Boletín Informativo de Cooperativa Camet

PERSONAJES DE NUESTRO PUEBLO
Hoy Betty Nair Ponce de Duarte (Betty Duarte)
La primera institución que se creó en Estación Camet fue
la Escuela Primaria número 3 “José Manuel Estrada”. El
cómo llegó es casi una aventura que lo dejamos para más
adelante. De momento solo diremos que se estableció muy
humildemente en el año 1931 y que la llamaban “la
viajera”.
Es larga la lista de docentes que por ella pasaron, y de
entre todas vamos a rescatar a la señora Betty Nair Ponce
de Duarte, Sra.. Betty en la Escuela, Betty Duarte para los
cametenses, o más escueto aún, simplemente Betty, que
no hay quién no la conozca, porque luego de jubilada la
hemos visto en innumerables ocasiones, aniversarios del
pueblo, de la Sociedad de Fomento, en actos de las
escuelas, del jardín de infantes y cualquier otra
celebración, como fue el caso de la inauguración de la
plaza o de las fechas patrias. Betty además de ejercer la
docencia ha sido una persona muy identificada con las
cosas nuestras.
Hija de Joaquín Mauricio Ponce y de Luisa Sofía
Bonnaterre, hijos de vascos franceses, nació en la ciudad
de Necochea, el 20 de septiembre de 1937. A los cuatro años
ya estaba viviendo en Mar del Plata, en la calle Chile
esquina Rivadavia. A la escuela primaria la hizo muy
cerca de casa, en la Escuela Nro. 15 “Juan B. Alberdi”.
Su papá era empresario yesero y su mamá comerciante;
tuvo durante muchos años un comercio de ramos
generales, un almacén, al que luego le cambió el rubro, lo
hizo mercería. Ambos trabajaron hasta muy mayores.
-Luego nos trasladamos a la calle España esquina
Gascón–nos cuenta la propia Betty-, y a la secundaria la
hice en la Escuela Normal Municipal, que estaba en la
esquina de 25 de Mayo y Catamarca, donde ahora está la
Biblioteca Pública. Todas las materias me gustaban
mucho, en especial Pedagogía, Didáctica y Psicología, por
ser ni más ni menos que la columna vertebral para la
formación del docente. Y además teníamos las prácticas,
que se hacían en el salón, frente a alumnos primarios.
Pero el despertar de la vocación había sucedido varios
años antes. En el fondo de su casa había un pequeño
gallinero y allí, disponiendo las cosas a su manera, la
niña ya jugaba a que era maestra, impartiéndole clases a
su gallina Titina, desconocemos con qué resultado….
Betty se recibió de Maestra en 1955. Por aquellos años era
muy difícil conseguir nombramiento
como Titular, porque Mar del Plata había sido declarada
“distrito abierto” y se daban casos que muchos docentes de
la provincia, que ya eran titulares, decidían radicarse en
ella, ocupando las plazas, en detrimento de los docentes
locales.
-Eso me llevó a una espera muy larga –continúa Betty-.
Fui Suplente durante 17 años. El primer trabajo que hice
fue en la Escuela Nro. 13 “José Hernández” en Arturo Alió e
Ituzaingó. Bajaba del micro en avenida Luro y caminaba
entre barriales por más de diez cuadras. Después, en 1956,
trabajé en la Escuela 5 de General Pirán; en 1957 en la
Escuela 1 de Coronel Vidal y en 1958 en el paraje La
Martona, entre Vidal y Vivoratá. De ida tomaba El Cóndor a
las 5:30 horas y de regreso viajaba a dedo. Lo hacía todos
los días.
En 1960 Betty se casó y ya no quiso viajar más. De todos
modos, aquel anhelo tan deseado, el de conseguir la
titularidad tardó en llegar, y mientras tanto ejerció la
docencia en un sinnúmero de lugares. Recién en 1972 se
presentó la oportunidad y pudo elegir.
-Me gustó Estación Camet. Le decían “la viajera” porque
había sido creada en 1882, para Laguna de los Padres, luego
pasó al campo “Los Ortiz” y más tarde a Mar del Plata.
Todo el edificio de la escuela era una casilla de madera.
Fue un vecino, don Joaquín Ugalde quién la trajo cargada
en una “chata” tirada por caballos y la emplazaron en el
mismo lugar donde años después se levantó el actual
edificio.

