America, as part of a cultural region that has received the name of Mesoamerica (Kirchhoff,<br />

1943), composed of Mexico, Guatemala, El Salvador, Belize, the western part of Honduras, the Nicaraguan<br />

Pacific and the Nicoya Peninsula in Costa Rica.<br />

The historical development of Mesoamerica has been dated between 2500 B.C. and 1521 A.D. The time<br />

frame that demarcates the Mesoamerican historical process has been defined by the entry of the Spanish<br />

army, led by Hernan Cortez to Tenochtitlan, capital of the Mexica Empire, in 1521. For El Salvador, the<br />

period extends to 1524, as it marks the entry of Pedro de Alvarado to the current El Salvador. At that time<br />

there were seven ethnolinguistic groups: Pipiles, Potones or Lencas, Kakawiras o Cacaoperas, Xincas, Mayas<br />

Cortís, Mayas Pocomanes and Chorotegas, and each represented their own and complex worldviews and<br />

social institutions, which demonstrates the demographic density and cultural diversity in a territory with an<br />

extension of 21,000 km 2 . Despite the intense campaign of colonization, which implied the imposition of<br />

Hispanic and Catholic culture, the ancient civilizations, that originally inhabited Mesoamerica still remain<br />

and there are some communities that keep some of their practices, customs, traditions and language<br />

(cosmogony), as part of a long resistance process.<br />

This edition, dedicated exclusively to the material heritage left by those pre-Hispanic inhabitants of Mesoamerica,<br />

has the purpose of presenting the most recent explorations of the deepest traces in the territory, those of the<br />

first men and women who populated the Pacific coast and reached our valleys and mountain ranges.<br />

26 27


Metate ceremonial, esculpido en basalto<br />

con talla de felino, encontrado en la<br />

“Cueva de <strong>La</strong> Tigra” municipio de Caluco,<br />

departamento de Sonsonate.<br />

Ceremonial metate, sculpted in basalt with feline<br />

carving, found in the Cave of “<strong>La</strong> Tigra”.<br />

Caluco, Sonsonate.<br />

28 29


El espacio primigenio<br />

The primal land<br />

Vista de la cordillera Apaneca Ilamatepec.<br />

Lo que conocemos ahora como nuestro país era un espacio de profusa vegetación de bosques caducifolios en los<br />

valles y montañas, y manglares en las costas. Estos ricos ecosistemas, producto de la migración de especies vegetales<br />

y animales durante el gran intercambio americano (Osborn, 1910), fueron determinantes para el asentamiento y<br />

los procesos de sedentarización y domesticación de ciertos frutos por parte de los grupos humanos, paleoindios,<br />

que dejaron <strong>huella</strong> al menos 8 mil años atrás. Como ejemplo, algunos elementos vegetales encontrados en El<br />

Paraíso, Chalatenango, como improntas fósiles de peces, hojas y pasto, descubiertas por paleontólogos, arrojan una<br />

antigüedad de 2.5 millones de años (MUHNES, 2019).<br />

<strong>La</strong> arqueología se ha auxiliado de otras ciencias, como la geología, la paleontología, la botánica e incluso la lingüística,<br />

y la antropología para establecer con mayor veracidad sus hallazgos. Así, un estudio estratigráfico de polen realizado<br />

por Robert Dull (2005), demostró que en la actual Sierra de Apaneca crecían, 8 mil años atrás, diversas hierbas<br />

y flores que crecen en la actualidad y han soportado cambios climáticos. El estudio de Dull también registró la<br />

evidencia de polen del zea (maíz), alrededor de 4400 años atrás.<br />

Hace 5 mil años, en la costa del Pacífico, se formaron esteros y manglares, cuyo ecosistema marino desarrolló un<br />

sistema de subsistencia para los grupos humanos que se fueron asentando en las costas, ahora marcadas por las<br />

fronteras geopolíticas con Guatemala, Honduras y Nicaragua. Estos primeros humanos, ade<strong>más</strong> de consumir los<br />

frutos del mar, encontraron en la sal un producto de intercambio. Estos grupos paleoindios se asentaron en la costa<br />

en el Preclásico temprano (2500 a 900 a.C.), en las actuales islas y tierra firme del golfo de Fonseca y Ahuachapán.<br />

En el golfo de Fonseca, la documentación recopilada por las investigaciones del arqueólogo e historiador Heriberto<br />

Erquicia (2006), reparan en una “continuidad cultural”, determinada por los hallazgos de concheros, petrograbados<br />

y estructuras domésticas.<br />

En el actual valle de Zapotitán, 2 mil años a.C., creció un bosque caducifolio, llamado nuboso, formado por guarumos,<br />

robles, su vegetación era rica y florecía todo el año, según las investigaciones de Howard E. Daugherty (1969) y<br />

Payson Sheets (1986). Este bosque se nutría constantemente de manera orgánica, por lo que, siglos después, este<br />

valle llegó a ser el <strong>más</strong> fértil de El Salvador.<br />

En la costa de occidente, entre profusos manglares, se asentaron los primeros habitantes de este territorio, alrededor<br />

de 1500 a.C., según datación de carbono 14, a partir de los trabajos Arthur Demarest, Bárbara Arroyo y Paul<br />

Amaroli (1989). Localizado en Ahuachapán, el actual sitio arqueológico El Carmen registra la cerámica <strong>más</strong> antigua<br />

de El Salvador, este sitio fue habitado por grupos sedentarios. (Amaroli et al, 1989: 3-20).<br />

Our country, was a space of profuse vegetation of deciduous forests in the valleys and mountains, and mangroves on<br />

the coasts. These rich ecosystems, product of the migration of plant and animal species during the great American<br />

exchange (Osborn, 1910), were determinant for the settlement and the processes of sedentary and domestication of<br />

certain fruits by Paleoindian groups, which left their footprint 8 thousand years ago. Some plant elements found in El<br />

Salvador, such as fossil imprints of fish, leaves and grass discovered by paleontologists in El Paraíso, Chalatenango are<br />

2.5 million years old (MUHNES, 2019).<br />

Archeology has helped other sciences, such as geology, paleontology, botany and even linguistics to establish its findings<br />

more truthfully. Thus, a stratigraphic study of pollen carried out by Robert Dull (2005) showed that 8 thousand years<br />

ago, in the present Sierra de Apaneca various herbs and flowers grew, that have endured climatic changes and they still<br />

exist today. Dull’s study has also recorded evidence of zea pollen (corn), about 4400 years ago.<br />

5 thousand years ago, on the Pacific coast, estuaries and mangroves were formed, whose marine ecosystem developed a<br />

subsistence system for human groups that settled on the coasts, now delimited by geopolitical borders with Guatemala<br />

and Honduras. These first humans, in addition to consuming the fruits of the sea, used salt as an exchange product.<br />

These Paleoindian groups settled on the coast in the Early Formative (2500 to 900 B.C.), on the current islands<br />

and mainland of the Gulf of Fonseca and Ahuachapán. In the Gulf of Fonseca, the documentation compiled by the<br />

investigations of the archaeologist and historian Heriberto Erquicia (2006) propose a “cultural continuity”, determined<br />

by the findings of shells sites, carved boulders and domestic structures.<br />

2000 years B.C., a forest, formed by guarumos, oaks, and other tree and vegetation species grew in the current valley<br />

of Zapotitán, its vegetation was rich and flourished throughout the year, according to the investigations of Howard E.<br />

Daugherty and Payson Sheets (1986). This forest was constantly nourished organically, so, centuries later, this valley<br />

became the most fertile in El Salvador.<br />

On the west coast, among profuse mangroves, the first inhabitants of this territory settled, araund 1500 years B.C.,<br />

according to investigations and documentation of Paul Amaroli, Arthur Demarest and Bárbara Arroyo (1989). El Carmen<br />

archaeological site in Ahuachapán, records the oldest ceramic in El Salvador, and this site was inhabited by sedentary<br />

groups.<br />

30 31


Ya para 1500 a.C., la agricultura de maíz se había extendido en gran parte de lo que ahora es el territorio<br />

salvadoreño. <strong>La</strong> siembra del teosinte, el antepasado del maíz, marcó el inicio de la domesticación del<br />

grano, cultivo que configuró el desarrollo nutricional de Mesoamérica. <strong>La</strong> dieta básica de la cultura agraria<br />

mesoamericana fue determinada por tres cultivos: maíz, frijol y calabaza (conocidas como tres hermanas).<br />

Otros cultivos de consumo alimenticio como la yuca y el chile fueron encontrados en la aldea maya de<br />

Joya de Cerén, nombrada Patrimonio de la Humanidad, en 1993.<br />

<strong>La</strong> diversidad ecológica ha reflejado las culturas que la habitaron: desde grupos de cazadores y recolectores,<br />

hasta culturas organizadas en relación a estructuras <strong>más</strong> complejas, en unidades espaciales como aldeas y<br />

ciudades, y organizaciones políticas como cacicazgos y reinos. Estos fueron los primeros paisajes culturales<br />

que conocieron los habitantes primigenios de esta tierra. Los flujos y las relaciones interétnicas estudiadas<br />

hasta ahora demuestran que nuestro país fue un espacio de constantes dinámicas sociales, políticas,<br />

religiosas y económicas. En los últimos 30 años, la arqueología ha estudiado las relaciones y rutas de estos<br />

flujos migratorios, los intercambios comerciales y la transmisión de conocimiento.<br />

By 1500 B.C. corn agriculture had extended to a large portion of present day Salvadoran territory. The planting<br />

of teosinte, the ancestor of corn, marked the beginning of the domestication of the grain, a crop that shaped the<br />

nutritional development of Mesoamerica. The basic diet of the Mesoamerican agrarian culture was determined<br />

by three crops: corn, beans and pumpkins (known as “the three sisters”). Other food crops such as cassava and<br />

chili were found in the Mayan village of Joya de Cerén, recognized in 1993 as a World Heritage.<br />

Ecological diversity has reflected the cultures that inhabited it: from hunter groups and gatherers, to organized<br />

cultures in relation to more complex structures, in units such as villages and cities, and political organizations such<br />

as cacicazgos and kingdoms. These were the cultural landscapes of the first inhabitants of this land. The flows<br />

and inter-ethnic relations studied so far, show that our country was a area of constant social, political, religious and<br />

economic dynamics. In the last 30 years, archeology has studied the relationships and routes of these migratory<br />

flows, commercial exchanges and the transmission of knowledge.<br />

<strong>La</strong>guna de Cuscachapa, Chalchuapa,<br />

departamento de Santa Ana.<br />

(Ver en mapa No. 3)<br />

32 33


Detalle de manifestaciones gráfico rupéstre en<br />

el abrigo rocoso de la Gruta del Espíritu Santo,<br />

Municipio de Corinto, departamento de Morazán.<br />

Detail of rock art in Espíritu Santo Grotto.<br />

Corinto, Morazán.<br />

34 35


PATRIMONIO Y DIVERSIDAD<br />

Heritage and diversity<br />

<strong>La</strong> <strong>huella</strong> <strong>más</strong> <strong>profunda</strong> de nuestra historia fue marcada en el oriente del país. Hacia la<br />

frontera natural con la actual república de Honduras, hombres y mujeres se asentaron<br />

en abrigos rocosos en las montañas y en islas formadas por roca volcánica en la costa<br />

del Pacífico.<br />

<strong>La</strong> hipótesis central de este libro es demostrar que el actual El Salvador fue un espacio<br />

densamente poblado en el que las culturas asentadas crearon una tradición política<br />

y cultural por medio de dinámicas migratorias e intercambio económico. <strong>La</strong> narrativa<br />

común de la divulgación arqueológica centra la riqueza histórica únicamente en<br />

el centro y occidente del país y su vinculación con los pueblos mayas de la actual<br />

Guatemala. Sin embargo, hasta la llegada de los conquistadores españoles, en 1524, el<br />

desarrollo de las antiguas civilizaciones fue extendido por todo el territorio y una de<br />

sus fuentes <strong>más</strong> ricas de investigación la representa el oriente del país. especialmente<br />

en los actuales departamentos de San Miguel y <strong>La</strong> Unión.<br />

Los estudios pioneros de la década de 1960 y 1970 sobre oriente y las investigaciones<br />

arqueológicas de los últimos 25 años, demuestran una interacción total en el territorio<br />

en todas las etapas de la historia antigua: desde el Preclásico salvadoreño (2000 a.C. -<br />

250 d.C.) hasta el contacto (con los españoles) en el siglo XVI. El registro y estudio de<br />

esta dinámica rompe con un orden de relato nacional que, durante décadas, colocó<br />

todo su interés en el occidente, especialmente en el valle de Chalchuapa y el de<br />

Zapotitán, y la relación con los pueblos mayas.<br />

Este capítulo, que representa el corazón del libro, devela el devenir de las primeras<br />

interacciones humanas en el territorio en un orden cronológico hasta 1524, año<br />

señalado como el fin del periodo Posclásico, para El Salvador y Guatemala, y el inicio<br />

del periodo y el sistema colonial (1524-1821).<br />

The deepest heritage of the first inhabitants are located in the East of our current country.<br />

Towards the natural border with the current Republic of Honduras, men and women settled<br />

in rocky shelters in the mountains and islands formed by volcanic rock on the Pacific coast<br />

between 8000 and 4000 years ago.<br />

The main hypothesis of this book is to demonstrate that the current El Salvador was<br />

a densely populated space in which settled cultures created a political and cultural<br />

tradition through migratory dynamics and economic exchange. The common narrative of<br />

archaeological outreach centers historical wealth only in the center and west of the country<br />

and its link with the Mayan peoples of present-day Guatemala. However, until the arrival<br />

of the Spanish conquerors, in 1524, the development of ancient civilizations was extended<br />

throughout the territory and one of its richest sources of research is located in the eastern<br />

part of the country, currently San Miguel y <strong>La</strong> Unión.<br />

The pioneering studies of the 1960s and 1970s carried out in the eastern part of the<br />

country and the archaeological investigations of the last 25 years, show a total interaction<br />

in the territory at all stages of ancient history: since the Salvadoran Formative period (2000<br />

B.C. - 250 A.D.) until the contact with the Spanish in the sixteenth century. This changes<br />

the belief that all cultural development was only in the western area, especially in the<br />

Chalchuapa and Zapotitán Valley, and due to the relationship with the Mayan peoples.<br />

Abrigo rocoso, Gruta del Espíritu Santo,<br />

Corinto, departamento de Morazán.<br />

This chapter, which represents the heart of the book, reveals the evolution of the first<br />

human interactions in the territory in a chronological order until 1524, a year marked as<br />

the end of the Postclassic Period in El Salvador and Guatemala, and the beginning of the<br />

colonial period (1524-1821).<br />

36 37


Fragmento de cerámica del período Preclásico temprano.<br />

Sitio arqueológico Tacuscalco, Nahulingo,<br />

departamento de Sonsonate.<br />

Ceramic fragment of the Early Formative Period.<br />

Tacuscalco, Nahulingo, Sonsonate.<br />

Vasijas de cerámica con vertedera del sitio arqueológico Verapaz.<br />

Período Preclásico medio, departamento de San Vicente.<br />

Ceramic vessels with spout. Archaeological site Verapaz.<br />

Middle Formative Period, San Vicente.<br />

A lo largo y ancho del país, se localizan zonas arqueológicas que cuentan los procesos históricos de las<br />

civilizaciones antiguas, algunas incluso aún no han sido datadas plenamente respecto a su ocupación pero sus<br />

vestigios, especialmente los restos cerámicos, demuestran una ocupación constante entre 1500 años a.C. y<br />

aún después de la primera fundación de la villa de San Salvador, en 1525. Los flujos humanos transportaron<br />

conocimientos, cosmovisiones, intercambios económicos y tecnologías. <strong>La</strong> arqueología ha demostrado que esta<br />

dinámica permitió que en nuestro territorio se desarrollaran, desde la domesticación del maíz en el Preclásico<br />

temprano, hasta los grandes asentamientos humanos, que fueron verdaderas ciudades del periodo Posclásico.<br />

Muchos ejemplos demuestran que dentro de Mesoamérica existieron relaciones globales-locales. Para el caso<br />

de El Salvador, son representativas ciertas piezas y símbolos, como una escultura de piedra perteneciente al<br />

período Preclásico encontrada en la llamada Finca Rosita, en Santa Ana, que ehxhibe a un hombre sentado. Este<br />

tipo de “benchman” es parte de una tipología de representación de figuras humanas de estilo olmeca, por lo que<br />

la contextualización de la pieza ha sugerido un flujo de intercambio, político o de comercio, a través de objetos<br />

portátiles de zonas lejanas del actual México, hacia la costa del Pacífico.<br />

De la misma franja del Pacífico, los hallazgos de esculturas monumentales, llamadas comúnmente “Gordinflones”<br />

o “Barrigones”, y Cabezas monumentales de jaguar, encontradas en los actuales departamentos Ahuachapán,<br />

Santa Ana y Sonsonate, establecen una relación política entre grupos mayas en el Preclásico tardío. Esto ha<br />

podido establecerse gracias a las investigaciones de la última década, en la que la escultura monumental ha sido<br />

interpretada también como un símbolo de la consolidación de los estados en Mesoamérica.<br />

En cuanto a transformaciones culturales dentro del territorio, en el período Preclásico se registró un largo proceso<br />

de sedentarización de los grupos nómadas, alrededor del cultivo del maíz, que dio cabida a la construcción de<br />

asentamientos, especialmente domésticos, como El Carmen. Este fue el inicio de la cultura agraria. En cuanto a<br />

tecnología, la cerámica encontrada en los sitios de El Trapiche, en Chalchuapa, Quelepa, en San Miguel, y en las<br />

excavaciones de un entierro de Verapaz, en San Vicente, arrojan los usos tecnológicos, políticos y religiosos de<br />

materiales como la arcilla, el jade, la obsidiana y otros minerales.<br />

Hasta ahora, la arqueología ha demostrado que El Salvador ha sido siempre un espacio de mestizajes, de<br />

transformaciones culturales producto de las migraciones, que fueron desde experiencias de expansión de<br />

grupos dominantes hasta resistencias políticas. Pensar el espacio nacional sin las divisiones políticas actuales, en<br />

los que la centralidad depende de la actual capital es clave para comprender los tiempos y los espacios de los<br />

primeros humanos en este territorio.<br />

Vaso y vasija con vertedero. Período Preclásico medio.<br />

proveniente del sitio arqueológico<br />

Carcagua, departamento de Santa Ana,<br />

Vessels from the archaeological site Carcagua, Santa Ana,<br />

Middle Formative Period.<br />

38 39


Cuenco trípode con soporte de rostros humanos,<br />

(página opuesta) cuyo decorado interior tiene como figura<br />

central un cangrejo, rodeado por bandas con diseños<br />

geométricos y representaciones de serpientes. Periodo Clásico,<br />

sitio arqueológico Tazumal. Departamento de Santa Ana.<br />

Tripod bowl with support of human faces (next page), whose<br />

interior decoration has as a central figure a crab, surrounded by<br />

bands with geometric designs and snake representations.<br />

Classic Period. Found in Tazumal. Santa Ana.<br />

Archaeological zones that reveal the historical processes of ancient civilizations are located throughout the country,<br />

some have not been dated according to their occupation, but their vestiges, especially the pottery remains, demonstrate<br />

a constant occupation between 1500 years B.C. and even after the foundation of the town of San Salvador, in 1525.<br />

Human flows transported knowledge, world views, economic exchanges and technologies. Archeology has shown<br />

that this dynamic allowed our territory to develop, from the domestication of corn in the Early Formative Period, to<br />

monumental sculpture as a technique and as a ritual use in the Classic Period.<br />

There are many evidences that within Mesoamerica there were global-local relations since the Formative Period.<br />

In El Salvador certain pieces and symbols are representative, such as a stone sculpture belonging to the Formative<br />

Period found in Finca Rosita, in Santa Ana, which show a seated man. This type of “benchman” is part of a typology of<br />

representation of human figures of Olmec style, so the contextualization of the piece has suggested a flow of political<br />

or trade exchange, through portable objects, from remote areas of the current Mexico, towards our Pacific coast.<br />

From the same Pacific coast strip, the findings of monumental sculptures, commonly called Fat Men or<br />

Potbellies (Gordinflones or Barrigones), and monumental Jaguar Heads, found in current Ahuachapán, Santa<br />

Ana and Sonsonate, establish a political relationship between Mayan groups in the <strong>La</strong>te Formative. This has<br />

been established by the investigations of the last decade, in which the monumental sculpture has also been<br />

interpreted as a symbol of the consolidation of the states in Mesoamerica.<br />

As for cultural transformations within the territory, in the Formative Period there was a long process of sedentary<br />

settlement of nomadic groups, due to the cultivation of corn, which conducted to the construction of settlements,<br />

especially domestic ones, such as El Carmen. This was the beginning of the agrarian culture. As for technology,<br />

the pottery found in the archaeological sites of El Trapiche, in Chalchuapa, Quelepa, in San Miguel, and in the<br />

excavations of a burial of Verapaz, in San Vicente, demonstrate the technological, political and religious uses of<br />

materials such as clay, jade, obsidian and other minerals.<br />

Until now, archeology has shown that El Salvador has always been a space of miscegenation, of cultural<br />

transformations resulting from migrations, which went from experiences of expansion of dominant groups to<br />

political resistance. Thinking about the national space without the current political borders, is key to understanding<br />

the times and spaces of the first humans in this territory.<br />

40 41


Detalle de figuras gráfico rupéstres. Gruta del Espíritu Santo.<br />

Corinto, departamento de Morazán.<br />

Rock art detail. Espiritu Santo Grotto. Corinto, Morazán.<br />

Abrigos Rocosos<br />

y manifestaciones gráfico rupéstres<br />

Rock shelter and rock art<br />

Corinto, en Morazán, es el espacio <strong>más</strong> antiguo que testimonia la vida humana en el actual El Salvador.<br />

Alrededor de unos 9 mil años a.C., el abrigo rocoso, conocido como Gruta del Espíritu Santo, fue<br />

ocupado por grupos nómadas que dejaron, ade<strong>más</strong>, su <strong>huella</strong> para la ciencia y la historia mediante sus<br />

manifestaciones gráfico rupestres. Figuras humanas, manos y aves narran la presencia <strong>más</strong> antigua de<br />

humanos en nuestro suelo.<br />

Es crucial consignar la antigüedad del espacio para romper con uno de los principales mitos que dominó<br />

la arqueología en el país por mucho tiempo: considerar al río Lempa como una frontera cultural que<br />

dividía al país en dos identidades diferentes. Esta tesis fue acuñada por el viajero estadounidense John<br />

Lloyd Stephens a mediados del siglo XIX (Albarracín y Valdivieso, 2013, 61), y a partir de esta apreciación,<br />

varias generaciones de intelectuales y arqueólogos consideraron al río como una frontera con respecto<br />

a las culturas precolombinas del occidente. <strong>La</strong> tesis estuvo relacionada a una tendencia de nacionalismo<br />

alrededor de la arqueología, que buscaba una relación con los grupos étnicos del norte de Mesoamérica,<br />

como los olmecas y mayas. Sin embargo, el territorio salvadoreño es tan antiguo que sus ocupaciones<br />

han sido diversas en el tiempo y responden a los cambios ambientales, culturales, y económicos de las<br />

culturas paleoindias.<br />

Corinto, in Morazán, is the oldest territory that witnesses human life in present-day El Salvador. Around 9000<br />

years B.C., the rock shelter, known as the Espiritu Santo Grotto, was ocuppied by nomadic groups that also<br />

left their print for the science and history through its rock art manifestations. Human figures, hands and birds<br />

narrate the oldest presence of humans on our land.<br />

It is crucial to undestand the antiquity of the territory, to break with one of the main myths that dominated<br />

archeology in the country for a long time: considering the Lempa River as a cultural border that divided the<br />

country into two different identities. This thesis was coined by the American traveler John Lloyd Stephens in the<br />

mid-nineteenth century (Albarracín and Valdivieso, 2013, 61), and from this assessment, several generations of<br />

intellectuals and archaeologists considered the Lempa river as a border between the pre-columbian civilizations<br />

of the west and the east territories of El Salvador. The thesis was related to a trend of nationalism around<br />

archeology, which sought a relationship with ethnic groups in northern Mesoamerica, such as the Olmecs and<br />

Mayas. However, the Salvadoran land is so old that its occupations have been diverse over time and respond to<br />

the environmental, cultural, and economic changes of the Paleoindian cultures.<br />

Abrigo rocoso, Gruta del Espíritu Santo,<br />

Corinto, departamento de Morazán.<br />

(Ver en mapa No. 14)<br />

42 43


Los vestigios iconográficos del abrigo rocoso recogen<br />

diversos símbolos que son parte del lenguaje común<br />

del arte rupestre en el continente, fueron pintados<br />

en rojo, amarillo y negro, de origen mineral.<br />

Los asentamientos <strong>más</strong> atiguos del oriente de país, pertenecen a un periodo arcaico, miles de años antes del<br />

establecimiento de relaciones de sociedades dominantes del Preclásico. <strong>La</strong>s migraciones del sur, en la actual<br />

zona oriental, dejaron vestigios de uno de los asentamientos humanos <strong>más</strong> antiguos de Mesoamérica en los<br />

abrigos rocosos de Corinto, Morazán.<br />

Los vestigios iconográficos de la gruta del Espíritu Santo recogen diversos símbolos que son parte del lenguaje<br />

común del arte rupestre en el continente, fueron pintados en rojo, amarillo y negro con pigmentos de origen<br />

mineral. <strong>La</strong> arqueóloga Elisenda Coladan (1997) considera que Corinto no fue el único sitio de pinturas<br />

rupestre en la zona, y ha señalado también la constante migratoria en el lugar, dado el material cerámico del<br />

Preclásico y Posclásico tardío. En El Salvador, según el Atlas arqueológico de oriente (Amador, 2007), la mayoría<br />

de registros de esta manifestación se encuentran en oriente, en los sitios de la isla de Conchagua, <strong>La</strong> Pintada, la<br />

Cueva del Toro, El Indio, Yamabal y Rosas Coloradas.<br />

The most ancient settlements in the east of the country belong to the archaic period. Thousands years before<br />

the establishment of relations of dominant societies of the Formative. Migrations from the south, in the<br />

current eastern area, left traces of one of the oldest human settlements in Mesoamerica: the rock shelters<br />

of Corinto, Morazán.<br />

The iconographic vestiges of the Espiritu Santo Grotto in Corinto, Morazan, collect various symbols that are part<br />

of the common language of rock art on the continent, they were painted using red, yellow and black mineral<br />

pigments. Archaeologist Elisenda Coladan (1997) considers that Corinto was not the only site of cave paintings<br />

in the area, she pointed out that the constant migration at the site must also be considered, due to the vestiges<br />

of late Formative and <strong>La</strong>te Postclassic ceramic material found in the area. In El Salvador, according to the Atlas<br />

Arqueológico de Oriente (Amador, 2007), most records of this manifestation are located in the east, at the sites of<br />

the island of Conchagua, <strong>La</strong> Pintada, Cueva del Toro, El Indio, Yamabal and Rosas Coloradas.<br />

El primer registro de la gruta del Espíritu Santo se remonta a 1888,<br />

citada por el intelectual Santiago Ignacio Barberena. En 1913, Atilio<br />

Pecocorini reseñó su arte rupestre en Le journal de la societé des<br />

americanistes. En 1952 y 1958, el arqueólogo Wolfgang Haberland<br />

visitó Corinto y lo registró a través de un estudio científico. Según<br />

la tesis de Krishnangi Devi Ramírez (2019), es difícil establecer una<br />

datación precisa para los abrigos rocosos, por lo que propone mirar<br />

a la Centroamérica primigenia en relación a interacciones culturales y<br />

migratorias, y vincula Corinto con la Cueva del gigante en Honduras,<br />

dado que no son las fronteras nacionales las que dividen las regiones o<br />

los asentamientos paleoindios y precolombinos. <strong>La</strong> Cueva del gigante,<br />

según estudios de Scheffer, fue habitada en el año 9480 a.C.<br />

<strong>La</strong>s manifestaciones gráfico rupestres, reflejan las cosmovisiones, las<br />

representaciones y las tecnologías que desarrollaron los habitantes de<br />

las cuevas y las grutas, por lo general grupos de cazadores y recolectores<br />

que reflejan la movilidad humana unos 10 mil años atrás. Con el paso<br />

de los siglos, el lugar fue ocupado por otros grupos, que dejaron otros<br />

vestigios de su habitación, como la cerámica y otras herramientas.<br />

The iconographic vestiges of the grotto collect various symbols<br />

that are part of the common language of rock art on the<br />

continent. Painted in red, yellow and black mineral pigments.<br />

The first record of the the Espiritu Santo Grotto dates back to 1888, cited<br />

by the intellectual Santiago Ignacio Barberena. In 1913, Atilio Pecocorini<br />

reviewed its rock art in Le journal de la societé des americanistes. In<br />

1952 and 1958, archaeologist Wolfgang Haberland visited Corinto and<br />

recorded it through a scientific study, but it has been until the twentyfirst<br />

century that the grotto has been scientifically studied. According to<br />

the thesis of Krishnangi Devi Ramírez (2019), it is difficult to establish<br />

an accurate dating for rock shelters, so he proposes to look at primal<br />

Central America in relation to cultural and migratory interactions, and<br />

links Corinto with the Cueva del Gigante in Honduras, since it is not the<br />

actual national borders that divide the Paleoindian and pre-Columbian<br />

regions or settlements. The Cueva del Gigante, according to Scheffer’s<br />

studies, was inhabited in the year 9480 B.C.<br />

The rock art manifestations reflect the worldviews, representations and<br />

technologies that the inhabitants of the caves and grottos developed,<br />

usually hunters and gatherers groups, which reflect human mobility<br />

about 10 thousand years ago. Over the centuries, the place was<br />

inhabitated by other groups, who left other vestiges of their occupation,<br />

such as pottery and other tools.<br />

44 45


Costa del pacífico. Isla Periquito<br />

Pacific Coast<br />

Isla Periquito, frente a las costas del pueblo de San Cayetano, es una de las 32 islas que forman el<br />

golfo de Fonseca. Muchas de las islas, de origen volcánico y están formadas por rocas basálticas. El<br />

