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DEL RECTANGULO AL TRIANGULO

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DEL RECTÁNGULO AL TRIÁNGULO

Adaptaciones de la Arquitectura Moderna en Temuco

©Universidad Mayor

©Autores

Primera edición

Temuco, 2021

ISBN 978-956-404-887-1

Derechos Reservados. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la

cubierta, puede ser reproducida o transmitida, de forma total o parcial, por cualquier

medio sin autorización de sus autores.

AUTORES Y EDICIÓN

Javier Arangua Calzado ¦ Verónica Gárate Navarrete

Gonzalo Rodríguez Paillape ¦ Cristian Tapia Palacios

CORRECCIÓN DE ESTILO (CHICAGO - DEUSTO)

Gonzalo Rodríguez Paillape

REVISIÓN

Andrea Rojas Coll

REGISTRO FOTOGRÁFICO Y ARCHIVO

M. Alejandra Barrera Barrios

DIRECCIÓN DE ARTE Y DISEÑO

EDICIÓN GRÁFICA

Dostercios ¦ www.dostercios.cl

PORTADA

Dostercios ¦ www.dostercios.cl

Escuela de Arquitectura Temuco, Facultad de Humanidades, Universidad Mayor, Av.

Alemania 0281, Temuco 4780000, Chile.

Proyecto financiado con aportes de FONDART Regional, línea Patrimonio Cultural,

Folio N° 544334 Región de La Araucanía, año 2020


ÍNDICE

Prólogo

INTRODUCCIÓN

I. LA NUEVA SOCIEDAD CIVILIZADORA:

EL IMAGINARIO DEL DESARROLLO EN LA NUEVA REGIÓN

La llegada de la modernidad a La Araucanía

Modernidad en la arquitectura

II. APRENDER EL OFICIO:

LA ETAPA DE FORMACIÓN Y LOS PRIMEROS AÑOS DE

EJERCICIO PROFESIONAL

Primeros arquitectos de La Araucanía

El ejercicio profesional en Temuco

La década del sesenta y la unión de dos generaciones

III. LA CASA COMO LABORATORIO

Paisaje y arquitectura moderna

Arquitectura moderna y paisaje de La Araucanía

Arquitectura moderna de La Araucanía. Del rectángulo al triángulo:

Referentes de rasgos originales en la ciudad de Temuco

REFLEXIONES FINALES

REGISTRO DE OBRAS

Referencias

Agradecimientos

06

10

16

18

23

38

40

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77

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158



MODERNIDAD EN LA

FRONTERA.

ARQUITECTURA NUEVA

PARA LA ARAUCANÍA

PRÓLOGO

La arquitectura moderna en Chile cuenta a la fecha con un nutrido número de

investigaciones que han arrojado variadas tesis, artículos, numerosos libros

y monografías. El tema redunda en un alto interés por examinar uno de los

períodos más intensos de la historiografía nacional.

En 1985 Humberto Eliash y Manuel Moreno se abocaron a escribir lo que

constituye el primer texto que indagaba en los rastros del Movimiento Moderno

en Chile, denominado Arquitectura Moderna en Chile 1930 - 1960.

Testimonio – Reflexiones. Era la primera vez que se publicaba un documento

-un cuadernillo- relativo al tema. Apasionados por ampliar su investigación,

publicaron lo que hoy es considerado un texto canónico dedicado a la arquitectura

moderna chilena llamado Arquitectura y Modernidad en Chile: una

realidad múltiple 1925-1965, (1989). Este texto, que podemos llamar fundacional,

ha inspirado e informado a diversos investigadores que, basados sobre

sus interpretaciones, han dado origen a nuevas lecturas de una arquitectura

que, con un amplio vocabulario formal, ha materializado ideales democratizadores

que portaba en sus entrañas la modernidad.

La mayoría de la literatura arquitectónica chilena consagrada ha dedicado sus

esfuerzos para tratar diferentes zonas del país, teniendo a Santiago como el

principal foco de atención; y luego, recientemente, a algunas de regiones del

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país, tanto en el norte como en el sur. Esta ampliación territorial de los estudios

ha revelado nuevos fragmentos historiográficos que vienen a componer

una modernidad acrisolada, hoy mucho más extensa y más fructífera.

En este marco, La Frontera ha tenido escasa mención en este ámbito revisionista.

En la práctica, salvo un puñado de edificios, la historiografía no se ha

detenido en las vicisitudes de una de las regiones más nuevas del país. Afirmamos

esto pues, el desarrollo institucional de la Araucanía ha corrido su suerte

en paralelo a los avances de la modernidad en Chile y también en el mundo. Es

un progreso muy ligado a la época contemporánea, el tiempo cuando suceden

los cambios más intensos en la propagación de nuevos lenguajes arquitectónicos

y se despliega un ideario que aspira a cambiar la realidad.

La historia contemporánea de La Frontera sucede al amparo -o bajo el yugo-

del Estado, y es totalmente coherente con el período de desarrollo de la

arquitectura moderna en Chile. Si estimamos que tal lapso comienza a fines

del siglo XIX y se extiende hasta fines del XX, se advierte que es el mismo en

que la ciudad y la arquitectura instalan en este territorio feraz las huellas

de la memoria urbana. La ciudad, la arquitectura, la geometría, el trazado,

vienen a situarse ahora sobre la vastedad de una naturaleza que se despliega

desde los valles, el bosque, los lagos, las montañas. La pieza arquitectónica,

se yergue entonces como imagen de la ocupación en el espacio de un ideario

exógeno. Es en sí misma una soflama que reclama un lugar.

Temuco, pensamos, es una ciudad moderna, tanto así, que nace moderna, como

muchas ciudades de La Araucanía. Dicho de otro modo, es una ciudad que

no tuvo el tiempo para tener antigüedad. Su fundación, en 1881, es coetánea

a la llegada del ferrocarril. Ambos hechos, la fundación de la ciudad y el arribo

del sistema ferroviario, son portadores de ideales estatales que aspiran

a movilizar aquellos imaginarios, supuestamente, benefactores del ideario

moderno. Se moviliza la arquitectura en tanto se instalan formas exógenas

donde nada había.

En ese contexto surge la presente publicación. Lo que ella hace es una revisión

crítica de la producción arquitectónica más significativa de la ciudad

de Temuco en el período comprendido entre las décadas de 1950 a 1980. Sus

autores advierten la importancia determinante que llegó a tener la reforma de

la enseñanza de la arquitectura en la Universidad de Chile en 1946 y en la Universidad

Católica en 1947, con ideales de modernidad que son fervorosamente

abrazados por jóvenes estudiantes sureños que regresan a La Araucanía y al

sur del país a partir de la década de 1950.

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En el caso de Temuco, e identificando período, obra y arquitecto, los autores

plantean la hipótesis que el desarrollo de la arquitectura moderna en la ciudad

distingue al menos dos etapas: un primer período en la década de 1950 y

el segundo en las décadas de 1960-70.

Al primer período corresponde la obra de los arquitectos Eduardo Fourcade,

Horst Baumann y Ewald Wörner, trabajo muchas veces desarrollado de

modo colaborativo. Destacan allí la obra de Baumann, representada por los

edificios para la 3ra. Compañía de bomberos (la Bomba Germania,1958); el

gimnasio para el Instituto San José, actual Colegio La Salle (1951), y el Banco

del Sur de Chile, posteriormente Banco Osorno y La Unión. A este primer

período corresponde también el edificio de la Iglesia Metodista de Temuco,

obra conjunta de Baumann y Fourcade que los autores consideran - aunque

ecléctica- una de las primeras obras modernas de la ciudad (la primera piedra

del edificio fue puesta en 1951, pero el proyecto sería anterior).

Los autores otorgan gran atención a la producción arquitectónica de Ewald

Wörner, que solo, o en conjunto con los arquitectos Enrique Esteve y Horst

Baumann, desarrollan algunos de los edificios más significativos de la arquitectura

moderna de Temuco. Destacan entre ellos, el Templo Sociedad

Evangélica de Chile (Wörner, Esteve, 1964), edificio que actualmente ocupa la

iglesia Encuentro con Cristo en Avda. Alemania 0228; el edificio de la Iglesia

Luterana ubicado en Avda. Alemania 0720 (Wörner, Baumann, 1971-1972) y la

ya destruida casa del arquitecto denominada “Casa Estrella” ( Wörner, 1965-

1970), en donde ensaya con novísimas cubiertas plegadas que revolucionaron

el ambiente arquitectónico de la ciudad en esos años.

A un segundo período, el que fijan a partir de las décadas de 1960 y 1970,

corresponde la obra de los arquitectos Enrique Esteve, Sergio Carrasco, Roland

Rocha, Carlos Vidal y Gerardo Rendel. Especial mención hacen a la obra

de Ewald Wórner y Enrique Esteve, quienes desarrollan la primera “Casa en

A” en la ciudad (que sería la propia vivienda familiar de la familia Esteve,

ubicada en calle Porvenir 790, aún en pie); así también destacan la obra del

arquitecto Carlos Vidal Bravo, con una extensa producción de viviendas unifamiliares

en las que resulta posible observar un fino y acucioso desarrollo

de las carpinterías de madera y las mamposterías de piedra a la vista, en

huevillos y piedra laja.

En una interesante hipótesis y reflexión final, los autores plantean que la

arquitectura moderna de la década de 1960 en Temuco transita “del rectángulo

al triángulo”, en el sentido que se trata de una obra que abandona

la tendencia de aquellos momentos de una arquitectura que se resolvía

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mediante paralelepípedos rectos, para adentrarse a otras exploraciones con

los materiales y el espacio que les acercaron a las estructuras triangulares,

representadas en edificios religiosos y viviendas en donde se ensaya con cubiertas

plegadas. Es posible advertir allí una búsqueda de una expresión más

acorde para el territorio y los paisajes de la lluvia en La Araucanía, y dicho

en palabras del propio Edwald Wörner “…y en las noches de temporal, es

reconfortante pensar cómo el agua escurre rápida y silenciosamente por los

empinados techos” (AUCA 28, 1975).

El contexto, finalmente, más que un ideal, interpuso sus propios méritos.

La abundancia de los bosques y el paisaje lacustre, la lluvia, la humedad,

las praderas, el cielo, pasan a ser componentes que alteran el lenguaje de la

arquitectura moderna. De este modo, las ideas de contextualización, sincretismo,

en definitiva, de apropiación, son nuevas señales de una arquitectura

que decoloniza su instalación en una región abrigada por trenes, coigües y

palabras. Las maderas nativas, las piedras, las techumbres, vienen a ser nuevas

expresiones de un lenguaje propio y apropiado. Asimismo, el encuentro

con culturas nativas, propietarias de códigos relativos a un mundo ancestral,

simbólico, atávico, comenzaron a interrogar la expresión material de una arquitectura

con pretensiones universales. Del mismo modo, las expresiones de

las culturas de la colonización, dejaron traspasar, sus propias claves sujetas

a un pasado extranjero. Estas mixturas son algunos de los componentes que

traspasan un lenguaje, al final, menos ortodoxo y más complejo.

El libro que hoy celebramos, Del rectángulo al triángulo. Adaptaciones de la

arquitectura moderna en Temuco, realizado por académicos de la Escuela de

Arquitectura de la Universidad Mayor, sede Temuco, es el resultado de una investigación

estricta y fructífera que escarba en esa amalgama cultural situada

en La Frontera, y que abre con lucidez una nueva lectura a la modernidad

arquitectónica chilena.

Pablo Fuentes Hernández + Gonzalo Cerda Brintrup

Arquitectos

8


9


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INTRODUCCIÓN


“Los arquitectos adecuaron los

principios de la arquitectura

contemporánea a la

idiosincrasia de cada país; a

sus materiales y posibilidades

constructivas. Fueron ideales

derivados de los presupuestos

y estados de la industria, de la

construcción que tendieron al

uso de materiales naturales y al

uso de las formas vernaculares

revitalizadas de cada lugar”.

Cáceres, Osvaldo (2007)

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En la región de La Araucanía el panorama actual respecto a

la protección y conservación del patrimonio arquitectónico

es desalentador. Las consecuencias de ello son visibles en el

gran número de demoliciones y pérdidas que han afectado

a edificios patrimoniales durante los últimos años, como ha

ocurrido en Temuco con las antiguas casonas de la Avenida

Alemania, en Padre Las Casas con el Puente Ferroviario sobre

el Río Cautín o en Purén con el Monumento Nacional Casona

Schmidlin, por citar algunos. De la misma forma, vemos cómo

los inmuebles que aún se conservan en pie son intervenidos

sin criterio, incorporando enormes letreros publicitarios o

modificaciones a la estructura original, lo que sumado a la

presencia del tendido eléctrico que ensucia la imagen urbana

de la ciudad, termina afectando severamente su apreciación

por parte de la comunidad. En otros casos, el desuso y la falta

de incentivos a la conservación, los transforma en verdaderos

fósiles urbanos que paulatinamente se deterioran, pese a estar

reconocidos legalmente como Monumento Nacional, como

ocurre con el Hotel Continental de Temuco.

Si bien los instrumentos para su protección en algunos casos han

sido aplicados, como la Ley Nº17.288 de Monumentos Nacionales

y el artículo 60 de la Ley General de Urbanismo y Construcciones,

a todas luces son insuficientes y denotan una evidente falta de

iniciativas de investigación que avalen su valor patrimonial. Estos

estudios, son necesarios para constituir la base de un círculo

virtuoso, integrado por iniciativas de educación, investigación y

puesta en valor patrimonial, que pudiesen derivar en proyectos

de conservación y programas de protección de los inmuebles.

1 Según la información disponible

en la página web del Consejo de

Monumentos Nacionales.

www.monumentos.gob.cl

El panorama es crítico si analizamos específicamente el

patrimonio arquitectónico moderno, entendido como aquellas

obras que surgen en Chile a partir de la década de 1930 y que

en La Araucanía comienzan a tener una presencia significativa

principalmente a partir de la década del 50. En este sentido,

cabe mencionar que en la región hay 311 inmuebles protegidos

como Monumento Nacional, bajo la categoría de Monumento

Histórico, correspondiendo principalmente a puentes y

estaciones ferroviarias, sitios de significación cultural para el

pueblo mapuche, antiguas casonas de madera que reflejan las

influencias europeas de fines del siglo XIX e iglesias construidas

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por franciscanos y capuchinos. Sin embargo, ninguno de los

inmuebles protegidos tiene un origen posterior a 1925, lo

que evidencia que la protección del patrimonio en la región,

aún no se actualiza a los nuevos preceptos y convenciones

internacionales que reconocen la importancia del patrimonio

moderno, abandonando la visión del patrimonio asociada a

la monumentalidad y la antigüedad como únicos valores. A lo

anterior, se suma la falta de investigaciones sobre la materia en la

región, lo que deriva en una carencia de medidas de protección

sobre este tipo de patrimonio.

Al respecto cabe señalar que en la región el Patrimonio

Moderno tiene una presencia destacada en ciudades como

Temuco, Padre las Casas, Victoria, Angol, Traiguén y Lautaro,

en donde la influencia recibida desde Europa se deja ver, en

una primera etapa, conservando los principios establecidos

por esta arquitectura, y en una segunda, por una arquitectura

que se adaptó a las particulares condiciones medioambientales,

sociales, económicas y culturales de La Frontera; aspecto que

refuerza la idea de avanzar en un reconocimiento por parte de la

comunidad y por lo tanto en su protección legal.

Esta publicación, es el resultado de un estudio que busca

contribuir al reconocimiento, puesta en valor y difusión del

patrimonio arquitectónico moderno de La Araucanía a través

del análisis de documentos inéditos de alto valor patrimonial,

conformados por planimetrías y dibujos de proyecto de algunos

de los más destacados arquitectos que ejercieron su trabajo en la

región a partir de 19502. De esta manera, el proyecto “Patrimonio

moderno en La Frontera: estudio y puesta en valor a través de

sus trazos originales”, surge como respuesta a un proceso de

reflexión e indagación realizado en base a tres antecedentes:

En primer lugar, el hallazgo de una serie de documentos históricos

correspondientes a los planos originales y dibujos de proyecto

realizados por un grupo de arquitectos que tuvieron una fuerte

influencia en el desarrollo de la arquitectura moderna3 en La

Araucanía, principalmente entre 1950 y 1980. Tras constatar su

existencia, se ha comprobado que dichos documentos constituyen

un importante patrimonio que debe ser resguardado, estudiado

y difundido.

