ESTUDIO HISTORIOGRÁFICO DE LA PRENSA DE CARICATURAS EN EL MÉXICO DECIMONÓNICO.
2018
2018
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ESTUDIO HISTORIOGRÁFICO DE LA PRENSA DE CARICATURAS
EN EL MÉXICO DECIMONÓNICO.
- Jesús Alejandro Báez Rodríguez
Directorio
MVZ. Francisco Domínguez Servién, Gobernador Constitucional del
Estado de Querétaro
Lic. José Alfredo Botello Montes, Secretario de Educación
Lic. René Rentería Contreras, Director de Educación
Lic. Jesús Hernández Briseño, Director de la Escuela Normal Superior
de Querétaro
Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución,
comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la
autorización expresa de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.
D.R. © 2018 Escuela Normal Superior de Querétaro (por la presente
edición)
D.R. © 2018 José Martín Hurtado Galves
Colón 14, Centro Histórico, C.P. 76000
TEL: 2144941
Querétaro, Qro.
Primera edición: Octubre 2018
Impreso en México
Printed in Mexico
ESTUDIO HISTORIOGRÁFICO DE LA PRENSA DE CARICATURAS
EN EL MÉXICO DECIMONÓNICO.
JESÚS ALEJANDRO BÁEZ RODRÍGUEZ 1
ÍNDICE
PRESENTACIÓN -------------------------------------------------------------------- 5
AGRADECIMIENTOS -------------------------------------------------------------- 7
CAPÍTULO 1: Un concepto ampliado de caricatura ------------------------- 9
1.1 Historiografía y caricatura ---------------------------------------------------------------------- 9
1.2 Definición ampliada ---------------------------------------------------------------------------- 11
1.3 La caricatura política en artículos especializados ---------------------------------------- 20
1.4 El que ríe al último… La risa y la caricatura ------------------------------------------------ 28
1.4.1 El que se ríe se lleva -------------------------------------------------------------------------- 31
CAPÍTULO 2: La caricatura política en el México decimonónico. Desde
la llegada de la primera prensa litográfica hasta la Revolución de
Tuxtepec ----------------------------------------------------------------------------- 37
2.1 Llegada de la litografía a México ------------------------------------------------------------ 37
2.2 Breve recorrido por las publicaciones de caricaturas del siglo XIX ------------------ 44
2.3 Otras publicaciones de caricaturas y otros caricaturistas ------------------------------ 54
CAPÍTULO 3: La prensa, la caricatura y los caricaturistas durante el
porfiriato y el control de Díaz sobre la oposición. -------------------------- 61
3.1 A Pan o Palo. Porfirio Díaz y el control del estado sobre la prensa ------------------ 61
3.1.1 La prensa durante el porfiriato ------------------------------------------------------------- 65
3.1.1.1 La prensa subvencionada ---------------------------------------------------------------- 73
1
Licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), maestrante
en Historiografía por la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Azcapotzalco (UAM-A),
estudiante de la Maestría en Educación por la Escuela Normal Superior de Querétaro (ENSQ) y
docente de tiempo libre también en la ENSQ.
3.2 La prensa de caricaturas durante “los años tuxtepecanos.” -------------------------- 80
3.3. ¿Caricatura de masas o de clase media? -------------------------------------------------- 91
3.3.1 Los artífices detrás de las publicaciones. Vida y obra de los caricaturistas ------ 95
3.3.1.1 José María Villasana ----------------------------------------------------------------------- 97
3.3.1.2 Jesús T. Alamilla ---------------------------------------------------------------------------- 99
3.3.1.3 Santiago Hernández --------------------------------------------------------------------- 100
3.3.1.4 Jesús Martínez Carrión ------------------------------------------------------------------ 103
3.3.1.5 Daniel Cabrera ---------------------------------------------------------------------------- 111
3.4 Las publicaciones de caricatura de oposición durante el porfiriato tardío.
Tres ejemplos: El Hijo del Ahuizote, El Colmillo Público y el Ahuizote Jacobino ---- 118
CONSIDERACIONES FINALES ----------------------------------------------- 127
REFERENCIAS -------------------------------------------------------------------- 147
PRESENTACIÓN
La investigación es parte fundamental de cualquier institución de
educación superior (IES). De ahí que la Escuela Normal Superior de
Querétaro (ENSQ) ponga tanto empeño en fomentarla y darla a conocer.
Con tal motivo la Dirección de la ENSQ lanzó una convocatoria, en
el 2018. La respuesta fue favorable por parte de varios de nuestros
académicos. La convocatoria invitaba a publicar investigaciones (avances
y productos) y textos de carácter literario.
Este libro es resultado de dicha convocatoria, en el ámbito de la
investigación. Ahora bien, al igual que los demás libros en este rubro, su
valor es notable para la ENSQ: por un lado da a conocer los resultados de
las investigaciones de nuestros académicos, en concreto la participación
del Lic. Jesús Alejandro Báez Rodríguez explica en primera instancia
la relación entre la historiografía y la historia, distinguiendo que la
historiografía es una especie de consciencia de la historia porque su
principal objetivo es realizar análisis del discurso y la representación
histórica; por otro lado, muestra su compromiso con la institución, como
un ejemplo de docente joven, en donde la conquista de sus estudiantes
la realiza con la muestra de sus investigaciones. Con ello aspiramos como
institución que los docentes sean académicos reconocidos al interior de
la ENSQ, en el municipio, en el estado, en el país y –pensar en grande–
de manera internacional; es decir que no se conformen solamente con
ser docentes (dar clases), sino que, como parte de su ejercicio profesional,
lleven a cabo investigaciones que sean ejemplo para sus propios
estudiantes normalistas.
Con base en lo anterior, cabe mencionar que los docentes que
atienden a estas convocatorias muestran no sólo sus investigaciones
y producción literaria, sino también su compromiso con la institución y
5
la educación en general. Al respecto, el aporte histórico de este libro
recae principalmente en la realización de una revisión de las principales
obras que han tratado el tema de la caricatura política en México como
su principal objeto de estudio, para observar cómo y desde dónde
se ha observado este fenómeno que, en la mayoría de los casos sirve
al historiador y a todo aquél interesado en temas político como un
termómetro de las situaciones políticas y sociales del momento en que
tiene lugar la caricatura política, porque ella habla desde el presente en
que es concebida, critica a su presente valiéndose del pasado, señalando
errores y defectos, agrandándolos para hacerlo más perceptibles.
Hoy se confirma que en las Escuelas Normales se hace investigación.
A partir de que se les ha reconocido como IES, su labor se ha
ampliado. Ahora tienen tres tareas sustantivas: docencia, investigación
y divulgación. Por eso, entre los objetivos que se enmarcaron en la
convocatoria destacan: 1) dar a conocer las investigaciones que realizan
los docentes de la ENSQ; y 2) coadyuvar a la investigación que realizan
las IES en el Estado de Querétaro.
No quiero terminar sin antes felicitar a Lic. Jesús Alejandro Báez por su
dedicación, compromiso y ejemplo como docente.
La ENSQ está comprometida en coadyuvar en la producción de
conocimiento, así como en el fomento a la lectura. Al respecto es
importante mencionar que ambas cosas las hacemos profesionalmente
con gusto y convicción.
Lic. Jesús Hernández Briseño
Director de la ENSQ
6
AGRADECIMIENTOS
La presente obra fue producto de muchas indagaciones y de una revisión
exhaustiva de muchas obras que han tratado el tema de la caricatura
política en México en un periodo que abarca de 1950 al 2011, mismo
que no hubiera sido posible sin el apoyo de muchas personas, entre las
que se encuentran mi padre Lucas Báez y mi madre Margarita Rodríguez,
mi esposa Hilda Barbosa, el apoyo académico de la Dra. Margarita
Espinosa Blas y la Dra. Adriana Pineda, así como de la institución donde
actualmente laboro: la Escuela Normal Superior de Querétaro y su
Director, el Licenciado Jesús Hernández Briseño, quien ha mostrado
un incansable compromiso de promover investigaciones como la que
aquí se presenta, al igual que el subdirector Roberto Compeán, además
de los innumerables consejos profesionales y académicos del Dr. José
Martín Hurtado, académico ejemplar de dicha institución.
7
CAPÍTULO 1.
UN CONCEPTO AMPLIADO DE CARICATURA
1.1 Historiografía y caricatura
La presente obra es producto de la revisión de una parte de la tesis
de Licenciatura en Historia cursada en la Universidad Autónoma de
Querétaro que llevó por título: La prensa de caricaturas en México. Un
estudio historiográfico, 1827-1903 y que tuvo como intención revisar lo
que se había investigado acerca de la caricatura política mexicana para
posteriormente continuar investigando al respecto, cuestión que se ha
seguido a cabalidad en la Maestría en Historiografía en la Universidad
Autónoma Metropolitana, con la tesis que está actualmente en proceso
de redacción y que lleva tentativamente por nombre: Discurso y
representación del pueblo en la presa de caricaturas del porfiriato,
misma que busca hacer una lectura de las caricaturas de dicho periodo
desde el análisis historiográfico.
Y como la presente investigación se hace desde el análisis
historiográfico no queda más que tratar de dar luces al respecto, por lo
que se dirá que la historiografía, en su definición más simple se refiere
al estudio del discurso y representación histórica, o en otras palabras:
es el estudio de la manera en que se construyen a lo largo del tiempo
las representaciones de sucesos históricos así como los múltiples usos
del discurso y la actualización de estos a lo largo del tiempo en una
interrelación espacial y temporal desde el lugar de enunciación en que
tienen lugar.
A la historiografía le interesa, en este sentido, analizar los sucesos
históricos, pero por encima de los sucesos le atañe el estudio de las
representaciones que de ellos se hacen, respondiendo a preguntas como:
¿Quién o quiénes están haciendo o hicieron tal o cual representación
sobre un suceso pasado?; ¿Desde dónde lo están tratado? y ¿Para
qué?, en el entendido que al dar respuesta a dichas preguntas busca
comprender el sentido original que se le dio al uso del lenguaje que
9
construye cierta narrativa sobre el pasado, esto con el objetivo de dar
explicación y comprender la significación tanto de los discursos como
de las representaciones históricas.
La historiografía, en resumidas cuentas, evita juzgar al pasado,
tratando de comprender los discursos que le dan sentido a ese pasado,
pero al mismo tiempo busca el sentido original, tanto de las palabras
escritas como de las representaciones a partir de distintos tipos de
grafías, como en este caso lo son las obras que han tratado el tema de
la caricatura política en el México decimonónico. En palabras simples;
lo que vamos a realizar aquí es un recuento y una revisión histórica de
las obras que se han interesado en el tema de la caricatura política
mexicana del siglo XIX con la intención de identificar aportaciones,
pero también vacíos que puedan dar pie a futuras investigaciones y
posteriores análisis de caricaturas políticas que ayuden a explicar y
comprender algunos episodios de la vida política y social de México.
Así pues, este libro busca explorar y comprender los discursos que
sobre la caricatura política mexicana se han escrito, desde sus orígenes
como Estado independiente hasta inicios del siglo XX. En otras palabras:
se realiza un estado del arte ampliado acerca de la historia de la caricatura
política mexicana, porque a pesar que muchos mencionan su origen
en la época colonial, el interés principal aquí se centra en identificar
lo que se ha investigado acerca de cómo se conformó a lo largo del
siglo XIX junto con la conformación del Estado mexicano mismo, las
distintas expresiones de caricatura política, sus representaciones y
particularidades, con la intención de seguir explorando algunos temas
particulares en un futuro cercano.
Por lo anteriormente mencionado queda claro que aquí no se
realiza un análisis puntual sobre las caricaturas y sus grafías, sino sobre
las obras que han analizado dichas grafías, es por eso que las imágenes
que se incluyen sirven como meras ilustraciones y complemento
del texto escrito, por lo que las que se utilizan serán simplemente
10
referenciadas, y en otros casos brevemente descritas o simplemente
se dejará la explicación original dada por los autores de los libros que
fueron revisados.
1.2 La definición ampliada
Fausta Gantús, reconocida investigadora del Instituto de Investigaciones
Doctor José María Luis Mora destaca en su libro Caricatura y poder
político. Crítica, censura y represión en la ciudad de México, 1876-1888,
que resulta difícil delimitar una definición que abarque las principales
características mencionando que:
Por la multiplicidad y variedad de formas, estilos, contenidos y usos
de la caricatura resulta forzoso intentar una definición abarcadora
e incluyente. Para ello es necesario considerar diversos factores
como el carácter, causas que la generan, fines que persigue, lugar y
momento en que se produce y, se podrían incluir, los destinatarios
para los que se crea o los objetivos que guían su estudio. 2
Fausta Gantús da en el clavo al mencionar que tanto el carácter
como las causas y los fines que persigue cada caricatura la configura
como única, y que dichas causas o circunstancias son la que definen
sus características, aun así, resulta difícil acotar una definición sobre las
funciones sociales y políticas que cumple la caricatura, por ello es que
aquí trataremos de ser concisos con las definiciones y las características
que algunos expertos en el tema han dado a la caricatura política, con
la intención de aclarar el panorama.
Sergio Fernández en el “Proemio” hecho al libro La Caricatura
Política menciona que a ésta se le tiene en una estima menor a la que
merece (o al menos se le tenía en 1955, año en que se publicó dicho
libro) ya que asevera que a la caricatura política “se le considera o bien
2
Fausta Gantús, Caricatura y poder político. Crítica censura y represión en la ciudad de
México, 1876-1888, México D.F, El Colegio de México-Instituto de Investigaciones Dr. José
María Luis Mora, 2009, p.13.
11
fuera del terreno artístico o en un plano secundario, como mero arte
menor.” 3 Fernández considera que el filósofo Samuel Ramos se dio
cuenta de que el límite entre ambas producciones (caricatura y arte),
es siempre impreciso debido al gran acercamiento que existe entre
caricatura y el arte moderno, pero la principal diferencia radica en que
la caricatura tiene como meta la naturaleza, pero no la principal, porque
por fuerza la caricatura deforma la realidad 4 y ahí es donde la caricatura
encuentra su propia naturaleza: en la deformación de la realidad que
representa.
Por otro lado, en el prólogo del libro La Caricatura en México,
de Manuel Toussaint, se afirma tajantemente que “la caricatura es una
obra de arte”, 5 que además “logra darnos una expresión espiritual que
interpreta despiadada lo risible y lo cómico en la figura del hombre” 6
definición con la que no siempre han coincidido ni los estudiosos del
arte ni los de la caricatura política, pues como bien lo señala Samuel
Ramos, la caricatura no busca representar fielmente la realidad, sino
hacer una interpretación de ella para presentar situaciones de manera
exagerada, funcionando como una especie de lente que agranda las
situaciones, especialmente las que resultan vergonzosas y vergonzantes
para los protagonistas, que generalmente son políticos.
Antonio Caso, figura intelectual sumamente destacada en estudios
estéticos durante el siglo XX mexicano, da cuenta de manera sencilla
pero concisa de la principal diferencia entre la caricatura y la pintura de
la siguiente manera: “[…] La impureza de la caricatura resulta de que el
artista inserta en el retrato su opinión sobre los defectos del modelo”. 7
En pocas palabras, la única cuestión por la cual una caricatura no puede
ser catalogada como obra de arte, radica en el hecho de ser subjetiva,
3
Manuel González Ramírez, La caricatura política, México, FCE, 1955, p.VII.
4
Ídem.
5
Manuel Toussaint, “Prólogo” en, Rafael Carrasco Puente, La caricatura en México,
México, Imprenta Universitaria, 1953, p.17.
6
Ídem.
7
Ibid., p. 25.
12
es una interpretación que el autor hace acerca de la realidad; el
caricaturista interpreta el hecho y para representarlo de manera gráfica
deforma la realidad, exagerando los rasgos para que el lector haga una
crítica aguda sobre lo representado.
Fausta Gantús considera que uno de los elementos importantes
de la caricatura es su “capacidad para sintetizar una idea y transmitir
un mensaje a través de unos pocos trazos, valiéndose del humor”. 8 La
caricatura entonces funciona como una imagen por medio de la cual
se sintetiza un mensaje, in situ político. Además, Gantús afirma que
la caricatura es un medio de expresión “que contiene en sí una gran
fuerza rebelde y que por su carácter irreverente y crítico se sitúa entre
los frágiles y difusos límites que definen las fronteras de lo legal y lo
subversivo.” 9 Con lo anterior puede decirse entonces que la caricatura
contiene en sí misma una genética subversiva.
En el libro Puros cuentos. La historia de la historieta en México.
1935-1950 de Armando Bartra y Juan Manuel Aurrecoechea que
data de la década de 1980, dedicado principalmente al estudio del
origen del comic, se menciona que la caricatura ataca a su adversario
y “[…]se esmera en descubrir los defectos ocultos tras la apariencia
todopoderosa del enemigo, y una vez localizado el “talón de Aquiles”
golpea sin medida ni clemencia. La ofensa, el insulto y la vulgaridad no
son su límite sino su instrumento más preciado”. 10
Esta condición de ridiculizar y sacar a la luz los defectos, de cargar la
mano hacia el adversario todopoderoso, es una cuestión recurrentemente
mencionada en los textos revisados, y que necesariamente remite al
filósofo Henry Bergson, quien fue uno de los primeros en interesarse en
el estudio de la risa y en tratar de explicar y comprender por qué los seres
8
Ibid., p. 13.
9
Ibíd., p. 14.
10
Juan Manuel Aurrecoechea y Armando Bartra, Puros cuentos. La historia de la historieta
en México. 1874-1934, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes-Museo Nacional de
Culturas Populares-Grijalbo, 1988, p.52.
13
humanos reímos ante un cuerpo caricaturizado. Henry Bergson explica
que: “El arte del caricaturista consiste en escoger este movimiento,
imperceptible a veces y agrandarlo, hacerlo visible a todos los ojos.” 11
Ejemplo de esta referencia implícita la encontramos en el libro
Puros Cuentos, donde se menciona que la caricatura “Se esmera en
descubrir los defectos ocultos tras la apariencia todopoderosa del
enemigo, y una vez localizado el “talón de Aquiles” golpea sin medida
ni clemencia”. 12 Aurrecoechea y Bartra, los autores del libro, también
parecen haberse inspirado en Manuel González Ramírez, quien escribió
a mediados del siglo XX en el libro La caricatura política la frase “talón
de Aquiles” de la siguiente manera: “Basta con que la burla encuentre
el siempre para ella accesible talón de Aquiles para que ligera, pronta
y eficaz, atrape a su presa”. 13 Haciendo clara alusión a la exaltación
de los defectos, por mínimos que sean, del adversario al cual se está
ridiculizando por medio de la caricatura política, para hacer una crítica
que agrande el defecto y permita que el lector lo visualice sin pensar
que es sólo una parte de la persona o sus acciones, en otras palabras;
agranda la parte como si fuera el todo, para que el lector identifique a
su vez esa parte como si fuera el todo.
Algunas de las aportaciones interesantes que se hacen en el libro
Puros Cuentos acerca de la caricatura es la mención referente a que la
caricatura no es un medio puramente gráfico, como algunos pretenden
entenderlo, sino que el texto también tiene un importante valor al
realzar el mensaje, convirtiendo a la caricatura política en una simbiosis
creada entre texto e imagen, puesto que: “La caricatura política no es
un género puramente gráfico. Aunque la distancia nos lleve a valorar,
sobre todo, sus aspectos plásticos y menos coyunturales, la intención
satírica no se agota en el dibujo, está también en los textos que ilustra,
11
Henri Bergson, La risa. Ensayo sobre la significación de lo cómico, Buenos Aires,
Editorial Losada, 1953, p.28.
12
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p.52
13
González Ramírez, La caricatura, op. cit., p. X.
14
y con frecuencia sólo se capta en una doble lectura.” 14 Aunque cabe
mencionar que muchas de las caricaturas decimonónicas o no contienen
texto o es probable que el texto haya sido añadido con posterioridad por
alguien ajeno a la caricatura, o que por el contrario; el texto anteceda a
la caricatura, por lo que, al menos para la caricatura decimonónica texto
e imagen no siempre van de la mano.
También se menciona que el texto en la caricatura política
mexicana surge de las expresiones populares que “apelan al patrimonio
común de cantos, epigramas y refranes o deforman los diálogos de
obras teatrales populares como Don Juan Tenorio”. 15 Y el texto es tan
importante para Aurrecoechea y Bartra que: “[…] debemos reconocer
que en su momento el texto asociado a la gráfica política tuvo tanta
legitimidad e importancia como la imagen”. 16 Con lo cual nos invita a
explorar a la caricatura política en su conjunto, y dar una justa lectura
tanto al texto como a la imagen.
Otra expresión muy popular y mexicana que se menciona en
este libro es el mote, el cual es utilizado en nuestra vida cotidiana en
todo momento y hacia muchas personas o lugares de manera también
satírica, puesto que es una forma caricaturesca de nombrar a alguien o
a algo, una manera chusca, pero también cruel de renombrar, que en
esencia es una manera distinta de caricaturizar la realidad.
El apodo ha sido utilizado también en la gráfica mexicana, como
ejemplo tenemos el libro de Rafael Barajas Durán “El Fisgón” que lleva
por nombre El País del El Llorón de Icamole, y es que el Llorón de Icamole
es nada más y nada menos que el mismísimo Porfirio Díaz, quien fue
nombrado de esa manera cuando en una ocasión, al perder una batalla
en un lugar llamado Icamole, en plena revolución de Tuxtepec, se puso
a llorar, ganándose el apelativo de el llorón de Icamole.
14
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 54.
15
Ídem.
16
Ídem.
15
Así pues, en el libro Puros Cuentos se resume la cuestión del apodo
de la siguiente manera:
El apodo es una suerte de caricatura verbal. Mientras la sátira
gráfica exagera los rasgos físicos, su complemento, el mote
burlesco, resalta los defectos morales. Así, el cucho y voraz Santa
Anna recibe el merecido sobrenombre de “Quinceuñas” y Porfirio,
después de su segunda reelección, se transforma en “Perfidio” y
más adelante en “Don Perpetuo”. 17
Eduardo de Rio, mejor conocido como “Rius” también ha indagado
acerca de algunas características de la caricatura, así como su origen.
Este caricaturista menciona como antecedente de la caricatura al
dibujo humorístico, que según él existe desde la época de los griegos,
atribuyéndole el origen de la caricatura por los dibujos aparecidos en
algunas ánforas donde, “además de que las facciones y cuerpos han
sido caricaturizados”, 18 se nota asimismo la intención de ridiculizar 19
a los personajes dibujados.” 20 Vemos pues, que la deformación del
cuerpo humano es otra característica que destacan los estudiosos del
tema como parte fundamental de la caricatura política.
Rius además, opina que la principal diferencia entre caricatura
política y dibujo humorístico, es que la primera exagera las formas con
la intención de causar burla hacia algo o alguien con el propósito de
hacer pensar al espectador, 21 mientras que el dibujo humorístico lo
único que hace es exagerar las formas con la intención de causar risa
pero sin la intención de la burla. 22
17
Ídem.
18
Eduardo del Río, El arte irrespetuoso, México, Debolsillo, 2010, p.9. Subrayado en el
original.
19
Ídem., Subrayado en el original.
20
Ibíd., p.10.
21
Ídem.
22
Ídem.
16
Para Helguera, otro caricaturistas que también ha incursionado en
el tema del análisis de caricatura política, en el prólogo realizado al
libro de Rius El Arte Irrespetuoso, menciona que la caricatura cumple la
función que cada caricaturista quiere darle 23 , es decir, la caricatura es
una especie de crítica o interpretación personal, que en buena medida
depende del caricaturista, puesto que él plasma y da forma a su obra
interpretando la realidad, pero no cualquier realidad, sino la realidad
política y social, que a final de cuentas es la principal diferencia entre
caricatura y pintura, entre caricatura y obra de arte.
En el libro titulado Comunicación, humor e imagen se aborda el
tema del dibujo humorístico, sus características y las funciones que
debe tener, entendido todo esto como mensaje icónico. El mensaje
icónico debe comprenderse como un todo, como una estructura en
la que el conjunto es lo más importante, es decir, el mensaje que un
dibujo humorístico trata de transmitir no se comprenderá si no se
comprende todo de manera ligada, incluido el texto por lo que: […]
los elementos de un conjunto (en este caso, el dibujo humorístico), aun
cuando eventualmente puedan ser entendidas por separado, asumen
su real e intencionado sentido cuando se les considera en su interacción
con los demás que forman la estructura que observamos”. 24 Por lo que
podemos entender que tanto el dibujo humorístico, o la caricatura
política, no pueden ser comprendidos en su totalidad, ni su mensaje
puede ser efectivo, si no se “leen” todas sus partes como un conjunto.
En este mismo libro se menciona que el valor del dibujo
humorístico publicado en los periódicos es muy importante, puesto
que destaca entre las miles de letras. 25 Los rasgos que distinguen al
dibujo humorístico de la caricatura política son entendidos en este libro
23
Helguera, “Prólogo”, en Eduardo del Río, La revolución mexicana, Colección Todo
Rius, Tomo 3, México, 2006, p.7
24
Luis Ernesto Medina, Comunicación, humor e imagen. Funciones didácticas del dibujo
humorístico, México, Editorial Trillas, 1992, p.9.
25
Ibid., p.14.
17
prácticamente de la misma manera que lo hace Rius y otros autores
mencionados anteriormente, sólo que la caricatura política se le llamada
aquí dibujo humorístico político. El dibujo humorístico político tiene
como característica la opinión que el caricaturista o el periódico quieren
dar a conocer, sirve pues, para expresar un punto de vista, puesto que
“el dibujo humorístico político se encuentra ligado principalmente a la
caricatura, que por su carácter satírico resulta ideal para expresar una
opinión”. 26 Los caricaturistas son, en esencia intérpretes gráficos de
su tiempo. 27 Que expresan ese sentir, esa interpretación de la realidad
eminentemente política de su tiempo por medio del dibujo.
Otra de las características mencionadas en el libro Comunicación
Humor e Imagen, es el carácter popular de la caricatura, pues se destaca
que la caricatura es popular porque su mensaje puede ser entendido
fácilmente, pero dicho carácter “popular” ha sido duramente discutido
y refutado desde la academia por investigadores del tema como Fausta
Gantús, Lourdes Roca o Tomás Pérez Vejo, para quienes ese carácter
popular queda descartado en tanto que el lector no puede interpretar
una caricatura sin un bagaje político que le ayude a descifrar el “todo”
del mensaje gráfico y escrito de las caricaturas políticas.
Fausta Gantús coincide en que no puede comprenderse por
separado la imagen del texto, por lo que resulta difícil sostener el
argumento de que la caricatura ha tenido ese carácter popular que se
le pretende atribuir en el libro Comunicación, humor e imagen, pues
para ello sólo baste recordar que durante todo el siglo XIX y parte del
XX el analfabetismo en México alcanzaba cifras que rondaban entre el
80% y el 90% del total de la población.
Sin embargo, estamos de acuerdo, sólo parcialmente, en que el
dibujo de humor, entendido en su conjunto como todo aquel signo
icónico cuya principal intencionalidad pretende ser la de causar la risa
26
Ibid., p.15.
27
Ídem.
18
o burla, es de más fácil lectura que el texto sin dibujo. Ya que si bien
es cierto que en ocasiones un dibujo requiere menos esfuerzo que un
texto para ser leído, también es cierto que la caricatura política, por
su naturaleza contextual, necesita y requiere del entendimiento de
ciertos signos sociopolíticos a lo que no cualquier sector social tiene
acceso, mucho menos si estamos haciendo lectura de caricaturas ajenas
a nuestros horizontes espaciales y/o temporales.
Podemos entender que, aunque pudiera ser popular, por su
extensión o difusión, el mensaje icónico de la caricatura política mexicana
del siglo XIX y parte del XX no era comprendido en su totalidad por
la mayor parte de la población, debido al amplio analfabetismo que
prevalecía en México. Pues, como también se menciona en este libro,
no basta con que el receptor “reciba” el mensaje, pues adicionalmente
se necesita de la percepción para que el mensaje visto o leído pase a
ser “percibido”. Dicho de otro modo, el mensaje icónico necesita ser
interpretado, discriminado, descifrado e identificado, por su receptor. 28
En el mencionado libro Comunicación, Humor e Imagen, también
se menciona una clasificación de la caricatura, que es tomada del
investigador francés Sizeranne, un crítico de arte, quien distingue entre
caricatura deformativa, caracterizante y simbolista 29 describiendo las
características de cada una de la siguiente manera:
Generalmente, por caricatura se entiende la exageración de
rasgos y proporciones a una figura humana con la intención de
ridiculizar a un sujeto, pero ello corresponde solamente al aspecto
deformativo; en el caracterizante, por ejemplo, un rostro sin
deformaciones puede acompañarse de una vestimenta de santo,
revolucionario, criminal, etc., según el carácter de la persona; en
el simbolista, un personaje puede representarse como un objeto
(una balanza, una espada, un termómetro), una animal (tortuga,
28
Ibíd., p.20.
29
Ídem.
19
león, burro, etc.), un árbol, una piedra, etc., y luego destacar quién
es el representado por medio de algún detalle (anteojos de un
tipo muy especial, un bigote característico, etcétera). 30
Además de la caracterización y la deformación, el estereotipo
forma parte inherente de la caricatura política, porque ayuda al receptor
y posible perceptor 31 a crear una clasificación de los personajes que
aparecen en la imagen como si esta fuera una clasificación preexistente,
es decir, ayuda a hacer creer al espectador que el personaje que aparece
dibujado o caricaturizado poseyera de sí el estereotipo, como si fuera
parte inherente a la persona.
Los estereotipos favorecen la clasificación entre “buenos y los
malos” 32 puesto que por ejemplo, los “malos” aparecen en el dibujo casi
siempre con rasgos exagerados y en algunas ocasiones zoomorfizados.
33
Algunos de los estereotipos más famosos y de los cuales se hace
mención en este libro son: el Tío Sam para EUA, el oso para lo que era
la Unión Soviética, el hombre durmiendo una siesta bajo un enorme
sombrero recargado en un gran cactus o un nopal para México, entre
otros tantos. 34 Con lo que podemos darnos cuenta que el uso del
estereotipo es un lenguaje universal común para distintas épocas y
culturas, que sin embargo guarda una íntima relación con el horizonte
cultural en que tiene lugar, porque no será lo mismo algún estereotipo
cercano temporalmente a mí que uno lejano.
1.3 La caricatura política en artículos especializados
En este apartado se revisa lo que sobre la caricatura política se ha
dicho en artículos de revistas especializados en el tema, tomando como
30
Ídem.
31
Ibíd.,, p.86 Entendido con interpretador del mensaje en este mismo libro, como aquel
que entiende de manera íntegra el mensaje completo, en el libro aparece como aquella persona
que entiende el dibujo como un todo, como una estructura: cada dibujo debe ser entendido
como una estructura en la que el todo no es igual a la suma de sus partes.
32
Ibíd., pp. 46, 47
33
Ibíd., p. 47.
34
Ídem.
20
parámetro que sean revistas indexadas y/o arbitradas donde aparecieron
los artículos, además de tomar en cuenta la trayectoria académica del
autor o autora, con la intención de no caer en banalidades y evitar
lugares comunes.
Las aportaciones más importantes las encontramos en la Red de
Revistas Científicas de América Latina y el Caribe (REDALYC), donde
aparecen textos de estudiosos de la caricatura política, sobre todo en
lo referente a la definición y clasificación. Uno de los investigadores
que más ha ahondado en el tema es el Doctor Carlos Abreu, profesor
investigador de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad
Central de Venezuela que hizo sus estudios de posgrado en las Islas
Canarias, España pero cuyas aportaciones se realizan desde el campo
de la comunicación, aportaciones que sin embargo son valiosas y por lo
cual se incluyen en este apartado.
