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ACÁ 16

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EDICIÓN Nº 16

AÑO 2

Sábado 25 de enero de 2020

Resistencia, Chaco

Hacemos el

Yo, seguidor

Contenidos

Juan Borda

Gonzalo Torres

María Elena Romero

Luis Bordón

Paula Quiroga

Jerónimo González

Daniela Gómez

Lyale Giménez Loch

Marcelo Nieto

Magdalena Iturrioz

Diseño y maquetación

Victoria González

Brenda Vande Voorde

Colaboración:

Gustavo Gallardo

Martha Bardaro

Leo Ramos

Es un producto de

la cooperativa

de trabajo y consumo

La Prensa Ltda., editora de

elDIARIO de la Región.

¿Quiénes son? Abordar la temática de los

seguidores de cumbia, es hablar de un tema

que puede parecer curioso para quienes no

son de Corrientes y para los que son de ahí

también. El objetivo del texto es contar qué

es el fenómeno que genera este estilo en la

ciudad, para ser más específico, qué es seguir

a las bandas Eclip’c y de Yiyo y los Chicos

10.

Si hay algo que define

musicalmente a los correntinos

es su marcada

identificación con la

música de esta región,

desde el chámame

con el característico

km 11, hasta Eclip’c

y Yiyo y los chicos 10,

que son los grupos (de

cumbia) más destacados

de la provincia.

Por eso, para entender

que genera se buscó la

palabra de los actores

principales de esta

historia, los seguidores.

Para un correntino

resulta difícil no

conocer o haber escuchado

alguna vez un

tema de estas bandas,

o cruzarse con las

seguidillas de motos

que generan los grupos

cada vez que tienen una

actuación. Si, seguidillas

de motos. Que no son otra cosa que fanáticos

que siguen a sus ídolos por todos los barrios

de la capital donde ellos actúen en vivo.

Por A o por B, estos fanáticos casi siempre

terminan siendo noticia, en su mayoría negativas

ya que en los medios de comunicación se

los vinculan con accidentes de tránsito o con

la delincuencia. Pero aquí queremos entender

cuáles

Para contactarte con nosotres:

Correo: suplementoaca@gmail.com

Dirección: José Hernández 280

(3500)

TEMAS

4 Y 5

Las Personajas

por Daniela Gómez

7

teléfonos: (362) 445 0502 /445

0336

Cárceles y Derechos

Humanos Parte II,

por Martha Bardaro

Por: Gonzalo Torres

2 Y 3

6

A propósito del

sople,

por Gonzalo Torres

PRÓXIMA EDICIÓN

Yo, seguidor

de Gustavo

Gallardo

Contratapa

Página WE! por

Leo Ramos


son los motivos que generan que una persona sea

seguidor o seguidora. Es decir, como o por qué, alguien

agarra su moto e inicia un tour por la ciudad

para poder perseguir a su ídolo toda la noche.

Si bien los grupos existen desde mediados de

los 90’s, es en la primera década del 2000 donde

surge el furor de estas bandas. Haciendo un viaje

al pasado, los que escuchaban sus canciones, recordarán

las veces que descargaron los temas

del Ares, poniendo en riesgo sus computadoras,

los minutos que tardaban pasando las

canciones por infrarrojo y los cd’s que apilaban

para luego escucharlos en los reproductores

mp3.

Es que de alguna forma, estas bandas acompañaron

a muchos jóvenes mientras iban creciendo,

se hicieron parte de sus rutinas, penetraron

con sus letras e hicieron bailar a más de

uno con sus ritmos característicos. Tanto las canciones

de Eclip’c como de Yiyo formaron, forman

y formarán parte de la cotidianeidad de personas

de distintas edades, géneros y sectores sociales en

Corrientes.

Para entender un poco más por qué este fenómeno

está arraigado en la cultura general,

Nicolás, que es del Barrio Jardín y tiene 27 años

retrocediendo en el tiempo cuenta cómo fue su

primer acercamiento con las bandas. “Empecé a

escuchar a través de los amigos del barrio, acá

siempre hay un parlante que suena a toda mierda,

comencé a escuchar Yiyo, mi banda fue solamente

Yiyo. Eclip’c era la contra, no se podía

escuchar era mala palabra en esa casa”, destacó

Nicolás.