2 El estudio contempló, como parte

de la metodología de levantamiento

de la información, el desarrollo

de entrevistas dirigidas a actores

claves, en su mayoría familiares

y colegas de los principales

exponentes del periodo analizado

(1950-1980). Entre las entrevistas

encontramos las realizadas a Bruno

Wörner (Arquitecto, hijo de Ewald

Wörner); Henri Esteve (Arquitecto,

hijo de Enrique Esteve); Carlos

Vidal (Arquitecto colaborador de

Ewald Wörner); y Robinson Soto

(Arquitecto local); donde también

destaca como informante el Arquitecto,

experto en Arquitectura

Moderna, Osvaldo Cáceres, quién

aportó con comentarios relevantes

sobre los profesionales y período

estudiado.

3 Dicho patrimonio contempla

aquellas obras generadas en el contexto

de un nuevo lenguaje arquitectónico

promovido desde Europa

a partir de los años 20 en donde la

funcionalidad y el racionalismo en

el ejercicio de la arquitectura marcaron

la pauta, dejando de lado los

estilos historicistas y academicistas

para proponer nuevos principios

arquitectónicos que integraron el

uso de nuevas tecnologías en los

materiales (hormigón armado,

acero laminado, vidrio en grandes

dimensiones) y la necesidad de

mejorar las condiciones de habitabilidad

e higiene en el contexto de la

post guerra y la industrialización.

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En segundo lugar, sumado al estado crítico del patrimonio

arquitectónico en la región, debido a su alto grado de

vulnerabilidad y deficiente estado de conservación, se

verifica que específicamente el patrimonio moderno carece

de medidas de protección (declaratorias bajo la Ley 17.288

y reconocimiento en los Planes Reguladores Comunales)

a lo que se suma el casi inexistente estudio de la materia

en La Araucanía, pese al notorio avance del estado del arte

a nivel nacional durante la última década. Por lo anterior,

resulta urgente profundizar en la identificación, registro y

comprensión de este patrimonio regional.

Finalmente, la exposición “Arquitectura de Papel: Puesta en

valor y reconocimiento del patrimonio arquitectónico de la

ciudad de Temuco”, organizada por la Escuela de Arquitectura

de la Universidad Mayor - sede Temuco, con el apoyo del

Colegio de Arquitectos y la Cámara Chilena de la Construcción,

surgió como una primera acción de puesta en valor de este

patrimonio, abriendo una ventana al desarrollo de estudios que

aporten en esta materia. La exposición, realizada en octubre

de 2018, reunió principalmente croquis, notas, fotografías y

planos originales, dibujados con técnicas análogas a mano, de

obras relevantes de la ciudad de Temuco que fueron diseñadas

y/o construidas entre los años 50 y 80 por los arquitectos Horst

Baumann, Sergio Carrasco, Enrique Esteve, Gerardo Rendel,

Roland Rocha y Ewald Wörner. De esta forma, también se

exhibió el oficio minucioso del arquitecto, a través del dibujo

a mano, acercando visualmente el legado del patrimonio

arquitectónico moderno de Temuco a la ciudadanía.

A partir de lo anterior, y tomando en cuenta la existencia de

estos documentos y la urgencia de estudiar y poner en valor el

patrimonio moderno de La Araucanía, se plantean las siguientes

interrogantes:

-¿Quiénes fueron los precursores de estas obras

modernas en la región? ¿Cuáles son sus orígenes,

formación y motivaciones?

- ¿Cuáles son las particularidades que caracterizan a

esta arquitectura moderna en La Araucanía?

- ¿Cuál fue la relación e influencia que hubo entre estos

arquitectos?

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De esta manera, surge el proyecto “Patrimonio moderno

en La Frontera: estudio y puesta en valor a través de

sus trazos originales” que busca estudiar, documentar y

difundir el patrimonio constituido por documentos escritos,

dibujos y planimetrías ejecutadas por los autores de estas

obras, develando aspectos desconocidos en el desarrollo

de la arquitectura moderna en la Región de La Araucanía.

El proyecto cuenta con el apoyo de los fondos de cultura

regionales, convocatoria 2020, como parte de la línea de

Patrimonio Cultural.

Finalmente, cabe mencionar que esta publicación es un

primer acercamiento al estudio del Patrimonio Moderno de

La Araucanía, centrándose principalmente en la ciudad de

Temuco y en la obra del grupo de arquitectos mencionados en

la exposición Arquitectura de Papel. Desde aquí, el documento

se estructura en base al estudio del contexto, pretendiendo

establecer algunas bases teóricas y aportar antecedentes que

contribuyan a delimitar el trabajo investigativo, continuando

con un acercamiento a los arquitectos estudiados a partir de

sus orígenes, formación, relación e influencia mutua, para

finalmente reflexionar en torno al origen y trasfondos en las

variaciones observadas de la arquitectura moderna de La

Araucanía, a través de la revisión de referentes en la ciudad

de Temuco.

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LA NUEVA

SOCIEDAD

CIVILIZADORA:

EL IMAGINARIO DEL

DESARROLLO EN LA

NUEVA REGIÓN

Gonzalo Rodríguez Paillape

16


Aproximarnos a la comprensión del contexto en que se

desarrolla la arquitectura moderna en La Araucanía requiere

de un par de puntos de partida sobre los cuales ir construyendo

tal entendimiento. El primer punto nos ha de llevar a entender

lo que era La Araucanía a la llegada de la modernidad, y

cómo esta región fue asimilándola en su estructura social y

cultural. Para ello se usará un marco temporal que reconoce

dos grandes etapas: la primera inicia en 1925 y se extiende

hasta 1965, en la cual se advierte la llegada y consolidación

de la arquitectura moderna en Chile, principalmente, en una

versión basada en modelos importados. La siguiente etapa

-que va de 1965 a 1980- considera el período de adaptaciones

derivadas de la contextualización, con mayor atención a

aspectos regionalistas. Importante resulta reconocer dentro

de la primera etapa un subperiodo (1950-1965) en el que la

Araucanía comienza a mostrar ejemplos de obras modernas

propias de una generación de arquitectos que se asientan

en la región. En el reconocimiento de esta subetapa y sus

desarrollos posteriores, a través de los aportes realizados por

algunas figuras emblemáticas de la arquitectura regional, se

centra la atención de este estudio.

El segundo punto necesario de considerar -en el cual dialogan

lo teórico con lo proyectual- nos invita a clarificar lo que debemos

entender por moderno, modernidad y modernización,

no solo atendiendo a cómo esos conceptos convergen entre sí,

sino además al cómo se expresan en la arquitectura en términos

de idea e imagen.

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LA LLEGADA DE LA

MODERNIDAD A

LA ARAUCANÍA

Siglo XIX, segunda mitad

La modernidad es un fenómeno de definición no exenta de

dificultades y a la cual hay que conceder ciertos matices

en su caracterización, dependiendo de la región y época

en que ésta se manifieste. A su vez, tales manifestaciones

se expresan en distintos ámbitos de la sociedad -en lo

económico, tecnológico, político y cultural, principalmentey

entre los cuales la arquitectura también ha sido una vía

de expresión, por lo que es necesario revisar lo que la

historiografía menciona al respecto en el caso de Chile.

Para describir la modernidad los historiadores toman

como referencia la infraestructura material, la disponibilidad de

servicios y el creciente impacto del mercado sobre los procesos

productivos, con sus elementos de innovación y adaptación

tecnológica; también acuden a la estadística demográfica, a

la estructura laboral y a los índices de alfabetización; en fin,

reflexionan sobre el tamaño de los establecimientos industriales,

grafican la magnitud de la mano de obra asalariada y aquilatan la

relevancia de los movimientos sociales, todo como parte integral

de una fuerza avasalladora que continuamente aplasta sus propios

cimientos (León 2007, 338).

En el caso de La Araucanía, los cimientos aplastados fueron

los de su preexistencia. La idea de Frontera fue perdiendo

vigencia a raíz de la llegada del ferrocarril y la aparición de

nuevos asentamientos en la región, por lo que la imagen de

zona ignota con una soberanía cuestionable, dio paso a la

18


de una “nueva región”, con características de una “nueva

productividad” a cargo de “nuevos pobladores” (colonos).

La idea de colonización ciertamente no es algo moderno per

se, pero si se la asume desde una perspectiva de asociación

inextricable con la idea de eficiencia, podemos afirmar

que la empresa colonizadora en La Araucanía tuvo esa

misión: la de acabar con la imagen de una zona abandonada

al primitivismo y la barbarie para que, a través de una

acción civilizadora, estos nuevos territorios se abrieran a

incrementar la productividad nacional.

Si revisamos los datos que nos aporta el Sesto Censo

Jeneral de la Población de Chile 1885, observaremos que el

porcentaje de alfabetización era del 25% y la tasa de quienes

asistían a escuelas era de 1 de cada 28,64. El documento

señala que «La población civilizada5 del departamento

de Angol se halla concentrada en la rejion del norte que

le sirve de línea de frontera con la parte ocupada por los

indíjenas […]». En el mismo tenor, el Censo Nacional de

1902 señalaba «Hasta 1881, el territorio de Cautín, poblado

por tribus bárbaras, estuvo cerrado a la civilización, pero

un cuarto de siglo ha bastado para transformar aquella

selva, inaccesible y sombría, en una de las provincias más

ricas y productivas del país» (León 2007, 335). Lo anterior

nos sirve para acercarnos de cierta manera al sentido que

lo moderno tenía a fines del siglo XIX en nuestro país: una

visión impositiva orientada a alfabetizar, a producir y a

homologar la imagen de una identidad que se habría de

erigir sobre la idea del progreso.

4 Los datos corresponden a la

Provincia de Angol, la cual abarcaba

en aquel entonces al río Renaico

como límite norte y el río Cautín

como límite sur (Censo 1885, Tomo

Primero, 106).

5 La negrita es nuestra, para

recalcar cómo en aquel tiempo

predominaba la idea de una

colonización civilizadora.

La acción de la modernidad en La Araucanía bien puede

entenderse desde dos ángulos: por una parte desde una

perspectiva física, con obras que serían parte de una acción

modernizadora (i.e. elementos tangibles que preparan

las condiciones de asentamiento de una sociedad al modo

occidental) y por otro lado, desde un ángulo más bien

intangible, el cultural.

19


En tal sentido, las primeras grandes acciones modernizadoras

(tangibles) parten con la construcción de un nuevo entorno

físico en la región: el surgimiento de infraestructura necesaria

para el asentamiento de las nuevas colonias. Vías férreas,

estaciones de trenes, puentes y ciudades, son lo que más

destaca en primer orden, como elementos de modificación de

un entorno natural que no había visto intervenciones exógenas

desde la fundación de fuertes en la segunda mitad del s. XVI.

A partir de 1860 y hasta 1883, se fundaron —y refundaron—

alrededor de cuarenta poblados en la región (Flores 2020,

26). Pero estas nuevas ciudades no eran necesariamente

modernas. Tampoco lo era su arquitectura. Chile estaba recién

atravesando un proceso de transformación cuyo motor venía

desde Europa y Norteamérica.

Desde lo cultural, la acción modernizadora se centró en

la productividad, en la economía. Esta protomodernidad

observada en La Araucanía era un eco de la actividad salitrera

en la zona norte.

Para muchos observadores externos, los enclaves mineros

fueron realmente la vanguardia de la modernidad en Chile. En ellos,

se exigió a los chilenos que aprovecharan la singular oportunidad

de aprendizaje. La tecnología y administración moderna seguían

siendo remotas, pero parecían representar una solución feliz a la

espinuda relación entre capital y trabajo, y por lo mismo eran un

buen modelo para los planes de los reformadores chilenos (Rinke

2002, 96).

No se ha de obviar que Chile venía fortalecido después de la

Guerra del Pacífico y que este primer apronte a la modernidad

observada en regiones —tanto en el norte como en el sur—

correspondían a enclaves propios de capitales privados, por lo

que el foco de toda intervención modernizadora, si bien podía

conjugarse con un discurso civilizador, estaba centrada en

fines económicos. Esta tendencia observada en las salitreras

fue marcando el guion a seguir en el proceso de ocupación y

colonización de La Araucanía.

20


Consolidación: primera mitad del siglo XX

Los entornos y las experiencias modernos atraviesan

todas las fronteras de la geografía y la etnia, de la clase y la

nacionalidad, de la religión y la ideología: se puede decir que en

este sentido la modernidad une a toda la humanidad. Pero es una

unidad paradójica, la unidad de la desunión: nos arroja a todos en

una vorágine de perpetua desintegración y renovación, de lucha y

contradicción, de ambigüedad y angustia (Berman 2011, 1).

El fenómeno de la paradoja y contradicción que reviste a la

modernidad, aseverada por Marshall Berman, es corroborada

por Jorge Pinto en su texto La formación del Estado y la

nación, y el pueblo mapuche, en el cual reserva un epílogo con

cinco paradojas que se dieron en la ocupación de La Araucanía.

Una de ellas, la quinta, se refiere al fracaso de la inicialmente

optimista visión de posicionamiento de un Estado nacional en

la región. En su lugar, se observaron una serie de facciones que

disgregaron el sentir de unidad de la población regional. Pinto

cita a Recabarren, quien en 1910 criticaba a ese Estado no

unitario, confesando él mismo su falta de identidad, dudando

de haber tenido patria alguna ante un país «que no parecía

ser el suyo» (Pinto 2003, 292) producto de un fallido proyecto

nacional desarrollado por las élites decimonónicas.

Importante resulta entonces el dejar establecido que uno de

los éxitos de la protomodernidad asentada en la región fue la

incorporación de un aparato productivo eficiente, pero que

acotaba dicho éxito a emprendimientos de capitales privados.

El éxito fue privado. El objetivo no logrado, para no llamarlo

fracaso, fue la visión de un Estado unitario que consolidase

bajo un mismo sello identitario a la heterogénea población

emergente en La Araucanía.

Con ello se comprenderá la importancia que tuvo el nuevo siglo y,

dentro de él, la década de 1920. Por una parte, nos encontramos

con la figura de Arturo Alessandri Palma, un presidente algo más

cercano a la incipiente clase media; por otro lado, se es testigo de la

Constitución de 1925, con una mirada presidencialista que otorga

mayor poder para el Poder Ejecutivo. ¿Estos hechos se vinculan

con la modernidad en la Araucanía? Absolutamente. Es la propia

carta magna quien promueve la modernización del Estado en mi-

21


ras de hacerlo eficiente: es el surgimiento de la nueva burocracia,

la cual se apoyará de una estructura estatal que alimenta y se nutre

a la vez de los distintos estamentos sociales a su cargo, de modo

análogo a como las vías de ferrocarril abarcaron y estructuraron

exitosamente a La Araucanía a partir de la segunda mitad del XIX.

Si en un primera etapa el objetivo no logrado fue el de la instauración

de un Estado unitario y homogéneo, durante esta nueva etapa

de consolidación se compensó la ausencia del sentido unitario

de identidad de la población asimilada con una homogeneización

de la figura del Estado, homogeneización de sus objetivos para la

ciudadanía y homogeneización de su nueva burocracia como eje

operativo de un mecanismo de control estatal.

Eficiencia, salubridad y educación pasan a constituirse en imperativos

propios del léxico de este nuevo Estado moderno.

22


MODERNIDAD EN LA

ARQUITECTURA

Si la modernidad como fenómeno es algo complejo, no lo es

menos su expresión en la arquitectura y desafiante resulta

identificar sus codificaciones en La Araucanía. Pero como

todo ámbito que implique dificultad, corresponde iniciar

su entendimiento desde su origen. Y ese origen nos obliga

a distinguir lo que se entiende por arquitectura moderna

respecto de arquitecturas en la modernidad. Es en Londres

de mediados del siglo XIX (1851) donde la historia es testigo

de la primera obra de arquitectura moderna considerada

como tal: el Crystal Palace, de Joseph Paxton6.

Su módulo básico fue la mayor hoja de vidrio que entonces

podía fabricarse. Todos los componentes […] fueron normalizados

y prefabricados industrialmente. Así el pabellón de 70.000 metros

cuadrados de superficie pudo montarse en menos de cinco meses

y posteriormente pudo reconstruirse en Sydenham (Tietz 2008, 7).

