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ENSAYO iI DEL BIMESTRE
MALCOLM PEÑARANDA YAÑEZ
-Colombia-
LA OTRA CORRUPCIÓN
Serie: PUEBLO CHICO, INFIERNO GRANDE
Infierno inspirador: Fredonia
Provincia, Estado, Región o Departamento: Antioquia (Colombia)
Esa tarde de viernes había más barullo del habitual en aquel pueblo fiestero de
nuestra zona cafetera. El aguardiente se servía sin miserias en los bares y cantinas del
marco de la plaza, donde cada fin de semana festeja la gente “bien”. Bien alcohólica?
Bien pecadora? Bien endeudada? Nunca he podido saberlo.
Fredonia es uno de esos pueblos poco agraciados que se quedó a mitad de ninguna
parte. Como la vecina engreída que se cree divina por tener los ojos claros. En la época
de la bonanza cafetera inspiró montones de historias porque la plata abundaba, el café
se vendía muy bien y hasta llegamos a tener paridad peso-dólar que entusiasmaba a
los montañeros del pueblo a hacer viajes boletosos a Miami para comprar cosas
absurdas y de mal gusto que todavía ves en las casas de las familias otrora
adineradas, hoy pobres vergonzantes.
En época de cosecha llegaban montones de chapoleras para recoger el café, bohemios
que soñaban con conquistarlas, jornaleros y aventureros, y hasta buses llenos de
putas emperifolladas que exprimían de lo lindo a los siempre arrechos hacendados.
Hoy mirás los vestigios de esos días de gloria y te preguntás si quedó algo de todo eso.
Quedó el orgullo inquebrantable de los habitantes que todavía visten ropa de marca y
vienen a Medellín a comprarse SUVs levanta-chimbas que pagan con créditos onerosos
a más de diez años. Deben hasta el mercado que tienen en sus vetustas neveras, pero
aparentan con lo último en guaracha, porque primero muerto y endeudado que
humilde y escachilandrado. Cuando hay plata se estrena y cuando no, también, como
dicen en el pueblo.
Fue ese orgullo lo que propició que el pueblo quedara con médicos especialistas de
varias disciplinas, cuando los demás pueblos cafeteros escasamente tienen un hospital
de segundo nivel y un obstetra que atiende partos cuando las parteras no le gruñen y
el médico general convence a la parturienta de sus bondades.