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"Yo fui aquel que amó la eternidad…". Antonio Vega, por dentro

Cabello, I., López, C., Sevilla, E. y Senra, C. (2017), «Yo fui aquel que amó la eternidad…». Antonio Vega, por dentro, Madrid, Encuentro Madrid, 40 pp.

Cabello, I., López, C., Sevilla, E. y Senra, C. (2017), «Yo fui aquel que amó la eternidad…». Antonio Vega, por dentro, Madrid, Encuentro Madrid, 40 pp.

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Antonio Vega,

por dentro

OBRA: MARUKA FUSTER



GUIÓN Y SELECCIÓN DE CONTENIDOS:

Ignacio Cabello, Carlos López,

César Senra y Elena Sevilla

“ESOS CHICOS” - LA BANDA:

Ignacio Cabello (guitarras y voz), José Cabello (batería),

Antonio Cebreiro (bajo y voces), Lorenzo Dellacroce

(teclados) y Carlos López (guitarras y voz)

DISEÑO:

Eme Mayúscula

CON LA COLABORACIÓN:

Encuentro Madrid, Basilio Martí,

Bosco Ussía y Carlos, Cristina

y Laura Vega Tallés


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Antonio Vega, por dentro


“Yo fui aquel que

amó la eternidad”

Por Ignacio Cabello

Cantautor, poeta y músico.

A ojos de mucha gente, un personaje

enigmático, triste y solitario. Sin embargo,

introduciéndonos en el “Universo Vega”,

es posible descubrir a un Antonio profundo,

con una sensibilidad fuera de lo normal, herido

por el dardo de la belleza y en una incesante

búsqueda de algo más que marcó toda su vida.

Cantó al amor y al desamor, a la alegría

y a la tristeza, a la luna y a las estrellas,

al océano y al sol, a ángeles y a gigantes,

al chaval y al anciano, a la mujer y al caballo,

a sus padres y a sus amigos, al ser mundano

y al poder divino, a sus héroes y aheroínas,

a sus miedos y a sus pasiones, a los sueños

y a las pesadillas, a los demás y a sí mismo,

a la luz y a la noche oscura, a la quietud

y a la locura, al infinito y a la nostalgia,

a sus más profundos deseos y a la impotencia

que todos hemos sentido alguna vez ante

nuestro abismo interior.

Cantó, en definitiva, a ese grito que nacía

de lo más hondo de su ser, esas notas únicas

e irrepetibles que, como un pedal de bajo en

ostinato, sonaban de manera constante en su

corazón. Y así, cantando a su corazón,

llegó al corazón de muchos de nosotros,

tocando y haciendo vibrar esas cuerdas

recónditas que desatan en nuestro interior

un mar infinito de emociones.

3


“Yo fui aquel que amó la eternidad”

En mis canciones yo dejo

puertas abiertas, no impongo nada,

dejo en el aire unos pensamientos,

unas impresiones, pero nada más.

...

Por eso resulta más interesante

la interpretación que cada uno

pueda hacer al escuchar un tema.

El oyente debe vivir la canción

a su manera, sin preocuparse

de lo que el autor haya querido decir.

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6

Antonio Vega, por dentro


¿Por qué te dio por mirar

a las estrellas?

Quizá porque allí encontraba algo, un

espacio abierto, la posibilidad de mirar

lejos sin darme contra nada. El espacio me

gusta, es algo que añoro y algo que recuerdo

inconscientemente, y tiendo a mirarlo

siempre, tiendo a echarlo

de menos, y me gusta estudiarlo,

me gusta comprenderlo y conocerlo.

¿Has compuesto alguna

canción mirando al cielo?

Bueno, he mirado al cielo

y después he compuesto

una canción.

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“Yo fui aquel que amó la eternidad”

Desordenada

habitación

El momento (1987)

Despierta ya, mira qué luz

nada envidia el norte al sur.

Recuérdame que lo de ayer

no se olvida sin querer.