Muchos seguidores conocieron a los grupos

desde jóvenes, entrando en la adolescencia

con compañeros de escuela o amigos

del barrio. Sin embargo, hay otros que se

subieron al fanatismo por herencia familiar.

Este es el caso de Dalina, ella tiene 23 años y

vive en el barrio Libertad, recuerda con nostalgia

como se fue familiarizando con los grupos

hace más de diez años. “Los conozco desde

chica, empecé a escuchar su música porque

mis tíos escuchan. Los escuchaba en la casa de

mi abuela con mis tíos, y después con mis

amigas”, recordó Dalina.

A su vez estos grupos tienen la

particularidad de realizar “covers”

de canciones conocidas, pero aplicándole

un ritmo particular que es

lo que más atrae a los seguidores.

Y como dice el dicho “sobre gustos n o

hay nada escrito”, Elvio es un seguidor que divide

su tiempo entre los apuntes y el trabajo. Él

vive en el Laguna Seca y tiene 23 años, lleva casi

15 años escuchando estas bandas.

Con respecto a los covers él afirmó:“Me gustan

más que las versiones originales, le dan otro ritmo,

le dan otra cara a la misma canción, que quizás

uno no la escucha porque el ritmo es medio aburrido”.

Además destacó: “A las bandas desde chiquito

las conozco, siempre estaba la típica pelea

de quien ponía el parlante más fuerte, si Eclip’c o

Yiyo, y así era todo el año”, recordó Elvio.

Si bien muchos seguidores escuchan sus canciones

cuando están solos, la mayoría prefieren

hacerlo en compañía de amigos o familia. Un ejemplo

de esto es Ivana, ella tiene 21 años y es una

estudiante de Comunicación Social que vive en el

Perichón, ella cuenta cómo y con quién empezó a

escuchar a los grupos. “Empecé a escucharlos con

una amiga que me mostró su música en la computadora

mientras jugábamos en internet y usábamos

el Facebook y cantábamos”, declaró Ivana.

Para intentar entender la popularidad que generan

ambas bandas y porque se consume tanto

como práctica cultural, Roberto cuenta por qué

son populares y la ritualidad que se realiza para ir

a las seguidillas. “Robert” como le dicen sus amigos,

tiene 23 años y vive en el San Gerónimo. “Antes

se corría la voz de que tal grupo tocaba en tal

lugar y se le seguía toda la noche. O por un mensaje

de texto de uno de los utileros del grupo” rememoró,

además, contó cómo empezó a seguirle: “Lo

seguía porque me gustaba, como tocaba en varios

lugares terminaba toda la noche siguiéndole al

grupo”, afirmó Robert.

Subiéndose a una moto y retrocediendo un par

de

a ñ o s ,

Natali que vive en el barrio San Martín,

contó lo que le generaba ir a seguir en moto a

Yiyo y los chicos 10, a los lugares en donde tocaba

en vivo. “Bueno ahora no le ando siguiendo, le seguí

un par de veces a Yiyo, estaba bueno me gustaba

la adrenalina que sentía, creo que a todos les

pasa lo mismo”, relató Natali.

Haciendo hincapié en que estas bandas forman

o formaron parte de las vidas de muchos seguidores,

además de que se pasaron años realizando

esta ritualidad, hay historias interesantes. Javier

es un joven de 21 años que vive en el Barrio Juan

de Vera, él destacó que las seguidillas de Yiyo ocuparon

un lugar en su vida: “Salíamos a tomar algo,

a divertirnos con todos los muchachos a seguirle a

Yiyo, siempre sin molestar a nadie nunca le dijimos

villeros a otros”. También recordó: “Tomábamos

algo, algo fresquito, para no decir que tomábamos

agua viste, y solíamos cantar algunos temitas que

se nos hacían conocidos en el momento”, sentenció

Javier.

La mayoría de las veces la música funciona

como distracción, compañía o entretenimiento.

