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El filósofo Gianni Vattimo (Turín, 1936) recibió la Medalla de Oro del CBA en reconocimiento por su audaz intento de replantear las posibilidades del pensamiento crítico en un mundo globalizado. Estas páginas de Minerva reúnen un texto reciente del propio Vattimo, un artículo del filósofo Santiago Zabala sobre la filosofía y los archivos de Vattimo y una entrevista de 2016.

El filósofo Gianni Vattimo (Turín, 1936) recibió la Medalla de Oro del CBA en reconocimiento por su audaz intento de replantear las posibilidades del pensamiento crítico en un mundo globalizado. Estas páginas de Minerva reúnen un texto reciente del propio Vattimo, un artículo del filósofo Santiago Zabala sobre la filosofía y los archivos de Vattimo y una entrevista de 2016.

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4 MINERVA 34.20

POST... ¡MODERNO!

GIANNI VATTIMO

TRADUCCIÓN DAVID PARADELA

© GIANNI VATTIMO, 2018, TURÍN / UNIVERSITAT POMPEU FABRA, ARCHIVOS DE GIANNI VATTIMO


CBA GIANNI VATTIMO 5

El filósofo Gianni Vattimo (Turín, 1936) recibió la Medalla de Oro del CBA en reconocimiento

«por su audaz intento de replantear las posibilidades del pensamiento crítico en un mundo

globalizado». Le fue entregada en Turín el pasado mes de noviembre, de manos de Juan Miguel

Hernández León, presidente del CBA, y del director Valerio Rocco, pues su delicada salud

le impidió desplazarse hasta Madrid. Anteriormente, Vattimo había sido invitado por el Círculo

en diferentes ocasiones; la primera en 2005, cuando participó en el congreso «Buscando

imágenes para una nueva Europa», momento en el que el fotógrafo Luis Asín tomó el retrato

que antecede a estas líneas, en la Sala de Billares. Estas páginas de Minerva reúnen un texto

reciente del propio Vattimo acerca de la relación entre lo postmoderno y lo posthumano,

un artículo del filósofo Santiago Zabala, director de los Archivos de Gianni Vattimo que custodia

la Universitat Pompeu Fabra y una entrevista de Claudio Gallo, jefe de cultura de La Stampa.

Lo postmoderno también fue un modo de criticar el humanismo de la tradición metafísica.

Si lo entendemos en el sentido de Heidegger, este humanismo se cimentaba en las ideas

de sujeto y objeto que Heidegger criticaba como prisioneras del esquema técnico (la cosa

es lo que se manipula; el sujeto, quien manipula).

¿Tiene sentido pensar que lo posthumano pueda relacionarse con lo postmoderno a través

de esta crítica del humanismo? Sería, en cualquier caso, un modo de eliminar de la idea de lo

posthumano esa embarazosa conexión con lo animal o lo inorgánico a la que parece condenada.

No obstante, no podemos prescindir de estas conexiones con lo no humano, sobre todo si

pensamos en cómo las máquinas en general tienen que ver con la superación del humanismo

y, por tanto, con algo no humano.

Se abre aquí —con la idea de lo posthumano— todo un campo que atañe a la integración de

elementos mecánicos, electrónicos, etcétera, en la vida humana. Cuesta prever adónde nos llevará

todo esto: hoy en día, la cirugía más avanzada y la medicina de trasplantes parecen apuntar

ya en esa dirección, en la que aún está todo por descubrir. Por otra parte, una situación que se

da cada vez con mayor frecuencia es la imposibilidad de dominar cuantitativamente el saber y

la información disponible en la red. Hoy, quien estudia a Hegel no puede conocer toda la bibliografía

disponible sobre el tema; a lo único que puede aspirar es a familiarizarse con una

porción de esta, dejando en manos de otros el conocimiento y la utilización del resto del material.

Quien estudia a Hegel no es más que un especialista parcial. ¿Cómo podría ser otra cosa?

Una observación: podemos pensar que la reducción cuantitativa de nuestro punto de vista

exige una confianza muy acentuada en el darse del «todo». Si el todo es un sistema, aproximarse

como especialista a una parte no excluye la esperanza de no estar completamente al margen.

Segunda observación: ¿no habrá que ver también aquí, no obstante, un argumento a favor

del Espíritu, con «E» mayúscula, en el sentido hegeliano? Puedo pensar «lo verdadero»

solo porque me hallo sustentado por el conjunto de los conocimientos a los que puedo aproximarme,

aunque solo sea parcialmente.

Recuerdo un encuentro en España sobre la posibilidad de que la historización de un texto

tenga lugar a través de la acumulación de interpretaciones que no necesariamente se despliegan

en el tiempo (histórico), sino que mantienen relaciones recíprocas y remiten, cada una

de ellas, a las demás en el presente de la red.

Esta reflexión que parece banal nos lleva a considerar lo posthumano como postsubjetivo o

transubjetivo. Una bibliografía inacabable como la hegeliana no es (¿ya?) pan para un único comensal.

En esta observación se puede apreciar la sugerencia de considerar lo posthumano como

transindividual, como cooperativo, si se quiere, algo de lo que por el momento sabemos poco.