El artículo más antiguo que se ha encontrado de Carlos Abreu lleva
por título: “Periodismo iconográfico. Dibujo satírico, dibujo humorístico,
chiste gráfico y caricatura”, en el cual se realiza un análisis que distingue
los principales rasgos de cada uno de los géneros que compete a la
caricatura. Abreu explica cuestiones relacionadas con el dibujo satírico,
mismo que hemos definido anteriormente con otros autores.
Abreu además hace mención del dibujo satírico, así como de su
relación y principales diferencias con la caricatura política, concluyendo
que no existen fundamentos teóricos que justifiquen una diferenciación
sustancial entre ambas categorías que, además, son utilizadas como
sinónimos en muchas ocasiones. 35 Abreu justifica esta afirmación
haciendo referencia a Évora Tamayo quien en un trabajo acerca de la
prensa cubana de los años veinte usa ambos términos indistintamente.
Otro ejemplo del uso de ambos vocablos como sinónimos lo encuentra
35
Carlos Abreu, “Periodismo iconográfico (V). Dibujo satírico, dibujo humorístico,
chiste gráfico y caricatura”, Revista Latina de Comunicación Social, Tenerife, Canarias; España,
Facultad de Ciencias de la Información: Pirámide del Campus de Guajara Universidad de La
Laguna, 2000, p.36 en: http://www.ull.es/publicaciones/latina/aa2000kjl/u36di/01abreu.htm
21
en Abilio Padrón quien, sin embargo, prefiere usar el término “dibujo
satírico” en lugar del de caricatura política, puesto que el de caricatura
puede prestarse a confusión con los dibujos animados. 36 Claro está
que dicha confusión puede darse en contextos específicos que no
necesariamente aplican para el nuestro.
La conclusión a la que llega Abreu después de una larga y detallada
revisión de lo que se ha escrito y disertado en relación a ambos
términos es la siguiente: “La caricatura es un sólo género con diferentes
ramificaciones, en las que entran las clasificaciones antes mencionadas
(la caricatura política o editorial; la costumbrista, la personal y el
humor en general), con excepción del humor general”. 37 La caricatura
política, según Abreu, debe contener hechos noticiosos de actualidad
para poder poseer ese carácter de “política”, de lo contrario sólo son
dibujos de entretenimiento o “humor general”, que apuntan hacia el
comic, 38 Abreu afirma, además, que en algunas ocasiones la caricatura
es utilizada en las editoriales con el fin de fijar una posición sobre
hechos de actualidad, 39 por lo que puede deducirse que una caricatura
no necesariamente es sinónimo de editorial como han mencionado
algunos, por lo que podemos afirmar que existe una sutil diferencia
entre la caricatura política y la caricatura editorial, que en ocasiones son
vistas como lo mismo o algo muy similar, sin embargo vemos que Abreu
menciona que la caricatura política casi siempre trasmite el mensaje
que el caricaturista pretende dar a conocer, mientras que la editorial es
mandada hacer precisamente por la editorial
El doctor Abreu también analiza la posición de investigadores
que distinguen entre dibujo humorístico y caricatura política, pero
después de un largo análisis termina coincidiendo con la postura de
Luis Medina, el cual afirma que el dibujo humorístico se caracteriza por
36
Ídem.
37
Ídem.
38
Ídem.
39
Ídem.
22
la distorsión de sus elementos para dar énfasis a las cualidades más
significativas del tema, y con respecto a la caricatura, menciona que los
elementos más significativos son: la distorsión, gracia, ironía y chiste 40
por lo cual, ambos términos no tienen diferencias claras, por lo que
como conclusión final, Abreu explica que: “En fin, para nosotros no
tiene sentido diferenciar entre el dibujo humorístico y la caricatura, ni
por su estructura ni por los propósitos que persigue, así como tampoco
por sus marcas formales. Son dos caras de la misma moneda”. 41
Abreu, como lo mencionamos, tiene varios artículos que analizan
algunos aspectos de la caricatura política, uno de ellos fue publicado en
2001 y tiene por título: “Periodismo Iconográfico. Hacia una definición
de caricatura”. En este artículo explica que “ningún concepto abarca
de manera completa el objeto que pretende definir”. 42 Sin embargo él
mismo hace un esfuerzo en el que define que la caricatura periodística
(o política) es un género iconográfico de opinión. 43
Podemos concluir entonces que la caricatura política es un
género iconográfico de opinión cuyos principales rasgos son: a) que
cuenta con un cartón o viñeta cuya finalidad es emitir un juicio; b) un
parecer u opinión, cuyas marcas formales están constituidas por rasgos
exagerados, acentuados o grotescos en el dibujo; c) se le considera
iconográfico porque el papel que juega la imagen es fundamental. 44
Abreu además agrega que no sólo se puede caricaturizar a
personas, sino también acontecimientos, instituciones, alguna situación
o un lugar 45 pero siempre manteniendo su enfoque burlón, mordaz e
40
Ídem.
41
Ídem.
42
Ídem.
43
Ídem.
44
Ídem.
45
Carlos Abreu, “Periodismo Iconográfico (Vii) Hacia Una Definición De Caricatura”,
Revista Latina de Comunicación Social, abril, año/vol.4, número 040, Laboratorio de Tecnologías
de la Información y Nuevos Análisis de Comunicación Social, Canarias, España, 2001. En: http://
redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=81515382012
23
irónico. 46 Por lo cual se diferencia de la caricatura personal, en la que
se retrata a alguien exagerando sus rasgos, con la única intención de
divertir. Por lo que en la caricatura política no sólo es el retrato o la
exageración de los rasgos lo que cuenta, sino también el simbolismo,
el mensaje preceptivo en potencia pero sobre todo la formación de
opiniones y en ese sentido, la incidencia sobre las conciencias y el
devenir de esas conciencias, quienes atendiendo al llamado, pueden
ver lo que sucede en el presente para anticiparse, por medio de sus
acciones, al devenir inmediato.
Otros rasgos distintivos de la caricatura política que destaca Abreu
son: La hipérbole que es la exageración visual o verbal; la metáfora que
es la comparación entre dos contenidos; la metonimia que es cuando se
alude a un objeto por medio de otro, y pone como ejemplo el tulipán
para hacer referencia a la primavera. Otro de los recursos usados por
la caricatura y que es explicado en este artículo es la sinécdote que
es cuando se hace referencia de una parte de algo para referirse al
todo; 47 por ejemplo utilizar los “arcos” para hacer referencia a la ciudad
de Querétaro, o el Ángel de la Independencia para referirse a México
como país.
En otro artículo del mismo autor que lleva por nombre “Periodismo
Iconográfico. Clasificaciones sobre la caricatura” se analizan los tipos de
caricatura que existen de acuerdo a su finalidad, lo que en este artículo
se menciona lo destacamos aquí porque creemos que puede aclarar
un poco lo mencionado sobre el análisis a los artículos del doctor
Abreu en párrafos anteriores. La clasificación propuesta por Abreu es
la siguiente: caricatura editorial, personal, política, costumbrista y de
ilustración. 48
46
Ídem.
47
Ibíd., pp. 2,3
48
Carlos Abreu Sojo, “Periodismo iconográfico (IX). Calificaciones sobre la caricatura”,
Revista Latina de Comunicación Social, junio, año/vol.4, número 042, Laboratorio de Tecnologías
de la Información y Nuevos Análisis de Comunicación Social, Canarias, España, 2001, en:
http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=81515382012
24
Con respecto a la caricatura editorial, que es la más parecida de
acuerdo a sus características, a la caricatura política, se hace nuevamente
mención de Évora Tamayo, la cual afirma que la caricatura editorial es
aquella expresión gráfica que nace con la intención de dar a conocer
la posición del periódico frente a los acontecimientos de máxima
actualidad, razón por la cual muchos periódicos las incluyen en sus
páginas editoriales o en primera plana 49 , característica que incluso es
tomada en cuenta dentro de las catorce categorías que se galardonan
en los premios Pulitzer, pero que se hace por encargo de la institución
editorial y no como forma de expresión del caricaturista mismo, es decir,
el caricaturista no expresa sus ideas políticas, sino las de la institución
para la que labora.
En la búsqueda para esta investigación encontramos un artículo
titulado “Sobre la caricatura”, el cual presenta una serie de entrevistas
hechas a estudiosos del tema, a caricaturistas y a conocedores del arte
en Colombia. Julio César González, uno de los entrevistados, opina
que la caricatura política es un medio que comunica efectivamente lo
que pretende decir porque tiene el ingrediente del humor y la sátira
“lo que coloca al poder en su verdadero sitio, o sea, convertido en un
mamarracho.” 50
Catalina Navarro, otra de las entrevistadas, resalta lo visual
como el elemento más importante de la caricatura política porque
hace que el mensaje de la caricatura sea claro, contundente y de fácil
recordatorio, 51 es pues, la síntesis de una idea, de una opinión hecha
dibujo. Otro de los entrevistados es Carlos Salazar, quien ubica el poder
de la caricatura política como un arma popular por excelencia, 52 a pesar
49
Ídem.
50
González Matador, Julio César; Martín, Alejandro; Ruiz-Navarro, Catalina; Salazar,
Carlos; Uhía, Fernando, “Sobre la caricatura”, Revista de Estudios Sociales, núm.35, 2010,
pp.139-146, Centro de Investigaciones en Alimentación y Desarrollo, A.C, Colombia, p.142 en:
http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=81515382012
51
Ídem.
52
Ídem.
25
de admitir que el código humorístico varía de un lugar a otro, pues
afirma que “cada parte del planeta posee su propio código de humor y
sátira”. 53 Con la afirmación que hace Carlos Salazar de que la caricatura
política es por excelencia un arma popular, podemos darnos cuenta
que esta idea está extendida por varias partes del mundo, pues no
sólo es en México donde se ha insistido en dotar con esa característica
a la caricatura política, sin embargo la principal aportación aquí es la
referente al código, pues resulta claro para la historiografía que los
horizontes culturales determinan en buena medida dicho código, ya
que, por ejemplo resultaría difícil para nosotros, sin un contexto previo,
comprender una caricatura soviética que trate algún asunto particular
con un código cultural propio de la época y del lugar.
Catalina Ruiz menciona un poco más adelante, en este mismo
artículo, que la caricatura política tiene que ser crítica ante discursos
sólidos, vengan de quien vengan, porque “la caricatura es un medio
que permite responderle al poder por medio del humor”. 54 Es decir,
la caricatura funge como un agente crítico hacia el poder en turno sin
importar la postura ideológica de dicho gobierno, con lo cual vemos
que también la caricatura política es considerada un agente crítico de
la realidad política en la que tiene lugar, y que es desde la oposición
desde donde se tiene que llevar a cabo dicha crítica.
Otra cosa a destacar en este artículo hecho a base de varias
entrevistas en una frase que menciona Carlos Salazar y que creo que
resume muy bien su postura ante la caricatura política: “El hombre
necesita “comerse” al prójimo sin romper el tabú, y la caricatura es el
único modo en que alguien puede comerse al otro simbólicamente,
deportivamente”. 55
Nos dimos a la tarea de buscar otra serie de entrevistas que
tuvieran que ver con el tema de la caricatura política y encontramos otro
53
Ídem.
54
Íbid., p. 144.
55
Ídem.
26
artículo escrito también en Colombia, el cual, a diferencia del anterior,
está dedicado exclusivamente a analizar la postura que tienen algunos
de los caricaturistas destacados de ese país. La entrevista gira en torno
a una serie de preguntas, las cuales van respondiendo los caricaturistas,
pero por ser tan extensas las respuestas, sólo haremos mención de las
más relevantes para esta investigación.
Encontramos que a la pregunta ¿Qué elementos definen a la
caricatura? Hubo algunas coincidencias con los elementos que también
son considerados por muchos académicos que estudian el tema. En
el caso del caricaturista Betto, menciona que la caricatura debe tener
deformación, exageración, comparación, ironía, humorismo y sátira 56 .
Por su parte, Jarape, otro caricaturista colombiano, considera que los
principales elementos de la caricatura deben ser la exageración y la
deformación, porque estos hacen de la caricatura algo interesante para
el lector. 57 Recordemos que en algunas de las definiciones que se han
dado anteriormente encontramos que la deformación de la realidad,
así como la exageración de los rasgos, son algunos de los elementos
recurrentes de la caricatura que aquí mencionan estos dos caricaturistas.
La caricatura, afirma “Betto”, es un agente crítico por naturaleza,
puesto que si no lo fuera, o si se dedicara a dar elogios “tal vez dejaría
de ser caricatura”. 58 Relacionado con ello, Jarape menciona que la
caricatura “está para meter el dedo en la llaga porque, después de
todo, hasta el “mejor” político (o el de mejor rating) es susceptible de
mejorar o de ser cambiado” 59 .La caricatura es considerada por estos
caricaturistas como agente crítico de cambio, a la manera en que Henry
Bergson entendió la risa causada por un cuerpo caricaturizado, pues
para Bergson la risa inducida por la caricatura “provoca una vaciedad
56
Alberto Martínez, Jairo Rincón, Harold Trujillo Torres, “Los caricaturistas opinan sobre
caricatura”, Revista de Estudios Sociales, agosto, número 030, Universidad de los Andes,
Bogotá, Colombia, pp. 82-85, 2008, p.83 en: http://redalyc.uaemex.mx/pdf/815/81503004.pdf
57
Ídem.
58
Ibíd., p. 88.
59
Ídem.
27
de valores, un vacío axiológico en el interior del mundo de valores”, 60 lo
cual “desnuda” y exagera, para que al final de cuentas se muestres las
cosas tal como son, y así descubrir el punto flaco, débil, también llamado
“talón de Aquiles” que todos tenemos pero que sólo los caricaturistas
saben captar de manera sutil y mordaz en la caricatura.
Así pues, en conclusión, la caricatura política es un género que,
haciendo uso de la imagen y de elementos cotidianos al lector en una
alteridad de tiempos y espacios, pretende exaltar sentimientos que le
generen una opinión, pero no una opinión a partir de la objetividad,
sino de la subjetividad que refleja el caricaturista en sus trazos, genera
una interpretación de los significados que genera.
1.4 El que ríe al último… La risa y la caricatura
“Su arte, que tiene algo de diabólico viene a levantar al demonio que
el ángel había postrado en la tierra”. 61
- Henry Bergson
Sin más preámbulos comenzaremos aseverando que la risa es parte
inherente del ser humano como llorar o emocionarse y por tanto, es
una característica primordial de nuestro raciocinio, es inevitable no reír
cuando juzgamos algo como gracioso e incluso vergonzoso, así como
enojarnos cuando algo nos fastidia o molesta, es pues, algo innato en
el ser humano que da cuenta de nuestro raciocinio, pues al menos hasta
el momento, no se ha comprobado que otro seres sean capaces de
burlarse de otro ser de su misma especie, mucho menos que utilice el
humor y la sátira de manera cotidiana e intencionada.
El cuerpo caricaturizado es por fuerza, un cuerpo deformado,
ridiculizado y/o exagerado en un dibujo y por ello provoca la risa o la
60
Ramírez, La caricatura, op. cit., p. IX.
61
Bergson, La risa, op. cit., p.28
28
burla del espectador hacia el personaje o la situación plasmada en el
dibujo. Henry Bergson, el ya mencionado filósofo, pensador y premio
nobel francés, trata de entender en su célebre libro La risa. Ensayo sobre
la significación de lo cómico, el origen de nuestra risa cuando vemos un
cuerpo caricaturizado, así como tratar comprender las situaciones que
nos llevan al desdén, a la burla o al menosprecio.
Bergson menciona que fuera de lo propiamente humano, no
hay nada cómico, 62 por tanto, la risa es una característica inherente e
ineludible en el ser humano, bien dijo Baudelaire: “El hombre no tiene
dientes de león como el león, pero muerde con la risa”. 63 Por lo cual se
sobreentiende que la risa no puede estar más allá del raciocinio humano
y por ende, los humanos somos los únicos seres que nos burlarnos
y reírnos de nosotros mismos. La risa puede ser burlona, mordaz,
divertida, hiriente, pero siempre va asociada a elementos relacionados
con el hombre, porque es él el que ríe.
Bergson menciona que en el objeto de la risa descubrimos
elementos que nos remiten al ser humano, a sus acciones, a sus actitudes
o vivencias, es pues, por la marca que el hombre le imprime a la naturaleza
por la cual podemos reír. 64 Siempre habrá un referente humano en las
cosas cómicas. Pero así como la risa es muestra de nuestro raciocinio,
también lo es de la indiferencia, porque al momento en que reímos, no
percibimos más allá del acto mismo que nos produce risa, puesto que
si llegásemos a sentir compasión, vergüenza o empatía con eso que nos
causa risa, simplemente no reiríamos. Es pues al mismo tiempo, un acto
de raciocinio e indiferencia. De raciocinio porque necesitamos pensar
para poder relacionar lo cómico con elementos y vivencias propias del
ser humano para poder reír, pero necesitamos también de la indiferencia
para no sentir empatía hacia lo que nos causa risa y de ese modo reír
62
Ibíd., p.12.
63
González Ramírez, La caricatura, op. cit., p. VIII.
64
Bergson, La risa, op. cit., p.13.
29
sin remordimiento. Bergson hace la siguiente pregunta en referencia a
lo que venimos mencionando: “¿Cuántas cosas no veríamos pasar de
lo grave a lo cómico si las aislásemos de la música del sentimiento que
las acompaña?” 65
El caricaturista tiene que aislar el sentimiento personal para poder
hacer una caricatura, para que a su vez el espectador no vea más allá
del dibujo mismo, de la interpretación que el caricaturista hace del
hecho real, como si la caricatura representara el todo, como si esa
interpretación nos mostrara una situación real en todo su contenido,
porque aunque es cierto que la caricatura hace alusión a hechos reales,
también es cierto que sólo nos muestra parte de esos hechos, claro que
la caricatura tiene atisbos de verdad, pero exagerados y deformados,
de otro modo, dejaría de ser caricatura y perdería la esencia que la hace
ser lo que es.
La risa también funciona en el cuerpo social e individual como
un correctivo, es un mecanismo natural que nos señala errores. Stern,
citado en el libro La Caricatura Política, menciona que la risa “provoca
una vaciedad de valores, un vacío axiológico en el interior del mundo de
valores”, 66 la risa es pues, una degradación de los valores morales, que
es útil para darnos cuenta de aspectos que desagradan a otros o que
son vistos como algo incorrecto, provocando la burla que, como vimos,
no existiría de no haber indiferencia, y es esa misma indiferencia la que
nos permite ver a los políticos o personajes importantes sin el disfraz
de político ungido e intocable. En ese sentido el caricaturista también
es un transgresor, pues trastoca la imagen que se nos ha formado sobre
esos personajes.
El tiempo y el espacio, también llamado lugar de enunciación, es
otra característica inherente de la caricatura, pues siempre estará ligada
a dicho lugar de enunciación y a su horizonte cultura, y conforme nos
65
Ibíd., p.14.
66
González, La caricatura política, op. cit., p. IX.
30
alejemos de su lugar de enunciación y de su horizonte, más trabajo
costará comprender su contenido. La caricatura habla a su presente, a
la gente de su época y tiene un espacio determinado.
Bergson explica que la risa “camina dentro de un círculo, todo
lo amplio que se quiera, pero no por ello menos cerrado”, y continúa
diciendo que “muchos efectos cómicos son intraducibles a otro idioma
cuando se refieren a costumbres y a ideas de una sociedad particular”. 67
De ahí la importancia de comprender que la caricatura está hecha
para un tiempo y un espacio determinado, porque no es lo mismo
una caricatura mexicana que una estadounidense o una rusa, y mucho
menos una caricatura estadounidense de la Guerra de Secesión que
una mexicana de la Reforma o una rusa de la Guerra Fría. Cada una
debe ser entendida en su contexto y leída desde su particular lugar de
enunciación.
Samuel Ramos mencionaba al respecto que: “(...) la caricatura
vive mientras es relacionada con el objeto que representa. Si esta
relación se pierde, su significado se nulifica”. 68 Por ello el historiador
que trate de analizar el discurso y simbolismo de las representaciones
de caricatura debe entender todo lo relacionado al tiempo y espacio
donde fue realizada, para de esta manera no permitir que su significado
se nulifique.
1.4.1 El que se ríe se lleva
Cuando vemos a alguien tropezarse al caminar y caer de una manera
que consideramos graciosa, seguramente soltamos una carcajada antes
de ayudarle, bastaría visitar el internet y buscar videos “graciosos” o
“chuscos” para darnos cuenta que muchos de ellos hacen referencia
precisamente a caídas, por lo cual, la risa sirve como una especie
de correctivo, pues consideramos que la persona en cuestión se
67
Bergson, La risa, op. cit., p.14.
68
“La Caricatura En México por Samuel Ramos”, en, Rafael Carrasco Puente, La caricatura,
op. cit., p.26.
31
cae porque no camina bien, lo mismo sucede con la risa provocada
por la caricatura política; reímos porque juzgamos que lo que ahí
está plasmado hace alusión a algo incorrecto; reímos como si de un
correctivo social inconsciente se tratara, reímos como escarmiento para
que aquello que es “incorrecto” se corrija, y sí, efectivamente, si nos
reímos nos llevamos, como dice un dicho popular mexicano, pues de
otro modo esas acciones “incorrectas” no se evidenciarían y el error
seguiría cometiéndose. Algo parecido pasa con la caricatura, que nos
hace reír, pero no de una manera inocente, sino como una manera de
entender que lo que estamos viendo que nos provoca risa es algo que
debe cambiar, corregirse.
Los defectos físicos son sólo algunos de los motivos usados por
los dibujantes para hacer caricaturas, pues las situaciones o errores
cometido por la persona a la que se está caricaturizando también son
motivo de inspiración. Lo defectos causan risa no por sí mismos, sino
porque los asociamos con estereotipos culturales de algo que no es,
pero debería ser. Una nariz no debe ser exageradamente ancha, pues lo
cánones de belleza nos indican lo contrario, al igual que la baja estatura
de un enano, que nos pudiera causar risa no por sí mismo, sino porque
suponemos que debería tener una estatura “normal”, y esas cosas las
asociamos con el disfraz, por eso reímos.
La caricatura política sabe aprovechar de extraordinaria manera
tanto las vivencias y los errores, como los defectos, para no dar tiempo
al lector de analizar si el personaje en escena es “bueno” o “malo”
y que dé por sentado y en automático que algo malo hay en él, por
eso merece ser caricaturizado. La caricatura política, cumple con un
primer cometido al ridiculizar al personaje en cuestión, pues en el
momento en que logra que el lector se ría del personaje, también lo
está estimulando a la irreverencia, a “tocar” de manera simbólica a ese
personaje considerado “intocable”, “omnipotente”. De tal manera, lo
invita a trastocar y romper esa barrera invisible que divide a la persona
32
común y corriente de esos personajes “intocables”. Porque: “El arte
del caricaturista consiste en escoger este movimiento, imperceptible
a veces y agrandarlo, hacerlo visible a todos los ojos”. 69 Pues como
bien lo mencionó Manuel Toussaint, la caricatura nos lleva más allá de
lo que muchas veces imaginamos, pues “[…] pone a nuestro alcance
experiencias psicológicas que nos llevan al contacto íntimo con el
espíritu que casi siempre se esconde más allá de nuestra curiosidad
investigadora”. 70
Y como se mencionaba anteriormente, hay varios autores que
consideran que la única diferencia entre la caricatura y el arte, y por
lo tanto entre el caricaturista y el pintor, no radica esencialmente en
la técnica usada, sino en que el caricaturista interpreta, manosea (de
manera figurada) la obra de arte, para dar a conocer su punto de vista, es
pues, una interpretación de la realidad. El gran Antonio Caso menciona
al respecto: “[…] el caricaturista difiere del pintor en un solo aspecto
nomás, no sólo ve, sino que opina […] No es imparcial […] dice qué
piensa de lo que ha visto… 71
El caricaturista es un irreverente trastocador de deidades hechas
en el aire por la política, observador de detalles en el cuerpo y en el
actuar del personaje que quiere ridiculizar, y para ello exagera detalles
a veces imperceptibles para todos los demás y los da a conocer, “[…]
basta con que la burla encuentre el siempre para ella accesible talón
de Aquiles para que ligera, pronta y eficaz, atrape a su presa”. 72 El
caricaturista es como David contra Goliat, porque consciente de su
inferioridad, hace uso de sus artefactos como el escarnio para hacer caer
al gigante de vergüenza o impotencia, aprovechando que el lenguaje
plástico va directo a los sentidos. 73
69
Bergson, La risa, op. cit., p 28.
70
Manuel Toussaint, “Prólogo”, en Rafael Carrasco Puente, La caricatura, op. cit., p.18.
71
Ibíd., Antonio caso, “La caricatura en México”, en Rafael Carrasco Puente, La caricatura,
op. cit., p.21.
72
González Ramírez, La caricatura, op. cit., p. X.
73
Ibíd., p XI.
33
En México adquiere un matiz especial la caricatura política debido
al ingenio mordaz, rápido y certero del mexicano. 74 Manuel Toussaint
asegura que: “El nombre de una persona, su nariz, su vientre o sus
circunstancias en la vida, caen bajo la acertada luz de la caricatura” 75 es
así como se aprovecha el defecto, se exagera el cuerpo humano hasta
rayar en lo ridículo y se le arroja al lector cual carne fresca en tiempo de
hambruna. El caricaturista es un virtuoso que:
…adivina bajo las armonías superficiales de la forma las profundas
revueltas de la materia; realiza desproporciones y deformaciones
que han debido existir en la Naturaleza en estado de veleidad. 76 La
caricatura pues, […] pondera el defecto […] exhibirá con descaro
sus gentiles imperfecciones, en su expresión caricaturesca. 77
Para que la caricatura política cumpla su cometido debe ser
entendida en todas sus dimensiones. Se debe comprender el contenido
y el contexto. Se debe reconocer a los personajes y la circunstancia a la
cual se representa, porque como menciona Bergson: “no nos reímos de
los dibujos mismos cuanto de la sátira o de la escena de comedia que
en ellos vemos representada”. 78 Es por lo anterior que muchas veces
resulta difícil aceptar que la caricatura tenga como cometido un carácter
popular con que algunos la han querido revestir, popular en el sentido
que el mensaje que trata de transmitir llegue y sea entendido por la gran
mayoría de la gente, especialmente por aquellos con escasos recursos
del conocimiento políticos o poca información del acontecer social.
En nuestra mente está impreso pues, cierto código social que nos
hace juzgar algunas cosas y circunstancias como “ridículas”, “correctas”
o “incorrectas”. El payaso nos recuerda lo “ridículo” porque se nos ha
enseñado que no debemos vestirnos o maquillarnos de la manera en
74
Manuel Toussaint, “Prólogo” en, Rafael Carrasco Puente, La caricatura, op. cit., p.18.
75
González Ramírez, La caricatura, op. cit., p. XII.
76
Bergson, La risa, op. cit., p. 28.
77
Antonio Caso, “La Caricatura en México” en, Rafael Carrasco Puente, La caricatura,
op. cit., p. 21.
78
Bergson, La risa, op. cit., p.31.
34
que los hacen los payasos, recordemos incluso que cuando una mujer
está exageradamente maquillada decimos que parece “payaso” y nos
causa risa, es objeto de burla y escarnio social, porque lo asociamos con
el disfraz, lo mismo sucede con la caricatura, pues nos hace creer que
la persona dibujada, al ser exagerada en algunas de sus circunstancias
o rasgos físicos, asemeja traer o portar un disfraz, al respecto Bergson
dice: “…un hombre que se disfraza es una figura cómica, así como
también lo es un hombre que parece haberse disfrazado.” 79
La risa provocada por la burla debe ser inherente a la caricatura
política, puesto que la burla “deriva en menosprecio, en falta de respeto,
en desdén. Rompe la magia de lo oculto, de lo no mostrado cuando al
fin, se enseña”. 80 Lo oculto se muestra a través del cuerpo burlado,
exhibido y “cargado” con la exageración, exageración que debe
remitirnos inmediatamente al disfraz para causar la tan anhelada risa
burlona, no una risa inocente, de otro modo la caricatura no cumpliría
sus principales cometidos. El sentido inmediato de la caricatura será
pues, el de causar risa, pero es este su más seguro triunfo, porque
en el momento en que el mensaje es transmitido de manera eficaz
habrá cumplido su cometido. 81 La persona caricaturizada casi siempre
es alguien que tiene el poder político, por lo cual es considerada
importante y no debe ser tocada, entonces uno de los cometidos de
la caricatura es trastocar esos límites, es mostrar a esa persona de tal
manera que no deba causarnos la menor empatía, provocando con ello
una risa intencional.
Por lo tanto, podemos concluir que la risa y la caricatura van
siempre de la mano, que la risa causada por la caricatura es irreverente,
que sirve para trastocar los límites impuestos de manera simbólica por
la sociedad hacia aquellas personas que ostentan el poder político, es
una manera de pasar esos límite, la caricatura nos conduce a ello por
79
Ibíd., p. 39.
80
González Ramírez, La caricatura, op. cit., p. XIII.
81
Ibíd., p. XIII.
35
medio de la risa que nos causa ver una cuerpo caricaturizado, pues el
cuerpo caricaturizado nos recuerda al disfraz, nos muestra cosas que
consideramos incorrectas, nos muestra una parodia de la realidad, pero
aun a pesar de que la caricatura no nos muestra la realidad tal como
es, tiene su origen en ella, y es, en resumen, una forma de irreverencia
gráfica hacia el poder.
36
CAPÍTULO 2 LA CARICATURA POLÍTICA EN EL MÉXICO
DECIMONÓNICO.
DESDE LA LLEGADA DE LA PRIMERA PRENSA LITOGRÁFICA
HASTA LA REVOLUCIÓN DE TUXTEPEC
2.1 Llegada de la litografía a México.
La litografía 82 era el proceso más utilizado durante el siglo XIX para
dibujar e imprimir las caricaturas y en general las ilustraciones que
acompañaban a toda publicación escrita que contenía imágenes
durante este siglo. La litografía representa un complicado proceso de
impresión, que, sin embargo, ahorraba tiempo y costos con respecto al
grabado, 83 técnica que igualmente fue utilizada con mucha regularidad
para imprimir imágenes hasta antes de la aparición de la litografía.
Aunque el grabado siguió utilizándose, la litografía fue preferida sobre
este por el mencionado ahorro en costos y tiempo.
82
El proceso de la litografía fue inventado por Aloys Senefelder en el año de 1798.
El principio del proceso se basa en el hecho de que la grasa y el agua no se mezclan. La
litografía es impresa a partir de una superficie plana, puede ser una piedra o una lámina. El
artista utiliza material grasoso para crear su imagen de modo directo sobre la superficie. Con
posterioridad ésta es tratada químicamente para que solo la imagen dibujada acepte tinta. El
efecto de este procedimiento químico llamado “acidulado” no es para grabar la superficie,
sino para separar químicamente las áreas con dibujo de las áreas sin dibujo. Además el proceso
para tener una impresión en una prensa litográfica es demasiado complicado, ya que existen
varios tipos de piedras consideradas como óptimas para la litografía, pero la que provienen
de Solnhofen en Bavaria son consideradas las mejores. Antes del dibujo la piedra debe ser
“nivelada” y “graneada”, para el graneado se utiliza un disco de acero junto con carbourundum
y agua con el propósito de nivelar la piedra para que pueda ser dibujada y para que acepte
adecuadamente los materiales del dibujo. Para poder dibujar se utilizan distintos tipos de
lápices y crayones desde muy suaves y grasosos hasta duros y con poca grasa dependiendo del
tono que se quiera dar al dibujo. Además, si el autor quiere utilizar más de un color en el dibujo,
es necesario utilizar una piedra independiente por cada color. Después de dibujar la piedra
debe ser procesada químicamente con la intención de separar las áreas con dibujo y las áreas
sin dibujo. A través del proceso químico, las partículas grasosas son absorbidas por la piedra;
estas áreas se vuelven receptivas a la tinta. Al mismo tiempo, las áreas sin dibujo son tratadas
para que sean receptivas al agua y a su vez rechacen tinta.
