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Revista EST número 64

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ISSN 1405-8421<br />

vol. XX, núm. <strong>64</strong>, septiembre-diciembre de 2020<br />

Julita Moreno Avendaño, Andrés Enrique Miguel-Velasco, Maribel Pérez Pérez,<br />

Christian Martínez Olivera y Karina Aidee Martínez García<br />

Desigualdades territoriales de las ciudades multiculturales.<br />

El caso del estado de Oaxaca, México<br />

Territorial inequalities of multicultural cities. The case of the state of Oaxaca, Mexico<br />

Juan Alfredo Hernández Guerrero<br />

Valoración del paisaje urbano-ambiental de Juriquilla y Santa Rosa Jáuregui,<br />

Querétaro, México<br />

Evaluating the urban environmental landscape of Juriquilla and Santa Rosa Jauregui, Queretaro, Mexico<br />

Anibal David Cuenca López y Evandro Camargos Teixeira<br />

Efeitos dos investimentos em infraestrutura pública sobre a pobreza e pobreza<br />

extrema na América Latina<br />

Effects of investments in public infrastructure on poverty and extreme poverty in Latin America<br />

Andrés Scharager<br />

Conflicto social, ambientalización y crisis política: judicialización en la cuenca<br />

Matanza-Riachuelo, Argentina<br />

Social conflict, environmentalization and political crisis: judicialization at<br />

the Matanza-Riachuelo basin, Argentina<br />

Luis Alfonso Colado Velázquez, Josep Roca Cladera e Iván Humarán Nahed<br />

Inequidad en el impuesto inmobiliario: análisis multicriterio (CRITIC) del valor<br />

catastral de vivienda en Mazatlán<br />

Inequity in real estate tax: multi-criteria analysis (CRITIC) of the cadastral value of housing in Mazatlan


El Colegio Mexiquense:<br />

Contenido<br />

Comité editorial<br />

de El Colegio Mexiquense:<br />

Economía, Sociedad<br />

y Territorio<br />

Director:<br />

Editor:<br />

Consejo editorial:<br />

Consejo asesor<br />

internacional:<br />

César Camacho Quiroz Presidente<br />

José Antonio Álvarez Lobato Secretario General<br />

Raymundo C. Martínez García Coordinador de Investigación<br />

Raymundo C. Martínez García<br />

Sebastián Nelson Rivera Mir<br />

Arlette Covarrubias Feregrino<br />

Carolina Pedrotti<br />

Luis Alberto Martínez López<br />

Mario González Ruiz<br />

José Antonio Álvarez Lobato<br />

Tania Lilia Chávez Soto<br />

Carlos Félix Garrocho Rangel<br />

Gustavo Abel Guerrero Rodríguez<br />

Correo-e: est@cmq.edu.mx; gguerrero@cmq.edu.mx<br />

Francisco Alba El Colegio de México, México<br />

José Blanco Universidad Nacional Autónoma de México, México<br />

Daniel Hiernaux-Nicolas Universidad Autónoma Metropolitana, México<br />

Soledad Loaeza El Colegio de México, México<br />

Martha Schteingart El Colegio de México, México<br />

Kurt Unger Centro de Investigación y Docencia Económicas, México<br />

Rosario Rogel Salazar Universidad Autónoma del Estado de México, México<br />

Pablo Ciccolella Universidad de Buenos Aires, Argentina<br />

Juan Luis Klein Université de Quebéc en Montréal, Canadá<br />

David Phillips Lingnan University, Hong Kong<br />

Harry W. Richardson University of Southern California, Los Ángeles, EE. UU.<br />

Joseph L. Scarpaci Center for the Study of Cuban Culture + Economy.<br />

David M. Smith University of London, Londres, Inglaterra<br />

Peter Ward University of Texas at Austin, Texas, EE. UU.<br />

José Luis Coraggio Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina<br />

1<br />

Comité editorial: Carlos Félix Garrocho Rangel, Gloria Jovita Guadarrama Sánchez,<br />

Daniel Gutiérrez Martínez, Boris Graizbord y Gustavo Abel Guerrero Rodríguez.<br />

Equipo editorial: Gustavo Abel Guerrero Rodríguez, Blanca Estela Arzate González<br />

y Sayra Gutiérrez Valdespino.<br />

Corrección de estilo: Zujey García Gasca, Alejandra García<br />

y Gustavo Abel Guerrero Rodríguez.<br />

Diseño de interiores y portada: Luis Alberto Martínez López.<br />

Formación y composición tipográfica: María Eugenia Valdes Hernández.<br />

La revista no asume ninguna responsabilidad por las opiniones expresadas en los textos<br />

firmados.<br />

Economía, Sociedad y Territorio pertenece a la categoría Competencia Internacional del<br />

Sistema de Clasificación de <strong>Revista</strong>s Mexicanas de Ciencia y Tecnología (scrmcyt) del<br />

Conacyt; Emerging Sources Citation Index (esci), base de datos de Clarivate Analytics; scielo<br />

Citation Index-Clarivate Analytics; ProQuest; ebsco; Sociological Abstracts (sa); Hispanic<br />

American Publish Index (hapi); Handbook of Latin American Studies (hlas); International<br />

Consortium for the Advancement of Academic Publication (icaap); Ulrich’s Periodicals<br />

Directory; catálogo Latindex (clase y Periódica); Red de <strong>Revista</strong>s Científicas de América<br />

Latina y el Caribe (Redalyc); Scientific Electronic Library Online (scielo); Directory of<br />

Open Access Journals (doaj).<br />

Economía, Sociedad y Territorio es una publicación cuatrimestral de El Colegio Mexiquense, a. c.<br />

Suscripción anual (por tres <strong>número</strong>s): México, 240 pesos. En Estados Unidos, Canadá, Centro y<br />

Sudamérica, 50 usd. Resto del mundo, 60 usd. Estos costos incluyen el envío por correo postal<br />

ordinario, si el suscriptor desea otro tipo de envío, correrá por su cuenta.<br />

Redacción y administración: El Colegio Mexiquense, A. C.<br />

D.R. © El Colegio Mexiquense, a.c.<br />

ECONOMÍA, SOCIEDAD Y TERRITORIO, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, septiembre-diciembre de 2020, es<br />

una publicación cuatrimestral. Editor responsable: Gustavo Abel Guerrero Rodríguez. Exhacienda<br />

Santa Cruz de los Patos, s/n, col. Cerro del Murciélago, Zinacantepec, C.P. 51350, México, tel. 72<br />

22 79 99 08 ext. 183, . Reservas de derechos al uso exclusivo núm. 04-2009-<br />

100712390600-102, ISSN 1405-8421. Licitud de título núm. 10509; Licitud de contenido núm.<br />

7418, ambos otorgados por la Comisión Calificadora de Publicaciones y <strong>Revista</strong>s Ilustradas de la<br />

Secretaría de Gobernación. Impresa en los talleres de Solar, Servicios Editoriales, S.A. de C.V.,<br />

Calle 2, núm. 21, Col. San Pedro de los Pinos, Alcaldía Benito Juárez, 03800 Ciudad de México,<br />

México, se terminó de imprimir el 27 de diciembre de 2020. Impresa y hecha en México / printed<br />

and made in Mexico.


2 Contenido<br />

<strong>Revista</strong> Economía, Sociedad y Territorio<br />

Editada por<br />

El Colegio Mexiquense, a.c.<br />

La revista Economía, Sociedad y Territorio publica cuatrimestralmente artículos científicos<br />

derivados de investigaciones originales en ciencias sociales, que profundizan la comprensión<br />

de fenómenos sociales en las dimensiones urbana, metropolitana y regional.<br />

<strong>EST</strong> prioriza propuestas interdisciplinarias que integran conceptos espaciales (e.g.<br />

localización absoluta y relativa, distancia, relaciones espaciales, lugar, proximidad, espacialidad).<br />

Por tanto, <strong>EST</strong> se orienta a las “Ciencias Sociales Espacialmente Integradas”<br />

(CSEI). Esto es: reconoce el papel clave que juega el espacio (y el tiempo) en la sociedad<br />

humana y su importancia para entender mejor múltiples procesos sociales.<br />

Por lo anterior, <strong>EST</strong> se dirige a investigadores, profesores y estudiantes de todos los<br />

campos de las ciencias sociales, que entienden: i. Al espacio y al tiempo como componentes<br />

estratégicos para comprender mejor múltiples procesos sociales: y, ii. Las ventajas de hacer<br />

investigación en ciencias sociales con un enfoque interdisciplinario, aplicando métodos<br />

cuantitativos de corte espacial (e.g. estadística y econometría espacial) y utilizando alta<br />

tecnología (e.g. Sistemas de Información Geográfica, aplicaciones informáticas ad-hoc). Por<br />

lo anterior, el campo científico que aborda <strong>EST</strong> se traslapa con diversas áreas de las ciencias<br />

exactas (e.g. informática) y de la salud (e.g. salud pública, epidemiología).<br />

<strong>EST</strong> se enfoca, principalmente, a países y comunidades científicas iberoamericanas. Sin<br />

embargo, su alcance geográfico es global, ya que es una revista de acceso abierto y su contenido<br />

puede reproducirse libremente, siempre y cuando se dé crédito a los autores y a la <strong>Revista</strong>.<br />

Todos los artículos son evaluados por dos dictaminadores anónimos, expertos nacionales<br />

o internacionales en el tema del artículo y externos a la institución de origen del<br />

autor. Se reciben postulaciones en español, inglés o portugués. No existe cobro alguno<br />

para los autores en ninguna de las etapas que conforman el proceso de postulación, dictaminación<br />

y publicación. El formato de publicación es electrónico, mediante su edición<br />

en PDF y próximamente en XML, y en versión impresa. Las instrucciones para los autores<br />

se pueden consultar en la página de internet de <strong>EST</strong>: <br />

<strong>Revista</strong> Economía, Sociedad y Territorio<br />

El Colegio Mexiquense, a.c.<br />

Exhacienda Santa Cruz de los Patos,<br />

Zinacantepec, México<br />

C.P. 51350<br />

Vía correo electrónico: est@cmq.edu.mx<br />

Teléfonos: +52 72 22 18 01 00, 72 22 79 99 08 ext. 183.


Contenido<br />

3<br />

Journal Economía, Sociedad y Territorio<br />

Edited by<br />

El Colegio Mexiquense, a.c.<br />

The journal Economía, Sociedad y Territorio is published on a quarterly basis and features<br />

scientific papers derived from original research results in social sciences, which enhance<br />

the understanding of social phenomena in urban, metropolitan, and regional dimensions.<br />

<strong>EST</strong> prioritize interdisciplinary proposals integrating spatial concepts (i.e. absolute and<br />

relative location, distance, spatial relationships, place, proximity, spatiality). Therefore,<br />

<strong>EST</strong> is oriented towards the Spatially Integrated Social Sciences (SISS). That is to say: it<br />

recognizes the key role space (and time) plays in society and its importance to better<br />

understand multiple social processes.<br />

Consequently, <strong>EST</strong> is aimed at researchers, professors, and students of all the areas in<br />

social sciences that understand: i. Space and time as strategic elements to provide better<br />

insight into multiple social processes: and, ii. The advantages of researching social sciences<br />

with an interdisciplinary approach, applying quantitative and spatial methods (i.e.<br />

spatial statistics and econometrics) and using cutting-edge technology (i.e. Geographic<br />

Information Systems, and ad hoc informatic applications. Therefore, <strong>EST</strong> scientific field<br />

combines diverse areas of the exact sciences (i.e. informatics) and of health (i.e. public<br />

health, epidemiology).<br />

<strong>EST</strong> focuses mainly on Iberoamerican countries and scientific communities. However,<br />

its geographic scope is global because it is an open access journal and its content can<br />

be freely reproduced, provided the authors and Journal are given credit.<br />

All articles are reviewed by anonymous, national or international expert peers on the<br />

topic of the article and outside the author’s institution. Applications in Spanish, English,<br />

or Portuguese are considered. There is not a charge for authors in any of the stages of the<br />

application, evaluation and publishing processes. Publishing format is distributed in<br />

digital versions (PDF and soon, XML), as well as in print version. Guidelines for authors<br />

can be accessed through <strong>EST</strong> website: .<br />

<strong>Revista</strong> Economía, Sociedad y Territorio<br />

El Colegio Mexiquense, a.c.<br />

Exhacienda Santa Cruz de los Patos,<br />

Zinacantepec, México<br />

C.P. 51350<br />

E-mail: est@cmq.edu.mx<br />

Tel: +52 72 22 18 01 00, 72 22 79 99 08 ext. 183.


4 Contenido<br />

Vol. xx, núm. <strong>64</strong>, septiembre-diciembre de 2020<br />

CONTENIDO<br />

Artículos de investigación<br />

Julita Moreno Avendaño, Andrés Enrique Miguel-Velasco,<br />

Maribel Pérez Pérez, Christian Martínez Olivera y Karina Aidee<br />

Martínez García<br />

Desigualdades territoriales de las ciudades multiculturales.<br />

El caso del estado de Oaxaca, México 601<br />

Juan Alfredo Hernández Guerrero<br />

Valoración del paisaje urbano-ambiental de Juriquilla<br />

y Santa Rosa Jáuregui, Querétaro, México 633<br />

Anibal David Cuenca López y Evandro Camargos Teixeira<br />

Efeitos dos investimentos em infraestrutura pública sobre<br />

a pobreza e pobreza extrema na América Latina 667<br />

Andrés Scharager<br />

Conflicto social, ambientalización y crisis política:<br />

judicialización en la cuenca Matanza-Riachuelo, Argentina 693


Contenido<br />

5<br />

Luis Alfonso Colado Velázquez , Josep Roca Cladera e Iván Humarán<br />

Nahed<br />

Inequidad en el impuesto inmobiliario: análisis multicriterio<br />

(CRITIC) del valor catastral de vivienda en Mazatlán 725<br />

Luis Giovanni Ramírez Sánchez<br />

Centro Tradicional de Negocios de Toluca, 2000-2010:<br />

¿oportunidad o decadencia? 755<br />

Carlos Vilalta, Lucía Carmina Jasso y Gustavo Fondevila<br />

Tipo de vivienda, barreras físicas y sensación de inseguridad<br />

en la colonia 787<br />

Lisandro Federico Fernández y Leandro Tomas Amoretti<br />

La incidencia económica del Fondo Especial del Tabaco<br />

en Misiones (Argentina). Estudio de caso, 2010-2018 813<br />

Dulce María Lucero López y Alberto Francisco Torres García<br />

Componentes de la asociatividad empresarial y gobernanza<br />

en Áreas Naturales Protegidas con capacidades turísticas 843<br />

Cesar Augusto Hoil Rosas, José Juan Carbajal Hernández,<br />

Luis Pastor Sánchez Fernández, Virginia Berenice Niebla<br />

Zatarain y Alberto Daniel Dávila Lamas<br />

Modelo Analítico Jerárquico para la evaluación de factores<br />

turísticos en playas 865<br />

Reseña<br />

Victor Delgadillo<br />

Lucrar con ciudades y bienes de otros<br />

Reseña del libro: Brossat, Ian (2019),<br />

AIRBNB. La ciudad uberizada, Katakrak Luburuak,<br />

Pamplona, 160 pp., ISBN: 978-84-16946-25-9 899


6 Contenido<br />

Vol. xx, nr. <strong>64</strong>, September-December 2020<br />

TABLE OF CONTENTS<br />

Research articles<br />

Julita Moreno Avendaño, Andrés Enrique Miguel-Velasco, Maribel<br />

Pérez Pérez, Christian Martínez Olivera and Karina Aidee Martínez<br />

García<br />

Territorial inequalities of multicultural cities. The case of<br />

the state of Oaxaca, Mexico 601<br />

Juan Alfredo Hernández Guerrero<br />

Evaluating the urban environmental landscape of Juriquilla<br />

and Santa Rosa Jauregui, Queretaro, Mexico 633<br />

Anibal David Cuenca López and Evandro Camargos Teixeira<br />

Effects of investments in public infrastructure on poverty<br />

and extreme poverty in Latin America 667<br />

Andrés Scharager<br />

Social conflict, environmentalization and political crisis:<br />

judicialization at the Matanza-Riachuelo basin, Argentina 693


Contenido<br />

7<br />

Luis Alfonso Colado Velázquez, Josep Roca Cladera and<br />

Iván Humarán Nahed<br />

Inequity in real estate tax: multi-criteria analysis (CRITIC)<br />

of the cadastral value of housing in Mazatlan 725<br />

Luis Giovanni Ramírez Sánchez<br />

Traditional Business Center of the city of Toluca, 2000-2010:<br />

opportunity or decadence? 755<br />

Carlos Vilalta, Lucía Carmina Jasso and Gustavo Fondevila<br />

Type of housing, physical barriers and feeling of insecurity<br />

in the neighborhood 787<br />

Lisandro Federico Fernández and Leandro Tomas Amoretti<br />

The economic impact of the Special Tobacco Fund in Misiones<br />

(Argentina). Case study, 2010-2018 813<br />

Dulce María Lucero López and Alberto Francisco Torres García<br />

Components of business associativity and governance<br />

in Protected Natural Areas with tourist capacities 843<br />

Cesar Augusto Hoil Rosas, José Juan Carbajal Hernández,<br />

Luis Pastor Sánchez Fernández, Virginia Berenice Niebla<br />

Zatarain and Alberto Daniel Dávila Lamas<br />

Analytical Hierarchy Model for the assessment of factors of beach<br />

tourism 865<br />

Review<br />

Victor Delgadillo<br />

Profit with cities and goods of others<br />

Review of: Brossat, Ian (2019),<br />

AIRBNB. La ciudad uberizada, Katakrak Luburuak,<br />

Pamplona, 160 pp., ISBN: 978-84-16946-25-9 899


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 601-631.<br />

Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 601-631<br />

DOI: https://doi.org/10.22136/est20201570<br />

Desigualdades territoriales de las<br />

ciudades multiculturales. El caso del<br />

estado de Oaxaca, México<br />

601<br />

Territorial inequalities of multicultural cities.<br />

The case of the state of Oaxaca, Mexico<br />

Julita Moreno Avendaño*<br />

Andrés Enrique Miguel-Velasco*<br />

Maribel Pérez Pérez*<br />

Christian Martínez Olivera*<br />

Karina Aidee Martínez García*<br />

Abstract<br />

Using the Social Gap Index and the Gini index, intra-urban inequalities in the<br />

main cities of the state of Oaxaca during 1990-2010 are analyzed. The results show<br />

that the greatest weight when measuring inequality is held by the quality of housing,<br />

the level of education, and to a lesser extent, the quantity of native population,<br />

showing different dynamics in the cities, with an upward trend in inequality. It is<br />

concluded that the current development process in these cities has not been resolved<br />

and is increasing inequality, preferably in the cities with a smaller native population.<br />

Keywords: intra-urban inequality, social backwardness, Gini index, multicultural<br />

cities.<br />

Resumen<br />

A partir del Índice de Rezago Social y el Índice de Gini se analizan las desigualdades<br />

intraurbanas en las principales ciudades del estado de Oaxaca durante<br />

1990-2010. Los resultados muestran que al medir la desigualdad, los factores<br />

más visibles son la calidad de la vivienda, el nivel educativo y, en menor medida,<br />

la cantidad de población originaria, los cuales revelan dinámicas diferentes en<br />

las ciudades con una tendencia a acrecentar la desigualdad. Se concluye que el<br />

proceso de desarrollo vigente en las ciudades estudiadas no se ha resuelto y que<br />

incrementa la desigualdad en las ciudades que poseen una menor población<br />

originaria.<br />

Palabras clave: desigualdad intraurbana, rezago social, índice Gini, ciudades<br />

multiculturales.<br />

* Instituto Tecnológico de Oaxaca, México, correo-e: julitamorenoave@gmail.com, andres.<br />

miguel@itoaxaca.edu.mx, mary01758@hotmail.com, christianolivera26@gmail.com y aidee1005@<br />

gmail.com


602 J. Moreno Avendaño et al.: Desigualdades territoriales de las ciudades multiculturales...<br />

Introducción<br />

La estrategia de urbanización desarrollada en las ciudades en las últimas<br />

décadas está orientada a la concentración de infraestructura, bienes y<br />

servicios, así como a la apertura comercial, el libre mercado y la integración<br />

a la globalización, lo cual aumenta la concentración y transforma los<br />

paisajes y las condiciones de vida de las localidades. El intenso ritmo de<br />

urbanización, la falta de planeación, así como las rápidas tasas de crecimiento<br />

poblacional son, entre otras, las principales causas para que este<br />

crecimiento se despliegue de manera desordenada y desequilibrada en las<br />

ciudades. Estos procesos, tanto económicos como sociales, reconfiguran<br />

los espacios, su estructura y su funcionamiento (Vélez y Mejía, 2016) y<br />

ocasionan grandes desigualdades al interior de ellas. Ahora bien, si se parte<br />

de que el vocablo ciudad proviene del latín civitas y que se refiere a ésta<br />

como el área urbana que presenta una alta densidad de población, conformada<br />

por habitantes que no se dedican a las actividades agrícolas, la<br />

Conferencia Europea de la Estadística de Praga advierte que una ciudad<br />

es una aglomeración de más de 5000 habitantes donde menos del 25%<br />

de la población se dedica a la agricultura (Miguel-Velasco et al., 2016).<br />

Por otra parte, la ciudad multicultural es un concepto que contribuye a<br />

comprender el carácter histórico de la reconfiguración de la ciudad contemporánea,<br />

especialmente en territorios que integran el estado de Oaxaca<br />

(México), los cuales se analizan en el presente artículo, cuyo objetivo es<br />

generar propuestas de gestión de las diferencias culturales para enfrentar<br />

el impacto demográfico, social y cultural de los flujos migratorios y su<br />

“inclusión en el desarrollo de la ciudad” (Villegas, 2016) y que en una<br />

instancia analítica puede visualizarse a través de la cantidad de población<br />

originaria que resida en la ciudad.<br />

Derivado de lo anterior, en el presente artículo se analizan las desigualdades<br />

intraurbanas de las principales ciudades del estado de Oaxaca<br />

durante 1990-2010 (mapa 1), a partir del índice de rezago social y la<br />

aplicación del Índice de Gini. Se plantea como hipótesis que la cantidad<br />

de población originaria que se asienta en las ciudades tiene mayor peso<br />

estadístico en las desigualdades intraurbanas que el manifestado por los<br />

indicadores del rezago social.<br />

Se toman en cuenta aquellas ciudades cercanas con más de 15,000<br />

habitantes que por su ubicación geográfica y su importancia funcional y<br />

económica fueron seleccionadas para el estudio. En total son 17 ciudades,<br />

entre las que destacan dos zonas metropolitanas, cada una de ellas, pertenecientes<br />

a las ocho regiones del estado de Oaxaca, por lo cual presentan<br />

diferentes condiciones socioeconómicas, políticas y culturales, lo que<br />

hace más atractivo su análisis.


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 601-631<br />

603<br />

Mapa 1<br />

Ubicación geográfica de las ciudades multiculturales<br />

del estado de Oaxaca, México<br />

Nota: En el cuadro que acompaña al mapa se indica el nombre de las ciudades y sus abreviaturas<br />

con las que se identificarán en el presente análisis.<br />

Fuente: elaboración propia con apoyo del software Mapa Digital Versión 6.1.0 (Inegi, 2013).<br />

1. Desigualdad urbana<br />

En las ciencias sociales, la desigualdad se define como una desproporción<br />

económica, política o social en la que se encuentran unos individuos frente<br />

a otros. Por ejemplo, desde el aspecto económico, el Banco Mundial la<br />

define como “la dispersión de la distribución sea el ingreso, como el<br />

consumo o de algún otro indicador de bienestar o atributo de una población”<br />

(Peppino, 2004: 4).<br />

Sin embargo, a pesar de que el campo de investigación económica ha<br />

dominado el tema, Reygadas (2008) expone que las desigualdades son<br />

multidimensionales y no pueden tratarse desde un solo enfoque. Inzulsa<br />

a su vez, expresa:<br />

La desigualdad, por consiguiente, no se expresa solamente con la enorme diversidad<br />

adquisitiva de los ingresos de las personas, sino que se deriva en la discriminación<br />

de la clase, de raza, de género, de origen geográfico, de distinta capacidad<br />

física, etc., que practicadas de manera categórica, la convierten en un fenómeno<br />

multidimensional y la hacen incompatible con nuestros ideales (2011: 15).


604 J. Moreno Avendaño et al.: Desigualdades territoriales de las ciudades multiculturales...<br />

Por ello, en el presente artículo se estudia la desigualdad urbana desde<br />

un enfoque territorial, desde el cual las desigualdades territoriales se expresan<br />

“como las disparidades en cuanto a la distribución espacial de unos<br />

recursos que son escasos, una manera desigual de distribuirlos, con excedente<br />

y despilfarros en las sociedades desarrolladas y déficits hirientes que están<br />

dominados por los paisajes de pobreza” (George, 1983: 11). Por su parte,<br />

Pamplona (2005) manifiesta que éstas son las desigualdades socioeconómicas<br />

e incluso socioambientales, condicionadas territorialmente, y que<br />

marcan la diferencia entre territorios, cuyas fronteras están definidas por<br />

una lógica administrativa o algún fin político.<br />

Ahora bien, la relación entre la segregación residencial y las desigualdades<br />

sociales radica en que la primera es un fenómeno espacial, en tanto<br />

que la segunda es un fenómeno social (Sabatini et al., 2001). El primer<br />

fenómeno está determinado por la movilidad social (i.e., el ascenso en la<br />

pirámide social), el nivel de ingresos y las identidades étnicas-colectivas<br />

que conviven en el espacio, y el segundo es un mecanismo de autoprotección<br />

y autoexclusión que implica el repliegue, agrupamiento y distanciamiento<br />

al que recurren los grupos sociales para resguardar sus<br />

identidades en procesos de formación o en riesgo.<br />

Para Sabatini et al., los estudiosos de la ciudad pueden asumir un sesgo<br />

metodológico-conceptual de carácter reduccionista, cuando asumen que el<br />

aumento de la segregación urbana tiene como consecuencia el aumento de<br />

la desigualdad social, es decir, “suponen que la segregación espacial es un<br />

simple reflejo de las diferencias sociales. [Y, por tanto, asumen que] Habría<br />

una relación simétrica o ‘de espejo’ entre desigualdades sociales y segregación<br />

residencial” (2001: 23). Esta confusión, muchas veces derivada<br />

del empleo de mapas temáticos o planos de colores que privilegian la<br />

interpretación estática y estructural de las ciudades, debe ser cuidadosamente<br />

evitada por los geógrafos, planificadores urbanos, arquitectos y<br />

otros investigadores.<br />

El impacto de la desigualdad en el espacio es el origen de territorios<br />

significativamente rezagados, caracterizados por menor oportunidad de<br />

educación, capacitación, empleo y acceso a la salud y, por tanto, menor<br />

calidad de la fuerza de trabajo y menor productividad, donde al haber<br />

cierto nivel de pobreza e inequidad crean un entorno favorable para la<br />

violencia y el conflicto social extremo. De acuerdo con Ayala (2012), esto<br />

provoca que no sea lo mismo vivir en un lugar u otro, a tal grado que las<br />

condiciones del lugar de residencia determinan las condiciones socioeconómicas<br />

y las posibilidades de acceso a bienes y servicios del residente que<br />

les ayudan a garantizar cierta calidad de vida. A escala urbana, Soja (2009)<br />

considera que el desarrollo desigual puede considerarse el resultado de<br />

patrones específicos de distribución de los recursos valorados socialmente,


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 601-631<br />

605<br />

como la dotación de infraestructura y equipamiento urbano, por ejemplo;<br />

o como el resultado de procesos subyacentes relativos a las decisiones e<br />

intereses de los sujetos sociales que son injustas en sí mismas, en ocasiones<br />

bajo escenarios de discriminación hacia ciertos grupos sociales entre los<br />

cuales se incluyen los grupos originarios o en los que resaltan las diferencias<br />

étnicas.<br />

En México y en el mundo, con la nueva reestructuración del orden<br />

mundial derivado del proceso de globalización y su impacto, se generó<br />

un conjunto de diversos procesos sociales y económicos que reconfiguraron<br />

las ciudades, su estructura y funcionamiento (Vélez y Mejía, 2016);<br />

dichos procesos se desarrollan principalmente en los espacios urbanos, en<br />

donde coincide la mayor concentración de actividades económicas, sociales<br />

y políticas. Esta nueva reconfiguración, el crecimiento exponencial de<br />

las ciudades debido a la migración (sobre todo de la población originaria<br />

de las áreas rurales a la ciudad), así como la falta de planeación, la escasa<br />

regulación, la especulación del suelo y la compra-venta barata de lugares<br />

en la periferia frecuentemente en zonas no aptas para urbanizar y edificar<br />

generan nuevas y diferentes desigualdades en el acceso de bienes y servicios<br />

al interior de la ciudad, propician que algunas zonas se vean más<br />

beneficiadas que otras.<br />

Por tanto, derivado de las múltiples dinámicas y procesos de tipo<br />

político, social, económico, demográfico y urbano desarrollados en los<br />

distintos territorios, entre ellos el territorio urbano, sería muy limitante<br />

definir y medir la desigualdad desde el enfoque económico, por lo que es<br />

más oportuno abordarla desde un enfoque multidimensional que englobe<br />

diversos elementos que interfieran y mejoren la calidad de vida de las<br />

personas. Desde esta perspectiva, la desigualdad urbana se entiende como<br />

la distribución inequitativa de elementos indispensables para el mejoramiento<br />

de la calidad de vida y desarrollo de las personas, tales como el acceso a la educación,<br />

la salud, servicios básicos y de saneamiento, trabajo, ingreso, vivienda,<br />

alimentación, participación, etc., es decir, de todo aquel elemento que pueda<br />

mejorar las posibilidades de las personas para acceder a distintas oportunidades<br />

y les permita obtener así un nivel de bienestar aceptable (Moreno, 2019: 91).<br />

1.1. Análisis y medición de la desigualdad intraurbana<br />

Las desigualdades expresadas en el ámbito territorial no pueden explicarse<br />

únicamente como resultado del desempeño de variables económicas,<br />

aunque debe quedar claro que estas variables condicionan, pero nunca<br />

determinan el crecimiento y desarrollo en el territorio. Es importante<br />

considerar que son muchos los factores que intervienen en el proceso de<br />

surgimiento y agudización de las desigualdades y es preciso delimitarlos


606 J. Moreno Avendaño et al.: Desigualdades territoriales de las ciudades multiculturales...<br />

para así poder determinar cuáles podrían ser las posibles causas estructurales<br />

que conllevan a que las distintas ciudades sufran procesos de fragmentación<br />

espacial que aíslen a ciertos grupos cada vez más hasta el grado<br />

de diferenciar, segregar e incluso excluir a barrios o zonas ricas y pobres<br />

(Arias, 2005).<br />

Los primeros estudios que tomaron en cuenta el problema de la<br />

desigualdad en el espacio urbano lo hicieron desde el enfoque económico,<br />

destacando cómo ciertos elementos influyen y determinan la distribución<br />

del ingreso en el medio urbano y cómo se explica la desigualdad bajo estos<br />

argumentos (Harvey, 1973). También estos análisis dieron la pauta para<br />

considerar las escalas de cómo debería medirse este tipo de desigualdad,<br />

recomendando medirla a escalas de barrios o por zonas mucho mejor<br />

definidas, a partir de los datos disponibles en lo que se refiere al origen<br />

geográfico o nacional de los habitantes, las actividades profesionales, los<br />

salarios, las rentas, la tasa de alquiler y la calidad de los equipamientos,<br />

etc. (George, 1983).<br />

Desde el enfoque de la sociología urbana y la ecología factorial de la<br />

escuela de Chicago, Fernández-García et al. (2018) hacen una revisión<br />

teórica exhaustiva de los diversos trabajos realizados en cuanto a la medición<br />

de la desigualdad en los espacios urbanos. La mayoría de los trabajos<br />

revisados apuestan por la elaboración de un índice sintético que integre<br />

diversas características de los espacios, mediante el cual se diferencien las<br />

distintas zonas de la ciudad según sus condiciones socioeconómicas. Según<br />

Fernández-García et al., “estos acercamientos al análisis de la desigualdad<br />

urbana han partido de la premisa de que el estatus socioeconómico, como<br />

resumen del conjunto de recursos que poseen los residentes, es el factor<br />

más importante para analizar la desigualdad socioespacial” (2018: 52).<br />

Desde esta perspectiva, los indicadores comúnmente utilizados para<br />

conformar los índices sintéticos están relacionados con los siguientes aspectos:<br />

pobreza (ingreso), exclusión social (empleo, educación, salud), habitabilidad<br />

(condiciones y equipamientos de viviendas y edificios, servicios<br />

básicos, hacinamiento, etc.), espacio público (zonas de recreación) y calidad<br />

ambiental (contaminación, uso de energía eléctrica, etc.). Igualmente, la<br />

composición étnica ha sido considerada un importante indicador en muchos<br />

de los estudios de la desigualdad, no sólo en el ámbito urbano, ya que éste<br />

puede estimarse como un factor de exclusión social (Fernández-García et<br />

al., 2018). El hecho de pertenecer a una población originaria se traduce<br />

en mayor probabilidad de ser excluidos de aspectos como la educación,<br />

la salud, una buena alimentación, la seguridad social, el acceso a políticas<br />

sociales, así como mayores niveles de pobreza y rezago social (Puyana,<br />

2018; Singer, 2014; Reygadas, 2008). Si los índices mencionados muestran<br />

mucha variabilidad entre las zonas, la ciudad se observará más heterogénea y,


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 601-631<br />

607<br />

por lo tanto, se hablará de mayor desigualdad. Los resultados de la aplicación<br />

de dichos índices, comúnmente, han sido utilizados para la identificación<br />

de las zonas de atención prioritaria o de mayor vulnerabilidad, que<br />

requieren de intervención a través de políticas públicas para su mejora.<br />

1.2. El rezago social como indicador de las desigualdades<br />

intraurbanas<br />

El presente artículo propone el uso del Índice de Rezago Social (IRS)<br />

como indicador para medir las desigualdades en las ciudades. Este indicador<br />

surge en México a partir de la promulgación de la Ley General de<br />

Desarrollo Social (DOF, 2004). En dicha ley, en el capítulo VI de la<br />

Medición y Definición de la pobreza se asentó que es el Consejo Nacional<br />

de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) el encargado del<br />

establecimiento de los lineamientos y criterios para la medición de la<br />

pobreza y, de acuerdo con el artículo 36, sugiere tomar en cuenta los<br />

siguientes indicadores: I. Ingreso corriente per cápita, II. Rezago educativo<br />

promedio en el hogar, III. Acceso a los servicios de salud, IV. Seguridad<br />

social, V. Calidad y espacios en la vivienda, VI. Acceso a los servicios<br />

básicos en la vivienda, VII. Acceso a la alimentación y VIII. Grado de<br />

cohesión social. De tal modo que el Coneval establece medir la pobreza con<br />

base en tres elementos: bienestar económico, derechos sociales y cohesión<br />

territorial (DOF, 2010).<br />

El rezago social surge como uno de los elementos principales para la<br />

medición de la pobreza multidimensional, mismo que corresponde a la parte<br />

de los derechos sociales. A pesar de que sólo representa las carencias sociales<br />

de un territorio, éste es considerado un indicador muy importante<br />

relacionado con el desarrollo social del país, ya que está integrado por<br />

variables como el acceso a la educación, acceso a servicios de salud, servicios<br />

básicos, espacio y calidad en las viviendas, así como activos del hogar<br />

(Coneval, 2010), y todo ello en conjunto permite ordenar las diversas zonas<br />

del país y observar sus diferencias en función del acceso a los beneficios<br />

del desarrollo social (Benita y Gómez, 2013).<br />

Aunque este indicador es muy parecido al método de Necesidades<br />

Básicas Insatisfechas (NBI) debido a los indicadores que considera, el Índice<br />

de Rezago Social (IRS) está mejor complementado ya que, a diferencia del<br />

primero, éste integra más información en cuanto al aspecto educación y<br />

toma en cuenta el acceso a la salud y los activos en el hogar; indicadores<br />

ausentes en el método NBI. Por otra parte, el NBI es un método de medición<br />

de la pobreza, mientras que el IRS es sólo un índice para medir la<br />

pobreza a través del enfoque multidimensional trabajado en México. Por<br />

sí solo, permite medir el grado de carencias sociales de cada territorio y


608 J. Moreno Avendaño et al.: Desigualdades territoriales de las ciudades multiculturales...<br />

tiene la ventaja de que puede desagregarse a nivel estatal, municipal y<br />

AGEB. Además, facilita la identificación de zonas prioritarias y contribuye<br />

con la generación de datos para la toma de decisiones en materia de política<br />

social, especialmente para analizar la desigualdad de coberturas<br />

sociales que subsisten en el territorio nacional (Coneval, 2007).<br />

Los indicadores que propone el Coneval para la estimación de este<br />

índice varían según el nivel geográfico de desagregación. Para el nivel<br />

AGEB considera los expresados en la figura 1.<br />

Figura 1<br />

Dimensiones e indicadores del índice<br />

de rezago social a nivel AGEB<br />

Nota: Debido a la carencia de datos a nivel AGEB para el periodo evaluado no se toman en<br />

cuenta los siguientes indicadores: Población de 15 años a 24 años que no asiste a la escuela (%),<br />

Viviendas que no disponen de teléfono fijo (%).<br />

Fuente: elaboración propia con base en Coneval (2007).<br />

En este artículo, además de considerar los indicadores presentados en<br />

la figura 1, se integra un indicador de tenencia de la vivienda debido a la<br />

importancia que tiene ésta, tanto en el bienestar social como familiar de<br />

las personas, ya que contar con una vivienda propia genera beneficios<br />

económicos para la familia así como para la sociedad, pues promueve y<br />

consolida el desarrollo de las áreas donde se localizan.<br />

Sería ideal que este índice estuviera mejor complementado, debido a la<br />

ausencia de información en la escala de AGEB, que es la escala con la que<br />

se propone hacer el análisis, y es complicado agregar más indicadores. Sin<br />

embargo, este índice contiene muchos elementos que dan cuenta del progreso<br />

del desarrollo territorial y social de una zona específica.


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 601-631<br />

609<br />

2. Metodología<br />

2.1. Delimitación espacial y temporal<br />

El análisis del presente artículo es retrospectivo y se realizó para el periodo<br />

1990-2010, debido a que en este rango temporal los datos existentes están<br />

desagregados a nivel de AGEB, que es la unidad básica del análisis realizado,<br />

y comprende el análisis de 17 ciudades del estado de Oaxaca seleccionadas<br />

bajo los criterios especificados en la tabla 1. Se les considera a<br />

estas ciudades como región socioeconómica estatal debido a que forman<br />

parte de una concentración económica, cultural y política en cada una de<br />

las ocho regiones del estado de Oaxaca.<br />

Tabla 1<br />

Criterios de elección de las ciudades<br />

Criterios<br />

Elegibilidad<br />

Inclusión<br />

Exclusión<br />

Eliminación<br />

Elección de las ciudades<br />

Ciudades del estado de Oaxaca mayores o cercanas a 15,000 habitantes<br />

y que sean lugar central una región socioeconómica estatal.<br />

Las ciudades del estado de Oaxaca basadas en una regionalización mixta<br />

(administrativa-nodal-homogénea). Ciudades mayores a 15,000 habitantes<br />

y localidades que sean lugar central de una región socioeconómica<br />

estatal.<br />

Ciudades menores a 15,000 habitantes y que no sean lugar central de<br />

una región socioeconómica estatal.<br />

Ciudades menores a 15,000 habitantes que no sean lugar central de<br />

una región socioeconómica estatal y que carezcan de información del<br />

problema analizado o que no se justifiquen por una regionalización<br />

(administrativa-nodal-homogénea).<br />

Fuente: Pérez (2018).<br />

2.2. Procedimiento<br />

Para la medición de la desigualdad se aplicó el Índice de Gini a los valores<br />

del rezago social, instrumento con el cual se mide cualquier forma de<br />

distribución desigual. Para el cálculo del Índice de Rezago Social se utilizó<br />

la técnica estadística de componentes principales, que permitió combinar<br />

información de indicadores de carencias en un índice que sintetiza numéricamente<br />

diferentes dimensiones de la pobreza (Coneval, 2007). El<br />

cálculo del Índice de Rezago Social se realizó en el nivel de AGEB 1 urbano<br />

y se tomaron en cuenta los indicadores mostrados en la tabla 2.<br />

1<br />

Extensión territorial ocupada por un conjunto de manzanas que, generalmente, son de 1 a 50,<br />

y son delimitadas por calles, avenidas, andadores o cualquier otro rasgo fácil de identificar en el<br />

terreno y cuyo suelo sea, principalmente, habitacional, industrial, de servicio y comercial.


610 J. Moreno Avendaño et al.: Desigualdades territoriales de las ciudades multiculturales...<br />

Tabla 2<br />

Variables e indicadores del índice de rezago social<br />

Dimensión Subdimensión Indicador<br />

Económica Riqueza Tenencia de la vivienda % Viviendas rentadas<br />

Social<br />

Educación<br />

Salud<br />

Viviendas<br />

Rezago Educativo<br />

Acceso a servicios de salud<br />

Servicios Básicos<br />

Calidad de las viviendas<br />

Bienes<br />

Fuente: elaboración propia con base en Coneval (2007).<br />

% Población de 6 a 14<br />

años que no asisten a la<br />

escuela<br />

% Población analfabeta<br />

de 15 años o más<br />

% Población de 15 años<br />

y más con educación<br />

básica incompleta<br />

% Población sin derechohabiencia<br />

a servicios de<br />

salud<br />

% Viviendas sin drenaje<br />

% Viviendas sin energía<br />

eléctrica<br />

% Viviendas sin servicio<br />

de agua<br />

% Vivienda sin excusado<br />

o sanitario<br />

% Vivienda con piso de<br />

tierra<br />

Promedio de ocupantes<br />

por cuarto<br />

% Viviendas sin refrigerador<br />

% Viviendas sin lavadora<br />

Cada uno de los indicadores fueron calculados con base en la metodología<br />

del Coneval (2007).<br />

Por otra parte, para el cálculo del Índice de Gini se empleó la siguiente<br />

fórmula:<br />

Donde:<br />

X i<br />

= {X 1<br />


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 601-631<br />

611<br />

n i<br />

= {n 1<br />

, n 2<br />

…, n k<br />

}: frecuencias absolutas asociadas<br />

qi: masa relativa repartida entre los miembros de la clase i-ésima; es decir<br />

qi =<br />

= Representa la media de la variable<br />

Esta fórmula nos permite calcular la desigualdad de un valor en relación<br />

con todos los demás y de ahí obtener la desigualdad total del grupo<br />

de datos empleados. Para más detalles de la fórmula puede consultarse<br />

Ferreira y Garín (1997).<br />

Para la comprobación de la hipótesis se utiliza el método de regresión<br />

lineal múltiple y será válida si la correlación manifiesta un valor mayor a<br />

0.60 y que además posea una significancia ≥ 90%. El valor obtenido en<br />

sentido positivo o negativo se evaluará con la escala: 0.00 a 0.20 (muy<br />

baja), 0.21 a 0.40 (baja), 0.41 a 0.60 (media), 0.61 a 0.80 (alta) y 0.81 a<br />

1.00 (muy alta).<br />

3. Análisis de contexto<br />

En este apartado se realiza un análisis del contexto de las ciudades multiculturales<br />

consideradas para este artículo, retomando aspectos demográficos,<br />

sociales, económicos, así como los indicadores de desarrollo; entre<br />

ellos, el Índice de Marginación, el Índice de Desarrollo Humano y el Índice<br />

de Rezago Social a nivel municipal. Los datos marcados con colores azules<br />

indican las ciudades con las condiciones más favorables y los marcados<br />

con color rojo indican las ciudades con las condiciones desfavorables, según<br />

la información obtenida.<br />

Al respecto, cabe advertir que desde la década de los noventa del siglo<br />

XX se considera que el Estado mexicano, en lugar de aminorar los grados<br />

de desigualdad, los ha fomentado para generar un desarrollo regional más<br />

desequilibrado y desarticulado (Merchand, 2014). El desarrollo regional<br />

en México se ha expresado históricamente en distorsiones territoriales que<br />

son producto de una excesiva concentración económica, centralidad de<br />

las decisiones políticas y desigual distribución de los beneficios. La ubicación<br />

geográfica del aparato productivo, la inequitativa distribución<br />

regional del ingreso y la calidad de vida de la población han favorecido al<br />

centro y el norte del país, quedando marginados el sur y el sureste (Delgadillo,<br />

2008).<br />

Este desarrollo se ha reflejado al interior de las ciudades y las grandes<br />

zonas metropolitanas caracterizadas por un crecimiento anárquico, que<br />

también manifiestan las desigualdades territoriales y la ausencia o deficiencia<br />

de la planeación espacial, que se plasman en elevados déficits de vivienda,


612 J. Moreno Avendaño et al.: Desigualdades territoriales de las ciudades multiculturales...<br />

infraestructura y servicios sociales para los sectores populares; segregación<br />

territorial por clases sociales y calidad de vida; agudo problema de transporte,<br />

congestión vehicular y pérdida de productividad y eficiencia por el<br />

tiempo de circulación humana y mercantil; crecientes índices de contaminación<br />

de la atmósfera, el suelo y el agua en su interior y la periferia<br />

(Pradilla, 1995). Las regiones y ciudades de Oaxaca no son ajenas a este<br />

proceso que tiene una duración de décadas, aunque posee sus propias<br />

peculiaridades.<br />

Una de las condiciones que caracteriza al estado de Oaxaca es su riqueza<br />

multicultural, ya que su territorio alberga la mayor variedad de grupos<br />

originarios. En este estado conviven 16 grupos etnolingüísticos: amuzgos,<br />

chatino, chinanteco, chocho, chontal, cuicateco, huave, ixcateco, mazateco,<br />

mixe, mixteco, náhuatl, triqui, zapoteco, zoque y el popoloca en<br />

peligro de extinción (Berumen, 2003).<br />

En cuanto a las ciudades en estudio, éstas albergan aproximadamente<br />

22% del total de la población indígena del estado. Las lenguas que predominan<br />

en estas ciudades son el zapoteco, seguido del mixteco, el mixe,<br />

y sólo en Tuxtepec, el chinanteco. De acuerdo con la tabla 3, la ciudad<br />

que alberga el mayor <strong>número</strong> de población originaria es Juchitán con<br />

aproximadamente 85% del total de sus habitantes, seguida de Tlaxiaco e<br />

Ixtepec con un 46.90 y 43.50%, respectivamente.<br />

Tabla 3<br />

Análisis de las características demográficas y sociales<br />

Ciudad Población Salud Educación Vivienda<br />

Total POBIND POBSSS POBANA PROESC ICV<br />

(%) (%) (%)<br />

IXT 7674 75.02 38.94 10.71 7.2 0.58<br />

TEO 8966 39.88 44.17 13.05 8.2 0.75<br />

CUI 9441 28.31 21.85 13.06 6.4 0.56<br />

OCO 21,341 8.38 42.41 10.44 7.6 0.44<br />

IXP 26,450 43.50 27.00 9.7 8.5 0.76<br />

MRO 38,019 27.25 46.11 12.63 7.1 0.77<br />

TLA 38,453 46.90 62.43 10.36 8.4 0.48<br />

CRU 38,629 8.95 29.35 10.7 9.8 0.86<br />

MIA 41,387 18.08 57.11 15.9 6.5 0.42<br />

LOB 41,535 6.97 34.82 14.41 6.3 0.85<br />

PES 42,860 9.15 35.12 11.44 8.6 0.85<br />

PNA 50,309 36.80 44.04 17.06 7.1 0.38


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 601-631<br />

613<br />

Tabla 3 (continuación)<br />

Ciudad Población Salud Educación Vivienda<br />

Total<br />

POBIND<br />

(%)<br />

POBSSS<br />

(%)<br />

POBANA<br />

(%)<br />

PROESC<br />

HUA 69,839 13.49 43.47 7.53 8.6 0.75<br />

JUC 93,038 85.68 44.17 14.25 7.7 0.79<br />

TUX 155,766 30.58 34.90 9.01 8.1 0.81<br />

ZMT 161,337 25.32 34.47 9.7 7.3 0.77<br />

ZMO 607,963 20.04 38.92 4.9 9.4 0.74<br />

POBIND=Población indígena, POBSSS=Población sin servicios de salud, POBANA= Población<br />

Analfabeta, PROESC=Promedio de escolaridad, ISV= Índice de servicios en la vivienda.<br />

Fuente: elaboración propia con base en los datos de INPI (2016) e Inegi (2010).<br />

Con respecto al acceso a la salud pública, las ciudades con mayor<br />

porcentaje de población sin servicio de salud son Tlaxiaco y Miahuatlán,<br />

ya que superan 50% sin acceso a este servicio; por el contrario, las ciudades<br />

que presentan la mejor situación son Ixtepec, Crucecita y Cuicatlán.<br />

El panorama del resto de las ciudades no es nada motivador, ya que la<br />

mayoría supera la tercera parte de su población sin acceso a este servicio.<br />

En lo que corresponde al aspecto educativo, las ciudades que tienen<br />

mayor población analfabeta son Pinotepa Nacional, Miahuatlán y Loma<br />

Bonita. Por otra parte, en el indicador de años promedio de escolaridad<br />

vuelven a coincidir esas ciudades a excepción de Pinotepa, lo cual demuestra<br />

que se están quedando rezagadas en cuanto a la dimensión educativa.<br />

Es importante resaltar que todas las ciudades, con excepción de Pinotepa<br />

Nacional, se encuentran por debajo del promedio estatal (16.9%) de<br />

población analfabeta. En cuanto al otro indicador, hay tres ciudades: Loma<br />

Bonita, Miahuatlán y Cuicatlán, que están por debajo del promedio<br />

estatal (6.9) en años promedio de escolaridad.<br />

Otro aspecto fue el acceso a los servicios en las viviendas, por medio<br />

de un índice que incluyó el acceso a drenaje, agua, luz eléctrica, hacinamiento,<br />

piso de tierra y servicio sanitario (ISV). Las ciudades que presentaron<br />

las mejores condiciones en sus viviendas fueron Crucecita, Puerto<br />

Escondido, Loma Bonita y Tuxtepec, ya que presentaron un índice arriba<br />

de 0.80, considerando que la mejor situación es 1. En cuanto a las zonas<br />

metropolitanas se puede observar que presentan un índice menor al 0.80,<br />

lo que indica que muestran todavía una gran carencia de servicios y condiciones<br />

básicas en las viviendas. La situación más desfavorable se vive en<br />

Pinotepa Nacional, ciudad seguida por Miahuatlán y Ocotlán, lo que<br />

indica una muy baja dotación de los servicios básicos en las viviendas<br />

ubicadas en estas ciudades.<br />

ICV


614 J. Moreno Avendaño et al.: Desigualdades territoriales de las ciudades multiculturales...<br />

El aspecto económico también es un elemento muy importante, sobre<br />

todo en el desarrollo de las ciudades, ya que éstas se consideran los motores<br />

económicos de la sociedad. Por ello, en la tabla 4 se presentan los principales<br />

indicadores económicos del grupo de ciudades analizadas.<br />

Tabla 4<br />

Análisis de indicadores económicos, 2010<br />

Ciudad<br />

Indicadores económicos<br />

PIB INGRESO GINI<br />

CUI 6577.85 0.699 0.45<br />

IXT 6848.26 0.705 0.46<br />

MIA 7939.19 0.730 0.45<br />

PNA 8340.65 0.738 0.48<br />

PES 8363.04 0.739 0.39<br />

JUC 9409.31 0.758 0.43<br />

TEO 9676.25 0.763 0.43<br />

ZMT 10,309.80 0.760 0.43<br />

MRO 11,072.38 0.786 0.48<br />

OCO 11,297.75 0.789 0.47<br />

LOB 11,550.24 0.793 0.42<br />

CRU 12,787.35 0.810 0.45<br />

ZMO 14,073.47 0.823 0.44<br />

TUX 14,383.27 0.829 0.44<br />

IXP 15,878.89 0.846 0.44<br />

TLA 16,025.73 0.847 0.42<br />

HUA 20,387.32 0.888 0.44<br />

Fuente: elaboración propia con base en los datos del PNUD (2014) y Coneval (2011).<br />

De acuerdo con los datos del Producto Interno Bruto per cápita (PIB),<br />

la ciudad que contó con un mayor PIB en el 2010 fue Huajuapan, con<br />

un valor de 20,387.3 dólares, mientras la ciudad con un menor PIB fue<br />

Cuicatlán, seguida de Ixtlán y Miahuatlán.<br />

Para el análisis del ingreso, se tomó el índice de ingreso que utilizó el<br />

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), los resultados<br />

obtenidos mostraron que la ciudad con un mayor ingreso, de acuerdo<br />

con el índice calculado, fue Huajuapan (0.89), seguido de Tlaxiaco (0.847)<br />

e Ixtepec (0.846). La ZMO también representó una de las zonas con


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 601-631<br />

615<br />

mayor nivel de ingreso, ya que presentó un índice de (0.82). La ciudad<br />

que manifestó un menor ingreso en este indicador fue Cuicatlán (0.669).<br />

Como último indicador evaluado de este aspecto se tomó en cuenta<br />

el Índice de Gini que mide la desigualdad económica de una sociedad,<br />

mediante la exploración del nivel de concentración que existe en la distribución<br />

de los ingresos entre la población. El coeficiente de Gini toma<br />

valores entre cero y uno; un valor que tiende a uno refleja mayor desigualdad<br />

en la distribución del ingreso. Los datos mostraron que las ciudades<br />

con una mayor desigualdad económica para el 2010 fueron Pinotepa<br />

Nacional, Matías Romero y Ocotlán. Sin embargo, todas las ciudades a<br />

excepción de Puerto Escondido, presentaron un índice arriba de 0.40, lo<br />

Tabla 5<br />

Análisis de indicadores de desarrollo, 2010<br />

Ciudad Grados que predominan Índice de Desarrollo Humano<br />

Marginación Rezago Social Valor del Índice<br />

HUA Alto, Medio Bajo, Medio 0.8752<br />

ZMO Alto, Medio Bajo, Medio 0.8675<br />

TLA Muy Alto, Alto Medio 0.8615<br />

TUX Alto, Medio Bajo, Medio 0.8607<br />

IXP Medio Bajo 0.8560<br />

CRU Medio Bajo 0.8469<br />

TEO Muy Alto, Alto Bajo, Medio 0.8404<br />

MRO Alto, Medio Bajo, Medio 0.8354<br />

LOB Alto, Medio Bajo 0.8330<br />

OCO Muy Alto, Alto Medio, Alto 0.8320<br />

JUC Alto, Medio Bajo, Medio 0.8295<br />

PES Alto, Medio Medio, Bajo 0.8206<br />

ZMT Alto, Medio Bajo, Medio 0.8157<br />

IXT Medio Bajo 0.8138<br />

PNA Muy Alto, Alto Medio, Alto 0.8023<br />

MIA Muy Alto, Alto Medio, Alto 0.7946<br />

CUI Muy Alto, Alto Bajo, Medio 0.7857<br />

Fuente: elaboración propia con base en los datos del PNUD (2014), Conapo (2012) y Coneval<br />

(2010).