área, frontera marina entre Honduras, El Salvador y Nicaragua, ha sido, por lo mismo, disputado por<br />

las potencias coloniales desde el siglo XVIII, y es uno de los territorios <strong>más</strong> antiguos habitados por<br />

grupos sedentarios en la costa Pacífica del actual El Salvador.<br />

<strong>La</strong>s investigaciones de Heriberto Erquicia (2005), en tierra firme, islas e isletas del golfo, han<br />

localizado riqueza y variedad de material arqueológico, que narra la historia de nuestro territorio<br />

en una larga duración, desde las primeras locaciones sedentarias hasta la historia independiente<br />

de Centroamérica. En Periquito y de<strong>más</strong> islas, se documentan concheros, rastro de actividades de<br />

subsistencia de grupos sedentarios. <strong>La</strong> concha calcarea de algunos moluscos tuvo varios usos en<br />

este periodo: fue utilizada como cimientos para construciones, sus deshechos se transformaban en<br />

argamasa y en algunos sitios se usaron, también para rituales funerarios.<br />

<strong>La</strong> costa, con sus estuarios de manglares y sus accesos a alimentos y sal, fue el principal espacio de<br />

asentamiento humano sedentario en nuestro territorio. Como ahora, la naturaleza costera fue un<br />

ecosistema y un espacio de sociabilidad importante para los grupos humanos.<br />

Pruebas de carbono, realizadas en la década de 1990, por Paul Amaroli (2017), demostraron que<br />

en Isla Periquito la ocupación humana <strong>más</strong> antigua puede situarse 1800 años a.C., En los concheros,<br />

se identificaron deshechos prehistóricos de moluscos, crustáceos y otras especies marinas que<br />

constituyeron la dieta y recursos de subsistencia de grupos paleoindios.<br />

Por su biodiversidad y ubicación geográfica, las islas del golfo y su tierra firme fueron ocupadas en<br />

diversos momentos históricos, hasta convertirse en espacio geopolítico estratégico en disputa en<br />

el siglo XIX, después de la disolución de la Federación Centroamericana en 1839. Por lo mismo el<br />

golfo de Fonseca constituye una de las fuentes <strong>más</strong> ricas de la arqueología para explorar sobre el<br />

territorio nacional.<br />

Islas del Golfo de Fonseca.<br />

<strong>La</strong> evidencia encontrada en los<br />

concheros, a lo largo de la costa<br />

Pacífica es una de las fuentes<br />

primordiales para la investigación del<br />

periodo Formativo, como evidencia<br />

del proceso de sedentarización de los<br />

primeros grupos humanos.<br />

The evidence found in the shell sites,<br />

along the Pacific coast is one of the main<br />

sources for the investigation<br />

of the Formative Period, as evidence of<br />

the sedentarization process of the first<br />

human groups.<br />

(Ver en mapa No. 24)<br />

Periquito Island, located off the coast of San Cayetano, is one of the 32 islands of the Golfo de Fonseca. This islands are of volcanic origin and are formed<br />

by basaltic rocks. This area is the border between Honduras, El Salvador and Nicaragua, and has been, therefore, disputed by colonial powers since the<br />

eighteenth century, is one of the oldest territories inhabited by sedentary groups on the Pacific coast of present-day El Salvador.<br />

The investigations of Heriberto Erquicia (2005), on the mainland, and the gulf islands have found a variety of rich archaeological material, which tells the<br />

history of our territory for a long period of time, from the first sedentary locations to the independent history of Central America. In Periquito and other<br />

islands, shell sites are documented as an evidence of subsistence activities of sedentary groups. The shells had various uses in this period: they were used<br />

as foundations for constructions, their waste was transformed into mortar and in some places, they were used, also for funeral rituals.<br />

The coast, with its mangrove estuaries and access to salt and food, was the main space for sedentary human settlement in our territory. The coastal<br />

nature was an ecosystem and an important sociability space for human groups and until today it has remain.<br />

Carbon tests carried out in the 1990s by Paul Amaroli (2017) showed that the oldest human occupation in Periquito Island can be 1800<br />

years B.C. In the shell sites, prehistoric wastes of molluscs, crustaceans and other marine species that constituted the diet and subsistence<br />

resources of Paleoindian groups were founds.<br />

Due to its biodiversity and geographical location, the Gulf of Fonseca, its Islands and its mainland were occupied at various historical moments, until it<br />

became a strategic geopolitical space in dispute in the nineteenth century, after the dissolution of the Central American Federation in 1839. Therefore,<br />

the Gulf de Fonseca is one of the richest sources of archeology to explore on the national territory.<br />

46 47


Debido a la rica biodiversidad de los manglares<br />

en la costa del Pacífico los primeros grupos<br />

humanos se establecieron en un espacio<br />

sostenible para su sedentarización.<br />

Due to the rich biodiversity of mangroves on the<br />

Pacific coast, the first human groups established<br />

themselves in a sustainable space for their<br />

sedentary life.<br />

About 1500 years B.C., several human groups settled in the plain near<br />

the mangroves on the shore of the Pacific Ocean, in actual Ahuachapán.<br />

The mangroves offered these inhabitants food and other subsistence<br />

products. The area, now known as El Carmen, had a domestic use, so<br />

it is recognized as the oldest place inhabited by sedentary cultures<br />

in our country. The first sedentary groups in Mesoamerica settled on<br />

the banks of rivers and coasts, as El Carmen demonstrates, since<br />

river systems allowed access to subsistence resources, especially fish,<br />

molluscs and salt. Before settlement, about 3 thousand years B.C., the<br />

sea level was higher and the mangrove was located within the ocean.<br />

The site was discovered by Paul Amaroli in 1986, during an exploration<br />

in the Cara Sucia region, in Ahauchapán. Subsequent investigations<br />

by Arthur Demarest, Amaroli and Bárbara Arroyo (1989), concluded<br />

that the pottery found belonged to the Formative Period. These are<br />

“tecomates” decorated with red lines, in addition, they found three<br />

furnaces and housing structures with mud floors and garbage dumps,<br />

so the function of the first occupation of the site was domestic.<br />

El Carmen<br />

Unos 1500 años a.C., varios grupos humanos se asentaron en la planicie cercana a los manglares a la orilla<br />

del océano Pacífico, en las costas de Ahuachapán. Los manglares ofrecieron a esos habitantes alimentos<br />

y otros productos de subsistencia. El espacio, conocido ahora como El Carmen, tuvo un uso doméstico,<br />

por lo que se reconoce como el lugar <strong>más</strong> antiguo habitado por culturas sedentarias en nuestro país. Los<br />

primeros grupos sedentarios en Mesoamérica se asentaron en las orillas de los ríos y las costas, como<br />

bien demuestra El Carmen, pues los sistemas fluviales permitían acceder a recursos de subsistencia,<br />

especialmente peces, moluscos y sal.<br />

El sitio fue descubierto por Paul Amaroli en 1986, durante una exploración en la región de Cara Sucia,<br />

en Ahauchapán. <strong>La</strong>s investigaciones posteriores de Arthur Demarest, Amaroli y Bárbara Arroyo (1989),<br />

concluyeron que la cerámica encontrada perteneció al periodo Formativo o Preclásico temprano. Se<br />

trata de cerámica fitomorfa designada como tecomates decorados con líneas rojas, ade<strong>más</strong>, localizaron<br />

tres hornos y estructuras de vivienda con piso de barro y basureros, por lo que la función de la primera<br />

ocupación del sitio fue doméstica.<br />

<strong>La</strong>s fechas en que el área fue habitada han sido datadas según resultados de carbono 14: alrededor de<br />

1500 a.C. Según los investigadores, para ese momento “no se habían obtenido fechas tan tempranas ...<br />

en el Sur de Mesoamérica” (Amaroli et al, 1989, 7), lo cual significa una evolución temprana en la costa<br />

pacífica mesoamericana, una complejidad cultural reflejada en los usos de las tecnologías con la que la<br />

obsidiana, la piedra y la cerámica fueron trabajadas por los habitantes de El Carmen.<br />

Los asentamientos <strong>más</strong> antiguos del actual El Salvador demuestran que el flujo migratorio fue constante<br />

entre los primeros habitantes de la costa pacífica. Por la misma riqueza, los sitios fueron repoblados<br />

en diversos momentos históricos, hasta la llegada de los españoles en el siglo XVI y aún después de la<br />

implantación del sistema colonial.<br />

(Ver en mapa No. 17)<br />

According to carbon-14 dating, the area was inhabited around 1500<br />

B.C. According to the researchers, by that time “no such early dates<br />

had been obtained ...in Southern Mesoamerica” (Amaroli et al, 1989,<br />

7), which shows an early evolution on the Mesoamerican Pacific coast,<br />

a cultural complexity reflected in the uses of technologies with which<br />

obsidian, stone and pottery were worked by the inhabitants of El<br />

Carmen.<br />

The oldest settlements in present-day El Salvador demonstrate that the<br />

migratory flow was constant among the first inhabitants of the Pacific<br />

coast. Due to the richness of this land, the sites were repopulated<br />

at various historical moments, until the arrival of the Spaniards in<br />

the sixteenth century and even after the implantation of the colonial<br />

system.<br />

Fragmentos cerámicos de “tecomates”, sitio<br />

arqueológico El Carmen, departamento de<br />

Ahuachapán, periodo Preclásico temprano.<br />

“Tecomates” clay fragments, El Carmen,<br />

Ahuachapán, Early Formative Period.<br />

48 49


Piedra de las Victorias<br />

<strong>La</strong> Piedra de las Victorias, Monumento 12 de Chalchuapa, es una de las piezas que atestiguan<br />

los intercambios culturales en la actual zona arqueológica de Chalchuapa. Fue documentado<br />

por Stanley Boggs en la Finca <strong>La</strong>s Victorias, en una sección conocida por la tradición oral como<br />

“Tablón del dibujo” en la década de 1940, y pertenece al periodo Preclásico, su construcción<br />

pudo realizarse entre 900 a 400 a.C. Según Shione Shibata, la cultura olmeca tuvo presencia en<br />

Atiquizaya en el periodo Preclásico.<br />

Otras piezas encontradas en El Salvador, como el “Benchman” de Finca Rosita, Santa Ana,<br />

demuestran esta vinculación. <strong>La</strong> cultura olmeca fue la primera en alcanzar una interpretación<br />

jerárquica en Mesoamérica, y se expandió por la costa atlántica de México, especialmente en<br />

<strong>La</strong> Venta, actual Tabasco, y San Lorenzo, actual Veracruz.<br />

Desde 1940, existen diversas hipótesis alrededor del monumento 12. <strong>La</strong> primera interpretación<br />

de Stanley Boggs fue la representación en conjunto de los cuatro personajes, entre ellos un<br />

jefe y un comerciante (Baxter, 2008: 111). <strong>La</strong> interpretación de personajes de poder continuó<br />

hasta finales del siglo XX. Según William Fowler: “es posible que la escultura de <strong>La</strong>s Victorias<br />

conmemora una visita de personajes principales, quizás diplomáticos o mercaderes, de la<br />

tierra olmeca a Chalchuapa, pero sería <strong>más</strong> factible, como diría [Arthur] Demarest, que la<br />

piedra de <strong>La</strong>s Victorias resultó de contactos entre Chalchuapa y otro centro del gran nexo<br />

de interacción <strong>La</strong> Blanca o Takalik Abaj, en la costa del Pacífico de Guatemala, donde existían<br />

varios cacicazgos poderosos e independientes” (1995: 64).<br />

En 2008, un nuevo aporte interpretativo del monumento fue planteado en la tesis de George<br />

Charles Baxter Giammatei (2008), quien realizó un análisis iconográfico comparativo entre la<br />

piedra de <strong>La</strong>s Victorias y otros monumentos de tipo olmeca. Baxter sostiene que los cuatro<br />

personajes tallados son acompañados de representaciones del maíz y la tierra, por lo que<br />

expresa que el monumento está dedicado a la fertilidad y al cultivo del maíz (2008:141-144).<br />

Stone of <strong>La</strong>s Victorias, Monument 12 of Chalchuapa, is one of the pieces that attest to cultural<br />

exchanges in the current archaeological zone of Chalchuapa. It was found by Stanley Boggs at <strong>La</strong>s<br />

Victorias Farm, in a seccion known for oral tradition as “Tablón del dibujo” (drawing board) in the<br />

1940s, and belongs to the Formative Period, its construction could be carried out between 900<br />

to 400 B.C. According to Shione Shibata, the Olmec culture had a presence in Atiquizaya in the<br />

Formative Period.<br />

Other pieces found in El Salvador, such as the Benchman of Finca Rosita, Santa Ana, demonstrate<br />

this contact. The Olmec culture was the first to achieve a hierarchical interpretation in<br />

Mesoamerica, and expanded along the Atlantic coast of Mexico, especially in <strong>La</strong> Venta, current<br />

Tabasco, and San Lorenzo, current Veracruz.<br />

Since 1940, there are several hypotheses around Monument 12. The first interpretation of Stanley<br />

Boggs was the joint representation of the four characters, including a leader and a merchant<br />

(Baxter, 2008: 111). The representation of power characters continued until the end of the<br />

twentieth century. According to William Fowler “it is possible that the sculpture of <strong>La</strong>s Victorias<br />

commemorates a visit by leading figures, perhaps diplomats or merchants, of the Olmec land to<br />

Chalchuapa, but it would be more feasible, as [Arthur] Demarest would say, that the stone of <strong>La</strong>s<br />

Victorias turned out of contacts between Chalchuapa and another center of the great interaction<br />

between <strong>La</strong> Blanca or Abaj Takalik, on the Pacific coast of Guatemala, where there were several<br />

powerful and independent cacicazgos”(1995: 64).<br />

In 2008, a new interpretative contribution of the monument was raised in the thesis of George<br />

Charles Baxter Giammatei (2008), who performed a comparative iconographic analysis between<br />

the Stone of <strong>La</strong>s Victorias and other Olmec-type monuments. Baxter argues that the four carved<br />

characters are accompanied by representations of corn and earth, and he says that the monument<br />

is dedicated to fertility and the cultivation of corn (2008: 141-144).<br />

Vista de cuatro personajes.<br />

Durante mucho tiempo se ha<br />

sostenido que esta escultura es<br />

el monumento no portatil, de<br />

estilo olmeca, localizado <strong>más</strong><br />

al sur de Mesoamérica. Para<br />

algunos investigadores estos<br />

simbolos representan el culto a<br />

la fertilidad.<br />

<strong>La</strong> piedra fue encontrada<br />

en Finca <strong>La</strong>s Victorias en<br />

Chalchuapa y se exhibe en el<br />

sitio arqueológico Tazumal.<br />

Perspective of four characters.<br />

It has long been argued that this<br />

sculpture is the non-portable<br />

monument, in the Olmec<br />

style, located further south<br />

of Mesoamerica. For some<br />

researchers these symbols<br />

represent the cult of fertility.<br />

The stone was found at<br />

<strong>La</strong>s Victorias Farm and<br />

is shown in Tazumal.<br />

(Ver en mapa No. 4)<br />

50 51


Verapaz<br />

En 2001, las excavaciones de rescate arqueológico de un entierro del Preclásico<br />

medio en Verapaz, en San Vicente, abrieron una veta para la investigación<br />

sobre las prácticas funerarias prehispánicas, pues su ofrenda constituye el<br />

mayor hallazgo arqueológico para el periodo. Como antecedente, entre<br />

1967 y 1978, varios arqueólogos habían encontrado enterramientos en<br />

diversos sitios arqueológicos pero ninguno mostraba tal cantidad de ofrendas<br />

como el de Verapaz. Como ha apuntado Heriberto Erquicia, son pocos los<br />

asentamientos prehispánicos localizados en el Valle de Jiboa; sin embargo, el<br />

espacio fue poblado constantemente entre los periodos Preclásico, Clásico y<br />

Posclásico, por los beneficios ambientales del entorno fluvial.<br />

<strong>La</strong> ofrenda del entierro de Verapaz actualmente es exhibida la Sala de Entierros<br />

prehispánicos, en el Museo Nacional de Antropología y está formada por<br />

22 objetos cerámicos, entre cántaros, tecomates, cuencos, platos, objetos<br />

ornamentales y misceláneas, siete piezas líticas, objetos de obsidiana como<br />

navajas y puntas de lanza; también un objeto ornamental que consiste en un<br />

pendiente antropomorfo de piedra verde (Erquicia, 2001, 5). Los materiales<br />

de las ofrendas y los lugares del entierro se vinculan a la relación cultural y<br />

política de los personajes enterrados; sin embargo, alrededor del entierro no<br />

se registraron estructuras prehispánicas.<br />

Erquicia concluyó que el entierro primario estaba constituido por dos o<br />

<strong>más</strong> individuos adultos e infantes enterrados simultáneamente (2001, 9). <strong>La</strong><br />

investigación concluye que el personaje enterrado tenía importancia social o<br />

política y fue enterrado junto a otras personas que lo acompañarían en su<br />

viaje al inframundo (MUNA, 2016).<br />

(Ver en mapa No. 11)<br />

Vista del Valle de Jiboa al fondo del volcán de San Vicente.<br />

El hallazgo de Verapaz en las planicies que rodean el<br />

volcán de Chinchontepec constituye la ofrenta funeraria<br />

<strong>más</strong> grande encontrada hasta la fecha y permite<br />

establecer que fue habitado por grandes poblaciones. Los<br />

materiales de las ofrendas y los lugares del entierro se<br />

vinculan a la relación cultural y política de los personajes<br />

enterrados.<br />

The discovery of Verapaz in the plains surrounding the<br />

Chinchontepec volcano, constitutes the largest funeral<br />

offer found to date and allows to establish that it was<br />

inhabited by large populations. The materials of the<br />

offerings and places of burial are linked to the cultural<br />

and political relationship of the buried characters.<br />

In 2001, archaeological excavations of a burial of the Middle Formative period in Verapaz, San Vicente, were key for research on pre-Hispanic funeral<br />

practices, as their offering constitutes the greatest archaeological finding for the period. Between 1967 and 1978, several archaeologists had found<br />

burials in various archaeological sites but none showed as many offerings as Verapaz’s. As Heriberto Erquicia has pointed out, there are few pre-<br />

Hispanic settlements located in the Jiboa Valley; however, that area was constantly populated between the Formative, Classic and Postclassic periods<br />

due to the environmental benefits of the Jiboa river.<br />

The burial offering of Verapaz is currently exhibited in the Hall of Pre-Hispanic burials in the Museo Nacional de Antropología and consists of 22<br />

pottery objects, including crocks, tecomates, bowls, plates, ornamental and miscellaneous objects, seven lithic pieces, objects of obsidian such as<br />

lacquers, knives and spearheads; also an ornamental object consisting of an anthropomorphic green stone slope (Erquicia, 2001, 5). The materials<br />

of the offerings and places of burial are linked to the cultural and political relationship of the buried characters; however, there were no pre-Hispanic<br />

structures around the burial.<br />

Erquicia concluded that the primary burial consisted of two or more adult and infant individuals buried simultaneously (2001, 9). The investigation concludes<br />

that the buried character had social or political importance and was buried along with other people who would accompany him on his trip to the underworld<br />

(MUNA, 2016).<br />

52 53


El Trapiche<br />

En El Trapiche, en la zona arqueológica de Chalchuapa, en Santa Ana,<br />

han sido registradas pirámides, entierros y esculturas de piedra. Ade<strong>más</strong>,<br />

piezas cerámicas de 1200 a 900 a.C. Entre 1977 y 1978, el arqueólogo<br />

William Fowler realizó una excavasión en el montículo E3-7, y encontró<br />

33 entierros (Shibata et al, 2013, 462). Los entierros podían pertenecer<br />

a un sacrificio ya que “Algunos de ellos mostraban <strong>huella</strong>s de haber sido<br />

“atados” de los pies y de los brazos (Fowler, 1984)”. <strong>La</strong>s investigaciones de<br />

Shione Shibata, Nobuyuki Ito, Kanji Tanaka y Yasushi Tanaka, publicadas en<br />

2013, han logrado establecer las actividades de la producción escultórica<br />

relacionada en el Preclásico. En este sentido, se confirma una relación<br />

estrecha entre El Trapiche y las Tierras altas Mayas en el periodo. Los<br />

investigadores encontraron varias esculturas de piedra, como dos cabezas<br />

de jaguar, que fueron colocadas antes de la erupción volcánica del Ilopango,<br />

y después fueron cubiertas.<br />

<strong>La</strong> importancia de las esculturas reside en dos aspectos: la representación<br />

de lo monumental e intercambio de conocimientos escultóricos, pues<br />

según los investigadores comparten rasgos con las culturas olmeca y maya.<br />

En ambas culturas, las piezas monumentales eran esculpidas frente a la<br />

estructura o en la plaza, como han sido señalados los hallazgos de El Trapiche.<br />

Los arqueólogos concluyen que “podría tratarse de una adaptación local<br />

de un concepto escultórico de otra región cultural”, que fue adoptado o<br />

modificado para adecuarse a los ritos particulares de la zona.<br />

A través de un sondeo geofísico se determinó que después de la erupción<br />

de Ilopango, el espacio volvió a ser ocupado, lo cual “confirmó una<br />

secuencia continua del periodo Preclásico Tardío al Clásico en El Trapiche”.<br />

<strong>La</strong> región de Chalchuapa sostuvo un intercambio étnico y cultural con las<br />

culturas del norte, hoy en día es uno de los sitios <strong>más</strong> ricos de la investigación<br />

arqueológica del país.<br />

In El Trapiche, archaeological zone of Chalchuapa, Santa Ana, pyramids,<br />

burials and stone sculptures have been recorded. In addition, ceramic pieces<br />

from 1200 to 900 B.C. were found. Between 1977 and 1978, archaeologist<br />

William Fowler excavated the mound E3-7, and found 33 burials (Shibata<br />

et al, 2013, 462). Burials could belong to a sacrifice since “Some of them<br />

showed traces of having been “tied” from the feet and arms (Fowler 1984).”<br />

The investigations of Shione Shibata, Nobuyuki Ito, Kanji Tanaka and Yasushi<br />

Tanaka, published in 2013, have managed to establish the activities of related<br />

sculptural production in the Early Formative period. In this sense, a close<br />

relationship between El Trapiche and the Mayan Highlands in the period is<br />

confirmed. The researchers found several stone sculptures, such as two jaguar<br />

heads, which were placed there before the volcanic eruption of Ilopango.<br />

El Trapiche sigue siendo un centro de investigación en occidente.<br />

Entre 2015 y 2018, las excavaciones encontraron nuevas piezas<br />

cerámicas y líticas, entre ellas un fragmento de estela tallada,<br />

cuyo análisis glífico preliminar lo relaciona al calendario maya en<br />

la cuenta larga del 7 Baktún, según Nobuyuki Ito (2018: 22).<br />

The sculptures are relevant because they represent the exchange of<br />

sculptural knowledge, according to the researchers the finding in El Trapiche<br />

shares features with the Olmec and Mayan cultures. In both cultures, the<br />

monumental pieces were sculpted in front of the structure or in the square.<br />

Archaeologists conclude that “it could be a local adaptation of a sculptural<br />

concept from another cultural region”, which was adopted or modified to suit<br />

the particular rites of the area.<br />

El Trapiche remains a research center in the West. Between 2015<br />

and 2018, the excavations found new ceramic and lithic pieces,<br />

among them a fragment of carved stelae, whose preliminary glyphic<br />

analysis relates it to the Mayan calendar in the long account of 7<br />

Baktún, according Nobuyuki Ito (Ito, 2018: 22).<br />

The geophysical survey has determined that after the eruption of Ilopango, this<br />

space was reoccupied, which “confirmed a continuous sequence of the <strong>La</strong>te<br />

Formative to Classic Period in El Trapiche.” The Chalchuapa region sustained<br />

an ethnic and cultural exchange with the northern cultures. Today is one of the<br />

richest areas of archaeological research in the country.<br />

(Ver en mapa No. 7)<br />

54 55


Escultura monumental durante el periodo Formativo<br />

Monumental sculpture during<br />

the Formative Period<br />

El territorio que ahora ocupa El Salvador vio florecer, hace por lo menos 23 siglos, un mosaico de asentamientos humanos con un<br />

sistema de Ciudades-Estado cuya interacción social, económica y política estimuló el surgimiento de rasgos culturales que fueron<br />

el gérmen de la civilización maya.<br />

En esta zona se desarrolló el cómputo del tiempo mirando el horizonte y el cielo nocturno, marcando la salida del sol y<br />

usando cerros y montañas como puntos de referencia en el horizonte. Los movimientos de los astros fueron estudiados y este<br />

conocimiento hizo parte de una tradición cultural legada en el calendario mesoamericano. El cacao, el maíz, los tomates, chiles,<br />

calabazas, frijoles, aguacates, entre muchos otros cultivos, hicieron parte de esta cultura y caracterizan la riqueza de un territorio<br />

constituido entre la cordillera volcánica y el océano pacífico, con el beneficio de fértiles tierras, ríos, lagos y agua en abundancia.<br />

El cómputo del tiempo es importante para los pueblos mesoamericanos. Los mayas comenzaron a tallar en piedra los signos<br />

calendáricos a partir del baktun 7 (período de 144000 días que da inicio en el año 354 a.C.), pero su fecha de inicio de la cuenta<br />

larga se ubica en el baktun 0, correspondiente en nuestro calendario al año 3114 a.C. Un signo correspondiente a este sistema<br />

de cómputo del tiempo es el Uinal, unidad de 20 días, que aparece grabado en la estela 1 de Chalchuapa. <strong>La</strong> escritura jeroglífica,<br />

a una columna de este monumento, demuestra el innovador sistema logo silábico propio del período Preclásico Tardío, también<br />

llamado Formativo Tardío (250 a.C. al 250 d.C., correspondiente a los baktunes 7 y 8 de la cuenta larga maya).<br />

<strong>La</strong>s Estelas talladas revelan los retratos de gobernantes. El monumento 1 de Chalchuapa lo muestra sentado y con su brazo<br />

izquierdo extendido. Su postura recuerda las representaciones de los reyes sagrados de la cultura maya, que se desarrolló en los<br />

actuales territorios de Petén, Belice, Yucatán y el suroccidente de Honduras hacia el período Clásico (600-900 d.C. que comprende<br />

los baktunes 9 y 10). El monumento 1 de Chalchuapa es unos 500 años <strong>más</strong> antiguo, lo que supone la existencia de reyes sagrados<br />

en el occidente de lo que ahora conforma El Salvador, antes del surgimiento del llamado esplendor de la civilización maya.<br />

<strong>La</strong> franja del pacífico es la región donde se han localizado nueve sitios arqueológicos que contienen retratos de gobernantes del<br />

período Formativo Tardío. Dos de ellos se localizan en el actual territorio salvadoreño. <strong>La</strong> arqueología del occidente de El Salvador<br />

demuestra que los retratos de gobernantes tallados en piedra, conocidos con el nombre de estelas, hacen parte del desarrollo de<br />

un modelo social que articula el culto a los ancestros con un sofisticado sistema de genealogías ancestrales, o linajes, vinculado a<br />

la conformación de territorios, cómputo del tiempo y representaciones de poder sagrado.<br />

The current political margins of El Salvador blossomed 23 centuries ago to a variety of human settlements grouped under a system of city-states,<br />

whose social, economic and political interaction gave rise to cultural features seminal to maya civilization.<br />

This area saw the development of nocturnal sky watchers and observation of the horizon during sunrise using mountains and volcanos as steady<br />

markers. Astronomical observations were refined and that knowledge grew to a cultural heritage embedded in the mesoamerican calendar. Cacao,<br />

maize, tomato, peppers, squash, beans, avocado, among many more crops, nurtured human complex organizations and culture and identify the<br />

wealth of a territory settled between the volcanic chain of the pacific and the ocean, enriched by fertile lands, and abundant water, rivers and lakes.<br />

Time computing is important for mesoamerican people. The maya first carved in stone calendrical signs during the 7o baktun (a period of<br />

144000 days, inaugurated in 354 B.C.), but their initial long count date is set to baktun 0, corresponding to 3114 B.C. A Uinal sign, or a 20 day<br />

count in this computing system was carved in Chalchuapa monument 1. The one column arrangement of the hieroglyphic script of this monument<br />

is characteristic of the innovative logo-syllabic system of the <strong>La</strong>te Formative, also known as Formative Period (250 B.C. – 250 A.D., corresponding<br />

to baktun 7 and 8 of the maya long count).<br />

Carved stelae are usually used to depict ruler portraits. Chachuapa monument 1 shows the ruler seated with left arm extended. His body posture<br />

brings to mind images of sacred maya rulers spread over Peten, Belize, Yucatan and southwestern Honduras during the Classic Maya Period (600-<br />

900 A.D., carved in the long count calendar during baktun 9 and 10). But Chalchuapa monument 1 is some 500 years older, which reveals the<br />

existence of sacred rulers in the current territories of El Salvador, before the rise of maya civilization.<br />