Éramos uno y uno, y luego dos,

más cerca cada vez de un sueño sin adiós,

desordenada habitación.

Son tu calor, hacerte el amor

mis miedos y pasión.

Tanto soñar con esa flor

mezcla de sol y temporal.

El doble filo de un amor real,

actores sin guión, un mundo teatral,

función sin hora de empezar.

Deja el frío y entra en calor

y lo oscuro deje paso al color.

No me canso nunca de hablar,

porque vivo en el silencio más total.

Diez años antes era igual.

Éramos uno y uno y luego dos

más cerca cada vez del sueño sin adiós,

desordenada habitación.

Hay algo más, recuérdame

que hay que ordenar la habitación.

Desordenada habitación.

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Mis canciones siempre han hablado de mi

mundo, de mis cosas, de lo que siento y lo

que veo, de lo que tengo dentro, imágenes

que conservo en la cabeza. Todo sale de

dentro. A la hora de componer, saco material

de mis vivencias, y también de cosas que

simplemente imagino, pero que, de alguna

manera, tienen algo que ver contigo.

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Antonio Vega, por dentro

Componer no es algo que yo quiera

hacer. Es algo que yo hago incluso

al margen de mí mismo, algo que está

ahí dentro metido, el resultado de una

mecánica que actúa por sí misma.

...

Algunos tenemos la suerte de dar

con aquello que nos emociona, con

aquello que nos gusta hacer, con

aquello a lo que queremos

entregar nuestra vida y

que es nuestra garantía de

futuro, que en definitiva es

algo que llamamos vocación,

o algo que llamamos

aptitudes innatas.

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“Yo fui aquel que amó la eternidad”

Has dicho que tus canciones llevan

un trozo de ti mismo. Tú haces canciones

que no son costumbristas, no cuentas

historias, sino que son más bien

introversiones. Tú eres más amigo del

soliloquio que del coloquio, ¿verdad?

– P.

Soy más amigo de los loquios, o sea

de los locos, vamos. Soy más amigo

de los locos y la verdad es que yo me

considero un solo loco. Sí, me gusta

meterme dentro de mi mundo, escarbar

un poco y recrearme en anécdotas,

recuerdos y sensaciones, bueno

experiencias de alguna forma que me

han enseñado un montón de cosas. Me

gusta exteriorizar todo ello, y a lo mejor

es la forma que yo he encontrado de

exteriorizarlas.

Quizá soy una persona introvertida

hasta el punto de que, bueno en un

lenguaje, una conversación normal y

cotidiana este tipo de cosas a lo mejor

no saldrían si no es a través de un texto

de canción. – A.V.

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Antonio Vega, por dentro

Componer es para Antonio la forma de su vocación y, además,

«una mecánica que actúa por sí misma» y que no depende

de su voluntad. Esta canción describe esos momentos en los

que uno no logra expresar lo que lleva dentro, lo cual, para el

artista, supone un dolor.

Es un tema que describe, por otro lado, la incertidumbre de la

espera permanente, esa melancolía de asumir que la mayoría

de las veces no hay nada por lo que valga la pena esperar.

Por Carlos López

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Esperando nada

No me iré mañana (1991)

Voy a revelar una historia que es a

veces mentira y otras no es verdad.

Me quedé sentado esperando la

llegada de la suerte, no podía tardar.

Y pasó tanto tiempo que llegué a

ver sombras en color.

Y pasó tanta gente por delante que

nadie me vio.

Esperaría de pie, que el anochecer

se fundiera con la tarde y el

amanecer.

Como un vendaval, a mi paso

se revuelven los trozos de un

quemado papel.

Y creció a mi lado como un árbol

toda una ilusión.

Y creció a su lado monstruosa toda

una obsesión

En plena noche, a eso de las tres

algo se acerca y no se deja ver.

Abre mi puerta, quiero entrar y

salir, y refrescarme antes de repetir.

Vivo en la calle, estudio de

aprendiz, con libros que en la

escuela nunca vi.