Esta obra, más allá de definir un nuevo estilo o una nueva

imagen de arquitectura propia de los nuevos tiempos, lo

que igualmente sucedió al abrirse a los miles de visitantes

de aquella Primera Exposición Universal, representa un

nuevo modo de concebir el encargo arquitectónico ante las

exigencias de rapidez y eficiencia que la nueva cultura del

progreso exigía. Si bien hubo otros ejemplos de respuesta

a tales exigencias -en términos de eficiencia y rapidezcomo

lo fueron el surgimiento de los rascacielos en Chicago

6 Si bien en términos de historia

del arte y de la arquitectura es

arriesgado pretender definir “la

primera obra” cuando se trata de

estilos, movimientos o tendencias

de naturaleza diversa, no es el caso

del Crystal Palace. Difícilmente

podremos encontrar una obra más

temprana que el Crystal Palace en

la que se sinteticen características

de un “nuevo entendimiento”

arquitectónico, un “nuevo contexto

de circunstancias” muy propio

de la modernidad como lo fue

la I Exposición Universal y las

exigencias del concurso del que fue

parte este proyecto que vieron en

la modulación, la estandarización,

la prefabricación y el uso de sus

respectivas técnicas de montaje en

serie una serie de elementos en los

que el trasfondo de modernidad

abarcó desde el encargo, el diseño y

la ejecución. Con seguridad, mayor

es el desafío en determinar cuál

sería la segunda obra de

arquitectura moderna en la

historia.

23


7 Parangón semejante lo

encontramos en la ampliación del

coro de la Abadía de Saint Denis

(como pieza inaugural del estilo

gótico) y en el diseño y ejecución de

la cúpula de Santa María del Fiore

(Florencia, 1436) en donde al igual

que en Saint Denis, se trató de una

intervención parcial dentro de una

obra mayor.

luego del Gran Incendio de 1871; la incorporación de nuevos

avances tecnológicos como lo fueron la luz eléctrica o los

ascensores. Podemos continuar la lista con los nuevos

pabellones de las siguientes exposiciones universales que

se apoyaron en el precedente de uso de metal y vidrio en

modalidad prefabricada, haciendo de la rapidez en su

montaje el leit motiv, no obstante aquello, no alcanzaron

el grado de síntesis de nueva época logrado por el Crystal

Palace7.

Es importante retomar en este punto la distinción entre

arquitectura moderna y arquitectura en modernidad,

puesto que ejemplos de la primera encontraremos solo

algunas, pero de la segunda, bastantes. Usualmente a la

arquitectura se la concibe en imágenes, y poco a poco se ha

ido desvaneciendo la importancia de entender o categorizar

una obra en relación a los trasfondos teóricos bajo las cuales

tomaban sentido las decisiones de diseño en ella presentes.

En lo que a arquitectura moderna se trata, estos trasfondos

teóricos son valiosos por cuanto:

A. Definen ciertas características de entendimiento de

programa y estilo que expresan el modo en que cada arquitecto

entendía la modernidad.

B. Permiten cotejar las sucesivas variaciones y adaptaciones

de imagen, programa y estilo respecto de los postulados

iniciales (que eran propósitos e intenciones más que teorías

arquitectónicas en sí).

Aquí llegamos a una necesaria pregunta: ¿en qué momento

surgen las primeras arquitecturas que presentan una definida

congruencia entre trasfondo teórico y su expresión formal?

La respuesta la encontramos en la década de los 20, con el

surgimiento de la Bauhaus (1919) y con la celebración del

Primer Congreso Internacional de Arquitectura Moderna

(1928). De ahí en más se genera una potente presencia de una

nueva arquitectura, de líneas puras y carentes de ornamentos

que las hacen fácilmente reconocibles para un nuevo público

que compone una nueva cultura: la cultura de masas.

24


Las masas se convierten en el nuevo fetiche de la

intelectualidad europea. Walter Benjamin (1932)

anunciaba la necesaria adaptación del arte a la nueva

realidad que impone la cultura de masas en el principio

de reproductibilidad técnica. En el extremo oriental de

Europa, el constructivismo ruso componía odas a nuevas

estéticas abstractas, alegorías a luchas de clases y apologías

de proletariado. La experiencia exploratoria en materia

de discursos estéticos observada en Alemania y la URSS

sentaron bases de suma importancia para que el CIAM de

1928 los llevara al ámbito político. La Declaración de La

Sarraz es todo un manifiesto de modernidad avasalladora,

que “liberaba” a la sociedad de las garras del pasado8 de

forma no muy distinta al rigor con que en Chile la empresa

colonizadora “pacificaba” a la Araucanía, en misión

civilizadora.

La diferencia cronológica entre ambos casos fue salvada

rápidamente cuando los aires modernos en arquitectura

llegan a Chile y permiten atisbar una solución a la gran

tarea incumplida a fines del siglo XIX: compensar la falta

de una identidad nacional en la nueva región mediante la

posibilidad de uniformar la presencia del poder estatal a

través de obras edificadas de una fuerte carga semiótica.

Visto el proceso en que surge la arquitectura moderna

en Europa, podremos comprender que resulta ingenuo

el enfrentarse a la arquitectura moderna solo desde

la perspectiva de su imagen, sino que necesariamente

debemos considerarla además como la respuesta al desafío

de implantación de un nuevo modelo de sociedad. «La

indagación en torno a la relación modernidad-arquitectura

es más amplia y compleja que el estudio de la llamada

arquitectura moderna» concluyen los arquitectos Humberto

Eliash y Manuel Moreno (1989) en un estudio clave sobre la

arquitectura moderna en Chile.

8 «Thus architecture must be set

free from the sterilizing grip of

the academies that are concerned

with preserving the formulas

of the past». Así también en la

Declaración de La Sarraz (Cap.

IV Architecture and its Relation

with the State, 3) se observa: «In

order to guarantee the country’s

prosperity, therefore, States must

tear the teaching of architecture

out of the grip of the academies.

The past teaches us precisely that

nothing remains, that everything

evolves, and that progress

constantly advances».

Finalmente es necesario aclarar la relación entre

arquitectura y modernidad, según la entendemos en este estudio.

Siguiendo los razonamientos más simplistas y aparentes, esta

relación estaría dada por la menor o mayor coincidencia entre

las obras nacionales y los modelos de arquitectura europea o

norteamericana. Pensamos que es una forma equívoca de encarar

el problema, ya que los procesos sociales y culturales que hicieron

25


posible estos modelos son fundamentalmente distintos a los

nacionales por más que puedan establecerse filiaciones formales.

Incluso los términos de arquitectura racionalista, funcionalista o de

estilo internacional acuñados en otras realidades, en nuestro medio

se relativizan completamente, al verificar su puesta en práctica

(Eliash y Moreno 1989, 15).

Arquitectura moderna en Chile

Tal como se indicó en las páginas precedentes, la

presencia de la arquitectura moderna en Chile se registra

con claridad en el período 1925-1965, por lo que nos

adentraremos en las características con que esta era

definida primeramente en el escenario nacional antes

de involucrarnos en la modalidad particular en que la

arquitectura se fue dando en La Araucanía.

9 El resalte de la raza y los valores

criollos en literatura se da con

escritores como Baldomero Lillo,

Mariano Latorre y Joaquín Edwards

Bello entre otros. Mención aparte

merece el libro Raza chilena

(1904), de Nicolás Palacios, el cual

no solo se enmarca en esta línea

de rescate de los valores criollos,

sino que además presenta rasgos

comunes con ciertas líneas de

acción gubernamental observables

en el gobierno de A. Alessandri

Palma, con la promulgación de

la Ley de Defensa de la Raza

(1925), con Pedro Aguirre Cerda

y la creación de la Secretaría

General de la Defensa de la Raza

y Aprovechamiento de las Horas

Libres (1940) o el alzamiento de

figuras como la Dra. Cora Mayers

y su promoción al cuidado y

protección de la mujer y la infancia

en obras como “La mujer defensora

de su raza”, publicada bajo el alero

de la Dirección General de Sanidad

en 1925.

Un importante aspecto a considerar es la pugna existente

en Latinoamérica, allá por 1920, respecto de si el

continente asumía un proyecto cultural criollo o bien se

inclinaba por aceptar el modelo desarrollista proveniente

de Europa y USA. Esta pugna es digna de atención, pues

en resumen delimita el camino que la arquitectura ha de

seguir: uno más globalista, enfocado al desarrollismo en

base a eficiencia económica, o bien se inclinaba por un

camino más contextualista y con atención a elementos

de identidad local. Este interés en resaltar los valores

de preexistencia latinoamericanos en lugar de importar

proyectos foráneos se manifestó en diversos ámbitos

de la cultura. Ejemplo de ello fue la consolidación de la

literatura de temática “criollista”, o el surgimiento tanto

de figuras como de políticas de gobierno que resaltaban

valores nacionales de identidad y raza9.

A través de ese esfuerzo por reconocer lo propio, lo que

estaba tan cerca que había pasado desapercibido o había sido

soslayado por la historia, se reafirmaba la concepción de América

como un «continente desconocido», casi virginal, muy distinto de

cómo era percibido desde Europa y Estados Unidos (Oviedo 1998,

26).

26


En la misma línea del criollismo chileno, también encontramos

ejemplos de exacerbación de valores americanistas en otros

puntos del continente como es el caso de José Vasconcelos

en México y su diseño de imagen y lema de la UNAM, en la

cual el águila mexicana y el cóndor andino resaltan los valores

propios de una América que se distancia de modelos europeos

o de la Norteamérica de origen anglo-francesa.

Pese a los ejemplos anteriores, propios del ámbito literario y

del académico, la pregunta de rigor es ¿la arquitectura asume

esta obligación “racial-regionalista” ante su condición criolla?

La respuesta es inicialmente no.

Difícil resulta dar con los argumentos concretos que

incidieron en esta negativa a asumir el criollismo en el plano

arquitectónico, pero sin duda alguna que las corrientes de

estetización política europeas —que vinculaban las nuevas

vanguardias artísticas con las vanguardias arquitectónicas—

las hacían converger en un postulado político común, de

naturaleza globalizante y que hacían de la estandarización,

o bien de la abstracción, sus características distintivas. Esta

negativa inicial a asumir el proyecto criollo en los lenguajes

Escudo UNAM. Fuente: https://

www.unam.mx/acerca-de-la-unam/

identidad-unam/escudo

27


10 Entre ellos podemos

destacar a Roberto Dávila

Carson, quien trabajó junto a

Le Corbusier y Peter Behrens,

participando de la segunda

versión del CIAM. Otros

ejemplos los vemos en Sergio

Larraín García-Moreno, y una

breve estancia en la Bauhaus

de Hannes Meyer. En la misma

línea Emilio Duhart, fue

ayudante de Walter Gropius

en su posgrado en Harvard

además de trabajar igualmente

con Le Corbusier en proyectos

emblemáticos, como el diseño

de la ciudad de Chandigarh,

en India.

de la arquitectura, abrió el paso a las nuevas corrientes

desarrollistas que veían en la optimización de la producción,

un rasgo de progreso y de avance social -como lo mostró el

primer Congreso Internacional de Arquitectura Moderna

CIAM en 1928- y así también con una nueva estética que

concretaba tanto los postulados de Adolf Loos expuestos

en su ensayo Ornamento y Delito (1908) como también las

innovaciones de diseño que Alemania presentó en la República

de Weimar especialmente, y cuyo contacto con Chile se dio a

través de la relación que algunos egresados de arquitectura

chilenos tuvieron con algunos notables exponentes de este

movimiento10. 1929 es el año en que se reconoce la primera

obra de arquitectura moderna propiamente tal en territorio

nacional: el edificio Oberpaur. Es importante hacer notar

cómo Eliash y Moreno (1989), se refieren a esta obra como

“conscientemente” moderna. El adjetivo nos muestra la

importancia de resaltar la intención moderna en este proyecto

de líneas de diseño en fachada y de amplitud espacial en el

interior (Cáceres 2007, 118-119), claramente relacionadas

con la arquitectura expresionista alemana de Mendelsohn,

a diferencia de otras manifestaciones anteriores de diseño,

programa, materialidad o tecnologías aplicadas en obras

chilenas, cuyo cariz moderno constituye más bien una

circunstancia antes que una voluntad.

1929 es también el año en que la Asociación de Arquitectos

de Chile edita la revista Arquitectura y Arte Decorativo, cuyo

primer número inicia con una conferencia del profesor de

arquitectura José P. Carré titulada “La arquitectura moderna”.

En ella, Carré plantea una reseña sobre las características de

esta nueva arquitectura, reconociéndose como “interesante,

respetable y viable”, pero a la vez advirtiendo que “no podemos

tomar como modelos absolutos lo que se está haciendo ahora

sin correr el riesgo de no adelantar y quedarnos rutinarios al

igual de los que repiten las formas antiguas sin comprenderlas”.

La aparente relación dicotómica que pudiese haber entre

criollismo y abstracción globalizante de las nuevas tendencias

de arquitectura europea fue asumida de modo diferente en

Chile. El gobierno de Pedro Aguirre Cerda (1938-1941) es

relevante por asumir simultáneamente una arquitectura

de línea editorial moderna, imprimiendo una imagen afín

28


Edificio Oberpaur - Larraín García-

Moreno y Arteaga.

Fuente: https://es.m.wikipedia.org/wiki/

Archivo:Oberpaur.jpg

Edificio Schocken - Stuttgart

(Mendelsohn). Fuente: https://spa.

archinform.net/projekte/880.htm

29


Croquis escuela tipo SCEE -

Aracena (1938). Fuente: Exss,

Ursula. De la obra de autor al

anonimato. A&P Continuidad,

6(11), 2019, p. 48-59. https://doi.

org/10.35305/23626097v6i11.219

11 Si bien Pedro Aguirre Cerda

asume como Presidente al

año siguiente de la creación

de la SCEE, es en su mandato

en donde esta comienza con

la tarea efectiva de ejecución

de su misión. Durante la

breve presidencia de Aguirre

Cerda (falleció en 1941),

el presupuesto asignado a

educación llegó a ser del 15%

del gasto fiscal (Torres 2015).

en la educación chilena con un potente impulso a su nueva

infraestructura escolar mediante la creación de la Sociedad

Constructora de Establecimientos Educacionales SCEE

(1937)11 , pero a la vez, con líneas programáticas paralelas

—contextualistas— que resaltaban los valores patrios y de

“raza” dentro de la población que, al igual que a la educación

pública, entrañaban un sentido de “mejora” de la población

con orientación casi eugenésica y que se concretaba en temas

de salubridad pública e higienismo. En suma, una visión de

Estado que buscaba lo identitario para mejorarlo y potenciarlo.

Si bien la mejora de la raza no tuvo, hasta donde sabemos,

un correlato en arquitectura, sí la hubo en el ámbito de la

mejora educativa -tanto en términos de salubridad e higiene,

como de eficiencia programática- en donde Chile fue testigo

de la aparición de escuelas con una inconfundible impronta

asimilable a los códigos de diseño moderno europeos.

Escuela Técnica Femenina de Temuco

(1932). Fuente: Registro propio, 2021.

30


Esta carga semiótica de la nueva imagen educacional, que

homologaba un estilismo arquitectónico moderno a una

educación que pretendía serlo igualmente, fue un hecho

observable a lo largo del territorio nacional12 , sumándose a

otras expresiones de presencia de un Estado moderno como

lo fueron también, a modo de ejemplo, las Cajas de Crédito

Popular igualmente repartidas en distintas regiones. Por lo

tanto, en la expresión de estas primeras arquitecturas con

rasgos modernos la responsabilidad del Estado fue crucial. La

arquitectura se convirtió en un medio de expresión ya no solo

de un poder imperante, sino de un poder moderno. Este hecho

resulta de importancia al momento de determinar similitudes

y matices de diferencia entre la arquitectura moderna de

autor13, respecto de una producción encargada por el Estado,

en donde la creatividad individual se ve relegada por la

impronta potente de una imagen estatal que se busca imprimir

dentro de la sociedad gobernada.

¿En qué año se podría reconocer la presencia de una clara

influencia estatista en la producción arquitectónica moderna

nacional? Una posible respuesta sería 1937, año en que se crea la

Sociedad de Establecimientos Educacionales SCEE, sin embargo

en el mismo Temuco encontramos ejemplos de obras como la

Escuela Técnica Femenino (1932), de líneas homologables a las

que los arquitectos Monckeberg y Aracena14 imprimieron en la

SCEE, pero anteriores a la creación de la mencionada sociedad.