The Pacific coast of southern Mesoamerica is the region where nine archaeological sites contain ruler portraits during the <strong>La</strong>te Formative Period.<br />

Two of them are located in the current territories of El Salvador. Western El Salvador´s archaeology proves that ruler portraits, known as stelae,<br />

were part of a social model linking ancestor cults with a sophisticated genealogy system, related to political territories, time computing and sacred<br />

power representations.<br />

Monumento 1 de Chalchuapa: Fragmento de estela tallada<br />

con 8 columnas de escritura jeroglífica. Período Formativo<br />

Tardío (llamado también preclásico tardío). Este monumento<br />

inaugura el culto al gobernante y fue colocado al pie de<br />

la escalinata principal de la pirámide <strong>más</strong> alta de la zona<br />

arqueológica de Chalchuapa, conocida como El Trapiche.<br />

Chalchuapa Monument 1: carved stele fragment with eight<br />

columns of hieroglyphic writing. Formative Period.<br />

This monument represents the beginning of the cult to the<br />

ruler and was placed at the bottom of the main stairway of<br />

the highest pyramid of El Trapiche. Chalchuapa.<br />

56 57


Monumento 1 de Ataco. Fragmento inferior de estela<br />

tallada que representa un gobernante de pie sobre un glifo<br />

que contiene el nombre antiguo de su territorio. Ambas<br />

piernas van decoradas con tres cuentas circulares en cada<br />

tobillo. Cerca de su pie derecho se observa un elemento<br />

precursor del signo del cargador del día en el calendario<br />

Maya. Dicho motivo está asociado a emanaciones de<br />

líquidos vitales, relacionados con los ritos de sacrificio que<br />

ejecuta el gobernante.<br />

Ataco Monument 1. Lower fragment of carved stelae<br />

representing a ruler standing on a glyph containing the ancient<br />

name of its territory. Both legs are decorated with three<br />

circular beads on each ankle. Near its right foot a precursor<br />

element of the sign of the charger of the day is observed in the<br />

Mayan calendar. This reason is associated with emanations of<br />

vital liquids, related to the rites of sacrifice that the sovereingn.<br />

Región de Ciudades-Estado<br />

A City-State region<br />

Una región de Ciudades-Estado se desarrolló durante el formativo tardío en el sureste<br />

de Mesoamérica, comprendiendo el occidente de El Salvador, la costa pacífica de<br />

Guatemala y sus tierras altas adyacentes, también forman parte de esta región los<br />

territorios costeros y montañosos del estado de Chiapas.<br />

Estos monumentos con escenas de gobernantes y de traspasos de mando, son la<br />

base para argumentar que la vertiente del pacífico es fundamental para entender los<br />

orígenes de la civilización maya. Los textos jeroglíficos escritos a una columna, y los<br />

monumentos con fechas dedicatorias de cuenta larga <strong>más</strong> antiguos del área maya,<br />

proceden de la franja del pacífico. Es así que la Estela 1 de Chalchuapa es contemporánea<br />

con la estela 10 de Kaminaljuyú, actual Guatemala, la Estela 1 de El Baúl, Escuintla (11 y<br />

37 d.C.), la Estela 2 de Chiapa de Corzo (36 a.C.), actual México y la Estela 2 de Takalik<br />

Abaj (39-19 a.C.), actual Guatemala.<br />

(Ver en mapa No. 2)<br />

A city-state region developed during the <strong>La</strong>te Formative Period in southeastern Mesoamerica,<br />

comprising western El Salvador, the Pacific Coast of Guatemala and adjacent highlands, and<br />

the coastal and highland region of Chiapas.<br />

The monuments depicting rulers taking office, and/or power handover are fundamental to<br />

argue that the pacific coast region is seminal to maya civilization. The earliest one column<br />

scripts and long count dates of the maya area belong to this region. Chalchuapa monument<br />

1 is contemporary of Kaminaljuyú Stelae 10, current Guatemala, El Baúl Stelae 1, dating to<br />

11 and 37 A.D., current Escuintla, Guatemala, Chiapa de Corzo, Stelae 2 dating to 36 B.C.,<br />

current México, And Takalik Abaj Stelae 2 dating to 39-19 B.C., current Guatemala.<br />

58 59


Casa Blanca llegó a ser un importante sitio maya entre los<br />

años 200 a.C. y 250 d.C. El sitio tuvo varias ocupaciones, la<br />

<strong>más</strong> temprana fue ubicada 5000 años atrás y la <strong>más</strong> tardía en<br />

el periodo Posclásico tardío. <strong>La</strong> estela lisa que se observa en la<br />

imagen está colocada frente a un altar.<br />

Casa Blanca became an important Mayan site between the<br />

years 200 B.C. and 250 A.D. The site had several occupations, the<br />

earliest was registered 5000 years ago and the latest in the late<br />

Postclassic Period. The plain stelae is located front an altar.<br />

Estelas lisas y altares<br />

Plain stelae and altars<br />

<strong>La</strong> importancia de las estelas lisas y altares se aprecia en la<br />

conmemoración de eventos calendáricos con la colocación<br />

de estelas en lugares públicos, muchas veces, acompañadas de<br />

piedras circulares y aplanadas, que servían como altares. Esta<br />

tradición dio inicio alrededor del año 900 a.C. en las tierras<br />

altas de Guatemala y en el occidente de El Salvador, con la<br />

colocación de columnas de basalto en plazas, al pie de las<br />

escalinatas de edificios piramidales, o en sitios sagrados como<br />

manantiales y observatorios astronómicos.<br />

Plain stelae and altars were used to commemorate relevant<br />

events. Planting stones in the shape of stelae in public spaces and<br />

accompanying them with round altars was a practice around 900<br />

B.C. in the Guatemalan highlands and western El Salvador that<br />

endured through time. Columnar basalt stelae were placed in public<br />

plazas, in the central axis of the stairways of pyramidal structures,<br />

sacred spaces as springs, and astronomical observatories.<br />

(Ver en mapa No. 6)<br />

60


Monumento I, Santa Leticia, Apaneca<br />

departamento de Ahuachapán.<br />

Monumento 2<br />

Monumento 3<br />

Gordinflones o Barrigones de Santa Leticia<br />

The Potbellies of Santa Leticia<br />

El culto al ancestro, fundamental en la construcción del territorio, compañero en el sistema cultural<br />

y social del registro del paso del tiempo, se vinculaba con el derecho sobre las tierras de cultivo<br />

de una comunidad. <strong>La</strong> nobleza, y los gobernantes eran enterrados en recintos preparados dentro<br />

de estructuras piramidales; los pobladores de las aldeas y villas, agricultores de tiempo completo,<br />

usaban el suelo debajo de la casa de habitación para enterrar a sus ancestros, y mantener fijo el<br />

punto que los vinculaba a su lugar de origen.<br />

Los monumentos que representan seres obesos asexuados, tallados sobre grandes rocas de<br />

basalto, con las manos sobre el cuerpo, mejillas mofletudas, labios en actitud de soplar y ojos<br />

cerrados, llamados popularmente “barrigones o gordinflones”, son esculturas que representarían<br />

el culto al ancestro, o bien representaciones de un dios obeso. En El Salvador, existen ejemplos<br />

de esta tradición cuyas dimensiones son notables. Su región de procedencia es la cordillera de<br />

Apaneca, tres en el sitio arqueológico conocido como Santa Leticia y uno en la isla Teopan del<br />

lago de Coatepeque. Existen también ejemplos de barrigones miniatura, algunos de ellos han<br />

sido localizados en Chalchuapa y en Ataco. <strong>La</strong> tradición de los barrigones es común al sureste<br />

de Mesoamérica y sus representaciones se extienden desde el sur de Chiapas hasta Nicaragua.<br />

Ancestor cult, fundamental in the building of territories, companion in the social and cultural system of<br />

the reckoning of time, was linked to the right over agricultural lands of a community. The elite and the<br />

rulers were buried in prepared precincts within pyramidal buildings; villagers and full-time farmers used<br />

the soil under their habitational buildings to burry their ancestors, keeping with this action a link to a<br />

traceable origin.<br />

The monuments representing obese human sexless forms, carved over large basalt rocks, with arms<br />

around their body and chest, heavy chicks, thick lips in blowing fashion and closed eyes are commonly<br />

called potbellies, and probably were meant to depict a dead ancestor or a fat god. Monumental size<br />

in these monuments is usual. The best examples in the current salvadoran territories, are a group of<br />

three, located at finca Santa Leticia, in the highland sierra of Apaneca, and one at the Teopan island<br />

in lake Coatepeque. Miniature example of potbellies are also known for Ataco, Chalchuapa and other<br />

sites in western El Salvador. The Potbellies tradition is common in southeastern Mesoamerica, with<br />

representations spread over a region comprising from Chiapas to Nicaragua.<br />

(Ver en mapa No. 1)<br />

62 63


Escultura monumental de la tradición de Cabezas de jaguar,<br />

encontrada en el Occidente de El Salvador.<br />

Monumental sculpture of Jaguar head monumental tradition<br />

found in Western El Salvador.<br />

<strong>La</strong> tradición de las Cabezas de jaguar<br />

The Jaguar head monumental tradition<br />

Son tallas en roca de basalto y formaron parte de un proceso de<br />

interacción entre entidades políticas de pequeña escala, que no<br />

sobrepasan los 500 km 2 en control territorial. <strong>La</strong> interacción de<br />

estos centros articula redes de conocimiento, intercambio y disputas<br />

territoriales. En ese marco surgieron las tallas en piedra (estelas) con<br />

representaciones de gobernantes y en dos casos concretos, Chalchuapa<br />

y Ataco, las estelas talladas están asociadas al uso de los monumentos<br />

de la tradición Cabeza de jaguar. A la fecha conocemos 60 monumentos<br />

de esta tradición. Su distribución espacial abarca unos 3000 km 2 , al este<br />

del río Paz.<br />

Cordillera Apaneca Ilamatepec, paisaje cultural del<br />

desarrollo de la tradición de Cabezas de jaguar.<br />

Consist of basalt rock carvings originated as part of an interaction process<br />

between small-scale political entities, which do not exceed 500 km 2 each.<br />

The interaction of these centers articulated networks of knowledge, exchange<br />

and territorial disputes. In this framework, stone carvings (stelae) with<br />

representations of rulers emerged, and in two specific cases, Chalchuapa and<br />

Ataco, carved stelae are associated with the Jaguar Head tradition. To date<br />

60 monuments of this tradition are known. Their spatial distribution covers<br />

about 3000 km 2 , east of the Paz River.<br />

64 65


<strong>La</strong>s Cabezas de Jaguar poseen un código que requiere estudios<br />

profundos, que apenas van comenzando. Su significado antiguo<br />

podría estar relacionado con entidades anímicas ligadas a<br />

linajes, casas o grupos corporativos, a modo de emblemas.<br />

<strong>La</strong> importancia de estos monumentos es que permite pensar<br />

en el surgimiento de un emblema político del período<br />

Formativo en la región que ahora ocupan los departamentos<br />

de Ahuachapán, Sonsonate y Santa Ana y que es previo al<br />

surgimiento de la civilización maya del período Clásico. Si<br />

se pensara que los «espíritus familiares» acompañaban al<br />

soberano y podían ser transmitidos, se estaría en presencia<br />

de la configuración inicial de un territorio asociado con un<br />

emblema distintivo, vinculado a linajes gobernantes, todos<br />

factores importantes en la gestación de un Estado arcaico.<br />

The ancient meaning of the Jaguar Head monuments requires<br />

profound research, they carry a code whose decipherment is just<br />

beginning. Their use patterns can be proposed to inform about<br />

psychic entities linked to lineages, houses or corporate groups, in<br />

the form of emblems.<br />

The importance of these monuments is that it allows us to think<br />

about the emergence of a political emblem of the Formative Period<br />

in the region now occupied by the departments of Ahuachapán,<br />

Sonsonate and Santa Ana and which is prior to the emergence of<br />

the Mayan civilization of the Classic Period. If it is plausible to say<br />

that “family spirits” accompanied the ruler and that they could<br />

be transmitted, a political territory surfaces, associated with a<br />

distinctive emblem, linked to ruling lineages, all important factors<br />

in the gestation of an archaic state.<br />

Los monumentos de la tradición Cabeza de jaguar solían<br />

erigirse en grupos de tres, según demuestran los hallazgos<br />

localizados en Ataco, Ahuachapán y en Tapalshucut, Izalco.<br />

The monuments of the “Cabeza de Jaguar Tradition” used to be<br />

built in groups of three, as evidenced by the findings located in<br />

Ataco, Ahuachapán and Tapalshucut, Izalco.<br />

(Ver en mapa No. 2)<br />

66 67


<strong>La</strong>go de Ilopango.<br />

(Ver en mapa No. 18)<br />

Tierra Blanca Joven y la explosión de la caldera de Ilopango<br />

Tierra Blanca Joven and the explotion of the caldera of Ilopango<br />

Uno de los mayores impactos ambientales en el Holeoceno en<br />

Mesoamérica fue la erupción de la caldera que formó el <strong>La</strong>go de<br />

Ilopango, hacia el año 536 d.C. Según Robert Dull, John R. Southon<br />

y Payson Sheets, una primera datación del proceso eruptivo arrojó<br />

un fechamiento entre los años 260 y 114 d.C., sin embargo una<br />

nueva datación lo ubicó en el periodo Clásico (Dull et al, 2001:<br />

25). El impacto ambiental fue tal que cambió la organización<br />

espacial de la cultura maya, en el actual El Salvador y sepultó buena<br />

parte del paisaje de entonces. Una investigación de Dull, Payson<br />

Sheets y John R. Southon, explora el impacto ecológico en zonas<br />

limítrofes de los actuales Guatemala y Honduras (2001: 25). Según<br />

los investigadores, los habitantes alrededor de Ilopango debieron<br />

haber muerto instantáneamente y los que sobrevivieron emigraron<br />

a causa del colapso agrícola, el hambre y las enfermedades.<br />

One of the greatest environmental impacts on the Holeocene in<br />

Mesoamerica was the eruption that formed <strong>La</strong>ke Ilopango, around<br />

536 A.D. According to Robert Dull, John R. Southon and Payson Sheets,<br />

a first dating of the eruptive process was between 260 and 114 A.D.<br />

however, a new dating placed it in the Classic Period (Dull et al, 2001:<br />

25). The environmental impact was such that the spatial organization<br />

of the Formative Mayan culture changed in present-day El Salvador<br />

and buried much of the landscape at that time. An investigation by<br />

Dull, Payson Sheets and John R. Southon, explores the ecological impact<br />

in neighboring areas of present-day Guatemala and Honduras (2001:<br />

25). According to the researchers, the inhabitants around Ilopango<br />

must have died instantly and those who survived, emigrated due to<br />

agricultural collapse, hunger and disease.<br />

Radio de extensión de la Tierra Blanca Joven (TBJ)<br />

que alcanzó diversos niveles de espesor que han sido<br />

localizados en todo el territorio de El Salvador.<br />

Referencia Sala 1 Museo Nacional de Antropología<br />

Dr. David J. Guzmán<br />

Extension radius of the Tierra Blanca Joven (TBJ) that<br />

reaches varius levels of thickness that have been located<br />

throughout the territory of El Salvador.<br />

Reference showroom 1 Museo Nacional de Antropología<br />

Dr. David J. Guzmán<br />

(Ver en mapa No. 22)<br />

68 69


<strong>La</strong> primera vez que la Tierra Blanca Joven (TBJ) fue identificada en El Salvador fue en 1917,<br />

en un estudio estratigráfico de Jorge <strong>La</strong>rdé Arthés, quien determinó que esta capa de<br />

ceniza podía estar vinculada con la erupción de Ilopango. En 1926, <strong>La</strong>rdé Arthés publicó<br />

los resultados de su investigación estratigráfica. Fue hasta las calibraciones de radiocarbono<br />

realizadas por Dull que la actividad de Ilopango pudo fecharse entre los años 408 y 536 d.C.<br />

y cuyo colapso ambiental fue en 536. Dull et al, sugieren que la TBJ se formó por al menos 7<br />

eventos sucesivos ocurridos entre estos años.<br />

A finales del siglo XX, la TBJ fue también un elemento determinante del estudio de las<br />

poblaciones del Preclásico y sus prácticas agrarias, especialmente con respecto a la<br />

sedimentación del polen de maíz realizadas por Dull (2001), en la <strong>La</strong>guna de Cuzcachapa,<br />

en Chalchuapa, Amaroli y Dull (2009) exponen sobre diversas milpas enterradas por<br />

material volcánico en el Preclásico. <strong>La</strong> investigación de Dull sobre polen de Zea mays, en la<br />

cuenca de la laguna, sostiene una presencia humana de 3700 años atrás, lo cual demuestra<br />

la antigüedad de la domesticación del grano, que coincide con el desarrollo de la zona de la<br />

actual Chalchuapa.<br />

Por otro lado, los estudios de las prácticas del cultivo de milpa y la TBJ realizadas por Amaroli<br />

y Dull, caracterizan la técnica agraria de surcos y camellones entre 800 a.C y 600 d.C.<br />

Según los autores, las milpas sepultadas por la TBJ no se encontraron cercanas a alguna<br />

población, sin embargo: “<strong>La</strong> distribución y aparente abundancia de estas milpas sugieren que<br />

fueron producidas por una densa población, cuyo uso intensivo del paisaje probablemente<br />

resultaba en una severa y general modificación de la vegetación natural. Este uso del paisaje<br />

correspondía con el apogeo del desarrollo social Protoclásico observado en varios centros<br />

del occidente salvadoreño” (2009:15).<br />

The first time the “Tierra Blanca Joven” (TBJ) was identified in El Salvador was in 1917, in a stratigraphic<br />

study performed by Jorge <strong>La</strong>rdé Arthés, who determined that this layer of ash could be linked to the<br />

Ilopango eruption, <strong>La</strong>rdé Arthés published the results of his stratigraphic research in 1926. It was until<br />

the radiocarbon calibrations performed by Dull, that the activity of Ilopango could be dated between<br />

408 and 536 A.D. and whose environmental collapse was 536 A.D. Dull et al suggest that the Tierra<br />

Blanca Joven (TBJ) was formed by at least 7 successive events occurring between 410 to 535 A.D.<br />

At the end of the twentieth century, TBJ was also a determining element in the study of populations and<br />

their agricultural practices in the Formative Period, especially in relationship with the sedimentation of<br />

corn pollen carried out by Dull (2001) in the Cuzcachapa <strong>La</strong>goon, Chalchuapa, and also for the study<br />

performed by Amaroli and Dull (2009) explain about various corn fields buried by volcanic material<br />

in the Formative Period. Dull’s research on pollen from Zea mays in the lagoon basin, evidences<br />

human presence 3700 years ago, which demonstrates the domestication of corn at that time, which<br />

coincides with the development of the current Chalchuapa area.<br />

Other studies about the practices of the cultivation of cornfield and the Tierra Blanca Joven (TBJ)<br />

carried out by Amaroli and Dull, characterize the agrarian technique of furrows and ridges between<br />

800 B.C. and 600 A.D. According to the authors, the corn fields buried by the Tierra Blanca Joven<br />

(TBJ) were not found close to any population, however: “The distribution and apparent abundance<br />

of these corn fields suggest that they were produced by a population, whose intensive use of the<br />

landscape probably resulted in a severe and general modification of natural vegetation. This use of<br />

the landscape corresponded with the apogee of the Protoclasic social development observed in<br />

several centers of the western territories of El Salvador” (2009: 15).<br />

Vista del corte estratigráfico, en donde se observa la capa de la TBJ<br />

sobre surcos y camellones de cultivo. Corte ubicado en el<br />

Boulevard Monseñor Oscar Arnulfo Romero. (Fotografía: Shione Shibata)<br />

View of the Stratigraphic cut, where layer of<br />

the TBJ is observed on the furrows and crop rides. section located in the<br />

Monsignor Oscar Arnulfo Romero Boulevard. (Photo: Shione Shibata)<br />

70 71


Placa de jade con rostro, periodo Clásico<br />

Tazumal, departamento de Santa Ana.<br />

Jade plaque with human face, Classic Period.<br />

Tazumal, Santa Ana.<br />

72 73


Brasero de piedra, probablemente el objeto lítico <strong>más</strong><br />

antiguo del área de Tazumal. Encotrado en la tumba 14<br />

situada en el arranque del edificio de las columnas. Dos de sus caras<br />

representan un anciano, probablemente Huehueteotl, y la posterior,<br />

el fuego. Periodo Clásico tardío. Tazumal, departamento de Santa Ana.<br />

Stone brazier, probably the oldest lithic objject in the Tazumal area.<br />

Found in tomb 14 at the foundations of the columns<br />

building. Two of their faces represent an old man<br />

probably Huehueteotl and, the others, the fire.<br />

<strong>La</strong>te Classic Period, Tazumal. Santa Ana.<br />

El esplendor de Tazumal<br />

The grandeur of Tazumal<br />

Tazumal representa, para la arqueología salvadoreña, uno de los espacios <strong>más</strong> explorados<br />

científicamente. Ade<strong>más</strong> uno de los sitios arqueológicos de mayor ocupación humana en el actual<br />

territorio salvadoreño. Aunque su ocupación temprana es en el Preclásico, su apogeo pertenece al<br />

periodo Clásico y continuó teniendo ocupación en el Posclásico. En sus estructuras principales, la B1<br />

y la B1-2, el arqueólogo Stanley Boggs encontró, en la década de 1940, piezas representativas aún<br />

estudiadas por los arqueólogos contemporáneos.<br />

Tazumal pertenece a la zona arqueológica de Chalchuapa, que abarca 5 km 2 , en el que se encuentran<br />

los sitios de <strong>La</strong>s Victorias, El Trapiche, Casa Blanca, Cuzcachapa y Nuevo Tazumal, entre otros. <strong>La</strong> zona<br />

ha sido ampliamente estudiada y excabada por arqueólogos como William Fowler, Stanley Boggs,<br />

Robert Sharer, Paul Amaroli, Fabio Amador, Kuniaki Ohi, Shione Shibata, Nobuyuki Ito, Akira Ichikawa,<br />

Heriberto Erquicia, Fabricio Valdivieso, entre otros.<br />

Tazumal is one of the archaeological sites with longest human occupation and represents one of the<br />

most scientifically explored areas for Salvadoran archeology. Although its early occupation is in the<br />

Formative Period, its heyday was during the Classic Period and it continue to be inhabitated in the<br />

Postclassic Period. In its main structures, B1 and B1-2, archeologist Stanley Boggs discovered, in the<br />

1940s, representative pieces that are still studied by contemporary archaeologists.<br />

Pirámide principal de Tazumal. Chalchuapa,<br />

departamento de Santa Ana.<br />

Main pyramid, Tazumal. Chalchuapa, Santa Ana.<br />

Tazumal belongs to the archaeological zone of Chalchuapa, which covers 5 km 2 , and includes the sites<br />

of <strong>La</strong>s Victorias, El Trapiche, Casa Blanca, Cuzcachapa and Nuevo Tazumal among others. The area has<br />

been widely studied and excaved by archaeologists such as William Fowler, Stanley Boggs, Robert Sharer,<br />

Paul Amaroli, Fabio Amador, Kuniaki Ohi, Shione Shibata, Nobuyuki Ito, Akira Ichikawa, Heriberto Erquicia,<br />

Fabricio Valdivieso, among others.<br />

(Ver en mapa No. 4)<br />

74 75


Plato con un ave estilizada rodeada de figuras onduladas.<br />

Periodo Clásico. Sitio arqueológico Tazumal, Chalchuapa, Santa Ana.<br />

Shallow plate. The inner surface displays a boldly stylised bird surrounded by<br />

undulating spirals. Classic Period. Tazumal, Chachuapa, Santa Ana.<br />

Cuenco decorado con cintas y bandas circulares y paralelas.<br />

Periodo Clásico. Sitio arqueológico Tazumal, Chalchuapa, Santa Ana.<br />

Vessel decorated with disks and parallel bands. A stylised figure appears<br />

in the middle. Classic Period.<br />

Vista de cajete de base anular decorado. Periodo Clásico.<br />

Sitio arqueológico Tazumal, Chalchuapa, Santa Ana.<br />

Shallow vessel with ring-shaped, decorated with parallel strips and bands<br />

containing geometric figures. Classic Period.<br />

Desde la década de 1940, el sitio significó un espacio de<br />

desarrollo científico dentro del proyecto cultural de la nación,<br />

su importancia fue institucionalizada durante la presidencia del<br />

general Maximiliano Hernández Martínez (1931-1944), periodo<br />

en el que se fundaron el Instituto Indigenista Salvadoreño,<br />

en 1942, y los proyectos arqueológicos de las regiones de<br />

Chalchuapa y Valle de Zapotitán (Erquicia y Paredes, 2013: 23).<br />

<strong>La</strong> pieza emblemática del sitio es una estela maya tallada, que<br />

actualmente se exhibe en el Museo Nacional de Antropología,<br />

llamada “Virgen de Tazumal” por Santiago Ignacio Barberena<br />

hacia el último cuarto del siglo XIX (Valdivieso, 2007: 7).<br />

Según Shione Shibata, Tazumal fue un espacio de producción<br />

de escultura mesoamericana desde el Preclásico temprano<br />

(Shibata, 2014: 748), pero el mayor desarrollo cultural y político<br />

del espacio ocurrió en el periodo Clásico.<br />

William Fowler (1995: 117) sostiene que Tazumal fue el principal<br />

centro del Periodo Clásico, en Chalchuapa y se han registrado en<br />

él 13 etapas de construcción. <strong>La</strong>s <strong>más</strong> intensas construcciones<br />

se realizaron entre 550 y 850 d.C. <strong>La</strong>s etapas fueron ordenadas<br />

cronológicamente mediante tumbas (Fowler, 1995: 117). El<br />

apogeo del sitio está relacionado también a una recuperación<br />

ambiental y cultural posterior a la explosión de la caldera del<br />

Ilopango, en el Clásico. Ade<strong>más</strong>, el sitio, según Fowler, pudo estar<br />

vinculada con la metrópoli teotihuacana (Fowler, 1995: 95).<br />

Tazumal, fue en el periodo Clásico, una ciudad de intercambio<br />

cultural dinámico y constante. A su vez, los arqueólogos William<br />

Fowler y Fabricio Valdivieso (2007) han sostenido la presencia<br />

tolteca en el sitio.<br />

<strong>La</strong>s tormentas del año 2004, causaron un derrumbe en la<br />

estructura B1-2. Dado que las principales construcciones de<br />

Tazumal fueron recubiertas con capas de cemento para su<br />

conservación en la década de 1950 (Valdivieso, 2007: 7), el agua<br />

filtró la estructura y provocó su colapso. <strong>La</strong> grieta que se abrió<br />

entonces significó un espacio para la investigación científica<br />

del desarrollo arquitectónico y el sistema constructivo del<br />

lugar. Valdivieso registró que Tazumal se había construido con<br />

muros de basalto y piedra volcánica, escalinatas de piedra vista<br />

y un canal de drenaje de piedra basáltica tallada, que difería<br />

significativamente con el estilo arquitectónico impuesto por<br />

la conservación de cemento dirigida por Boggs (2007: 5-24).<br />

Para Erquicia, Tazumal también representa uno de los mayores<br />

símbolos prehispánicos asociados a la “identidad ancestral<br />

salvadoreña” (2012: 19).<br />

Incensario con rostro humano y barba en alto<br />

relieve. Periodo Clásico. Sitio arqueológico Tazumal.<br />

Chalchuapa, Santa Ana.<br />

Censer with human face and beard in high relief.<br />

Classic Period. Tazumal, Chalchuapa, Santa Ana.<br />

76 77


Al centro incensario color crema con tres asas y base<br />

anular, a la izquierda vaso monocromo con decoración<br />

insisa y a la derecha insensario color café con estuco y<br />

decoración zoomorfa. Tazumal. Chalchuapa, Santa Ana.<br />

Censer cream color with three handles and annular base.<br />

On the left monochrome vessel with incised decoration on<br />

the right brown censer with zoomorohic decoration. Tazumal,<br />

Chalchuapa, Santa Ana.<br />

Since 1940, during the presidency of General Maximiliano Hernández Martínez, archaeological<br />

research was incorporated into the national project and the government created the Salvadoran<br />

Native Institute in 1942 and research in Chalchuapa and Zapotitán Valley regions became very<br />

important. (Erquicia and Paredes, 2013, 23).<br />

The emblematic piece of the site is a carved Mayan steale, named as “Virgen de Tazumal”<br />

by Santiago Ignacio Barberena in the last quarter of the nineteenth century (Valdivieso,<br />

2007: 7) it is currently exhibited in the Museo Nacional de Antropologia. According to<br />

Shione Shibata, Tazumal was a production area for Mesoamerican sculpture since the Early<br />

Formative Period (Shibata, 2014: 748), but the greatest cultural and political development<br />

occurred in the Classic Period.<br />

William Fowler (1995: 117) argues that Tazumal was the main center of the Classic<br />

Period and since then, 13 construction stages have been registered in it. The most relevant<br />

constructions were made between 550 and 850 A.D. The phases that were discovered<br />

there, helped to establish the chronological order of the construction stages. (Fowler, 1995:<br />

117). The heyday of the site is also related to an environmental recovery after the explosion<br />

of the Ilopango volcano, during the Classic Period. According to Fowler Tazumal might have<br />

had relationship with Teotihuacan (Fowler, 1995: 95). Tazumal was in the Classic Period<br />

a city of dynamic and constant cultural exchange. William Fowler and Fabricio Valdivieso<br />