La palabra red, que en general empleamos para indicar el conjunto del mundo informático,

tiene principalmente este sentido. También desde este punto de vista, lo posthumano

corre el peligro de ser un discurso cerrado o, en cualquier caso, muy difícil de desarrollar. Ya

no somos sujetos en el sentido tradicional de la palabra. Aun cuando esto pueda comportar el

riesgo de superar ese sometimiento para desembocar en una colectivización que pueda acabar

suscitando nostalgia del humanismo.

Etcétera.


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En esta entrevista del periodista Claudio Gallo, jefe de cultura del diario italiano

La Stampa, publicada originalmente en Public Seminar en julio de 2016, Gianni Vattimo

reflexiona sobre su vida y su obra, con ocasión de la donación de su archivo personal

a la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. El archivo, que abrió al público el año pasado,

consta de documentos de su actividad académica, investigadora, política y personal.

“EL DIOS QUE SEGÚN NIETZSCHE

HA MUERTO ES EL DIOS

DE LOS REACCIONARIOS”

CLAUDIO GALLO

TRADUCCIÓN DAVID PARADELA

FOTOGRAFÍA © UNIVERSITAT POMPEU FABRA, CC BY-SA

ENTREVISTA CON GIANNI VATTIMO

Antes de adentrarnos en su filosofía, háblenos del archivo que

se presentó en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona en

junio de 2016. ¿Por qué Barcelona? ¿Qué puede encontrarse

en el archivo?

¿Por qué Barcelona? En primer lugar, porque fueron los primeros

en ofrecerse para acoger el archivo. Ya les he dicho a mis amigos de

Turín que no se lo tomen a mal. Al fin y al cabo, Barcelona y Turín

están muy cerca. Más que Irvine, California, donde está el archivo

de Derrida. Varios de mis antiguos estudiantes en Turín asistieron

a la presentación, entre ellos Elena Ficara y Santiago Zabala.

Este último es profesor en la Pompeu Fabra y dirige el centro que

se ha creado para custodiar el archivo. ¿Y qué contiene? A lo largo

de los últimos meses, mientras reuníamos los documentos, aparecieron

varios cursos sobre Hegel, Schleiermacher y Nietzsche

de los años sesenta y setenta, junto con mis notas. Estas notas son

interesantes (al menos para mí), ya que a partir de ellas redacté

mis primeros libros sobre estética, hermenéutica y postmodernidad.

Hay muchas cartas de Apel, Gadamer y otros filósofos con los

que he estado en contacto a lo largo de todos estos años. Les tengo

especial cariño a las notas que preparé con Derrida para nuestros

dos volúmenes sobre religión y derecho para Seuil y Laterza. Creo

que el archivo resultará útil a quienes estén interesados no solo

en mi pensamiento —mi «pensamiento débil»—, sino también

en las aportaciones de la filosofía italiana en general.

Profesor Vattimo, ¿para qué sirve la filosofía?

Alguien dijo que era importante, que no se puede vivir sin ella,

precisamente porque es inútil. Como dijo Heidegger en un pasaje

famoso: «La ciencia no piensa». No piensa porque es útil, persigue

unos objetivos que no ha elegido. En términos kantianos,

la ciencia se ocupa de los fenómenos, de los datos factuales que

obtiene a partir del marco de la razón, los organiza en el tiempo

y en el espacio, los expresa matemáticamente, los relaciona y los

mide desde distintos puntos de vista. Sin embargo, Kant dice que

detrás del fenómeno se encuentra el noúmeno, lo que podemos

pensar, pero que, desde una óptica fenomenológica, permanece

ignoto. Forma parte de lo que Kant denomina el «reino de los fines».

En ese reino encontramos la libertad, que es algo que no

podemos conocer fenomenológicamente. Lo mismo vale para la


CBA GIANNI VATTIMO 7

existencia de Dios. La filosofía se ocupa de las grandes preguntas,

que, por regla general, no tienen respuesta porque no dependen

de datos fenoménicos como la ciencia. Este es el origen de esa peculiar

sensación de inutilidad y vacuidad inherente a la filosofía.

Y, sin embargo, si no queremos convertirnos en máquinas o robots,

no podemos vivir sin ella.

¿Quiénes fueron sus maestros?

Yo me crie como católico militante. De niño leía a autores como

Jacques Maritain y Emmanuel Mounier y a novelistas como Bernanos.

Pero esa inspiración católica

me llevó, asimismo, a

autores heréticos según la tradición

moderna. No me gustaba

el historicismo racionalista

que arranca con la Ilustración y

llega a su punto álgido con Hegel

y Marx. Tras terminar mi tesis

sobre estética —sobre «el

concepto de producción (poiein)

en Aristóteles»— y enamorarme

de la Dialéctica de la Ilustración de

Adorno y Horkheimer, me encontré

con el más radical de los

críticos de la modernidad; es decir,

con Nietzsche. En 1960 se

publicaron los dos volúmenes

de Heidegger sobre Nietzsche, y

ahí encontré a mi segundo autor

crucial. Leí a Nietzsche y a Heidegger

bajo la tutela de mi maestro en Turín, Luigi Pareyson, que

los interpretaba a la luz de pensadores como Gadamer, el arquitecto

de la hermenéutica.

¿Qué peso tuvo el nazismo en la filosofía de Heidegger?