Pero también sirve para unir, los seguidores en su

mayoría son habituales y manejan un código entre

ellos, gracias a esto muchos terminan formando

lazos de amistad. Esto le pasó tanto a Ivana, como

a Elvio y lo relatan así.

Ivana remarcó que le dejó bastantes amigos,

ella destacó: “Pese a no parecer una seguidora “común”

la gente se sorprende cuando digo que me

gusta, y a mí no me da vergüenza decirlo tampoco”.

Por su parte, Elvio remarcó: “Si me dejó amigos,

gente que son buenos pibes, hoy día puedo

decir que son muy buena gente, estudiosos, laburadores,

la música no hace esa diferencia, el gusto

musical no te define como persona”.

En reiteradas ocasiones los seguidores son

foco de críticas por parte de la sociedad ya que son

considerados marginales por sus gustos musicales.

Si bien existen casos de seguidores que no son

ejemplos a seguir, en general la actitud de estos

no depende de su condición social, color de piel o

preferencia musical.

La mirada con desprecio es una realidad

que está muy presente sobre estas personas.

Sobre estas cuestiones opinó Tamara, ella tiene

24 años y es del barrio Juan de Vera. “Yo digo que

la sociedad piensa mal de los seguidores, porque

la mayoría se portan mal. Si viven el momento de

encontrar una víctima en el transcurso de la seguidilla

no tienen problema en hacerlo y si pinta

pelearse, también”, remarcó Tamara.

Sin embargo para Javier, está mal visto la figura

que las personas tienen sobre los seguidores,

sobre esto él destacó que: “La seguidilla si te

deja amigos, si sabes disfrutar de la noche, no

es como dicen toda la gente que son villeros

por seguirle al grupo”. La palabra “prejuicio”

es algo que está muy presente si hablamos

de seguidores, si hablamos de lo

que hacen, de lo que no hacen, de por qué

lo hacen.

Elvio recuerda como lo miraban por su

elección de ser seguidor: “Cuando me ponía a

escuchar mi familia me trataba de menos, cada

uno puede escuchar lo que quiere, si molesta

mucho, por unos pocos inadaptados ligan todos”.

Ser seguidor de cumbia tiene características

particulares que pueden ser buenas o malas.

Como en la mayoría de las cosas, existen detractores

que destacan solo lo negativo, y por otro lado

existen los que están a favor y solo ven lo bueno.

Los entrevistados, entre recuerdos y risas, fueron

contando sus reflexiones para definirse ellos

mismos como seguidores. A Nicolás ser seguidor

le dejó muchos recuerdos de las seguidillas en las

que participó, recordando esos momentos

de adrenalina que vivió arriba de

una moto, contó: “Fue una experiencia

linda, estuvo bueno, mucha veces zafe

de milagro de mil cosas, se disfrutó

porque estuve entre amigos. Todos zafamos,

a todos nos tocó alguna vez estar

en una pelea, en una balacera, todos zafamos porque

estábamos juntos”.

Para Roberto ser seguidor fue parte de una ritualidad

para divertirse y algo importante en su

vida, debido a que decidió ser seguidor durante los

años de su adolescencia cuando iba al colegio: “Se

lo tomaba como una pasión, como algo de la moda

de antes, era divertido y te generaba adrenalina ya

que entrabas a barrios que no conocías”, remarcó

Roberto.

Ivana se definió como seguidora

porque utilizaba a las bandas como

pasatiempo, para salir de la cotidianeidad

habitual que vivía. “Para

mi ser seguidora es un pasatiempo,

actualmente no es tan importante,

pero me parece que hay gente que

lo percibe de otra manera, porque

pasó mucho tiempo de su vida escuchando

esta música, y debe significarle

algo a nivel más profundo

y personal” destacó Ivana.