(2007) affirm the Toltec kept its presence on the site.<br />

Incensario color crema con protuberancias a manera de<br />

ceiba. Tazumal. Chalchuapa, departamento de Santa Ana.<br />

Censer cream color with bumps like ceiba tree.<br />

Tazumal. Chalchuapa, Santa Ana.<br />

In the 1950s the main constructions of Tazumal were covered with layers of cement for<br />

its conservation (Valdivieso, 2007: 7), but in 2004, the heavy storms caused a collapse in<br />

structure B1-2. Water filtered the structure and caused its collapse. The crack caused by the<br />

flow of water was an opportunity for scientific research of the architectural development<br />

and the construction method of Tazumal. Valdivieso documented that Tazumal had been<br />

built with basalt rocks and volcanic stone walls, with exposed stone staircases and a carved<br />

basaltic stone drainage channel, which differed significantly with the architectural style due<br />

to the cement conservation layer directed by Boggs (2007: 5-24). For Erquicia, Tazumal<br />

also represents one of the greatest Pre-Hispanic symbols associated with the Salvadoran<br />

ancestral identity (2012: 19).<br />

78 79


El altar del Jaguar, de Quelepa, recuperado en las<br />

excavaciones de Wyllys Andrews pasó a la colección del<br />

Museo Nacional de Antropología en la década de 1970.<br />

The altar of the Jaguar, of Quelepa, recovered in the<br />

excavations of Wyllys Andrews passed to the collection of the<br />

Museo Nacional de Antropologia in the 1970s.<br />

80 81


Palma ceremonial de basalto con forma de<br />

serpiente o pescado, probablemente representa<br />

a la deidad Quetzalcóatl. Procede de Quelepa,<br />

San Miguel. Periodo Clásico.<br />

Ceremonial palma carved from basalt, in the<br />

shape of a feathered serpient or fish, probably<br />

representing Quetzalcoatl.<br />

From Quelepa, San Miguel, Classic Period.<br />

Quelepa<br />

Palma ceremonial de basalto, esculpida<br />

en alto y bajo relieve. Muestra un<br />

personaje sentado, lujosamente<br />

ataviada y con un tocado de plumas.<br />

Lleva una <strong>más</strong>cara bucal con un<br />

labio largo que lo identifica como<br />

Quetzalcóatl en su advocación de<br />

Ehécatl, deidad del viento, procedente<br />

de Quelepa, San Miguel.<br />

Periodo Clásico. actualmente en<br />

Museo Nacional de Antropología.<br />

Ceremonial Palma carved from basalt in<br />

high and low relief. Seated figure, luxuriously<br />

attired and with featherred headdress.<br />

He wears a beak-shaped bucal mask<br />

identifying him as Quetzacoatl in his<br />

manifestation as Ehecatl,<br />

the Wind deity. From Quelepa, San Miguel.<br />

Classic Period. It is exhibited in The<br />

Museo Nacional de Antropología.<br />

Quelepa ha sido uno de los sitios mejor estudiados de la Zona<br />

Oriental del país. Está situado en San Miguel, a orillas del río San<br />

Esteban. Significativamente, la investigación arqueológica ha estado<br />

<strong>más</strong> vinculada al occidente del país. Sin embargo, a finales de la década<br />

de 1960, Wyllys Andrews realizó la exploración <strong>más</strong> importante<br />

para la Zona Oriental y se basó en la creación de una secuencia<br />

arqueológica para el sitio, mediante el estudio de la cerámica.<br />

El sitio arqueológico fue un asentamiento representativo formado<br />

de estructuras con grandes plataformas escalonadas, plazas, juego<br />

de pelota y otras estructuras cívicas. (Amador, 2009: 22-24). A<br />

pesar de que el punto <strong>más</strong> alto del desarrollo de Quelepa fue el<br />

Clásico tardío, hacia el año 1000 d.C., los pobladores de Quelepa<br />

abandonaron el lugar y, a diferencia de otros sitios, no fue ocupado<br />

nuevamente (Fowler, 1995: 143).<br />

En su investigación en la década de 1960, Andrews estableció Tres<br />

fases culturales: fase Uapala (500-400 a.C. al 150 d.C.); fase Shila,<br />

dividida en Shila I y Shila II, (150-625 d.C.) y la fase Lepa (625-1000<br />

d.C.) (Toledo, 2011: 25). Estas fases culturales han sido la base de<br />

interpretación de las secuencias cerámicas de los de<strong>más</strong> sitios<br />

arqueológicos del oriente del país. Mediante su análisis, también es<br />

posible identificar las relaciones con el Golfo de México (Amador,<br />

2010), Honduras y Costa Rica. Según otros estudios, dentro de las<br />

dinámicas locales, Quelepa tuvo relación con sitios en <strong>La</strong> Unión,<br />

como Los Llanitos y Punta Chiquirín (Toledo, 2011: 103).<br />

Según Fowler, los rasgos culturales de Quelepa durante el Preclásico<br />

tardío son semejantes a los sitios en el oeste de Honduras, como<br />

Copán, Yarumela, Los naranjos y Santa Rita (1995:91). Hacia el<br />

periodo Clásico, sin embargo, la influencia en Quelepa fue <strong>más</strong><br />

mexicana. Los habitantes ancestrales de Quelepa fueron Lencas.<br />

Fabio Amador sostiene que Andrews estableció una ocupación<br />

Lenca desde el Preclásico hasta el Clásico tardío (Amador, 2009:12);<br />

sin embargo, matiza, que la ocupación Lenca no puede replicarse a<br />

todos los sitios del oriente del país: “A diferencia de Los Llanitos. No<br />

obstante, para el Clásico Tardío esta población se vio influida por<br />

grupos mexicanos que introdujeron nuevas formas de construcción,<br />

nuevos estilos cerámicos y probablemente una nueva ideología.<br />

Esta ruptura es importante ya que señala un cambio cultural muy<br />

marcado para el oriente y por consiguiente la redefinición de<br />

identidades culturales”, explica Amador (2009:12). Otro elemento<br />

que determina la influencia mexicana en Quelepa es el culto a<br />

Ehécatl-Quetzalcóatl, extendido hasta el Posclásico.<br />

(Ver en mapa No. 13)<br />

Quelepa has been one of the best studied sites in the Eastern Zone<br />

of the country. It is located in San Miguel, on the banks of the San<br />

Esteban River. Significantly, archaeological research has been more<br />

linked to the west of the country. However, at the end of the 1960s,<br />

Wyllys Andrews carried out the most important exploration for the<br />

Eastern Zone and was based on the creation of an archaeological<br />

sequence for the site, due to the study of ceramic.<br />

The archaeological site was a representative settlement formed of<br />

structures with large stepped platforms, squares, ballgames and<br />

other civic structures. (Amador, 2009: 22-24). Although the heyday<br />

of Quelepa was in the <strong>La</strong>te Classic, around 1000 A.D., the residents<br />

of Quelepa left the place and, unlike other sites, it was not occupied<br />

again (Fowler, 1995: 143).<br />

In his research in the 1960s, Andrews established Three cultural<br />

phases: Uapala phase (500-400 B.C. to 150 A.D.); Shila, divided<br />

into Shila I and Shila II, (150-625 A.D.) and the Lepa phase (625-<br />

1000 A.D.) (Toledo, 2011: 25). These cultural phases have been<br />

the basis of interpretation of the pottery sequences of the other<br />

archaeological sites in the east of the country. Through its analysis,<br />

it is also possible to identify relations with the Gulf of Veracruz,<br />

Honduras and Costa Rica. According to another study, within local<br />

dynamics, Quelepa was related to sites in <strong>La</strong> Unión, such as Los<br />

Llanitos and Punta Chiquirín. (Toledo, 2011: 103).<br />

According to Fowler, the cultural features of Quelepa during <strong>La</strong>te<br />

Formative are similar to the sites in western Honduras, such as<br />

Copán, Yarumela, Los Naranjos and Santa Rita (1995: 91). Towards<br />

the Classic Period, however, the influence in Quelepa was more<br />

Mexican. The ancestral inhabitants of Quelepa were Lenca. Fabio<br />

Amador argues that Andrews established a Lenca occupation from<br />

Formative Period to <strong>La</strong>te Classic Period in Quelepa (Amador, 2009:<br />

12); however, he clarifies, the Lenca occupation cannot be replicated<br />

to all the sites in the east of the country: “Unlike Los Llanitos,<br />

Andrews does establish a Lenca identity for Quelepa. However, for<br />

the <strong>La</strong>te Classic this population was influenced by Mexican groups<br />

that introduced new forms of construction, new ceramic styles and<br />

probably a new ideology. This rupture is important as it shows a very<br />

marked cultural change for the East and therefore the redefinition of<br />

cultural identities”, explain Amador (2009: 12). Another element that<br />

determines the Mexican influence in Quelepa is the cult of Ehecatl-<br />

Quetzalcoatl, extended to the Postclassic.<br />

82 83


Reproducción del plano arquitectónico de Los Llanitos<br />

de John M. Longyear III (1944).<br />

Drawing of the architectural plan of Los Llanitos of John M. Longyear III<br />

(1944).<br />

(Ver en mapa No. 23)<br />

Los Llanitos<br />

R<strong>La</strong>guna El Jocotal, departamento de San Miguel.<br />

Los Llanitos es uno de los sitios arqueológicos <strong>más</strong> representativos<br />

del periodo Clásico tardío de la zona Oriente, poco a poco ha<br />

desaparecido producto del uso del suelo para actividades agrícolas y el<br />

saqueo. Los montículos principales del sitio están agrupados alrededor<br />

de una plaza con un eje Norte-Sur y un juego de pelota ubicado en<br />

el extremo Nor-Oeste. Sus estructuras fueron construidas con piedra<br />

pómez, localizada en una cantera cercana al sitio.<br />

Se estableció en el Valle de río Grande, a 12 kilómetros al sur de San<br />

Miguel, la importancia hídrica de los ríos Lempa y Grande determinó<br />

mucho de los asentamientos prehispánicos. Los Llanitos ha sido una<br />

importante fuente de investigación científica entre 1940 y 1970.<br />

En 1930, Samuel K. Lothrop, en su estudio sobre el Oriente, situó los<br />

límites de la frontera maya en la ribera occidental del río Lempa (Amador,<br />

2012: 6). Esta división marcó una perspectiva de estudiar la arqueología<br />

nacional que siguió aplicándose incluso a finales del siglo XX. Entre los<br />

sitios <strong>más</strong> importantes de Oriente entonces estaba Los Llanitos, situado<br />

en el primer mapa de Oriente, de 1944, producto de investigaciones de<br />

John M. Longyear III, quien excavó el sitio e hizo una comparación cerámica<br />

de diferentes sitios de Oriente y Occidente a través de la cerámica local<br />

y la cerámica importada, la cual define las relaciones con otros sitios de<br />

Mesoamérica (Amador, 2012: 6). Una de las fases cerámicas identificadas<br />

en Los Llanitos es la Lepa, datada hacia 625-1,000 d.C. <strong>La</strong> secuencia Lepa<br />

fue establecida por Wyllys Andrews mediante un análisis de cerámica en<br />

Quelepa, San Miguel.<br />

El arqueólogo Fabio Amador explica que “de acuerdo a Longyear,<br />

el contacto entre Los Llanitos y el área maya fue limitado, debido<br />

probablemente a que la distancia y el río Lempa formaron barreras<br />

que limitaron la interrelación entre estas áreas” (2012: 9). En Oriente,<br />

sin embargo, Los Llanitos estableció relaciones con otros sitios de la<br />

zona como Quelepa, en San Miguel, Asanyamba o El Chapernalito, en<br />

la Unión, según las investigaciones de Marylin Beaudry, de 1982, a través<br />

de la aparición de cerámica policroma Ulúa en los tres lugares.<br />

Los Llanitos is one of the most representative archaeological sites of<br />

the <strong>La</strong>te Classic Period in the east region, it has gradually disappeared<br />

as a result of land use for agricultural activities and looting. The main<br />

mounds of the site were grouped around a square with a North-South<br />

axis and a ball game located at the North-West end. Its structures<br />

were built with pumice stone, extracted from a quarry near the site.<br />

It was located in Rio Grande Valley, 12 kilometers south of San Miguel, of<br />

water importance from the Lempa and Grande rivers determined much<br />

of the pre-Hispanic settlements. Los Llanitos has been an important<br />

source of scientific research between 1940 and 1970.<br />

In 1930, Samuel K. Lothrop, in his study about the east region,<br />

placed the boundaries of the Mayan border on the western bank<br />

of the Lempa River (Amador, 2012: 6). This division marked a<br />

perspective of studying our national archeology, that continued<br />

to be applied even at the end of the twentieth century. At that<br />

time, one of the most important archaeological sites in the Eastern<br />

area was Los Llanitos, as it appears on the first map of the East,<br />

from 1944. John M. Longyear III excavated the site and made a<br />

comparison of local and imported ceramics from different sites<br />

in the east and west regions, which evidence the relations with<br />

other sites in Mesoamerica (Amador, 2012: 6). One of the ceramic<br />

phases identified in Los Llanitos is the Lepa phase, dated around<br />

625-1,000 A.D. The Lepa sequence was established by Wyllys<br />

Andrews through a ceramic analysis in Quelepa, San Miguel.<br />

Archaeologist Fabio Amador explains that “according to Longyear, the<br />

relationship between Los Llanitos and the Mayan area was limited,<br />

due to the distance and natural barrier of the Lempa River that limited<br />

the interrelation between these areas” (2012: 9). However in the East,<br />

according to the investigations of Marylin Beaudry, 1982, through the<br />

appearance of Ulúa polychrome ceramic in all three places, Los Llanitos<br />

established relationship with other sites, such as Quelepa, in San Miguel,<br />

and Asanyamba or El Chapernalito, in <strong>La</strong> Unión.<br />

84 85


Vaso trípode con asas y cuenco trípode, ambos<br />

con representaciones artísticas. Periodo Clásico<br />

tardío. Sitio arqueológico Chiquirín,<br />

departamento de <strong>La</strong> Unión.<br />

Tripod vessel with artistic representations. <strong>La</strong>te<br />

Classic Period. Chiquirín, <strong>La</strong> Unión.<br />

Chiquirín<br />

<strong>La</strong> alta concentración de sitios arqueológicos en golfo de Fonseca demuestra una larga<br />

duración de ocupación humana, desde el Preclásico a los siglos XVI y XVII durante la<br />

Colonia (Erquicia, 2003). Marlon Escamilla y Shione Shibata señalan que la mayoría de<br />

concheros registrados en el país, están localizados en la zona golfo de Fonseca (Escamilla<br />

y Shibata, 2005: 537), Punta Chiquirín, Isla Zacatillo, Meanguera, Conchagüita, Isla Periquito,<br />

entre otros (Valdivieso, 2007: 9).<br />

Punta Chiquirín está localizado 8 kilómetros al sur de la ciudad de <strong>La</strong> Unión, en una saliente<br />

terrestre del golfo de Fonseca. John Longyear, en 1944 publicó información sobre los sitios<br />

arqueológicos del golfo. <strong>La</strong>s excavaciones exploratorias realizadas por Escamilla y Shibata<br />

entre 2002 y 2003 registraron un primer conchero asociado a muros de piedra; en el<br />

conchero se registraron conchas, ostras, cascos de burro y caracoles. Bordeado por los<br />

muros de piedra, se encontró un entierro de tipo secundario cuya ofrenda contó de 20<br />

piezas de cerámica policroma entre vasos, cuencos y ollas, así como un innumerable lote<br />

de tiestos cerámicos y restos óseos (2005: 538). Según los investigadores, el entierro fue<br />

realizado en el Clásico tardío, de 600 a 900 d.C.<br />

Vista de la región del Golfo de Fonseca,<br />

Chiquirín en una saliente del golfo<br />

en tierra firme sobre las faldas del volcán Conchagua.<br />

En primer plano isla Zacatillo.<br />

Gulf of Fonseca region. Chiquirín on the<br />

slopes of the Conchagua volcano.<br />

In the foreground Zacatillo Island.<br />

The high concentration of archaeological sites in the Gulf of Fonseca demonstrates a long<br />

human occupation, from the Formative Period to the sixteenth and seventeenth centuries<br />

during the colony (Erquicia, 2003). Marlon Escamilla and Shione Shibata point out that, of the<br />

25 registered shell sites in the country, 24 are located in <strong>La</strong> Unión (Escamilla and Shibata,<br />

2005: 537), in the Gulf of Fonseca, Isla Zacatillo, Meanguera, Conchagüita, Periquito Island,<br />

among other places (Valdivieso, 2007: 9).<br />

Punta Chiquirín is located 8 kilometers south of the city of <strong>La</strong> Unión, on the Gulf of Fonseca.<br />

In 1944 John Longyear was the first to publish information about the archaeological sites of<br />

this region. The exploratory excavations carried out by Escamilla and Shibata between 2002<br />

and 2003 registered a shell site associated with stone walls; shells, oysters, and snails were<br />

recorded in the shell site. Bordered by the stone walls, a secondary burial was found, whose<br />

offering featured 20 pieces of polychrome pottery between vessels, bowls and pots, as well as<br />

an innumerable batch of pottery sherds and bones (2005: 538). According to the researchers,<br />

the burial was performed in the <strong>La</strong>te Classic, from 600 to 900 A.D.<br />

(Ver en mapa No. 25)<br />

86 87


Vasija con asas zoomorfas decorada con<br />

formas geométricas. Periodo Clásico tardío.<br />

Punta Chiquirín, departamento de <strong>La</strong> Unión.<br />

Vessel with zoomorphic handles and<br />

geometric designs. <strong>La</strong>te Classic Period.<br />

Punta Chiquirín, <strong>La</strong> Unión.<br />

En 2011, Michelle Toledo presentó un estudio del material cerámico encontrado, en el entierro de Punta<br />

Chiquirín. <strong>La</strong> ofrenda estudiada por Toledo constó de 48 piezas completas y fragmentadas. Entre sus hallazgos,<br />

la secuencia arqueológica de Punta Chiquirín reúne características de la cerámica de Quelepa. Los cuencos,<br />

cuencos trípodes, cántaros y vasos con soporte anular y vasos trípodes datan de los años 626 a 900 d.C.<br />

(2011: 79).<br />

<strong>La</strong> cerámica de Punta Chiquirín representa figuras zoomorfas de monos, cuyas cabezas fueron modeladas<br />

como agarraderas y su cuerpo fue pintado, ade<strong>más</strong>, otros símbolos representan a peces y aves. Estas<br />

representaciones dan cuenta de la importancia de la fauna de la zona (Toledo, 2011: 59-60). <strong>La</strong>s piezas<br />

guardan relación con otras secuencias cerámicas encontradas en las Vegas del Valle de Comayagua, en<br />

Honduras, o con el policromo del sureste de Nicaragua y el noreste de Costa Rica. Por lo que Toledo<br />

concluye un flujo de intercambio mayor en esta zona de Mesoamérica: “Es interesante tener los primeros<br />

indicios de semejanzas o detalles comunes que podría sugerir primeramente que estaba sucediendo en el<br />

periodo Clásico tardío en la Zona Oriental y que posibles relaciones culturales puede tener esta región con<br />

el centro y sureste de Honduras, Nicaragua y Costa Rica” (2011: 82).<br />

In 2011, Michelle Toledo presented a study of the pottery founded at the burial of Punta Chiquirín. The burial<br />

offering, studied by Toledo, consisted of 48 complete and incomplete pieces. Among its findings, the archaeological<br />

sequence of Punta Chiquirín brings together characteristics of Quelepa. The bowls, tripod bowls, pitchers and<br />

vessels with annular support and tripod vessels (2011: 61) date from the years 626 to 900 A.D. (2011: 79).<br />

The pottery of Punta Chiquirín represent zoomorphic figures of monkeys, whose heads were modeled as<br />

handles and their body was painted, in addition, other symbols represent fishes and birds. These representations<br />

realize the importance of the fauna of the area (Toledo, 2011: 59-60). The pieces are related to other ceramic<br />

sequences found in the <strong>La</strong>s Vegas of the Comayagua Valley, in Honduras, or with the polychrome of southeastern<br />

Nicaragua and northeastern Costa Rica. So Toledo concludes that there was a greater exchange flow in this<br />

area of Mesoamerica: “It is interesting to have the first signs of similarities or common details that could suggest<br />

what was happening in the <strong>La</strong>te Classic Period in the eastern area, and what possible cultural relations this<br />

region could have had with the center and southeast of Honduras, Nicaragua and Costa Rica”(2011: 82).<br />

Detalle de vasija con asas zoomorfas.<br />

Periodo Clásico tardío. Punta Chiquirín,<br />

departamento de <strong>La</strong> Unión.<br />

Vessel detail with zoomorphic handles and<br />

<strong>La</strong>te Classic Period.<br />

Punta Chiquirín, <strong>La</strong> Unión.<br />

88 89


Cuenco con soportes de sonaja,<br />

en su interior dibujo de cuatro paneles.<br />

Periodo Clásico.<br />

Asanyamba, departamento de <strong>La</strong> Unión.<br />

Basin with rattle stands, a four-panel<br />

drawing is observed. Classic Period.<br />

Asanyamba, <strong>La</strong> Unión.<br />

Asanyamba o El Chapernalito<br />

En 1977, el arqueólogo Stanley Boggs encontró un conchero del periodo Clásico en un lugar llamado El<br />

Chapernalito, en San Alejo, en el departamento de <strong>La</strong> Unión. Boggs llamó el sitio como Asanyamba, que en<br />

lenca significa “caliente”, sin embargo, el lugar es conocido como El Chapernalito, contiguo a la bocana de El<br />

Pecho. En 2007, una exploración de Fabricio Valdivieso registró 22 estructuras arqueológicas y 15 montículos<br />

de conchas. Según Valdivieso, los concheros fueron erigidos en los extremos del sitio, al noroeste y al noreste<br />

y los considera un área de aprovisionamiento <strong>más</strong> que un basurero (2007: 7). Los materiales utilizados en<br />

la estructura eran roca basáltica, combinada en algunas ocasiones con conchas. Valdvieso sostiene que no<br />

existen pruebas para relacionar a Asanyamba como un sitio de producción de sal (2007: 8).<br />

Entre 1979 y 1980 Hammed Posada realizó excavaciones de rescate en Asanyamba (Escamilla y Shibata,<br />

2005: 536). Por los mismos años, Stanley Boggs identificó los estilos cerámicos de la evidencia material del<br />

lugar, entre escudillas bicromas y policromas, cajetes bicromos y policromos, cajetes del tipo campana Ulúa y<br />

jarras y cántaros similares al tipo obrajuelo de Quelepa (Toledo, 2011: 83). Según Toledo, entre Asanyamba<br />

y Punta Chiquirín existe una relación cerámica, identificada también por la recurrencia del motivo zoomorfo<br />

del mono (2011: 84-85). Por las características de la cerámica, la ocupación humana se realizó el periodo<br />

Clásico terminal, entre 650 y 950 d.C. <strong>La</strong>s similitudes cerámicas plantean las relaciones establecidas entre<br />

Asanyamba con otros sitios en el país e incluso del norte de Honduras (2011: 85).<br />

In 1977, archaeologist Stanley Boggs found a shell site from the Classic Period in El Chapernalito, <strong>La</strong> Unión.<br />

Boggs named this site as Asanyamba, which in Lenca means “hot”. In 2007, an exploration by Fabricio Valdivieso<br />

recorded 22 archaeological structures and 15 shell mounds. According to Valdivieso, the shell mounds were<br />

erected at the ends of the site, to the northwest and northeast and consider them a supply area rather than<br />

a dump (2007: 7). The construction method was based on basaltic rock, sometimes combined with shells.<br />

Valdvieso argues that there is no evidence to relate Asanyamba as a salt production site (2007: 8).<br />

Cuenco con soportes de sonaja estilizados y franjas verticales, en<br />

su interior aparece pintado un venado (página opuesta).<br />

Periodo Clásico. Asanyamba, <strong>La</strong> Unión.<br />

Basin with stylized rattle stands and vertical stripes,<br />

with a deer painted on the inside. (opposite page).<br />

Asanyamba, <strong>La</strong> Unión.<br />

Between 1979 and 1980 Hammed Posada carried out rescue excavations in Asanyamba (Escamilla and<br />

Shibata, 2005: 536). At the same time, Stanley Boggs identified the ceramic styles of the place, bichrome and<br />

polychrome bowls, bichromic and polychrome bowls, Ulúa bell-type cauldrons and jugs and vessels similar to the<br />

Quelepa work type (Toledo, 2011: 83). According to Toledo, between Asanyamba and Punta Chiquirín there is a<br />

ceramic relationship, also identified by the recurrence of the monkey’s zoomorphic motif, (2011: 84-85). Due to<br />

the characteristics of ceramics, the human occupation was carried out during the <strong>La</strong>te Classic Period, between<br />

650 and 950 A.D. The ceramic similarities raise the relations established between Asanyamba with other sites<br />

in the country and even in northern Honduras (2011: 85).<br />

(Ver en mapa No. 15)<br />

90 91


Madreselva<br />

Plato decorado en el exterior con rostros<br />

humanos. Periodo Clásico.<br />

Madreselva, departamento de <strong>La</strong> Libertad.<br />

Shallow decorated with human faces. Classic<br />

Period. Madreselva, <strong>La</strong> Libertad.<br />

Después de la firma de los Acuerdos de paz, en 1992, un boom urbanístico propició hallazgos e<br />

investigaciones arqueológicas, como la realizada por los arqueólogos Paul Amaroli, Bernard Hermes y<br />

Juan Luis Velásquez, quienes en 1994 localizaron el sitio arqueológico Madreselva. Este tipo de hallazgos<br />

ha sido paradójico, pues la expansión de las ciudades propicia hallazgos, pero no todos los casos pueden<br />

ser investigados. Madreselva es un caso excepcional porque permitió conocer la historia de uno de los<br />

sitios <strong>más</strong> importantes del Clásico y Posclásico.<br />

El origen del sitio Madreselva, que toma su nombre de la urbanización en la que se encontraba, es<br />

producto de una de las migraciones humanas del centro de México al sureste de Mesoamérica, iniciadas<br />

alrededor del año 900 d.C. (Amaroli et al, 1994).<br />

En la actual urbanización Madreselva, donde los trabajos arqueológicos localizaron la ocupación entre los<br />

años 600 y 1524, en el Clásico tardío y Postclásico. Los hallazgos del Clásico tardío (600-900 d. C.) describen<br />

una aldea grande de 500 hectáreas en las inmediaciones del actual Plan de la <strong>La</strong>guna, en la que los ranchos<br />

fueron construidos con bahareque, y en las mismas viviendas se realizaban enterramientos, cuyo análisis fue<br />

posible gracias al hallazgo de ofrendas y osamentas.<br />

After the signeage of the Peace Accords in 1992, an urban boom led to archaeological findings and investigations,<br />

such as that carried out by archaeologists Paul Amarolli, Bernhard Hermes and Juan Luis Velazques, who in<br />

1994 studied the Madreselva archaeological site. This type of findings has been paradoxical, as the expansion<br />

of cities leads to archaeological findings, not all of them can be investigated. Madreselva is an exceptional case<br />

because it allowed to know the history of one of the most important sites of the Classic and Postclassic Period.<br />

The origin of the Madreselva site is the product of one of the human migrations from central Mexico to<br />

southeastern Mesoamerica, initiated araund in the second half of the seventh century.<br />

The archaeological works carried out in Madreselva, establish the occupation time frame of the site between 600 and<br />

1524, in the <strong>La</strong>te Classic and Postclassic. The findings of the <strong>La</strong>te Classic (600-900 A.D.) describe a large 500-hectare<br />

village in the immediate vicinity of the current Plan de la <strong>La</strong>guna, in which the houses were built with bahareque, and<br />

in the same houses, burials were carried out, whose analysis were possible due to the finding of offerings and bones.<br />

(Ver en mapa No. 21)<br />

Vista del Plan de la <strong>La</strong>guna y zona de<br />

Madreselva, al fondo el volcán de<br />

San Salvador o Quezaltepec.<br />

View of the Plan de la <strong>La</strong>guna and<br />

Madreselva area in the background the<br />

San Salvador or Quezaltepec volcano.<br />

92 93


Los entierros recuperados fueron localizados dentro de la TBJ<br />

(Amaroli et al, 1994: 528), lo que significa que los pobladores<br />

excavaron dentro de los depósitos de la erupción de Ilopnago, para<br />

enterrar a sus muertos. Para el Clásico tardío se desarrolló una<br />

fuerte actividad constructiva.<br />

Los científicos sostienen que “la población que habitó el área durante<br />

este momento [Clásico tardío] pertenecía al mismo grupo étnico que<br />

los habitantes de San Andrés, Joya de Cerén y otras comunidades<br />

coetáneas del valle de Zapotitán; este grupo humano estaba<br />

estrechamente relacionado con los ocupantes del área de Chalchuapa<br />

y Santa Ana (Fase Payu), probablemente hasta el grado de compartir<br />

un mismo idioma, que es factible perteneciera a la familia lingüística<br />

Maya” (Amaroli et al, 1994: 529).<br />

Plato decorado venado estilizado.<br />

Periodo Clásico.<br />

Shallow decorated with stylized deer.<br />

Classic Period.<br />

The burials recovered were located within the TBJ (Amaroli et al, 1994: 528),<br />

which means that the inhabitants dug into the deposits of the Ilopango<br />

eruption, to bury their dead. For the <strong>La</strong>te Classic a strong constructive<br />

activity was developed.<br />

Scientists argue that “the population that inhabited the area during this<br />

time [<strong>La</strong>te Classic] belonged to the same ethnic group as the inhabitants<br />

of San Andrés, Joya de Cerén and other contemporary communities in the<br />

Zapotitán Valley; this human group was closely related to the inhabitants<br />

of the Chalchuapa and Santa Ana area probably to the extent of sharing<br />

the same language, which is likely to belong to the Maya linguistic family”<br />