616 J. Moreno Avendaño et al.: Desigualdades territoriales de las ciudades multiculturales...<br />

que señala que las ciudades del estado de Oaxaca se podrían considerar<br />

con una desigualdad catalogada como media.<br />

Para el último grupo de indicadores evaluados se tomaron en cuenta<br />

los indicadores relacionados con el nivel de desarrollo. Como se observa<br />

en la tabla 5, varias ciudades que tienen condiciones desfavorables en un<br />

aspecto también presentan condiciones desfavorables en otros; por ejemplo,<br />

las ciudades caracterizadas por los altos grados de marginación coindicen<br />

también con la variable de ser las más rezagadas. En este análisis,<br />

con la aplicación de los índices mencionados, es posible ubicar a Miahuatlán<br />

como la ciudad con las condiciones más desfavorables de todo el<br />

grupo, ya que predominan los niveles altos, tanto de marginación como<br />

de rezago social en el nivel AGEB, y es también una de las ciudades con<br />

un menor nivel de desarrollo. Además, se observa que en relación con el<br />

índice de marginación urbana en la mayoría de las ciudades predominan<br />

los niveles altos de marginación.<br />

En cuanto al Índice de Desarrollo Humano, las ciudades que presentaron<br />

las mejores condiciones fueron las pertenecientes a la región mixteca,<br />

la cual se caracteriza por los altos niveles de migración, y por consecuencia,<br />

una de las regiones que mayor cantidad de remesas recibe. También<br />

entre éstas se encuentra la Zona Metropolitana de Oaxaca, considerada<br />

la zona más importante del estado.<br />

De manera general, derivado de este análisis de contexto, se puede<br />

concluir que la ciudad con las condiciones más desfavorables fue Miahuatlán.<br />

Esto con base en que fue la ciudad con el mayor porcentaje de<br />

población no afiliada a servicios de salud, con el mayor porcentaje en<br />

analfabetismo, con una población con menor nivel académico y con una<br />

gran carencia de servicios básicos en sus viviendas. Además, fue una de<br />

las ciudades con menor PIB, manifestó alto grado, tanto de rezago social<br />

como de marginación, y presentó un IDH menor al resto de las ciudades.<br />

Por el contrario, la ciudad que presentó mejores condiciones para su<br />

desarrollo fue la Crucecita (Huatulco), ya que presentó buenas condiciones<br />

en cuanto a salud, educación, servicios básicos en sus viviendas y<br />

menores niveles de marginación y rezago social.<br />

4. Resultados<br />

Para la presentación de los resultados se clasificaron las ciudades de acuerdo<br />

con su tamaño poblacional, estructurados de la siguiente manera: pequeñas<br />

ciudades (con una población menor a los 15,000 habitantes), ciudades<br />

medias (de 15,000 a 50,000 habitantes), grandes ciudades (mayores<br />

a los 50,000 habitantes) y las zonas metropolitanas.


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 601-631<br />

617<br />

Por otra parte, en cuanto al Índice de Gini, éste comprende valores entre<br />

el cero y el uno, cuanto más cercano se encuentra de la unidad mayor es el<br />

nivel de desigualdad y mientras más cercano se encuentre del cero indica<br />

una mayor igualdad. De acuerdo con lo anterior y para una mejor interpretación<br />

en este artículo se propone la siguiente clasificación (tabla 6):<br />

Tabla 6<br />

Valores de interpretación del Índice de Gini<br />

Intervalo<br />

Valores entre 0-0.30<br />

Valores entre 0.31-60<br />

Valores superiores a .60<br />

Distribución equitativa<br />

Interpretación<br />

Se puede hablar de situaciones de desigualdad/presencia<br />

de desigualdad<br />

Distribución gravemente inequitativa<br />

Fuente: elaboración propia con base en información documental.<br />

Los resultados obtenidos para cada una de las ciudades se muestran<br />

en la tabla 7:<br />

Tabla 7<br />

Índice de Gini para las ciudades de Oaxaca<br />

Ciudad<br />

Coeficiente de Gini<br />

1990 2000 2010<br />

LOB 0.39 0.31 0.39<br />

CRU 0.50 0.42 0.30<br />

CUI 0.16 0.25 0.34<br />

HUA 0.45 0.22 0.51<br />

IXP 0.47 0.35 0.45<br />

IXT 0 0.39 0.50<br />

JUC 0.43 0.24 0.19<br />

MRO 0.38 0.48 0.18<br />

MIA 0.15 0.32 0.53<br />

OCO 0.44 0.30 0.45<br />

PNA 0.45 0.23 0.36<br />

PES 0.23 0.33 0.49


618 J. Moreno Avendaño et al.: Desigualdades territoriales de las ciudades multiculturales...<br />

Tabla 7 (continuación)<br />

Ciudad<br />

Coeficiente de Gini<br />

1990 2000 2010<br />

TEO 0.11 0.51 0.68<br />

TLA 0.30 0.22 0.19<br />

TUX 0.27 0.32 0.44<br />

ZMO 0.27 0.25 0.47<br />

ZMT 0.19 0.24 0.22<br />

Fuente: elaboración propia.<br />

Los resultados obtenidos y su evolución en cada una de las ciudades<br />

se observan en el mapa 2.<br />

Mapa 2<br />

Índice de Gini para las ciudades del estado<br />

de Oaxaca, periodo 1990-2010<br />

Fuente: elaboración propia con apoyo del software Mapa Digital Versión 6.1.0 (Inegi, 2013).<br />

4.1. Pequeñas ciudades<br />

En este grupo de ciudades se puede observar un incremento constante de<br />

la desigualdad, sobre todo en el caso de Teotitlán e Ixtlán; por su parte,<br />

Cuicatlán presenta un aumento con menos intensidad (gráfica 1).


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 601-631<br />

619<br />

Gráfica 1<br />

Comportamiento del Índice de Gini en las pequeñas ciudades<br />

Fuente: elaboración propia.<br />

4.2. Medianas ciudades<br />

De este grupo, se observa que en la mayoría de las ciudades la desigualdad<br />

tiende a aumentar con el paso del tiempo (gráfica 2), siendo Miahuatlán<br />

la ciudad con el Índice de Gini más alto. Se observan tres ciudades con<br />

un comportamiento diferente: Crucecita, Matías Romero y Tlaxiaco,<br />

Gráfica 2<br />

Comportamiento del Índice de Gini en las medianas ciudades<br />

Fuente: elaboración propia.


620 J. Moreno Avendaño et al.: Desigualdades territoriales de las ciudades multiculturales...<br />

en las que la desigualdad tiende a disminuir. Crucecita, principalmente,<br />

por la gran cantidad de recursos invertidos y Tlaxiaco probablemente a<br />

las remesas recibidas que permiten mejorar la calidad de vida.<br />

4.3. Grandes ciudades<br />

Con respecto a las ciudades con más de 50,000 habitantes, el caso que<br />

resalta es la ciudad de Juchitán debido a que su nivel de desigualdad<br />

decrece en el periodo observado (gráfica 3). De un valor de Índice de<br />

Gini de 0.43 en 1990 bajó a un valor de 0.19 para el 2010. Las demás<br />

ciudades como Huajuapan y Pinotepa presentan un declive de su desigualdad<br />

en el 2000, pero para el 2010 vuelve a aumentar. Por su parte,<br />

Tuxtepec es la única ciudad de este grupo que mantiene un incremento<br />

de su desigualdad de manera constante.<br />

Gráfica 3<br />

Comportamiento del Índice de Gini en las grandes ciudades<br />

Fuente: elaboración propia.<br />

4.4. Zonas metropolitanas<br />

Ambas zonas metropolitanas muestran un crecimiento de la desigualdad<br />

al interior de ellas (gráfica 4); sin embargo, la Zona Metropolitana de<br />

Oaxaca es la que presenta un mayor crecimiento.<br />

Se puede confirmar con los resultados obtenidos que en el periodo<br />

analizado la desigualdad intraurbana en las ciudades del estado de Oaxaca


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 601-631<br />

621<br />

Gráfica 4<br />

Comportamiento del Índice de Gini en las zonas metropolitanas<br />

Fuente: elaboración propia.<br />

está aumentando. En la gráfica 5 se muestran las tasas de crecimiento<br />

calculadas por periodo y por estrato urbano. Se observa que de manera<br />

general la desigualdad va en aumento en las ciudades analizadas, donde<br />

son las pequeñas ciudades las que tienen las mayores tasas de crecimiento,<br />

siendo el periodo del 2000 al 2010 donde la desigualdad aumenta en<br />

todos los estratos.<br />

Gráfica 5<br />

Tasa de crecimiento del Gini por periodo y estrato de ciudad<br />

Fuente: elaboración propia.


622 J. Moreno Avendaño et al.: Desigualdades territoriales de las ciudades multiculturales...<br />

1<br />

Tabla 8<br />

Los factores de la desigualdad en las ciudades de Oaxaca<br />

Coefficients a,b<br />

Model<br />

B<br />

Unstandardized<br />

Coefficients<br />

Std. Error Beta<br />

Standardized<br />

Coefficients<br />

t<br />

Sig.<br />

Low er<br />

Bound<br />

95.0% Confidence<br />

Interval for<br />

B<br />

Upper<br />

Bound<br />

Correlations<br />

Partial Part<br />

Zeroorder<br />

Tolerance<br />

Collinearity<br />

Statistic s<br />

VIF<br />

POB originaria -3.82E-06 0 -0.361 -1.937 0.077 0 0 0.5 -0.488 0.221 4.529<br />

POB no originaria 2.44E-07 0 0.074 0.287 0.779 0 0 0.49 0.083 0.025 0.114 8.773<br />

SALUD 0.003 0.003 0.322 1.158 0.269 -0.003 0.009 0.912 0.317 0.101 0.099 10.072<br />

EDUCACIÓN 0.1 0.008 0.39 1.312 0.28 -0.009 0.028 0.811 0.311 0.099 0.065 15.478<br />

CALIDAD DE<br />

LA VIVIENDA<br />

0.288 0.138 0.483 2.086 0.059 -0.013 0.59 0.916 0.516 0.183 0.143 7.016<br />

Dependent Variable:DSG<br />

a. Linear Regression through the Origin<br />

Fuente: elaboración propia con base en datos del PNUD (2014), Conapo (2012) y Coneval (2010) y con apoyo del software SPSS Versión 24 (IBM, 2016).


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 601-631<br />

623<br />

4.5. Los factores de la desigualdad<br />

Tomando en cuenta los indicadores considerados en el presente artículo,<br />

y después de realizar el análisis de regresión múltiple respectivo, en la tabla<br />

8 se observa que el mayor peso estadístico con respecto a las desigualdades<br />

territoriales de las ciudades se posiciona sobre la calidad de la vivienda<br />

(beta: 0.483), el nivel educativo (beta: 0.390) y la cantidad de población<br />

originaria (beta: -0.361), con la consideración de que en el caso de las<br />

ciudades analizadas, a mayor población originaria existente en las mismas,<br />

menores son las desigualdades intraurbanas que manifiestan, por lo que<br />

la hipótesis planteada originalmente, que esperaba que el mayor peso<br />

estadístico lo manifestara la cantidad de población originaria comparada<br />

con los indicadores del Índice de Rezago Social, se rechaza.<br />

Discusión y conclusiones<br />

El cálculo del Índice de Rezago Social ayudó a identificar cuáles son las<br />

zonas de las ciudades con las mayores carencias sociales. A través del valor<br />

cuantitativo de dicho índice fue posible la aplicación del Índice de Gini.<br />

Este procedimiento ayudó a medir las diferencias existentes entre las AGEB<br />

de las localidades y permitió conocer el nivel de desigualdad al interior de<br />

las ciudades, así como concluir que la hipótesis del artículo que proponía<br />

que las desigualdades estuvieran fuertemente asociadas a la cantidad de<br />

población originaria existentes en las mismas se rechace, pues en las ciudades<br />

oaxaqueñas sucede lo contrario: entre menos población originaria<br />

posea una ciudad, mayor es la desigualdad interna que manifiestan.<br />

Una reflexión inmediata de este resultado remite a concluir que en las<br />

ciudades analizadas no puede descartarse que la multiculturalidad influye<br />

en la desigualdad, sobre todo en las decisiones de asignación de los recursos<br />

públicos para combatirla, sujetas a los usos y costumbres de las comunidades<br />

urbanas oaxaqueñas que influyen en que las periferias de las<br />

ciudades queden marginadas de dicha asignación por contar con población<br />

denominada avecindada, es decir, no originaria de la ciudad; pero que<br />

existen otros factores no valorados en el presente artículo que también<br />

generan efectos en la desigualdad urbana, como los comentados por Soja<br />

(2009), 1) la discriminación en sus tres formas conocidas: étnica, de género<br />

y de clase; 2) las políticas y acciones gubernamentales que reorientan las<br />

inversiones urbanas, institucionalizan la segregación residencial, crean<br />

estructuras centro-periferia y zonifican el territorio injustamente; 3) el<br />

funcionamiento cotidiano del sistema urbano que responde a los incentivos<br />

y las decisiones de localización del capital, es decir, que en la medida


624 J. Moreno Avendaño et al.: Desigualdades territoriales de las ciudades multiculturales...<br />

que el funcionamiento de la ciudad opere a favor de las clases adineradas<br />

y empresariales, bien para concentrarse o para ocupar zonas antes habitadas<br />

por clases populares, la redistribución de los beneficios y los ingresos<br />

reales tenderán a desplazarse con el capital, y 4) la conformación de estructuras<br />

geográficas diferenciadas por los grados de desarrollo social, económico<br />

e institucional, así como por los privilegios intactos que no se regulan<br />

para provecho colectivo de la ciudad o región metropolitana.<br />

Lo que también es común en las mismas son las insuficiencias en las<br />

capacidades técnicas, administrativas y organizativas que los gobiernos<br />

municipales muestran como problema de raíz, que impide una mejor eficacia<br />

en su gestión (Martínez, 2019). Como resultado, el crecimiento de las<br />

ciudades se está dando en forma desordenada, sin ningún tipo de lineamiento<br />

que guíe este crecimiento, dejando a diversas zonas de las mismas con muchas<br />

carencias. Esta falta de interés en la implementación de un orden y mejoramiento<br />

de las condiciones de vida de la población, sobre todo de los más<br />

vulnerables, hacen que cada ciudad se desarrolle de una forma muy heterogénea<br />

y que presenten grandes desigualdades en su interior.<br />

Pero también, con base en el análisis realizado, se observa que cada<br />

ciudad del estado de Oaxaca presenta una dinámica diferente, pues como<br />

lo mencionan Vélez y Mejía, las “experiencias urbanas son diversas y obedecen<br />

a aspectos de ubicación de quienes las habitan y cómo interactúan<br />

entre sí, la forma en que se produce el espacio urbano, su forma de organización,<br />

así como esquemas de apropiación y uso de este” (2016: 96). Por<br />

lo que, adicionalmente a las reflexiones anteriores, se comenta que las<br />

ciudades con mayor desigualdad como Teotitlán e Ixtlán –ciudades catalogadas<br />

como pequeñas–, Miahuatlán –de las ciudades medianas–, Huajuapan<br />

–de las grandes ciudades– y la ZMO en las zonas metropolitanas,<br />

muestran que la desigualdad se asocia más a las ciudades que poseen una<br />

menor población originaria. Las ciudades pequeñas (Teotitlán, Ixtlán,<br />

Cuicatlán) están caracterizadas por tener una actividad económica baja,<br />

es decir, las oportunidades de un empleo formal son escasas, además de<br />

que también predominan las actividades primarias y son altamente dependientes<br />

de los recursos federales. Estas características les impiden tener un<br />

ingreso suficiente para mejorar sus condiciones y que se vea reflejado en sus<br />

niveles de desigualdad. A su vez, también tienen una dotación de infraestructura<br />

de salud y educación escasa.<br />

Existe una ciudad con mejor situación económica: la Crucecita,<br />

Huatulco, que al ser un Centro Integral Planeado (CIP), su desarrollo se<br />

deriva de grandes inversiones. Pero, detrás de todo ese desarrollo hubo<br />

también un proceso de despojo y exclusión de la población originaria.<br />

Por ello, aunque la desigualdad intraurbana de la ciudad es baja, la desigualdad<br />

económica que presenta es mucho mayor. Es decir, los beneficios


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 601-631<br />

625<br />

económicos que la actividad turística está generando no se han distribuido<br />

de una manera adecuada. Una situación similar se presenta en la Zona<br />

Metropolitana de Oaxaca, ya que, a pesar de ser la ciudad con mayores<br />

oportunidades de empleo, educación y acceso a salud es también una de<br />

las más desiguales. Esto se debe a su rápido crecimiento que ha hecho<br />

más difícil implementar mecanismos de ordenamiento territorial y suministro<br />

de servicios básicos. Además, debido a su crecimiento poblacional, las<br />

oportunidades de acceso a la educación y salud se ven cada vez más limitadas.<br />

En resumen, el análisis retrospectivo realizado aporta la consideración<br />

que el proceso de desarrollo aún vigente en las ciudades analizadas no ha<br />

sido resuelto y está incrementando su nivel de desigualdades preferentemente<br />

en las ciudades que poseen una menor población originaria, y que el problema<br />

de la desigualdad en estas ciudades es multifactorial.<br />

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Reenviado: 4 de mayo de 2020.<br />

Aceptado: 7 de julio de 2020.<br />

Julita Moreno Avendaño. Doctora en Ciencias en Desarrollo Regional<br />

y Tecnológico por el Instituto Tecnológico de Oaxaca, México. Su línea<br />

de investigación actual es desarrollo regional sustentable. Entre sus más<br />

recientes publicaciones como coautora están: “Educación media superior


630 J. Moreno Avendaño et al.: Desigualdades territoriales de las ciudades multiculturales...<br />

y desarrollo sustentable en las ciudades del estado de Oaxaca, México”,<br />

Perfiles Educativos, 41 (163), Ciudad de México, Instituto de Investigaciones<br />

sobre la Universidad y la Educación, UNAM, pp. 69-87 (2019);<br />

“Análisis del impacto de las pequeñas y medianas ciudades en el cambio<br />

climático. El caso de Oaxaca, México 2000-2015”, Sociedad y Ambiente,<br />

5 (14), San Cristóbal de las Casas, El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur),<br />

pp. 99-118 (2017) y “El problema de la vivienda en las pequeñas, medianas<br />

y grandes ciudades de Oaxaca, México, 2000-2015”, Quívera, 19 (1),<br />

Toluca, Universidad Autónoma del Estado de México, pp. 61-84 (2017).<br />

Andrés Enrique Miguel-Velasco. Doctor en Ciencias en Planificación<br />

de Empresas y Desarrollo Regional por el Instituto Tecnológico de Oaxaca,<br />

México. Actualmente es profesor-investigador de la División de Estudios<br />

de Posgrado e Investigación en el Instituto Tecnológico de Oaxaca. Su<br />

línea de investigación actual es desarrollo regional sustentable. Entre sus<br />

más recientes publicaciones, como coautor, se encuentran: “Ciudades:<br />

análisis de sus desigualdades inter e intraurbanas. El caso de Oaxaca,<br />

México 2000-2015”, Bitácora Urbano Territorial, 28 (3), Bogotá, Universidad<br />

Nacional de Colombia, pp. 27-38 (2018); “Análisis del impacto de<br />

las pequeñas y medianas ciudades en el cambio climático. El caso de<br />

Oaxaca, México 2000-2015”, Sociedad y Ambiente, 5 (14), San Cristóbal<br />

de las Casas, El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), pp. 99-118 (2017),<br />

y “Las redes de la vivienda y el desarrollo sustentable en la centralidad de<br />

las ciudades de Oaxaca, México, 2000-2015”, Estudios Demográficos y<br />

Urbanos, 32 (3), Ciudad de México, El Colegio de México, pp. 515-546<br />

(2017).<br />

Maribel Pérez Pérez. Doctora en Ciencias en Desarrollo Regional y<br />

Tecnológico en el Instituto Tecnológico de Oaxaca, México. Actualmente<br />

es profesora del Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado<br />

de Oaxaca. Su línea de investigación es desarrollo regional sustentable.<br />

Entre más recientes publicaciones, como coautora, destacan: “Educación<br />

media superior y desarrollo sustentable en las ciudades del estado de<br />

Oaxaca, México”, Perfiles Educativos, 41 (163), Ciudad de México, Instituto<br />

de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, Universidad<br />

Nacional Autónoma de México, pp. 69-87 (2019); “Las redes de la<br />

vivienda y el desarrollo sustentable en la centralidad de las ciudades de<br />

Oaxaca, México, 2000-2015”, Estudios Demográficos y Urbanos, 32 (3),<br />

Ciudad de México, El Colegio de México, pp. 515-546 (2017), y “Análisis<br />

del impacto de las pequeñas y medianas ciudades en el cambio climático.<br />

El caso de Oaxaca, México 2000-2015”, Sociedad y Ambiente, 5<br />

(14), San Cristóbal de las Casas, El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur),<br />

pp. 99-118 (2017).


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 601-631<br />

631<br />

Christian Martínez Olivera. Maestro en Ciencias en Desarrollo Regional<br />

y estudiante de Doctorado en Ciencias en Desarrollo Regional y<br />

Tecnológico en el Instituto Tecnológico de Oaxaca, México. Su línea de<br />

investigación actual es el desarrollo regional sustentable. Entre sus más<br />

recientes publicaciones, como coautor, se encuentran: “La gestión pública<br />

como herramienta de gobernanza para la generación de desarrollo local<br />

sustentable en las zonas metropolitanas de Oaxaca (México), periodo<br />

2000-2017”, en Juan Antonio Márquez Domínguez y Jorge Luis Llamas<br />

Chávez (dirs.), Hélices y anclas para el desarrollo local, Huelva, Diputación<br />

de Huelva (España), Universidad de Cartagena de Indias (Colombia),<br />

Universidad de Huelva (España), pp. 365-373 (2019), y “Los conflictos<br />

sociales y su impacto en el turismo. El caso de las ciudades de Oaxaca,<br />

México”, Investigación y desarrollo, 27 (1), Barranquilla, Universidad del<br />

Norte, pp. 107-136 (2019).<br />

Karina Aidee Martínez García. Candidata a doctora en Ciencias en<br />

Desarrollo Regional y Tecnológico en el Instituto Tecnológico de Oaxaca,<br />

México. Sus líneas de investigación son desarrollo regional sustentable y<br />

la vivienda conectada. Entre sus más recientes publicaciones, como<br />

coautora, destacan: “Educación media superior y desarrollo sustentable<br />

en las ciudades del estado de Oaxaca, México”, Perfiles Educativos, 41<br />

(163), Ciudad de México, Instituto de Investigaciones sobre la Universidad<br />

y la Educación/Universidad Nacional Autónoma de México, pp.<br />

69-87 (2019); “Ciudades: análisis de sus desigualdades inter e intraurbanas.<br />

El caso de Oaxaca, México 2000-2015”, Bitácora Urbano Territorial,<br />

28 (3), Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, pp. 27-38 (2018), y<br />

“Marginación y rezago social en ciudades de las regiones de pueblos originarios.<br />

El caso de Oaxaca en el sur de México”, Espacio y Desarrollo,<br />

núm. 30, San Miguel Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, pp.<br />

59-83 (2017).


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 633-666.<br />

Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 633-666<br />

DOI: https://doi.org/10.22136/est20201608<br />

633<br />

Valoración del paisaje urbanoambiental<br />

de Juriquilla y Santa Rosa<br />

Jáuregui, Querétaro, México<br />

Evaluating the urban environmental<br />

landscape of Juriquilla and Santa Rosa<br />

Jauregui, Queretaro, Mexico<br />

Juan Alfredo Hernández Guerrero*<br />

Abstract<br />

Cities are composed of dynamic and heterogeneous landscapes of complex evaluation<br />

and dissimilar urban and environmental management. To analyze this complexity,<br />

the quality of the urban-environmental landscape of Juriquilla and Santa Rosa<br />

Jauregui in the city of Queretaro was evaluated. Video recording of the landscape,<br />

urban and environmental indicators, inverse distance interpolation and multi-criteria<br />

evaluation were used. In the results, Santa Rosa Jauregui presented low quality<br />

of the urban-environmental landscape and priority attention zones were identified,<br />

whereas in Juriquilla the quality was high with intermediate and monitoring zones.<br />

It concludes with a replicable and support proposal in territorial planning.<br />

Keywords: evaluation, quality, landscape, urban, environmental.<br />

Resumen<br />

Las ciudades están compuestas por paisajes dinámicos y heterogéneos de compleja<br />

valoración y disímil gestión urbana y ambiental. Para analizar esa complejidad,<br />

se valoró la calidad del paisaje urbano-ambiental de Juriquilla y Santa Rosa<br />

Jáuregui en la ciudad de Querétaro. Se emplearon videograbaciones del paisaje,<br />

indicadores urbanos y ambientales, interpolación de distancia inversa y evaluación<br />

multicriterio. En los resultados, Santa Rosa Jáuregui presentó baja calidad<br />

del paisaje urbano-ambiental y se identificaron zonas de atención prioritarias;<br />

en Juriquilla la calidad fue alta con zonas intermedias y de monitoreo. Se concluye<br />

con una propuesta replicable y de apoyo para la planeación territorial.<br />

Palabras clave: valoración, calidad, paisaje, urbano, ambiental.<br />

* Universidad Autónoma de Querétaro, correo-e: juan.hernandez@uaq.mx


634 J. A. Hernández Guerrero: Valoración del paisaje urbano-ambiental de Juriquilla y...<br />

Introducción<br />

Al comenzar el siglo XX, disciplinas como la antropología, la sociología<br />

y la geografía tomaron el paisaje como unidad de análisis para interpretar<br />

porciones dinámicas del espacio, a través de relaciones convolutivas<br />

entre lo biofísico y lo cultural (Maderuelo, 2005; Gailing y Leibenath,<br />

2015). Esas disciplinas mencionan que el paisaje (según el lugar, cultura<br />

e identidad) se explica a través de interacciones, modificaciones y relaciones<br />

sociales y naturales, en la ocupación, transformación e interpretación<br />

de fracciones del espacio subjetivo sentido y vivido (Fürstenau, 2009;<br />

Urquijo y Barrera-Bassols, 2009; Medina, 2010; Urquijo y Bocco, 2011;<br />

Folch y Bru, 2017).<br />

El paisaje urbano se define como la relación de rasgos visibles de las<br />

interacciones biofísicas y culturales que interactúan dentro de entornos<br />

artificialmente construidos (Maderuelo, 2010; Lalana, 2011). Al mismo<br />

tiempo, los estilos de vida, actividades y necesidades humanas producen<br />

ajustes y transformaciones que recrean paisajes diferenciados por las condiciones<br />

del entorno inmediato (Matsuoka y Kaplan, 2008; Wu, 2010;<br />

Taylor, 2016; Liu et al., 2017).<br />

La ciudad contiene múltiples entornos que denotan paisajes heterogéneos<br />

diferenciados por sectores (habitacional, comercial, industrial, recreativo),<br />

compuestos de variables urbanas (equipamiento, infraestructura, cobertura,<br />

estructura) y ambientales (vegetación, ríos, temperatura, contaminación)<br />

(Andersson, 2006; Matsuoka y Kaplan, 2008; Hernández-Guerrero, 2015);<br />

dichas variables, al analizarse integralmente, pueden ser una alternativa de<br />

gestión en la planeación urbana y territorial; su valoración puede incluir<br />

interpretaciones cualitativas y cuantitativas para diferenciar entornos según<br />

su estructura, condición, organización, componentes, uso y manejo del<br />

fondo escénico (Pérez, 2000; Pasimeni et al., 2012; Gavrilidis et al., 2016;<br />

Bürgi et al., 2017).<br />

La comprensión del paisaje urbano y ambiental, al no ser lineal, está<br />

supeditada a constructos mentales, sensaciones estéticas y sentimientos<br />

afectivos, que a su vez producen asociaciones de la interpretación del<br />

entorno inmediato (Galindo y Corraliza, 2000; Maderuelo, 2010; Lalana,<br />

2011; Ellard, 2015).<br />

En ese sentido destacan los métodos directos para valorar el paisaje<br />

mediante técnicas subjetivas en las que se emplean escalas de rango o de<br />

orden, a través de la contemplación parcial o total del paisaje, sea in situ o a<br />

través de fotografías, imágenes digitales (tabletas o computadoras) y videograbaciones;<br />

ese tipo de valoración debe contener criterios claros de la<br />

diversidad de elementos que incluyen los paisajes, de lo contrario, el juicio<br />

del evaluador puede aumentar o disminuir el valor de la respuesta; por esta


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 633-666<br />

635<br />

razón, también se requieren evaluadores capacitados en la técnica (Muñoz-<br />

Pedreros, 2004).<br />

Los métodos directos de valoración del paisaje con enfoque cultural,<br />

histórico, arquitectónico, ambiental, urbano o económico comúnmente<br />

son utilizados en el análisis de las ciudades, pues las técnicas permiten<br />

identificar, diferenciar y evaluar los múltiples entornos artificialmente<br />

construidos que las integran, así como la configuración y reconfiguración<br />

de su dinámica evolutiva (Cabrerizo, 2013; Liu et al., 2017; Aguilera-<br />

Benavente et al., 2011; Hofmann et al., 2012).<br />

El presente trabajo emplea un enfoque de análisis de paisaje urbanoambiental<br />

que considera la calidad visual de éste, a través de técnicas<br />

estético-perceptuales (Muñoz-Pedreros, 2004); se utilizan elementos<br />

urbanísticos como edificaciones, infraestructura, vialidades, mobiliario y<br />

espacios abiertos, así como elementos ambientales, sea contaminación,<br />

vegetación, confort térmico y acústico (Briceño y Gil, 2003; Matsuoka y<br />

Kaplan, 2008; Briceño et al., 2011; Keshtkaran et al., 2017; Barrasa, 2013;<br />

Liu et al., 2017; Hernández-Guerrero, 2015; Hernández-Guerrero y<br />

Osorno, 2018).<br />

La técnica comprende el análisis de indicadores cualitativos-cuantitativos<br />

(realizados por expertos) resultantes de videograbaciones obtenidas<br />

en recorridos in situ (Karmanov y Hamel, 2008), con ello se interpretó y<br />

diferenció la calidad del paisaje urbano y ambiental.<br />

Con el fin de facilitar la manipulación de información, transformación<br />

de datos y representación, el proceso se acompañó del método de evaluación<br />

multicriterio a través de sistemas de información geográfica (SIG),<br />

lo cual es útil para la relación de indicadores y análisis espacial que, en<br />

este caso, fue a través de la superposición de capas por indicadores, estandarización<br />

y ponderación, para obtener resultados ágiles, detallados y<br />

escenarios alternativos (Buzai, 2015).<br />

Por otra parte, cabe decir que en las ciudades de países en desarrollo<br />

la valoración ambiental es escasa, ya que suele apoyarse de indicadores<br />

obtenidos con costosos equipos de medición y la valoración urbana suele<br />

carecer de bases de datos confiables y monitoreo (Pérez, 2000; Nogué, 2010;<br />

Gavrilidis et al., 2016; Guzmán et al., 2017; Nogué et al., 2019). En este<br />

caso, los resultados de la valoración de la calidad del paisaje urbanoambiental<br />

incluyen bases de datos, productos cartográficos y modelos de<br />

fenómenos espaciales que ayudan en la toma de decisiones, sea en la identificación<br />

de sitios prioritarios, determinación de instrumentos de medición<br />

ambiental y acompañamiento en las estrategias de planeación urbana<br />

y ambiental (Hernández-Guerrero y Osorno, 2018; Nogué et al., 2019).<br />

Con base en lo anterior, cobra mayor relevancia la valoración en<br />

ciudades con acelerada urbanización, ya que se obtendría una mejor


636 J. A. Hernández Guerrero: Valoración del paisaje urbano-ambiental de Juriquilla y...<br />

valoración del paisaje urbano-ambiental debido a la dinámica y reconfiguración<br />

del paisaje.<br />

En México, 12 de las principales ciudades producen entornos urbanos<br />

disímiles asociados a su crecimiento poblacional, expansión física y dinamismo<br />

económico, comercial e industrial; en la zona norte, Tijuana,<br />

Mexicali, Monterrey, San Luis Potosí y Zacatecas; en la zona centro,<br />

Aguascalientes, León, Querétaro y Tlaxcala, y en la zona sur, Mérida y<br />

Tuxtla Gutiérrez. En esas ciudades la tasa de crecimiento promedio anual<br />

supera el 2% (frente a la tasa nacional anual de 1.37%); además, suman<br />

un total de 13,940,080 habitantes y cuentan con una densidad promedio<br />

de 696.3 hab/km 2 (Jusidman et al., 2016; Inegi, 2017).<br />

De las anteriores destaca la ciudad de Querétaro, pues desde 1960 sus<br />

problemas urbanos y ambientales son acompañados por desarrollo industrial,<br />

habitacional y comercial (Hernández-Guerrero et al., 2016). En los<br />

últimos 25 años, la ciudad presenció un importante crecimiento demográfico<br />

y físico: pasó de tener 552,470 habitantes en 1990 a 1,255,185<br />

habitantes en 2015, mientras que su superficie construida aumentó de<br />

<strong>64</strong>92 hectáreas a 18,216 hectáreas (Inegi, 1990 y 2015a; Göbel, 2015).<br />

A finales del año 2015 la ciudad registraba la llegada de 67 personas por<br />

día: 24,400 personas al año (Hernández-Guerrero et al., 2016). También,<br />

entre 2016 y 2017 la industria generó 38% del PIB de la entidad y produjo<br />

22,000 empleos al año (Godínez y Alvarez-Castañon, 2017).<br />

El norte de la ciudad de Querétaro es una de las regiones con mayor<br />

dinámica urbana, destacan Juriquilla y Santa Rosa Jáuregui por la multiplicidad<br />

de actividades con repercusiones en la reconfiguración territorial<br />

y formación de entornos fragmentados, cambios de uso de suelo, ocupación<br />

de lugares susceptibles a riesgo, degradación y contaminación<br />

ambiental (PNUMA, 2008; Göbel, 2015; Hernández-Guerrero et al.,<br />

2016). Ambos casos son ideales para realizar una valoración integral, pues<br />

por su acelerada transformación y contrastes de variables urbanas y<br />

ambientales evidencian a baja escala la dinámica de la localidad, lo que<br />

se puede extrapolar al resto de la ciudad.<br />

El objetivo de la presente investigación fue la valoración de la calidad del<br />

paisaje urbano-ambiental de Juriquilla y Santa Rosa Jáuregui en la ciudad<br />

de Querétaro, localidades en las que se realizaron videograbaciones con<br />

el fin de justipreciar indicadores urbanos y ambientales, los cuales se<br />

transformaron en capas con formato raster, producto de la interpolación<br />

de distancia inversa en un SIG. Posteriormente, se aplicó una evaluación<br />

multicriterio para obtener un mapa de calidad del paisaje ambiental y<br />

uno de calidad del paisaje urbano; dichos mapas se sumaron y se elaboró<br />

otro de la calidad del paisaje urbano-ambiental. De forma complementaria


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 633-666<br />

637<br />

se definieron zonas de atención urbano-ambiental, las cuales pueden ser<br />

una alternativa de análisis y gestión territorial en futuras planeaciones.<br />

1. Área de estudio<br />

La investigación utilizó las localidades de Juriquilla y Santa Rosa Jáuregui,<br />

localizadas en la periferia norte de la ciudad de Querétaro (mapa 1), que<br />

presentan una superficie ocupada de 1429 ha. Al año 2010, Juriquilla y<br />

Santa Rosa Jáuregui estaban integradas por 13,309 y 18,508 habitantes,<br />

respectivamente. Forman parte de la delegación administrativa Santa Rosa<br />

Jáuregui y, en el más reciente plan parcial de desarrollo urbano 2008, ambas<br />

localidades estaban bordeadas de suelos de preservación ecológica (Gobierno<br />

Municipal de Querétaro, 2008). Actualmente presentan una intensa ocupación<br />

y cambios en el uso del suelo en la que sobresalen zonas habitacionales;<br />

en Santa Rosa Jáuregui destaca la autoconstrucción y en Juriquilla<br />

los desarrollos inmobiliarios de viviendas en serie (Hernández-Guerrero,<br />

2015; García, 2016).<br />

Mapa 1<br />

Localización de Juriquilla y Santa Rosa Jáuregui<br />

Fuente: elaboración propia con base en información del Inegi (2015b) y el software ArcGis 10.0<br />

(ESRI, 2013).<br />

Ambos casos de estudio comparten las siguientes características biofísicas:<br />

a) clima seco y semi-seco, con temperatura media anual de 21 °C<br />

y precipitación anual de 520 mm; b) la vegetación predominante es<br />

matorral xerófito y crasicaule, aunque se distinguen especies exóticas<br />

intraurbanas (jacaranda, pirul, laurel y eucalipto) y se tiene presencia de<br />

bosque tropical caducifolio en secciones contiguas; c) el tipo de suelo que


638 J. A. Hernández Guerrero: Valoración del paisaje urbano-ambiental de Juriquilla y...<br />

predomina es el vertisol, suelos negros de arcillas expandibles, y d) existe<br />

un río canalizado y visiblemente contaminado que atraviesa los dos casos.<br />

En su recorrido cuenta con las presas reguladoras Dolores (Santa Rosa<br />

Jáuregui) y El Cajón (Juriquilla), la primera forma parte de un parque y<br />

la segunda se adaptó como club náutico (Hernández-Guerrero, 2015).<br />

2. Métodos y herramientas<br />

2.1. Indicadores y criterios de valoración<br />

La definición de indicadores fue precedida de la división del paisaje<br />

urbano y del paisaje ambiental. Así, para determinar la calidad del paisaje<br />

urbano se definieron tres categorías y 12 indicadores, con base en<br />

los aportes de Briceño y Gil (2003), Briceño et al. (2011) y Keshtkaran<br />

et al. (2017). Por su parte, para la calidad del paisaje ambiental se adaptaron<br />

cuatro categorías y 11 indicadores de los trabajos de Pascual González<br />

y Peña Díaz (2012) y Hernández-Guerrero y Osorno (2018). En<br />

suma, son siete categorías y 23 indicadores (cuadro 1 y cuadro 2).<br />

El siguiente paso fue la definición de criterios y rangos de valoración<br />

de los indicadores. En este caso, se realizaron recorridos en cuatro lugares<br />

contrastantes de los estudios de caso para registrar las particularidades de<br />

cada indicador y comprobar, corregir o adaptar el criterio de valoración.<br />

Esa actividad permitió definir cinco criterios para valorar cada indicador<br />

y cinco rangos de calidad, donde uno es muy baja calidad y se define por<br />

la presencia de uno o ningún criterio, mientras que cinco es muy alta<br />

calidad y se define con la presencia de cinco criterios (anexo I y anexo II).<br />

La valoración para la calidad del paisaje urbano se acompaña de igualdad,<br />

proximidad, regularidad, simplicidad, simetría, legibilidad y estructura<br />

(Briceño y Gil, 2003). Por su parte, la valoración para la calidad del paisaje<br />

ambiental se compone de color, escala, dimensión, contraste visual y<br />

extensión de la escena (Hernández-Guerrero, 2015).<br />

2.2. Recolección de datos<br />

El proceso se adaptó del método de Karmanov y Hamel (2008), el cual<br />

consiste en recorridos acompañados con videograbaciones para agilizar la<br />

valoración de los indicadores y contar con una mayor escena. Se utilizaron<br />

videocámaras GoPro modelo Hero 7 que, por su tamaño, anti-shock y<br />

nitidez, permitieron realizar recorridos rápidos y reducir tiempos, aunque<br />

para los lugares inseguros se utilizó la aplicación digital Street View de Google<br />

Earth Pro. Por su parte, los indicadores, criterios y rangos de valoración


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 633-666<br />

639<br />

Cuadro 1<br />

Categorías, indicadores y descriptivos para la valoración<br />

de la calidad del paisaje urbano<br />

Categoría Indicador Descriptivo<br />

Manzana<br />

urbana<br />

Calles<br />

Espacios<br />

abiertos<br />

Alineamiento de fachadas<br />

Calidad de las fachadas<br />

Cantidad de mobiliario<br />

urbano<br />

Infraestructura de servicios<br />

urbanos<br />

Funcionalidad de las calles<br />

Continuidad de la calle<br />

Mantenimiento de calles<br />

Calidad de las aceras<br />

Condiciones de accesibilidad<br />

Calidad de acabados y<br />

materiales<br />

Confort en equipamiento y<br />

mobiliario<br />

Mantenimiento del espacio<br />

Alineación de las fachadas de la manzana,<br />

incluye continuidad del plano sin interrupciones<br />

por objetos salientes o volumétricos.<br />

Tratamiento de las fachadas por los materiales<br />

de construcción, acabados, estructura y composición.<br />

Cantidad y tipo de mobiliario urbano básico<br />

como luminarias, bancas, jardineras, señalética<br />

o cestos de basura.<br />

Infraestructura disponible y segura para la<br />

prestación de servicios básicos urbanos.<br />

Condiciones de la red viaria que facilita el<br />

tránsito y movilidad.<br />

Acompaña la función de la red viaria a través<br />

del recubrimiento uniforme, sin obstáculos,<br />

accesible y con dimensiones asequibles.<br />

Acciones dirigidas a preservar, conservar y<br />

restaurar las calles.<br />

Franja entre la calle y las fachadas de condiciones<br />

ideales para el tránsito peatonal: continuo,<br />

seguro e incluyente.<br />

Acceso público con conectividad entre personas<br />

y con la red viaria, además tiene condiciones<br />

incluyentes y transitables.<br />

Condiciones de durabilidad de la estructura e<br />

infraestructura y acabados óptimos en pintura<br />

y herrería.<br />

El espacio dispone de bancas, cestos de basura,<br />

luminarias y señaléticas, áreas verdes, equipamiento<br />

recreativo o deportivo.<br />

Acciones dirigidas a preservar, conservar y<br />

restaurar el estado de los espacios abiertos.<br />

Fuente: elaboración propia con base en Briceño y Gil (2003) y Hernández-Guerrero y Osorno<br />

(2018).