Con las ganas de haber concretado

la búsqueda de generar una

mirada alternativa a la actual sobre

los seguidores de cumbia. Y a

la espera de dejar de lado la constante

estigmatización que recae

sobre estas personas, en este texto

se puede leer diversas voces que

logran llevar y ser partícipes (de

alguna manera) de una seguidilla

tanto de Eclip’c como de Yiyo. Van

a pasar los años y estas bandas van

a seguir sonando debido a la fuerte

impronta que tienen en la cultura

local. Puede gustar o no, pero

es casi imposible negar que estos

grupos forman parte de Corrientes

y todo lo que engloba su historia de

investigación


NUEVOS PARADIGMAS

Cárceles donde los

Parte

II

Derechos Humanos caen en

el abismo del olvido

Comencemos con Alemann: “El Estado

ha demostrado su total incapacidad

para estas tareas. La única

solución es encomendar esto a

entidades o empresas privadas. Las cárceles

deben ser concebidas como establecimientos

educativos sui generis. En los EE. UU.

y Gran Bretaña hay mucha experiencia con

cárceles privadas. En nuestro país hay muchísima

experiencia con colegios privados,

de modo que hay personas y entidades capacitadas

en esta tarea”.

(Yo me pregunto: ¿Qué tienen que ver los

colegios privados con las cárceles privadas?

¿Será que Alemann tiene una concepción pedagógica

que asimila la escuela a la cárcel?).

Lamentablemente y mal que nos pese algunas

instituciones educativas, se parecen a los

contextos de encierro.

Sigue diciendo Alemann: Si las cárceles

se adjudicaran en concesión, de modo que

todo el manejo (salvo la seguridad externa)

quedara a cargo de privados, se podría esperar

un buen resultado. El Estado ahorraría

en inversión y en gasto corriente, ya que

cada preso costaría mucho menos que en establecimientos

públicos”.

Neuman opina lo contrario: “La comercialización

de las prisiones implicará la necesidad

que haya más presos, que son las

unidades de consumo. Implicará también

un aumento del sistema represivo que será

asimilado a la idea de seguridad individual y

de seguridad ciudadana y dar por clausurado

todo lo que sea una política de recuperación.

A las cárceles sólo llegan los delincuentes

fracasados”.

En un sitio de internet, encontré este valioso

artículo: “Estados unidos: el negocio de

las cárceles privadas”.

Selecciono algunos párrafos del mismo:

“Un ejemplo de lo descripto son las recientes

declaraciones de Paul Krugman. El

reconocido economista, basándose en artículos

del diario New York Times y en sus propias

observaciones, se pronunció abiertamente

contra la tendencia a privatizar las cárceles.

Krugman no vaciló en calificar de ‘aterradores’

los informes sobre el sistema de “casas

de reinserción” (así se las llama eufemísticamente)

de Nueva Jersey, que están bajo un

régimen privado y que complementan el sistema

normal de prisiones. “Los horrores que

describe -dice- forman parte de una pauta

más amplia en la que las funciones básicas

de gobierno se están privatizando y deteriorando”.

Para decirlo de otro modo: hay una

campaña de la derecha tendiente a privatizar

lo estatal, inclusive el funcionamiento de las

cárceles. Irónicamente, el autor recuerda que

el gobernador del Estado describió esos sitios

de horror como “una representación de

lo mejor del espíritu humano”.

Las iras que despertaron estas críticas en

el establishment debieron menguarse frente

a la entidad intelectual de quien las firmó:

Krugman es profesor de la Universidad de

Princeton y, para más, ha sido galardonado

con el premio Nobel. Refutar a alguien que,

al margen de la verdad, posee semejantes

pergaminos no es fácil. El economista calificó

a las cárceles como “negocios con fines

de lucro” y, basándose en documentos de las

empresas concesionarias, destacó que “el interés

de las prisiones privadas no reside en el

obvio bien social de tener el menor número

posible de internos, sino en el mayor número

posible, hospedados al menor costo posible”.

Termina la cita y sigo yo: en resumen las

cárceles privadas son el “gran negocio”: El

Estado les paga para la manutención de cada

preso, o sea que hay que fomentar el delito

para tener más “clientes” y, por otra parte,

está el negocio inmobiliario, porque a los

edificios hay que construirlos, con lo que se

benefician las empresas constructoras, que

probablemente pertenezcan a los dueños de

las cárceles.