(Amaroli et al, 1994: 529).<br />

Cuenco Salúa con personajes ricamente ataviados.<br />

Salúa vessel, decorated with richly dressed figures.<br />

Cuenco con tres soportes decorado en alto relieve<br />

con cabezas de aves y glifos. Periodo Clásico.<br />

Madreselva, departamento de <strong>La</strong> Libertad.<br />

Tripod vessel with carved glyphs and bird heads.<br />

Classic Period. Madreselva, <strong>La</strong> Libertad.<br />

Cuenco Salúa con banda de aves y otras fantásticas figuras.<br />

Salúa bowl with fantastic figures.<br />

94 95


Vaso con tres soportes huecos<br />

semiesféricos, decorado con dos<br />

paneles simétricos en bajorelieve, se<br />

observan dos personajes sentados en<br />

sus respectivos tronos y otras figuras<br />

fantásticas. En la parte superior una<br />

banda de glifos.<br />

Periodo Clásico, Cara Sucia,<br />

departamento de Ahuachapán.<br />

This vessel with three hollow,<br />

semispherical supports is decorated with<br />

two symmetrical panels in low relief<br />

depicting two figures with Maya features<br />

in profile. Each of them is seated on<br />

his respective throne accompanied by<br />

fantastic figures. The upper part<br />

displays a band of glyphs.<br />

Classic Period, Cara Sucia, Ahuachapán.<br />

96 97


<strong>La</strong> icónica escultura conocida como Disco del Jaguar,<br />

muestra la cara de un jaguar, está asociado a la<br />

guerra y era un símbolo de poder. Periodo Clásico.<br />

Sitio arqueológico de Cara Sucia,<br />

departamento de Ahuachapán.<br />

The iconic disk of Jaguar, found in the archaeological site<br />

of Cara Sucia, in Ahuachapán. The jaguar was associated<br />

with warfare and was a power symbol. Classic Period.<br />

Cara Sucia<br />

Vista de la planicie de la costa del Pacífico.<br />

departamento de Ahuachapán.<br />

Pacific coast. Ahuachapán.<br />

En 1967, Stanley Boggs reportó 31 montículos en Cara Sucia, la ciudad<br />

estaba compuesta por un centro monumental, casas de la élite y<br />

dos canchas de pelota (Perrot Minnot, 2008: 83). Amaroli, quién en<br />

la década de 1980 investigó este sitio, lo describe como un centro<br />

ceremonial compacto, con una acrópilis de planta rectangular y terrazas<br />

bajas construidas para crear terraplenes en un terreno natural, cuya<br />

suave pendiente servía para contrarestar las inundaciones proclives en<br />

la planicie costera (2017: 234). El sitio se encontraba en una propiedad<br />

privada. En 1980, una parte de la hacienda pasó a manos del Estado<br />

mediante la reforma agraria, lo cual tuvo un mayor impacto en el lugar<br />

debido al saqueo. Para 2008, apenas 17 se conservaban (Moraga et al,<br />

2010: 1180). El arqueólogo Sébastien Perrot-Minnot (2008) sostiene<br />

que Cara Sucia ha sufrido “uno de los peores saqueos de la arqueología”<br />

(2008: 93), tema crucial para la investigación arqueológica.<br />

Tanto Boggs como Perrot-Minnot reportan que las estructuras de Cara<br />

Sucia fueron construidas con tierra y adobe con revestimientos de<br />

cantos rodados del río cercano al asentamiento, por lo que el impacto<br />

ambiental en el sitio ha contribuido también a la erosión.<br />

Cara Sucia tuvo también una larga duración de ocupación humana.<br />

Aunque el primer asentamiento pertenece al Preclásico, el apogeo<br />

del sitio ocurrió en el periodo Clásico tardío (600-900 d.C.). Un<br />

decrecimiento de su desarrollo tiene relación directa con la explosión<br />

del Ilopango, por lo que en las investigaciones en el lugar ha sido<br />

localizada la TBJ (Moraga et al). Perrot-Minnot sostiene que el sitio tuvo<br />

relación con la cultura Cotzumalguapa en la costa sur de Guatemala, de<br />

la que se encuentra situada apenas a 12 kilómetros. <strong>La</strong>s conclusiones<br />

del estudio cerámico por Moraga, Mencos, Costa y Perrot-Minot en<br />

2008 demostraron la relación con la costa del sur de Guatemala por<br />

medio del análisis de la secuencia cerámica.<br />

<strong>La</strong> cerámica cotzumalguapa recurre a representaciones de temas<br />

mitológicos y guerreros. En 2008, los científicos analizaron 3308 tiestos,<br />

12 figurillas y dos malacates (usos para hilar) revelados por los trabajos<br />

de campo del año 2006. En el sitio también se encontraron piezas de<br />

obsidiana, artefactos de piedra, barro quemado, carbón y huesos. <strong>La</strong>s<br />

piezas correspondieron al Clásico tardío.<br />

In 1967, Stanley Boggs reported 31 mounds in Cara Sucia, the city was<br />

composed of a monumental center, elite houses and two ball game<br />

courts (Perrot Minnot, 2008: 83). In the 1980s Paul Amaroli studied<br />

this site, and he describes it as a compact ceremonial center, with a<br />

rectangular acropoilis and low terraces built to create embankments<br />

in a natural terrain, whose gentle slope served to counteract the<br />

floods prone in the Coastal plains (2017: 234). At that time, the<br />

site was on private property. In 1980, due to agrarian reform a part<br />

of the farm became a state property, this had a greater impact on<br />

the lack of conservation and looting of the site. In 2008, only 17<br />

mounds were preserved (Moraga et al, 2010: 1180). Archaeologist<br />

Sébastien Perrot-Minnot (2008) argues that Cara Sucia has suffered<br />

“one of the worst looting of archeology” (2008: 93), a crucial issue<br />

for archaeological research.<br />

Boggs and Perrot-Minnot report that the Cara Sucia structures were<br />

built with dirt and adobe with boulder coverings from the river near<br />

the settlement, so the environmental impact on the site has also<br />

contributed to erosion.<br />

Cara Sucia also had a prolongued human occupation. Although the<br />

first settlement belongs to the Formative Period, the site’s heyday<br />

was in the <strong>La</strong>te Classic Period (600-900 A.D.). A decrease in its<br />

development is directly related to the explosion of the Ilopango,<br />

studies held on site show that Tierra Blanca Joven (TBJ) has been<br />

found in the place (Moraga et al). Perrot-Minnot argues that the site<br />

was related to the Cotzumalguapa culture on the southern coast<br />

of Guatemala, located just 12 kilometers away. The conclusions of<br />

the ceramic study, through the analysis of the ceramic sequence by<br />

Moraga, Mencos, Costa and Perrot-Minot in 2008, demonstrated the<br />

relationship with the coast of southern Guatemala.<br />

Cotzumalguapa ceramic uses representations of mythological<br />

and warrior themes. In 2008, scientists analyzed 3308 sherds, 12<br />

figurines and two “malacates” (spinning uses) revealed by the 2006<br />

field work. On the site there were also pieces of obsidian, stone<br />

artifacts, burnt mud, coal and bones. The pieces corresponded to the<br />

<strong>La</strong>te Classic Period.<br />

Perrot-Minnot sostiene que Cara Sucia, “a pesar de ser uno de<br />

los principales sitios prehispánicos de El Salvador, ha sido, hasta la<br />

fecha, relativamente poco publicado” (2008: 94).<br />

Perrot-Minnot argues that Cara Sucia, “despite being one of the<br />

main pre-Hispanic sites in El Salvador, has been, to date, barely<br />

published” (2008: 94).<br />

(Ver en mapa No. 16)<br />

98 99


San Andrés<br />

En el Clásico tardío (650-900 d.C.), San Andrés fue el principal centro religioso y político del<br />

Valle de Zapotitán. El sitio arqueológico principal abarca unas 30 manzanas, aunque es mucho<br />

<strong>más</strong> grande. En el centro monumental acentúa la Acrópolis, con cuatro pirámides y hacia<br />

el norte de ellas una gran plaza delimitada por estructuras alargadas (Amaroli, 2017: 212).<br />

Los gobernantes de San Andrés sometieron a muchos pueblos a sus alrededores, entre sus<br />

tributarios estaba la aldea maya de Joya de Cerén (Fowler, 1995: 106). El desarrollo del sitio<br />

está vinculado a sus suelos fértiles y también a la proximidad al actual río Sucio o Nixapan<br />

(que significa en nahuat río de ceniza).<br />

Para 1940, el sitio era uno de los mejor conservados del país, junto a Tazumal. <strong>La</strong>s primeras<br />

excavaciones realizadas por John Dimick y Stanley Boggs en esa década determinaron que San<br />

Andrés fue una capital regional que tuvo relación con el oriente de Guatemala y el occidente<br />

de Honduras, como demuestra la cerámica de una ofrenda en la estructura 7. En 1977, Boggs<br />

dirigió una excavación en dicha estructura, en la cual su ayudante Jorge Mejía encontró el Pedernal<br />

excéntrico, que representa a un rey maya y es una de las piezas claves de la arqueología nacional<br />

para establecer vínculos con Copán, el mayor centro maya del occidente de Honduras.<br />

In the <strong>La</strong>te Classic (650-900 A.D.), San Andrés was the main religious and political center of the<br />

Zapotitán Valley. The main archaeological site has an extension of 20 hectares, although it is much<br />

larger. In the monumental center it accentuates the Acropolis, with four pyramids and to the north<br />

of them a large square bounded by elongated structures (Amaroli, 2017: 212). The rulers of San<br />

Andrés subjected many surrounding villages, among their tributaries was the Mayan village of Joya<br />

de Cerén (Fowler, 1995: 106). The development of the site is also linked to the proximity to the<br />

current Sucio River and its fertile soils.<br />

By 1940, the site had one of the best conservations in the country, along with Tazumal. The first<br />

excavations carried out by John Dimick and Stanley Boggs in that decade, determined that San Andrés<br />

was a main regional city, that had a relationship with eastern Guatemala and western Honduras, as<br />

evidenced by the pottery of an offering found in structure 7. In 1977, Jorge Mejía, Boggs assistant, found<br />

the Eccentric Flint, which represents a Mayan king and is one of the key pieces of national archeology<br />

to establish links with Copan, the largest Mayan center in western Honduras.<br />

(Ver en mapa No. 20)<br />

Sitio arqueológico San Andrés, <strong>La</strong> Libertad.<br />

El excéntrico de pedernal representa a un gobernante maya sentado en su<br />

trono y es una pieza única en su clase. sostiene un cetro en su mano y lleva<br />

un tocado de plumas en su cabeza. Es parte de una ofrenda y fue localizada<br />

en la estructura 7 de San Andrés, que ade<strong>más</strong> contenía vasijas de Petén y<br />

Belice, conchas, huesos de animales y una especie de Mantaraya.<br />

The Eccentric Flint, represents a Mayan king sitting on his throne and<br />

it is unique in its class. He holds a scepter in his hand and wears a<br />

feather headdress on his head. It is part of an offering and was located in<br />

structure 7 of San Andrés, which also contained Petén and Belize baskets,<br />

shells, animal bones and a species of stingray.<br />

Fowler (1995) describe a San Andrés como un estado regional<br />

poderoso durante el periodo Clásico (103), también con intercambios<br />

comerciales con el norte de Mesoamérica, mediante mercaderes de<br />

obsidiana de Guatemala y pigmentos en vasijas pequeñas cilindradas,<br />

y circulares, llamadas frascos o perfumeras, que indican centralización<br />

económica. <strong>La</strong> fertilidad del Valle de Zapotitán aunó al desarrollo<br />

político y cultural de esta capital regional. En 1978, Kevin Black<br />

registró 42 sitios habitados en el Clásico tardío en la región (Fowler,<br />

1995: 97), en ese mismo periodo el Proyecto Protoclásico, dirigido<br />

por Payson Sheets planteó el registro de 350 sitios en esta área.<br />

Fowler (1995) describes San Andrés as a powerful regional state<br />

during the Classic Period (103), that had commercial exchanges with<br />

northern Mesoamerica. Guatemalan Merchants trade obsidian and<br />

pigments in small, cylindrical, circular vessels, called jars or perfumers,<br />

which indicate economic centralization. The fertility of the Zapotitán<br />

Valley was key to the political and cultural development of this regional<br />

city. In 1978, Kevin Black recorded 42 sites inhabited in the <strong>La</strong>te Classic<br />

in the region (Fowler, 1995: 97), in that same period the Protoclassic<br />

Project, led by Payson Sheets, raised 350 sites in this area.<br />

100 101


Cántaro con cabeza de<br />

cocodrilo. Periodo Clásico,<br />

Joya de Cerén, <strong>La</strong> Libertad.<br />

Jug with crocodile head<br />

Classic Period,<br />

Joya de Cerén. <strong>La</strong> Libertad..<br />

Joya de Cerén<br />

<strong>La</strong> riqueza del actual Valle de Zapotitán fue, en el periodo Clásico, uno<br />

de los determinantes para la articulación de Ciudades Estado como<br />

San Andrés y aldeas tributantes como Joya de Cerén, sitios sumamente<br />

estudiados hasta la actualidad.<br />

El valle estaba rodeado por ríos y un bosque caducifolio cuyo sistema<br />

lo volvía un sitio fértil permanentemente, que fue aprovechado por los<br />

primeros grupos migratorios después de la erupción de Ilopango.<br />

En el siglo VII, Joya de Cerén era una aldea maya, cuyas viviendas fueron<br />

contruidas con paredes de bajareque y techos de zacate. Sus habitantes<br />

se dedicaban a la agricultura de subsistencia de maíz, frijoles, chiles, yuca,<br />

ayotes, malanga, achiote, jocote, cacao, guayaba y maguey. Los alimentos<br />

y las semillas se conservaban en cuencos, vasijas y cajetes de cerámica;<br />

algunas especies de aves ya eran parte de los animales domesticados<br />

para consumo humano. <strong>La</strong> aldea estaba rodeada por milpas y se abastecía<br />

de un río cercano. <strong>La</strong> vegetación original del valle estaba compuesta<br />

por árboles de ceiba, conacaste, volador, amate, ojushte, cedro, bálsamo,<br />

madrecacao y pinos.<br />

The richness of the current Zapotitán Valley was, in the Classic Period, one of<br />

the determinants factors for the articulation of City States such as San Andrés<br />

and tributary villages such as Joya de Cerén, places where archaeological<br />

studies are held until today.<br />

The valley was surrounded by rivers and a deciduous forest whose ecosystem<br />

made it a permanent fertile site, which was used by the first migratory groups<br />

after the eruption of Ilopango.<br />

In the seventh century, Joya de Cerén was a village in which the Maya had built<br />

their houses with walls of bajareque and roofs of grass and were dedicated<br />

to subsistence agriculture of corn, beans, chilies, cassava, ayotes, malanga,<br />

achiote, jocote, cocoa, guava and maguey. The food was kept in crocks, bowls,<br />

vessels and ceramic boxes and some bird species were already part of the<br />

domesticated animals for human consumption. The village was build near a<br />

river and was surrounded by cornfields. The original vegetation of the valley<br />

was a forest of ceiba, conacaste, amate, ojushte, cedar, balm, madrecacao<br />

and pine trees.<br />

(Ver en mapa No. 19)<br />

Vista del valle de Zapotitán.<br />

102 103


Cántaro y vasija con decoración en<br />

color crema y naranja, Joya de Cerén,<br />

departamento de <strong>La</strong> Libertad.<br />

Jug and vessel with cream and orange<br />

decoration, Joya de Cerén, <strong>La</strong> Libertad.<br />

En el siglo VII, el volcán Loma Caldera provocó terremotos y finalmente erupcionó en el año 650 d.C., y<br />

cubrió de lava, tefra y ceniza a la aldea. En el siglo XX, este espacio perteneció a una finca llamada Joya<br />

de Cerén, en San Juan Opico, cerca del río Sucio, de este valle dependió en gran medida la producción<br />

de hortalizas del país hasta 1980.<br />

En 1976, sobre ese terreno agrícola se realizaron trabajos de terracería poniendo al descubierto una<br />

estructura cubierta por ceniza y materiales volcánicos a cuatro metros debajo de la superficie. <strong>La</strong> maquinaria<br />

removió fragmentos de cerámica; luego con el pasar de los años, poco a poco las excavaciones arrojaron<br />

11 estructuras, entre casas, bodegas, una cocina y un temazcal.<br />

<strong>La</strong> preservación que encontró en 1978 el arqueólogo Payson Sheets fue extraordinaria, “congelada” en el<br />

tiempo, bajo diversos estratos de ceniza y material volcánico. Se trataba de escenarios de la vida cotidiana<br />

de los mayas que poblaron el territorio al menos mil años antes de la llegada de los conquistadores<br />

españoles. A medida que las excavaciones avanzaban, los hallazgos arqueológicos demostraron que la<br />

aldea había sido conservada.<br />

Joya de Cerén, preservó la cotidianidad y su valor radica en contarnos cómo vivía el pueblo maya llano,<br />

pues la literatura y la ciencia hasta el momento narraban una historia épica, de élites y grupos de poder<br />

enfrentados. <strong>La</strong> aldea, en cambio, era un episodio <strong>más</strong> de la vida común, de hombres, mujeres y niños,<br />

rodeados de una fauna y un paisaje cultural exhuberante que fue plasmado en mucha de su cerámica<br />

utilitaria y ceremonial.<br />

In the seventh century, the Loma Caldera volcano caused earthquakes and finally erupted in 650 A.D., and<br />

covered the village with lava, tephra and ash. In the twentieth century, this area belonged to a farm called Joya<br />

de Cerén, in San Juan Opico, near the Sucio River, due to its fertile soil, the production of vegetables in El Salvador<br />

depended heavily on this valley until 1980.<br />

In 1976, on that agricultural land, while ground leveling works were carried out, a structure covered by ash and<br />

volcanic materials four meters below the surface was discovered. The machinery removed ceramic fragments.<br />

Over the years 11 structures, including houses, warehouses, a kitchen and a temazcal were gradually excavated.<br />

The preservation of this archaeological site under various strata of ash and volcanic material, found in 1978 by<br />

the archaeologist Payson Sheets, was extraordinary, it was like “frozen” in time. There were scenarios of the daily<br />

life of the Mayan people, who populated the territory at least a thousand years before the arrival of the Spanish<br />

conquerors. As excavations progressed, archaeological findings showed that the village had been well preserved.<br />

Joya de Cerén preserved the everyday life of the ordinary Mayan people. Literature and science so far have<br />

showed us an epic story of elites and power groups. The village, instead, was an episode of common life, of men,<br />

women and children, surrounded by wildlife and an exuberant cultural landscape that was embodied in much of<br />

its utilitarian and ceremonial pottery.<br />

<strong>La</strong>guna de Loma Caldera. departamento de <strong>La</strong> Libertad.<br />

104 105


Cuenco con soportes de sonajas,<br />

decorado con franjas horizontales y figuras<br />

geométricas, Joya de Cerén,<br />

departamento de <strong>La</strong> Libertad.<br />

Vessel with rattle supports, decorated with<br />

horizontal stripes and geometric figures.<br />

Joya de Cerén, <strong>La</strong> Libertad.<br />

En sus estructuras, los arqueólogos encontraron platos y vasijas, herramientas e incluso<br />

juguetes. Sobre la agricultura, los vestigios han dado testimonio del modo de siembra de la<br />

milpa, a base de surcos y camellones.<br />

<strong>La</strong> investigación científica demostró que Joya de Cerén es invaluable para el estudio de las<br />

antiguas civilizaciones mesoamericanas y en 1993 el sitio fue reconocido como Patrimonio<br />

de la Humanidad por la UNESCO.<br />

<strong>La</strong> aldea fue construida sobre un espacio habitado antes, que desapareció también por<br />

otra erupción volcánica, que entre los siglos V y VI dio origen al lago de Ilopango. Esta<br />

erupción tuvo un impacto ambiental global y cambió la configuración de la Tierra. Como ha<br />

demostrado Payson Sheets (1986), el suelo volcánico es muy fértil y sobre la ceniza blanca<br />

arrojada por el Ilopango volvió a crecer la vegetación y un siglo después el espacio fue<br />

habitado por pueblos migrantes.<br />

Joya de Cerén era un espacio vivo por la regeneración constante de la vegetación y las<br />

migraciones humanas, en el que los volcanes fueron determinantes de la transformación<br />

del espacio y la formación de sus diversas identidades, pues habían destruido, cubierto y<br />

conservado el rastro del ser humano y la naturaleza.<br />

In their structures, archaeologists found plates and vessels, tools and even toys. On agriculture, the<br />

vestiges show us the way of planting the cornfield, based on furrows and ridges.<br />

Scientific research showed that Joya de Cerén is invaluable for the study of ancient Mesoamerican<br />

civilizations and in 1993 the site was recognized as a World Heritage Site by UNESCO.<br />

The Mayan village was built on a previously inhabited area, which also disappeared due to another<br />

volcanic eruption, which in the fifth and sixth centuries created the <strong>La</strong>ke Ilopango. This eruption had<br />

a global environmental impact and reconfigured the structure of the Earth. As Payson Sheets has<br />

shown (1986), the volcanic soil is very fertile and vegetation grew on the white ash thrown by the<br />

Ilopango and a century later this area was inhabited by migrant peoples.<br />

Joya de Cerén was a living space for constant flora regeneration and human migrations, in which<br />

volcanoes were a determinant factor for the transformation of space and the formation of its<br />

diverse identities. The volcano eruptions had destroyed, covered and preserved the trail of human<br />

and nature.<br />

Esta estructura que muestra el modelo de<br />

construcción y la vida cotidiana en la aldea maya<br />

Joya de Cerén.<br />

Structure showing the construction model and daily life in<br />

the Mayan village of Joya de Cerén.<br />

106 107


Incensario con asa con figura zoomorfa,<br />

Joya de Cerén, departamento de <strong>La</strong> Libertad.<br />

Senser with zoomorphic figure handle,<br />

Joya de Cerén, <strong>La</strong> Libertad.<br />

Paul Amaroli ha señalado que Joya de Cerén tuvo también una ocupación tardía; siglos<br />

después de la erupción de Loma Caldera, otros pueblos, ahora nahuas, volvieron a<br />

habitar ese territorio y existen restos prehispánicos que probablemente demuestren una<br />

ocupación a vísperas de la conquista española (en el período Posclásico Tardío, 1200-<br />

1524 d.C.).<br />

Los parques arqueológicos de El Salvador son también espacios de desarrollo científico,<br />

y especialmente Joya de Cerén, que ha sido investigado desde 1976 a la actualidad.<br />

Esto demuestra el valor inconmensurable del espacio como fuente de investigación. En<br />

noviembre de 2018, justo en el XXV aniversario de su reconocimiento como Patrimonio<br />

de la Humanidad, un grupo dirigido por la arqueóloga Michelle Toledo encontró una<br />

osamenta humana, enterrada con una navaja de obsidiana. Esta ha sido la primeros restos<br />

encontrados en Joya de Cerén, en los 40 años de investigación en el sitio.<br />

Como región arqueológica, en el valle de Zapotitán o San Andrés han sido localizados<br />

hasta hoy muchos sitios arqueológicos. Esta densidad de asentamientos en el estrecho<br />

territorio del valle, ha demostrado las relaciones sociales y políticas de la época, en la que<br />

la narrativa histórica rompe con las descripciones comunes de la sumisión y el vasallaje<br />

del pueblo llano y los grupos de poder, como ha señalado el arqueólogo Payson Sheets:<br />

“Ya fuese por cualquier razón social, política o religiosa, la gente común tenía una opción:<br />

ellos podían decidir comerciar no solamente en un lugar. Esto significa que la élite no tenía<br />

el control absoluto en el valle. <strong>La</strong> gente común tenía cierto poder en las negociaciones<br />

sobre sus vidas” (Sheets, 2018: 13).<br />

Joya de Cerén es fuente para la práctica de arqueología doméstica y para la historia<br />

agraria prehispánica. Sobre la arqueología doméstica, Sheets (2013) apunta que su aporte<br />

es introducir una “democratización” en la ciencia, dado que los agentes estudiados son<br />

habitantes comunes y la tradición mesoamericana privilegió a las élites: “la arqueología<br />

doméstica empieza “del suelo para arriba” al investigar el funcionamiento de las sociedades<br />

prehistóricas empezando con el bloque de construcción básico: la casa” (45-46).<br />

<strong>La</strong> conservación de los materiales agrarios en el sitio, tanto de plantas cultivadas como<br />

de semillas, ofrece un campo de investigación para la arqueología mesoamericana, e<br />

incluso la economía agraria. Payson Sheets concluye que “Joya de Cerén es el primer<br />

sitio arqueológico donde podemos calcular la productividad por unidad/área. El<br />

estándar internacional de productividad actual es el peso seco de comida producida<br />

por hectárea (100 x 100 metros, o un poco <strong>más</strong> grande que una cancha de fútbol<br />

americano)” (2013: 67).<br />

Estructura del Temazcal. Joya de Cerén,<br />

Departamento de <strong>La</strong> Libertad.<br />

108


Cántaros con decoración en color<br />

crema y naranja, Joya de Cerén,<br />

departamento de <strong>La</strong> Libertad.<br />

Jug with cream and orange decoration,<br />

Joya de Cerén, <strong>La</strong> Libertad.<br />

Paul Amaroli has pointed out that Joya de Cerén also had a late occupation: centuries after the eruption, other<br />

peoples, like the Nahuas, re-inhabited that territory and “there are pre-Hispanic remains that probably date on<br />

the eve of the Spanish conquest (in the <strong>La</strong>te Postclassic Period, 1200-1524 A.D.)”.<br />

The archaeological sites of El Salvador are areas for scientific development, and especially Joya de Cerén, which<br />

has been investigated since 1976 until present day. This demonstrates the immeasurable value of this site as a<br />

source of research. In November 2018, just on the XXV anniversary of its recognition as a World Heritage Site,<br />

a group led by archeologist Michelle Toledo found a human skeleton, buried with an obsidian knife. This has been<br />

the first human skeleton found in Joya de Cerén, in the 40 years of research on the site.<br />

Many archaeological sites have been located so far in the Zapotitán or San Andrés Valley. This density<br />

of settlements has demonstrated the social and political relations of that time, and provide us another<br />

perspective of the daily life of the common people, which differs from the traditional descriptions of power<br />

groups, submission and servant people, as noted by Archaeologist Payson Sheets: “Whether for any social,<br />

political or religious reason, ordinary people had a choice: they could decide not only to trade in one place.<br />

This means that the elite did not have absolute control in the valley. Ordinary people had some power in the<br />

negotiations over their lives.” (Sheets, 2018: 13.).<br />

Joya de Cerén is a source for the practice of domestic archeology and for pre-Hispanic agrarian history. On<br />

domestic archeology, Payson Sheets (2013) points out that its contribution is to introduce a “democratization”<br />

in science, because the objects of study are common inhabitants and the Mesoamerican tradition had privileged<br />

the elites: “domestic archeology begins “from the ground up” when investigating the operation of prehistoric<br />

societies starting with the basic building block: the house”(45-46).<br />

The conservation of agricultural materials on the site, both of cultivated plants and of seeds, offers a research<br />

field for Mesoamerican archeology, and even agrarian economics. Payson Sheets concludes that “Joya de Cerén<br />

is the first archaeological site where we can calculate the productivity per unit / area. The current international<br />

productivity standard is the dry weight of food produced per hectare (100 x 100 meters, or slightly larger than<br />

a soccer field)” (2013: 67).<br />

Vaso con decoración antropomorfa,<br />

Joya de Cerén, departamento de <strong>La</strong> Libertad.<br />

Cilindrical vessel with antrophomorfic decoration<br />

Joya de Cerén, <strong>La</strong> Libertad.<br />

110


Sahumerio monocromo con decoración<br />

zoomorfa estilo Mixteca Puebla.<br />

Periodo Posclásico temprano.<br />

Monochrome incense burner with zoomorphic<br />

decoration. Mixteca Puebla style.<br />

Early Postclassic Period.<br />

112 113


Sitio arqueológico Cihuatán,<br />

rodeado por un bosque joven.<br />

Cihuatán archaeological site<br />

surrounded by recent forest.<br />

Aguilares, San Salvador.<br />

114 115


Figurilla hueca con ruedas, conocida como<br />

perro de Cihuatán. Sin embargo por las<br />

incisiones que acentúan los rasgos de la<br />

cara y los colmillos se ha sugerido que<br />

representa un felino.<br />

Hollow figure with wheels, known as Cihuatán dog.<br />

However, because of the incisions that accentuate<br />

the features of the face and fangs,<br />

it has been suggested that they represent a feline.<br />

Cihuatán<br />

El año 900 d.C. fue construida una de las ciudades prehispánicas <strong>más</strong> importantes del Posclásico, del actual<br />

