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ESTUDIO HISTORIOGRÁFICO DE LA PRENSA DE CARICATURAS EN EL MÉXICO DECIMONÓNICO.

2018

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ESTUDIO HISTORIOGRÁFICO DE LA PRENSA DE CARICATURAS

EN EL MÉXICO DECIMONÓNICO.

- Jesús Alejandro Báez Rodríguez


Directorio

MVZ. Francisco Domínguez Servién, Gobernador Constitucional del

Estado de Querétaro

Lic. José Alfredo Botello Montes, Secretario de Educación

Lic. René Rentería Contreras, Director de Educación

Lic. Jesús Hernández Briseño, Director de la Escuela Normal Superior

de Querétaro

Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución,

comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la

autorización expresa de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.

D.R. © 2018 Escuela Normal Superior de Querétaro (por la presente

edición)

D.R. © 2018 José Martín Hurtado Galves

Colón 14, Centro Histórico, C.P. 76000

TEL: 2144941

Querétaro, Qro.

Primera edición: Octubre 2018

Impreso en México

Printed in Mexico


ESTUDIO HISTORIOGRÁFICO DE LA PRENSA DE CARICATURAS

EN EL MÉXICO DECIMONÓNICO.

JESÚS ALEJANDRO BÁEZ RODRÍGUEZ 1

ÍNDICE

PRESENTACIÓN -------------------------------------------------------------------- 5

AGRADECIMIENTOS -------------------------------------------------------------- 7

CAPÍTULO 1: Un concepto ampliado de caricatura ------------------------- 9

1.1 Historiografía y caricatura ---------------------------------------------------------------------- 9

1.2 Definición ampliada ---------------------------------------------------------------------------- 11

1.3 La caricatura política en artículos especializados ---------------------------------------- 20

1.4 El que ríe al último… La risa y la caricatura ------------------------------------------------ 28

1.4.1 El que se ríe se lleva -------------------------------------------------------------------------- 31

CAPÍTULO 2: La caricatura política en el México decimonónico. Desde

la llegada de la primera prensa litográfica hasta la Revolución de

Tuxtepec ----------------------------------------------------------------------------- 37

2.1 Llegada de la litografía a México ------------------------------------------------------------ 37

2.2 Breve recorrido por las publicaciones de caricaturas del siglo XIX ------------------ 44

2.3 Otras publicaciones de caricaturas y otros caricaturistas ------------------------------ 54

CAPÍTULO 3: La prensa, la caricatura y los caricaturistas durante el

porfiriato y el control de Díaz sobre la oposición. -------------------------- 61

3.1 A Pan o Palo. Porfirio Díaz y el control del estado sobre la prensa ------------------ 61

3.1.1 La prensa durante el porfiriato ------------------------------------------------------------- 65

3.1.1.1 La prensa subvencionada ---------------------------------------------------------------- 73

1

Licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), maestrante

en Historiografía por la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Azcapotzalco (UAM-A),

estudiante de la Maestría en Educación por la Escuela Normal Superior de Querétaro (ENSQ) y

docente de tiempo libre también en la ENSQ.


3.2 La prensa de caricaturas durante “los años tuxtepecanos.” -------------------------- 80

3.3. ¿Caricatura de masas o de clase media? -------------------------------------------------- 91

3.3.1 Los artífices detrás de las publicaciones. Vida y obra de los caricaturistas ------ 95

3.3.1.1 José María Villasana ----------------------------------------------------------------------- 97

3.3.1.2 Jesús T. Alamilla ---------------------------------------------------------------------------- 99

3.3.1.3 Santiago Hernández --------------------------------------------------------------------- 100

3.3.1.4 Jesús Martínez Carrión ------------------------------------------------------------------ 103

3.3.1.5 Daniel Cabrera ---------------------------------------------------------------------------- 111

3.4 Las publicaciones de caricatura de oposición durante el porfiriato tardío.

Tres ejemplos: El Hijo del Ahuizote, El Colmillo Público y el Ahuizote Jacobino ---- 118

CONSIDERACIONES FINALES ----------------------------------------------- 127

REFERENCIAS -------------------------------------------------------------------- 147


PRESENTACIÓN

La investigación es parte fundamental de cualquier institución de

educación superior (IES). De ahí que la Escuela Normal Superior de

Querétaro (ENSQ) ponga tanto empeño en fomentarla y darla a conocer.

Con tal motivo la Dirección de la ENSQ lanzó una convocatoria, en

el 2018. La respuesta fue favorable por parte de varios de nuestros

académicos. La convocatoria invitaba a publicar investigaciones (avances

y productos) y textos de carácter literario.

Este libro es resultado de dicha convocatoria, en el ámbito de la

investigación. Ahora bien, al igual que los demás libros en este rubro, su

valor es notable para la ENSQ: por un lado da a conocer los resultados de

las investigaciones de nuestros académicos, en concreto la participación

del Lic. Jesús Alejandro Báez Rodríguez explica en primera instancia

la relación entre la historiografía y la historia, distinguiendo que la

historiografía es una especie de consciencia de la historia porque su

principal objetivo es realizar análisis del discurso y la representación

histórica; por otro lado, muestra su compromiso con la institución, como

un ejemplo de docente joven, en donde la conquista de sus estudiantes

la realiza con la muestra de sus investigaciones. Con ello aspiramos como

institución que los docentes sean académicos reconocidos al interior de

la ENSQ, en el municipio, en el estado, en el país y –pensar en grande–

de manera internacional; es decir que no se conformen solamente con

ser docentes (dar clases), sino que, como parte de su ejercicio profesional,

lleven a cabo investigaciones que sean ejemplo para sus propios

estudiantes normalistas.

Con base en lo anterior, cabe mencionar que los docentes que

atienden a estas convocatorias muestran no sólo sus investigaciones

y producción literaria, sino también su compromiso con la institución y

5


la educación en general. Al respecto, el aporte histórico de este libro

recae principalmente en la realización de una revisión de las principales

obras que han tratado el tema de la caricatura política en México como

su principal objeto de estudio, para observar cómo y desde dónde

se ha observado este fenómeno que, en la mayoría de los casos sirve

al historiador y a todo aquél interesado en temas político como un

termómetro de las situaciones políticas y sociales del momento en que

tiene lugar la caricatura política, porque ella habla desde el presente en

que es concebida, critica a su presente valiéndose del pasado, señalando

errores y defectos, agrandándolos para hacerlo más perceptibles.

Hoy se confirma que en las Escuelas Normales se hace investigación.

A partir de que se les ha reconocido como IES, su labor se ha

ampliado. Ahora tienen tres tareas sustantivas: docencia, investigación

y divulgación. Por eso, entre los objetivos que se enmarcaron en la

convocatoria destacan: 1) dar a conocer las investigaciones que realizan

los docentes de la ENSQ; y 2) coadyuvar a la investigación que realizan

las IES en el Estado de Querétaro.

No quiero terminar sin antes felicitar a Lic. Jesús Alejandro Báez por su

dedicación, compromiso y ejemplo como docente.

La ENSQ está comprometida en coadyuvar en la producción de

conocimiento, así como en el fomento a la lectura. Al respecto es

importante mencionar que ambas cosas las hacemos profesionalmente

con gusto y convicción.

Lic. Jesús Hernández Briseño

Director de la ENSQ

6


AGRADECIMIENTOS

La presente obra fue producto de muchas indagaciones y de una revisión

exhaustiva de muchas obras que han tratado el tema de la caricatura

política en México en un periodo que abarca de 1950 al 2011, mismo

que no hubiera sido posible sin el apoyo de muchas personas, entre las

que se encuentran mi padre Lucas Báez y mi madre Margarita Rodríguez,

mi esposa Hilda Barbosa, el apoyo académico de la Dra. Margarita

Espinosa Blas y la Dra. Adriana Pineda, así como de la institución donde

actualmente laboro: la Escuela Normal Superior de Querétaro y su

Director, el Licenciado Jesús Hernández Briseño, quien ha mostrado

un incansable compromiso de promover investigaciones como la que

aquí se presenta, al igual que el subdirector Roberto Compeán, además

de los innumerables consejos profesionales y académicos del Dr. José

Martín Hurtado, académico ejemplar de dicha institución.

7



CAPÍTULO 1.

UN CONCEPTO AMPLIADO DE CARICATURA

1.1 Historiografía y caricatura

La presente obra es producto de la revisión de una parte de la tesis

de Licenciatura en Historia cursada en la Universidad Autónoma de

Querétaro que llevó por título: La prensa de caricaturas en México. Un

estudio historiográfico, 1827-1903 y que tuvo como intención revisar lo

que se había investigado acerca de la caricatura política mexicana para

posteriormente continuar investigando al respecto, cuestión que se ha

seguido a cabalidad en la Maestría en Historiografía en la Universidad

Autónoma Metropolitana, con la tesis que está actualmente en proceso

de redacción y que lleva tentativamente por nombre: Discurso y

representación del pueblo en la presa de caricaturas del porfiriato,

misma que busca hacer una lectura de las caricaturas de dicho periodo

desde el análisis historiográfico.

Y como la presente investigación se hace desde el análisis

historiográfico no queda más que tratar de dar luces al respecto, por lo

que se dirá que la historiografía, en su definición más simple se refiere

al estudio del discurso y representación histórica, o en otras palabras:

es el estudio de la manera en que se construyen a lo largo del tiempo

las representaciones de sucesos históricos así como los múltiples usos

del discurso y la actualización de estos a lo largo del tiempo en una

interrelación espacial y temporal desde el lugar de enunciación en que

tienen lugar.

A la historiografía le interesa, en este sentido, analizar los sucesos

históricos, pero por encima de los sucesos le atañe el estudio de las

representaciones que de ellos se hacen, respondiendo a preguntas como:

¿Quién o quiénes están haciendo o hicieron tal o cual representación

sobre un suceso pasado?; ¿Desde dónde lo están tratado? y ¿Para

qué?, en el entendido que al dar respuesta a dichas preguntas busca

comprender el sentido original que se le dio al uso del lenguaje que

9


construye cierta narrativa sobre el pasado, esto con el objetivo de dar

explicación y comprender la significación tanto de los discursos como

de las representaciones históricas.

La historiografía, en resumidas cuentas, evita juzgar al pasado,

tratando de comprender los discursos que le dan sentido a ese pasado,

pero al mismo tiempo busca el sentido original, tanto de las palabras

escritas como de las representaciones a partir de distintos tipos de

grafías, como en este caso lo son las obras que han tratado el tema de

la caricatura política en el México decimonónico. En palabras simples;

lo que vamos a realizar aquí es un recuento y una revisión histórica de

las obras que se han interesado en el tema de la caricatura política

mexicana del siglo XIX con la intención de identificar aportaciones,

pero también vacíos que puedan dar pie a futuras investigaciones y

posteriores análisis de caricaturas políticas que ayuden a explicar y

comprender algunos episodios de la vida política y social de México.

Así pues, este libro busca explorar y comprender los discursos que

sobre la caricatura política mexicana se han escrito, desde sus orígenes

como Estado independiente hasta inicios del siglo XX. En otras palabras:

se realiza un estado del arte ampliado acerca de la historia de la caricatura

política mexicana, porque a pesar que muchos mencionan su origen

en la época colonial, el interés principal aquí se centra en identificar

lo que se ha investigado acerca de cómo se conformó a lo largo del

siglo XIX junto con la conformación del Estado mexicano mismo, las

distintas expresiones de caricatura política, sus representaciones y

particularidades, con la intención de seguir explorando algunos temas

particulares en un futuro cercano.

Por lo anteriormente mencionado queda claro que aquí no se

realiza un análisis puntual sobre las caricaturas y sus grafías, sino sobre

las obras que han analizado dichas grafías, es por eso que las imágenes

que se incluyen sirven como meras ilustraciones y complemento

del texto escrito, por lo que las que se utilizan serán simplemente

10


referenciadas, y en otros casos brevemente descritas o simplemente

se dejará la explicación original dada por los autores de los libros que

fueron revisados.

1.2 La definición ampliada

Fausta Gantús, reconocida investigadora del Instituto de Investigaciones

Doctor José María Luis Mora destaca en su libro Caricatura y poder

político. Crítica, censura y represión en la ciudad de México, 1876-1888,

que resulta difícil delimitar una definición que abarque las principales

características mencionando que:

Por la multiplicidad y variedad de formas, estilos, contenidos y usos

de la caricatura resulta forzoso intentar una definición abarcadora

e incluyente. Para ello es necesario considerar diversos factores

como el carácter, causas que la generan, fines que persigue, lugar y

momento en que se produce y, se podrían incluir, los destinatarios

para los que se crea o los objetivos que guían su estudio. 2

Fausta Gantús da en el clavo al mencionar que tanto el carácter

como las causas y los fines que persigue cada caricatura la configura

como única, y que dichas causas o circunstancias son la que definen

sus características, aun así, resulta difícil acotar una definición sobre las

funciones sociales y políticas que cumple la caricatura, por ello es que

aquí trataremos de ser concisos con las definiciones y las características

que algunos expertos en el tema han dado a la caricatura política, con

la intención de aclarar el panorama.

Sergio Fernández en el “Proemio” hecho al libro La Caricatura

Política menciona que a ésta se le tiene en una estima menor a la que

merece (o al menos se le tenía en 1955, año en que se publicó dicho

libro) ya que asevera que a la caricatura política “se le considera o bien

2

Fausta Gantús, Caricatura y poder político. Crítica censura y represión en la ciudad de

México, 1876-1888, México D.F, El Colegio de México-Instituto de Investigaciones Dr. José

María Luis Mora, 2009, p.13.

11


fuera del terreno artístico o en un plano secundario, como mero arte

menor.” 3 Fernández considera que el filósofo Samuel Ramos se dio

cuenta de que el límite entre ambas producciones (caricatura y arte),

es siempre impreciso debido al gran acercamiento que existe entre

caricatura y el arte moderno, pero la principal diferencia radica en que

la caricatura tiene como meta la naturaleza, pero no la principal, porque

por fuerza la caricatura deforma la realidad 4 y ahí es donde la caricatura

encuentra su propia naturaleza: en la deformación de la realidad que

representa.

Por otro lado, en el prólogo del libro La Caricatura en México,

de Manuel Toussaint, se afirma tajantemente que “la caricatura es una

obra de arte”, 5 que además “logra darnos una expresión espiritual que

interpreta despiadada lo risible y lo cómico en la figura del hombre” 6

definición con la que no siempre han coincidido ni los estudiosos del

arte ni los de la caricatura política, pues como bien lo señala Samuel

Ramos, la caricatura no busca representar fielmente la realidad, sino

hacer una interpretación de ella para presentar situaciones de manera

exagerada, funcionando como una especie de lente que agranda las

situaciones, especialmente las que resultan vergonzosas y vergonzantes

para los protagonistas, que generalmente son políticos.

Antonio Caso, figura intelectual sumamente destacada en estudios

estéticos durante el siglo XX mexicano, da cuenta de manera sencilla

pero concisa de la principal diferencia entre la caricatura y la pintura de

la siguiente manera: “[…] La impureza de la caricatura resulta de que el

artista inserta en el retrato su opinión sobre los defectos del modelo”. 7

En pocas palabras, la única cuestión por la cual una caricatura no puede

ser catalogada como obra de arte, radica en el hecho de ser subjetiva,

3

Manuel González Ramírez, La caricatura política, México, FCE, 1955, p.VII.

4

Ídem.

5

Manuel Toussaint, “Prólogo” en, Rafael Carrasco Puente, La caricatura en México,

México, Imprenta Universitaria, 1953, p.17.

6

Ídem.

7

Ibid., p. 25.

12


es una interpretación que el autor hace acerca de la realidad; el

caricaturista interpreta el hecho y para representarlo de manera gráfica

deforma la realidad, exagerando los rasgos para que el lector haga una

crítica aguda sobre lo representado.

Fausta Gantús considera que uno de los elementos importantes

de la caricatura es su “capacidad para sintetizar una idea y transmitir

un mensaje a través de unos pocos trazos, valiéndose del humor”. 8 La

caricatura entonces funciona como una imagen por medio de la cual

se sintetiza un mensaje, in situ político. Además, Gantús afirma que

la caricatura es un medio de expresión “que contiene en sí una gran

fuerza rebelde y que por su carácter irreverente y crítico se sitúa entre

los frágiles y difusos límites que definen las fronteras de lo legal y lo

subversivo.” 9 Con lo anterior puede decirse entonces que la caricatura

contiene en sí misma una genética subversiva.

En el libro Puros cuentos. La historia de la historieta en México.

1935-1950 de Armando Bartra y Juan Manuel Aurrecoechea que

data de la década de 1980, dedicado principalmente al estudio del

origen del comic, se menciona que la caricatura ataca a su adversario

y “[…]se esmera en descubrir los defectos ocultos tras la apariencia

todopoderosa del enemigo, y una vez localizado el “talón de Aquiles”

golpea sin medida ni clemencia. La ofensa, el insulto y la vulgaridad no

son su límite sino su instrumento más preciado”. 10

Esta condición de ridiculizar y sacar a la luz los defectos, de cargar la

mano hacia el adversario todopoderoso, es una cuestión recurrentemente

mencionada en los textos revisados, y que necesariamente remite al

filósofo Henry Bergson, quien fue uno de los primeros en interesarse en

el estudio de la risa y en tratar de explicar y comprender por qué los seres

8

Ibid., p. 13.

9

Ibíd., p. 14.

10

Juan Manuel Aurrecoechea y Armando Bartra, Puros cuentos. La historia de la historieta

en México. 1874-1934, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes-Museo Nacional de

Culturas Populares-Grijalbo, 1988, p.52.

13


humanos reímos ante un cuerpo caricaturizado. Henry Bergson explica

que: “El arte del caricaturista consiste en escoger este movimiento,

imperceptible a veces y agrandarlo, hacerlo visible a todos los ojos.” 11

Ejemplo de esta referencia implícita la encontramos en el libro

Puros Cuentos, donde se menciona que la caricatura “Se esmera en

descubrir los defectos ocultos tras la apariencia todopoderosa del

enemigo, y una vez localizado el “talón de Aquiles” golpea sin medida

ni clemencia”. 12 Aurrecoechea y Bartra, los autores del libro, también

parecen haberse inspirado en Manuel González Ramírez, quien escribió

a mediados del siglo XX en el libro La caricatura política la frase “talón

de Aquiles” de la siguiente manera: “Basta con que la burla encuentre

el siempre para ella accesible talón de Aquiles para que ligera, pronta

y eficaz, atrape a su presa”. 13 Haciendo clara alusión a la exaltación

de los defectos, por mínimos que sean, del adversario al cual se está

ridiculizando por medio de la caricatura política, para hacer una crítica

que agrande el defecto y permita que el lector lo visualice sin pensar

que es sólo una parte de la persona o sus acciones, en otras palabras;

agranda la parte como si fuera el todo, para que el lector identifique a

su vez esa parte como si fuera el todo.

Algunas de las aportaciones interesantes que se hacen en el libro

Puros Cuentos acerca de la caricatura es la mención referente a que la

caricatura no es un medio puramente gráfico, como algunos pretenden

entenderlo, sino que el texto también tiene un importante valor al

realzar el mensaje, convirtiendo a la caricatura política en una simbiosis

creada entre texto e imagen, puesto que: “La caricatura política no es

un género puramente gráfico. Aunque la distancia nos lleve a valorar,

sobre todo, sus aspectos plásticos y menos coyunturales, la intención

satírica no se agota en el dibujo, está también en los textos que ilustra,

11

Henri Bergson, La risa. Ensayo sobre la significación de lo cómico, Buenos Aires,

Editorial Losada, 1953, p.28.

12

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p.52

13

González Ramírez, La caricatura, op. cit., p. X.

14


y con frecuencia sólo se capta en una doble lectura.” 14 Aunque cabe

mencionar que muchas de las caricaturas decimonónicas o no contienen

texto o es probable que el texto haya sido añadido con posterioridad por

alguien ajeno a la caricatura, o que por el contrario; el texto anteceda a

la caricatura, por lo que, al menos para la caricatura decimonónica texto

e imagen no siempre van de la mano.

También se menciona que el texto en la caricatura política

mexicana surge de las expresiones populares que “apelan al patrimonio

común de cantos, epigramas y refranes o deforman los diálogos de

obras teatrales populares como Don Juan Tenorio”. 15 Y el texto es tan

importante para Aurrecoechea y Bartra que: “[…] debemos reconocer

que en su momento el texto asociado a la gráfica política tuvo tanta

legitimidad e importancia como la imagen”. 16 Con lo cual nos invita a

explorar a la caricatura política en su conjunto, y dar una justa lectura

tanto al texto como a la imagen.

Otra expresión muy popular y mexicana que se menciona en

este libro es el mote, el cual es utilizado en nuestra vida cotidiana en

todo momento y hacia muchas personas o lugares de manera también

satírica, puesto que es una forma caricaturesca de nombrar a alguien o

a algo, una manera chusca, pero también cruel de renombrar, que en

esencia es una manera distinta de caricaturizar la realidad.

El apodo ha sido utilizado también en la gráfica mexicana, como

ejemplo tenemos el libro de Rafael Barajas Durán “El Fisgón” que lleva

por nombre El País del El Llorón de Icamole, y es que el Llorón de Icamole

es nada más y nada menos que el mismísimo Porfirio Díaz, quien fue

nombrado de esa manera cuando en una ocasión, al perder una batalla

en un lugar llamado Icamole, en plena revolución de Tuxtepec, se puso

a llorar, ganándose el apelativo de el llorón de Icamole.

14

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 54.

15

Ídem.

16

Ídem.

15


Así pues, en el libro Puros Cuentos se resume la cuestión del apodo

de la siguiente manera:

El apodo es una suerte de caricatura verbal. Mientras la sátira

gráfica exagera los rasgos físicos, su complemento, el mote

burlesco, resalta los defectos morales. Así, el cucho y voraz Santa

Anna recibe el merecido sobrenombre de “Quinceuñas” y Porfirio,

después de su segunda reelección, se transforma en “Perfidio” y

más adelante en “Don Perpetuo”. 17

Eduardo de Rio, mejor conocido como “Rius” también ha indagado

acerca de algunas características de la caricatura, así como su origen.

Este caricaturista menciona como antecedente de la caricatura al

dibujo humorístico, que según él existe desde la época de los griegos,

atribuyéndole el origen de la caricatura por los dibujos aparecidos en

algunas ánforas donde, “además de que las facciones y cuerpos han

sido caricaturizados”, 18 se nota asimismo la intención de ridiculizar 19

a los personajes dibujados.” 20 Vemos pues, que la deformación del

cuerpo humano es otra característica que destacan los estudiosos del

tema como parte fundamental de la caricatura política.

Rius además, opina que la principal diferencia entre caricatura

política y dibujo humorístico, es que la primera exagera las formas con

la intención de causar burla hacia algo o alguien con el propósito de

hacer pensar al espectador, 21 mientras que el dibujo humorístico lo

único que hace es exagerar las formas con la intención de causar risa

pero sin la intención de la burla. 22

17

Ídem.

18

Eduardo del Río, El arte irrespetuoso, México, Debolsillo, 2010, p.9. Subrayado en el

original.

19

Ídem., Subrayado en el original.

20

Ibíd., p.10.

21

Ídem.

22

Ídem.

16


Para Helguera, otro caricaturistas que también ha incursionado en

el tema del análisis de caricatura política, en el prólogo realizado al

libro de Rius El Arte Irrespetuoso, menciona que la caricatura cumple la

función que cada caricaturista quiere darle 23 , es decir, la caricatura es

una especie de crítica o interpretación personal, que en buena medida

depende del caricaturista, puesto que él plasma y da forma a su obra

interpretando la realidad, pero no cualquier realidad, sino la realidad

política y social, que a final de cuentas es la principal diferencia entre

caricatura y pintura, entre caricatura y obra de arte.

En el libro titulado Comunicación, humor e imagen se aborda el

tema del dibujo humorístico, sus características y las funciones que

debe tener, entendido todo esto como mensaje icónico. El mensaje

icónico debe comprenderse como un todo, como una estructura en

la que el conjunto es lo más importante, es decir, el mensaje que un

dibujo humorístico trata de transmitir no se comprenderá si no se

comprende todo de manera ligada, incluido el texto por lo que: […]

los elementos de un conjunto (en este caso, el dibujo humorístico), aun

cuando eventualmente puedan ser entendidas por separado, asumen

su real e intencionado sentido cuando se les considera en su interacción

con los demás que forman la estructura que observamos”. 24 Por lo que

podemos entender que tanto el dibujo humorístico, o la caricatura

política, no pueden ser comprendidos en su totalidad, ni su mensaje

puede ser efectivo, si no se “leen” todas sus partes como un conjunto.

En este mismo libro se menciona que el valor del dibujo

humorístico publicado en los periódicos es muy importante, puesto

que destaca entre las miles de letras. 25 Los rasgos que distinguen al

dibujo humorístico de la caricatura política son entendidos en este libro

23

Helguera, “Prólogo”, en Eduardo del Río, La revolución mexicana, Colección Todo

Rius, Tomo 3, México, 2006, p.7

24

Luis Ernesto Medina, Comunicación, humor e imagen. Funciones didácticas del dibujo

humorístico, México, Editorial Trillas, 1992, p.9.

25

Ibid., p.14.

17


prácticamente de la misma manera que lo hace Rius y otros autores

mencionados anteriormente, sólo que la caricatura política se le llamada

aquí dibujo humorístico político. El dibujo humorístico político tiene

como característica la opinión que el caricaturista o el periódico quieren

dar a conocer, sirve pues, para expresar un punto de vista, puesto que

“el dibujo humorístico político se encuentra ligado principalmente a la

caricatura, que por su carácter satírico resulta ideal para expresar una

opinión”. 26 Los caricaturistas son, en esencia intérpretes gráficos de

su tiempo. 27 Que expresan ese sentir, esa interpretación de la realidad

eminentemente política de su tiempo por medio del dibujo.

Otra de las características mencionadas en el libro Comunicación

Humor e Imagen, es el carácter popular de la caricatura, pues se destaca

que la caricatura es popular porque su mensaje puede ser entendido

fácilmente, pero dicho carácter “popular” ha sido duramente discutido

y refutado desde la academia por investigadores del tema como Fausta

Gantús, Lourdes Roca o Tomás Pérez Vejo, para quienes ese carácter

popular queda descartado en tanto que el lector no puede interpretar

una caricatura sin un bagaje político que le ayude a descifrar el “todo”

del mensaje gráfico y escrito de las caricaturas políticas.

Fausta Gantús coincide en que no puede comprenderse por

separado la imagen del texto, por lo que resulta difícil sostener el

argumento de que la caricatura ha tenido ese carácter popular que se

le pretende atribuir en el libro Comunicación, humor e imagen, pues

para ello sólo baste recordar que durante todo el siglo XIX y parte del

XX el analfabetismo en México alcanzaba cifras que rondaban entre el

80% y el 90% del total de la población.

Sin embargo, estamos de acuerdo, sólo parcialmente, en que el

dibujo de humor, entendido en su conjunto como todo aquel signo

icónico cuya principal intencionalidad pretende ser la de causar la risa

26

Ibid., p.15.

27

Ídem.

18


o burla, es de más fácil lectura que el texto sin dibujo. Ya que si bien

es cierto que en ocasiones un dibujo requiere menos esfuerzo que un

texto para ser leído, también es cierto que la caricatura política, por

su naturaleza contextual, necesita y requiere del entendimiento de

ciertos signos sociopolíticos a lo que no cualquier sector social tiene

acceso, mucho menos si estamos haciendo lectura de caricaturas ajenas

a nuestros horizontes espaciales y/o temporales.

Podemos entender que, aunque pudiera ser popular, por su

extensión o difusión, el mensaje icónico de la caricatura política mexicana

del siglo XIX y parte del XX no era comprendido en su totalidad por

la mayor parte de la población, debido al amplio analfabetismo que

prevalecía en México. Pues, como también se menciona en este libro,

no basta con que el receptor “reciba” el mensaje, pues adicionalmente

se necesita de la percepción para que el mensaje visto o leído pase a

ser “percibido”. Dicho de otro modo, el mensaje icónico necesita ser

interpretado, discriminado, descifrado e identificado, por su receptor. 28

En el mencionado libro Comunicación, Humor e Imagen, también

se menciona una clasificación de la caricatura, que es tomada del

investigador francés Sizeranne, un crítico de arte, quien distingue entre

caricatura deformativa, caracterizante y simbolista 29 describiendo las

características de cada una de la siguiente manera:

Generalmente, por caricatura se entiende la exageración de

rasgos y proporciones a una figura humana con la intención de

ridiculizar a un sujeto, pero ello corresponde solamente al aspecto

deformativo; en el caracterizante, por ejemplo, un rostro sin

deformaciones puede acompañarse de una vestimenta de santo,

revolucionario, criminal, etc., según el carácter de la persona; en

el simbolista, un personaje puede representarse como un objeto

(una balanza, una espada, un termómetro), una animal (tortuga,

28

Ibíd., p.20.

29

Ídem.

19


león, burro, etc.), un árbol, una piedra, etc., y luego destacar quién

es el representado por medio de algún detalle (anteojos de un

tipo muy especial, un bigote característico, etcétera). 30

Además de la caracterización y la deformación, el estereotipo

forma parte inherente de la caricatura política, porque ayuda al receptor

y posible perceptor 31 a crear una clasificación de los personajes que

aparecen en la imagen como si esta fuera una clasificación preexistente,

es decir, ayuda a hacer creer al espectador que el personaje que aparece

dibujado o caricaturizado poseyera de sí el estereotipo, como si fuera

parte inherente a la persona.

Los estereotipos favorecen la clasificación entre “buenos y los

malos” 32 puesto que por ejemplo, los “malos” aparecen en el dibujo casi

siempre con rasgos exagerados y en algunas ocasiones zoomorfizados.

33

Algunos de los estereotipos más famosos y de los cuales se hace

mención en este libro son: el Tío Sam para EUA, el oso para lo que era

la Unión Soviética, el hombre durmiendo una siesta bajo un enorme

sombrero recargado en un gran cactus o un nopal para México, entre

otros tantos. 34 Con lo que podemos darnos cuenta que el uso del

estereotipo es un lenguaje universal común para distintas épocas y

culturas, que sin embargo guarda una íntima relación con el horizonte

cultural en que tiene lugar, porque no será lo mismo algún estereotipo

cercano temporalmente a mí que uno lejano.

1.3 La caricatura política en artículos especializados

En este apartado se revisa lo que sobre la caricatura política se ha

dicho en artículos de revistas especializados en el tema, tomando como

30

Ídem.

31

Ibíd.,, p.86 Entendido con interpretador del mensaje en este mismo libro, como aquel

que entiende de manera íntegra el mensaje completo, en el libro aparece como aquella persona

que entiende el dibujo como un todo, como una estructura: cada dibujo debe ser entendido

como una estructura en la que el todo no es igual a la suma de sus partes.

32

Ibíd., pp. 46, 47

33

Ibíd., p. 47.

34

Ídem.

20


parámetro que sean revistas indexadas y/o arbitradas donde aparecieron

los artículos, además de tomar en cuenta la trayectoria académica del

autor o autora, con la intención de no caer en banalidades y evitar

lugares comunes.

Las aportaciones más importantes las encontramos en la Red de

Revistas Científicas de América Latina y el Caribe (REDALYC), donde

aparecen textos de estudiosos de la caricatura política, sobre todo en

lo referente a la definición y clasificación. Uno de los investigadores

que más ha ahondado en el tema es el Doctor Carlos Abreu, profesor

investigador de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad

Central de Venezuela que hizo sus estudios de posgrado en las Islas

Canarias, España pero cuyas aportaciones se realizan desde el campo

de la comunicación, aportaciones que sin embargo son valiosas y por lo

cual se incluyen en este apartado.