<strong>64</strong>0 J. A. Hernández Guerrero: Valoración del paisaje urbano-ambiental de Juriquilla y...<br />

Cuadro 2<br />

Categorías, indicadores y descriptivos para la valoración<br />

de la calidad del paisaje ambiental<br />

Categoría Indicador Descriptivo<br />

Contaminación<br />

Vegetación<br />

arbórea<br />

Socio-culturales<br />

Atmosférico<br />

Agua visiblemente<br />

contaminada<br />

Presencia de basura<br />

Frecuencia vehicular<br />

Presencia de<br />

contaminantes visuales<br />

Cantidad de árboles<br />

Cantidad de árboles<br />

dañados<br />

Cantidad de sitios con<br />

desperdicio de agua<br />

Depósitos de basura<br />

clandestinos<br />

Confort térmico<br />

Confort acústico<br />

Velocidad del viento<br />

Ríos, arroyos, canales y cuerpos de agua en<br />

el espacio público con visible contaminación<br />

(olor y residuos sólidos).<br />

Basura presente en calles, banquetas y<br />

camellones.<br />

Afluencia de vehículos, camiones y motocicletas.<br />

Carteles, grafiti, publicidad e infraestructura<br />

de servicios urbanos con deficiente<br />

disposición.<br />

Cantidad de vegetación arbórea presente en<br />

calles, banquetas, camellones y espacios<br />

abiertos.<br />

Cantidad de vegetación arbórea dañada<br />

presente en calles, banquetas, camellones y<br />

espacios abiertos.<br />

Cantidad de sitios con desperdicio de agua<br />

en el espacio público.<br />

Depósitos no autorizados que suelen ser<br />

utilizados para disposición y acumulación<br />

de basura.<br />

Nivel de temperatura para el desarrollo de<br />

actividades humanas y biológicas. Medida<br />

en grados Celsius.<br />

Nivel de ruido ocasionado por las actividades<br />

humanas que interviene en la salud de<br />

las personas. Medida en decibelios.<br />

Dispersa contaminantes y regula temperatura.<br />

Se utilizó una conversión de la escala<br />

de Beaufort. Medida en km/h.<br />

Fuente: elaboración propia con base en Briceño y Gil (2003) y Hernández-Guerrero y Osorno<br />

(2018).<br />

se incluyeron en una ficha de observación (anexo III) y ésta, a su vez, en<br />

tabletas digitales para agilizar el registro.<br />

De forma complementaria se definieron 84 polígonos de referencia<br />

definidos de forma arbitraria respecto al trazado viario para realizar los<br />

recorridos de las videograbaciones. No se utilizaron zonificaciones


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 633-666<br />

<strong>64</strong>1<br />

preestablecidas, ya que el fin es que los propios indicadores generen las<br />

zonificaciones finales través de los niveles de calidad del paisaje.<br />

Las videograbaciones se realizaron con recorridos en forma de espiral<br />

por cada polígono de referencia para tener la totalidad de la superficie. Cabe<br />

señalar que casi la totalidad de los registros de las valoraciones se realizaron<br />

con las videograbaciones, excepto cuatro indicadores que se registraron in<br />

situ en cuatro puntos de cada polígono, es el caso de frecuencia vehicular,<br />

confort térmico, confort acústico y velocidad del viento.<br />

La valoración se llevó a cabo por un mínimo de tres evaluadores para<br />

tener un registro impar y minimizar el sesgo en el resultado (Stewart et al.,<br />

1983); los evaluadores fueron ajenos a los estudios de caso (con experiencia<br />

en el tema) y los resultados se promediaron. Las videograbaciones y<br />

la valoración in situ se realizaron en recorridos matutinos (8:00-11:00 h)<br />

y vespertinos (14:00-17:00 h): seis videograbaciones y seis registros de<br />

indicadores in situ. El levantamiento de información fue de 14 polígonos<br />

por semana (seis semanas), ello arrojó 504 fichas para los 84 polígonos.<br />

No obstante, se realizó una segunda valoración en 18 polígonos con el fin<br />

de corroborar algunos registros inciertos. En total se obtuvieron 612<br />

fichas de observación con los registros de valoración para cada indicador.<br />

2.3. Procesamiento e interpolación de datos<br />

Con base en Buzai (2011), los registros de valoración se definieron a<br />

través del centroide de cada polígono para determinar la influencia de la<br />

calidad del paisaje (mapa 2). Adicional a ello se elaboraron las bases de<br />

datos por indicadores con su respectiva división entre calidad del paisaje<br />

urbano y calidad del paisaje ambiental. Esas bases de datos se manipularon<br />

en un Sistema de Información Geográfica (SIG) (ArcMap 10) para ser<br />

transformadas a datos de tipo vector y generar capas (layers) de puntos de<br />

cada indicador.<br />

La siguiente etapa corresponde a la interpolación por indicador; debido<br />

a la naturaleza de los datos obtenidos (no geoestadísticos) se optó por<br />

utilizar una técnica determinística a través de interpolación de distancia<br />

inversa (IDW, por sus siglas en inglés inverse distance weighted) (Fuenzalida,<br />

2015). Al ser una técnica de interpolación determinística y establecida como<br />

interpolador exacto, es posible la construcción de mallas de puntos con<br />

valores asociados a la extensión de similitudes, donde los puntos próximos<br />

a la muestra son más parecidos entre sí, de tal forma que existe una relación<br />

lineal de similitud entre un punto de valor conocido y sus vecinos<br />

(Castro et al., 2018). Esta técnica generó la continuidad espacial de 84<br />

puntos por indicador, con un rango de celda de 10 x 10 m, debido a que


<strong>64</strong>2 J. A. Hernández Guerrero: Valoración del paisaje urbano-ambiental de Juriquilla y...<br />

Mapa 2<br />

Estudios de caso con los centroides de los registros de la valoración<br />

Fuente: elaboración propia con base en datos del Inegi (2015b) y el software ArcGis 10.0<br />

(ESRI, 2013).<br />

el rango de proximidad se reduciría entre valoraciones de cada punto<br />

dentro de la capa (ecuación 1).<br />

(1)<br />

Donde, es el valor estimado en el punto, x j<br />

es el punto en lo que se<br />

estima el valor del indicador, x i<br />

son los puntos muestrales vecinos, z es el<br />

valor observado del indicador en el punto muestral dentro de la región<br />

de vecindad, n es el <strong>número</strong> de puntos muestrales utilizados en la estimación,<br />

d ij<br />

es la distancia euclidiana entre x i<br />

y x i<br />

y α es el exponente de<br />

ponderación (se utilizó α=2).<br />

El resultado de esta fase fue una capa en formato raster por cada indicador;<br />

cada una de ellas fue reclasificada para seguir manteniendo el rango de<br />

1 a 5. Este proceso es necesario, pues la reclasificación cataloga o modifica<br />

los valores del raster antiguo por valores alternativos y siempre se aplica a<br />

toda la celda dentro de una zona (Buzai, 2015; Varatharajan et al., 2018),<br />

ello permitió mantener los valores deseados dentro del intervalo.


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 633-666<br />

<strong>64</strong>3<br />

2.4. Evaluación multicriterio<br />

La evaluación multicriterio es un método de superposición cartográfica<br />

ponderada de capas raster para seleccionar sitios y priorizar zonas o modelos<br />

de adecuación; el proceso de evaluación implica la realización de un<br />

modelo para resolver un problema, así como su división en submodelos,<br />

la identificación de las capas de entrada (capas con rango en común, de<br />

lo contrario serán reclasificadas), la ponderación entre indicadores y la<br />

definición del peso por capa (indicador); de esta manera, cada capa se<br />

multiplica por el peso y después se suman para obtener un solo resultado<br />

para ser validado (Hanafi-Bojd et al., 2012; Buzai, 2015; Varatharajan et<br />

al., 2018).<br />

Luego de lo anterior, el siguiente paso fue la definición del peso para<br />

cada uno de los indicadores de entrada; esta actividad se realizó mediante<br />

un análisis de comparación pareada con ayuda del programa Super Decisions<br />

(Creative Decisions Foundation, 2019) [software de acceso libre que<br />

utiliza el Proceso de Análisis Jerárquico (AHP por sus siglas en inglés,<br />

analytic hierarchy process)], en el que se establecieron ponderaciones de los<br />

indicadores para definir su influencia respecto a otro y determinar el peso<br />

del indicador.<br />

Con base en Buzai (2015), la obtención de los pesos se acompañó<br />

del conocimiento en materia urbana y ambiental del equipo de trabajo del<br />

presente estudio (geografía ambiental, ecología urbana y ordenamiento<br />

territorial), así como de la experiencia in situ y la literatura consultada;<br />

se realizaron combinaciones y se definieron los pesos de los indicadores<br />

para la calidad del paisaje urbano y ambiental (cuadros 3 y 4).<br />

Una vez que se obtuvieron los pesos, la siguiente etapa fue la implementación<br />

de una suma lineal ponderada con los indicadores del paisaje<br />

urbano y otra para los indicadores del paisaje ambiental, donde se superpusieron<br />

las capas raster (indicadores) y se multiplicaron por el peso antes<br />

establecido (Buzai, 2015; Kaliraj et al., 2015), este ejercicio se realizó con<br />

el módulo raster calculator del programa ArcGis 10 (ESRI, 2013), donde<br />

se incluyeron las ecuaciones 2 y 3 que, a través de álgebra de mapas,<br />

generaron los raster de salida, esto es, la definición de los mapas de salida<br />

para la calidad del paisaje urbano y para la calidad del paisaje ambiental.


<strong>64</strong>4 J. A. Hernández Guerrero: Valoración del paisaje urbano-ambiental de Juriquilla y...<br />

Cuadro 3<br />

Definición de los pesos para los indicadores del paisaje urbano<br />

Categoría Indicador Clave Peso %<br />

Manzanas urbanas<br />

Calles<br />

Espacios abiertos<br />

Alineamiento de fachadas AF 0.19954 19.954<br />

Calidad de las fachadas CF 0.14040 14.04<br />

Cantidad de mobiliario<br />

urbano<br />

Infraestructura de servicios<br />

urbanos<br />

MU 0.11138 11.138<br />

IM 0.13528 13.528<br />

Funcionalidad de las calles FC 0.05051 5.051<br />

Continuidad de la calle CC 0.04308 4.308<br />

Mantenimiento de la calle MC 0.05169 5.169<br />

Calidad de las aceras AC 0.08060 8.06<br />

Condiciones de accesibilidad<br />

Calidad de acabados y materiales<br />

Confort en equipamiento y<br />

mobiliario<br />

AE 0.05709 5.709<br />

AM 0.04357 4.357<br />

EM 0.05048 5.048<br />

Mantenimiento del espacio ME 0.03638 3.638<br />

Total 1 100<br />

Fuente: elaboración propia con base en los registros de la calidad del paisaje urbano.<br />

Cuadro 4<br />

Definición de los pesos para los indicadores del paisaje ambiental<br />

Categoría Indicador Clave Peso %<br />

Contaminación<br />

Vegetación<br />

arbórea<br />

Agua visiblemente<br />

contaminada<br />

Presencia de basura en las<br />

calles<br />

AC 0.07274 7.274<br />

BC 0.13979 13.979<br />

Frecuencia vehicular FV 0.11629 11.629<br />

Presencia de contaminantes<br />

visuales<br />

CV 0.04392 4.392<br />

Cantidad de árboles AR 0.20797 20.797<br />

Cantidad de árboles<br />

dañados<br />

ARD 0.12297 12.297


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 633-666<br />

<strong>64</strong>5<br />

Cuadro 4 (continuación)<br />

Categoría Indicador Clave Peso %<br />

Socio-cultural<br />

Atmosférico<br />

Cantidad de sitios con<br />

desperdicio de agua<br />

Depósitos de basura<br />

clandestinos<br />

DA 0.04731 4.731<br />

DB 0.07323 7.323<br />

Confort térmico CT 0.05639 5.639<br />

Confort acústico CA 0.07541 7.541<br />

Velocidad del viento VV 0.04398 4.398<br />

Total 1 100<br />

Fuente: elaboración propia con base en los registros de la calidad del paisaje ambiental.<br />

CPU=[(AF c *AF f<br />

)+(CF c *CF f<br />

)+(MU c *MU f<br />

)+(IM c * IM f<br />

)+(FC c<br />

*FC f<br />

)+(CC c *CC f<br />

)+(MC c *MC f<br />

)+(AC c * AC f<br />

)+(AE c<br />

*AE f<br />

)+(AM c *<br />

AM f<br />

)+(EM c *EM f<br />

)+(ME c *ME f<br />

)]<br />

(2)<br />

Donde CPU es calidad de paisaje urbano, AF es alineamiento de fachadas,<br />

CF es calidad de fachadas, MU es mobiliario urbano, IM es infraestructura<br />

en la manzana, FC es funcionalidad de la calle, CC es continuidad<br />

de la calle, MC es mantenimiento de la calle, AC es calidad de acera, AE es<br />

accesibilidad del espacio abierto, AM es acabados y materiales, EM es equipamiento<br />

y mobiliario y ME es mantenimiento del espacio abierto. El sufijo<br />

con la letra c indica el peso de escala preestablecido, según las características<br />

de la capa, mientras que el sufijo con la letra f indica el porcentaje<br />

de peso de influencia resultante de la ponderación pareada.<br />

CPA=[(AC c *AC f<br />

)+(BC c *BC f<br />

)+(FV c *FV f<br />

)+(CVc*CV f<br />

)+(AR c<br />

* AR f<br />

)+(ARD c *ARD f<br />

)+(DA c<br />

*DA f<br />

)+(DB c *DB f<br />

)+(CT c *CT f<br />

)+(CA c *<br />

CA f<br />

)+(VV c *VV f<br />

)]<br />

(3)<br />

Donde CPA es calidad del paisaje ambiental, AC es agua visiblemente<br />

contaminada, BC es basura en la calle, FV es frecuencia vehicular, CV<br />

es contaminantes visuales, AR es árboles, ARD es árboles dañados, DA es<br />

desperdicio de agua, DB es depósitos de basura clandestinos, CT es confort<br />

térmico, CA es confort acústico y VV es velocidad del viento. El sufijo<br />

con la letra c indica el peso de escala preestablecido según las características<br />

de la capa, mientras que el sufijo con la letra f indica el porcentaje<br />

de peso de influencia resultante de la ponderación pareada.


<strong>64</strong>6 J. A. Hernández Guerrero: Valoración del paisaje urbano-ambiental de Juriquilla y...<br />

Con base en los resultados de la aplicación de las ecuaciones anteriores<br />

se generó y diseñó un mapa de calidad del paisaje urbano y otro mapa de<br />

calidad del paisaje ambiental. Los dos se sumaron con álgebra de mapas y<br />

se reclasificaron en los cinco rangos preestablecidos para obtener el mapa<br />

final, que contiene la valoración de la calidad del paisaje urbano-ambiental.<br />

3. Resultados<br />

En la calidad del paisaje urbano, todas las categorías para Santa Rosa<br />

Jáuregui presentaron muy baja calidad, mientras que en Juriquilla predominó<br />

la calidad alta, a excepción de las categorías de calles y espacios<br />

abiertos, las cuales fueron de baja calidad. Los 12 indicadores que conforman<br />

la calidad del paisaje urbano, tanto en Juriquilla como en Santa Rosa<br />

Jáuregui, tuvieron una tendencia de calidad media, donde destacan por su<br />

condición negativa los indicadores de calles y espacios abiertos (figura 1).<br />

De manera específica, todos los indicadores para Santa Rosa Jáuregui<br />

presentaron de calidad media a muy baja; la calidad baja y muy baja<br />

cubren 75% de la superficie, mientras que en Juriquilla cuatro indicadores<br />

presentaron calidad media y cuatro calidad baja, lo que equivale a 56%<br />

y 39% de la superficie, respectivamente.<br />

En lo que respecta a la calidad del paisaje ambiental, Santa Rosa Jáuregui<br />

presentó calidad baja y Juriquilla calidad media. Asimismo, las categorías<br />

con menor calidad en Santa Rosa Jáuregui recaen en contaminación, vegetación<br />

arbórea y socio-cultural, mientras que en Juriquilla fueron las<br />

categorías contaminación y atmosférico (figura 2). Asimismo, en Santa<br />

Rosa Jáuregui, siete de 11 indicadores presentaron calidad baja y muy baja,<br />

los cuales corresponden a más del 75% de su superficie, mientras que en<br />

Juriquilla cuatro indicadores presentaron baja calidad, con un rango de<br />

influencia en 56% de la superficie.<br />

De manera general, el mapa de calidad del paisaje urbano y el mapa de<br />

calidad ambiental denotaron algunos rasgos contrastantes: en Juriquilla la<br />

distribución de la calidad baja se encuentra en el centro y en la periferia,<br />

coinciden con el antiguo poblado (centro de la localidad) y asentamientos<br />

de bajos recursos económicos respectivamente, pero en el caso de Santa<br />

Rosa Jáuregui, el antiguo poblado (centro de la localidad) tiene calidad<br />

media y la periferia presenta calidad media y muy baja (figura 3, A y B).<br />

Así, en Santa Rosa Jáuregui, tanto en paisaje urbano como ambiental,<br />

predominó la calidad baja y muy baja en 93% y 88% de la superficie,<br />

respectivamente, mientras que en Juriquilla se presentaron niveles de calidad<br />

media a muy alta en 91% de la superficie; fue la calidad alta la de mayor<br />

predominio con la representación de 68% de la superficie.


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 633-666<br />

<strong>64</strong>7<br />

Figura 1<br />

Distribución de los indicadores de la calidad del paisaje urbano<br />

Fuente: elaboración propia con base en los resultados de la valoración visual, cartografía del Inegi (2015b) y el software ArcGis 10.0 (ESRI, 2013).


<strong>64</strong>8 J. A. Hernández Guerrero: Valoración del paisaje urbano-ambiental de Juriquilla y...<br />

Figura 2<br />

Distribución de los indicadores de la calidad del paisaje ambiental<br />

Fuente: elaboración propia con base en los resultados de la valoración visual, cartografía del Inegi (2015b) y el software ArcGis 10.0 (ESRI, 2013).


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 633-666<br />

<strong>64</strong>9<br />

Figura 3<br />

Mapas de la calidad del paisaje urbano y ambiental<br />

Fuente: elaboración propia con base en los resultados de la valoración visual, cartografía del Inegi (2015b) y el software ArcGis 10.0 (ESRI, 2013).


650 J. A. Hernández Guerrero: Valoración del paisaje urbano-ambiental de Juriquilla y...<br />

En el mapa 3, el de la calidad urbano-ambiental, se acentúan los problemas<br />

y satisfactores de los indicadores valorados. Al respecto, se puede<br />

señalar que las secciones con nivel de calidad bajo y muy bajo pueden<br />

considerarse zonas prioritarias para realizar acciones inmediatas que<br />

atiendan todos los indicadores valorados (mapa 3, A y B). La calidad<br />

media podría formar zonas intermedias donde las acciones de mejora sean<br />

en periodos prolongados o pausados (mapa 3, C y D). En el caso de la<br />

calidad alta y muy alta, podrían definirse zonas de monitoreo, las cuales<br />

requieren de vigilancia constante para preservar y mantener el paisaje<br />

actual (mapa 3, E y F). Así, en Santa Rosa Jáuregui, 86% de la superficie<br />

se relaciona con zonas prioritarias, mientras que en Juriquilla sólo 11%<br />

tendría zonas prioritarias, pues destacan las zonas de monitoreo (58% de<br />

la superficie del suroeste) y zonas intermedias (31% de la superficie entre<br />

centro y norte).<br />

Mapa 3<br />

Calidad del paisaje y zonas de atención urbano-ambiental<br />

Identificadores: 1, Basura; 2, agua visiblemente contaminada; 3, fachadas deficientes; 4, vialidad<br />

poco funcional; 5, contaminantes visuales; 6, fachadas desalineadas; 7, obstrucción del paisaje; 8,<br />

vegetación arbórea; 9, espacio abierto; 10, cuerpo de agua; 11, confort térmico.<br />

Fuente: elaboración propia con fotografías y videograbaciones del autor e información vectorial<br />

del Inegi (2015b) y el software ArcGis 10.0 (ESRI, 2013).


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 633-666<br />

651<br />

4. Discusión<br />

La técnica de interpolación de distancia inversa facilitó la relación de<br />

información con un mínimo de sesgo debido a la extensión de las similitudes<br />

y a los registros por cada indicador que incluyen ponderaciones a<br />

través de criterios de decisión, como lo señalan Buzai (2015) y Varatharajan<br />

et al. (2018), los registros entre vecinos se ajustaron con mayor exactitud<br />

y no excedieron el rango de valoración. Por lo mismo, los resultados<br />

tuvieron mejor definición que los establecidos por Hernández-Guerrero<br />

y Osorno (2018), ya que además de la interpolación se agregó la suma<br />

lineal ponderada con la opinión de expertos y la experiencia del trabajo<br />

in situ.<br />

En general, el estudio presentó tres aportes que mejoraron los resultados<br />

de estudios similares: el primero fue la valoración y registro de<br />

indicadores urbanos cuyos criterios –a diferencia del aporte de Briceño y<br />

Gil (2003) y Keshtkaran et al. (2017)– se diseñaron de manera cuantitativa,<br />

y la valoración se registró de forma ágil, dinámica y con mayor rango<br />

de escena.<br />

El segundo aporte fue la adaptación de indicadores ambientales de<br />

Hernández-Guerrero y Osorno (2018); los registros tuvieron una reducción<br />

de escala y recorridos cortos que permitieron mejorar la valoración y aproximarse<br />

a la realidad, ejemplo de ello fue que, en ese mismo trabajo, Santa<br />

Rosa Jáuregui se definió como de calidad media y en el presente trabajo fue<br />

de mala calidad, mientras que Juriquilla pasó de calidad media a buena. El<br />

tercer aporte fue el uso de videograbaciones y la herramienta de Street View<br />

de Google Earth Pro, con ello los tiempos se redujeron de manera importante,<br />

pues en el caso de Hernández-Guerrero (2015), el tiempo de valoración<br />

de indicadores fue de un año, mientras que en el presente trabajo fue<br />

de cuatro meses, con lo que se cumple la expectativa de optimizar la valoración.<br />

Por otro lado, la determinación de zonificaciones a través de los niveles<br />

de calidad del paisaje urbano-ambiental permite argumentar detalles<br />

sobre estrategias a corto, mediano y largo plazos. En zonas prioritarias,<br />

las estrategias son a corto plazo y están dirigidas al suministro y mantenimiento<br />

de infraestructura, equipamiento, servicios y mobiliario urbano,<br />

así como a disminuir el desperdicio de agua, cuidar la vegetación arbórea<br />

y limpiar las calles. En las zonas intermedias la atención es a corto y<br />

mediano plazos, con acciones dirigidas a mejorar la funcionalidad y recubrimiento<br />

de las vialidades, construcción y mantenimiento de espacios<br />

abiertos, disminuir el desperdicio de agua, mantener la vegetación arbórea<br />

y concientizar sobre residuos sólidos. La monitorización de las zonas es


652 J. A. Hernández Guerrero: Valoración del paisaje urbano-ambiental de Juriquilla y...<br />

una medida de largo plazo y se requiere en Juriquilla, como vigilancia<br />

para preservar la función de la dinámica del paisaje.<br />

La valoración de la calidad del paisaje urbano-ambiental puede apoyar<br />

el diseño de políticas públicas y la operatividad de acciones o estrategias<br />

urbanas, así como evidenciar la omisión o ausencia de restricciones urbanas<br />

y ambientales. Ejemplo de lo anterior, entre Juriquilla y Santa Rosa<br />

Jáuregui existe una amplia zona sin construir (forma parte de una zona<br />

intermedia), y aun cuando es señalada para uso habitacional por el plan<br />

parcial de desarrollo urbano (Gobierno Municipal de Querétaro, 2008),<br />

el presente trabajo la considera como zona de amortiguamiento a largo<br />

plazo. Otro ejemplo es la identificación de baldíos subutilizados, descuidados<br />

e inseguros en zonas prioritarias, los cuales pueden ser aprovechados<br />

como jardines, control de avenidas para mitigar inundaciones, fomentar<br />

la biodiversidad y realizar actividades de recreación o educativas.<br />

En las áreas centrales de los dos estudios de caso se localizan los antiguos<br />

poblados, que resultaron con calidad muy baja. En Santa Rosa<br />

Jáuregui se observó que el paisaje está acompañado de evidentes problemas<br />

de pobreza, segregación, desigualdad e inseguridad; por lo mismo, parece<br />

ser que la mejora de la calidad del paisaje pasa a segundo plano. Por el<br />

contrario, la calidad muy alta se encuentra en el sur de Juriquilla, acompañada<br />

de zonas habitacionales de reciente creación y circundadas por<br />

áreas verdes; en ella se observó que la calidad del paisaje urbano-ambiental<br />

por condiciones económicas, políticas y culturales –las mejoras al<br />

paisaje permiten conservar y aumentar la plusvalía– se asocia con un<br />

mercado ambiental costoso y poco incluyente.<br />

Conclusiones<br />

La valoración de la calidad del paisaje urbano-ambiental permitió determinar<br />

que Santa Rosa Jáuregui está representada por niveles bajos y muy<br />

bajos; prácticamente todos los indicadores urbanos y ambientales incidieron<br />

de forma negativa en el resultado, por esta razón se establecieron<br />

zonas de atención prioritaria en la mayoría de su superficie. Por su parte,<br />

en Juriquilla la calidad del paisaje urbano-ambiental se encuentra entre<br />

los niveles medio y muy alto, los cuales influyen en la determinación de<br />

zonas de atención intermedia y de monitoreo.<br />

En lo que respecta a los métodos, la aplicación de videograbaciones, el<br />

uso de interpolación de distancia inversa y el método de evaluación multicriterio<br />

contribuyeron para que el proceso fuera ágil y los resultados<br />

detallados. El presente proceso puede ser elaborado por conocedores y<br />

población en general con previa instrucción, o bien, técnicos y especialistas


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 633-666<br />

653<br />

que incluyan indicadores para robustecer el análisis en futuros estudios.<br />

Por lo tanto, el aporte metodológico puede ser replicable en otras ciudades<br />

con características similares, o bien puede ser adaptado hacia áreas<br />

más grandes manteniendo procedimientos ágiles, sencillos y con ejecución<br />

de corto tiempo.<br />

El análisis de indicadores y la generación de mapas de la calidad del<br />

paisaje urbano-ambiental pueden apoyar instrumentos de planeación<br />

territorial, diagnóstico ambiental, políticas públicas, manejo y gestión de<br />

recursos naturales en espacios urbanos. Asimismo, la calidad del paisaje<br />

urbano-ambiental sería un complemento para analizar su funcionalidad,<br />

en continua participación entre sociedad y gobierno: 1) detección de sitios<br />

para incorporar equipos de medición ambiental, reforestaciones, mantenimiento<br />

u otros; 2) reconocimiento de las condiciones de salubridad,<br />

seguridad, estética y funcionalidad del entorno público; 3) estrategias para<br />

el diseño, reglamentos y normas de la imagen urbana; 4) mantenimiento<br />

del equilibrio y funcionalidad ecológico-urbano; 5) crecimiento urbano<br />

en armonía con el ambiente, y 6) preservación de los recursos paisajísticos<br />

y ambientales.<br />

Artículo derivado del proyecto<br />

El presente estudio forma parte del proyecto titulado “Nuevas geografías<br />

de la urbanización en México: Transformaciones territoriales y medios de<br />

vida de sectores sociales vulnerables en las periferias de ciudades medias”,<br />

que contó con financiamiento del PAPIIT-UNAM.<br />

Agradecimientos<br />

El autor agradece a los evaluadores anónimos y al comité editorial de la<br />

revista, ya que gracias a sus pertinentes comentarios el manuscrito presenta<br />

mayor claridad. Asimismo, se agradece al doctor Antonio Vieyra y a la<br />

doctora Yadira Méndez Lemus por la colaboración y apoyo en el grupo<br />

de trabajo.


654 J. A. Hernández Guerrero: Valoración del paisaje urbano-ambiental de Juriquilla y...<br />

Anexo I<br />

Indicadores, criterios y rangos de valoración de la calidad del paisaje urbano<br />

Indicadores Criterios de los indicadores Rango de valoración<br />

Alineamiento de<br />

fachadas<br />

Calidad de las<br />

fachadas<br />

Cantidad de<br />

mobiliario urbano<br />

Infraestructura de<br />

servicios urbanos<br />

1) Continuidad respecto al plano de construcción, 2) fachadas simétricas, 3) sin objetos salientes,<br />

4) remetimiento corto y 5) composición volumétrica segura.<br />

1) Materiales sólidos, 2) acabados (estructura, pintura), 3) herrería, 4) cornisas y 5) zócalos.<br />

1) Luminarias en función, 2) cestos de basura completos, 3) bancas completas, 4) señalética funcional<br />

y 5) jardineras y alcorques óptimos.<br />

1) Energía eléctrica, 2) agua potable, 3) drenaje pluvial, 4) gas o hidrocarburo, 5) drenaje pluvial<br />

y 6) telecomunicaciones.<br />

Identificar y contabilizar la presencia<br />

de criterios en las manzanas urbanas<br />

del polígono de referencia:<br />

0 o 1 criterio = Calidad muy baja<br />

2 criterios = Calidad baja<br />

3 criterios = Calidad media<br />

4 criterios = Calidad alta<br />

5 criterios = Calidad muy alta<br />

Funcionalidad de<br />

las calles<br />

Continuidad de la<br />

calle<br />

Mantenimiento de<br />

la calle<br />

Calidad de<br />

las aceras<br />

1) Señalética funcional, 2) carriles óptimos para el tránsito vehicular (cuatro metros de ancho), 3)<br />

vías exclusivas para peatón y ciclista, 4) cruces seguros y 5) paradas de autobuses.<br />

1) Sin obstáculos, 2) salidas y entradas de fácil uso, 3) recubrimiento homogéneo, 4) pasos de cebra<br />

y 5) amplitud uniforme.<br />

1) Limpieza de calles, 2) recubrimiento de calles y aceras, 3) infraestructura vial en función, 4)<br />

mobiliario en buen estado y 5) señalética en buenas condiciones.<br />

1) Continuidad, 2) recubrimiento homogéneo, 3) amplitud (dos a tres metros de ancho), 4) prácticas<br />

para discapacidad y 5) disponibilidad de guarniciones.<br />

Identificar y contabilizar la presencia<br />

de criterios en las calles del polígono<br />

de referencia:<br />

0 o 1 criterio = Calidad muy baja<br />

2 criterios = Calidad baja<br />

3 criterios = Calidad media<br />

4 criterios = Calidad alta<br />

5 criterios = Calidad muy alta


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 633-666<br />

655<br />

Anexo I (continuación)<br />

Indicadores Criterios de los indicadores Rango de valoración<br />

Condiciones de<br />

accesibilidad<br />

Calidad de acabados<br />

y materiales<br />

Confort en equipamiento<br />

y mobiliario<br />

Mantenimiento del<br />

espacio<br />

1) Áreas peatonales, 2) estructura incluyente, 3) recubrimiento homogéneo, 4) espacio de conexión<br />

(social y viaria) y 5) espacio seguro para el visitante.<br />

1) Acabados estructurales seguros, 2) materiales resistentes en la infraestructura, 3) óptimos acabados<br />

en pintura, 4) herrería segura y 5) equipamiento seguro.<br />

1) Bancas completas, 2) cestos de basura completos, 3) luminarias y señaléticas en función, 4) área<br />

verde y/o jardineras óptimas y 5) equipamiento de recreación, ocio y deporte.<br />

1) Mobiliario en buen estado, 2) limpieza del espacio abierto, 3) tratamiento de áreas verdes, 4)<br />

infraestructura en buenas condiciones y 5) equipamiento funcional.<br />

Identificar y contabilizar la presencia<br />

de criterios en los espacios abiertos<br />

del polígono de referencia:<br />

Calidad muy baja=0 o 1 criterio;<br />

Calidad baja=2 criterios;<br />

Calidad media=3 criterios;<br />

Calidad alta=4 criterios;<br />

Calidad muy alta=5 criterios.<br />

Fuente: elaboración con base en Briceño y Gil (2003), Keshtkaran et al. (2017) y Liu et al. (2017).


656 J. A. Hernández Guerrero: Valoración del paisaje urbano-ambiental de Juriquilla y...<br />

Anexo II<br />

Indicadores, criterios y rangos de valoración de la calidad del paisaje ambiental<br />

Indicador Criterios de los indicadores Rango de valoración<br />

Agua visiblemente<br />

contaminada<br />

Valorar cualquier cauce superficial o cuerpo de agua en el polígono: contaminación<br />

muy alta =>45 residuos sólidos o color negro e iridiscente del agua; alta = 31 a 45<br />

residuos sólidos o color gris del agua; media = 16 a 30 residuos sólidos o color blanco<br />

del agua; baja= 1 a 15 residuos sólidos o color amarillo/café del agua; muy baja = 0<br />

residuos sólidos y sin color.<br />

Calidad muy baja=Muy alta visibilidad de contaminantes,<br />

Calidad baja=Alta visibilidad,<br />

Calidad media=Moderadamente visible, Calidad<br />

alta=Apenas visible, Calidad muy alta=Sin agua<br />

contaminada.<br />

Presencia de basura en<br />

las calles<br />

La presencia de basura en todas las calles del polígono equivale a 100% y las calles<br />

sin basura equivalen a 0%. Se contabiliza una calle con basura cuando la cantidad<br />

de residuos es =>50.<br />

Calidad muy baja=100% calles con residuos,<br />

Calidad baja=75%, Calidad media=50%, Calidad<br />

alta=25%, Calidad muy alta=0% de calles<br />

con residuos.<br />

Frecuencia vehicular Registrar la cantidad de vehículos que transitan por la calle durante tres minutos.<br />

El registro se lleva a cabo en cuatro puntos extremos y uno al centro del polígono.<br />

Calidad muy baja=>26 vehículos, Calidad<br />

baja=>17 a 25, Calidad media=9 a 16, Calidad<br />

alta=1 a 8, Calidad muy alta=0 vehículos.<br />

Presencia de contaminantes<br />

visuales<br />

La presencia de contaminantes visuales en todas las calles del polígono equivale a<br />

100% y las calles sin contaminantes equivalen a 0%. Se contabiliza una calle contaminada<br />

cuando la cantidad de elementos visuales es =>5 elementos.<br />

Calidad muy baja=100% calles contaminadas,<br />

Calidad baja=75%, Calidad media=50%, Calidad<br />

alta=25%, Calidad muy alta=0% de calles<br />

contaminadas.<br />

Cantidad de árboles Contabilizar en el espacio público del polígono todos los árboles (mayores a 2<br />

metros).<br />

Calidad muy baja=0 individuos, Calidad baja=1<br />

a 25, Calidad media=26 a 50, Calidad alta=51<br />

a 75, Calidad muy alta=>76 individuos.


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 633-666<br />

657<br />

Anexo II (continuación)<br />

Indicador Criterios de los indicadores Rango de valoración<br />

Cantidad de árboles<br />

dañados<br />

Contabilizar en el espacio público del polígono los árboles dañados: descortezados,<br />

quebrados, podados de forma deficiente, pintados o con elementos incrustados.<br />

Calidad muy baja=>51 individuos, Calidad<br />

baja=31 a 50, Calidad media=16 a 30, Calidad<br />

alta=1 a 15, Calidad muy alta=0 individuos.<br />

Cantidad de sitios con<br />

desperdicio de agua<br />

Contabilizar en el espacio público los sitios que presenten algún tipo de desperdicio<br />

de agua, sean por autolavados, fuentes, fugas, acciones humanas, infraestructura<br />

deficiente.<br />

Calidad muy baja=>4, Calidad baja=3, Calidad<br />

media=2, Calidad alta=1, Calidad muy alta=0.<br />

Depósitos de basura<br />

clandestinos<br />

Contabilizar en el espacio público los depósitos clandestinos para la disposición de<br />

basura.<br />

Calidad muy baja=>4 depósitos, Calidad baja=3,<br />

Calidad media=2, Calidad alta=1, Calidad muy<br />

alta=0 depósitos.<br />

Confort térmico Registrar la temperatura. El registro se lleva a cabo en cuatro puntos extremos y uno<br />

al centro del polígono.<br />

Calidad muy baja=>31°C, Calidad baja=28 a<br />

30°C, Calidad media=25 a 27°C, Calidad<br />

alta=22 a 24°C, Calidad muy alta=19 a 21°C.<br />

Confort acústico Registrar los decibeles. El registro se lleva a cabo en cuatro puntos extremos y uno<br />

al centro del polígono.<br />

Calidad muy baja=>80 decibeles, Calidad<br />

baja=60 a 79, Calidad media=40 a 59, Calidad<br />

alta=21 a 39, Calidad muy alta=21 km/h.<br />

Fuente: elaboración propia con base en Hernández-Guerrero y Osorno (2018).


658 J. A. Hernández Guerrero: Valoración del paisaje urbano-ambiental de Juriquilla y...<br />

Anexo III<br />

Ficha de observación para registrar la calidad<br />

del paisaje urbano y ambiental<br />

Fuente: elaboración propia con base en recorridos de campo.


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 633-666<br />

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Recibido: 24 de febrero de 2020.<br />

Reenviado: 21 de mayo de 2020.<br />

Aceptado: 14 de julio de 2020.<br />

Juan Alfredo Hernández Guerrero. Doctor en Geografía por la Universidad<br />

Nacional Autónoma de México. Actualmente es profesor-investigador<br />

de tiempo completo en la Universidad Autónoma de Querétaro y<br />

coordinador de la Maestría en Gestión Integrada de Cuencas. Miembro<br />

del Sistema Nacional de Investigadores, nivel I. Sus líneas de investigación<br />

son: geografía del riesgo, análisis urbano-regional y gestión de cuencas<br />

hidrográficas. Entre sus últimas publicaciones se encuentran: como coautor,<br />

“Ciclo hidrosocial y acceso al agua en la periferia de la ciudad de<br />

Morelia, México: Estudio de caso en La Aldea”, <strong>Revista</strong> Geográfica de<br />

América Central, <strong>64</strong> (1), Heredia, Universidad Nacional de Costa Rica,<br />

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Pontificia Universidad Católica de Chile, Instituto de Geografía, pp. 147-<br />

166 (2018); como editor, Gestión integrada de cuencas. Una experiencia<br />

conjunta en el volcán El Zamorano, Querétaro, Universidad Autónoma de<br />

Querétaro (2019).


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 667-692.<br />

Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 667-692<br />

DOI: https://doi.org/10.22136/est20201605<br />

Efeitos dos investimentos em<br />

infraestrutura pública sobre a pobreza<br />

e pobreza extrema na América Latina<br />

Effects of investments in public<br />

infrastructure on poverty and extreme<br />

poverty in Latin America<br />

667<br />

Anibal David Cuenca López*<br />

Evandro Camargos Teixeira*<br />

Abstract<br />

This study aims to analyze the effect of investments in infrastructure, particularly<br />

economic and social, on poverty in Latin America. For this purpose, dynamic panel<br />

data is used for 15 countries corresponding to the period 1996-2016. Two models<br />

were estimated, one for poverty and the other for extreme poverty, in order to compare<br />

the effects of infrastructure on different indicators. The results revealed that the<br />

infrastructure has a significant impact on the selected indicators, especially on extreme<br />

poverty. Thus, it is recommended that governments emphasize the implementation<br />

of infrastructure projects as a fundamental tool for poverty and indigence reduction.<br />

Keywords: infrastructure, poverty, extreme poverty, dynamic panel, Latin America.<br />

Resumo<br />

Este estudo tem como objetivo analisar o efeito dos investimentos em infraestrutura,<br />

particularmente econômica e social, sobre a pobreza na América Latina.<br />

Para tal, utilizam-se dados em painel dinâmico para 15 países correspondentes<br />

ao período 1996-2016. Foram estimados dois modelos, um para a pobreza e<br />

outro para pobreza extrema, com o intuito de comparar os efeitos da infraestrutura<br />

sobre diferentes indicadores. Os resultados revelaram que a infraestrutura<br />

impacta significativamente sobre os indicadores selecionados, principalmente<br />

sobre a pobreza extrema. Assim, recomenda-se que os governos enfatizem a<br />

implementação de projetos de infraestrutura como uma ferramenta fundamental<br />

para redução da pobreza e indigência.<br />

Palavras-chave: infraestrutura, pobreza, pobreza extrema, painel dinâmico,<br />

América Latina.<br />

* Universidade Federal de Viçosa, correo-e: acuenca0591@gmail.com y evandro.camargos@<br />

gmail.com


668 A. D. Cuenca López e E. Camargos Teixeira: Efeitos dos investimentos em infraestrutura...<br />

Introdução<br />

A pobreza é uma condição socioeconômica de natureza complexa, multidimensional,<br />

que limita o bem-estar dos indivíduos e consequentemente<br />

o desenvolvimento econômico dos países. Em geral, são considerados<br />

pobres os indivíduos, famílias e grupos de pessoas, cujos recursos monetários<br />

são inferiores a uma linha de rendimento que lhes permita manter<br />

um padrão de vida decente. Nesse sentido, o rendimento monetário,<br />

geralmente, é a única variável utilizada para medir o nível de pobreza,<br />

também conhecido como pobreza absoluta (García et al., 2016).<br />

Levando esse aspecto em consideração, segundo a Comissão Econômica<br />

para a América Latina e o Caribe (CEPAL, 2018a), a pobreza consiste<br />

na insuficiência de recursos monetários para alcançar um nível de<br />

qualidade de vida adequado que permita satisfazer as múltiplas necessidades<br />

humanas, como acesso aos serviços básicos, proteção social adequada,<br />

assim como maior participação social.<br />

Níveis elevados de pobreza, geralmente, estão relacionados a desigual<br />

distribuição de renda, além de escassez de investimentos e inovações,<br />

caracterizando um panorama de dificuldades em termos de desenvolvimento<br />

econômico. Logo, a superação da pobreza é um fator fundamental<br />

para que os países possam mudar seu patamar em termos de desenvolvimento<br />

e o investimento em infraestrutura pública é primordial, o que é<br />

denotado nos Objetivos de Desenvolvimento Sustentável (ODS) das<br />

Nações Unidas (ONU).<br />

Em geral, a infraestrutura corresponde a um conjunto de estruturas<br />

de engenharia, equipamentos e instalações de longa vida útil, que permitem<br />

a prestação de serviços para os setores produtivos e famílias (Perroti<br />

e Sánchez, 2012). Segundo o Banco Mundial (1994), a infraestrutura de<br />

forma geral pode incluir diferentes atividades de serviços públicos, tais<br />

como eletricidade, telecomunicações, abastecimento de água e esgoto,<br />

eliminação de resíduos sólidos, obras públicas –estradas, construção de<br />

barragens, canais de irrigação e drenagem– e outros setores dos transportes,<br />

tais como ferrovias urbanas e interurbanas, transporte urbano, portos,<br />

hidrovias e aeroportos.<br />

Diante da elevada quantidade de elementos proxies de infraestrutura,<br />

Torrisi (2009) classifica seus investimentos em econômico e social. O<br />

primeiro eleva a produtividade de forma direta e indireta, através das<br />

estradas, rodovias, aeroportos, transporte naval, redes de esgotos, aquedutos,<br />

redes de distribuição de água, energia e gás, estações de irrigação e<br />

estruturas dedicadas à transferência de produtos. Por outro lado, os investimentos<br />

em infraestrutura social são aqueles destinados a aumentar o<br />

conforto social e atuar sobre a produtividade econômica, direcionados às


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 667-692<br />

669<br />

escolas, segurança pública, usinas de eliminação de resíduos, hospitais, estruturas<br />

esportivas, áreas verdes, etc.<br />

A junção de investimentos públicos em infraestrutura econômica e<br />

social é fundamental para aumentar as oportunidades e consequentemente<br />

diminuir as desigualdades e pobreza. Assim, para reduzir o nível de pobreza<br />

em qualquer país é necessário que o crescimento econômico alcance<br />

toda população, principalmente através da geração de empregos (Araújo<br />

et al., 2014).<br />

Indo ao encontro dessa ideia, Durán e Saavedra (2014) salientam que<br />

a infraestrutura é capaz de reduzir a pobreza de duas formas: efeitos diretos<br />

ou de curto prazo e efeitos indiretos de médio e longo prazos. Os<br />

referidos efeitos têm sido elevados na América Latina nas últimas décadas,<br />

mas não foram suficientes para atender as necessidades em termos de<br />

quantidade e qualidade necessárias, particularmente quando comparados<br />

com o panorama das economias do sudeste asiático.<br />

De acordo com estimativas da Comissão Econômica para a América<br />

Latina e o Caribe (CEPAL), para atender a lacuna existente entre oferta<br />

e demanda por infraestrutura na região, os países devem investir 6.2% do<br />

seu Produto Interno Bruto anual (PIB) entre 2012 e 2020. Tais investimentos<br />

devem priorizar obras ligadas aos setores de transporte, energia,<br />

telecomunicações, água e saneamento, o que aumentaria o bem-estar<br />

geral da população (Perroti e Sánchez, 2012).<br />

Nesse contexto, diante do quadro descrito, o objetivo desse estudo é<br />

analisar a relação existente entre os investimentos em infraestrutura pública,<br />

particularmente econômica e social, sobre a pobreza e extrema<br />

pobreza na América Latina. Para atingir o referido objetivo, utiliza-se um<br />

modelo de dados em painel dinâmico de 15 países da região para o período<br />

1996-2016, estimado pelo método generalizado de momentos (GMM),<br />

desenvolvido por Arellano e Bond (1991), Arellano e Bover (1995) e<br />

Blundell e Bond (1998).<br />

Diante da literatura concernente ao tema, a ser apresentada na próxima<br />

seção, a principal contribuição deste trabalho consiste em analisar e<br />

comparar os efeitos sobre a pobreza dos dois tipos de infraestrutura pública<br />

considerados: econômica e social. Importante salientar que se leva<br />

em consideração indicadores de pobreza na América Latina medidos através<br />

da linha de pobreza monetária (linha de pobreza e extrema pobreza).<br />

Nesse sentido, a população que vive com menos de USD 3,20 por dia é<br />

considerada pobre, e aquela que vive com menos de USD 1,90 por dia<br />

é considerada pobre extrema.<br />

Para atingir os objetivos traçados, o estudo divide-se em seis seções,<br />

incluindo a introdução. A seguinte seção apresenta uma contextualização<br />

histórica e política dos investimentos em infraestrutura durante o período


670 A. D. Cuenca López e E. Camargos Teixeira: Efeitos dos investimentos em infraestrutura...<br />

analisado na América Latina. Em seguida, são apresentados aspectos<br />

teóricos e empíricos, que enfatizam a relação entre infraestrutura e pobreza.<br />

Posteriormente, é apresentada a seção metodológica e logo depois<br />

os resultados. Por fim, são apresentadas as considerações finais.<br />

1. Contextualização histórica e política dos investimentos<br />

em infraestrutura na América Latina<br />

Para melhor compreender os efeitos dos investimentos em infraestrutura<br />

sobre a pobreza e extrema pobreza na América Latina, objeto do presente<br />

estudo, esta seção contextualiza histórica e politicamente o comportamento<br />

dos primeiros.<br />

Na década de 1950, os países da América Latina implementaram a<br />

estratégia nacional-desenvolvimentista baseada na teoria econômica estruturalista<br />

e de desenvolvimento. Este modelo, denominado Industrialização<br />

por Substituição de Importações, obteve efeitos positivos ao<br />

estabelecer uma base industrial para os países da região. Entretanto, após<br />

a crise da dívida externa combinada com elevadas taxas de inflação nos<br />

anos 1970 e início de 1980, chegou ao fim esta etapa (Bresser-Pereira,<br />

2010; Rego, 2014). A crise causou graves problemas financeiros na região,<br />

o que afetou o processo produtivo, além dos investimentos em infraestrutura<br />