El Salvador. Cihuatán, construida sobre una pequeña loma y bordeada por los ríos Acelhuate y Lempa, fue<br />

la acrópolis de mayor extensión estudiada hasta ahora. Amaroli concluye que la loma fue elegida como<br />

espacio estratégico: “<strong>La</strong> cima de la loma fue artificialmente nivelada para servir como el centro de la<br />

ciudad, con un recinto amurallado conocido como el Centro Ceremonial y una gran plataforma llamada<br />

Acrópolis” (2015: 267).<br />

<strong>La</strong> ciudad fue habitada entre el año 900 y 1200 d.C, periodo que coincide con la Fase Cihuatán, designada<br />

por Wolfgang Haberland en 1960, y que supone una nueva cultura arqueológica que sostuvo relaciones<br />

con el centro de México. El área de la fase Cihuatán abarcó unos 7000 km 2 con dos ciudades y numerosos<br />

asentamientos menores. (Amaroli, 2015: 267).<br />

Es el sitio prehispánico de investigación <strong>más</strong> temprana en país, pues en 1926 fue estudiado por Samuel<br />

K. Lothroph, y en 1929, Antonio Sol inició sus investigaciones formales académicas. En la década de 1950<br />

a 1960, Stanley Boggs realizó excavaciones en la estructura 7, la pirámide principal, y encontró cerámica<br />

representativa del sitio como una figura hueca con ruedas, diversas investigaciones atribuyen a un felino<br />

o un canino, conocida como “perrito con ruedas de Cihuatán”.<br />

One of the most important pre-Hispanic cities of the Postclassic, of present-day El Salvador was built in<br />

900 A.D. Cihuatán, built on a small hill and bordered by the Acelhuate and Lempa rivers, is the largest<br />

acropolis studied so far. Amaroli concludes that the hill was chosen as a strategic area “The top of the hill<br />

was artificially leveled to serve as the center of the city, with a walled enclosure known as the Ceremonial<br />

Center and a large platform called Acropolis” (2015: 267).<br />

The city was inhabited between 900 and 1200 A.D., a period that coincides with the Cihuatán Phase, designated<br />

by Wolfgang Haberland in 1960. It represents a new archaeological culture that held relationships with central<br />

Mexico. The Cihuatán phase area covered about 7000 km 2 , it was constituted by two cities and numerous<br />

smaller settlements. (Amaroli, 2015: 267).<br />

It is the earliest pre-Hispanic research site in the country, because in 1926 it was studied by Samuel K. Lothroph,<br />

and in 1929, Antonio Sol began his formal academic research. In the 1950 to 1960, Stanley Boggs excavated<br />

structure 7, the main pyramid, and found ceramic representative of the site. One of the pieces is a hollow figure<br />

of an animal with wheels. Some researchers attribute feline and other canine physiognomy. It is popularly known<br />

as the “Cichuatán’s dog with wheels”.<br />

(Ver en mapa No. 10)<br />

Pirámide principal sitio arqueológico Cihuatán.<br />

Municipio de Aguilares,<br />

departamento de San Salvador.<br />

116 117


Figura fitomorfa que representa a una<br />

biznaga, cactus originario del desierto<br />

del norte de méxico y fue utilizada<br />

como almena en el templo Q-40. Según<br />

Paul Amaroli la representación de esta<br />

planta sustenta la relación de los pueblos<br />

fundadores de Cihuatán con los pueblos<br />

nahuas de México (2015: 276-282).<br />

Phytomorphic figure representing a biznaga,<br />

a cactus that originated in the desert<br />

of northern Mexico and was used as a<br />

battlement in the Q-40 temple. According to<br />

Paul Amaroli, the representation of this plant<br />

supports the relationship of the founding<br />

peoples of Cihuatán with the Nahua peoples<br />

of Mexico (2015: 276-282).<br />

Cihuatán fue dividida en tres áreas principales: un centro ceremonial al<br />

poniente, una acrópolis al oriente y una zona habitacional, entre nobles y<br />

pueblo llano. En el sitio fueron construidos dos juegos de pelota, uno al<br />

poniente y otro al norte. Amaroli señala que entre los habitantes de las<br />

residencias comunes de Cihuatán pudieron encontrarse grupos culturales<br />

descendientes de los mayas del Clásico (2015: 275).<br />

<strong>La</strong>s estructuras de Cihuatán fueron construidas con relleno de piedra, tierra<br />

y lajas talladas. Como en otras construcciones del Clásico y el Posclásico, la<br />

piedra pómez, producto de la tefra expulsada por las erupciones de Ilopango y<br />

Loma Caldera, fue usada frecuentemente en construcción para revestimiento<br />

de muros y pisos. El palacio de la Acrópolis, identificado como Palacio de los<br />

señores, fue construido con muros y columnas de adobe.<br />

<strong>La</strong>s excavaciones realizadas por Fabio Amador, Paul Amaroli y Karen Bruhns,<br />

en un templo circular arrojaron que posiblemente estuvo dedicado a<br />

Ehécatl, deidad del viento. Según Amador et al, “los pocos grupos cerámicos<br />

encontrados incluyen Plomiza Tohil, Policromo Nicoya y <strong>La</strong>s <strong>La</strong>jas Pestaña<br />

Impresa, todos los cuales forman parte del Posclásico Temprano” (2003: 52).<br />

Cihuatán was divided into three main areas: a ceremonial center to the west,<br />

an acropolis to the east and a residential area, amount nobles and common<br />

people. Two ball game courts were built on the site, one to the west and one<br />

to the north. Amaroli points out that among the inhabitants of the common<br />

residences of Cihuatán there could be cultural groups that were descendants<br />

of the Maya of the Classic Period (2015: 275).<br />

Cihuatán structures were built with stone fill, earth and carved slabs. As in other<br />

constructions of the Classic and the Postclassic Periods, the pumice stone, product<br />

of the tephra expelled by the eruptions of Ilopango and Loma Caldera, was<br />

frequently used in construction to cover walls and floors. The Acropolis palace,<br />

identified as the Palace of the Lords, was built with adobe walls and columns.<br />

Juego de pelota, Cihuatán.<br />

Juego de pelota y pirámide principal, sitio<br />

arqueológico Cihuatán. Ball game court. Cihuatán.<br />

Municipio de Aguilares, departamento de San Salvador.<br />

The excavations in a circular temple carried out by Fabio Amador, Paul Amaroli<br />

and Karen Bruhns, made them believe that it was possibly dedicated to Ehécatl,<br />

deity of the wind. According to Amador et al, “the few pottery groups found<br />

include Plumbate Tohil, Polychromed Nicoya and <strong>La</strong>s <strong>La</strong>jas Pestaña Impresa, all<br />

of which are part of the Early Postclassic Period” (2003: 52).<br />

118 119


Botella de soporte anular con figura de Tláloc,<br />

deidad de la lluvia entre los Pipiles. Se identifica<br />

por los anillos en los ojos a manera de anteojeras,<br />

los bigotes y los largos dientes. Contiene restos<br />

de pintura azul. Periodo Posclásico. Cihuatán.<br />

Annular bottle with Tlaloc figure, the Rain deity<br />

among the Pipiles. He is identified by the goggle like<br />

rings around his eyes, moustache like upper lip, and<br />

long fang like teeth. The vessel has remnants of blue<br />

pigment. Postclassic Period, Cihuatán.<br />

<strong>La</strong>s investigaciones sobre Cihuatán han concluido que en la cuidad fueron veneradas<br />

deidades del panteón mexicano como Tlalóc, Quetzalcóatl en su avatar de Ehécatl y Xipe<br />

Tótec. “Lo importante es que acá aparecen en conjunto, transplantados integralmente a<br />

estas tierras, señalando así una transferencia ideológica” (Amaroli, 2015: 284).<br />

Como ha ocurrido con otros asentamientos del Posclásico estudiados por Escamilla<br />

(2012), Cihuatán fue construida en una elevación topográfica como estrategia defensiva.<br />

Según Amaroli, “Casi todos los sitios de Fase Cihuatán se ubican en posiciones defensivas,<br />

como mesetas e islas, y es evidente su diligencia en prever un ataque” (2015: 267).<br />

Cihuatán fue deshabitado entre los años 1050 y 1100 d. C., probablemente debido a las<br />

guerras y conflictos de la época. <strong>La</strong> ciudad fue quemada, como puede comprobarse en<br />

los vestigios encontrados en los templos y casas.<br />

The investigations on Cihuatán have concluded that in that city, deities of the Mexican pantheon<br />

were venerated such as Tlaloc, Quetzalcoatl in his avatar of Ehecatl and Xipe Totec. “The<br />

relevant issue is that here, they appear together, transplanted integrally to these lands, thus<br />

indicating an ideological transfer” (Amaroli, 2015: p. 284).<br />

Like other Postclassic settlements studied by Escamilla (2012), Cihuatán was built on a<br />

topographic elevation as a defensive strategy. According to Amaroli, “Almost all the Cihuatán<br />

Phase sites are located in defensive positions, such as plateaus and islands, and their diligence<br />

in anticipating an attack, is evident” (2015: 267).<br />

Cihuatán was uninhabited between 1050 and 1100 A.D., probably due to the wars and<br />

conflicts of that time. The city was burned, as we can see evidence of it, in the remains found<br />

in temples and houses.<br />

Almena utilizada en el palacio de los señores de<br />

manera defensiva y efigie de jaguar en cerámica<br />

encontrados en Cihuatán.<br />

Battlement used in the Palace of the Lords in a<br />

defensive manner and jaguar effigy of ceramic,<br />

found in Cihuatán.<br />

120 121


Escultura de un jaguar con las fauces<br />

abiertas, en su interior el rostro de<br />

un personaje. Periodo Posclásico, sitio<br />

arqueológico Carranza.<br />

Carranza<br />

Sculpture of a jaguar with open jaws,<br />

inside the face of a character.<br />

Postclassic Period,<br />

archaeological site Carranza.<br />

El sitio arqueológico de Carranza en la planicie del Acelhuate, está a solo un kilómetro de Cihuatán, y<br />

próximo al sitio arqueológico Zacatonal. <strong>La</strong>s investigaciones de Paul Amaroli (2002) demostraron que<br />

Carranza pertenece al Posclásico temprano y pudo haber sido construido con anterioridad a Cihuatán.<br />

En el siglo XX, el sitio fue dedicado a diversas labores agrarias, que perjudicaron la conservación de las<br />

estructuras. Sin embargo, la importancia de Carranza consiste en el hallazgo de una escultura del Xipe<br />

Tótec, nuestro señor el desollado, en la estructura 1. Ade<strong>más</strong>, en el sitio se encontraron restos de tiestos<br />

de cerámica tipo Plomiza Tohil, como en otros sitios del país que fueron poblados por emigrantes toltecas.<br />

Según Amaroli, la estructura 1 pudo ser un templo, pues, se encontraron fragmentos de Xipe Tótec a ras<br />

de suelo: “casi todos fueron encontrados apilados en un solo grupo, sin evidencia de haber sido colocados<br />

en una fosa (por ejemplo, como ofrenda). Por lo anterior, una posibilidad es que la estatua fue quebrada<br />

en su lugar en el momento de la destrucción de la Estructura 1” (Amaroli, 2002: 7).<br />

Carranza, al igual que Cihuatán, Tazumal y otros asentamientos del Posclásico, fue abandonado antes del<br />

siglo XVI, por lo que su desaparición no tiene relación con la llegada de los españoles, sino con guerras<br />

locales. <strong>La</strong>s puntas de lanza encontradas en la estructura 1 indican una batalla que ocasionó su destrucción.<br />

Esta misma hipótesis guarda relación con el abandono de Cihuatán, entre 1140 y 1220 d.C.<br />

The archaeological site of Carranza, on the plains of the Acelhuate River, is only one kilometer from Cihuatán, and close<br />

to the Zacatonal archaeological site. The investigations of Paul Amaroli (2002) showed that Carranza belongs to the<br />

Early Postclassic and could have been built before Cihuatán.<br />

In the twentieth century, the site was dedicated to various agricultural labors, which damaged the conservation of<br />

the structures. However, the importance of Carranza consists in the finding of a sculpture of Xipe Totec, our lord the<br />

skinned, in structure 1. In addition, on the site were found remains of plumbate Tohil pottery sherds, as in other places<br />

in the country which were populated by Toltec emigrants.<br />

According to Paul Amaroli, structure 1 could be a temple, because fragments of Xipe Totec were found at ground level:<br />

“almost all were found pilled in a single group, with no evidence of being placed in a pit (for example, as offering).<br />

Therefore, one possibility is that the statue was broken in its place at the time of the destruction of Structure 1.”<br />

(Amaroli, 2002: 7).<br />

As Cihuatán, Tazumal and other Postclassic settlements, it was abandoned before the sixteenth century, so its<br />

disappearance is not related to the arrival of the Spaniards, but to local wars. The spearheads found in structure<br />

1 indicate a battle that caused their destruction. This same hypothesis is related to the abandonment of Cihuatán,<br />

between 1140 and 1220 A.D..<br />

(Ver en mapa No. 9)<br />

122 123


The cult of Xipe Totec, our lord the skinned, deity of spring, harvest<br />

and fertilization, was widespread in Mesoamerica during the<br />

Postclassic Period, and especially in the <strong>La</strong>te Postclassic Period. Traces<br />

on the Mesoamerican Pacific coast, demonstrate a long-lasting cult<br />

and religious political extension for its time. Fowler (1995) argues<br />

that the second occupation of Chalchuapa in the early Post-Classic<br />

period already shows Mexican features such as architecture (Tazumal<br />

structure 2, “talud tablero” style, circular temple), and the veneration of<br />

an established and diffused pantheon with sculptural representations<br />

such as Chac Mool and a clay effigy of Xipe Totec (155).<br />

Culto a Xipe Tótec<br />

Xipe Totec cult<br />

Ofrenda al culto a Xipe Tótec encontrada<br />

en el sitio arqueológico Carranza.<br />

Offering to the cult Xipe Totec,<br />

found in arqueological site Carranza.<br />

El culto al Xipe Tótec, nuestro señor el desollado, deidad de la primavera, la cosecha y la<br />

fecundación, fue muy extendido en Mesoamérica durante el Posclásico. Vestigios en la costa<br />

Pacífica mesoamericana, demuestran un culto de larga duración y una extensión política religiosa<br />

para su tiempo. Fowler (1995) sostiene que la segunda ocupación de Chalchuapa en el Posclásico<br />

temprano ya muestra rasgos mexicanos como la arquitectura (estructura 2 de Tazumal, el estilo<br />

de talud-tablero, templo circular), y la veneración de un panteón establecido y difundido con<br />

representaciones escultóricas como el Chac Mool y una efigie de barro de Xipe Tótec (155).<br />

En 1945, Stanley Boggs localizó la primera representación del Xipe Tótec, en Tazumal, cuya efigie<br />

se encontró fragmentada; durante las décadas siguientes, diversas efigies de la deidad fueron<br />

encontradas en sitios poblados durante el Posclásico en diversos estados de conservación y<br />

puntos del país. Paul Amaroli (2015) sostiene que para El Salvador han sido localizadas al menos<br />

11 representaciones del Xipe Tótec en: una en Tazumal, dos en Cihuatán, dos en Carranza, una<br />

en <strong>La</strong>s Marías, dos en la isla El Cajete en <strong>La</strong> Barra de Santiago, una en Azacualpa en las orillas<br />

del lago de Güija, dos en Güija y un hacha en Quelepa con la efigie del Xipe Tótec (294). En una<br />

excavación en el sitio Los Gavilanes, en la zona arqueológica de Chalchuapa, Heriberto Erquicia (2007)<br />

localizó dos fragmentos de una escultura de Xipe Tótec, perteneciente al Posclásico temprano. Los<br />

fragmentos fueron encontrados dentro de una estructura, que ade<strong>más</strong> contenía un pequeño espacio<br />

tipo “fogón,” que sugiere alguna actividad ritual asociada a la deidad.<br />

Boggs (1976) estudió el culto al Xipe Tótec en relación a un hallazgo de efigies en la isla de Igualtepeque,<br />

en el lago de Güija. Reportó que en el fondo del lago de Güija fueron extraídas y traficadas dos<br />

esculturas en la década de 1960. Según el arqueólogo, el saqueo provocó la eliminación del contexto<br />

cultural y la referencia geográfica exacta para su investigación científica (Boggs, 1976: 110).<br />

Luis Casasola y Boggs sostuvieron que los estilos de las figuras encontradas en el actual El Salvador<br />

guardan relación con las del centro de Veracruz mediante la identificación de pintura amarilla como<br />

recubrimiento, decoración del pastillaje, uso de sandalias, decoraciones punzonadas, entre otras.<br />

Amaroli (2015), ahonda en la festividad y el ritual: “Los ritos locales de Xipe Tótec no pueden haber<br />

sido idénticos a las celebraciones que se realizaban durante Tlacaxipehualiztli tres siglos después en<br />

la gran ciudad de México Tenochtitlan, pero podemos suponer que compartían algunos aspectos,<br />

definitivamente la imaginería y el uso de templos. De hecho, una comunidad pipil (posterior a la fase<br />

Cihuatán) era denominada por el templo de Xipe Tótec: Yopico (hoy San Juan Opico)” (294).<br />

In 1945, Stanley Boggs located the first representation of the Xipe<br />

Totec, in Tazumal, whose effigy was fragmented. During the following<br />

decades, various effigies of the deity were found in populated sites<br />

during the Postclassic Period in certain locations of El Salvador and in<br />

different conservation status. Paul Amaroli (2015) argues that for El<br />

Salvador at least 11 representations of Xipe Tótec have been dicovered:<br />

one in Tazumal, two in Cihuatán, two in Carranza, one in <strong>La</strong>s Marías,<br />

two in El Cajete island, in <strong>La</strong> Barra de Santiago, one in Azacualpa on<br />

the shores of <strong>La</strong>ke Güija, two in Güija and an ax with the effigy of<br />

Xipe Totec in Quelepa (294). In an excavation at Los Gavilanes site,<br />

in Chalchuapa, Heriberto Herquicia (2007) located two fragments of<br />

a sculpture of Xipe Totec, belonging to the Early Postclassic Period. The<br />

fragments were found withing a structure, which also contained a small<br />

burner that suggests some ritual activity associated with the deity.<br />

Boggs (1976) studied the cult of Xipe Totec in relation to a discovery<br />

of effigies on the island of Igualtepeque, on <strong>La</strong>ke Güija. He reported<br />

that at the bottom of <strong>La</strong>ke Güija two sculptures were extracted<br />

and trafficked in the 1960s. According to the archaeologist, the<br />

looting caused the elimination of the cultural context and the exact<br />

geographical reference for his scientific research (Boggs, 1976: 110).<br />

Luis Casasola and Stanley Boggs argued that the styles of the figures<br />

found in present-day El Salvador, are related to those of the center<br />

of Veracruz by identifying yellow paint as a coating, decoration of the<br />

pastillage, use of sandals, punched decorations, among others.<br />

Amaroli (2015), delves into the festivity and ritual: “The local rites of<br />

Xipe Totec cannot have been identical to the celebrations that took<br />

place during Tlacaxipehualiztli three centuries later in the great city<br />

of Tenochtitlan (Mexico), but we can assume that they shared some<br />

aspects, definitely the imagery and use of temples. In fact, a Pipil<br />

community (after the Cihuatán phase) was named by the temple of<br />

Xipe Totec: Yopico (today San Juan Opico)”(294).<br />

El Xipe Tótec o nuestro señor el desollado<br />

fue una deidad importante en la región<br />

mesoamericana durante el Posclásico.<br />

localizada en el sitio<br />

arqueológicoTazumal, Santa Ana.<br />

The Xipe Totec our lord the skinned was an<br />

important deity in the Mesoamerican region<br />

during the Postclassic Period.<br />

Found in Tazumal, Santa Ana.<br />

124


Chac Mool fue encontrado<br />

en Tazumal, Chalchuapa, en la<br />

década de 1940.<br />

Chac Mool was found in Tazumal,<br />

Chalchuapa, in the 1940s.<br />

Chac Mool<br />

Durante las migraciones del Posclásico, los pipiles trajeron consigo sus cosmovisiones, rituales y<br />

deidades, entre ellas un panteón compuesto por Tláloc, Quetzalcóatl, Xipe Tótec, entre otros.<br />

Dado que viajan las entelequias de estos estados en disgregación, la cultura material del periodo,<br />

caracterizada por cerámica y esculturas que representan a los dioses, demuestra las diferencias<br />

culturales introducidas. Una de las piezas significativas de esta emigración y su impacto cultural es<br />

la escultura en piedra del Chac Mool, encontrado en Chalchuapa.<br />

El Chac Mool fue una representación escultórica expandida por los toltecas en el Posclásico, del<br />

900 d. C. en adelante y en algún momento estuvo vinculado al juego de pelota según Herbert J.<br />

Spiden (1915: 472-474), aunque otros debates lo vinculan a una figura sacrificial o un sacerdote.<br />

<strong>La</strong> mayoría de ejemplares de esta escultura han sido encontrados en México en Tula, Hidalgo, y en<br />

Chichén Itzá, Yucatán, entre los espacios <strong>más</strong> representativos. <strong>La</strong> expansión de Tula hasta el actual<br />

territorio salvadoreño ha sido comprobada a través del material arqueológico cerámico Plomizo<br />

Tohil, encontrado en Tazumal y Casa Blanca.<br />

Spiden analizó diversas colecciones privadas y la del Museo Nacional de El Salvador a inicios<br />

del siglo XX y concluyó que el Chac Mool representa la transferencia del culto a través de<br />

la expansión del juego de pelota. Con él, fueron trasladados otras deidades y su culto, cuyas<br />

representaciones escultóricas son parte de la colección del Museo Nacional de Antropología, Dr.<br />

David J. Guzmán.<br />

During the migrations of the Postclassic Period, the Pipiles brought their worldviews, rituals and deities,<br />

including a pantheon composed of Tlaloc, Quetzalcoatl, Xipe Totec, among others. Since the people of<br />

these states in disintegration traveled, the brought their entelechies with them, and the material culture<br />

of the period, characterized by pottery and sculptures representing the gods, demonstrates the cultural<br />

differences introduced. One of the significant pieces of this emigration and its cultural impact is the<br />

stone sculpture of the Chac Mool, found in Chalchuapa.<br />

The Chac Mool was a sculptural representation expanded by the Toltecs in the Postclassic Period, from<br />

900 A.D. Hereafter and at some point, he was linked to the ball game court according to Herbert J.<br />

Spiden (1915: 472-474), although other debates link him to a sacrificial figure or a priest. Most of<br />

Chac Mool’s sculptures have been found in Mexico in Tula, Hidalgo, and in Chichen Itza, Yucatan. The<br />

expansion of Tula to the current Salvadoran territory has been proven through the Plumbate Tohil<br />

leaden ceramic archaeological material, found in Tazumal and Casa Blanca.<br />

Spiden analyzed various private collections and that of the Museo Nacional de El Salvador in the early<br />

twentieth century and concluded that the Chac Mool represents the transfer of worship, through the<br />

expansion of the ball game. With him, other deities and their cult were transferred, whose sculptural<br />

representations are part of the collection of the Museo Nacional de Antropología, Dr. David J. Guzmán.<br />

Juego de pelota, sitio arqueológicoTazumal.<br />

Municipio de Chalchuapa, departamento de Santa Ana.<br />

Ball game court, Tazumal, Santa Ana.<br />

126 127


Tazumal en el posclásico<br />

Tazumal in the Postclassic Period<br />

William Fowler (1995) ha descrito al Posclásico como un periodo de<br />

migraciones, confusión y guerras. En este periodo, sostiene que “los grupos<br />

de habla náhuat arribaron a Centroamérica en múltiples oleadas de<br />

migración, iniciando muy tempranamente en el período Clásico terminal y<br />

continuando a través del Posclásico”.<br />

Tazumal fue uno de los sitios ocupados por éstos grupos migrantes en el<br />

Posclásico temprano, entre 950 y 1050 d.C., y el principal vestigio de esta<br />

nueva ocupación es la construcción de una pirámide, conocida como B1-2,<br />

en la que se localizaron dos entierros correspondientes al periodo Clásico<br />

terminal y el Posclásico temprano.<br />

Heriberto Erquicia (2012) sostiene que la arquitectura erigida durante<br />

el Posclásico temprano es importante para comprender los procesos<br />

históricos en Chalchuapa: “<strong>La</strong> pirámide principal se abandonó al final del<br />

período Clásico, y enseguida, durante el Posclásico temprano, se adosó una<br />

pirámide de estilo y construcción muy diferente, la cual refleja el ingreso de<br />

poblaciones de fuerte identidad mexicana durante este período” (Erquicia,<br />

2012: 47). En este periodo también fueron construidas <strong>más</strong> estructuras,<br />

como plazas y casas, en el sitio conocido como Nuevo Tazumal, ubicado al<br />

noreste de Tazumal (Shibata, 2005).<br />

William Fowler (1995) has described the Postclassic as a period of migration,<br />

confusion and wars. In this period, he argues that “Nahuat-speaking groups<br />

arrived in Central America in multiple migration waves, beginning very early in<br />

the Terminal Classic Period and continuing through the Postclassic Period”.<br />

Tazumal was one of the sites occupied by these migrant groups in the<br />

Postclassic Period, between 950 and 1050 A.D., and the main vestige of this<br />

new occupation is the construction of a pyramid known as B1-2, in which two<br />

burials were located, corresponding to the Terminal Classic Period and the Early<br />

Postclassic Period.<br />

Heriberto Erquicia (2012) argues that the architecture erected during the<br />

Early Postclassic Period is important to understand the historical processes<br />

in Chalchuapa: “The main pyramid was abandoned at the end of the Classic<br />

Period, and then, during the Early Postclassic Period, another pyramid was<br />

attached and its construction style is very different, which reflects during this<br />

period, the income of new populations with strong Mexican identity .”(Erquicia,<br />

2012: 47). During this period, more structures, such as squares and houses,<br />

were also built on the site known as Nuevo Tazumal, located northeast of<br />

Tazumal (Shibata, 2005).<br />

Sitio arqueológico Tazumal.<br />

(Ver en mapa No. 4)<br />

128 129


Fabricio Valdivieso (2005) sostiene que muchos sitios del Posclásico<br />

en el occidente, en la cordillera del Bálsamo y en el Valle de<br />

Zapotitán, son ocupaciones de un grupo identificado ahora como<br />

pipiles provenientes de las migraciones del imperio tolteca, cuya<br />

hipótesis se sostiene mediante los hallazgos de Plomizo Tohil en<br />

Tazumal y sitios alrededor (2005: 22-23). Estos espacios fueron<br />

deshabitados antes de la llegada de los españoles, pues, en efecto,<br />

Tazumal fue abandonado alrededor de 1200 d.C. Una investigación<br />

de Marlon Escamilla (2012) demostró que la cordillera del Bálsamo<br />

fue poblada por pueblos nahuas en diáspora desde el altiplano<br />

central mexicano mediante masivos movimientos migratorios<br />

entre los años 600 y 900 d.C. en el Clásico tardío y del 900 a 1524<br />

d.C. del Posclásico (2012: 67).<br />

De la influencia de esta migración depende la apropiación<br />

del paisaje cultural en la zona occidental, por lo que Escamilla<br />

concluye que “los datos arqueológicos recolectados y analizados<br />

indican que las migraciones Posclásicas de los grupos nahuapipiles<br />

probablemente estuvieron asociadas a un modelo de diáspora<br />

migratoria, en la cual estos grupos se apropiaron y transformaron<br />

un paisaje defensivo de difícil acceso, como las “lengüetas” de la<br />

Costa del Bálsamo. Esta apropiación del paisaje no solamente se<br />

realizó con fines defensivos, estratégicamente militaristas, sino con<br />

fines simbólicos a través de un proceso de emulación simbólica<br />

con su lugar de origen, el altiplano mexicano” (2012: 85).<br />

Fabricio Valdivieso (2005) argues that many Postclassic sites in the<br />

west, in the Balsam mountain range and in the Zapotitan Valley are<br />

occupations of a group identified now as pipiles, who came from the<br />

migrations of the Toltec empire, this hypothesis is supported by the<br />

findings of Tohil Plumbate in Tazumal and surrounding sites (2005: 22-<br />

23). These areas were uninhabited before the arrival of the Spaniards.<br />

Tazumal was abandoned around 1200 A.D. Marlon Escamilla’s<br />

research (2012) showed that the Balsam mountain range was<br />

populated by Nahua peoples in diaspora from the central Mexican<br />

highlands through massive migratory movements between 600 and<br />

900 A.D. in the <strong>La</strong>te Classic Period and from 900 to 1524 A.D. of the<br />

Postclassic (2012: 67).<br />

The appropriation of the cultural landscape in the Western Zone<br />

is a result of the influence of this migration, so Escamilla concludes<br />

that “the archaeological data collected and analyzed indicate that<br />

migrations of the Nahuapipil groups in the Postclassic Period were<br />

probably associated with a migratory diaspora model, in which these<br />

groups appropriated and transformed a defensive landscape of difficult<br />

access, like the “lenguentas” of the Balm Coast. This appropriation<br />

of the landscape was not only carried out for defensive purposes,<br />

strategically militaristic, but also for symbolic purposes through a<br />

process of symbolic emulation with its place of origin, the Mexican<br />

highlands.” (2012: 85).<br />

Nuevo Tazumal<br />

Nuevo Tazumal es un sitio de 9.71 manzanas que colinda al<br />

noreste con el parque arqueológico Tazumal y al sur con la laguna<br />

Cuzcachapa, en Chalchuapa. El terreno había sido destinado a la<br />

urbanización pero entre 2001 y 2002 fueron localizados tiestos del<br />

Clásico tardío y Posclásico. Shione Shibata (2005), investigador del<br />

sitio, señala que los 7 montículos que forman el sitio arqueológico<br />

fueron registrados desde 1944 en el primer mapa de la zona<br />

arqueológica de Chalchuapa levantado por John M. Longyear.<br />

Durante dos fases de investigación del sitio, Shibata registró<br />

una plataforma circular (Estructura 1), dos plataformas largas<br />

(Estructuras 2a y 2b), una plataforma poligonal (Estructura 3), dos<br />

plataformas semi-ovaladas (Estructuras 4 y 7), cuatro plataformas<br />

cuadrangulares (Estructuras 5, 6, 8 y 9), ocho cimientos (Estructura<br />

10, Conjunto Arquitectónico 1 y Conjunto Arquitectónico 2),<br />

que fueron construidas con piedras y lodo. “<strong>La</strong> mayoría de las<br />

piedras utilizadas como material constructivo son de origen<br />

volcánico, las cuales abundan alrededor de la Zona Arqueológica<br />

Chalchuapa”, apuntó Shibata (2005: 4). Nuevo Tazumal apunta una<br />

construcción del Posclásico relacionada con el núcleo central del<br />

sitio arqueológico Tazumal, sus habitantes probablemente fueron<br />

migrantes del centro de México.<br />

(Ver en mapa No. 5)<br />

Nuevo Tazumal is a 7 hectares site that borders the Tazumal<br />

Archaeological Park northeast and south of Cuzcachapa <strong>La</strong>goon, in<br />

