Gen Multicolor número 5 - octubre 2021
Ya sabemos que contar, narrar, hacer público, ponernos voz es un principio de reparaciónfundamental porque reconocemos que no estamos solas, porque mi historia se ve reflejada en latuya, porque compartimos un cuerpo colectivo que se abraza para sanar. Sabemos, también, quenuestras realidades son diversas y que las opresiones no fluctúan de los mismos modos en todoslos cuerpos y que no todas las opresiones nos atraviesan a todas. Me dice Elisa, y lo compartomucho, que esto no se trata de hacer un concurso de opresiones, sino de entenderlas en suspropias realidades múltiples, complejas y dolorosas. Y esta comprensión pasa por ensalzar losafectos, por cifrar un lenguaje de mimos que no esté basado en el modelo relacionalheteronormativo que impone una jerarquía en la que las amigas y, en general, cualquier vínculofuera de la monogamia de la pareja queda relegado a un segundo plano de importancia.En Resistencia Bisexual Elisa rescata la idea de la no monogamia que plantea Brigitte Vasallo:“descentralizar la pareja y desdibujar el papel que tienen en nuestra vida las distintas personas a lasque queremos”. Encuentro aquí una potencia subversiva muy poderosa, que pasa no solo porreconocer que nuestres amigues no ocupan posiciones secundarias en nuestros vínculos sino quetambién nuestros vínculos se forjan fuera de esa jerarquía.Ser vistas es una parte esencial de nuestra reivindicación como bisexuales, y es ahí donde empieza aresquebrajarse nuestro asilamiento: necesitamos que nuestras amigas se vuelvan compañeras, asícomo encontrar entre nuestras compañeras alguna amiga. Porque con ellas es más amable elreconocimiento propio y más feroz la lucha por el ajeno (…) Para ser concebibles primero tenermosque ser visibles. Mientras chavalas adolescentes sigan creyendo que lo que sienten es unaadmiración rara por su compañera a costa de su autoestima, o pensando que hay algo malo y sucioen ellas por desear a personas de distintos géneros, seguirá siendo necesario visibilizar labisexualidad. Y hacerlo no significa simplemente señalar que la bisexualidad existe y ya está, sinodefinirla.Es decir: “cargarnos las líneas y convertirnos en mapas”.Y que esos mapas propongan la disidencia como lugar habitable y propio.E N T R E V I S T A¿ Q u i é n t e m e a l o q u e e r ? A t r a v é sd e V i c t o r M o r aP O R A n t o n i o S o l a n o S a l a so queer se ha definido como lo extraño, lo desviado, el espacio que habitan los cuerpos que quedanfuera de la norma. Un concepto que nos aleja de los binarismos hacia un espacio lleno de diferentesexpresiones de género e identidades y que recientemente ha comenzado a ser el centro de muchosodios y a estar en boca de todas. En esta ocasión compartimos nuestro Gen multicolor y buscamosrespuestas con Víctor Mora, doctor internacional en estudios Artísticos, Literarios y de la Cultura;activista y escritor. A Través de su último ensayo ¿Quién teme a lo queer? Nos aproximamos alconcepto y sus horizontes.[ 25 ]Esto es una campaña contra la LGTBIfobia
El libro se articula como un gran signo deinterrogación que plantea infinidad deincógnitas y posibilidades, entre las quesuenan con más contundencia destaca elQuién ¿A quién amenaza lo Queer?Efectivamente, a quién amenaza y tambiénquién lo habita, ¿quién habita lo queer? Piensaque es una palabra que nace como estigma,como insulto que significa torcido, raro,extraño… servía -y sirve- para señalar elcuerpo que no encaja en la norma, y la normaes un espacio que va cambiando lentamente.Hoy asociamos queer con desviaciones delpatrón de género y sexo heterosexual ycisnormativo, pero es un sintagma amplio quenos habla de más cosas, de la funcionalidad, laracialización, la clase o las formas derelacionarnos. Hoy por hoy, en el contexto quehabitamos y grosso modo, podríamos decir queteme lo queer toda persona que entiende que ladivisión binaria del sexo es la única natural yque todo lo demás es una amenaza… cuandoen realidad no hay nada "natural" stricto sensuen nuestros cuerpos políticos. Nada natural,quiero decir, -antes de llevarnos las manos a lacabeza-, más allá de cuestiones orgánicas queno sirven para explicar la organización política:el impulso del deseo no puede explicar laorganización social de la sexualidad, de lamisma manera que la sensación de hambre nopuede explicar las complejidades de la cocina,como decía Gayle Rubin. Por lo mismo, haycuerpos que experimentan la relación entresexo y género de manera diferente a lo que lanorma -cishetero- espera de ellos. De la normadepende clasificar estas complejidades comopatología, desviación social, criminal…varía en función de la época, fíjate que ahoraestamos en plena batalla por ladespatologización institucional de las personastrans*, como ocurrió en los 70 con las maricas,bi y bolleras.Planteas también que, lo queer, después dehaber transitado “la etiqueta amable, lapegatina (...) en libros, series y productos”,después de haber sido entendido como unlugar outsider desde el que satisfacer elcentro había llegado de nuevo a estar en elpunto de partida ¿Cuál es ese punto y quéposibilidades ofrece?