El artículo más antiguo que se ha encontrado de Carlos Abreu lleva

por título: “Periodismo iconográfico. Dibujo satírico, dibujo humorístico,

chiste gráfico y caricatura”, en el cual se realiza un análisis que distingue

los principales rasgos de cada uno de los géneros que compete a la

caricatura. Abreu explica cuestiones relacionadas con el dibujo satírico,

mismo que hemos definido anteriormente con otros autores.

Abreu además hace mención del dibujo satírico, así como de su

relación y principales diferencias con la caricatura política, concluyendo

que no existen fundamentos teóricos que justifiquen una diferenciación

sustancial entre ambas categorías que, además, son utilizadas como

sinónimos en muchas ocasiones. 35 Abreu justifica esta afirmación

haciendo referencia a Évora Tamayo quien en un trabajo acerca de la

prensa cubana de los años veinte usa ambos términos indistintamente.

Otro ejemplo del uso de ambos vocablos como sinónimos lo encuentra

35

Carlos Abreu, “Periodismo iconográfico (V). Dibujo satírico, dibujo humorístico,

chiste gráfico y caricatura”, Revista Latina de Comunicación Social, Tenerife, Canarias; España,

Facultad de Ciencias de la Información: Pirámide del Campus de Guajara Universidad de La

Laguna, 2000, p.36 en: http://www.ull.es/publicaciones/latina/aa2000kjl/u36di/01abreu.htm

21


en Abilio Padrón quien, sin embargo, prefiere usar el término “dibujo

satírico” en lugar del de caricatura política, puesto que el de caricatura

puede prestarse a confusión con los dibujos animados. 36 Claro está

que dicha confusión puede darse en contextos específicos que no

necesariamente aplican para el nuestro.

La conclusión a la que llega Abreu después de una larga y detallada

revisión de lo que se ha escrito y disertado en relación a ambos

términos es la siguiente: “La caricatura es un sólo género con diferentes

ramificaciones, en las que entran las clasificaciones antes mencionadas

(la caricatura política o editorial; la costumbrista, la personal y el

humor en general), con excepción del humor general”. 37 La caricatura

política, según Abreu, debe contener hechos noticiosos de actualidad

para poder poseer ese carácter de “política”, de lo contrario sólo son

dibujos de entretenimiento o “humor general”, que apuntan hacia el

comic, 38 Abreu afirma, además, que en algunas ocasiones la caricatura

es utilizada en las editoriales con el fin de fijar una posición sobre

hechos de actualidad, 39 por lo que puede deducirse que una caricatura

no necesariamente es sinónimo de editorial como han mencionado

algunos, por lo que podemos afirmar que existe una sutil diferencia

entre la caricatura política y la caricatura editorial, que en ocasiones son

vistas como lo mismo o algo muy similar, sin embargo vemos que Abreu

menciona que la caricatura política casi siempre trasmite el mensaje

que el caricaturista pretende dar a conocer, mientras que la editorial es

mandada hacer precisamente por la editorial

El doctor Abreu también analiza la posición de investigadores

que distinguen entre dibujo humorístico y caricatura política, pero

después de un largo análisis termina coincidiendo con la postura de

Luis Medina, el cual afirma que el dibujo humorístico se caracteriza por

36

Ídem.

37

Ídem.

38

Ídem.

39

Ídem.

22


la distorsión de sus elementos para dar énfasis a las cualidades más

significativas del tema, y con respecto a la caricatura, menciona que los

elementos más significativos son: la distorsión, gracia, ironía y chiste 40

por lo cual, ambos términos no tienen diferencias claras, por lo que

como conclusión final, Abreu explica que: “En fin, para nosotros no

tiene sentido diferenciar entre el dibujo humorístico y la caricatura, ni

por su estructura ni por los propósitos que persigue, así como tampoco

por sus marcas formales. Son dos caras de la misma moneda”. 41

Abreu, como lo mencionamos, tiene varios artículos que analizan

algunos aspectos de la caricatura política, uno de ellos fue publicado en

2001 y tiene por título: “Periodismo Iconográfico. Hacia una definición

de caricatura”. En este artículo explica que “ningún concepto abarca

de manera completa el objeto que pretende definir”. 42 Sin embargo él

mismo hace un esfuerzo en el que define que la caricatura periodística

(o política) es un género iconográfico de opinión. 43

Podemos concluir entonces que la caricatura política es un

género iconográfico de opinión cuyos principales rasgos son: a) que

cuenta con un cartón o viñeta cuya finalidad es emitir un juicio; b) un

parecer u opinión, cuyas marcas formales están constituidas por rasgos

exagerados, acentuados o grotescos en el dibujo; c) se le considera

iconográfico porque el papel que juega la imagen es fundamental. 44

Abreu además agrega que no sólo se puede caricaturizar a

personas, sino también acontecimientos, instituciones, alguna situación

o un lugar 45 pero siempre manteniendo su enfoque burlón, mordaz e

40

Ídem.

41

Ídem.

42

Ídem.

43

Ídem.

44

Ídem.

45

Carlos Abreu, “Periodismo Iconográfico (Vii) Hacia Una Definición De Caricatura”,

Revista Latina de Comunicación Social, abril, año/vol.4, número 040, Laboratorio de Tecnologías

de la Información y Nuevos Análisis de Comunicación Social, Canarias, España, 2001. En: http://

redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=81515382012

23


irónico. 46 Por lo cual se diferencia de la caricatura personal, en la que

se retrata a alguien exagerando sus rasgos, con la única intención de

divertir. Por lo que en la caricatura política no sólo es el retrato o la

exageración de los rasgos lo que cuenta, sino también el simbolismo,

el mensaje preceptivo en potencia pero sobre todo la formación de

opiniones y en ese sentido, la incidencia sobre las conciencias y el

devenir de esas conciencias, quienes atendiendo al llamado, pueden

ver lo que sucede en el presente para anticiparse, por medio de sus

acciones, al devenir inmediato.

Otros rasgos distintivos de la caricatura política que destaca Abreu

son: La hipérbole que es la exageración visual o verbal; la metáfora que

es la comparación entre dos contenidos; la metonimia que es cuando se

alude a un objeto por medio de otro, y pone como ejemplo el tulipán

para hacer referencia a la primavera. Otro de los recursos usados por

la caricatura y que es explicado en este artículo es la sinécdote que

es cuando se hace referencia de una parte de algo para referirse al

todo; 47 por ejemplo utilizar los “arcos” para hacer referencia a la ciudad

de Querétaro, o el Ángel de la Independencia para referirse a México

como país.

En otro artículo del mismo autor que lleva por nombre “Periodismo

Iconográfico. Clasificaciones sobre la caricatura” se analizan los tipos de

caricatura que existen de acuerdo a su finalidad, lo que en este artículo

se menciona lo destacamos aquí porque creemos que puede aclarar

un poco lo mencionado sobre el análisis a los artículos del doctor

Abreu en párrafos anteriores. La clasificación propuesta por Abreu es

la siguiente: caricatura editorial, personal, política, costumbrista y de

ilustración. 48

46

Ídem.

47

Ibíd., pp. 2,3

48

Carlos Abreu Sojo, “Periodismo iconográfico (IX). Calificaciones sobre la caricatura”,

Revista Latina de Comunicación Social, junio, año/vol.4, número 042, Laboratorio de Tecnologías

de la Información y Nuevos Análisis de Comunicación Social, Canarias, España, 2001, en:

http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=81515382012

24


Con respecto a la caricatura editorial, que es la más parecida de

acuerdo a sus características, a la caricatura política, se hace nuevamente

mención de Évora Tamayo, la cual afirma que la caricatura editorial es

aquella expresión gráfica que nace con la intención de dar a conocer

la posición del periódico frente a los acontecimientos de máxima

actualidad, razón por la cual muchos periódicos las incluyen en sus

páginas editoriales o en primera plana 49 , característica que incluso es

tomada en cuenta dentro de las catorce categorías que se galardonan

en los premios Pulitzer, pero que se hace por encargo de la institución

editorial y no como forma de expresión del caricaturista mismo, es decir,

el caricaturista no expresa sus ideas políticas, sino las de la institución

para la que labora.

En la búsqueda para esta investigación encontramos un artículo

titulado “Sobre la caricatura”, el cual presenta una serie de entrevistas

hechas a estudiosos del tema, a caricaturistas y a conocedores del arte

en Colombia. Julio César González, uno de los entrevistados, opina

que la caricatura política es un medio que comunica efectivamente lo

que pretende decir porque tiene el ingrediente del humor y la sátira

“lo que coloca al poder en su verdadero sitio, o sea, convertido en un

mamarracho.” 50

Catalina Navarro, otra de las entrevistadas, resalta lo visual

como el elemento más importante de la caricatura política porque

hace que el mensaje de la caricatura sea claro, contundente y de fácil

recordatorio, 51 es pues, la síntesis de una idea, de una opinión hecha

dibujo. Otro de los entrevistados es Carlos Salazar, quien ubica el poder

de la caricatura política como un arma popular por excelencia, 52 a pesar

49

Ídem.

50

González Matador, Julio César; Martín, Alejandro; Ruiz-Navarro, Catalina; Salazar,

Carlos; Uhía, Fernando, “Sobre la caricatura”, Revista de Estudios Sociales, núm.35, 2010,

pp.139-146, Centro de Investigaciones en Alimentación y Desarrollo, A.C, Colombia, p.142 en:

http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=81515382012

51

Ídem.

52

Ídem.

25


de admitir que el código humorístico varía de un lugar a otro, pues

afirma que “cada parte del planeta posee su propio código de humor y

sátira”. 53 Con la afirmación que hace Carlos Salazar de que la caricatura

política es por excelencia un arma popular, podemos darnos cuenta

que esta idea está extendida por varias partes del mundo, pues no

sólo es en México donde se ha insistido en dotar con esa característica

a la caricatura política, sin embargo la principal aportación aquí es la

referente al código, pues resulta claro para la historiografía que los

horizontes culturales determinan en buena medida dicho código, ya

que, por ejemplo resultaría difícil para nosotros, sin un contexto previo,

comprender una caricatura soviética que trate algún asunto particular

con un código cultural propio de la época y del lugar.

Catalina Ruiz menciona un poco más adelante, en este mismo

artículo, que la caricatura política tiene que ser crítica ante discursos

sólidos, vengan de quien vengan, porque “la caricatura es un medio

que permite responderle al poder por medio del humor”. 54 Es decir,

la caricatura funge como un agente crítico hacia el poder en turno sin

importar la postura ideológica de dicho gobierno, con lo cual vemos

que también la caricatura política es considerada un agente crítico de

la realidad política en la que tiene lugar, y que es desde la oposición

desde donde se tiene que llevar a cabo dicha crítica.

Otra cosa a destacar en este artículo hecho a base de varias

entrevistas en una frase que menciona Carlos Salazar y que creo que

resume muy bien su postura ante la caricatura política: “El hombre

necesita “comerse” al prójimo sin romper el tabú, y la caricatura es el

único modo en que alguien puede comerse al otro simbólicamente,

deportivamente”. 55

Nos dimos a la tarea de buscar otra serie de entrevistas que

tuvieran que ver con el tema de la caricatura política y encontramos otro

53

Ídem.

54

Íbid., p. 144.

55

Ídem.

26


artículo escrito también en Colombia, el cual, a diferencia del anterior,

está dedicado exclusivamente a analizar la postura que tienen algunos

de los caricaturistas destacados de ese país. La entrevista gira en torno

a una serie de preguntas, las cuales van respondiendo los caricaturistas,

pero por ser tan extensas las respuestas, sólo haremos mención de las

más relevantes para esta investigación.

Encontramos que a la pregunta ¿Qué elementos definen a la

caricatura? Hubo algunas coincidencias con los elementos que también

son considerados por muchos académicos que estudian el tema. En

el caso del caricaturista Betto, menciona que la caricatura debe tener

deformación, exageración, comparación, ironía, humorismo y sátira 56 .

Por su parte, Jarape, otro caricaturista colombiano, considera que los

principales elementos de la caricatura deben ser la exageración y la

deformación, porque estos hacen de la caricatura algo interesante para

el lector. 57 Recordemos que en algunas de las definiciones que se han

dado anteriormente encontramos que la deformación de la realidad,

así como la exageración de los rasgos, son algunos de los elementos

recurrentes de la caricatura que aquí mencionan estos dos caricaturistas.

La caricatura, afirma “Betto”, es un agente crítico por naturaleza,

puesto que si no lo fuera, o si se dedicara a dar elogios “tal vez dejaría

de ser caricatura”. 58 Relacionado con ello, Jarape menciona que la

caricatura “está para meter el dedo en la llaga porque, después de

todo, hasta el “mejor” político (o el de mejor rating) es susceptible de

mejorar o de ser cambiado” 59 .La caricatura es considerada por estos

caricaturistas como agente crítico de cambio, a la manera en que Henry

Bergson entendió la risa causada por un cuerpo caricaturizado, pues

para Bergson la risa inducida por la caricatura “provoca una vaciedad

56

Alberto Martínez, Jairo Rincón, Harold Trujillo Torres, “Los caricaturistas opinan sobre

caricatura”, Revista de Estudios Sociales, agosto, número 030, Universidad de los Andes,

Bogotá, Colombia, pp. 82-85, 2008, p.83 en: http://redalyc.uaemex.mx/pdf/815/81503004.pdf

57

Ídem.

58

Ibíd., p. 88.

59

Ídem.

27


de valores, un vacío axiológico en el interior del mundo de valores”, 60 lo

cual “desnuda” y exagera, para que al final de cuentas se muestres las

cosas tal como son, y así descubrir el punto flaco, débil, también llamado

“talón de Aquiles” que todos tenemos pero que sólo los caricaturistas

saben captar de manera sutil y mordaz en la caricatura.

Así pues, en conclusión, la caricatura política es un género que,

haciendo uso de la imagen y de elementos cotidianos al lector en una

alteridad de tiempos y espacios, pretende exaltar sentimientos que le

generen una opinión, pero no una opinión a partir de la objetividad,

sino de la subjetividad que refleja el caricaturista en sus trazos, genera

una interpretación de los significados que genera.

1.4 El que ríe al último… La risa y la caricatura

“Su arte, que tiene algo de diabólico viene a levantar al demonio que

el ángel había postrado en la tierra”. 61

- Henry Bergson

Sin más preámbulos comenzaremos aseverando que la risa es parte

inherente del ser humano como llorar o emocionarse y por tanto, es

una característica primordial de nuestro raciocinio, es inevitable no reír

cuando juzgamos algo como gracioso e incluso vergonzoso, así como

enojarnos cuando algo nos fastidia o molesta, es pues, algo innato en

el ser humano que da cuenta de nuestro raciocinio, pues al menos hasta

el momento, no se ha comprobado que otro seres sean capaces de

burlarse de otro ser de su misma especie, mucho menos que utilice el

humor y la sátira de manera cotidiana e intencionada.

El cuerpo caricaturizado es por fuerza, un cuerpo deformado,

ridiculizado y/o exagerado en un dibujo y por ello provoca la risa o la

60

Ramírez, La caricatura, op. cit., p. IX.

61

Bergson, La risa, op. cit., p.28

28


burla del espectador hacia el personaje o la situación plasmada en el

dibujo. Henry Bergson, el ya mencionado filósofo, pensador y premio

nobel francés, trata de entender en su célebre libro La risa. Ensayo sobre

la significación de lo cómico, el origen de nuestra risa cuando vemos un

cuerpo caricaturizado, así como tratar comprender las situaciones que

nos llevan al desdén, a la burla o al menosprecio.

Bergson menciona que fuera de lo propiamente humano, no

hay nada cómico, 62 por tanto, la risa es una característica inherente e

ineludible en el ser humano, bien dijo Baudelaire: “El hombre no tiene

dientes de león como el león, pero muerde con la risa”. 63 Por lo cual se

sobreentiende que la risa no puede estar más allá del raciocinio humano

y por ende, los humanos somos los únicos seres que nos burlarnos

y reírnos de nosotros mismos. La risa puede ser burlona, mordaz,

divertida, hiriente, pero siempre va asociada a elementos relacionados

con el hombre, porque es él el que ríe.

Bergson menciona que en el objeto de la risa descubrimos

elementos que nos remiten al ser humano, a sus acciones, a sus actitudes

o vivencias, es pues, por la marca que el hombre le imprime a la naturaleza

por la cual podemos reír. 64 Siempre habrá un referente humano en las

cosas cómicas. Pero así como la risa es muestra de nuestro raciocinio,

también lo es de la indiferencia, porque al momento en que reímos, no

percibimos más allá del acto mismo que nos produce risa, puesto que

si llegásemos a sentir compasión, vergüenza o empatía con eso que nos

causa risa, simplemente no reiríamos. Es pues al mismo tiempo, un acto

de raciocinio e indiferencia. De raciocinio porque necesitamos pensar

para poder relacionar lo cómico con elementos y vivencias propias del

ser humano para poder reír, pero necesitamos también de la indiferencia

para no sentir empatía hacia lo que nos causa risa y de ese modo reír

62

Ibíd., p.12.

63

González Ramírez, La caricatura, op. cit., p. VIII.

64

Bergson, La risa, op. cit., p.13.

29


sin remordimiento. Bergson hace la siguiente pregunta en referencia a

lo que venimos mencionando: “¿Cuántas cosas no veríamos pasar de

lo grave a lo cómico si las aislásemos de la música del sentimiento que

las acompaña?” 65

El caricaturista tiene que aislar el sentimiento personal para poder

hacer una caricatura, para que a su vez el espectador no vea más allá

del dibujo mismo, de la interpretación que el caricaturista hace del

hecho real, como si la caricatura representara el todo, como si esa

interpretación nos mostrara una situación real en todo su contenido,

porque aunque es cierto que la caricatura hace alusión a hechos reales,

también es cierto que sólo nos muestra parte de esos hechos, claro que

la caricatura tiene atisbos de verdad, pero exagerados y deformados,

de otro modo, dejaría de ser caricatura y perdería la esencia que la hace

ser lo que es.

La risa también funciona en el cuerpo social e individual como

un correctivo, es un mecanismo natural que nos señala errores. Stern,

citado en el libro La Caricatura Política, menciona que la risa “provoca

una vaciedad de valores, un vacío axiológico en el interior del mundo de

valores”, 66 la risa es pues, una degradación de los valores morales, que

es útil para darnos cuenta de aspectos que desagradan a otros o que

son vistos como algo incorrecto, provocando la burla que, como vimos,

no existiría de no haber indiferencia, y es esa misma indiferencia la que

nos permite ver a los políticos o personajes importantes sin el disfraz

de político ungido e intocable. En ese sentido el caricaturista también

es un transgresor, pues trastoca la imagen que se nos ha formado sobre

esos personajes.

El tiempo y el espacio, también llamado lugar de enunciación, es

otra característica inherente de la caricatura, pues siempre estará ligada

a dicho lugar de enunciación y a su horizonte cultura, y conforme nos

65

Ibíd., p.14.

66

González, La caricatura política, op. cit., p. IX.

30


alejemos de su lugar de enunciación y de su horizonte, más trabajo

costará comprender su contenido. La caricatura habla a su presente, a

la gente de su época y tiene un espacio determinado.

Bergson explica que la risa “camina dentro de un círculo, todo

lo amplio que se quiera, pero no por ello menos cerrado”, y continúa

diciendo que “muchos efectos cómicos son intraducibles a otro idioma

cuando se refieren a costumbres y a ideas de una sociedad particular”. 67

De ahí la importancia de comprender que la caricatura está hecha

para un tiempo y un espacio determinado, porque no es lo mismo

una caricatura mexicana que una estadounidense o una rusa, y mucho

menos una caricatura estadounidense de la Guerra de Secesión que

una mexicana de la Reforma o una rusa de la Guerra Fría. Cada una

debe ser entendida en su contexto y leída desde su particular lugar de

enunciación.

Samuel Ramos mencionaba al respecto que: “(...) la caricatura

vive mientras es relacionada con el objeto que representa. Si esta

relación se pierde, su significado se nulifica”. 68 Por ello el historiador

que trate de analizar el discurso y simbolismo de las representaciones

de caricatura debe entender todo lo relacionado al tiempo y espacio

donde fue realizada, para de esta manera no permitir que su significado

se nulifique.

1.4.1 El que se ríe se lleva

Cuando vemos a alguien tropezarse al caminar y caer de una manera

que consideramos graciosa, seguramente soltamos una carcajada antes

de ayudarle, bastaría visitar el internet y buscar videos “graciosos” o

“chuscos” para darnos cuenta que muchos de ellos hacen referencia

precisamente a caídas, por lo cual, la risa sirve como una especie

de correctivo, pues consideramos que la persona en cuestión se

67

Bergson, La risa, op. cit., p.14.

68

“La Caricatura En México por Samuel Ramos”, en, Rafael Carrasco Puente, La caricatura,

op. cit., p.26.

31


cae porque no camina bien, lo mismo sucede con la risa provocada

por la caricatura política; reímos porque juzgamos que lo que ahí

está plasmado hace alusión a algo incorrecto; reímos como si de un

correctivo social inconsciente se tratara, reímos como escarmiento para

que aquello que es “incorrecto” se corrija, y sí, efectivamente, si nos

reímos nos llevamos, como dice un dicho popular mexicano, pues de

otro modo esas acciones “incorrectas” no se evidenciarían y el error

seguiría cometiéndose. Algo parecido pasa con la caricatura, que nos

hace reír, pero no de una manera inocente, sino como una manera de

entender que lo que estamos viendo que nos provoca risa es algo que

debe cambiar, corregirse.

Los defectos físicos son sólo algunos de los motivos usados por

los dibujantes para hacer caricaturas, pues las situaciones o errores

cometido por la persona a la que se está caricaturizando también son

motivo de inspiración. Lo defectos causan risa no por sí mismos, sino

porque los asociamos con estereotipos culturales de algo que no es,

pero debería ser. Una nariz no debe ser exageradamente ancha, pues lo

cánones de belleza nos indican lo contrario, al igual que la baja estatura

de un enano, que nos pudiera causar risa no por sí mismo, sino porque

suponemos que debería tener una estatura “normal”, y esas cosas las

asociamos con el disfraz, por eso reímos.

La caricatura política sabe aprovechar de extraordinaria manera

tanto las vivencias y los errores, como los defectos, para no dar tiempo

al lector de analizar si el personaje en escena es “bueno” o “malo”

y que dé por sentado y en automático que algo malo hay en él, por

eso merece ser caricaturizado. La caricatura política, cumple con un

primer cometido al ridiculizar al personaje en cuestión, pues en el

momento en que logra que el lector se ría del personaje, también lo

está estimulando a la irreverencia, a “tocar” de manera simbólica a ese

personaje considerado “intocable”, “omnipotente”. De tal manera, lo

invita a trastocar y romper esa barrera invisible que divide a la persona

32


común y corriente de esos personajes “intocables”. Porque: “El arte

del caricaturista consiste en escoger este movimiento, imperceptible

a veces y agrandarlo, hacerlo visible a todos los ojos”. 69 Pues como

bien lo mencionó Manuel Toussaint, la caricatura nos lleva más allá de

lo que muchas veces imaginamos, pues “[…] pone a nuestro alcance

experiencias psicológicas que nos llevan al contacto íntimo con el

espíritu que casi siempre se esconde más allá de nuestra curiosidad

investigadora”. 70

Y como se mencionaba anteriormente, hay varios autores que

consideran que la única diferencia entre la caricatura y el arte, y por

lo tanto entre el caricaturista y el pintor, no radica esencialmente en

la técnica usada, sino en que el caricaturista interpreta, manosea (de

manera figurada) la obra de arte, para dar a conocer su punto de vista, es

pues, una interpretación de la realidad. El gran Antonio Caso menciona

al respecto: “[…] el caricaturista difiere del pintor en un solo aspecto

nomás, no sólo ve, sino que opina […] No es imparcial […] dice qué

piensa de lo que ha visto… 71

El caricaturista es un irreverente trastocador de deidades hechas

en el aire por la política, observador de detalles en el cuerpo y en el

actuar del personaje que quiere ridiculizar, y para ello exagera detalles

a veces imperceptibles para todos los demás y los da a conocer, “[…]

basta con que la burla encuentre el siempre para ella accesible talón

de Aquiles para que ligera, pronta y eficaz, atrape a su presa”. 72 El

caricaturista es como David contra Goliat, porque consciente de su

inferioridad, hace uso de sus artefactos como el escarnio para hacer caer

al gigante de vergüenza o impotencia, aprovechando que el lenguaje

plástico va directo a los sentidos. 73

69

Bergson, La risa, op. cit., p 28.

70

Manuel Toussaint, “Prólogo”, en Rafael Carrasco Puente, La caricatura, op. cit., p.18.

71

Ibíd., Antonio caso, “La caricatura en México”, en Rafael Carrasco Puente, La caricatura,

op. cit., p.21.

72

González Ramírez, La caricatura, op. cit., p. X.

73

Ibíd., p XI.

33


En México adquiere un matiz especial la caricatura política debido

al ingenio mordaz, rápido y certero del mexicano. 74 Manuel Toussaint

asegura que: “El nombre de una persona, su nariz, su vientre o sus

circunstancias en la vida, caen bajo la acertada luz de la caricatura” 75 es

así como se aprovecha el defecto, se exagera el cuerpo humano hasta

rayar en lo ridículo y se le arroja al lector cual carne fresca en tiempo de

hambruna. El caricaturista es un virtuoso que:

…adivina bajo las armonías superficiales de la forma las profundas

revueltas de la materia; realiza desproporciones y deformaciones

que han debido existir en la Naturaleza en estado de veleidad. 76 La

caricatura pues, […] pondera el defecto […] exhibirá con descaro

sus gentiles imperfecciones, en su expresión caricaturesca. 77

Para que la caricatura política cumpla su cometido debe ser

entendida en todas sus dimensiones. Se debe comprender el contenido

y el contexto. Se debe reconocer a los personajes y la circunstancia a la

cual se representa, porque como menciona Bergson: “no nos reímos de

los dibujos mismos cuanto de la sátira o de la escena de comedia que

en ellos vemos representada”. 78 Es por lo anterior que muchas veces

resulta difícil aceptar que la caricatura tenga como cometido un carácter

popular con que algunos la han querido revestir, popular en el sentido

que el mensaje que trata de transmitir llegue y sea entendido por la gran

mayoría de la gente, especialmente por aquellos con escasos recursos

del conocimiento políticos o poca información del acontecer social.

En nuestra mente está impreso pues, cierto código social que nos

hace juzgar algunas cosas y circunstancias como “ridículas”, “correctas”

o “incorrectas”. El payaso nos recuerda lo “ridículo” porque se nos ha

enseñado que no debemos vestirnos o maquillarnos de la manera en

74

Manuel Toussaint, “Prólogo” en, Rafael Carrasco Puente, La caricatura, op. cit., p.18.

75

González Ramírez, La caricatura, op. cit., p. XII.

76

Bergson, La risa, op. cit., p. 28.

77

Antonio Caso, “La Caricatura en México” en, Rafael Carrasco Puente, La caricatura,

op. cit., p. 21.

78

Bergson, La risa, op. cit., p.31.

34


que los hacen los payasos, recordemos incluso que cuando una mujer

está exageradamente maquillada decimos que parece “payaso” y nos

causa risa, es objeto de burla y escarnio social, porque lo asociamos con

el disfraz, lo mismo sucede con la caricatura, pues nos hace creer que

la persona dibujada, al ser exagerada en algunas de sus circunstancias

o rasgos físicos, asemeja traer o portar un disfraz, al respecto Bergson

dice: “…un hombre que se disfraza es una figura cómica, así como

también lo es un hombre que parece haberse disfrazado.” 79

La risa provocada por la burla debe ser inherente a la caricatura

política, puesto que la burla “deriva en menosprecio, en falta de respeto,

en desdén. Rompe la magia de lo oculto, de lo no mostrado cuando al

fin, se enseña”. 80 Lo oculto se muestra a través del cuerpo burlado,

exhibido y “cargado” con la exageración, exageración que debe

remitirnos inmediatamente al disfraz para causar la tan anhelada risa

burlona, no una risa inocente, de otro modo la caricatura no cumpliría

sus principales cometidos. El sentido inmediato de la caricatura será

pues, el de causar risa, pero es este su más seguro triunfo, porque

en el momento en que el mensaje es transmitido de manera eficaz

habrá cumplido su cometido. 81 La persona caricaturizada casi siempre

es alguien que tiene el poder político, por lo cual es considerada

importante y no debe ser tocada, entonces uno de los cometidos de

la caricatura es trastocar esos límites, es mostrar a esa persona de tal

manera que no deba causarnos la menor empatía, provocando con ello

una risa intencional.

Por lo tanto, podemos concluir que la risa y la caricatura van

siempre de la mano, que la risa causada por la caricatura es irreverente,

que sirve para trastocar los límites impuestos de manera simbólica por

la sociedad hacia aquellas personas que ostentan el poder político, es

una manera de pasar esos límite, la caricatura nos conduce a ello por

79

Ibíd., p. 39.

80

González Ramírez, La caricatura, op. cit., p. XIII.

81

Ibíd., p. XIII.

35


medio de la risa que nos causa ver una cuerpo caricaturizado, pues el

cuerpo caricaturizado nos recuerda al disfraz, nos muestra cosas que

consideramos incorrectas, nos muestra una parodia de la realidad, pero

aun a pesar de que la caricatura no nos muestra la realidad tal como

es, tiene su origen en ella, y es, en resumen, una forma de irreverencia

gráfica hacia el poder.

36


CAPÍTULO 2 LA CARICATURA POLÍTICA EN EL MÉXICO

DECIMONÓNICO.

DESDE LA LLEGADA DE LA PRIMERA PRENSA LITOGRÁFICA

HASTA LA REVOLUCIÓN DE TUXTEPEC

2.1 Llegada de la litografía a México.

La litografía 82 era el proceso más utilizado durante el siglo XIX para

dibujar e imprimir las caricaturas y en general las ilustraciones que

acompañaban a toda publicación escrita que contenía imágenes

durante este siglo. La litografía representa un complicado proceso de

impresión, que, sin embargo, ahorraba tiempo y costos con respecto al

grabado, 83 técnica que igualmente fue utilizada con mucha regularidad

para imprimir imágenes hasta antes de la aparición de la litografía.

Aunque el grabado siguió utilizándose, la litografía fue preferida sobre

este por el mencionado ahorro en costos y tiempo.

82

El proceso de la litografía fue inventado por Aloys Senefelder en el año de 1798.

El principio del proceso se basa en el hecho de que la grasa y el agua no se mezclan. La

litografía es impresa a partir de una superficie plana, puede ser una piedra o una lámina. El

artista utiliza material grasoso para crear su imagen de modo directo sobre la superficie. Con

posterioridad ésta es tratada químicamente para que solo la imagen dibujada acepte tinta. El

efecto de este procedimiento químico llamado “acidulado” no es para grabar la superficie,

sino para separar químicamente las áreas con dibujo de las áreas sin dibujo. Además el proceso

para tener una impresión en una prensa litográfica es demasiado complicado, ya que existen

varios tipos de piedras consideradas como óptimas para la litografía, pero la que provienen

de Solnhofen en Bavaria son consideradas las mejores. Antes del dibujo la piedra debe ser

“nivelada” y “graneada”, para el graneado se utiliza un disco de acero junto con carbourundum

y agua con el propósito de nivelar la piedra para que pueda ser dibujada y para que acepte

adecuadamente los materiales del dibujo. Para poder dibujar se utilizan distintos tipos de

lápices y crayones desde muy suaves y grasosos hasta duros y con poca grasa dependiendo del

tono que se quiera dar al dibujo. Además, si el autor quiere utilizar más de un color en el dibujo,

es necesario utilizar una piedra independiente por cada color. Después de dibujar la piedra

debe ser procesada químicamente con la intención de separar las áreas con dibujo y las áreas

sin dibujo. A través del proceso químico, las partículas grasosas son absorbidas por la piedra;

estas áreas se vuelven receptivas a la tinta. Al mismo tiempo, las áreas sin dibujo son tratadas

para que sean receptivas al agua y a su vez rechacen tinta.