Debo confesar que mi acercamiento a Heidegger se produjo precisamente

a partir de su conexión con Nietzsche y, por tanto, de sus

obras más «sospechosas», las de madurez, en las que se plasma

su controversia con la modernidad, con las implicaciones políticas

que ello supone. Durante mucho tiempo leí a Heidegger sin

prestar demasiada atención a su compromiso con el nazismo. Por

otra parte, todos mis maestros eran antifascistas: Pareyson fue

partisano, y Pietro Chiodi, el primer traductor italiano de Ser y

tiempo, estuvo en la Resistencia; de hecho, aprendió alemán en

un campo de concentración, donde sufrió una serie de problemas

de salud que provocaron su muerte prematura. Puede que

mi falta de atención al nazismo de Heidegger se debiera a una especie

de desinterés por la biografía de los autores, un desinterés

bastante chocante, sobre todo en el caso de Nietzsche, que enloqueció

en sus últimos años. Por entonces, además, muchos de los

lectores y entusiastas de Heidegger eran de izquierdas.

Usted lee a Heidegger a partir de Nietzsche, pero su Nietzsche

es diferente del de Heidegger, ¿no le parece?

Sí, desde un punto de vista literal, mi lectura de Nietzsche es distinta

de la que hace Heidegger, pero permítame decir que es heideggeriana

malgré lui. En un ensayo titulado «Nietzsche, intérprete

de Heidegger» (valga el anacronismo), explico que no se puede

leer a Heidegger sin pasar antes por el nihilismo nietzscheano.

Este ensayo se incluyó más tarde en el volumen Diálogo con Nietzsche.

La historia del pensamiento metafísico según Heidegger es

la historia del nihilismo que Nietzsche nos enseñó a identificar.

Debo confesar que mi acercamiento

a Heidegger se produjo precisamente

a partir de su conexión con Nietzsche

y, por tanto, de sus obras más «sospechosas»,

las de madurez, en las que

se plasma su controversia con la modernidad,

con las implicaciones políticas

que ello supone. Durante mucho

tiempo leí a Heidegger sin prestar demasiada

atención a su compromiso

con el nazismo.

La interpretación continua de la realidad que usted propone

en De la realidad se basa en la «debilidad» de la realidad.

Pero si el marco de la realidad se desvanece, ¿qué es lo que

se interpreta?

Ahí hablo de la historia de un debilitamiento progresivo de lo que la

metafísica denomina «el ser», que, como bien dijo Heidegger, no

debe confundirse con los seres. El ser no se identifica con los seres,

ni siquiera con un ser supremo, de lo contrario no podría ocupar

un lugar preeminente. ¿Por qué esa obsesión de Heidegger con la

«diferencia ontológica»? En mi opinión, porque Heidegger desarrolla

su filosofía en la línea

de las vanguardias intelectuales

y artísticas europeas de la primera

parte del siglo xx, centradas

en la crítica del objetivismo científico

que inspiraba la creación

de la sociedad de masas industrial.

El pensamiento débil no

piensa la diferencia ontológica

desde la óptica de una teología

negativa –el ser no es los seres,

existe en alguna parte, pero no

podemos aprehenderlo–, sino

que considera que el ser se distingue

de los seres precisamente

porque tiende a desvanecerse, a

debilitarse. Se trata de una lectura

histórica del ser que toma en

consideración tanto razones éticas

como ecológicas. El progreso

humano no consiste en crecer en

pos de una condición predefinida de la perfección, sino en ayudar

a que las cosas alcancen la verdad del ser, en limitar las afirmaciones

brutas acerca de lo que se halla presente y enmarcado. Esto no

quiere decir que las cosas desemboquen en la nada, ya que la nada

no puede «ser». Pienso más bien en una reducción de lo dado, de

la existencia, del marco dado del objeto. La física actual es también

una manera de ver las cosas a través de un sistema simbólico,

matemático o no, como una existencia material indisputable. Podemos

concebir esta idea como una espiritualización progresiva

de todo lo que nos es dado. Esta era, en esencia, la concepción de

Hegel: el desarrollo humano como transformación progresiva del

mundo en formas determinadas por el hombre y encuadradas en

un sistema simbólico dentro del cual el hombre se siente cómodo.

En su libro Comunismo hermenéutico, coescrito con Santiago

Zabala, vuelve a un comunismo del que no fue muy devoto

en su juventud. ¿A qué se debe ese cambio? ¿Qué significa

«comunismo hermenéutico»?

En primer lugar, no significa comunismo metafísico o científico,

que es como lo definiría el materialismo. La referencia a lo «hermenéutico»

quiere mostrar que este comunismo no se piensa a sí

mismo como la «verdad objetiva» de la historia; además, a diferencia

de todas las supuestas verdades sobre el mundo, no tiene

motivos para imponerse con violencia. La etiqueta «comunismo»

obedece a que se relaciona con la aspiración originaria de construir

una sociedad sin clases, sin dominadores, basada en la participación

activa de los ciudadanos y en el «diálogo» democrático o, si

se prefiere, en la «conversación» democrática. El hecho de llamarlo

«comunismo» es una manera de reconocer y reafirmar que

el único ideal posible para una sociedad humana es el que responde

históricamente a este nombre, independientemente de las desfiguraciones

a las que lo sometieron los acontecimientos del siglo xx.


8 GIANNI VATTIMO MINERVA 34.20

Sin embargo, usted sigue vinculado al cristianismo.