Referencia tomada del artículo titulado “El Proceso de la Litografía” de Alejandro
Ehrenberg, Texto utilizado para el catálogo de la exposición de Armando Morales; “La Saga
de Sandino” – Museo Rufino Tamayo, Septiembre 1993. En: http://www.graficamexico.com/
uploads/EL_PROCESO_DE_LA_LITOGRAFIA.pdf
83
Grabado: Arte de trazar un dibujo sobre una plancha de madera o metal mediante
incisiones, de tal modo que entintándolos se pueda estampar con ella el dibujo sobre papel u
otra superficie en múltiples ejemplares. Son varias las técnicas de grabado, unas estrictamente
manuales y otras con la ayuda de ácidos que atacan la plancha, en: Luis Monreal, Diccionario,
op. cit.
37
Las caricaturas normalmente se imprimían en hojas sueltas que
eran incorporadas a los periódicos con posterioridad, por lo que las
publicaciones solían adaptarse muchas veces al formato que tenía la
prensa litográfica que usaran, pues era más fácil que el periódico tomada
el tamaño de las imágenes a que la prensa litográfica se adaptase al
tamaño predeterminado de la publicación.
La primera prensa
litográfica fue traída a
México por el italiano liberal
Claudio Linati, un idealista
que había participado en
varias luchas liberales, como
en 1821 que lo hizo en favor
de los liberales españoles.
Como consecuencia de
lo anterior tuvo que salir
huyendo de ese país rumbo
a Francia, y de ahí a Bélgica,
donde conoció en Bruselas
a Manuel E. Gorostiza, el
encargado de llevar a cabo
las negociaciones bilaterales
entre México y Bélgica
para el reconocimiento de
la independencia. Linati
1 Claudio Linati, El Irirs (facsímil), México, UNAM,
1988.
y Gorostiza negociaron el
embarco de la primera prensa litográfica a México, misma que hizo
su arribo en 1826 junto con Linati, quien inmediatamente comenzó la
famosa publicación El Iris, considerada por muchos como la primera
38
con imágenes impresas por medio de la técnica litográfica 84 en el
México independiente. El Iris sirvió a Linati para expresar su desencanto
político por medio del contenido literario, político e iconográfico de
dicha publicación. 85
2 Portada y grabado del 17 de mayo de 1826 en Claudio Linati, El Irirs (facsímil), México,
UNAM, 1988.
El investigador Arturo Aguilar Ochoa hace un detallado análisis de
la llegada de la litografía a México y los diez años posteriores (1827-1837)
a los cuales llama “El periodo oscuro”, pues fue durante este tiempo que
la litografía, a pesar de haber sido conocida en México, prácticamente
dejó de usarse como el principal medio de impresión. Aguilar Ochoa
menciona además que resulta de vital importancia conocer este periodo
para comprender el auge y calidad de los periódicos de caricaturas que
aparecieron después de este “periodo oscuro” entre 1840 y 1850. 86
84
Rafael Carrasco Puente, La Caricatura en México, México, Imprenta Universitaria, 1953,
p.15.
85
Ídem.
86
Arturo Aguilar Ochoa, Los inicios de la litografía. El periodo oscuro (1827-1837), Puebla,
Universidad de la Américas, s/f en: http://www.analesiie.unam.mx/pdf/90_65-100.pdf,p.65.
39
Un vacío que encontró Aguilar Ochoa durante su indagación es
el poco estudio y profundización que existe con respecto a la figura de
Linati y la influencia que tuvo sobre lo que él llama la prensa litográfica y
de caricatura. 87 Durante nuestra indagación nos ha sido difícil encontrar
referencias respecto a la vida y obra de Linati y de la primera prensa
litográfica que trajo a nuestro país. En la bibliografía que hemos
consultado se trata de manera muy escueta todo lo relacionado a Linati,
más allá del señalamiento de que fue él quien trajo la primera prensa
litográfica a México y que publicó el periódico antes mencionado.
Algunas de esas escasas referencias han sido sin embargo de gran
utilidad, porque dan una idea de la importancia que tuvo la llegada
de esta primera prensa litográfica y lo que implicó la publicación de
El Iris. Rius en su libro Un siglo de caricatura en México menciona lo
siguiente: “Históricamente se considera como la primera (caricatura),
la que apareció en el periódico “Iris”, del año 1826 (tampoco existen
copias)” 88 valiosa aportación que, sin embargo, corrobora la afirmación
de la poca información respecto a este personaje y su aportación a la
historia de la prensa en México, sin embargo, lo que se ha encontrado,
da pie a afirmar que Linati y su prensa tuvieron gran influencia sobre las
publicaciones de entre 1840 y 1850, donde aparecieron algunas de las
más destacadas de todo el siglo XIX, al respecto, Rius menciona:
A partir de 1826. La caricatura política se asoma en todas las revistas
de humor que edita la oposición en México (o en la hermana
república de Yucatán, como el famoso “Don Bullebulle”, de 1846).
En páginas de temibles semanarios como “El Tío Nonilla”, “Don
Simplicio”, “La pata de cabra” o el famosísimo “Gallo pitagórico”
de Don Juan B. Morales, de 1857. 89
En el libro La caricatura en México en un apartado escrito por
Justino Fernández, y en el mismo tenor de lo mencionado por Rius se
p.7.
87
Ibíd., p.66.
88
Eduardo del Río, Un siglo de caricatura en México, México, Editorial Grijalbo, 1984,
89
Ibíd., p. 8.
40
destaca lo siguiente: “Los periódicos ilustrados de mediados del siglo
XIX muestran caricaturas punzantes. “El Tecolote” (1876), publicaba
caricaturas litografiadas, y “El coyote” (1880) hacía lo mismo, algunas
de las de este último estaban firmadas por Noé”. 90 Con lo que podemos
darnos cuenta que el uso de la litografía se extendió en tiempo y espacio
durante el siglo XIX.
México, a la llegada de esta prensa litográfica, era un naciente
estado que buscaba identidad, que comenzaba su génesis y que
pretendía -al menos las élites- formar una idea de nación, el problema
radicaba en que cada facción política tenía una idea diferente acerca de
la nación que querían, y cada una de esas ideologías que se disputaban
el poder hicieron uso de la prensa de caricaturas, utilizando precisamente
la litografía para tal cometido, por lo que al leer las caricaturas, no vemos
sólo dibujos inocentes, pues ninguna imagen lo es, más bien podemos
observar a través del lente de esas caricaturas las ideologías de quienes
las promovían y los estereotipos de esos grupos hacia lo otros.
En el libro Puros cuentos, de Aurrecoechea y Bartra, se menciona
que durante el siglo XIX México estuvo envuelto en constantes
revueltas intestinas que pretendían dictar el camino del naciente estado
mexicano; cada sector, cada ideología, cada facción política, pretendía
imponer por medio de la fuerza su programa de nación. México no pasó
de ser un mero proyecto de nación durante buena parte de este siglo,
y con justa razón es que se afirma que “el debate en torno al proyecto
nacional se libra principalmente en la palestra periodística”. 91 Infinidad
de publicaciones daban a conocer sus programas políticos por medio
de la prensa, en algunas ocasiones usando a la caricatura como arma
política y por lo tanto, haciendo uso de la litografía para tal cometido.
Respecto a la llegada de esta primera prensa litográfica a nuestro
país y el uso que se le dio, hemos encontrado algunas referencias que
90
Justino Fernández “La caricatura en México” en Carrasco Puente, La caricatura, op.
cit., p. 31.
91
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 45.
41
mencionaremos a continuación. En el libro Puros Cuentos se destaca
que Linati fue quien abrió la puerta para que algunas publicaciones
mexicanas hicieran uso de la caricatura, puesto que: “La litografía, que
introduce en México el italiano Claudio Linati en 1826, revoluciona
el panorama editorial de la época, ya que permite el surgimiento de
publicaciones totalmente ilustradas que técnicamente era difícil de
realizar en base a grabados en madera, cobre o acero”. 92
Lo de “totalmente ilustradas” es algo relativo puesto que el proceso
que representa la litografía, si bien es cierto que facilitaba mucho el
trabajo de imprimir imágenes comparado con el grabado, también es
cierto que no solucionaba todas las complicaciones que implicaba para
la época hacer impresiones ilustradas pues en Una historia en quinientas
caricaturas se menciona que el texto y la imagen en la técnica litográfica
se imprimían por separado “… en hojas sueltas que los impresos de
periódicos incorporaban a sus publicaciones” 93 y que además el formato
de los periódicos que publicaban imágenes estaba sujeto al tamaño de
la plancha litográfica, el cual era de aproximadamente 46 cm. de largo,
la impresión litográfica, sin embargo, era preferida sobre la del grabado
porque representaba notables ahorros en cuanto a costos y tiempo,
como lo habíamos venido mencionando con anterioridad. En este mismo
tenor En La caricatura en México se menciona que “La litografía suplió
al grabado por su facilidad y economía, era el medio más eficaz para
difundir todo un conjunto heterogéneo de valores religiosos, artísticos
y civiles”. 94
Es por ello que podemos afirmar que las publicaciones que usaron
caricatura política durante el siglo XIX facilitaron mucho su trabajo
después de la llegada de la litografía en 1826. Asimismo podemos
también afirmar que varias publicaciones que hicieron uso de la caricatura
92
Ibíd., p. 25.
93
Esther Acevedo, Una historia en quinientas caricaturas. Constantino Escalante en La
Orquesta, México, INAH, 1994, p.14.
94
Carrasco Puente, La caricatura, op. cit., pp.16 y 17.
42
política en el siglo XIX pasaban por muchas penurias para poder lograr
su cometido, como era el hecho de tener que adaptar el formato de
sus periódicos al tamaño de la prensa litográfica, imprimir las imágenes
en hojas sueltas incorporadas con posterioridad a las publicaciones, así
como dibujar al revés para que al momento de imprimir pudieran verse
los dibujos al derecho, puesto que el proceso de la impresión litográfica
así lo demandaba.
Con respecto al aprendizaje de la técnica de impresión
litográfica encontramos que no existía mucha diferencia respecto a las
organizaciones gremiales de la época colonial, puesto que para poder
aprender a usar la prensa de este tipo se comenzaba siendo aprendiz,
luego por medio de la práctica se iba mejorando su uso, pero era
complicado llegar a ser maestro porque además la división jerárquica
del trabajo seguía vigente en el aprendizaje de muchos oficios. 95
Referente a la historia particular de la primera prensa litográfica
poco se ha escrito, aunque encontramos algunas referencias donde se
asegura que apenas un par de años después de haber llegado, fue
confiscada por el gobierno mexicano y en el año de 1828 fue llevada
a la Academia de San Carlos donde permaneció mucho tiempo y se
utilizó poco, por lo que los talleres litográficos tuvieron que esperar
para establecerse de manera regular, lo cual sucedió hasta 1836 en que
Carlos Fournier, quien después de haberse asociado con un tal Rocha,
trajo directamente de París una nueva prensa litográfica a México que
comenzó a utilizarse en 1838, y como bien afirman Aguilar Ochoa y
Esther Acevedo, fue en la década de 1840 cuando la publicación de
periódicos de caricaturas comenzó a tomar forma. 96 En Puros cuentos se
menciona que la primera prensa litográfica permaneció en San Carlos
de 1828 a 1839 y sólo se usaba para imprimir algunas ilustraciones para
algunos libros. 97
95
Ibíd., p. 17.
96
Esther Acevedo, Una historia, op. cit., p.15.
97
Ibíd., p.16.
43
Podemos entonces afirmar, que la prensa litográfica traída por
Linati a México sentó las bases de la impresión de caricaturas en el
México decimonónico, sin embargo fue un tanto limitado porque al
poco tiempo fue recogida por el gobierno mexicano siendo utilizada
para algunos impresos dentro de dicha academia, sin embargo
debemos reconocer que con ella se conocido en México dicha técnica
de impresión de caricatura política en el México decimonónico.
2.2 Breve recorrido por las publicaciones de caricaturas del siglo XIX
La caricatura del siglo XIX sentó las bases y los precedentes inmediatos
de la caricatura política de oposición, por lo que resulta primordial
revisar lo que se ha escrito hasta ahora respecto a la caricatura y los
caricaturistas decimonónicos. Compartimos en principio, la idea de
que la historia de nuestro país no se afirma sólo desde la palabra,
sino también desde la imagen. Pues como bien afirma Peter Burke,
el paradigma tradicional afirma que la historia debería basarse en
documentos escritos solamente, pero el hecho de usar sólo un tipo de
fuente también tiene sus limitantes, por lo que tomar en cuenta y utilizar
diversos tipos permite ver la historia desde otra perspectiva que no sea
la oficial o la tradicional. 98
Comenzando entonces de lleno con la revisión acerca de lo
que se ha escrito, comenzaremos con el ya anteriormente citado Rius,
quien afirma que la primera revista satírica 99 en México se llamó “El
Juguetillo”, de la cual no existen ejemplares, por lo que queda como
mera referencia de los antecedentes de la caricatura política mexicana.
El mismo Rius afirma como ya lo venimos mencionando que El Iris, del
año 1826 fue la primera publicación en utilizar caricatura política en el
México independiente, sin embargo no se conservan copias 100 y sólo
podemos confiar en lo que sobre ello se dice.
98
Peter Burke, (Coordinador) Formas de hacer historia, Madrid, España, Alianza ensayo,
2000, p.18.
99
Eduardo del Río, Un siglo, op. cit., p.7.
100
Ídem.
44
Por otro lado, Justino Fernández señala que La Orquesta (1861-
1874) es considerada por muchos como la mejor publicación de
caricaturas del siglo XIX mexicano, donde Constantino Escalante era
el caricaturista y Riva Palacio el escritor. Otro caso destacado es el de
Alamilla y Casarín, personajes que hicieron caricaturas políticas en La
Patria (1863), de Guillermo Prieto, y que sirvió de tribuna para atacar
al emperador Maximiliano. 101 Estos son sólo algunos de los ejemplos
más destacados acerca de las publicaciones de caricatura del siglo XIX,
aunque, como veremos más adelante, fueron muy numerosas las que
aparecieron en este siglo, especialmente en la segunda mitas, pero
muchas tuvieron una existencia efímera ya que apoyaban a alguno de
los bandos políticos que diputaban el poder, desapareciendo cuando
eran derrotados, o dejando igualmente de publicar cuando llegaban al
poder porque ya no eran oposición.
Después de La Orquesta y La patria, hubo publicaciones muy
destacadas como El Ahuizote (1872-1875), que sirvió de tribuna para
atacar a Lerdo de Tejada y apoyar a Porfirio Díaz durante los movimientos
armados que encabezó para poder llegar al poder. El caricaturista de
dicha publicación fue José María Villasana, considerado como uno de
los mejores dibujantes que ha tenido México. La parte escrita de El
Ahuizote estaba a cargo el famoso Riva Palacio. 102
Otra publicación de caricatura política fue El Gallo Pitagórico,
publicación en la que ha existido cierta confusión para determinar si
fue o no una revista, o si se hacían capítulos por entregas en algún
periódico, la confusión ha sido tal que Rius menciona primero en unos
de sus libros que El Gallo Pitagórico fue una famosa revista de humor
del siglo XIX mexicano, sin embargo, en otro de sus libros afirma que El
Gallo Pitagórico no fue una revista y lo aclara de la siguiente manera en
el libro Los moneros de México:
101
Carrasco Puente, La caricatura, op. cit., p.31.
102
Ídem.
45
Siempre creímos que El Gallo Pitagórico era una revista, pero
no: fue una serie de artículos hechos por Juan Bautista Morales,
publicados en 1845 en el periódico El Siglo Diez y Nueve. Luego
se juntaron y se formó un libro con ese nombre. Cada Artículo
venía ilustrado con una caricatura, bien de Joaquín Heradia, bien
de Plácido Blanco, a quienes hay que considerar como los primeros
moneros mexicanos. Heradia nació en 1826 y no se conocen
muchos de sus trabajos. 103
3 Portada de El Gallo pitagórico en Juan
Bautista Morales, El Gallo Pitagórico
(faccimil), México, Gob. Del Estado de
Guanajuato, 1987.
4 Grabado de Juan Bautista Morales El
Gallo Pitagórico (faccimil), México, Gob.
Del Estado de Guanajuato, 1987.
Rius además considera que la primera “gran revista de humor” en
México fue La Orquesta de Constantino Escalante, publicación fundada
en 1861. 104 Esta publicación junto con su caricaturista Constantino
Escalante, es considerada una de las publicaciones de caricaturas más
103
Eduardo del Río, “Los moneros de México”, en Todo Rius tomo 3, México, Grijalbo,
2006, p.386.
104
Ibíd., p. 390.
46
influyentes de todos los tiempos en México, no sólo porque así lo afirme
Rius sino porque la mayoría de trabajos que se han revisado para esta
investigación así lo consideran.
5 Portada del primer tomo de La Orquesta en Salvador Prunera, La caricatura
como arma política, México, INEHRM, 1958, p.24.
Fausta Gantús también asegura, al igual que la mayoría, que el
primer cartón o caricatura que apareció en México fue en El Iris el 15 de
abril de 1826 la cual, sin embargo, fue un caso excepcional. 105 Gantús
también asegura que Fue El Calavera, una publicación aparecida hacia
1847, la primera que incluyó de forma periódica caricaturas en sus
105
Gantús, Caricatura, op. cit., p. 22.
47
páginas, siendo un total de catorce en sus poco más de tres meses de
vida. 106
Helia Emma Bonilla Reyna en una investigación que lleva por título
“El Calavera: La Caricatura en Tiempos de Guerra”, asegura que El
Calavera fue la primera publicación periódica mexicana de caricatura de
la que se tenga noticia y que apareció debido a la necesidad que tenían
lo liberales de respaldar su lucha por el poder en el crítico momento
que atravesaba México durante la invasión norteamericana. 107 Se
asegura además que con El Calavera arrancó de manera formal el uso
de la caricatura política en nuestro país como forma de crítica puesto
que: “La aparición en 1847 de El Calavera y, meses después, de Don
Bullebulle, significó el arranque de la generalización de la gráfica satírica
en la prensa ilustrada de nuestro país”. 108
Fausta Gantús asegura que El Calavera no fue la primera
publicación que ilustró algunas de sus páginas con caricaturas, puesto
que en 1845, dos años antes que El Calavera, hizo su aparición Don
Simplicio, publicación que también incluyó algunas caricaturas en
su contenido, pero no es tomada en cuenta porque sólo incluyó tres
caricaturas durante sus tres años de vida, 109 lo que sin duda es muy
poco comparado con las caricaturas que se publicaron en El Calavera
en tan sólo unos meses.
La afirmación que hace Gantús es compartida por otros
investigadores como Helia Bonilla y Rius, quienes aseguran, como lo
mencionamos anteriormente, que El Gallo Pitagórico de 1845 no fue una
publicación propiamente dicha, sino una serie de entregas publicadas
por Ignacio Cumplido con muchas ilustraciones satíricas 110 y que Don
106
Ídem.
107
Helia Emma Bonilla Reyna, “El Calavera: La caricatura en tiempos de guerra”, Anales
del Instituto de Investigaciones Estéticas, otoño, año/vol. XXIII, número 079, Universidad
Nacional, Autónoma de México, Distrito Federal, México, 2001, pp. 71-72. en: http://redalyc.
uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=36907903
108
Ibíd., p. 72.
109
Gantús, Caricatura, op. cit., p. 22.
110
Bonilla Reyna, “El Calavera”, op. cit., p. 73.
48
Simplicio apenas si había insertado un par de caricaturas durante su
existencia. 111
En el libro La caricatura en México del año 1953, el más antiguos
de nuestro país que trata el tema de la caricatura política, se recogen
los testimonios y aportaciones hechas en este campo por algunos de los
más destacados pensadores y caricaturistas que ha tenido México, como
Samuel Ramos, Santiago R. de la Vega, Manuel Toussaint y Antonio
Caso, por mencionar sólo algunos, por lo que consideramos importante
conocer lo que ellos pensaban y opinaban acerca de la caricatura política
mexicana, por lo que a continuación mencionaremos algunas de esas
afirmaciones con respecto a La Orquesta, que es considerada la más
prolífica publicación de caricatura política de la época.
Santiago R. de la Vega, caricaturista y político activo antes y
durante la revolución mexicana, opina acerca de Constantino Escalante
y su trayectoria lo siguiente:
[…] el caricaturista Constantino Escalante, autor de los dibujos
satíricos que publicaba “La Orquesta”, a mi juicio, el dibujante
de más pujante fantasía, osado sarcasmo y gracia natural. […] un
gran litógrafo […] debió trazar sus caricaturas directamente de la
piedra litográfica, pues es de obligación dibujar al revés, para que
al imprimirse se vean los dibujos al derecho. Por este motivo no
sería temerario sospechar que Escalante supo pintar se época al
derecho y al revés. 112
La Orquesta ilustrada principalmente por Constantino Escalante,
también sirvió como punta de lanza para que varios caricaturistas
se atrevieran a sacar a la luz su trabajo, como sucedió con Santiago
Hernández, uno de los más destacados caricaturistas mexicanos que
aparecerá tiempo después en otra famosa publicación llamada El Hijo
111
Ídem.
112
Carrasco Puente, La caricatura, op. cit., p. 37.
49
del Ahuizote, periódico opositor a Díaz por excelencia, donde vivió sus
mejores momentos como caricaturista. 113
Con respecto a La Orquesta, Rius considera que no sólo fue “la
gran publicación de caricaturas” del siglo XIX, sino que además poseía
una calidad artística que merece la pena destacar, puesto que: “La
orquesta es la gran revista de humor del siglo pasado (XIX), la única que
se opuso críticamente a Juárez, aunque lo apoyó cuando se enfrentó al
clero y a la intervención francesa es la gran prensa comprometida y de
una calidad artística de primera clase”. 114
Un trabajo de investigación centrado en mostrar el legado que
Constantino Escalante y La Orquesta dejaron para la historia del país y de
la caricatura política mexicana, es el que lleva por nombre Una Historia
en Quinientas Caricaturas. Constantino Escalante en La Orquesta, en el
cual se hace un análisis detallado precisamente de cerca de quinientas
caricaturas dibujadas por Escalante durante el tiempo que estuvo en
circulación este periódico.
En esa investigación se menciona que La Orquesta comenzó a
publicarse el primero de marzo de 1861 en la Ciudad de México; sus
dueños fueron Carlos Casarín y Constantino Escalante. De las treinta
publicaciones periódicas que había en dicha ciudad durante ese año,
dieciocho comenzaron a publicarse casi al mismo tiempo que La
Orquesta, pero ninguna duró tanto como la de Constantino Escalante
y Carlos Casarín. Seis de esas publicaciones incluían caricatura política
como parte de su contenido. Casarín se encargaba del trabajo escrito
en estos primeros años y Escalante hacía el trabajo iconográfico,
dibujando ingeniosas caricaturas, 115 con lo que podemos darnos cuenta
que a pesar de existir otras personas que participaron en la publicación
de La Orquesta, la figura de Escalante es la que más destaca por la
mencionada calidad de sus caricaturas.
113
Del Río, Un siglo, op. cit., p.11.
114
Ibíd., p.9.
115
Acevedo, Una historia, op. cit., p. 10.
50
Gantús también menciona que varios periódicos como El Palo
de Ciego, El Heraldo, El Cronista de México, El Monitor Republicano
y la misma Orquesta informaban acerca del contenido litográfico 116
que tenían en su interior estas publicaciones, con lo cual podemos
darnos cuenta que las caricaturas, si bien no eran de amplia difusión,
seguramente atraían lectores, puesto que al menos cinco de las seis
publicaciones utilizaban anunciaban el uso de la misma en la portada. 117
Otra publicación famosa en la misma época de La Orquesta fue El
Tío Nonilla. Manuel Murguía, editor asociado de esta publicación fundó
en 1856 otra publicación también satírica que llevó por nombre La Pata
de Cabra, periódico de caricaturas que mostraba en sus páginas una
fuerte oposición a los intentos monarquistas del partido conservador, 118
por lo que podemos afirmar que con la llegada de la segunda prensa
litográfica, pero especialmente durante la década de 1840, la caricatura
vivió una época dorada que permitió la publicaciones de muchos
impresos que pudieron incluirla en sus contenidos.
Otra cosa a destacar es el tipo de tendencias políticas de la
prensa que utilizaba caricaturas, se menciona que la mayoría de las
publicaciones de mediados del siglo XIX fueron de tendencia liberal
y que ni la prensa de tendencia conservadora ni la obrera utilizaron
la caricatura para la difusión de sus ideas, 119 algo que parece extraño,
sobre todo de parte de la prensa obrera, pues durante la época de los
Flores Magón, también la prensa obrera va a ser predominantemente
escrita.
Justino Fernández destaca algunas publicaciones de mediados del
siglo XIX, época considerada como el arranque formal de la caricatura
política mexicana. En dicho siglo, afirma Fernández, se ilustraron revistan
tan famosas y de tanta calidad como La Orquesta, de Riva Palacio y
116
Ídem
117
Ídem
118
Ibíd., p. 14.
119
Ídem
51
Constantino Escalante. Carlos Casarín, no es mencionado aquí como
socio de Escalante como afirma Fausta Gantús, pero sí Riva Palacio,
quien al contrario, no es mencionado en otras tantas investigaciones
que tratan el tema de La Orquesta.
Además de La Orquesta, El Calavera, El Tío Nonilla o El Gallo
Pitagórico, hemos encontrado la mención y la periodicidad de El
Monarca de San Luis Potosí, publicación que estuvo en circulación a
partir de 1863 y en la que participó Guillermo Prieto; la publicación era
opositora a Maximiliano y por ser menos conocida y regional, poco se
sabe y se ha estudiado en torno a ella.
De 1872 a 1875 se publicó El Ahuizote, uno de los periódicos de
mayor calidad y fama en la historia de la caricatura política mexicana. El
Ahuizote fue fundado por Riva Palacio e ilustrado por José Ma. Villasana
como parte de la oposición a Lerdo de Tejada. 120 Ambos personajes,
tanto Riva Palacio como Villasana aparecerán constantemente en la vida
pública de la época del porfiriato y obtendrán algunos beneficios por el
apoyo brindado a Porfirio Díaz.
El tipo de lenguaje y simbolismo que usaban los periódicos
decimonónicos ha sido tema de estudio sobre todo a últimas fechas.
Mucha atención ha recibido, por ejemplo Santa Anna, pues fue
una época que daba mucho de qué hablar y que levantaba muchas
pasiones, mismas que eran plasmadas de manera excepcional en las
páginas de muchas de las publicaciones de la época como se afirma en
La Caricatura:
La caída de Santa Anna y el fortalecimiento de la facción liberal
coincidieron con un cambio en el lenguaje de la caricatura: el
manejo del espacio tendió a simplificarse; se recurría ahora a una
forma más esquemática de representación de las figuras a través
del uso reiterado de símbolos y convenciones, creando una forma
de expresión directa y sencilla. 121
120
Fernández “La Caricatura”, en Carrasco Puente, La caricatura, op. cit., p.31.
121
Ibíd., p. 14.
52
Como vemos, el espacio simplificado y el uso de símbolos fue
algo que empezó a utilizarse y generalizarse en esta época como
parte de las características que iba adquiriendo la caricatura política
mexicana, con la intención de que el público pudiera comprender
de manera más “sencilla” dichas caricaturas, aunque, como hemos
visto, las interpretaciones en una caricatura son muy complejas por
lo polisémicas que resultan, y las lecturas que se le den a una misma
caricatura dependerá de muchas circunstancias, como la comprensión
de los símbolos para reducir la polisemia. 122
Los periódicos decimonónicos se ofrecían a sí mismos como
el cuaderno más gracioso y chispeante, 123 con la intención de ganar
adeptos. Estos anuncios tiene una explicación muy sencilla, puesto que
al tener una infraestructura muy diferente a la que conocemos en la
actualidad, y al no funcionar como las modernas empresas periodísticas
de nuestros días, también debían buscar la manera de obtener dinero
para poder sostenerse, por lo que obtener lectores nuevos era primordial
porque esos lectores eran los que sostenían a las publicaciones por
medio del pago de sus suscripciones al ser aún inexistentes o muy poco
utilizados los anuncios. José Luis Martínez da cuenta de lo que venimos
mencionando, pues afirma que: “Aparecían estas publicaciones por lo
común semanariamente, aún no se habían descubierto los anuncios y
se sostenían vendiéndose a precios muy reducidos, con un arte cuyo
secreto se ha olvidado”. 124
El público de las publicaciones de caricatura debió haber sido un
público focalizado y más o menos definido, porque no fueron las de
caricatura las publicaciones de mayor circulación ni tiraje como sí lo
fueron El Siglo XIX o El Monitor Republicano, fundándose el primero en
122
En la página de la Real Academia Española, polisemia se define de la siguiente
manera: Pluralidad de significados de una palabra o de cualquier signo lingüístico. En: http://
buscon.rae.es/draeI/SrvltGUIBusUsual?LEMA=polisemia
123
José Luis Martínez, “México en busca de su expresión”, en Historia General de México,
México, COLMEX, 1976, p.1043.
124
Ídem.
53
1841 y el segundo en 1844. Ambos periódicos sirvieron de tribuna para
los principales políticos e intelectuales decimonónicos mexicanos, y
ambos también dejaron de publicarse en 1896, 125 año en que comenzó
a circular el diario que muchos han tachado de oficioso que llevó por
nombre El Imparcial, publicación que cambió para siempre la fisonomía
de toda la prensa mexicana, pues fue una de las primeras en utilizar
el modelo de empresa norteamericana y en vender anuncios para sus
sostenimiento, aumentando el tiraje y bajando costos con modernas
prensas de impresión que permitía superar por mucho la capacidad de
la prensa tradicional, por ello fue considerada como “prensa moderna”.
Aunado a lo anterior, El Imparcial utilizó por vez primera en México lo
que ahora conocemos como la “nota roja”, que le aseguraba un público
cautivo.
2.3 Otras publicaciones de caricaturas y otros caricaturistas
Además de las publicaciones que hemos mencionado, entre las que
destacan: El Iris, El Gallo Pitagórico, Don Bulle Bulle, El Calavera, La
Orquesta y el Ahuizote, son pocas las referencias que existen respecto a
otras publicaciones y otros caricaturistas, sin embargo nos hemos dado
a la tarea de revisar minuciosamente las investigaciones que han tratado
el tema de la caricatura política en México y encontramos algunas breves
referencias que a continuación serán mencionadas.
El poco registro y las pocas referencias que existen acerca de
otras publicaciones y caricaturistas, además de las mencionadas, puede
deberse principalmente a que “Sus integrantes procedían de sectores
sociales muy diversos, contaban con formaciones profesionales
dispares y, al parecer, casi su único punto de identificación lo constituía
la capacidad de expresarse a través del dibujo valiéndose del humor
satírico”. 126 Y es que, tanto la formación académica de los caricaturistas,
125
Ibíd., p.1044.
126
Gantús, Caricatura, op. cit., p. 92.
54
en caso de haberla recibido, como la extracción socioeconómica era
tan variada como los temas de las caricaturas mismas, a pesar de que la
mayoría de esas publicaciones y de esos caricaturistas se identificaban
como parte de una “oposición” y de que la mayoría, al parecer, poseía
cierto nivel educativo que le permitía plasmar algunas referencias
históricas, populares, literarias o religiosas, por lo que el bagaje cultural
que manejaban debió haber sido amplio.
El Gallo Pitagórico, como tuvimos oportunidad de analizar
anteriormente, fue una publicación importante en el siglo XIX, Rius ha
estudiado y descifrado algunas cuestiones en torno a esta publicación,
como el hecho de que no fue propiamente una revista, además menciona
que la persona encargada de escribir los artículos era Juan Bautista
Morales y los ilustradores de esos artículos fueron Joaquín Heradia y
Plácido Blanco, 127 quienes son tal vez, los caricaturistas mexicanos más
antiguos de los que se tenga noticia, puesto que no hemos encontrado
mención alguna de los caricaturistas de El Iris. Sobre la vida de los
ilustradores de El Gallo Pitagórico, sólo encontramos una somera
mención de Joaquín Heradia, del cual se destaca que nació en 1826 y
que, a decir por el mismo Rius, no se conoce mucho acerca de su vida.