Referencia tomada del artículo titulado “El Proceso de la Litografía” de Alejandro

Ehrenberg, Texto utilizado para el catálogo de la exposición de Armando Morales; “La Saga

de Sandino” – Museo Rufino Tamayo, Septiembre 1993. En: http://www.graficamexico.com/

uploads/EL_PROCESO_DE_LA_LITOGRAFIA.pdf

83

Grabado: Arte de trazar un dibujo sobre una plancha de madera o metal mediante

incisiones, de tal modo que entintándolos se pueda estampar con ella el dibujo sobre papel u

otra superficie en múltiples ejemplares. Son varias las técnicas de grabado, unas estrictamente

manuales y otras con la ayuda de ácidos que atacan la plancha, en: Luis Monreal, Diccionario,

op. cit.

37


Las caricaturas normalmente se imprimían en hojas sueltas que

eran incorporadas a los periódicos con posterioridad, por lo que las

publicaciones solían adaptarse muchas veces al formato que tenía la

prensa litográfica que usaran, pues era más fácil que el periódico tomada

el tamaño de las imágenes a que la prensa litográfica se adaptase al

tamaño predeterminado de la publicación.

La primera prensa

litográfica fue traída a

México por el italiano liberal

Claudio Linati, un idealista

que había participado en

varias luchas liberales, como

en 1821 que lo hizo en favor

de los liberales españoles.

Como consecuencia de

lo anterior tuvo que salir

huyendo de ese país rumbo

a Francia, y de ahí a Bélgica,

donde conoció en Bruselas

a Manuel E. Gorostiza, el

encargado de llevar a cabo

las negociaciones bilaterales

entre México y Bélgica

para el reconocimiento de

la independencia. Linati

1 Claudio Linati, El Irirs (facsímil), México, UNAM,

1988.

y Gorostiza negociaron el

embarco de la primera prensa litográfica a México, misma que hizo

su arribo en 1826 junto con Linati, quien inmediatamente comenzó la

famosa publicación El Iris, considerada por muchos como la primera

38


con imágenes impresas por medio de la técnica litográfica 84 en el

México independiente. El Iris sirvió a Linati para expresar su desencanto

político por medio del contenido literario, político e iconográfico de

dicha publicación. 85

2 Portada y grabado del 17 de mayo de 1826 en Claudio Linati, El Irirs (facsímil), México,

UNAM, 1988.

El investigador Arturo Aguilar Ochoa hace un detallado análisis de

la llegada de la litografía a México y los diez años posteriores (1827-1837)

a los cuales llama “El periodo oscuro”, pues fue durante este tiempo que

la litografía, a pesar de haber sido conocida en México, prácticamente

dejó de usarse como el principal medio de impresión. Aguilar Ochoa

menciona además que resulta de vital importancia conocer este periodo

para comprender el auge y calidad de los periódicos de caricaturas que

aparecieron después de este “periodo oscuro” entre 1840 y 1850. 86

84

Rafael Carrasco Puente, La Caricatura en México, México, Imprenta Universitaria, 1953,

p.15.

85

Ídem.

86

Arturo Aguilar Ochoa, Los inicios de la litografía. El periodo oscuro (1827-1837), Puebla,

Universidad de la Américas, s/f en: http://www.analesiie.unam.mx/pdf/90_65-100.pdf,p.65.

39


Un vacío que encontró Aguilar Ochoa durante su indagación es

el poco estudio y profundización que existe con respecto a la figura de

Linati y la influencia que tuvo sobre lo que él llama la prensa litográfica y

de caricatura. 87 Durante nuestra indagación nos ha sido difícil encontrar

referencias respecto a la vida y obra de Linati y de la primera prensa

litográfica que trajo a nuestro país. En la bibliografía que hemos

consultado se trata de manera muy escueta todo lo relacionado a Linati,

más allá del señalamiento de que fue él quien trajo la primera prensa

litográfica a México y que publicó el periódico antes mencionado.

Algunas de esas escasas referencias han sido sin embargo de gran

utilidad, porque dan una idea de la importancia que tuvo la llegada

de esta primera prensa litográfica y lo que implicó la publicación de

El Iris. Rius en su libro Un siglo de caricatura en México menciona lo

siguiente: “Históricamente se considera como la primera (caricatura),

la que apareció en el periódico “Iris”, del año 1826 (tampoco existen

copias)” 88 valiosa aportación que, sin embargo, corrobora la afirmación

de la poca información respecto a este personaje y su aportación a la

historia de la prensa en México, sin embargo, lo que se ha encontrado,

da pie a afirmar que Linati y su prensa tuvieron gran influencia sobre las

publicaciones de entre 1840 y 1850, donde aparecieron algunas de las

más destacadas de todo el siglo XIX, al respecto, Rius menciona:

A partir de 1826. La caricatura política se asoma en todas las revistas

de humor que edita la oposición en México (o en la hermana

república de Yucatán, como el famoso “Don Bullebulle”, de 1846).

En páginas de temibles semanarios como “El Tío Nonilla”, “Don

Simplicio”, “La pata de cabra” o el famosísimo “Gallo pitagórico”

de Don Juan B. Morales, de 1857. 89

En el libro La caricatura en México en un apartado escrito por

Justino Fernández, y en el mismo tenor de lo mencionado por Rius se

p.7.

87

Ibíd., p.66.

88

Eduardo del Río, Un siglo de caricatura en México, México, Editorial Grijalbo, 1984,

89

Ibíd., p. 8.

40


destaca lo siguiente: “Los periódicos ilustrados de mediados del siglo

XIX muestran caricaturas punzantes. “El Tecolote” (1876), publicaba

caricaturas litografiadas, y “El coyote” (1880) hacía lo mismo, algunas

de las de este último estaban firmadas por Noé”. 90 Con lo que podemos

darnos cuenta que el uso de la litografía se extendió en tiempo y espacio

durante el siglo XIX.

México, a la llegada de esta prensa litográfica, era un naciente

estado que buscaba identidad, que comenzaba su génesis y que

pretendía -al menos las élites- formar una idea de nación, el problema

radicaba en que cada facción política tenía una idea diferente acerca de

la nación que querían, y cada una de esas ideologías que se disputaban

el poder hicieron uso de la prensa de caricaturas, utilizando precisamente

la litografía para tal cometido, por lo que al leer las caricaturas, no vemos

sólo dibujos inocentes, pues ninguna imagen lo es, más bien podemos

observar a través del lente de esas caricaturas las ideologías de quienes

las promovían y los estereotipos de esos grupos hacia lo otros.

En el libro Puros cuentos, de Aurrecoechea y Bartra, se menciona

que durante el siglo XIX México estuvo envuelto en constantes

revueltas intestinas que pretendían dictar el camino del naciente estado

mexicano; cada sector, cada ideología, cada facción política, pretendía

imponer por medio de la fuerza su programa de nación. México no pasó

de ser un mero proyecto de nación durante buena parte de este siglo,

y con justa razón es que se afirma que “el debate en torno al proyecto

nacional se libra principalmente en la palestra periodística”. 91 Infinidad

de publicaciones daban a conocer sus programas políticos por medio

de la prensa, en algunas ocasiones usando a la caricatura como arma

política y por lo tanto, haciendo uso de la litografía para tal cometido.

Respecto a la llegada de esta primera prensa litográfica a nuestro

país y el uso que se le dio, hemos encontrado algunas referencias que

90

Justino Fernández “La caricatura en México” en Carrasco Puente, La caricatura, op.

cit., p. 31.

91

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 45.

41


mencionaremos a continuación. En el libro Puros Cuentos se destaca

que Linati fue quien abrió la puerta para que algunas publicaciones

mexicanas hicieran uso de la caricatura, puesto que: “La litografía, que

introduce en México el italiano Claudio Linati en 1826, revoluciona

el panorama editorial de la época, ya que permite el surgimiento de

publicaciones totalmente ilustradas que técnicamente era difícil de

realizar en base a grabados en madera, cobre o acero”. 92

Lo de “totalmente ilustradas” es algo relativo puesto que el proceso

que representa la litografía, si bien es cierto que facilitaba mucho el

trabajo de imprimir imágenes comparado con el grabado, también es

cierto que no solucionaba todas las complicaciones que implicaba para

la época hacer impresiones ilustradas pues en Una historia en quinientas

caricaturas se menciona que el texto y la imagen en la técnica litográfica

se imprimían por separado “… en hojas sueltas que los impresos de

periódicos incorporaban a sus publicaciones” 93 y que además el formato

de los periódicos que publicaban imágenes estaba sujeto al tamaño de

la plancha litográfica, el cual era de aproximadamente 46 cm. de largo,

la impresión litográfica, sin embargo, era preferida sobre la del grabado

porque representaba notables ahorros en cuanto a costos y tiempo,

como lo habíamos venido mencionando con anterioridad. En este mismo

tenor En La caricatura en México se menciona que “La litografía suplió

al grabado por su facilidad y economía, era el medio más eficaz para

difundir todo un conjunto heterogéneo de valores religiosos, artísticos

y civiles”. 94

Es por ello que podemos afirmar que las publicaciones que usaron

caricatura política durante el siglo XIX facilitaron mucho su trabajo

después de la llegada de la litografía en 1826. Asimismo podemos

también afirmar que varias publicaciones que hicieron uso de la caricatura

92

Ibíd., p. 25.

93

Esther Acevedo, Una historia en quinientas caricaturas. Constantino Escalante en La

Orquesta, México, INAH, 1994, p.14.

94

Carrasco Puente, La caricatura, op. cit., pp.16 y 17.

42


política en el siglo XIX pasaban por muchas penurias para poder lograr

su cometido, como era el hecho de tener que adaptar el formato de

sus periódicos al tamaño de la prensa litográfica, imprimir las imágenes

en hojas sueltas incorporadas con posterioridad a las publicaciones, así

como dibujar al revés para que al momento de imprimir pudieran verse

los dibujos al derecho, puesto que el proceso de la impresión litográfica

así lo demandaba.

Con respecto al aprendizaje de la técnica de impresión

litográfica encontramos que no existía mucha diferencia respecto a las

organizaciones gremiales de la época colonial, puesto que para poder

aprender a usar la prensa de este tipo se comenzaba siendo aprendiz,

luego por medio de la práctica se iba mejorando su uso, pero era

complicado llegar a ser maestro porque además la división jerárquica

del trabajo seguía vigente en el aprendizaje de muchos oficios. 95

Referente a la historia particular de la primera prensa litográfica

poco se ha escrito, aunque encontramos algunas referencias donde se

asegura que apenas un par de años después de haber llegado, fue

confiscada por el gobierno mexicano y en el año de 1828 fue llevada

a la Academia de San Carlos donde permaneció mucho tiempo y se

utilizó poco, por lo que los talleres litográficos tuvieron que esperar

para establecerse de manera regular, lo cual sucedió hasta 1836 en que

Carlos Fournier, quien después de haberse asociado con un tal Rocha,

trajo directamente de París una nueva prensa litográfica a México que

comenzó a utilizarse en 1838, y como bien afirman Aguilar Ochoa y

Esther Acevedo, fue en la década de 1840 cuando la publicación de

periódicos de caricaturas comenzó a tomar forma. 96 En Puros cuentos se

menciona que la primera prensa litográfica permaneció en San Carlos

de 1828 a 1839 y sólo se usaba para imprimir algunas ilustraciones para

algunos libros. 97

95

Ibíd., p. 17.

96

Esther Acevedo, Una historia, op. cit., p.15.

97

Ibíd., p.16.

43


Podemos entonces afirmar, que la prensa litográfica traída por

Linati a México sentó las bases de la impresión de caricaturas en el

México decimonónico, sin embargo fue un tanto limitado porque al

poco tiempo fue recogida por el gobierno mexicano siendo utilizada

para algunos impresos dentro de dicha academia, sin embargo

debemos reconocer que con ella se conocido en México dicha técnica

de impresión de caricatura política en el México decimonónico.

2.2 Breve recorrido por las publicaciones de caricaturas del siglo XIX

La caricatura del siglo XIX sentó las bases y los precedentes inmediatos

de la caricatura política de oposición, por lo que resulta primordial

revisar lo que se ha escrito hasta ahora respecto a la caricatura y los

caricaturistas decimonónicos. Compartimos en principio, la idea de

que la historia de nuestro país no se afirma sólo desde la palabra,

sino también desde la imagen. Pues como bien afirma Peter Burke,

el paradigma tradicional afirma que la historia debería basarse en

documentos escritos solamente, pero el hecho de usar sólo un tipo de

fuente también tiene sus limitantes, por lo que tomar en cuenta y utilizar

diversos tipos permite ver la historia desde otra perspectiva que no sea

la oficial o la tradicional. 98

Comenzando entonces de lleno con la revisión acerca de lo

que se ha escrito, comenzaremos con el ya anteriormente citado Rius,

quien afirma que la primera revista satírica 99 en México se llamó “El

Juguetillo”, de la cual no existen ejemplares, por lo que queda como

mera referencia de los antecedentes de la caricatura política mexicana.

El mismo Rius afirma como ya lo venimos mencionando que El Iris, del

año 1826 fue la primera publicación en utilizar caricatura política en el

México independiente, sin embargo no se conservan copias 100 y sólo

podemos confiar en lo que sobre ello se dice.

98

Peter Burke, (Coordinador) Formas de hacer historia, Madrid, España, Alianza ensayo,

2000, p.18.

99

Eduardo del Río, Un siglo, op. cit., p.7.

100

Ídem.

44


Por otro lado, Justino Fernández señala que La Orquesta (1861-

1874) es considerada por muchos como la mejor publicación de

caricaturas del siglo XIX mexicano, donde Constantino Escalante era

el caricaturista y Riva Palacio el escritor. Otro caso destacado es el de

Alamilla y Casarín, personajes que hicieron caricaturas políticas en La

Patria (1863), de Guillermo Prieto, y que sirvió de tribuna para atacar

al emperador Maximiliano. 101 Estos son sólo algunos de los ejemplos

más destacados acerca de las publicaciones de caricatura del siglo XIX,

aunque, como veremos más adelante, fueron muy numerosas las que

aparecieron en este siglo, especialmente en la segunda mitas, pero

muchas tuvieron una existencia efímera ya que apoyaban a alguno de

los bandos políticos que diputaban el poder, desapareciendo cuando

eran derrotados, o dejando igualmente de publicar cuando llegaban al

poder porque ya no eran oposición.

Después de La Orquesta y La patria, hubo publicaciones muy

destacadas como El Ahuizote (1872-1875), que sirvió de tribuna para

atacar a Lerdo de Tejada y apoyar a Porfirio Díaz durante los movimientos

armados que encabezó para poder llegar al poder. El caricaturista de

dicha publicación fue José María Villasana, considerado como uno de

los mejores dibujantes que ha tenido México. La parte escrita de El

Ahuizote estaba a cargo el famoso Riva Palacio. 102

Otra publicación de caricatura política fue El Gallo Pitagórico,

publicación en la que ha existido cierta confusión para determinar si

fue o no una revista, o si se hacían capítulos por entregas en algún

periódico, la confusión ha sido tal que Rius menciona primero en unos

de sus libros que El Gallo Pitagórico fue una famosa revista de humor

del siglo XIX mexicano, sin embargo, en otro de sus libros afirma que El

Gallo Pitagórico no fue una revista y lo aclara de la siguiente manera en

el libro Los moneros de México:

101

Carrasco Puente, La caricatura, op. cit., p.31.

102

Ídem.

45


Siempre creímos que El Gallo Pitagórico era una revista, pero

no: fue una serie de artículos hechos por Juan Bautista Morales,

publicados en 1845 en el periódico El Siglo Diez y Nueve. Luego

se juntaron y se formó un libro con ese nombre. Cada Artículo

venía ilustrado con una caricatura, bien de Joaquín Heradia, bien

de Plácido Blanco, a quienes hay que considerar como los primeros

moneros mexicanos. Heradia nació en 1826 y no se conocen

muchos de sus trabajos. 103

3 Portada de El Gallo pitagórico en Juan

Bautista Morales, El Gallo Pitagórico

(faccimil), México, Gob. Del Estado de

Guanajuato, 1987.

4 Grabado de Juan Bautista Morales El

Gallo Pitagórico (faccimil), México, Gob.

Del Estado de Guanajuato, 1987.

Rius además considera que la primera “gran revista de humor” en

México fue La Orquesta de Constantino Escalante, publicación fundada

en 1861. 104 Esta publicación junto con su caricaturista Constantino

Escalante, es considerada una de las publicaciones de caricaturas más

103

Eduardo del Río, “Los moneros de México”, en Todo Rius tomo 3, México, Grijalbo,

2006, p.386.

104

Ibíd., p. 390.

46


influyentes de todos los tiempos en México, no sólo porque así lo afirme

Rius sino porque la mayoría de trabajos que se han revisado para esta

investigación así lo consideran.

5 Portada del primer tomo de La Orquesta en Salvador Prunera, La caricatura

como arma política, México, INEHRM, 1958, p.24.

Fausta Gantús también asegura, al igual que la mayoría, que el

primer cartón o caricatura que apareció en México fue en El Iris el 15 de

abril de 1826 la cual, sin embargo, fue un caso excepcional. 105 Gantús

también asegura que Fue El Calavera, una publicación aparecida hacia

1847, la primera que incluyó de forma periódica caricaturas en sus

105

Gantús, Caricatura, op. cit., p. 22.

47


páginas, siendo un total de catorce en sus poco más de tres meses de

vida. 106

Helia Emma Bonilla Reyna en una investigación que lleva por título

“El Calavera: La Caricatura en Tiempos de Guerra”, asegura que El

Calavera fue la primera publicación periódica mexicana de caricatura de

la que se tenga noticia y que apareció debido a la necesidad que tenían

lo liberales de respaldar su lucha por el poder en el crítico momento

que atravesaba México durante la invasión norteamericana. 107 Se

asegura además que con El Calavera arrancó de manera formal el uso

de la caricatura política en nuestro país como forma de crítica puesto

que: “La aparición en 1847 de El Calavera y, meses después, de Don

Bullebulle, significó el arranque de la generalización de la gráfica satírica

en la prensa ilustrada de nuestro país”. 108

Fausta Gantús asegura que El Calavera no fue la primera

publicación que ilustró algunas de sus páginas con caricaturas, puesto

que en 1845, dos años antes que El Calavera, hizo su aparición Don

Simplicio, publicación que también incluyó algunas caricaturas en

su contenido, pero no es tomada en cuenta porque sólo incluyó tres

caricaturas durante sus tres años de vida, 109 lo que sin duda es muy

poco comparado con las caricaturas que se publicaron en El Calavera

en tan sólo unos meses.

La afirmación que hace Gantús es compartida por otros

investigadores como Helia Bonilla y Rius, quienes aseguran, como lo

mencionamos anteriormente, que El Gallo Pitagórico de 1845 no fue una

publicación propiamente dicha, sino una serie de entregas publicadas

por Ignacio Cumplido con muchas ilustraciones satíricas 110 y que Don

106

Ídem.

107

Helia Emma Bonilla Reyna, “El Calavera: La caricatura en tiempos de guerra”, Anales

del Instituto de Investigaciones Estéticas, otoño, año/vol. XXIII, número 079, Universidad

Nacional, Autónoma de México, Distrito Federal, México, 2001, pp. 71-72. en: http://redalyc.

uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=36907903

108

Ibíd., p. 72.

109

Gantús, Caricatura, op. cit., p. 22.

110

Bonilla Reyna, “El Calavera”, op. cit., p. 73.

48


Simplicio apenas si había insertado un par de caricaturas durante su

existencia. 111

En el libro La caricatura en México del año 1953, el más antiguos

de nuestro país que trata el tema de la caricatura política, se recogen

los testimonios y aportaciones hechas en este campo por algunos de los

más destacados pensadores y caricaturistas que ha tenido México, como

Samuel Ramos, Santiago R. de la Vega, Manuel Toussaint y Antonio

Caso, por mencionar sólo algunos, por lo que consideramos importante

conocer lo que ellos pensaban y opinaban acerca de la caricatura política

mexicana, por lo que a continuación mencionaremos algunas de esas

afirmaciones con respecto a La Orquesta, que es considerada la más

prolífica publicación de caricatura política de la época.

Santiago R. de la Vega, caricaturista y político activo antes y

durante la revolución mexicana, opina acerca de Constantino Escalante

y su trayectoria lo siguiente:

[…] el caricaturista Constantino Escalante, autor de los dibujos

satíricos que publicaba “La Orquesta”, a mi juicio, el dibujante

de más pujante fantasía, osado sarcasmo y gracia natural. […] un

gran litógrafo […] debió trazar sus caricaturas directamente de la

piedra litográfica, pues es de obligación dibujar al revés, para que

al imprimirse se vean los dibujos al derecho. Por este motivo no

sería temerario sospechar que Escalante supo pintar se época al

derecho y al revés. 112

La Orquesta ilustrada principalmente por Constantino Escalante,

también sirvió como punta de lanza para que varios caricaturistas

se atrevieran a sacar a la luz su trabajo, como sucedió con Santiago

Hernández, uno de los más destacados caricaturistas mexicanos que

aparecerá tiempo después en otra famosa publicación llamada El Hijo

111

Ídem.

112

Carrasco Puente, La caricatura, op. cit., p. 37.

49


del Ahuizote, periódico opositor a Díaz por excelencia, donde vivió sus

mejores momentos como caricaturista. 113

Con respecto a La Orquesta, Rius considera que no sólo fue “la

gran publicación de caricaturas” del siglo XIX, sino que además poseía

una calidad artística que merece la pena destacar, puesto que: “La

orquesta es la gran revista de humor del siglo pasado (XIX), la única que

se opuso críticamente a Juárez, aunque lo apoyó cuando se enfrentó al

clero y a la intervención francesa es la gran prensa comprometida y de

una calidad artística de primera clase”. 114

Un trabajo de investigación centrado en mostrar el legado que

Constantino Escalante y La Orquesta dejaron para la historia del país y de

la caricatura política mexicana, es el que lleva por nombre Una Historia

en Quinientas Caricaturas. Constantino Escalante en La Orquesta, en el

cual se hace un análisis detallado precisamente de cerca de quinientas

caricaturas dibujadas por Escalante durante el tiempo que estuvo en

circulación este periódico.

En esa investigación se menciona que La Orquesta comenzó a

publicarse el primero de marzo de 1861 en la Ciudad de México; sus

dueños fueron Carlos Casarín y Constantino Escalante. De las treinta

publicaciones periódicas que había en dicha ciudad durante ese año,

dieciocho comenzaron a publicarse casi al mismo tiempo que La

Orquesta, pero ninguna duró tanto como la de Constantino Escalante

y Carlos Casarín. Seis de esas publicaciones incluían caricatura política

como parte de su contenido. Casarín se encargaba del trabajo escrito

en estos primeros años y Escalante hacía el trabajo iconográfico,

dibujando ingeniosas caricaturas, 115 con lo que podemos darnos cuenta

que a pesar de existir otras personas que participaron en la publicación

de La Orquesta, la figura de Escalante es la que más destaca por la

mencionada calidad de sus caricaturas.

113

Del Río, Un siglo, op. cit., p.11.

114

Ibíd., p.9.

115

Acevedo, Una historia, op. cit., p. 10.

50


Gantús también menciona que varios periódicos como El Palo

de Ciego, El Heraldo, El Cronista de México, El Monitor Republicano

y la misma Orquesta informaban acerca del contenido litográfico 116

que tenían en su interior estas publicaciones, con lo cual podemos

darnos cuenta que las caricaturas, si bien no eran de amplia difusión,

seguramente atraían lectores, puesto que al menos cinco de las seis

publicaciones utilizaban anunciaban el uso de la misma en la portada. 117

Otra publicación famosa en la misma época de La Orquesta fue El

Tío Nonilla. Manuel Murguía, editor asociado de esta publicación fundó

en 1856 otra publicación también satírica que llevó por nombre La Pata

de Cabra, periódico de caricaturas que mostraba en sus páginas una

fuerte oposición a los intentos monarquistas del partido conservador, 118

por lo que podemos afirmar que con la llegada de la segunda prensa

litográfica, pero especialmente durante la década de 1840, la caricatura

vivió una época dorada que permitió la publicaciones de muchos

impresos que pudieron incluirla en sus contenidos.

Otra cosa a destacar es el tipo de tendencias políticas de la

prensa que utilizaba caricaturas, se menciona que la mayoría de las

publicaciones de mediados del siglo XIX fueron de tendencia liberal

y que ni la prensa de tendencia conservadora ni la obrera utilizaron

la caricatura para la difusión de sus ideas, 119 algo que parece extraño,

sobre todo de parte de la prensa obrera, pues durante la época de los

Flores Magón, también la prensa obrera va a ser predominantemente

escrita.

Justino Fernández destaca algunas publicaciones de mediados del

siglo XIX, época considerada como el arranque formal de la caricatura

política mexicana. En dicho siglo, afirma Fernández, se ilustraron revistan

tan famosas y de tanta calidad como La Orquesta, de Riva Palacio y

116

Ídem

117

Ídem

118

Ibíd., p. 14.

119

Ídem

51


Constantino Escalante. Carlos Casarín, no es mencionado aquí como

socio de Escalante como afirma Fausta Gantús, pero sí Riva Palacio,

quien al contrario, no es mencionado en otras tantas investigaciones

que tratan el tema de La Orquesta.

Además de La Orquesta, El Calavera, El Tío Nonilla o El Gallo

Pitagórico, hemos encontrado la mención y la periodicidad de El

Monarca de San Luis Potosí, publicación que estuvo en circulación a

partir de 1863 y en la que participó Guillermo Prieto; la publicación era

opositora a Maximiliano y por ser menos conocida y regional, poco se

sabe y se ha estudiado en torno a ella.

De 1872 a 1875 se publicó El Ahuizote, uno de los periódicos de

mayor calidad y fama en la historia de la caricatura política mexicana. El

Ahuizote fue fundado por Riva Palacio e ilustrado por José Ma. Villasana

como parte de la oposición a Lerdo de Tejada. 120 Ambos personajes,

tanto Riva Palacio como Villasana aparecerán constantemente en la vida

pública de la época del porfiriato y obtendrán algunos beneficios por el

apoyo brindado a Porfirio Díaz.

El tipo de lenguaje y simbolismo que usaban los periódicos

decimonónicos ha sido tema de estudio sobre todo a últimas fechas.

Mucha atención ha recibido, por ejemplo Santa Anna, pues fue

una época que daba mucho de qué hablar y que levantaba muchas

pasiones, mismas que eran plasmadas de manera excepcional en las

páginas de muchas de las publicaciones de la época como se afirma en

La Caricatura:

La caída de Santa Anna y el fortalecimiento de la facción liberal

coincidieron con un cambio en el lenguaje de la caricatura: el

manejo del espacio tendió a simplificarse; se recurría ahora a una

forma más esquemática de representación de las figuras a través

del uso reiterado de símbolos y convenciones, creando una forma

de expresión directa y sencilla. 121

120

Fernández “La Caricatura”, en Carrasco Puente, La caricatura, op. cit., p.31.

121

Ibíd., p. 14.

52


Como vemos, el espacio simplificado y el uso de símbolos fue

algo que empezó a utilizarse y generalizarse en esta época como

parte de las características que iba adquiriendo la caricatura política

mexicana, con la intención de que el público pudiera comprender

de manera más “sencilla” dichas caricaturas, aunque, como hemos

visto, las interpretaciones en una caricatura son muy complejas por

lo polisémicas que resultan, y las lecturas que se le den a una misma

caricatura dependerá de muchas circunstancias, como la comprensión

de los símbolos para reducir la polisemia. 122

Los periódicos decimonónicos se ofrecían a sí mismos como

el cuaderno más gracioso y chispeante, 123 con la intención de ganar

adeptos. Estos anuncios tiene una explicación muy sencilla, puesto que

al tener una infraestructura muy diferente a la que conocemos en la

actualidad, y al no funcionar como las modernas empresas periodísticas

de nuestros días, también debían buscar la manera de obtener dinero

para poder sostenerse, por lo que obtener lectores nuevos era primordial

porque esos lectores eran los que sostenían a las publicaciones por

medio del pago de sus suscripciones al ser aún inexistentes o muy poco

utilizados los anuncios. José Luis Martínez da cuenta de lo que venimos

mencionando, pues afirma que: “Aparecían estas publicaciones por lo

común semanariamente, aún no se habían descubierto los anuncios y

se sostenían vendiéndose a precios muy reducidos, con un arte cuyo

secreto se ha olvidado”. 124

El público de las publicaciones de caricatura debió haber sido un

público focalizado y más o menos definido, porque no fueron las de

caricatura las publicaciones de mayor circulación ni tiraje como sí lo

fueron El Siglo XIX o El Monitor Republicano, fundándose el primero en

122

En la página de la Real Academia Española, polisemia se define de la siguiente

manera: Pluralidad de significados de una palabra o de cualquier signo lingüístico. En: http://

buscon.rae.es/draeI/SrvltGUIBusUsual?LEMA=polisemia

123

José Luis Martínez, “México en busca de su expresión”, en Historia General de México,

México, COLMEX, 1976, p.1043.

124

Ídem.

53


1841 y el segundo en 1844. Ambos periódicos sirvieron de tribuna para

los principales políticos e intelectuales decimonónicos mexicanos, y

ambos también dejaron de publicarse en 1896, 125 año en que comenzó

a circular el diario que muchos han tachado de oficioso que llevó por

nombre El Imparcial, publicación que cambió para siempre la fisonomía

de toda la prensa mexicana, pues fue una de las primeras en utilizar

el modelo de empresa norteamericana y en vender anuncios para sus

sostenimiento, aumentando el tiraje y bajando costos con modernas

prensas de impresión que permitía superar por mucho la capacidad de

la prensa tradicional, por ello fue considerada como “prensa moderna”.

Aunado a lo anterior, El Imparcial utilizó por vez primera en México lo

que ahora conocemos como la “nota roja”, que le aseguraba un público

cautivo.

2.3 Otras publicaciones de caricaturas y otros caricaturistas

Además de las publicaciones que hemos mencionado, entre las que

destacan: El Iris, El Gallo Pitagórico, Don Bulle Bulle, El Calavera, La

Orquesta y el Ahuizote, son pocas las referencias que existen respecto a

otras publicaciones y otros caricaturistas, sin embargo nos hemos dado

a la tarea de revisar minuciosamente las investigaciones que han tratado

el tema de la caricatura política en México y encontramos algunas breves

referencias que a continuación serán mencionadas.

El poco registro y las pocas referencias que existen acerca de

otras publicaciones y caricaturistas, además de las mencionadas, puede

deberse principalmente a que “Sus integrantes procedían de sectores

sociales muy diversos, contaban con formaciones profesionales

dispares y, al parecer, casi su único punto de identificación lo constituía

la capacidad de expresarse a través del dibujo valiéndose del humor

satírico”. 126 Y es que, tanto la formación académica de los caricaturistas,

125

Ibíd., p.1044.

126

Gantús, Caricatura, op. cit., p. 92.

54


en caso de haberla recibido, como la extracción socioeconómica era

tan variada como los temas de las caricaturas mismas, a pesar de que la

mayoría de esas publicaciones y de esos caricaturistas se identificaban

como parte de una “oposición” y de que la mayoría, al parecer, poseía

cierto nivel educativo que le permitía plasmar algunas referencias

históricas, populares, literarias o religiosas, por lo que el bagaje cultural

que manejaban debió haber sido amplio.

El Gallo Pitagórico, como tuvimos oportunidad de analizar

anteriormente, fue una publicación importante en el siglo XIX, Rius ha

estudiado y descifrado algunas cuestiones en torno a esta publicación,

como el hecho de que no fue propiamente una revista, además menciona

que la persona encargada de escribir los artículos era Juan Bautista

Morales y los ilustradores de esos artículos fueron Joaquín Heradia y

Plácido Blanco, 127 quienes son tal vez, los caricaturistas mexicanos más

antiguos de los que se tenga noticia, puesto que no hemos encontrado

mención alguna de los caricaturistas de El Iris. Sobre la vida de los

ilustradores de El Gallo Pitagórico, sólo encontramos una somera

mención de Joaquín Heradia, del cual se destaca que nació en 1826 y

que, a decir por el mismo Rius, no se conoce mucho acerca de su vida.