Yo soy ateo, gracias a Dios. Suena a paradoja, pero en mi caso es cierto. Gracias a que

creo en el Dios cristiano, me hallo libre de toda idolatría, de la idolatría científica y de

la económica, la que hoy trata de imponérsenos bajo la forma de soluciones «técnicas»

a problemas políticos. Este es el sentido de no contar a Dios como un ser más entre los

otros, aunque sea el ser supremo. El gran teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer, asesinado

por los nazis, dijo que «un Dios que nos permitiera demostrar su existencia sería

un ídolo». Si Dios fuera un ser, no debería ser Dios. Esto no quiere decir que la experiencia

religiosa carezca de sentido, más bien al contrario. Elimina la superstición y el

autoritarismo dogmático. El Dios que según Nietzsche ha muerto es el Dios de la filosofía,

el que garantiza el orden existente del mundo tal como lo conocemos; en última

instancia, es el Dios de los reaccionarios.

Ha sido elegido eurodiputado en dos ocasiones. ¿Cómo valora esa experiencia?

Era un proyecto en el que creía con gran convicción, pero ya no. No en esta Europa. Se ha

convertido en una especie de agencia que transmite los mandatos de la banca a los Estados

nacionales, como el «pacto fiscal» que Italia contempla incluso en su Constitución.

¿Salir de Europa? Habría que destruir el orden existente y replantearlo en nuevos términos.

Puede que la inmigración nos obligue a realizar ese cambio.

Como usted mismo recuerda en No ser Dios, su autobiografía, salió del armario en

una época en la que ser homosexual era algo muy arriesgado. ¿Influyó esa elección

en su manera de pensar?

No era fácil sentirse y reconocerse «diferente» en un mundo donde aquello todavía representaba

una lacra. De todos modos, no creo que eso influyera en mi decisión de dedicarme

a la filosofía, aunque probablemente —si licet, como en el caso de Pasolini— siempre

hizo que me sintiera cerca de todo tipo de personas marginadas. A lo mejor, si no hubiera

sido gay, tampoco habría sido ni cristiano ni comunista. ¿Y qué?

Gianni Vattimo junto a Jaume Casals, rector de la Universitat Pompeu Fabra, durante la firma de la cesión de su archivo personal, en 2016


CBA GIANNI VATTIMO 9

Santiago Zabala, antiguo alumno de Gianni Vattimo en Turín, es hoy profesor de filosofía

contemporánea y de investigación ICREA en la Universitat Pompeu Fabra, donde dirige

el Centro para la Filosofía y los Archivos de Gianni Vattimo, además de autor, entre otros, de

Being at Large (2020) y Why Only Art Can Save Us (2017) o Comunismo hermenéutico (2011),

coescrito con Vattimo. En este artículo repasa la vida y las aportaciones a la filosofía del

creador de la noción de pensamiento débil, que, en sus palabras, «nació como respuesta

a la interpretación terrorista de la izquierda demócrata italiana de los años setenta».

LA VIDA, LA FILOSOFÍA Y LOS ARCHIVOS

DE GIANNI VATTIMO

SANTIAGO ZABALA

TRADUCCIÓN DAVID PARADELA

FOTOGRAFÍA © UNIVERSITAT POMPEU FABRA, CC BY-SA

Gianni Vattimo nació en Turín el 4 de enero

de 1936, cuando Mussolini y el fascismo llevaban

catorce años gobernando Italia. Con

solo un año, perdió a su padre por culpa

de una neumonía y, tres años después, los

bombardeos de la Segunda Guerra Mundial

destruyeron el domicilio familiar. A pesar de

que ni su madre ni su hermana eran particularmente

religiosas, y aunque Vattimo jamás

se planteó hacer carrera eclesiástica, a partir

de los doce años comenzó a ir a misa a diario

para recibir la comunión. Hacia finales

de su educación secundaria, fue nombrado

representante diocesano del Movimiento

Gianni Vattimo acompañado de Santiago Zabala

Estudiantil de Acción Católica. Su larga relación

de amistad con Umberto Eco data de

aquellos años. Cuando en 1954 empezó a estudiar

en la universidad, él y otros compañeros

se vieron obligados a abandonar los

grupos juveniles católicos debido a su progresismo

político, demasiado radical para la

Iglesia. Durante esa época, la RAI contrató

a Vattimo, Eco y Furio Colombo para que

ideasen nuevos programas y documentales.

Tras graduarse en 1959, Luigi Pareyson

(1918-1991), considerado el mayor filósofo

italiano desde Benedetto Croce (1866-

1852), le pidió que fuera su ayudante. Fue

precisamente Pareyson quien lo envió a

Heidelberg para que estudiase con Hans-

Georg Gadamer (1900-2002) y Karl Löwith

(1897-1973). En 1968, Vattimo accedió al

cargo de profesor titular de estética en la

Universidad de Turín. Aunque conoció a

muchos de los estudiantes que participaron

en las revueltas de 1968, Vattimo, al

igual que Pareyson, siempre se sintió más

radical que ellos por el hecho de ser heideggeriano:

lo que pretendían los estudiantes

revolucionarios de Italia era revigorizar

los «departamentos», dotándolos de una

estructura más democrática, pero el propio


10 GIANNI VATTIMO MINERVA 34.20

Desde principios de los años ochenta, a Vattimo se le

reconoce como el principal valedor del pensamiento

débil como filosofía, pero no ha sido el único.