REFERENCIA QUE ROZA

LO PERSONAL

Desde que en 2008 entré por primera

vez a una cárcel empezó a gestarse en mí la

idea de que esa institución se había quedado

en el tiempo y que había que transformarla

estructural y mentalmente. En base a lo

que veía en el “adentro”, a lo que me contaban

los internos, a lo que yo misma padecía

como docente con respecto a las normas penitenciarias,

más lo que leía sobre el tema,

fui elaborando una modesta propuesta de

cambio, no para que fuera aplicada sino para

que sirviera de disparador de un debate serio

e interdisciplinario, del cual podría tal vez

surgir una propuesta superadora. Ahora, a la

luz del material que fui encontrando me doy

cuenta que yo misma quedé encerrada en el

único modelo de cárcel que se conocía. Descubrí

que habían surgido nuevos paradigmas

de cárcel en distintas partes de mundo, muy

diferentes entre sí, pero unidas por algo que

las hacía lo opuesto a las cárceles de mi país:

en todas ellas se trataba a los internos como

a seres humanos que habían hecho una mala

elección en sus vidas, que los había llevado a

la cárcel y no como cosas, como objetos que

se manejan a su antojo.

Decíamos al principio que este paradigma,

este modelo de cárcel que es el que todos

conocemos ha demostrado ser ineficiente.

Afortunadamente, hay otros paradigmas,

otros modelos de cárceles a los que, intencionalmente

o no, no se los difunde. Veamos

algunos:

Punta de rieles, en las afueras

de Montevideo. El jefe de la unidad

no es un penitenciario sino un

docente especializado en psicología

y sociología. Tiene una mirada

muy crítica sobre el sistema penitenciario.

Puntas de Rieles alberga a unos seiscientos

hombres; aquí no hay intentos de evasión,

no existe el aislamiento para sancionar

a los que transgreden las reglas de convivencia

y no se hacen requisas sin su expresa

autorización, cuando existen datos pun-


elDIARIO de la Región

tuales y concretos de alguna irregularidad,

y está prohibido hacerlas de noche. En un

futuro inmediato, esos procedimientos serán

filmados para evitar cualquier tipo de abuso.

Si bien no tienen datos específicos, el nivel de

reincidencia de las personas que egresan de

ese establecimiento es bajísimo. En el interior

del establecimiento no hay personal

de seguridad, solamente de civil que se

encarga de las tareas administrativas y

de la atención de alguna de las necesidades

de los internos.

Cuando estuvo en Resistencia el director

Ejecutivo de la Asociación Pensamiento Penal

(APP), contaba algunos detalles de esta

cárcel tan especial. Decía Mario Juliano:

“Está ubicada en las afueras de Montevideo.

Cuando uno ingresa, se siente como si estuviera

recorriendo un barrio de los suburbios.

Punta de Rieles es un lugar humilde.

Se advierte a primera vista que no sobran los

recursos, que lo poco o mucho que hay está

hecho a pulmón, con sacrificio. Comienzan a

aparecer los primeros internos y volvemos a

sorprendernos: se acercan al director, lo saludan

con un beso y palmadas en el hombro,

se llaman por el nombre de pila. A nosotros

nos reciben con gran amabilidad, pero invariablemente

nos tienden la mano, quizá como

señal de respeto. No puedo dejar de notar

que de la cintura de cada interno cuelga un

teléfono celular. Como si se tratara de un barrio,

al ir recorriendo la cárcel se encuentran

los negocios gestionados por los internos, algunos

están con sus familias”.

“Nuestra primera parada es en una bloquera

(una fábrica de ladrillos de cemento).

El empresario es Julio, uno de los internos.

Tiene 43 años, el cuerpo tatuado y ostensiblemente

cruzado por cicatrices. Estuvo varios

años preso en Devoto. Julio ha montado la

bloquera que ocupa a varios internos que van

y vienen realizando sus tareas. Se enorgullece

mostrándonos sus comienzos: un molde

manual con el que comenzaron a fabricar

los ladrillos. Hoy, tiene un par de máquinas

industriales que pagó en dólares y con las

que aumentó la producción: asumió compromisos

comerciales con varias empresas que

están construyendo barrios sociales. Cuando

salga de Punta de Rieles quiere montar una

empresa similar afuera, pero seguirá manteniendo

el emprendimiento dentro del penal”.