Ello es posible de explicar por la presencia previa de

iniciativas foráneas de diseño masivo de escuelas. Un ejemplo

es la llegada a Chile, el 10 de enero de 1929, de los arquitectos

Walter y Estelle Painter, John Fletcher y John Medsiry, entre

otros miembros de la Foundation Company, en misión de

dirigir la construcción de 601 escuelas en el país15. Roberto

Dávila Carson, arquitecto chileno y posterior profesor de

la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile, fue

contratado por la Foundation Co. para el diseño de estas

escuelas, previo a su viaje por Europa en 1930, en donde tomó

contacto con le Corbusier y Theo van Doesburg. Sin embargo,

precisar cómo llega exactamente la modernidad en el diseño

de establecimientos educativos en los años previos a la SCEE

es materia de investigación pendiente.

12 Esta presencia nacional no

solo hemos de verla como una

intención de descentralización,

sino además como la expresión

de un propósito de mayor

radio de influencia y acción de

la política estatal.

13 Uno de los exponentes de

esta arquitectura moderna

de autor es Emilio Duhart,

en cuya obra hay trabajos

interesantes de revisar, en

el afán de comprender más

profundamente su progresivo

giro de una arquitectura de

fuerte base europea (Gropius

y Le Corbusier), para ir

mutando a una expresión más

regionalista. Al respecto véase

la tesis doctoral de Camplá

(2012).

14 La gestación de la SCEE

es de autoría de Monckeberg,

siendo Aracena su Jefe de

Taller y, posteriormente,

su socio. Es precisamente

la incorporación de José

Aracena a la SCEE una de las

condiciones impuestas por

Monckeberg a la naciente

sociedad.

15 Asociación de Arquitectos

de Chile. Revista de

Arquitectura y artes

decorativas, n.° 1, 1929.

31


En 1933 coinciden dos sucesos que vinculan la arquitectura

moderna con la academia. Ese año cierra la Bauhaus en

Alemania, tal vez la más influyente escuela de formación

en arquitectura en base a las tendencias vanguardistas

observadas en Europa. Ese mismo año, la Universidad de

Chile es testigo de la transgresora llegada de las corrientes

de modernidad aplicadas en la enseñanza de la arquitectura.

Con este movimiento de reforma aparecen en escena algunas

nuevas figuras como Waldo Parraguez y Enrique Gebhard

que en aquel entonces eran parte de la dirigencia estudiantil.

La década de 1930 marca la presencia de una conciencia de

diseño en base a criterios estilísticos de modernidad, siendo

ya en sus postrimerías, iniciando la década de 1940, cuando

emerge una presencia más clara de la arquitectura moderna

como imagen de una política de Estado.

En el periodo que media entre 1925-1940, se observan

además algunas aproximaciones académicas interesantes,

mediante el formato de Proyectos de Título con que los

egresados de las escuelas de arquitectura plasmaban sus

nuevos intereses de diseño. Con ello, se develaba como las

líneas modernas iban percolando en el marco de enseñanza

de la arquitectura en Chile. Posteriormente, entre 1940-

1970 se puede advertir una mayor institucionalización

de los rasgos de la arquitectura moderna expresados

principalmente en la vivienda social colectiva. Gran

influencia en ello significaron los terremotos de Chillán en

1939, y el de Valdivia en 1960. Ambas catástrofes gatillaron

con aún más fuerza el sostenido impulso que la arquitectura

moderna -en su versión de eficiencia productiva y

constructiva- iba manifestando a partir de su adopción en

versión institucional de imagen de un Estado moderno.

Hemos visto, a modo de síntesis, como la modernidad es

un fenómeno culturalmente complejo y que en el ámbito

de la arquitectura, presenta ciertas características en su

implantación en Chile:

1. Se distingue un primer periodo -una protomodernidadcaracterizada

por ejemplos puntuales de arquitectura de

carácter más racionalista, liberada de ornamentos y con

32


sistemas constructivos (metal), concebidos en términos de

lograr una mayor eficiencia constructiva.

2. Una segunda etapa, caracterizada por la importación

acrítica de modelos europeos, trasplantados de Europa a un

contexto latinoamericano.

3. La asunción de esta nueva estética arquitectónica por parte

de un poder estatal como impronta de una gestión moderna

(especialmente a partir del gobierno de Pedro Aguirre Cerda).

4. La progresiva incorporación de criterios de diseño modernos

como parte del currículum en las escuelas de arquitectura de

Chile.

5. La adopción de los códigos modernos en la vivienda social

colectiva.

La asimilación de la arquitectura moderna, que si bien tuvo

una acogida en el escenario nacional, tampoco estuvo exenta

de críticas. El criollismo y las tendencias regionalistas que

cedieron en su momento ante la casi inexorable irrupción

de la arquitectura moderna en Chile, fueron emulando la

trayectoria de un péndulo -en un vaivén que inicialmente

acogió con buenos ojos las ideas de progreso y desarrollismo

expresadas en diseño eficiente, para ir pasando al otro

extremo que vio en la frialdad de estas formas importadas

un desapego, una distancia con el sentido de lo humano

en el habitar con la sola excusa de privilegiar criterios de

productividad foráneas, tal como lo expresan estas palabras

del arquitecto Andrés Garafulic, allá por 1937:

Desgracia grande de nuestra arquitectura su eclecticismo

anárquico y el absoluto desarraigo con lo que en ella crece y se

sustenta. Desgracia y casi, conciencia de una lamentable fatalidad.

Es justamente de esta consideración la que nos hace pensar hasta

qué punto es serio seguir aceptando que en la creación de las

formas arquitectónicas, nuestro espíritu pueda estar condicionado

por las mismas premisas que hacen de nosotros en el terreno

económico una factoría del extranjero (Eliash y Moreno 1989, 32).

La crítica citada se repitió como un eco de incesantes

reverberancias en la segunda mitad del siglo XX, coincidiendo

con las grietas que ya el Movimiento Moderno presentaba

33


en Europa, las cuales se centraban en el cuestionamiento

de un modelo de abstracción que no reconocía contextos y

con un afán de importancia a la producción en masa que

desconocía la condición humana expresada en su identidad

e individualidad.

16 Patricio Ortiz Herrera.

«¿Qué opina la nueva

generación? en Revista CA,

junio 1970, p.18. Citado por

José Camplá (2012, 127 ).

[…] los proyectos de este tipo contribuyen a la

deshumanización, a la masificación, son muchas veces indignos.

Resuelven un problema de techo y nada más […]. Las soluciones

CORVI […] se repiten a lo largo de todo Chile. Los mismos proyectos

se copian textualmente una y otra vez en Santiago, Concepción,

Temuco o Antofagasta, no reconociendo la geografía distinta, el

clima, la idiosincrasia diferente16

El contexto regional: Arquitectura moderna en

La Araucanía

A partir de esta breve aproximación del panorama nacional en

relación a la llegada de la arquitectura moderna en el s. XX, nos

aproximamos a la comprensión de la particular situación que se

dio en La Araucanía: la de una región con escasas décadas de

existencia en términos de vida urbana consolidada, que pujaba

desde sus inicios por adscribir en toda corriente asociada a

progreso y modernidad, en una búsqueda frenética que no daba

tiempo alguno para reflexiones profundas, sino que más bien

se abría a respuestas rápidas que se concretaban dentro de la

visualidad que toda fachada -una superficie- presenta al ojo del

observador simple -igualmente superficial. En este contexto,

la llegada de una arquitectura moderna en cuanto imagen caló

con fuerza en la región. Poco importaron los fundamentos o

la pertinencia de una reflexión político-económica subyacente

a los postulados CIAM que invocaban una estética de pulcra y

eficiente productividad. La Araucanía se quedó con una imagen,

con una superficie, con una arquitectura de escala tan imponente

como lo era su austeridad en el uso de ornamentos. Con una

arquitectura desarraigada tanto de su entorno como de sus

propios fundamentos, creación de arquitectos que ni siquiera

tenían mayor vínculo con la región, pues eran diseños que se

proyectaban masivamente desde Santiago.

34


Caja de Crédito Popular Temuco

(1939). Fuente: Registro propio. 2021.

Ejemplos de esta arquitectura, ensimismada en su fuero moderno,

se observa en Temuco en obras como la Caja de Crédito Popular

(1939), el edificio del Banco del Estado (1963) o el edificio de

Correos de Chile (también de la segunda mitad del s. XX). Estos

ejemplos poseen la cualidad de servir como referentes de cotejo

para evaluar los desarrollos en arquitectura que son materia del

presente estudio. La condición de cotejo se dará en dos líneas:

por una parte por el diseño arquitectónico como tal, y por el otro,

en atender al trasfondo proyectual de parte de los creadores,

sus arquitectos. Acercarnos a cómo entendían la arquitectura a

partir de su experiencias formativas y de maduración laboral.

Se ha de poner atención al hecho de estar en presencia de obras

que no fueron necesaria o conscientemente concebidas bajo el

alero de lo que se entendía por movimiento moderno. Aquel ya era

un movimiento que desde la década de los 60 no se consideraba

dentro del currículum de las escuelas de arquitectura existentes

como algo vanguardista, sino como un modo de proyectar que

se circunscribía dentro de una habitualidad académica que se

practicaba y repetía ya sin mayores reflexiones conscientes sobre

tal quehacer. De ahí entonces que para entender el sentido que

guiaba las decisiones de diseño de la arquitectura de la región

en la segunda mitad del s. XX, hemos de centrarnos en entender

cómo sus arquitectos aprendieron a proyectar, es decir, debemos

remontarnos a sus respectivas experiencias de aprendizaje en

sus escuelas de origen, identificando patrones comunes en su

formación, sus referentes en la universidad y la presencia de un

compromiso con una región ya no concebida como cliente de

sus encargos, sino como un conjunto de idiosincrasias, paisajes,

caracteres y exigencias de clima, en suma, como cualidades de un

territorio que esos propios arquitectos habitaban.

35


Banco Estado Temuco (1963).

Fuente: Registro propio. 2021.


Correos de Chile, Temuco.

Fuente: (1) Registro Arqta. Leticia

Andaur (2y3) Registro Propio. 2021

1

2

3


APRENDER EL

OFICIO:

LA ETAPA DE

FORMACIÓN Y LOS

PRIMEROS AÑOS

DE EJERCICIO

PROFESIONAL

Cristian Tapia Palacios

38


El desarrollo de la arquitectura moderna en La Araucanía se

encuentra estrechamente ligado a la formación de los primeros

jóvenes de la región que viajan a estudiar a Santiago, en

plena revolución en la enseñanza de la arquitectura en Chile.

La influencia del ideario moderno fundida con la experiencia

en el territorio, generará durante la década del cincuenta una

fructífera producción arquitectónica, en donde las claves modernas

irán paulatinamente evolucionando hacia un lenguaje

que mostrará sus primeras señas de identidad local.

Una segunda generación, fortalecerá la presencia gremial en

La Araucanía durante los sesenta, generándose un cruce de

influencias que, sumado al avance tecnológico y a la creciente

demanda de vivienda y equipamiento en Temuco, configurará

un nuevo escenario. En él, surgen obras que destacan por su

singularidad y por integrar una lectura mucho más profunda

del territorio.

Así, en poco menos de dos décadas se sientan las bases del

ejercicio de la profesión en la capital regional, con la arquitectura

moderna como protagonista y entendida a partir de una

mirada local.

39


PRIMEROS

ARQUITECTOS

DE LA ARAUCANÍA

Si bien las primeras manifestaciones de la arquitectura

moderna en La Araucanía comenzaron a surgir a partir de la

década de 1930, al alero de obras públicas de carácter educativo

como el Liceo Técnico Femenino de Temuco o los edificios

consistoriales y teatros construidos en algunas comunas de la

provincia de Malleco como Traiguén o Collipulli, el desarrollo

de un lenguaje arquitectónico moderno en la región se

evidenciará, de manera sostenida, recién a partir de la década

del cincuenta y especialmente durante su segunda mitad.

En este contexto, existe un grupo de arquitectos temuquenses

que fueron protagonistas relevantes de este proceso, cuyo

ejercicio profesional se inició justamente a partir de 1950 y

se prolongó, en términos generales, hasta fines de la década

del 80. Dentro de este grupo, podemos identificar dos

generaciones, que compartieron como común denominador no

solamente un fuerte vínculo con el territorio de La Araucanía,

sino también una formación universitaria desarrollada en una

misma escuela, reformada bajo el ideario moderno en 1946.

Ambos factores serán la base de una estrecha relación que

se traducirá en una influencia mutua, lo cual se expresa en

la evolución de su obra arquitectónica. Asimismo, en algunos

casos la interacción de este grupo tendrá como consecuencia

la conformación de oficinas en conjunto, el ejercicio de la

40


docencia y colaboraciones puntuales en algunos concursos y

encargos desarrollados principalmente en la capital regional.

Para comprender cómo se forma la primera generación de

arquitectos de La Araucanía que participan del desarrollo de

la arquitectura moderna, es relevante visualizar el panorama

que mostraba Temuco a principios de la década de 1940.

El contexto de la capital de La Frontera

Iniciando el decenio y a solo sesenta años de su fundación en

1881, Temuco contaba con una población de 42.035 habitantes

(Pino 1969, 86). Lo anterior, determinó el crecimiento

urbano que había extendido sus márgenes en 1935, llegando

a configurar como límites la Avenida Balmaceda por el norte

y Pedro de Valdivia por el norponiente; el sector de Santa

Rosa por el oriente; la ribera del Cautín por el sur; y por el

poniente el sector compuesto por chacras y casonas de colonos

alemanes.

Por esos años, era común que la ciudad se viera afectada

continuamente por inundaciones producidas por los crudos

inviernos que generaban el desborde del río Cautín y los

esteros, provocando la destrucción de viviendas, corte de

caminos y focos de insalubridad, situación que mejoró recién

en 1959 (íbid., 85), con la construcción de las defensas fluviales

en Santa Rosa.

En ese contexto, las primeras edificaciones en las cuales se

observó un lenguaje moderno y un orden racionalista en la

ciudad, fueron aquellas construidas por el Estado, mediante

instituciones como la Dirección General de Obras Públicas o

la Sociedad Constructora de Establecimientos Educacionales,

que eran dirigidas desde Santiago y por ende, contaban con

diseños realizados por arquitectos de la capital.

Para esa época, existen escasos registros de arquitectos que

ejercieran la profesión en la capital regional, siendo quizás el

41


17 Existe escasa bibliografía

publicada respecto a la obra de

Armando Coulon. El ejemplo

citado se menciona en el libro

“Arquitectura dibujada. Casas de

Temuco 1900-1965”, coordinado por

el arquitecto Carlos García Reske.

Cabe mencionar que de acuerdo a lo

consignado en entrevista realizada

al arquitecto Bruno Wörner, su

padre aprendió el oficio de la

construcción trabajando durante

sus primeros años con Armando

Coulon, a principios de la década

del ’50.

único caso documentado el de Armando Coulon, quien estuvo

a cargo de diversos proyectos, principalmente de viviendas

unifamiliares realizadas por encargo, que fueron desarrollados

en un lenguaje más bien ecléctico, aunque utilizando en varios

casos hormigón armado y algunos elementos compositivos

propios del movimiento moderno. Un ejemplo de lo anterior,

es la reconocida Casa Zirotti17, ubicada en la Avenida Alemania

de Temuco y que fue demolida en el año 2008.

En este sentido, el desarrollo de la arquitectura moderna en

Temuco se da con cierto retraso en relación a otras ciudades

del sur como Osorno, Chillán o Concepción. En el Biobío por

ejemplo, el arribo de arquitectos para ejercer la profesión

fue anterior y estuvo fuertemente condicionado por los

efectos del terremoto de Chillán en 1939. Así también en

Concepción la creación de la Corporación de Reconstrucción

y Auxilio y de la Corporación de Fomento de la Producción

(Corfo) durante el mismo año del sismo fueron relevantes

para promover su desarrollo habitacional e industrial, lo que

incidió directamente en la demanda de arquitectos llegados

desde Santiago. Al respecto, Goycoolea señala:

Otro aspecto destacable fue la llegada de no

pocos arquitectos (además de otros profesionales de

la construcción; albañiles, carpinteros, constructores,

ingenieros…) a Concepción para trabajar en las

tareas de reconstrucción y concretar las inversiones

en infraestructuras e industria proyectadas. Tras la

emergencia, muchos de ellos decidieron asentarse en la

ciudad, consolidándose un grupo estable de arquitectos

en una región donde eran pocos y demandados (Goycoolea

2017, 42).