128
Por otra parte, en otra obra encontramos algunas referencias
más acerca de los personajes que ilustraron El Gallo Pitagórico. En
primer lugar, Oscar Castañeda menciona que en la edición de 1845
participaron como dibujantes Plácido Blanco, Casimiro Castro y Joaquín
Herrera. 129 Existen dos cosas interesantes a destacar, en primer lugar que
Casimiro Castro no es mencionado por Rius, en segundo lugar que Rius
menciona a Joaquín con el apellido de “Heradia” y en la publicación
La Caricatura en México se le menciona con el apellido de “Herrera”
127
Eduardo del Río, Los moneros de México, op. cit., p. 386.
128
Ídem.
129
Carrasco Puente, La caricatura en México, op. cit., p.13.
55
aunque suponemos que se trata del mismo personaje y en este sentido
faltaría indagar acerca de su verdadero apellido.
Continuando con el recorrido histórico que hace Rius sobre la
vida y obra de los caricaturistas mexicanos, menciona que hacia el año
1828 nació en Yucatán Gabriel Vicente Gahona, el primer caricaturista
mexicano que usó un pseudónimo. Vicente Gahona fue y ha sido
conocido como “Picheta”. Picheta contó con una preparación académica
a la que pocos podían aspirar, tanto así que estudió en Europa y fundó
a su regreso, la revista Don Bulle Bulle en la cual publicó caricaturas
costumbristas . 130
En La Caricatura en México se asegura que su estancia en Europa
fue entre 1846 y 1847 y también se menciona que a su regreso fundó
Don Bulle Bulle al lado de unos amigos suyos, que en esta revista
inventó un personaje que bautizó como “Picheta”, personaje por el cual
adquirió el pseudónimo con que se le recordaría. 131
El Tío Nonilla fue otra publicación
mexicana destacada en el ámbito de la
caricatura política del siglo XIX, la cual
comenzó a circular hacia 1849. Acerca
de los caricaturistas que participaron en
ella, sólo encontramos que la litografía
estuvo a cargo de un tal Navarro, 132 con
lo que podemos darnos cuenta, hasta
aquí, que la vida de los caricaturistas
decimonónicos, más allá de los que
son muy conocidos, está esperando a
ser explorada, puesto que poco, o en
algunos casos, nada se sabe acerca de
ellos.
130
Eduardo del Río, “Los moneros de México”, op. cit., p. 687.
131
Carrasco Puente, La caricatura en México, op. cit., p. 51.
132
Ibíd., p.13.
56
6 Caricatura de El Tío Nonilla en
Salvador Prunera, La caricatura
como arma política, México,
INEHRM, 1958, p.23.
Rius en el libro Un siglo de caricatura en México, menciona que
además de Escalante, otro caricaturista colaborador destacado en La
Orquesta fue Santiago Hernández (1833-1908), 133 del cual no se menciona
nada más, pero suponemos que su colaboración en La Orquesta fue
una de las primeras en su larga carrera como caricaturista, ya que como
veremos más adelante, Hernández fue también colaborador en otras
afamadas publicaciones mexicanas que hicieron uso de la caricatura
como El Hijo del Ahuizote. Sobre la vida de Santiago Hernández,
Rius sólo menciona que fue “niño héroe” 134 sin dar más referencia o
pormenores.
Fausta Gantús menciona que “al mediar la década de los ochenta
(del siglo XIX) vemos aparecer nuevos nombres, nuevos lápices que
llegan a renovar la actividad e imprimirle vitalidad, como sucedió con
Daniel Cabrera, Jesús Martínez Carrión y José Guadalupe Posada”. 135
Personajes que, al igual que Santiago Hernández, van a destacar como
grandes caricaturistas en la época del porfiriato por sus punzantes
caricaturas de gran calidad, pero que habían comenzado a dibujar
tiempo antes.
Por su parte Justino Fernández menciona que en las publicaciones
El Tecolote y El Coyote, de 1876 y 1880 respectivamente, firmó las
caricaturas un personaje que mencionamos anteriormente como Noé 136 ,
del cual no se sabe nadamás porque no existen mayores referencias, por
lo que, al igual que como sucede con otros caricaturistas de la época,
se tendría que realizar una detallada investigación para conocer más
acerca de él.
En el libro La caricatura política, también se destacan los nombres
de Alamilla y Casarín como caricaturistas que ilustraron La Patria 137 ,de
133
Eduardo del Rio, Un siglo de caricatura en México, op. cit., p. 11.
134
Ídem.
135
Ibíd., p.93.
136
Carrasco Puente, La caricatura en México, op. cit., p. 31.
137
Ídem.
57
los cuales no encontramos algo más aparte de la mera mención. El
Monarca fue otro periódico de caricaturas del siglo XIX que se publicó
en 1863 en San Luis Potosí., 138 del cual no sabemos quiénes fueron sus
fundadores o caricaturistas y del que sólo recientemente han aparecido
algunas tesis en El Colegio de San Luis.
El Ahuizote, fue uno de los periódicos más destacados de la
segunda mitad del siglo XIX, famoso por atacar a Lerdo de Tejada y
apoyar a Díaz para que accediera al poder. Acerca de El Ahuizote,
haremos un análisis más detallado porque de él sí existen abundantes
referencias. Por el momento sólo mencionar que se publicó entre 1872
y 1875 y que el caricaturista más destacado fue José María Villasana. 139
Villasana es recordado por sus ingeniosas caricaturas en, pero
durante la presente investigación se ha encontrado que no sólo participó
en esta publicación, sino que también ilustró otras en la década de 1870
como El Pollo, La Pollitica o El Gacetillero, caricaturas que realizó para
la publicación México y sus Costumbres. Villasana va a realizar algunas
innovaciones y aportaciones como que: “[…] multiplica las viñetas en
composición donde el texto e ilustración forman un discurso narrativo
integrado.” 140 Por lo cual es considerado como uno de los precursores
del comic.
138
Ídem.
139
Ídem.
140
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 25.
58
7 Portada de El Ahuizote del 27 de febrero de 1874, en en Salvador Prunera, La caricatura
como arma política, México, INEHRM, 1958, p. 63.
59
A Manera de Conclusión Podemos mencionar que la caricatura política
mexicana sentó sus bases con la llegada de la primera prensa litográfica
en 1826, prensa traída por el italiano Claudio Linati, quien de hecho
publicó El Iris utilizando por primera vez la litografía para la impresión de
imágenes y de caricaturas, por lo que existe consenso acerca de que fue
Linati y su publicación los precursores de la caricatura política mexicana
a pesar de la inexistencia de copias de los primeros ejemplares. Sobre
Linati aún queda explorar más acerca de su vida y obra porque son
pocas las referencias que existen.
Acerca de las publicaciones del siglo XIX podemos destacar
que sólo algunas de ellas han recibido un trato minucioso por parte de
los investigadores, y que muchas de ellas están aún a la espera de ser
interrogadas por los historiadores, por lo que falta mucho por hacer en
este terreno, al igual que sucede con muchos de los caricaturistas que
participaron en ellas, por lo que resulta de suma importancia animar
al estudio de dichos temas y personajes para tener un panorama más
amplio de la historia de la caricatura política mexicana y poder dar
lectura a los momentos políticos del México decimonónico a partir del
lente particular que nos ofrece la caricatura política.
60
CAPÍTULO 3
LA PRENSA, LA CARICATURA Y LOS CARICATURISTAS DURANTE
EL PORFIRIATO Y EL CONTROL DE DÍAZ SOBRE LA OPOSICIÓN.
3.1 A Pan o Palo. Porfirio Díaz y el control del estado sobre la
prensa
La política llevada a cabo desde el gobierno de Díaz, sobre todo a partir
de su primera reelección en 1884, cuando Manuel González terminó su
periodo de gobierno, puede resumirse, al menos para el caso particular
de la prensa de caricaturas, con la frase que da título a este apartado,
ya que el control del Estado sobre la prensa se realizó por medio de
la represión selectiva o la subvención. La primera era aplicada a los
periódicos que se mantuvieron al margen de las alabanzas a la política
y logros del gobierno porfirista y que, por el contrario, criticaban los
errores o puntos flacos de la administración pública, mostrando todo
aquello que era considerado contrario a los intereses del pueblo. La
oposición se manifestó a través de un aguerrido quehacer periodístico
desde dos frentes como lo fue la prensa escrita y la prensa de caricaturas.
Fausta Gantús, investigadora que ha tratado ampliamente el tema
de la historia de la prensa y de la caricatura en México, menciona que
la etapa represora de Díaz sobre la prensa de oposición puede dividirse
en dos etapas o periodos claramente diferenciados. La primera etapa
va del primer mandato de Porfirio Díaz hasta el gobierno de Manuel
González, periodo en la cual se gozó de cierta libertad de expresión
y mínima represión. La segunda etapa comienza durante el la primera
reelección de Díaz en 1884, en la cual se modificó la ley referente a la
libertad de expresión con el fin de tener a la prensa bajo un control más
estricto. Gantús menciona acerca del endurecimiento en los métodos
del control del Estado sobre la prensa lo siguiente:
[...] a partir de 1884, de forma gradual y paulatina, pero constante y
sin concesiones de ningún tipo, los métodos se irán endureciendo...
61
El uso de la fuerza, la violencia ejercida contra los periódicos y
periodistas, así como el habitual encarcelamiento de éstos sería
una estrategia de uso corriente a partir de la segunda elección
presidencial de Díaz. 141
Fausta Gantús además, menciona que Díaz pretendía sentar
precedentes en esta época para no otorgar ninguna concesión a la
prensa de oposición y fue la época en la que se echaron a andar los
métodos represivos más utilizados durante el resto del régimen porfirista.
Fue este segundo periodo el que sirvió de ensayo y perfeccionamiento
de dichos métodos represores, logrando acallar casi por completo a la
oposición, pues en palabras de la misma Gantús:
Porfirio Díaz fue afinando, perfeccionando, a lo largo de su segundo
periodo presidencial, los mecanismos para debilitar y suprimir
la oposición, especialmente la de la prensa [...] Igualmente se
instrumentaron procedimientos para intimidar a los más renuentes
y lograr, casi totalmente, acallar las voces disidentes. 142
Marcela Suárez Escobar, otra investigadora mexicana que ha
estudiado este aspecto coincide con Fausta Gantús en el hecho de
que la relación entre el Estado y la prensa durante el Porfiriato puede
dividirse en dos periodos. Suárez Escobar cita a Florence Toussaint para
definir el tipo de relación entre la prensa y el Estado, afirmando que el
primer periodo va de 1876 a 1884, en el que la libertad de expresión,
la polémica y la crítica fueron posibles. El segundo periodo corre de
1884 a 1910 y se asegura que en esta época, junto a las subvenciones
existió una represión importante a través de confiscaciones, cierres de
141
Fausta Gantús, “Díaz, de Nuevo Presidente. La deuda inglesa, la prensa y la
implementación de la política represora” en, Celia del Palacio Montiel (Coordinadora), La
prensa como fuente para la historia, México, U de G-CONACYT-Porrúa, 2006, p. 85.
142
Ibíd., p. 86.
62
imprentas e incluso la cárcel. 143 Con lo que podemos darnos cuenta que
la represión convivió junto a los métodos de subvención y prebendas
hacia la prensa que se mantenía al margen de las críticas, aunque
también podemos afirmar que las prácticas represivas eran selectivas
pero cada vez más crudas, como el encarcelamiento de periodistas y
dibujantes.
Una de las representaciones más socorridas que encarnaba la
represión del régimen sobre la prensa y la oposición en general fue la
de La Matona, una enorme espada que dejaba caer el mismo Díaz sobre
todo aquél opositor, como ejemplo de ello dejamos a continuación un
par de caricaturas que hacen alusión a ella.
8 “Santoral tuxtepecano” en Salvador
Prunera, La caricatura como arma política,
México, INEHRM, 1958, p.141
143
Marcela Suárez Escobar, “La prensa y la construcción de las representaciones sobre el
delito en la Ciudad de México, 1876-1910” en, Ibíd., p.115.
63
9 Caricatura de El Hijo del Ahuizote de octubre de 1890, en Salvador Prunera, La caricatura
como arma política, México, INEHRM, 1958, pp. 149.
64
3.1.1 La prensa durante el porfiriato
La prensa, fuera de oposición o no, sin duda fue importante durante
el porfiriato, a pesar incluso de las cifras que indican que el número
de lectores era muy reducido con respecto al número total de la
población mexicana de entonces. Luis González y González asegura
que para 1900, año en que empezaban a tomar fuerza los movimientos
de oposición al régimen de Díaz, existían 543 periódicos, que 126 se
publicaban en la Ciudad de México y que del total de la población
sólo el 18 por ciento de los mayores de diez años podía leer, lo que no
necesariamente significaba que leyeran. 144 Podemos entonces afirmar
que el impacto de la prensa, aunque importante, quedaba acotado a
un grupo relativamente reducido como lo eran los sectores urbanos del
país que sabían leer y que además tenían la intención de informarse del
acontecer político y social.
Algunos investigadores afirman que la prensa fue el medio de
comunicación más importante durante el siglo XIX mexicano, a pesar
del tan extendido analfabetismo, pues en ese entonces no existían los
medios de comunicación masiva como la televisión, el internet, el radio,
y la fotografía era prácticamente inexistente en el ámbito de la prensa,
por lo que hace pensar a Alberto del Castillo que:
[...] La prensa constituyó sin duda, el medio de comunicación
masiva más importante del siglo pasado (siglo XIX). Representaba
la única opción de expresión para las diferentes corrientes políticas
y culturales, ya se tratara de católicos y protestantes, anarquistas y
socialistas, liberales y positivistas, etcétera. 145
Además, Cockcroft en el libro Precursores Intelectuales de la
Revolución Mexicana, menciona que la distribución de periódicos
144
Luis González y González, “El liberalismo triunfante”, en Historia general de México,
Vol. 2. 3a. ed. COLMEX, México, 1982, p.978
145
Alberto del Castillo, “La transición de la prensa: de la prensa política de partido
a la prensa mercantil moderna”, en Ricardo Pérez Montfort, (coordinador), Hábitos, normas
y escándalo. Prensa, criminalidad y drogas en el porfiriato tardío, México, Primera edición,
CIESAS-Plaza y Valdez editores, 1997, p.26
65
mexicanos aumentó rápidamente durante el porfiriato, de un periódico
por cada 53, 858 habitantes en 1884, a uno por cada 9, 337 habitantes
en 1907, 146 lo que nos habla de una mayor distribución y por tanto mayor
impacto de la prensa sobre sus lectores, especialmente por parte de la
prensa mercantilista surgida en 1896 bajo el concepto empresarial que
se manejaba en Estados Unidos y que fue traído a México por Rafael
Reyes Spíndola.
En la historia de la prensa decimonónica hubo periódicos cuya
vida fue muy larga, muchos de estos periódicos habían empezado a
publicarse tiempo antes de que Porfirio Díaz llegara al poder, y durante
los primeros años de dicha administración permanecieron al margen
de las críticas hacia el ejecutivo, cuenta de ello se da en el libro Puros
cuentos, donde se menciona que en un principio no eran antiporfiristas
muchos periódicos que existían cuando don Porfirio llegó a las mieles
del poder y que así se mantuvieron durante la primera administración
de Díaz y también durante el periodo de Manuel González, porque
prevaleció la libertad de imprenta y expresión. 147 Entre las publicaciones
que en un principio no fueron antiporfiristas encontramos a La Patria
de Ireneo Paz, La Prensa de José María Vigil e incluso La Reforma y El
Diario del Hogar de Filomeno Mata. 148
El problema entre la prensa y el Estado surgió tras la primera
reelección de Díaz en 1884, pero en 1885 el distanciamiento se hizo
más grande, con lo que las críticas hacia Díaz se recrudecieron y los
intentos de control por parte del Estado sobre este sector de la prensa
se hicieron más evidentes. Una de las principales críticas que se hizo
contra Díaz fue haber roto precisamente el compromiso de no reelección
que abanderaba la Revolución de Tuxtepec, con lo que el descontento
por parte de algunos sectores de oposición, especialmente de la prensa
146
James D. Cockcroft, Precursores intelectuales de la revolución mexicana (1900-1913),
SEP-Siglo XXI ediciones, México, 1985, p.77
147
Aurrecoechea y Bartra, Puros Cuentos, op. cit., p. 87.
148
Ídem.
66
de caricaturas no se hizo esperar, de tal suerte que parte de la llamada
prensa liberal se convirtió en prensa de oposición y algunas publicaciones
como El Diario del Hogar y El Monitor Republicano pasaron a formar
parte de esa oposición, incluso periódicos conservadores se volvieron
contra Díaz tras la reelección como fue el caso de El Tiempo, La Voz de
México y El Nacional.
Es entonces cuando los métodos de control comienzan a definirse
claramente, pues por un lado tenemos la represión, pero también se
incrementa sustancialmente el subsidio 149 como formas de control.
Fue durante el periodo que corre de 1884 a 1888 que se sentaron
las bases y los precedentes para el trato que habrá de dar el Estado
mexicano, presidido por don Porfirio Díaz, hacia la prensa mexicana
de entonces y que marcará la tendencia de algunos periódicos y de
muchas caricaturistas.
En esta época también se definió o modificó el perfil de algunas
publicaciones de oposición, pero existió un punto en que todas
coincidían, y era precisamente en el enemigo común; Díaz. Algunos de
estos periódicos eran anticlericales, otros más eran antiporfiristas, pero
casi todos pertenecían a la oposición política. En el libro La prensa y el
Estado encontramos la descripción de varios de estos periódicos, como
es el caso de El Combate, publicación que estuvo vigente entre 1876
a 1897 y que fue básicamente un periódico anticlerical dirigido por el
conocido Sóstenes Rocha. Otro periódico de la época fue La Patria de
Ireneo Paz, periódico declarado abiertamente antiporfirista después de
la primera reelección de Díaz, este periódico comenzó a publicarse en
1877 150 .
La diversidad en el origen y la ideología de los periódicos
de oposición era tal que incluso llegó a haber problemas entre los
1986, p.116.
149
Ídem.
150
Oswaldo Baqueiro López, La Prensa y el Estado, México, Editorial Nuestra América,
67
encargados de dichas publicaciones, pues se tiene noticia que La
Patria tuvo un abierto enfrentamiento con el conservador La Libertad,
el cual había comenzado a publicarse apenas un año después que La
Patria, y que era propiedad de Santiago Sierra. El conflicto entre estos
dos periódicos y las críticas en el interior de sus páginas fueron de tal
magnitud que el conflicto no quedó sólo en la palabra escrita, sino que
llegaron a batirse en duelo a muerte Ireneo Paz de La Patria y Santiago
Sierra de La Libertad el 28 de abril de 1880, resultado muerto Santiago
Sierra. 151
Existió también la llamada prensa obrera que luchaba por obtener
mejoras en el trato y las condiciones de trabajo hacia los obreros. Entre
las publicaciones que destacaron encontramos a El Socialista, periódico
que se publicó de 1871 a 1888, bajo la dirección de Juan Mata Rivera,
destaca por ser el primer periódico en México que dio a conocer la ideas
de Carlos Marx, publicando en sus páginas el Manifiesto Comunista el
12 de Julio de 1884, y el ensayo “La Lucha de Clases” el 19 de Julio
de 1885. 152 Otro de los periódicos obreros o socialistas fue El Obrero
Internacional, periódico que estuvo también bajo la dirección de Juan
Mata Rivera, y que se publicó desde 1874. 153 El Hijo del Trabajador fue
otro de estos periódicos que reivindicaba la lucha obrera como bandera
de lucha.
La prensa “obrera” o “socialista” sufrió algunas represiones e
intimidaciones por parte del gobierno, sobre todo cuando comenzaron
a radicalizar sus críticas, ejemplo de ello lo tenemos en El Hijo del
Trabajador que calificó al porfiriato como una época de “saqueos,
miseria, desmoralización, pillaje, asesinatos, bancarrota, deshonra y
cinismo” (Enero 4 de 1880). 154 Tras la publicación de críticas como esta,
pronto comenzaron las intimidaciones por parte del gobierno y tanto
151
Ídem.
152
Ibíd., p.123.
153
Ibíd., p.119.
154
Ibíd., p.122.
68
El Socialista como El Hijo del Trabajador se quejaron de amenazas.
Como consecuencia, los escritores empezaron a usar pseudónimos en
sus artículos, que aparecieron firmados con los nombres de Dontelais,
Marat, Ego, Luigi, Juan Panadero, Silvio, Ercilo y otros, 155 lo que sería
uno de los primeros antecedentes en el uso del pseudónimo dentro
de la historia de la prensa en México. Otro de los periódicos que vale
la pena mencionar es La Convención Radical que se publicó de 1886
a 1900 156 por integrantes del club del mismo nombre que escribieron
artículos que mostraban una férrea oposición a Díaz.
El 7 de agosto de 1900 surgió Regeneración, la publicación
escrita más famosa de la época inmediatamente previa a la Revolución
mexicana. Regeneración fue una publicación dirigida y escrita por
los hermanos Ricardo, Enrique y Jesús Flores Magón, originarios de
Oaxaca y quienes habían estudiado derecho en la Ciudad de México. 157
El primer lema del periódico fue: “Contra la mala administración de la
justicia”. 158 Después de la creación del Club Liberal Ponciano Arriaga
y del acercamiento entre los Flores Magón y los demás jóvenes que
comulgaban con las ideas de cambio y apertura política, el lema de
Regeneración cambia y en diciembre de 1900 aparece la publicación
con el subtítulo de “Periódico independiente de combate” 159 con lo
que asumiría claramente una postura más radical que en un principio.
La publicación de Regeneración se publicó por 18 años, mismos
en los que fue radicalizando su postura, acercándose más y más al
anarquismo. Es cierto que durante estos años en que se publicó el
periódico, lanzó consignas contra el régimen de Díaz y contra algunos
dirigentes de la revolución como Francisco I. Madero, pero no supo o
155
Ibíd., p.123.
156
Ídem.
157
Ídem.
158
Armando Bartra (Prólogo, selección y notas), Regeneración, 1900-1918. La corriente
más radical de la revolución mexicana de 1910 a través de su periódico de combate, México,
Ediciones Era, 1981, p.21.
159
Ibíd., p.23.
69
no quiso llevar la batuta en el campo de batalla, por lo que esa misma
incapacidad de dirigir militarmente a los grupos revolucionarios que
concordaban con sus ideas y su postura, según afirma Armando Bartra,
fue el acabose del grupo magonista y con ellos de la emblemática
publicación que terminó en 1918. 160
Bartra, además, asegura que el importante papel que había
tenido en un principio Regeneración durante la fase preparatoria de
la insurrección armada se fue reduciendo paulatinamente conforme
avanzaba el proceso revolucionario. El periódico cada vez tuvo menos
lectores, los cuales eran fundamentalmente “pequeñoburgueses” que
concordaban con las ideas de Regeneración, pero que raras veces
tomaron las armas, aunque debemos destacar que también hubo
algunos líderes obreros que eran seguidores de esta publicación.
Resulta evidente señalar que durante los años que duró la lucha armada
después de 1910, la circulación a gran escala del periódico se hizo
casi imposible, 161 con lo que su influencia quedó reducida a un sector
limitado de la población, limitándose a algunos acercamientos con
líderes obreros.
Bartra asegura que el aislamiento real de los magonistas con las
clases proletarias y campesinas imposibilitaron llevar a cabo sus ideas,
y que las propuestas escritas en Regeneración nunca pasaron al plano
real, puesto que nunca estuvieron al frente de las facciones armadas
que apoyaron las ideas de Regeneración y sólo algunos seguidores de
sus ideas, a título personal, participaron en la constituyente de 1917,
por lo que después de una accidentada existencia de 18 años y con una
visión “apocalíptica”, en la que se aseguraba que “la muerte de la vieja
sociedad estaba próxima” 162 desapareció sin más.
La publicación del manifiesto llamado “La Junta Organizadora del
Partido Liberal Mexicano a los miembros del partido, a los anarquistas
160
Ídem.
161
Ídem.
162
Ibíd., pp.33, 34.
70
de todo el mundo y a los trabajadores en general”, fue el pretexto para
justificar la aprehensión de Ricardo Flores Magón y Librado Rivera y su
posterior condena a 20 y 15 años de prisión respectivamente, macando
con ello el final definitivo del periódico 163 que no volvería a ver la luz
nunca más.
Algunas cartas enviadas por Ricardo a uno de sus amigos cuando
se encontraba en prisión, ponía de manifiesto su intención de seguir
publicando Regeneración, sin embargo el 21 de noviembre de 1822,
enfermo y casi ciego perdió la vida, se presume que posiblemente fue
asesinado. Junto con Ricardo Flores Magón se fue la beligerancia política
que caracterizó al grupo que permaneció junto a él, especialmente a
Librado Rivera. 164
Otras publicaciones de oposición dentro de la prensa escrita que
no utilizaron caricatura política fueron El Demócrata y El Porvenir, ambas
de San Luis Potosí, las cuales sirvieron de portavoces de la clase media
para criticar al clero y las acciones del gobierno porfirista. El Demócrata
fue publicado en 1889 en San Luis Potosí por Juan Sarabia con ayuda
económica de Camilo Arriaga. El Demócrata dejó de publicarse en
1900 y entonces Sarabia comenzó a publicar El Porvenir de similares
tendencias. En 1901 Juan Sarabia, cuando aún no cumplía los veinte
años, se convirtió en el secretario del club liberal Ponciano Arriaga, por
lo que también comenzó a hacerse cargo del periódico del club que
llevaba por nombre Renacimiento. 165
En el libro La prensa y el Estado también se menciona al periódico
Excélsior como parte de esta prensa opositora. Excélsior se publicó en
1903 por los hermanos Flores Magón, por Juan y Manuel Sarabia, además
de Santiago R. de la Vega, quienes dirigieron el periódico junto con el
Lic. Alfonso Cravioto y Antonio Díaz Soto y Gama, quienes también eran
163
Ibíd., p.34.
164
Ídem.
165
Cockcroft, Precursores, op.cit., p.77.
71
miembros del movimiento antirreeleccionista en los clubes “Redención”
y “Libertad Ponciano Arriaga.” 166 La prensa fue por tanto, un órgano
de difusión importante para encausar las quejas e inconformidades del
movimiento precursor que comenzaba a tomar forma y fuerza en varias
partes del país a comienzos del siglo XX, especialmente en Sal Luis
Potosí, y que se servía de la prensa para criticar al régimen y publicar
artículos punzantes contra Díaz.
El Diario del Hogar del potosino Filomeno Mata (1845-1911), fue
uno de los primeros en formar parte de la oposición al régimen de
Díaz. El Diario del Hogar no fue en un principio, al igual que La Patria,
antiporfirista, pero con el pasar de las administraciones y en especial
cuando tuvo lugar la primera reelección de Díaz en 1884 comenzó a
criticar las acciones políticas de la administración. El Diario del Hogar fue
uno de los periódicos de oposición más longevos durante el porfiriato,
pues su publicación comenzó el 16 de septiembre de 1881 y terminó
el 30 de junio de 1912. Mata también dirigió los periódicos El Sufragio
Libre, El Cascabel y La Hoja Eléctrica, lo que da cuenta de la actividad
oposicionista que llevó a cabo, quien por sus valientes artículos contra
Porfirio Díaz constituye un símbolo de la oposición 167 para muchos de
los adeptos al movimiento liberal de inicios del siglo XX.
Filomeno Mata nació en San Luis Potosí en 1842 pero vivió mucho
tiempo en la Ciudad de México, donde ejerció el periodismo crítico
desde El Diario del Hogar. Mata cedió la dirección del emblemático
periódico a Juan Sarabia 168 cuando la enfermedad le impedía continuar
al frente de dicha publicación. Acerca de la importante contribución
que hizo Mata a la historia de la prensa en México, Cockcroft menciona
lo siguiente: “Mata sostuvo un implacable ataque contra el régimen
de Díaz. Puede decirse que el periodismo independiente de Mata
p.123.
166
Baqueiro López, La prensa, op.cit., p.123.
167
Ibíd., p.116.
168
Cockcroft, Precursores Intelectuales de la Revolución mexicana (1910-1913), op.cit.,
72
constituyó la protesta más significativa sostenida antes del propio
movimiento precursor”. 169
Con lo que hemos mencionado hasta aquí podemos obtener
varias consideraciones. En primer lugar y de acuerdo a las referencias
encontradas, se puede afirmar que la prensa de oposición escrita,
es decir, aquella que no hacía uso de la caricatura política, sin duda
jugó un papel importante aunque no decisivo para la conformación de
movimientos oposicionistas a Díaz, pues el simple hecho de ser escrita
limitaba su alcance a aquellas clases que sabían leer, principalmente la
clase media urbana, a pesar de que, irónicamente, muchas de sus ideas
apoyaban las causas obreras.
En segundo lugar, nos hemos dado cuenta que un núcleo
importante de este tipo de prensa se encontraba en San Luis Potosí, en
donde incluso nacieron varios clubes liberales y varias publicaciones a
inicios del siglo XX, los cuales criticaban fuertemente la administración
porfirista. Este núcleo de San Luis Potosí se apoyaba mutuamente y
estaba conectado con gente importante en el centro del país, como
era el caso de Filomeno Mata y los hermanos Flores Magón, quienes
constituyeron el núcleo opositor desde la prensa de la época.
3.1.1.1 La prensa subvencionada
Quizás el método que mejor funcionó al régimen porfirista para el
control de la prensa fue la subvención, es decir, la gratificación y el apoyo
económico para todos aquellos que se adhirieran por convencimiento o
conveniencia a las políticas que pregonaba el Estado. La mayor parte de
la prensa estaba a favor de Díaz debido a que les era más conveniente
recibir una subvención que ser perseguidos y encarcelados, lo que la
obligaba a mantenerse al margen de las críticas. Como ya se mencionó,
los métodos represivos empleados por Díaz para mantener controlada
a la prensa fueron puestos en práctica desde su primera reelección en
169
Ídem.
73
1884, pero también la gratificación se aplicó desde ese momento, por
lo que gran parte de la prensa no lo criticaba y si lo hacía era muy
tibiamente puesto que como menciona Rius: Díaz no pagaba para
que le pegaran. 170 Rafael Barajas Durán, “el Fisgón” da cuenta de ello
y menciona: “Desde su primera gestión, el Llorón de Icamole (Díaz)
subvenciona a ciertos medios. El subsidio se convierte en una práctica
común del régimen”. 171 En el libro Hábitos, normas y escándalos.
Prensa, criminalidad y drogas durante el porfiriato tardío se le llama a
este método “corrupción de periodistas.” 172
Para subsidiar a la prensa adepta al régimen, se requerían grandes
sumas de dinero, puesto que la impresión y el pago de salarios, aunque
no de manera oficial, costaban grandes cantidades al erario público
según se afirma en el libro La prensa y el estado. María del Carmen Ruiz
asegura que en el año de 1888 recibían subsidio unos treinta periódicos
de la ciudad de México, que requerían para su sostenimiento unos
40 mil pesos al mes, además de otros 27 periódicos oficiales de los
Estados. En el Hijo del Ahuizote se publicó que “al Estado mexicano le
costaba sostener este aparato de propaganda oficial, tanto como a los
248 diputados federales, 56 senadores y 27 legislaturas locales”. 173
La cifras de dinero invertido para subsidiar a la prensa era
escandalosa, pues según algunas cifras mencionadas en el libro Puros
cuentos, se señala que el gobierno gastaba la vergonzosa cifra de un
millón de pesos anuales, 174 lo que le resultaba un pésimo negocio en
comparación con el impacto real que pudiera tener dicha prensa, pues
no hay que olvidar que el tiraje entonces era limitado y la cantidad de
lectores muy reducida, pero esta situación cambiaría radicalmente en el
170
Del Rio, Un siglo, op. cit., p.23.
