Edicion 13 de Septiembre 2021
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8 Lunes 13 de septiembre de 2021
Opinión
Diario Co Latino
Bicentenario de la independencia
Centroamericana con dictadura en El Salvador
Licenciada Norma Guevara de Ramirios
Que no se nos olvide
rendir tributo
a quienes nos libraron
del yugo español hace
200 años, pues entre todos los
llamados próceres de la independencia
centroamericana, los salvadoreños
eran independentistas, así lo registra
la historia.
El presbítero y doctor José Matías
Delgado entre ellos, y el primer presidente,
Manuel José Arce; ni decir de
las heroínas de la patria como María
Feliciana de los Ángeles Miranda, María
Felipa Aranzamendi, Manuela Antonia
Arce y Fagoaga de Lara entre
tantos. Pocos firmaron el acta de independencia
el 15 de septiembre de 1821,
pero muchos habían luchado por ella,
especialmente en lo que es hoy nuestro
querido El Salvador.
Doscientos años es poco y dos años
son mucho.
Sí, dos siglos pasaron de agitada
vida de nuestro pueblo, unos cuantos
miles de sus hijos podemos dar cuenta
del último medio siglo; suficiente experiencia
para comprender la importancia
de tener respeto por los hechos
reales que acontecen en un pueblo,
por la verdad; y para entender que los
últimos dos años, los hechos ocurridos
nos presagian la repetición de fenómenos
socio políticos indeseables,
como la dictadura, con nuevos instrumentos
dentro del viejo guion.
En el recorrido de estos dos siglos
encontramos una lucha permanente
de parte del pueblo por un destino
mejor; también la voracidad de otra
parte por dominar y apropiarse de bienes
y ventajas, luchas por la vida cotidiana,
la comida, el agua, el trabajo, la
escuela, un rancho, una casa, por la
salud, por la justicia y por la democracia.
Luchas y más luchas
en las que los logros que van
quedando pierden autores.
La escuela para muchos, la universidad
para más personas, la educación
laica, el derecho a organizarse,
a elegir gobernantes y también
siempre hubo seguidores de mecanismos
opresivos, apoyos a las dinastías,
a los tiranos y a los dictadores. Después
de Anastasio Aquino y los pueblos
nonualcos, la insurrección de
1932 con Farabundo Martí, la persistencia
de los perseguidos comunistas
salvadoreños y otros movimientos de
intelectuales, artistas, maestros, fue el
surgimiento del FMLN y del FDR los
que mejor resumieron la experiencia
de luchas populares por la justicia y
por el derecho del pueblo a vivir en
democracia.
La iglesia católica, su parte justiciera
y pacifista, las iglesias cristianas, pusieron
su parte para poner fin al ciclo de
dictaduras, de golpes y contragolpes y
para intentar convivencia. No es casual
que de esas luchas se evidenciara
en la opción por los pobres y lo justo,
el martirio y reconocimiento de santidad
de Monseñor Romero, del padre
Rutilio Grande y el martirio de los padres
jesuitas.
Puede decirse que luego de la independencia,
el logro de la paz y la reforma
política que ella trajo, permitió
más de un cuarto de siglo de avances
que siempre juzgamos insuficientes e
imperfectos, pero que ahora que aceleradamente
se pierden podemos resignificarlos.
Los últimos dos años y tres meses
representan retroceso, y auguran mucho
sufrimiento a todo nuestro pueblo,
es el plan de consolidar una dictadura
el que se puso en marcha, con
la victoria de Nayib Bukele. Es el ciclo
que se abre, en medio de mentiras, persecución
política, destrucción de instituciones
y el control completo de los
órganos de gobierno fundamentales y
demás entidades públicas.
Pudimos llegar a este bicentenario
en una condición distinta, pero esta es
la realidad.
¿De quién es la responsabilidad? Muchos
prefieren culpar a otros para disminuir
la propia; pero para eso debe
haber tiempo y libertad en el análisis;
ahora lo que importa es que como pueblo
nos demos por enterados del rumbo
en el cual el país está encaminado
y si no nos parece vivir bajo dictadura,
o si se van dando cuenta de lo que eso
significa, pues asumamos lo que dice
nuestro himno nacional, consagrémonos
a buscar el bien de la patria.
El presidente nos endeuda, no rinde
cuentas, convierte al órgano legislativo
en una maquila de hacer leyes,
cambiará la Constitución, domina el
órgano judicial y la fiscalía, somete
a otros órganos que debieran regirse
por sus leyes propias y por los mandatos
constitucionales. Cómo negar que
estamos frente a un régimen dictatorial?
Nos queda enfrentarlo con lucha,
con razones, con creatividad, con valor,
con amor y dignidad. Ese debe
ser hoy nuestro saludo a la bandera,
nuestro reconocimiento a los próceres,
héroes, heroínas y mártires, para
recuperar el derecho a vivir orgullosos
y orgullosas de ser salvadoreños.