18 Ley Nº 7.211, promulgada el 4

de agosto de 1942, bajo el gobierno

de Juan Antonio Ríos.

Por otro lado, es importante mencionar que la década

del cuarenta fue particularmente significativa para el

desarrollo de la arquitectura en Chile. En 1942, por ejemplo,

se crea el Colegio de Arquitectos de Chile18, sucesor de la

Asociación de Arquitectos que ya existía desde 1923 y que

a fines de la década del treinta colaboró con el presidente

Pedro Aguirre Cerda en el proceso de reconstrucción post

terremoto.

42


Luego, en 1944 la enseñanza de la arquitectura en la

Universidad de Chile se independiza de la Facultad

de Ingeniería, hecho que influiría notoriamente en su

devenir. Posteriormente, entre 1945 y 1946, se lleva a

cabo la reforma al Plan de Estudios en la misma escuela,

consagrándose la influencia de los postulados modernos

en la formación de los arquitectos, lo cual había tenido sus

inicios en un primer intento de reforma en 1933. Situación

similar ocurriría en 1949 en la Pontificia Universidad

Católica, en donde el episodio conocido como “la quema

del Vignola” marcó el hito de transformación del plan de

estudios, tras lo cual “estudiantes y profesores lograron

instaurar, de una vez por todas, la modernidad como un eje

fundamental de la enseñanza de la institución”19

La primera generación

19 Este suceso se encuentra

detallado en el artículo de Jessica

Fuentealba, «Enseñanza de la

arquitectura y reformas en Chile»,

en Osvaldo Cáceres Entrevistas.

Concepción: Editorial Dostercios,

2019.

En este contexto, viajan a Santiago los primeros jóvenes

que estudiarán arquitectura en los albores de las reformas

de su enseñanza en Chile. Este primer grupo mantuvo un

importante vínculo familiar con La Araucanía, situación

que fue gravitante en su posterior regreso a la región.

En ella, pusieron en práctica las enseñanzas adquiridas

en una reformada escuela, lo que se vio plasmado

posteriormente en su obra desarrollada principalmente

en la ciudad de Temuco.

Dentro de este primer grupo de arquitectos de la región,

se encuentran: Eduardo Fourcade, Horst Baumann y

Ewald Wörner. Todos ellos, como veremos más adelante,

comparten en común una ascendencia europea, vinculada

especialmente a Alemania20, siendo segunda o tercera

generación de inmigrantes europeos, lo que en algunos

casos estuvo vinculado al proceso de colonización de

La Araucanía impulsado por el Estado chileno tras la

ocupación del territorio21.

20 Esta característica, además de

dar cuenta de la fuerte presencia

y rol de las colonias europeas

en el desarrollo urbano de la

región, generará un acercamiento

al contexto cultural de Europa,

especialmente en el caso de

Baumann y Wörner.

21 Proceso ejecutado por la

Agencia General de Colonización

e Inmigración en Europa, creada

bajo el Decreto Supremo del 10

de octubre de 1882, durante el

mandato del presidente Domingo

Santa María (Venegas 2008).

43


EDUARDO FOURCADE NAMBRARD, nació en Temuco

en 1919 y fue el segundo de cuatro hijos del matrimonio

conformado por Juan Bautista Fourcade Goñi y Alicia

Nambrard Bertón, esta última nieta de los inmigrantes

franceses José Nambrard y María Chevalier, arribados

al sector denominado Colonia Ñielol en 1886. Fourcade

será el primero de esta generación de arquitectos

temuquenses que viajará a formarse en la Universidad

de Chile, titulándose en octubre de 1946 y desarrollando

importantes obras en Temuco durante la década del

cincuenta y sesenta.

HORST BAUMANN KLEINSTEUBER, nació en Valdivia

en 1925. Hijo de Erick Baumann Mauff y Any Kleinsteuber

Hess, segunda generación de colonos suizos y alemanes

respectivamente, que arribaron a La Araucanía entre

1884 y 1885 desde el puerto de Talcahuano. Desarrolló

sus estudios secundarios primero en Osorno y luego

en el Liceo de Hombres de Temuco, ingresando a la

Universidad de Chile en 1944, donde cursó el primer año

Bachillerato en Matemáticas y al año siguiente la carrera

de Arquitectura, desde donde egresó en diciembre de 1950.

Posteriormente en 1953, viajó a Europa para realizar un

Postgrado en Planificación Territorial en la Universidad

de Hannover, Alemania.

22 Creada mediante el Decreto con

Fuerza de Ley Nº285, del 25 de julio

de 1953.

23 Creado mediante la Ley

Nº16.391, del 16 de diciembre de

1965.

Desde los inicios de su carrera profesional en Temuco,

Baumann marcaría un punto de referencia diseñando

obras con un marcado lenguaje moderno, como la Tercera

Compañía de Bomberos; el Gimnasio del Instituto San

José (actual Colegio de La Salle); y el Banco del Sur de

Chile, posteriormente conocido como Banco Osorno y La

Unión. A partir de 1959 desarrolló una extensa carrera

como funcionario público, primero en la Corporación de

la Vivienda (CORVI)22, donde trabajó en la reconstrucción

de ciudades tras el terremoto de 1960 y posteriormente en

el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU)23, donde

llegó a ejercer el cargo de Secretario Regional Ministerial.

EWALD WÖRNER KNAUF nació en 1928 en Pitrufquén,

30 kilómetros al sur de Temuco. Su padre, Gustav Wörner,

44


fue un comerciante alemán que llegó a Chile en la década de

1920, donde conoció a Luisa Knauf, chilena residente de la

colonia alemana de la zona, con quien se casó. A los pocos

años, ambos decidieron viajar a Alemania para realizar

un tratamiento médico producto de la enfermedad que

aquejó a su hija Alma, motivo por el cual Ewald desarrolló

sus primeros años de educación en ese país. Antes del

inicio de la Segunda Guerra Mundial la familia regresó

a Chile, esta vez a Temuco, en donde Ewald continuó sus

estudios en el Colegio Alemán, finalizando su formación

en la Escuela Nocturna de Temuco. Posteriormente,

Wörner ingresó a estudiar arquitectura en la Universidad

de Chile en 1948, egresando en octubre de 1953.

Durante sus años de estudiante, destacó por su trabajo

meticuloso y por un carácter pragmático, siempre

buscando la simplicidad y pureza de la estructura, en

coherencia con el estudio de la función, influenciado

por las ideas modernas y la formación post reforma. En

la escuela conocería a grandes amigos que, a la postre,

serían destacados arquitectos como Ramón Méndez

Brignardello24 y Juan Parrochia Beguin25.

Fourcade, Baumann y Wörner marcan el inicio

del desarrollo de una arquitectura moderna que

paulatinamente se irá modificando y adquiriendo un

lenguaje adaptado al paisaje de La Araucanía.

24 Arquitecto e historiador de la

arquitectura, realizó docencia por

casi veinte años en la Pontificia

Universidad Católica de Chile,

siendo reconocida su labor en

el área de historia y teoría de la

arquitectura, fue representante

del Colegio de Arquitectos de Chile

ante el Consejo de Monumentos

Nacionales. Entre sus publicaciones

destaca “Arquitectura chilena

contemporánea” publicada en 1970

en el n.° 87 de la revista española

Hogar y Arquitectura nº87, número

dirigido por Juan Borchers y el

cuaderno “La construcción de la

arquitectura: Chile 1500-1970”,

publicado en 1983.

25 Destacado arquitecto, urbanista

y docente, reconocido por haber

sido el Primer Director General

del Metro de Santiago (1974-1975)

y obtener el Premio Nacional de

Urbanismo 1996.

Fotos de Ewald Wörner. Fuente:

Archivo fotográfico familia Wörner.

45


Una escuela, una reforma en común

26 Al respecto cabe señalar que

no será sino hasta 1969 donde la

enseñanza de la arquitectura se

descentralizó hacia el sur, con

la creación en Concepción de la

Escuela de Arquitectura de la

Universidad Técnica del Estado

(UTE). Véase Goycoolea 2017, 56.

No es casual que la formación universitaria de esta primera

generación se haya desarrollado en la misma escuela. Hay que

considerar que para la época la enseñanza de la arquitectura

estaba concentrada exclusivamente en Santiago, en las

Universidades de Chile y Católica, situación que se mantuvo

invariable hasta 1952, con la creación de la Escuela e Instituto

de Arquitectura de la Universidad Católica en Valparaíso. En

el sur, sin embargo, los intentos por crear una escuela que

lograra cubrir la demanda de profesionales se iniciarán recién

en los años posteriores al terremoto de 1960. Este hecho se

produciría específicamente en el marco de la 2° Convención

del Colegio de Arquitectos celebrada en Valparaíso en 1961,

donde el arquitecto Osvaldo Cáceres planteó la necesidad de

fundar una carrera de arquitectura al sur del país26. El mismo

Cáceres, quien fue contemporáneo de Horst Baumann en la

generación del ’46 en la Universidad de Chile, señala:

“Desde la creación de las dos Escuelas de

Arquitectura en Chile, la de la Universidad Católica en

1894 y la de Chile en 1899, el gremio de los arquitectos

era muy diferenciado según su formación en una u otra

escuela. Ello era reflejo de la procedencia social de sus

miembros; de la clase media-alta y de la burguesía los de

la Católica, y de clase media-baja los de la Chile” (Cáceres

2007, 139).

Durante esta época se produjeron cambios y modificaciones

profundas, con un contexto internacional marcado por el

fin de la segunda guerra mundial y un panorama nacional

fuertemente influenciado por el proceso de industrialización

impulsado por la Corfo, en donde la formación arquitectónica

alcanza un grado de madurez, así como el propio ejercicio

de la profesión. Al respecto, tal como señala Molina (2018),

los procesos de reforma experimentados durante la segunda

mitad de la década del cuarenta en las escuelas de Arquitectura

de la Universidad de Chile y de la Universidad Católica, fueron

fundamentales para la institucionalización de la arquitectura

46


moderna en el ámbito de la enseñanza. Tanto Fourcade, como

Baumann y Wörner vivieron esta época de cambios en la

Escuela, siendo testigos de distintas partes del proceso.

Fourcade fue el primero en ingresar, situándose en un contexto

pre reforma y formando parte de la misma generación de los

dirigentes estudiantiles que participaron en la elaboración del

nuevo plan de estudios. Entre ellos, se encontraban Abraham

Shapira, Gastón Etcheverry y Hernan Behm. Este último relata

desde un enfoque crítico la formación por aquellos años:

“En nuestro primer año no había taller propiamente

tal. En los dos primeros años había un curso de dibujo

técnico, con una especie de ejercicios variados e inconexos.

El primer trabajo fue un afiche y el tema era…el abecedario.

Aún lo recuerdo. Y así los ejercicios se sucedían hasta que

nos tocó una casa. Fíjese ese profesor nos dijo: una casa

de 3 dormitorios, 2 baños y pieza de empleada; y por

grupo había que dibujar la entrada por el norte, sur, este

y oeste cada uno, para incorporar cierta dificultad; y las

medidas eran dadas a memorizar (…) Luego uno llegaba al

tercer año donde uno tenía Taller propiamente tal. Habían

tres profesores muy respetables: don Juan Martínez, don

Roberto Dávila27 y don José Aracena” (Vallejos 2016, 111).

Probablemente Eduardo Fourcade fue el primer arquitecto de

La Araucanía que recibió la influencia de estos importantes

profesores en el ejercicio del taller, poniendo en práctica la

influencia del lenguaje moderno en el Temuco de los años

cincuenta. Por su parte, Horst Baumann se formó en plena

reforma al plan de estudios, lo que se hace evidente en

las primeras obras que desarrolló en Temuco, en donde la

sociedad que formó con Fourcade fue clave.

27 Cabe mencionar con respecto

a Roberto Dávila que, si bien

hasta la fecha no se ha estudiado

en mayor profundidad, habría

desarrollado en Temuco el

proyecto para la iglesia del Fundo

Vilcún (1933). URL: disponible

en www.colegioarquitectos.com/

noticias/?page_id=10208.

47


EL EJERCICIO

PROFESIONAL

EN TEMUCO

Baumann y Fourcade, los pioneros

Dentro de esta primera generación, la dupla conformada

por Horst Baumann y Eduardo Fourcade será protagonista

y referente de la arquitectura moderna desarrollada en

Temuco durante la década del cincuenta. En sus primeras

obras se expresará un lenguaje racionalista sin precedentes

en la capital regional, que pondrá en relieve las posibilidades

expresivas en el uso del hormigón armado. Su influencia será

determinante en las siguientes generaciones de arquitectos

de la ciudad.

28 Biblioteca Metodista de Chile,

documentación histórica de la

Iglesia Metodista de Chile.

URL: www.bibliotecametodista.cl/

iglesias/distrito-sur/temuco.

La primera obra que ambos arquitectos habrían

desarrollado en conjunto es la Iglesia Metodista de Temuco,

ubicada en Claro Solar esquina Aldunate, a una cuadra de

la Plaza Aníbal Pinto, principal espacio cívico de la ciudad.

Si bien no se conocen registros planimétricos de la obra,

el proyecto sería anterior a 1951, año en el que se efectúa

el acto de instalación de la primera piedra del templo28.

Los archivos de la Iglesia Metodista de Chile consignan a

Baumann y Fourcade como los autores de la obra, que contó

con el cálculo estructural del ingeniero Raúl Norambuena

y la ejecución de las obras a cargo del constructor Pedro

Santander.

48


El edificio, está conformado por una nave central de

volumetría simple, iluminada por cuatro grandes ventanales

de silueta ojival ubicados hacia el oriente. Su elemento más

característico es la torre del campanario, conformada por

enormes muros de hormigón armado que doblan en altura

su nave central y configuran un vacío que demarca el acceso

por calle Claro Solar. Todo un hito urbano para la época,

ejecutado en clave moderna. Esta obra muestra un lenguaje

híbrido que combina la versatilidad plástica y estructural

del hormigón armado como materialidad predominante

con el uso de elementos de carácter ecléctico, por lo que

representa un símbolo de la transición arquitectónica

experimentada en la ciudad durante la década del cincuenta.

Foto histórica Iglesia

Metodista. Fuente: https://

bibliotecametodistachile.files.

wordpress.com/2015/07/1978.jpg

49


Planimetría Gimnasio del Instituto San

José. Fuente: DOM Temuco

La segunda obra de esta sociedad y quizás la más

emblemática, es el Gimnasio del Instituto San José, actual

Colegio de La Salle. El proyecto, desarrollado entre 1951

y 1952, marcará un hito no tan solo por sus dimensiones,

con cuatro mil setecientos metros cuadrados construidos y

un aforo de más de dos mil personas, sino también por su

marcada expresión moderna.

El edificio se compone de un volumen macizo de hormigón

armado, que se abre hacia calle Aldunate, en donde un

alero en voladizo remarca el acceso al coliseo. Sobre él,

una celosía vertical conformada por lamas de concreto

ubicadas en diagonal respecto a la fachada remarcan su

fachada principal y permiten el control lumínico hacia el

hall del segundo piso y parte de las graderías. Por el sur,

un volumen sobresale del plano de fachada y enmarca una

retícula conformada por bloques de vidrio translúcido que

bañan de luz homogénea su interior. La cubierta es resuelta

con una ligera estructura en base a cerchas metálicas.

Esta obra destaca no solo por sus atributos arquitectónicos

como fiel representante del lenguaje moderno, sino también

50


por tener un lugar especial en la memoria colectiva de

los temuquenses, al haber sido una de las sedes del 3°

Mundial de Básquetbol realizado en 1959, en el cual Chile

obtuvo el tercer lugar. En esta cita, actuaron destacados

seleccionados chilenos y referentes deportivos de la ciudad

como Rufino Bernedo y Luis Salvadores. Así también, el

gimnasio será por varios años un referente de encuentro

cultural y artístico en donde se llevaron a cabo los primeros

conciertos masivos de Temuco.