La esposa de Ugalde, doña Clara, también fue Directora de
la Escuela. Al momento de incorporarme ya estaba
jubilada. Sin embargo era secretaria de la cooperadora y
tesorera era Adela Haure, también ex docente. De ambas
queda en Camet un fresco recuerdo cargado de
reconocimiento, porque nosotros nos jubilamos, pero no
terminamos de despegar nunca de la comunidad donde
brindamos nuestros servicios.
Estando de Directora trabó contacto con mucha gente que
siempre se mostró predispuesta a colaborar, como es el
caso de los señores Juan De Vega, Félix Sola, Maximino
Suárez y el ya mencionado Joaquín Ugalde.
-En Estación Camet trabajamos muchísimo. Hablo en
plural porque todo se hizo con la cooperación y la voluntad
general de la población. Nadie hace nada solo.
Betty no tenía pereza para salir caminando a visitar
determinadas casas donde su instinto docente, su
compromiso y hasta su corazón de madre, le decían que
había problemas. También buscando alumnos para
engrosar la matrícula, donde se superó la cantidad de
cuatrocientos alumnos.
-El día más triste que pasé fue cuando el temporal se llevó el
techo completo. ¡Qué desesperación!
Pero ahí Camet sacó a relucir todo su compromiso. En la
Sociedad de Fomento hicimos funcionar a 6to y 7mo grado.
En el Club, aprovechando el gran salón, hicimos distintos
grupos, uno por aquí otro por allá, para cada uno de los
grados. Claro que como dije anteriormente, todo se hizo en
conjunto, que nadie hace nada solo, siempre se necesita de
la solidaridad de los demás. No perdimos ni un solo día de
clases y tampoco dejó de funcionar el comedor.
Como siempre sucede, un día fue el último como Directora
para Betty, cuando llegó la jubilación. Fue en 1991 con la
Escuela de Verano. Le quedó el orgullo de que la 3 fue la
primera Escuela Rural de General Pueyrredón en contar con
una sala de computación, y que desde su sede se impulsó la
creación del Jardín de Infantes Nro. 6 y de la Escuela Media
20.
Y el recuerdo de todos aquellos colaboradores, docentes,
auxiliares, cooperadora, desinteresados o mejor dicho
interesados solo en el bien común. Todos ellos fueron los que
“me permitieron cumplir mis sueños”, y que lo hecho fue
con arreglo a aquella convicción de que las cosas, cuando
mejor salen, es cuando se las realiza entre todos, juntos, y
que Betty resume en una frase que le dio sentido a su labor:
-Nadie hace nada solo.

H O Y C O C I N A . . .
CRISTINA ALCOBA B° EL TEJADO
Salsa Criolla
Como adobo para todo tipo de carnes, asadas o al horno o incluso para mezclarlas
en ensaladas, la Salsa Criolla tiene bien ganada un lugar de privilegio.
Con muchas variantes distintas, cada una con un matiz propio, es muy simple de
preparar, muy sencilla y no compite con el chimichurri, que es otra cosa, más bien se
complementa con él.
Esta versión de la Salsa Criolla es como la
preparo yo. En cualquiera de sus
versiones siempre le hace un favor a las
comidas que acompaña.
IINGREDIENTES:
1/2 morrón rojo
1/2 morrón verde
1/2 morrón amarillo
1 diente de ajo rallado
Pizca de orégano, de ají molido, de
pimienta negra en grano, de sal fina.
2 cebollas blancas
2 tomates peritas
1/2 taza de vinagre blanco
1 taza de aceite de oliva.
PREPARACION:
Cortar en cubos pequeños y de igual
tamaño tanto los morrones como las
cebollas y los tomates, añadir peregil
picado, todo en un bol o en taper si es
que se la quiere guardar en la heladera,
agregar los condimentos, el aceite y el
vinagre, poco a poco mientras se lo va
probando para que quede a gusto y
finalmente mezclar bien. Es conveniente
guardarla una hora en la heladera antes
de usarla, para que se sirva bien
fresquita.
Guardada en heladera puede durar dos o
tres días.
B°2 de Abril

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