Destacados filósofos contemporáneos como Richard

Rorty y Fernando Savater, entre otros, se han descrito

como «pensadores débiles» en numerosas ocasiones.

término «departamento», procedente de

Estados Unidos, era visto con recelo, como

algo pensado para subordinar la disciplina

a los intereses de la empresa, como ha terminado

ocurriendo.

Hacia finales de la década de 1970, Vattimo

había publicado ya varios libros sobre

estética, hermenéutica, Schleiermacher,

Heidegger y Nietzsche. En 1974, la carrera

profesional y política del filósofo se convirtió

en asunto de interés nacional al sustituir

a Pareyson en la cátedra de estética, y

en 1978 fue nombrado decano de la facultad,

cargo que ostentó hasta 1983. El mismo

año 1978, siendo ya decano, él y otros distinguidos

filósofos, como Norberto Bobbio,

recibieron amenazas del grupo anarquista

de las Brigadas Rojas, que los acusaba de

no ser suficientemente radicales. Aunque

desde 1972 todo Turín sabía que Vattimo vivía

con su compañero, Gianpiero Cavaglià,

su verdadera «salida del armario» se produjo

en 1976, cuando el Frente Unitario Homosexual

Revolucionario Italiano, coaligado

con el Partido Radical, incluyó a Vattimo,

sin su permiso, entre los candidatos a las

elecciones de ese año. La noticia apareció

en los periódicos de todo el país y, aunque

no resultó elegido, durante esos años ayudó

al Partido Radical a ganar el referéndum sobre

el divorcio.

En 1983, Vattimo y Pier Aldo Rovatti coeditaron

el volumen El pensamiento débil, publicado

por la editorial Feltrinelli, donde se

incluían artículos de Umberto Eco, Diego

Marconi y otros filósofos italianos. El libro

fue objeto de debate cultural y político tanto

en Italia como en el extranjero. Vattimo explica

que utilizó el concepto «pensamiento

débil» por primera vez en el ensayo «Hacia

una ontología del declinar», escrito en 1979,

donde dice explícitamente que nadie ha interpretado

la ontología de Heidegger como

una «ontología del declinar», una ontología

débil, porque sus comentaristas siguen pensando

en la meditación de Heidegger sobre el

ser en términos fundacionales o metafísicos.

Vattimo desarrolló la noción de pensamiento

débil como reacción a ciertos acontecimientos

políticos que lo afectaban directamente.

El filósofo aspiraba a que su libro El sujeto y la

máscara: Nietzsche y el problema de la liberación

(1974) sirviera como manifiesto político

de la nueva izquierda demócrata, de quienes

no solo querían cambiar las relaciones

de poder, sino también la estructura misma

del sujeto. Durante los años setenta, conforme

el terrorismo político aumentaba

en Italia, algunos de los estudiantes de

Vattimo fueron detenidos y acusados de

mantener vínculos con terroristas.

Para Vattimo, el problema conceptual

empezó cuando, desde la cárcel, algunos

de los detenidos escribieron una serie de

cartas (que otros estudiantes le leyeron al

filósofo) que, desde su punto de vista, reflejaban

una «subjetividad metafísica y violentamente

retórica» que él no podía aceptar

ni moral ni filosóficamente. Vattimo cayó en

la cuenta de que su «sujeto revolucionario

del superhombre nietzscheano» había sido

malinterpretado y no podía identificarse con

el «sujeto revolucionario leninista» de los

estudiantes. Con la lectura de esas cartas

«metafísicas», vio que la interpretación

ética del nihilismo y la diferencia ontológica

de Heidegger creaban y justificaban el

pensamiento débil. El pensamiento débil,

pues, no nació del miedo al terrorismo, sino

como respuesta a la interpretación terrorista

de la izquierda demócrata italiana de los

años setenta, como reconocimiento de la inaceptabilidad

de la violencia de las Brigadas

Rojas. Vattimo se encargó de recalcar este

aspecto en sus tres libros más famosos de

la década de 1980: Las aventuras de la diferencia,

El fin de la modernidad y La sociedad

transparente (que Jean-François Lyotard calificó

de «sumamente importante para el

debate sobre la condición posmoderna»).

En estos tres libros, Vattimo explica que,

después de la deconstrucción de los valores

occidentales llevada a cabo por Nietzsche y

Heidegger, la filosofía debe ser una «aventura

de la diferencia»; el pensamiento debe

liberarse de la condena ideológica platónica

para no cometer el error de reducirlo todo

a un único principio. Solo desde este marco

hermenéutico pueden delinearse las preferencias

de un proyecto político o religioso.

La teoría fuerte de la debilidad consiste en

una filosofía que no se deriva del mundo

«tal como es», sino del mundo visto como

la producción de interpretaciones a través de

la historia de las culturas humanas. Hoy en

día, esta filosofía se considera sinónima de la

hermenéutica y, como señala Gadamer, «fue

Vattimo quien identificó en ella una koiné: el

lenguaje común en el que el pensamiento filosófico

se ha difundido por todas partes después

de Heidegger y Wittgenstein, después de

Gadamer, Quine, Derrida y Ricoeur; prácticamente

un lenguaje filosófico universal».