171
Barajas Durán, El País de “El llorón de Icamole”. Caricatura mexicana de combate y
libertad de imprenta durante los gobiernos de Porfirio Díaz y Manuel González (1877-1884),
México, FCE, Primera edición, 2007, p.76.
172
Del Castillo, “La transición”, en Ricardo Pérez Montfort, (coordinador), Hábitos,
op.cit., p. 28.
173
Baqueiro López, La prensa, op. cit., p.128.
174
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op.cit., p.87.
74
año 1896, pues la aparición de la “prensa moderna” significó la cúspide
del control de los medios impresos por parte del Estado.
El Imparcial, periódico que tomó su formato de la prensa
mercantilista estadounidense de entonces, fue la expresión máxima de
lo que se acaba de mencionar, puesto que con el tiraje apabullante y el
bajo costo de producción y venta, comparado con la prensa tradicional
de la época, no encontró rival que pudiera seguirle el paso, a excepción
del periódico conservador El País, surgido en 1899.
La “inversión” que el gobierno hizo para el surgimiento de El
Imparcial fue mínima y los beneficios muchos. El Imparcial tenía un tiraje
estratosféricamente mayor al de cualquier periódico del siglo XIX. La
cifra de tiraje de El Imparcial a finales de la primera década del siglo
XX era de 135 000 ejemplares, o lo que es lo mismo: veintisiete veces
más tiraje que toda la prensa subsidiada junta en 1896. 175 Esto significó
un triunfo de Díaz porque, con un subsidio ínfimamente menor al que
recibía la prensa oficial de años anteriores, obtuvo ganancias muy
significativas. El periódico fue un negocio redondo tanto para Rafael
Reyes Spíndola, su fundador, como para el régimen de Díaz, ya que
logró terminar con buena parte de la poca prensa de oposición sin el
uso de la violencia, y como bien se señala en el libro Puros cuentos:
Spíndola no le pide a González Cosío, secretario de Gobernación,
un subsidio más, le propone una alianza de nuevo tipo, le vende
la encarnación periodística del lema “poca política y mucha
administración”, que se traduce en “más periodismo informativo y
menos política doctrinaria”...Cuando Spíndola se lanza a publicar
El Imparcial con una subvención reconocida de 50 000 pesos
anuales, nace el periodismo moderno a la mexicana: la prensa de
masas como negocio, pero a la vez subsidiada por el Estado. 176
175
Ídem.
176
Ibíd., p.91.
75
Para El Imparcial la ideología fue lo de menos, lo importante era
vender periódicos, no ideas, pues: “Ya no se escribe para conquistar
voluntades y correligionarios sino para ganar consumidores.” 177 El
Imparcial funciona como una moderna empresa mercantilista en donde
el fin es vender mucho sin importar las formas, la moral aquí vale casi
nada y la ideología política será irrelevante.
Algunas de las innovaciones que introdujo El Imparcial fueron:
grandes titulares en distintos tipos de letra, 178 junto a una infraestructura
impresionante y sin precedentes en México, que permitía emitir tirajes
de entre 50, 000 y 100, 000 ejemplares hacia los últimos años del
siglo XIX y primeros del siglo XX. 179 Estos pequeños pero significativos
cambios fueron esenciales para el triunfo definitivo de este nuevo tipo
de prensa sobre la tradicional prensa política del siglo XIX, interesada
más en debatir lo político que en vender periódicos.
Una de las víctimas de El Imparcial fue El Siglo XIX, periódico que
nació en octubre de 1856 y desapareció en 1896. El Siglo XIX fue un
periódico que sostuvo los principios de federalismo y la república, que
apoyó las leyes de Reforma y respaldó siempre la Constitución de 1857.
El Monitor Republicano fue el otro gran periódico decimonónico, el cual
tenía mucho parecido con El Siglo XIX, tanto en el formato como en las
ideas políticas. La existencia de El Monitor Republicano fue también
muy larga, pues comenzó a publicarse en 1844, y casi sin interrupciones
lo hizo hasta 1896 180 . En La prensa y el Estado se menciona que estos
periódicos tradicionales del siglo XIX “[...] desaparecieron ante el
empuje de la prensa mercantilista que implantó Rafael Reyes Spíndola,
principalmente con El Imparcial, que recibía el apoyo financiero de la
dictadura.” 181
177
Ídem.
178
Del Castillo, “La transición”, op.cit., p.30.
179
Ibíd., p. 31.
180
Baqueiro López, La prensa, op.cit., pp.112, 113.
181
Ibid., p.113.
76
El Imparcial debido a su política de captar clientes dio prioridad a la
nota policiaca que, junto con la incorporación de imágenes fotográficas,
representaron las principales innovaciones, por lo que por primera vez
se pudo acceder a un público semianalfabeta que podía comprender,
al menos en parte, las noticias, sin necesidad de leer la nota completa.
Respecto a lo que venimos mencionando, se ha asegurado que: “En los
noventa la prensa se dirigía a un público no especializado, en general
pasivo en términos políticos y mucho más interesado en el reportaje
del día que en inteligentes y sesudas reflexiones políticas”. 182 Otra de
las ventajas que tuvo El Imparcial sobre sus rivales fue el precio de
venta, ya que costaba 1 centavo, mientras que los grandes periódicos
decimonónicos 6 centavos. 183
Luis González y González también menciona con respecto a la
desaparición de estos dos periódicos algunas cosas interesantes como
que: “...los dos (El siglo XIX y El Monitor Republicano) beneméritos
periódicos subsistieron, casi sin vacilación, hasta las postrimerías del
siglo cuando fueron vencidos por el periodismo industrial moderno, al
que no supieron o no pudieron adaptarse”. 184
Reyes Spíndola no se conformó con la publicación de El Imparcial,
puesto que llegó a tener todo un consorcio de revistas y suplementos a
la manera en que funcionan varias empresas del ramo en la actualidad.
Spíndola creó el corporativo de prensa más grande que existió durante
el porfiriato. Luis González y González sobre el tema menciona: “Reyes
Spíndola crea un magazine dominical, El Mundo Semanario Ilustrado,
(1894- 1900), que luego se llamará El Mundo Ilustrado (1900-1914),
bien impreso e ilustrado” 185 .
El Mundo Ilustrado fue otro gran triunfo para el gobierno de Díaz
y para Reyes Spíndola, pues por medio de esta publicación, buscó
182
Del Castillo “La transición”, op.cit., p.31.
183
Ibíd., p.32.
184
González y González, “Liberalismo triunfante” en Historia general de México, op.cit.,
p.1045.
185
Ídem.
77
desbancar a las publicaciones de caricaturas. La fuerza que adquirió
El Mundo Ilustrado fue tal, que varios caricaturistas considerados
tradicionalmente como de oposición pasaron por la nómina de este
periódico, incluso el férreo liberal Jesús Martínez Carrión, quien llegó a
dibujar y firmó varias de sus caricaturas, situación sumamente extraña 186 ,
ya que de los periódicos y publicaciones considerados de oposición, no
encontramos una sola caricatura con su firma que confirme la autoría de
Carrión, lo que nos hace pensar que esto pudo haber ocurrido por dos
situaciones: la primera por miedo a la represión, una razón común para
la época; la segunda para no ser identificado como de oposición y poder
aparecer en publicaciones oficialistas que tal vez le representaban una
entrada de dinero segura.
Sin embargo, durante la presente investigación, pudimos darnos
cuenta que El Imparcial no fue la primera publicación de Rafael Reyes
Spíndola, pues en La prensa y el Estado se menciona que “Rafael Reyes
Spíndola y Emilio Rabasa fundaron en 1885 “El Universal”, periódico
de ideología conservadora, defensor del porfirismo. Aquí empezó
Reyes Spíndola. El Universal fue el primer diario de México impreso en
rotativo 187 el cual sería el antecedente directo de El Imparcial lo que nos
hace creer que entonces el inicio de la llamada prensa moderna se dio
con El Universal, pero que quien mejor representó a la prensa moderna
fue El imparcial.
186
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op.cit., p. 90.
187
Baqueiro López, La Prensa y el Estado, op.cit., p.117.
78
10 “Revista de la prensa” caricatura aparecida en El Ahuizote Jacobino
el 1 de enero de 1904 señalando la subvencion ofical a El Mundo de
Spíndola, en Manuel González Ramírez, La caricatura política, México,
FCE, 1955.
79
3.2 La prensa de caricaturas durante “los años tuxtepecanos.”
La prensa de caricaturas ha constituido en México un espacio y un
medio de expresión en el cual, por medio del dibujo se puede mostrar
la inconformidad política que ha existido hacia el gobierno en turno
a lo largo del tiempo. Por esa característica es que resulta interesante
acercarse al estudio de este tipo de prensa, a su génesis y su desarrollo. La
historia de la caricatura en México durante el Porfiriato es tema obligado
para todo aquel que pretenda comprender la historia contemporánea
de la caricatura. De ahí que este apartado retome lo que Fausta Gantús
llama “los años tuxtepecanos”, época en la que Díaz estaba levantado
en armas precisamente con el Plan de Tuxtepec con el que finalmente
llegará a la presidencia en 1876.
Resulta difícil afirmar que la caricatura política mexicana de entonces
haya tenido una gran difusión o hubiera sido, como han afirmado
algunos, caricatura de masas, puesto que, como ya se ha corroborado
aquí, muy pocas personas sabían leer en el México decimonónico. No
negamos que pudo haber tenido cierto impacto sobre la sociedad de
entonces, pero es evidente que su difusión se dio entre los sectores
medios de los centros urbanos, quienes por lo regular sabían leer y
escribir. Al respecto afirma Gantús:
La prensa con caricatura política constituye un espacio privilegiado
para acercarse a las preocupaciones, los lenguajes y los imaginarios
políticos de sectores medios y altos de la ciudad de México, en
los años tuxtepecanos. Contra la idea generalizada de que el
recurso visual de la caricatura política tenía mayores posibilidades
de impactar en amplias capas de la población, al llegar a los
analfabetos y configurar casi una forma de comunicación popular
y masiva. 188
188
Gantús, Caricatura, op. cit. p.17.
80
Resulta sumamente relevante esta afirmación de Gantús, pues
va contra lo que históricamente se ha afirmado acerca de la caricatura
como una manera de dar a conocer hechos políticos y sociales al grueso
de la población, pues, como reiteramos, hubo varias circunstancias
que hacen creer lo contrario, como el generalizado analfabetismo, el
limitado tiraje que podía imprimir la prensa de caricaturas, así como el
consecuente alcance que le permitía ser distribuida en algunos centros
urbanos solamente.
La oposición a Díaz desde la prensa estará comandada por
publicaciones que se apoyarán principalmente en el legado de la Reforma
y en los principios dictados en la Constitución de 1857. En el libro La
ideología de la Revolución Mexicana, se señala que toda revolución
nace haciendo una negación del pasado, por lo que los opositores a
Díaz negarán en todo momento el pasado inmediato y se remontarán,
en una candente defensa del pasado de la Reforma, a la época de la
independencia y de la Constitución de 1857. 189 De tal manera que el
modelo a seguir tuvo como
pilares fundamentales el Estado
democrático,
representativo
y federal; la primacía de la
ley constitucional sobre la
arbitrariedad y el despotismo de
los gobernantes; los derechos
del hombre que consagran las
libertades de pensamiento,
de expresión, de trabajo, de
tránsito, de elección de los
representantes del pueblo; la
11 Caricatura “Luz y Sombra” de El Colmillo
Público” del 25 de marzo de 1905, en Manuel
González Ramírez, La caricatura política, México,
FCE, 1955.
189
Arnaldo Córdova, La ideología de la Revolución mexicana. Formación del nuevo
régimen, México, Primera edición, Instituto de Investigaciones Sociales/UNAM-ediciones ERA,
1974, p.87
81
garantía de estos derechos que hace efectivo el juicio de amparo, y el
sufragio libre y universal de los ciudadanos mexicanos. 190
En este libro también se menciona que la oposición a Díaz fue
encabezada, desde el principio por la clase media urbana, pues
eran los únicos realmente preparados para poder llevar a cabo dicha
empresa, por ello no es raro encontrar a los intelectuales de clase
media dirigiendo, escribiendo e incluso dibujando en las publicaciones
de oposición durante el Porfiriato. Los únicos que desde entonces
estuvieron en condiciones de organizar una ideología de oposición,
requisito indispensable para la lucha política. Entre los opositores
encontramos a periodistas y caricaturistas, un sector bien informado que
con sus plumas pretendía permear las mentes de los sectores sociales a
los que llegaban sus periódicos.
Con los intelectuales de la clase media comienza lo que podríamos
denominar la etapa precursora. Se asegura en La Ideología de la
Revolución Mexicana 191 que fueron, precisamente las clases medias las
que prepararan el camino ideológico de la Revolución mexicana, pero
también resulta algo obvio que el mayor impacto que pudieron haber
tenido sus publicaciones fuera precisamente en esas mismas clases
medias que hablaban y entendía el lenguaje político.
Uno de los principales motivos por el cual buena parte de la prensa
se vuelve contra Díaz sucedió con la primera reelección no continua
de 1884, ya que dicha acción traicionaba los ideales y promesas de
la Revolución de Tuxtepec, que enarbolaba la “no reelección” como
su principal bandera de Lucha. El Fisgón, caricaturista mexicano que
se ha interesado en estudiar la época referida, menciona sobre este
checo que: “En su etapa rebelde, los periódicos con caricaturas tratan a
Porfirio Díaz como a un héroe; luego a partir de su primera reelección,
190
Ídem.
191
Ibíd., p.88
82
la prensa de oposición lo describe como el tirano Don Perpetuo, en
especial El Hijo del Ahuizote”. 192
Los encargados de las publicaciones, los periodistas y los
caricaturistas de dichas publicaciones, trataban de incidir en sus lectores
para que simpatizaran con sus demandas, pues los periódicos políticos,
incluidos aquellos con caricaturas, estaban dirigidos a públicos más
acotados, definidos en función de su vinculación con la esfera política
a la que pertenecían, 193 en este caso las clases medias urbanas de las
principales ciudades.
Queda entonces más que claro que las publicaciones de
caricaturas de entonces no eran de masas, como tradicionalmente se
le ha denominado, porque como hemos podido corroborar, algunas
de las características propias de la caricatura impiden su “fácil” lectura
o compresión, ya que para transmitir un mensaje a través de las
imágenes, los caricaturistas solían recurrir, a menudo, a un elaborado
y fino lenguaje visual que requería que el receptor poseyera ciertos
conocimientos políticos, sociales y además culturales para poder
interpretar y comprender el sentido total 194 de las mismas.
En el libro La ideología de la Revolución Mexicana se refuerza esta
idea, pues se afirma que las clases sociales bajas del México porfiriano
no pudieron formarse una ideología revolucionaria por sí mismas,
puesto que la inexistencia o la debilidad de los movimientos populares,
campesinos u obreros, dejó el campo abierto a los intelectuales
provenientes de los sectores medios para desarrollar un movimiento
ideológico y político autónomo de dimensiones nacionales, único que
podía oponerse con éxito a la autocracia porfirista. 195
Las exigencias por las cuales surge buena parte de la oposición a
Díaz, giraban en torno a dos prerrogativas principales que iban de la
192
Barajas Durán, El País, op.cit., p. 20.
193
Gantús, Caricatura, op.cit., p. 27.
194
Ibíd., p.31
195
Córdova, La Ideología de la Revolución Mexicana, op.cit., p.89
83
mano: “[...] la primera exigencia era el retorno de la democracia y, con
ella, de la legalidad”. 196 Con lo cual se refuerza el argumento de que
buena parte de la prensa de oposición a Díaz nació con la intención
de servir de vehículo que pudiera encausar las demandas de respeto
y apego a lo que dictaba la Constitución de 1857 y a las propias de la
Revolución de Tuxtepec que había comandado el mismo Díaz. La otra
exigencia de los intelectuales de clase media era tener voz y participación
en la vida pública que les había negado el régimen autoritario de Díaz.
Ricardo Flores Magón, uno de estos intelectuales más conocidos hacia
la última etapa del Porfiriato afirmar lo siguiente:
La república burguesa ya no satisface a los hombre inteligentes
y de buena fe. La república burguesa sólo satisface a los políticos,
a los que quieren vivir a expensas del pueblo trabajador: pero a
la luz de la filosofía moderna es un anacronismo cuya existencia
sólo es justificada por la ignorancia de las masas y la de le las mal
llamadas clases directoras de la sociedad. 197
12 “Prestidigitaciones tuxtepecanas” de
El Colmillo Público, 1 de abril de 1906, en
Manuel González Ramírez, La caricatura
política, México, FCE, 1955.
196
Ídem., p.89
197
Ricardo Flores Magón en Regeneración, “Noviembre 19 de 1910” en La Revolución
Mexicana. R. Flores Magón, México, Editores Mexicanos Unidos, 1982, p.39
84
A grandes rasgos podemos asegurar que los movimientos de oposición
al régimen de Díaz, especialmente los relacionados con la prensa,
nacen a partir de su primera reelección en 1884. Muchos criticarán este
regreso de don Porfirio a la presidencia y en varias caricaturas se hizo
alusión al respecto, presentando a Díaz en plena transformación de
revolucionario a autócrata. Algunas de las inconformidades, además
de la reelección, será entorno a la exigencia del cumplimiento de la
Constitución de 1857, pero sobre todo del acatamiento y respeto de
las promesas de Tuxtepec reformadas en Palo Blanco, entre las que se
encontraba la no reelección del ejecutivo.
13 “La transfiguración del señor”, escena bíblica que en este caso señala la
“Transfiguración” de Díaz al incumplir la promesa de “No reelección” del Plan
de Tuxtepec, en Manuel González Ramírez, La caricatura política, México, FCE,
1955.
85
Se ha asegurado que la posición contraria al régimen de Díaz y
las limitaciones que ello conlleva no condicionaron la calidad de las
caricatura, tan es así que se tiene noticia que caricaturas de dibujantes
mexicanos aparecieron en periódicos extranjeros. La inspiración y el
formato de las publicaciones de caricatura política durante el porfiriato
fueron tomadas de revistas europeas, principalmente españolas, italianas,
francesas y algunas alemanas. Entre las más destacadas tenemos a la
francesa Le Rie; las italianas El Pasquino, El Tischieto o El Papagallo
o a la alemana Kikieriki. 198 Sergio Fernández afirma también que la
caricatura política mexicana siguió el estilo de algunos caricaturistas
europeos como Rowlandson, Gillray, Guy, Daumier y Goya. 199
Como sucede en todo, la caricatura del Porfiriato tenías sus
detractores, entre los que encontramos a Francisco Bulnes, quien,
según Sergio Fernández, dijo sobre ella que: “se distinguía esa prensa
por una virulencia de influenza española; lenguajes tabernario, como
la de oposición granuja efectiva; calumnia fácil, procacidad inaudita;
irresponsabilidad legal absoluta y responsabilidad moral nula”. 200
Como ya lo hemos mencionando, buena parte de la prensa de caricaturas
apoyó a Porfirio Díaz cuando se levantó en armas con la Revolución de
Tuxtepec, especialmente El Ahuizote, donde José María Villasana era
el caricaturista más destacado. 201 . Villasana recibió el beneplácito de
Porfirio Díaz cuando llegó a poder, y como pago obtuvo una diputación,
por lo que terminó dibujando poco y dedicándose más a las funciones
públicas. En Puros cuentos se menciona sobre El Ahuizote, periódico
198
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos., p. 97.
199
Sergio Fernández, “Proemio” en González Ramírez, La caricatura, op. cit., p. XVI.
200
Ibíd., p. XXIII.
201
Se menciona con respecto a la vida de José María Villasana lo siguiente: José María
Villasana nació en Veracruz en 1848. Estudió pintura en San Carlos y no pudiendo vivir de la
pintura, se dedicó a los monos. Se le considera como el primer monero “de éxito” al volverse
empresario y ponerse a las órdenes de Porfirio Díaz para combatir a Lerdo de Tejada en la
revista El Ahuizote. Díaz le pagó los favores nombrándolo diputado. Hizo mucho dinero. En
Eduardo del Río, “Los moneros de México”, en Todo Rius tomo III, México, GRIJALBO, 2006,
p. 397.
86
donde Villasana publicó sus caricaturas que: “[...] desde 1874, El
Ahuizote se ensaña con Lerdo y más tarde apoya el Plan de Tuxtepec
animado por Porfirio Díaz”. 202
Rafael Barajas Durán El Fisgón, asegura que apenas llegado Díaz
al poder en 1877, comenzaron a aparecer las primeras publicaciones de
oposición que utilizaron caricatura política. Como ejemplo La Linterna
que hizo su debut el 19 de febrero de 1877, el 2 de marzo del mismo
año apareció Don Quixote y el 5 de abril La Mosca. 203 Don Quixote era
una publicación de José María Villada la cual duró menos de un año
en circulación, sin embargo llegó a publicar numerosos dibujos de los
caricaturistas conocidos como Muller, Gaitán y Cárdenas. 204
15 Portada de La Linterna de febrero
de 1877, en Salvador Prunera, La
caricatura como arma política,
México, INEHRM, 1958, p. 79.
14 Portada de El Quixote del 29 de
marzo de 1877, en Salvador Pruneda,
La caricatura como arma política,
México, INEHRM, 1958, p. 80.
202
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op.cit., p. 46.
203
Barajas Durán, El País, op.cit., p. 95.
204
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 79.
87
Respecto al formato de los periódicos de caricaturas, sólo hemos
encontrado la mención que hace El Fisgón de La Linterna, del que
menciona que era un cuadernillo de ocho hojas y que cuatro de ellas
eran ilustrados con caricaturas, que el formato que utilizaba había sido
tomado de El Ahuizote. 205 Por lo que suponemos que varias publicaciones
debieron haber utilizado este formato para publicar sus caricaturas.
La segunda etapa que podemos distinguir de oposición a Díaz es
la que corre a partir de la primera reelección en 1884. En esta época
publicaciones como El Diario del Hogar, La Patria, o al El Padre Cobos
dentro de la caricatura política, se volvieron antiporfiristas. El Padre
Cobos había aparecido por primera vez en 1869 como publicación
de oposición a Juárez y apoyaba en un principio a Porfirio Díaz con
caricaturas de Alejandro Casarín 206 . El periódico en esta nueva etapa,
a pesar de ser propiedad de Ireneo Paz, fue dirigido por Blas Lara y
apareció ilustrado con “furibundas caricaturas antiporfiristas dibujadas
por Lira”207 y de Jesús T. Alamilla, un destacado caricaturista de la
época. 208
Otras publicaciones de caricaturas que se manifestaron contra
Díaz fueron El Chinaco y el Insurgente de Paulino Martínez y El Diablito
Rojo de un tal Ramírez 209 , publicaciones de las cuales no encontramos
más datos que la mera mención de que pertenecían al grupo del
“periodismo totémico”, que eran publicaciones antiporfiristas,
satíricas e irreverentes. 210 El Fisgón además menciona que hubo otras
publicaciones de caricaturas antiporfiristas como Mefistófeles, Fra
Diávolo, 211 El Fandango, Gil Blas y El Monitor del Pueblo donde participó
José Guadalupe Posada. 212 El Jicote fue una modesta publicación
205
Barajas Durán, El País, op.cit., p. 95.
206
del Río, Los Moneros de México, op.cit., p. 401.
207
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op.cit., pp. 79-80.
208
Barajas Durán, El País, op.cit., p. 38.
209
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op.cit., p. 46.
210
Ídem.
211
Barajas Durán, El País, op.cit., p. 38.
212
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op.cit, p. 50.
88
de Aguascalientes en la que se criticaba el actuar de Díaz, en este
“periodiquito” como lo llama Rius, hace sus primeras apariciones el
afamado José Guadalupe Posada, cuando en sus años mozos trabajó
en talleres de grabado e imprenta en su ciudad natal. 213
Algunos como Rius consideran a este periodo como el de máximo
florecimiento de la caricatura mexicana pues asegura que fue en la
época de Don Porfirio “[...]cuando revistas como El Hijo del Ahuizote,
Mefistófeles, Don Quijote (Quixote) o el Ahuizote Jacobino, se
enfrentaron a los abusos del poder y a la corrupción de la sociedad”. 214
Sin embargo, consideramos que el número de publicaciones no es un
indicador de que haya sido una época en que la caricatura política tuvo
su máximo florecimiento, puesto que muchas de estas publicaciones
fueron efímeras y duraron menos de un año en circulación, ya fuera por
censura, las persecuciones o el acoso constante del régimen porfirista.
La persecución de que eran víctimas los caricaturistas, los obligaba
a andarse con cuidado por lo que: “En estas condiciones los dibujantes
prefieren el anonimato y es difícil identificar los autores específicos de
cada chiste, caricatura o historieta.” 215
Una de las pocas publicaciones que tuvo relativo éxito y que de
hecho fue la publicación de caricaturas que duró más tiempo durante
el porfiriato fue El Hijo del Ahuizote, donde participaron algunos de
los más afamados caricaturistas de oposición del porfiriato y que
mencionaremos más adelante, este es tal vez, el ejemplo más claro
que pudiera tener Rius del “máximo florecimiento” de la caricatura
mexicana.
213
del Río, Los Moneros de México, op.cit., p. 407.
214
del Río, Un siglo de caricatura en México, op. cit., p. 13.
215
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op.cit., p. 79.
89
16 Caricatura publicada en mayo
de 1877 en Don Quixote, en en
Salvador Pruneda, La caricatura
como arma política, México,
INEHRM, 1958, p.85.
17 Caricatura del 1 de septiembre
de 1977 aparecida en Mefistófeles
atribuida a Villasana, en Salvador
Pruneda, La caricatura como arma
política, México, INEHRM, 1958,
p.63
90
3.3. ¿Caricatura de masas o de clase media?
En este apartado analizaremos a detalle las afirmaciones que aseguran
que la caricatura política mexicana ha sido de masas utilizada para
concientizar al pueblo de la situación de desigualdad social y política
que vive, que ha sido una caricatura que por su fácil lectura y discurso
simple ha cumplido con ese cometido, por lo que veremos el alcance
y limitaciones de estas afirmaciones, así como también analizaremos el
otro lado de la moneda donde Fausta Gantús ha tomado la iniciativa
al afirmar que la caricatura política del porfiriato no era una caricatura
de fácil acceso para el público general, puesto que parte del mensaje
es indescifrable sino se cuenta con los elementos necesarios para
comprender en todas sus dimensiones el lenguaje de las caricaturas.
18 Representación de Manuel González con el “Pueblo elector”, en
Manuel González Ramírez, La caricatura política, México, FCE, 1955.
91
Comenzaremos analizando lo que Pilar Mandujano Jacobo asegura
en un artículo titulado El Periodismo Humorístico Y Satírico En La Primera
Etapa De La Revolución Mexicana, donde asegura, refiriéndose a los
caricaturistas que: “Nuestra historia periodística se nutre de las formas
más variadas de estas figuras retóricas para dar muestra del encono, la
irritabilidad o el descontento de periodistas e ideólogos, pera también
para dar testimonio de su fuerza y de su poder sobre las masas, como
se vio en el movimiento de 1910”. 216
Es cierto que el encono, la irritabilidad y el descontento, así como
la calidad que mostraron tanto los escritores como los caricaturistas de
la prensa durante el porfiriato nadie lo discute, sin embargo el “poder
sobre las masas” queda en entre dicho, pues como ya se ha mencionado,
resulta difícil asegurar que la prensa de esta época fue una prensa de
masas cuando los tirajes de las publicaciones de oposición eran limitados
y los precios altos en comparación con la “prensa moderna” de la que
ya se ha hablado aquí, así como el elevado analfabetismo.
La historiografía tradicional, al igual que Pilar Mandujano ha
sostenido que la figura de la prensa y sobre todo la prensa de caricaturas,
tuvo una influencia importante sobre el pueblo, sobre “las masas” y que
fue un factor decisivo en la preparación ideológica y en el avivamiento
de la llama revolucionaria, sin embargo a últimas fechas y con motivo
de algunas revisiones detalladas como las que ha hecho Fausta Gantús,
esta afirmación se ha venido matizando y ahora se afirma que el papel
de la prensa de caricaturas, sin bien fue importante, no fue decisivo
para la preparación de la Revolución Mexicana.
En este sentido, Rius sirve como un excelente ejemplo, ya que él
mismo estaba convencido en el año de 1984, cuando publicó Un siglo
de caricatura en México que la caricatura política mexicana era una
caricatura de masas, y que el papel que jugó en los momentos previos
216
Pilar Mandujano, “El Periodismo Humorístico Y Satírico En La Primera Etapa de La
Revolución Mexicana” en, Laura Navarrete Maya y Blanca Aguilar (Coordinadoras) La prensa en
México (1810-1910), México, Addison Wesley Longman Editorial, 1998, p.181.
92
a la Revolución Mexicana había sido de gran impacto en la población,
por lo que la consideró como un factor importante para el estallamiento
armado. 217 Sin embargo su visión cambió con el pasar de los años, y en
su libro El arte irrespetuoso publicado a mediados de los 2000 asegura:
“Que lastimaba al dictador y hacía reír al lector, no cabe duda, pero [...]
de eso a pensar que las caricaturas del Ahuizote crearon conciencia para
tumbar a don Porfirio, o que los monos de García Cabral en Multicolor
acabaron con Madero, es una ilusión que agradecemos los moneros.” 218
Además, Rius afirma en El arte irrespetuoso que el papel de la
caricatura se ha exagerado por la historia, y por tanto, por la historiografía
misma, colgándole atributos que no le corresponde, puesto que: “Con
el paso del tiempo, y con eso que la historia la escriben siempre los
triunfadores. Se ha exagerado sobre la influencia que las revistas de
caricaturas tuvieron en la caída de tiranos y dictadores. Si la caricatura
tuviera tanta fuerza, ya no habría dictaduras en el continente.” 219
Sin embargo, si en algo coinciden todos los autores y estudiosos del
tema, es que sobre los caricaturistas pesaron muchas adversidades para
que estas publicaciones pudieran se editadas, impresas y repartidas,
pues es innegable que sufrieron continuos encierros en calabozos
de cárceles como la famosa Belén, que quedaron más de una vez en
las penurias de la pobreza ocasional, así como el constante cierre,
confiscación y persecución de las instalaciones donde se imprimían las
revistas, por lo que sin tapujos se puede afirmar que jugaron un papel
importantes en la preparación ideológica de la Revolución mexicana,
y con ideológico nos referimos a que por medios de sus publicaciones
daban un panorama general de la situación histórica y de actualidad
respecto a la política mexicana, así como de la social y exploraban
formas de resarcir esas situaciones de desigualdad.
217
... se enfrentaron a los abusos del poder y a la corrupción de la sociedad. La caricatura
jugó un papel muy importante en el proceso revolucionario, ridiculizando al intocable dictador.
En del Rio, Un siglo, op. cit., p.13.
218
Eduardo del Rio, El arte irrespetuoso, México, Debolsillo, 2010, p. 101.
219
Ibíd., p. 100.
93
En Puros cuentos, sin embargo se siguió la línea que afirma que la
caricatura fue de masas asegurando que: “[...] Analfabetos y cultivados
consumen, por igual, la producción gráfica de la época.” 220 No dudamos
que tal vez haya tenido una difusión importante la caricatura de la época,
pero de ello a asegurar que tuvo un gran impacto entre los analfabetos
y al igual que entre los “cultivados” resulta complicado sustentar,
puesto que medir el impacto real por la simple afirmación de que se
“consumían las caricaturas” por igual en las distintas clases sociales es
muy simple y sin sustento, sirva como ejemplo mencionar que El Hijo
Ahuizote, la publicación de caricatura política más importante durante
el Porfiriato, llegó a tener un tiraje máximo de 24,000 ejemplares, cifra
muy inferior a la que alcanzó El Imparcial, que sin problemas superó los
100 000 ejemplares en un solo día.