128

Por otra parte, en otra obra encontramos algunas referencias

más acerca de los personajes que ilustraron El Gallo Pitagórico. En

primer lugar, Oscar Castañeda menciona que en la edición de 1845

participaron como dibujantes Plácido Blanco, Casimiro Castro y Joaquín

Herrera. 129 Existen dos cosas interesantes a destacar, en primer lugar que

Casimiro Castro no es mencionado por Rius, en segundo lugar que Rius

menciona a Joaquín con el apellido de “Heradia” y en la publicación

La Caricatura en México se le menciona con el apellido de “Herrera”

127

Eduardo del Río, Los moneros de México, op. cit., p. 386.

128

Ídem.

129

Carrasco Puente, La caricatura en México, op. cit., p.13.

55


aunque suponemos que se trata del mismo personaje y en este sentido

faltaría indagar acerca de su verdadero apellido.

Continuando con el recorrido histórico que hace Rius sobre la

vida y obra de los caricaturistas mexicanos, menciona que hacia el año

1828 nació en Yucatán Gabriel Vicente Gahona, el primer caricaturista

mexicano que usó un pseudónimo. Vicente Gahona fue y ha sido

conocido como “Picheta”. Picheta contó con una preparación académica

a la que pocos podían aspirar, tanto así que estudió en Europa y fundó

a su regreso, la revista Don Bulle Bulle en la cual publicó caricaturas

costumbristas . 130

En La Caricatura en México se asegura que su estancia en Europa

fue entre 1846 y 1847 y también se menciona que a su regreso fundó

Don Bulle Bulle al lado de unos amigos suyos, que en esta revista

inventó un personaje que bautizó como “Picheta”, personaje por el cual

adquirió el pseudónimo con que se le recordaría. 131

El Tío Nonilla fue otra publicación

mexicana destacada en el ámbito de la

caricatura política del siglo XIX, la cual

comenzó a circular hacia 1849. Acerca

de los caricaturistas que participaron en

ella, sólo encontramos que la litografía

estuvo a cargo de un tal Navarro, 132 con

lo que podemos darnos cuenta, hasta

aquí, que la vida de los caricaturistas

decimonónicos, más allá de los que

son muy conocidos, está esperando a

ser explorada, puesto que poco, o en

algunos casos, nada se sabe acerca de

ellos.

130

Eduardo del Río, “Los moneros de México”, op. cit., p. 687.

131

Carrasco Puente, La caricatura en México, op. cit., p. 51.

132

Ibíd., p.13.

56

6 Caricatura de El Tío Nonilla en

Salvador Prunera, La caricatura

como arma política, México,

INEHRM, 1958, p.23.


Rius en el libro Un siglo de caricatura en México, menciona que

además de Escalante, otro caricaturista colaborador destacado en La

Orquesta fue Santiago Hernández (1833-1908), 133 del cual no se menciona

nada más, pero suponemos que su colaboración en La Orquesta fue

una de las primeras en su larga carrera como caricaturista, ya que como

veremos más adelante, Hernández fue también colaborador en otras

afamadas publicaciones mexicanas que hicieron uso de la caricatura

como El Hijo del Ahuizote. Sobre la vida de Santiago Hernández,

Rius sólo menciona que fue “niño héroe” 134 sin dar más referencia o

pormenores.

Fausta Gantús menciona que “al mediar la década de los ochenta

(del siglo XIX) vemos aparecer nuevos nombres, nuevos lápices que

llegan a renovar la actividad e imprimirle vitalidad, como sucedió con

Daniel Cabrera, Jesús Martínez Carrión y José Guadalupe Posada”. 135

Personajes que, al igual que Santiago Hernández, van a destacar como

grandes caricaturistas en la época del porfiriato por sus punzantes

caricaturas de gran calidad, pero que habían comenzado a dibujar

tiempo antes.

Por su parte Justino Fernández menciona que en las publicaciones

El Tecolote y El Coyote, de 1876 y 1880 respectivamente, firmó las

caricaturas un personaje que mencionamos anteriormente como Noé 136 ,

del cual no se sabe nadamás porque no existen mayores referencias, por

lo que, al igual que como sucede con otros caricaturistas de la época,

se tendría que realizar una detallada investigación para conocer más

acerca de él.

En el libro La caricatura política, también se destacan los nombres

de Alamilla y Casarín como caricaturistas que ilustraron La Patria 137 ,de

133

Eduardo del Rio, Un siglo de caricatura en México, op. cit., p. 11.

134

Ídem.

135

Ibíd., p.93.

136

Carrasco Puente, La caricatura en México, op. cit., p. 31.

137

Ídem.

57


los cuales no encontramos algo más aparte de la mera mención. El

Monarca fue otro periódico de caricaturas del siglo XIX que se publicó

en 1863 en San Luis Potosí., 138 del cual no sabemos quiénes fueron sus

fundadores o caricaturistas y del que sólo recientemente han aparecido

algunas tesis en El Colegio de San Luis.

El Ahuizote, fue uno de los periódicos más destacados de la

segunda mitad del siglo XIX, famoso por atacar a Lerdo de Tejada y

apoyar a Díaz para que accediera al poder. Acerca de El Ahuizote,

haremos un análisis más detallado porque de él sí existen abundantes

referencias. Por el momento sólo mencionar que se publicó entre 1872

y 1875 y que el caricaturista más destacado fue José María Villasana. 139

Villasana es recordado por sus ingeniosas caricaturas en, pero

durante la presente investigación se ha encontrado que no sólo participó

en esta publicación, sino que también ilustró otras en la década de 1870

como El Pollo, La Pollitica o El Gacetillero, caricaturas que realizó para

la publicación México y sus Costumbres. Villasana va a realizar algunas

innovaciones y aportaciones como que: “[…] multiplica las viñetas en

composición donde el texto e ilustración forman un discurso narrativo

integrado.” 140 Por lo cual es considerado como uno de los precursores

del comic.

138

Ídem.

139

Ídem.

140

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 25.

58


7 Portada de El Ahuizote del 27 de febrero de 1874, en en Salvador Prunera, La caricatura

como arma política, México, INEHRM, 1958, p. 63.

59


A Manera de Conclusión Podemos mencionar que la caricatura política

mexicana sentó sus bases con la llegada de la primera prensa litográfica

en 1826, prensa traída por el italiano Claudio Linati, quien de hecho

publicó El Iris utilizando por primera vez la litografía para la impresión de

imágenes y de caricaturas, por lo que existe consenso acerca de que fue

Linati y su publicación los precursores de la caricatura política mexicana

a pesar de la inexistencia de copias de los primeros ejemplares. Sobre

Linati aún queda explorar más acerca de su vida y obra porque son

pocas las referencias que existen.

Acerca de las publicaciones del siglo XIX podemos destacar

que sólo algunas de ellas han recibido un trato minucioso por parte de

los investigadores, y que muchas de ellas están aún a la espera de ser

interrogadas por los historiadores, por lo que falta mucho por hacer en

este terreno, al igual que sucede con muchos de los caricaturistas que

participaron en ellas, por lo que resulta de suma importancia animar

al estudio de dichos temas y personajes para tener un panorama más

amplio de la historia de la caricatura política mexicana y poder dar

lectura a los momentos políticos del México decimonónico a partir del

lente particular que nos ofrece la caricatura política.

60


CAPÍTULO 3

LA PRENSA, LA CARICATURA Y LOS CARICATURISTAS DURANTE

EL PORFIRIATO Y EL CONTROL DE DÍAZ SOBRE LA OPOSICIÓN.

3.1 A Pan o Palo. Porfirio Díaz y el control del estado sobre la

prensa

La política llevada a cabo desde el gobierno de Díaz, sobre todo a partir

de su primera reelección en 1884, cuando Manuel González terminó su

periodo de gobierno, puede resumirse, al menos para el caso particular

de la prensa de caricaturas, con la frase que da título a este apartado,

ya que el control del Estado sobre la prensa se realizó por medio de

la represión selectiva o la subvención. La primera era aplicada a los

periódicos que se mantuvieron al margen de las alabanzas a la política

y logros del gobierno porfirista y que, por el contrario, criticaban los

errores o puntos flacos de la administración pública, mostrando todo

aquello que era considerado contrario a los intereses del pueblo. La

oposición se manifestó a través de un aguerrido quehacer periodístico

desde dos frentes como lo fue la prensa escrita y la prensa de caricaturas.

Fausta Gantús, investigadora que ha tratado ampliamente el tema

de la historia de la prensa y de la caricatura en México, menciona que

la etapa represora de Díaz sobre la prensa de oposición puede dividirse

en dos etapas o periodos claramente diferenciados. La primera etapa

va del primer mandato de Porfirio Díaz hasta el gobierno de Manuel

González, periodo en la cual se gozó de cierta libertad de expresión

y mínima represión. La segunda etapa comienza durante el la primera

reelección de Díaz en 1884, en la cual se modificó la ley referente a la

libertad de expresión con el fin de tener a la prensa bajo un control más

estricto. Gantús menciona acerca del endurecimiento en los métodos

del control del Estado sobre la prensa lo siguiente:

[...] a partir de 1884, de forma gradual y paulatina, pero constante y

sin concesiones de ningún tipo, los métodos se irán endureciendo...

61


El uso de la fuerza, la violencia ejercida contra los periódicos y

periodistas, así como el habitual encarcelamiento de éstos sería

una estrategia de uso corriente a partir de la segunda elección

presidencial de Díaz. 141

Fausta Gantús además, menciona que Díaz pretendía sentar

precedentes en esta época para no otorgar ninguna concesión a la

prensa de oposición y fue la época en la que se echaron a andar los

métodos represivos más utilizados durante el resto del régimen porfirista.

Fue este segundo periodo el que sirvió de ensayo y perfeccionamiento

de dichos métodos represores, logrando acallar casi por completo a la

oposición, pues en palabras de la misma Gantús:

Porfirio Díaz fue afinando, perfeccionando, a lo largo de su segundo

periodo presidencial, los mecanismos para debilitar y suprimir

la oposición, especialmente la de la prensa [...] Igualmente se

instrumentaron procedimientos para intimidar a los más renuentes

y lograr, casi totalmente, acallar las voces disidentes. 142

Marcela Suárez Escobar, otra investigadora mexicana que ha

estudiado este aspecto coincide con Fausta Gantús en el hecho de

que la relación entre el Estado y la prensa durante el Porfiriato puede

dividirse en dos periodos. Suárez Escobar cita a Florence Toussaint para

definir el tipo de relación entre la prensa y el Estado, afirmando que el

primer periodo va de 1876 a 1884, en el que la libertad de expresión,

la polémica y la crítica fueron posibles. El segundo periodo corre de

1884 a 1910 y se asegura que en esta época, junto a las subvenciones

existió una represión importante a través de confiscaciones, cierres de

141

Fausta Gantús, “Díaz, de Nuevo Presidente. La deuda inglesa, la prensa y la

implementación de la política represora” en, Celia del Palacio Montiel (Coordinadora), La

prensa como fuente para la historia, México, U de G-CONACYT-Porrúa, 2006, p. 85.

142

Ibíd., p. 86.

62


imprentas e incluso la cárcel. 143 Con lo que podemos darnos cuenta que

la represión convivió junto a los métodos de subvención y prebendas

hacia la prensa que se mantenía al margen de las críticas, aunque

también podemos afirmar que las prácticas represivas eran selectivas

pero cada vez más crudas, como el encarcelamiento de periodistas y

dibujantes.

Una de las representaciones más socorridas que encarnaba la

represión del régimen sobre la prensa y la oposición en general fue la

de La Matona, una enorme espada que dejaba caer el mismo Díaz sobre

todo aquél opositor, como ejemplo de ello dejamos a continuación un

par de caricaturas que hacen alusión a ella.

8 “Santoral tuxtepecano” en Salvador

Prunera, La caricatura como arma política,

México, INEHRM, 1958, p.141

143

Marcela Suárez Escobar, “La prensa y la construcción de las representaciones sobre el

delito en la Ciudad de México, 1876-1910” en, Ibíd., p.115.

63


9 Caricatura de El Hijo del Ahuizote de octubre de 1890, en Salvador Prunera, La caricatura

como arma política, México, INEHRM, 1958, pp. 149.

64


3.1.1 La prensa durante el porfiriato

La prensa, fuera de oposición o no, sin duda fue importante durante

el porfiriato, a pesar incluso de las cifras que indican que el número

de lectores era muy reducido con respecto al número total de la

población mexicana de entonces. Luis González y González asegura

que para 1900, año en que empezaban a tomar fuerza los movimientos

de oposición al régimen de Díaz, existían 543 periódicos, que 126 se

publicaban en la Ciudad de México y que del total de la población

sólo el 18 por ciento de los mayores de diez años podía leer, lo que no

necesariamente significaba que leyeran. 144 Podemos entonces afirmar

que el impacto de la prensa, aunque importante, quedaba acotado a

un grupo relativamente reducido como lo eran los sectores urbanos del

país que sabían leer y que además tenían la intención de informarse del

acontecer político y social.

Algunos investigadores afirman que la prensa fue el medio de

comunicación más importante durante el siglo XIX mexicano, a pesar

del tan extendido analfabetismo, pues en ese entonces no existían los

medios de comunicación masiva como la televisión, el internet, el radio,

y la fotografía era prácticamente inexistente en el ámbito de la prensa,

por lo que hace pensar a Alberto del Castillo que:

[...] La prensa constituyó sin duda, el medio de comunicación

masiva más importante del siglo pasado (siglo XIX). Representaba

la única opción de expresión para las diferentes corrientes políticas

y culturales, ya se tratara de católicos y protestantes, anarquistas y

socialistas, liberales y positivistas, etcétera. 145

Además, Cockcroft en el libro Precursores Intelectuales de la

Revolución Mexicana, menciona que la distribución de periódicos

144

Luis González y González, “El liberalismo triunfante”, en Historia general de México,

Vol. 2. 3a. ed. COLMEX, México, 1982, p.978

145

Alberto del Castillo, “La transición de la prensa: de la prensa política de partido

a la prensa mercantil moderna”, en Ricardo Pérez Montfort, (coordinador), Hábitos, normas

y escándalo. Prensa, criminalidad y drogas en el porfiriato tardío, México, Primera edición,

CIESAS-Plaza y Valdez editores, 1997, p.26

65


mexicanos aumentó rápidamente durante el porfiriato, de un periódico

por cada 53, 858 habitantes en 1884, a uno por cada 9, 337 habitantes

en 1907, 146 lo que nos habla de una mayor distribución y por tanto mayor

impacto de la prensa sobre sus lectores, especialmente por parte de la

prensa mercantilista surgida en 1896 bajo el concepto empresarial que

se manejaba en Estados Unidos y que fue traído a México por Rafael

Reyes Spíndola.

En la historia de la prensa decimonónica hubo periódicos cuya

vida fue muy larga, muchos de estos periódicos habían empezado a

publicarse tiempo antes de que Porfirio Díaz llegara al poder, y durante

los primeros años de dicha administración permanecieron al margen

de las críticas hacia el ejecutivo, cuenta de ello se da en el libro Puros

cuentos, donde se menciona que en un principio no eran antiporfiristas

muchos periódicos que existían cuando don Porfirio llegó a las mieles

del poder y que así se mantuvieron durante la primera administración

de Díaz y también durante el periodo de Manuel González, porque

prevaleció la libertad de imprenta y expresión. 147 Entre las publicaciones

que en un principio no fueron antiporfiristas encontramos a La Patria

de Ireneo Paz, La Prensa de José María Vigil e incluso La Reforma y El

Diario del Hogar de Filomeno Mata. 148

El problema entre la prensa y el Estado surgió tras la primera

reelección de Díaz en 1884, pero en 1885 el distanciamiento se hizo

más grande, con lo que las críticas hacia Díaz se recrudecieron y los

intentos de control por parte del Estado sobre este sector de la prensa

se hicieron más evidentes. Una de las principales críticas que se hizo

contra Díaz fue haber roto precisamente el compromiso de no reelección

que abanderaba la Revolución de Tuxtepec, con lo que el descontento

por parte de algunos sectores de oposición, especialmente de la prensa

146

James D. Cockcroft, Precursores intelectuales de la revolución mexicana (1900-1913),

SEP-Siglo XXI ediciones, México, 1985, p.77

147

Aurrecoechea y Bartra, Puros Cuentos, op. cit., p. 87.

148

Ídem.

66


de caricaturas no se hizo esperar, de tal suerte que parte de la llamada

prensa liberal se convirtió en prensa de oposición y algunas publicaciones

como El Diario del Hogar y El Monitor Republicano pasaron a formar

parte de esa oposición, incluso periódicos conservadores se volvieron

contra Díaz tras la reelección como fue el caso de El Tiempo, La Voz de

México y El Nacional.

Es entonces cuando los métodos de control comienzan a definirse

claramente, pues por un lado tenemos la represión, pero también se

incrementa sustancialmente el subsidio 149 como formas de control.

Fue durante el periodo que corre de 1884 a 1888 que se sentaron

las bases y los precedentes para el trato que habrá de dar el Estado

mexicano, presidido por don Porfirio Díaz, hacia la prensa mexicana

de entonces y que marcará la tendencia de algunos periódicos y de

muchas caricaturistas.

En esta época también se definió o modificó el perfil de algunas

publicaciones de oposición, pero existió un punto en que todas

coincidían, y era precisamente en el enemigo común; Díaz. Algunos de

estos periódicos eran anticlericales, otros más eran antiporfiristas, pero

casi todos pertenecían a la oposición política. En el libro La prensa y el

Estado encontramos la descripción de varios de estos periódicos, como

es el caso de El Combate, publicación que estuvo vigente entre 1876

a 1897 y que fue básicamente un periódico anticlerical dirigido por el

conocido Sóstenes Rocha. Otro periódico de la época fue La Patria de

Ireneo Paz, periódico declarado abiertamente antiporfirista después de

la primera reelección de Díaz, este periódico comenzó a publicarse en

1877 150 .

La diversidad en el origen y la ideología de los periódicos

de oposición era tal que incluso llegó a haber problemas entre los

1986, p.116.

149

Ídem.

150

Oswaldo Baqueiro López, La Prensa y el Estado, México, Editorial Nuestra América,

67


encargados de dichas publicaciones, pues se tiene noticia que La

Patria tuvo un abierto enfrentamiento con el conservador La Libertad,

el cual había comenzado a publicarse apenas un año después que La

Patria, y que era propiedad de Santiago Sierra. El conflicto entre estos

dos periódicos y las críticas en el interior de sus páginas fueron de tal

magnitud que el conflicto no quedó sólo en la palabra escrita, sino que

llegaron a batirse en duelo a muerte Ireneo Paz de La Patria y Santiago

Sierra de La Libertad el 28 de abril de 1880, resultado muerto Santiago

Sierra. 151

Existió también la llamada prensa obrera que luchaba por obtener

mejoras en el trato y las condiciones de trabajo hacia los obreros. Entre

las publicaciones que destacaron encontramos a El Socialista, periódico

que se publicó de 1871 a 1888, bajo la dirección de Juan Mata Rivera,

destaca por ser el primer periódico en México que dio a conocer la ideas

de Carlos Marx, publicando en sus páginas el Manifiesto Comunista el

12 de Julio de 1884, y el ensayo “La Lucha de Clases” el 19 de Julio

de 1885. 152 Otro de los periódicos obreros o socialistas fue El Obrero

Internacional, periódico que estuvo también bajo la dirección de Juan

Mata Rivera, y que se publicó desde 1874. 153 El Hijo del Trabajador fue

otro de estos periódicos que reivindicaba la lucha obrera como bandera

de lucha.

La prensa “obrera” o “socialista” sufrió algunas represiones e

intimidaciones por parte del gobierno, sobre todo cuando comenzaron

a radicalizar sus críticas, ejemplo de ello lo tenemos en El Hijo del

Trabajador que calificó al porfiriato como una época de “saqueos,

miseria, desmoralización, pillaje, asesinatos, bancarrota, deshonra y

cinismo” (Enero 4 de 1880). 154 Tras la publicación de críticas como esta,

pronto comenzaron las intimidaciones por parte del gobierno y tanto

151

Ídem.

152

Ibíd., p.123.

153

Ibíd., p.119.

154

Ibíd., p.122.

68


El Socialista como El Hijo del Trabajador se quejaron de amenazas.

Como consecuencia, los escritores empezaron a usar pseudónimos en

sus artículos, que aparecieron firmados con los nombres de Dontelais,

Marat, Ego, Luigi, Juan Panadero, Silvio, Ercilo y otros, 155 lo que sería

uno de los primeros antecedentes en el uso del pseudónimo dentro

de la historia de la prensa en México. Otro de los periódicos que vale

la pena mencionar es La Convención Radical que se publicó de 1886

a 1900 156 por integrantes del club del mismo nombre que escribieron

artículos que mostraban una férrea oposición a Díaz.

El 7 de agosto de 1900 surgió Regeneración, la publicación

escrita más famosa de la época inmediatamente previa a la Revolución

mexicana. Regeneración fue una publicación dirigida y escrita por

los hermanos Ricardo, Enrique y Jesús Flores Magón, originarios de

Oaxaca y quienes habían estudiado derecho en la Ciudad de México. 157

El primer lema del periódico fue: “Contra la mala administración de la

justicia”. 158 Después de la creación del Club Liberal Ponciano Arriaga

y del acercamiento entre los Flores Magón y los demás jóvenes que

comulgaban con las ideas de cambio y apertura política, el lema de

Regeneración cambia y en diciembre de 1900 aparece la publicación

con el subtítulo de “Periódico independiente de combate” 159 con lo

que asumiría claramente una postura más radical que en un principio.

La publicación de Regeneración se publicó por 18 años, mismos

en los que fue radicalizando su postura, acercándose más y más al

anarquismo. Es cierto que durante estos años en que se publicó el

periódico, lanzó consignas contra el régimen de Díaz y contra algunos

dirigentes de la revolución como Francisco I. Madero, pero no supo o

155

Ibíd., p.123.

156

Ídem.

157

Ídem.

158

Armando Bartra (Prólogo, selección y notas), Regeneración, 1900-1918. La corriente

más radical de la revolución mexicana de 1910 a través de su periódico de combate, México,

Ediciones Era, 1981, p.21.

159

Ibíd., p.23.

69


no quiso llevar la batuta en el campo de batalla, por lo que esa misma

incapacidad de dirigir militarmente a los grupos revolucionarios que

concordaban con sus ideas y su postura, según afirma Armando Bartra,

fue el acabose del grupo magonista y con ellos de la emblemática

publicación que terminó en 1918. 160

Bartra, además, asegura que el importante papel que había

tenido en un principio Regeneración durante la fase preparatoria de

la insurrección armada se fue reduciendo paulatinamente conforme

avanzaba el proceso revolucionario. El periódico cada vez tuvo menos

lectores, los cuales eran fundamentalmente “pequeñoburgueses” que

concordaban con las ideas de Regeneración, pero que raras veces

tomaron las armas, aunque debemos destacar que también hubo

algunos líderes obreros que eran seguidores de esta publicación.

Resulta evidente señalar que durante los años que duró la lucha armada

después de 1910, la circulación a gran escala del periódico se hizo

casi imposible, 161 con lo que su influencia quedó reducida a un sector

limitado de la población, limitándose a algunos acercamientos con

líderes obreros.

Bartra asegura que el aislamiento real de los magonistas con las

clases proletarias y campesinas imposibilitaron llevar a cabo sus ideas,

y que las propuestas escritas en Regeneración nunca pasaron al plano

real, puesto que nunca estuvieron al frente de las facciones armadas

que apoyaron las ideas de Regeneración y sólo algunos seguidores de

sus ideas, a título personal, participaron en la constituyente de 1917,

por lo que después de una accidentada existencia de 18 años y con una

visión “apocalíptica”, en la que se aseguraba que “la muerte de la vieja

sociedad estaba próxima” 162 desapareció sin más.

La publicación del manifiesto llamado “La Junta Organizadora del

Partido Liberal Mexicano a los miembros del partido, a los anarquistas

160

Ídem.

161

Ídem.

162

Ibíd., pp.33, 34.

70


de todo el mundo y a los trabajadores en general”, fue el pretexto para

justificar la aprehensión de Ricardo Flores Magón y Librado Rivera y su

posterior condena a 20 y 15 años de prisión respectivamente, macando

con ello el final definitivo del periódico 163 que no volvería a ver la luz

nunca más.

Algunas cartas enviadas por Ricardo a uno de sus amigos cuando

se encontraba en prisión, ponía de manifiesto su intención de seguir

publicando Regeneración, sin embargo el 21 de noviembre de 1822,

enfermo y casi ciego perdió la vida, se presume que posiblemente fue

asesinado. Junto con Ricardo Flores Magón se fue la beligerancia política

que caracterizó al grupo que permaneció junto a él, especialmente a

Librado Rivera. 164

Otras publicaciones de oposición dentro de la prensa escrita que

no utilizaron caricatura política fueron El Demócrata y El Porvenir, ambas

de San Luis Potosí, las cuales sirvieron de portavoces de la clase media

para criticar al clero y las acciones del gobierno porfirista. El Demócrata

fue publicado en 1889 en San Luis Potosí por Juan Sarabia con ayuda

económica de Camilo Arriaga. El Demócrata dejó de publicarse en

1900 y entonces Sarabia comenzó a publicar El Porvenir de similares

tendencias. En 1901 Juan Sarabia, cuando aún no cumplía los veinte

años, se convirtió en el secretario del club liberal Ponciano Arriaga, por

lo que también comenzó a hacerse cargo del periódico del club que

llevaba por nombre Renacimiento. 165

En el libro La prensa y el Estado también se menciona al periódico

Excélsior como parte de esta prensa opositora. Excélsior se publicó en

1903 por los hermanos Flores Magón, por Juan y Manuel Sarabia, además

de Santiago R. de la Vega, quienes dirigieron el periódico junto con el

Lic. Alfonso Cravioto y Antonio Díaz Soto y Gama, quienes también eran

163

Ibíd., p.34.

164

Ídem.

165

Cockcroft, Precursores, op.cit., p.77.

71


miembros del movimiento antirreeleccionista en los clubes “Redención”

y “Libertad Ponciano Arriaga.” 166 La prensa fue por tanto, un órgano

de difusión importante para encausar las quejas e inconformidades del

movimiento precursor que comenzaba a tomar forma y fuerza en varias

partes del país a comienzos del siglo XX, especialmente en Sal Luis

Potosí, y que se servía de la prensa para criticar al régimen y publicar

artículos punzantes contra Díaz.

El Diario del Hogar del potosino Filomeno Mata (1845-1911), fue

uno de los primeros en formar parte de la oposición al régimen de

Díaz. El Diario del Hogar no fue en un principio, al igual que La Patria,

antiporfirista, pero con el pasar de las administraciones y en especial

cuando tuvo lugar la primera reelección de Díaz en 1884 comenzó a

criticar las acciones políticas de la administración. El Diario del Hogar fue

uno de los periódicos de oposición más longevos durante el porfiriato,

pues su publicación comenzó el 16 de septiembre de 1881 y terminó

el 30 de junio de 1912. Mata también dirigió los periódicos El Sufragio

Libre, El Cascabel y La Hoja Eléctrica, lo que da cuenta de la actividad

oposicionista que llevó a cabo, quien por sus valientes artículos contra

Porfirio Díaz constituye un símbolo de la oposición 167 para muchos de

los adeptos al movimiento liberal de inicios del siglo XX.

Filomeno Mata nació en San Luis Potosí en 1842 pero vivió mucho

tiempo en la Ciudad de México, donde ejerció el periodismo crítico

desde El Diario del Hogar. Mata cedió la dirección del emblemático

periódico a Juan Sarabia 168 cuando la enfermedad le impedía continuar

al frente de dicha publicación. Acerca de la importante contribución

que hizo Mata a la historia de la prensa en México, Cockcroft menciona

lo siguiente: “Mata sostuvo un implacable ataque contra el régimen

de Díaz. Puede decirse que el periodismo independiente de Mata

p.123.

166

Baqueiro López, La prensa, op.cit., p.123.

167

Ibíd., p.116.

168

Cockcroft, Precursores Intelectuales de la Revolución mexicana (1910-1913), op.cit.,

72


constituyó la protesta más significativa sostenida antes del propio

movimiento precursor”. 169

Con lo que hemos mencionado hasta aquí podemos obtener

varias consideraciones. En primer lugar y de acuerdo a las referencias

encontradas, se puede afirmar que la prensa de oposición escrita,

es decir, aquella que no hacía uso de la caricatura política, sin duda

jugó un papel importante aunque no decisivo para la conformación de

movimientos oposicionistas a Díaz, pues el simple hecho de ser escrita

limitaba su alcance a aquellas clases que sabían leer, principalmente la

clase media urbana, a pesar de que, irónicamente, muchas de sus ideas

apoyaban las causas obreras.

En segundo lugar, nos hemos dado cuenta que un núcleo

importante de este tipo de prensa se encontraba en San Luis Potosí, en

donde incluso nacieron varios clubes liberales y varias publicaciones a

inicios del siglo XX, los cuales criticaban fuertemente la administración

porfirista. Este núcleo de San Luis Potosí se apoyaba mutuamente y

estaba conectado con gente importante en el centro del país, como

era el caso de Filomeno Mata y los hermanos Flores Magón, quienes

constituyeron el núcleo opositor desde la prensa de la época.

3.1.1.1 La prensa subvencionada

Quizás el método que mejor funcionó al régimen porfirista para el

control de la prensa fue la subvención, es decir, la gratificación y el apoyo

económico para todos aquellos que se adhirieran por convencimiento o

conveniencia a las políticas que pregonaba el Estado. La mayor parte de

la prensa estaba a favor de Díaz debido a que les era más conveniente

recibir una subvención que ser perseguidos y encarcelados, lo que la

obligaba a mantenerse al margen de las críticas. Como ya se mencionó,

los métodos represivos empleados por Díaz para mantener controlada

a la prensa fueron puestos en práctica desde su primera reelección en

169

Ídem.

73


1884, pero también la gratificación se aplicó desde ese momento, por

lo que gran parte de la prensa no lo criticaba y si lo hacía era muy

tibiamente puesto que como menciona Rius: Díaz no pagaba para

que le pegaran. 170 Rafael Barajas Durán, “el Fisgón” da cuenta de ello

y menciona: “Desde su primera gestión, el Llorón de Icamole (Díaz)

subvenciona a ciertos medios. El subsidio se convierte en una práctica

común del régimen”. 171 En el libro Hábitos, normas y escándalos.

Prensa, criminalidad y drogas durante el porfiriato tardío se le llama a

este método “corrupción de periodistas.” 172

Para subsidiar a la prensa adepta al régimen, se requerían grandes

sumas de dinero, puesto que la impresión y el pago de salarios, aunque

no de manera oficial, costaban grandes cantidades al erario público

según se afirma en el libro La prensa y el estado. María del Carmen Ruiz

asegura que en el año de 1888 recibían subsidio unos treinta periódicos

de la ciudad de México, que requerían para su sostenimiento unos

40 mil pesos al mes, además de otros 27 periódicos oficiales de los

Estados. En el Hijo del Ahuizote se publicó que “al Estado mexicano le

costaba sostener este aparato de propaganda oficial, tanto como a los

248 diputados federales, 56 senadores y 27 legislaturas locales”. 173

La cifras de dinero invertido para subsidiar a la prensa era

escandalosa, pues según algunas cifras mencionadas en el libro Puros

cuentos, se señala que el gobierno gastaba la vergonzosa cifra de un

millón de pesos anuales, 174 lo que le resultaba un pésimo negocio en

comparación con el impacto real que pudiera tener dicha prensa, pues

no hay que olvidar que el tiraje entonces era limitado y la cantidad de

lectores muy reducida, pero esta situación cambiaría radicalmente en el

170

Del Rio, Un siglo, op. cit., p.23.