Chalchuapa. The land had been destined for urbanization, but between<br />

2001 and 2002 sherds of the <strong>La</strong>te Classic and Postclassic were located.<br />

Shione Shibata (2005), researcher of the site, points out that the 7<br />

mounds that form the archaeological site had already been recorded<br />

in 1944, on the first map of the archaeological zone of Chalchuapa<br />

raised by John M. Longyear.<br />

During the two phases of site investigation, Shibata recorded a circular<br />

platform (Structure 1), two long platforms (Structures 2a and 2b), a<br />

polygonal platform (Structure 3), two semi-oval platforms (Structures<br />

4 and 7), four platforms quadrangular (Structures 5, 6, 8 and 9), eight<br />

foundations (Structure 10, Architectural Ensemble 1 and Architectural<br />

Ensemble 2), which were built with stones and mud. “Most of the<br />

stones used as a construction material are of volcanic origin, which<br />

abound around the Chalchuapa Archaeological Zone,” said Shibata<br />

(2005: 4). Nuevo Tazumal reveals a construction related to the central<br />

core of Tazumal archaeological site, its inhabitants were probably<br />

migrants from central Mexico.<br />

Entre las principales piezas del patrimonio de<br />

Tazumal está la Estela tallada, probablemente entre<br />

el Clásico tardío y el Posclásico temprano, conocida<br />

popularmente como “Virgen del Tazumal”.<br />

Actualmente se encuentra en exhibición en el<br />

Museo Nacional de Antropología, Dr. David J. Guzmán.<br />

Among the main pieces the heritage of Tazumal is the<br />

Carved Stelae, probably between the <strong>La</strong>te Classic and<br />

the Early Postclassic. Popularly known as “Virgen del<br />

Tazumal”. It is currenly on display in the Museo Nacional<br />

de Antropología, Dr. David J. Guzmán.<br />

130 131


Loma China<br />

Vista del embalse de San Lorenzo en presa 15 de Septiempre<br />

(ver mapa No. 13)<br />

A la rivera del río Lempa, en Nueva Granada, y bajo las aguas de la presa San Lorenzo se encuentra el sitio Loma<br />

China, en el que se identificaron 4 montículos pertenecientes al periodo Posclásico. (Amador, 2012: 27).<br />

Entre 1980 y 1981, el arqueólogo Manuel Melgar realizó un rescate arqueológico en la presa, de la cual se extrajo<br />

cerámica del tipo Plomizo Tohil, Policromo Nicoya y Naranja Fina. 21 puntas líticas y cuatro discos circulares de<br />

piedra arenisca (Barrera, 2016: 34).<br />

Según Paul Amaroli, Loma China es el sitio <strong>más</strong> informativo sobre la influencia del comercio con Tula en el<br />

Posclásico, y los discos circulares obtenidos en su rescate arqueológico “constituían insignias de alto estatus y<br />

relacionadas con el mundo tolteca” (2015: 258).<br />

<strong>La</strong> investigación de Julián Barrera, sostiene que en Loma China “la práctica de los entierros estaban asociados<br />

a un canje de elementos culturales entre los grupos Toltecas. También, se comprobó que los yacimientos de<br />

obsidiana que <strong>más</strong> se explotaron para el comercio en la Zona Oriental se encuentran: El de Ixtepeque y El<br />

Chayal (ambos en territorio guatemalteco en la actualidad). En lo que concierne a las puntas de flecha de<br />

obsidiana gris y obsidiana verde proveniente de Pachuca (México) [de predominio de Tula]” (Barrera, 2016: 76).<br />

Vaso plomizo con rostro humano en altorelieve.<br />

Loma China, departamento de Usulután.<br />

Plumbate ware vessel with detail human face relief.<br />

Loma China, Usulután. (Ver en mapa No. 12)<br />

In the archaeological site Loma China, four mounds belonging to the Postclassic Period were identified, this site<br />

was located on the banks of the Lempa river, in Nueva Granada and due to the construction of the San Lorenzo<br />

dam, it is currently under waters (Amador, 2012: 27).<br />

Between 1980 and 1981, archaeologist Manuel Melgar carried out an archaeological rescue at the dam, from<br />

which plumbate Tohil pottery, Nicoya Polychrome. 21lithic spearheads and four circular sandstone discs were<br />

extracted (Barrera, 2016: 3. 4).<br />

According to Paul Amaroli, Loma China is the most informative site on the influence of trade with Tula in the<br />

Postclassic Period and the circular disks obtained in its archaeological rescue “constituted high status badges<br />

and related to the Toltec world” (2015: 258).<br />

Julian Barrera’s research argues that in Loma China “the practice of burials was associated with an exchange of<br />

cultural elements among Toltec groups. Also, it was found that the obsidian deposits that were most exploited for<br />

trade in the eastern region were Ixtepeque and El Chayal (both in the current Guatemalan territory). Regarding the<br />

arrowheads of gray obsidian and green obsidian from Pachuca (Mexico) [predominantly Tula]” (Barrera, 2016: 76).<br />

132 133


<strong>La</strong> isla de Igualtepeque<br />

en el lago de Güija<br />

Igualtepeque Island in <strong>La</strong>ke Güija<br />

<strong>La</strong> isla de Igualtepeque, en el lago de Guija, fue ocupada durante<br />

el Posclásico (900-1500 d.C). Documentada por Stanley Boggs en<br />

el primer lustro de la década de 1940, en una exploración a su<br />

pirámide principal.<br />

Según Paul Amaroli (2006) en la orilla se localiza la mayor concentración<br />

de petrograbados en roca volcánica conocida en Centroamérica, <strong>más</strong><br />

de doscientos (200). <strong>La</strong> investigadora Andrea Stone (2004) registró en<br />

1997, 225 petrograbados, tallados cuidadosamente como si se tratara<br />

de esculturas. Su investigación demostró que las tallas “sólo presentan<br />

una influencia esporádica de los estilos artísticos mesoamericanos que<br />

se dan en las regiones cercanas. <strong>La</strong> iconografía hace énfasis en los pájaros,<br />

serpientes, ciervos, peces y otros componentes de la fauna, al igual que<br />

en las figuras humanas esquemáticas, los rostros que miran al frente,<br />

y otras formas no figurativas, en particular líneas sinuosas y círculos. El<br />

estilo esquemático y el énfasis puesto en las aves estarían indicando<br />

conexiones con Centroamérica meridional, que podrían inclusive<br />

llegar hasta Costa Rica” (Stone, 2004: 1). Sin embargo, los arqueólogos<br />

aún no han podido establecer una relación entre los petrograbados<br />

y las estructuras arquitectónicas construidas en el Posclásico, dado<br />

que, según Amaroli, ningún sitio del Posclásico identificado con la fase<br />

Guazapa, posee petrograbados (Amaroli, 2006: 1).<br />

The island of Igualtepeque, on <strong>La</strong>ke Guija, was occupied during the<br />

Postclassic Period (900-1500 A.D.). Documented by Stanley Boggs in<br />

the first five years of the 1940s in an exploration of its main pyramid.<br />

According to Paul Amaroli (2006) the highest concentration of<br />

carved boulders on volcanic rock in Central America is found on<br />

the shore of this island, there are more than two hundred. In 1997<br />

the researcher Andrea Stone (2004) recorded 225 petroglyphs,<br />

carefully carved as if they were sculptures. Her research showed<br />

that the carvings “only have a sporadic influence of Mesoamerican<br />

artistic styles that occur in nearby regions. The iconography<br />

emphasizes birds, snakes, deer, fish and other element of wildlife,<br />

as well as schematic human figures, faces facing forward, and<br />

other non-figurative forms, particularly sinuos lines and circles.<br />

The schematic style and emphasis placed on birds would indicate<br />

connections with southern Central America, which could even reach<br />

Costa Rica” (Stone, 2004: 1). However, archaeologists have not yet<br />

been able to establish a relationship between the petroglyphs and<br />

the architectural structures built in the Postclassic Period, according<br />

to Amaroli, since no Postclassic site identified with the Guazapa<br />

phase has a carved boulders (Amaroli, 2006: 1).<br />

Petrograbados en la isla de Igualtepeque,<br />

<strong>La</strong>go de Güija, municipio de Metapán, Santa Ana.<br />

(Ver en mapa No. 8)<br />

Carved boulders on Igualtepeque island,<br />

Güija <strong>La</strong>ke, Metapán, Santa Ana.<br />

134 135


<strong>La</strong>go de Güija, Santa Ana.<br />

<strong>La</strong> arquitectura del sitio fue identificada por Amaroli como fase Guazapa o Cihuatán (900-1200 d.C),<br />

caracterizada por vínculos arquitectónicos con otros sitios en México, lo cual establece la relación con<br />

la migración que originó el asentamiento de los pipiles en el actual territorio salvadoreño. En la isla<br />

fueron encontrados también tiestos de cerámica del tipo plomizo Tohil, como los encontrados en otros<br />

sitios que guardan la misma relación histórica del desplazamiento del centro de México. El saqueo en<br />

la isla ha sido una constante y actualmente Igualtepeque se encuentra en riesgo de depredación por<br />

la acción antrópica humano.<br />

The architecture of the site was identified by Paul Amaroli as Guazapa or Cihuatán phase (900-1200 A.D.),<br />

characterized by architectural links with other sites in Mexico, which establishes the relationship with the<br />

migration that originated the settlement of the Pipiles in the current Salvadoran territory. Ceramic pots<br />

of the Tohil-plumbate style were also found on the island, such as those found in other sites that have the<br />

same historical relationship with the migration flows from central Mexico. Looting on the island has been<br />

constant and currently Igualtepeque is at risk of predation due to human anthropic action.<br />

En 1997 Andrea Stone registró<br />

225 petrograbados en la isla de<br />

Igualtepeque.<br />

In 1997 Andrea Stone catalogued<br />

225 carved boulders on the<br />

Igualtepeque island.<br />

136


El paisaje cultural salvadoreño fue espacio de constantes migraciones, que configuraron regiones culturales y<br />

circuitos comerciales los espacios <strong>más</strong> productivos del territorio, que fueron primordialmente aprovechados<br />

por los adelantados españoles que exploraron el actual El Salvador en el siglo XVI.<br />

El final del período Posclásico tardío ha sido trazado por los arqueólogos por la llegada de las huestes del<br />

adelantado Pedro de Alvarado, desde México Tenochtitlan y Guatemala, y estaban formadas por pueblos<br />

indígenas mexicanos y guatemaltecos que decidieron aliarse con los españoles. Debido a los conflictos<br />

bélicos como a las nuevas ocupaciones humanas, la cultura material de este período es poco conocida,<br />

por lo que hay que tomar en cuenta el contacto entre los conquistadores y los conquistados. <strong>La</strong> cultura<br />

material de este proceso podría ser denominada como “híbrida”, pues marca el desarrollo sincrético de<br />

los modos de ser y hacer.<br />

Quizá el mayor conocimiento sobre este espacio temporal pueda adquirirse de la etnohistoria, de los<br />

pictogramas, de las narraciones elaboradas por los cronistas y de las visitas pastorales que documentaban y<br />

registraban las poblaciones indígenas del territorio en los siglos XVI y XVII.<br />

<strong>La</strong> cosmovisión de las antiguas civilizaciones que poblaron El Salvador no desapareció durante el proceso<br />

colonizador y su principal herencia son las comunidades nahuat, lenca y kakawira, que siguen vivas en el país.<br />

Aunque la arqueología estudia la cultura material del pasado, su vinculación con el presente y con comunidades<br />

históricamente subalternas es innegable; por lo que para muchos arqueólogos sociales la aplicación de la<br />

memoria como método se ha convertido en un imperativo científico.<br />

El legado de este libro es recoger de la ciencia lo que define nuestras identidades y nos acompaña<br />

cotidianamente en nuestro hacer, pensar y sentir como sociedad<br />

The Salvadoran cultural landscape was a space of constant migrations, which configured the most productive spaces<br />

of the territory in cultural regions and commercial circuits, which were primarily used by the Spaniards who explored<br />

the current El Salvador in the sixteenth century.<br />

The arrival of the Spanish conqueror Pedro de Alvarado, on his journey from Mexico Tenochtitlan and Guatemala<br />

has been established by archaeologists as the end of the late postclassic period. The Spanish army was joined by<br />

a group of Mexican and Guatemalan natives who decided to ally with them. Due to the warlike conflicts as to the<br />

new human occupations, the material culture of this period is little known, so the contact between the conquerors<br />

and the conquered must be taken into consideration. The material culture of this process could be called “hybrid”,<br />

as it marks the syncretic development of ways of being and doing.<br />

Perhaps the greatest knowledge about this time frame can be acquired from ethnohistory, from pictograms, from<br />

narratives elaborated by chroniclers and from pastoral visits that documented and recorded the native populations<br />

of the territory in the sixteenth and seventeenth centuries.<br />

The worldview of the ancient civilizations that populated El Salvador did not disappear during the colonization<br />

process and its main heritage is the Nahuat, Potón and Kakawira communities, which are still living in the country.<br />

Although archeology studies the material culture of the past, its link with the present and historically subaltern<br />

communities is undeniable. Therefore, for many social archaeologists, the application of memory as a research<br />

method has become a scientific imperative.<br />

The legacy of this book is to collect from science what defines our identities and accompanies us daily in our doing,<br />

thinking and feeling as a society.<br />

Vestigios de la herencia material, se pueden encontrar en<br />

algunos lugares de nuestro territorio. En Guatajiagua aún se<br />

elaboran comales de barro como en el siglo XVI.<br />

Traces of material inheritance can be found in some places of<br />

our territory. Mud Comals are still made in Guatajiagua as in<br />

the sixteenth century.<br />

138 139


Hacia una historia arqueológica<br />

Towards an archaeological history<br />

<strong>La</strong> arqueología, en tanto ciencia que estudia el pasado, ha sido utilizada políticamente<br />

en América <strong>La</strong>tina, relacionada, sobre todo, a la creación y consolidación de una<br />

identidad nacional. En el caso salvadoreño, la arqueología cumplió, a inicios del<br />

siglo XX, la función de contar el relato nacional liberal dentro de una historia<br />

centroamericana en la que el sentido de lo nacional fragmentó las relaciones<br />

espaciales, políticas y culturales de Mesoamérica. Hace 150 años, muchas de las<br />

explicaciones arqueológicas usadas por el Estado articularon una nación única con<br />

un pasado ancestral glorioso. En este sentido, una legión de intelectuales y viajeros<br />

escribió los primeros relatos fundacionales de los pueblos originarios de lo que<br />

ahora es la República de El Salvador, y estas escrituras, entre la ciencia y la ficción,<br />

han prevalecido incluso hasta nuestros días.<br />

A pesar de que los registros <strong>más</strong> antiguos de investigación arqueológica se remontan<br />

a la segunda mitad del siglo XIX, en este libro partimos del hallazgo de la ceniza<br />

de la erupción de la caldera de Ilopango en 1917, para establecer el inicio de un<br />

siglo de ciencia arqueológica en El Salvador. Este corte entra en discusión con los<br />

planteamientos de los de<strong>más</strong> historiógrafos de la arqueología nacional, que han<br />

puesto el acento en establecer cronologías de las experiencias de su propio oficio.<br />

En la última década, una considerable producción publicada por Heriberto Erquicia,<br />

Marlon Escamilla, Fabricio Valdivieso, Federico Paredes, Paul Amaroli y Fabio Amador,<br />

entre otros, demuestra el interés de los arqueólogos por comprender la historia de<br />

su disciplina.<br />

Este capítulo ha sido estructurados en complementación a la primera parte,<br />

en la que se abordan los principales hallazgos y propuestas de la producción<br />

arqueológica respecto a los sitios de mayor investigación e importancia histórica<br />

del país. <strong>La</strong>s temporalidades propuestas para escribir una historia de la arqueología<br />

en El Salvador buscan cruzar el proceso histórico de esta ciencia en consonancia<br />

con la historia nacional.<br />

Archeology, as a science that studies the past, has been used politically in <strong>La</strong>tin<br />

America, related, above all, to the creation and consolidation of a national identity.<br />

In El Salvador, archeology fulfilled, at the beginning of the twentieth century, the<br />

function of telling the national liberal story within a Central American history in which<br />

the sense of the national fragmented the spatial, political and cultural relations of<br />

Mesoamerica. 150 years ago, many of the archaeological explanations used by<br />

the State, articulated a unique nation with a glorious ancestral past. In this sense, a<br />

legion of intellectuals and travelers wrote the first foundational stories of the original<br />

peoples of what now constitudes the Republic of El Salvador, and these writings,<br />

between science and fiction, have prevailed until today.<br />

Although the oldest records of archaeological research date back to the second<br />

half of the nineteenth century, in this book we start from the discovery of the<br />

ash from the eruption of the Ilopango caldera in 1917, to establish the beginning<br />

of a century of Archaeological science in El Salvador. This can cause divergence<br />

with the approaches of the other historiographers of the national archeology, who<br />

have put the emphasis on establishing chronologies from a different perspective.<br />

In the last decade, a considerable production of studies published by Heriberto<br />

Erquicia, Marlon Escamilla, Fabricio Valdivieso, Federico Paredes, Paul Amaroli<br />

and Fabio Amador among others, demonstrates the interest of archaeologists in<br />

understanding the history of their discipline.<br />

This chapter has been structured as a complement to the first part, which deals<br />

with the main findings and proposals of archaeological production regarding the<br />

sites of greatest research and historical importance in the country. The proposed<br />

temporalities to write a history of archeology in El Salvador seek to cross the historical<br />

process of this science in line with national history.<br />

Sitio arqueológico Cihuatán, municipio de Aguilares,<br />

departamento de San Salvador.<br />

140 141


Ilustraciones del libro Le Salvador Précolombien.<br />

F. de Montessus de Ballore, 1891.<br />

Ilustrations of the book Le Salvador Précolombien.<br />

F. de Montessus de Ballore, 1898.<br />

Tiempos propios para un pasado común<br />

Time frames for a common past<br />

En su libro, Antiguas Civilizaciones, William Fowler propone cuatro<br />

episodios para el estudio de la arqueología, basado en Gordon R.<br />

Willey y Jeremy Asabloff: Especulativo (1492-1840); Clasificatorio<br />

Descriptivo (1840-1914); Clasificatorio-Histórico (1914-1960) y<br />

Explicativo (1960-presente), que responden a las actividades y modos<br />

de pensar predominantes en cada época (Fowler, 1995: 2).<br />

El primer periodo, de 1492 a 1840, de orden especulativo, recurre<br />

a fuentes etnográficas, etnohistóricas y lingüísticas creadas durante<br />

el proceso de conquista del siglo XVI, en el que los vestigios de las<br />

antiguas civilizaciones pertenecían al presente de forma tangible y<br />

sus historias eran recopiladas desde fuentes orales. En el periodo<br />

clasificatorio descriptivo, de 1840 a 1914, se traza una periodización<br />

basada en la aplicación de ciencias modernas, como la geología, la<br />

biología, el positivismo. Este periodo está basado en la Modernidad,<br />

como gran proceso histórico que transforma el quehacer científico.<br />

El episodio clasificatorio histórico, de 1914 a 1960, se establece<br />

alrededor de una preocupación cronológica y metodológica, en el que<br />

es introducido el método estratigráfico como método científico. El<br />

último periodo, el explicativo, comienza en 1960 y llega a la actualidad,<br />

está relacionado a procesos de cambio cultural; para El Salvador,<br />

Fowler sostiene que se establecieron investigaciones con perspectiva<br />

interregional, para la que se crearon secuencias cerámicas, regiones y<br />

fases (Fowler, 1995: 6-20).<br />

Lo que propone este capítulo es establecer cuatro periodizaciones<br />

que ponen el acento en la historia de El Salvador, desde la perspectiva<br />

política y social, para comprender el quehacer arqueológico, la<br />

circulación de las ideas y la historia intelectual; es decir que la<br />

arqueología se convierte en una Fuente de la Historia. Articular una<br />

historia arqueológica desde esta perspectiva sostiene una ruptura<br />

con el presentismo; es decir, con el recurso de mirar un proceso<br />

histórico con los ojos del presente, con el fin de descontextualizar los<br />

procesos científicos en su época.<br />

<strong>La</strong>s periodizaciones recurren al establecimiento de una cronología en<br />

la que ciertos hitos o procesos significativos representan los cortes<br />

cronológicos, por lo que no obedecen a una duración homogénea<br />

de décadas, cuartos de siglo, etc. Cada periodización está planteada<br />

desde tres aspectos: las miradas sobre la nación, las metodologías<br />

empleadas y las perspectivas historiográficas. Estos periodos<br />

corresponden a un diálogo con la historia nacional de 1850 a 1926;<br />

de 1926 a 1960; de 1960 a 1993 y de 1993 a la actualidad. Este es<br />

un aporte de esta investigación para estimular las discusiones sobre<br />

la arqueología nacional.<br />

In his book, Ancient Civilizations, William Fowler proposes four time<br />

frames for the study of archeology, based on Gordon R. Willey and Jeremy<br />

Asabloff: Speculative (1492-1840); Descriptive Qualifier (1840-1914);<br />

Classificatory-Historical (1914-1960) and Explanatory (1960-present),<br />

which respond to the predominant activities and ways of thinking in each<br />

time frame (Fowler, 1995: 2).<br />

The first time frame, from 1492 to 1840, is of Speculative order,<br />

and is based on ethnographic, ethnohistoric and linguistic sources<br />

created during the spanish conquest in the sixteenth century, in which<br />

the vestiges of the ancient civilizations belonged to the present in<br />

a tangible way and their stories were collected from oral sources.<br />

In the Descriptive classification time frame, from 1840 to 1914, a<br />

periodization based on the application of modern sciences, such as<br />

geology and biology took place. This period is based on Modernity,<br />

as a great historical process that transforms scientific work. The<br />

Historical classification time frame, from 1914 to 1960, is established<br />

based on chronological and methodological investigations, in which<br />

the stratigraphic method is introduced as a scientific method. The<br />

last time frame, the Explanatory, is from 1960 until today, is related<br />

to processes of cultural change. Fowler argues that in El Salvador,<br />

investigations with an interregional perspective were established, for<br />

which ceramic sequences, regions and phases were created (Fowler,<br />

1995: 6-20).<br />

In this chapter we propose to establish four periodizations that<br />

emphasize El Salvador’s history, from a political and social perspective,<br />

to understand archaeological work, the circulation of ideas and<br />

intellectual history; that is to say that archeology becomes a Source<br />

of History. Articulating an archaeological history from this perspective<br />

differs with presentism; which consists in evaluating a historical process<br />

with the eyes of the present, in order to decontextualize the scientific<br />

processes in its time.<br />

The periodizations are based on the establishment of a chronology<br />

in which certain significant milestones or processes represent the<br />

chronological cuts, so they do not obey a homogeneous measurement<br />

of time lapses such as decades, quarters of a century, etc. Each<br />

periodization is based on three aspects: the vision of the nation, the<br />

methodologies used and the historiographic perspectives. These time<br />

frames correspond to a dialogue with the national history from 1850<br />

to 1926; from 1926 to 1960; from 1960 to 1993 and from 1993<br />

to the present. This is a contribution of this research to stimulate<br />

discussions about national archeology.<br />

142 143


Vista panorámica del patio del<br />

sitio Tazumal, rodeado con las<br />

estructuras B-1a y B-1b.<br />

Fotografía tomada del Museo<br />

de Sitio arqueológico Tazumal.<br />

Panoramic view of the couryard,<br />

surrounded by structures B1-1a<br />

and B1-1b.<br />

Photo from Tazumal Museum.<br />

Vista de las excavaciones en El Trapiche.<br />

Fotografía tomada del Museo de Sitio arqueológico Tazumal.<br />

Foto de una osamenta de las 33 encontradas como sacrificio en la estructura E3-7<br />

en El Trapiche. Está exhibida en el sitio arqueológico Casa Blanca, Chalchuapa.<br />

One of the 33 sacrifices offered to Structure E3-7, El Trapiche site. Showed in Casa Blanca<br />

Archaeological site, Chalchuapa.<br />

Entre 1850 y 1926, la investigación arqueológica tuvo una relación<br />

directa con la formación del estado nacional. En este sentido, puede<br />

iniciar con la Estadística general de la República de El Salvador,<br />

publicada en 1858 por Ignacio Gómez, en el contexto del recién<br />

fundado Estado de El Salvador después de la disolución federal.<br />

Gómez registró espacios habitados por pueblos nahuas y registró<br />

como “ruinas” los vestigios prehispánicos (Erquicia, 2013). Mucha<br />

de la producción arqueológica del período fue descrita por viajeros<br />

que buscaban en Centroamérica la extensión o las relaciones de<br />

los imperios mexicanos, mayas o mexicas. Su escritura está basada<br />

en una transición de la narrativa nacional épica, al método científico,<br />

como la obra de Ephraim G. Squire, enviado por Estados Unidos<br />

a conocer los procesos de las naciones centroamericanas (Lindo<br />

Fuentes, 2000) o la publicación de El Salvador Precolombine, de<br />

Brasseur de Bourbourg, entre otras publicaciones del siglo XIX.<br />

Esta periodización termina en 1926 con la publicación sobre el<br />

análisis estratigráfico de Jorge <strong>La</strong>rdé Arthés y Sammuel K. Lothrop,<br />

cuyo análisis del hallazgo, en 1917, de la ceniza volcánica de la<br />

erupción del Ilopango (Fowler, 2015). Herbert J. Spiden (1915)<br />

estableció cinco periodos para una cronología arqueológica<br />

precolombina. Tanto el trabajo de Spiden como el de <strong>La</strong>rdé y<br />

Lothrop constituyeron la fuente para los estudios posteriores<br />

que acuñarían el análisis de la Tierra Blanca Joven. Dentro de la<br />

dinámica nacional, la cultura política salvadoreña había encaminado<br />

su discurso hacia una nación mestiza, en la que el pasado indígena<br />

respondía a la paradoja de crear el futuro desde el pasado, pero<br />

sin el presente, que se traducía en el debate del pasado ancestral<br />

y mítico frente a las necesidades políticas de los pueblos indígenas<br />

contemporáneos representados por muchos pensadores, como<br />

David Joaquín Guzmán (1915),quienes consideraban al indígena<br />

como retraso al progreso de la nación moderna.<br />

From 1850 to 1926, archaeological research had a direct relationship<br />

with the formation of the national state. In the context of the newly<br />

founded State of El Salvador after the federal dissolution, a good starting<br />

point is the document “General Statistics of the Republic of El Salvador”,<br />

published in 1858 by Ignacio Gómez, where he registered territories<br />

inhabited by Nahua peoples and pre-Hispanic vestiges were recorded<br />

as “ruins”. (Erquicia, 2013). Much of the archaeological production of<br />

this time frame was described by travelers seeking in Central America<br />

the extension or relations of Mexica, Mayan or Mexican empires. Their<br />

documentation is based on a transition from the epic national narrative,<br />

to the scientific method, such as the work of Ephraim G. Squire, who<br />

was sent by the United States to know about the processes of the<br />

Central American nations (Lindo Fuentes, 2000) or the publication<br />

of El Salvador Precolombine, by Brasseur de Bourbourg, among other<br />

publications of the nineteenth century.<br />

This periodization ends in 1926 with the publication of the stratigraphic<br />

analysis carried out in 1917 by Jorge <strong>La</strong>rdé Arthés and Sammuel K.<br />

Lothrop, and his analysis of the finding of volcanic ash from the Ilopango<br />

eruption, (Fowler, 2015). Herbert J. Spiden (1915) established five<br />

periods for a pre-Columbian archaeological chronology. Both Spiden and<br />

<strong>La</strong>rdé and Lothrop’s work constituted the source for further studies that<br />

would coin the Tierra Blanca Joven (TBJ) analysis. Within the national<br />

dynamic, Salvadoran political culture had directed its discourse towards<br />

a mestizo nation, in which the indigenous past responded to the paradox<br />

of creating the future from the past, but without consideration of the<br />

present time, which resulted in the debate of an ancestral and mythical<br />

past facing the political needs of contemporary indigenous peoples.<br />

Many thinkers, such as David Joaquín Guzmán (1915), considered the<br />

indigenous as a delay to the progress of the modern nation.<br />

144 145


Restauración de la escalinata principal<br />

del Edificio de las Columnas (B1-1d)<br />

Sitio arqueológico Tazumal.<br />

Fotografía tomada del Museo de Sitio<br />

arqueológico Tazumal.<br />

Restoration of the main staircase of<br />

Edificio de las Columnas (B1-1d) Tazumal<br />

archaeological site.<br />

Photo from Tazumal Museum.<br />

Uno de los entierros denominado Tumba 14, fue colocado al pie del Edificio de las Columnas, registrándose<br />