En el libro Puros Cuentos se sostiene la afirmación de que la prensa
de caricaturas pudo alcanzar, durante la época previa a la Revolución
un alcance considerable asegurando que los periodistas políticos o los
políticos metidos a periodistas, sabían bien que era más fácil catalizar el
odio popular contra monarcas extranjeros, déspotas locales o invasores
prepotentes, a través de la crítica procaz y descarnada del poder, que
concitar el apoyo a sesudos programas constructivos, y combinan la
solemnidad pontificadora de la prensa “seria”, con la vitalidad y ligereza
de un periodismo satírico despiadado y eficaz. 221
La caricatura tal vez sintetice la lectura de sesudos programas
políticos, lo que no implica que los haga necesariamente más digeribles,
pues al contrario, puede llegar a codificar con algunos signos y símbolos
algunas cosas que tal vez estuvieras explicitadas en el texto escrito, por
lo que resulta difícil creer que los hiciera “más digeribles y fáciles de
comprender”, lo que no supone que su mensaje pueda ser entendido
por completo por todo tipo de público.
220
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 42.
221
Ibíd., p. 52.
94
3.3.1 Los artífices detrás de las publicaciones. Vida y obra de los
caricaturistas
Hemos mencionado lo más destacado respecto a los periódicos
de caricatura política de oposición, sin embargo ninguna de esas
publicaciones hubiera existido de no ser por las personas que estuvieron
detrás de ellas. Tanto los editores como escritores, caricaturistas o
impresores, quienes eran responsables de que las publicaciones de
caricatura política vieran la luz. Por eso es que se dedicó un pequeño
espacio en este libro para conocer la vida y obra de algunos de los más
conocidos que vivieron durante el siglo XIX y principios del XX, con el
propósito de comprender el contexto en el que dibujaron sus caricaturas,
las vivencias que marcaron su vida, el estilo, así como las limitaciones
que nos muestran las fuentes con las que contamos. Cabe aclarar que
de algunos no hemos encontrado información o la información es muy
escasa, por lo que aún es una beta por explorar para la historia de la
prensa de caricaturas.
A los caricaturistas se les ha definido de muchas maneras, aquí
mencionaremos algunas que consideramos más acercadas de acuerdo
a su función. Comenzaremos con Fausta Gantús, quien en el libro
Caricatura y poder político los define como:
[...] profesionales que valiéndose del recurso de las imágenes
ejercen el periodismo, particularmente de tipo político. Siendo el
recuadro de la caricatura en el que deben sintetizarse la posición
y las ideas fundamentales de un periódico, el caricaturista es una
especie de editorialista sagaz que, recurriendo al humor satírico,
debe aprehender y transmitir en unos cuantos trazos el mensaje
primordial que se quiere comunicar al receptor y lo hace mediante
la ridiculización de lo que se dibuja. 222
En el libro La Caricatura Política, escrito a mediados del siglo XX,
se dice sobre los caricaturistas que eran: “Críticos acertados; gente que
222
Gantús, Caricatura, op.cit., p. 87.
95
se ha impuesto la misión de abrir los ojos a la sociedad en la que viven
sin dejar de fustigarla al enseñarle sus defectos, en busca de radical
curación.” 223
Hasta aquí podemos observar que el caricaturista es considerado
un personaje importante dentro de la historia de la prensa, trátese de la
época y de lugar que se trate, pues son agentes críticos del horizonte en
que viven, ya que tienen una visión amplia que les permite interactuar
en el tiempo histórico entre el presente-pasado, volteando y detectando
las circunstancias que provocan la situación social y política del presente
y que da oportunidad a anticiparse al futuro, en tanto pueden jugar con
distintos escenarios de cómo poder resarcir las situaciones de dicho
presente, y en ese sentido se asegura que los caricaturistas, todos, son
fundamentalmente utópicos.” 224
Y para no hacer el cuento largo, entenderemos la figura del
caricaturista como un personaje que por medio de sus dibujos, a veces
burlones, a veces satíricos, exageró la realidad y a los principales
políticos de la época en sus trazos, con la intención de dar a conocer su
opinión acerca de las cosas que sucedían en la sociedad de entonces,
denunciando todo aquello que considera injusto, como lo eran los
atropellos o violaciones sobre los derechos de la sociedad y sobre todo,
denunciando las omisiones y violaciones hechas a la constitución, así
como las promesas incumplidas, los atropellos sobre la sociedad o la
simulación electoral tan recurrente en el siglo XIX.
223
González Ramírez, La caricatura, op.cit., p. XVI.
224
Ibíd., pp. XVI-XVII.
96
3.3.1.1 José María Villasana
José María Villasana fue, como
ya se mencionó, un caricaturista
importante en la época previa a la
llegada de Díaz al poder. Villasana
era el caricaturista principal de El
Ahuizote, periódico de dura crítica
contra Lerdo de Tejada que se
publicó de 1872 a 1875. Si bien es
cierto que ni la caricatura política,
ni los caricaturistas han quitado
del poder a ningún político
como afirma Rius, al menos han
ayudado a sacar a la luz muchos
de los defectos personales de
los políticos, ya sean físicos o
referentes a los manejos turbios
de la vida pública, por medio de
una crítica mordaz que se encarna
en la burla que puede desatar una
19 Caricatura de José María Villasana, en
Salvador Prunera, La caricatura como arma
política, México, INEHRM, 1958, p.67.
caricatura en el espectador, cosa que se asegura, hizo magistralmente
Villasana contra Lerdo de Tejada.
Acerca de Villasana hemos encontrado algunos datos interesantes,
en donde se mencionan, entre otras cosas, que nació en Veracruz en
1848, que fue uno de los pocos caricaturistas que tuvo una preparación
profesional en la tan prestigiada Academia de San Carlos antes de
dedicarse de lleno a la caricatura política. Villasana ejerció el oficio de
la caricatura casi exclusivamente en la publicación conocida como El
97
Ahuizote, aunque también hizo algunas apariciones en revistas como
La Orquesta 225 y El Mundo Ilustrado, 226 este último de Rafael Reyes
Spíndola.
En El Ahuizote hizo dibujos satíricos contra Lerdo de Tejada, lo
que fue del agrado del general Díaz, quien al llegar al poder le otorgó
una diputación y con ese puesto, aseguran algunos, logró hacerse de
mucho dinero. 227 En el libro Puros cuentos se menciona que durante el
porfiriato fueron realmente pocos los caricaturistas de oposición, que
muchos fueron porfiristas por conveniencia y menos aún lo fueron por
convicción como Villasana. 228
20 Caricatura posiblemente de Villasana que representa a Lerdo de Tejada aparecida
en El Ahuizote en diciembre de 1774, en Salvador Pruneda, La caricatura como arma
política, México, INEHRM, 1958, p.64
225
del Río, Los Moneros de México, op.cit., p. 398.
226
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, p. 104.
227
del Río, Los Moneros de México, op.cit., p. 397.
228
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 104.
98
Sobre la calidad de los dibujos de Villasana, según las referencias
que hemos encontrado, parece que no existe discusión en cuanto a que
contaban con una excelente calidad y una exquisita técnica, producto
de los estudios realizados en la Academia de San Carlos. San Carlos fue
una institución dedicada a las bellas artes como la pintura, y era muy
prestigiada porque realizaba minuciosa selección de sus alumnos, por
lo que resulta lógico pensar que la calidad en los trazos de Villasana
pudieron deberse en buena medida a esta situación. En este tenor, el
libro Los Moneros de México menciona que: “[...] Lo que no se puede
discutir a Villasana es su excelente dibujo.” 229
Santiago R. de la Vega, caricaturista de oposición hacia el final del
Porfiriato menciona sobre el trabajo de Villasana que: “[...] “El Ahuizote”
(1872-1875) publicado por Riva Palacio con el objeto de dirigir la
oposición a don Sebastián Lerdo de Tejada, contiene las magníficas
caricaturas de Villasana.” 230
3.3.1.2 Jesús T. Alamilla
José de Jesús Ángeles Tiburcio
(1847-1881) 231 mejor conocido
como “Alamilla” fue un caricaturista
destacado, contemporáneo de
Villasana. Rius asegura en Los
Moneros de México que Alamilla
comenzó a dibujar sus “monos” 232
a la edad de 15 años y que
publicó sus caricaturas en revistas
tan importantes para la historia
de la caricatura política como La
99
21 Juárez representado como grillo,
caricatura atribuida a Alamilla, en Salvador
Prunera, La caricatura como arma política,
México, INEHRM, 1958, p.49.
229
del Río, Los Moneros de México, op.cit., p. 397.
230
Santiago R. de la Vega “La Caricatura en México” en Carrasco Puente La caricatura
en México, p. 31.
231
del Río, Los Moneros de México, op.cit., p. 396.
232
Palabra en con que es conocida de manera coloquial entre los caricaturista la caricatura
política.
Orquesta, de Constantino Escalante, y El Padre Cobos. Además asegura
que la palabra “grilla” que utilizamos coloquialmente los mexicanos
al referirnos a asuntos políticos, se empezó a utilizar después de la
aparición de una caricatura en la que Alamilla dibujó a Juárez con
cabeza de grillo. 233
En el libro Caricatura y poder político se afirma que Daniel Cabrera,
el dueño y editor de El Hijo del Ahuizote quedó marcado por los trazos
de Villasana y Alamilla cuando de joven trabajó en El Ahuizote donde
conoció de cerca el trabajo de ambos. 234 Por lo que no debe extrañarnos
que la calidad en el trabajo de Cabrera tenga que ver con la influencia
de estos dos caricaturistas.
Sin embargo, y pese a una detallada revisión del material
bibliográfico y hemerográfico que ha sido consultado para esta
investigación, las menciones sobre Jesús T. Alamilla resultan sumamente
escasas, a pesar de haber tenido cierta relevancia en el ámbito de la
caricatura política de su época y de ser muy conocido en su época.
3.3.1.3 Santiago Hernández
Acerca de Santiago Hernández hemos encontrado más referencias que
de Alamilla, debido, posiblemente, a que participó con sus dibujos en
más publicaciones que el mismo Alamilla. Rius menciona que Santiago
Hernández nació en 1832 en la Ciudad de México y que murió en esta
misma ciudad en 1908. Menciona que estudió en el Colegio Militar y
que participó en la defensa del Castillo de Chapultepec por lo cual
estuvo preso en San Juan de Ulúa y que al salir de la cárcel se dedicó a
la caricatura, tomando el lugar que Escalante había dejado a su muerte
en La Orquesta, donde realizó caricaturas en contra de Benito Juárez.
También menciona con respecto a su vida que fue masón y de ideología
liberal. 235
233
del Río, Los Moneros de México, op.cit., p. 396.
234
Gantús, Caricatura, op.cit., p. 36.
235
del Río, Los Moneros de México, op.cit., pp. 393-394. 236 Ibíd., p. 394.
100
Referente a su obra se menciona que además de haber comenzado
su trabajo como caricaturista en La Orquesta, también realizó caricaturas
para El Hijo del Ahuizote. A pesar de ser muy conocido su trabajo
como caricaturista, Santiago Hernández no se limitó a este rubro y
llegó a ilustrar novelas de Vicente Riva Palacio. Por su trabajo, Santiago
Hernández es considerado, junto a Villasana y Escalante, uno de los tres
grandes moneros mexicanos del siglo XIX. 236
En el libro “Puros cuentos” se asegura que trabajó junto a Daniel
Cabrera y Jesús Martínez Carrión en El Hijo del Ahuizote, donde participó
como un radical antiporfirista, siendo desde los primeros números,
junto a Martínez Carrión, uno de los colaboradores de Cabrera. 237 En
El Hijo del Ahuizote la vida no resultó nada fácil, pues constantemente
sus caricaturistas y colaboradores, entre los que se incluye a Hernández,
fueron asiduos visitantes de la cárcel y debido a esta situación el uso del
pseudónimo de volvió algo común, por lo que resulta difícil encontrar
alguna caricatura firmada por él. 238 En La prensa y el Estado se asegura
que caricaturistas como Santiago Hernández fungían como una especie
de portavoces del pueblo, pues por medio de la caricatura lograron dar
voz a muchas demandas populares puesto que: “La burla, el ingenio
mordaz, la sátira y la crítica entre bromista e hiriente, dieron cauce
al resentimiento popular contra los encumbrados y resultaron armas
efectivas para golpear al régimen.” 239 Circunstancia que, como hemos
detallado, resulta difícil de creer, y aún más, de corroborar.
En el libro Caricatura y poder político se menciona sobre la autoría
de las caricaturas que resulta difícil saber quién era el dibujante en El
Hijo del Ahuizote, puesto que las que tienen rúbrica bien pudieran
ser de Santiago Hernández o de Martínez Carrión, pues los trazos de
ambos son parecidos y de gran calidad. 240 El Fisgón, en esta misma
237
Gantús, Caricatura, op.cit., p. 128.
238
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 79.
239
Oswaldo Baqueiro López, La prensa y el Estado, op.cit., p. 130.
240
Gantús, Caricatura, op.cit., p. 100.
101
línea, asegura que el anonimato y el uso del pseudónimo por parte de
Hernández, como por muchos de sus contemporáneos, se debió en
gran parte a la mencionada persecución y el acoso que sufrían por parte
del gobierno porfirista.
Hernández fue un caso aparte, pues como habíamos mencionado,
muchos de los personajes de la prensa mexicana que se volvieron contra
Díaz, lo hicieron tras su reelección en 1884, pero Santiago Hernández
fue el único caricaturista que no simpatizaba con Díaz desde tiempos
de Lerdo, haciendo evidente su oposición de manera abierta, lo cual
tuvo como consecuencia la persecución y represión que le obligaron
a dibujar sin firmar sus caricaturas o firmándolas con pseudónimos. El
Fisgón asegura que además de colaborar para El Hijo del Ahuizote,
Hernández también lo hizo para El Rascatripas donde firmó sus dibujos
como Gaitán, según una nota necrológica aparecida en El Imparcial
después de su muerte que daba cuenta de ello. 241 Como ya se había
mencionado, la mayoría de los caricaturistas durante el Porfiriato firmaron
sus dibujos con pseudónimos, pero no se piense que lo eran de tiempo
completo, pues todo caricaturista era también ser humano, y tenían que
buscar el sustento diario, ejemplo de ello es precisamente Hernández,
quien colaboró en publicaciones como en El Mundo Ilustrado al lado
de Clemente Orozco y José María Villasana, publicación propiedad de
Spíndola, allegado de Díaz al igual que Villasana. 242
22 Caricatura del 23 de julio de 1881 de
El Rascatripas, firmada por Gaitán, en
Hemeroteca Nacional Digital de México
241
Barajas Durán, El País, op.cit., p. 82.
242
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op.cit., p. 104.
102
Santiago Hernández hizo algunas de sus últimas colaboraciones
en EL Colmillo Público, revista que se publicó entre 1903 y 1906 cuando
estaba en pleno desarrollo la preparación ideológica de la Revolución
Mexicana. Esta colaboración le valió más encarcelamiento, llegando al
punto de conocer de cerca la pobreza, según afirma Rius. 243
Santiago R. de la Vega, caricaturista que conoció en persona a
Santiago Hernández, menciona que sus caricaturas tuvieron tal difusión
entre la gente que: “[...] hasta en las más humildes peluquerías de los
pueblos mexicanos figuraban orlando las paredes las obras de don
Santiago Hernández. Yo lo conocí. Era grave, severo y afable.” 244
Esta aseveración junto con el argumento que asegura que Santiago
Hernández y sus contemporáneos conocieron de cerca la pobreza, son
algunas de las cuestiones que ha tomado y reproducido la historiografía
para afirmar que la caricatura política del Porfiriato, especialmente
durante la primera década del siglo XX, tuvo un carácter popular sin
precedente, porque, como asegura Santiago R. de la Vega “hasta en las
más humildes peluquerías figuraban orlando las paredes” las obras de
este caricaturista. Sin embargo y a pesar de ser cierta esta aseveración
de R. de la Vega, cuesta trabajo pensar que dichas caricaturas fueran
leídas e interpretadas por todo mundo.
3.3.1.4 Jesús Martínez Carrión
Jesús Martínez Carrión es considerado por algunos estudiosos de la
caricatura política mexicana como uno de los más grandes caricaturistas
que ha dado México, debido a la calidad de sus trazos y a la tenacidad
que no murió con El Hijo el Ahuizote cuando éste desapareció hacia
1903. Se dice que sus caricaturas llegaron a ser publicadas en el
extranjero y que en calidad son equiparables a las de otros grandes
243
del Rio, Un siglo, op. cit., p. 20.
244
R. de la Vega “La caricatura en México” en Rafael Carrasco Puente La caricatura en
México, op.cit., p. 40.
103
como Constantino Escalante. A pesar de ello también se dice que es
el gran olvidado de la Revolución Mexicana, aunque sería más correcto
mencionar que es el gran olvidado de la época precursora, ya que
murió en 1906. Martínez Carrión es el “gran olvidado” no porque no se
le mencione en los estudios que se han hecho de la caricatura política
mexicana, sino porque no existe una sola investigación que detalle a
fondo la vida y obra de este personaje.
Carrión participó de manera activa en la oposición a Díaz durante
buena parte de su vida, especialmente en la época en que se gestó
la ideología de la Revolución mexicana en los primeros años del siglo
XX. Santiago R. de la Vega, caricaturista y miembro activo en este
movimiento precursor lo conoció e incluso llegó a estar en la cárcel
junto con Carrión. R. de la Vega asegura que en parte, la respuesta del
olvido en que se tiene a Carrión se debe a la excesiva importancia que
se ha dado a la figura de José Guadalupe Posada pues en sus palabras:
El demasiado relieve que se le ha dado (a Posada), opaca
un poco los merecimientos de otros artistas de su tiempo, como
Martínez Carrión, que sin duda, lo supera en la interpretación
de los tipos de barriada (pintores de ollita), para don Jesús, una
criada y un soldado eran, sin posible dubitación, la pareja clásica
de Venus y Marte. 245
En el libro Caricatura y poder político se menciona que Antonio
Saborit se ha encargado del análisis de las obras que dejó firmadas
Martínez Carrión en El Mundo, periódico ilustrado propiedad de
Rafael Reyes Spíndola 246 allegado a Díaz, lo que explica en parte la
identificación de las caricaturas por parte de Carrión.
245
Ibíd., pp. 42,43.
246
del Río, Los Moneros de México, op.cit., p. 406.
104
Sin embargo y a pesar de las dificultades que representa hacer una
reconstrucción histórica de la vida y obra de Jesús Martínez Carrión,
hemos encontrado algunas referencias, como las que hace Rius, quien
menciona en Los Moneros de México que Martínez Carrión nació en
Guanajuato en 1860, que él mismo conoce a algunos los descendientes
de éste caricaturista, pues su esposa es una de ellos, y su suegro,
Ricardo W. Martínez, le ha proporcionado algunos datos, como que era
descendiente de Juan José Martínez Amaro, mejor conocido como “El
Pípila”. 247
Acerca de la formación profesional de Martínez Carrión, Rius
asegura que estudió en la famosa Academia de San Carlos por algún
tiempo, que fue masón y caricaturistas antiporfirista. 248 Esta afirmación
se corrobora al revisar lo que Santiago R. de la Vega menciona al
respecto, puesto que de la Vega conoció personalmente a Martínez
Carrión, e incluso llegó a asegurar respecto a él: “[...] siempre le tuve
por el hombre más humilde que yo haya conocido.” 249 y menciona que
debido a su formación: “No le eran desconocidos los secretos de la
anatomía artística. [...]” 250 lo que nos hace pensar que efectivamente
tenía conocimientos que le ayudaban a plasmar sus caricaturas con
excelentes trazos.
La historiografía menciona que Martínez Carrión colaboró en El
Hijo del Ahuizote desde su aparición en 1885 y hasta que fue clausurado
definitivamente en 1903. 251 En el libro Puros cuentos se menciona que
Martínez Carrión y Santiago Hernández ayudaron a Daniel Cabrera a
ilustrar dicho periódico de caricatura política antiporfirista, 252 y que
además formó parte del grupo de caricaturistas satíricos, militantes y
247
Ibíd., p. 405.
248
Ídem.
249
R. de la Vega “La Caricatura en México” en Rafael Carrasco Puente La Caricatura en
México, p. 39.
250
Ídem.
251
del Río, Los moneros de México, op.cit., p. 405.
252
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 79.
105
comprometidos que sufrieron constantes arrestos y persecuciones por
parte del gobierno porfirista. 253
Sin embargo, a pesar de su ideología y su fuerte antiporfirismo,
Martínez Carrión, al igual que otros caricaturistas como Santiago
Hernández, se vieron obligados a colaborar en publicaciones que no
fueran de oposición ante la necesidad de obtener ingresos económicos.
Por lo que entonces es de suponer que su colaboración en El Hijo del
Ahuizote fue más por amor al arte que por la buena remuneración.
Una de las publicaciones para las que colaboró y que no pertenecía
a la oposición fue El Mundo Ilustrado y Cómico de Reyes Spíndola,
en el libro Puros cuentos estas colaboraciones con prensa oficialista
son mencionadas acertadamente con el nombre de “colaboraciones
alimenticias”. 254
En el libro Caricatura y poder político se menciona que las
publicaciones en las que participó Martínez Carrión fueron: El Hijo del
Ahuizote, El Colmillo Público y El Mundo, con lo que corroboramos
que Martínez Carrión efectivamente realizó algunas “colaboraciones
alimenticias”, haciendo ilustraciones de “crónica gráfica” y “cuadros
costumbristas populares” las cuales firmó con su apellido 255 , contrario a
lo sucedido en El Hijo del Ahuizote, El Ahuizote Jacobino o El Colmillo
Público.
Martínez Carrión, a pesar de sus colaboraciones alimenticias,
siempre estuvo publicando desde la oposición, tanto así que al cierre
de El Hijo del Ahuizote en 1903, fundó El Colmillo Público ese mismo
año. Los investigadores no han logrado ponerse de acuerdo sobre si
Martínez Carrión fundó solo o en compañía de alguien más El Colmillo
Público. Rius, por ejemplo, en su libro Un Siglo de Caricatura en México
menciona que: “Desaparecido El Hijo del Ahuizote, Cabrera y su
equipo (Santiago Hernández, Jesús Martínez Carrión y otros) fundaron
253
Ibíd., p. 104.
254
Ídem.
255
Gantús, Caricatura, op.cit., p. 113.
106
otra revista llamada El colmillo público.” 256 Sin embargo el mismo Rius
afirmaría algunos años después en el libro Los Moneros de México
que Carrión “[...] trabajó con Daniel Cabrera en El Hijo del Ahuizote
hasta que, clausurado, fundó ya solito El Colmillo Público, para seguirle
pegando al viejo dictador.” 257
Santiago R. de la Vega, contemporáneo de Martínez Carrión
discrepa un poco con Rius al afirmar que fundó El Colmillo Público
con ayuda de Alfonso Cravioto, Luis Jaso y un licenciado Peña, y que
además fue en esta publicación donde cultivó la historieta como forma
de dibujo, 258 siendo este uno de los antecedentes más antiguos de
dicho género, con lo que podemos darnos cuenta que la fundación de
El Colmillo Público es uno de los puntos aún por resolver, aunque hay
que mencionar que R. de la Vega vivió en la época y conoció a Martínez
Carrión.
En el libro La prensa y el Estado se le considera a Martínez Carrión,
junto a Santiago Hernández y Álvaro Pruneda portavoces del pueblo,
asegurando que ellos expresaron las ideas que el pueblo no se atrevía
a decir por medio de sus caricaturas, 259 aunque desgraciadamente,
debido al anonimato que guardaban muchos caricaturistas, resulta
difícil clasificarlas y saber cuál caricatura pertenece a qué caricaturista,
por lo que hay quien afirma que poco se puede saber acerca de la
contribución real de Martínez Carrión 260 aunque queda claro que, con
respecto a la calidad de sus caricaturas, debido a que algunas sí fueron
firmadas en otras publicaciones, no hay discusión, como ejemplo
tenemos la mención que se hace en Caricatura y poder político, donde
se afirma sobre él: “Otro personaje importante entre 1885 y 1888 fue
Jesús Martínez Carrión. Un caricaturista cuya relevancia empezó a
256
del Rio, Un siglo, op. cit., p. 20.
257
del Río, Los Moneros, op. cit., p.405
258
R. de la Vega “La Caricatura en México” en Rafael Carrasco Puente, La Caricatura en
México, op.cit., pp. 38, 39.
259
Oswaldo Baqueiro López, La prensa y el Estado, op.cit., p. 130.
260
Gantús, Caricatura, op.cit., p. 113.
107
perfilarse por su participación en El Hijo del Ahuizote, prácticamente el
único periódico opositor a Díaz en aquellos años.” 261
Santiago R. de la Vega, contrario a lo que han afirmado otros
autores, asegura que no es tan complicado saber cuáles caricaturas
pertenecen a Martínez Carrión pues afirma que: “Nunca firmó sus
trabajos; pero son de tal mérito que no se les puede confundir con los
de otros dibujantes.” 262 Aunque es de suponer que tal vez no por la
calidad, sino por el conocimiento de los trazos de Martínez Carrión, es
que para Santiago R. de la Vega no resultaba difícil distinguir entre las
caricaturas de los dibujantes de la época, puesto que como venimos
insistiendo, R. de la Vega conoció en persona a Martínez Carrión.
Otra dato interesante que arroja la historiografía con respecto a
las caricaturas de Martínez Carrión es que en muchos de sus dibujos
solía autocaricaturizarse como cargador de número, aguador, soldado o
“sardo” 263 haciéndose representar a sí mismo como parte de ese pueblo
oprimido, lo que da cuenta que tal vez él mismo se consideraba parte
de esa clase social o, al menos, su digno representante.
En la cuestión de la calidad parece no haber mucha discusión, pues
el mismo Santiago R de la Vega menciona que el trabajo de Martínez
Carrión fue conocido en el extranjero asegurando que: “[...] Los más
famosos periódicos humorísticos del mundo reprodujeron con frecuencia
sus dibujos, esa era la mayor gloria que podía disputar un dibujante.” 264
Martínez Carrión fue recíproco en este sentido, pues acostumbraba
publicar caricaturas extranjeras de gran calidad en la última página de
El Colmillo Público, como las del inconfundible Forain. 265
Y como parte de esta revisión, no podemos dejar de lado la
descripción que en su momento el mencionado Santiago R. de la Vega
261
Ídem.
262
R. de la Vega “La Caricatura en México” en Rafael Carrasco Puente La Caricatura en
México, p. 38.
263
Ídem.
264
Ibíd., p. 39.
265
Ídem.
108
hizo de Jesús Martínez Carrión, donde afirmó que: “Era un tipo popular
con ojillos hinchados, pelo hirsuto, cara a trechos picada de viruela,
cuerpo encogido y cazurra actitud de hombre del pueblo. Fue autor de
un cuadro al óleo de la catedral de Puebla.” 266
La represión por parte del régimen de Díaz un hecho recurrente en
la vida de Martínez Carrión, era el precio que al parecer, tenían que pagar
aquellos que no quería acallar sus voces sobre lo que consideraban
injusto, pues Martínez Carrión fue junto a Santiago Hernández y Daniel
Cabrera asiduo visitante de la cárcel de Belén en la Ciudad de México
y en Caricatura y poder político se afirma que en la última visita a esa
cárcel contrajo tifo, enfermedad que finalmente le provocó la muerte
en 1906. 267 Rius acerca de este episodio menciona que: “Tanto le dolían
al dictador las caricaturas, que Martínez Carrión fue a dar varias veces
a la cárcel. La última vez compartió celda del Penal de Belén con un
enfermo de tifo que lo contagió. Murió en la cárcel en 1906.” 268
Parece no haber discrepancias sobre el hecho de que fue el tifo
contraído en la cárcel lo que provocó la muerte de Martínez Carrión, en
lo que sí existen diferencias es en el lugar de fallecimiento, pues Santiago
R. de la Vega afirma que no fue en la cárcel sino en el Hospital General
de la Ciudad de México en donde, en calidad de preso falleció. Es tal la
importancia dada a este personaje por R. de la Vega que aseguró: “[...]
con su muerte, que fue la del apóstol de la Revolución, perdió el país a
uno de sus más excelsos caricaturistas.” 269
Jesús Silva Herzog cita un episodio en el que Ricardo Flores Magón
describió de manera detallada las precarias condiciones en las que se
encontraba la cárcel de Belén, misma en la que llegó a estar junto a
algunos destacados caricaturistas y misma en la que Martínez Carrión
266
Ibíd., p. 38.
267
Gantús, Caricatura, op.cit., p. 113.
268
Del Río, Los moneros, op.cit., p. 406.
269
Santiago R. de la Vega “La Caricatura en México” en Rafael Carrasco Puente La
Caricatura, op.cit, p. 39.
109
adquirió el tifo que acabó finalmente con su vida, por lo que resulta
interesante conocer las condiciones en que se encontraban los presos
en dicha cárcel:
Alguna vez, cuando era joven, fui internado durante semanas
en un calabozo oscuro, tan oscuro que me impedía verme las
manos. Esto aconteció en la ciudad de México, durante aquel
horripilante periodo en que Díaz imperaba con mano sangrienta.
[...] El calabozo carecía de pavimento y constituía el piso una capa
de fango de tres o cuatro pulgadas de espesor, mientras que
las paredes rezumaban un fluido espeso que impedía secar las
expectoraciones que negligentemente había arrojado sobre ellas
los incontables y descuidados ocupantes anteriores. Del techo
pendían enormes telarañas, desde las que acechaban enormes,
negras y horribles arañas. 270
Herzog también relata algo acerca de la muerte de Jesús Martínez
Carrión, y discrepa un poco de las afirmaciones que hemos citado
anteriormente pues asegura que lo que le provocó la muerte fue la
tuberculosis:
[...] fue una de esas cámaras infernales, tan sagazmente
calculada para quebrantar, majar y estropear la voluntad más
poderosa, de donde Jesús Martínez Carreón, el exquisito artista
cuyas pinturas le conquistaron el reconocimiento de Europa y
América, fue sacado agonizante y ciego para morir pocas semanas
después en un hospital, presa de la tuberculosis. 271
270
Jesús Silva Herzog, Breve Historia de la Revolución Mexicana. Los Antecedentes y la
Etapa Maderista, México, Fondo de Cultura Económica, 1973, pp.66-67.
271
Ibíd., p. 66.
110
Las tristes circunstancias en torno a la muerte de Martínez Carrión
nos sirven de ejemplo para reconstruir una de las fórmulas utilizadas
por el régimen de Díaz contra la oposición, especialmente contra la
prensa. Díaz no se andaba con medias tintas y cuando había que dar
una lección, procuraba que fuera ejemplar para que de esta manera
pudiera servir de muestra para los demás.
3.3.1.5 Daniel Cabrera
Daniel Cabrera es un caricaturistas que no debemos pasar por alto al
momento de estudiar la historia de la caricatura mexicana, sobretodo la
decimonónica y la de principios del siglo XX. Cabrera es importante no
sólo por su obra, en la que siempre mostró una feroz oposición al régimen
de Díaz, sino también porque la emblemática publicación llamada El
Hijo del Ahuizote fue de su propiedad y fungió como la publicación de
caricatura política de oposición más importante y longeva de todo el
periodo porfirista.
Cabrera es además, uno de los caricaturistas que mayor cantidad
de referencias hemos encontrado, lo que da cuenta de la importancia
de su labor llevada a cabo desde la oposición. En el libro Caricatura y
poder político se menciona que conocer la vida y obra de Daniel Cabrera
permite observar desde cómo se tejían las redes de contactos para la
fundación de un periódico, hasta las sutiles estrategias represivas. 272
Cabrera es la encarnación misma de la prensa de caricaturas antiporfirista.
Acerca de la vida de Daniel Cabrera, Rius menciona que nació en
Zacatlán de las manzanas, Puebla en 1858, que emigró a la Ciudad de
México para estudiar pintura en la afamada academia de San Carlos,
en la que llegó incluso a ser maestro, pero la obra por la cual es
mayormente recordado es por sus caricaturas en EL Hijo del Ahuizote.