171

Barajas Durán, El País de “El llorón de Icamole”. Caricatura mexicana de combate y

libertad de imprenta durante los gobiernos de Porfirio Díaz y Manuel González (1877-1884),

México, FCE, Primera edición, 2007, p.76.

172

Del Castillo, “La transición”, en Ricardo Pérez Montfort, (coordinador), Hábitos,

op.cit., p. 28.

173

Baqueiro López, La prensa, op. cit., p.128.

174

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op.cit., p.87.

74


año 1896, pues la aparición de la “prensa moderna” significó la cúspide

del control de los medios impresos por parte del Estado.

El Imparcial, periódico que tomó su formato de la prensa

mercantilista estadounidense de entonces, fue la expresión máxima de

lo que se acaba de mencionar, puesto que con el tiraje apabullante y el

bajo costo de producción y venta, comparado con la prensa tradicional

de la época, no encontró rival que pudiera seguirle el paso, a excepción

del periódico conservador El País, surgido en 1899.

La “inversión” que el gobierno hizo para el surgimiento de El

Imparcial fue mínima y los beneficios muchos. El Imparcial tenía un tiraje

estratosféricamente mayor al de cualquier periódico del siglo XIX. La

cifra de tiraje de El Imparcial a finales de la primera década del siglo

XX era de 135 000 ejemplares, o lo que es lo mismo: veintisiete veces

más tiraje que toda la prensa subsidiada junta en 1896. 175 Esto significó

un triunfo de Díaz porque, con un subsidio ínfimamente menor al que

recibía la prensa oficial de años anteriores, obtuvo ganancias muy

significativas. El periódico fue un negocio redondo tanto para Rafael

Reyes Spíndola, su fundador, como para el régimen de Díaz, ya que

logró terminar con buena parte de la poca prensa de oposición sin el

uso de la violencia, y como bien se señala en el libro Puros cuentos:

Spíndola no le pide a González Cosío, secretario de Gobernación,

un subsidio más, le propone una alianza de nuevo tipo, le vende

la encarnación periodística del lema “poca política y mucha

administración”, que se traduce en “más periodismo informativo y

menos política doctrinaria”...Cuando Spíndola se lanza a publicar

El Imparcial con una subvención reconocida de 50 000 pesos

anuales, nace el periodismo moderno a la mexicana: la prensa de

masas como negocio, pero a la vez subsidiada por el Estado. 176

175

Ídem.

176

Ibíd., p.91.

75


Para El Imparcial la ideología fue lo de menos, lo importante era

vender periódicos, no ideas, pues: “Ya no se escribe para conquistar

voluntades y correligionarios sino para ganar consumidores.” 177 El

Imparcial funciona como una moderna empresa mercantilista en donde

el fin es vender mucho sin importar las formas, la moral aquí vale casi

nada y la ideología política será irrelevante.

Algunas de las innovaciones que introdujo El Imparcial fueron:

grandes titulares en distintos tipos de letra, 178 junto a una infraestructura

impresionante y sin precedentes en México, que permitía emitir tirajes

de entre 50, 000 y 100, 000 ejemplares hacia los últimos años del

siglo XIX y primeros del siglo XX. 179 Estos pequeños pero significativos

cambios fueron esenciales para el triunfo definitivo de este nuevo tipo

de prensa sobre la tradicional prensa política del siglo XIX, interesada

más en debatir lo político que en vender periódicos.

Una de las víctimas de El Imparcial fue El Siglo XIX, periódico que

nació en octubre de 1856 y desapareció en 1896. El Siglo XIX fue un

periódico que sostuvo los principios de federalismo y la república, que

apoyó las leyes de Reforma y respaldó siempre la Constitución de 1857.

El Monitor Republicano fue el otro gran periódico decimonónico, el cual

tenía mucho parecido con El Siglo XIX, tanto en el formato como en las

ideas políticas. La existencia de El Monitor Republicano fue también

muy larga, pues comenzó a publicarse en 1844, y casi sin interrupciones

lo hizo hasta 1896 180 . En La prensa y el Estado se menciona que estos

periódicos tradicionales del siglo XIX “[...] desaparecieron ante el

empuje de la prensa mercantilista que implantó Rafael Reyes Spíndola,

principalmente con El Imparcial, que recibía el apoyo financiero de la

dictadura.” 181

177

Ídem.

178

Del Castillo, “La transición”, op.cit., p.30.

179

Ibíd., p. 31.

180

Baqueiro López, La prensa, op.cit., pp.112, 113.

181

Ibid., p.113.

76


El Imparcial debido a su política de captar clientes dio prioridad a la

nota policiaca que, junto con la incorporación de imágenes fotográficas,

representaron las principales innovaciones, por lo que por primera vez

se pudo acceder a un público semianalfabeta que podía comprender,

al menos en parte, las noticias, sin necesidad de leer la nota completa.

Respecto a lo que venimos mencionando, se ha asegurado que: “En los

noventa la prensa se dirigía a un público no especializado, en general

pasivo en términos políticos y mucho más interesado en el reportaje

del día que en inteligentes y sesudas reflexiones políticas”. 182 Otra de

las ventajas que tuvo El Imparcial sobre sus rivales fue el precio de

venta, ya que costaba 1 centavo, mientras que los grandes periódicos

decimonónicos 6 centavos. 183

Luis González y González también menciona con respecto a la

desaparición de estos dos periódicos algunas cosas interesantes como

que: “...los dos (El siglo XIX y El Monitor Republicano) beneméritos

periódicos subsistieron, casi sin vacilación, hasta las postrimerías del

siglo cuando fueron vencidos por el periodismo industrial moderno, al

que no supieron o no pudieron adaptarse”. 184

Reyes Spíndola no se conformó con la publicación de El Imparcial,

puesto que llegó a tener todo un consorcio de revistas y suplementos a

la manera en que funcionan varias empresas del ramo en la actualidad.

Spíndola creó el corporativo de prensa más grande que existió durante

el porfiriato. Luis González y González sobre el tema menciona: “Reyes

Spíndola crea un magazine dominical, El Mundo Semanario Ilustrado,

(1894- 1900), que luego se llamará El Mundo Ilustrado (1900-1914),

bien impreso e ilustrado” 185 .

El Mundo Ilustrado fue otro gran triunfo para el gobierno de Díaz

y para Reyes Spíndola, pues por medio de esta publicación, buscó

182

Del Castillo “La transición”, op.cit., p.31.

183

Ibíd., p.32.

184

González y González, “Liberalismo triunfante” en Historia general de México, op.cit.,

p.1045.

185

Ídem.

77


desbancar a las publicaciones de caricaturas. La fuerza que adquirió

El Mundo Ilustrado fue tal, que varios caricaturistas considerados

tradicionalmente como de oposición pasaron por la nómina de este

periódico, incluso el férreo liberal Jesús Martínez Carrión, quien llegó a

dibujar y firmó varias de sus caricaturas, situación sumamente extraña 186 ,

ya que de los periódicos y publicaciones considerados de oposición, no

encontramos una sola caricatura con su firma que confirme la autoría de

Carrión, lo que nos hace pensar que esto pudo haber ocurrido por dos

situaciones: la primera por miedo a la represión, una razón común para

la época; la segunda para no ser identificado como de oposición y poder

aparecer en publicaciones oficialistas que tal vez le representaban una

entrada de dinero segura.

Sin embargo, durante la presente investigación, pudimos darnos

cuenta que El Imparcial no fue la primera publicación de Rafael Reyes

Spíndola, pues en La prensa y el Estado se menciona que “Rafael Reyes

Spíndola y Emilio Rabasa fundaron en 1885 “El Universal”, periódico

de ideología conservadora, defensor del porfirismo. Aquí empezó

Reyes Spíndola. El Universal fue el primer diario de México impreso en

rotativo 187 el cual sería el antecedente directo de El Imparcial lo que nos

hace creer que entonces el inicio de la llamada prensa moderna se dio

con El Universal, pero que quien mejor representó a la prensa moderna

fue El imparcial.

186

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op.cit., p. 90.

187

Baqueiro López, La Prensa y el Estado, op.cit., p.117.

78


10 “Revista de la prensa” caricatura aparecida en El Ahuizote Jacobino

el 1 de enero de 1904 señalando la subvencion ofical a El Mundo de

Spíndola, en Manuel González Ramírez, La caricatura política, México,

FCE, 1955.

79


3.2 La prensa de caricaturas durante “los años tuxtepecanos.”

La prensa de caricaturas ha constituido en México un espacio y un

medio de expresión en el cual, por medio del dibujo se puede mostrar

la inconformidad política que ha existido hacia el gobierno en turno

a lo largo del tiempo. Por esa característica es que resulta interesante

acercarse al estudio de este tipo de prensa, a su génesis y su desarrollo. La

historia de la caricatura en México durante el Porfiriato es tema obligado

para todo aquel que pretenda comprender la historia contemporánea

de la caricatura. De ahí que este apartado retome lo que Fausta Gantús

llama “los años tuxtepecanos”, época en la que Díaz estaba levantado

en armas precisamente con el Plan de Tuxtepec con el que finalmente

llegará a la presidencia en 1876.

Resulta difícil afirmar que la caricatura política mexicana de entonces

haya tenido una gran difusión o hubiera sido, como han afirmado

algunos, caricatura de masas, puesto que, como ya se ha corroborado

aquí, muy pocas personas sabían leer en el México decimonónico. No

negamos que pudo haber tenido cierto impacto sobre la sociedad de

entonces, pero es evidente que su difusión se dio entre los sectores

medios de los centros urbanos, quienes por lo regular sabían leer y

escribir. Al respecto afirma Gantús:

La prensa con caricatura política constituye un espacio privilegiado

para acercarse a las preocupaciones, los lenguajes y los imaginarios

políticos de sectores medios y altos de la ciudad de México, en

los años tuxtepecanos. Contra la idea generalizada de que el

recurso visual de la caricatura política tenía mayores posibilidades

de impactar en amplias capas de la población, al llegar a los

analfabetos y configurar casi una forma de comunicación popular

y masiva. 188

188

Gantús, Caricatura, op. cit. p.17.

80


Resulta sumamente relevante esta afirmación de Gantús, pues

va contra lo que históricamente se ha afirmado acerca de la caricatura

como una manera de dar a conocer hechos políticos y sociales al grueso

de la población, pues, como reiteramos, hubo varias circunstancias

que hacen creer lo contrario, como el generalizado analfabetismo, el

limitado tiraje que podía imprimir la prensa de caricaturas, así como el

consecuente alcance que le permitía ser distribuida en algunos centros

urbanos solamente.

La oposición a Díaz desde la prensa estará comandada por

publicaciones que se apoyarán principalmente en el legado de la Reforma

y en los principios dictados en la Constitución de 1857. En el libro La

ideología de la Revolución Mexicana, se señala que toda revolución

nace haciendo una negación del pasado, por lo que los opositores a

Díaz negarán en todo momento el pasado inmediato y se remontarán,

en una candente defensa del pasado de la Reforma, a la época de la

independencia y de la Constitución de 1857. 189 De tal manera que el

modelo a seguir tuvo como

pilares fundamentales el Estado

democrático,

representativo

y federal; la primacía de la

ley constitucional sobre la

arbitrariedad y el despotismo de

los gobernantes; los derechos

del hombre que consagran las

libertades de pensamiento,

de expresión, de trabajo, de

tránsito, de elección de los

representantes del pueblo; la

11 Caricatura “Luz y Sombra” de El Colmillo

Público” del 25 de marzo de 1905, en Manuel

González Ramírez, La caricatura política, México,

FCE, 1955.

189

Arnaldo Córdova, La ideología de la Revolución mexicana. Formación del nuevo

régimen, México, Primera edición, Instituto de Investigaciones Sociales/UNAM-ediciones ERA,

1974, p.87

81


garantía de estos derechos que hace efectivo el juicio de amparo, y el

sufragio libre y universal de los ciudadanos mexicanos. 190

En este libro también se menciona que la oposición a Díaz fue

encabezada, desde el principio por la clase media urbana, pues

eran los únicos realmente preparados para poder llevar a cabo dicha

empresa, por ello no es raro encontrar a los intelectuales de clase

media dirigiendo, escribiendo e incluso dibujando en las publicaciones

de oposición durante el Porfiriato. Los únicos que desde entonces

estuvieron en condiciones de organizar una ideología de oposición,

requisito indispensable para la lucha política. Entre los opositores

encontramos a periodistas y caricaturistas, un sector bien informado que

con sus plumas pretendía permear las mentes de los sectores sociales a

los que llegaban sus periódicos.

Con los intelectuales de la clase media comienza lo que podríamos

denominar la etapa precursora. Se asegura en La Ideología de la

Revolución Mexicana 191 que fueron, precisamente las clases medias las

que prepararan el camino ideológico de la Revolución mexicana, pero

también resulta algo obvio que el mayor impacto que pudieron haber

tenido sus publicaciones fuera precisamente en esas mismas clases

medias que hablaban y entendía el lenguaje político.

Uno de los principales motivos por el cual buena parte de la prensa

se vuelve contra Díaz sucedió con la primera reelección no continua

de 1884, ya que dicha acción traicionaba los ideales y promesas de

la Revolución de Tuxtepec, que enarbolaba la “no reelección” como

su principal bandera de Lucha. El Fisgón, caricaturista mexicano que

se ha interesado en estudiar la época referida, menciona sobre este

checo que: “En su etapa rebelde, los periódicos con caricaturas tratan a

Porfirio Díaz como a un héroe; luego a partir de su primera reelección,

190

Ídem.

191

Ibíd., p.88

82


la prensa de oposición lo describe como el tirano Don Perpetuo, en

especial El Hijo del Ahuizote”. 192

Los encargados de las publicaciones, los periodistas y los

caricaturistas de dichas publicaciones, trataban de incidir en sus lectores

para que simpatizaran con sus demandas, pues los periódicos políticos,

incluidos aquellos con caricaturas, estaban dirigidos a públicos más

acotados, definidos en función de su vinculación con la esfera política

a la que pertenecían, 193 en este caso las clases medias urbanas de las

principales ciudades.

Queda entonces más que claro que las publicaciones de

caricaturas de entonces no eran de masas, como tradicionalmente se

le ha denominado, porque como hemos podido corroborar, algunas

de las características propias de la caricatura impiden su “fácil” lectura

o compresión, ya que para transmitir un mensaje a través de las

imágenes, los caricaturistas solían recurrir, a menudo, a un elaborado

y fino lenguaje visual que requería que el receptor poseyera ciertos

conocimientos políticos, sociales y además culturales para poder

interpretar y comprender el sentido total 194 de las mismas.

En el libro La ideología de la Revolución Mexicana se refuerza esta

idea, pues se afirma que las clases sociales bajas del México porfiriano

no pudieron formarse una ideología revolucionaria por sí mismas,

puesto que la inexistencia o la debilidad de los movimientos populares,

campesinos u obreros, dejó el campo abierto a los intelectuales

provenientes de los sectores medios para desarrollar un movimiento

ideológico y político autónomo de dimensiones nacionales, único que

podía oponerse con éxito a la autocracia porfirista. 195

Las exigencias por las cuales surge buena parte de la oposición a

Díaz, giraban en torno a dos prerrogativas principales que iban de la

192

Barajas Durán, El País, op.cit., p. 20.

193

Gantús, Caricatura, op.cit., p. 27.

194

Ibíd., p.31

195

Córdova, La Ideología de la Revolución Mexicana, op.cit., p.89

83


mano: “[...] la primera exigencia era el retorno de la democracia y, con

ella, de la legalidad”. 196 Con lo cual se refuerza el argumento de que

buena parte de la prensa de oposición a Díaz nació con la intención

de servir de vehículo que pudiera encausar las demandas de respeto

y apego a lo que dictaba la Constitución de 1857 y a las propias de la

Revolución de Tuxtepec que había comandado el mismo Díaz. La otra

exigencia de los intelectuales de clase media era tener voz y participación

en la vida pública que les había negado el régimen autoritario de Díaz.

Ricardo Flores Magón, uno de estos intelectuales más conocidos hacia

la última etapa del Porfiriato afirmar lo siguiente:

La república burguesa ya no satisface a los hombre inteligentes

y de buena fe. La república burguesa sólo satisface a los políticos,

a los que quieren vivir a expensas del pueblo trabajador: pero a

la luz de la filosofía moderna es un anacronismo cuya existencia

sólo es justificada por la ignorancia de las masas y la de le las mal

llamadas clases directoras de la sociedad. 197

12 “Prestidigitaciones tuxtepecanas” de

El Colmillo Público, 1 de abril de 1906, en

Manuel González Ramírez, La caricatura

política, México, FCE, 1955.

196

Ídem., p.89

197

Ricardo Flores Magón en Regeneración, “Noviembre 19 de 1910” en La Revolución

Mexicana. R. Flores Magón, México, Editores Mexicanos Unidos, 1982, p.39

84


A grandes rasgos podemos asegurar que los movimientos de oposición

al régimen de Díaz, especialmente los relacionados con la prensa,

nacen a partir de su primera reelección en 1884. Muchos criticarán este

regreso de don Porfirio a la presidencia y en varias caricaturas se hizo

alusión al respecto, presentando a Díaz en plena transformación de

revolucionario a autócrata. Algunas de las inconformidades, además

de la reelección, será entorno a la exigencia del cumplimiento de la

Constitución de 1857, pero sobre todo del acatamiento y respeto de

las promesas de Tuxtepec reformadas en Palo Blanco, entre las que se

encontraba la no reelección del ejecutivo.

13 “La transfiguración del señor”, escena bíblica que en este caso señala la

“Transfiguración” de Díaz al incumplir la promesa de “No reelección” del Plan

de Tuxtepec, en Manuel González Ramírez, La caricatura política, México, FCE,

1955.

85


Se ha asegurado que la posición contraria al régimen de Díaz y

las limitaciones que ello conlleva no condicionaron la calidad de las

caricatura, tan es así que se tiene noticia que caricaturas de dibujantes

mexicanos aparecieron en periódicos extranjeros. La inspiración y el

formato de las publicaciones de caricatura política durante el porfiriato

fueron tomadas de revistas europeas, principalmente españolas, italianas,

francesas y algunas alemanas. Entre las más destacadas tenemos a la

francesa Le Rie; las italianas El Pasquino, El Tischieto o El Papagallo

o a la alemana Kikieriki. 198 Sergio Fernández afirma también que la

caricatura política mexicana siguió el estilo de algunos caricaturistas

europeos como Rowlandson, Gillray, Guy, Daumier y Goya. 199

Como sucede en todo, la caricatura del Porfiriato tenías sus

detractores, entre los que encontramos a Francisco Bulnes, quien,

según Sergio Fernández, dijo sobre ella que: “se distinguía esa prensa

por una virulencia de influenza española; lenguajes tabernario, como

la de oposición granuja efectiva; calumnia fácil, procacidad inaudita;

irresponsabilidad legal absoluta y responsabilidad moral nula”. 200

Como ya lo hemos mencionando, buena parte de la prensa de caricaturas

apoyó a Porfirio Díaz cuando se levantó en armas con la Revolución de

Tuxtepec, especialmente El Ahuizote, donde José María Villasana era

el caricaturista más destacado. 201 . Villasana recibió el beneplácito de

Porfirio Díaz cuando llegó a poder, y como pago obtuvo una diputación,

por lo que terminó dibujando poco y dedicándose más a las funciones

públicas. En Puros cuentos se menciona sobre El Ahuizote, periódico

198

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos., p. 97.

199

Sergio Fernández, “Proemio” en González Ramírez, La caricatura, op. cit., p. XVI.

200

Ibíd., p. XXIII.

201

Se menciona con respecto a la vida de José María Villasana lo siguiente: José María

Villasana nació en Veracruz en 1848. Estudió pintura en San Carlos y no pudiendo vivir de la

pintura, se dedicó a los monos. Se le considera como el primer monero “de éxito” al volverse

empresario y ponerse a las órdenes de Porfirio Díaz para combatir a Lerdo de Tejada en la

revista El Ahuizote. Díaz le pagó los favores nombrándolo diputado. Hizo mucho dinero. En

Eduardo del Río, “Los moneros de México”, en Todo Rius tomo III, México, GRIJALBO, 2006,

p. 397.

86


donde Villasana publicó sus caricaturas que: “[...] desde 1874, El

Ahuizote se ensaña con Lerdo y más tarde apoya el Plan de Tuxtepec

animado por Porfirio Díaz”. 202

Rafael Barajas Durán El Fisgón, asegura que apenas llegado Díaz

al poder en 1877, comenzaron a aparecer las primeras publicaciones de

oposición que utilizaron caricatura política. Como ejemplo La Linterna

que hizo su debut el 19 de febrero de 1877, el 2 de marzo del mismo

año apareció Don Quixote y el 5 de abril La Mosca. 203 Don Quixote era

una publicación de José María Villada la cual duró menos de un año

en circulación, sin embargo llegó a publicar numerosos dibujos de los

caricaturistas conocidos como Muller, Gaitán y Cárdenas. 204

15 Portada de La Linterna de febrero

de 1877, en Salvador Prunera, La

caricatura como arma política,

México, INEHRM, 1958, p. 79.

14 Portada de El Quixote del 29 de

marzo de 1877, en Salvador Pruneda,

La caricatura como arma política,

México, INEHRM, 1958, p. 80.

202

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op.cit., p. 46.

203

Barajas Durán, El País, op.cit., p. 95.

204

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 79.

87


Respecto al formato de los periódicos de caricaturas, sólo hemos

encontrado la mención que hace El Fisgón de La Linterna, del que

menciona que era un cuadernillo de ocho hojas y que cuatro de ellas

eran ilustrados con caricaturas, que el formato que utilizaba había sido

tomado de El Ahuizote. 205 Por lo que suponemos que varias publicaciones

debieron haber utilizado este formato para publicar sus caricaturas.

La segunda etapa que podemos distinguir de oposición a Díaz es

la que corre a partir de la primera reelección en 1884. En esta época

publicaciones como El Diario del Hogar, La Patria, o al El Padre Cobos

dentro de la caricatura política, se volvieron antiporfiristas. El Padre

Cobos había aparecido por primera vez en 1869 como publicación

de oposición a Juárez y apoyaba en un principio a Porfirio Díaz con

caricaturas de Alejandro Casarín 206 . El periódico en esta nueva etapa,

a pesar de ser propiedad de Ireneo Paz, fue dirigido por Blas Lara y

apareció ilustrado con “furibundas caricaturas antiporfiristas dibujadas

por Lira”207 y de Jesús T. Alamilla, un destacado caricaturista de la

época. 208

Otras publicaciones de caricaturas que se manifestaron contra

Díaz fueron El Chinaco y el Insurgente de Paulino Martínez y El Diablito

Rojo de un tal Ramírez 209 , publicaciones de las cuales no encontramos

más datos que la mera mención de que pertenecían al grupo del

“periodismo totémico”, que eran publicaciones antiporfiristas,

satíricas e irreverentes. 210 El Fisgón además menciona que hubo otras

publicaciones de caricaturas antiporfiristas como Mefistófeles, Fra

Diávolo, 211 El Fandango, Gil Blas y El Monitor del Pueblo donde participó

José Guadalupe Posada. 212 El Jicote fue una modesta publicación

205

Barajas Durán, El País, op.cit., p. 95.

206

del Río, Los Moneros de México, op.cit., p. 401.

207

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op.cit., pp. 79-80.

208

Barajas Durán, El País, op.cit., p. 38.

209

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op.cit., p. 46.

210

Ídem.

211

Barajas Durán, El País, op.cit., p. 38.

212

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op.cit, p. 50.

88


de Aguascalientes en la que se criticaba el actuar de Díaz, en este

“periodiquito” como lo llama Rius, hace sus primeras apariciones el

afamado José Guadalupe Posada, cuando en sus años mozos trabajó

en talleres de grabado e imprenta en su ciudad natal. 213

Algunos como Rius consideran a este periodo como el de máximo

florecimiento de la caricatura mexicana pues asegura que fue en la

época de Don Porfirio “[...]cuando revistas como El Hijo del Ahuizote,

Mefistófeles, Don Quijote (Quixote) o el Ahuizote Jacobino, se

enfrentaron a los abusos del poder y a la corrupción de la sociedad”. 214

Sin embargo, consideramos que el número de publicaciones no es un

indicador de que haya sido una época en que la caricatura política tuvo

su máximo florecimiento, puesto que muchas de estas publicaciones

fueron efímeras y duraron menos de un año en circulación, ya fuera por

censura, las persecuciones o el acoso constante del régimen porfirista.

La persecución de que eran víctimas los caricaturistas, los obligaba

a andarse con cuidado por lo que: “En estas condiciones los dibujantes

prefieren el anonimato y es difícil identificar los autores específicos de

cada chiste, caricatura o historieta.” 215

Una de las pocas publicaciones que tuvo relativo éxito y que de

hecho fue la publicación de caricaturas que duró más tiempo durante

el porfiriato fue El Hijo del Ahuizote, donde participaron algunos de

los más afamados caricaturistas de oposición del porfiriato y que

mencionaremos más adelante, este es tal vez, el ejemplo más claro

que pudiera tener Rius del “máximo florecimiento” de la caricatura

mexicana.

213

del Río, Los Moneros de México, op.cit., p. 407.

214

del Río, Un siglo de caricatura en México, op. cit., p. 13.

215

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op.cit., p. 79.

89


16 Caricatura publicada en mayo

de 1877 en Don Quixote, en en

Salvador Pruneda, La caricatura

como arma política, México,

INEHRM, 1958, p.85.

17 Caricatura del 1 de septiembre

de 1977 aparecida en Mefistófeles

atribuida a Villasana, en Salvador

Pruneda, La caricatura como arma

política, México, INEHRM, 1958,

p.63

90


3.3. ¿Caricatura de masas o de clase media?

En este apartado analizaremos a detalle las afirmaciones que aseguran

que la caricatura política mexicana ha sido de masas utilizada para

concientizar al pueblo de la situación de desigualdad social y política

que vive, que ha sido una caricatura que por su fácil lectura y discurso

simple ha cumplido con ese cometido, por lo que veremos el alcance

y limitaciones de estas afirmaciones, así como también analizaremos el

otro lado de la moneda donde Fausta Gantús ha tomado la iniciativa

al afirmar que la caricatura política del porfiriato no era una caricatura

de fácil acceso para el público general, puesto que parte del mensaje

es indescifrable sino se cuenta con los elementos necesarios para

comprender en todas sus dimensiones el lenguaje de las caricaturas.

18 Representación de Manuel González con el “Pueblo elector”, en

Manuel González Ramírez, La caricatura política, México, FCE, 1955.

91


Comenzaremos analizando lo que Pilar Mandujano Jacobo asegura

en un artículo titulado El Periodismo Humorístico Y Satírico En La Primera

Etapa De La Revolución Mexicana, donde asegura, refiriéndose a los

caricaturistas que: “Nuestra historia periodística se nutre de las formas

más variadas de estas figuras retóricas para dar muestra del encono, la

irritabilidad o el descontento de periodistas e ideólogos, pera también

para dar testimonio de su fuerza y de su poder sobre las masas, como

se vio en el movimiento de 1910”. 216

Es cierto que el encono, la irritabilidad y el descontento, así como

la calidad que mostraron tanto los escritores como los caricaturistas de

la prensa durante el porfiriato nadie lo discute, sin embargo el “poder

sobre las masas” queda en entre dicho, pues como ya se ha mencionado,

resulta difícil asegurar que la prensa de esta época fue una prensa de

masas cuando los tirajes de las publicaciones de oposición eran limitados

y los precios altos en comparación con la “prensa moderna” de la que

ya se ha hablado aquí, así como el elevado analfabetismo.

La historiografía tradicional, al igual que Pilar Mandujano ha

sostenido que la figura de la prensa y sobre todo la prensa de caricaturas,

tuvo una influencia importante sobre el pueblo, sobre “las masas” y que

fue un factor decisivo en la preparación ideológica y en el avivamiento

de la llama revolucionaria, sin embargo a últimas fechas y con motivo

de algunas revisiones detalladas como las que ha hecho Fausta Gantús,

esta afirmación se ha venido matizando y ahora se afirma que el papel

de la prensa de caricaturas, sin bien fue importante, no fue decisivo

para la preparación de la Revolución Mexicana.

En este sentido, Rius sirve como un excelente ejemplo, ya que él

mismo estaba convencido en el año de 1984, cuando publicó Un siglo

de caricatura en México que la caricatura política mexicana era una

caricatura de masas, y que el papel que jugó en los momentos previos

216

Pilar Mandujano, “El Periodismo Humorístico Y Satírico En La Primera Etapa de La

Revolución Mexicana” en, Laura Navarrete Maya y Blanca Aguilar (Coordinadoras) La prensa en

México (1810-1910), México, Addison Wesley Longman Editorial, 1998, p.181.

92


a la Revolución Mexicana había sido de gran impacto en la población,

por lo que la consideró como un factor importante para el estallamiento

armado. 217 Sin embargo su visión cambió con el pasar de los años, y en

su libro El arte irrespetuoso publicado a mediados de los 2000 asegura:

“Que lastimaba al dictador y hacía reír al lector, no cabe duda, pero [...]

de eso a pensar que las caricaturas del Ahuizote crearon conciencia para

tumbar a don Porfirio, o que los monos de García Cabral en Multicolor

acabaron con Madero, es una ilusión que agradecemos los moneros.” 218

Además, Rius afirma en El arte irrespetuoso que el papel de la

caricatura se ha exagerado por la historia, y por tanto, por la historiografía

misma, colgándole atributos que no le corresponde, puesto que: “Con

el paso del tiempo, y con eso que la historia la escriben siempre los

triunfadores. Se ha exagerado sobre la influencia que las revistas de

caricaturas tuvieron en la caída de tiranos y dictadores. Si la caricatura

tuviera tanta fuerza, ya no habría dictaduras en el continente.” 219

Sin embargo, si en algo coinciden todos los autores y estudiosos del

tema, es que sobre los caricaturistas pesaron muchas adversidades para

que estas publicaciones pudieran se editadas, impresas y repartidas,

pues es innegable que sufrieron continuos encierros en calabozos

de cárceles como la famosa Belén, que quedaron más de una vez en

las penurias de la pobreza ocasional, así como el constante cierre,

confiscación y persecución de las instalaciones donde se imprimían las

revistas, por lo que sin tapujos se puede afirmar que jugaron un papel

importantes en la preparación ideológica de la Revolución mexicana,

y con ideológico nos referimos a que por medios de sus publicaciones

daban un panorama general de la situación histórica y de actualidad

respecto a la política mexicana, así como de la social y exploraban

formas de resarcir esas situaciones de desigualdad.

217

... se enfrentaron a los abusos del poder y a la corrupción de la sociedad. La caricatura

jugó un papel muy importante en el proceso revolucionario, ridiculizando al intocable dictador.

En del Rio, Un siglo, op. cit., p.13.

218

Eduardo del Rio, El arte irrespetuoso, México, Debolsillo, 2010, p. 101.

219

Ibíd., p. 100.

93


En Puros cuentos, sin embargo se siguió la línea que afirma que la

caricatura fue de masas asegurando que: “[...] Analfabetos y cultivados

consumen, por igual, la producción gráfica de la época.” 220 No dudamos

que tal vez haya tenido una difusión importante la caricatura de la época,

pero de ello a asegurar que tuvo un gran impacto entre los analfabetos

y al igual que entre los “cultivados” resulta complicado sustentar,

puesto que medir el impacto real por la simple afirmación de que se

“consumían las caricaturas” por igual en las distintas clases sociales es

muy simple y sin sustento, sirva como ejemplo mencionar que El Hijo

Ahuizote, la publicación de caricatura política más importante durante

el Porfiriato, llegó a tener un tiraje máximo de 24,000 ejemplares, cifra

muy inferior a la que alcanzó El Imparcial, que sin problemas superó los

100 000 ejemplares en un solo día.