Imagen exterior del gimnasio.

Fuente: Registro propio. 2021.

Otra obra proyectada por esta sociedad en 1957 es el Banco

Sur de Chile, conocido más tarde como Banco Osorno

y La Unión, ubicado en la esquina de calles Claro Solar y

Arturo Prat, frente a la plaza Aníbal Pinto. Este edificio

constituye otro hito de la época por su lenguaje racionalista

y austero, desprovisto de ornamentos pero incorporando

“revestimientos que nunca se habían visto en Temuco”29,

como las placas de mármol de un color sepia aterrado y

utilizando nuevamente celosías, esta vez para denotar las

circulaciones verticales del edificio.

29 Robinson Soto Rivas, ex

Director de Obras Municipalidad

de Temuco (ca.1980-1990), en

entrevista con el autor, 22 de abril

de 2021.

51


Planimetría Banco del Sur.

Fuente: DOM Temuco.

Finalmente, cabe mencionar otra obra relevante del

periodo, que si bien fue inaugurada recién en junio de 1958,

fue proyectada cinco años antes por Horst Baumann. El

edificio de la Tercera Compañía de Bomberos de Temuco,

también conocida como Bomba Germania, fue encargada al

recién titulado arquitecto quien además era voluntario de

la institución.

El edificio surgió con el objetivo de construir una edificación

propia para la Compañía, que hasta ese momento se

ubicaba en el Cuartel General de Bomberos de la ciudad.

Su construcción demoró varios años, tras una larga

campaña basada en donaciones voluntarias y se transformó

en un nuevo referente arquitectónico de Temuco, por su

volumetría simple y líneas modernas, en donde resalta la

torre reloj como hito de escala urbana.

Imagen Bomba Germania.

Fuente: Registro propio. 2021.

52


Registro histórico e ilustración de la

Bomba Germania. Fuente: Archivo

Tercera Compañía de Bomberos de

Temuco.

Imagen Bomba Germania.

Fuente: Registro propio. 2018.


Wörner y la transición hacia una arquitectura

local

30 Extracto de la cita a Mario

Pérez de Arce incluida en la

presentación “Ewald Wörner

Knauf :50 años de arquitectura

y construcción”, realizada por la

Delegación Araucanía del Colegio

de Arquitectos, en el contexto de

la Bienal de Arquitectura Chile

Sur (Concepción, 2007) en donde

se le rindió un homenaje por su

trayectoria.

“El sentido común permite reconocer valores

esenciales dentro – mas allá o a pesar de – las tendencias y

modas dominantes; permite revisar los límites de lo posible

y lo conveniente y no solo en el dominio de la realidad

práctica, sino también en el campo de la sensibilidad y el

arte”30

Esta frase, del Premio Nacional de Arquitectura Mario Pérez

de Arce, sintetiza en buena parte la búsqueda realizada por

Ewald Wörner a lo largo de su carrera, desde su retorno

a Temuco a mediados del cincuenta. En su obra, destacará

su sentido crítico y detallista, además de la experiencia

constructiva que logra tras cinco años de trabajo en la oficina

de Jorge Coulon. Durante esta etapa, desarrollará encargos

importantes como la Casa de Ejercicios del Obispado y el

Edificio Tuma, ambos ubicados en el centro de Temuco.

El estudio del acto, la función y la estructura son los

principios que marcaron su formación en la Universidad de

Chile y que lo conducirán en la búsqueda de la pureza y

simplicidad en el proceso de diseño. En sus primeras obras,

como la Casa Rey y la casa De la Maza, se reconocerá la

influencia moderna y la experimentación con el uso del

acero y el hormigón armado.

Iniciando la década del sesenta, su obra se abrirá hacia la

experimentación con diferentes sistemas constructivos en

madera y un marcado uso de las pendientes en las cubiertas,

reforzando el concepto de techo habitable y la constatación

de una arquitectura moderna adaptada al paisaje del sur,

etapa en la cual trabajará en conjunto con el recién egresado

arquitecto Enrique Esteve.

54


Registro histórico Casa Rey

(demolida). Fuente: Archivo fotográfico

familia Wörner.

Casa De la Maza. Fuente: Archivo

fotográfico familia Wörner.

Casa de Ejercicios del Obispado.

Fuente: Archivo fotográfico familia

Wörner.

55


LA DÉCADA DEL

SESENTA Y LA

UNIÓN DE DOS

GENERACIONES

31 Alcalde de Temuco elegido

en 1962 y reelegido en 1967. Tras

el Golpe de Estado de 1973, fue

alcalde designado, cargo que ejerció

hasta 1982.

32 Este proyecto es recordado

especialmente por el escaso

presupuesto disponible para su

construcción, que estuvo a cargo

de la Constructora Salas y Cía.

y que fue ejecutado en un plazo

récord de 368 días, contando con

la colaboración de funcionarios

municipales y de un grupo de

120 reos de la Cárcel de Temuco,

gestión que fue realizada por el

alcalde Germán Becker. Su diseño,

destacó por el sistema de drenaje

pensado para la alta pluviosidad de

la ciudad y habría estado inspirado

en el estadio Volksparkstadion de

Hamburgo, construido en base

a taludes de tierra y escombros.

Participaron también en el

proyecto el Director de Obras de

la época Renato Dalmazzo García,

el arquitecto Robinson Soto Rivas

y los ingenieros civiles Marcelo

Fourcade Nambrard y Waldo Jara

Sepúlveda.

A partir de la década del sesenta, una nueva generación de

arquitectos de la región se sumará al trabajo iniciado por

Baumann, Fourcade y Wörner durante la década anterior.

Este nuevo grupo, compartirá también un origen familiar

vinculado a La Araucanía y la formación en la Escuela de

Arquitectura de la Universidad de Chile, impregnando

de nuevas ideas el panorama arquitectónico de Temuco y

ejerciendo en algunos casos una función pública que marcó

el desarrollo de una pujante ciudad de Temuco, durante

los años posteriores al terremoto de 1960. Así también,

tendrán un importante rol gremial participando en la

Delegación Zonal Temuco del Colegio de Arquitectos.

Entre ellos, Enrique Esteve Sandoval tuvo una destacada

trayectoria profesional en Temuco, donde trabajó con

Eduardo Fourcade, Ewald Wörner y Sergio Carrasco en

distintas etapas de su carrera, en el ejercicio independiente

de la profesión. Además, es reconocida su participación

en el diseño del Estadio Municipal de Temuco, proyecto

impulsado por el alcalde German Becker Bäechler31 y

que fue inaugurado en marzo de 196532. Posteriormente,

ejerció como Director de Obras Municipales hasta 1973,

tras el Golpe de Estado.

56


Registro del proceso de construcción

del Estadio Municipal de Temuco.

Fuente: Municipalidad de Temuco.

Imagen edificio de la inmobiliaria.

Fuente: Registro propio. 2021


Por su parte, Sergio Carrasco Bouquillard desarrolló

importantes proyectos de edificación en altura, como los

edificios de La Inmobiliaria (en conjunto con Esteve), ubicado

frente a la Plaza Aníbal Pinto y el edificio Don Alonso de

Ercilla y Zúñiga, ubicado frente a la Plaza Teodoro Schmidt,

en asociación con la oficina de Enrique Browne, Eduardo San

Martín y Patricio Wenborne.

Esteve y Carrasco ingresaron el mismo año a la carrera

de arquitectura, en donde forjaron una estrecha amistad

impulsada por su origen sureño, realizando en conjunto su

proyecto de título, que fue evaluado con nota máxima y con el

cual egresaron en septiembre de 1965.

Rolando Rocha Thiele, se tituló en 1961 y desarrolló una

extensa trayectoria en el ámbito habitacional, diseñando

una gran cantidad de proyectos residenciales, entre los

cuales destacan el Conjunto Habitacional Inés de Suárez,

la población Santa Teresa y las Villas Andalucía, Galicia,

Cataluña y Estadio. Todos estos proyectos fueron construidos

por la Sociedad Constructora de Viviendas Económicas Sainz,

Gras y Cía. Ltda. (Socovesa), una empresa surgida en la región

y que construyó varios proyectos gestionados bajo el alero del

Sistema Nacional de Ahorro y Préstamo.

Mención aparte merece el proyecto desarrollado para la nueva

parroquia Inmaculada Concepción de Cunco, ciudad natal

del arquitecto, realizado en conjunto con Sergio Carrasco.

El encargo fue desarrollado en 1980 y surgió producto del

incendio que consumió el antiguo templo, que databa de 1910.

Imágenes página siguiente:

Elevaciones Edificio Alonso de

Ercilla y Zúñiga. 1978. Fuente: DOM

Temuco

Fotografías Exteriores Edificio Alonso

de Ercilla y Zúñiga. Fuente: Registro

propio. 2021

Este edificio se transformó en un hito arquitectónico de

la ciudad, destacando por sus dimensiones, volumetría y

materialidad. Ejecutado en base a muros de hormigón armado

a la vista con curvas y cantos redondeados, el proyecto

denota la influencia de la Capilla de Notre Dame du Haut en

Ronchamp de Le Corbusier y destaca por sus cubiertas que se

asimilan al paisaje precordillerano. Estos méritos le valdrían

ser expuesto en la 3º Bienal de Arquitectura y Urbanismo,

realizada en agosto de 1981 en el Museo de Bellas Artes de

Santiago.

58



Conjunto Habitacional Inés de Suárez.

Fuente: Registro propio. 2021

Publicación del Conjunto Habitacional

Inés de Suárez en Revista AUCA N°29

(1975).

60


Publicación del hito de colocación

de la primera piedra de la Parroquia

Inmaculada Concepción y distinción en

3° Bienal de Arquitectura y Urbanismo,

Diario Austral de Temuco (1980 y

1981). Fuente: Archivo fotográfico

familia Rocha.

Parroquia Inmaculada Concepción de

Cunco. Fuente: Registro propio, 2018.

61


Carlos Vidal Bravo, egresó en 1966 de la escuela de

arquitectura y desarrolló una prolífica obra en Temuco

especialmente enfocada en vivienda unifamiliar. Sus

proyectos son reconocidos dentro del medio arquitectónico

de la ciudad por el destacado trabajo de detalles

arquitectónicos aplicados a la carpintería y mampostería en

piedra, que aún se observa en diversas casas temuquenses,

ubicadas en el pasaje El Bosque, la Avenida Alemania y

calle Holandesa.

Gerardo Rendel Augant

Gerardo Rendel Augant, egresó en 1967 y realizó su

práctica profesional con Ewald Wörner, desarrollando

luego una importante producción arquitectónica en

Temuco, incluyendo el primer lugar del concurso obtenido

para el edificio de la Catedral y Torre del Campanario de

Temuco.

Foto casa el bosque. Fuente: Registro

propio. 2021

62


Casa Wörner, década de los 80.

Fuente: Archivo familia Wörner.

Acuarela proyecto Horst Baumann

y Gerardo Rendel. 1962. Fuente:

Escuela Arquitectura U. Autónoma de

Chile. 2018.

Casa Esteve en la actualidad.

Fuente: Registro propio. 2021.

63


El ejercicio de la docencia en Temuco

33 Cabe señalar que en 1981, las

sedes regionales de la Universidad

de Chile y de la Universidad

Técnica del Estado se fusionaron,

conformando la actual Universidad

de La Frontera.

Durante la segunda mitad de la década del sesenta, el número

de arquitectos ejerciendo en la ciudad de Temuco aún era

escaso. En este contexto, influenciado fuertemente por los

efectos del terremoto de Valdivia, se comenzó a generar

una importante demanda de proyectos, especialmente

habitacionales, para el cual los profesionales disponibles no

contaban con dibujantes capacitados para su desarrollo a la

velocidad que estos requerían. Por esta razón, fue relevante

la aparición de los primeros espacios formativos vinculados al

diseño arquitectónico, en donde la carrera de Dibujo Técnico

de la sede regional de la Universidad de Chile en Temuco33 tuvo

un rol fundamental. Arquitectos como Pablo Reidel, Roland

Rocha, Enrique Esteve, Sergio Carrasco y Gerardo Rendel

formaron parte de este cuerpo docente y posteriormente

algunos de ellos fueron sumando a sus despachos a los

primeros dibujantes formados en Temuco.

64


Un caso destacado de esa generación de estudiantes, fue el de

Robinson Soto Rivas, quien colaboró con Rocha desarrollando

proyectos de vivienda mientras estudiaba y posteriormente

trabajó con Pablo Reidel, quien en esa época era el asesor

urbanista de la Municipalidad de Temuco. Este trabajo lo

llevó a sumar una importante experiencia en el ámbito

urbano, realizando proyectos como los planes seccionales

Pablo Neruda y Gabriela Mistral, entre otros. Durante los

años siguientes, Soto decide viajar a estudiar arquitectura en

la Escuela de la Universidad de Chile, desde donde regresará

a Temuco a fines de la década del setenta para asumir el cargo

de Director de Obras Municipales de Temuco, en las vísperas

del centenario de la ciudad. Allí llevó a cabo obras como el

Parque Estadio y diversos proyectos de mejoramiento del

espacio público.

Elevación y viñeta proyecto de título

Gerardo Rendel (1967). Fuente:

Archivo Gerardo Rendel.

Otro de los arquitectos que ejerció la docencia en Temuco

fue Ewald Wörner, quien hizo clases de composición plástica;

dibujo técnico, perspectiva y sombras; y estabilidad en las

carreras de Mueblería y Construcción Civil de la Universidad

Técnica del Estado.

65


La consolidación de la presencia gremial

En este contexto, comienza a fortalecerse el gremio de

arquitectos locales cuya influencia y retroalimentación fue

permanente a partir de la segunda mitad de la década del

sesenta. Fruto de ello surgen múltiples encargos desarrollados

en conjunto por varios de ellos, así como las oficinas de

arquitectura dentro de las cuales destacará la dupla Wörner

y Esteve como referente de esta década. Algunas de las obras

relevantes que contaron con la participación de varios de estos

arquitectos fueron:

El edificio de La Inmobiliaria, de Carrasco y Esteve,

ubicado frente a la plaza Aníbal Pinto.

El Templo Sociedad Evangélica de Chile (actual

Iglesia Encuentro con Cristo), realizado en 1964, por

Ewald Wörner y Enrique Esteve.

El edificio de la Asociación de Ahorro y Préstamo de

La Frontera, proyecto realizado en 1972 por Ewald

Wörner, Gerardo Rendel y Carlos Vidal.

El Centro Comunitario Iglesia Evangélica Luterana

de Temuco, ubicado en Avenida Alemania, proyecto

realizado por Horst Baumann y Ewald Wörner, entre

1971 y 1972, que incluyó la Iglesia Luterana y salas

de uso múltiple, sala de reuniones de la comunidad,

oficinas y viviendas del pastor, participando en esta

última el arquitecto Pablo Reidel Wanner.

La Galería Massmann, proyecto realizado en 1982 por

Ewald Wörner, Gerardo Rendel y Horst Baumann.

Así también la participación de la delegación zonal de

Temuco en el Colegio de Arquitectos comienza a consolidar

su presencia. Prueba de ello es la 1º Reunión Zonal Sur de

Arquitectos, realizada el 29 y 30 de julio de 1968, que contó con

la participación de 25 profesionales de las provincias de Cautín,

66


Planimetrías edificio de la Asociación

de Ahorro y Préstamo de La Frontera.

Fuente: Archivo familia Wörner.

Celebración de los 36 años del

Colegio de Arquitectos de Chile, 1978.

67


Malleco, Valdivia, Osorno y Llanquihue. En la cita se discutieron

diversas problemáticas enfrentadas por los arquitectos de

la Zona Sur, en relación con la política habitacional y su

orientación, tal como se refleja en el siguiente extracto:

34 Una reseña de este encuentro se

publicó en la Revista CA del Colegio

de Arquitectos, Nº3, de 1968.

“Particular atención mereció el fenómeno de la

rebaja sucesiva de la superficie construida por habitante,

del empleo de inconvenientes métodos constructivos para

la zona y del desfinanciamiento crónico y declarado con que

actualmente se enfrenta la construcción de viviendas de

ahorrantes e imponentes, todos síntomas de una situación

grave y deteriorada de la política habitacional que se aplica

en la zona”34

Cabe mencionar, además, que fue destacada la participación de

algunos de los arquitectos mencionados en cargos directivos

de la delegación Temuco, como fue el caso de Carlos Vidal

(Secretario durante 1969) Roland Rocha y Sergio Carrasco

(Vicepresidente y Secretario respectivamente en 1971) y

Gerardo Rendel (Vicepresidente en 1973).