(Rego, 2014; Serebrisky et al., 2015).<br />

No final da década de 1980, o modelo desenvolvimentista foi substituído<br />

pela execução de políticas macroeconômicas estabelecidas no<br />

Consenso de Washington, cujas estratégias se baseavam principalmente<br />

na desregulamentação dos mercados, crescimento com poupança externa,<br />

taxas de juros elevadas e câmbio sobrevalorizado. No entanto, em<br />

função das crises financeiras do México em 1994, asiática em 1997,<br />

russa em 1998, da Argentina em 2001 e com os consequentes déficits<br />

nos balanços de pagamentos, evidenciou-se o fracasso dessa estratégia<br />

(Bresser-Pereira, 2010).<br />

O referido fracasso das políticas macroeconômicas teve como consequência<br />

a diminuição dos investimentos públicos a partir de 1987, gerada<br />

principalmente pela redução da despesa pública, além do aumento do<br />

investimento privado, que pretendia compensar a redução do investimento<br />

público em infraestrutura. Assim, no ano de 1990 os investimentos<br />

públicos em infraestrutura diminuíram, caindo para 30% e permaneceram<br />

estáveis até meados da década de 2000. A partir de 2005, a composição<br />

do investimento público mudou a favor da infraestrutura, o que aumentou<br />

sua participação no investimento público total para 50%. Consequentemente,<br />

houve acréscimo no estoque de infraestrutura, contribuindo no


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 667-692<br />

671<br />

processo de crescimento econômico da América Latina e Caribe (ALC)<br />

(Serebrisky et al., 2015).<br />

No entanto, os investimentos públicos na América Latina registraram<br />

crescimento moderado em relação ao PIB nos últimos anos. No período<br />

2011 e 2014, a taxa média anual de investimentos públicos foi de 1.5%<br />

do PIB de cada país. Por outro lado, no que concerne os investimentos<br />

privados a dinâmica foi diferente, com tendência crescente (Kogan e<br />

Bondorevsky, 2016). Entre 1990 e 2013, o setor privado investiu na ALC<br />

cerca de 30% mais que nas economias asiáticas desenvolvidas e cinco<br />

vezes mais que na África subsaariana. Porém, o aumento dos investimentos<br />

privados não foi suficiente para compensar a queda abrupta dos investimentos<br />

públicos (Serebrisky et al., 2015).<br />

Assim, pode-se concluir que mesmo com o recente avanço, segundo<br />

o Relatório apresentado pelo Banco Interamericano de Desenvolvimento<br />

(BID), a ALC não tem investido o suficiente em infraestrutura, dado que<br />

a média anual de investimentos nessa cifra foi de 2.4% entre 1992 e 2013.<br />

Como prova disso, os investimentos em infraestrutura na ALC resultam<br />

em 0.8% menos do PIB que nos Estados Unidos ou na União Europeia,<br />

regiões com dotações de capitais muito mais elevadas, que centram a maior<br />

parte dos seus investimentos na manutenção da infraestrutura. Somente<br />

a Nicarágua ultrapassou o limiar de 5% do PIB entre 2008 e 2013; no<br />

entanto, nenhuma das principais economias da região (Argentina, Brasil,<br />

Chile e México) investiu mais de 3% do PIB, distante dos 5% recomendados<br />

para diminuir o hiato existente.<br />

Desse modo, a lacuna em termos de infraestrutura continua elevada<br />

na região. Em 2015, mais de 23 milhões de pessoas não tinham acesso a<br />

água e saneamento de qualidade. Além disso, a cobertura da rede rodoviária<br />

na América Latina é limitada e por isso está na quarta posição em<br />

termos de desempenho logístico mundial. Cabe ainda salientar que em<br />

2014 mais de 18 milhões de indivíduos não tiveram acesso à energia<br />

elétrica e no setor das telecomunicações, a tecnologia acessível é baixa.<br />

Importante ainda salientar que a cobertura médica ainda é limitada e muitos<br />

indivíduos não têm acesso a serviços de saúde de qualidade. Finalmente,<br />

no que diz respeito a educação, as taxas de matrícula e graduação de alunos<br />

em comparação aos países desenvolvidos são extremamente baixas (Cuenca-López<br />

e Torres, 2020).<br />

2. Aspectos teóricos e empíricos<br />

A pobreza é um fenômeno amplamente estudado na literatura. Segundo<br />

Crespo e Gurovitz (2002), o conceito de pobreza pode ser operacionalizado


672 A. D. Cuenca López e E. Camargos Teixeira: Efeitos dos investimentos em infraestrutura...<br />

sem levar em consideração ‘juízo de valor’ em termos relativos ou absolutos.<br />

Nesse sentido, pobreza relativa é relacionada com a desigualdade<br />

na distribuição de renda, ou seja, se o indivíduo está situado em um<br />

intervalo inferior da distribuição. Por outro lado, a pobreza absoluta ou<br />

extrema é determinada através da porcentagem da população que não é<br />

capaz de satisfazer suas necessidades nutricionais, de moradia, de vestuário,<br />

entre outras; sendo calculada através do rendimento mínimo para adquirir<br />

os diferentes itens.<br />

A referida classificação do fenômeno da pobreza é fruto dos esforços<br />

e estudos liderados pelos organismos internacionais, como ONU, Banco<br />

Mundial, CEPAL, entre outros. O principal objetivo é unir forças no<br />

intuito de diminuir a pobreza, relativa e extrema. Durante o processo de<br />

discussão entre os organismos internacionais, a melhoria da infraestrutura<br />

sempre foi considerada uma medida extremamente eficaz.<br />

Nesse sentido, a infraestrutura pública de qualidade permite aos indivíduos<br />

de forma direta o acesso a serviços de educação e saúde, além<br />

de facilitar o acesso à água potável e energia, por exemplo. Além disso,<br />

indiretamente, ela é capaz de elevar o nível de produtividade, reduzir<br />

custos de transporte, gerar empregos, entre outros efeitos (Sánchez et<br />

al., 2017).<br />

Diante da mencionada importância, vários estudos existentes na literatura<br />

enfatizam a importância do impacto da infraestrutura sobre o nível<br />

de pobreza. A maioria dos estudos denota que a oferta de infraestrutura<br />

pública de qualidade é fator-chave para redução da pobreza. O mecanismo<br />

que ilustra o referido efeito se dá pela elevação dos gastos governamentais,<br />

que aumentam a demanda por trabalho e os salários à medida que a<br />

economia cresce e se torna mais eficiente e competitiva (Araújo et al.,<br />

2014). Para ilustrar os trabalhos que analisam a relação supracitada de<br />

forma geral e estudando a realidade de Bangladesh, Raihan (2011) afirma<br />

que os investimentos em infraestrutura são determinantes no processo de<br />

crescimento econômico e alívio da pobreza.<br />

A literatura denota ainda que a relação entre infraestrutura e pobreza<br />

ocorre tanto no meio rural quanto urbano. Nesse sentido, Ali e Pernia<br />

(2003) consideraram informações de diversos estudos que relacionam<br />

infraestrutura e pobreza nos países asiáticos. Os autores concluíram que<br />

os investimentos em infraestrutura no meio rural elevam a produtividade<br />

agrícola e o emprego, gerando crescimento econômico mais rápido nos<br />

países em desenvolvimento e dessa forma reduzindo a pobreza. Além<br />

disso, os autores ressaltam que o impacto marginal da infraestrutura de<br />

energia sobre a pobreza diminui ao longo do tempo. Por outro lado, os<br />

investimentos em estradas possuem fortes efeitos diretos e indiretos na


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 667-692<br />

673<br />

redução da pobreza, sendo seus impactos mais elevados quando combinados<br />

com outros complementares, como em capital humano.<br />

Por sua vez, considerando as zonas urbanas da Nigéria, Ogun (2010)<br />

investigou o impacto dos investimentos em infraestrutura na redução da<br />

pobreza, utilizando informações para o período 1970-2005 e a metodologia<br />

de Vetores Autoregressivos (VAR). Os resultados também confirmam que<br />

os investimentos em infraestrutura em geral reduzem a pobreza, mas sugerem<br />

que os investimentos em infraestrutura social possuem maior impacto.<br />

Alguns outros estudos existentes na literatura estabeleceram relação<br />

entre investimentos em alguns itens de infraestrutura e pobreza, levando<br />

em consideração, por exemplo, os setores de transporte e comunicação,<br />

confirmando os resultados satisfatórios de alguns trabalhos (Ferreira<br />

e Andrade, 2016; Machado e Toma, 2017).<br />

Nesse sentido, considerando os países latino americanos, Durán e<br />

Saavedra (2014) evidenciaram o impacto da qualidade da infraestrutura<br />

rodoviária, medida pelo total de estradas pavimentadas de cada país, sobre<br />

a pobreza. O estudo quantificou o impacto direto da qualidade da infraestrutura<br />

sobre a pobreza na região através de um painel com 17 países<br />

durante o período 1980-2012. Os resultados demonstraram que a elevação<br />

de 1% no investimento nas rotas pavimentadas diminui em 0.76%<br />

a taxa de pobreza e em 0.20% a taxa de pobreza extrema. Os autores<br />

ainda observaram a existência de grande disparidade na cobertura e qualidade<br />

da infraestrutura entre os países da região, particularmente entre<br />

zonas urbanas e rurais. Também considerando um país em desenvolvimento,<br />

Edriss (2017) analisou especificamente os efeitos dos investimentos<br />

nas estradas das áreas rurais do Malawi entre 1994 e 2013 sobre a<br />

diminuição da pobreza, confirmando a referida relação.<br />

Para o Brasil, Ponzoni e Fochezatto (2013) analisaram os efeitos dos<br />

investimentos em construção civil sobre a redução da pobreza através de<br />

um modelo com dados em painel dinâmico para todos os estados durante<br />

o período 1985-2008. Os autores concluíram que o referido setor pode<br />

gerar empregos de baixa qualificação, proporcionando aos trabalhadores<br />

com menor nível de escolaridade maiores salários, o que lhes permitiria<br />

sair da linha de pobreza no curto prazo.<br />

Por outro lado, alguns estudos enfatizam os efeitos da infraestrutura<br />

social sobre o nível de pobreza. Assim, ao analisar os efeitos dos diferentes<br />

tipos de despesas sociais dos governos federal, estadual e municipal<br />

sobre a pobreza no Brasil durante o período 1988-2010, Hiromoto (2018)<br />

verificou que as políticas macroeconômicas de despesa social contribuem<br />

para redução da pobreza. Nesse caso, as despesas em saúde e saneamento<br />

apresentaram maior impacto na diminuição da a pobreza, seguidas pelas<br />

transferências de renda do governo a nível federal. Nessa mesma linha,


674 A. D. Cuenca López e E. Camargos Teixeira: Efeitos dos investimentos em infraestrutura...<br />

Cruz et al. (2010) concluíram que o capital social é uma ferramenta<br />

efetiva para aumentar a renda per capita e o dinamismo do mercado laboral<br />

através do aumento da oferta de trabalho, o que pôde ser verificado<br />

para os estados brasileiros no período 1995-2008.<br />

Alguns trabalhos analisaram, como o presente estudo, o efeito da infraestrutura<br />

pública sobre a pobreza, considerando tanto a infraestrutura<br />

econômica como a social. Considerando novamente o Brasil, Araújo et al.<br />

(2014), através de um modelo com dados em painel dinâmico para o<br />

período 1995-2009, obtiveram resultados consistentes. Os autores concluíram<br />

que os investimentos públicos em infraestrutura (transportes,<br />

energia e recursos minerais, educação, comunicação e saúde e saneamento)<br />

tiveram impacto significativo na redução da pobreza. Resultado similar foi<br />

observado por Tabosa et al. (2017), os quais determinaram que as políticas<br />

que têm como fim elevar o rendimento médio das famílias e reduzir<br />

a desigualdade afetam negativamente a pobreza, sendo o efeito mais<br />

acentuado no caso da pobreza extrema.<br />

Por fim, considerando 13 países latino americanos, Peláez et al. (2007)<br />

verificaram o efeito dos investimentos em infraestrutura pública sobre a<br />

redução da pobreza. Os autores evidenciaram que a elevação de tais investimentos,<br />

sejam públicos ou público-privados, reduzem os índices de<br />

pobreza da área beneficiada. No entanto, a redução da pobreza não é<br />

homogênea devido à distinta eficiência na execução dos investimentos.<br />

3. Metodologia<br />

3.1. Base de dados e variáveis<br />

Este estudo utiliza informações provenientes de dois organismos internacionais:<br />

Comissão Económica para a América Latina e o Caribe (CEPAL)<br />

e Banco Mundial (BM), correspondentes a informações sobre infraestruturas<br />

econômica e social, além de dados referentes aos níveis de pobreza<br />

e pobreza extrema na América Latina.<br />

O método utilizado para definir quem é considerado pobre na amostra<br />

tem como base as denominadas linhas de pobreza monetária (linhas<br />

de pobreza e pobreza extrema), que estabelecem o custo de satisfação das<br />

necessidades básicas alimentares e não alimentares. Este método consiste<br />

em mensurar o nível de pobreza através dos rendimentos das famílias dos<br />

países da América Latina. A referida metodologia permite a estimação da<br />

magnitude da pobreza e pobreza extrema na região, assim como sua evolução<br />

nos diferentes países ao longo do tempo (CEPAL, 2018a).<br />

Nesse sentido, para cumprir os objetivos da pesquisa, foram considerados<br />

os índices de pobreza extrema e pobreza publicados pela Organiza-


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 667-692<br />

675<br />

ção das Nações Unidas (ONU). Segundo a ONU, a população mundial<br />

que vive com menos de USD 1,90 1 por dia se encontra abaixo da linha<br />

de pobreza extrema ou indigência. Já a população mundial que vive com<br />

menos de USD 3,20 por dia são considerados pobres não extremos. Cabe<br />

ressaltar que levar em consideração ambos os índices é importante, pois<br />

possibilita que se compare que tipo de infraestrutura possui maior efeito<br />

sobre níveis distintos de pobreza. 2<br />

Por sua vez, as informações relativas à infraestrutura econômica consideradas<br />

no estudo são energia, transportes e comunicação; e aquelas<br />

referentes à infraestrutura social são educação e saúde. Com relação aos<br />

setores incluídos para caracterizar a infraestrutura econômica, a energia<br />

é representada pelo consumo de energia eléctrica (kWh per capita), mensurado<br />

pela produção das centrais elétricas e das centrais de cogeração<br />

menos as perdas ocorridas na transmissão, distribuição e transformação<br />

e consumo próprio das unidades de cogeração. Para o setor de transporte, 3<br />

é utilizada como proxy a porcentagem de passageiros aéreos transportados<br />

sobre a população total em aeronaves, tanto nacionais como internacionais<br />

de companhias aéreas registradas no país. O setor de comunicação é representado<br />

pelo total de indivíduos que utilizam telefones celulares por<br />

cada 100 habitantes.<br />

No que se refere à infraestrutura social, o setor de saúde é representado<br />

pelas despesas públicas em saúde como porcentagem do PIB. Por sua<br />

vez, o setor educacional tem como proxy as despesas públicas em educação<br />

como porcentagem do PIB. Já o desemprego corresponde à taxa de desemprego<br />

urbano aberto em função do sexo e dos grupos etários.<br />

Por fim, foram incluídas dummies de países com o intuito de verificar<br />

como os países latino americanos se diferenciam quanto ao nível de pobreza<br />

e pobreza extrema, tendo como base o Uruguai. Nesse caso, é<br />

possível controlar a questão localizacional dos indivíduos. Ou seja, se o<br />

fato de o indivíduo residir em um determinado país, levando em consideração<br />

suas características, pode afetar suas chances de ser pobre e extremamente<br />

pobre em relação ao país de referência, no caso o Uruguai.<br />

Resumidamente, o quadro 1 apresenta todas as variáveis utilizadas nos<br />

modelos econométricos com seus respectivos sinais esperados. Cabe salientar<br />

que o critério de seleção das variáveis explicativas foi a literatura<br />

que concerne o tema.<br />

Antes de aplicar a metodologia de dados em painel, inicialmente foi<br />

necessário tratar os dados para completar os anos faltantes da série tem-<br />

1<br />

USD: código internacional do dólar dos EE.UU.<br />

2<br />

Definições extraídas da base de dados da CEPALSTAT, CEPAL (2019).<br />

3<br />

Esta proxy é utilizada devido à escassez de dados relativos a outro modal de transporte<br />

para o conjunto de países considerados na amostra.


676 A. D. Cuenca López e E. Camargos Teixeira: Efeitos dos investimentos em infraestrutura...<br />

poral considerada. O método utilizado para este fim foi a interpolação e<br />

extrapolação linear. Posteriormente, foi possível utilizar os dados aplicados<br />

nos modelos econométricos através do pacote estatístico STATA 14 (Stata,<br />

2015).<br />

Quadro 1<br />

Variáveis selecionadas para estimação dos modelos<br />

econométricos ​e seus sinais esperados<br />

Pobreza<br />

Energia<br />

Transporte<br />

Variáveis<br />

Comunicação<br />

Saúde<br />

Educação<br />

Desemprego<br />

Dummies que representam<br />

os países<br />

Variável dependente<br />

Sinal esperado<br />

Espera-se relação negativa entre acesso à infraestrutura de<br />

energia e pobreza (Ali e Pernia, 2003)<br />

Espera-se relação negativa entre acesso à infraestrutura de<br />

transportes e pobreza (Edriss, 2017)<br />

Espera-se relação negativa entre acesso a infraestrutura de<br />

comunicação e pobreza (Aparicio et al., 2011)<br />

Espera-se relação negativa entre gastos com infraestrutura<br />

em saúde e pobreza (Cruz et al., 2017)<br />

Espera-se relação negativa entre gastos com infraestrutura<br />

educacional e pobreza (Hiromoto, 2018)<br />

Espera-se relação positiva entre desemprego e pobreza<br />

(Ferreira e Andrade, 2016)<br />

D1 (Argentina), D2 (Bolívia), D3 (Brasil), D4 (Chile), D5<br />

(Colômbia), D6 (Costa Rica), D7 (Equador), D8 (El<br />

Salvador), D9 (Honduras), D10 (México), D11 (Panamá),<br />

D12 (Paraguai), D13 (Peru), D14 (República Dominicana),<br />

D15 (Uruguai); sendo D15 a base<br />

Fonte: elaboração própria com base na literatura.<br />

3.2. Modelo econométrico<br />

Os dados em painel também conhecidos como combinação de dados de<br />

séries de tempo e de corte transversal têm várias vantagens, tais como<br />

controle sobre a heterogeneidade individual, mais variabilidade, menos<br />

colinearidade entre as variáveis, mais graus de liberdade e maior eficiência,<br />

melhor capacidade de identificar e medir efeitos que não são detectáveis<br />

em dados puros de seção cruzada ou de séries temporais, assim como<br />

melhor capacidade de análise em comportamentos mais complicados.<br />

Além disso, muitas relações econômicas são de natureza dinâmica e,<br />

logo, o modelo aqui utilizado permite ao pesquisador compreender melhor


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 667-692<br />

677<br />

a dinâmica do ajuste, o que é possível através da inclusão da variável explicativa<br />

que corresponde à dependente defasada (Baltagi, 2005). Assim,<br />

tendo em vista o objetivo central do estudo, que é o de analisar o impacto<br />

dos investimentos em infraestrutura pública (econômica e social) sobre<br />

a pobreza, o modelo econométrico considerado para o período 1996-2016<br />

pode ser definido da seguinte forma:<br />

ln(Pob it<br />

) = β 0<br />

+ β 1<br />

ln(Pob it−1<br />

) + β 2<br />

ln(Ener it<br />

) + β 3<br />

ln(Transpopu it<br />

) +<br />

β 4<br />

ln(Com it<br />

) + β 5<br />

ln(Saude it<br />

) + β 6<br />

ln(Educ it<br />

) + β 7<br />

ln(Desemp it<br />

) + U it<br />

(1)<br />

Onde lnPob it<br />

representa o índice de pobreza de acordo com a linha de<br />

pobreza (ou seja, pobext é a proporção de pobreza extrema ou indigência; e<br />

pob a proporção de pobreza). Entre os parâmetros β 2i<br />

a β 7i<br />

tem-se a representação<br />

das infraestruturas econômica e social, assim como o desemprego,<br />

medidas por: lnEner it<br />

, energia; lnTranspopu it<br />

, transporte; lnCom it<br />

, comunicação;<br />

Saude it<br />

, despesas em saúde; lnEduc it<br />

, despesas em educação;<br />

lnDesem it<br />

, taxa de desemprego; e u it<br />

é o termo de erro idiossincrático.<br />

Os subíndices i e t referem-se respectivamente aos países da região i= 1,<br />

2... 15, que são: 1: Argentina, 2: Bolívia, 3: Brasil, 4: Chile, 5: Colômbia,<br />

6: Costa Rica; 7: Equador, 8: El Salvador, 9: Honduras, 10: México, 11:<br />

Panamá, 12: Paraguai, 13: Peru, 14: República Dominicana, 15: Uruguai<br />

e o período de 1996 a 2016 é representado por t = 1, 2... 21.<br />

A especificação do modelo (1) baseia-se no pressuposto supracitado de<br />

que a pobreza do período anterior tende a influenciar a dinâmica da pobreza<br />

atual. Isso justifica a presença da variável dependente defasada em um<br />

período ln(Pobi t-1<br />

) como variável explicativa (Baltagi, 2005).<br />

A relação entre as variáveis que denotam a infraestrutura pública (infraestruturas<br />

econômica e social) e as variáveis dependentes (pobreza e<br />

pobreza extrema) é potencialmente endógena. Então, a presença de Pob it-1<br />

como variável explicativa na equação (1) pode dar origem ao problema<br />

de endogeneidade. Nesse caso, as estimativas por Mínimos Quadrados<br />

Ordinários (MQO) tendem a ser enviesadas e inconsistentes, sobrestimando<br />

o coeficiente da variável estimada. Para corrigir tal problema, além<br />

de possibilitar a inclusão da referida relação dinâmica entre as variáveis,<br />

deve ser aplicada a transformação do modelo em primeira diferença e<br />

proceder a estimativa pelo Método Generalizado de Momentos (GMM),<br />

a partir da minimização das condições de momentos da distribuição.<br />

Desse modo, a equação (1) passa a ser a seguinte: 4<br />

4<br />

Esta seção é baseada em Tabosa et al. (2017).


678 A. D. Cuenca López e E. Camargos Teixeira: Efeitos dos investimentos em infraestrutura...<br />

ln(Pob it<br />

)=β 1<br />

Δln(Pob it<br />

−1)+β 2<br />

Δln(Ener it<br />

) + β 3<br />

Δln(Transpopu it<br />

) + β 4<br />

Δ<br />

ln(Com it<br />

) + β 5<br />

Δln(Saude it<br />

) + β 6<br />

Δln(Educ it<br />

) + β 7<br />

Δln(Desemp it<br />

) + ΔU it<br />

(2)<br />

Onde Δ é um operador de diferenças e pela construção da equação<br />

(2), ∆ln (Pobi t-1<br />

) e ∆U it<br />

são correlacionados e a endogeneidade ainda<br />

persiste. Dessa forma, torna-se necessário o uso de algum instrumento<br />

para ∆ln (Pobi t-1<br />

).<br />

No entanto, Arellano e Bover (1995) e Blundell e Bond (1998) explicam<br />

que esses instrumentos são fracos quando as variáveis, dependentes<br />

e explicativas, apresentam marcada persistência; quando a variância relativa<br />

dos efeitos fixos aumenta; ou quando ocorrem ambos os eventos.<br />

Nesse caso, o estimador é inconsistente e tendencioso e como solução os<br />

autores recomendam a estimativa de um sistema que combine o conjunto<br />

de equações em diferenças −equação (2)− com o conjunto de equações<br />

em nível −equação (1)− conhecido como método GMM para sistemas<br />

(System-GMM).<br />

Antes de estimar o modelo com dados em painel dinâmico, procedeu-se<br />

à verificação da existência de endogeneidade. Posteriormente, foram necessários<br />

alguns testes para analisar a consistência das estimativas. Em<br />

seguida, realiza-se o teste de Sargan para verificar a validade dos instrumentos<br />

utilizados pelo método System-GMM.<br />

4. Resultados e discussão<br />

4.1. Análise descritiva<br />

Nesta subseção são apresentadas as estatísticas descritivas dos indicadores<br />

de pobreza e pobreza extrema dos países analisados da América Latina no<br />

ano de 2016, mais recente na amostra; e posteriormente sua evolução na<br />

região durante as últimas duas décadas, período 1996-2015.<br />

O gráfico 1 apresenta os níveis de pobreza dos países da região em<br />

estudo. É possível observar que até 2016 os países que apresentam menores<br />

níveis de pobreza são Uruguai, com 0.55% da população total;<br />

seguido do Chile, com 1.21%; e por último Argentina, com 2.4%. Por<br />

sua vez, os países que apresentaram maiores níveis de pobreza para o<br />

mesmo período são Honduras, com 30.03% da população total; vindo<br />

em seguida a Bolívia, com 12.63%; e finalmente a Colômbia, com 1.83%.<br />

No gráfico 2, verificam-se os níveis de pobreza extrema ou indigência<br />

dos países latino americanos analisados no ano de 2016. Existe uma<br />

tendência em relação aos dois indicadores de pobreza, nos quais os países


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 667-692<br />

679<br />

que apresentaram menores níveis de pobreza também possuem baixos<br />

níveis de indigência, sendo estes Uruguai, com 0.06% da população total;<br />

seguido da Argentina, com 0.58%; posteriormente Chile, com 0.62%.<br />

Gráfico 1<br />

Porcentagem da população pobre na América Latina<br />

(menos de USD 3,20) 2016<br />

Fonte: elaboração própria com base nos dados da CEPAL (2016).<br />

Gráfico 2<br />

Porcentagem da população em extrema pobreza na América Latina<br />

(menos de USD 1,90) 2016<br />

Fonte: elaboração própria com base nos dados da CEPAL (2016).


680 A. D. Cuenca López e E. Camargos Teixeira: Efeitos dos investimentos em infraestrutura...<br />

Por outro lado, os países com elevados níveis de indigência também<br />

apresentam a mesma tendência: Honduras, com 16.02%; Bolívia, com<br />

7.07%, e por último Colômbia, com 4.53%.<br />

O gráfico 3 apresenta, respectivamente, a evolução das porcentagens da<br />

população pobre e pobre extrema (indigente) na América Latina durante o<br />

período 1996-2015, período de duas décadas. Observa-se tendência descendente<br />

em ambos os indicadores de pobreza na região, sendo esta explicada<br />

por vários fatores. Além do contexto histórico e político que<br />

condicionou os investimentos públicos em infraestrutura, vide a primeira<br />

seção do presente estudo, no Chile, El Salvador e República Dominicana,<br />

o aumento nos rendimentos do trabalho foi sua principal causa. Por<br />

outro lado, na Costa Rica, Panamá e Uruguai, as transferências governamentais<br />

para os lares permitiram às famílias em condição de vulnerabilidade<br />

sair da linha de pobreza (CEPAL, 2019).<br />

Gráfico 3<br />

Evolução da porcentagem da população pobre e pobre extrema<br />

na América Latina, no período 1996-2015<br />

Fonte: elaboração própria com base nos dados da CEPAL (1996-2015).<br />

Analisando-se a evolução da pobreza por subperíodos da amostra, em<br />

geral, sua diminuição durante o período 1990-1999 deveu-se às oscilações<br />

do crescimento econômico nos países analisados, como descrito na supracitada<br />

primeira seção desse trabalho. Por sua vez, no período 2002-<br />

2012, a região também apresentou redução da pobreza e indigência. Estes<br />

resultados tiveram como principais causas o contexto econômico favorável,<br />

as melhorias no mercado de trabalho, a implementação de programas


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 667-692<br />

681<br />

sociais destinados à inclusão social dos indivíduos mais vulneráveis, além<br />

da redução do desemprego e aumento do preço das matérias-primas.<br />

No entanto, entre 2012 e 2013 houve relativa estagnação do processo<br />

de redução da pobreza como consequência da diminuição no ritmo de<br />

crescimento econômico mundial, do fim do ‘superciclo’ dos produtos<br />

básicos, da maior pressão inflacionária e da diminuição da capacidade<br />

de geração e formalização do emprego. Apesar da ligeira recuperação<br />

econômica em 2014, a procura agregada dos países da América Latina e<br />

o Caribe diminuiu devido ao baixo crescimento das economias desenvolvidas<br />

e a desaceleração das economias emergentes, em especial da<br />

China (CEPAL, 2016).<br />

Não obstante a redução dos índices de pobreza na América Latina, os<br />

níveis ainda são relativamente elevados até 2015. A população da América<br />

Latina que sobrevive com menos de USD 1,90 por dia corresponde a 4.1%<br />

do total e 10.8% da população sobrevive com menos de 3,20 por dia.<br />

De forma geral, segundo as estimativas atualizadas da CEPAL sobre<br />

pobreza e indigência, os dois fenômenos diminuíram consideravelmente<br />

no agregado regional, embora a um ritmo cada vez menor no período<br />

entre 2002 e 2014. Já entre 2015 e 2016, as estatísticas revelaram um<br />

aumento nos níveis gerais de pobreza e indigência regionais (América<br />

Latina como um todo), apesar de estes continuarem diminuindo na<br />

maioria dos países (CEPAL, 2018b).<br />

4.2. Resultados econométricos<br />

Nesta seção são apresentados e discutidos os resultados obtidos através<br />

da estimação do modelo com dados em painel dinâmico. Os resultados da<br />

estimativa dos parâmetros das equações (1) com o auxílio da equação (2)<br />

são apresentados na tabela 1.<br />

Inicialmente, através dos testes verificou-se endogeneidade das variáveis<br />

educação (Educit) e desemprego (Desemit) com as variáveis dependentes.<br />

Assim, os resultados indicam que ambas variáveis são endógenas<br />

no modelo. Cavalcanti e Santos (2007), ao analisar o impacto das despesas<br />

públicas sobre a pobreza brasileira, utilizando como proxy de educação<br />

a média dos anos de estudo para indivíduos com 25 anos de idade ou<br />

mais, também verificaram a existência de endogeneidade. Além deste<br />

trabalho, Jiménez e Alvarado (2018), em seu estudo sobre o efeito da<br />

produtividade laboral na pobreza no Equador, também mencionam a<br />

existência de relação endógena entre a taxa de pobreza e a média do capital<br />

humano regional.<br />

Por sua vez, os testes realizados no modelo revelaram que as propriedades<br />

estatísticas são satisfeitas. A endogeneidade das variáveis valida a


682 A. D. Cuenca López e E. Camargos Teixeira: Efeitos dos investimentos em infraestrutura...<br />

Tabela 1<br />

Efeitos da infraestrutura pública na pobreza extrema<br />

e pobreza na América Latina<br />

Variáveis Pobreza Extrema Pobreza<br />

Coeficiente P-valor Coeficiente P-valor<br />

ln(Pobi t-1<br />

) 0.7923*** 0.0000 0.6734*** 0.0000<br />

ln(Ener it<br />

) -0.4299*** 0.0000 -0.6084*** 0.0000<br />

ln(Transpopu it<br />

) -0.0174 NS 0.4700 -0.0852** 0.0120<br />

ln(Com it<br />

) -0.0112 NS 0.3110 -0.0389** 0.0140<br />

ln(Saude it<br />

) 0.0312 NS 0.5630 -0.0360 NS 0.<strong>64</strong>50<br />

ln(Educ it<br />

) -0.0790* 0.0650 -0.1272** 0.0380<br />

ln(Desem it<br />

) 0.1081*** 0.0010 0.1007** 0.0250<br />

D1-Argentina 0.3870*** 0.0000 0.9589*** 0.0000<br />

D2-Bolívia 0.0355 NS 0.8370 0.5944** 0.0150<br />

D3-Brasil 0.4415*** 0.0000 1.0437*** 0.0000<br />

D4-Chile 0.4419*** 0.0010 1.2353*** 0.0000<br />

D5-Colômbia 0.3117** 0.0120 0.7651*** 0.0000<br />

D6-Costa Rica 0.2845*** 0.0050 0.8368** 0.0000<br />

D7-Equador 0.1970 NS 0.1070 0.66<strong>64</strong>*** 0.0000<br />

D8-El Salvador 0.0948 NS 0.5060 0.5656*** 0.0050<br />

D9-Honduras 0.0218 NS 0.8790 0.5533*** 0.0070<br />

D10-México 0.<strong>64</strong>13*** 0.0000 1.1079*** 0.0000<br />

D11-Panamá 0.3417*** 0.0050 1.0362*** 0.0000<br />

D12-Paraguai 0.1674 NS 0.1220 0.5222*** 0.0010<br />

D13-Peru 0.2348* 0.0680 0.7187*** 0.0000<br />

D14-Rep. Dominicana 0.2118* 0.0700 0.2266 NS 0.1670<br />

Constante 3.2403*** 0.0000 4.5446*** 00000<br />

Teste de Sargan 0.2268 0.5565<br />

Observações 298 298<br />

Nota: * significativo a 10%; ** significativo a 5%; *** significativo a 1%; NS não significativo.<br />

Fonte: Elaboração própria, com base em STATA (2015) e dados da CEPAL (1995-2016).


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 667-692<br />

683<br />

utilização do Método dos Momentos Generalizados (Generalized Moments<br />

Method-GMM). Cabe ainda ressaltar que os resultados do teste<br />

de Sargan, que podem ser observados na tabela 1, confirmam que os<br />

instrumentos utilizados no modelo são válidos, o que possibilitou a obtenção<br />

de estimadores consistentes mediante o método utilizado.<br />

Como as variáveis utilizadas, com exceção das dummies que representam<br />

os países, foram transformadas em logaritmo natural, tem-se um<br />

modelo de duplo logaritmo. Portanto, a inclinação dos coeficientes estimados<br />

representa suas respectivas elasticidades. No que se refere aos<br />

coeficientes estimados para as variáveis correspondentes a infraestrutura<br />

econômica, foi possível observar que todas são significativas para o modelo<br />

cuja variável dependente é a pobreza extrema. Por sua vez, para o<br />

modelo que considera a pobreza, apenas a variável que denota o consumo<br />

de energia elétrica foi significativa.<br />

Assim, analisando-se o efeito da infraestrutura econômica no que diz<br />

respeito à energia, representada pela capacidade instalada para a produção<br />

de 1 quilowatt (kW) per capita, o aumento do investimento em 1 ponto<br />

percentual neste setor reduz a pobreza em 0.43% e a pobreza extrema em<br />

0.61%. Nesse sentido, o investimento em infraestrutura energética eleva<br />

a demanda por trabalho, impactando diretamente sobre os rendimentos<br />

e consequente redução da pobreza (Cruz et al., 2010).<br />

No caso da infraestrutura de transportes, se o <strong>número</strong> de passageiros<br />

transportados via aérea aumenta 1%, a pobreza extrema diminui em 0.09%.<br />

A CEPAL (2016) menciona que existem zonas montanhosas e de difícil<br />

acesso na América Latina, justificando a importância dos aeroportos. Nesse<br />

sentido, os investimentos em transportes são importantes para o crescimento<br />

econômico e redução das desigualdades regionais na ALC (Costa et al.,<br />

2016). Especificamente, a melhoria na infraestrutura de transporte permite<br />

mais acesso às diferentes regiões e mercados, o que reduz os custos de transporte<br />

internos, tanto para a indústria como para os indivíduos da região, o<br />

que impulsiona o desenvolvimento (Muñoz, 2016).<br />

Em relação ao setor de comunicações, a pobreza extrema diminui em<br />

0.04% quando os investimentos neste setor aumentam em 1%. Cavalcanti<br />

e Santos (2007) ressaltam que a comunicação eleva a produtividade dos<br />

fatores privados e reduz os custos por unidade de entrada das empresas,<br />

conectando-as de forma mais eficiente e gerando maiores taxas de lucros.<br />

Com relação aos coeficientes das variáveis que representam a infraestrutura<br />

social, a educação é estatisticamente significativa nos dois modelos<br />

e apresenta sinais esperados. Por sua vez, no que diz respeito à variável<br />

de saúde, esta não apresentou significância estatística. Assim, os coeficientes<br />

estimados indicam que o aumento de um ponto porcentual nas despesas<br />

públicas em educação reduze a pobreza em 0.08% e a indigência


684 A. D. Cuenca López e E. Camargos Teixeira: Efeitos dos investimentos em infraestrutura...<br />

em 0.13% nos países da região. Rodrigues (2007) observou que os trabalhadores<br />

brasileiros mais qualificados têm mais acesso a postos de trabalho<br />

melhor remunerados, além do fato de que a proporção de pobres<br />

declina à medida que aumenta o nível educacional dos indivíduos.<br />

De forma resumida, observando-se os resultados centrais do estudo,<br />

percebe-se que a pobreza extrema é mais sensível em relação às variações<br />

na infraestrutura pública, tanto econômica quanto social, em relação à<br />

pobreza. Somente a infraestrutura de saúde não a impactou e todos os<br />

coeficientes estimados em termos de infraestrutura pública foram superiores<br />

ao modelo de pobreza. No que tange este último, somente a infraestrutura<br />

de energia (econômica) e educação (social) tiveram efeito<br />

estatisticamente significativo sobre a mesma. Dessa forma, pode-se concluir<br />

que os investimentos em infraestrutura econômica e social impactarão<br />

de forma proeminente sobre a população mais miserável, o que de<br />

antemão justifica seu planejamento e implementação.<br />

Além desse importante resultado, conforme a tabela 1 confirma-se a<br />

hipótese dinâmica da pobreza, pois a variável de ln(Pobi t-1<br />

) foi estatisticamente<br />

significativa a 1%, tanto para o modelo de pobreza como para o<br />

de extrema pobreza. Estes resultados confirmam a persistência no tempo<br />

dos níveis de pobreza, o que indica que a pobreza passada afeta a pobreza<br />

presente. Os mesmos resultados foram obtidos por Aparicio et al. (2011),<br />

Araújo et al. (2014) e Costa et al. (2016).<br />

Os referidos resultados indicam que o aumento de 1% da pobreza no<br />

período precedente eleva a pobreza no período posterior em 0.79%. O<br />

mesmo resultado pode ser verificado no modelo que considera a pobreza<br />

extrema. Nesse último caso, se a indigência do período passado aumentar<br />

1%, haverá elevação da extrema pobreza no próximo período em 0.67%.<br />

Por outro lado, o coeficiente estimado para a variável de desemprego<br />

foi estatisticamente significativo e apresentou os sinais esperados. A pobreza<br />

e a indigência são elevadas em 0.11% e 0.10%, respectivamente,<br />

quando a taxa de desemprego aumenta em 1%. Este resultado coincide<br />

com os resultados encontrados por Marinho et al. (2011), onde o desemprego<br />

afeta em maior medida os mais pobres com rendimentos próximos<br />

à linha de pobreza.<br />

Finalmente, no que se refere às dummies dos países, observa-se que os<br />

coeficientes foram significativos em ambos os modelos na maioria dos<br />

países. Seguindo as estatísticas descritivas, considerou-se como país de<br />

referência o Uruguai por apresentar menores taxas de pobreza e indigência<br />

na região. Os resultados assinalam marcada diferença entre o país de<br />

referência (Uruguai) e os outros países analisados. Em consequência,<br />

conclui-se que os demais países incluídos na amostra apresentam maiores<br />

índices de pobreza e indigência em relação ao país supracitado.


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 667-692<br />

685<br />

No trabalho de Durán e Saavedra (2014) referente às estatísticas de pobreza,<br />

o Uruguai também é o país que apresenta menor taxa de indigência<br />

(porcentagem de pessoas que vivem com menos de USD 2 por dia) com<br />

apenas 2.7% do total da população; além de menor taxa de pobreza<br />

(porcentagem das pessoas que vivem com menos de USD 4 diários),<br />

14.4% do total da população.<br />

Considerações finais<br />

A redução da pobreza é um dos Objetivos de Desenvolvimento Sustentável<br />

(ODS), promovido pelas Nações Unidas (ONU), sendo que uma<br />

das soluções propostas, particularmente para a América Latina, se refere<br />

ao maior nível de investimentos públicos em infraestrutura. Assim, o<br />

objetivo desse estudo foi analisar o efeito dos investimentos em infraestrutura<br />

pública (econômica e social) sobre a pobreza e extrema pobreza<br />

latino-americana no período 1996-2016. Para tal, utilizou-se a metodologia<br />

de dados em painel dinâmico.<br />

Com relação aos resultados, pôde-se constatar a importância dos investimentos<br />

em infraestrutura econômica e social como forma de reduzir<br />

a pobreza e a extrema pobreza na América Latina. Além disso, os resultados<br />

sugerem que a pobreza corresponde a um processo dinâmico e persistente,<br />

pois existe um círculo vicioso indicando que a pobreza passada<br />

está relacionada com a pobreza presente. Cabe ainda salientar que o desemprego<br />

eleva os níveis de pobreza e extrema pobreza, assim como residir<br />

no Uruguai diminui as chances de que os indivíduos estejam abaixo das<br />

linhas de pobreza e indigência.<br />

Embora os resultados denotem que os investimentos públicos (econômicos<br />

e sociais) são primordiais para diminuição da pobreza, particularmente<br />

em sua forma extrema, é importante ressaltar a importância da<br />

elevação na despesa social média dos países da América Latina, que<br />

quase duplicou-se no período 2002-2016.<br />

O supracitado aumento nas despesas sociais constitui-se em um fator<br />

fundamental para a expansão das políticas sociais na América Latina, que<br />

elevaram a transferência de recursos para as famílias mais pobres, além de<br />

propiciar melhorias significativas nos indicadores de inclusão social relacionados<br />

a educação, saúde e infraestruturas básicas, apesar da existência<br />

de desigualdades na cobertura e qualidade dos serviços.<br />

Finalmente, a metodologia utilizada para estabelecer os indicadores de<br />

pobreza corresponde ao método da linha de pobreza monetária, que apenas<br />

considera o custo de uma cesta mínima de bens (incluindo os alimentos)<br />

e serviços. Por conseguinte, para próximas pesquisas seria conveniente a


686 A. D. Cuenca López e E. Camargos Teixeira: Efeitos dos investimentos em infraestrutura...<br />

utilização de outras abordagens, como a da pobreza multidimensional, que<br />

considera outros fatores, tais como níveis de educação, saúde, segurança<br />

social, habitação e qualidade de vida em geral.<br />

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Recebido: 17 de fevereiro de 2020.<br />

Encaminhado: 15 de junho de 2020.<br />

Aceito: 7 de julho de 2020.<br />

Anibal David Cuenca López. Mestre em Economia pela Universidade<br />

Federal de Viçosa (UFV). Atualmente doutorando em Economia Doméstica<br />

pela Universidade Federal de Viçosa. Tem experiência na área de<br />

economia, com ênfase em métodos e modelos matemáticos, econométricos<br />

e estatísticos. Entre suas últimas publicações destacam-se, em coautoria:<br />

“Impacto de la inversión en infraestructura sobre la pobreza en<br />

Latinoamérica en el período 1996-2016”, Población y Desarrollo, 26 (50),<br />

San Lorenzo, pp. 5-18 (2020).<br />

Evandro Camargos Teixeira. Doutor em Economia Aplicada pela Escola<br />

Superior de Agricultura “Luiz Queiroz” da Universidade de São Paulo<br />

(ESALQ/USP). Atualmente é Professor Associado I do Departamento de<br />

Economia da Universidade Federal de Viçosa (UFV). As linhas de investigação<br />

referem-se a desenvolvimento econômico, teoria econômica e<br />

economia do bem-estar social. Entre suas últimas publicações destacamse,<br />

em coautoria: “Mensuração da Pobreza Multidimensional Rural nas<br />

Mesorregiões Norte e Jequitinhonha de Minas Gerais”, <strong>Revista</strong> de Economia<br />

e Sociologia Rural, 57 (1), Brasília, Sociedade Brasileira de Economia<br />

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Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 693-724.<br />

Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 693-724<br />

DOI: https://doi.org/10.22136/est20201566<br />

Conflicto social, ambientalización y<br />

crisis política: judicialización en la<br />

cuenca Matanza-Riachuelo, Argentina<br />

Social conflict, environmentalization and<br />

political crisis: judicialization at the Matanza-<br />

Riachuelo basin, Argentina<br />

693<br />

Andrés Scharager*<br />

Abstract<br />

This paper examines the social and political factors that led to the judicialization of<br />

the environmental conditions of the Matanza-Riachuelo basin, a highly polluted<br />

territory in Buenos Aires that in 2006 became the object of an unprecedented problematization.<br />

Specifically, three factors will be analysed: the creation of an environmental<br />

field and the generation of a series of environmental conflicts; the<br />

environmentalization of social demands along the Riachuelo river and the emergence<br />

of a basin perspective; and the Supreme Court’s search for a political relaunch in<br />

response to a crisis of legitimacy.<br />

Keywords: environmental conflicts, judicialization, Matanza-Riachuelo basin.<br />

Resumen<br />

En este escrito se examinan las condiciones sociales y políticas que condujeron<br />

a la judicialización de la situación ambiental de la cuenca Matanza-Riachuelo,<br />

un territorio altamente contaminado en el Área Metropolitana de Buenos Aires,<br />

que en 2006 se volvió objeto de una renovada e inédita problematización. En<br />

particular, se analizarán tres factores: la conformación de un campo ambiental<br />

y la generación de una ola de conflictos socioambientales, la ambientalización<br />

de las demandas en el Riachuelo y la construcción de una perspectiva de cuenca,<br />

así como la búsqueda de relanzamiento político de la Corte Suprema como<br />

respuesta a una crisis de legitimidad.<br />

Palabras clave: conflictos ambientales, judicialización, cuenca Matanza-Riachuelo.<br />

* Instituto de Altos Estudios Sociales-Universidad Nacional de San Martín/Consejo Nacional<br />

de Investigaciones Científicas y Técnicas, correo-e: andres.scharager@gmail.com


694 A. Scharager: Conflicto social, ambientalización y crisis política: judicialización en...<br />

Introducción<br />

La cuenca Matanza-Riachuelo constituye una de las principales postales<br />

de la vulnerabilidad social y el riesgo ambiental en Buenos Aires. Con<br />

2238 km 2 de superficie que atraviesan 14 municipios, este territorio abarca<br />

gran parte del Área Metropolitana y conforma –junto con sus afluentes–<br />

una cuenca hidrográfica con más de ocho millones de habitantes. Mataderos,<br />

curtiembres y saladeros se volvieron parte de su paisaje desde<br />

principios del siglo XIX, y con ellos comenzaron a acumularse contaminantes<br />

de manera sostenida hasta la actualidad. Pero la ausencia de políticas<br />

de control y planificación sobre los usos de la tierra y los recursos<br />

hídricos condujeron a que, en ese lapso, las fuentes de polución de origen<br />

industrial fuesen apenas uno de sus tantos problemas. Con el tiempo, se<br />

sumaron también aguas pluviales que arrastran secreciones de residuos<br />

sólidos urbanos, fluidos cloacales vertidos sin tratamiento, basurales a cielo<br />

abierto en las orillas y metales pesados peligrosamente sedimentados en el<br />

lecho. 1<br />

Aunque cuenta con problemas tan estructurales como urgentes, la<br />

ausencia de soluciones ha perfilado la situación de la cuenca a lo largo de<br />

su historia. En 1811, en plena consolidación del gobierno independizado<br />

de la corona española, se dictaminó por primera vez la necesidad de limpiar<br />

el río ante la contaminación provocada por las industrias alimenticias.<br />

Sin embargo, esta política fue incumplida, como tantas otras que le<br />

siguieron, las cuales van desde decretos como el de 1822, que prohibió la<br />

instalación de nuevas curtiembres y mataderos, hasta leyes como la de<br />

1913, que ordenó obras de rectificación, iniciadas pero nunca terminadas<br />

(Rocha, 2005).<br />

A partir de sucesivos hitos como estos, el Riachuelo se hundió poco a<br />

poco en el desgobierno, su destino se ató al solapamiento de acciones<br />

descoordinadas y carentes de previsión y, así, el territorio estuvo lejos de<br />

volverse objeto de atención institucional sostenida. En efecto, tan temprano<br />

como 1871, el diario La Nación sostenía:<br />

El lecho del Riachuelo es una inmensa capa de materias en putrefacción. Su corriente<br />

no tiene ni el color del agua. Unas veces sangrienta, otras verde y espesa, parece un<br />

1<br />

Esta sumatoria de factores ha hecho que, paulatinamente, el Riachuelo se convierta en uno de<br />

los ríos más contaminados del mundo (Di Paola et al., 2009), mas no el único caso de su tipo; por<br />

lo contrario, la acelerada urbanización acontecida desde la segunda mitad del siglo XX en América<br />

Latina –particularmente en los países que atravesaron procesos de industrialización intensa– conllevó<br />

un incremento de la contaminación en las ciudades y, en especial, una estrecha asociación geográfica<br />

entre las desigualdades sociales y el riesgo ambiental (Harvey, 1996; Jordán et al., 2017; Clichevsky,<br />

2002). En este contexto, han proliferado los conflictos urbano-ambientales en metrópolis como<br />

México (Schteingart, 1987; Espinosa, 2015), Río de Janeiro (Fuks, 1998), Bogotá (Quimbayo, 2014),<br />

Santiago de Chile (Aliste y Stamm, 2016) y Medellín (Palmett, 2016).