En el libro Puros Cuentos se sostiene la afirmación de que la prensa

de caricaturas pudo alcanzar, durante la época previa a la Revolución

un alcance considerable asegurando que los periodistas políticos o los

políticos metidos a periodistas, sabían bien que era más fácil catalizar el

odio popular contra monarcas extranjeros, déspotas locales o invasores

prepotentes, a través de la crítica procaz y descarnada del poder, que

concitar el apoyo a sesudos programas constructivos, y combinan la

solemnidad pontificadora de la prensa “seria”, con la vitalidad y ligereza

de un periodismo satírico despiadado y eficaz. 221

La caricatura tal vez sintetice la lectura de sesudos programas

políticos, lo que no implica que los haga necesariamente más digeribles,

pues al contrario, puede llegar a codificar con algunos signos y símbolos

algunas cosas que tal vez estuvieras explicitadas en el texto escrito, por

lo que resulta difícil creer que los hiciera “más digeribles y fáciles de

comprender”, lo que no supone que su mensaje pueda ser entendido

por completo por todo tipo de público.

220

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 42.

221

Ibíd., p. 52.

94


3.3.1 Los artífices detrás de las publicaciones. Vida y obra de los

caricaturistas

Hemos mencionado lo más destacado respecto a los periódicos

de caricatura política de oposición, sin embargo ninguna de esas

publicaciones hubiera existido de no ser por las personas que estuvieron

detrás de ellas. Tanto los editores como escritores, caricaturistas o

impresores, quienes eran responsables de que las publicaciones de

caricatura política vieran la luz. Por eso es que se dedicó un pequeño

espacio en este libro para conocer la vida y obra de algunos de los más

conocidos que vivieron durante el siglo XIX y principios del XX, con el

propósito de comprender el contexto en el que dibujaron sus caricaturas,

las vivencias que marcaron su vida, el estilo, así como las limitaciones

que nos muestran las fuentes con las que contamos. Cabe aclarar que

de algunos no hemos encontrado información o la información es muy

escasa, por lo que aún es una beta por explorar para la historia de la

prensa de caricaturas.

A los caricaturistas se les ha definido de muchas maneras, aquí

mencionaremos algunas que consideramos más acercadas de acuerdo

a su función. Comenzaremos con Fausta Gantús, quien en el libro

Caricatura y poder político los define como:

[...] profesionales que valiéndose del recurso de las imágenes

ejercen el periodismo, particularmente de tipo político. Siendo el

recuadro de la caricatura en el que deben sintetizarse la posición

y las ideas fundamentales de un periódico, el caricaturista es una

especie de editorialista sagaz que, recurriendo al humor satírico,

debe aprehender y transmitir en unos cuantos trazos el mensaje

primordial que se quiere comunicar al receptor y lo hace mediante

la ridiculización de lo que se dibuja. 222

En el libro La Caricatura Política, escrito a mediados del siglo XX,

se dice sobre los caricaturistas que eran: “Críticos acertados; gente que

222

Gantús, Caricatura, op.cit., p. 87.

95


se ha impuesto la misión de abrir los ojos a la sociedad en la que viven

sin dejar de fustigarla al enseñarle sus defectos, en busca de radical

curación.” 223

Hasta aquí podemos observar que el caricaturista es considerado

un personaje importante dentro de la historia de la prensa, trátese de la

época y de lugar que se trate, pues son agentes críticos del horizonte en

que viven, ya que tienen una visión amplia que les permite interactuar

en el tiempo histórico entre el presente-pasado, volteando y detectando

las circunstancias que provocan la situación social y política del presente

y que da oportunidad a anticiparse al futuro, en tanto pueden jugar con

distintos escenarios de cómo poder resarcir las situaciones de dicho

presente, y en ese sentido se asegura que los caricaturistas, todos, son

fundamentalmente utópicos.” 224

Y para no hacer el cuento largo, entenderemos la figura del

caricaturista como un personaje que por medio de sus dibujos, a veces

burlones, a veces satíricos, exageró la realidad y a los principales

políticos de la época en sus trazos, con la intención de dar a conocer su

opinión acerca de las cosas que sucedían en la sociedad de entonces,

denunciando todo aquello que considera injusto, como lo eran los

atropellos o violaciones sobre los derechos de la sociedad y sobre todo,

denunciando las omisiones y violaciones hechas a la constitución, así

como las promesas incumplidas, los atropellos sobre la sociedad o la

simulación electoral tan recurrente en el siglo XIX.

223

González Ramírez, La caricatura, op.cit., p. XVI.

224

Ibíd., pp. XVI-XVII.

96


3.3.1.1 José María Villasana

José María Villasana fue, como

ya se mencionó, un caricaturista

importante en la época previa a la

llegada de Díaz al poder. Villasana

era el caricaturista principal de El

Ahuizote, periódico de dura crítica

contra Lerdo de Tejada que se

publicó de 1872 a 1875. Si bien es

cierto que ni la caricatura política,

ni los caricaturistas han quitado

del poder a ningún político

como afirma Rius, al menos han

ayudado a sacar a la luz muchos

de los defectos personales de

los políticos, ya sean físicos o

referentes a los manejos turbios

de la vida pública, por medio de

una crítica mordaz que se encarna

en la burla que puede desatar una

19 Caricatura de José María Villasana, en

Salvador Prunera, La caricatura como arma

política, México, INEHRM, 1958, p.67.

caricatura en el espectador, cosa que se asegura, hizo magistralmente

Villasana contra Lerdo de Tejada.

Acerca de Villasana hemos encontrado algunos datos interesantes,

en donde se mencionan, entre otras cosas, que nació en Veracruz en

1848, que fue uno de los pocos caricaturistas que tuvo una preparación

profesional en la tan prestigiada Academia de San Carlos antes de

dedicarse de lleno a la caricatura política. Villasana ejerció el oficio de

la caricatura casi exclusivamente en la publicación conocida como El

97


Ahuizote, aunque también hizo algunas apariciones en revistas como

La Orquesta 225 y El Mundo Ilustrado, 226 este último de Rafael Reyes

Spíndola.

En El Ahuizote hizo dibujos satíricos contra Lerdo de Tejada, lo

que fue del agrado del general Díaz, quien al llegar al poder le otorgó

una diputación y con ese puesto, aseguran algunos, logró hacerse de

mucho dinero. 227 En el libro Puros cuentos se menciona que durante el

porfiriato fueron realmente pocos los caricaturistas de oposición, que

muchos fueron porfiristas por conveniencia y menos aún lo fueron por

convicción como Villasana. 228

20 Caricatura posiblemente de Villasana que representa a Lerdo de Tejada aparecida

en El Ahuizote en diciembre de 1774, en Salvador Pruneda, La caricatura como arma

política, México, INEHRM, 1958, p.64

225

del Río, Los Moneros de México, op.cit., p. 398.

226

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, p. 104.

227

del Río, Los Moneros de México, op.cit., p. 397.

228

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 104.

98


Sobre la calidad de los dibujos de Villasana, según las referencias

que hemos encontrado, parece que no existe discusión en cuanto a que

contaban con una excelente calidad y una exquisita técnica, producto

de los estudios realizados en la Academia de San Carlos. San Carlos fue

una institución dedicada a las bellas artes como la pintura, y era muy

prestigiada porque realizaba minuciosa selección de sus alumnos, por

lo que resulta lógico pensar que la calidad en los trazos de Villasana

pudieron deberse en buena medida a esta situación. En este tenor, el

libro Los Moneros de México menciona que: “[...] Lo que no se puede

discutir a Villasana es su excelente dibujo.” 229

Santiago R. de la Vega, caricaturista de oposición hacia el final del

Porfiriato menciona sobre el trabajo de Villasana que: “[...] “El Ahuizote”

(1872-1875) publicado por Riva Palacio con el objeto de dirigir la

oposición a don Sebastián Lerdo de Tejada, contiene las magníficas

caricaturas de Villasana.” 230

3.3.1.2 Jesús T. Alamilla

José de Jesús Ángeles Tiburcio

(1847-1881) 231 mejor conocido

como “Alamilla” fue un caricaturista

destacado, contemporáneo de

Villasana. Rius asegura en Los

Moneros de México que Alamilla

comenzó a dibujar sus “monos” 232

a la edad de 15 años y que

publicó sus caricaturas en revistas

tan importantes para la historia

de la caricatura política como La

99

21 Juárez representado como grillo,

caricatura atribuida a Alamilla, en Salvador

Prunera, La caricatura como arma política,

México, INEHRM, 1958, p.49.

229

del Río, Los Moneros de México, op.cit., p. 397.

230

Santiago R. de la Vega “La Caricatura en México” en Carrasco Puente La caricatura

en México, p. 31.

231

del Río, Los Moneros de México, op.cit., p. 396.

232

Palabra en con que es conocida de manera coloquial entre los caricaturista la caricatura

política.


Orquesta, de Constantino Escalante, y El Padre Cobos. Además asegura

que la palabra “grilla” que utilizamos coloquialmente los mexicanos

al referirnos a asuntos políticos, se empezó a utilizar después de la

aparición de una caricatura en la que Alamilla dibujó a Juárez con

cabeza de grillo. 233

En el libro Caricatura y poder político se afirma que Daniel Cabrera,

el dueño y editor de El Hijo del Ahuizote quedó marcado por los trazos

de Villasana y Alamilla cuando de joven trabajó en El Ahuizote donde

conoció de cerca el trabajo de ambos. 234 Por lo que no debe extrañarnos

que la calidad en el trabajo de Cabrera tenga que ver con la influencia

de estos dos caricaturistas.

Sin embargo, y pese a una detallada revisión del material

bibliográfico y hemerográfico que ha sido consultado para esta

investigación, las menciones sobre Jesús T. Alamilla resultan sumamente

escasas, a pesar de haber tenido cierta relevancia en el ámbito de la

caricatura política de su época y de ser muy conocido en su época.

3.3.1.3 Santiago Hernández

Acerca de Santiago Hernández hemos encontrado más referencias que

de Alamilla, debido, posiblemente, a que participó con sus dibujos en

más publicaciones que el mismo Alamilla. Rius menciona que Santiago

Hernández nació en 1832 en la Ciudad de México y que murió en esta

misma ciudad en 1908. Menciona que estudió en el Colegio Militar y

que participó en la defensa del Castillo de Chapultepec por lo cual

estuvo preso en San Juan de Ulúa y que al salir de la cárcel se dedicó a

la caricatura, tomando el lugar que Escalante había dejado a su muerte

en La Orquesta, donde realizó caricaturas en contra de Benito Juárez.

También menciona con respecto a su vida que fue masón y de ideología

liberal. 235

233

del Río, Los Moneros de México, op.cit., p. 396.

234

Gantús, Caricatura, op.cit., p. 36.

235

del Río, Los Moneros de México, op.cit., pp. 393-394. 236 Ibíd., p. 394.

100


Referente a su obra se menciona que además de haber comenzado

su trabajo como caricaturista en La Orquesta, también realizó caricaturas

para El Hijo del Ahuizote. A pesar de ser muy conocido su trabajo

como caricaturista, Santiago Hernández no se limitó a este rubro y

llegó a ilustrar novelas de Vicente Riva Palacio. Por su trabajo, Santiago

Hernández es considerado, junto a Villasana y Escalante, uno de los tres

grandes moneros mexicanos del siglo XIX. 236

En el libro “Puros cuentos” se asegura que trabajó junto a Daniel

Cabrera y Jesús Martínez Carrión en El Hijo del Ahuizote, donde participó

como un radical antiporfirista, siendo desde los primeros números,

junto a Martínez Carrión, uno de los colaboradores de Cabrera. 237 En

El Hijo del Ahuizote la vida no resultó nada fácil, pues constantemente

sus caricaturistas y colaboradores, entre los que se incluye a Hernández,

fueron asiduos visitantes de la cárcel y debido a esta situación el uso del

pseudónimo de volvió algo común, por lo que resulta difícil encontrar

alguna caricatura firmada por él. 238 En La prensa y el Estado se asegura

que caricaturistas como Santiago Hernández fungían como una especie

de portavoces del pueblo, pues por medio de la caricatura lograron dar

voz a muchas demandas populares puesto que: “La burla, el ingenio

mordaz, la sátira y la crítica entre bromista e hiriente, dieron cauce

al resentimiento popular contra los encumbrados y resultaron armas

efectivas para golpear al régimen.” 239 Circunstancia que, como hemos

detallado, resulta difícil de creer, y aún más, de corroborar.

En el libro Caricatura y poder político se menciona sobre la autoría

de las caricaturas que resulta difícil saber quién era el dibujante en El

Hijo del Ahuizote, puesto que las que tienen rúbrica bien pudieran

ser de Santiago Hernández o de Martínez Carrión, pues los trazos de

ambos son parecidos y de gran calidad. 240 El Fisgón, en esta misma

237

Gantús, Caricatura, op.cit., p. 128.

238

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 79.

239

Oswaldo Baqueiro López, La prensa y el Estado, op.cit., p. 130.

240

Gantús, Caricatura, op.cit., p. 100.

101


línea, asegura que el anonimato y el uso del pseudónimo por parte de

Hernández, como por muchos de sus contemporáneos, se debió en

gran parte a la mencionada persecución y el acoso que sufrían por parte

del gobierno porfirista.

Hernández fue un caso aparte, pues como habíamos mencionado,

muchos de los personajes de la prensa mexicana que se volvieron contra

Díaz, lo hicieron tras su reelección en 1884, pero Santiago Hernández

fue el único caricaturista que no simpatizaba con Díaz desde tiempos

de Lerdo, haciendo evidente su oposición de manera abierta, lo cual

tuvo como consecuencia la persecución y represión que le obligaron

a dibujar sin firmar sus caricaturas o firmándolas con pseudónimos. El

Fisgón asegura que además de colaborar para El Hijo del Ahuizote,

Hernández también lo hizo para El Rascatripas donde firmó sus dibujos

como Gaitán, según una nota necrológica aparecida en El Imparcial

después de su muerte que daba cuenta de ello. 241 Como ya se había

mencionado, la mayoría de los caricaturistas durante el Porfiriato firmaron

sus dibujos con pseudónimos, pero no se piense que lo eran de tiempo

completo, pues todo caricaturista era también ser humano, y tenían que

buscar el sustento diario, ejemplo de ello es precisamente Hernández,

quien colaboró en publicaciones como en El Mundo Ilustrado al lado

de Clemente Orozco y José María Villasana, publicación propiedad de

Spíndola, allegado de Díaz al igual que Villasana. 242

22 Caricatura del 23 de julio de 1881 de

El Rascatripas, firmada por Gaitán, en

Hemeroteca Nacional Digital de México

241

Barajas Durán, El País, op.cit., p. 82.

242

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op.cit., p. 104.

102


Santiago Hernández hizo algunas de sus últimas colaboraciones

en EL Colmillo Público, revista que se publicó entre 1903 y 1906 cuando

estaba en pleno desarrollo la preparación ideológica de la Revolución

Mexicana. Esta colaboración le valió más encarcelamiento, llegando al

punto de conocer de cerca la pobreza, según afirma Rius. 243

Santiago R. de la Vega, caricaturista que conoció en persona a

Santiago Hernández, menciona que sus caricaturas tuvieron tal difusión

entre la gente que: “[...] hasta en las más humildes peluquerías de los

pueblos mexicanos figuraban orlando las paredes las obras de don

Santiago Hernández. Yo lo conocí. Era grave, severo y afable.” 244

Esta aseveración junto con el argumento que asegura que Santiago

Hernández y sus contemporáneos conocieron de cerca la pobreza, son

algunas de las cuestiones que ha tomado y reproducido la historiografía

para afirmar que la caricatura política del Porfiriato, especialmente

durante la primera década del siglo XX, tuvo un carácter popular sin

precedente, porque, como asegura Santiago R. de la Vega “hasta en las

más humildes peluquerías figuraban orlando las paredes” las obras de

este caricaturista. Sin embargo y a pesar de ser cierta esta aseveración

de R. de la Vega, cuesta trabajo pensar que dichas caricaturas fueran

leídas e interpretadas por todo mundo.

3.3.1.4 Jesús Martínez Carrión

Jesús Martínez Carrión es considerado por algunos estudiosos de la

caricatura política mexicana como uno de los más grandes caricaturistas

que ha dado México, debido a la calidad de sus trazos y a la tenacidad

que no murió con El Hijo el Ahuizote cuando éste desapareció hacia

1903. Se dice que sus caricaturas llegaron a ser publicadas en el

extranjero y que en calidad son equiparables a las de otros grandes

243

del Rio, Un siglo, op. cit., p. 20.

244

R. de la Vega “La caricatura en México” en Rafael Carrasco Puente La caricatura en

México, op.cit., p. 40.

103


como Constantino Escalante. A pesar de ello también se dice que es

el gran olvidado de la Revolución Mexicana, aunque sería más correcto

mencionar que es el gran olvidado de la época precursora, ya que

murió en 1906. Martínez Carrión es el “gran olvidado” no porque no se

le mencione en los estudios que se han hecho de la caricatura política

mexicana, sino porque no existe una sola investigación que detalle a

fondo la vida y obra de este personaje.

Carrión participó de manera activa en la oposición a Díaz durante

buena parte de su vida, especialmente en la época en que se gestó

la ideología de la Revolución mexicana en los primeros años del siglo

XX. Santiago R. de la Vega, caricaturista y miembro activo en este

movimiento precursor lo conoció e incluso llegó a estar en la cárcel

junto con Carrión. R. de la Vega asegura que en parte, la respuesta del

olvido en que se tiene a Carrión se debe a la excesiva importancia que

se ha dado a la figura de José Guadalupe Posada pues en sus palabras:

El demasiado relieve que se le ha dado (a Posada), opaca

un poco los merecimientos de otros artistas de su tiempo, como

Martínez Carrión, que sin duda, lo supera en la interpretación

de los tipos de barriada (pintores de ollita), para don Jesús, una

criada y un soldado eran, sin posible dubitación, la pareja clásica

de Venus y Marte. 245

En el libro Caricatura y poder político se menciona que Antonio

Saborit se ha encargado del análisis de las obras que dejó firmadas

Martínez Carrión en El Mundo, periódico ilustrado propiedad de

Rafael Reyes Spíndola 246 allegado a Díaz, lo que explica en parte la

identificación de las caricaturas por parte de Carrión.

245

Ibíd., pp. 42,43.

246

del Río, Los Moneros de México, op.cit., p. 406.

104


Sin embargo y a pesar de las dificultades que representa hacer una

reconstrucción histórica de la vida y obra de Jesús Martínez Carrión,

hemos encontrado algunas referencias, como las que hace Rius, quien

menciona en Los Moneros de México que Martínez Carrión nació en

Guanajuato en 1860, que él mismo conoce a algunos los descendientes

de éste caricaturista, pues su esposa es una de ellos, y su suegro,

Ricardo W. Martínez, le ha proporcionado algunos datos, como que era

descendiente de Juan José Martínez Amaro, mejor conocido como “El

Pípila”. 247

Acerca de la formación profesional de Martínez Carrión, Rius

asegura que estudió en la famosa Academia de San Carlos por algún

tiempo, que fue masón y caricaturistas antiporfirista. 248 Esta afirmación

se corrobora al revisar lo que Santiago R. de la Vega menciona al

respecto, puesto que de la Vega conoció personalmente a Martínez

Carrión, e incluso llegó a asegurar respecto a él: “[...] siempre le tuve

por el hombre más humilde que yo haya conocido.” 249 y menciona que

debido a su formación: “No le eran desconocidos los secretos de la

anatomía artística. [...]” 250 lo que nos hace pensar que efectivamente

tenía conocimientos que le ayudaban a plasmar sus caricaturas con

excelentes trazos.

La historiografía menciona que Martínez Carrión colaboró en El

Hijo del Ahuizote desde su aparición en 1885 y hasta que fue clausurado

definitivamente en 1903. 251 En el libro Puros cuentos se menciona que

Martínez Carrión y Santiago Hernández ayudaron a Daniel Cabrera a

ilustrar dicho periódico de caricatura política antiporfirista, 252 y que

además formó parte del grupo de caricaturistas satíricos, militantes y

247

Ibíd., p. 405.

248

Ídem.

249

R. de la Vega “La Caricatura en México” en Rafael Carrasco Puente La Caricatura en

México, p. 39.

250

Ídem.

251

del Río, Los moneros de México, op.cit., p. 405.

252

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 79.

105


comprometidos que sufrieron constantes arrestos y persecuciones por

parte del gobierno porfirista. 253

Sin embargo, a pesar de su ideología y su fuerte antiporfirismo,

Martínez Carrión, al igual que otros caricaturistas como Santiago

Hernández, se vieron obligados a colaborar en publicaciones que no

fueran de oposición ante la necesidad de obtener ingresos económicos.

Por lo que entonces es de suponer que su colaboración en El Hijo del

Ahuizote fue más por amor al arte que por la buena remuneración.

Una de las publicaciones para las que colaboró y que no pertenecía

a la oposición fue El Mundo Ilustrado y Cómico de Reyes Spíndola,

en el libro Puros cuentos estas colaboraciones con prensa oficialista

son mencionadas acertadamente con el nombre de “colaboraciones

alimenticias”. 254

En el libro Caricatura y poder político se menciona que las

publicaciones en las que participó Martínez Carrión fueron: El Hijo del

Ahuizote, El Colmillo Público y El Mundo, con lo que corroboramos

que Martínez Carrión efectivamente realizó algunas “colaboraciones

alimenticias”, haciendo ilustraciones de “crónica gráfica” y “cuadros

costumbristas populares” las cuales firmó con su apellido 255 , contrario a

lo sucedido en El Hijo del Ahuizote, El Ahuizote Jacobino o El Colmillo

Público.

Martínez Carrión, a pesar de sus colaboraciones alimenticias,

siempre estuvo publicando desde la oposición, tanto así que al cierre

de El Hijo del Ahuizote en 1903, fundó El Colmillo Público ese mismo

año. Los investigadores no han logrado ponerse de acuerdo sobre si

Martínez Carrión fundó solo o en compañía de alguien más El Colmillo

Público. Rius, por ejemplo, en su libro Un Siglo de Caricatura en México

menciona que: “Desaparecido El Hijo del Ahuizote, Cabrera y su

equipo (Santiago Hernández, Jesús Martínez Carrión y otros) fundaron

253

Ibíd., p. 104.

254

Ídem.

255

Gantús, Caricatura, op.cit., p. 113.

106


otra revista llamada El colmillo público.” 256 Sin embargo el mismo Rius

afirmaría algunos años después en el libro Los Moneros de México

que Carrión “[...] trabajó con Daniel Cabrera en El Hijo del Ahuizote

hasta que, clausurado, fundó ya solito El Colmillo Público, para seguirle

pegando al viejo dictador.” 257

Santiago R. de la Vega, contemporáneo de Martínez Carrión

discrepa un poco con Rius al afirmar que fundó El Colmillo Público

con ayuda de Alfonso Cravioto, Luis Jaso y un licenciado Peña, y que

además fue en esta publicación donde cultivó la historieta como forma

de dibujo, 258 siendo este uno de los antecedentes más antiguos de

dicho género, con lo que podemos darnos cuenta que la fundación de

El Colmillo Público es uno de los puntos aún por resolver, aunque hay

que mencionar que R. de la Vega vivió en la época y conoció a Martínez

Carrión.

En el libro La prensa y el Estado se le considera a Martínez Carrión,

junto a Santiago Hernández y Álvaro Pruneda portavoces del pueblo,

asegurando que ellos expresaron las ideas que el pueblo no se atrevía

a decir por medio de sus caricaturas, 259 aunque desgraciadamente,

debido al anonimato que guardaban muchos caricaturistas, resulta

difícil clasificarlas y saber cuál caricatura pertenece a qué caricaturista,

por lo que hay quien afirma que poco se puede saber acerca de la

contribución real de Martínez Carrión 260 aunque queda claro que, con

respecto a la calidad de sus caricaturas, debido a que algunas sí fueron

firmadas en otras publicaciones, no hay discusión, como ejemplo

tenemos la mención que se hace en Caricatura y poder político, donde

se afirma sobre él: “Otro personaje importante entre 1885 y 1888 fue

Jesús Martínez Carrión. Un caricaturista cuya relevancia empezó a

256

del Rio, Un siglo, op. cit., p. 20.

257

del Río, Los Moneros, op. cit., p.405

258

R. de la Vega “La Caricatura en México” en Rafael Carrasco Puente, La Caricatura en

México, op.cit., pp. 38, 39.

259

Oswaldo Baqueiro López, La prensa y el Estado, op.cit., p. 130.

260

Gantús, Caricatura, op.cit., p. 113.

107


perfilarse por su participación en El Hijo del Ahuizote, prácticamente el

único periódico opositor a Díaz en aquellos años.” 261

Santiago R. de la Vega, contrario a lo que han afirmado otros

autores, asegura que no es tan complicado saber cuáles caricaturas

pertenecen a Martínez Carrión pues afirma que: “Nunca firmó sus

trabajos; pero son de tal mérito que no se les puede confundir con los

de otros dibujantes.” 262 Aunque es de suponer que tal vez no por la

calidad, sino por el conocimiento de los trazos de Martínez Carrión, es

que para Santiago R. de la Vega no resultaba difícil distinguir entre las

caricaturas de los dibujantes de la época, puesto que como venimos

insistiendo, R. de la Vega conoció en persona a Martínez Carrión.

Otra dato interesante que arroja la historiografía con respecto a

las caricaturas de Martínez Carrión es que en muchos de sus dibujos

solía autocaricaturizarse como cargador de número, aguador, soldado o

“sardo” 263 haciéndose representar a sí mismo como parte de ese pueblo

oprimido, lo que da cuenta que tal vez él mismo se consideraba parte

de esa clase social o, al menos, su digno representante.

En la cuestión de la calidad parece no haber mucha discusión, pues

el mismo Santiago R de la Vega menciona que el trabajo de Martínez

Carrión fue conocido en el extranjero asegurando que: “[...] Los más

famosos periódicos humorísticos del mundo reprodujeron con frecuencia

sus dibujos, esa era la mayor gloria que podía disputar un dibujante.” 264

Martínez Carrión fue recíproco en este sentido, pues acostumbraba

publicar caricaturas extranjeras de gran calidad en la última página de

El Colmillo Público, como las del inconfundible Forain. 265

Y como parte de esta revisión, no podemos dejar de lado la

descripción que en su momento el mencionado Santiago R. de la Vega

261

Ídem.

262

R. de la Vega “La Caricatura en México” en Rafael Carrasco Puente La Caricatura en

México, p. 38.

263

Ídem.

264

Ibíd., p. 39.

265

Ídem.

108


hizo de Jesús Martínez Carrión, donde afirmó que: “Era un tipo popular

con ojillos hinchados, pelo hirsuto, cara a trechos picada de viruela,

cuerpo encogido y cazurra actitud de hombre del pueblo. Fue autor de

un cuadro al óleo de la catedral de Puebla.” 266

La represión por parte del régimen de Díaz un hecho recurrente en

la vida de Martínez Carrión, era el precio que al parecer, tenían que pagar

aquellos que no quería acallar sus voces sobre lo que consideraban

injusto, pues Martínez Carrión fue junto a Santiago Hernández y Daniel

Cabrera asiduo visitante de la cárcel de Belén en la Ciudad de México

y en Caricatura y poder político se afirma que en la última visita a esa

cárcel contrajo tifo, enfermedad que finalmente le provocó la muerte

en 1906. 267 Rius acerca de este episodio menciona que: “Tanto le dolían

al dictador las caricaturas, que Martínez Carrión fue a dar varias veces

a la cárcel. La última vez compartió celda del Penal de Belén con un

enfermo de tifo que lo contagió. Murió en la cárcel en 1906.” 268

Parece no haber discrepancias sobre el hecho de que fue el tifo

contraído en la cárcel lo que provocó la muerte de Martínez Carrión, en

lo que sí existen diferencias es en el lugar de fallecimiento, pues Santiago

R. de la Vega afirma que no fue en la cárcel sino en el Hospital General

de la Ciudad de México en donde, en calidad de preso falleció. Es tal la

importancia dada a este personaje por R. de la Vega que aseguró: “[...]

con su muerte, que fue la del apóstol de la Revolución, perdió el país a

uno de sus más excelsos caricaturistas.” 269

Jesús Silva Herzog cita un episodio en el que Ricardo Flores Magón

describió de manera detallada las precarias condiciones en las que se

encontraba la cárcel de Belén, misma en la que llegó a estar junto a

algunos destacados caricaturistas y misma en la que Martínez Carrión

266

Ibíd., p. 38.

267

Gantús, Caricatura, op.cit., p. 113.

268

Del Río, Los moneros, op.cit., p. 406.

269

Santiago R. de la Vega “La Caricatura en México” en Rafael Carrasco Puente La

Caricatura, op.cit, p. 39.

109


adquirió el tifo que acabó finalmente con su vida, por lo que resulta

interesante conocer las condiciones en que se encontraban los presos

en dicha cárcel:

Alguna vez, cuando era joven, fui internado durante semanas

en un calabozo oscuro, tan oscuro que me impedía verme las

manos. Esto aconteció en la ciudad de México, durante aquel

horripilante periodo en que Díaz imperaba con mano sangrienta.

[...] El calabozo carecía de pavimento y constituía el piso una capa

de fango de tres o cuatro pulgadas de espesor, mientras que

las paredes rezumaban un fluido espeso que impedía secar las

expectoraciones que negligentemente había arrojado sobre ellas

los incontables y descuidados ocupantes anteriores. Del techo

pendían enormes telarañas, desde las que acechaban enormes,

negras y horribles arañas. 270

Herzog también relata algo acerca de la muerte de Jesús Martínez

Carrión, y discrepa un poco de las afirmaciones que hemos citado

anteriormente pues asegura que lo que le provocó la muerte fue la

tuberculosis:

[...] fue una de esas cámaras infernales, tan sagazmente

calculada para quebrantar, majar y estropear la voluntad más

poderosa, de donde Jesús Martínez Carreón, el exquisito artista

cuyas pinturas le conquistaron el reconocimiento de Europa y

América, fue sacado agonizante y ciego para morir pocas semanas

después en un hospital, presa de la tuberculosis. 271

270

Jesús Silva Herzog, Breve Historia de la Revolución Mexicana. Los Antecedentes y la

Etapa Maderista, México, Fondo de Cultura Económica, 1973, pp.66-67.

271

Ibíd., p. 66.

110


Las tristes circunstancias en torno a la muerte de Martínez Carrión

nos sirven de ejemplo para reconstruir una de las fórmulas utilizadas

por el régimen de Díaz contra la oposición, especialmente contra la

prensa. Díaz no se andaba con medias tintas y cuando había que dar

una lección, procuraba que fuera ejemplar para que de esta manera

pudiera servir de muestra para los demás.

3.3.1.5 Daniel Cabrera

Daniel Cabrera es un caricaturistas que no debemos pasar por alto al

momento de estudiar la historia de la caricatura mexicana, sobretodo la

decimonónica y la de principios del siglo XX. Cabrera es importante no

sólo por su obra, en la que siempre mostró una feroz oposición al régimen

de Díaz, sino también porque la emblemática publicación llamada El

Hijo del Ahuizote fue de su propiedad y fungió como la publicación de

caricatura política de oposición más importante y longeva de todo el

periodo porfirista.

Cabrera es además, uno de los caricaturistas que mayor cantidad

de referencias hemos encontrado, lo que da cuenta de la importancia

de su labor llevada a cabo desde la oposición. En el libro Caricatura y

poder político se menciona que conocer la vida y obra de Daniel Cabrera

permite observar desde cómo se tejían las redes de contactos para la

fundación de un periódico, hasta las sutiles estrategias represivas. 272

Cabrera es la encarnación misma de la prensa de caricaturas antiporfirista.

Acerca de la vida de Daniel Cabrera, Rius menciona que nació en

Zacatlán de las manzanas, Puebla en 1858, que emigró a la Ciudad de

México para estudiar pintura en la afamada academia de San Carlos,

en la que llegó incluso a ser maestro, pero la obra por la cual es

mayormente recordado es por sus caricaturas en EL Hijo del Ahuizote.