Wörner y Esteve, una sociedad virtuosa

Tal vez la primera oficina de Temuco en donde se comenzó a

desarrollar una arquitectura con claros rasgos de adaptación

al territorio fue la dupla conformada por Ewald Wörner y

Enrique Esteve. Esta sociedad, generó una importante cantidad

de proyectos que, como veremos en el siguiente capítulo, dio

los primeros pasos hacia un lenguaje arquitectónico propio,

producto de las ideas y método de trabajo de ambos, que eran

distintos pero complementarios.

De esta etapa son el Templo Sociedad Evangélica de Chile (actual

Iglesia Encuentro con Cristo), realizado en 1964, la casa de

Enrique Esteve (ubicada en calle Porvenir 790) y la casa Wörner,

conocida también como “Casa Estrella” por su particular

volumetría, en donde el trabajo con las cubiertas habitables es

llevado al límite de la exploración espacial. Al respecto, Wörner

señalaba “Comencé con los techos. Cuando regresé a Temuco

68


estaba muy de moda hacer casas y techos planos, entonces

diseñé mi casa como una A”35

Esta última obra, fue reconocida en España y publicada en

la revista AUCA n.° 28 del año 1978, cuyo tema central fue la

creatividad.

35 Entrevista realizada en Revista

En Concreto, num. 46, junio de

2004.

La exploración espacial, constructiva y estética de Wörner

y Esteve, que tiene lugar en la segunda mitad de la década

del sesenta, se verá fortalecida posteriormente en la obra de

arquitectos como Rocha, Rendel y Vidal, entre otros. Con mayor

fuerza que nunca, Temuco será la casa y el laboratorio de

experimentación de los primeros arquitectos de La Araucanía.

Casa Wörner. Fuente: Revista AUCA Nº28

69


LA CASA COMO

LABORATORIO

Javier Arangua Calzado

Verónica Gárate Navarrete

70


Después de haber tenido un primer acercamiento a la

arquitectura moderna de la región a través de sus principales

exponentes, los que marcaron una clara influencia en el

desarrollo de la arquitectura en Temuco, daremos una mirada

hacia su obra en una etapa más madura, teniendo como foco

de análisis la siguiente interrogante, ¿por qué en el sur de

Chile el lenguaje propio de la Arquitectura Moderna se adaptó

generando soluciones de mayor pertinencia con el contexto?,

esto debido a que preliminarmente se atisba una mayor

adaptación al paisaje que surge desde la mirada de nuevas

morfologías en torno a obras que marcaron un quiebre en lo

que se venía desarrollando en la ciudad.

En este contexto y como parte del estudio que pretende

responder la interrogante planteada, es necesario precisar

en la relación de la obra con el entorno y su paisaje. Frente

a ello, se aborda con mayor relevancia el estudio de obras de

arquitectura moderna a través de la ejecución de proyectos

residenciales y de equipamiento privado, las que muestran una

evidente transición tanto por la clara influencia del contexto,

como por la definición de referencias para obras sucesoras.

La casa como laboratorio, surge como una analogía sobre la

adaptación al paisaje, donde la casa hace alusión al territorio

y a su vez, es el punto de inflexión de la obra tradicionalmente

moderna a un objeto de experimentación que da paso a la

constatación por medio del ensayo y error. En este sentido,

que la búsqueda por explorar en soluciones de mayor

pertinencia con el paisaje, se haya evidenciado primeramente

en la arquitectura residencial y de equipamiento privado, no

es casualidad. No sólo por la mayor recurrencia en la ejecución

de estos proyectos, su escala y factibilidad económica, sino

también por una mayor flexibilidad ante los encargos y la

71


relación más directa e íntima entre arquitecto y mandante. Esta

exploración, evidenció una clara evolución en la morfología de

proyectos que marcaron un hito en el desarrollo de este tipo

de arquitectura en la región.

Este capítulo, pretende en primer lugar profundizar en

el entendimiento del concepto paisaje para comprender

su relación con la arquitectura moderna, desde distintas

perspectivas, lo que sin duda se configura en la base para la

adaptación de un estilo que comienza poco a poco a integrar

aspectos del lugar, lo que se vio reflejado en varias obras

desarrolladas en el sur de Chile, y que demuestran cómo

cultura y territorio se entrelazan para configurar una imagen

propia del sur.

Desde esta base, y reconociendo las características del paisaje

de La Araucanía, este texto se centrará en el estudio de obras

en la ciudad de Temuco, que evidencian una clara adaptación

al territorio, mostrando una evolución en el lenguaje

arquitectónico desde cuatro perspectivas: inserción urbana y

relación con el paisaje; composición volumétrica; espacialidad;

y estructura y materialidad.

72


PAISAJE Y

ARQUITECTURA

MODERNA

Al hablar de paisaje, aparecen una serie de conceptos

vinculados a su definición, los cuales plantean una diversidad

de enfoques, algunos de ellos son territorio, cultura,

naturaleza, entre otros. Pero lo cierto es que el paisaje es una

expresión visible de procesos que ocurren en un territorio

determinado, en combinación con los aspectos culturales

entregados por el hombre que lo habita. En palabras de

Josefina Gómez (2008) “Si los paisajes expresan el carácter

particular de una región es que están cargados de historia y

la morfología del paisaje está contenida en ella.”

Como primer paso, es preciso indicar lo que se entiende como

paisaje para comprender su relación con la Arquitectura

Moderna, aspecto que se reflejó en diferentes formas de

actuar sobre el territorio, desde distintas perspectivas, donde

sin duda la percepción del paisaje y su memoria, incidieron

fuertemente en el conocimiento y creación arquitectónica

(Labarta 2011, 108), especialmente de algunos de los grandes

exponentes de este movimiento como Le Corbusier y Wright,

entre otros arquitectos emblemáticos.

El aspecto perceptual del paisaje, asociado a la memoria, es

uno de los puntos importantes a destacar, ya que genera un

vínculo con el territorio que sin duda se ha visto plasmado

en distintos procesos creativos y en la búsqueda de

73


construcción del paisaje por parte de los mismos arquitectos,

en el entendido que el paisaje, en palabras de Maderuelo

(2005, 17) es «[…] un constructo, una elaboración mental

que los hombres realizamos a través de los fenómenos de la

cultura. El paisaje, entendido como fenómeno cultural, es

una convención que varía de una cultura a otra…».

36 Carmen Escoda utiliza el orden:

japonés, griego e islámico en el

texto original. En este estudio

hemos privilegiado el criterio

cronológico por lo que el orden

considerado fue griego, japonés e

islámico.

Esto nos puede llevar a comprender, por ejemplo, cómo los

viajes y experiencias de los arquitectos modernos influyeron

en la forma de relacionar su obra, o no, con el paisaje.

Ante ello, surge la pregunta ¿cuál es la relación entre la

arquitectura moderna y el paisaje? o bien ¿cómo aquello que

es propio del lugar se incorporó a esta arquitectura «pura» o

a veces indicada como «sin lugar»?. En este aspecto, varios

autores señalan que los planteamientos genéricos de este tipo

de arquitectura, en un comienzo, carecían de relación con su

contexto. Pese a ello, Kenneth Frampton (1990, 52-73), es

enfático en mencionar que a finales de los años 20 se comenzó

a experimentar un cambio que derivó en obras adaptadas a

su contexto. En este aspecto, el mismo autor, menciona cómo

la relación entre paisaje y la arquitectura moderna parece

evolucionar a partir de tres conceptos fundamentales36.

El primer concepto remite al mundo griego, cual asume

la naturaleza como un asiento o «témenos» (gr. τέμενος),

entendida como delimitación de un lugar a través de la

arquitectura establece un dominio ante una inmensidad -el

paisaje en este caso-. Tal entendimiento de la relación entre

lugar y arquitectura generó una influencia apreciable en

distintos grados en la obra de Le Corbusier y Mies van der

Rohe (Escoda 2010, 23). Dentro de este concepto, la elección

del emplazamiento de la obra se realiza considerando las

vistas y orientaciones en concordancia a las características

propias del paisaje. De esta manera, la obra se alza sobre el

territorio convirtiéndose en una referencia del paisaje, en sus

distintas escalas, como lo hacían los antiguos templos griegos.

En este caso, es posible ver en la obra de Le Corbusier, la

influencia de su viaje a oriente plasmado en los múltiples

74


croquis que evidencian una fascinación por las vistas

panorámicas. En este sentido, el impacto de este viaje sobre la

memoria del paisaje comienza a ser parte de la arquitectura,

evolucionando -como menciona Frampton- en Hacia una

nueva Arquitectura, donde el arquitecto deja ver su visión

temprana de la Acrópolis, anticipando el concepto de espacio

centrípeto en que «la forma del templo atrae al paisaje en su

campo de graveda» (Frampton 1990, 54). De esta manera,

si miramos el caso de la Villa Savoye, podemos ver cómo la

obra se alza sobre el territorio con el fin de buscar un dominio

visual frente al paisaje, considerando en su emplazamiento las

vistas, orientaciones y accesos.

El segundo concepto es el Japonés, una inspiración asociada

a los principios introspectivos del paisaje, donde se establece

un diálogo entre la obra, el jardín y el paisaje, que surge desde

la concepción de lo orgánico o natural propio del contexto,

pasando por el jardín como un elemento controlado por el

hombre hasta la casa “asimétricamente geométrica” (Escoda

2010, 12-26). De esta manera, se podría entender la existencia

de una transición entre paisaje y arquitectura, concepto

evidenciado fuertemente en la obra de Frank Lloyd Wright

y en la de sus discípulos asociados a la escuela del Sur de

California.

En este sentido, Wright pone atención a la arquitectura

japonesa en la Exposición Mundial Colombina desarrollada en

Chicago en 1893, donde pudo visitar el Templo y jardín Ho-oden,

lo que determina que, en 1906 viaje a Japón, lo que influyó

fuertemente en la concepción del paisaje en su arquitectura,

demostrando nuevamente el efecto de la memoria del paisaje

en la obra. Esto, sumado a la experiencia adquirida en la

llamada Casa Hollyhock en 1920, donde surge una relación

con el paisaje de California y posteriormente su encuentro con

el desierto del suroeste de Estados Unidos en 1929, denotan

sin duda una evolución en lo que Frampton llama Evolución

Paisajística de Wright.

75


Villa Savoye, Le Corbusier.

Fuente: https://en.wikipedia.org/wiki/

File:VillaSavoye.jpg

Casa de La Cascada.

Fuente: https://pxhere.com/es/

photo/1239114

Jardines del Pedregal, Luis Barragán.

Fuente: blog gyde&seek THE FIND.jpg

76


Desde aquí surgen una serie de elementos fundamentales

para la obra del arquitecto, asociada a los aspectos naturales

propios del territorio y su morfología, como las rocas, el agua,

la vegetación y la topografía; que contribuyen a establecer

ciertas estrategias de diálogo con el paisaje plasmadas en su

arquitectura a través de la prolongación del espacio interior

hacia el exterior, el control de la luz, las formas de los tejados

inclinados y en voladizo, las paredes móviles, entre otros.

Finalmente, el tercer concepto es el del jardín paradisíaco

islámico, donde se aprecia un estrecho vínculo entre el espacio

interior y exterior, donde el jardín pasa a ser una extensión de

la obra arquitectónica, la cual se caracteriza por ser un espacio

íntimo y de recogimiento, pero sin poner en juego la relación

con el exterior, donde se buscaba generar un ambiente fresco

a través de la utilización de elementos como el agua, el que

incluso favorecía el desarrollo de un microclima al interior

del espacio jardín. Este concepto, también se ve plasmado

en la arquitectura de Frank Lloyd Wright, pero se destaca

fuertemente en la obra del arquitecto mexicano Luis Barragán.

En el caso del arquitecto mexicano, su influencia surge del viaje

realizado a España, donde menciona la belleza y serenidad

descubierta en los distintos patios de la Alhambra. Esta

concepción del uso del agua y de la conformación de patios

interiores, se ve plasmada particularmente en el proyecto del

Pedregal (1945-1950), transformándose en una obra con un

alto arraigo al lugar o el llamado espíritu del lugar genius loci

(íbid., 20).

Estos tres conceptos demuestran, en distintos grados, cómo

la memoria y el paisaje influyen en el hecho de la creación

arquitectónica y su relación con el lugar, desde la evocación

de una experiencia entre hombre y paisaje, aspecto que dio

pie a una evolución de la arquitectura moderna de la mano

de uno de sus principales exponentes, Le Corbusier, a través

de la incorporación de lo vernáculo a una arquitectura de

formas simples, plasmada en su pensamiento y obra luego de

77


su viaje a América del Sur en 1929, como hito de su desarrollo

profesional.

Este viaje de Le Corbusier a América, trajo consigo una

fuerte influencia en los arquitectos latinoamericanos que

materializaron los principios de la arquitectura moderna en

combinación con las experiencias culturales de cada lugar.

Esto puede verse en el trabajo de Costa y Niemeyer en Brasil,

Williams y Bonet en Argentina, así como Dávila y Duhart en

Chile (Eliash 2017).

En primer lugar, si analizamos cómo este viaje influyó en la

obra de Le Corbusier, Labarta (2011, 111) expone cinco aspectos

fundamentales que generaron un cambio en el pensamiento

del arquitecto.

1. Relevancia e interés por los hechos geográficos.

2. Cierto sentido de lo tradicional ligado a lo vernáculo

comienza a formar parte del pensamiento de Le Corbusier.

3. La presencia de la realidad urbana como hecho y no como

planteamiento utópico, como consecuencia de la posibilidad

del planeamiento urbano y de laboratorio que ofrecía la

realidad latinoamericana.

4. Transición desde una postura sistemática y dogmática a

una permisiva y flexible.

5. El modo de pensamiento racional permite y se transforma

por la presencia de la realidad poética en su encuentro con lo

vernáculo.

Lo anterior se ve fuertemente destacado en el proyecto Casa

Errázuriz (1929-1930), ubicado en Zapallar – Chile, y que

nunca se construyó. Aquí el arquitecto introdujo el uso de

materiales del lugar como la teja, piedra y madera, que se

vieron plasmados en la utilización de cubiertas inclinadas

o la incorporación de muros de mampostería, lo que puede

observarse en varios de los dibujos de la propuesta. Así, la

expresión de lo vernáculo se combina con la arquitectura

moderna generando una nueva imagen y el inicio de una

evolución de ésta.

78


Recordemos que, en el mismo año en que Le Corbusier diseñaba

esta emblemática obra, se construía en Chile el Edificio Oberpaur

(1929) de Sergio Larraín García-Moreno y Jorge Arteaga,

considerado el primer edificio moderno en Chile, ícono de este

movimiento en la ciudad de Santiago. Asimismo, Chile participaba

de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929 con el

Pabellón diseñado por el arquitecto Juan Martínez Gutiérrez. De

esta manera, se visualiza cómo en Chile en el mismo momento

en que Le Corbusier abre su mirada a una arquitectura ligada

a lo vernáculo, se construía el primer edificio de arquitectura

moderna con marcadas líneas expresionistas y de forma paralela,

se inauguraba el pabellón Art Decó con influencia indigenista37,

representante de nuestro país en la Exposición Iberoamericana.

Si por el contrario, vemos cómo influyó la obra de Le Corbusier

en varios arquitectos latinoamericanos de manera directa,

podríamos ver varios referentes en Chile como Roberto Dávila,

Guillermo Jullian y Emilio Duhart, entre otros, los que a través

de sus obras dejan entrever los principios de la arquitectura

moderna, pero muchas veces adaptado al contexto territorial.

Sin embargo, esta influencia también se deja ver de manera

indirecta en muchos de los arquitectos que ejercieron entre los

años ’30 y ’60 en el sur de Chile, y que conocieron la obra de

Le Corbusier a través de medios de difusión de la época, los que

plasmaron los principios de la arquitectura moderna muchas

veces entremezclados con la cultura local, persiguiendo, al igual

que su maestro, establecer nuevos paisajes.