Rius también menciona que estudió la primaria en Xochitlán, que luego
272
Gantús, Caricatura, op.cit., p. 125.
111
fue a estudiar humanidades con un tío cura, y que a la muerte de este
tío empezó a estudiar pintura con Miguel Medina y posteriormente
ingresó, como lo veníamos mencionando, a la Academia de San Carlos,
luego se dedicó a la caricatura política, realizando sus primeros dibujos
para El Ahuizote 273 de José María Villasana y Vicente Riva Palacio, de
donde tomaría después el nombre de su feroz semanario a manera de
respuesta al régimen porfirista tras su primera reelección.
El Fisgón asegura que la tradición liberal e irreverente de Cabrera
le fue heredada en una primera instancia desde el núcleo familiar, pues
su papá, quien llevaba por nombre José María Cabrera Ricaño, fue un
militar que luchó bajo las órdenes de los oficiales liberales más radicales
de la época, como el Coronel Juan N. Méndez en la Guerra de Reforma
o el General Negrete en la batalla del 5 de Mayo, en Loreto y Guadalupe
(reseña histórica de Santibáñez) y en el sitio de 1863 en Puebla, en las
acciones de Armas de Santa Inés también en Puebla bajo las órdenes
de Ignacio de la Llave. Al disolverse el Ejército de Oriente se fue a
Zacatlán; allí fue aprehendido y estuvo a punto de ser fusilado. Se fue
de ahí con el General Cravioto a Huauchinango; de allí a Toluca y en el
Sitio de Querétaro formó parte del Estado Mayor del General Vicente
Riva Palacio. 274
Daniel Cabrera, como lo veníamos mencionando, fue el fundador
de El Hijo del Ahuizote y desde el principio contó con la colaboración
de Martínez Carrión y Santiago Hernández 275 , quienes estuvieron
publicando junto a Cabrera hasta la desaparición del mismo, la que
de hecho fue la última publicación de caricaturas surgida en el siglo
XIX y las más longeva del Porfiriato, que ya es mucho decir por las
circunstancias de persecución que prevalecían en la época, lo que
273
del Río, Un siglo, op.cit., p. 17.
274
Rafael Barajas Durán, “El Hijo del Ahuizote. Origen y Nacimiento” en Memoria de
las Revoluciones en México en: http://www.terra.com.mx/memoria2010/articulo/823316/
El+Hijo+del+Ahuizote+Origen+y+nacimiento.ht m&paginaid=4
275
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 79.
112
corroboramos con los constantes cierres de los talleres de El Hijo del
Ahuizote o las constantes visitas s tribunales y cárceles. 276
Entre 1885, año de la fundación de El Hijo del Ahuizote, y 1888
Cabrera sólo estuvo una vez en la cárcel. Pero después de 1888,
especialmente en el tiempo que va de 1891 a 1900 se convirtió en
asiduo visitante de la cárcel de Belén, en la que estuvo alrededor de
siete veces. 277 Mostrándose de esta manera el lado áspero del Porfiriato
sobre todo contra aquellos que se negaran a negociar.
Para la fundación de El Hijo del Ahuizote Cabrera necesitaba cierto
respaldo, el cual obtuvo, además de los caricaturistas que colaboraron
con él, en la figura de Manuel Pérez Bibbins y Vicente Riva Palacio,
éste último de manera encubierta pues colaboraba dentro del régimen
de Díaz, pero no por ello dejó de apoyar la publicación de Cabrera,
autorizando incluso el uso del nombre que tomaba de la antigua
publicación fundada por el mismo Riva Palacio y Villasana. 278
Daniel Cabrera parece haber
sido un caricaturista convencido
de su oposición, prueba de ello
es que no hemos encontrado
referencias de que haya colaborado
en publicaciones oficiales como
lo hicieron Martínez Carrión o
Santiago Hernández, en lo que se
han llamado las colaboraciones
alimenticias. Tal vez en parte porque
Cabrera provenía de una familia
adinerada y él mismo sostuvo a El
Hijo del Ahuizote cuando había que
aportar dinero.
276
Ídem.
277
Gantús, Caricatura, op.cit., p. 139.
278
Ibíd. p.128.
113
23 Caricatura aparecida en El Hijo del
Ahuizote bajo el título “Resultado de las
mayorías” (las bayonetas) firmada por
Fígaro, en Salvador Pruneda, La caricatura
como arma política, México, INEHRM,
1958, p. 136.
En parte, la colaboración de Cabrera sólo en la prensa de oposición
puede deberse a que fue un idealista liberal que comulgaba con los
principios de la Reforma y que habían sido plasmados en la Constitución
de 1857. 279 Cabrera más que nadie, por ser el fundador, dueño y editor
de El Hijo del Ahuizote tenía que andarse con cuidado, por lo que para
se afirma que firmaba muchas de sus caricaturas con el pseudónimo de
Fígaro. 280
Al igual que sus contemporáneos, Daniel Cabrera es considerado
un portavoz del pueblo, una figura que dibujaba para las masas. En
Caricatura y poder político se destaca que: “Las críticas de Cabrera
y su periódico estaban dirigidas al gobierno y sus actuaciones como
responsable de la vida política del país, con la finalidad de ser, a un
tiempo, voz y conciencia de la opinión pública.” 281
24 Caricatura que se titula “Reinstalación del Club Liberal Ponciano Arriaga” del
22 de febrero de 1903 aparecida en El Hijo del Ahuizote en clara alusión al “Club
Liberal Ponciano Arriaga” al pie dice la imagen “Xerjes desobedecido por el Mar”,
donde Díaz es Xerjes, quien es desobedecido por el “Mar de la civilidad”, en en
Manuel González Ramírez, La caricatura política, México, FCE, 1955.
279
Ibíd., p. 97.
280
Ibíd., p. 100.
281
Ibíd., p. 125.
114
Daniel Cabrera tuvo contacto con lo que la historiografía
especializada ha llamado la “época precursora de la Revolución
mexicana”, puesto que era tío del afamado abogado revolucionario
Luis Cabrera. Santiago R. de la Vega afirma que, Luis Cabrera, al
igual que su tío, también fue caricaturista, aunque no de tiempo
completo, dedicándose eminentemente a la política, donde además
fue consejero de presidentes. 282 Cockcroft en Precursores intelectuales
de la Revolución mexicana menciona que Luis Cabrera participó en el
movimiento precursor como miembro activo del PLM y que durante la
revolución fue el principal consejero de Carranza y principal autor de los
decretos laborales y agrarios del 12 de diciembre de 1914. 283
Daniel Cabrera cedió a principios de 1902 la dirección de El Hijo
del Ahuizote a Ricardo Flores Magón, y fue precisamente en esta época
que El Hijo del Ahuizote despareciendo definitivamente, hecho sucedido
hacia 1903. 284 La razón de dicha desaparición la encuentra Cockcroft
en el recrudecimiento de los métodos represores de Díaz a partir del
surgimiento del movimiento precursor de la Revolución Mexicana en
San Luis Potosí que había comenzado en 1900 y que había viralizado
y radicalizado las críticas hacia el régimen, en parte porque los nuevos
liberales eran jóvenes que no estaban anclados en le Reforma, sino que
estaban teniendo contacto con textos socialistas, anarquistas y liberales
en la biblioteca de Arriaga, uno de los fundadores de los cubles liberales
en San Luis Potosí.
282
R. de la Vega “La Caricatura en México” en Rafael Carrasco Puente, op.cit, p.40.
283
D. Cockcroft, Precursores Intelectuales de la Revolución mexicana, op.cit., p.58.
284
Ibíd., p. 78.
115
25 Aparece en esta caricatura el Partido Liberal Mexicano (PLM) observando la
muerte del “Sufragio Libre” a manos de Díaz en clara alusión a la escena bíblica
de la muerte de Cristo, en Manuel González Ramírez, La caricatura política, México,
FCE, 1955.
116
Después de la desaparición de El Hijo del Ahuizote, Jesús Martínez
Carrión fundó El Colmillo Público en el cual Daniel Cabrera colaboró
junto con Santiago Hernández 285 entre 1903 y 1906, años en que estuvo
en circulación dicha publicación. Cabrera a la desaparición de El Hijo
del Ahuizote hará un intento similar al de Carrión y funda el Ahuizote
Jacobino, periódico que también utilizaba caricatura política como forma
de oposición. Esta publicación tuvo una efímera existencia pues estuvo
en circulación sólo entre 1904 y 1905 286 , después de esto, no hemos
encontrado referencia alguna que indique alguna otra colaboración de
Cabrera en otra publicación.
Respecto a su muerte no hay muchas referencias, pues la mayor
parte de la historiografía se ha centrado en la figura de Daniel Cabrera
durante su época de El Hijo del Ahuizote, mencionando sólo algunos
pasajes de su vida que no pertenezcan a esta época. Rius es el único
que menciona algo acerca de ello al asegurar que ésta sucedió en
1914, cuando Cabrera se encontraba retirado de la caricatura “pintando
paisajitos”. 287
Margarita Espinosa, por ejemplo, menciona respecto a Cabrera
que: “...Soltero empedernido entregó su corazón y neuronas al
semanario hasta que con el declive del siglo XIX, su salud empeoró con
todo y el constante cuidado del doctor Secundino E. Sosa.” 288 Daniel
Cabrera puede que no haya contribuido a la causa revolucionaria de
manera directa, pero definitivamente lo hizo aunque fuera de manera
indirecta; manteniéndose en oposición durante buena parte del
régimen porfirista con sus punzantes caricaturas, arrendando y dejando
la dirección de El Hijo del Ahuizote a los hermanos Flores Magón, y
teniendo contacto e influencia sobre su sobrino Luis Cabrera, quien
también llegó a realizar algunas caricaturas como aseguró Santiago R.
de la Vega, contemporáneo de este último.
285
Del Río, Los moneros de México, op.cit., p. 402.
286
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 46.
287
Del Río, Los Moneros de México, op.cit., p.402
117
3.4 Las publicaciones de caricatura de oposición durante el porfiriato
tardío. Tres ejemplos: El Hijo del Ahuizote, El Colmillo Público y el
Ahuizote Jacobino.
En los periódicos El Hijo del Ahuizote, El Colmillo Público y El Ahuizote
Jacobino trabajaron los que son considerados los mejores caricaturistas
antiporfiristas por la historiografía especializada. Estas publicaciones
destacan tanto por su contenido virulento, como por su calidad,
además de estar ligadas por su historia y colaboradores, así como por la
persecución de que fueron objeto por parte del régimen de Díaz, es por
ello que dedicaremos este pequeño apartado a analizar lo que acerca
de ellas, especialmente de El Hijo del Ahuizote se ha escrito.
Con el Hijo del Ahuizote comenzó la época más fructífera de
la caricatura política mexicana de oposición del Porfiriato. En esta
publicación participaron los caricaturistas opositores a Díaz más
famosos, quienes además demostraron tener gran calidad en su trabajo.
La fundación de este periódico corrió a cargo de Daniel Cabrera. Rafael
Barajas El Fisgón menciona sobre la fundación de El Hijo del Ahuizote:
“El primer número de El Hijo del Ahuizote, fundado, dirigido y dibujado
por Daniel Cabrera, sale a luz el domingo 23 de agosto de 1885, recién
consumada la primera reelección del general Porfirio Díaz, cuando está
consagrada la “Ley mordaza” y la autoridad del caudillo se encuentra
en su apogeo”. 289
Además se asegura que en el encabezado del periódico se
mencionaba que El Hijo del Ahuizote era un: “semanario feroz, aunque
de nobles instintos, político y sin subvención como su padre, y como su
padre, matrero y calaverón (no tiene madre).” 290 Con lo que quedaba
más que claro el carácter irreverente y de oposición. El Hijo del Ahuizote
288
Espinosa Blas, “El Hijo”, op.cit., p. 246.
289
Rafael Barajas el Fisgón, “El Hijo del Ahuizote. Origen y Nacimiento” en Memoria
de las Revoluciones en México: http://www.terra.com.mx/memoria2010/articulo/823316/
El+Hijo+del+Ahuizote+Origen+y+nacimiento.htm& paginaid=2
290
Ídem.
118
era encarnado por un personaje de orígenes inciertos, que tenía
algunas características de un ser mitológico, de rey mexica con algunas
características de personaje mestizo, pero mítico al mismo tiempo. 291
26 Porta de El Hijo de Ahuizote del
11 de febrero de 1900, en Manuel
González Ramírez, La Caricatura
Política, México, FCE, 1955.
291
Sobre los orígenes de lo que es un “Ahuizote”, Rafael Barajas El Fisgón menciona
lo siguiente: Un ahuizote es a la vez un animal mitológico, un rey mexica bajo cuyo reinado
sucedieron varias catástrofes y una persona de mal agüero. El Hijo aclara que no es hijo
del famoso monarca azteca: No, señores, soy hijo de aquel Ahuizote que, tridente en ristre
arremetió contra el Señor del Buen Diente, esperando que los señores de Tuxtepec sacarían al
buey de la barranca. El Ahuizote tiene como personaje emblemático a un diablillo travieso con
alas de murciélago, mirada aguda, sonrisa irónica y un gran colmillo; va casi desnudo y carga
un enorme trinche. El figurín de El Hijo del Ahuizote se parece al de su progenitor: conserva
algo del gnomo malévolo y travieso, con su mirada penetrante, su sonrisa sarcástica y su gran
colmillo que amenaza con mordernos. Pero este Hijo tiene características muy personales más
que un demonio, el descendiente del Ahuizote es un muchacho mestizo de pelo ensortijado; su
atuendo se parece al del duende travieso de la revista neoyorquina Puck, aunque tiene mucho
de rural y algo de urbano En “El Hijo del Ahuizote. Origen y Nacimiento” en: http://www.terra.
com.mx/memoria2010/articulo/823316/El+Hijo+del+Ahuizote+Origen+y+nacimiento.htm&
paginaid=3
119
El Hijo del Ahuizote, como ya se mencionó, tomó su nombre de la
famosa publicación de José María Villasana y Vicente Riva Palacio que
se llamó El Ahuizote, publicación de caricaturas que apoyó a Porfirio
Díaz durante su lucha para llegar al poder con la revuelta de Tuxtepec.
En El Ahuizote colaboró Daniel Cabrera en sus primeros años como
caricaturista.
Rius señala, al igual que otros estudiosos del tema, que El Hijo del
Ahuizote no era como el padre; el chamaco había salido respondón. 292
En el libro Puros cuentos se señala que al triunfar la revolución de
Tuxtepec, algunos periódicos como El Hijo del Ahuizote comienzan una
importante labor antiporfirista y se asegura que el hijo era “[...] como su
padre matrero y calaverón.” 293
Santiago R. de la Vega, caricaturista y miembro activo en el
movimiento precursor, escribiría que El Hijo de Ahuizote utilizaba para
sus caricaturas la técnica litográfica 294 , la misma técnica usada en el Iris
de Linati, lo que da cuenta del éxito y preferencia que seguía teniendo
dicha técnica en las postrimerías del siglo XIX.
El Hijo del Ahuizote sin duda alguna, y sustentando nuestra
aseveración en las innumerables referencias que hemos encontrado,
es el símbolo máximo de la caricatura política de oposición durante
todo el Porfiriato, por ello en la mayoría de los libros e investigaciones
analizadas se hace, aunque sea mínima, alguna referencia a esta
publicación. En Caricatura y poder político, por ejemplo, se asegura
que cuando se habla o escribe de la prensa de la segunda mitad del
siglo XIX, uno de los referentes más conocidos, socorridos y obligados,
es sin duda alguna el semanario El Hijo del Ahuizote y de su director,
redactor, caricaturista y dueño Daniel Cabrera. 295
292
Del Río, Los moneros, op.cit., p. 402.
293
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 79.
294
R. de la Vega “La Caricatura en México” en Rafael Carrasco Puente, La Caricatura,
op.cit., p. 38.
295
Fausta Gantús, Caricatura, op.cit., p. 128.
120
En el Libro Puros cuentos se menciona además, que El Hijo del
Ahuizote se constituye en el azote del incipiente dictador 296 poco
después de la reelección de 1884, pues la revista era violentamente
antiporfirista 297 por lo que en muchas ocasiones fue cerrada y sus
miembros perseguidos y encarcelados, también se destaca que la mayor
parte de la gráfica de El Hijo del Ahuizote es de crítica al sistema; pero
también hay costumbrismo y no falta el humor blanco en historietas sin
intención política.
El carácter atrevido de sus caricaturas le acarreará una serie de
problemas y las consecuentes dificultades para poder imprimirse. En
La prensa y el Estado se menciona que las caricaturas que aparecían en
El Hijo del Ahuizote, con su texto correspondiente, le valieron muchos
arrestos, suspensiones, multas y amenazas 298 tanto a Daniel Cabrera
como a sus colaboradores.
Así pues, las penurias por las que pasó El Hijo del Ahuizote
debido a sus caricaturas fueron muchas, y en 1903 dejó de publicarse
definitivamente. El periódico funcionó siempre como un agente crítico,
donde la caricatura era la principal forma de expresar la inconformidad
hacia el régimen. Hacia los primeros años del siglo XX apareció y
cobró fuerza en poco tiempo un movimiento encabezado por jóvenes
intelectuales de clase media que era dirigido por Camilo Arriaga y los
Flores Magón. El dueño de El Hijo del Ahuizote, Daniel Cabrera se
encontraba cansado y enfermo para estos años, por lo que los Hermanos
Flores Magón tomaron en arrendamiento este semanario y por medio
de él lanzaron una crítica mordaz y aguda contra el régimen, lo que les
valió más encarcelamientos y persecuciones. 1903 fue el año en que
a Díaz se le agotó la paciencia y a decir por Rius: “Cabrera, director,
escritor y dibujante de El Hijo del Ahuizote, estuvo más de 100 299 veces
296
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 46.
297
Ibíd.
298
Baqueiro López, La prensa y el Estado, op.cit., pp.116-117.
299
Seguramente Rius lo dice de manera figurada, pues como corroboramos, Cabrera
estuvo más o menos 7 veces en la cárcel durante el Porfiriato.
121
en la cárcel, hasta que Don Porfirio no aguantó más y en abril de 1903
destruyó los talleres de la revista y metió a Cabrera a la Cárcel”. 300
Cockcroft, siguiendo con el tema del cierre de la publicación
de Cabrera, asegura que aunque muchos periodistas seguían la línea
de Díaz, una vigorosa minoría estaba a la vanguardia del movimiento
precursor en los albores del siglo XX, quienes estaban encabezados por
los Flores Magón, Camilo Arriaga, Juan Sarabia e incluso por algunos
caricaturistas como Santiago R. de la Vega, quienes a pesar de la violenta
represión y las abundantes recompensas por la conformidad estaban en
pie de lucha. 301 Cockcroft asegura que el acercamiento entre Cabrera y
los Flores Magón se dio cuando aquél invitó a estos jóvenes a dirigir El
Hijo del Ahuizote. 302
Daniel Cabrera, al parecer, tuvo acercamiento con los jóvenes
precursores, seguramente porque su sobrino Luis Cabrera Formaba
parte del grupo de aquellos que formaron los clubes liberales y,
eventualmente el Partido Liberal Mexicano (PLM), y porque además se
asegura que enfermo y cansado, lo vio como una oportunidad para el
retiro, pues para ese entonces habían pasado casi veinte años desde
que El Hijo del Ahuizote vio la luz y se había publicado casi de manera
ininterrumpida.
Silva Herzog asegura que estos periódicos de oposición eran los
portavoces de las ideas liberales contra el Porfiriato y menciona que a
principios del siglo XX El Hijo del Ahuizote era dirigido por Juan Sarabia
por encargo de los Hermanos Flores Magón que habían arrendado
dicha publicación a Daniel Cabrera, y que entre los miembros que
reorganizaron el movimiento desde la ciudad de México después
de las represiones sufridas en San Luis Potosí entre 1901 y 1902, se
encontraban Santiago de la Hoz, Ricardo y Enrique Flores Magón, Luis
300
del Rio, Un siglo, op.cit., p. 19.
301
Cockcroft, Precursores, op.cit., p. 77.
302
Ibíd., p. 78.
122
Jaso, Alfonso Cravioto y Santiago R. de la Vega, 303 este último era un
joven caricaturista y miembro activo del movimiento intelectual de
oposición que precedió a la Revolución Mexicana, colaborador además
en El Hijo del Ahuizote.
Cockcroft asegura que no sólo Daniel Cabrera tuvo que ceder la
dirección de su periódico de oposición, sino que algunos otros como
viejos liberales como Filomeno Mata, dueño, editor y escritor de El Diario
del Hogar, emblemático diario crítico, cedió en 1911 la dirección de su
publicación a Juan Sarabia, otro joven precursor, cuando se encontraba
ya muy enfermo. 304
En La prensa y el Estado se menciona que el año 1896 puede
considerarse un momento crítico para la prensa de oposición, sobre
todo para los tradicionales órganos liberales, puesto que la dictadura
estableció una nueva política de subsidios, y luego surgió un periodismo
de estilo diferente en “El Imparcial”, que acabó con viejos periódicos de
opinión. 305 Pues El Imparcial fue un diario oficialista que, sin embargo,
pretendía ser noticioso, informativo y popular 306 que se usaba estrategias
como altos tirajes y un precio accesible a la mayoría de la población,
sobre todo urbanas.
El Imparcial representó una competencia desleal para la prensa
de oposición porque su financiamiento lo obtuvo, al menos para su
arranque del gobierno, ya que se asegura que los primeros cien mil
pesos provenían de las arcas públicas, además de un financiamiento de
ochenta mil pesos proporcionado por Tomás Braniff y Delfín Sánchez
Ramos. El Imparcial fue un periódico que se publicó del 8 de septiembre
de 1896 al 14 de agosto de 1914, 307 siendo el periódico que más
influencia tenía sobre la opinión pública debido a las circunstancias que
hemos mencionado anteriormente.
303
Silva Herzog, Breve, op.cit., pp. 64, 65.
304
Cockcroft, Precursores, op.cit., p.78.
305
Baqueiro López, La prensa y el Estado, op.cit., p.131.
306
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 46.
307
Baqueiro López, La prensa y el Estado, op.cit., p. 131.
123
Pero la cosa no paró con El Imparcial, puesto que Spíndola publicó
varios suplementos que servían para distraer la atención de la gente
sobre la situación política que atravesaba el país en ese entonces. Entre
sus publicaciones encontramos una que utilizó caricatura política y que
apareció en 1902 bajo el nombre de El Mundo Cómico. 308 Recordemos
que un año después fue cuando Daniel Cabrera, dueño de El Hijo del
Ahuizote arrendó su periódico a los Hermanos Flores Magón, por lo que
no debe extrañarnos que haya podido ser un intento por ejercer una
contracrítica o un contraataque desde el gobierno hacia los periódicos
de oposición que tenían caricatura política en su contenido.
El Colmillo Público aparecerá como publicación de oposición casi
desde la desaparición de El Hijo del Ahuizote y de la aparición de El
Mundo Cómico, pero sin el éxito ni longevidad de su predecesor. Hemos
encontrado que la historiografía no se ha puesto de acuerdo en si Jesús
Martínez Carrión fundó solo o con ayuda de algunos de sus compañeros
de toda la vida y de algunos jóvenes precursores El Colmillo Público.
Rius cree que sí, como ya lo mencionamos. 309
Sin embargo, en el libro Puros cuentos se afirma que Martínez
Carrión fundó solo y sin ayuda El Colmillo Público, en donde el espíritu
de los Ahuizotes se mantiene vivo 310 en 1903. 311 Además se afirma que
tanto El Colmillo Público (1903-1906) como El Ahuizote Jacobino (1904-
1905) fueron semanarios que constituyeron parte del periodismo interno
del Partido Liberal Mexicano promovido desde el exilio por los hermanos
Flores Magón 312 para llevar a cabo una crítica de oposición desde la
palestra de la caricatura política.
308
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 88.
309
Del Río, Un siglo, op. cit., p. 20.
310
Así aparece escrito en este periódico el apellido de Jesús Martínez Carrión, mismo
que aparece en la mayoría de las referencias como “Carrión”.
311
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p.46.
312
Ibíd., p. 50.
124
27 En Salvador Pruneda, La caricatura como arma política, México, INEHRM, 1958, p. 261.
125
Sin embargo el Fisgón, en su libro El País de El Llorón de Icamole
menciona que Jesús Martínez Carrión no participó solo en la fundación
y edición de El Colmillo Público, pues “[...] asociado con Alfonso
Cravioto, Luis Jaso y un licenciado Peña, fundó “El Colmillo Público”,
en el que siguió atacando la administración porfirista”. 313 Intento Similar
al que realizó Martínez Carrión fue el de Daniel Cabrera cuando El Hijo
de Ahuizote desapareció, pues en 1904 fundó El Ahuizote Jacobino 314
de mismas tendencias que su predecesor.
En conclusión, podemos afirmar que la caricatura política pretendió
llevar a cabo una crítica que influyera en la sociedad de entonces, sin
embargo muchos factores estaban en contra de que este objetivo
pudiera cumplirse, pues coincidimos con Esther Acevedo en que los
periódicos de caricaturas pretendieron influir en la opinión pública,
pero su contribución fue mitigada por factores externos, a saber: falta
de medios de comunicación, altos precios del transporte y del correo,
analfabetismo y elevado costo del periódico que a su vez era causado
por los altos costos en el papel y la impresión de las caricaturas. 315
Podemos asegurar que la publicación de caricatura política más
representativa durante el Porfiriato fue El Hijo del Ahuizote, pues
siempre fungió como un órgano de crítica independiente que se valió
del recurso plástico para plasmar dicha crítica y dar a conocer las ideas
de corte liberal que tenían sus caricaturistas y escritores, además de
haber tenido cierto acercamiento con el movimiento precursor iniciado
en 1900 y de haber sido la publicación de caricaturas más longeva que
hubo durante el porfiriato.
El Hijo del Ahuizote representa la cumbre de la caricatura política
de oposición del Porfiriato con su fundación en 1885, pero también
313
Barajas Durán, El País, op.cit., pp. 38, 39.
314
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 46.
315
Ester Acevedo, Un periodo intermedio en la caricatura mexicana del siglo XIX:
18611872, Exposición: La caricatura en Colombia a partir de la Independencia – Mayo de 2010,
Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República en: http://www.banrepcultural.org/
images_blaa_info/exposiciones/caricatura/texto-ester-acevedo-caricatura- mexicana.pdf
126
representa su declive en 1903, pues con la desaparición de esta
publicación también terminó la época de las revistas de caricatura
política de oposición de gran calidad y larga vida, ya que aunque hubo
algunos intentos como El Ahuizote Jacobino o El Colmillo Público, al
parecer no tuvieron la misma resonancia ni el mismo éxito. Por eso es
que se ha afirmado que con la desaparición de esta publicación acaba
simbólicamente la oposición más importante al régimen porfirista desde
la palestra de la caricatura política y se inicia con mayor fuerza el uso de
la prensa escrita, comandada por un grupo de jóvenes liberales como
Juan Sarabia, Santiago R. de la Vega o los Flores Magón, especialmente
desde Regeneración.
La desaparición de El Hijo del Ahuizote, se debió en parte a la
represión y en parte al poco dinero para su financiamiento, pues tanto
Carrión como Cabrera y Hernández fueron asiduos visitantes de la cárcel,
y algunos de ellos tuvieron que hacer colaboraciones “alimenticias”
en la prensa oficial para ganar algo más de dinero. El Imparcial y los
demás periódicos de Rafael Reyes Spíndola como El Mundo y El Mundo
Ilustrado, aunque al parecer no fueron un factor determinante para que
desapareciera la oposición desde el periodismo de caricaturas, asestó
un duro golpe a toda esa prensa, pues factores como su impresionante
tiraje, su precio ridículamente bajo y su amplia distribución, así como
las innovaciones referentes a la aparición del reportaje sensacionalista
y el uso dibujos y fotografías que daban cuenta de los hecho y hacían
“partícipe” al espectador fueron apuestas exitosas.
Consideraciones finales.
Como consideraciones finales revisaremos nuestros planteamientos
iniciales para poder vislumbrar los alcances de esta investigación,
así como las limitaciones y las áreas que falta explorar para futuras
indagaciones respecto al tema de la caricatura política mexicana dentro
del ámbito de la investigación histórica e historiográfica.
127
Estudiamos aquí, aunque no de manera explícita, pero sí implícita,
los ámbitos de estudio desde los que se ha abordado el estudio de la
caricatura política. Uno de ellos ha sido desde de la disciplina histórica,
en donde hemos distinguido varias etapas y temáticas. En primer lugar
destacamos a Rafael Carrasco Puente que con su libro La Caricatura en
México publicado en 1953, quien realiza una detallada investigación
histórica en torno a la caricatura política mexicana, su importancia radica
también en el hecho de que, al parecer, es el primer estudio académico
de su tipo. En este libro se hace un detallado recuento de la definición
dada al fenómeno de la caricatura por estudiosos mexicanos de la
época, como Antonio Caso o Samuel Ramos y que se han convertido
en referencias obligadas al momento de abordar algún estudio de la
prensa de caricatura en México.
En segundo lugar mencionaremos a Manuel González Ramírez y su
libro La Caricatura Política, que fue publicado en 1955 y que también
toma en cuenta a algunos estudiosos del tema, pero además es el
primero que intenta dar un seguimiento detallado del proceso que
sufrió la caricatura política mexicana durante las primeras dos décadas
del siglo XX, y por lo que nos hemos dado cuenta, fue él quien primero
propuso el carácter popular de la caricatura política mexicana, aunque
basándose en algunos testimonios que aparecieron en el libro de
Rafael Carrasco para hacer dicha afirmación. Algunas de sus frases y sus
afirmaciones han sido retomadas para explicar la caricatura política en
México. En este mismo libro, Sergio Fernández hace un análisis de la
definición y características de la caricatura política de manera detallada.
Las obras mencionada presentas algunas deficiencias, como la
rigurosidad que implicaría la lectura de las imágenes, pues se limitan
únicamente a realizar una descripción superficial de las mismas, lo que
restringe su entendimiento como objeto de estudio y como una forma
distinta de grafía que da cuenta de horizontes político-culturales de las
épocas que interés, en este caso del siglo XIX, lo que sin embargo ha
128
venido cambiando con el pasar de los años, pues como veremos más
adelante en estas consideraciones, el estudio de la caricatura política
cada vez se gana más espacios dentro de la investigación histórica y la
historiográfica.
La investigación acerca de la caricatura política en México parece
que permaneció en el olvido durante mucho tiempo, pues es hasta
1984 que encontramos una nueva investigación, y no fue precisamente
desde el ámbito académico o histórico, pues el estudio que llevó por
nombre Un siglo de caricatura en México, fue realizado por Eduardo
del Río mejor conocido como “Rius”, un famoso caricaturista mexicano
que se interesó en estudiar este fenómeno pero que contó con varias
limitaciones, como ser un documento muy parcial, pues ataca en
demasía al régimen de Porfirio Díaz, y en pocas ocasiones menciona
las fuentes en las que basó su investigación, además de contener varios
errores historiográficos, los cuales, sin embargo, fueron corregidos por
el mismo autor algunos años después cuando publicó Los Moneros de
México en 2006.
Oswaldo Baqueiro López en su libro La Prensa y el Estado, que se
publicó en 1986, trataría desde el ámbito académico algunos aspectos
generales de la caricatura política mexicana, pero sin adentrarse
profundamente en el tema, pues si bien trata a detalle lo referente a la
relación Prensa-Estado a lo largo de la historia del México independiente,
como la cuestión legal, no pasa de meras descripciones sobre dicha
relación.
Dos años más tarde Juan Manuel Aurrecoechea y Armando Bartra
publicarían Puros cuentos. La historia de la historieta en México. 1874-
1934, publicación apoyada por el Consejo Nacional para la Cultura y
las Artes y el Museo Nacional de Culturas Populares. En este libro se
realiza un análisis detallado de la historia de la historieta mexicana,
y en la parte de los antecedentes se trata el tema de la caricatura
política mexicana, en esta investigación, al igual que en Un Siglo de
129
Caricatura en México de Rius, se repetirán algunos estereotipos de la
caricatura política mexicana como es la atribución que se le da de ser
una expresión popular que el pueblo puede consumir y comprender a
cabalidad, aspecto éste último que ya ha refutado Fausta Gantús, y más
recientemente Tomás Pérez Vejo.