¡Bueno, claro! Es que ese recorrido de lo queercomo etiqueta no se ha ido, ha llegado paraquedarse y tenemos que problematizarlo. ¿Estábien que exista la etiqueta queer comoclasificación de contenido en Netflix, porejemplo? ¿Está bien que seamos un nicho demercado, un producto vendible? ¿Nos gustaeso? Bueno, pues es sobre lo que tenemos quepensar, pero no ahora en especial:continuamente. Es como ver camisetas en Zaraque pone feminista o anarquía, ¿nos vamos aconformar con eso o lo que queremos es unarevolución de los medios que han producidoesas camisetas en condiciones nada feministasy nada anarquistas, por ejemplo, fomentando laprecariedad y lucrándose con nuestras luchas?Pues ahí está la pregunta. Nos tenemos queresponsabilizar. Lo que explico en el libro esque esa etiqueta de lo queer como algo cuqui yamable ha tenido un periodo dehipervisibilización que ha coincidido en eltiempo con una demonización por parte deotros sectores de la política, la lucha y la vida[ 26 ]
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El libro se articula como un gran signo de
interrogación que plantea infinidad de
incógnitas y posibilidades, entre las que
suenan con más contundencia destaca el
Quién ¿A quién amenaza lo Queer?
Efectivamente, a quién amenaza y también
quién lo habita, ¿quién habita lo queer? Piensa
que es una palabra que nace como estigma,
como insulto que significa torcido, raro,
extraño… servía -y sirve- para señalar el
cuerpo que no encaja en la norma, y la norma
es un espacio que va cambiando lentamente.
Hoy asociamos queer con desviaciones del
patrón de género y sexo heterosexual y
cisnormativo, pero es un sintagma amplio que
nos habla de más cosas, de la funcionalidad, la
racialización, la clase o las formas de
relacionarnos. Hoy por hoy, en el contexto que
habitamos y grosso modo, podríamos decir que
teme lo queer toda persona que entiende que la
división binaria del sexo es la única natural y
que todo lo demás es una amenaza… cuando
en realidad no hay nada "natural" stricto sensu
en nuestros cuerpos políticos. Nada natural,
quiero decir, -antes de llevarnos las manos a la
cabeza-, más allá de cuestiones orgánicas que
no sirven para explicar la organización política:
el impulso del deseo no puede explicar la
organización social de la sexualidad, de la
misma manera que la sensación de hambre no
puede explicar las complejidades de la cocina,
como decía Gayle Rubin. Por lo mismo, hay
cuerpos que experimentan la relación entre
sexo y género de manera diferente a lo que la
norma -cishetero- espera de ellos. De la norma
depende clasificar estas complejidades como
patología, desviación social, criminal…
varía en función de la época, fíjate que ahora
estamos en plena batalla por la
despatologización institucional de las personas
trans*, como ocurrió en los 70 con las maricas,
bi y bolleras.
Planteas también que, lo queer, después de
haber transitado “la etiqueta amable, la
pegatina (...) en libros, series y productos”,
después de haber sido entendido como un
lugar outsider desde el que satisfacer el
centro había llegado de nuevo a estar en el
punto de partida ¿Cuál es ese punto y qué
posibilidades ofrece?
¡Bueno, claro! Es que ese recorrido de lo queer
como etiqueta no se ha ido, ha llegado para
quedarse y tenemos que problematizarlo. ¿Está
bien que exista la etiqueta queer como
clasificación de contenido en Netflix, por
ejemplo? ¿Está bien que seamos un nicho de
mercado, un producto vendible? ¿Nos gusta
eso? Bueno, pues es sobre lo que tenemos que
pensar, pero no ahora en especial:
continuamente. Es como ver camisetas en Zara
que pone feminista o anarquía, ¿nos vamos a
conformar con eso o lo que queremos es una
revolución de los medios que han producido
esas camisetas en condiciones nada feministas
y nada anarquistas, por ejemplo, fomentando la
precariedad y lucrándose con nuestras luchas?
Pues ahí está la pregunta. Nos tenemos que
responsabilizar. Lo que explico en el libro es
que esa etiqueta de lo queer como algo cuqui y
amable ha tenido un periodo de
hipervisibilización que ha coincidido en el
tiempo con una demonización por parte de
otros sectores de la política, la lucha y la vida
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