Abre mi puerta, quiero entrar y

salir, y refrescarme antes de repetir.

No perdería jamás, la oportunidad

de buscar en los cajones un

recuerdo que amar.

Esa sensación de encontrarme con

las cosas por segunda ocasión.

Y pasó tanto tiempo que llegué a

ver sombras en color.

Y creció a mi lado como un árbol

toda una ilusión.

En plena noche [...]

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“Yo fui aquel que amó la eternidad”

Hablando

de ellos

Océano de sol (1994)

Se levantó un fuerte viento

y amaneció la alegría.

Nadie pensó en el momento

que el peso de la pobreza

su riqueza fuera un día.

Estoy hablando de ellos,

de los que lloran y ríen.

La plata, el oro, platino

no superan el destello

de algo en sus ojos divino.

Hallé en los dos a los guías

de mi emoción desbocada.

Nunca fue su mano fría,

padres de mi cuento de hadas.

De mi fortuna, cimientos,

de mis inventos, la cuna.

Todas sus miradas y una a una

de la moneda son cruz y cara.

Estoy hablando de ellos [...]

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Yo no soy nada sin la gente que me rodea,

sin mis amigos y sin la gente a la que quiero.

Y, en definitiva, la mejor manera de mirar

hacia dentro es verme reflejado en ellos.

De ellos aprendí a hablar, necesité entonces

escribir; de ellos aprendía a escribir, necesité

entonces cantar; de ellos aprendí a cantar,

entonces necesité cantarles a ellos.

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Antonio Vega, por dentro

Todavía no he encontrado

el sentido de mi vida,

pero sigo buscándolo

cada día

y en cada canción.

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Lucha de gigantes

El momento (1987)

Lucha de gigantes convierte

el aire en gas natural.

Un duelo salvaje advierte

lo cerca que ando de entrar

en un mundo descomunal.

Siento mi fragilidad.

Vaya pesadilla, corriendo

con una bestia detrás.

Dime que es mentira todo,

un sueño tonto y no más.

Me da miedo la enormidad

donde nadie oye mi voz.

Deja de engañar, no quieras ocultar

que has pasado sin tropezar.

Monstruo de papel,

no sé contra quién voy,

¿o es que acaso hay alguien más

aquí?

Creo en los fantasmas terribles

de algún extraño lugar,

y en mis tonterías para

hacer tu risa estallar.

En un mundo descomunal

siento tu fragilidad.

Deja de engañar,

no quieras ocultar

que has pasado sin tropezar.

Monstruo de papel,

no sé contra quien voy,

¿o es que acaso hay alguien mas

aquí?

Deja que pasemos sin miedo.

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“Yo fui aquel que amó la eternidad”

Lucha de gigantes expresa esa sensación

de fragilidad a la hora de enfrentarnos a

ciertas situaciones o de buscar nuestro

sitio «en un mundo descomunal».

Por Ignacio Cabello

Es tan fácil verse pequeño y

frágil frente a la enormidad

del mundo que puedes acabar

sintiendo enemigos invisibles

y «fantasmas terribles» por

todos lados hasta el punto de

no saber contra quién vas o si

vas solo o si «hay alguien más

aquí» tu lado. Surge entonces

un miedo a sentirse solo en

esa «enormidad donde nadie

oye mi voz».

Esta sensación de fragilidad

genera un miedo existencial,

una lucha interna que

«convierte el aire en gas

natural», es decir, que hace

que el aire, aquello que

necesitamos para vivir y que

abunda en todas partes, se

convierta en algo que no

podemos respirar, que nos

asfixia y nos genera angustia,

como si estuviésemos

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ahogándonos en medio del

oleaje de un mar agitado.

Es también la lucha entre dos

gigantes que todos llevamos

dentro: uno que siente miedo

de su abismo interior y de

la enormidad del mundo y

que prefiere que todo sea «un

sueño tonto y no más», y otro

gigante que prefiere desear

todo venciendo esos miedos.