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 693-724<br />

695<br />

torrente de pus que escapa a raudales de la herida abierta en el seno gangrenado de<br />

la tierra. Un foco tal de infección puede ser causa de todos los flagelos, el cólera y la<br />

fiebre. ¿Hasta cuándo inspiraremos el aliento y beberemos la podredumbre de este<br />

gran cadáver tendido a espaldas de nuestra ciudad? (Rocha, 2005).<br />

Si al calor de la industrialización del siglo XX el Riachuelo se convirtió<br />

en un símbolo de la degradación ambiental urbana, el fallido proyecto<br />

de saneamiento presentado durante el gobierno de Carlos Menem (1989-<br />

1999) lo apuntalaría como emblema de la desidia y la corrupción.<br />

En 1993, la secretaria de Recursos Naturales y Ambiente Humano de<br />

la nación, María Julia Alsogaray, anunció un plan para sanear la cuenca<br />

del río en mil días; aseguró que al cabo de ese plazo estaría “descontaminado”<br />

y sería posible “tirarse a nadar” allí. El propio presidente, Carlos<br />

Menem, haría eco de la promesa al afirmar: “en 1995 vamos a ir allí a<br />

pasear en barco, a tomar mate, a bañarnos y a pescar” (Clarín, 2006).<br />

Pero hacia 2002, los 250 millones de dólares que había otorgado el<br />

Banco Interamericano de Desarrollo para estos fines habían sido reasignados<br />

para el financiamiento de planes sociales y cuestionados servicios de<br />

consultoría (Clarín, 2006; Maciel y Groisman, 2003). El “plan de los mil<br />

días” no tardó en convertirse en uno de los mayores ejemplos del incumplimiento<br />

y el abandono del Riachuelo, mientras que Alsogaray se volvería<br />

un ícono de la malversación de fondos y los escándalos políticos de la época.<br />

Con este fracasado intento del menemismo sobre sus espaldas, la Corte<br />

Suprema de Justicia de la Nación 2 –tribunal de mayor jerarquía constitucional<br />

en la Argentina– comenzó a escribir una nueva (y acaso la más<br />

trascendente) página en la historia del Riachuelo en 2006, pues declaró<br />

su competencia originaria ante una denuncia presentada dos años antes<br />

por un grupo de vecinos y trabajadores de la salud del municipio bonaerense<br />

de Avellaneda, quienes encabezados por la ciudadana Beatriz Mendoza (de<br />

quien devino el término causa Mendoza, con el cual se hace habitualmente<br />

referencia a este proceso), le exigían al Estado nacional, a la Provincia de<br />

Buenos Aires, a la Ciudad de Buenos Aires y a 44 empresas, una reparación<br />

por los daños y perjuicios causados por la contaminación del río.<br />

Al asumir la conducción de este proceso –y fundamentalmente cuando<br />

dictó sentencia definitiva en 2008–, el máximo tribunal trascendió las<br />

expectativas de los denunciantes y conminó a los tres gobiernos a presentar<br />

un plan integral de saneamiento para la totalidad de la cuenca. 3 Si bien<br />

2<br />

En adelante, Corte Suprema.<br />

3<br />

Merece subrayarse que la cuenca Matanza-Riachuelo comprende un territorio bajo tres jurisdicciones<br />

diferentes: la ciudad de Buenos Aires –autónoma–, la provincia de Buenos Aires y la Nación.<br />

Esta tripartición, históricamente, condujo a solapamientos y vacíos institucionales, que en su conjunto<br />

dificultaron las capacidades de articulación, la planificación política y el ordenamiento del suelo. A raíz<br />

de ello, la mencionada sentencia judicial condujo a la creación de un organismo tripartito –Autoridad


696 A. Scharager: Conflicto social, ambientalización y crisis política: judicialización en...<br />

dicho tribunal dejó pendiente la definición de la reparación del daño<br />

ambiental colectivo y se declaró incompetente en lo referido a los reclamos<br />

individuales, determinó como objetivos la mejora de la calidad de vida<br />

de los habitantes, la recomposición del ambiente en la cuenca en todos<br />

sus componentes (agua, aire y suelos) y la prevención de daños con suficiente<br />

y razonable grado de predicción (Corte Suprema de Justicia de la<br />

Nación, 2008).<br />

A partir de su decisión –y de su disposición explícita a determinar<br />

responsabilidades, plazos de cumplimiento y lineamientos–, la Corte<br />

Suprema captaba el conflicto del Riachuelo y lo trasladaba compulsivamente<br />

al campo del derecho, sometiéndolo a los procedimientos del<br />

sistema judicial y a las reglas jurídicas (Azuela, 2006). Por otro lado, se<br />

colocaba en un rol de estructuradora y organizadora de un proceso crecientemente<br />

complejo que buscaba introducir al orden de lo político un<br />

área geográfica que apenas estaba recortada y delimitada en términos<br />

sociales y estatales.<br />

Mucha agua ha corrido bajo el puente entre el inicio de este proceso<br />

judicial y la actualidad, tanto en un sentido institucional como en materia<br />

de resultados alcanzados. Pero no es el propósito de estas páginas colocar<br />

bajo escrutinio el derrotero de la causa Mendoza en los últimos años, lo<br />

cual ha sido foco de pormenorizados análisis (Nápoli y García, 2011;<br />

Fundación Ambiente y Recursos Naturales et al., 2017); por lo contrario,<br />

el interés está puesto en los hitos de la historia reciente que han dado lugar<br />

a la apertura de esta nueva etapa.<br />

Lejos de asumir la renovada problematización estatal de la situación<br />

del Riachuelo como producto de cambios en la moralidad –que volvería<br />

socialmente inaceptable la contaminación– o en la eficiencia del Estado<br />

argentino –que sólo requeriría de una decisión política y transformaciones<br />

burocráticas para la puesta en marcha de un plan integral– se apuntará<br />

aquí a examinar las condiciones de posibilidad que habilitaron la inédita<br />

centralidad de la cuestión en la agenda pública. En otras palabras, no se<br />

lo asumirá como el producto de una decisión contingente de la Corte<br />

Suprema, sino que se analizarán los factores sociales y políticos que dieron<br />

lugar a la judicialización de la situación ambiental de la cuenca y su reterritorialización<br />

(Mançano, 2012).<br />

Con este objetivo se examinarán el surgimiento y desplazamiento de<br />

la cuestión del Riachuelo entendida como problema público: un asunto<br />

de preocupación social que adquirió diversas formas de atención y tratamiento<br />

por parte de las agencias estatales. Para responder cómo adquirió<br />

este estatus se debe suspender su carácter natural o evidente y observar<br />

de Cuenca Matanza-Riachuelo– que cuenta con plena potestad sobre el territorio en lo que se refiere<br />

a tareas de saneamiento.


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 693-724<br />

697<br />

los modos y las operaciones sociales a partir de las cuales se produjo su<br />

objetividad práctica (Guerrero-Bernal et al., 2018). En otras palabras:<br />

aquí se analizará cómo se volvió un asunto de interés político, social y<br />

judicial; cómo se generaron las condiciones de posibilidad para su captura<br />

por parte de la justicia y la esfera del derecho.<br />

Investigadores como Hilgartner y Bosk (1988) y Cobb et al. (1976)<br />

advierten que la atención pública es un recurso escaso y que el ingreso de<br />

una cuestión a la agenda pública depende de operaciones cognitivas y<br />

políticas; este artículo mostrará cómo se generaron y cuáles fueron los<br />

principales movimientos a partir de los que el tratamiento social y estatal<br />

de la contaminación de la cuenca se transformó.<br />

De acuerdo con Alfie (2013), podría sostenerse que esta transformación<br />

redundó en la conformación de una nueva gobernanza ambiental, pues<br />

operó como puntapié para la creación de una autoridad de cuenca y<br />

propició que las instituciones estatales recortasen dicho territorio como<br />

una escala de intervención en sí misma. El fallo habilitó un campo de<br />

deliberación sin precedentes; esto es, constituyó un“giro deliberativo”<br />

(Alfie, 2013: 82) se ha caracterizado por una impronta judicial.<br />

Investigaciones como las de Güiza et al. (2015) han analizado la judicialización<br />

de distintos conflictos ambientales en América Latina, examinando<br />

los efectos que tiene en su estructuración el ingreso de actores e instituciones<br />

del campo jurídico (Bourdieu, 1987). Autores como Melé (2006) y Azuela<br />

y Cosacov (2013) han señalado los impactos simbólicos que puede tener el<br />

traslado de los conflictos a los tribunales, desde cambios en sus modos de<br />

encuadramiento hasta su inserción en distintas cadenas discursivas.<br />

Por este motivo, destacan la necesidad de hacer foco en su productividad<br />

con el fin de atender sus consecuencias duraderas y de largo alcance. No<br />

obstante, es preciso examinar de qué forma los conflictos se vuelven foco<br />

de atención judicial, y cómo la cuestión ambiental acaba por ingresar en la<br />

agenda pública. En otras palabras, se debe analizar de qué modo, en casos<br />

como el del Riachuelo, los distintos actores sociales y políticos reconfiguran<br />

su tratamiento público y cómo el nuevo estatus del problema es captado y<br />

tratado judicialmente.<br />

1. Metodología<br />

Este artículo se inscribe en una investigación de mayor alcance acerca de<br />

la relación entre la judicialización, la ejecución de políticas estatales y el<br />

conflicto social (Scharager, 2019). Se ha optado por un diseño de investigación<br />

cualitativo que se asienta en la técnica de análisis documental y<br />

bibliográfico y se ciñe al periodo 1994-2008. Este último año es en el que


698 A. Scharager: Conflicto social, ambientalización y crisis política: judicialización en...<br />

la Corte Suprema dictó sentencia definitiva y se trata, por ende, del punto<br />

de llegada del análisis de estas páginas, que apunta a explicar precisamente<br />

el porqué de dicho fallo, entendido como puntapié de un nuevo modo<br />

de tratamiento público del problema del Riachuelo.<br />

El año 1994, mientras tanto, se establece como momento de inicio de<br />

este estudio debido a que fue en ese entonces que –según se verá– se<br />

produjeron transformaciones que encuadraron localmente y en un plano<br />

institucional el surgimiento de la nueva cuestión ambiental.<br />

El trabajo se sostiene en fuentes secundarias que consisten mayoritariamente<br />

en documentos institucionales (fallos judiciales, legislación,<br />

informes), si bien también es de relevancia el análisis de libros y artículos<br />

científicos. Asimismo, a fin de contextualizar el objeto de estudio se<br />

examinaron archivos de prensa gráfica (diario La Nación) por medio de<br />

motores de búsqueda web. En todos los casos se realizó un análisis inductivo<br />

de contenido que, específicamente, apuntó a una revisión selectiva<br />

de información (Andreu, 2002) con el auxilio del software Atlas.ti (QDA,<br />

2017) para identificar elementos explicativos del problema en cuestión;<br />

a partir de ellos se examinaron cada uno de los factores identificados como<br />

relevantes para el esclarecimiento de la transformación de la situación<br />

ambiental de la cuenca en un problema judicial.<br />

Estos factores –en función de los cuales se estructura este trabajo– se<br />

dividieron en tres dimensiones de análisis, que no se corresponden per se<br />

con secuencias temporales: en primer lugar, la conformación de la cuestión<br />

ambiental a nivel global y la manera en que, a nivel local, comenzó a<br />

proliferar un sin<strong>número</strong> de conflictos ambientales que colocaron la problemática<br />

sobre la mesa a modo de demandas sociales. En segundo lugar,<br />

la emergencia de una renovada problematización de la situación en el<br />

Riachuelo en clave ambiental, y cómo un conjunto de organismos estatales<br />

y actores con saberes expertos dieron pie a una articulación política<br />

y cognitiva de la situación desde una perspectiva integral sobre la cuenca.<br />

Finalmente, el contexto político inmediato que –según se argumentará–<br />

condujo a la decisión de la Corte Suprema de asumir la conducción de<br />

la causa Riachuelo. Se destacan en él la crisis nacional desatada en 2001<br />

y la deslegitimación social del Poder Judicial.<br />

Los factores que conducen a la transformación en los modos de tratamiento<br />

de un problema público son, según Weber (2012), potencialmente<br />

infinitos; para alcanzar una explicación causal se requiere una labor<br />

de imputación o selección de determinados elementos que indefectiblemente<br />

irá en detrimento de otros recortes posibles. Como afirma Rossi, “puesto<br />

que la totalidad de las relaciones de causa y efecto de las que depende la<br />

ocurrencia de un fenómeno es conceptualmente inagotable, el campo de


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 693-724<br />

699<br />

investigación dentro del cual se mueve la investigación debe ser delimitado<br />

sobre la base de una selección” (2012: 23).<br />

El hallazgo de una causación adecuada (en oposición a una causación<br />

accidental) siempre será, en esta clave, el producto de un proceso hipotético<br />

que a priori se sostiene en relaciones de valor subjetivas. Este artículo<br />

propone entonces abrir exploratoriamente las puertas a la identificación<br />

de factores de índole discursiva, económica, social y política que han<br />

posibilitado la transformación –por vía de la judicialización– de un problema<br />

público ambiental.<br />

2. De la conformación global de la cuestión ambiental<br />

a la proliferación local de conflictos socioambientales<br />

Toda comprensión sobre el estado de la naturaleza se basa en representaciones<br />

–afirma Hajer (1995)– y siempre supone un conjunto de prenociones<br />

y decisiones sociales que están mediadas por un conjunto<br />

determinado de prácticas discursivas. Esto no significa que la naturaleza<br />

allí afuera sea totalmente irrelevante, pero sí que la dinámica de la política<br />

y la conflictividad ambiental no pueden entenderse sin tomar en cuenta<br />

los discursos que guían nuestra percepción de la realidad.<br />

Si los problemas ambientales desatados en distintas épocas y latitudes,<br />

como la deforestación en el siglo XIX, la erosión del suelo en la década de<br />

los treinta, la contaminación con pesticidas en los años sesenta y la energía<br />

nuclear en los años setenta eran concebidos como asuntos que requerían<br />

controles puntuales –es decir, que se abordaban a través de medidas paliativas<br />

ad hoc y ex post–, a partir de 1972 se comenzaron a generar nuevos<br />

discursos que transformaron el significado de la cuestión ambiental.<br />

Según Hajer (1995), la publicación en ese año del informe Los límites<br />

del crecimiento –surgido de una conferencia de la ONU en la ciudad de<br />

Estocolmo– fue punta de lanza para la jerarquización institucional de las<br />

políticas ambientales y el inicio de una novedosa concepción, según la<br />

cual, la contaminación pasaría a ser vista como un problema estructural.<br />

Poco después, en 1980, se afianzaría un paradigma que se volvería hegemónico<br />

en la interpretación y acción sobre la cuestión ambiental, denominado<br />

modernización ecológica.<br />

A la vez que reconoce el carácter sistémico de la problemática, este<br />

enfoque –que logró permear gran parte de las percepciones sociales sobre<br />

la relación sociedad-naturaleza– asumió que las instituciones políticas y<br />

económicas son capaces de internalizar el cuidado del ambiente. Así, la<br />

degradación ambiental se vuelve un asunto calculable y, por lo tanto,


700 A. Scharager: Conflicto social, ambientalización y crisis política: judicialización en...<br />

conciliable con el crecimiento económico; más aún, este discurso acaba<br />

siguiendo una lógica utilitaria según la cual, en el fondo, la prevención<br />

de la contaminación es redituable.<br />

Debido a cuatro motivos -prosigue Hajer (1995)- esto se vuelve atractivo<br />

para los gobiernos: primero, porque se posiciona en contraposición a<br />

las estrategias de abordaje ex post que no daban resultados; segundo, porque<br />

usa el lenguaje de las empresas y conceptualiza la contaminación como una<br />

cuestión de ineficiencia, evitando la confrontación directa con las industrias;<br />

tercero, porque evita toda referencia explícita a las contradicciones sociales<br />

propias de otros discursos sobre el ambiente y, en lugar de llamar a cambios<br />

de fondo, es modernista y tecnocrático; y cuarto, porque tiene afinidad<br />

con las ideas neoliberales y a su vez permite esquivar las críticas estructurales<br />

de los años setenta: en el fondo, se basa en la creencia en el progreso,<br />

la técnica y la ciencia.<br />

El discurso de la modernización ecológica se topó con una visión<br />

radicalmente distinta proveniente de los movimientos de justicia ambiental.<br />

Éstos pusieron en la cima de la agenda a las desigualdades que derivaban<br />

de la distribución asimétrica de los daños ecológicos y desafiaron<br />

con ello los discursos dominantes (Martínez, 2011).<br />

Al juzgar los problemas ambientales en términos de absolutos morales<br />

y colocar los asuntos en clave de desafío a la Madre Tierra, estos movimientos<br />

adoptan una posición no negociable de rectitud moral, intocable por<br />

toda discursividad legal o científica. Así, la pregunta por lo pragmáticamente<br />

posible viraba hacia lo moralmente correcto (Harvey, 1996).<br />

Cualquiera que sea el nivel de confrontación y preponderancia de<br />

estos discursos, lo cierto es que las últimas décadas han dado lugar a la<br />

conformación de un campo ambiental a nivel global que, como afirma<br />

Azuela (2006), no es otra cosa que un espacio social en el que entran en<br />

juego actores sociales con diferentes disposiciones frente a lo que todos<br />

reconocen, en principio, como problemas ambientales. En este proceso,<br />

los peligros presentados por los desarrollos tecnológicos y el cambio climático<br />

se volvieron el epicentro de una preocupación por la exposición<br />

social al riesgo (Beck, 1998).<br />

Mientras tanto, la idea de desarrollo sustentable se convirtió, en contrapartida,<br />

en el foco de una coalición discursiva (Hajer, 1995) que engloba<br />

distintos enfoques y narrativas acerca de la cuestión ambiental, inclusive a<br />

actores económicos atraídos por las posibilidades que abre la internalización<br />

del conflicto para el capital (Merlinsky, 2013). Ya no se trata, por lo tanto,<br />

de la existencia o no de una crisis ambiental, sino de cómo se la interpreta<br />

(Hajer, 1995).<br />

En este marco, la cuestión ambiental ha tendido a institucionalizarse<br />

a lo largo y ancho del globo: se sancionó nueva legislación nacional y


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 693-724<br />

701<br />

supranacional, se crearon organismos gubernamentales con variables<br />

niveles de jerarquía abocados a la temática y se implementaron políticas<br />

diseñadas bajo argumentos de protección y cuidado del ambiente. Consistió,<br />

en otras palabras, en un proceso de globalización legal (Sieder et al.,<br />

2008) por el cual tratados y marcos legales ambientales se difundieron por<br />

el mundo hasta adquirir estatus jurídico en los niveles locales, a partir de<br />

la suscripción de acuerdos e incluso en sucesivas reformas constitucionales.<br />

No obstante, la emergencia de esa institucionalidad no ha evolucionado<br />

en forma sincrónica en todas partes del mundo: en la Argentina, además<br />

de errática, la cuestión ambiental fue por muchos años un ámbito subsidiario<br />

en el conjunto de las políticas estatales. En los años ochenta se<br />

crearon organismos de segundo rango abocados a la formulación de<br />

iniciativas en torno a los recursos hídricos (sobre todo en las cuencas con<br />

usos productivos valiosos), y recién en la década de los noventa se alcanzó<br />

un grado subministerial por medio de la creación de la Secretaría de<br />

Recursos Naturales y Ambiente Humano (Merlinsky, 2013).<br />

Asimismo, en 1994 una reforma constitucional reconoció el derecho<br />

al ambiente sano y, en 2002, el Congreso de la Nación sancionó la Ley<br />

General de Ambiente, que garantiza en su artículo 1 “presupuestos mínimos<br />

para el logro de una gestión sustentable y adecuada del ambiente, la<br />

preservación y protección de la diversidad biológica y la implementación<br />

del desarrollo sustentable” (Ley Nº 25.675, 2002).<br />

La institucionalización de la problemática en torno al medio ambiente<br />

no se debió, por lo tanto, a un aumento de demandas sociales ni tuvo de<br />

por sí un paralelismo en términos de su instalación en la agenda pública.<br />

Sin embargo, la puesta en debate internacional de la cuestión ambiental<br />

–en un lugar crecientemente protagónico– y su posterior incorporación a<br />

los entramados del Estado nacional sí resultaron un factor ineludible para<br />

explicar el contexto en el cual, por primera vez, se suscitó en Argentina una<br />

inédita ola de conflictos ambientales a partir de 2003.<br />

Fue desde entonces que estos nuevos derechos se tornaron exigibles y<br />

cobraron un amplio sentido social más allá de la letra de la ley, volviéndose<br />

fuente de argumentación en la arena pública y entrelazándose con los<br />

horizontes de inteligibilidad de los actores en conflicto.<br />

Claro está, no puede desconocerse que mientras la cuestión ambiental<br />

penetraba la legislación y la institucionalidad estatal argentinas, las actividades<br />

basadas en la explotación de recursos naturales se extendían cada vez<br />

más hasta convertirse –producto de sus efectos sobre las poblaciones– en<br />

otro factor desencadenante del nuevo ciclo de conflictos. 4<br />

4<br />

El auge del extractivismo, así como el incremento en la cantidad e intensidad de los conflictos<br />

ambientales, no fue en aquellos años, ni lo es en la actualidad, una característica exclusiva de la<br />

Argentina. Más bien, proliferaron a lo largo y ancho de la región latinoamericana múltiples conflictos


702 A. Scharager: Conflicto social, ambientalización y crisis política: judicialización en...<br />

El caso del sector agropecuario es, a este respecto, uno de los más<br />

elocuentes: la expansión de la frontera agropecuaria derivaría en un<br />

aumento de la deforestación y las inundaciones (Arístide, 2014), así como<br />

en el desplazamiento de comunidades campesinas de sus unidades productivas<br />

(Barri y Wahren, 2010). En tanto, el cultivo de un nuevo tipo de<br />

soja transgénica conllevaría un creciente uso del glifosato como herbicida,<br />

cuestionado por sus implicancias sobre la salud (Avila-Vazquez et al., 2017).<br />

La multiplicación de megaproyectos mineros, por su parte, daría lugar<br />

a un fenómeno análogo al de la agricultura: su instalación en zonas consideradas<br />

improductivas alteraría el equilibrio de los ecosistemas y presentaría<br />

amenazas a la salud y las economías de las poblaciones circundantes<br />

debido al vuelco de desechos tóxicos y la competencia por recursos como<br />

el agua y la energía eléctrica (Svampa et al., 2009).<br />

En este contexto, la pequeña ciudad patagónica de Esquel –provincia<br />

de Chubut– se convirtió en 2003 en el epicentro del primer conflicto<br />

ambiental de resonancia nacional; cobró un simbolismo clave para la<br />

multiplicación de experiencias similares en diversas latitudes, así como<br />

una significativa reverberación mediática y política. En octubre de 2002,<br />

la empresa Meridian Gold presentó un informe de impacto ambiental<br />

para la explotación de oro que generaría alerta entre técnicos y ambientalistas<br />

de la región y conduciría a la primera asamblea de autoconvocados<br />

contra la megaminería.<br />

Los altos niveles de movilización que sacudieron a Esquel desde entonces<br />

se enmarcaban en el clima de gran efervescencia social posterior a la<br />

crisis social, política y económica que había sacudido al país en 2001,<br />

pero fueron facilitados por una novedosa articulación entre un saber<br />

experto independiente –desarrollado y divulgado por grupos de profesionales<br />

que advertían sobre los riesgos de la puesta en marcha de una<br />

explotación minera de envergadura– y un lenguaje de valoración del<br />

territorio que se contraponía al de los promotores de esta actividad extractiva<br />

(Svampa et al., 2009).<br />

Mientras que la empresa remarcaba la oportunidad que brindaban las<br />

minas en términos de empleo y “desarrollo”, los vecinos movilizados<br />

destacaban que para ellos Esquel había sido una elección: de hecho, una<br />

buena parte de los habitantes provenían de grandes ciudades y su mudanza<br />

a la Patagonia se había debido a la búsqueda de un cambio en su estilo y<br />

calidad de vida.<br />

vinculados con la actividad minera, la deforestación y la producción petrolera, entre otros. Numerosos<br />

autores han analizado este fenómeno, preguntándose conceptualmente por su naturaleza e implicancias<br />

sociales (Alfie, 2013; Folchi, 2001; Harvey, 1996; Napadensky y Azocar, 2017; Vallejos-Romero,<br />

2008), así como también se han realizado estudios de casos, entre muchos otros, centrados en Chile<br />

(Bolados, 2014), Perú (Bebbington y Humphreys, 2009), Ecuador (Sánchez et al., 2016), Colombia<br />

(Güiza et al., 2015) y México (Brenner, 2010).


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 693-724<br />

703<br />

El conflicto de Esquel se caracterizó por el desarrollo de una alta<br />

capacidad de presión por parte de la Asamblea de Vecinos Autoconvocados<br />

sobre el Concejo Deliberante y el gobierno provincial. Tras una<br />

marcha que logró la cancelación de una audiencia pública en la que se<br />

evaluaría el informe de impacto ambiental de Meridian Gold, el proceso<br />

de confrontación escaló hasta que los asambleístas finalmente lograron la<br />

convocatoria a un plebiscito. Éste se llevó adelante el 23 de marzo de 2003<br />

y arrojó como resultado 81% de votantes en contra de la mina, sellándose<br />

así un rotundo rechazo al emprendimiento. Lejos de ser el último paso,<br />

la votación fue apenas el preámbulo para que poco después se votase una<br />

ley de prohibición de la minería a cielo abierto en todo el territorio de la<br />

provincia de Chubut.<br />

El caso de Esquel se convirtió así en un momento fundacional para la<br />

conformación de una red nacional antiminera (Marín, 2009), que rápidamente<br />

comenzaría a tejerse en diversas localidades del conjunto del país.<br />

Como señalan Svampa et al. (2009), este conflicto tuvo un arrastre multiplicador<br />

que despertó a otras regiones donde ya se habían implantado<br />

–o estaban proyectándose– grandes yacimientos, y se volvió un caso testigo<br />

para las comunidades que se iban enterando de su destino minero. Así, tan<br />

temprano como en 2003 se conformaría una Red de Comunidades Afectadas<br />

por la Minería, integrada por miembros de numerosas provincias<br />

de la Argentina, sobre todo cordilleranas.<br />

En la misma época en la que se llevaron a cabo las primeras asambleas<br />

contra la minería en Esquel, en la provincia de Córdoba inició una lucha<br />

cuyo ascenso –menos vertiginoso y más silencioso– ilustra la amplitud de<br />

las incipientes demandas ligadas al medio ambiente. En el barrio de Ituzaingó<br />

Anexo, situado a las afueras de la capital provincial –en los límites<br />

de la frontera agrícola–, un grupo de mujeres comenzaría a organizarse<br />

tras percibir un aumento dramático en la emergencia de enfermedades y<br />

dolencias como alergias y distintos tipos de cáncer. Por medio de protestas<br />

en la vía pública y la construcción de datos sobre los problemas de<br />

salud y sus patrones de aparición, lograron gradualmente instalar un<br />

debate acerca de los efectos de las fumigaciones y los agroquímicos.<br />

Conocidas algunos años después como “Madres de Ituzaingó”, este<br />

grupo se volvería insignia de un reclamo que de a poco se esparciría por<br />

diversas localidades de la pampa húmeda y pondría en cuestión el modelo<br />

de los agronegocios.<br />

Mientras tanto, apenas a dos horas al norte de la ciudad de Buenos Aires,<br />

otro proceso comenzaba a desarrollarse cautelosamente para poco después<br />

convertirse en uno de los conflictos más importantes, complejos y prolongados<br />

de la década. El denominado “conflicto de las papeleras” comenzó<br />

en 2003 cuando habitantes de la localidad uruguaya de Fray Bentos


704 A. Scharager: Conflicto social, ambientalización y crisis política: judicialización en...<br />

advirtieron a un grupo de pares de la ciudad argentina de Gualeguaychú<br />

sobre la existencia de un proyecto para construir una fábrica de pasta de<br />

celulosa. Se trataba de un emprendimiento de la empresa española Ence,<br />

que se emplazaría sobre la orilla oriental del Río Uruguay, frontera natural<br />

entre ambos países.<br />

En octubre, mientras el gobierno uruguayo le concedía a esta compañía<br />

los permisos ambientales y de construcción, los vecinos del lado<br />

argentino organizaron una primera marcha de protesta en el Puente<br />

Internacional General San Martín, la principal de las tres vías terrestres<br />

que conectan a las dos naciones. Por medio de la “Declaración del pueblo<br />

de Gualeguaychú” señalaron su oposición a la construcción de la planta de<br />

celulosa, rechazaron los estudios de impacto ambiental presentados por<br />

la empresa, convocaron a los municipios circundantes a movilizarse y se<br />

pronunciaron en contra del modelo de desarrollo presupuesto por ese tipo<br />

de emprendimientos.<br />

Dos años más tarde, el otorgamiento por parte de Uruguay de un<br />

permiso a la empresa finlandesa Botnia para la instalación de otra fábrica<br />

de pasta de celulosa a pocos kilómetros de Ence –que por su magnitud se<br />

convertiría en una de las mayores del mundo en su tipo– operó como punto<br />

de quiebre para una radicalización del conflicto. El 30 de abril de 2005,<br />

más de 40,000 personas –casi la mitad de la población de la ciudad– se<br />

volcaron a las calles y se manifestaron en el puente internacional, incluyendo<br />

al intendente de Gualeguaychú y los de localidades circundantes.<br />

La lucha contra las pasteras ya se volvía un asunto de público conocimiento<br />

a nivel nacional y comenzaba a ser objeto de preocupación gubernamental<br />

y roces diplomáticos. En los meses siguientes, el conflicto se<br />

robusteció y consolidó cuando los vecinos, constituidos formalmente<br />

como “Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú”, apuntaron<br />

sus denuncias hacia el gobierno del país vecino por violación al tratado<br />

de uso compartido del Río Uruguay y comenzaron a realizar cortes (o<br />

piquetes) intermitentes en la ruta que conducía al puente.<br />

El conflicto recrudeció aún más durante el 2006; la solidaridad de las<br />

asambleas ambientales de Concordia y Colón –ciudades donde se ubican<br />

los otros dos pasos internacionales– llevaría a bloqueos simultáneos de los<br />

tres puentes fronterizos y las movilizaciones contra las pasteras crecerían<br />

hasta convocar a más de 100,000 personas, captando primeras planas en<br />

la prensa argentina y de la región. Poco después, el gobierno presentó una<br />

demanda contra el país vecino ante la Corte Internacional de Justicia en<br />

la que denunció la falta de consulta previa a la instalación de las plantas,<br />

y el presidente Néstor Kirchner convocó a un acto en Gualeguaychú<br />

donde, ante decenas de miles de manifestantes, la totalidad de su gabinete<br />

y 19 gobernadores provinciales afirmaría que la cuestión ambiental era


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 693-724<br />

705<br />

un asunto de “interés nacional”. Para entonces, la escalada diplomática<br />

habría alcanzado su punto máximo y el medio ambiente se habría vuelto<br />

objeto privilegiado de discusión social.<br />

Del conjunto de conflictos que se desarrollaban en diversas latitudes<br />

del país (mapa 1), el de las pasteras fue probablemente el que más logró<br />

Mapa 1<br />

Distribución geográfica de conflictos ambientales en Argentina 5<br />

Fuente: elaboración propia.<br />

5<br />

Distribución geográfica de algunos de los principales conflictos ambientales desarrollados en<br />

Argentina desde el inicio de la señalada ola de 2003. En el punto 9 se halla la cuenca Matanza-<br />

Riachuelo, que se encuentra bajo jurisdicción, tanto de la Provincia de Buenos Aires como de la<br />

Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


706 A. Scharager: Conflicto social, ambientalización y crisis política: judicialización en...<br />

visibilizar las demandas ligadas a las consecuencias socioambientales de<br />

la explotación de recursos naturales; asimismo, resultó indispensable para la<br />

consolidación de una arena pública de deliberación sobre la cuestión<br />

ambiental (Merlinsky, 2013). Si los conflictos previos se habían ceñido a<br />

un nivel municipal o, cuanto mucho, habían logrado alcanzar una escala<br />

provincial, el de Gualeguaychú fue el primero en romper estos límites y<br />

convertirse en un asunto de discusión de primer orden en toda la Argentina.<br />

La visibilidad adquirida por este conflicto permitió que se volviese<br />

no sólo un asunto de debate por parte de múltiples actores sociales, sino<br />

un verdadero problema político-institucional para los gobiernos local,<br />

provincial y nacional.<br />

La puesta en agenda de esta problemática, no obstante, no conllevó<br />

de por sí un cambio en la orientación de las políticas gubernamentales<br />

hacia la problemática ambiental ni tampoco una acumulación de fuerzas<br />

determinante para las asambleas ciudadanas. Los años subsiguientes darían<br />

cuentas de avances y retrocesos, así como diversos modos y grados de<br />

institucionalización de los conflictos.<br />

En efecto, muchos hitos acontecieron desde que los sucesos en el Río<br />

Uruguay se volvieron el centro de atención nacional. En 2007, luego de<br />

la recolección de un millón y medio de firmas, el Congreso de la Nación<br />

sancionó una ley de protección de bosques nativos, cuyo cumplimiento,<br />

si bien ha sido escaso, contribuyó a poner en discusión los efectos de la<br />

deforestación en el noroeste del país.<br />

En 2008 se sancionó una ley de protección de glaciares que fue inmediatamente<br />

vetada por la presidenta de la nación, Cristina Fernández de<br />

Kirchner, si bien dos años más tarde se aprobó una nueva versión de dicha<br />

ley, más permisiva y menos lesiva para los intereses de los emprendimientos<br />

mineros de alta montaña. En 2012, las luchas contra la minería alcanzaron<br />

su punto más alto cuando en Famatina, provincia de La Rioja, se<br />

desató una pueblada que nacionalizó la problemática como nunca antes<br />

(Svampa y Viale, 2014). Ese mismo año, se elevó por primera vez a juicio<br />

en la provincia de Córdoba la fumigación con agroquímicos, profundizándose<br />

los cuestionamientos al glifosato y sus efectos sobre la salud humana.<br />

Estos son apenas algunos de los hitos que dan cuenta del crecimiento<br />

de la conflictividad ambiental y las formas en que éste se institucionalizó.<br />

En Buenos Aires, mientras tanto, el río más contaminado del país continuaba<br />

fuera del escrutinio público y permanecía ajeno a mayores controversias.<br />

Pero el ingreso de la cuestión ambiental a la agenda pública a nivel<br />

nacional hallaría un correlato local y la contaminación del Riachuelo<br />

adquiriría nuevos modos de tratamiento social.


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 693-724<br />

707<br />

3. Una nueva problematización social del estado de la cuenca<br />

El Riachuelo (mapa 2) –especialmente la zona de su desembocadura– fue<br />

históricamente intenso en materia de conflictividad social y organización<br />

popular. Las villas lindantes al río, caracterizadas por luchas reivindicativas<br />

de larga data en materia de acceso a la vivienda y servicios públicos<br />

–entre otras demandas– son uno de los ejemplos más acabados, pero<br />

sobresalen también formas asociativas más recientes como organizaciones<br />

vecinales y grupos de protesta conformados ad hoc a raíz de la identificación<br />

de problemas comunes. Es el caso, por ejemplo, de las resistencias a<br />

la instalación de plantas de coque o las movilizaciones contra el tendido<br />

de cableados de alta tensión (Merlinsky, 2013).<br />

Mapa 2<br />

Superficie de la cuenca Matanza-Riachuelo 6<br />

Fuente: elaboración propia a partir de mapa del Observatorio Metropolitano del Consejo Profesional<br />

de Arquitectura y Urbanismo (s/f).<br />

Pero trátese de reclamos por la urbanización de barrios informales o<br />

del rechazo a industrias y obras eléctricas, las demandas sociales no se<br />

tramitaron de inicio en términos ambientales, pero sí estuvieron insertas<br />

en un campo de demandas y discursos orientados hacia una problematización<br />

de dicho tipo; del mismo modo, el hecho de que tuviesen un<br />

origen geográfico en la cuenca no conllevó automáticamente a que ésta<br />

se volviese un espacio de referencia como tal.<br />

6<br />

Este territorio conforma junto con sus afluentes una cuenca hidrográfica de 2238 km 2 que<br />

abarca 14 municipios y cuenta con más de ocho millones de habitantes. Este mapa grafica cómo el<br />

río –conocido comúnmente como Riachuelo– cuenta en efecto con dos tramos de nombres diferentes,<br />

que en su conjunto le dan su nombre a la cuenca: Matanza y Riachuelo.


708 A. Scharager: Conflicto social, ambientalización y crisis política: judicialización en...<br />

El activismo en La Boca es posiblemente un ilustrativo ejemplo del<br />

proceso de ambientalización de las demandas y marcos cognitivos de los<br />

actores de la cuenca. Este barrio lindante con el Riachuelo, que combina<br />

una población de clase media con zonas de clase trabajadora, se caracterizó<br />

desde la década de los noventa por la proliferación de agrupaciones<br />

abocadas a reclamar mejoramientos edilicios, el estado de las calles y las<br />

asiduas inundaciones.<br />

A partir de la década siguiente, en el marco del auge de la conflictividad<br />

ambiental en el país, estas reivindicaciones comenzaron a articularse<br />

entre sí unificándose sus marcos de referencia en torno a la necesidad de<br />

alcanzar un saneamiento del río.<br />

La Asociación de Vecinos La Boca, acaso la más importante de este<br />

tipo de organizaciones, surgió de la mano de reclamos por el mejoramiento<br />

de los efectores de salud, el espacio público y mayor seguridad<br />

ante los delitos, pero paulatinamente sus demandas comenzaron a reencuadrarse,<br />

desplazándose hacia el estado ambiental del Riachuelo: “por<br />

más espectaculares que sean los secuestros, robos y asesinatos de cada<br />

día, la inseguridad también es ambiental, y se cobra muchas más vidas<br />

que la violencia callejera” (Asociación de Vecinos La Boca, 2004). Así,<br />

se volvieron uno de los primeros (y pocos) actores territoriales en preguntar<br />

públicamente por el destino de los fondos del “plan de los mil<br />

días” y en interpelar a las autoridades en búsqueda de los responsables<br />

del saneamiento del río (Merlinsky, 2013).<br />

Aunque la ambientalización de las demandas de grupos como éste era<br />

cada vez mayor –en sintonía con los procesos en desarrollo en el resto del<br />

país–, aún no existía entre ellos un punto de vista ecosistémico e integral<br />

de la cuenca Matanza-Riachuelo. Claro está, se trataba de actores con una<br />

inscripción territorial local, cuyas reivindicaciones se ceñían a los problemas<br />

que afectaban a sus vidas cotidianas en sus lugares de residencia.<br />

Del mismo modo que el reclamo por el polo petroquímico ubicado<br />

en la cuenca baja se limitaba a ese establecimiento, o que una determinada<br />

protesta contra un basural a cielo abierto no se extendía hacia un cuestionamiento<br />

al sistema de gestión de residuos –si del punto de vista de<br />

los actores dependiera– la cuenca estaba atomizada. Más aún, si acompañamos<br />

el teorema de Thomas y Thomas (1928) de que si los individuos<br />

definen las situaciones como reales, éstas son reales en sus consecuencias,<br />

podría extenderse la afirmación anterior asegurando que la cuenca<br />

Matanza-Riachuelo, de hecho, no existía socialmente.<br />

La construcción de una nueva perspectiva requeriría su articulación<br />

con saberes expertos y actores institucionales. Sólo de este modo la dispersión<br />

de reclamos y visiones confluirían para conformar un nuevo<br />

problema público.


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 693-724<br />

709<br />

3.1. Las organizaciones no gubernamentales (ONG)<br />

Las organizaciones no gubernamentales fundadas con el objetivo de proteger<br />

y defender el medio ambiente cumplieron un rol fundamental en<br />

la propulsión del Riachuelo a la agenda pública. Se trata de instituciones<br />

no estatales compuestas por profesionales que, si bien cuentan con diversas<br />

ideologías, formas de financiamiento y estrategias de acción, tienen<br />

en común el propósito central de influir sobre las políticas medioambientales<br />

(Bryant y Bailey, 1997; Mermet et al., 2001). Resaltan entre ellas<br />

Greenpeace, que se sustenta con aportes particulares y se especializa en el<br />

despliegue de campañas de comunicación masiva mediante acciones de alto<br />

impacto mediático y visibilidad pública, así como la Fundación Ambiente<br />

y Recursos Naturales (FARN), que se financia con contribuciones de empresas<br />

y organismos internacionales y sobresale por abocase a influir en<br />

tomadores de decisiones mediante el lobby y la formación de opinión.<br />

Organizaciones como éstas fueron pioneras en la realización de actividades<br />

públicas –tales como talleres, foros o seminarios– por medio de las cuales se<br />

presentó públicamente el problema de la degradación ambiental de la cuenca<br />

Matanza-Riachuelo (Merlinsky, 2013: 84).<br />

Estas ONG, en su mayoría consolidadas durante los años noventa,<br />

han centrado su accionar en las herramientas y los canales brindados por<br />

la reforma de la Constitución Nacional de 1994. Además de otorgar<br />

estatus constitucional al derecho al ambiente sano, la nueva Carta Magna<br />

institucionalizó mecanismos participativos como la iniciativa popular, la<br />

consulta popular y las audiencias públicas, además de consagrar los derechos<br />

de incidencia colectiva. Se trata de derechos transindividuales que<br />

pertenecen a un grupo indeterminado de personas y permiten que cualquier<br />

ciudadano, directa o indirectamente afectado por la violación de tal<br />

o cual derecho, pueda recurrir a la justicia (Merlinsky, 2013).<br />

Las implicancias de estas modificaciones constitucionales fueron sustanciales<br />

para las organizaciones ambientalistas. Al contar con aptitud legal<br />

para accionar judicialmente se volvieron capaces de interponer acciones<br />

de amparo en defensa de los derechos de incidencia colectiva, tales como<br />

el derecho al ambiente sano resguardado por el artículo 41 de la Constitución.<br />

De este modo, adquirieron la legitimidad jurídica de representar<br />

el interés general de la población, mientras que el litigio se convirtió en<br />

una vía que adquiriría cada vez mayor centralidad en sus repertorios de<br />

acción política.


710 A. Scharager: Conflicto social, ambientalización y crisis política: judicialización en...<br />

3.2. Los informes JICA<br />

A raíz de un convenio de monitoreo ambiental del Polo Petroquímico<br />

Dock Sud –situado cerca de la desembocadura del río–, en 2002 se dieron<br />

a conocer los resultados de un estudio financiado por la Agencia Japonesa<br />

de Cooperación Ambiental (JICA, por sus siglas en inglés) que arrojó una<br />

alarmante concentración de contaminantes como benceno, tolueno y xileno<br />

(BTX) en el aire de la zona. El año siguiente, como parte del mismo programa,<br />

otra etapa de la investigación –en este caso epidemiológica– indicaría<br />

que 50% de la población infantil del barrio aledaño contaba con altos<br />

niveles de plomo en sangre.<br />

Los informes científicos de JICA cobraron repercusión social tan<br />

pronto como fueron difundidos. Por un lado, al brindar pruebas sólidas<br />

sobre la contaminación de los cuerpos se convirtieron en el punto de<br />

partida para la puesta en debate de las condiciones de vida de la población<br />

de Villa Inflamable (barrio popular situado en las proximidades del predio).<br />

Sin embargo, como se advirtió, estos datos fueron más apropiados por<br />

actores ajenos al barrio como organizaciones ambientalistas o medios de<br />

comunicación que por sus propios habitantes, para quienes la nueva<br />

información alimentó temores antes que contribuir a la construcción de<br />

una orientación política colectiva.<br />

Los estudios ambientales se volvieron un insumo científico indispensable<br />

para los actores que buscaban poner en cuestión la situación ambiental<br />

de Dock Sud o de otras zonas bañadas por el Riachuelo. Sólo faltaba que<br />

éstos se articulasen, confluyendo en una mirada común sobre lo que estaba<br />

en juego allí a lo largo del río.<br />

3.3. El Defensor del Pueblo<br />

El Defensor del Pueblo es un órgano independiente creado a partir de la<br />

reforma constitucional de 1994 que “[actúa] con plena autonomía funcional,<br />

sin recibir instrucciones de ninguna autoridad” y tiene como misión<br />

“la defensa y protección de los derechos humanos y demás derechos, garantías<br />

e intereses tutelados en esta Constitución y las leyes, ante hechos, actos<br />

u omisiones de la Administración; y el control del ejercicio de las funciones<br />

administrativas públicas” (Constitución de la Nación Argentina,<br />

1994). Desde su creación, el organismo había recibido cuantiosas denuncias<br />

de uno u otro modo ligadas a la situación ambiental de la cuenca, sea por<br />

afecciones en la salud, la suciedad del río o la contaminación generada<br />

por el Polo Petroquímico.<br />

Dicha suma de reclamos individuales cobraron otro cariz cuando en<br />

2002, a raíz de un reclamo puntual presentado por la Asociación de


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 693-724<br />

711<br />

Vecinos La Boca (2004), el Defensor del Pueblo creó una Unidad de<br />

Investigaciones Especiales destinada a controlar y sistematizar la totalidad<br />

de las denuncias presentadas. Ésta se planteó como objetivos: a) “diagnosticar<br />

el estado de situación de la cuenca Matanza-Riachuelo en sus<br />

distintos aspectos”; b) “elaborar un informe especial tendente a reafirmar<br />

la gravedad de esta problemática y, por lo mismo, a reiterar la necesidad de<br />

medidas concretas por parte de las autoridades responsables”, y c) “sugerir<br />

líneas de acción relativas a esas medidas necesarias y urgentes que permitan<br />

recomponer el ambiente de la cuenca y así preservar la salud de la<br />

población mediante un adecuado manejo del recurso natural” (Defensor<br />

del Pueblo de la Nación et al., 2003: 9).<br />

Con el fin de dar respuesta a dichos objetivos, el Defensor del Pueblo<br />

convocó a organizaciones no gubernamentales, universidades y grupos<br />

vecinales, con los cuales en 2003 presentaron un primer documento.<br />

Titulado “Informe especial sobre la cuenca Matanza-Riachuelo”, este<br />

trabajo analizaba en clave histórica, ambiental e institucional el estado de<br />

situación del territorio, colocando el foco en las condiciones de salubridad<br />

e infraestructura y proponiendo diagnósticos y medidas para su saneamiento.<br />

A su vez, el estudio ofreció un enfoque original al hacer énfasis en la<br />

cuestión sociosanitaria, enumerando las principales enfermedades provocadas<br />

por la degradación del ambiente y estableciendo vinculaciones con<br />

las diferentes fuentes de contaminación. En tanto realizaba un seguimiento<br />

de la ejecución de los presupuestos de las políticas previamente implementadas,<br />

brindó asimismo un punto de partida para supervisar y realizar<br />

pedidos de informes a las agencias responsables, sobre todo el “Comité<br />

Ejecutor Matanza Riachuelo”, que se había creado en la década anterior<br />

con motivo del fallido plan de los mil días.<br />

Frente a la dispersión de enfoques y falta de conocimientos objetivados,<br />

el documento permitió encolumnar tras un mismo ariete a actores con<br />

diversas necesidades, intereses y visiones, reorientando el sentido de sus<br />

demandas y consolidando a la cuenca como territorio de referencia y problematización.<br />

Más aún, el informe se transformó en una exitosa palabra<br />

autorizada para la presentación de la degradación ambiental como asunto<br />

público: cuando en mayo de 2006 –en pleno auge del conflicto por las<br />

plantas de pasta de celulosa– sus autores presentaron un nuevo estudio, las<br />

repercusiones sociales, políticas y mediáticas fueron ampliamente mayores.<br />

Apenas un mes más tarde, la Corte Suprema recogería el guante generando<br />

un cambio sin precedentes en la historia de la cuenca Matanza-Riachuelo.