“Seguimos viaje y nos encontramos con

una confitería que ostenta la bandera uruguaya

en el techo y una pintura del conejo

Bugs Bunny. Es una panificadora donde trabajan

varios hombres que están preparando

el servicio para una fiesta familiar que se

va a desarrollar al día siguiente. Saladitos,

dulces y tortas prolijamente embandejados

en las heladeras del local comercial. Allí nos

encontramos con uno de los muchachos. Nos

cuenta que él mismo ‘inventó’ el dinero que

circula en Punta de Rieles: es un bono, por

un valor determinado, que los internos reciben

en Tesorería a cambio de su trabajo y

que luego pueden emplear para adquirir diferentes

productos, o directamente entregarles

el dinero a sus familiares”.

“Apuramos el paso porque nos esperan

en la radio para hacernos un reportaje. La

bienvenida es por demás afectuosa, quizá un

tanto exagerada. Las primeras palabras son

de Pablo, un militante latinoamericano (así

se define) de nacionalidad colombiana, indisimulable

por su característico acento. Nos

preguntan sobre Argentina, sobre el Código

Penal, sobre Nisman y sobre APP. No imaginamos

que sobrevendrá uno de los momentos

de más alta intensidad emotiva. Darío, que

se autodefine como cantante, nos homenajea

con Milonga de pelo largo, que en nuestro país

conocimos en la voz de Adriana Varela. Canta

realmente bien, mirando a su mujer que

sostiene a la pequeña hijita de ambos en brazos.

Ella se emociona y le caen lágrimas por

la mejilla. A nosotros también. Nos vamos

de la radio, esta vez sí con besos y abrazos, y

prometemos regresar no bien podamos. De

allí nos trasladamos a uno de los edificios de

tres plantas que sirvieron para alojar a los

presos políticos de la dictadura cívico militar.

El director jura que nunca más esas instalaciones

van a albergar la muerte. Todos lo

reciben a Rolando con besos y abrazos. Unos

muchachos que están detrás de una reja le

tienden la mano y Rolando les recuerda que

él no saluda con barrotes de por medio. La

hace abrir y ahora sí saluda. Todo un símbolo”.

Habría mucho que contar sobre este paradigma

tan diferente de cárcel de los que

nosotros conocemos. Pero creo que es más

importante preguntarnos ¿Por qué no hay

cárceles así en Argentina? Ya dijimos que

no abunda allí el dinero, es decir no es una

cuestión de presupuesto. Acá tendrían que

darnos la respuesta los sociólogos, pero yo

arriesgo una: se trata de una decisión política

que implica modificar totalmente nuestro

sistema carcelario, no sólo en cuanto a estructura

edilicia, sino, sobre todo, en cuanto

a mentalidad.

CONTINÚA EN EL PRÓXIMO NÚMERO



elDIARIO de la Región

Hola, soy gorda

Shrill (Hulu)

La serie está basada en el libro Shrill: Notes from a

Loud Woman de Lindy West, y se estrenó el 15 de

marzo de 2019 en Hulu, consta de seis episodios de

aproximadamente 20 minutos cada uno. El 15 de

abril de 2019, fue renovada para una segunda temporada

que se estrenó ayer. La protagonista y también

guionista es la comediante de Saturday Night

Live, Aidy Bryant. Cuatro de los seis episodios de la

primera temporada fueron dirigidos por mujeres,

entre ellas la actriz de Muñeca Rusa Natasha Lyonne

y la música y comediante Carrie Brownstein (Portlandia).

Test de Bechdel

Hay al menos dos personajes femeninos a

Se hablan una a la otra en algún momento a

No hablan de hombres a

Annie es aspirante a periodista, trabaja en un

portal, vive con su mejor amiga y su perro. Tiene

un novio que la trata como basura y la hace salir

por la puerta de atrás para que sus compañeros

de casa no la vean. Annie es graciosa, inteligente,

tierna, usa vestidos lindos, es paciente y amable

con sus amigues y familia. Annie es hermosa. Annie

es gorda.