Este gigante, el que no quiere

ser esclavo de esos miedos, en

la última frase de la canción

le dice al otro gigante: «deja

que pasemos sin miedo». Es

Antonio hablando a través de

estos gigantes que lleva dentro:

por un lado expresa ese miedo

que podemos sentir en tantas

ocasiones y, por otro, lado el

deseo de librarse de ese vértigo

para poder “pasar sin miedo”.

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Antonio Vega, por dentro

Tuve que correr

Anatomía de una ola (1998)

Tuve que correr

cuando la vida dijo “ve”.

No hubo manera de pararme.

Correr que fue volar,

beber de un solo trago todo el mar

y no sació mi sed del agua.

Tomé el sendero sin saber,

que me alejaba para no volver.

Dulce como miel,

probar el roce de su piel.

Ella en el suelo,

yo en el aire.

Dulce pero cruel,

llenó mi mundo de papel.

Jamás pensé que llegaría a helarme.

Que perdería el calor

y con el tiempo la razón.

En el camino tropecé,

con esa piedra desde

la que arranqué.

Tomé el sendero sin saber,

que me alejaba para no volver.

En el camino encontré

lo que jamás pensé tener.

Tuve que correr

cuando en el viento pude oír

que igual que vine habría de marcharme,

que como vine habría de marcharme.

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“Yo fui aquel que amó la eternidad”


Te espero

3000 noches con Marga (2005)

Empieza a amanecer

hace tanto frío acércate.

Deja que sienta tu calor,

volcán que a veces temo y otras no.

Hoy no es sólo un día más,

ni tampoco un día menos que

contar.

Es un sueño que me hace sudar,

recostado entre tus brazos hasta

despertar.

Cambiemos de lugar,

hoy una casa aquí

mañana más allá.

Ajenos a la vecindad,

pareja de rebeldes en cautividad.

Tregua para la pasión,

tregua para compartir dolor,

tregua para la razón,

Y yo, te espero...

Y yo, te espero...

Te espero porque volverás,

tal vez me de la vuelta un día

y estés tú detrás.

Te espero porque se quedó

en el tintero la promesa de un

mundo mejor.

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Antonio Vega, por dentro

Una décima

de segundo

Un momento en una agenda,

una décima de segundo más.

Vuela, va saltando de hoja en hoja,

mil millones de instantes de que hablar.

Una ráfaga de aire frío

un molino de viento hace girar.

Sigue, va rodando sobre su eje

describiendo una trayectoria más.

Y es que no hay nada mejor

que imaginar, la física es un placer.

Es que no hay nada mejor

que formular, escuchar y oír a la vez.

Mide el ángulo formado por ti y por mí,

es la solución a algo muy común aquí.

Ahora tú no dejes de hablar,

somos coordenadas de un par,

incógnita que aún falta por despejar.

Una décima de segundo (1987)

Busca un libro que diga “Cómo”,

luego otro que se titula “Si”.

Sigue, un tercero llamado “Nada”,

es la forma del círculo sin fin.

Y es que no hay nada mejor

que revolver el tiempo con el café.

Es que no hay nada mejor

que componer sin guitarra ni papel.

Paralelas vienen siguiéndome,

espacio y tiempo juegan al ajedrez.

Ahora tú no dejes de hablar.

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“Yo fui aquel que amó la eternidad”

La letra trata de la heroína, pero no deja de ser una canción de

amor. Una canción de ataduras como dice él, pero también una

historia de seres humanos. Una generación entera en algún

momento se enamoró cruelmente de ella. La gran mayoría no

salió indemne de esa relación como tampoco se sale de las

relaciones sentimentales.

Por Bosco Ussía

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Se dejaba llevar

No me iré mañana (1991)

Azul, líneas en el mar,

que profundo y sin domar

acaricia una verdad.

Eh, tú, no lo pienses más,

o te largas de una vez

o no vuelves nunca hacia atrás.