712 A. Scharager: Conflicto social, ambientalización y crisis política: judicialización en...<br />

4. Crisis política y deslegitimación de la Corte Suprema.<br />

Hacia un relanzamiento en clave ambiental<br />

En el primer apartado se analizó el surgimiento de la cuestión ambiental<br />

a nivel internacional y cómo cobró entidad en el plano nacional, en primer<br />

lugar mediante su incorporación a los entramados jurídicos y, en segundo<br />

término, a partir de una ola de conflictos a lo largo y ancho del país. En<br />

el segundo apartado se planteó el proceso de ambientalización de las<br />

demandas y discursos, deteniéndonos a su vez en el papel que cumplieron<br />

una serie de eventos e instituciones en la conformación de una perspectiva<br />

integral sobre la zona del Riachuelo. Con base en este recorrido, la sección<br />

actual recuperará los sucesos de la introducción –que relatan la judicialización<br />

del conflicto del Riachuelo– para agregar una nueva dimensión que<br />

da cuenta del contexto social y político que condujo a la Corte Suprema<br />

a declarar su competencia sobre la cuestión y con ello impulsar el inicio<br />

de una nueva etapa.<br />

En el 2006, el máximo tribunal colocó bajo su órbita la denuncia<br />

realizada por los vecinos de la cuenca; no obstante, estaba todavía muy<br />

cercana la crisis nacional que había eclosionado en 2001, la cual, además<br />

de dar en tierra con el modelo de la convertibilidad monetaria que regía<br />

desde 1991, había expuesto las profundas desconfianzas en el sistema de<br />

partidos y el régimen político en general. Si bien Néstor Kirchner, quien<br />

asumió en 2003 la presidencia, había logrado restaurar la autoridad presidencial,<br />

gozaba de alta popularidad y estaba comandando un nuevo<br />

ciclo de crecimiento económico, la confianza popular en las instituciones<br />

del Estado no lograba recomponerse.<br />

En 2001, las plazas del país se desbordaban al clamor de “que se vayan<br />

todos”, un cántico que expresaba el hartazgo social con las condiciones<br />

de vida y especialmente con los partidos políticos. El nuevo bloque al<br />

mando del Poder Ejecutivo había reconocido este agotamiento: durante<br />

sus primeros años, el kirchnerismo desistió de reposar sobre la estructura<br />

partidaria que formalmente lo había llevado al poder –el Partido Justicialista–<br />

para construirse más bien sobre un proyecto de transversalidad que<br />

buscaba incorporar tanto a sectores de un partido históricamente opuesto<br />

–la Unión Cívica Radical– como a grupos piqueteros y movimientos<br />

sociales que habían marcado el ritmo de la conflictividad en la etapa<br />

previa y aún guardaban un significativo poder de movilización.<br />

La Corte Suprema no había quedado exenta del descreimiento y el<br />

rencor populares. Durante la década de los noventa, sus fallos invariablemente<br />

favorables al gobierno –en especial mediante los votos de cinco<br />

jueces designados por el presidente Carlos Menem, conocidos como la<br />

“mayoría automática”– expresaban una sumisión a los designios del poder


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 693-724<br />

713<br />

político. Encubridora de hechos de corrupción ligados a funcionarios,<br />

apañadora de actos ilícitos en el marco del programa de privatización de<br />

empresas públicas y sostén jurídico de las reformas políticas y económicas<br />

llevadas a cabo por el gobierno, la Corte Suprema se había vuelto el foco<br />

de escándalos de todo tipo.<br />

Los meses más álgidos de la crisis de 2001 también la habían colocado<br />

en el ojo de la tormenta, cuando apañó la controversial medida del presidente<br />

Fernando de la Rúa conocida como corralito. Decretada el 3 de diciembre<br />

de 2001, esta decisión restringía la libre disposición del dinero depositado<br />

en cuentas corrientes, cajas de ahorro y plazos fijos, limitando las extracciones<br />

a un monto máximo semanal. Como consecuencia, los denominados<br />

ahorristas se volcaron a las calles, protestando con cacerolas en las puertas<br />

de los bancos por la retención de sus depósitos.<br />

Cuando la crisis llegó a su punto cúlmine con un estallido social el 19<br />

y 20 de diciembre, las movilizaciones se dirigirían no solamente al Congreso<br />

de la Nación y a la Casa Rosada –sedes del Poder Legislativo y<br />

Ejecutivo, respectivamente–, sino también al Palacio de Justicia. Denunciada<br />

como cómplice del proceso que había desencadenado semejantes<br />

penurias económicas, la Corte Suprema veía cómo el grito de “que se<br />

vayan todos” arribaba a sus mismísimas puertas.<br />

Nuevamente, el gobierno de Néstor Kirchner tomó nota de la posición<br />

crítica en la que se hallaba la máxima autoridad judicial. Interpretando<br />

las protestas que todavía clamaban por la renuncia de sus integrantes y<br />

asumiendo la necesidad de una renovación institucional, en 2003 el presidente<br />

exigió por cadena nacional de radio y televisión que el Congreso<br />

pusiera en marcha un juicio político contra los miembros de la “mayoría<br />

automática”, acusándola de actuar “a espaldas de la sociedad” y de no estar<br />

“a la altura de las circunstancias”.<br />

Poco después, tres de esos jueces renunciarían y otros dos que optaron<br />

por resistir en sus cargos serían depuestos, tras lo cual se firmó un decreto<br />

presidencial que limitaba las capacidades del Poder Ejecutivo para nombrar<br />

magistrados y transparentaba los mecanismos de designación. Así, tras la<br />

asunción de nuevos jueces, culminaba un proceso de depuración de la Corte<br />

Suprema y se abría otra etapa, también, en la cúspide del Poder Judicial.<br />

Pero las impugnaciones sociales contra el sistema judicial estaban lejos<br />

de haber culminado. El 17 de marzo de 2004 el secuestro extorsivo y<br />

posterior asesinato de un joven de 23 años, Axel Blumberg, conmovió al<br />

país. Su padre, Juan Carlos Blumberg, corporizó la puesta en agenda de<br />

la inseguridad como asunto de preocupación social de primer orden y<br />

encabezó movilizaciones multitudinarias que, a la vez que le reclamaban al<br />

Congreso el endurecimiento de las penas y le exigían al gobierno un cambio<br />

en las políticas de seguridad, expresaban un potente malestar con el


714 A. Scharager: Conflicto social, ambientalización y crisis política: judicialización en...<br />

Poder Judicial, acusado de incapaz de hacer justicia, cuando no cómplice<br />

de los crímenes y delitos.<br />

La nueva Corte Suprema precisaba recomponer su legitimidad; la<br />

denuncia por daños y perjuicios provocados por el Riachuelo brindaba<br />

una oportunidad; por un lado, uno de sus integrantes, Ricardo Lorenzetti<br />

–pocos meses después del fallo nombrado presidente del tribunal– era<br />

uno de los principales especialistas en el país en derecho ambiental, lo que<br />

le otorgaba al cuerpo de jueces un determinado savoir faire para la conducción<br />

de una causa vinculada a la restauración de un daño colectivo y<br />

la protección del derecho al ambiente sano. Hacia 2006, por otro lado,<br />

los conflictos ambientales estaban generando una presión cada vez grande<br />

para insertarse en la agenda estatal. Mientras tanto, la sensibilidad política<br />

y social en torno a la cuestión ambiental –es decir, su peso relativo en las<br />

percepciones y preocupaciones de los actores– se había incrementado y,<br />

fundamentalmente, se hallaba en plena ebullición el conflicto por las<br />

pasteras del Río Uruguay. Según Merlinsky:<br />

es importante prestar atención a la sincronía de los acontecimientos [...] pues entre<br />

2005 y 2006, mientras el [conflicto de Gualeguaychú] ganaba espacio en los medios<br />

de comunicación y el propio presidente Kirchner mencionaba que el tema ambiental<br />

era parte de la agenda del Estado, la Defensoría del Pueblo de la Nación presentó<br />

los informes [...] que denunciaban el grave estado de situación de Riachuelo […]<br />

De modo tal que el “caso Riachuelo” fue ganando visibilidad pública a la luz de<br />

esa progresiva politización del conflicto del Río Uruguay (2013: 117).<br />

El estado de movilización en Gualeguaychú contra las fábricas de pasta<br />

de celulosa daba cuenta ejemplar de una generación de demandas sociales<br />

que pujaban por ser oídas, mientras que la situación del Riachuelo retrataba<br />

los fracasos del Estado argentino en la construcción de una gobernabilidad<br />

ambiental, así como el relegamiento de un problema que afectaba a millones<br />

de habitantes. Al dictar una sentencia que apuntaba a generar soluciones<br />

duraderas para un problema histórico, organizando a distintos niveles<br />

de gobierno alrededor de sus mandatos, la Corte Suprema se relanzaba<br />

socialmente y construía un punto de inflexión en la política ambiental.<br />

Conclusiones<br />

A lo largo de este artículo hemos examinado el proceso de emergencia de<br />

la causa Mendoza, que apuntó a construir una reparación sin precedentes<br />

sobre un territorio históricamente olvidado, objeto de desaprensión y<br />

negligencias. En un sentido inmediato, vimos que la impronta y jerarquía<br />

de esta etapa fue producto de la generación, por parte de la Corte


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 693-724<br />

715<br />

Suprema, de un “caso estructural” (Puga, 2014), por el cual se conminaba<br />

a múltiples agencias estatales a buscar soluciones duraderas a la vulneración<br />

masiva de derechos, incluso más allá de las pretensiones e intereses de<br />

los denunciantes originales. Pero la propuesta de estas páginas fue asumir<br />

que la declaración de competencia originaria, con base en la cual tuvo<br />

inicio la causa, en sí misma no puede ser entendida sino como contingente.<br />

La preocupación aquí ha reposado sobre las condiciones de posibilidad<br />

del inicio, dentro del largo derrotero del Riachuelo, del capítulo actual de<br />

judicialización. Para ello, seguimos un camino –acaso weberiano– de imputación<br />

causal, indagando en distintas dimensiones (políticas, sociales),<br />

escalas (local, global) y temporalidades (corta, larga) que expliquen el<br />

porqué del inicio de un proceso que volvió la degradación ambiental de<br />

la cuenca un asunto de preocupación social y atención institucional como<br />

nunca antes.<br />

En primer lugar, se hizo hincapié en la conformación mundial de un<br />

campo de deliberación e institucionalización política de la cuestión<br />

ambiental. El reconocimiento generalizado de problemas globales como<br />

el cambio climático coaligó a diversos actores en torno al discurso del<br />

desarrollo sustentable y, asimismo, llevó al diseño de políticas estatales y<br />

marcos legales que se abocarían a combatir el riesgo presentado por el<br />

deterioro del ambiente.<br />

Por medio de un proceso de “globalización legal” (Sieder et al., 2008),<br />

estos entramados legislativos y discursivos penetraron la institucionalidad<br />

jurídica del Estado argentino y, a partir del desarrollo de una ola de conflictos<br />

catalizados por la proliferación de actividades extractivas y de alto<br />

impacto territorial, se localizaron en términos sociales, construyéndose la<br />

problemática ambiental como un asunto de alta visibilidad en la agenda<br />

pública. En otras palabras, lo discursivo, lo institucional, lo económico y<br />

lo social confluyeron para catapultar a la cuestión ambiental en tanto<br />

marco de tratamiento del problema del Riachuelo.<br />

En segundo lugar, colocamos la lupa en el Riachuelo para dar cuenta de<br />

las repercusiones que allí comenzó a tener la construcción de un campo<br />

de demandas ambientales a nivel nacional. A partir del caso de la Asociación<br />

de Vecinos La Boca (2004), examinamos cómo se ambientalizaron<br />

los grupos y reclamos, y nos detuvimos en el papel que tuvieron un conjunto<br />

de eventos (los informes JICA), organizaciones (las ONG ambientalistas)<br />

y organismos (el Defensor del Pueblo) en la articulación de demandas y<br />

puntos de vista, encuadrando la problemática en clave de cuenca. Observamos<br />

cómo, de esta manera, el problema de la contaminación adquirió<br />

un renovado estatus en la agenda pública.<br />

Por último, el foco estuvo puesto en las circunstancias de orden más<br />

inmediato que derivaron en el relanzamiento de la Corte Suprema en


716 A. Scharager: Conflicto social, ambientalización y crisis política: judicialización en...<br />

clave ambiental. Sostuvimos que la crisis política, económica y social que<br />

tuvo su epicentro en los acontecimientos de 2001 generó asimismo una<br />

crisis de legitimidad que se volcó sobre el propio Poder Judicial.<br />

El juicio político a los miembros de la mayoría automática del periodo<br />

menemista, los cuestionamientos a la justicia en el marco de los crecientes<br />

reclamos de seguridad y la experticia de uno de sus nuevos integrantes<br />

en derecho ambiental confluyeron para la toma de decisión por parte del<br />

tribunal de declarar su competencia originaria ante la denuncia de los<br />

vecinos de Avellaneda, y transformar con ello el posicionamiento social<br />

e institucional de la problemática del Riachuelo.<br />

Claro está, la transformación del conflicto del Riachuelo a partir de<br />

su ingreso en la justicia debe entenderse en el marco de la gradual expansión<br />

de la esfera jurídica acontecida en Argentina tras la recuperación democrática.<br />

Desde entonces, el fortalecimiento del sujeto y el Estado de derecho<br />

como ordenadores sociales y culturales –en contraposición a épocas donde<br />

la interrupción constitucional, la proscripción y la violencia política eran<br />

moneda corriente– han abonado a una creciente tramitación de la conflictividad<br />

por vía judicial, y con ello también a una mayor presencia del<br />

derecho en los horizontes de expectativas de los actores sociales.<br />

La judicialización en la cuenca debe por ende analizarse como parte de<br />

cambios de largo alcance en la relación entre la sociedad y el propio derecho,<br />

entendido como puerta de acceso a la problematización de la realidad<br />

ambiental.<br />

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Recibido: 29 de octubre de 2019.<br />

Reenviado: 20 de febrero de 2020.<br />

Aceptado: 10 de marzo de 2020.<br />

Andrés Scharager. Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de<br />

Buenos Aires y en Geografía por la Université de Tours. Actualmente es<br />

docente de Teoría Sociológica en la Facultad de Ciencias Sociales en la<br />

carrera de Sociología de la Universidad de Buenos Aires y becario posdoctoral<br />

del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas<br />

(Conicet), Argentina, con sede en el Instituto de Altos Estudios Sociales de<br />

la Universidad Nacional de San Martín (IDAES-UNSAM). Sus líneas de


724 A. Scharager: Conflicto social, ambientalización y crisis política: judicialización en...<br />

investigación se centran en el campo de la sociología política, en la intersección<br />

entre los procesos políticos, la justicia y el conflicto. Entre sus<br />

últimas publicaciones destacan, como autor, “De cómo una resolución<br />

judicial se convierte en un problema político y social. La relocalización de<br />

villas en la cuenca Matanza-Riachuelo”, Quid, 16 (12), Caba, Universidad<br />

de Buenos Aires (UBA) y Facultad de Ciencias Sociales, pp. 359-363<br />

(2019); “Más allá del lawfare: avatares de la judicialización de las políticas<br />

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Janeiro, pp. 280-305 (2020); en coautoría, “Les territoires du droit de<br />

l’environnement: effets de la judiciarisation dans le bassin Matanza-Riachuelo<br />

(Buenos Aires)”, Annales de Géographie (próximamente).


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 725-754.<br />

Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 725-754<br />

DOI: https://doi.org/10.22136/est20201593<br />

Inequidad en el impuesto inmobiliario:<br />

análisis multicriterio (CRITIC) del valor<br />

catastral de vivienda en Mazatlán<br />

Inequity in real estate tax: multi-criteria<br />

analysis (CRITIC) of the cadastral value of<br />

housing in Mazatlan<br />

725<br />

Luis Alfonso Colado Velázquez *<br />

Josep Roca Cladera **<br />

Iván Humarán Nahed *<br />

Abstract<br />

TThe present document reports the results obtained from the spatial and CRITIC<br />

multi-criteria analysis performed to 1062 houses and the variables conforming the<br />

Cadastral Value of each one within the Cadastral Housing Categories ranging from<br />

M2 to M7 in Mazatlán, Sinaloa, Mexico. The weighting and the information for<br />

each criterion was obtained and used to analyze the current influence of each variable<br />

and how these allow to demonstrate the existence of inequity when obtaining the<br />

cadastral value of housing.<br />

Keywords: land registry, cadastral value, inequity, CRITIC.<br />

Resumen<br />

En el presente documento se reportan los resultados obtenidos en el análisis multicriterio<br />

CRITIC y espacial realizado a 1062 viviendas en Mazatlán, Sinaloa<br />

(México); asimismo, se especifican las variables que conforman el Valor Catastral<br />

para cada una de las categorías catastrales de vivienda que van de M2 hasta M7,<br />

establecidas en el Instructivo de Valuación del estado de Sinaloa; donde se obtuvieron<br />

las ponderaciones de cada criterio y la información con la que se analiza la<br />

situación actual de influencia de cada variable y cómo, a partir de estos datos, se<br />

puede demostrar la inequidad al obtener el valor catastral de vivienda.<br />

Palabras clave: catastro, valor catastral, inequidad, CRITIC.<br />

* Universidad Autónoma de Sinaloa, correos-e: lcolado@hotmail.com e ivan.humaran@uas.<br />

edu.mx<br />

** Universitat Politècnica de Catalunya, correo-e: josep.roca@upc.edu


726 L. A. Colado Velázquez et al.: Inequidad en el impuesto inmobiliario: análisis multicriterio...<br />

Introducción<br />

Desde 1857, cuando se proyectaba la Constitución Política de los Estados<br />

Unidos Mexicanos, se postularon los principios de equidad y proporcionalidad,<br />

que quedaron plasmados en el documento final (Torres, 2006).<br />

Por su propia naturaleza jurídica, estos principios han sido estudiados con<br />

diferentes fines.<br />

Para acercarnos al objetivo de este artículo, pretendemos dilucidar si<br />

existe una relación proporcional entre los valores catastrales y de mercado<br />

y, por otra parte, a partir de análisis previos sobre el tema, detectar si hay<br />

o no equidad en el cobro de los tributos inmobiliarios: Impuesto Predial,<br />

Impuesto sobre Adquisición de Inmuebles (ISAI) e Impuesto sobre la<br />

Renta (ISR), que necesitan del valor catastral. Cabe recordar que en México<br />

y en el mundo el valor catastral es utilizado para fines fiscales, ya que es<br />

un valor de no mercado (IVSC, 2017). Asimismo, nuestro estudio se<br />

apoyará en técnicas matemáticas y estadísticas, que a la postre nos llevarán<br />

a conocer la afectación que se produce en los sectores sociales al momento<br />

de realizar la tributación inmobiliaria.<br />

Es necesario aclarar que el trabajo no aborda un análisis de índole<br />

sociopolítico, ya que su finalidad primordial es contribuir con un estudio<br />

que demuestre las inconsistencias existentes en el valor catastral registrado<br />

en la Base de Datos (BD) del catastro en Sinaloa y como éste afecta en la<br />

tributación de manera inequitativa al contribuyente.<br />

Así, el objetivo central de este documento es informar los resultados<br />

del análisis realizado al valor catastral en Mazatlán, mediante la ponderación<br />

de las variables del valor catastral y como éstas afectan al valor mismo,<br />

lo anterior mediante la aplicación de diferentes metodologías que nos<br />

permitan explicar de forma coherente y satisfactoria los resultados en el<br />

estudio, al detallar qué variables son las más influyentes en la estimación<br />

del valor catastral.<br />

Metodológicamente se utilizó un análisis desde diversas perspectivas:<br />

se implementó la técnica Delphi, mediante la cual se realizó una consulta<br />

a los expertos en el área de valuación, cuyos resultados nos motivaron a<br />

interesarnos por esta problemática. Posteriormente, se obtuvo la base de<br />

datos (BD) con información de las categorías catastrales de vivienda, así<br />

como el valor calculado del mercado, tomando como base la información<br />

de la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios (AMPI), que<br />

fue considerada como referencia máxima de valor; estos datos fueron<br />

tratados y analizados mediante ratios, que permitieron establecer el grado<br />

de coherencia entre el catastro y el mercado (AMPI).<br />

Todas las muestras recopiladas en las categorías catastrales fueron<br />

analizadas mediante la metodología multicriterio, combinada con el


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 725-754<br />

727<br />

método del ratio de valuación (IVSC, 2017); esto permite determinar<br />

tendencias que proporcionan información útil al valorar riesgos relativos<br />

a las operaciones comerciales dentro del contexto que se utilicen, así como<br />

conocer la ponderación de las variables predominantes en la obtención<br />

del valor catastral, obtenido con el Método CRITIC, (RATIO+CRITIC,<br />

CRITIC+RATIO) utilizado por Aznar et al. (2011).<br />

Lo anterior posibilitó determinar el comportamiento objetivo de cada<br />

variable con respecto a la ponderación obtenida en cada categoría establecida<br />

en el estudio, evitando las dificultades que los encargados de generar<br />

los análisis económicos y financieros tienen para decidir con claridad la<br />

importancia relativa de los ratios obtenidos (Diakoulaki et al., 1995).<br />

Con el resultado de esta metodología se observa qué variables han sido<br />

manipuladas para favorecer o desfavorecer algunas categorías y, de ese<br />

modo, constatar la inequidad con respecto a la estimación del valor catastral<br />

y, por consiguiente, la ilegalidad tributaria en el pago de los impuestos<br />

inmobiliarios.<br />

1. El problema de la no equidad y el catastro<br />

En este punto se cita la jurisprudencia constitucional administrativa P./J.<br />

24/2000 de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) sobre<br />

“Impuestos. Principio de equidad tributaria previsto por el artículo 31,<br />

fracción IV, constitucional” (SJF, 2000), en la cual se menciona el pago<br />

de impuestos y determina en qué consiste el problema de inequidad;<br />

asimismo, esta tesis jurisprudencial aborda la obligación de crear categorías<br />

o clasificaciones de contribuyentes que no sean caprichosas, arbitrarias<br />

o para hostilizar a determinadas clases o universalidad de causantes; es<br />

decir, que se sustenten en bases objetivas y que justifiquen el tratamiento<br />

diferente entre una categoría y otra. Del mismo modo, referimos el criterio<br />

jurisprudencial 389615, que establece los elementos esenciales para<br />

la tributación como sujeto, objeto, base, tasa o tarifa y época de pago, que<br />

deben estar expresamente consignados en la ley (SJF, 1976) y obliga a la<br />

autoridad a no realizar actos que no estén previstos en una disposición<br />

legal anterior.<br />

De acuerdo con la jurisprudencia que se refiere al principio de equidad,<br />

y siendo el catastro un ente que proporciona los elementos para el cobro<br />

de impuestos inmobiliarios, por analogía y atendiendo los dictados jurisprudenciales,<br />

se determinaron las clasificaciones para el suelo urbano y<br />

las categorías para las construcciones, con la finalidad de cumplir el<br />

precitado principio de equidad, considerando a los iguales y a los desiguales<br />

en la observancia del poder adquisitivo de la sociedad.


728 L. A. Colado Velázquez et al.: Inequidad en el impuesto inmobiliario: análisis multicriterio...<br />

De esta manera, el instructivo de valuación del estado de Sinaloa<br />

proporciona los elementos para determinar los valores catastrales, cuyo<br />

Valor Unitario de Suelo (calle o tramo de calle, zona, región o subregión)<br />

es determinado con base en la disponibilidad y las características urbanas<br />

relacionadas con la infraestructura y los servicios públicos; para establecer<br />

los valores de construcción se utiliza el análisis de precios unitarios que<br />

determinan el valor físico.<br />

En la elaboración de los Avalúos Catastrales se hace uso del Instructivo<br />

de Valuación, que contiene el conjunto de normas que regulan el procedimiento<br />

para valorar las características del terreno y de la construcción,<br />

a fin de clasificarlos y asignarles los valores unitarios.<br />

Sin embargo, a pesar de contar con el Instructivo de Valuación, una<br />

Ley del Catastro y su respectivo reglamento, el presente estudio nos<br />

muestra en sus resultados que, al obtener el valor catastral, los diferentes<br />

inmuebles considerados no cumplen con el principio de equidad, a pesar<br />

de que jurídicamente este valor debe ser la base para el pago de los impuestos<br />

inmobiliarios.<br />

El trabajo sólo considera en su análisis los siguientes tipos de vivienda:<br />

de la Moderna 2 (M2) -o más económica- a la Moderna 7 (M7) -que<br />

es la más onerosa-, clasificadas en las categorías catastrales establecidas<br />

en el Instructivo de Valuación Catastral, como se observa en la figura 1.<br />

Figura 1<br />

Tipos de vivienda, definidos por sus especificaciones de<br />

construcción (particularmente acabados)<br />

Fuente: imágenes obtenidas de la plataforma de Google Earth Pro 2018.


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 725-754<br />

729<br />

2. Valor catastral y valor de mercado<br />

El valor catastral es netamente administrativo, obtenido mediante procedimientos<br />

objetivos para cada inmueble y está formado por el valor comercial<br />

de suelo y el valor físico de la construcción; tiene una participación<br />

directa en el pago de impuestos, pero también es usado con finalidades<br />

expropiatorias, impuestos sobre el patrimonio, de transmisión, entre otros<br />

(Roca, 1986).<br />

Conceptualmente el valor de mercado es el precio más probable con el<br />

cual un bien inmueble podría ser vendido en un mercado bajo un funcionamiento<br />

normal, sin presiones o eventualidades que lo afecten de forma<br />

atípica con respecto a su oferta y su demanda. Tiene como características<br />

un vendedor y un comprador que actúan por su propia cuenta e interés<br />

económico y ambas partes se encuentran informadas. Asimismo, el bien a<br />

tratar debe durar un tiempo razonable en oferta para un mercado abierto<br />

y que no existan acciones abusivas por parte del vendedor; este valor se usa<br />

en el presente estudio sólo como una referencia máxima de valor.<br />

En su artículo 6º fracción LX, al referirse al valor catastral (CELSS,<br />

2016), la Ley de Catastro del Estado de Sinaloa establece que para el<br />

terreno debe ser el valor comercial y para la construcción el valor físico<br />

que tenga el predio a la fecha de su avalúo; esto está establecido por normativas<br />

técnicas específicas para su fin, como el pago de impuestos inmobiliarios<br />

(Garcia-Almirall, 2007).<br />

3. Metodología<br />

3.1. Área de estudio<br />

El espacio geográfico que comprende el área de estudio es la ciudad de<br />

Mazatlán, Sinaloa (México), ubicada al noroeste de la república mexicana,<br />

segunda en importancia en la entidad. Cuenta con una superficie municipal<br />

de 3068 km² y un área urbana de 78,953 km² (Inegi, 2017); tiene<br />

146,636 viviendas habitadas (Inegi, 2017), distribuidas en 187 fraccionamientos,<br />

141 colonias, cinco unidades habitacionales y un conjunto<br />

habitacional, sumando un total de 334 asentamientos regulares registrados<br />

en el Plan Director de Desarrollo Urbano de la Ciudad de Mazatlán,<br />

Sinaloa (PDDUCM, 2013), que contiene en su parque inmobiliario todas<br />

las categorías de vivienda establecidas en el instructivo de valuación del<br />

estado de Sinaloa.


730 L. A. Colado Velázquez et al.: Inequidad en el impuesto inmobiliario: análisis multicriterio...<br />

3.2. Proceso de la información<br />

Inicialmente se procedió a hacer un sondeo mediante el método Delphi,<br />

que es un recurso multicriterio cualitativo para toma de decisiones, 1<br />

utilizado cuando no se dispone de mucha información; para ello, el universo<br />

se conformó con expertos sobre la problemática a plantear (Torrado<br />

y Reguant, 2016), considerados con base en su experiencia profesional<br />

en el área de la valuación inmobiliaria, miembros de los distintos colegios<br />

de valuadores, a quienes se les aplicó una encuesta continua limitada<br />

(excelente, muy bueno, bueno, regular y malo).<br />

El Instituto Catastral de la entidad elabora una propuesta de valores<br />

que envía a los ayuntamientos para su discusión, por lo que las preguntas<br />

de la encuesta se refieren a diversos aspectos sobre los valores catastrales<br />

que se deciden en la Junta Municipal de Catastro, la cual define, entre<br />

otros puntos, el valor unitario del terreno y el valor de la construcción,<br />

los criterios aplicados para los deméritos y el incremento de valor de<br />

acuerdo con el Instructivo de Valuación de Catastro, así como la delimitación<br />

de las Zonas de Valor, los Tramos de Calles del plano catastral y en<br />

general del plano catastral, los cuales posteriormente son publicados en el<br />

Periódico Oficial del Estado de Sinaloa (POES, 2016).<br />

Después de realizadas las cuatro fases del método Delphi, como lo<br />

describe Astigarraga (2003), destaca la inconformidad de los expertos con<br />

respecto al catastro, ya que en la mayoría de sus respuestas manifestaron su<br />

desacuerdo con respecto a la implementación de los valores catastrales por<br />

parte de las juntas municipales de Catastro y lo publicado en el Periódico<br />

Oficial del Estado de Sinaloa con relación al mencionado valor catastral.<br />

La encuesta fue aplicada a 106 profesionales de la valoración, cuyas<br />

respuestas y respectivos porcentajes pueden apreciarse en la tabla 1.<br />

Habiendo recabado toda la información se obtuvo una media total de<br />

2147, tendencia regular de acuerdo con la escala establecida en el proceso<br />

de las decisiones que toma la Junta Municipal de Catastro y las tomadas<br />

por el Congreso del Estado con respecto al valor catastral. Asimismo, se<br />

observó que la categoría modal en cada una de las respuestas fe de malo<br />

(40, 43, 47 y 45% para las preguntas 1, 2, 6 y 7) y regular (preguntas 3,<br />

4 y 5), esto determinó la moda (<strong>número</strong> que se presenta con más frecuencia<br />

en un conjunto de datos) en cadauna de las preguntas realizadas, la<br />

cual osciló entre malo y regular (pregnutas 3 y cuatro).<br />

1<br />

Una decisión multicriterio es el conjunto de aproximaciones, métodos, modelos, técnicas y<br />

herramientas cuyo objetivo es mejorar la calidad integral de los procesos de decisión tanto de individuos<br />

como de sistemas, con el propósito de optimizar la efectividad, eficacia y eficiencia de los<br />

procesos de decisión e incrementar su conocimiento (Moreno-Jiménez, 1996).


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 725-754<br />

731<br />

Si bien esta técnica es exploratoria y con pocos resultados estadísticos<br />

relevantes, resulta útil debido a la importancia del grupo seleccionado<br />

para el estudio; la encuesta nos muestra, en resumen, la opinión de los<br />

expertos (Varela et al., 2012), que arriban a un nivel de acuerdo de 70%,<br />

aproximadamente, ubicándose entre malo y regular sobre la problemática<br />

en cuestión.<br />

El uso del método Delphi es apropiado porque da prioridad a criterios<br />

generales para la evaluación de una investigación (Hartwich, 1998). En<br />

nuestro caso, los resultados de la investigación exploratoria avalan el interés<br />

por conocer las variables que componen al valor catastral y de qué manera<br />

sus componentes pueden ejercer una influencia sobre cada una de sus categorías;<br />

de esta manera, se convirtió en el motor motivacional para indagar<br />

el grado de inequidad existente en el pago de los tributos inmobiliarios.<br />

Tabla 1<br />

Total de respuestas y porcentajes obtenidos<br />

de los especialistas en valuación inmobiliaria<br />

Calificación/Pregunta Malo Regular Bueno<br />

1. Junta Municipal<br />

de Catastro<br />

2. Publicación POES<br />

VUT<br />

3. Publicación POES<br />

VUC<br />

4. Criterio para<br />

Incrementos<br />

Muy<br />

Bueno<br />

Excelente<br />

42/40% 22/21% 18/17% 14/13% 10/9%<br />

46/43% 23/22% 17/16% 10/9% 10/9%<br />

30/28% 48/45% 15/14% 8/8% 5/5%<br />

35/33% 43/41% 13/12% 8/8% 7/7%<br />

5. Criterio para Deméritos 35/33% 44/42% 14/13% 7/7% 6/6%<br />

6. Delimitación Zonas<br />

de Valor<br />

7. Delimitación Tramos<br />

de Calle<br />

X= 2.147<br />

50/47% 38/36% 11/10% 5/5% 2/2%<br />

48/45% 42/40% 10/9% 5/5% 1/1%<br />

Fuente: elaboración propia con base en el conteo realizado a las respuestas obtenidas en la<br />

encuesta aplicada a los especialistas en valuación.<br />

Nota: POES VUT = publicación de los Valores Unitarios del Suelo en el Periódico Oficial del<br />

Estado de Sinaloa.<br />

POES VUC = publicación de los Valores Unitarios de Construcción en el Periódico Oficial del<br />

Estado de Sinaloa.


732 L. A. Colado Velázquez et al.: Inequidad en el impuesto inmobiliario: análisis multicriterio...<br />

3.3. Muestra y cálculo de la información<br />

La muestra consta de 176 viviendas por cada Categoría Catastral de Vivienda<br />

(de M2 a M7), tomada directamente de la base de datos de la Delegación<br />

Sur del Instituto Catastral del Estado de Sinaloa (ICES), de la cual se<br />

capturó la siguiente información (criterios): Clave Catastral, Categoría,<br />

Coordenadas X, Y, Z, Valor Catastral, M2 de Construcción (M2 C), M2<br />

Unitario de Suelo (M2 S), Número de Habitaciones (NH), Número de<br />

Baños (NB). Posteriormente se procedió a desglosar en criterios este valor<br />

catastral:<br />

Criterios Catastrales<br />

Categoría M 2 C M 2 S N H<br />

N B<br />

V UCD<br />

V USD<br />

V UCI<br />

V USP<br />

V CRN<br />

F D<br />

V CP<br />

V CoRN<br />

F DC<br />

V CCN<br />

V CI<br />

V CO<br />

Valor Unitario de Construcción Decreto (V UCD<br />

), Valor Unitario de Suelo<br />

Decreto (V USD<br />

), Valor Unitario de Construcción ICES (V UCI<br />

), Valor Unitario<br />

de Suelo Promedio (V USP<br />

),Valor Catastral de Reposición Nuevo (V CRN<br />

),<br />

Factor de Deméritos (F D<br />

), Valor Catastral del Predio (V CP<br />

), Valor Construcción<br />

de Reposición Nuevo (V CoRN<br />

), Factor de Demérito a la Construcción<br />

(F DC<br />

), Valor Catastral de Construcción Neto (V CCN<br />

), Valor Catastral<br />

Inferido (V CI<br />

), Valor Catastral Oficial (V CO<br />

).<br />

Para obtener el valor catastral, tal como lo especifican los artículos 6<br />

y 34 de la Ley Catastral (POES, 2016), se toma en cuenta el Valor Comercial<br />

de Suelo más el Valor Físico de las Construcciones. Con respecto a<br />

los valores de mercado, la referencia del valor de suelo fue tomada del<br />

Libro Verde (AMPI, 2018). Se determinó la siguiente información de<br />

mercado a cada vivienda contenida en la muestra:<br />

Criterios de Mercado<br />

Categoría V USA<br />

V USI<br />

V UC<br />

V MPA<br />

V MC<br />

V MPI<br />

V MI<br />

V MA<br />

Valor Unitario de Suelo AMPI (V USA<br />

), Valor Unitario de Suelo Inferido<br />

(V USI<br />

), Valor Unitario de Construcción (V UC<br />

), Valor Mercado del Predio<br />

AMPI (V MPA<br />

), Valor Mercado Construcción (V MC<br />

), Valor Mercado de<br />

Predio Inferido (V MPI<br />

), Valor Mercado Inferido (V MI<br />

), Valor Mercado<br />

AMPI (V MA<br />

).


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 725-754<br />

733<br />

Criterios de Ratios<br />

Categoría R VCO/VMA<br />

R VCO/VMI<br />

R VCI/VCO<br />

R VMA/VCI<br />

R VMI/VCI<br />

Ratio Valor Catastral Oficial/ Valor Mercado AMPI (R VCO/VMA<br />

), Ratio<br />

Valor Catastral Oficial/ Valor Mercado Inferido (R VCO/VMI<br />

) ,<br />

Ratio Valor<br />

Catastral Inferido/Valor Catastral Oficial (R VCI/VCO<br />

), Ratio Valor Mercado<br />

AMPI/Valor Catastral Inferido (R VMA/VCI<br />

), Ratio Valor Mercado Inferido/<br />

Valor Catastral Inferido (R VMI/VCI<br />

).<br />

Una vez obtenida la información de los criterios o variables para cada<br />

una de las viviendas de estudio, se implementó el método multicriterio<br />

CRITIC, original de Diakoulaki et al. (1995). Su nombre es el acrónimo<br />

de CRiteria Importance Through Intercriteria Correlation (importancia de<br />

criterios a través de su correlación).<br />

Este método, acompañado por el ratio (IVSC, 2017), se convierte en<br />

la metodología Ratio+CRITIC y CRITIC+Ratio (Aznar y Guijarro,<br />

2012), la cual se ubica en el terreno de los métodos comparativos, ya que<br />

permite calcular el valor de un activo mediante su contraste con otros<br />

activos comparables, de los cuales se conocen sus características y su valor<br />

(Aznar et al., 2011).<br />

Partimos de la premisa de que los métodos objetivos obtienen información<br />

de datos observables (Jahan et al., 2012), por lo que el carácter<br />

imparcial de la base de datos garantiza la objetividad de este trabajo y por<br />

ende es importante para el resultado del proceso de ponderación, al no<br />

depender de criterios subjetivos.<br />

Para el cálculo de la información, primeramente se seleccionó la categoría<br />

a valorar con base en la muestra adecuada. Se consideró que en<br />

ambas debían coincidir sus características físicas con las descritas en el<br />

Instructivo de Valuación del Estado de Sinaloa; asimismo, se debían<br />

conocer los valores y cada una de las características que las componen.<br />

Posteriormente se desglosó el valor catastral en los criterios a emplear<br />

para el estudio, a fin de generar la Nueva Base de Datos (NBD). Este<br />

modelo se encontró dentro de las metodologías basadas en la comparación.<br />

Al tener conocimiento de los precios de cada una de las muestras<br />

comparables, fue viable obtener como resultado el valor sobre un sujeto<br />

de la categoría a tratar; en nuestro caso, se analizaron las categorías de<br />

vivienda catastrales M2, M3, M4, M5, M6 y M7.<br />

Es fundamental tener bien definidos los criterios que se emplearán<br />

en la comparación, ya que por lógica cada una de las variables no puede<br />

tener la misma importancia al momento de determinar el valor catastral;<br />

por lo tanto, es primordial dar o asignar un valor objetivo al calcular una<br />

ponderación a cada criterio utilizado en la NBD.


734 L. A. Colado Velázquez et al.: Inequidad en el impuesto inmobiliario: análisis multicriterio...<br />

Gran parte de la problemática con respecto a la valoración de bienes<br />

inmuebles se encuentra en la subjetividad aplicada por los valuadores, ya<br />

que cuando se emiten juicios de valor, un mismo objeto puede ser ponderado<br />

de forma distinta por un grupo de profesionales, lo que genera<br />

inconsistencias en los valores aplicados, ya que como apuntan Yalcin y<br />

Ünlü (2017), muchas valuaciones dependen de las preferencias subjetivas.<br />

Otros autores, entre ellos Diakoulaki et al. (1995) y Akçakanat et al.<br />

(2018), son más exigentes en este punto, pues señalan que no debe haber<br />

preferencia alguna al momento de asignar un valor; por el contrario, el<br />

propósito es obtener resultados objetivos que no tengan diferencias con<br />

el método a utilizar o con las variables que operen en él.<br />

Para evitar esa subjetividad se usa la metodología CRITIC o método<br />

Diakoulaki, cuyo uso es recomendado para generar comparaciones realizadas<br />

sobre la base de múltiples ratios financieros en empresas, ya que<br />

clasifica objetivamente los criterios y no de una forma subjetiva y arbitraria<br />

(Li et al., 2018; Mu y Pereyra Rojas, 2017).<br />

Lo anterior permite construir puntos de referencia sobre una situación<br />

financiera, pues define objetivamente los pesos de los criterios, de tal modo<br />

que los encargados de tomar decisiones no se apoyen sobre sus preferencias<br />

(Linares, 1999), lo cual facilita la toma de una decisión en la problemática<br />

del caso en cuestión sobre la importancia relativa de cada criterio<br />

y reduciendo la subjetividad.<br />

El método CRITIC es aplicable en etapas de ajuste y, combinado con<br />

una metodología multicriterio, basada en información cuantitativa clara,<br />

demuestra la importancia relativa de cada uno de los criterios que nos<br />

ayudarán a tomar una mejor decisión. Se basa en el análisis de una matriz<br />

de datos de donde se extrae toda la información contenida en los criterios<br />

a evaluar (variables explicativas) (Akçakanat et al., 2018; Jahan et al., 2012;<br />

Yalçin y Ünlü, 2017). Con este análisis, apoyado en el ratio de valuación,<br />

se obtiene la primera forma Ratio+CRITIC, se normaliza cada variable<br />

explicativa con la finalidad de tener valores que oscilen entre 0 y 1, lo que<br />

nos permitirá calcular sus ratios globales (Aznar et al., 2012) y con este ratio<br />

se calculó el valor por variable del sujeto en cuestión.<br />

CRITIC está basado en el enfoque de la desviación estándar (Jahan et<br />

al., 2012), así que posteriormente se calcula ésta a cada variable; con su<br />

resultado, se calcula el Coeficiente de Correlación, usado comúnmente para<br />

medir la dependencia entre dos variables (Jahan et al., 2012), y posteriormente<br />

se calculan los coeficientes de correlación entre las variables.<br />

La desviación estándar y el coeficiente de correlación de Pearson nos<br />

darán la información necesaria para obtener la ponderación relativa (P)<br />

de cada una de las variables explicativas utilizando la siguiente expresión:


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 725-754<br />

735<br />

(1)<br />

Donde: P j<br />

es el peso relativo (cantidad de información contenida en<br />

la variable) j, σ j<br />

es la desviación estándar de la variable j y r jk<br />

es el coeficiente<br />

de correlación de los criterios j y k.<br />

Como paso final se normaliza la información para obtener pesos o<br />

ponderaciones objetivas (W), mediante la siguiente ecuación:<br />

(2)<br />

Donde W j<br />

es el peso objetivo de la variable j, P j<br />

es el peso relativo de<br />

la variable y P k<br />

es la sumatoria del peso de las variables j.<br />

Como se comentó, este método es comparativo; en nuestro caso, su<br />

característica es que toda la información referida a las ponderaciones y al<br />

valor a calcular se obtienen de la base de datos de los inmuebles registrados<br />

con características similares (Roca, 1986).<br />

La información utilizada proviene de la BD de catastro y del Libro<br />

Verde (AMPI, 2018). De esta manera se obtiene una BD comparable<br />

donde se conoce el valor, tal como se ha registrado, y una serie de datos<br />

para las variables que comprenden el total de la información, lo cual genera<br />

una matriz. Toda esta información es necesaria para calcular las ponderaciones<br />

y el valor de un inmueble, paso importante para llegar al cumplimiento<br />

del objetivo de nuestro estudio: demostrar la inequidad del valor<br />

catastral; ya obtenidas las ponderaciones y usando el valor calculado por<br />

variable de los ratios, se obtiene el valor del sujeto o de los sujetos en<br />

cuestión. A este procedimiento se le conoce como Ratio+CRITIC.<br />

V x<br />

= w v1<br />

× $ RV1<br />

+ w v2<br />

× $ RV2<br />

+ … w vn<br />

× $ RVn<br />

(3)<br />

Donde V x<br />

es el valor del sujeto, w v1<br />

corresponde al valor del peso de<br />

la variable, $ RV1<br />

se refiere al valor en $MXN, obtenido del ratio de la<br />

variable.<br />

De la misma manera que el proceso anterior, a partir de la desviación<br />

estándar y del coeficiente de correlación se obtienen los pesos de cada<br />

variable mediante la ecuación 2, para posteriormente conseguir la pon-


736 L. A. Colado Velázquez et al.: Inequidad en el impuesto inmobiliario: análisis multicriterio...<br />

deración individual de cada comparable establecida en la NBD; así,<br />

tendremos un peso individual por cada inmueble.<br />

w c<br />

= w vc1<br />

× f nv1<br />

+ w vc2<br />

× f nv2<br />

+ … w vcn<br />

× f nvn<br />

(4)<br />

Donde W c<br />

corresponde al peso del comparable, W vc<br />

se refiere al peso<br />

de la variable del comparable y f nv<br />

es el factor normalizado de la variable.<br />

De esta manera, al conocer los precios de los comparables y sus pesos,<br />

se obtiene el ratio global, que nos servirá para calcular el valor de cada<br />

inmueble seleccionado como sujeto de obtención de valor. Conforme a<br />

lo establecido por Aznar y Guijarro (2012), utilizando el ratio global<br />

multiplicándolo por la ponderación individual del inmueble se obtiene<br />

su valor. Este proceso es conocido como CRITIC+Ratio.<br />

Obtenidas las ponderaciones en relación con la NBD, mediante el uso<br />

de CRITIC, se procedió a calcular los valores catastrales en $MXN de<br />

una muestra de 26 viviendas, que fueron analizadas con base en los modelos<br />

Ratio+CRITIC y CRITIC+Ratio antes descritos. Se compararon los<br />

valores obtenidos entre categorías (M2-M7) para verificar la homogeneidad<br />

entre ellas, mediante el Análisis de Varianza (ANDEVA) de doble vía con<br />

prueba post hoc de Holm-Šidák, tomando como valor para significancia<br />

estadística de p


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 725-754<br />

737<br />

variables seleccionadas. La ponderación de la variable V UCI<br />

en la categoría<br />

M5 tiene diferencia significativa de (p


738 L. A. Colado Velázquez et al.: Inequidad en el impuesto inmobiliario: análisis multicriterio...<br />

M3 vs M5. En el caso de la variable V UC<br />

, en ninguna de sus comparaciones<br />

se encontraron diferencias significativas.<br />

En la tabla 4 se muestran las ponderaciones de las variables RVCO/<br />

VMA, RVCO/VMI, RVCI/VCO, RVMA/VCI, RVMI/VCI con diferencias<br />

significativas en todas las categorías.<br />

Tabla 4<br />

Temperaturas 3<br />

Fuente: elaboración propia con base en las ponderaciones porcentuales, calculadas por el método<br />

CRITIC en Microsoft Excel 2010.<br />

4.2. Precios<br />

Los precios arrojados por Ratio+CRITIC y CRITIC+Ratio generan un<br />

modelo de cálculo estandarizado de los valores, tomando en cuenta las<br />

ponderaciones parciales de cada variable; para las Categorías Catastrales<br />

de Vivienda M2 a M7 se analizaron 26 viviendas, de las cuales se conocía<br />

su valor catastral oficial y su valor de mercado, según datos del AMPI.<br />

Al analizar los precios obtenidos utilizando ANDEVA de doble vía,<br />

con la prueba post hoc de comparaciones múltiples de Holm-Šidák con<br />

99% de significancia, cada una de las viviendas seleccionadas acusó un<br />

comportamiento homogéneo en los valores de cada categoría; es posible<br />

observar cambios entre categorías, porque se obtienen valores en $MXN<br />

y es normal que una vivienda de categoría M2 sea más económica que<br />

una vivienda de categoría M7.<br />

El análisis de comparaciones múltiples muestra dicha homogeneidad<br />

entre las metodologías de valoración RATIO+CRITIC, CRITIC+RATIO


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 725-754<br />

739<br />

y los valores catastrales oficiales; sin embargo, entre los valores catastrales<br />

inferidos, valor comercial AMPI y valor comercial inferido se encontraron<br />

diferencias significativas en las categorías catastrales de vivienda M5, M6<br />

y M7 (p


740 L. A. Colado Velázquez et al.: Inequidad en el impuesto inmobiliario: análisis multicriterio...<br />

Gráfica 2<br />

Ratios de valores calculados<br />

Fuente: elaboración propia con base en los valores medios de los ratios calculados en la base de<br />

datos obtenidos en ICES y el AMPI, en el software Graphpad Prism 7.0.<br />

el análisis multicriterio. Si las ponderaciones de las variables fuesen homogéneas,<br />

debería esperarse homogeneidad en las magnitudes de los ratios de<br />

precios calculados entre cada categoría analizada. Sin embargo, se observa<br />

que al realizar ratios entre los precios calculados con metodología multicriterio<br />

estandarizada (Ratio+CRITIC y CRITIC+Ratio), existen discrepancias<br />

estadísticamente significativas (p


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 725-754<br />

741<br />

Ambos métodos fueron examinados debido a la necesidad de obtener<br />

amplia información, tanto de valor como de variables explicativas a utilizar;<br />

asimismo, por la exigencia de precisión, era imperativo que fueran<br />

numerosas. Sin embargo, las fuentes nos obligan a utilizar información<br />

subjetiva al quedar al arbitrio de los valuadores, debido a las características<br />

del bien o bienes a analizar.<br />

Humarán (2010) y Aguiló (2002) sugieren el uso inicial del Modelo<br />

de Precios Hedónicos (Ridker y Henning, 1967), mediante el cual se<br />

utiliza la variable de contaminación ambiental que modifica el valor de<br />

las viviendas. Destacan el uso de atributos endógenos (internos) y exógenos<br />

(externos), que tienden a ser interpretados subjetivamente, lo cual se<br />

busca evitar en este estudio. Asimismo, Calatrava (2003) y Núñez et al.<br />

(2008) subrayan las dificultades en el uso de método de precios hedónicos<br />

debido a que se enfoca en la necesidad de obtener un gran <strong>número</strong> de<br />

variables y la subjetividad que ello implica.<br />

Todos los métodos coinciden en un punto: dar certidumbre a la información<br />

empleada en los cálculos (Aznar y Guijarro, 2012); por eso se<br />

busca la objetividad de la información con el propósito de reducir o eliminar<br />

todo sesgo proveniente de la apreciación subjetiva; para este fin se<br />

encuentran las Metodologías Multicriterio para la toma de decisiones.<br />

Entre estos métodos se encuentra el Modelo Analítico Jerárquico (AHP,<br />

por sus siglas en inglés), que a juicio de Olson (1988), Mu y Pereyra Rojas<br />

(2017), Moreno-Jiménez et al. (1998), Hartwich (1998) y Escobar y<br />

Moreno (1997) presenta dificultades e inconvenientes relacionados con<br />

la subjetividad, a pesar de ser el más utilizado.<br />

Otros métodos que abordan el problema de la subjetividad son<br />

MAUT y ELECTRE, descritos por Berumen y Llamazares Redondo<br />

(2007); el mismo caso sucede con el método PROMETHEE, mediante<br />

el cual el usuario puede colocar valores arbitrarios a las ponderaciones,<br />

tal como lo mencionan Brans y Mareschal (2005), o el método TOPSIS,<br />

aplicado al análisis de tractores agrícolas por García-Alcaraz y Noriega<br />

(2008), que nos habla sobre la subjetividad que interviene en el proceso<br />

de dicho método.<br />

También encontramos el Método de Programación por Metas (GP),<br />

usado por Charnes y Cooper (1968), que tiene el inconveniente del sesgo<br />

de la subjetividad del operador del método. A su vez, en su estudio, López-<br />

Ospina y López (2010) señalan que obtener un valor real del objeto o de<br />

los objetos con el Método GP es complicado, ya que solamente se obtiene<br />

información parcial. Así, con esta subjetividad, este método es aplicado<br />

a la valoración inmobiliaria y de empresas por autores como Aznar et al.<br />

(2011) y Aznar y Guijarro (2012), entre otros.