Desde principios de los años ochenta, a

Vattimo se le reconoce como el principal valedor

del pensamiento débil como filosofía,

pero no ha sido el único. Destacados filósofos

contemporáneos como Richard Rorty y Fernando

Savater, entre otros, se han descrito

como «pensadores débiles» en numerosas

ocasiones. Según Vattimo, el pensamiento

débil ha contribuido a que la filosofía se convierta

en un discurso más edificador que demostrativo,

más orientado a la enseñanza

que al desarrollo del saber y del progreso.

El deber del filósofo ya no se corresponde

con el designio platónico de guiar a la humanidad

hacia la comprensión de lo Eterno;

el filósofo más bien redirige a la humanidad

hacia la historia con el objetivo de formar

una «ontología de la debilidad». El pensamiento

débil no implica en absoluto una

debilidad del pensamiento como tal; lo que

ocurre es que, dado que este ya no es demostrativo,

sino edificador, aparece debilitado.

Entre 1986 y 1995, Vattimo dirigió el

Anuario Filosófico Italiano, una colección

anual de la editorial Laterza en la que se trataban

los temas más importantes del debate

filosófico internacional. En 1992, Giuseppe

Laterza decidió ampliar la colección creando

el Anuario Filosófico Europeo, dirigido por

Derrida y Vattimo, en coedición con la editorial

francesa Éditions du Seuil. Derrida y

Vattimo decidieron que el primer tema debía

ser la religión y, para ello, organizaron

un seminario en Capri en el que, además de

los dos organizadores, participaron Gadamer,

Eugenio Trías y otros. El segundo volumen del

Anuario Filosófico Europeo llevaba por título

Ley, justicia e interpretación, y fue el resultado

de otro seminario celebrado en Trento.

A partir de 1996, Vattimo desarrolló ambos

temas en cuatro libros: Creer que se cree

(1996), Después de la cristiandad (2002), Nihilismo

y emancipación (2004) y El futuro de

la religión (2005); este último, escrito a cuatro

manos con Rorty. En estas obras, Vattimo

explica que ahora que la metafísica por fin

El pensamiento débil no nació del miedo al terrorismo,

sino como respuesta a la interpretación terrorista de la

izquierda demócrata italiana de los años setenta, como

reconocimiento de la inaceptabilidad de la violencia de

las Brigadas Rojas.


CBA GIANNI VATTIMO 11

ha sido deconstruida, debemos admitir el

carácter ilusorio de las cosmovisiones como

fundamento filosófico. Para ello, aboga por

la «caridad conversacional» en lugar de la

«verdad objetiva», y muestra que la doctrina

bíblica de la encarnación proporciona

motivos para creer que el ser se halla debilitado.

Puesto que la encarnación es un acto

de kénosis en virtud del cual Dios se lo cede

todo al ser humano, el pensamiento débil

refleja la postura filosófica más fiel a la experiencia

religiosa cristiana.

En 1992, Vattimo recibió el Premio Max

Planck de ciencias humanas y, en 1996,

junto con Edward Said, Umberto Eco y otros,

participó en las Conferencias de la Academia

Italiana de Estudios Avanzados en la Universidad

de Columbia. Estas conferencias fueron

el germen de Después de la cristiandad,

donde pide que se reconozca la posibilidad,

así como la necesidad, de un «cristianismo

no religioso». Esta formulación hace referencia

a la naturaleza cultural del cristianismo

actual: según Vattimo, uno solo puede

ser cristiano en un sentido cultural, no metafísico,

ya que ningún cristiano auténtico

puede aceptar explícitamente como hecho

objetivo y metafísico el que Dios sea una entidad

trascendente que nos envió a alguien

bajo la apariencia de un hombre para que

nos hablara de Dios y nos pidiera que nos

declarásemos cristianos.

Durante su paso por el Parlamento Europeo,

Vattimo arremetió con fuerza contra

el primer ministro Silvio Berlusconi: el

2 de julio de 2003 (un día antes de que Berlusconi

asumiera la presidencia de turno de

la Unión Europea), distribuyó entre todos

los eurodiputados un breve folleto en el que

se resumía la biografía del premier italiano

y se enumeraban los cargos que se le imputaban;

entre ellos, presunto soborno de

jueces, blanqueo de capitales, evasión fiscal

y falsificación de cuentas. Las acusaciones

provenían de dos destacados periodistas

italianos, Marco Travaglio y Peter Gomez. Al

día siguiente, mientras Berlusconi presentaba

su programa para la presidencia de la

Unión Europea, varias personas encabezadas

por una docena de diputados del grupo

de los Verdes levantaron carteles en los que

ponía: «Justicia». Días después, Vattimo y

otros miembros de la Eurocámara firmaron

una carta en la que se solidarizaban con

Martin Schulz, a quien Berlusconi había insultado

(sugiriendo que hizo de nazi en una

película italiana sobre campos de concentración)

por el simple hecho de pedir que

el primer ministro diera explicaciones por

unos comentarios en los que Umberto Bossi,

miembro del Gobierno de coalición de Berlusconi,

había sugerido que «el Ejército disparase

contra las pateras que transportan

inmigrantes a las costas de Italia».