Casi todo en la vida de Annie tiene que ver con

ser gorda. Imágenes de la niña gorda que fue se

entremezclan con las vivencias del presente para

dar cuenta del dolor que viene arrastrando toda

su vida.

En esta primera temporada, asistimos al despertar

de Annie como gorda orgullosa. Sus primeros

pasos para empoderarse y convertir el dolor,

la humillación y la violencia que recibe en herramientas

para sobrevivir el sistema misógino y

gordo-odiante.

La vemos convertir lo que se suponía que debía

ser un aburrido reporte sobre el bufet en un

bar de estríperes en una reivindicación de la autonomía

de los cuerpos de mujeres luego de tener

una conversación con las chicas que trabajan en el

bar, mientras bailan a su alrededor y le explican

que están obligadas a hacerlo cuando hay alguien

sentado. Annie las escucha con mucho asombro

y también un poco de ingenuidad, y se pone muy

contenta al descubrir que ellas no se sienten humilladas

sino empoderadas, y que son ellas las

que les dicen a los hombres lo que tienen que hacer,

y no al revés, como asumió Annie desde sus

prejuicios.

Su artículo tiene mucho éxito entre los lectores

del portal para el que trabaja, y eso, junto

con otras cosas como tener que hacerse un aborto

porque no estaba advertida de que la pastilla

del día después no funciona si tenés sobrepeso, o

acercarse a otras mujeres gordas que celebran sus

cuerpos, le va dando a Annie la fuerza para emprender

su nuevo camino.

En una escena la vemos intentando cruzar la

calle y disculpándose con el conductor del auto

por darle el paso. Casi siempre trata de ocupar

menos espacio, de molestar lo menos posible, de

achicarse, como muchas personas gordas acostumbramos

a hacer. De repente una mujer fabulosa

vestida de rojo aparece detrás de Annie y

cruza la calle sin pedir permiso, camina con

mucha confianza, transmite fuerza y serenidad.

Annie se queda admirada y la sigue:

ella también es gorda y está ocupando

todo el espacio público como si le

perteneciera.

Escribe y publica sin permiso

de su jefe Gabe un artículo

titulado Hola, soy gorda,

después de que Gabe la

humille por llegar tarde

a una actividad obligatoria

del trabajo que consistía en

ejercicio físico. Cuerpos perezosos,

mentes perezosas,

le dijo. Ella se enoja y contraataca,

había llegado tarde

porque decidió ir a una

fiesta de piscina para cuerpos

gordos y allí conoció a un

montón de mujeres gordas

que bailaban y se divertían

en trajes de baño, todas tan fabulosas

como la chica de rojo.

En ese artículo se anima Annie

a decir todo lo que siempre

supo, pero ahora recién puede

articular gracias al empuje de

otras mujeres que la ayudaron

a entender que no se merece ese

dolor, que no está en falta por ser

gorda, que no debe compensar por

ocupar más espacio que

el promedio, que fracasar

en la industria

de la dieta es en

¿Qué es?

realidad un triunfo.

Hay una suerte de gafas

violetas, pero para la gordofobia,

y cuando te las

ponés todo tiene mucho

más sentido, te sentís

mucho menos sola y

aunque la inmensidad

del dolor no disminuye,

empezás a entender y

apreciar que lo inmenso

no es necesariamente

malo.

El test de Bechdel (también conocido como test de Bechdel/Wallace

o the rule), pretende funcionar como una simple prueba para comprobar

si un guion de película, serie, historieta u otra representación

artística cumple con los estándares mínimos para evitar la brecha de

género. Tuvo su génesis en la historieta Unas lesbianas de cuidado,

obra de Alison Bechdel.

Colección no estereotipada para

una mirada feminista

Personajas


¡Vuelve la

elDIARIO de la Región

Página We!

Desde 2007, Marcelo Nieto es el encargado del suplemento ACÁ admite el proyecto de la Página we!, contratapa que debía producir el

asombro manifestado en ese giro lingüístico muy popular en nuestra región.

