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El rincón del blues
El rincón del blues
Por Dolphin Riot
W.C. Handy: el autoproclamado padre de blues.
Toca hablar del célebre W.C. Handy, el famoso músico que se autoproclamó padre del blues en 1941, apoyándose en el hecho
incuestionable de que en septiembre de 1912 publicó la partitura del “Memphis Blues”, que alcanzó altas cotas de popularidad a lo
largo y ancho de Estados Unidos.
Es importante aclarar que durante el primer
cuarto del siglo pasado no habían tiendas de
discos, los sistema de grabación estaban en
proceso de desarrollo y no existía siquiera la
idea de una industria discográfica. La música
se disfrutaba en directo en las calles, locales
y espectáculos de teatrales de todo tipo. Si
comprabas música es porque eras capaz de
leerla. El negocio eran las partituras y algunas
canciones vendían miles de copias. Suponía
un negocio lucrativo por razones obvias y
también una forma muy efectiva de apropiarse
de material ajeno, pasando a la historia por ello
en algunos casos. Dado que no todo el mundo
era capaz de escribir y leer música, aquellos
capaces de hacerlo eran libres de plasmar en
papel todo aquello que escuchaban, imprimir
copias y distribuirlas por establecimientos
de las principales ciudades de EEUU sin
responder ante el verdadero autor. La música
es, lo ha sido siempre, un lenguaje universal
que se transmite de forma oral pero durante
un período concreto de la historia la gente
con acceso a estudios superiores poseyó en
exclusiva el poder de trascender. Tenían en
su mano conseguir algo más que un eventual
rédito económico e inmortalizar su nombre a
la par que borraban de la historia el talento
natural de artistas sin formación académica.
Nuestro amigo Handy fue uno de los que
sabían leer y escribir música.
Podemos darle el crédito de haber convertido
en popular el concepto de blues como etiqueta
comercial. Publicó la partitura de “Memphis
Blues” con notable éxito y todas las orquestas
del país la tuvieron en su repertorio. Aquello
nada tenía que ver con el demonio, las
afinaciones abiertas, los cuellos de botella y
las desgarradoras voces que transmitían el
sufrimiento del pueblo afroamericano. Hay
quien argumenta que “Memphis Blues” incluye
dos vueltas de doce compases, lo que se
convertiría en una de las características del
blues. En realidad se trata de una canción
ligera que podría ser etiquetada como rag time.
Para entendernos, es la típica marcha que
suena en un desfile con una majorette al frente
de una enorme banda de músicos blancos
para celebrar el día de la independencia
entre barras y estrellas. Nada tiene que ver
con el blues que todos imaginamos como un
murmullo llevado por el viento en los campos
de algodón.
Originalmente Handy uso “Memphis Blues”
cuando fue contratado por el político Edward
Hull Crump para poner música a su campaña
por la alcaldía de Memphis en 1909 y debido
al éxito decidió publicar la partitura. En 1941
Handy editó su autobiografía, “Father Of
Blues”, en la que cuenta que en 1903 fue con
su banda a actuar a Cleveland, Mississippi, y
por petición popular dejó subir al escenario a
un trío con pinta de pordioseros formado por
guitarra, mandolina y bajo. Describe la música
que hicieron como repetitiva, con una melodía
que “parece no tener un principio muy claro
y, ciertamente, no tiene final”. Recuerda que
marcaban el ritmo dando golpes en el suelo
mientras tocaban una y otra vez la misma
progresión de notas de forma monótona
pero profundamente hipnótica. Atención a la
siguiente apreciación expresada por Handy en
su relato: “Una lluvia de dólares de plata cayó a
sus pies mientras seguían golpeando el suelo.
El público (al que se refiere como dancers,
bailarines) enloqueció... Les tiraron más dinero
del que cobraban mis nueve músicos por la
actuación completa. Entonces vi la belleza
de la música primitiva. Tenían lo que la gente
quería. Entendí cuál era el punto de todo eso.
Su música necesitaba arreglos, pero contenía
la esencia y la gente pagaría por eso”. Sí,
esa belleza que vio eran los dólares de plata
que llovieron. Es metáfora perfecta sobre la
música popular: la gente paga por esos ritmos
primitivos que les hacen mover el esqueleto.
Las palabras de W.C. Handy revelan que hace
casi ciento veinte años ya sabían que el dinero
estaba en lo que hoy llamamos rock and roll
y, obviamente, en su predecesor, el blues. De
hecho, si me dijeran que dijo eso tras ver en
directo a ACDC en el 74 me lo creería, de no
ser porque nuestro hombre murió en 1958.
Gracias a textos inéditos del autor que han
visto la luz hoy sabemos que el músico
del que habla Handy es Prince McCoy y
su trío. McCoy permaneció absolutamente
desconocido hasta que en 2009 el historiador
Elliott Hurwitt descubrió su nombre mientras
investigaba escritos inéditos del autocoronado
padre del blues.
Fue Stack Mangham, uno de los músicos de
Handy, quien le contó a los folkloristas Alan
Lomax y John W. Work III que “Memphis
Blues” era una copia de lo que tocó aquel trío.
El mismo Mangham cuenta que su jefe tenía
la ambición de componer marchas y hubo dos
momentos que cambiaron su vida, el episodio
ya descrito y otro, bastante popular, que tuvo
lugar mientras esperaba el tren en una solitaria
estación del Delta del Mississippi y escuchó a
un vagabundo cantar con melancolía “going
where the southern cross the dog” mientras
deslizaba un cuchillo por las cuerdas de su
guitarra, también en 1903. Cuenta la leyenda
que ese vagabundo era Henry Sloan, al que
cita como mentor Charley Patton, considerado
padre del blues del Delta por haber sido el
primer músico de la zona de Clarksdale en
grabar y crear escuela… pero es imposible
demostrarlo ya que de Henry Sloan no se
sabe absolutamente nada. Sirva este artículo
como reconocimiento a Handy por su visión de
negocio y, sobre todo, al Prince McCoy Trio.
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