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Rock Bottom Magazine Número11

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El legado.

Es difícil de entender la historia del blues

sin Robert Johnson. No hay ningún otro

bluesman de su generación cuya obra siga

tan vigente, ninguno escribía canciones

que puedes interpretar hoy en día y que

un estadio entero se vuelva loco… ya

sea “Sweet Home Chicago”, “Dust My

Broom” o “From Four Until Late”. Creo

sinceramente que fue el eslabón entre

las profundidades del blues rural y el rock

and roll. Lo paradójico es que grabó muy

pronto, con pocos años a sus espaldas y

apenas un puñado de canciones, muchas

de ellas adaptaciones o incluso versiones

de otros. Nadie puede imaginar qué

hubiera hecho de sobrevivir a aquel mes

de agosto de 1938. John Hammond

andaba buscándole para presentarle ante

el selecto público de New York y firmarle

para Columbia… puede que el único final

posible fuera ese.

Robert estuvo en las grandes ciudades

como Chicago y comprobó que era

posible acomodarse haciendo música

en sus calles, cuenta Johnny Shines que

en el norte de Ilinois llegaron a pagarles

por ser exhibidos porque nunca antes

habían visto afroamericanos ¿Os lo

imagináis? Tenía a Robert Johnson y

Johnny Shines en un cuarto y la gente no

les pedía que hicieran música, solamente

que estuvieran ahí parados, como un

crío que encuentra por primera vez una

lagartija y decide meterla en un frasco

de cristal para observarla toda la tarde.

Por alguna razón que nadie sabe, Robert

decidió volver a Mississippi sin importar el

peligro que ello suponía, las condiciones

de vida, lo difícil que era hacer dinero…

Hubiera bastado con que se quedase en

Texas o Illinois, incluso que se afincase

en Memphis. Pero por alguna razón no

lo hizo, quizá su vida solo tenía sentido

en aquellas tierras hostiles por las que

temía viajar de noche como relata en su

“Crossroads Blues”.

De un modo u otro seguimos detrás

de su pista, analizando sus canciones,

intentando reproducir la autenticidad que

destilan sus grabaciones y observando

la enigmática sonrisa que luce en una de

las dos fotos que existen de él. En base

a lo que cuentan dos de los músicos que

de verdad pudieron llegar a estudiarle,

Johnny Shines y su hijastro/discípulo

Robert Lockwood Jr., puede que Robert

Johnson no fuera más que un tipo sensible

al que la vida le arrebató a su primer amor

en el momento de dar a luz a su primer

hijo y no logró rehacerse, encontró un

refugio en su guitarra, una respuesta en la

bebida y un refugio en las mujeres viudas,

divorciadas o insatisfechas que podían

darle techo, comida y algo de dinero para

poder seguir vagando por el Delta del

Mississippi. Como cuenta Shines, Robert

era un tipo raro, podía ponerse a tocar en

cualquier ciudad, todo el mundo quería

contratarles y cuando estaba ganando

dinero sin problemas desaparecía sin

que te dieras cuenta, sin mediar palabra

y nadie volvía a verle en semanas. Así,

cuanto menos sabemos más crece el

mito, poco importan los hechos y menos

aún lo increíble que pueda resultar todo lo

que de él se cuenta, por muy racionalista

que me ponga o por mucho análisis

musicológico que pretendamos hacer: la

obra de Robert Johnson es un legado a

la altura de la historia más fascinante que

jamás se ha contado sobre un músico y

merece la pena mantenerla con vida.

En mi opinión Robert Johnson es el más

grande de una generación irrepetible

y a su alrededor se ha levantado un

culto cuya base no es otra que la fe de

sus admiradores. También se intenta

dar una explicación a su descomunal

talento y al hecho de que sus canciones

solo necesiten una sección rítmica

(o ni siquiera) para sonar hoy en día

tan actuales como hace 90 años,

de un modo u otro, aquí seguimos

discutiendo sobre el blues y el diablo,

perdiendo el foco sobre lo que de verdad

es relevante: Robert fue capaz de

condensar todas las emociones (incluso

las más oscuras), captó las vibraciones

y sirvió de conductor para las energías

que brotaban de un mundo que nos es

ajeno, convirtiéndolo en una de las más

universales formas de arte, eso es lo

que le mantiene con vida.

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