Edicion 10 de octubre 2020
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RELEER LIBROS,
UNA LEALTAD
CON EL PASADO
Por Wilfredo Arriola
Me pregunto: ¿Qué hago yo, volviendo a libros del pasado? Cuando procuro responderme,
me asalta la nostalgia de los días que ya no están y fueron parte de lecturas
que marcaron mi vida. Cada lector tiene una batería de libros en espera, otros que
quisiéramos leer y por alguna circunstancia de tiempo no hemos podido, o simplemente
porque no los tenemos de ninguna manera, ni electrónico ni en físico.
Esa tentación del olor a páginas nuevas, que se equilibra entre las tintas utilizadas, el
pegamento que adhirió sus páginas, el papel que ha permanecido esperando por ti, y me
gustaría agregarle ese componente cósmico que detona las ansias de quererlo devorar
enseguida. En la actualidad, se suscitan diversas formas de orgullo, que van desde foto-
con frases emblemáticas al inicio del libro como antesala, que es como una referencia
de lo venidero que nos atrapa. Recuerdo algunas dedicatorias y palabras preliminares,
Saramago en su libro Caín, dedica su libro a la periodista española Pilar del Rio, quien
Rosa Montero, en una de sus últimas novelas, Los tiempos del odio, remata al inicio de
su libro: “Para todos los hombres que he amado en mi vida, incluso aquellos que no se
lo merecieron, y para todos los hombres que me han amado en la vida, incluso aquellos
dure nuestra estadía en ellos, pero… hay tantos, y en muchas ocasiones, solemos volver
a los mismos.
Es recurrente que uno vuelva a libros de formación, libros
que en su momento nos han develado partes importantes de
cordura, tal es el caso de la Biblia, donde es muy natural, que
se vuelva al libro de los Salmos, Proverbios o a la sabiduría
de Salomón, es normal que volvamos a ellos, pero quizá a
unos con complicidad, con integra alevosía. Los libros que
nos marcan siempre se leen de los veinticinco años hacia
ración,
pero desde otro peldaño con más atención y otras
maneras de reconocimiento. Pero la emoción, siempre les
pertenece a otros, a lo que volvemos. ¿Volveremos para recordar
las épocas del tiempo en que lo leímos? Sí fuimos
felices, sí atravesábamos momentos de tristeza y en ese
en vez de sol, hay luna y por momentos llueve, no siempre está como en aquel entonces
nos cautivó, no obstante, volvemos para ver si todo está igual o si nosotros somos los de
aquel entonces… Aunque casi siempre lo que cambia es nuestra mirada y la nostalgia
tuvieron
por largas horas permanecen ahí. Una cita con nuestro pasado, aunque sea por
10 páginas, un receso a la vida, para volver a maravillarse. Cerrar sus páginas por un
momento y pensar: ahora me resulta con más sentido o incluso, esto no me parece tan
lealtad con el pasado.
experiencias o yo tendré algo nuevo que decirles conforme a las cosas que me niego a
aceptar. Están ahí, no como el libro que son, o el título que representan sino también
como una etapa de mi vida donde fueron parte y me enseñaron a su modo lo que soy,
por mí, más que las personas que esperé algún día lo hicieran. Volver es una lealtad con
mi pasado, con mi propia historia.
¡VENGA COMAMOS!
Por: Marlon Chicas El Tecleño Memorioso
Compartiendo en una gélida tarde con mi buen amigo Álvaro Darío Lara, un reanimante
café con pan en los portales tecleños, rememoró la gastronomía tecleña
que marca y marcó una historia de sabores y olores en la Ciudad de las Colinas, la
que traigo a colación para ustedes.
MERENDERO TECLEÑO
a la Academia Nacional de Seguridad Publica, (Fuente Orlando Morán Castillo).
RESTAURANTE MEMO´S De don Manuel Flores, celebre restaurante en la dé-
sus biombos calados e iluminación al estilo europeo, del cual emanaban exquisitos
CAFETERÍA LA INTERNACIONAL: Propiedad de doña Clara Ventura de Tamayo,
se ubicó en la avenida San Martín en 1960 a 1970, famosa por su “Vaca
colon, así como deliciosa horchata, cebada, y helados de leche.
PANADERÍA Y CAFETERÍA LA FUENTE: Creada en 1973, por doña Graciela
Sequeira, se mantiene activa a la fecha en su local original en Paseo El Carmen, con
platillos típicos.
CAFETERÍA Y PANADERÍA TÍN: De don Agustín Landós, famosa por su paella
a la valenciana y comida a la vista, en un inicio se ubicó en el extinto Casino Tecleño
frente al Parque San Martín en 1970, luego se traslada a la Calle Walter Soundy
CAFETERÍA Y PANADERÍA LA CENTRAL: Perteneció a don Roberto Barrios,
vigente de 1970 a 2015 en el portal Contreras, costado sur del Mercado Central
de Santa Tecla, conocido por su comida a la vista y elaboración de pasteles de
alta calidad.
CAFETERÍA GÉMINIS: Inició operaciones en 1970, se mantiene activa a la fe-
familiar.
CAFETERÍA CRIOLLO LA CORONITA:
fecha, por doña María Antonia Miranda de Flores y su esposo don Roberto Flores a
inmediaciones del Mercado Central, trasladándose al portal Orozco, su especialidad
es la comida criolla, desayunos, almuerzos entre otros.
CAFETERÍA Y PUPUSERÍA TERRAZA: se llamó Cafetería Galaxia, ubicado
maíz, comida a la vista y a la carta, fundado en 1980.
CAFETERÍA Y RESTAURANTE DIPS CARYMAR: Inició operaciones en
1980 a la fecha en Colonia Don Bosco carretera panamericana a Santa Ana, con
RESTAURANTE MAMÁ ROSA: Contiguo al ex Cine Coliseo, creado en 1960
narias.
PIZZERÍA ITALIA: desde 1980 a la fecha, dirigido por don Tomás Gómez, en el
local de toda la vida en Calle Walter Soundy, destacado en la elaboración de pizzas,
incursionado últimamente en comida mexicana.
: En 1962 en el portal Orozco se funda Pupusería Margoth,
comida a la vista, típicos y sus tradicionales pupusas.
Santa Tecla, no tiene nada que envidiar en gastronomía a otras metrópolis de primer
mundo, por lo que me resta decir a nuestros amigos lectores ¡Buen provecho
amigos!
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Edición Extra | 10 de Octubre de 2020 |