Se dejaba llevar,

se dejaba llevar por ti,

no esperaba jamás

y no espera si no es por ti.

Nunca la oyes hablar,

sólo habla contigo y nadie más,

nada puede sufrir,

que él no sepa solucionar.

Temor, alcohol de quemar,

pon tus manos a volar

o en tus ojos el terror.

Azul, vuelve a reflejar

y fundido con el sol

reina un sueño con sonido a mar.

Se dejaba llevar,

se dejaba llevar por ti,

no esperaba jamás

y no espera si no es por ti.

Nunca la oyes hablar,

sólo habla contigo y nadie más,

nada puede sufrir,

que él no sepa solucionar.

29


Antonio Vega, por dentro

Elixir

de juventud

Fue el día en que escuché su voz,

seguí su eco hasta un rincón.

y allí tomó la forma de canción.

Hoy no hay ley que pueda atarte a mí.

Por eso sueño junto a ti,

pues nunca dices nada por decir.

Es sensible y racional,

yo me ocupo en descubrir

toda su facilidad para entenderme y sonreír.

Ella es mujer, niña, ella es mi chica

y cuando quiere me trae el Levante y el Sol.

Queriendo y sin darme cuenta,

como un espejo reflejo su brillo y color.

Y es que hoy aún quedan ojos que mirar.

No se oiga ni una queja más...

Del elixir de juventud

bebimos juntos prometiéndonos la vida

¿Quién nos llamó? ¿Qué pudo ser?

Nos puso de la mano desde el primer día.

Océano de sol (1994)

Ella es mujer, niña, ella es mi chica

y cuando quiere me trae el Levante y el Sol.

Queriendo y sin darme cuenta,

como un espejo reflejo su brillo y color.

Del elixir de juventud

bebimos juntos prometiéndonos la vida

¿Quién nos llamó? ¿Qué pudo ser?

Nos puso de la mano desde el primer día.

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A Teresa

Me considero afortunado,

la vida me ha dado unas manos

unos ojos, un corazón, un cerebro.

Con aquellas reconozco tu piel;

con esos dos venero y admiro tu figura;

el corazón es como el cofre donde te guardo.

Con el último, estoy seguro de que no vivo

la ficción sino el sueño de encontrarte

Para siempre,

Antonio

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“Yo fui aquel que amó la eternidad”

A Marga

En un tiempo sin fe y carne herida

llenaste mi espera de esperanza

y fue tu caridad certera lanza

transfundiendo mi piel desvanecida.

En la noche doliente de mi huida

acallaste mi mal en tu bonanza

y cierta fue la val de tu templanza

con mi pena cierta y presentida.

Vaciando de besos tu alcancía

llenaste mis alforjas de consuelo

sorbiendo la hiel de mi tristura.

Cuando cese la cruz de mi ordalía

¿dónde voy a guardar tanto desvelo

tanta prueba de amor, tanta ternura?

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Seda y hierro

De un lugar perdido (2001)

Sigo en silencio su respiración

acompasando los latidos de dos corazones.

Nunca le ha faltado a nuestro amor

para estar vivo razones.

El mismo sueño nos llevó a los dos

en esa hora en que las noches

y los días se prestan uno a otro oscuridad

y luz, verdad y mentira.

Donde las haya tenaz,

mujer de cartas boca arriba,

siempre dispuesta a entregar,

antes que sus armas, su vida.

Mujer hecha de algodón,

de seda, de hierro puro,

quisiera que mi mano fuera la mano que talló

tu pecho blando en material tan duro.

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Antonio Vega, por dentro

Cuando murió Margarita me vine abajo. Yo me

quería hundir, estaba absolutamente desesperado [...]

no hay palabra humana que pueda ni acercarse al

estado en que yo me hallaba. Absolutamente perdido,

con un dolor horroroso, horrible.

No hay día que no rompiera a llorar desesperadamente

por su recuerdo, desesperadamente. Estuve con

una tuberculosis a punto de palmar; totalmente

abandonado y hecho polvo, dispuesto a irme

por el sumidero.