Rius también menciona que estudió la primaria en Xochitlán, que luego

272

Gantús, Caricatura, op.cit., p. 125.

111


fue a estudiar humanidades con un tío cura, y que a la muerte de este

tío empezó a estudiar pintura con Miguel Medina y posteriormente

ingresó, como lo veníamos mencionando, a la Academia de San Carlos,

luego se dedicó a la caricatura política, realizando sus primeros dibujos

para El Ahuizote 273 de José María Villasana y Vicente Riva Palacio, de

donde tomaría después el nombre de su feroz semanario a manera de

respuesta al régimen porfirista tras su primera reelección.

El Fisgón asegura que la tradición liberal e irreverente de Cabrera

le fue heredada en una primera instancia desde el núcleo familiar, pues

su papá, quien llevaba por nombre José María Cabrera Ricaño, fue un

militar que luchó bajo las órdenes de los oficiales liberales más radicales

de la época, como el Coronel Juan N. Méndez en la Guerra de Reforma

o el General Negrete en la batalla del 5 de Mayo, en Loreto y Guadalupe

(reseña histórica de Santibáñez) y en el sitio de 1863 en Puebla, en las

acciones de Armas de Santa Inés también en Puebla bajo las órdenes

de Ignacio de la Llave. Al disolverse el Ejército de Oriente se fue a

Zacatlán; allí fue aprehendido y estuvo a punto de ser fusilado. Se fue

de ahí con el General Cravioto a Huauchinango; de allí a Toluca y en el

Sitio de Querétaro formó parte del Estado Mayor del General Vicente

Riva Palacio. 274

Daniel Cabrera, como lo veníamos mencionando, fue el fundador

de El Hijo del Ahuizote y desde el principio contó con la colaboración

de Martínez Carrión y Santiago Hernández 275 , quienes estuvieron

publicando junto a Cabrera hasta la desaparición del mismo, la que

de hecho fue la última publicación de caricaturas surgida en el siglo

XIX y las más longeva del Porfiriato, que ya es mucho decir por las

circunstancias de persecución que prevalecían en la época, lo que

273

del Río, Un siglo, op.cit., p. 17.

274

Rafael Barajas Durán, “El Hijo del Ahuizote. Origen y Nacimiento” en Memoria de

las Revoluciones en México en: http://www.terra.com.mx/memoria2010/articulo/823316/

El+Hijo+del+Ahuizote+Origen+y+nacimiento.ht m&paginaid=4

275

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 79.

112


corroboramos con los constantes cierres de los talleres de El Hijo del

Ahuizote o las constantes visitas s tribunales y cárceles. 276

Entre 1885, año de la fundación de El Hijo del Ahuizote, y 1888

Cabrera sólo estuvo una vez en la cárcel. Pero después de 1888,

especialmente en el tiempo que va de 1891 a 1900 se convirtió en

asiduo visitante de la cárcel de Belén, en la que estuvo alrededor de

siete veces. 277 Mostrándose de esta manera el lado áspero del Porfiriato

sobre todo contra aquellos que se negaran a negociar.

Para la fundación de El Hijo del Ahuizote Cabrera necesitaba cierto

respaldo, el cual obtuvo, además de los caricaturistas que colaboraron

con él, en la figura de Manuel Pérez Bibbins y Vicente Riva Palacio,

éste último de manera encubierta pues colaboraba dentro del régimen

de Díaz, pero no por ello dejó de apoyar la publicación de Cabrera,

autorizando incluso el uso del nombre que tomaba de la antigua

publicación fundada por el mismo Riva Palacio y Villasana. 278

Daniel Cabrera parece haber

sido un caricaturista convencido

de su oposición, prueba de ello

es que no hemos encontrado

referencias de que haya colaborado

en publicaciones oficiales como

lo hicieron Martínez Carrión o

Santiago Hernández, en lo que se

han llamado las colaboraciones

alimenticias. Tal vez en parte porque

Cabrera provenía de una familia

adinerada y él mismo sostuvo a El

Hijo del Ahuizote cuando había que

aportar dinero.

276

Ídem.

277

Gantús, Caricatura, op.cit., p. 139.

278

Ibíd. p.128.

113

23 Caricatura aparecida en El Hijo del

Ahuizote bajo el título “Resultado de las

mayorías” (las bayonetas) firmada por

Fígaro, en Salvador Pruneda, La caricatura

como arma política, México, INEHRM,

1958, p. 136.


En parte, la colaboración de Cabrera sólo en la prensa de oposición

puede deberse a que fue un idealista liberal que comulgaba con los

principios de la Reforma y que habían sido plasmados en la Constitución

de 1857. 279 Cabrera más que nadie, por ser el fundador, dueño y editor

de El Hijo del Ahuizote tenía que andarse con cuidado, por lo que para

se afirma que firmaba muchas de sus caricaturas con el pseudónimo de

Fígaro. 280

Al igual que sus contemporáneos, Daniel Cabrera es considerado

un portavoz del pueblo, una figura que dibujaba para las masas. En

Caricatura y poder político se destaca que: “Las críticas de Cabrera

y su periódico estaban dirigidas al gobierno y sus actuaciones como

responsable de la vida política del país, con la finalidad de ser, a un

tiempo, voz y conciencia de la opinión pública.” 281

24 Caricatura que se titula “Reinstalación del Club Liberal Ponciano Arriaga” del

22 de febrero de 1903 aparecida en El Hijo del Ahuizote en clara alusión al “Club

Liberal Ponciano Arriaga” al pie dice la imagen “Xerjes desobedecido por el Mar”,

donde Díaz es Xerjes, quien es desobedecido por el “Mar de la civilidad”, en en

Manuel González Ramírez, La caricatura política, México, FCE, 1955.

279

Ibíd., p. 97.

280

Ibíd., p. 100.

281

Ibíd., p. 125.

114


Daniel Cabrera tuvo contacto con lo que la historiografía

especializada ha llamado la “época precursora de la Revolución

mexicana”, puesto que era tío del afamado abogado revolucionario

Luis Cabrera. Santiago R. de la Vega afirma que, Luis Cabrera, al

igual que su tío, también fue caricaturista, aunque no de tiempo

completo, dedicándose eminentemente a la política, donde además

fue consejero de presidentes. 282 Cockcroft en Precursores intelectuales

de la Revolución mexicana menciona que Luis Cabrera participó en el

movimiento precursor como miembro activo del PLM y que durante la

revolución fue el principal consejero de Carranza y principal autor de los

decretos laborales y agrarios del 12 de diciembre de 1914. 283

Daniel Cabrera cedió a principios de 1902 la dirección de El Hijo

del Ahuizote a Ricardo Flores Magón, y fue precisamente en esta época

que El Hijo del Ahuizote despareciendo definitivamente, hecho sucedido

hacia 1903. 284 La razón de dicha desaparición la encuentra Cockcroft

en el recrudecimiento de los métodos represores de Díaz a partir del

surgimiento del movimiento precursor de la Revolución Mexicana en

San Luis Potosí que había comenzado en 1900 y que había viralizado

y radicalizado las críticas hacia el régimen, en parte porque los nuevos

liberales eran jóvenes que no estaban anclados en le Reforma, sino que

estaban teniendo contacto con textos socialistas, anarquistas y liberales

en la biblioteca de Arriaga, uno de los fundadores de los cubles liberales

en San Luis Potosí.

282

R. de la Vega “La Caricatura en México” en Rafael Carrasco Puente, op.cit, p.40.

283

D. Cockcroft, Precursores Intelectuales de la Revolución mexicana, op.cit., p.58.

284

Ibíd., p. 78.

115


25 Aparece en esta caricatura el Partido Liberal Mexicano (PLM) observando la

muerte del “Sufragio Libre” a manos de Díaz en clara alusión a la escena bíblica

de la muerte de Cristo, en Manuel González Ramírez, La caricatura política, México,

FCE, 1955.

116


Después de la desaparición de El Hijo del Ahuizote, Jesús Martínez

Carrión fundó El Colmillo Público en el cual Daniel Cabrera colaboró

junto con Santiago Hernández 285 entre 1903 y 1906, años en que estuvo

en circulación dicha publicación. Cabrera a la desaparición de El Hijo

del Ahuizote hará un intento similar al de Carrión y funda el Ahuizote

Jacobino, periódico que también utilizaba caricatura política como forma

de oposición. Esta publicación tuvo una efímera existencia pues estuvo

en circulación sólo entre 1904 y 1905 286 , después de esto, no hemos

encontrado referencia alguna que indique alguna otra colaboración de

Cabrera en otra publicación.

Respecto a su muerte no hay muchas referencias, pues la mayor

parte de la historiografía se ha centrado en la figura de Daniel Cabrera

durante su época de El Hijo del Ahuizote, mencionando sólo algunos

pasajes de su vida que no pertenezcan a esta época. Rius es el único

que menciona algo acerca de ello al asegurar que ésta sucedió en

1914, cuando Cabrera se encontraba retirado de la caricatura “pintando

paisajitos”. 287

Margarita Espinosa, por ejemplo, menciona respecto a Cabrera

que: “...Soltero empedernido entregó su corazón y neuronas al

semanario hasta que con el declive del siglo XIX, su salud empeoró con

todo y el constante cuidado del doctor Secundino E. Sosa.” 288 Daniel

Cabrera puede que no haya contribuido a la causa revolucionaria de

manera directa, pero definitivamente lo hizo aunque fuera de manera

indirecta; manteniéndose en oposición durante buena parte del

régimen porfirista con sus punzantes caricaturas, arrendando y dejando

la dirección de El Hijo del Ahuizote a los hermanos Flores Magón, y

teniendo contacto e influencia sobre su sobrino Luis Cabrera, quien

también llegó a realizar algunas caricaturas como aseguró Santiago R.

de la Vega, contemporáneo de este último.

285

Del Río, Los moneros de México, op.cit., p. 402.

286

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 46.

287

Del Río, Los Moneros de México, op.cit., p.402

117


3.4 Las publicaciones de caricatura de oposición durante el porfiriato

tardío. Tres ejemplos: El Hijo del Ahuizote, El Colmillo Público y el

Ahuizote Jacobino.

En los periódicos El Hijo del Ahuizote, El Colmillo Público y El Ahuizote

Jacobino trabajaron los que son considerados los mejores caricaturistas

antiporfiristas por la historiografía especializada. Estas publicaciones

destacan tanto por su contenido virulento, como por su calidad,

además de estar ligadas por su historia y colaboradores, así como por la

persecución de que fueron objeto por parte del régimen de Díaz, es por

ello que dedicaremos este pequeño apartado a analizar lo que acerca

de ellas, especialmente de El Hijo del Ahuizote se ha escrito.

Con el Hijo del Ahuizote comenzó la época más fructífera de

la caricatura política mexicana de oposición del Porfiriato. En esta

publicación participaron los caricaturistas opositores a Díaz más

famosos, quienes además demostraron tener gran calidad en su trabajo.

La fundación de este periódico corrió a cargo de Daniel Cabrera. Rafael

Barajas El Fisgón menciona sobre la fundación de El Hijo del Ahuizote:

“El primer número de El Hijo del Ahuizote, fundado, dirigido y dibujado

por Daniel Cabrera, sale a luz el domingo 23 de agosto de 1885, recién

consumada la primera reelección del general Porfirio Díaz, cuando está

consagrada la “Ley mordaza” y la autoridad del caudillo se encuentra

en su apogeo”. 289

Además se asegura que en el encabezado del periódico se

mencionaba que El Hijo del Ahuizote era un: “semanario feroz, aunque

de nobles instintos, político y sin subvención como su padre, y como su

padre, matrero y calaverón (no tiene madre).” 290 Con lo que quedaba

más que claro el carácter irreverente y de oposición. El Hijo del Ahuizote

288

Espinosa Blas, “El Hijo”, op.cit., p. 246.

289

Rafael Barajas el Fisgón, “El Hijo del Ahuizote. Origen y Nacimiento” en Memoria

de las Revoluciones en México: http://www.terra.com.mx/memoria2010/articulo/823316/

El+Hijo+del+Ahuizote+Origen+y+nacimiento.htm& paginaid=2

290

Ídem.

118


era encarnado por un personaje de orígenes inciertos, que tenía

algunas características de un ser mitológico, de rey mexica con algunas

características de personaje mestizo, pero mítico al mismo tiempo. 291

26 Porta de El Hijo de Ahuizote del

11 de febrero de 1900, en Manuel

González Ramírez, La Caricatura

Política, México, FCE, 1955.

291

Sobre los orígenes de lo que es un “Ahuizote”, Rafael Barajas El Fisgón menciona

lo siguiente: Un ahuizote es a la vez un animal mitológico, un rey mexica bajo cuyo reinado

sucedieron varias catástrofes y una persona de mal agüero. El Hijo aclara que no es hijo

del famoso monarca azteca: No, señores, soy hijo de aquel Ahuizote que, tridente en ristre

arremetió contra el Señor del Buen Diente, esperando que los señores de Tuxtepec sacarían al

buey de la barranca. El Ahuizote tiene como personaje emblemático a un diablillo travieso con

alas de murciélago, mirada aguda, sonrisa irónica y un gran colmillo; va casi desnudo y carga

un enorme trinche. El figurín de El Hijo del Ahuizote se parece al de su progenitor: conserva

algo del gnomo malévolo y travieso, con su mirada penetrante, su sonrisa sarcástica y su gran

colmillo que amenaza con mordernos. Pero este Hijo tiene características muy personales más

que un demonio, el descendiente del Ahuizote es un muchacho mestizo de pelo ensortijado; su

atuendo se parece al del duende travieso de la revista neoyorquina Puck, aunque tiene mucho

de rural y algo de urbano En “El Hijo del Ahuizote. Origen y Nacimiento” en: http://www.terra.

com.mx/memoria2010/articulo/823316/El+Hijo+del+Ahuizote+Origen+y+nacimiento.htm&

paginaid=3

119


El Hijo del Ahuizote, como ya se mencionó, tomó su nombre de la

famosa publicación de José María Villasana y Vicente Riva Palacio que

se llamó El Ahuizote, publicación de caricaturas que apoyó a Porfirio

Díaz durante su lucha para llegar al poder con la revuelta de Tuxtepec.

En El Ahuizote colaboró Daniel Cabrera en sus primeros años como

caricaturista.

Rius señala, al igual que otros estudiosos del tema, que El Hijo del

Ahuizote no era como el padre; el chamaco había salido respondón. 292

En el libro Puros cuentos se señala que al triunfar la revolución de

Tuxtepec, algunos periódicos como El Hijo del Ahuizote comienzan una

importante labor antiporfirista y se asegura que el hijo era “[...] como su

padre matrero y calaverón.” 293

Santiago R. de la Vega, caricaturista y miembro activo en el

movimiento precursor, escribiría que El Hijo de Ahuizote utilizaba para

sus caricaturas la técnica litográfica 294 , la misma técnica usada en el Iris

de Linati, lo que da cuenta del éxito y preferencia que seguía teniendo

dicha técnica en las postrimerías del siglo XIX.

El Hijo del Ahuizote sin duda alguna, y sustentando nuestra

aseveración en las innumerables referencias que hemos encontrado,

es el símbolo máximo de la caricatura política de oposición durante

todo el Porfiriato, por ello en la mayoría de los libros e investigaciones

analizadas se hace, aunque sea mínima, alguna referencia a esta

publicación. En Caricatura y poder político, por ejemplo, se asegura

que cuando se habla o escribe de la prensa de la segunda mitad del

siglo XIX, uno de los referentes más conocidos, socorridos y obligados,

es sin duda alguna el semanario El Hijo del Ahuizote y de su director,

redactor, caricaturista y dueño Daniel Cabrera. 295

292

Del Río, Los moneros, op.cit., p. 402.

293

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 79.

294

R. de la Vega “La Caricatura en México” en Rafael Carrasco Puente, La Caricatura,

op.cit., p. 38.

295

Fausta Gantús, Caricatura, op.cit., p. 128.

120


En el Libro Puros cuentos se menciona además, que El Hijo del

Ahuizote se constituye en el azote del incipiente dictador 296 poco

después de la reelección de 1884, pues la revista era violentamente

antiporfirista 297 por lo que en muchas ocasiones fue cerrada y sus

miembros perseguidos y encarcelados, también se destaca que la mayor

parte de la gráfica de El Hijo del Ahuizote es de crítica al sistema; pero

también hay costumbrismo y no falta el humor blanco en historietas sin

intención política.

El carácter atrevido de sus caricaturas le acarreará una serie de

problemas y las consecuentes dificultades para poder imprimirse. En

La prensa y el Estado se menciona que las caricaturas que aparecían en

El Hijo del Ahuizote, con su texto correspondiente, le valieron muchos

arrestos, suspensiones, multas y amenazas 298 tanto a Daniel Cabrera

como a sus colaboradores.

Así pues, las penurias por las que pasó El Hijo del Ahuizote

debido a sus caricaturas fueron muchas, y en 1903 dejó de publicarse

definitivamente. El periódico funcionó siempre como un agente crítico,

donde la caricatura era la principal forma de expresar la inconformidad

hacia el régimen. Hacia los primeros años del siglo XX apareció y

cobró fuerza en poco tiempo un movimiento encabezado por jóvenes

intelectuales de clase media que era dirigido por Camilo Arriaga y los

Flores Magón. El dueño de El Hijo del Ahuizote, Daniel Cabrera se

encontraba cansado y enfermo para estos años, por lo que los Hermanos

Flores Magón tomaron en arrendamiento este semanario y por medio

de él lanzaron una crítica mordaz y aguda contra el régimen, lo que les

valió más encarcelamientos y persecuciones. 1903 fue el año en que

a Díaz se le agotó la paciencia y a decir por Rius: “Cabrera, director,

escritor y dibujante de El Hijo del Ahuizote, estuvo más de 100 299 veces

296

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 46.

297

Ibíd.

298

Baqueiro López, La prensa y el Estado, op.cit., pp.116-117.

299

Seguramente Rius lo dice de manera figurada, pues como corroboramos, Cabrera

estuvo más o menos 7 veces en la cárcel durante el Porfiriato.

121


en la cárcel, hasta que Don Porfirio no aguantó más y en abril de 1903

destruyó los talleres de la revista y metió a Cabrera a la Cárcel”. 300

Cockcroft, siguiendo con el tema del cierre de la publicación

de Cabrera, asegura que aunque muchos periodistas seguían la línea

de Díaz, una vigorosa minoría estaba a la vanguardia del movimiento

precursor en los albores del siglo XX, quienes estaban encabezados por

los Flores Magón, Camilo Arriaga, Juan Sarabia e incluso por algunos

caricaturistas como Santiago R. de la Vega, quienes a pesar de la violenta

represión y las abundantes recompensas por la conformidad estaban en

pie de lucha. 301 Cockcroft asegura que el acercamiento entre Cabrera y

los Flores Magón se dio cuando aquél invitó a estos jóvenes a dirigir El

Hijo del Ahuizote. 302

Daniel Cabrera, al parecer, tuvo acercamiento con los jóvenes

precursores, seguramente porque su sobrino Luis Cabrera Formaba

parte del grupo de aquellos que formaron los clubes liberales y,

eventualmente el Partido Liberal Mexicano (PLM), y porque además se

asegura que enfermo y cansado, lo vio como una oportunidad para el

retiro, pues para ese entonces habían pasado casi veinte años desde

que El Hijo del Ahuizote vio la luz y se había publicado casi de manera

ininterrumpida.

Silva Herzog asegura que estos periódicos de oposición eran los

portavoces de las ideas liberales contra el Porfiriato y menciona que a

principios del siglo XX El Hijo del Ahuizote era dirigido por Juan Sarabia

por encargo de los Hermanos Flores Magón que habían arrendado

dicha publicación a Daniel Cabrera, y que entre los miembros que

reorganizaron el movimiento desde la ciudad de México después

de las represiones sufridas en San Luis Potosí entre 1901 y 1902, se

encontraban Santiago de la Hoz, Ricardo y Enrique Flores Magón, Luis

300

del Rio, Un siglo, op.cit., p. 19.

301

Cockcroft, Precursores, op.cit., p. 77.

302

Ibíd., p. 78.

122


Jaso, Alfonso Cravioto y Santiago R. de la Vega, 303 este último era un

joven caricaturista y miembro activo del movimiento intelectual de

oposición que precedió a la Revolución Mexicana, colaborador además

en El Hijo del Ahuizote.

Cockcroft asegura que no sólo Daniel Cabrera tuvo que ceder la

dirección de su periódico de oposición, sino que algunos otros como

viejos liberales como Filomeno Mata, dueño, editor y escritor de El Diario

del Hogar, emblemático diario crítico, cedió en 1911 la dirección de su

publicación a Juan Sarabia, otro joven precursor, cuando se encontraba

ya muy enfermo. 304

En La prensa y el Estado se menciona que el año 1896 puede

considerarse un momento crítico para la prensa de oposición, sobre

todo para los tradicionales órganos liberales, puesto que la dictadura

estableció una nueva política de subsidios, y luego surgió un periodismo

de estilo diferente en “El Imparcial”, que acabó con viejos periódicos de

opinión. 305 Pues El Imparcial fue un diario oficialista que, sin embargo,

pretendía ser noticioso, informativo y popular 306 que se usaba estrategias

como altos tirajes y un precio accesible a la mayoría de la población,

sobre todo urbanas.

El Imparcial representó una competencia desleal para la prensa

de oposición porque su financiamiento lo obtuvo, al menos para su

arranque del gobierno, ya que se asegura que los primeros cien mil

pesos provenían de las arcas públicas, además de un financiamiento de

ochenta mil pesos proporcionado por Tomás Braniff y Delfín Sánchez

Ramos. El Imparcial fue un periódico que se publicó del 8 de septiembre

de 1896 al 14 de agosto de 1914, 307 siendo el periódico que más

influencia tenía sobre la opinión pública debido a las circunstancias que

hemos mencionado anteriormente.

303

Silva Herzog, Breve, op.cit., pp. 64, 65.

304

Cockcroft, Precursores, op.cit., p.78.

305

Baqueiro López, La prensa y el Estado, op.cit., p.131.

306

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 46.

307

Baqueiro López, La prensa y el Estado, op.cit., p. 131.

123


Pero la cosa no paró con El Imparcial, puesto que Spíndola publicó

varios suplementos que servían para distraer la atención de la gente

sobre la situación política que atravesaba el país en ese entonces. Entre

sus publicaciones encontramos una que utilizó caricatura política y que

apareció en 1902 bajo el nombre de El Mundo Cómico. 308 Recordemos

que un año después fue cuando Daniel Cabrera, dueño de El Hijo del

Ahuizote arrendó su periódico a los Hermanos Flores Magón, por lo que

no debe extrañarnos que haya podido ser un intento por ejercer una

contracrítica o un contraataque desde el gobierno hacia los periódicos

de oposición que tenían caricatura política en su contenido.

El Colmillo Público aparecerá como publicación de oposición casi

desde la desaparición de El Hijo del Ahuizote y de la aparición de El

Mundo Cómico, pero sin el éxito ni longevidad de su predecesor. Hemos

encontrado que la historiografía no se ha puesto de acuerdo en si Jesús

Martínez Carrión fundó solo o con ayuda de algunos de sus compañeros

de toda la vida y de algunos jóvenes precursores El Colmillo Público.

Rius cree que sí, como ya lo mencionamos. 309

Sin embargo, en el libro Puros cuentos se afirma que Martínez

Carrión fundó solo y sin ayuda El Colmillo Público, en donde el espíritu

de los Ahuizotes se mantiene vivo 310 en 1903. 311 Además se afirma que

tanto El Colmillo Público (1903-1906) como El Ahuizote Jacobino (1904-

1905) fueron semanarios que constituyeron parte del periodismo interno

del Partido Liberal Mexicano promovido desde el exilio por los hermanos

Flores Magón 312 para llevar a cabo una crítica de oposición desde la

palestra de la caricatura política.

308

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 88.

309

Del Río, Un siglo, op. cit., p. 20.

310

Así aparece escrito en este periódico el apellido de Jesús Martínez Carrión, mismo

que aparece en la mayoría de las referencias como “Carrión”.

311

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p.46.

312

Ibíd., p. 50.

124


27 En Salvador Pruneda, La caricatura como arma política, México, INEHRM, 1958, p. 261.

125


Sin embargo el Fisgón, en su libro El País de El Llorón de Icamole

menciona que Jesús Martínez Carrión no participó solo en la fundación

y edición de El Colmillo Público, pues “[...] asociado con Alfonso

Cravioto, Luis Jaso y un licenciado Peña, fundó “El Colmillo Público”,

en el que siguió atacando la administración porfirista”. 313 Intento Similar

al que realizó Martínez Carrión fue el de Daniel Cabrera cuando El Hijo

de Ahuizote desapareció, pues en 1904 fundó El Ahuizote Jacobino 314

de mismas tendencias que su predecesor.

En conclusión, podemos afirmar que la caricatura política pretendió

llevar a cabo una crítica que influyera en la sociedad de entonces, sin

embargo muchos factores estaban en contra de que este objetivo

pudiera cumplirse, pues coincidimos con Esther Acevedo en que los

periódicos de caricaturas pretendieron influir en la opinión pública,

pero su contribución fue mitigada por factores externos, a saber: falta

de medios de comunicación, altos precios del transporte y del correo,

analfabetismo y elevado costo del periódico que a su vez era causado

por los altos costos en el papel y la impresión de las caricaturas. 315

Podemos asegurar que la publicación de caricatura política más

representativa durante el Porfiriato fue El Hijo del Ahuizote, pues

siempre fungió como un órgano de crítica independiente que se valió

del recurso plástico para plasmar dicha crítica y dar a conocer las ideas

de corte liberal que tenían sus caricaturistas y escritores, además de

haber tenido cierto acercamiento con el movimiento precursor iniciado

en 1900 y de haber sido la publicación de caricaturas más longeva que

hubo durante el porfiriato.

El Hijo del Ahuizote representa la cumbre de la caricatura política

de oposición del Porfiriato con su fundación en 1885, pero también

313

Barajas Durán, El País, op.cit., pp. 38, 39.

314

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 46.

315

Ester Acevedo, Un periodo intermedio en la caricatura mexicana del siglo XIX:

18611872, Exposición: La caricatura en Colombia a partir de la Independencia – Mayo de 2010,

Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República en: http://www.banrepcultural.org/

images_blaa_info/exposiciones/caricatura/texto-ester-acevedo-caricatura- mexicana.pdf

126


representa su declive en 1903, pues con la desaparición de esta

publicación también terminó la época de las revistas de caricatura

política de oposición de gran calidad y larga vida, ya que aunque hubo

algunos intentos como El Ahuizote Jacobino o El Colmillo Público, al

parecer no tuvieron la misma resonancia ni el mismo éxito. Por eso es

que se ha afirmado que con la desaparición de esta publicación acaba

simbólicamente la oposición más importante al régimen porfirista desde

la palestra de la caricatura política y se inicia con mayor fuerza el uso de

la prensa escrita, comandada por un grupo de jóvenes liberales como

Juan Sarabia, Santiago R. de la Vega o los Flores Magón, especialmente

desde Regeneración.

La desaparición de El Hijo del Ahuizote, se debió en parte a la

represión y en parte al poco dinero para su financiamiento, pues tanto

Carrión como Cabrera y Hernández fueron asiduos visitantes de la cárcel,

y algunos de ellos tuvieron que hacer colaboraciones “alimenticias”

en la prensa oficial para ganar algo más de dinero. El Imparcial y los

demás periódicos de Rafael Reyes Spíndola como El Mundo y El Mundo

Ilustrado, aunque al parecer no fueron un factor determinante para que

desapareciera la oposición desde el periodismo de caricaturas, asestó

un duro golpe a toda esa prensa, pues factores como su impresionante

tiraje, su precio ridículamente bajo y su amplia distribución, así como

las innovaciones referentes a la aparición del reportaje sensacionalista

y el uso dibujos y fotografías que daban cuenta de los hecho y hacían

“partícipe” al espectador fueron apuestas exitosas.

Consideraciones finales.

Como consideraciones finales revisaremos nuestros planteamientos

iniciales para poder vislumbrar los alcances de esta investigación,

así como las limitaciones y las áreas que falta explorar para futuras

indagaciones respecto al tema de la caricatura política mexicana dentro

del ámbito de la investigación histórica e historiográfica.

127


Estudiamos aquí, aunque no de manera explícita, pero sí implícita,

los ámbitos de estudio desde los que se ha abordado el estudio de la

caricatura política. Uno de ellos ha sido desde de la disciplina histórica,

en donde hemos distinguido varias etapas y temáticas. En primer lugar

destacamos a Rafael Carrasco Puente que con su libro La Caricatura en

México publicado en 1953, quien realiza una detallada investigación

histórica en torno a la caricatura política mexicana, su importancia radica

también en el hecho de que, al parecer, es el primer estudio académico

de su tipo. En este libro se hace un detallado recuento de la definición

dada al fenómeno de la caricatura por estudiosos mexicanos de la

época, como Antonio Caso o Samuel Ramos y que se han convertido

en referencias obligadas al momento de abordar algún estudio de la

prensa de caricatura en México.

En segundo lugar mencionaremos a Manuel González Ramírez y su

libro La Caricatura Política, que fue publicado en 1955 y que también

toma en cuenta a algunos estudiosos del tema, pero además es el

primero que intenta dar un seguimiento detallado del proceso que

sufrió la caricatura política mexicana durante las primeras dos décadas

del siglo XX, y por lo que nos hemos dado cuenta, fue él quien primero

propuso el carácter popular de la caricatura política mexicana, aunque

basándose en algunos testimonios que aparecieron en el libro de

Rafael Carrasco para hacer dicha afirmación. Algunas de sus frases y sus

afirmaciones han sido retomadas para explicar la caricatura política en

México. En este mismo libro, Sergio Fernández hace un análisis de la

definición y características de la caricatura política de manera detallada.

Las obras mencionada presentas algunas deficiencias, como la

rigurosidad que implicaría la lectura de las imágenes, pues se limitan

únicamente a realizar una descripción superficial de las mismas, lo que

restringe su entendimiento como objeto de estudio y como una forma

distinta de grafía que da cuenta de horizontes político-culturales de las

épocas que interés, en este caso del siglo XIX, lo que sin embargo ha

128


venido cambiando con el pasar de los años, pues como veremos más

adelante en estas consideraciones, el estudio de la caricatura política

cada vez se gana más espacios dentro de la investigación histórica y la

historiográfica.

La investigación acerca de la caricatura política en México parece

que permaneció en el olvido durante mucho tiempo, pues es hasta

1984 que encontramos una nueva investigación, y no fue precisamente

desde el ámbito académico o histórico, pues el estudio que llevó por

nombre Un siglo de caricatura en México, fue realizado por Eduardo

del Río mejor conocido como “Rius”, un famoso caricaturista mexicano

que se interesó en estudiar este fenómeno pero que contó con varias

limitaciones, como ser un documento muy parcial, pues ataca en

demasía al régimen de Porfirio Díaz, y en pocas ocasiones menciona

las fuentes en las que basó su investigación, además de contener varios

errores historiográficos, los cuales, sin embargo, fueron corregidos por

el mismo autor algunos años después cuando publicó Los Moneros de

México en 2006.

Oswaldo Baqueiro López en su libro La Prensa y el Estado, que se

publicó en 1986, trataría desde el ámbito académico algunos aspectos

generales de la caricatura política mexicana, pero sin adentrarse

profundamente en el tema, pues si bien trata a detalle lo referente a la

relación Prensa-Estado a lo largo de la historia del México independiente,

como la cuestión legal, no pasa de meras descripciones sobre dicha

relación.

