19.03.2020 Visualizaciones

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Recorrido:

Fotógrafos

Hemos visto una maravilla

Inicios de la fotografía en Uruguay

1840 1860

Casa Rivera, setiembre a noviembre de 2019.




¿Qué se utilizaba

para crear una imagen

como esta?

El carácter itinerante del retrato fotográfico en

esta etapa obligaba a utilizar pocos elementos,

como un fondo blanco, una silla y una mesa o

alfombra

Especialmente en los re

muertos, se ayudaban de

para mantener el cuerpo e

El mobiliario u objetos que acompañaban al

retratado variaba poco y se relacionaba al carácter

o posición social de la persona.


tratos infantiles o de

personas o soportes

rguido.

La aplicación de color con pigmentos o acuarelas

permitía dar vivacidad al semblante o realismo a

la imagen. El uso de fondos de estudio se adoptó

más tarde.

Lupa en mano:

¿a qué piezas corresponden estos detalles?


¿Quiénes tomaron

estas imágenes?


Los primeros interesados en la fotografía en

Uruguay fueron hombres ilustrados que

estudiaban diversos temas y estaban al tanto

de los adelantos de la técnica a través de

publicaciones o correspondencia. Teodoro

Vilardebó, por ejemplo, un médico y naturalista

montevideano; Florencio Varela -periodista y

escritor unitario emigrado en Montevideoeran,

antes que fotógrafos, hombres de ciencia

maravillados por los alcances del conocimiento

e inventos como el daguerrotipo.

El que se reconoce como pionero fue Louis

Comte (1798, Nantes - 1868, Sampans), hijo de

un alto funcionario bonapartista de Nantes,

que se ordenó sacerdote como otros jóvenes

de familias acomodadas. Era una “persona de

un metro sesenta y cabellos castaños” cuando

se enroló como capellán de la “escuela flotante”

del capitán Augustin Lucas a bordo de L’Oriental,

donde se encargó de la asistencia espiritual

y de dar clases de religión y canto. Se sabe que

Lucas le encomendó asistir a las explicaciones

de Daguerre para aprender la técnica del

daguerrotipo. Comte partió a bordo de L’Oriental

en 1839 e hizo las presentaciones públicas

de esta técnica con la máquina que llevaba en

la embarcación en Lisboa y en Río de Janeiro y

otras tomas en Bahía y la costa africana antes

de llegar a Montevideo. Las crónicas lo presentan

como “abate” Comte (también Compte o

Combes), debido a que la palabra “abbé” se

utilizaba tanto para referirse a un abad como a

un sacerdote secular, como era su caso.


Luego de algunas pruebas anteriores, el 29 de

febrero de 1840 Comte hizo una demostración

captando una imagen de la Iglesia Matriz desde

el balcón del Cabildo, ante la presencia de

muchos curiosos. Al partir el navío desde

Montevideo, Comte abandonó la expedición, y

se quedó en la ciudad, donde se dedicó a

ofrecer vistas al daguerrotipo y vender cámaras

enseñando su mecanismo, a la vez que daba

clases de dibujo y francés. Dejó la ciudad a

fines de 1847, para regresar a Francia. De

acuerdo con la documentación del archivo

diplomático de Nantes, hacia 1851 aún era

propietario de almacenes en la zona del puerto,

con cuyo alquiler hizo fortuna. De las imágenes

que Comte tomó en Montevideo no se conservan

ejemplos, aunque sí hay algunas descripciones.

Del primer año de difusión del daguerrotipo en

el país, sólo conocemos por medio de una

copia una de las imágenes que fue tomada por

Florencio Varela, un periodista y escritor

argentino que, por ser unitario, estaba exiliado

en Montevideo desde el inicio del gobierno de

Juan Manuel de Rosas. Varela fue el autor de

imágenes de lugares como la plaza Matriz, que

se reprodujo en el periódico El Talismán por

medio de una litografía que forma parte de esta

exposición. Aunque no conservamos las placas

originales, existen relatos que dan cuenta de la

fascinación que suscitaba la técnica y sus

resultados. Varela compartía este interés con su

amigo Adolphe d’Hastrel, de quien se conservan

cartas relatando los adelantos tecnológicos

que conoció en París.


Al aparecer la alternativa de realizar retratos,

otros tuvieron interés y contacto con la técnica

en Uruguay, valorando sus posibilidades como

fuente de ingresos. Algunos fueron artistas

plásticos. Amadeo Gras, autor de muchos

retratos al óleo que este museo conserva, se

hizo de una cámara con la que retrató a sus

clientes sin abandonar su trabajo como pintor.

Gras era un francés nacido en Amiens que

estudió música y pintura en París. En 1827

emigró al Río de la Plata y en 1832 se estableció

en Buenos Aires, luego de una gira como

violoncelista por Sudamérica y Europa. Rápidamente

se hizo renombrado como retratista al

óleo, músico y maestro de dibujo y pintura.

Pintó a la familia del presidente Rivera y a la de

Manuel Oribe, su ministro de Guerra. Estuvo

temporalmente en Bolivia, donde trabajó en la

Academia de Bellas Artes. En 1848 viajó a

Francia para interiorizarse con la técnica del

daguerrotipo, y ese año ya ofreció ese servicio

en Montevideo. Viajó a Brasil y a varios lugares

de la Confederación Argentina como retratista.

Algunos de sus retratos son exhibidos en esta

muestra como el del Coronel Antonio Lezica,

Antonio Sucini y Brígido Silveira.


También hubo fotógrafos itinerantes, que

recorrían el continente buscando su clientela.