34


Hacia finales del mes de Junio del año 2004, y después

de pasar por el peor momento de mi vida, sin duda,

comenzó la aventura de este ‘3000 noches con Marga’.

Con vehemencia enfermiza, me sumergí en una

dedicación incesante a mi trabajo. Escribí, arreglé y di

forma, una a una, a los temas que componen esta obra

en un momento en el que, como hoy, mi corazón se

hallaba desbordado por el dolor. Todo giraba en torno

a la figura de Margarita del Río Reyes, la mujer que me

lo dio todo por nada y a la que he consagrado mi vida

entera. Lo que me quede de ella.

35


“Yo fui aquel que amó la eternidad”

Caminos infinitos

3000 noches con Marga (2005)

Recorrió con la mirada

las esquinas del papel

y una puerta dibujada

se abriría para él,

descubriendo al otro lado

y más allá de lo que alcanza a ver

los caminos infinitos,

infinitos a sus pies.

Se amontonan tantos años,

uno a uno, diez a diez.

La luz de la mesilla

ilumina hoy letras de ayer.

De las anchas calles

al estrecho callejón;

del mechero al primer fuego,

de la cima al socavón.

Hay caminos infinitos.

Para encontrar

otra luz de cruce,

otra señal de bus;

recuperar

cada uno su razón

y mi desordenada habitación.

Un camino se adentraba

en los campos que soñé;

con él otro se cruzaba,

el camino del saber.

Y yo en la encrucijada

busco la respuesta a un por qué,

busco el camino infinito

que va desde el nueve al diez

Hay caminos infinitos.

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‘Caminos infinitos’ refleja bien lo que supone para Antonio

hacer el disco de ‘3000 noches con Marga’: la oportunidad de

superar el profundo dolor que le había invadido. Se le abre una

puerta para salir adelante y descubre caminos infinitos para

volver a empezar de nuevo: «De las anchas calles al estrecho

callejón; del mechero al primer fuego, de la cima al socavón»

y para recuperar su desordenada habitación, es decir, sus

orígenes, lo cotidiano, su vida.

Por Ignacio Cabello

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38

Antonio Vega, por dentro


El sitio

de mi recreo

El sitio de mi recreo (1992)

Donde nos llevó la imaginación,

donde con los ojos cerrados

se divisan infinitos campos.

Donde se creó la primera luz

junto a la semilla de cielo azul

volveré a ese lugar donde nací.

De sol, espiga y deseo

son sus manos en mi pelo,

de nieve, huracán y abismos,

el sitio de mi recreo.

Viento que a su murmullo parece hablar

mueve el mundo con gracia, la ves bailar

y con él, el escenario de mi hogar.

Mar, bandeja de plata, mar infernal

es su temperamento natural,

poco o nada cuesta ser uno más.

De sol, espiga y deseo...

Silencio, brisa y cordura

dan aliento a mi locura,

hay nieve, hay fuego, hay deseo,

allí donde me recreo.

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40

“Yo fui aquel que amó la eternidad”


GUIÓN Y SELECCIÓN DE CONTENIDOS:

Ignacio Cabello, Carlos López,

César Senra y Elena Sevilla

“ESOS CHICOS” - LA BANDA:

Ignacio Cabello (guitarras y voz), José Cabello (batería),

Antonio Cebreiro (bajo y voces), Lorenzo Dellacroce

(teclados) y Carlos López (guitarras y voz)

OBRA CUBIERTA:

Maruka Fuster

DISEÑO:

Eme Mayúscula

FOTOGRAFÍA:

Propiedad y copyright de las fotografías

incluídas en este libreto: familia Vega Tallés

y Bosco Ussía

CON LA COLABORACIÓN:

Encuentro Madrid, Basilio Martí,

Bosco Ussía y Carlos, Cristina

y Laura Vega Tallés

www.encuentromadrid.com

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