<strong>más</strong> de dos individuos asociados con diversas ofrendas como vasijas de cerámica, candeleros (objeto<br />

característico de la Cultura Teotihuacana del Altiplano de México), un incensario de piedra, metales, manos,<br />

entre otros. Se supone que los entierros de la Tumba 14 fueron sacrificios al momento de construir una<br />

nueva estructura (BI-Id-V) que cubre las anteriores. Con base al estilo de cerámica asociada en los entierros<br />

de la Tumba 14, ésta, pertenecería al Período Clásico Temprano (300 d.C. - 600 d.C.).<br />

One of the burials called Tomb 14, was placed at the foot of the Building of the Columns, registering more<br />

than two individuals associated with various offerings such as ceramic vessels, candlesticks (characteristic<br />

object of the Teotihuacan Culture of the Highlands of Mexico), a stone censer, metals, hands, among others. It<br />

is assumed that the burials of Tomb 14 were sacrifices at the time of building a new structure (BI-Id-V) that<br />

covers the previous ones. Based on the ceramic style associated with the burials of Tomb 14, it would belong<br />

to the Early Classic Period (300 A.D. - 600 A.D.).<br />

Entre 1926 y 1960, se desarrolló un proceso de institucionalización<br />

de la arqueología, que puso el acento en la construcción de<br />

un andamiaje para su estudio vinculado al Estado mediante la<br />

fundación de instituciones como el Departamento de Historia del<br />

Museo Nacional de Antropología (1928) y del Departamento de<br />

excavaciones arqueológicas (1960) (Valdivieso, 2010), hechos que<br />

marcan los cortes de la temporalidad.<br />

En 1928, Antonio Sol pasó a dirigir el Departamento de<br />

arqueología del museo nacional, donde se crearon los primeros<br />

depósitos de piezas y materiales culturales; el primer proyecto<br />

de investigación científica del departamento fue sobre el sitio<br />

de Cihuatán, en 1929. Posteriormente este departamento fue<br />

dirigido por To<strong>más</strong> Fidias Jiménez y Stanley Boggs.<br />

En este periodo se realizaron los mayores hallazgos y aportes para<br />

la comprensión de la expansión de los pueblos originarios en el<br />

actual El Salvador, como Tazumal y San Andrés, en la década de<br />

1940, se construyeron los primeros museos de sitio, el registro de<br />

colecciones privadas y la publicación de materiales especializados<br />

sobre lingüística y arqueología, como las revistas <strong>La</strong> Cofradía y la<br />

continuidad de los Anales del Museo.<br />

En 1944, John M. Longyear realizó una cartografía de sitios<br />

arqueológicos como Tazumal, Los Llanitos, Cihuatán, entre otros. En<br />

1958, Wolfgang Haberland estudió la Gruta del Espíritu Santo, en<br />

Corinto, en Morazán (Escamilla, 2015).<br />

En el ámbito formativo nacional, desde el siglo XIX y aún en ese<br />

periodo, las exploraciones y análisis eran llevadas a cabo por lingüistas,<br />

antropólogos, etnógrafos, escritores, abogados y arqueólogos empíricos,<br />

nutridos por la influencia de los arqueólogos estadounidenses<br />

establecidos en el país, como Stanley Boggs, cuyo trabajo constituye la<br />

mayor tradición metodológica en el país dada su larga duración en la<br />

dirección de proyectos arqueológicos nacionales.<br />

From 1926 to 1960, an institutionalization process of archeology was<br />

developed, linked to the State through the founding of institutions such<br />

as the Department of History of the Museo Nacional de Antropología<br />

(1928) and the Department of archaeological excavations (1960)<br />

(Valdivieso, 2010).<br />

In 1928, Antonio Sol was the director of the Department of archeology<br />

of the national museum, where the first deposits of cultural pieces<br />

and materials were created. The department’s first scientific research<br />

project was on the Cihuatán site in 1929. Subsequently, this department<br />

was directed by To<strong>más</strong> Fidias Jiménez and Stanley Boggs.<br />

During this period, the greatest findings and contributions for<br />

understanding the expansion of the original peoples in present-day<br />

El Salvador were made, such as Tazumal and San Andrés. In the<br />

1940s, the first museums of archaeological sites were built, the<br />

registration of private collections and the publication of specialized<br />

materials on linguistics and archeology, such as the magazines <strong>La</strong><br />

Cofradía and the continuity of Anales del Museo were made.<br />

In 1944, John M. Longyear mapped archaeological sites such as Tazumal,<br />

Los Llanitos, Cihuatán, among others. In 1958, Wolfgang Haberland<br />

studied the Espiritu Santo Grotto, in Corinto, Morazán (Escamilla, 2015).<br />

In the national formative field, since the nineteenth century and<br />

even in this period, the explorations and analysis were performed by<br />

linguists, anthropologists, ethnographers, writers, lawyers and empirical<br />

archaeologists, nourished by the influence of American archaeologists<br />

established in the country, like Stanley Boggs, whose work constitutes<br />

the greatest methodological contribution in the country, due to his<br />

prolonged work in the direction of national archaeological projects.<br />

146 147


Sitio arqueológico Joya de Cerén.<br />

Excavaciones en el sitio arqueológico Joya de Cerén,<br />

2008, Proyecto de cubiertas en los complejos 3-4.<br />

De 1960 a 1993 se desarrollaron proyectos de excavación e<br />

investigación basadas ya en el concepto de regiones culturales<br />

mencionado por Fowler en su análisis de periodizaciones. Algunas<br />

de estas experiencias fueron ejecutadas durante la guerra civil<br />

(1980-1992). Marlon Escamilla (2012, 2013 y 2015) ha realizado un<br />

esfuerzo significativo para recoger cronológicamente las mayores<br />

investigaciones del periodo y las tendencias metodológicas. En<br />

este sentido, Escamilla y Fowler (2013) que señalan que en la<br />

década de 1960, se desarrollaron dos importantes proyectos de<br />

investigación arqueológica, el Proyecto Chalchuapa, en occidente,<br />

dirigido por Robert J. Sharer; y el Proyecto Quelepa, en oriente,<br />

a cargo de Wyllys Andrews. Ambos crearon secuencias cerámicas<br />

para establecer cronologías respecto a la producción, comercio y<br />

circulación cerámica en el territorio del actual de El Salvador y<br />

comprender los vínculos con pueblos de al norte de México y al<br />

sur de Centroamérica.<br />

En 1978, en un predio agrícola destinado a la urbanización en Opico,<br />

se realizó el hallazgo de lo que posteriormente sería llamado Joya<br />

de Cerén, el único sitio arqueológico del país que registró la vida<br />

cotidiana del pueblo maya, conservado excepcionalmente por la<br />

ceniza arrojada por la erupción de Loma Caldera. Este hallazgo<br />

y su investigación posterior, dirigida por Payson Sheets, marcaron,<br />

teórica y metodológicamente, el quehacer de la arqueología en<br />

Mesoamérica, especialmente por introducir el análisis del paisaje<br />

cultural y agrario y la arqueología doméstica (Sheets, 1993).<br />

<strong>La</strong> década de 1970 registró un auge de proyectos arqueológicos<br />

ejecutados por la academia estadounidense, pero publicados hasta<br />

la década de 1980, entre ellos las investigaciones de Karen Bruhns<br />

en Cihuatán, de 1977 a 1978 y en 1980; las exploraciones de<br />

William Fowler y Howard Earnest, en 1985 en Cerrón grande; el<br />

proyecto Protoclásico de Payson Sheets en el Valle de Zapotitán, en<br />

1986; El proyecto “Pipil Nicarao in Central America”, dirigido por<br />

William Fowler en 1989; las exploraciones de Arthur Demarest en<br />

1986 en Santa Leticia, Ahuachapán. Para la década de 1980, década<br />

de la guerra civil, es importante destacar las investigaciones de Paul<br />

Amaroli, especialmente con su proyecto “Cuscatlán”, ade<strong>más</strong> de<br />

su trabajo junto a Manuel Murcia y Jorge Mejía en Cara Sucia en<br />

1984. El proyecto “Izalco”, de William Fowler, fue desarrollado la<br />

misma década (Escamilla, 2015). Muchos de estos proyectos, como<br />

otros realizados en el periodo anterior, fueron posibles debido a la<br />

subvención de universidades estadounidenses en los proyectos de<br />

sus estudiantes.<br />

En 1993, Joya de Cerén fue nombrada Patrimonio de la<br />

Humanidad por la UNESCO. Ese mismo año, la Asamblea<br />

Legislativa decretó la Ley Especial del Patrimonio Cultural, el marco<br />

legal de las investigaciones arqueológicas en El Salvador, y, por<br />

tanto, fundamental en el desarrollo de la arqueología. Estos dos<br />

acontecimientos establecen hitos definitorios que marcan el fin del<br />

proceso histórico de este periodo.<br />

From 1960 to 1993 excavation and research projects were carried<br />

out based on the concept of cultural regions mentioned by Fowler in his<br />

periodization analysis. Some of these during the civil war (1980-1992).<br />

Marlon Escamilla (2012, 2013 and 2015) has made a significant<br />

effort to chronologically collect the largest investigations of the period<br />

and methodological trends. Escamilla and Fowler (2013) point out that,<br />

in the 1960s, two important archaeological research projects were<br />

developed, the Chalchuapa Project, in the west, directed by Robert J.<br />

Sharer; and the Quelepa Project, in the east, by Wyllys Andrews.<br />

Both created ceramic sequences to establish chronologies regarding the<br />

production, trade and ceramic circulation in the territory of present-day<br />

El Salvador and through these analyzes, to understand the links with<br />

peoples of Mexico to the north, and Central America to the south.<br />

In 1978, in an agricultural property that had been destined for urban<br />

development in San Juan Opico, the discovery of what would later be<br />

called Joya de Cerén was made, the only archaeological site in the<br />

country that recorded the daily life of the Mayan people, conserved<br />

exceptionally by the ash thrown by the eruption of Loma Caldera.<br />

This finding and its subsequent research, directed by Payson Sheets,<br />

marked, theoretically and methodologically, archeology in Mesoamerica,<br />

especially for introducing the analysis of the cultural and agrarian<br />

landscape and domestic archeology (Sheets, 1993).<br />

The 1970s recorded a boom in archaeological projects executed by the<br />

American academy, but published until the 1980s. Among the most<br />

prominent are: the investigations of Karen Bruhns in Cihuatán, from<br />

1977 to 1978 and in 1980; the explorations of William Fowler and<br />

Howard Earnest, in 1985 in Cerrón Grande; the Protocol of Payson<br />

Sheets in the Zapotitán Valley, in 1986; the “Pipil Nicarao in Central<br />

America”, a project directed by William Fowler in 1989 and the<br />

explorations of Arthur Demarest in 1986 in Santa Leticia, Ahuachapán.<br />

In 1993, Joya de Cerén was declared as a World Heritage Site<br />

by UNESCO. That same year, the Congress enacted the Special<br />

<strong>La</strong>w on Cultural Heritage, which established the legal framework<br />

for archaeological research in El Salvador. These two events<br />

establish defining milestones that mark the end of the historical<br />

process of this period.<br />

For the 1980s, the decade of the Salvadoran civil war, it is important<br />

to highlight Paul Amaroli’s research, especially his “Cuscatlan”<br />

project, so as his work with Manuel Murcia and Jorge Mejía in<br />

Cara Sucia in 1984 and the “Izalco” project by William Fowler<br />

(Escamilla, 2015). Many of these projects, like others carried<br />

out in the previous period, were possible due to the subsidy of<br />

American Universities in their student’s projects.<br />

148 149


From 1993 to the present. Sources, historical debates and national<br />

academy. The signeage of the Peace Accords in 1992 marked a<br />

process of state transformation through the consolidation of democracy<br />

as a political process. In this time frame, there was a flourishing of<br />

academic and cultural activities, such as the creation of cultural and<br />

heritage foundations, the emergence of magazines and cultural spaces<br />

and among others (Salamanca, 2017).In 1995 the University of San<br />

Jorge created for the first time in the country the carrer of Archeology<br />

(Erquicia y Paredes, 2013; Escamilla, 2015). This career became part<br />

of the curriculum of the Universidad Tecnológica de El Salvador. due<br />

to the closure the Universidad de San Jorge. This was the first time,<br />

in a century of archaeological practice, that Salvadoran students had<br />

the possibility to became archaeologists in their own country. In the<br />

previous decades, the formal study of archeology should be carried out<br />

abroad, in Guatemala, Mexico and the United States. The foundation of a<br />

career of archeology led to the formation of an intellectual class, the creation<br />

of a job opportunities and the development of academic spaces such as<br />

congresses and colloquiums.<br />

Complejo Estela-Altar de sitio arqueológico Tapalshucut, Izalco.<br />

De 1993 a la actualidad. Fuentes, debates históricos y academia<br />

nacional. <strong>La</strong> firma de los Acuerdos de paz, en 1992 marcó un<br />

proceso de refundación del Estado a través de la consolidación<br />

de la democracia como proceso político. En este periodo, se<br />

reportó un florecimiento de actividades académicas y culturales,<br />

como la fundación de revistas, espacios y fundaciones culturales<br />

y patrimoniales, entre otras (Salamanca, 2017). En 1995, fue<br />

fundada la primera carrera de Arqueología en el país (Erquicia y<br />

Paredes, 2013; Escamilla, 2015), inicialmente en la Universidad de<br />

San Jorge. Al cierre de la Universidad, la carrera pasó a ser parte<br />

del plan de estudios de la Universidad Tecnológica de El Salvador.<br />

Esta fue la primera vez, en un siglo de práctica arqueológica, que<br />

los estudiantes salvadoreños tuvieron la posibilidad de formarse<br />

profesionalmente como arqueólogos en su propio país. En las<br />

décadas anteriores, el estudio formal de la arqueología generó<br />

migraciones académicas, hacia Guatemala, México y Estados<br />

Unidos, lo cual formó una masa crítica dispersa. <strong>La</strong> fundación<br />

de una carrera supuso propició la formación de una clase<br />

intelectual, la creación de una bolsa de trabajo y el desarrollo<br />

de espacios académicos, congresos y coloquios.<br />

Desde 1995 hasta la actualidad, los graduados han realizado<br />

aportes sobre arqueología, especialmente prehispánica, en diálogo<br />

con lo que puede considerarse una tradición arqueológica basada<br />

con la escuela estadounidense, en este sentido, también puede<br />

señalarse que muchos de los estudios de arqueólogos graduados<br />

están encaminados a explorar la investigación en el oriente del<br />

país, para romper con el mito historiográfico de un complejo<br />

desarrollo mesoamericano únicamente en la zona occidental de El<br />

Salvador. En 2009, fue significativa la edición del Atlas arqueológico<br />

de oriente, dirigido por el arqueólogo Fabio Amador. También en<br />

este periodo son sustantivos los aportes de la escuela japonesa<br />

de arqueólogos en proyectos de investigación en sitios como El<br />

trapiche, Casa Blanca y Tazumal, Chalchuapa, entre otros.<br />

En cuanto a la administración de los sitios que pertenecen al<br />

Estado algunos son investigados y administrados por FUNDAR,<br />

la Fundación Nacional de Arqueología de El Salvador, que desde<br />

1996 ha desarrollado investigaciones en sitios significativos, como<br />

Cihuatán. FUNDAR ha generado también una masa crítica al crear<br />

un fondo documental de la producción arqueológica histórica en<br />

su página web.<br />

Con respecto a la cultura editorial, en 2005, fue lanzada la revista El<br />

Salvador investiga, del Departamento de Arqueología, del entonces<br />

Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (CONCULTURA), la<br />

revista solo fue activa durante la gestión 2004-2009.<br />

Como han anotado varios arqueólogos, la academia se enfrenta a un<br />

contexto nacional adverso pero sobre todo a riesgos relacionados<br />

al saqueo, el coleccionismo ilegal y el hurto de piezas arqueológicas.<br />

Sobre el saqueo, ade<strong>más</strong> de depredar el patrimonio nacional, se<br />

desata un proceso de descontextualización de las piezas y por<br />

tanto de pérdida de conocimiento científico y memoria. Otro reto<br />

significativo es la integración del paisaje cultural y los espacios de<br />

investigación de excavaciones con los pueblos originarios, tanto<br />

en su representatividad histórica y política y como parte de las<br />

comunidades que habitan los espacios explorados. <strong>La</strong> investigación<br />

de la arqueología nacional ha aumentado considerablemente<br />

en el último cuarto de siglo, sin embargo, en producción es<br />

considerablemente asimétrica en materia de género. Por lo que es<br />

importante señalar crear los espacios y reconocer el aporte de las<br />

mujeres, valioso pero poco visible, durante un siglo de investigación<br />

en el su trabajo ha estado relacionado a funciones como la<br />

traducción, la gestión y administración de proyectos y la docencia.<br />

Stelae-Altar complex of archaeological site Tapalshucut, Izalco.<br />

Figurilla, proyecto arqueológico Ataco.<br />

From 1995 to the present, archaeologists graduated in El Salvador have<br />

made contributions on archeology, especially pre-Hispanic, in dialogue<br />

with what can be considered an archaeological tradition based on the<br />

American Academy. Many of their studies are aimed at exploratory<br />

research in the east of the country, to break with the historiographic<br />

myth that only the western area of El Salvador was part of the complex<br />

Mesoamerican development. The edition of the Archaeological Atlas of<br />

the East, directed by the archaeologist Fabio Amador in 2009 was very<br />

significant. Also relevant are the contributions of the Japanese school<br />

of archaeologists in research projects in sites such as El Trapiche, Casa<br />

Blanca and Tazumal, among others.<br />

Some of the archaeological sites that belong to the State are investigated<br />

and administered by FUNDAR, the Fundación Nacional de Arqueología<br />

of El Salvador, which since 1996 has conducted research in significant<br />

sites, such as Cihuatán. FUNDAR has also generated a critical mass<br />

by creating a documentary collection of historical archaeological<br />

production on its website.<br />

Regarding to editorial support for archeology, the Departamento<br />

de Arqueología of the Consejo Nacional para la Cultura y el Arte<br />

(CONCULTURA) launched in 2005 the magazine El Salvador Investiga<br />

that was only in circulation during the 2004-2009 administration.<br />

As several archaeologists have pointed out, archeology faces an adverse<br />

national context, but the main risk is related to looting, illegal collecting<br />

and theft of archaeological pieces. Looting not only depredates the<br />

national heritage, but unleashes a process of decontextualization of<br />

the pieces and therefore of loss of scientific knowledge and cultural<br />

memory. Another significant challenge is the integration of the cultural<br />

landscape and excavation research spaces with native peoples, both<br />

in their historical and political representativeness and as part of the<br />

communities that inhabit the explored areas. The research of national<br />

archeology has increased considerably in the last quarter of a century,<br />

however, in production it is considerably asymmetric in terms of gender.<br />

It is important to point out the need to create spaces and recognize the<br />

contribution of women, valuable, but not very visible, during a century of<br />

research in their work has been related to functions such as translation,<br />

project management and administration and teaching.<br />

150 151


<strong>La</strong> arqueología en El Salvador ha especializado cada vez <strong>más</strong><br />

sus campos de estudio. Para este periodo, los proyectos sobre<br />

vulcanismo e historia ambiental de Payson Sheets y Robert Dull<br />

sobre las erupciones volcánicas, especialmente de la caldera de<br />

Ilopango, han marcado la aproximación al paisaje cultural y la<br />

historización del territorio. También, como ha señalado Escamilla<br />

(2012), la arqueología nacional ha ampliado sus líneas de<br />

investigación, desde la perspectiva colonial, industrial, histórica, etc.<br />

<strong>La</strong>s nuevas brechas de investigación de la arqueología subacuática<br />

precolombina (Escamilla) e industrial (Gallardo, 2016) también<br />

se relacionan directamente con las comunidades respecto a<br />

la conservación de la memoria. Sobre este nuevo campo de<br />

investigación en El Salvador, una de las preocupaciones de Roberto<br />

Gallardo (2016) ha señalado los riesgos de la desprotección del<br />

patrimonio cultural marítimo y la amenaza de pérdida de estos<br />

objetos de investigación; Escamilla (2012), por su parte, lo considera<br />

un recurso metodológico y una fuente de investigación de mayores<br />

proyecciones científicas para el país.<br />

Ofrenda cerámica del entierro<br />

1 del sitio arqueológico<br />

Verapaz, San Vicente.<br />

Periodo Preclásico medio.<br />

Los debates historiográficos recientes están encaminados a<br />

establecer temporalidades de las migraciones del Posclásico<br />

(Escamilla, 2012; Amaroli, 2015, Valdivieso, 2005), periodo del que<br />

ade<strong>más</strong> existen pocos registros tangibles, ya que muchos espacios<br />

fueron repoblados o refundados por los españoles en la conquista<br />

y colonización del país. Un gran aporte para las relaciones con la<br />

cultura maya en el occidente del país en el Posclásico temprano son<br />

los trabajos de Shibata (2005-2019) para la zona de Chachuapa;<br />

y de Paredes (2012-2019) para la sierra de Apaneca, para el<br />

Preclásico tardío.<br />

Uno de los temas que aún es crucial en el debate de la arqueología<br />

es respecto a las ocupaciones y los desplazamientos migratorios.<br />

Respecto a la divulgación sobre las ocupaciones de las antiguas<br />

civilizaciones, los estudios de los primeros tres periodos siguen<br />

siendo fundamentales para establecer continuidades culturales o<br />

rupturas históricas. En este sentido, los trabajos sobre el Preclásico<br />

de Stanley Boogs, Shione Shibata, Federico Paredes, entre otros,<br />

demuestran las influencias del estilo olmeca y de la ocupación<br />

maya en la región occidental del país. Una investigación reciente<br />

de Ito (2018), localizó fragmento de una nueva estela en la zona<br />

de El Trapiche, por lo que los sitios arqueológicos continúan siendo<br />

espacios importantes para la investigación. Para comprender los<br />

procesos económicos y culturales en el Clásico, Claudia Alfaro<br />

Moisa (2013) ha estudiado la relación comercial y política con<br />

Copán, en Honduras, mediante el comercio de cerámica copador<br />

de la fase Payu (650-900 d. C) en Chalchuapa, Joya de Cerén, San<br />

Andrés y Madreselva. Para el Posclásico, Escamilla y Fowler (2013)<br />

han señalado migraciones nahuas en el Posclásico en la Cordillera<br />

del bálsamo. Según Erquicia (2012), en el Posclásico temprano,<br />

Chalchuapa era un pueblo pipil, y los hablantes de poqoman<br />

llegaron a dominar a este pueblo entre el período Posclásico tardío<br />

y la conquista (43).<br />

En Tazumal, el estudio de Valdivieso (2005) sobre la construcción de<br />

la pirámide B1-1 demuestra una nueva construcción y ocupación<br />

en el Posclásico. Más evidencias de la influencia mexicana basadas<br />

en el culto a Tlalóc, Ehécatl y Xipe Tótec son aún pendientes de<br />

una ampliación analítica para comprobar la relación con los grupos<br />

migrantes mexicanos nahuas, como ha señalado Amaroli (2015).<br />

Fowler, quien ha estudiado los debates historiográficos entre Walter<br />

Lehmman, Eric S. Thompson y Wigberto Jiménez Moreno sobre las<br />

Diferentes vistas del proceso de excavación de un entierro y sus<br />

respectivas ofrendas cerámicas del periodo preclásico medio en el<br />

sitio arqueológico Verapaz, departamento de San Vicente.<br />

Different views of the burial excavation process and their respective<br />

ceramic offerings of the Middle Formative period at the archaeological<br />

site Verapaz, San Vicente.<br />

migraciones nahuas que desde México originaron el asentamiento<br />

de una cultura conocida posteriormente como pipil, estima un<br />

fechamiento aproximado del año 800 d.C. para estas migraciones<br />

(1995: 147); sin embargo, ha advertido que “no hay ningún indicio<br />

arqueológico de la presencia de los pipiles en El Salvador durante<br />

el clásico tardío” (1995: 147), por lo que el tema requiere de una<br />

mirada interdisciplinaria.<br />

Para terminar, la arqueología ha demostrado, en un siglo de<br />

producción científica, que el estudio del pasado es un imperativo<br />

para la construcción del futuro y constituye actualmente una de<br />

las fuentes <strong>más</strong> ricas para los estudios interdisciplinarios en el país,<br />

desde la economía agraria hasta la lingüística.<br />

Archeology in El Salvador has increasingly specialized its fields<br />

of study. For this periodtime frame, the projects on volcanism and<br />

environmental history of Payson Sheets and Robert Dull on volcanic<br />

eruptions, especially the caldera of Ilopango, have marked the<br />

approach to the cultural landscape and the historicization of the<br />

territory. National archeology has expanded its lines of research,<br />

from a colonial, industrial, historical perspective, etc. The new research<br />

gaps of pre-Columbian (Escamilla 2012) and industrial underwater<br />

archeology (Gallardo, 2016) also relate directly to communities<br />

regarding memory conservation. On this new field of research in El<br />

Salvador, one of Roberto Gallardo’s concerns (2016) has pointed out<br />

the risks of the lack of protection of the maritime cultural heritage<br />

and the threat of loss of these research objects; Escamilla (2012),<br />

meanwhile, considers it a methodological resource and a source of<br />

research for major scientific projections for the country.<br />

Recent historiographic debates are aimed at establishing temporalities<br />

of Postclassic migrations (Escamilla, 2012; Amaroli, 2015, Valdivieso,<br />

2005), period of which there are also few tangible records, since<br />

many spaces were repopulated or refounded by the Spaniards in<br />

the conquest and colonization of the country. A great contribution to<br />

relations with the Mayan culture in the west of the country in the Early<br />

Postclassic Period are the investigation of Shibata (2005-2019) for the<br />

Chachuapa area; and Paredes (2012-2019) for the Sierra of Apaneca,<br />

for the <strong>La</strong>te Formative Period.<br />

One of the crucial issues in the archeology debate is regarding<br />

occupations and migratory movements. Regarding the dissemination<br />

of the occupations of the ancient civilizations, studies of the first<br />

three periods remain fundamental to establish cultural continuities or<br />

historical ruptures. In this sense, the works on the Formative of Stanley<br />

Boogs, Shione Shibata, Federico Paredes, among others, demonstrate<br />

the influences of the Olmec style and the Mayan occupation in the<br />

western region of the country. A recent investigation by Ito (2018),<br />

Ceramic offering of burial<br />

1 of the archaelogical site<br />

Verapaz, San Vicente.<br />

Middle Formative Period.<br />

located a fragment of a new stelae in El Trapiche, so archaeological<br />

sites continue to be important spaces for research. To understand the<br />

economic and cultural processes in the Classic Period, Claudia Alfaro<br />

Moisa (2013) has studied the commercial and political relationship<br />

with Copán, in Honduras, through the trade of ceramic of the Payu<br />

phase (650-900 A.D.) in Chalchuapa, Joya de Cerén, San Andrés and<br />

Madreselva.<br />

For the Postclassic, Escamilla and Fowler (2013) have pointed out<br />

Nahua migrations in the Postclassic in the Balsam Range. According<br />

to Erquicia (2012), in the early Postclassic period, Chalchuapa was a<br />

Pipil people, village and poqoman speakers came to dominate them<br />

between the late Postclassic Period and the conquest (43). In Tazumal,<br />

Valdivieso’s (2005) study on the construction of the B1-1 pyramid<br />

demonstrates a new construction and occupation in the Postclassic.<br />

More evidence of Mexican influence based on the cult of Tlaloc,<br />

Ehecatl and Xipe Totec are still pending an analytical expansion to<br />

verify the relationship with Mexican Nahua migrant groups, as Amaroli<br />

(2015) has pointed out. Fowler, who has studied the historiographical<br />

debates between Walter Lehmman, Eric S. Thompson and Wigberto<br />

Jiménez Moreno on the Nahua migrations that originated from the<br />

settlement of a culture later known as Pipil, estimates an approximate<br />

date of 800 A.D. for these migrations (1995: 147); However, he has<br />

warned that “there is no archaeological evidence of the presence of<br />

the Pipiles in El Salvador during the <strong>La</strong>te Classic” (1995: 147), so the<br />

subject requires an interdisciplinary look.<br />

In a century of scientific production, Archeology has demonstrated that<br />

the study of the past is an imperative for the construction of the future<br />

and is currently one of the richest sources for interdisciplinary studies in the<br />

country, from agricultural economics to Linguistics.<br />

152 153


Sitio arqueológico Tazumal.<br />

Chalchuapa, Santa Ana.<br />

154 155


Bibliografía<br />

1.<br />

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Esta edición consta de 2500 ejemplares de156 páginas.<br />

El Salvador, <strong>La</strong> Huella <strong>más</strong> Profunda se terminó de imprimir<br />

en Artes Gráficas Publicitarias S.A. de C.V.<br />

San Salvador, El Salvador, septiembre de 2019.<br />

Banco Agrícola El Salvador, C.A.<br />

Grupo Bancolombia<br />

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