La Página We! tiene como objetivo la difusión de arte y de artista cuyos trabajos estén pensados y planificados para los espacios públicos, sean

estos los urbanos, internet o los diarios.

Otra de las características es que los trabajos puedan tener un correlato con las artes de participación, el arte como procesos de acción

comunitaria de acuerdo con el espíritu de la cooperación.

Este inicio de 2020 hacemos una reflexión sobre la revuelta que tiene como héroe a los perros callejeros de Chile y como quien no quiera la

cosa, los monumentos a los perros y sus familiares de Resistencia.

Monumentos a

los cánidos

En el presente debate sobre la monumentalidad y la decolonización de los

espacios públicos, hemos visto que en las revueltas lo primero que se marcan

son los memoriales a los héroes del poder en discusión. En Chile, por ejemplo,

los monumentos a los colonizadores españoles son los más intervenidos, es que

el poder radica en esas representaciones. Sin embargo es poderosamente sugerente

la alternativa que proponen para suplantarlo. En una revuelta sin héroes

antropocéntricos surgen como representación el valor los perros callejeros.

Emergen en la revuelta chilena decenas de perros que son activos manifestantes

en las calles trasandinas. El perro Negro Matapaco, héroe de antiguas revueltas,

el perro Vaquita a los que los antofagueños debieron armar una marcha

para llevarlo al veterinario para curar sus heridas.

Todos a su vez con proyectos monumentales viralizados y listos para entronizarlos

cuando triunfe la revuelta.

Las redes sociales divulgaron las historias y en numerosas ciudades intervinieron

a sus monumentos a perros para homenajear a los canes chilenos.

Cuentan las intervenciones en Japón el perro Hachiko con pañuelo rojo nos

dan la pauta de un nuevo punto en el debate sobre los monumentos urbanos,

y este modo de saludar a otros monumentos de otras ciudades. Hachiko que

fue un perro japonés de raza akita, recordado por esperar a su amo, el profesor

Hidesaburō Ueno, en la estación de Shibuya varios años después de la muerte

de este. También en las ciudades americanas como también las lobas romanas

esparcidos por todo el mundo.

Los artistas de Resistencia saludaron a los perros de la revuelta interviniendo

la escultura de Marchese con remeras rojas a modo de protector contra los

gases.

De este modo, Fernando, el callejero resistenciano, saluda a los perros trasandinos

inaugurando un nuevo punto de su trayectoria urbana.

Resistencia y sus monumentos cánidos

Resistencia tiene cinco monumentos a la familia de los canes, arquitectura y

escultura en el trazado de la ciudad para conmemorar a los amigos del hombre,

así también fue creada una trayectoria del perro Fernando. Una especie de vía

canis por Resistencia.

Enumerando, la Loba romana “otea el horizonte” al decir de Marcelo Nieto

desde 1920 con ello la comunidad italiana dedica a la leyenda de la ciudad eterna

una porción de la plaza 25 de Mayo.

Posteriormente, en la década del 60, los fogoneros nos emplazan dos dedicadas

a Fernando, un bronce de Marchese en la vereda de la Casa de Gobierno y

su tumba de venecitas en el Fogón de los Arrieros.

Iniciado el siglo XX, saltó la polémica por el homenaje de un vecino a su

perro Paco. Ríos de tinta no impidieron emplazar al pedestal, ni a la escultura

cuyo memorial afirma: “A mi perro Paco, cada vez que conozco al humano más

quiero a mi perro”.

Secretamente en la calle Posadas 350 emerge otra escultura de un perro,

pequeño pedestal y escultura y con ella paramos la cuenta.

Memoriales cánidos para una ciudad donde los perros son melómanos, toman

café con leche y como si nada visitan a los presidentes de bancos.

Intervención al

Monumento a

Fernando en

Resistencia

Proyecto de

Monumento a Perro

Negro Matapaco en

Santiago de Chile

Intervención a

Monumento a Balto,

ubicado en el Central

Park de Nueva York

Intervención al

Monumento a Hachiko

en Tokio Japón

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