Sería hasta 1994 que una académica se interesaría en estudiar
el fenómeno de la caricatura desde el ámbito histórico, pues aunque
Aurrecoechea y Bartra mencionaron algunas cosas relacionadas con la
caricatura política, ésta no fue el tema principal de su investigación. El
trabajo que llevó por nombre Una historia en quinientas caricaturas.
Constantino Escalante en La Orquesta de la Esther Acevedo es el primero
realmente académico que trató el tema de la caricatura política como
objeto de estudio por parte de algún historiador. En este libro se estudia
a detalle la obra de Constantino Escalante, uno de los caricaturistas
mexicanos más reconocidos en toda la historia de la caricatura política
mexicana., así como se analiza el simbolismo de las caricaturas de
Escalante y se mencionan algunos aspectos referentes a su vida. Esther
Acevedo, al parecer, ha seguido investigando y publicando sobre el
tema, cuestión que quedaría pendiente incluir en una actualización del
presente trabajo.
En 1997 Alberto del Castillo escribiría el artículo titulado: “La
transición de la prensa: de la prensa política de partido a la prensa
mercantil moderna” en el libro coordinado por Ricardo Pérez Montfort
que se llamó: Hábitos, normas y escándalo. Prensa, criminalidad y
drogas en el porfiriato tardío, en donde se reconocen algunos aspectos
generales de la prensa durante la última etapa del porfiriato, se analiza
la importancia de la prensa oficial representada por El Imparcial y se
mencionan algunos aspectos de la prensa de caricaturas pero sin hacer
un estudio detallado, aunque hay que añadir que este es un estudio
académico tiene algunas cosas rescatables en torno al fenómeno de la
caricatura política, a pesar que la principal importancia de su existencia
130
radica en la explicación del surgimiento de la prensa mercantil. La
principal aportación de este artículo recae en hacer un estudio detallado
de la prensa llamada “mercantil” o “moderna” y de Rafael Reyes
Spíndola, su fundador en México.
Hacia los últimos años del siglo XX encontramos que el interés
en el estudio de la prensa de caricaturas comenzaba a tener un nuevo
auge, pues en 1998 Pilar Mandujano escribió el artículo: “El Periodismo
Humorístico y Satírico En La Primera Etapa De La Revolución Mexicana”,
en una publicación colectiva coordinada por Laura Navarrete Maya
y Blanca Aguilar que se titulaba La prensa en México (1810-1910)
donde Pilar hace un detallado estudio del fenómeno de la caricatura
política mexicana en los años previos a la Revolución mexicana, aunque
debemos recalcar que algunos de los estereotipos generalizados como
el carácter popular de la caricatura política de entonces son repetidos y
retomados por Pilar Mandujano. En esta misma obra colectiva apareció
un artículo de Blanca Aguilar Plata que se llamó “La Imagen de Porfirio
Díaz en la Prensa Capitalina de su Tiempo”, donde se aborda el papel
de la prensa en la construcción de la imagen de Porfirio Díaz en sus
primeros años de gobierno y durante la Revolución de Tuxtepec, así
como la manera en que esta imagen fue cambiando paulatinamente.
En 2003 apareció un artículo llamado: “El Hijo del Ahuizote: Un
periódico Americanista”, escrito por Margarita Espinosa en una obra
colectiva coordinada por Adriana Pineda y Celia del Palacio llamada:
Prensa decimonónica en México, donde la autora hace referencia al
poco estudio y las lagunas existentes en aspectos que conciernen al
estudio de la prensa de caricatura política, especialmente en lo referente
al estudio de El Hijo del Ahuizote, por lo que pretendió aclarar algunas
dudas referentes a este periódico de caricatura pero sin realizar lectura
de las caricaturas.
Parece que el estudio de la historia de la caricatura política mexicana
tomó un nuevo auge, pues en 2006 encontramos varios artículos y libros
131
escritos en torno a este tema, entre los que destacan el artículo de
Fausta Gantús titulado: “Díaz, de Nuevo Presidente. La Deuda Inglesa,
la Prensa y la Implementación de la Política Represora” que apareció en
la publicación colectiva que llevó por nombre La Prensa Como Fuente
Para la Historia coordinada por Celia del Palacio Montiel. En este artículo
Fausta Gantús distingue las principales etapas y métodos usados por
Díaz para contener la crítica de la prensa llevada a cabo durante su largo
gobierno. En esta misma publicación colectiva Marcela Suárez Escobar
escribió el artículo: “La prensa y la construcción de las representaciones
sobre el delito en la Ciudad de México, 1876-1910”, donde, aunque no
se menciona de manera detallada el fenómeno de la caricatura política,
sirve para saber las prácticas de la prensa de entonces y del actuar de
las autoridades en las cuestiones que tienen que ver con el delito.
Desde el ámbito que no pertenece a lo estrictamente académico
tenemos también algunos estudios serios, como es el caso de Eduardo
del Río, mejor conocido como Rius, quien publicó en el mismo 2006
su libro Los Moneros de México, el cual, a decir por el mismo Rius, se
basaría en la revisión de Un Siglo de Caricatura en México del mismo
autor, obra publicada en 1984, pero que, ante el deterioro de las copias
originales y ante algunos errores históricos que él mismo descubrió,
decidió hacer una nueva investigación donde el objetivo principal sería
resarcir los errores de su antigua publicación y resaltar la vida y obra
de los mejores caricaturistas que ha tenido México en toda su historia,
los cuales serían escogidos por medio de votación por caricaturistas
destacados contemporáneos. Rius realiza importantes aportaciones a
pesar de saberse caricaturista antes que historiador. Una cuestión que
resulta peculiar de los libros de Rius es que son libros que explican la
historia de la caricatura política mexicana del pasado con caricaturas del
propio Rius.
En estos mismos años Rafael Barajas Durán, caricaturista
mexicano también conocido como El Fisgón empezó a escribir varias
132
investigaciones referentes a la caricatura política mexicana, donde
además de analizar el contexto, también analiza el simbolismo y la
vida de los caricaturistas. El Fisgón, a pesar de no ser un historiador
o académico, en el sentido estricto de la palabra, ha logrado hacer
investigaciones de una notable calidad, pues ha estado asesorado por
varios investigadores e intelectuales destacados como Carlos Monsiváis
o Lorenzo Meyer. Una de las publicaciones de El Fisgón que utilizamos
para esta investigación fue El País de “El llorón de Icamole”. Caricatura
mexicana de combate y libertad de imprenta durante los gobiernos de
Porfirio Díaz y Manuel González (1877- 1884), publicada en 2007 y que
ayuda a entender la relación entre la prensa de caricaturas y Porfirio
Díaz durante su levantamiento armado del Plan de Tuxtepec de 1876.
Una de las deficiencias del trabajo del Fisgón tiene que ver con el
escaso análisis que realiza de las imágenes y las amplias descripciones
contextuales en torno a la caricatura. En sus publicaciones, El Fisgón va
explicando cómo fue poco a poco cambiando la imagen de Díaz en la
prensa de caricaturas de su época, pasando de ser representado como
un revolucionario que iba a dar paz y progreso al país, a convertirse en
un tirano y en el arquetipo del dictador “perpetuo”.
En 2009 se publicaría una obra que cuestionó algunos de los
paradigmas que han venido repitiéndose en la historiografía mexicana.
Esta obra lleva por nombre Caricatura y poder político. Crítica censura
y represión en la ciudad de México, 1876-1888. Este libro fue escrito
por Fausta Gantús como parte del trabajo de investigación para la
culminación del doctorado. En esta obra se cuestiona Gantús, entre
otras cosas, el hecho de si en realidad la caricatura política mexicana ha
tenido o no un carácter tan popular como le ha impuesto la historiografía
mexicana. Analiza además por qué se ha aseverado esto y argumenta
por qué no está de acuerdo con este paradigma, pues entre otras cosas
afirma que algunas de las limitaciones importantes para descartar esta
posibilidad es la poca noción política que tenía el público en general
133
durante esa época, pues los altos índices de analfabetismo, así como
los altos costos de impresión, impedía que la caricatura llegara a un
público amplio como se había creído desde los primeros estudios de
mediados del siglo XX.
En cuanto al alcance de las investigaciones que han existido en
México a través de estos años que hemos mencionado, se han encontrado
algunas limitaciones entre las que destacan la inaccesibilidad a las
primeras investigaciones que existieron en México, como es el caso de
las obras: La caricatura en México de Rafael Carrasco Puente que data
de 1953; la obra Caricatura política de Manuel González Ramírez de
1955 y la de Salvador Pruneda que lleva por nombre La caricatura como
arma política, que data de 1958.
Las dos primeras obras pudieron ser consultadas para esta
investigación pero no sin sus dificultades, ya que la obra de Rafael
Carrasco Puente se tuvo que conseguir en una de las bibliotecas de la
UNAM, en cuanto a la obra de Manuel González Ramírez se corrió con la
suerte de encontrar la primera edición en una librería de viejos en muy
buen estado, pero la obra de Salvador Pruneda La caricatura como arma
política se consiguió apenas hace poco tiempo, sin tener oportunidad
de revisarla adecuadamente se retomaron algunas caricaturas que
acompañan esta investigación.
Pero las dificultades no se limitan a las obras antiguas, ya que
algunos de los libros académicos que tratan el tema, han sido editados
en tirajes pequeños que dificultan su búsqueda y eventual adquisición.
No dudamos que la mayor parte de las investigaciones se hacen con
notable calidad, pero casi todo este trabajo es de autoconsumo, lo que
quiere decir que se queda entre los académicos y algunos estudiantes,
por lo que resulta urgente abrir el camino del estudio de la caricatura
política desde otras ópticas para poder ver a través de los ojos de los
caricaturistas algunas de sus intenciones, pero también algunas de las
construcciones de la realizad que realizaron desde el generoso legado
que ha llegado hasta nosotros.
134
Por la revisión que se ha hecho para esta investigación podemos
entonces afirmar que durante los últimos años el estudio de la caricatura
política cada vez es más aceptado y utilizado por los historiadores como
parte de las fuentes históricas, sobre todo lo hemos visto en trabajos
colectivos, producto de coloquios y congresos organizados en algunas
universidades como la de Michoacán y la de Guadalajara, llevados
a cabo por algunas investigadoras como Celia del Palacio Montiel y
Adriana Pineda, donde participan algunos destacados y destacadas
investigadoras como Fausta Gantús, lo que da cuenta de que la calidad
y el trabajo a nivel investigación se ha hecho bien, pero que en cuanto a
la difusión y ampliación del panorama de la investigación histórica para
transmitir y dar a conocer ese conocimiento representa un punto flojo
aún.
Algunos de los puntos importantes propuestos al inicio de esta
investigación han sido detallados en párrafos anteriores, sin embargo
aún tenemos que aclarar algunos otros que no han sido mencionados,
como el que ubica a los caricaturistas como héroes o mártires de las
distintas etapas históricas por las que ha pasado México. En este
sentido encontramos que la mayoría de los investigadores no hacen
referencia a los caricaturistas como héroes o mártires, a excepción de
Rius, quien en su libro Un siglo de caricatura en México prácticamente
los santifica, aunque años después en sus libros Los moneros de México
y El arte irrespetuoso, matizaría demasiado sus planteamientos iniciales
con respecto a la vida y obra de los caricaturistas.
En cuanto a la cuestión de los caricaturistas del Porfiriato, algunos
han querido ver como precursores intelectuales de la revolución
mexicana y su labor ideológica en la época porfirista y precursora como
concientizadores de las masas analfabetas del país. En primer lugar
podemos afirmar que durante la época porfirista fueron muy escasos
los periódicos de caricaturas y el caso más notable fue el de El Hijo
del Ahuizote, pero no encontramos alguna mención destacada que
135
ubique a los caricaturistas de esta época como concientizadores del
pueblo, a excepción de la que hace Santiago R. de la Vega, donde
menciona que los dibujos de Santiago Hernández, en los últimos años
del porfiriato eran tan conocidos que orlaban adornando las paredes de
las más humildes peluquerías del país, palabras más, palabras menos,
esta aseveración sirvió durante mucho tiempo para asegurar que la
caricatura política contó con un carácter popular sin precedentes.
En cuanto a la labor ideológica y la relación que hubo entre
los caricaturistas y los intelectuales de principios del siglo XX hemos
encontrado que fue muy limitada, que existió en efecto, pero se limitó
a algunos aspectos y a algunas ocasiones, como cuando los hermanos
Flores Magón se hicieron cargo de El Hijo del Ahuizote entre 1902 y
1903 y el caso de Luis Cabrera, abogado y sobrino de Daniel Cabrera,
dueño de El Hijo del Ahuizote, quien, a decir por Santiago R. de la
Vega, también llegó a dibujar. Santiago R. de la Vega es quizá el único
ejemplo claro de un caricaturista e ideólogo que participó activamente
en la época precursora y que además dejó testimonio en el libro de
Rafael Carrasco Puente La Caricatura en México en donde se rescatan
algunas cosas interesantes sobre el movimiento precursor y algunos
caricaturistas de la época.
Por lo anterior es que podemos afirmar que si bien, existió una
limitada participación de los caricaturistas en la preparación ideológica
de la Revolución mexicana, también es cierto que, según la historiografía
mexicana, esta participación no fue decisiva. Por lo que la función real de
la caricatura en la historia mexicana que corre desde 1826- 1827 hasta
1903 ha sido importante pero no decisiva, de lo contrario la caricatura
quitaría y pondría presidentes y organizaría luchas armadas, además de
que los caricaturistas no se hubieran visto perseguidos en varias épocas
de la historia de México y hubieran vivido sin mayores dificultades.
En cuanto a las conclusiones capitulares hemos encontrado algunas
ideas interesantes, descartamos algunos de los cuestionamientos que
teníamos en un principio, pero también nos dimos cuenta de la existencia
136
de algunos estereotipos o paradigmas existentes en la actualidad y que
algunos siguen repitiendo. En el capítulo primero pudimos darnos cuenta
que las aportaciones de Henry Bergson al tema de la risa provocada
por la caricatura política han sido demasiado importantes, pues muchos
historiadores han retomado esta propuesta como paradigma para
comprender el fenómeno de la relación risa- caricatura. También nos
dimos cuenta, al revisar precisamente los planteamientos de Bergson,
que la risa es parte inherente del ser humano como llorar o emocionarse,
es una característica primordial de nuestro raciocinio, es inevitable no
reír cuando juzgamos algo como gracioso e incluso vergonzoso, por
tanto el cuerpo caricaturizado es por fuerza, un cuerpo deformado,
ridiculizado y/o exagerado en un dibujo.
La risa es muestra de nuestro raciocinio, pero también lo es de
la indiferencia, porque al momento en que reímos, no percibimos más
allá del acto mismo que nos produce risa, puesto que si llegásemos
a sentir compasión, vergüenza o empatía con eso que nos causa risa,
simplemente no reiríamos, es por ello que para que el espectador no
vea más allá del dibujo mismo se muestra en la caricatura la situación o
el personaje como si fuera un “todo” un conjunto en sí mismo, por lo
que la risa también funciona en el cuerpo social e individual como un
correctivo, es un mecanismo natural que trata de corregir errores porque
al reír estamos dando por hecho que en el acto que nos causa risa se
muestra algo “incorrecto”. En ese sentido el caricaturista también es
un transgresor, pues transgrede esa imagen que nos han formado los
medios sobre esos personajes que viven en y de la política y que en
algunas ocasiones parecieran “intocables”.
El tiempo y el espacio dan forma a aspectos fundamentales de
la caricatura política, pues como bien afirma Adriana Pineda: “Cada
impreso guarda relación con la sociedad que le da origen” 316 , por lo
316
Pineda, Prensa, op. cit., p.11.
137
que la caricatura no puede ser entendida sin la sociedad en la que tiene
origen, el tiempo en el que es realizada y el suceso que está plasmando
o al que hace referencias el dibujo.
También en el primer capítulo pudimos darnos cuenta que los
defectos son algunos de los aspectos más socorridos por los caricaturistas,
y los defectos causan risa no por sí mismos, sino porque los asociamos con
estereotipos culturales de lo que debieran ser. Por ejemplo, habíamos
mencionado que una nariz no debe ser exageradamente ancha, pues lo
cánones de belleza nos indican lo contrario, al igual que la baja estatura
de un enano, que nos pudiera causar risa no por sí mismo, sino porque
suponemos que debería tener una estatura o nariz “normal”. Este tipo
de exageraciones, de recursos, son usados por la caricatura para no dar
tiempo de analizar si el personaje en escena es “bueno” o “malo”.
También nos dimos cuenta, al revisar algunas de las cuestiones
que se han escrito en torno a la definición y características de la
caricatura política que la única diferencia entre la caricatura y el arte
que han distinguido muchos, radica únicamente en que el caricaturista
interpreta la realidad, porque no la muestra tal como la ve, sino como
debería o como no debería ser, pues dibuja los malos manejos o
errores de los políticos y sus decisiones. La caricatura nos remite al
disfraz, esta interpretación del caricaturistas nos muestra un disfraz de
la realidad, como ejemplo mencionamos al payaso, quien nos recuerda
lo “ridículo” porque se nos ha enseñado que no debemos vestirnos o
maquillarnos como ellos, recordemos incluso que cuando una mujer
está exageradamente maquillada decimos que parece “payaso” y nos
causa risa, es objeto de burla y escarnio social porque la asociamos con
el disfraz.
Por lo tanto se podría concluir que la risa y la caricatura deben ir
siempre de la mano, que la risa causada por la caricatura es irreverente,
que sirve para trastocar los límites impuestos de manera simbólica por
la sociedad hacia aquellas personas que ostentan el poder político y
138
que el disfraz que pone la caricatura a la realidad debe ser tomado en
cuenta por todo aquel que pretenda acercase a la caricatura política
como una fuente histórica.
El porfiriato ha sido una etapa de la historia de México estudiada
a detalle en muchos de sus aspectos y en el terreno de la caricatura
política hemos encontrado muchos estudios. Podemos destacar algunas
investigaciones que se han acercado al estudio de la caricatura política
para comprender algunos aspectos de la época, por lo que tenemos
algunos trabajos destacados en este tenor como los son los de Fausta
Gantús y Esther Acevedo desde la academia y los de Rafael Barajas
Durán “El Fisgón” desde el periodismo, sin embargo existen algunos
aspecto que han dejado de lado los investigadores, así como valiosas
aportaciones que mencionaremos a continuación.
Esther Acevedo asegura que los periódicos de caricaturas
pretendieron influir en la opinión pública de su época, refiriéndose a
la etapa del porfiriato, pero su contribución fue mitigada por factores
externos, a saber: falta de medios de comunicación, altos precios del
transporte y del correo, analfabetismo y elevado costo de venta que a
su vez era causado por los altos costos en el papel y la impresión de las
caricaturas. 317 Por lo que podemos entonces mencionar que si bien, tal
vez la caricatura política del porfiriato pretendía, a decir por Acevedo,
jugar un papel central en la opinión pública, existieron factores que
impidieron este cometido entre los que destacan los altos costos para
el financiamiento, impresión y venta de las publicaciones de caricatura
política.
La historiografía ha catalogado como una obra muy importante
la publicación de El Hijo del Ahuizote, pues fue siempre un órgano
317
Ester Acevedo, Un periodo intermedio en la caricatura mexicana del siglo XIX:
18611872, Exposición: La caricatura en Colombia a partir de la Independencia – Mayo de 2010,
Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República en: http://www.banrepcultural.org/
images_blaa_info/exposiciones/caricatura/texto-ester-acevedo-caricatura- mexicana.pdf
139
de crítica independiente que se valió del recurso de la caricatura para
plasmar dicha crítica y dar a conocer las ideas de corte liberal que
tenían sus caricaturistas y escritores, además de haber tenido cierto
acercamiento con el movimiento precursor iniciado en 1900 y de haber
sido la publicación de caricaturas más longeva que existió durante el
porfiriato y que pretendió ser una publicación popular. Lo cierto es que
también tuvo sus limitaciones, pues aunque algunos aseguran que llegó
a tener un tiraje cercano a los veinticinco mil ejemplares, resulta difícil
pensar que pudiera competir con publicaciones que contaban con el
beneplácito y la subvención de Porfirio Díaz, como lo fue El Imparcial,
publicación que con mucho superaba el tiraje máximo con el que llegó
a contar El Hijo del Ahuizote.
El Hijo del Ahuizote representa la cumbre de la caricatura política
de oposición durante la etapa conocida como el porfiriato, pues su
fundación data del año 1885, y con la desaparición de esta publicación
vino el declive de la caricatura en 1903. Por eso es que se ha afirmado
que con la desaparición de esta publicación acaba simbólicamente la
oposición más importante al régimen porfirista desde la palestra de la
caricatura política y se inicia con mayor fuerza el uso de la prensa escrita,
comandada por un grupo de jóvenes liberales como Juan Sarabia,
Santiago R. de la Vega o los Flores Magón desde publicaciones como
Regeneración, en la que se llegaron a publicar algunos manifiestos del
PLM.
La desaparición de El Hijo del Ahuizote ha sido un tema recurrente
entre los expertos en el estudio de la caricatura política, aunque existen
algunos puntos flojos que aún falta revisar, como el hecho de si la
publicación fue arrendada o simplemente Daniel Cabrera cedió la rienda
a los Flores Magón entre 1902 y 1903, y también en este sentido falta
aclarar si los Flores Magón, durante el tiempo que duró en circulación
la publicación desde que Daniel Cabrera se fue de la misma hasta su
desaparición definitiva en 1903 estuvieron inmiscuidos de lleno en ella
o sólo la arrendaron pero no se encargaron de ella.
140
Uno de los vacíos con el que nos topamos al realizar esta
investigación, fue que casi todos los estudiosos del tema mencionan
como un personajes y caricaturista importante a Jesús Martínez Carrión,
pero también nos dimos cuenta que prácticamente nadie se ha encargado
de hacer un estudio detallado acerca de su vida y obra, siendo hasta
ahora, un personajes enigmático, del cual se mencionan maravillas con
respecto a su trabajo, pero de manera superficial, tal vez porque pocas
de sus obras fueron firmadas con su nombre, por lo que resultaría difícil
analizarlas y sólo contamos con algunas vagas descripciones como la
que hace de él Santiago R. de la Vega, quien llegó a conocerlo.
En el capítulo segundo analizamos la cuestión de la caricatura
política decimonónica y lo que acerca de ella se ha escrito. Revisamos
tanto lo que sobre las publicaciones como sobre los caricaturistas mismos
se ha estudiado, encontrando algunas cosas interesantes y algunas
limitaciones en las investigaciones que revisamos y que a continuación
mencionaremos.
En primer lugar podemos destacar que la llegada de la primera
prensa litográfica a México marcó un suceso importante dentro de
la historia de la caricatura mexicana, ya que si bien, existen algunos
antecedentes de caricatura política en México, también es cierto que
fueron algunos ejemplos aislados casi siempre en hojas sueltas, pero
en 1826 la llegada de la primera prensa litográfica traída a México por
Claudio Linati sentará de una vez por todas las bases para la publicación
de caricatura política como una práctica recurrente dentro de la de la
prensa mexicana.
Al respecto podemos destacar que la técnica litográfica significaba
serias ventajas en comparación con el grabado, que era la técnica para
imprimir imágenes a la que más recurrían los caricaturistas y otros
artistas y editores antes de 1826, ya que representaba serios ahorros en
cuanto a costos y tiempo, por lo que la gran mayoría de los caricaturistas
empezarán a usar con mucho mayor frecuencia la técnica litográfica.
141
Uno de los vacíos más importantes que encontramos en la revisión
de las investigaciones que se han realizado en torno a la historia y
relevancia de la llegada de esta primera prensa litográfica es que la
mayoría de los textos revisados mencionan la llegada de la prensa
litográfica de Linati, pero muchos de ellos se refieren a este suceso sólo
de manera superficial y casi ninguna investigación profundiza acerca
del proceso de la llegada de esta prensa litográfica y tampoco se ha
profundizado a detalle acerca de la vida y obra de Claudio Linati, un
italiano liberal empecinado que publicó en México lo que muchos
consideran como la primera publicación de caricatura política que llevó
por nombre El Iris y de la cual tampoco encontramos algún estudio que
profundice acerca de ella.
A grandes rasgos ver que sólo algunas de las publicaciones del
siglo XIX, así como algunos personajes importantes han recibido un
trato minucioso por parte de los investigadores, y que muchas otras
publicaciones y personajes destacados están esperando la llegada de
los historiadores para profundizar acerca de algunos de los temas que
eran tratados en ellas, por lo que falta mucho por hacer en este terreno,
al igual que sucede con muchos de los caricaturistas que participaron
en estas publicaciones.
Entre las principales tesis que tratan el tema de la llamada “época
precursora de la Revolución mexicana”, que por lo general se toma
desde 1900 con la fundación de los clubes liberales de San Luis Potosí
hasta 1910 con el estallamiento de la Revolución mexicana, se encuentra
la que sostiene que la caricatura política jugó un papel fundamental al
ser concientizadora de las clases populares, están quienes han afirmado
que la caricatura política, y en general lo intelectuales de la clase
media que dirigían las publicaciones precursoras, sólo se aprovecharon
de estas clases populares para lograr su cometido, hasta los que
afirman que si bien, estos intelectuales, entre los que se encontraban
algunos caricaturistas, pretendieron jugar un papel importante en esta
142
preparación ideológica de la Revolución mexicana, no lo lograron del
todo, pues sus críticas sólo fueron como pequeños “dardos” arrojados
a la sólida estructura del porfiriato.
La caricatura política, fue una de las herramientas de crítica que
utilizaron los intelectuales de principios del siglo XX que se habían
agrupado en torno a los clubes liberales que se organizaron en el país. En el
libro La Caricatura Política se asegura que a la caricatura le tocó aumentar
la fuerza que iban tomando los ideólogos revolucionarios. 318 Cierto es
que una caricatura política resulta mucho más digerible que un sesudo
texto político, aunque no al grado de ser entendida de manera íntegra
sino se cuenta con un bagaje cultural y político básico, aunado a los
limitados tirajes que no podían competir con publicaciones oficiales
o que contaban con el beneplácito de Díaz como El Imparcial que
fácilmente superaba los tirajes de las publicaciones de oposición.
En el libro La prensa y el Estado se menciona que fueron los
intelectuales de clase media los que aprovecharon el descontento
por la falta de libertad, por la injusticia social y económica, la burla al
sufragio y el estancamiento político para plasmarlo en sus publicaciones
y de esta manera expresar ese descontento general que muchos sentían
pero pocos se atrevían a decir, 319 en este sentido, las publicaciones que
antecedieron a la Revolución mexicana jugaron un papel de crítica al
sistema usando el descontento existente entonces entre la sociedad.
La tesis más utilizada a los largo de la historia acerca del carácter
popular de la caricatura política es la que sostiene que la razón de
utilizar periódicos de caricatura política por parte de los precursores
intelectuales, residía en la sencilla razón de que el pueblo mexicano
estaba compuesto en su gran mayoría por analfabetas, así que una de
las maneras más sencillas de transmitir su mensaje político y social era
utilizando este tipo de prensa, al menos hasta 1903, pues recordemos
318
González Ramírez, La caricatura, op.cit., p. XXIV.
319
Baqueiro López, La prensa, op.cit., p.129.
143
que en este año desaparece El Hijo del Ahuizote, pues a pesar de que
existieron algunos intentos como con El Colmillo Público o El Ahuizote
Jacobino por revivir a la caricatura política antiporfirista, no hemos
encontrado indicios de que los jóvenes intelectuales hubieran apoyado
o utilizado estas publicaciones para lograr sus cometidos.
Aunque están quienes afirman que muchos se alejaron de estas
publicaciones de caricaturas debido a la represión, como en el Libro
Puros cuentos donde se apoya la tesis que menciona que la prensa
de caricaturas fue fundamental para el movimiento precursor de la
Revolución mexicana y se explican en el hecho de que es posible que
los periódicos liberales y conservadores “serios”, que polemizan entre
sí exponiendo sus doctrinas y cuestionan sensatamente al régimen,
lleguen a algunos hogares católicos o de liberales radicales, pero es
dudoso que sean leídos por amplios sectores de la población mexicana
de entonces. Sólo la prensa ilustrada de carácter satírico, es decir, la de
caricaturas, era capaz de llegar a un público popular. 320
Hay incluso quien asegura que la condición popular de la caricatura
política es atemporal porque esta característica es inherente a nuestra
caricatura, como es el caso de Manuel González Ramírez, quien en el
libro La Caricatura Política asegura que: “...La caricatura es expresión
del pueblo y para consumo del pueblo [...] Porque el lenguaje que
utiliza es más sencillo que el de la literatura “ 321 . En este mismo libro
se asegura que la gente, el pueblo o los “hombres oscuros” como es
llamada aquí esta clase popular era un caldo de cultivo, una levadura
lista para reaccionar ante cualquier estímulo, como la caricatura política,
que es considerada en este libro fundamental para la preparación de la
Revolución Mexicana, pues se afirma que los caricaturistas tomaron como
lienzo al pueblo para concientizar al pueblo mismo, utilizando para ello
un lenguaje sencillo y familiar, como los refranes, las fiestas populares,
320
Aurrecoechea y Bartra, Puros cuentos, op. cit., p. 88.
321
González Ramírez, La caricatura, op.cit., p. XXIV.
144
las obras de teatro, los pasajes religiosos, para que de esta manera las
caricaturas funcionaran como una especie de “dardos” lanzados contra
el orden político existente. 322 Sin embargo hay otros que afirman que
este carácter popular de la caricatura, más que convencer al pueblo, lo
que pretendía era manejarlo para sus fines, en el libro La Ideología de
La Revolución Mexicana de Arnaldo Córdoba se menciona que no es
de extrañar que las masas trabajadoras no lograran en ningún momento
constituir un órgano propio de poder que resistiera los embates de
la lucha política y que en poco tiempo se convirtieran en un juguete
de otros grupos sociales mejor preparados como lo eran los sectores
medios, y en particular, a los intelectuales urbanos (profesionistas y
periodistas) y a los pequeños propietarios rurales. 323
Jesús Silva Herzog en su Breve Historia de la Revolución Mexicana
se refiere la prensa de oposición, entre la que se encontraba la prensa
de caricaturas, como una especie de dardos que ensuciaban la fachada
con sus artículos arrojados al sólido edificio del porfirismo, estropeando
los vidrios y la pintura de la fachada y contribuyendo a mantener
vivo el descontento que ya se manifestaba en algunos sectores de la
población. 324
Por lo que se ha mencionado hasta aquí es que podemos entonces
afirmar que la caricatura política tuvo ciertamente un carácter popular
en el sentido en que los caricaturistas e intelectuales de la clase media
quisieron imprimirle este carácter, porque se representaba al pueblo
con todas sus vejaciones, pero que no llegó a tener la resonancia que
muchos han querido ver, pues más que pretender tirar al régimen de
Díaz con caricaturas, lo que se pretendía era “ensuciar la fachada”
para de esta manera mostrar lo “no mostrable” del régimen y causar
en el espectador la burla, aunque como hemos visto, gran parte de
322
Ibíd., p. XXVII.
323
Córdova, La ideología, op.cit., p. 19.
324
Silva Herzog, Breve, op.cit., pp. 64, 65.
145
esos espectadores pertenecían a la clase media, esa misma clase de
la que emanaba la caricatura política, aunque también llegó a tener a
cierto sector popular entre sus espectadores, sin embargo, resulta difícil
corroborar este tipo de afirmaciones y mucho más difícil es afirmar
que la caricatura política funcionó como una especie de arma popular
ideológica contra Díaz sabiendo que la caricatura no era hecha por las
clases populares.
146
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