Dos años más tarde Juan Manuel Aurrecoechea y Armando Bartra

publicarían Puros cuentos. La historia de la historieta en México. 1874-

1934, publicación apoyada por el Consejo Nacional para la Cultura y

las Artes y el Museo Nacional de Culturas Populares. En este libro se

realiza un análisis detallado de la historia de la historieta mexicana,

y en la parte de los antecedentes se trata el tema de la caricatura

política mexicana, en esta investigación, al igual que en Un Siglo de

129


Caricatura en México de Rius, se repetirán algunos estereotipos de la

caricatura política mexicana como es la atribución que se le da de ser

una expresión popular que el pueblo puede consumir y comprender a

cabalidad, aspecto éste último que ya ha refutado Fausta Gantús, y más

recientemente Tomás Pérez Vejo.

Sería hasta 1994 que una académica se interesaría en estudiar

el fenómeno de la caricatura desde el ámbito histórico, pues aunque

Aurrecoechea y Bartra mencionaron algunas cosas relacionadas con la

caricatura política, ésta no fue el tema principal de su investigación. El

trabajo que llevó por nombre Una historia en quinientas caricaturas.

Constantino Escalante en La Orquesta de la Esther Acevedo es el primero

realmente académico que trató el tema de la caricatura política como

objeto de estudio por parte de algún historiador. En este libro se estudia

a detalle la obra de Constantino Escalante, uno de los caricaturistas

mexicanos más reconocidos en toda la historia de la caricatura política

mexicana., así como se analiza el simbolismo de las caricaturas de

Escalante y se mencionan algunos aspectos referentes a su vida. Esther

Acevedo, al parecer, ha seguido investigando y publicando sobre el

tema, cuestión que quedaría pendiente incluir en una actualización del

presente trabajo.

En 1997 Alberto del Castillo escribiría el artículo titulado: “La

transición de la prensa: de la prensa política de partido a la prensa

mercantil moderna” en el libro coordinado por Ricardo Pérez Montfort

que se llamó: Hábitos, normas y escándalo. Prensa, criminalidad y

drogas en el porfiriato tardío, en donde se reconocen algunos aspectos

generales de la prensa durante la última etapa del porfiriato, se analiza

la importancia de la prensa oficial representada por El Imparcial y se

mencionan algunos aspectos de la prensa de caricaturas pero sin hacer

un estudio detallado, aunque hay que añadir que este es un estudio

académico tiene algunas cosas rescatables en torno al fenómeno de la

caricatura política, a pesar que la principal importancia de su existencia

130


radica en la explicación del surgimiento de la prensa mercantil. La

principal aportación de este artículo recae en hacer un estudio detallado

de la prensa llamada “mercantil” o “moderna” y de Rafael Reyes

Spíndola, su fundador en México.

Hacia los últimos años del siglo XX encontramos que el interés

en el estudio de la prensa de caricaturas comenzaba a tener un nuevo

auge, pues en 1998 Pilar Mandujano escribió el artículo: “El Periodismo

Humorístico y Satírico En La Primera Etapa De La Revolución Mexicana”,

en una publicación colectiva coordinada por Laura Navarrete Maya

y Blanca Aguilar que se titulaba La prensa en México (1810-1910)

donde Pilar hace un detallado estudio del fenómeno de la caricatura

política mexicana en los años previos a la Revolución mexicana, aunque

debemos recalcar que algunos de los estereotipos generalizados como

el carácter popular de la caricatura política de entonces son repetidos y

retomados por Pilar Mandujano. En esta misma obra colectiva apareció

un artículo de Blanca Aguilar Plata que se llamó “La Imagen de Porfirio

Díaz en la Prensa Capitalina de su Tiempo”, donde se aborda el papel

de la prensa en la construcción de la imagen de Porfirio Díaz en sus

primeros años de gobierno y durante la Revolución de Tuxtepec, así

como la manera en que esta imagen fue cambiando paulatinamente.

En 2003 apareció un artículo llamado: “El Hijo del Ahuizote: Un

periódico Americanista”, escrito por Margarita Espinosa en una obra

colectiva coordinada por Adriana Pineda y Celia del Palacio llamada:

Prensa decimonónica en México, donde la autora hace referencia al

poco estudio y las lagunas existentes en aspectos que conciernen al

estudio de la prensa de caricatura política, especialmente en lo referente

al estudio de El Hijo del Ahuizote, por lo que pretendió aclarar algunas

dudas referentes a este periódico de caricatura pero sin realizar lectura

de las caricaturas.

Parece que el estudio de la historia de la caricatura política mexicana

tomó un nuevo auge, pues en 2006 encontramos varios artículos y libros

131


escritos en torno a este tema, entre los que destacan el artículo de

Fausta Gantús titulado: “Díaz, de Nuevo Presidente. La Deuda Inglesa,

la Prensa y la Implementación de la Política Represora” que apareció en

la publicación colectiva que llevó por nombre La Prensa Como Fuente

Para la Historia coordinada por Celia del Palacio Montiel. En este artículo

Fausta Gantús distingue las principales etapas y métodos usados por

Díaz para contener la crítica de la prensa llevada a cabo durante su largo

gobierno. En esta misma publicación colectiva Marcela Suárez Escobar

escribió el artículo: “La prensa y la construcción de las representaciones

sobre el delito en la Ciudad de México, 1876-1910”, donde, aunque no

se menciona de manera detallada el fenómeno de la caricatura política,

sirve para saber las prácticas de la prensa de entonces y del actuar de

las autoridades en las cuestiones que tienen que ver con el delito.

Desde el ámbito que no pertenece a lo estrictamente académico

tenemos también algunos estudios serios, como es el caso de Eduardo

del Río, mejor conocido como Rius, quien publicó en el mismo 2006

su libro Los Moneros de México, el cual, a decir por el mismo Rius, se

basaría en la revisión de Un Siglo de Caricatura en México del mismo

autor, obra publicada en 1984, pero que, ante el deterioro de las copias

originales y ante algunos errores históricos que él mismo descubrió,

decidió hacer una nueva investigación donde el objetivo principal sería

resarcir los errores de su antigua publicación y resaltar la vida y obra

de los mejores caricaturistas que ha tenido México en toda su historia,

los cuales serían escogidos por medio de votación por caricaturistas

destacados contemporáneos. Rius realiza importantes aportaciones a

pesar de saberse caricaturista antes que historiador. Una cuestión que

resulta peculiar de los libros de Rius es que son libros que explican la

historia de la caricatura política mexicana del pasado con caricaturas del

propio Rius.

En estos mismos años Rafael Barajas Durán, caricaturista

mexicano también conocido como El Fisgón empezó a escribir varias

132


investigaciones referentes a la caricatura política mexicana, donde

además de analizar el contexto, también analiza el simbolismo y la

vida de los caricaturistas. El Fisgón, a pesar de no ser un historiador

o académico, en el sentido estricto de la palabra, ha logrado hacer

investigaciones de una notable calidad, pues ha estado asesorado por

varios investigadores e intelectuales destacados como Carlos Monsiváis

o Lorenzo Meyer. Una de las publicaciones de El Fisgón que utilizamos

para esta investigación fue El País de “El llorón de Icamole”. Caricatura

mexicana de combate y libertad de imprenta durante los gobiernos de

Porfirio Díaz y Manuel González (1877- 1884), publicada en 2007 y que

ayuda a entender la relación entre la prensa de caricaturas y Porfirio

Díaz durante su levantamiento armado del Plan de Tuxtepec de 1876.

Una de las deficiencias del trabajo del Fisgón tiene que ver con el

escaso análisis que realiza de las imágenes y las amplias descripciones

contextuales en torno a la caricatura. En sus publicaciones, El Fisgón va

explicando cómo fue poco a poco cambiando la imagen de Díaz en la

prensa de caricaturas de su época, pasando de ser representado como

un revolucionario que iba a dar paz y progreso al país, a convertirse en

un tirano y en el arquetipo del dictador “perpetuo”.

En 2009 se publicaría una obra que cuestionó algunos de los

paradigmas que han venido repitiéndose en la historiografía mexicana.

Esta obra lleva por nombre Caricatura y poder político. Crítica censura

y represión en la ciudad de México, 1876-1888. Este libro fue escrito

por Fausta Gantús como parte del trabajo de investigación para la

culminación del doctorado. En esta obra se cuestiona Gantús, entre

otras cosas, el hecho de si en realidad la caricatura política mexicana ha

tenido o no un carácter tan popular como le ha impuesto la historiografía

mexicana. Analiza además por qué se ha aseverado esto y argumenta

por qué no está de acuerdo con este paradigma, pues entre otras cosas

afirma que algunas de las limitaciones importantes para descartar esta

posibilidad es la poca noción política que tenía el público en general

133


durante esa época, pues los altos índices de analfabetismo, así como

los altos costos de impresión, impedía que la caricatura llegara a un

público amplio como se había creído desde los primeros estudios de

mediados del siglo XX.

En cuanto al alcance de las investigaciones que han existido en

México a través de estos años que hemos mencionado, se han encontrado

algunas limitaciones entre las que destacan la inaccesibilidad a las

primeras investigaciones que existieron en México, como es el caso de

las obras: La caricatura en México de Rafael Carrasco Puente que data

de 1953; la obra Caricatura política de Manuel González Ramírez de

1955 y la de Salvador Pruneda que lleva por nombre La caricatura como

arma política, que data de 1958.

Las dos primeras obras pudieron ser consultadas para esta

investigación pero no sin sus dificultades, ya que la obra de Rafael

Carrasco Puente se tuvo que conseguir en una de las bibliotecas de la

UNAM, en cuanto a la obra de Manuel González Ramírez se corrió con la

suerte de encontrar la primera edición en una librería de viejos en muy

buen estado, pero la obra de Salvador Pruneda La caricatura como arma

política se consiguió apenas hace poco tiempo, sin tener oportunidad

de revisarla adecuadamente se retomaron algunas caricaturas que

acompañan esta investigación.

Pero las dificultades no se limitan a las obras antiguas, ya que

algunos de los libros académicos que tratan el tema, han sido editados

en tirajes pequeños que dificultan su búsqueda y eventual adquisición.

No dudamos que la mayor parte de las investigaciones se hacen con

notable calidad, pero casi todo este trabajo es de autoconsumo, lo que

quiere decir que se queda entre los académicos y algunos estudiantes,

por lo que resulta urgente abrir el camino del estudio de la caricatura

política desde otras ópticas para poder ver a través de los ojos de los

caricaturistas algunas de sus intenciones, pero también algunas de las

construcciones de la realizad que realizaron desde el generoso legado

que ha llegado hasta nosotros.

134


Por la revisión que se ha hecho para esta investigación podemos

entonces afirmar que durante los últimos años el estudio de la caricatura

política cada vez es más aceptado y utilizado por los historiadores como

parte de las fuentes históricas, sobre todo lo hemos visto en trabajos

colectivos, producto de coloquios y congresos organizados en algunas

universidades como la de Michoacán y la de Guadalajara, llevados

a cabo por algunas investigadoras como Celia del Palacio Montiel y

Adriana Pineda, donde participan algunos destacados y destacadas

investigadoras como Fausta Gantús, lo que da cuenta de que la calidad

y el trabajo a nivel investigación se ha hecho bien, pero que en cuanto a

la difusión y ampliación del panorama de la investigación histórica para

transmitir y dar a conocer ese conocimiento representa un punto flojo

aún.

Algunos de los puntos importantes propuestos al inicio de esta

investigación han sido detallados en párrafos anteriores, sin embargo

aún tenemos que aclarar algunos otros que no han sido mencionados,

como el que ubica a los caricaturistas como héroes o mártires de las

distintas etapas históricas por las que ha pasado México. En este

sentido encontramos que la mayoría de los investigadores no hacen

referencia a los caricaturistas como héroes o mártires, a excepción de

Rius, quien en su libro Un siglo de caricatura en México prácticamente

los santifica, aunque años después en sus libros Los moneros de México

y El arte irrespetuoso, matizaría demasiado sus planteamientos iniciales

con respecto a la vida y obra de los caricaturistas.

En cuanto a la cuestión de los caricaturistas del Porfiriato, algunos

han querido ver como precursores intelectuales de la revolución

mexicana y su labor ideológica en la época porfirista y precursora como

concientizadores de las masas analfabetas del país. En primer lugar

podemos afirmar que durante la época porfirista fueron muy escasos

los periódicos de caricaturas y el caso más notable fue el de El Hijo

del Ahuizote, pero no encontramos alguna mención destacada que

135


ubique a los caricaturistas de esta época como concientizadores del

pueblo, a excepción de la que hace Santiago R. de la Vega, donde

menciona que los dibujos de Santiago Hernández, en los últimos años

del porfiriato eran tan conocidos que orlaban adornando las paredes de

las más humildes peluquerías del país, palabras más, palabras menos,

esta aseveración sirvió durante mucho tiempo para asegurar que la

caricatura política contó con un carácter popular sin precedentes.

En cuanto a la labor ideológica y la relación que hubo entre

los caricaturistas y los intelectuales de principios del siglo XX hemos

encontrado que fue muy limitada, que existió en efecto, pero se limitó

a algunos aspectos y a algunas ocasiones, como cuando los hermanos

Flores Magón se hicieron cargo de El Hijo del Ahuizote entre 1902 y

1903 y el caso de Luis Cabrera, abogado y sobrino de Daniel Cabrera,

dueño de El Hijo del Ahuizote, quien, a decir por Santiago R. de la

Vega, también llegó a dibujar. Santiago R. de la Vega es quizá el único

ejemplo claro de un caricaturista e ideólogo que participó activamente

en la época precursora y que además dejó testimonio en el libro de

Rafael Carrasco Puente La Caricatura en México en donde se rescatan

algunas cosas interesantes sobre el movimiento precursor y algunos

caricaturistas de la época.

Por lo anterior es que podemos afirmar que si bien, existió una

limitada participación de los caricaturistas en la preparación ideológica

de la Revolución mexicana, también es cierto que, según la historiografía

mexicana, esta participación no fue decisiva. Por lo que la función real de

la caricatura en la historia mexicana que corre desde 1826- 1827 hasta

1903 ha sido importante pero no decisiva, de lo contrario la caricatura

quitaría y pondría presidentes y organizaría luchas armadas, además de

que los caricaturistas no se hubieran visto perseguidos en varias épocas

de la historia de México y hubieran vivido sin mayores dificultades.

En cuanto a las conclusiones capitulares hemos encontrado algunas

ideas interesantes, descartamos algunos de los cuestionamientos que

teníamos en un principio, pero también nos dimos cuenta de la existencia

136


de algunos estereotipos o paradigmas existentes en la actualidad y que

algunos siguen repitiendo. En el capítulo primero pudimos darnos cuenta

que las aportaciones de Henry Bergson al tema de la risa provocada

por la caricatura política han sido demasiado importantes, pues muchos

historiadores han retomado esta propuesta como paradigma para

comprender el fenómeno de la relación risa- caricatura. También nos

dimos cuenta, al revisar precisamente los planteamientos de Bergson,

que la risa es parte inherente del ser humano como llorar o emocionarse,

es una característica primordial de nuestro raciocinio, es inevitable no

reír cuando juzgamos algo como gracioso e incluso vergonzoso, por

tanto el cuerpo caricaturizado es por fuerza, un cuerpo deformado,

ridiculizado y/o exagerado en un dibujo.

La risa es muestra de nuestro raciocinio, pero también lo es de

la indiferencia, porque al momento en que reímos, no percibimos más

allá del acto mismo que nos produce risa, puesto que si llegásemos

a sentir compasión, vergüenza o empatía con eso que nos causa risa,

simplemente no reiríamos, es por ello que para que el espectador no

vea más allá del dibujo mismo se muestra en la caricatura la situación o

el personaje como si fuera un “todo” un conjunto en sí mismo, por lo

que la risa también funciona en el cuerpo social e individual como un

correctivo, es un mecanismo natural que trata de corregir errores porque

al reír estamos dando por hecho que en el acto que nos causa risa se

muestra algo “incorrecto”. En ese sentido el caricaturista también es

un transgresor, pues transgrede esa imagen que nos han formado los

medios sobre esos personajes que viven en y de la política y que en

algunas ocasiones parecieran “intocables”.

El tiempo y el espacio dan forma a aspectos fundamentales de

la caricatura política, pues como bien afirma Adriana Pineda: “Cada

impreso guarda relación con la sociedad que le da origen” 316 , por lo

316

Pineda, Prensa, op. cit., p.11.

137


que la caricatura no puede ser entendida sin la sociedad en la que tiene

origen, el tiempo en el que es realizada y el suceso que está plasmando

o al que hace referencias el dibujo.

También en el primer capítulo pudimos darnos cuenta que los

defectos son algunos de los aspectos más socorridos por los caricaturistas,

y los defectos causan risa no por sí mismos, sino porque los asociamos con

estereotipos culturales de lo que debieran ser. Por ejemplo, habíamos

mencionado que una nariz no debe ser exageradamente ancha, pues lo

cánones de belleza nos indican lo contrario, al igual que la baja estatura

de un enano, que nos pudiera causar risa no por sí mismo, sino porque

suponemos que debería tener una estatura o nariz “normal”. Este tipo

de exageraciones, de recursos, son usados por la caricatura para no dar

tiempo de analizar si el personaje en escena es “bueno” o “malo”.

También nos dimos cuenta, al revisar algunas de las cuestiones

que se han escrito en torno a la definición y características de la

caricatura política que la única diferencia entre la caricatura y el arte

que han distinguido muchos, radica únicamente en que el caricaturista

interpreta la realidad, porque no la muestra tal como la ve, sino como

debería o como no debería ser, pues dibuja los malos manejos o

errores de los políticos y sus decisiones. La caricatura nos remite al

disfraz, esta interpretación del caricaturistas nos muestra un disfraz de

la realidad, como ejemplo mencionamos al payaso, quien nos recuerda

lo “ridículo” porque se nos ha enseñado que no debemos vestirnos o

maquillarnos como ellos, recordemos incluso que cuando una mujer

está exageradamente maquillada decimos que parece “payaso” y nos

causa risa, es objeto de burla y escarnio social porque la asociamos con

el disfraz.

Por lo tanto se podría concluir que la risa y la caricatura deben ir

siempre de la mano, que la risa causada por la caricatura es irreverente,

que sirve para trastocar los límites impuestos de manera simbólica por

la sociedad hacia aquellas personas que ostentan el poder político y

138


que el disfraz que pone la caricatura a la realidad debe ser tomado en

cuenta por todo aquel que pretenda acercase a la caricatura política

como una fuente histórica.

El porfiriato ha sido una etapa de la historia de México estudiada

a detalle en muchos de sus aspectos y en el terreno de la caricatura

política hemos encontrado muchos estudios. Podemos destacar algunas

investigaciones que se han acercado al estudio de la caricatura política

para comprender algunos aspectos de la época, por lo que tenemos

algunos trabajos destacados en este tenor como los son los de Fausta

Gantús y Esther Acevedo desde la academia y los de Rafael Barajas

Durán “El Fisgón” desde el periodismo, sin embargo existen algunos

aspecto que han dejado de lado los investigadores, así como valiosas

aportaciones que mencionaremos a continuación.

Esther Acevedo asegura que los periódicos de caricaturas

pretendieron influir en la opinión pública de su época, refiriéndose a

la etapa del porfiriato, pero su contribución fue mitigada por factores

externos, a saber: falta de medios de comunicación, altos precios del

transporte y del correo, analfabetismo y elevado costo de venta que a

su vez era causado por los altos costos en el papel y la impresión de las

caricaturas. 317 Por lo que podemos entonces mencionar que si bien, tal

vez la caricatura política del porfiriato pretendía, a decir por Acevedo,

jugar un papel central en la opinión pública, existieron factores que

impidieron este cometido entre los que destacan los altos costos para

el financiamiento, impresión y venta de las publicaciones de caricatura

política.

La historiografía ha catalogado como una obra muy importante

la publicación de El Hijo del Ahuizote, pues fue siempre un órgano

317

Ester Acevedo, Un periodo intermedio en la caricatura mexicana del siglo XIX:

18611872, Exposición: La caricatura en Colombia a partir de la Independencia – Mayo de 2010,

Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República en: http://www.banrepcultural.org/

images_blaa_info/exposiciones/caricatura/texto-ester-acevedo-caricatura- mexicana.pdf

139


de crítica independiente que se valió del recurso de la caricatura para

plasmar dicha crítica y dar a conocer las ideas de corte liberal que

tenían sus caricaturistas y escritores, además de haber tenido cierto

acercamiento con el movimiento precursor iniciado en 1900 y de haber

sido la publicación de caricaturas más longeva que existió durante el

porfiriato y que pretendió ser una publicación popular. Lo cierto es que

también tuvo sus limitaciones, pues aunque algunos aseguran que llegó

a tener un tiraje cercano a los veinticinco mil ejemplares, resulta difícil

pensar que pudiera competir con publicaciones que contaban con el

beneplácito y la subvención de Porfirio Díaz, como lo fue El Imparcial,

publicación que con mucho superaba el tiraje máximo con el que llegó

a contar El Hijo del Ahuizote.

El Hijo del Ahuizote representa la cumbre de la caricatura política

de oposición durante la etapa conocida como el porfiriato, pues su

fundación data del año 1885, y con la desaparición de esta publicación

vino el declive de la caricatura en 1903. Por eso es que se ha afirmado

que con la desaparición de esta publicación acaba simbólicamente la

oposición más importante al régimen porfirista desde la palestra de la

caricatura política y se inicia con mayor fuerza el uso de la prensa escrita,

comandada por un grupo de jóvenes liberales como Juan Sarabia,

Santiago R. de la Vega o los Flores Magón desde publicaciones como

Regeneración, en la que se llegaron a publicar algunos manifiestos del

PLM.

La desaparición de El Hijo del Ahuizote ha sido un tema recurrente

entre los expertos en el estudio de la caricatura política, aunque existen

algunos puntos flojos que aún falta revisar, como el hecho de si la

publicación fue arrendada o simplemente Daniel Cabrera cedió la rienda

a los Flores Magón entre 1902 y 1903, y también en este sentido falta

aclarar si los Flores Magón, durante el tiempo que duró en circulación

la publicación desde que Daniel Cabrera se fue de la misma hasta su

desaparición definitiva en 1903 estuvieron inmiscuidos de lleno en ella

o sólo la arrendaron pero no se encargaron de ella.

140


Uno de los vacíos con el que nos topamos al realizar esta

investigación, fue que casi todos los estudiosos del tema mencionan

como un personajes y caricaturista importante a Jesús Martínez Carrión,

pero también nos dimos cuenta que prácticamente nadie se ha encargado

de hacer un estudio detallado acerca de su vida y obra, siendo hasta

ahora, un personajes enigmático, del cual se mencionan maravillas con

respecto a su trabajo, pero de manera superficial, tal vez porque pocas

de sus obras fueron firmadas con su nombre, por lo que resultaría difícil

analizarlas y sólo contamos con algunas vagas descripciones como la

que hace de él Santiago R. de la Vega, quien llegó a conocerlo.

En el capítulo segundo analizamos la cuestión de la caricatura

política decimonónica y lo que acerca de ella se ha escrito. Revisamos

tanto lo que sobre las publicaciones como sobre los caricaturistas mismos

se ha estudiado, encontrando algunas cosas interesantes y algunas

limitaciones en las investigaciones que revisamos y que a continuación

mencionaremos.

En primer lugar podemos destacar que la llegada de la primera

prensa litográfica a México marcó un suceso importante dentro de

la historia de la caricatura mexicana, ya que si bien, existen algunos

antecedentes de caricatura política en México, también es cierto que

fueron algunos ejemplos aislados casi siempre en hojas sueltas, pero

en 1826 la llegada de la primera prensa litográfica traída a México por

Claudio Linati sentará de una vez por todas las bases para la publicación

de caricatura política como una práctica recurrente dentro de la de la

prensa mexicana.

Al respecto podemos destacar que la técnica litográfica significaba

serias ventajas en comparación con el grabado, que era la técnica para

imprimir imágenes a la que más recurrían los caricaturistas y otros

artistas y editores antes de 1826, ya que representaba serios ahorros en

cuanto a costos y tiempo, por lo que la gran mayoría de los caricaturistas

empezarán a usar con mucho mayor frecuencia la técnica litográfica.

141


Uno de los vacíos más importantes que encontramos en la revisión

de las investigaciones que se han realizado en torno a la historia y

relevancia de la llegada de esta primera prensa litográfica es que la

mayoría de los textos revisados mencionan la llegada de la prensa

litográfica de Linati, pero muchos de ellos se refieren a este suceso sólo

de manera superficial y casi ninguna investigación profundiza acerca

del proceso de la llegada de esta prensa litográfica y tampoco se ha

profundizado a detalle acerca de la vida y obra de Claudio Linati, un

italiano liberal empecinado que publicó en México lo que muchos

consideran como la primera publicación de caricatura política que llevó

por nombre El Iris y de la cual tampoco encontramos algún estudio que

profundice acerca de ella.

A grandes rasgos ver que sólo algunas de las publicaciones del

siglo XIX, así como algunos personajes importantes han recibido un

trato minucioso por parte de los investigadores, y que muchas otras

publicaciones y personajes destacados están esperando la llegada de

los historiadores para profundizar acerca de algunos de los temas que

eran tratados en ellas, por lo que falta mucho por hacer en este terreno,

al igual que sucede con muchos de los caricaturistas que participaron

en estas publicaciones.

Entre las principales tesis que tratan el tema de la llamada “época

precursora de la Revolución mexicana”, que por lo general se toma

desde 1900 con la fundación de los clubes liberales de San Luis Potosí

hasta 1910 con el estallamiento de la Revolución mexicana, se encuentra

la que sostiene que la caricatura política jugó un papel fundamental al

ser concientizadora de las clases populares, están quienes han afirmado

que la caricatura política, y en general lo intelectuales de la clase

media que dirigían las publicaciones precursoras, sólo se aprovecharon

de estas clases populares para lograr su cometido, hasta los que

afirman que si bien, estos intelectuales, entre los que se encontraban

algunos caricaturistas, pretendieron jugar un papel importante en esta

142


preparación ideológica de la Revolución mexicana, no lo lograron del

todo, pues sus críticas sólo fueron como pequeños “dardos” arrojados

a la sólida estructura del porfiriato.

La caricatura política, fue una de las herramientas de crítica que

utilizaron los intelectuales de principios del siglo XX que se habían

agrupado en torno a los clubes liberales que se organizaron en el país. En el

libro La Caricatura Política se asegura que a la caricatura le tocó aumentar

la fuerza que iban tomando los ideólogos revolucionarios. 318 Cierto es

que una caricatura política resulta mucho más digerible que un sesudo

texto político, aunque no al grado de ser entendida de manera íntegra

sino se cuenta con un bagaje cultural y político básico, aunado a los

limitados tirajes que no podían competir con publicaciones oficiales

o que contaban con el beneplácito de Díaz como El Imparcial que

fácilmente superaba los tirajes de las publicaciones de oposición.

En el libro La prensa y el Estado se menciona que fueron los

intelectuales de clase media los que aprovecharon el descontento

por la falta de libertad, por la injusticia social y económica, la burla al

sufragio y el estancamiento político para plasmarlo en sus publicaciones

y de esta manera expresar ese descontento general que muchos sentían

pero pocos se atrevían a decir, 319 en este sentido, las publicaciones que

antecedieron a la Revolución mexicana jugaron un papel de crítica al

sistema usando el descontento existente entonces entre la sociedad.

La tesis más utilizada a los largo de la historia acerca del carácter

popular de la caricatura política es la que sostiene que la razón de

utilizar periódicos de caricatura política por parte de los precursores

intelectuales, residía en la sencilla razón de que el pueblo mexicano

estaba compuesto en su gran mayoría por analfabetas, así que una de

las maneras más sencillas de transmitir su mensaje político y social era

utilizando este tipo de prensa, al menos hasta 1903, pues recordemos

318

González Ramírez, La caricatura, op.cit., p. XXIV.

319

Baqueiro López, La prensa, op.cit., p.129.

143


que en este año desaparece El Hijo del Ahuizote, pues a pesar de que

existieron algunos intentos como con El Colmillo Público o El Ahuizote

Jacobino por revivir a la caricatura política antiporfirista, no hemos

encontrado indicios de que los jóvenes intelectuales hubieran apoyado

o utilizado estas publicaciones para lograr sus cometidos.

Aunque están quienes afirman que muchos se alejaron de estas

publicaciones de caricaturas debido a la represión, como en el Libro

Puros cuentos donde se apoya la tesis que menciona que la prensa

de caricaturas fue fundamental para el movimiento precursor de la

Revolución mexicana y se explican en el hecho de que es posible que

los periódicos liberales y conservadores “serios”, que polemizan entre

sí exponiendo sus doctrinas y cuestionan sensatamente al régimen,

lleguen a algunos hogares católicos o de liberales radicales, pero es

dudoso que sean leídos por amplios sectores de la población mexicana

de entonces. Sólo la prensa ilustrada de carácter satírico, es decir, la de

caricaturas, era capaz de llegar a un público popular. 320

Hay incluso quien asegura que la condición popular de la caricatura

política es atemporal porque esta característica es inherente a nuestra

caricatura, como es el caso de Manuel González Ramírez, quien en el

libro La Caricatura Política asegura que: “...La caricatura es expresión

del pueblo y para consumo del pueblo [...] Porque el lenguaje que

utiliza es más sencillo que el de la literatura “ 321 . En este mismo libro

se asegura que la gente, el pueblo o los “hombres oscuros” como es

llamada aquí esta clase popular era un caldo de cultivo, una levadura

lista para reaccionar ante cualquier estímulo, como la caricatura política,

que es considerada en este libro fundamental para la preparación de la

Revolución Mexicana, pues se afirma que los caricaturistas tomaron como

lienzo al pueblo para concientizar al pueblo mismo, utilizando para ello

un lenguaje sencillo y familiar, como los refranes, las fiestas populares,

320

Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 88.

321

González Ramírez, La caricatura, op.cit., p. XXIV.

144


las obras de teatro, los pasajes religiosos, para que de esta manera las

caricaturas funcionaran como una especie de “dardos” lanzados contra

el orden político existente. 322 Sin embargo hay otros que afirman que

este carácter popular de la caricatura, más que convencer al pueblo, lo

que pretendía era manejarlo para sus fines, en el libro La Ideología de

La Revolución Mexicana de Arnaldo Córdoba se menciona que no es

de extrañar que las masas trabajadoras no lograran en ningún momento

constituir un órgano propio de poder que resistiera los embates de

la lucha política y que en poco tiempo se convirtieran en un juguete

de otros grupos sociales mejor preparados como lo eran los sectores

medios, y en particular, a los intelectuales urbanos (profesionistas y

periodistas) y a los pequeños propietarios rurales. 323

Jesús Silva Herzog en su Breve Historia de la Revolución Mexicana

se refiere la prensa de oposición, entre la que se encontraba la prensa

de caricaturas, como una especie de dardos que ensuciaban la fachada

con sus artículos arrojados al sólido edificio del porfirismo, estropeando

los vidrios y la pintura de la fachada y contribuyendo a mantener

vivo el descontento que ya se manifestaba en algunos sectores de la

población. 324

Por lo que se ha mencionado hasta aquí es que podemos entonces

afirmar que la caricatura política tuvo ciertamente un carácter popular

en el sentido en que los caricaturistas e intelectuales de la clase media

quisieron imprimirle este carácter, porque se representaba al pueblo

con todas sus vejaciones, pero que no llegó a tener la resonancia que

muchos han querido ver, pues más que pretender tirar al régimen de

Díaz con caricaturas, lo que se pretendía era “ensuciar la fachada”

para de esta manera mostrar lo “no mostrable” del régimen y causar

en el espectador la burla, aunque como hemos visto, gran parte de

322

Ibíd., p. XXVII.

323

Córdova, La ideología, op.cit., p. 19.

324

Silva Herzog, Breve, op.cit., pp. 64, 65.

145


esos espectadores pertenecían a la clase media, esa misma clase de

la que emanaba la caricatura política, aunque también llegó a tener a

cierto sector popular entre sus espectadores, sin embargo, resulta difícil

corroborar este tipo de afirmaciones y mucho más difícil es afirmar

que la caricatura política funcionó como una especie de arma popular

ideológica contra Díaz sabiendo que la caricatura no era hecha por las

clases populares.

146


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