En sociedades pequeñas y empobrecidas por la

guerra, como las del Río de la Plata a mediados

del siglo XIX, tomarse un retrato era algo

excepcional y el mercado era finito. Hasta que

su uso se hizo corriente y accesible, los

daguerrotipistas tenían que trasladarse para

mostrar la maravilla de la técnica y buscar

personas dispuestas a posar.

Saturnino Masoni era un italiano que comenzó

trabajando como itinerante. Las primeras

referencias a su trabajo en el Río de la Plata son

junto a Charles de Forest Fredericks y Georges

Penabert, y en un momento incluso con

Alexander B. Weeks, como daguerrotipistas

itinerantes, atendiendo estudios casi simultáneamente

en Buenos Aires, Rio Grande y

Montevideo. Junto a Penabert fueron responsables

de los retratos de Eugenio Garzón y

Justo José de Urquiza hacia el fin de la guerra,

que serían inspiración de los grabados más

conocidos de estas figuras en Europa. Mientras

de sus socios desaparecen las referencias

locales, Masoni continuó en Montevideo y fue

uno de los nombres relacionados al inicio del

uso de fotografía en papel hacia 1860.


Manejar las herramientas y sustancias para

obtener una imagen era un trabajo delicado

que exigía manualidad y conocimientos. Eso

explica que algunos de sus primeros exponentes

fueran químicos o dentistas, como

Napoleón Aubanel. Aubanel era un vasco

francés que llegó a Montevideo en 1840 e

integró la Legión Francesa durante el sitio de

Montevideo. Se estima que debido a su interés

por el daguerrotipo estuvo vinculado a Louis

Comte y a Florencio Varela y este último le

cedió su cámara. Hacia 1849 atendía como

dentista en la calle Misiones nº 118. En 1851

compartió el local con el daguerrotipista

norteamericano Charles De Forest Friedricks, y

cuando éste partió de la ciudad al año siguiente,

Aubanel abrió la “Galería Oriental de

Retratos”. En 1854 Aubanel ofrecía hacer allí

retratos estereoscópicos, y en 1858 tomó vistas

de los monumentos efímeros de las fiestas del

8 de octubre en la Plaza Matriz. Dedicó ese

daguerrotipo (cuya copia puede verse en el

visor estereoscópico ubicado en esta sala) al

entonces presidente, Gabriel A. Pereira. La

pieza original integra la colección de la investigadora

argentina Andrea Cuarterolo.

Los lugares donde retratarse debían ser

luminosos para lograr mejores imágenes en

menos tiempo así que los fotógrafos buscaban

buhardillas o terrazas donde colocarse junto a

una galería vidriada que dejara entrar luz

natural. Por ello algunos de los estudios se

traspasaron varias veces de uno a otro fotógrafo

para aprovechar el espacio y sus condiciones.

Heinrich Schickendantz era químico y

farmacéutico, oriundo de Lindau (Alemania).

Llegó a Montevideo en 1845 y se casó con una

francesa, Luisa Hervé. En la ciudad trabajó

como farmacéutico, aunque también se lo

registra como flautista entre los músicos que

tocaron en la inauguración del Teatro Solís en

1856. En 1861 adquirió el local de la Galería

Oriental de retratos que había sido del dentista

Aubanel. Allí mantuvo ambas actividades

(consultorio y estudio) y ofrecía a la venta

artículos para fotografía, así como imágenes

sobre metal, vidrio, hule, seda y papel. Varios de

los retratos de la colección del Museo tienen su

sello al dorso, como por ejemplo los del

matrimonio Montero-Paullier.


Los inicios de la fotografía se encuentran a comienzos del

siglo XIX, cuando el avance en los conocimientos existentes

en el campo de la óptica y la química permitieron desarrollar

procedimientos mecánicos capaces de generar imágenes

fieles de la naturaleza a partir de la acción de la luz. Presentado

en agosto de 1839 por Daguerre en París, el daguerrotipo

fue el primero en ser reconocido, difundido y comercializado

en el mundo. Ya en febrero de 1940, la novedad llegó a costas

uruguayas a bordo del buque escuela L’Oriental, y varias

demostraciones del procedimiento sorprendieron al público

por su exactitud y gran nivel de detalle en la reproducción de

detalles del paisaje.

La primera década de la técnica en el país estuvo marcada por

el conflicto bélico que atravesaba la región, y por el sitio de

Montevideo (1843-1851), que dividieron a la ciudad y al país

en dos áreas de influencia, y condicionaron su desarrollo a

nivel económico y cultural. No obstante, hay rastros de

decenas de daguerrotipistas provenientes de diferentes

países y con diversas profesiones, que explotaron en Uruguay

el uso más popularizado en el mundo para esta técnica: el

retrato.

En pocos años se incorporaron adelantos técnicos e incluso

una nueva técnica, más barata y sencilla de preparar: el

ambrotipo, que permitió a un público más amplio contar con

sus propias fotografías. De todos modos, la ocasión de

retratarse fue en esta primera etapa un momento casi ritual y

costoso, que en muchos casos no sucedía más que una vez

en la vida.

Esta exposición está basada principalmente en las piezas de la

Colección Fotográfica del Museo Histórico Nacional, que

conserva más de ciento treinta piezas entre daguerrotipos,

ambrotipos y otras fotografías del período inicial, provenientes

de colecciones y legados de diversas familias y figuras del

país. En esta ocasión se cuenta a su vez con la colaboración

de varios coleccionistas, investigadores e instituciones del

ámbito nacional y regional.

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