742 L. A. Colado Velázquez et al.: Inequidad en el impuesto inmobiliario: análisis multicriterio...<br />

Las dificultades metodológicas anteriores han motivado la búsqueda<br />

de un método más objetivo (Diakoulaki et al., 1995; Alemi-Ardakani<br />

et al., 2016; Liu y Zhao, 2013), mediante el cual las ponderaciones son<br />

obtenidas de la misma base de datos descartando la percepción del<br />

investigador. Como lo establece Pellice (2008), el CRITIC o método<br />

Diakoulaki es exclusivo para el cálculo de ponderaciones y cuando se<br />

acompaña del ratio de valuación (Caballer y Aznar, 2004; Aznar y<br />

Guijarro, 2012) se obtienen valores inmobiliarios (Aznar et al., 2016;<br />

Aznar y Guijarro, 2012).<br />

Al obtener la ponderación de las categorías catastrales analizadas<br />

mediante la metodología multicriterio Ratio+CRITIC y CRITIC+Ratio,<br />

encontramos diferencias entre el peso de las variables y la categoría catastral<br />

de la vivienda utilizada. Se observa la diferencia del peso o ponderación<br />

de cada variable referida a su categoría de manera ilustrativa en las<br />

tablas, donde se puede apreciar, mediante la siguiente escala de color, el<br />

identificador rojo para el valor más bajo, para valores intermedios el color<br />

amarillo y para valores estimados como altos, el color azul, que representan<br />

la importancia porcentual de la ponderación obtenida con respecto a<br />

la variable.<br />

Con la Información Catastral en la tabla 2 se observa el comportamiento<br />

de algunas variables. Analizamos los valores obtenidos para la<br />

variable M 2 S, la categoría catastral de vivienda M7 tiene una importancia<br />

de 6.53%, seguida de M2 con 4.29% y M3 con 4.12%, entendiendo que<br />

éstas son las categorías cuya variable tuvo importancia alta; con respecto<br />

a M4, M5 y M6, la importancia obtenida en la variable fue media.<br />

Con relación a la variable V USD<br />

, observamos que para la Categoría<br />

Catastral de vivienda M6 se obtuvo un valor de 1.05%, seguida de M5<br />

con 2.57%. Las consideramos de importancia baja con respecto al resto<br />

de categorías (M2, M3, M4 y M7) porque sus porcentajes oscilan de<br />

2.89% a 3.38%, representando una importancia media. En la variable F D<br />

se obtuvieron los siguientes resultados: la categoría M6, 8.56%, con<br />

importancia muy alta; M5, con 5.99%; M4, con 5.58% (importancia alta)<br />

y M2 con 4.42% (importancia media); a su vez, las categorías M3 con<br />

2.21% y M7 con 1.92%, arrojaron importancia considerada como baja.<br />

En la variable V CP<br />

se encontró lo siguiente: la categoría M2, 7.77%<br />

(muy alta); M3, 7.49% y M7, 6.74% (altas); M5, 5.17% y M4, 4.95%<br />

(media alta) y por último M6, con 3.74% (importancia media); la variable<br />

F DC<br />

arrojó a su vez: M6, 10.58% (muy alta importancia); M2, 7.78%<br />

y M5, 7.16% (importancia alta); M4, 6.81% y M3, 5.19% (importancia<br />

media alta) y por último M7, con 2.62% (importancia baja).<br />

Por otro lado, la variable V CCN<br />

, en la categoría catastral de vivienda,<br />

presentó lo siguiente: M6, 8.94% (importancia muy alta); M2, 6.86% y


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 725-754<br />

743<br />

M3, 6.40% (importancia alta); M7 y M5, 4.43 % y 4.23%, respectivamente<br />

(importancia media); con referencia a las variables V CI<br />

y V CO<br />

, las<br />

categorías M6, M3 y M2 obtuvieron una importancia alta, M7 una<br />

importancia media y las categorías M4 y M5 tendieron a una importancia<br />

baja.<br />

Podemos advertir que en variables como V USP<br />

o V UCD<br />

se obtuvo una<br />

ponderación de 0% en todas las categorías catastrales de vivienda; en la<br />

variable V CRN<br />

o en V CoRN<br />

se observa un comportamiento más razonable<br />

en sus ponderaciones por categoría catastral, que exige el tipo de comportamiento<br />

que se debería observar al existir una razón acorde con el<br />

mercado y el catastro; sin embargo, la naturaleza de las características de<br />

los inmuebles nos obliga a considerar que siempre habrá variables más<br />

importantes que otras, pero en el caso de las categorías catastrales de<br />

vivienda, la importancia de cada variable debería de ser similar en todas<br />

las categorías.<br />

Tomemos como ejemplo el siguiente: en la variable F D<br />

el ideal sería que<br />

todas las categorías catastrales de vivienda fueran de importancia alta,<br />

media o baja; entendiendo que podría haber variaciones, pero éstas deberían<br />

de ser mínimas. Lo mismo debería suceder con cada una de las variables<br />

que conforman el valor catastral con respecto a las categorías<br />

catastrales de vivienda.<br />

En lo que respecta a las variables que conforman el mercado (AMPI), en<br />

la tabla 3 observamos que la variable V USA<br />

en las categorías M2, M3, M4 y<br />

M5 presenta una importancia baja, pero en M6 obtuvo una ponderación<br />

muy baja y en M7 una ponderación media.<br />

En el caso de la variable V MC<br />

se advierte una importancia alta; se puede<br />

notar que M4 (con 10.54%) y M5 (con 11.97%) son las categorías que<br />

concedieron mayor importancia a la variable, en comparación con M6,<br />

que tiene 7.14%, y M2 con 6.13%. A pesar de considerarse como altas,<br />

están entre 5 y 6 puntos porcentuales debajo de la más alta, por lo cual<br />

caemos en la misma problemática de no equidad, ya que se esperaría que<br />

sus ponderaciones fueran similares entre categorías catastrales y no con<br />

saltos abruptos en el valor de su ponderación en cada categoría con relación<br />

a la variable. Las variables V MI<br />

y V MA<br />

presentan ponderaciones similares<br />

en sus categorías correspondientes.<br />

En la tabla 4 se alojan las ponderaciones sobre los ratios trabajados.<br />

En M4 se alcanzaron las más altas con respecto a las demás categorías,<br />

con excepción en el ratio R VCI/VCO<br />

, en el que todas las categorías resultaron<br />

con ponderación muy baja, por lo que se observa lo que afirma<br />

Madrid (2010): este método permite ubicar los atributos más importantes.<br />

Nuestro enfoque busca la justicia tributaria, la cual se cumpliría si<br />

existiera correspondencia entre el valor catastral y el valor de mercado de


744 L. A. Colado Velázquez et al.: Inequidad en el impuesto inmobiliario: análisis multicriterio...<br />

los inmuebles en cuestión, como lo señala Llombart (1996). Por otra<br />

parte, con el método CRITIC no sólo es posible obtener la importancia<br />

o peso de un atributo, permitiendo con ello que se obtenga un precio o<br />

valor, sino que además nos ayuda a tomar una decisión en función de<br />

todas las variables según su importancia, de acuerdo con la contextualización<br />

de los modelos multicriterio de Carrasco y Martel (2017), pues<br />

con base en una ponderación podremos decidir una acción.<br />

La ponderación de cada variable debería tener el mismo valor por<br />

cada categoría. No obstante, las diferencias encontradas entre cada categoría<br />

catastral nos permiten concluir que existe inequidad del valor<br />

catastral de vivienda con respecto al pago de los tributos inmobiliarios,<br />

como lo indica el título de nuestro trabajo.<br />

Conclusiones<br />

El propósito de este trabajo ha sido generar un análisis con la información<br />

emanada de la BD de la delegación sur del ICES, mediante el uso de<br />

métodos multicriterio. En este caso, con el método CRITIC y el Ratio<br />

de valuación, se calcularon las ponderaciones del valor catastral en cada<br />

categoría de vivienda del Instructivo de Valuación del ICES, donde se<br />

encontraron diferencias significativas entre ponderaciones de las variables<br />

que conforman el valor catastral y que a la postre influyen en la tributación<br />

inmobiliaria.<br />

En esta parte del trabajo, una vez analizadas todas las variables, podemos<br />

responder nuestra pregunta central: ¿existe equidad en estos valores<br />

obtenidos? El procedimiento utilizado nos permitió obtener precios en<br />

$MXN por vivienda de las categorías trabajadas, los cuales fueron estandarizados<br />

con base en el modelo generado, por lo cual arribamos a los<br />

siguientes resultados:<br />

A simple vista se advierte que los porcentajes de las ponderaciones<br />

encontradas en las categorías analizadas (M2 a M7) presentan variaciones<br />

en el mismo criterio, lo que arroja que, para algunas categorías, las<br />

variables tengan más importancia que otras, afectando así desproporcionadamente<br />

el valor de cada vivienda, ya que si esta información fuera<br />

correcta desde su concepción en la BD, la ponderación de cada variable<br />

por categoría catastral sería aproximadamente similar.<br />

Se encontró que la Ponderación Porcentual de las variables (tablas 2,<br />

3 y 4) tiene un efecto en el Valor Catastral, ya que a mayor grado porcentual<br />

de la ponderación habrá una influencia de aumento en el valor catastral<br />

y viceversa. Es importante recordar que la Categoría Catastral M2 es


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 725-754<br />

745<br />

la más económica y aumenta progresivamente hasta la categoría M7<br />

como la más onerosa.<br />

Lo anterior lo abordamos en los siguientes ejemplos con las variables<br />

explicativas en las que intervienen el grueso de los valores en un inmueble,<br />

como son el suelo y la construcción. Veamos enseguida los siguientes<br />

análisis de las propias tablas:<br />

1. En la variable Metros Cuadrados de Construcción (M 2 C), la Categoría<br />

M2 tiene una ponderación porcentual e influencia en el valor<br />

catastral de 3.58%, mayor que M4 y M6.<br />

2. En la variable Metros Cuadrados de Suelo (M 2 S), la ponderación<br />

porcentual e influencia en el valor catastral de la categoría M2 es de 4.29%,<br />

mayor que M3, M4, M5, M6 y menor que M7.<br />

3. Asimismo, observamos que en la variable Valor Catastral del Predio<br />

(V CP<br />

), la ponderación porcentual y la influencia de valor es mayor en las<br />

categorías M2 y M3, con 7.77% y 7.49%, respectivamente, seguido de<br />

M7 con 6.74%; M4, M5 y M6 se constituyen como las más bajas.<br />

4. En la variable Valor Catastral de Construcción Neto (V CCN<br />

), la<br />

ponderación porcentual y la influencia de valor es mayor en las categorías<br />

M2 y M3, con 6.86% y 6.40% respectivamente, seguidas de M3, M4, M5<br />

y M7 como las más bajas, y la M6 con 8.94%, en este caso como la más alta.<br />

Estos señalamientos pueden ser repetitivos en cada una de las variables,<br />

pero con estos ejemplos se puede afirmar que, en lo general, estas<br />

diferencias significativas observables en las ponderaciones para las<br />

variables explicativas nos demuestran que éstas −y sobre todo las que<br />

tienen mayor importancia de valor como Valor Catastral del Predio<br />

(V CP<br />

) y de Valor Catastral de Construcción Neto (V CCN<br />

)− tienen su<br />

origen en la deficiente elaboración de la base de datos catastrales.<br />

Así tenemos que las categorías M2 y M3, que son las más económicas,<br />

propias de los sectores sociales más vulnerables de la sociedad debido a su<br />

mayor ponderación porcentual, sufren un mayor impacto en el valor<br />

catastral, ya que se ubican en un rango de pago más alto al que le corresponde<br />

(tabla 5), lo cual implica una mayor tributación inmobiliaria. Un<br />

dato importante que observamos es que las viviendas con categorías M2<br />

y M3 (clase baja y media baja) constituyen 78% (análisis espacial mapa<br />

digital Inegi) del total de viviendas en la zona urbana de un total de 146,636<br />

viviendas, que nos muestra cómo las clases sociales media, media alta y<br />

alta son beneficiadas al momento de pagar sus impuestos inmobiliarios.<br />

También tenemos que en la categoría catastral M6, las variables Factor<br />

de Demérito (FD), Factor de Demérito de Construcción (FDC) y Valor<br />

Catastral de Construcción Neto (VCCN) presentan una mayor ponderación<br />

porcentual que la categoría M7, lo cual deriva en una mayor carga<br />

impositiva a la categoría M6, mientras que la M7 –que es la más onerosa–


746 L. A. Colado Velázquez et al.: Inequidad en el impuesto inmobiliario: análisis multicriterio...<br />

Tabla 5<br />

Rangos de valores para el pago del impuesto predial<br />

Fuente: Periódico Oficial del Estado de Sinaloa, núm. 158, viernes 15 de diciembre de 2017.<br />

puede presentarse con un valor catastral que lo ubique en un rango menor<br />

para el pago de impuestos. Se vuelve a repetir el caso de que la clase social<br />

alta (M7) paga menos impuestos que la clase social media alta (M6).<br />

La Ley de Hacienda Municipal para el Estado de Sinaloa establece las<br />

reglas para el cobro de impuestos, entre ellos el predial. Cada año, el<br />

Instituto Catastral del Estado de Sinaloa publica la tarifa del Impuesto<br />

Predial que reproducimos en la tabla 5, compuesta de 11 rangos de valores<br />

que contienen los valores de los predios, tanto construidos como<br />

baldíos con la cuota fija y tasa correspondiente.<br />

El pago de impuestos se rige por rangos de valor y no por categorías,<br />

así que una categoría M2 puede llegar a tener un valor tal que se ubique<br />

en un rango igual o mayor a una categoría M3 o hasta M4, y por lo tanto<br />

tendrá una tributación mayor. Por otro lado, una categoría M6 puede<br />

tener un valor tal que la ubique en un rango de pago mayor que el que<br />

se tenga para una categoría M7. Esto es una negación de la justicia tributaria<br />

y una injusticia social: ejemplifica precisamente la existencia de<br />

inequidad en el pago de los impuestos.<br />

Mediante el uso de esta metodología multicriterio se aporta una solución<br />

al ámbito de la valoración catastral, pues revela la importancia de las<br />

variables que componen el valor catastral en la localidad de Mazatlán,<br />

Sinaloa, bajo los criterios establecidos por el ICES; con esto se demuestra<br />

que se incumple el principio de equidad, ya que el valor expresado<br />

para cualquier inmueble establecido en las diferentes categorías catastrales<br />

de vivienda presenta diversas ponderaciones para una misma variable,


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 725-754<br />

747<br />

afectando los valores que son aplicados para el cobro de los impuestos<br />

inmobiliarios.<br />

Por ley, en los impuestos (en este caso el predial) se establece una correcta<br />

aplicación de la equidad en términos horizontales y verticales, pero si desde<br />

su concepción el valor catastral tiene divergencias, se incurre en la inequidad<br />

para los contribuyentes, ya que unos terminan pagando más que otros<br />

en dicha tributación y, por lo tanto, no se cumple con el espíritu de la<br />

bien llamada Justicia Tributaria.<br />

La presente investigación no agota sin embargo las líneas de trabajo en<br />

lo referente a la valoración mediante el uso de metodología multicriterio<br />

enfocado al catastro. Esto se puede mejorar y afinar en nuevas investigaciones,<br />

mediante diferentes métodos que permitan comparar e incluir,<br />

tanto la información objetiva como subjetiva, así como desarrollar un<br />

método que genere un ajuste en las diferencias que pudiesen aparecer en<br />

los pesos de las variables para poder dar un mayor sustento al resultado de<br />

valor y una confianza en términos de igualdad tributaria a los contribuyentes,<br />

magno objetivo de la equidad fiscal.<br />

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3846/20294913.2016.1213201.<br />

Recibido: 12 de enero de 2020.<br />

Reenviado: 6 de mayo de 2020.<br />

Aceptado: 15 de julio de 2020.<br />

Luis Alfonso Colado Velázquez. Maestro en valuación inmobiliaria por<br />

la Universidad Autónoma de Durango, actualmente cursa el programa<br />

doctoral en Gestión y Valoración Urbana y Arquitectónica de la Universidad<br />

Politécnica de Cataluña, con adscripción en la Escuela de Ingeniería<br />

Mazatlán de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Su línea de<br />

investigación es la valoración inmobiliaria.<br />

Josep Roca Cladera. Doctor en arquitectura. Actualmente es catedrático<br />

de Arquitectura legal, Derecho urbanístico y Valoraciones del Departamento<br />

de Construcciones Arquitectónicas I y director del Centro de Política<br />

de Suelo y Valoraciones (CPSV) de la Universitat Politècnica de<br />

Catalunya, impulsor del Laboratorio de Modelización Virtual de la Ciudad,<br />

en el marco del CPSV y la Escuela T.S. Arquitectura y el Departamento<br />

de Expresión Gráfica. Sus líneas de investigación se enfocan en cambio<br />

climático, estudios metropolitanos, valoración de propiedad, planificación<br />

urbana y regional, ecología urbana, islas de calor urbano, clima urbano,<br />

efectos ambientales térmicos urbanos, asentamientos humanos y estudios<br />

urbanos. Entre sus últimas publicaciones se encuentran, como coautor:<br />

“Preferencias de la demanda sobre los materiales de construcción del<br />

inmueble residencial: caso de estudio con el Análisis Conjunto Adaptativo”,<br />

ACE: Architecture, City and Environment, 15 (43), Barcelona,<br />

Universitat Politècnica de Catalunya, pp. 1-22 (2020); “Consecuencias<br />

hidrológicas del cambio climático en entornos urbanos”, ponencia presentada<br />

en XIII CTV 2019 Proceedings: XIII International Conference<br />

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Iván Humarán Nahed. Doctor en gestión y valoración urbana y arquitectónica<br />

por la Universidad Politécnica de Cataluña; líder del cuerpo<br />

académico del Centro de Estudios de Valoraciones y Estudios Urbanos;<br />

profesor-investigador tiempo completo en la Universidad Autónoma de<br />

Sinaloa. Sus líneas de investigación se enfocan en valoraciones inmobiliarias.<br />

Entre sus últimas publicaciones se encuentran, como coautor:<br />

“Tecnología de drones, herramienta para el valuador inmobiliario”, <strong>Revista</strong><br />

de Investigación en Tecnologías de la Información: (RITI), 7 (13), Barcelona,<br />

Sistema Educativo de Investigación Científica e Innovación Tecnológica<br />

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Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 755-786<br />

DOI: https://doi.org/10.22136/est20201613<br />

Centro Tradicional de Negocios<br />

de Toluca, 2000-2010: ¿oportunidad<br />

o decadencia?<br />

755<br />

Traditional Business Center of the city of<br />

Toluca, 2000-2010: opportunity or<br />

decadence?<br />

Luis Giovanni Ramírez Sánchez *<br />

Abstract<br />

This paper consists of the analysis of the vitality or decline of the Traditional Business<br />

Center of Toluca (CTN), based on key variables: population, employment, and marginalization.<br />

The objective of this text is to examine if the CTN remains a vibrant and<br />

attractive place for urban activities or if, on the contrary, it is on a declining path.<br />

Unfortunately, the results show that more than 65% of the Basic Geostatistical Areas<br />

(AGEB) of the CTN register some degree of decline. The action or inaction of government<br />

agencies and organized society can contribute to the rescue of the CTN or accelerate<br />

its decline.<br />

Keywords: traditional business center, decadence, population, employment, marginalization.<br />

Resumen<br />

Este trabajo consiste en el análisis de la vitalidad o decadencia del Centro Tradicional<br />

de Negocios de Toluca (CTN) a partir de variables clave: población,<br />

empleo y marginación. El objetivo de este texto es examinar si el CTN se mantiene<br />

como un lugar vibrante y atractivo para las actividades urbanas o si, por el<br />

contrario, está en una trayectoria de decadencia. Lamentablemente, los resultados<br />

muestran que más de 65% de las Áreas Geoestadísticas Básicas (AGEB) del<br />

CTN registran algún grado de decadencia. La acción o inacción de las instancias<br />

gubernamentales y de la sociedad organizada pueden contribuir al rescate del<br />

CTN o acelerar su decadencia.<br />

Palabras clave: centro tradicional de negocios, decadencia, población, empleo,<br />

marginación.<br />

* El Colegio Mexiquense, A.C., correo-e: lramirez@cmq.edu.mx


756 L. G. Ramírez Sánchez : Centro Tradicional de Negocios de Toluca, 2000-2010...<br />

Introducción<br />

Durante los años sesenta se realizaron violentas manifestaciones urbanas<br />

en distintos países del mundo occidental con las que se evidenció que una<br />

gran cantidad de ciudades de países desarrollados presentaban serios<br />

problemas sociales, económicos y físicos en sus áreas centrales (Inner cities);<br />

Estados Unidos e Inglaterra fueron los que más sufrieron este tipo de<br />

problemas (Díaz, 2011). El término ciudades centrales se usa en Estados<br />

Unidos para referirse a la ciudad original y más antigua de las metrópolis;<br />

para el caso mexicano (y latinoamericano, quizá) equivaldría al área tradicionalmente<br />

vinculada al Centro Tradicional de Negocios (CTN)<br />

(Garrocho y Campos, 2007), a la parte fundacional de la ciudad (Carrión,<br />

2010).<br />

En las ciudades mexicanas y latinoamericanas, el CTN tiene un papel<br />

estratégico en la vida social y económica de las áreas urbanas, tanto por<br />

sus características simbólicas (e.g. históricas) como funcionales (e.g. principal<br />

nodo de transporte público y de comercio peatonal) (Carrión, 2010).<br />

Por tanto, la ciudad latinoamericana requiere un CTN dinámico, que sea<br />

motor potente de crecimiento económico y desarrollo social (Coulomb,<br />

2012; 2018).<br />

La problemática de las ciudades centrales ha sido tema de innumerables<br />

e intensos debates político-académicos (Fisher y Wingo, 2017);<br />

diversos gobiernos han invertido enormes cantidades de dinero para poner<br />

en práctica políticas de regeneración urbana enfocadas a revitalizar las<br />

zonas centrales de las ciudades (Jorgenson et al., 2010); por su parte, los<br />

académicos se han dado a la tarea de detectar estos procesos de decadencia,<br />

identificar sus causas y aportar propuestas de soluciones. Los ejemplos<br />

son diversos (Bingham, 2018; Ghose y Huxhold, 2017), incluso en México<br />

(Garrocho, 1994; Garrocho y Campos, 2009).<br />

No obstante, a pesar de los esfuerzos que se han realizado por evadir<br />

los problemas de las ciudades centrales en diversas partes del mundo, la<br />

decadencia persiste y parece que paulatinamente tiende a profundizarse en<br />

diversas ciudades del primer mundo (Wagner et al., 2019), de Latinoamérica<br />

(Carrión, 2010) y de México (González, 2018; Flores et al., 2013). Este<br />

proceso de decadencia se manifiesta de diversas maneras, pero muy claramente<br />

en términos de desempleo, deterioro social y pobreza, lo que incrementa<br />

las desigualdades sociales y la degradación del medio ambiente<br />

(desde Robson, 1988, hasta Turok et al., 2019).<br />

En México, el estudio de los CTN se ha enfocado casi exclusivamente<br />

a las grandes ciudades del centro del país: Ciudad de México, Puebla,<br />

Querétaro y Toluca, principalmente (Salinas, 2013); la evidencia no es<br />

abundante, pero se sabe que sería un error pensar que los problemas que


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 755-786<br />

757<br />

registran los CTN de las grandes ciudades mexicanas y latinoamericanas<br />

son iguales y tienen las mismas causas que los de las áreas centrales de las<br />

ciudades del primer mundo (Pauta, 2019).<br />

Sin embargo, para el caso de México, sí es relevante considerar que<br />

nuestros sistemas metropolitanos están inmersos en un contexto altamente<br />

globalizado con intensas interacciones macro-regionales con Estados<br />

Unidos y Canadá; por esto, la evidencia disponible muestra que diversas<br />

ciudades mexicanas sufren problemas en sus CTN que tienen cierta<br />

similitud con los de las áreas centrales de algunas de países desarrollados<br />

(Simmons et al., 2016; 2018).<br />

Así las cosas, se puede plantear la hipótesis de que los CTN de las<br />

grandes metrópolis mexicanas registran un proceso de decadencia, similar<br />

en lo general a los que presentan las áreas centrales de ciudades de países<br />

desarrollados, pero diferente en sus singularidades.<br />

En este documento se evalúa la situación del CTN de la Zona Metropolitana<br />

de Toluca (ZMT); es un trabajo de investigación orientado a la<br />

formulación de políticas públicas. Se analizan tres aspectos clave que<br />

reporta la literatura especializada: la evolución de las oportunidades de<br />

empleo, el proceso de crecimiento demográfico y los cambios en los<br />

niveles de marginación social (Shen y Kee, 2017) y que ya han sido considerados<br />

para analizar el CTN de ciudades mexicanas (Garrocho, 1994).<br />

1. Definiciones y elementos teóricos básicos<br />

1.1. Ciudad central y Centro Tradicional de Negocios<br />

Gran parte de la literatura latinoamericana ha considerado como sinónimos<br />

los conceptos de ciudad central y CTN. La ciudad central es un concepto<br />

norteamericano que se refiere al asentamiento original de las grandes<br />

ciudades que luego se expandieron de manera discontinua (v.g. sprawiling),<br />

dejando atrás a los más pobres y vulnerables (Leduff, 2014). El concepto<br />

de ciudad central supone problemas en su definición teórica y operativa<br />

(Toribio, 2004). De acuerdo con Garrocho y Flores (2009), la ciudad<br />

central no presenta continuidad en su distribución espacial, sus límites<br />

son ambiguos e inciertos y en muchas ocasiones no tiene su localización<br />

en el centro de la zona urbana.<br />

En algunos casos, la ciudad central puede estar definida por los cascos<br />

históricos e industriales más antiguos y se puede ubicar entre el centro<br />

tradicional de la ciudad o los llamados distritos centrales de negocios<br />

(CBD: por sus siglas en inglés) y los suburbios (Díaz y Escamilla, 2018).


758 L. G. Ramírez Sánchez : Centro Tradicional de Negocios de Toluca, 2000-2010...<br />

Se puede decir que la ciudad central es una zona de transición, de<br />

acuerdo con el modelo de anillos concéntricos de Burgess (1925), pero<br />

varía en forma, extensión y localización; actualmente, la ciudad central<br />

ha cambiado su estructura de monocéntrica a policéntrica (Fuentes y<br />

Hernández, 2015; Vecslir, 2019). Esto le ha ocasionado una pérdida de<br />

centralidad y una disminución de su importancia ocupacional respecto a<br />

otras áreas de la ciudad (Salazar y Sobrino 2010).<br />

Usualmente, la ciudad central se localiza cercana al CBD de la ciudad,<br />

está ocupada por grupos de población de bajos ingresos que no pueden<br />

pagar renta en otras zonas de la ciudad, hay viviendas deterioradas, con<br />

hacinamiento y baja disponibilidad de bienes, servicios y empleo (Gregory<br />

et al., 2009; Sobrino, 2007).<br />

El CTN en México y en múltiples ciudades latinoamericanas coincide<br />

geográficamente con el centro histórico (Simmons et al., 2018). Como<br />

lo dice muy bien Carrión (2010), se trata de un espacio público por<br />

excelencia, un elemento articulador de la ciudad y debe ser siempre un<br />

Gran Proyecto Urbano. En el siglo XXI, la centralidad histórica de las<br />

ciudades latinoamericanas debe mantener su simbolismo, pero debe<br />

rediseñarse para cumplir nuevas funciones y ser un potente motor del<br />

desarrollo urbano, una plataforma de innovación. “La centralidad histórica<br />

debe ser entendida como proyecto y no sólo como memoria” (Carrión,<br />

2010; 2005: 90).<br />

El concepto ciudad central es más funcional que espacial. Se refiere<br />

a un efecto del proceso de urbanización, no a una localización (Arteaga,<br />

2005; Garrocho y Campos, 2007; Suárez-Lastra y Delgado-Campos,<br />

2010); implica la presencia de diversos atributos negativos en una o varias<br />

zonas del área urbana que, en conjunto, han llegado a conformar la idea<br />

de la ciudad central como área problema. En cambio, el CTN en las<br />

ciudades mexicanas es un espacio simbólico de vital importancia para<br />

toda la ciudad. No se quedó atrás por un proceso de urbanización disperso<br />

que discrimina a los más pobres, sino por la competencia de nuevas<br />

centralidades urbanas altamente competitivas, enfocadas al sector terciario,<br />

apalancadas en clústeres de negocios modernos y planificados que<br />

discriminan a los menos eficientes (Simmons et al., 2018).<br />

En estos términos, se puede afirmar que en las ciudades mexicanas no<br />

existen las ciudades centrales, como en los países del primer mundo<br />

(especialmente en Estados Unidos de América), lo que sí existen son los<br />

CTN, que implican mucho más que las ciudades centrales, ya que tienen<br />

un profundo valor histórico, social, político, simbólico, económico. No<br />

sólo son un lugar estratégico para vivir y trabajar, sino punto vital de la<br />

vida colectiva, de la manifestación política, de la plaza en el sentido más<br />

amplio del término (Campos, 2011).


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 755-786<br />

759<br />

El desafío para los CTN en México y Latinoamérica es mantenerse<br />

vibrantes, dinámicos, competitivos como lugares para vivir y trabajar. Que<br />

sean lugares que sumen nuevas funciones centrales a sus notables características<br />

de “espacio público por excelencia”, estratégicos para la vida<br />

social urbana (Carrión, 2010: 31); 1 requerimos CTN vivos, con pasado<br />

y con futuro, no congelados en la historia como museos vivientes o como<br />

zonas boutiques que excluyen y atentan contra el rol social fundamental<br />

del CTN (Carrión, 2010). 2<br />

Sin embargo, la ciudad central y el CTN comparten numerosas posibilidades<br />

de convertirse en zonas problema. 3 Cuando esto ocurre, dichas<br />

zonas se caracterizan por, al menos, tres aspectos fundamentales:<br />

i. Decadencia. Declinan en lo económico, demográfico y social, esto<br />

es: disminuyen el empleo, la población y los niveles de vida (Leduff,<br />

2014; Flores et al., 2013).<br />

ii. Degradación. Registran altos grados de contaminación atmosférica,<br />

visual, sonora; deterioro de la vivienda, hacinamiento; se concentra<br />

la población adulta mayor y la poco calificada, abundan las<br />

familias uniparentales y desempleados (Garrocho y Campos, 2015;<br />

2016).<br />

iii. Desesperanza. Es un sentir colectivo de desaliento y pesimismo<br />

sobre la resolución de los problemas de la ciudad central (Haase et<br />

al., 2003; Haase et al., 2006).<br />

La ciudad central y el CTN, como zonas problema, se pueden abordar<br />

desde diversas perspectivas. En términos de agregación, los extremos serían<br />

un enfoque exhaustivo que considere la decadencia, degradación y desesperanza,<br />

lo que implica el manejo de múltiples variables, hasta uno<br />

estratégico, orientado a la planeación, que se concentre en la dimensión<br />

de la decadencia y en algunas variables clave. Este trabajo se inserta en<br />

este segundo enfoque.<br />

1.2. Enfoques teóricos sobre la problemática del CTN<br />

Diversos autores han estudiado la problemática del CTN, han analizado<br />

numerosos aspectos y propuesto soluciones para revertir su decadencia.<br />

Matthews (1991) distingue seis perspectivas que intentan explicar los<br />

1<br />

Vale aprovechar el momento para recomendar el trabajo de Carrión (2010), quizá el pensador<br />

más profundo sobre los centros tradicionales de las ciudades latinoamericanas.<br />

2<br />

La concepción del CTN boutique a veces incrementa su escala e incluye asentamientos completos<br />

(Tommei y Benedetti, 2014).<br />

3<br />

A pesar de que en apariencia que la población (sobre todo joven) está regresando a vivir a<br />

algunos CTN (Hiernaux y González, 2008), este no parece ser el caso del CTN de la ZM de Toluca<br />

(Flores et al., 2013).


760 L. G. Ramírez Sánchez : Centro Tradicional de Negocios de Toluca, 2000-2010...<br />

problemas del CTN (figura 1), las seis tienen tres dimensiones fundamentales:<br />

A. La física: de acuerdo con este enfoque, los problemas que<br />

aquejan al CTN se solucionan desde la planeación física, por parte de<br />

arquitectos, urbanistas e ingenieros, que proponen restaurar (y a veces<br />

demoler) la ciudad central, crear nuevos accesos, zonificar, regular el uso<br />

del suelo y desarrollo de nuevas áreas; B. La social: este enfoque propone<br />

mejorar el entorno social como solución a los problemas del CTN, centrándolos<br />

en tres aspectos principales: cultura de la pobreza, ciclo de deterioro<br />

y fallas institucionales; C. La económica: plantea la idea que de que el CTN<br />

enfrenta serias dificultades para generar y sostener, a largo plazo, fuentes de<br />

empleos que garanticen un adecuado nivel económico de la población que<br />

habita la zona, debido a la inadecuada distribución de los recursos y al<br />

conflicto estructural de las sociedades capitalistas.<br />

Figura 1<br />

Diferentes explicaciones de los problemas de los CTN<br />

Fuente: elaboración propia a partir de Stewart (1986), Lawless (1996) y Wilson et al. (1998).


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 755-786<br />

761<br />

Éstas son algunas explicaciones teóricas de los problemas de los CTN;<br />

sin embargo, la diversidad de argumentos para intentar explicar el mismo<br />

proceso resulta sospechosa: la riqueza de explicaciones puede denotar<br />

pobreza de comprensión; por otro lado, no existe, para el caso mexicano<br />

y menos para la ZMT, un bagaje de investigación concreto para contrastar<br />

y evaluar las propuestas abstractas de las teorías disponibles. 4 En este contexto<br />

epistemológico y con la evidencia disponible se intenta describir, en<br />

lo que sigue del texto, la dinámica del CTN de la Zona Metropolitana de<br />

Toluca y examinar si, como parece, se encuentra inmerso en un proceso<br />

de decadencia.<br />

2. Metodología: indicadores y zona de estudio<br />

El CTN bajo estudio se localiza en la ZMT: la quinta más poblada de<br />

México (2.3 millones de habitantes en 2020: Conapo, 2012). 5 Se ubica<br />

en el municipio de Toluca (937,994 habitantes en 2020: Conapo, 2012),<br />

que es la sede de la capital del Estado de México y principal municipio<br />

de la ZMT.<br />

Aquí se revisará el comportamiento de tres variables clave para examinar<br />

el proceso de cambio socioespacial del CTN entre 2000 y 2015 (de<br />

acuerdo con la disponibilidad de información oficial): i. Oportunidades<br />

del empleo, ii. Dinámica poblacional y iii. Niveles de marginación; como<br />

mencionamos, estas variables son clave para analizar los CTN (Matthews,<br />

1991; Hall, 2014; Flores et al., 2013).<br />

El nivel de agregación espacial de este trabajo es el de Área Geoestadística<br />

Básica Urbana (AGEB). Se analizó a este nivel debido a que<br />

no se cuenta con una delimitación territorial más detallada que contenga<br />

la información que se requiere para llevar a cabo el estudio. Las fuentes<br />

de información usadas fueron los Censos Generales de Población y<br />

Vivienda (Inegi: 2011a y 2011b), el índice de marginación se obtuvo<br />

de Conapo (2016) y los datos de empleo se recopilaron del Directorio<br />

Estadístico Nacional de Unidades Económicas (Inegi, 2018) para los<br />

años 2010 y 2015. 6<br />

4<br />

A pesar de los notables esfuerzos de Hiernaux y González (2018), Coulomb (2018), Ziccardi<br />

(2019), entre otros destacados investigadores, y de los estudios de Garrocho y Flores (2019), Garrocho<br />

y Campos (2009) y Ramírez (2020) sobre el CTN de la ZMT.<br />

5<br />

De acuerdo con la Conapo, la ZMT está conformada por 16 municipios: Almoloya de Juárez<br />

con 185,061 habitantes, Calimaya con 59,285, Chapultepec 12,701, Lerma 157,467, Metepec<br />

243,918, Mexicaltzingo 13,563, Ocoyoacac 70,816, Otzolotepec 89,638, Rayón 14,407, San Antonio<br />

la Isla 30,878, San Mateo Atenco 80,208, Temoaya 107,918, Tenango del Valle 90,911, Toluca<br />

937,994, Xonacatlán 54,038 y Zinacantepec con 198,889 habitantes.<br />

6<br />

La razón por la cual se consideraron los datos económicos de 2010 y 2015 fue la disponibilidad<br />

de información a la escala en que se trabajó; para sustentar esta decisión se consideró la información de


762 L. G. Ramírez Sánchez : Centro Tradicional de Negocios de Toluca, 2000-2010...<br />

Todas estas fuentes permiten el manejo de la información a escala de<br />

AGEB, para su manejo se utilizó la amplitud de rango con el fin de generar<br />

cuatro categorías en cada una de las variables. Las dimensiones, temáticas<br />

generales y los indicadores que manejamos permitieron examinar<br />

con detalle suficiente el proceso de cambio del CTN (cuadro 1). Con la<br />

finalidad de que el presente trabajo sea replicable (y útil para gobiernos<br />

locales), se ha empleado una metodología sencilla, utilizando variables de<br />

fácil acceso que brindan una perspectiva del grado de desarrollo de la zona<br />

de estudio, en este caso el CTN de la Zona Metropolitana de Toluca.<br />

Cuadro 1<br />

Indicadores de dinámica del CTN, elaboración y formulación 7<br />

Evidencias Indicador Explicación<br />

Población<br />

Población<br />

absoluta<br />

Este indicador devela el comportamiento de la población<br />

en el periodo de tiempo analizado (2000-2010).<br />

Si hay disminución de la población en términos absolutos<br />

se puede considerar como decadencia y viceversa.<br />

Empleo Empleo Son las oportunidades de empleo en el área de estudio.<br />

Pobreza<br />

Índice de<br />

marginación<br />

Zonas del CTN según su grado de marginación.<br />

Fuente: elaboración propia a partir de Matthews (1991), Hall (2014) y Flores et al. (2013).<br />

2.1. Delimitación del área de estudio<br />

En principio, se consideró como CTN de la ZMT el área que delimitaron<br />

Garrocho y Flores (2009), quienes definieron los límites del CTN<br />

mediante el conteo de flujo de peatones (v.g. flujoscopía peatonal); este<br />

método les permitió establecer las fronteras espaciales del centro, clasificar<br />

las vialidades según la intensidad de flujos e identificar la localización de<br />

los principales ejes de oportunidades de negocio.<br />

Sin embargo, esta delimitación del CTN cortaba parte de las AGEB<br />

en las que se organiza la información estadística del CTN. En consecuencia,<br />

se decidió tomar como área de estudio la totalidad de la superficie de<br />

las AGEB que tocan el CTN, definido por Garrocho y Flores (2009)<br />

(figura 2). Así, nuestra delimitación del CTN tiene una superficie de 821<br />

hectáreas, con un total de 17 AGEB (cuadro 2), es 45% más amplia que<br />

la zona definida por Garrocho y Flores (2009), puede ser menos precisa,<br />

pero es una delimitación que nos asegura incorporar todo el CTN.<br />

Flores et al. (2013) y Garrocho y Campos (2007 y 2009), donde se vio que la dinámica del empleo en<br />

el CTN en el periodo 2000-2010 es similar en las fechas en que realizaron los trabajos estos autores.<br />

7<br />

El trabajo se realizó mediante el análisis de los cambios que presentaron las evidencias entre<br />

los años 2000 y 2010.


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 755-786<br />

763<br />

Figura 2<br />

Localización del área de estudio<br />

Fuente: elaboración propia a partir de Garrocho y Flores (2009) e Inegi (2018).<br />

Cuadro 2<br />

Áreas Geoestadísticas Básicas (AGEB) presentes en el CTN<br />

AGEB<br />

Superficie<br />

(ha)<br />

AGEB<br />

Superficie<br />

(ha)<br />

538 38.25 453 62.08<br />

434 53.05 595 38.69<br />

110 26.86 383 28.27<br />

379 35.31 468 58.63<br />

398 50.98 415 104.63<br />

400 37.07 504 39.28<br />

487 58.47 580 45.01<br />

523 41.47 449 57.67<br />

491 45.28<br />

Total general 821<br />

Fuente: elaboración propia a partir de Inegi (2018).


7<strong>64</strong> L. G. Ramírez Sánchez : Centro Tradicional de Negocios de Toluca, 2000-2010...<br />

3. Población<br />

3.1. Evidencia 1: dinámica de la población absoluta del CTN<br />

En términos absolutos, la población total del CTN disminuyó casi 22%<br />

entre 2000 y 2010. Había 65,619 habitantes en 2000 y 51,308 en 2010,<br />

es decir, el CTN perdió poco más de uno de cada cinco de sus residentes<br />

en sólo 10 años. Desde cualquier punto de vista, esto significa un acelerado<br />

proceso de despoblamiento. Si revisamos dónde ocurrió el despoblamiento,<br />

observamos que es un proceso generalizado en todo el CTN: las 17 AGEB<br />

que comprenden el área de estudio redujeron su población. Para examinar<br />

en detalle la intensidad espacial del despoblamiento, se calcularon cuatro<br />

rangos 8 porcentuales de pérdida poblacional, lo que permitió clasificar<br />

microzonas al interior del CTN según la intensidad del decrecimiento<br />

(cuadro 3).<br />

Cuadro 3<br />

Cambios en la población absoluta en el CTN<br />

por AGEB, 2000-2010<br />

Rangos<br />

de cambio de<br />

población<br />

(detrimento)<br />

AGEB* Población absoluta Diferencia<br />

2000 2010 Absoluta % Respecto a<br />

2010<br />

453 2511 1691 -820 -32.66<br />

Extremo<br />

398 4378 2968 -1410 -32.21<br />

383 3029 2151 -878 -28.99<br />

580 2378 1724 -654 -27.50<br />

Muy Alto<br />

400 3968 2942 -1026 -25.86<br />

538 2854 2136 -718 -25.16<br />

595 1994 1528 -466 -23.37<br />

468 4000 3108 -892 -22.30<br />

504 5283 4131 -1152 -21.81<br />

Alto<br />

487 4384 3430 -954 -21.76<br />

491 4042 3208 -834 -20.63<br />

449 5345 4283 -1062 -19.87<br />

8<br />

Se estimó la media, se sumó y restó la Desviación Estándar. Esto genera cuatro categorías<br />

replicables.


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 755-786<br />

765<br />

Cuadro 3 (continuación)<br />

Rangos<br />

de cambio de<br />

población<br />

(detrimento)<br />

AGEB* Población absoluta Diferencia<br />

2000 2010 Absoluta % Respecto a<br />

2010<br />

434 4407 3569 -838 -19.02<br />

523 4585 3733 -852 -18.58<br />

110 3021 2480 -541 -17.91<br />

Bajo<br />

415 2828 2382 -446 -15.77<br />

379 6612 5844 -768 -11.62<br />

* Ver localización de cada AGEB en la figura 2 y mapa 1.<br />

Fuente: elaboración propia a partir de los Censos de Población y Vivienda 2000 y 2010 (Inegi,<br />

2011a y 2011b).<br />

La pérdida de población no se registró de manera homogénea en el<br />

CTN. La microzona que registra las mayores pérdidas de población<br />

(detrimento extremo) se localiza alrededor del zócalo, en una superficie<br />

de 141.33 hectáreas, equivalente a 17.2% de la superficie total del CTN<br />

(figura 2). Esta microzona cubre parte de las colonias Alameda, Santa<br />

Bárbara, Santa Clara, Centro y La Merced.<br />

Parte de la explicación de la pérdida de población de rango Muy Alto<br />

de esta zona se debe al reemplazo de viviendas por comercios pequeños<br />

(que generan más renta del suelo que la vivienda, O’Sullivan, 2007) y,<br />

también, al surgimiento de sitios culturales (que aprovechan la accesibilidad<br />

del CTN), así como de oficinas públicas que resultan de la expansión<br />

de los gobiernos estatal, municipal y de los demás poderes autónomos (el<br />

Judicial y el Legislativo).<br />

Esta microzona se encuentra enmarcada por las calles Sebastián Lerdo<br />

de Tejada y Paseo Matlazincas (que es una importante vialidad y límite<br />

clave del CTN, principalmente por su acentuada pendiente: Garrocho y<br />

Flores, 2009), por las avenidas Morelos (otra importante vialidad), De<br />

los Maestros e Isabel La Católica (otro límite clave del CTN: Garrocho<br />

y Flores, 2009).<br />

La categoría de Muy Alto detrimento de población del CTN se localiza<br />

en dos zonas, que en conjunto suman 1588.99 hectáreas y representan<br />

19.3% de la superficie del CTN. Entre sus límites encontramos parte<br />

de las colonias Ciprés, Militar, Universidad, Francisco Murguía, Doctores,<br />

Residencial Colón y Huitzila. Esta microzona limita al oeste con la microzona<br />

de detrimento Extremo de población (que gravita en torno al zócalo)<br />

(figura 2); esto sugiere que la microzona de detrimento Extremo de


766 L. G. Ramírez Sánchez : Centro Tradicional de Negocios de Toluca, 2000-2010...<br />

población se está expandiendo hacia el este, poniendo en riesgo inminente<br />

a la colonia Doctores y al barrio de San Sebastián.<br />

La clase Alto detrimento de población se registra en ocho AGEB del<br />

CTN, que suman 380.75 hectáreas (46.3% del CTN); estos AGEB forman<br />

un área continua que corre sobre la calle de Morelos (una de las más<br />

importantes del CTN). En esta clase encontramos parte de las siguientes<br />

colonias: Morelos primera sección, San Sebastián, San Bernardino, El<br />

Calvario, Américas, Villa Vista, Cinco de Mayo, La Merced y Francisco<br />

Murguía. Esta microzona funciona como buffer que contiene la expansión<br />

hacia el sur del área de Muy Alta pérdida poblacional.<br />

Hay otra AGEB en la categoría Alto que corresponde al barrio de Santa<br />

Bárbara, cercano al zócalo. En esta zona, la pérdida de población responde<br />

también al reemplazo de vivienda por comercio al por menor (dirigido a<br />

población de ingresos medios y bajos) y a la construcción de inmuebles<br />

de gran tamaño, como el estacionamiento del Estadio Nemesio Diez (“La<br />

Bombonera”), plazas comerciales (e.g. Gran Plaza Toluca) y nuevas oficinas<br />

de la Universidad Autónoma del Estado de México, entre otros. 9<br />

Finalmente, la categoría Bajo detrimento poblacional se localiza en<br />

sólo dos AGEB, que suman 139.94 hectáreas (17% del CTN). Un AGEB<br />

colinda con la microzona de Extrema pérdida de población y abarca parte<br />

de las colonias San Miguel Apinahuizco, La Retama, Unión y el Cóporo.<br />

La otra AGEB, aunque colinda con una zona de Muy Alta pérdida poblacional,<br />

parece protegida por la calle Isabel La Católica, límite clave del<br />

CTN en su extremo este, en ella encontramos a las colonias Ferrocarriles<br />

Nacionales, Fidel Velázquez, Reforma y Doctores (mapa 1).<br />

Los resultados del análisis de la dinámica poblacional indican un<br />

claro despoblamiento del CTN. Esta pérdida poblacional representa un<br />

síntoma de decadencia, debido a que la población joven o económicamente<br />

activa se ve reducida (Flores et al., 2013) provocando un aumento<br />

de la población de adultos mayores. Tal incremento traerá consigo<br />

grandes retos para cubrir sus necesidades esenciales, por ejemplo: el<br />

aumento de la demanda de bienes y servicios de los adultos mayores, la<br />

dependencia económica, la falta de respeto hacia sus derechos humamos,<br />

entre otros, los cuales se deberán enfrentar en un futuro no muy lejano<br />

(Garrocho y Campos, 2016).<br />

9<br />

Aunque el reemplazo de estos últimos no se llevó a cabo en el periodo de estudio, vale la pena<br />

mencionarlo debido a que en su momento propiciaron el despoblamiento en el CTN.