Uno de los motivos por los que Vattimo se

presentó como candidato a eurodiputado en

1999, y nuevamente en 2009, residía en su

convicción de que el «proyecto político hermenéutico»

podía desarrollarse más fácilmente

desde la Unión Europea que desde la

política nacional italiana. En 2002, tras recibir

en Bremen el premio Hannah Arendt

de Pensamiento Político, Vattimo leyó una

conferencia titulada «La globalización y la

relevancia del socialismo», en la que perfilaba

cómo se había formado esa nueva

entidad que representan las naciones secularizadas

de Europa, así como las consecuencias

de la globalización para el equilibrio de

fuerzas entre las distintas naciones. El paso

por la política europea le hizo ver que el sueño

kantiano del cosmopolitismo se halla amenazado

cuando el poder se acumula en un único

centro, que es lo que Estados Unidos trata

de conseguir hoy en día. En su conferencia,

el filósofo muestra que necesitamos al menos

cuatro centros de poder para mantener

un cierto equilibrio que permita la paz en el

mundo, puesto que, en teoría, un «orden»

es un sistema en el que las fuerzas más débiles

no están sometidas al control de las más

poderosas. Esta es una de las muchas tesis

que se proponen en sus dos libros de tema

político, Ecce comu (2007) y Comunismo hermenéutico

(2011, coescrito conmigo), en el

que identifica otro centro de poder en Sudamérica,

tras la transición de esta hacia la izquierda

a mediados de la década de 1990.

Ambos libros se han traducido en varias lenguas

y han sido objeto de numerosas reseñas.

Cuando Vattimo cumplió setenta años, en

2006, no solo había terminado su primera

legislatura como eurodiputado, sino que

también se había jubilado de la Universidad

de Turín. Ese mismo año tuvieron lugar

otros tres sucesos importantes: la publicación

de Weakening Philosophy y de No ser Dios,

y su última clase en la Universidad de Turín.

El primero de estos dos libros era un volumen

de homenaje con contribuciones de

pensadores de la talla de Jack Miles, Charles


12 GIANNI VATTIMO MINERVA 34.20

Taylor y Jean-Luc Nancy. El segundo es su autobiografía; en él, Vattimo recuerda algunos

de los momentos más significativos de su vida, así como sus experiencias sexuales. En

Italia, país que todavía se caracteriza por la conformidad con la «tradición», una fuerte

homofobia y la presión de la Iglesia católica, el libro causó revuelo en la prensa. Su última

clase magistral, pronunciada en el aula magna de la universidad, en el marco de un

congreso, contó con la asistencia de cientos de estudiantes y colegas del mundo entero.

Uno de los mejores escritores italianos, Alessandro Baricco, que había asistido a las clases

de Vattimo en los años ochenta, escribió en La Repubblica un sentido artículo titulado

«Gracias, querido Vattimo, fuiste un maestro». Merece la pena citarlo aquí:

Tal y como yo lo veo, si uno tiene veinte años y le gusta el espectáculo de la inteligencia, lo

mejor que le puede ocurrir es terminar en un aula escuchando a un filósofo de verdad. Yo

tuve ocasión de hacerlo durante cuatro años, en tus clases, y desde entonces tengo la convicción

de que la filosofía sigue siendo el ejercicio más excelso para quien busca el orden de

las ideas, el rigor de las visiones y el virtuosismo de la inteligencia: es un deporte extremo

en el que se asciende a las máximas alturas, y quien lo ha practicado sabe que no hay nada

comparable a la vista que desde ahí se domina. Todo lo demás es llano, salvo alguna que otra

loma. Me enseñaste muchas cosas, pero la que me viene a la cabeza ahora mismo es la claridad.

Tú explicabas y nosotros entendíamos, no había vuelta de hoja. [...] Creo haber entendido

la ética kantiana cuando, muy seriamente, comentaste que a las tres de la noche, en una

ciudad desierta, uno solo se para ante un semáforo en rojo si es tonto o si es Kant. [...] En tus

clases nos reíamos mucho, y eso también era una lección. Bueno, quizá no, pero teniendo

en cuenta que el tema era el «ser para la muerte» de Heidegger o Adorno, con la alegría

que lo caracteriza, tú les imprimías un humor que ninguno de nosotros nos esperábamos.

En 2014 Vattimo terminó su segunda legislatura como eurodiputado. Entre las muchas

posturas que adoptó en el parlamento (por ejemplo, contra el uso de animales para la

experimentación farmacéutica o contra el antagonismo europeo hacia Hugo Chávez, Evo

Morales y otros mandatarios latinoamericanos elegidos democráticamente), su batalla

contra la construcción del tren de alta velocidad entre Turín y Lyon fue la que recibió

más apoyo en Italia. El proyecto, destinado a incrementar el transporte de mercancías,

no solo tendrá un gran impacto medioambiental, sino que resulta poco práctico, dada la

escasa cantidad de mercancías que hoy en día circulan por ferrocarril. Vattimo fue uno

de los pocos diputados que se sumaron al movimiento No TAV, que aún hoy sigue siendo

brutalmente reprimido por la policía.