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 755-786<br />

767<br />

Mapa 1<br />

Intensidad de pérdida de población del CTN<br />

Fuente: elaboración propia a partir de los Censos de Población y Vivienda 2000 y 2010 (Inegi,<br />

2011a y 2011b).<br />

4. Empleo<br />

4.1. Evidencia 2: disponibilidad de empleo<br />

El CTN presentó un aumento en el <strong>número</strong> de empleos de 22.4% en el<br />

periodo de estudio; en 2000 existían 80,728 empleos y para 2010 había<br />

98,847; en esta década se generaron 18,119 nuevos. Sin embargo, también<br />

se perdieron 1,879 en cuatro de las 17 AGEB (398, 580, 523 y 379). De<br />

acuerdo con Román y Cervantes (2013), la ciudad de Toluca ha presentado<br />

un aumento en el sector terciario de comercio y se ha convertido en una<br />

fuente generadora de empleo. Esta dinámica de terciarización del empleo<br />

también afecta al CTN (cuadro 4).<br />

Los sectores de turismo, gubernamental e instancias públicas como la<br />

Universidad Autónoma del Estado de México y el Conservatorio de Música<br />

han sido los impulsores de manera directa o indirecta del comercio en el<br />

CTN. La categoría Aumento Muy Alto de empleo cubre una superficie<br />

de 152.2 hectáreas (18.5% del CTN). En esta microzona encontramos<br />

parte de las colonias San Bernardino, Alameda, Morelos primera sección,<br />

Doctores, Centro, La Merced, Villa Vista y Huitzila.<br />

Una de las razones por la que esta microzona presenta una alta disponibilidad<br />

de empleos se debe a que en ella se localizan “Los Portales” del


768 L. G. Ramírez Sánchez : Centro Tradicional de Negocios de Toluca, 2000-2010...<br />

Cuadro 4<br />

Cambios en el empleo en el CTN por AGEB, 2000-2010<br />

Rangos<br />

de cambio de empleo<br />

(detrimento/<br />

aumento)<br />

AGEB* Empleo Diferencia<br />

2000 2010 Absoluta % Respecto a<br />

2010<br />

580 2376 1808 -568 -23.9<br />

Extremo (detrimento)<br />

398 5947 4861 -1086 -18.3<br />

379 754 657 -97 -12.9<br />

523 1894 1766 -128 -6.8<br />

Detrimento o Aumento<br />

Bajo<br />

468 6130 6302 172 2.8<br />

415 8268 8765 497 6.0<br />

487 7639 8752 1113 14.6<br />

383 6679 7982 1303 19.5<br />

504 2886 3607 721 25.0<br />

538 5454 6848 1394 25.6<br />

Alto (aumento)<br />

491 4332 5443 1111 25.6<br />

595 2120 2693 573 27.0<br />

449 5042 6857 1815 36.0<br />

110 2449 3401 952 38.9<br />

400 3470 4996 1526 44.0<br />

Muy Alto (aumento)<br />

434 2515 3<strong>64</strong>9 1134 45.1<br />

453 12,773 20,460 7687 60.2<br />

* Ver la localización de cada AGEB en la figura 2 y mapa 2.<br />

Fuente: elaboración propia a partir del Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas<br />

(DENUE) (Inegi, 2018).<br />

centro histórico, que se han especializado en comercio al por menor<br />

enfocado al sector turístico: artesanías, restaurantes, museos, zapaterías,<br />

entre otros. Esta categoría coincide con las clases más altas de pérdida<br />

poblacional (detrimento Extremo y Muy Alto).<br />

La terciarización del empleo en el CTN se refleja en la clase de Aumento<br />

Alto de empleo. Esta clase cubre una superficie de 274.3 hectáreas que<br />

representan 33.4% del CTN. La disponibilidad de empleo de esta microzona<br />

se debe a que en ella se encuentran oficinas de los poderes judicial<br />

y legislativo, además de tener en sus límites una de las principales atracciones<br />

turísticas que ofrece el CTN: el Cosmovitral.


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 755-786<br />

769<br />

De igual forma se localizan diversos negocios e infraestructura relacionada<br />

con el equipo profesional Deportivo Toluca Futbol Club: desde el<br />

estadio, tienda oficial y museo, hasta pequeños comerciantes que se dedican<br />

a la venta de comida, así como diversos estacionamientos.<br />

Esta microzona cubre parte de las colonias Santa Bárbara, Militar,<br />

San Sebastián, Morelos primera sección, Universidad, Américas, Universidad,<br />

Francisco Murguía, Villas Vista y Cinco de mayo. Tiene coincidencia<br />

con las clases Extremo, Muy alto y Alto detrimento de pérdida<br />

de población absoluta.<br />

La clase de Detrimento o Aumento Bajo de empleo se distribuye en dos<br />

microzonas, localizadas al este y oeste del CTN, cubre una superficie de<br />

263.2 hectáreas que corresponden a 32.1% del CTN. Esta microzona se<br />

localiza en parte de las colonias Ferrocarriles Nacionales, Morelos primera<br />

sección, San Sebastián, El Calvario, Fidel Velázquez, La Merced, Reforma<br />

y Francisco Murguía. Coincide en parte con las categorías de Alto y Bajo<br />

detrimento de población absoluta; en ésta se localizan negocios importantes<br />

como Ford Sánchez Automotriz, RSO Toluca, Lumen, Triplay Market,<br />

entre otras; además, se localiza una subestación eléctrica de CFE, la residencia<br />

regional de la Junta de Caminos y la Comisión del Agua del Estado<br />

de México; incluso hay importantes lugares de esparcimiento como el<br />

Parque Matlazincas-El Calvario, Gran Plaza Toluca y sitios de servicios<br />

como escuelas, hospitales, consultorios médicos y odontológicos, farmacias<br />

y una amplia variedad de comercios al por menor como tiendas, zapaterías,<br />

florerías, mueblerías, entre otros.<br />

En un poco más de un octavo de la superficie del CTN se perdieron<br />

empleos. Esto se refleja en la categoría de Extremo Detrimento de empleo,<br />

que cubre una extensión de 131.3 hectáreas: 16.0% del CTN. La condición<br />

que le da a esta microzona el Extremo Detrimento de empleo es que esta<br />

área es prácticamente de uso habitacional, donde sólo se encuentran pequeñas<br />

tiendas y establecimientos de autoservicio. Esta categoría coincide con<br />

las clases más altas de pérdida poblacional absoluta. Dentro de los límites<br />

de esta microzona encontramos parte de la superficie de las colonias Ciprés,<br />

Santa Clara, Residencial Colón y San Miguel Apinahuizco.<br />

En un principio se puede inducir que la terciarización del empleo que<br />

presenta el CTN supondría un aumento en la disponibilidad de empleo,<br />

pero este fenómeno actúa de manera inversa en el CTN (Garrocho y<br />

Campos, 2007; 2015) debido a que se crean pequeños negocios que ofrecen<br />

pocos empleos, en comparación con las grandes industrias que<br />

requieren u ofertan un gran <strong>número</strong> de éstos (mapa 2).


770 L. G. Ramírez Sánchez : Centro Tradicional de Negocios de Toluca, 2000-2010...<br />

Mapa 2<br />

Disponibilidad de empleo en el CTN<br />

Fuente: elaboración propia a partir del Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas<br />

(DENUE) (Inegi, 2018).<br />

5. Pobreza<br />

5.1. Evidencia 3: Índice de Marginación Urbana<br />

Para analizar los cambios en el índice de marginación en el CTN se utilizó<br />

el Índice de Marginación Urbana (IMU) 10 calculado por la Conapo (2016)<br />

para los años 2000 y 2010. Debido a la naturaleza de los cálculos del IMU<br />

(componentes principales) fue necesario realizar un análisis de posiciones<br />

relativas, que consistió en jerarquizar las AGEB de acuerdo con su grado<br />

de marginación para ambos años de análisis y observar los cambios que<br />

registraron cada una de ellas, con el fin de hacer comparables los datos en<br />

el periodo de estudio.<br />

Existen tres panoramas en el CTN, el primero muestra las AGEB (538,<br />

468, 449, 400, 453, 504 y 595) que tienen decremento en el IMU, el<br />

segundo incluye las que se mantienen sin cambio (523, 580, 110, 379 y<br />

383) y en el tercero están aquéllas AGEB (491, 398, 487, 434 y 415) que<br />

mostraron cierta mejoría en sus condiciones relativas de vida (cuadro 5).<br />

10<br />

El IMU es una medida-resumen que permite diferenciar AGEB urbanas del país según el<br />

impacto global de las carencias que padece la población como resultado de la falta de acceso a la<br />

educación, a los servicios de salud, la residencia en viviendas inadecuadas y la carencia de bienes<br />

(Conapo, 2012).


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 755-786<br />

771<br />

Cuadro 5<br />

Cambios del índice de marginación urbana del CTN<br />

Rangos<br />

de cambio del IMU<br />

AGEB*<br />

IMU (Posiciones<br />

relativas)<br />

Diferencia<br />

2000 2010 Absoluta<br />

% Respecto<br />

a 2010<br />

538 11 5 -6 -54.5<br />

468 7 4 -3 -42.9<br />

449 5 3 -2 -40.0<br />

Negativos<br />

400 13 10 -3 -23.1<br />

453 9 7 -2 -22.2<br />

504 12 11 -1 -8.3<br />

595 14 13 -1 -7.1<br />

523 1 1 0 0.0<br />

580 2 2 0 0.0<br />

Sin Cambio<br />

110 15 15 0 0.0<br />

379 16 16 0 0.0<br />

383 17 17 0 0.0<br />

491 6 8 2 33.3<br />

Mejora<br />

398 10 14 4 40.0<br />

487 8 12 4 50.0<br />

Mejora Alta<br />

434 3 6 3 100.0<br />

415 4 9 5 125.0<br />

* Ver la localización de cada AGEB en la figura 2 y mapa 3.<br />

Fuente: elaboración propia a partir del IMU de 2000 y 2010 (Conapo, 2016).<br />

El deterioro del IMU se presentó en una superficie de 331.7 hectáreas<br />

que cubren 40.4% del CTN. Se distribuye en tres microzonas que abarcan<br />

parte de las colonias San Sebastián, Alameda, Militar, Morelos primera<br />

sección, Universidad, Américas, San Bernardino, Francisco Murguía,<br />

Doctores, Villa Vista, Centro, La Merced y Huitzila. Esta clase tiene<br />

coincidencia con las categorías más altas de pérdida de población absoluta<br />

y en contraparte coincide con Aumento Muy Alto, Alto y Bajo de disponibilidad<br />

de empleo. Lo cual significa que por una parte pierde población<br />

y por la otra aumenta la disponibilidad de empleo.


772 L. G. Ramírez Sánchez : Centro Tradicional de Negocios de Toluca, 2000-2010...<br />

Cinco AGEB mantuvieron sus condiciones relativas de vida de 2000<br />

al 2010 (clase Sin Cambio). En su conjunto tienen una superficie de 176.9<br />

hectáreas (21.6% del CTN), localizándose en dos microzonas, que abarcan<br />

parte de las colonias Morelos primera sección, Santa Bárbara, Ciprés,<br />

Residencial Colón y San Miguel Apinahuizco. A pesar de que tienen<br />

coincidencia con las clases más altas de pérdida de población y de disponibilidad<br />

de empleo, estas AGEB mantuvieron sin cambio sus condiciones<br />

relativas de vida en el periodo analizado. La coincidencia que tiene<br />

con las clases de Aumento Alto y Bajo de disponibilidad de empleo ha<br />

contenido la pérdida de condiciones relativas de vida.<br />

La clase de Mejora del IMU cubre una superficie de 98.4 hectáreas<br />

(11.98% del CTN) y está conformada por dos microzonas que se expanden<br />

en las colonias San Bernardino, Morelos primera sección, Américas, Cinco<br />

de Mayo y Villa Vista. El Aumento Muy Alto y Alto de disponibilidad de<br />

empleos ha generado en esta clase que las condiciones relativas mejoren, a<br />

pesar de coincidir con la clase Alto detrimento de población absoluta.<br />

La categoría de Mejora Alta está presente en tres microzonas que cubren<br />

una superficie de 214.1 hectáreas (26.1% del CTN); dicha categoría está<br />

ligada con las clases de Extremo, Muy Alto y Bajo detrimento de población<br />

absoluta y a su vez presenta coincidencia con las clases de Aumento Alto<br />

y bajo de disponibilidad de empleos. Asimismo, se expande en parte de<br />

la superficie de las colonias Ferrocarriles Nacionales, El Calvario, Fidel<br />

Velázquez, Santa Clara, La Merced, Reforma y Francisco Murguía.<br />

En el CTN se presentó mejoría en las condiciones relativas de vida. Si<br />

consideramos a las categorías Sin cambio, Mejora y Mejora Alta de esta<br />

variable, tenemos que casi 60% del territorio del CTN mejoró sus condiciones<br />

relativas de vida del 2000 al 2010, el aumento de empleo contribuye<br />

a la mejora de las condiciones relativas de vida de la población (mapa 3).


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 755-786<br />

773<br />

Mapa 3<br />

Dinámica del índice de marginación urbana en el CTN<br />

Fuente: elaboración propia a partir del IMU de 2000 y 2010 (Conapo, 2016).<br />

6. Indicador de decadencia para el CTN<br />

El análisis por separado de las evidencias muestra un panorama fragmentado<br />

de lo que sucede en el CTN. Debido a lo anterior fue necesario<br />

conjuntar los resultados de cada una de las evidencias con la finalidad de<br />

dar un diagnóstico más integral de la dinámica de decadencia del CTN.<br />

Es decir, consideramos cada una de las evidencias como síntomas que<br />

aportan datos, que permiten establecer los distintos niveles de decadencia<br />

que hay en el CTN. Para lograr lo anterior se realizó una sobreposición<br />

cartográfica de dichas evidencias (población, empleo y pobreza) generando<br />

una matriz de coincidencia 11 con la que se definieron las clases de decadencia<br />

(cuadro 6).<br />

En el CTN hay condiciones socioeconómicas que favorecen el proceso<br />

de decadencia. La clase de Decadencia Alta presenta los síntomas más<br />

desfavorables de decadencia, cubre una superficie de 158.1 hectáreas<br />

(19.3% del CTN), se localiza al centro-norte del CTN y cubre parte de<br />

la superficie de las colonias Alameda, Santa Bárbara, Santa Clara, Centro<br />

y La Merced. En esta categoría las evidencias que más aportaron al proceso<br />

11<br />

De acuerdo con Morales (2014) y Ramírez Sánchez et al. (2019), la relación espacial de<br />

Coincidencia es una de las relaciones más comunes, y se basa en el hecho de que dos o más eventos<br />

pueden compartir el mismo espacio en n dimensiones.


774 L. G. Ramírez Sánchez : Centro Tradicional de Negocios de Toluca, 2000-2010...<br />

Cuadro 6<br />

Definición de los grados de decadencia urbana del CTN<br />

AGEB Grado de decadencia Definición<br />

453<br />

398<br />

383<br />

580<br />

400<br />

538<br />

595<br />

468<br />

504<br />

487<br />

491<br />

449<br />

434<br />

Decadencia Alta<br />

Decadencia<br />

Moderada<br />

Decadencia Baja<br />

AGEB con valores extremos de pérdida de población<br />

absoluta, disminución considerable de oportunidades<br />

de empleo y aumento en el nivel de<br />

marginación.<br />

AGEB con alta pérdida de población absoluta,<br />

incremento leve de las oportunidades de empleo y<br />

aumento en el nivel de marginación.<br />

AGEB con pérdida poblacional absoluta, aumento<br />

leve de las oportunidades de empleo y disminución<br />

del indicador de marginación.<br />

523 En Recuperación<br />

AGEB con baja pérdida poblacional absoluta,<br />

aumento significativo en las oportunidades de<br />

empleo y mejora significativa en el indicador de<br />

marginación.<br />

* Ver la localización de cada AGEB en la figura 2 y mapa 4.<br />

Fuente: elaboración propia a partir de las evidencias de decadencia.<br />

de decadencia fueron la “pérdida extrema” de población absoluta y el<br />

cambio negativo del IMU, aun cuando se registró aumento en el empleo<br />

(figura 3).<br />

La categoría de Decadencia Moderada posee una superficie de 240.2<br />

hectáreas (29.6% del CTN), está conformada por dos microzonas localizadas<br />

al este y sur del CTN, afecta colonias como San Sebastián, Ciprés,<br />

Militar, Universidad, Américas, Francisco Murguía, Doctores, Residencial<br />

Colón y Huitzila. Las categorías que más aportaron a esta clase fueron:<br />

Extremo, Muy Alto y Alto detrimento de población absoluta y valores<br />

negativos del IMU, en tanto que el empleo presentó un Aumento Muy<br />

Alto y Alto (figura 4).<br />

La clase de Decadencia Baja tiene una superficie de 214.5 hectáreas<br />

(26.1% del CTN), se localiza en el centro-oeste del CTN, entre las colonias<br />

que encontramos en esta clase están San Bernardino, El Calvario, More-


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 755-786<br />

775<br />

Figura 3<br />

Indicador de decadencia: Decadencia Alta<br />

Fuente: elaboración propia a partir de las evidencias de decadencia.<br />

Figura 4<br />

Indicador de decadencia: Decadencia Moderada<br />

Fuente: elaboración propia a partir de las evidencias de decadencia.


776 L. G. Ramírez Sánchez : Centro Tradicional de Negocios de Toluca, 2000-2010...<br />

los primera sección, Américas, Villa Vista, Cinco de Mayo, La Merced y<br />

Francisco Murguía. En esta categoría se tiene que la evidencia de mayor<br />

aporte negativo fue la población absoluta, en contraparte tenemos a las<br />

evidencias de empleo e IMU como las que favorecieron de manera positiva<br />

a esta categoría (figura 5).<br />

Figura 5<br />

Indicador de decadencia: Decadencia Baja<br />

Fuente: elaboración propia a partir de las evidencias de decadencia.<br />

La categoría de En Recuperación tiene una superficie de 208.3 hectáreas<br />

que corresponden a 25.37% del CTN. Está presente en tres microzonas,<br />

la primera de ellas (62.2 hectáreas que corresponden a 7.6% del<br />

CTN) se encuentra al norte del CTN, en ésta se puede apreciar que las<br />

evidencias que más aportaron de manera positiva fueron empleo (Aumento<br />

Alto) e IMU (Sin Cambio y Mejora Alta), en contraparte tenemos a las<br />

clases de Bajo detrimento de población absoluta (figura 6).<br />

El CTN parece estar en proceso de decadencia diferenciada; en las<br />

microzonas de decadencia Alta, Moderada y Baja se deben centrar las<br />

estrategias y políticas de recuperación por parte de instancias gubernamentales,<br />

asociaciones empresariales y dueños de los inmuebles para evitar<br />

que su nivel avance y sea posible revertirlo; deben ser prioridad porque se<br />

encuentran en un punto clave: la acción o inacción puede determinar la<br />

mejora de la situación o el aumento de la decadencia (mapa 4).<br />

Para el caso específico del CTN, la variable que más aporte tuvo en la<br />

decadencia fue la Población, ya que en su conjunto presentó pérdidas


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 755-786<br />

777<br />

Figura 6<br />

Indicador de decadencia: En Recuperación<br />

Fuente: elaboración propia a partir de las evidencias de decadencia.<br />

Mapa 4<br />

Tipos de decadencia en el CTN<br />

Fuente: elaboración propia a partir de las evidencias de decadencia.


778 L. G. Ramírez Sánchez : Centro Tradicional de Negocios de Toluca, 2000-2010...<br />

considerables en todas las AGEB. En segunda instancia se puede considerar<br />

al IMU, ya que por sí solo es un indicador resumen de las condiciones de<br />

vida que presenta la población en un área dada.<br />

Finalmente, el empleo es la variable que nos indica que el CTN aún<br />

es atractivo, que presenta un proceso de desplazamiento de población<br />

residente por actividades económicas del sector terciario, principalmente.<br />

Sin embargo, se trata de empleo en negocios pequeños y no en firmas de<br />

calidad que se han desplazado a los centros comerciales planificados, localizados<br />

fuera del CTN (e.g. Metepec) (Garrocho y Campos, 2007; 2015).<br />

Conclusiones<br />

El acelerado proceso de despoblamiento ha sido generalizado en todo el<br />

CTN, se ha perdido uno de cada cinco habitantes en el periodo analizado.<br />

La dinámica poblacional presenta tres aristas: la primera es en relación<br />

con el abandono de la población que tiene el potencial de ser económicamente<br />

activa (15 a <strong>64</strong> años), la segunda está asociada al envejecimiento<br />

poblacional (población de más de 65 años) y la tercera va en relación con<br />

el reemplazo de la vivienda por negocios al por menor y el establecimiento<br />

de grandes inmuebles (estadio de futbol “La Bombonera”, estacionamientos,<br />

oficinas gubernamentales, universitarias, entre otras).<br />

Para el caso específico del CTN, la disponibilidad de empleo es un<br />

espejismo de mejora, si bien ha aumentado el empleo, esta oferta laboral<br />

se ve opacada por lo que mencionan Garrocho y Campos (2007; 2015):<br />

el CTN tiene una terciarización del empleo, lo cual ha derivado en la<br />

creación de pequeños negocios que ofrecen pocos empleos, comparados<br />

con la oferta de los que podrían generar las grandes firmas de comercios.<br />

El hecho de que el alquiler del suelo sea más rentable que la vivienda<br />

(O’Sullivan, 2007) favorece al reemplazo paulatino pero consistente de<br />

vivienda (pérdida de población) por pequeños negocios (empleos de baja<br />

calidad).<br />

Por su parte, el IMU nos muestra que en el CTN han mejorado las<br />

condiciones relativas de vida en casi 40% de su superficie; se mantiene<br />

una relación muy estrecha entre la mejora de las condiciones relativas de<br />

vida y el aumento en la disponibilidad de empleo y viceversa.<br />

En términos generales se puede mencionar que el CTN se encuentra<br />

en una etapa incipiente de decadencia. Las evidencias analizadas muestran<br />

relación entre sí, mas no dependencia, esta relación va en el sentido del<br />

aporte que tiene cada una de las evidencias en la decadencia del CTN,<br />

debido a que hay variables que apuntan hacia su mejoría (oportunidades


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 755-786<br />

779<br />

de empleo), otras apuntan hacia el deterioro (pérdida de población) y<br />

algunas tienden a mantenerse relativamente estables (IMU).<br />

A pesar de lo anterior, el CTN aún es un área viva y mantiene su<br />

condición: A. Espacial (centralidad), es un lugar de encuentro de población<br />

que supera su espacio (transterritorialidad) y B. Temporal (historia),<br />

donde convergen diferentes sociedades procedentes de distintos tiempos<br />

y momentos históricos (transtemporalidad) (Carrión, 2005).<br />

Este trabajo está orientado a apoyar la formulación de políticas públicas,<br />

por eso la metodología aplicada es sencilla (aportación), pero muy<br />

útil, con la idea de que los gobiernos municipales puedan replicarla de<br />

una manera rápida y eficaz. De igual manera se reconoce que las principales<br />

limitaciones están en función de la disponibilidad de datos, debido<br />

a que en muchas ocasiones no se encuentran disponibles a la escala en<br />

que se desea realizar el análisis.<br />

De acuerdo con los resultados obtenidos se recomienda que en las<br />

microzonas con algún grado de decadencia (Alta, Moderada y Baja) se<br />

apliquen de manera prioritaria todas aquellas acciones que ayuden a<br />

prevenir el avance y que puedan, incluso, revertir el fenómeno de decadencia<br />

que enfrenta el CTN.<br />

Si bien este trabajo se enfocó en el periodo 2000-2010, será conveniente<br />

realizar el mismo análisis entre los años 2010 y 2020 con la finalidad de<br />

realizar una comparación entre periodos y conocer si el proceso de decadencia<br />

avanzó, se mantuvo o se revirtió en el CTN.<br />

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Recibido: 4 de marzo de 2020.<br />

Reenviado: 17 de julio de 2020.<br />

Aceptado: 20 de agosto de 2020.<br />

Luis Giovanni Ramírez Sánchez. Doctor en geografía por el Centro de<br />

Investigaciones en Geografía Ambiental UNAM, campus Morelia. Actualmente<br />

es catedrático Conacyt comisionado a El Colegio Mexiquense,<br />

A. C.; es profesor en el Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental-Universidad<br />

Nacional Autónoma de México-Morelia, la Universidad<br />

de Guadalajara y la Universidad de Guanajuato. Es miembro del Sistema<br />

Nacional de Investigadores, nivel candidato. Su línea de investigación<br />

actual es Análisis espacio-temporal de espacios urbanos. Entre sus más<br />

recientes publicaciones se encuentran, como autor: “Evaluación territorial<br />

para el cultivo del aguacate (Persea americana Mill. cv. Hass) en la región<br />

del pico de Tancítaro, Michoacán, México”, Texcoco, Agrociencia, 53 (4),<br />

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Occidente de México, Guadalajara, Astra ediciones, S.A. de C.V. (próximamente);<br />

como coautor: “Inclusión de la variable espacial en la medición<br />

de las condiciones relativas de vida en ciudades latinoamericanas: conceptos,<br />

método y aplicación”, Papeles de Población, Toluca, Universidad<br />

Autónoma del Estado de México (próximamente).


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 787-811.<br />

Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 787-811<br />

DOI: https://doi.org/10.22136/est20201621<br />

Tipo de vivienda, barreras físicas y<br />

sensación de inseguridad en la colonia<br />

Type of housing, physical barriers and<br />

feeling of insecurity in the neighborhood<br />

787<br />

Carlos Vilalta*<br />

Lucía Carmina Jasso**<br />

Gustavo Fondevila***<br />

Abstract<br />

In this study we analyze whether the type of housing and the physical barriers placed<br />

between the street and the entrance of the street hold a statistical relationship with<br />

the feeling of insecurity in the neighborhood. The results suggest rejecting such a<br />

hypothesis given the lack of evidence. This research allows the reader to know the<br />

correlates associated with the feeling of insecurity in the neighborhood. For this study,<br />

bivariate tests and multivariate models were used. Data were collected from the<br />

National Survey of Victimization and Perception of Public Safety.<br />

Keywords: insecurity, fear of crime, housing, neighborhood, Mexico.<br />

Resumen<br />

En este estudio analizamos si el tipo de vivienda y las barreras físicas colocadas<br />

entre la calle y la entrada de la misma mantienen una relación estadística con la<br />

sensación de inseguridad en el entorno de la colonia. Los resultados sugieren<br />

rechazar tal hipótesis por no existir evidencia. Esta investigación permite al<br />

lector conocer los correlativos que se asocian con la sensación de inseguridad en<br />

la colonia. Para la realización de este análisis se utilizaron pruebas bivariadas y<br />

modelos multivariados; asimismo, se recabaron datos de la Encuesta Nacional<br />

de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública.<br />

Palabras clave: inseguridad, miedo al crimen, vivienda, colonia, México.<br />

* Centro de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial, A. C, correo-e: cvilalta@<br />

centrogeo.edu.mx<br />

**Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, correoe:<br />

carmina.jasso@sociales.unam.mx<br />

*** Centro de Investigación y Docencia Económica, correo-e: gustavo.fondevila@cide.edu


788 C. Vilalta et al.: Tipo de vivienda, barreras físicas y sensación de inseguridad en...<br />

Introducción<br />

El estudio científico de la sensación de inseguridad en el ámbito de la<br />

colonia o vecindario tiene una larga historia en general, aunque no rebasa<br />

las tres décadas de historia en México. El enfoque con el cual se ha tratado<br />

el tema consiste en dilucidar cómo influye el contexto socioespacial del<br />

individuo en su sensación de inseguridad, de tal modo que muchos estudios<br />

se han centrado en analizar las condiciones de las colonias y las circunstancias<br />

familiares y sociales de los individuos; incluso, han surgido<br />

diversas teorías al respecto, tales como las de incivilidad, vulnerabilidad<br />

física y social y redes sociales. Sin omitir que otras investigaciones, con<br />

un gran peso teórico, advierten sobre la experiencia de victimización<br />

delictiva, ya que ésta deja un efecto psicológico en la víctima de una mayor<br />

alerta y sensación de inseguridad.<br />

Motivados por estudios previos, por las brechas de conocimiento<br />

existentes con respecto al tema, así como por el problema generalizado<br />

de la inseguridad en México, el enfoque de este análisis radica en responder<br />

si el tipo de vivienda y las barreras físicas colocadas a la entrada de la<br />

misma tienen alguna relación con la sensación de inseguridad en el entorno<br />

de la colonia. Al iniciar este estudio la hipótesis planteada consistía en<br />

verificar quiénes eran más proclives a sentirse inseguros: si los residentes<br />

de departamentos en su colonia o los residentes de casas solas. Igualmente,<br />

para establecer las variables de estudio consideramos si aquellas personas<br />

que colocan barreras físicas entre la calle y la entrada a sus viviendas también<br />

mostrarían una mayor proclividad a sentirse inseguros en sus colonias<br />

de residencia, considerando que aquellos que viven más protegidos y<br />

aislados de su entorno son los que se sienten más inseguros. No obstante,<br />

los resultados de este estudio sugieren rechazar tal hipótesis por no existir<br />

evidencia para comprobarla. Por el contrario, el análisis desarrollado en<br />

este estudio indica que no es el tipo de vivienda ni las barreras físicas<br />

colocadas a la entrada del domicilio las que propician la sensación de<br />

inseguridad en la colonia, sino que son otros correlativos los que se asocian<br />

significativamente con dicha sensación en este entorno.<br />

Este estudio se divide en cuatro partes; en la primera de ellas se revisaron<br />

los estudios previos, en donde hacemos una distinción de correlativos<br />

relacionados con el tipo de vivienda y correlativos relacionados con la<br />

colonia. En la segunda parte presentamos la metodología de estudio, en<br />

donde detallamos la fuente de información utilizada, las variables dependientes<br />

e independientes, las variables de control y el análisis estadístico.<br />

En la tercera parte exponemos los resultados del análisis estadístico. En el<br />

cuarto apartado presentamos la discusión y las conclusiones, en donde


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 787-811<br />

789<br />

hacemos énfasis tanto en las implicaciones de los hallazgos como en las<br />

limitaciones del estudio.<br />

1. Estudios previos<br />

1.1. Sobre los tipos de viviendas<br />

En la literatura científica proliferan los estudios sobre la sensación de<br />

inseguridad desde diferentes enfoques teóricos y cada vez se ha profundizado<br />

más en las distintas variables que lo explican y sus efectos sociales,<br />

económicos, culturales, entre otros. Si bien cada cuerpo teórico parte de<br />

premisas diferentes, coinciden en que esta sensación de inseguridad no<br />

ocurre en el vacío (Ceccato y Wilhelmsson, 2011), y que además de los<br />

factores individuales y sociales también son relevantes las condiciones y<br />

dinámicas del vecindario (Wyant, 2008).<br />

Las viviendas son lugares en donde se encierran las ansiedades de las<br />

personas (Atkinson y Blandy, 2016). Una de las razones es que justamente<br />

la vivienda es parte de un entorno amplio, y cualquier efecto de la diversidad<br />

del vecindario probablemente afecte la posición social de los residentes<br />

individuales (Brunton‐Smith y Sturgis, 2011).<br />

Hay investigaciones que sostienen que existen diferencias entre las<br />

viviendas que se han construido de manera formal, por medio de la gestión<br />

institucional, y las viviendas en asentamientos irregulares que se han<br />

gestionado informalmente a través de procesos de autoconstrucción<br />

(Aguirre, 2010). La literatura sobre este tema apunta a que la principal<br />

diferencia radica en el diseño urbano y el acceso a los espacios públicos.<br />

Al respecto, Baena y Olaya (2013) enfatizan que al combatir la informalidad<br />

de la vivienda concluyen también los problemas de la percepción<br />

de inseguridad.<br />

También hay evidencia sobre el origen público o comercial de la<br />

vivienda. En una investigación realizada en Shanghai, China, se encontró<br />

que los residentes de viviendas públicas –que posteriormente fueron<br />

transferidos a propiedad privada– se sentían menos seguros que los que<br />

vivían en viviendas comerciales (Yip, 2012).<br />

Asimismo, diferentes tipos de construcción de la vivienda tienen<br />

efectos en relación con la inseguridad, de manera tal que los estratos<br />

medios y altos se concentran en conjuntos o fraccionamientos cerrados<br />

en busca de seguridad, mientras que las clases sociales medias y bajas se<br />

ubican en las viviendas producidas institucionalmente o autoconstruidas,<br />

lo cual evidencia que ambos estratos sociales se enfrentan de distintas<br />

maneras a la inseguridad (Aguirre, 2010).


790 C. Vilalta et al.: Tipo de vivienda, barreras físicas y sensación de inseguridad en...<br />

En mayor medida se han realizado análisis sobre viviendas en comunidades<br />

cerradas que proliferan en la mayoría de las ciudades del mundo<br />

(Newman, 1973; Blakely y Snyder, 1997; Caldeira, 2007; Davis, 2001;<br />

Bonvalet y Dureau, 2002; Grant y Mittelsteadt, 2004; López, 2008;<br />

Vilalta, 2013; Atkinson y Blandy, 2016). Pero también hay estudios que<br />

contrastan otras características de las viviendas.<br />

Este tipo de diseño se asocia a la teoría del espacio defendible por<br />

Newman (1973), cuya propuesta arquitectónica apuesta por ambientes<br />

de viviendas, en los cuales la estructura física inhiba el delito al mostrar<br />

a los potenciales agresores que se trata de una comunidad que se defiende<br />

a sí misma.<br />

Este tipo de comunidades se definen como un área residencial que está<br />

cercada y tiene control para el acceso y la salida al área de la vivienda<br />

(Abdullah et al., 2012; Caldeira, 2007). Son áreas residenciales con acceso<br />

restringido, en las que normalmente los espacios públicos son privatizados<br />

(Blakely y Snyder, 1997). Aunque también son “residencias, producidas<br />

como tal o resultantes del encerramiento de manzanas de casas individuales<br />

preexistentes” (Bonvalet y Dureau, 2002: 79).<br />

En cuanto a los conjuntos o fraccionamientos cerrados, que principalmente<br />

se definen por la posesión de barreras físicas a la entrada de las<br />

viviendas, los hallazgos sobre la sensación de inseguridad no son conclusivos.<br />

En distintas partes del mundo este fenómeno se ha intensificado, y en<br />

Estados Unidos el <strong>número</strong> de comunidades cerradas ha aumentado dramáticamente,<br />

como lo documentaron Blakely y Snyder (1997). Este<br />

fenómeno también se ha replicado en otras regiones como en América<br />

Latina, donde las comunidades cerradas de diferentes tipos y dimensiones<br />

son elementos comunes en todas las ciudades (Coy, 2006). Tal es el caso<br />

de México, donde la seguridad es la principal razón para decidir habitar<br />

o construir una comunidad cerrada o protegida (Guerrien, 2005).<br />

En el contexto latinoamericano, los conjuntos residenciales cerrados<br />

están mayoritariamente habitados por personas con niveles socioeconómicos<br />

medio-altos y altos y, en general, se trata de ambientes bastante<br />

homogéneos, lo que los distingue de otras regiones del mundo donde no<br />

hay tal homogeneidad (Martínez, 2014). Aunque recientemente refieren<br />

los que estudian este fenómeno que este prototipo se ha convertido en<br />

un “nuevo modelo de habitar, valorado y reproducido también en los<br />

estratos medios y pobres” (Bonvalet y Dureau, 2002: 79).<br />

En México, una parte del diseño urbano protegido se divide en dos<br />

grandes subconjuntos: los espacios residenciales protegidos, en donde<br />

principalmente habitan las personas con mayores ingresos económicos<br />

y sus respectivos espacios de vida urbana como las escuelas privadas,<br />

clubes deportivos, entre otros espacios diseñados para la misma población


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 787-811<br />

791<br />

(Guerrien, 2005). Pero también hay zonas de seguridad (Blakely y Snyder,<br />

1997) que fueron cerradas posteriormente por sus propios habitantes<br />

con diferentes tipos de barreras físicas o de vigilancia. Asimismo, hay<br />

condominios horizontales cuyo diseño fortificado se podría describir<br />

como bunkers residenciales (Guerrien, 2005).<br />

Existen distintos tipos de comunidades cerradas, pero la mayoría se<br />

realiza con el fin de mejorar las condiciones de seguridad a nivel local y<br />

para huir del miedo y evadir el peligro que ocurre afuera (Grant y Mittelsteadt,<br />

2004). En general “prometen la posibilidad de una vida cotidiana<br />

mejor, más armónica y protegida de la criminalidad” (López, 2008: 123).<br />

Lo que se espera es que el diseño de comunidades cerradas reduzca los<br />

actos delictivos en las áreas residenciales y esto mitigue la sensación de<br />

inseguridad (Blakely y Snyder, 1997). La expectativa del encerramiento<br />

es tal que incluso se incrementa el valor de los inmuebles (Davis, 2001).<br />

En relación con las viviendas para las clases sociales medias y bajas, en<br />

la investigación realizada por Rollwagen (2016), los resultados sugieren<br />

que habitar en viviendas de varias unidades no tiene un impacto estadísticamente<br />

significativo en la sensación de seguridad. En el caso mexicano,<br />

Oehmichen (2013) realizó una investigación cualitativa en una unidad<br />

habitacional en la Ciudad de México; como parte de los hallazgos reporta<br />

que nueve de 10 entrevistados habían sido víctimas del delito –principalmente<br />

de asaltos– y entre las causas que atribuyen a la inseguridad en la<br />

colonia se encuentra el consumo y tráfico de drogas, y en cuanto a la sensación<br />

de inseguridad, refieren que el miedo se sufre individualmente, pero<br />

es socialmente compartido.<br />

Mientras en algunas investigaciones se ha evidenciado que estas comunidades<br />

cerradas no son una solución consistente para controlar los niveles<br />

de miedo al crimen (Vilalta, 2013), en otras, los resultados reflejan<br />

que los residentes que habitan en áreas cerradas tienen un menor temor<br />

al crimen en comparación con aquellos que no tienen este tipo de fortificaciones<br />

(Blakely y Snyder, 1997). En el caso del amurallamiento, se<br />

arguye que hay un efecto fortaleza en el que las personas se sienten más<br />

seguras por tener una distancia del resto del vecindario (Rollwagen, 2016).<br />

En dos ciudades de Malasia, al estudiar la forma típica de vivienda en<br />

las comunidades cerradas, en comparación con las viviendas sin fortificaciones<br />

–un concepto de desarrollo relativamente nuevo– se encontró que<br />

la sensación de inseguridad es mayor en las áreas residenciales cerradas y<br />

el resultado se atribuye principalmente a las relaciones en el ámbito<br />

comunitario (Abdullah et al., 2012).<br />

En China, el estudio de Yip (2012) sobre las comunidades semicerradas<br />

en Shanghai –que se ha configurado como un símbolo de la vida moderna–<br />

se encontró que la sensación de inseguridad está estadísticamente relacionada


792 C. Vilalta et al.: Tipo de vivienda, barreras físicas y sensación de inseguridad en...<br />

con el grado de bloqueo. De manera tal que los barrios que no tenían<br />

muros mostraron niveles más bajos de percepción de seguridad, mientras<br />

que los vecindarios con control de acceso mostraron los niveles más altos.<br />

En contraparte, en Valledupar, Colombia, la investigación de Martínez<br />

(2014) muestra que en estas comunidades cerradas persiste la sensación<br />

de miedo, sobre todo en relación con los espacios cercanos, calificados<br />

como peligrosos.<br />

En Tijuana, México, las viviendas con diseños fortificados son producto<br />

de procesos mundiales con matices locales (López, 2008) en los que<br />

existen variaciones, tanto físicas en cuanto a la composición social, pero<br />

en los que prevalece la idea de la relación entre el encierro y la seguridad<br />

que ha sido promovida y capitalizada por los desarrolladores inmobiliarios.<br />

La configuración de estas comunidades cerradas tiene distintos efectos<br />

sociales, que a su vez podrían incidir en la sensación de inseguridad en la<br />

colonia. Uno de éstos es el aislamiento, donde “los vínculos sociales con<br />

el vecino interno están caracterizados por un nivel básico de encuentros<br />

esporádicos y fortuitos” (Martínez, 2014: 201), lo cual reduce la posibilidad<br />

de cohesión social, particularmente porque cuando la gente no conoce<br />

quiénes son sus vecinos se sienten más vulnerables (Body-Gendrot, 2008).<br />

Al mismo tiempo, sus puertas y paredes reflejan el miedo y sirven<br />

como recordatorios diarios de los peligros percibidos en el otro lado (Blakely<br />

y Snyder, 1997). Y en conjunto, estas viviendas fortificadas modifican<br />

espacialmente las ciudades e impactan en las rutinas diarias de aquellos<br />

que habitan espacios segregados protegidos por muros, sistemas de vigilancia<br />

y acceso restringido (Caldeira, 2007) así como también afecta a<br />

quienes ahí transitan.<br />

En muchos casos, las personas que viven en casas fortificadas desconocen<br />

la verdadera efectividad para reducir el miedo al delito (Vilalta,<br />

2012), sobre todo en aquellos casos en los que el miedo no desaparece<br />

(López, 2008) y tampoco se desvanece la latente posibilidad de intrusiones<br />

aleatorias o violentas al hogar, que está en el centro de la preocupación<br />

de las personas (Atkinson y Blandy, 2016) porque incluso en estas comunidades<br />

ocurren delitos como robos y secuestros (Blakely y Snyder, 1997).<br />

1.2. Sobre las colonias<br />

El contexto de la colonia es una dimensión territorial de análisis relevante<br />

para el estudio de la sensación de la inseguridad y que se define como un<br />

lugar determinado por un conjunto específico de características basadas<br />

en el espacio que se encuentra en una escala geográfica concreta (Lebel et<br />

al., 2007). Esta dimensión de análisis es primordial para la comprensión<br />

de los lugares en la prevención del delito (Eck y Weisburd, 2015).


Economía, Sociedad y Territorio, vol. xx, núm. <strong>64</strong>, 2020, 787-811<br />

793<br />

Una colonia se integra de distintos componentes, entre los que se<br />

encuentran las viviendas que tienen una función fundamental en relación<br />

con la seguridad subjetiva. Se supone que están diseñadas para proporcionar<br />

sensación de seguridad a las personas dentro de su vecindario<br />

(Rollwagen, 2016). Y en comparación con otros componentes de la<br />

colonia, la vivienda ha logrado su cometido al configurarse –en las encuestas<br />

de victimización– como uno de los lugares en donde las personas se<br />

sienten más seguras en relación con otros lugares como el transporte<br />

público, el mercado, la calle o el parque.<br />

En la colonia, la sensación de inseguridad está influida por la percepción<br />

de las colonias vecinas debido a su proximidad espacial, puesto que<br />

lo ocurre en una influye en la otra (Lebel et al., 2007). Al respecto, se ha<br />

encontrado evidencia de que los niveles promedio de miedo al crimen en<br />

los vecindarios cercanos se correlacionan significativamente (Wyant,<br />

2008). También atañe a la variable tiempo, en donde la evidencia empírica<br />

indica que las personas que han vivido durante un periodo largo en<br />

el vecindario son más propensas a sentirse inseguros que los nuevos residentes<br />

(Rollwagen, 2016).<br />

Se sabe que las diferencias individuales en la sensación de inseguridad<br />

están fuertemente relacionadas por las características socioeconómicas de<br />

la colonia, de manera tal que el miedo expresado al delito mejora en<br />

relación con las características de los entornos en los que viven (Brunton‐<br />

Smith y Sturgis, 2011). Así, hay un conjunto de variables sociales compartidas<br />

entre los habitantes de un espacio territorial e incluso se ha<br />

planteado que existe una cultura local de la inseguridad (Kessler, 2006).<br />

Esta sensación varía considerablemente en relación con el entorno<br />

construido en términos del diseño residencial, particularmente respecto<br />

a la prevención del delito a través del diseño ambiental (CPTED) que, se<br />

ha evidenciado, tiene un efecto más fuerte al influir en la sensación de<br />

inseguridad que otras formas de prevención (Sakip et al., 2018). En contraparte,<br />

hay aspectos espaciales que contribuyen a la estigmatización de<br />

un barrio como la propia ubicación física, la precarización de la vivienda<br />

y el bajo valor económico de la tierra (Pyszczek, 2012).<br />

También la sensación de inseguridad externa sobre la colonia se configura<br />

a partir de una evaluación que hacen las personas que no radican<br />

en ésta –con la información disponible– que tiene efectos directos en la<br />

configuración del vecindario. Los resultados de la investigación en Suecia<br />

de Ceccato y Wilhelmsson (2011) muestran que si el miedo y el<br />

vandalismo aumentan en la colonia se espera que los precios de los<br />

inmuebles disminuyan; con un precio implícito más alto para el miedo.<br />

En este sentido, las características de los vecindarios son determinantes<br />

fundamentales de cómo las personas perciben su riesgo ante la inseguridad


794 C. Vilalta et al.: Tipo de vivienda, barreras físicas y sensación de inseguridad en...<br />

en la colonia, aunque la evidencia empírica es inconsistente (Brunton‐<br />

Smith y Sturgis, 2011).<br />

Pero además de estos elementos, que podrían ser evaluados interna y<br />

externamente, se refiere que hay un estigma del barrio, como una zona<br />

insegura que se mantiene y se retroalimenta y, a su vez, esto tiene distintos<br />

efectos como la segregación de los espacios, la menor inversión en comercios<br />

y viviendas, entre otros (Pyszczek, 2012). Es decir, se contribuye a<br />

mantener el círculo de la estigmatización y la sensación de inseguridad.<br />

El incremento de los precios, en relación con las condiciones locales,<br />

corresponde al hecho de que las personas valoran mucho la seguridad de<br />

un vecindario cuando eligen un lugar para vivir (Ceccato y Wilhelmsson,<br />

2011). Implica que el poder adquisitivo sea una restricción para poder<br />

vivir en entornos más seguros, de tal manera que la sensación de seguridad<br />

se asocia como una condicionante de la calidad de vida en las viviendas<br />

a la que tienen acceso los estratos socioeconómicos más altos, cuyos<br />

barrios presentan menos espacios deteriorados que se relacionen con<br />

percepciones de insegurida