A lo largo de esa segunda legislatura, publicó otros dos libros: Vocación y responsabilidad

del filósofo (2012) y Adiós a la verdad (2014). También fue invitado a participar en las

prestigiosas Conferencias Gifford de Glasgow, donde se sintió especialmente conmovido

cuando, al final del ciclo, el profesor David Jasper se refirió a él no solo como «profesor

Vattimo», sino como «nuestro amigo y colega Gianni, pues así podemos considerarlo

después de estas conferencias durante las cuales nos ha refrescado intelectualmente y en

muchos otros sentidos». Dichas conferencias se publicaron posteriormente en el volumen

De la realidad (2012), que incluye las que pronunció en la cátedra Cardinal Mercier

de Lovaina, además de otros ensayos.

En 2015 empezamos a discutir la posibilidad de trasladar sus archivos a mi universidad.

El hecho de que los archivos de Derrida se encontraran en Irvine, California, y no en

Francia, justificaba la idea de alojar los de Vattimo en Barcelona, ciudad donde ha pronunciado

conferencias a lo largo de varias décadas. Estos archivos incluyen sus libros, ensayos

y artículos publicados, así como sus cursos y seminarios universitarios. Entre sus muchos

cursos de los años setenta, por ejemplo, encontramos (en un rincón de la biblioteca de su

casa) uno titulado «La estética de Hegel», consistente en un análisis detallado de la concepción

que el pensador alemán tenía del arte y la belleza en relación con la hermenéutica.

Dichos cursos estaban mecanografiados y organizados en forma de libro, lo que permite

leerlos de manera placentera. También recuperamos muchos de sus cuadernos, en los que

pueden encontrarse comentarios de textos clásicos, notas de conferencias y esquemas preparatorios

de sus libros aparecidos desde los años sesenta hasta hoy. El archivo incluye

asimismo numerosas cartas de Heidegger, Gadamer y Karl-Otto Apel, así como otros

documentos de gran valor, como la réplica del premio Nobel J. M. Coetzee a una charla

pronunciada por Vattimo en Ciudad del Cabo en el año 2000. Dadas las múltiples ocasiones

en las que ha aparecido en televisión, en debates sobre temas culturales o impartiendo

cursos propiamente dichos, los archivos incluyen muchas grabaciones que aún están pendientes

de clasificación. También incluye una sección digital con diferentes versiones de

sus libros, ensayos y notas desde que empezó a trabajar con ordenador en los años ochenta.

Los archivos se presentaron el 6 de junio de 2016 en el auditorio del Campus de la

Ciutadella de la Universitat Pompeu Fabra, con la presencia de Vattimo. Se encuentran


CBA GIANNI VATTIMO 13

Gianni Vattimo, flanqueado por Valerio Rocco (izqda.) y Juan Miguel Hernández León (dcha.),

durante el acto de entrega de la Medalla de Oro del Círculo en Turín, noviembre de 2019

alojados en la Biblioteca Central de la UPF, en el interior del Edificio Dipòsit de les Aigües,

bajo la tutela del Centro UPF para la Filosofía y los Archivos de Gianni Vattimo. Junto con

el personal de la biblioteca, el centro se encarga de clasificar los archivos y de organizar

congresos, seminarios y talleres destinados a la divulgación del pensamiento del filósofo

italiano en materia de arte, religión, política y ciencia. Desde sus inicios, investigadores

y traductores dedicados a la obra de Vattimo en todo el mundo han visitado y trabajado en

los archivos. En 2019, el centro organizó un congreso para celebrar los treinta años de la

publicación de La sociedad transparente, en el que participaron Daniel Innerarity, Federico

Vercellone, Christine Ross y Daniela Angelucci. Ese mismo año, Vattimo fue galardonado

con la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes.

La entrevista y el texto que aparecen en el presente número de Minerva revisten especial

interés, ya que en ambos se plasman las actuales ideas del pensador italiano sobre

la filosofía, la religión y la postmodernidad. Estos últimos años han sido especialmente

productivos para el filósofo italiano, como atestigua la aparición de su último libro, Essere

e dintorni, publicado en 2018 en la editorial La Nave di Teseo –fundada, entre otros,

por sus amigos Umberto Eco y Elisabetta Sgarbi, que lo invitaron a publicar el libro con

ellos–. Mientras la obra era reseñada en la prensa italiana y se traducía a varias lenguas

(la traducción al español se publicará este año, con un prólogo de Josep Ramoneda), se

produjo una anécdota curiosa: el antropólogo argentino Luis Liberman, amigo tanto de

Vattimo como del papa, le regaló un ejemplar al pontífice. Tras descubrir que Vattimo lo

menciona al hablar de los problemas filosóficos contemporáneos, Bergoglio llamó al autor

para felicitarlo. Según comentó Vattimo en La Stampa: «Me dijo que me agradecía el

libro. Yo traté de explicarle que es un libro de filosofía sobre Heidegger. Me alegra mucho

que al papa le haya interesado. Hablamos un poco sobre estos asuntos».

Mientras Vattimo continúa explorando nuevas sendas y desarrollando el concepto de

pensamiento débil, filósofos del mundo entero siguen debatiendo sobre su contribución

a la filosofía. El último libro que ha aparecido sobre él es obra de la especialista alemana

Ulrike Irrgang (Das Wiederauftauchen einer verwehten Spur. Das religiöse Erbe im Werk

Gianni Vattimos und Hans Magnus Enzensbergers). Sin duda, le seguirán muchos más y su

pensamiento continuará suscitando el interés de estudiosos, escritores e incluso papas.

MEDALLA DE ORO DEL CBA A GIANNI VATTIMO

25.11.19

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