37 Sylvia Dümmer (2010) menciona

en su artículo cómo el pabellón

chileno contaba con detalles indigenistas

y coloniales, mostrando por

una parte un evidente simbolismo

expresado a través de la evocación

de la silueta de la Cordillera de los

Andes, y por otra parte, mostrando

la representación de una nación

que se hace cargo de mostrar las

características étnicas y culturales,

“concebida como una entidad de

existencia anterior a su formación

como república”. En complemento,

Guido Cimadomo (2009) menciona

«En este sentido, el mismo

arquitecto, en una declaración a

“El Liberal” de 1 de noviembre de

1928, ya en Sevilla, describe la idea

de proyecto como “Expresar los

plácidos remansos de las costas

chilenas y la orografía titánica de

los Andes, componiendo de forma

casi escultórica las masas grises y

blancas, que van ascendiendo hasta

culminar en la fuerte torre”».

“En cada país esta influencia se materializó de

distintas formas y asumió características propias según la

geografía, el clima y la idiosincrasia de estos países, siendo

la figura de Le Corbusier fundamental en la introducción

y consolidación de la arquitectura moderna en América

Latina”.

Cita de Humberto Eliash (Fuentes 2017, 16)

79


ARQUITECTURA MODERNA

Y EL PAISAJE DE

LA ARAUCANÍA

Un acercamiento al paisaje de la región

La región de La Araucanía, se caracteriza por tener atributos

territoriales que son visibles a través de su paisaje, rico en

naturaleza y cultura, que ha servido como plataforma para

el desarrollo de ciudades relativamente nuevas, producto

de la tardía anexión al estado por medio de la ocupación del

territorio del Wallmapu.

Para este estudio, es esencial comprender las características

territoriales de la región, ya que ellas van a influir

notoriamente en la arquitectura que se ha desarrollado desde

los pueblos originarios hasta nuestros días, considerando

aspectos como el emplazamiento de la obra y/o la utilización de

ciertos materiales. En este sentido, La Araucanía comprende

condiciones medioambientales particulares caracterizadas,

en términos climáticos, por un largo periodo invernal, con

altas precipitaciones y bajas temperaturas, que contribuyen

a la conformación de bosques con especies características

del sur de Chile. En cuanto a su geomorfología, mantiene

el relieve que presenta la mayor parte del país, constituido

por una baja cordillera de la Costa, depresión intermedia

y cordillera de Los Andes, donde se registran fuertemente

la presencia volcánica. Asimismo, destacan paisajes con

grandes cuerpos de agua y corredores hídricos, constituidos

por lagos y ríos que atraviesan la depresión intermedia hasta

el mar.

80


Esta combinación de factores mediomabientales y territoriales,

interactuan con los aspectos culturales presentes, lo que

ha generado paisajes particulares en distintos puntos de la

región y que han influido en la concepción de la arquitectura

desarrollada. Lo anterior, es visible no solo en La Araucanía,

sino que también a lo largo del sur de Chile. En este aspecto,

si miramos este amplio territorio encontraremos arquitectura

que evidencia ciertos rasgos arquitectónicos vinculados a

una forma de entender, habitar y arraigarse al territorio,

plasmada en un tipo de arquitectura vernácula entremezclada

en algunas ocasiones con otras tipologías.

Con la ocupación de La Araucanía y la llegada de grupos de

diversos orígenes a la región y por ende al resto del sur de

Chile, como chilenos, españoles, alemanes, italianos, entre

otros, la arquitectura comenzó a adquirir particularidades

que nos hablan de esta relación y coexistencia de cultura(s)

y territorio, denominada PAISAJE. De esta forma, el paisaje

del sur de Chile, comenzó a poblarse con una arquitectura

que combinaba lo vernáculo con arquitectura propia de otras

culturas.

El emplazamiento siempre posee una particular

energía que afecta al hombre y que, en cierto sentido,

es y no es un lenguaje [...]. La arquitectura es, en última

instancia, una cuestión de cómo responder a las demandas

del lugar. En otras palabras, la lógica de la arquitectura

debe adaptarse a la lógica de la naturaleza. El objetivo

de la arquitectura es el de la creación de un entorno en el

que la lógica de la naturaleza y la lógica de la arquitectura

coexistan, aún en fuerte antagonismo.

La arquitectura no consiste en la mera manipulación

de las formas, sino también en la construcción del espacio

y, sobre todo, en la construcción de un lugar que sirva

como base para este espacio (Tadao Ando 1990, 349).

Si centramos la mirada en el desarrollo de la Arquitectura

Moderna en el sur de Chile, veremos que no se encuentra

exenta de este fenómeno, tal como reconocen algunos autores

(Cerda Brintrup et al. 2005, 17-33): “Lo singular de estos

procesos en el sur del país, es que la arquitectura moderna no

81


se reproduce en forma ortodoxa, tal cual su fuente original,

sino reinterpretada, tamizada por la cultura local”. Ejemplo

de ello, fue la utilización de la madera en la arquitectura de la

época, la que dio cuenta de la utilización de materias primas

locales, asociada también a una mano de obra con cierta

experticia en la zona sur.

Arquitectura moderna del sur.

Una aproximación a su adaptación

La experiencia advertida en el sur de Chile, se inscribe en lo

que Browne (1988) destaca como arquitectura neovernacular,

al desarrollar sistemas constructivos y tipologías que han

sido probadas y mejoradas a través de generaciones en la

construcción popular, asegurando su ajuste al medio, al

reconocer acertadamente la particularidad física y cultural

de cada lugar. Es así como entonces la expresión local de

la arquitectura moderna, impacta el paisaje de diversas

ciudades del sur de Chile, aportando atributos reconocibles

por su calidad arquitectónica, constructiva, expresividad y

pertinencia cultural.

38 Investigación realizada en el año

2005 por los arquitectos y docentes

de la Facultad de Arquitectura,

Construcción y Diseño de la Universidad

del Bio Bio, Gonzalo Cerda,

Roberto Burdiles, Jorge Lobos, Luciana

Correa de Paula, Iván Cartes

y Edward Rojas.

En la búsqueda de elementos particulares que permitan

reconocer ciertos rasgos originales en la arquitectura moderna

de La Araucanía y de Temuco en particular, surge la necesidad

de indagar en las adaptaciones desarrolladas bajo la influencia

de los preceptos modernos en el sur de Chile, particularmente

en los centros urbanos de las regiones de La Araucanía, Los

Ríos y Los Lagos. En esta tarea, gran importancia revisten

los hallazgos descritos en la investigación Urbanismo y

arquitectura moderna en madera en el sur de Chile: 1930-

197038, los cuales nos entregarán un contexto del desarrollo

de la arquitectura moderna en la zona sur, para luego

aproximarnos a los casos particulares a destacar en Temuco.

Según plantea dicha investigación, en el desarrollo de la

arquitectura moderna en los entornos urbanos en el sur de

Chile, es posible identificar dos etapas: la primera, que va

desde mediados de la década de 1930 hasta el terremoto

82


de 1960, se desarrolló inicialmente a cargo de residentes

con gran manejo de la técnica constructiva y la paulatina

participación de profesionales, comenzando a registrarse

la gradual imposición de modelos propios del movimiento

moderno. La segunda, a partir del terremoto de 1960 en

que surgen y se aceptan los cánones de una arquitectura de

corte internacional hasta mediados de los setenta, registra el

trabajo de arquitectos formados principalmente en Santiago,

evidenciando el desarrollo de una arquitectura de estilo

internacional y su camino hacia la crisis y cuestionamiento de la

modernidad. Ambos períodos caracterizados por la constante

reinterpretación de elementos propios de la arquitectura

moderna y su adaptación al contexto local, sustentada en

la tradición arquitectónica y la alta técnica constructiva en

madera presentes en la zona.

A modo de establecer una metodología para abordar el estudio

de las obras que se consideran clave en la ciudad de Temuco,

se identificarán primero, las características fundamentales del

proceso de adaptación de la arquitectura moderna en sur de

Chile, a través de la revisión de las siguientes dimensiones:

Inserción urbana y relación con el paisaje; Composición

volumétrica e imagen; Espacialidad y función; Estructura y

materialidad. Estas dimensiones se establecen con la finalidad

de reconocer los principales aspectos en relación al entorno y

caracterización arquitectónica de la(s) obra(s).

INSERCIÓN URBANA Y RELACIÓN CON EL PAISAJE

Una primera adaptación local de los planteamientos urbanos

del movimiento moderno, tiene relación con la inserción de

la arquitectura en el tejido urbano, la cual dista de las ideas

higienistas de conseguir emplazamientos en grandes áreas

abiertas, adaptando la respuesta a las condiciones del entorno

construido. La operación más recurrente fue la ocupación de

terrenos que recomponen la manzana, reemplazando edificios

demolidos o destruidos y adoptando la fachada continua y

altura de edificaciones aledañas, aportando en la conformación

del conjunto.

El reconocimiento de las condiciones climáticas del sur,

particularmente su pluviosidad, es un factor determinante en

la relación con el paisaje. La cubierta, evidencia la constante

exposición a la lluvia, manifestándose en la presencia de

83


grandes techumbres inclinadas, las cuales, como se registrará

en los puntos siguientes, aportan también a una nueva

composición y espacialidad.

El reconocimiento de las diversas situaciones topográficas

presentes en la zona sur, conllevó a la adaptación de la

tradicional forma de posar la edificación en un plano horizontal

y concebir nuevas respuestas para la inserción del edificio en

el terreno, que permitan absorber las diferencias de nivel

existentes. El zócalo y el sótano se registran como elementos

característicos utilizados para nivelar el terreno y así generar

el plano horizontal necesario para erigir la edificación. En

particular, el sótano, recurrente en emplazamientos de mayor

pendiente, en lugares como Puerto Montt, Puerto Varas o

Chiloé, junto con perseguir el mismo fin de nivelación del

terreno original, aporta además con un espacio útil, destinado

principalmente a uso de bodegaje y servicios, evidenciando

la adaptación de los modelos modernos a los usos y las

costumbres locales.

COMPOSICIÓN VOLUMÉTRICA

39 Quizá uno de los elementos

que más caracterizó la vivienda

moderna en madera en el sur, sea

la presencia de muros curvos. Estos

fueron incorporados como un símbolo

de modernidad y representan

una verdadera revolución arquitectónica

de las décadas de 1930-1940,

por cuanto rompen con el modo clásico

de composición de la fachada

(Cerda et al., 2005), sin embargo, en

La Araucanía, su presencia se limita

a casos aislados, en comparación a

Los Ríos y Los Lagos.

La composición formal de la arquitectura moderna en el sur

de Chile, transitó desde la simpleza a la mayor complejidad

volumétrica, desde un edificio unitario y hermético hacia

un volumen que incorpora gradualmente elementos del

lenguaje formal moderno, alejándose de la expresión de

volumen simple y unitario, para dar paso a composiciones

en base a intersección de volúmenes, expresados en

miradores, torreones y cuerpos salientes. En este contexto,

una particularidad de la vivienda moderna del sur, fue la

presencia de muros curvos revestidos en madera39, con

menor presencia en La Araucanía, fueron toda una revolución

respecto a la clásica composición de fachada, además de clara

señal de adaptación a la técnica constructiva local.

Elementos clave en la expresión volumétrica propia del

sur de Chile, resultan las cubiertas, las que evidencian las

condiciones climáticas del lugar y la constante exposición

a la lluvia, manifestándose en la presencia de grandes

techumbres.

Inicialmente, en búsqueda de conseguir la rigurosa

morfología de volumen plano y regular impuesta por los

84


cánones modernos, el antetecho, surge como solución para

esconder la cubierta, reinterpretando la expresión formal

de las originales cubiertas jardín. Posteriormente se da

paso a las cubiertas inclinadas a la vista, las que dieron

cabida a la conformación de un nuevo espacio, el soberado,

recinto interior ubicado desde el entretecho y la cubierta,

utilizado principalmente como bodega o dormitorio, el cual

corresponde a una de las adaptaciones más particulares de la

arquitectura moderna al modo de habitar local, especialmente

en Chiloé y Llanquihue.

Las cubiertas comienzan a adquirir mayor expresividad

a partir de los años 60, acentuando sus pendientes y

aumentando sus magnitudes, hecho que coincide con la

creciente producción de arquitectura desarrollada por cada

vez más profesionales que regresan al sur, luego de completar

sus estudios.

Esta transición morfológica de la cubierta y la maestría

alcanzada en la resolución de estructuras de techumbre,

cerchas, aleros y bóvedas de madera, son una clara

representación de la simbiosis entre modelos clásicos

modernos y la arquitectura vernacular. Es el caso de

las hosterías de Ancud (1960) y Castro (1962), obras del

destacado arquitecto Emilio Duhart, notables ejemplos de

integración al contexto, destacando por la síntesis entre el

lenguaje culto y el lenguaje vernáculo de Chiloé40.

ESPACIALIDAD Y FUNCIÓN

La continuidad y fluidez espacial propia de la arquitectura

moderna, estableció nuevas formas de relaciones al

interior de la obra, como plantas libres, medias y dobles

alturas, entre otras. Sin embargo, esto no se registra con

tal evidencia en el primer periodo de las manifestaciones

modernas en el sur, prevaleciendo la compartimentación

espacial de los recintos, sin mayores relaciones entre ellos.

Respecto a la relación espacial interior- exterior, persistía

la condición propia de la arquitectura vernácula del sur,

caracterizada por un predominio del lleno por sobre

los vanos, no registrándose mayor modificación con la

influencia de la arquitectura moderna. Este contraste con

los referentes internacionales, que establecen una intensa

relación de continuidad espacial interior- exterior, se

40 Eliash y Moreno (1989, 64)

destacan este momento de la obra

de Duhart, como inicio de una

arquitectura de carácter regional,

relevando su capacidad de apartarse

del formalismo lecorbusiano,

considerando la influencia directa

recibida durante los cerca de cinco

años en que trabaja para la oficina

de Le Corbusier, tras su paso por

el Instituto de Urbanismo de La

Sorbonne. La hostería de Castro

sobresale por la magistral síntesis

entre lenguaje culto, muy en línea

con Le Corbusier a través de la

placa de primer piso y escaleras exteriores,

y el lenguaje vernáculo de

Chiloé. Y en el caso de la hostería

de Ancud, por el oficio demostrado

en el uso de rollizos de madera y en

la implantación frente al paisaje.

85


Hosteria de Ancud, Emilio Duhart.

Fuente: Revista Auca N°10. 1967

Hosteria de Castro, Emilio Duhart.

Fuente: https://www.rutaschile.com/

Hotel-Detalle.php?HOTIDE=43

86


observa como una adaptación de la arquitectura moderna a

las severas condiciones climáticas locales.

Es en el segundo período, a partir de la década del sesenta,

comienzan a evidenciarse nuevas operaciones espaciales,

como la unión de recintos antes separados -el estar y el

comedor- o la delimitación de espacios a través de cambios

de nivel, así como la gradual apertura de las fachadas a

través de vanos de mayor tamaño, que potencian la antes

reducida relación interior – exterior.

ESTRUCTURA Y MATERIALIDAD

En una primera etapa, no existe mayor cuestionamiento

e innovación respecto a los principios y sistemas

estructurales utilizados, continuando con la técnica

constructiva tradicional, en base a entramados de madera

y sus respectivos revestimientos. Posteriormente, en los

sesenta, se comienza a evidenciar un cambio respecto

a una mayor rigurosidad en la modulación y orden

estructural, así como mayor correspondencia entre

estructura y resolución espacial y la búsqueda de nuevas

relaciones espaciales interior, así como entre interior

– exterior.

Surgen así espacios de mayor altura, cielos inclinados,

vigas a la vista, grandes ventanales, entre otras

innovaciones. Lo anterior fomentado por los principios

modernos de racionalidad, y sobre todo, por la participación

de los nuevos arquitectos y profesionales de la construcción

que gradualmente fueron radicándose en el sur de Chile.

Cada lugar aportó con sus particularidades en el desarrollo

de una imagen de esta arquitectura moderna vernacular,

observándose especialmente en el uso de revestimientos:

Tejuela en Chiloé y en torno a la cuenca del lago Llanquihue;

entablados y fierro galvanizado acanalado y estampado en

Osorno y Valdivia; la combinación de madera y albañilerías

revestidas en piedra en La Araucanía.

87


1

2

3

4

1. Casa esquina en Calbuco.

Fuente: Registro propio. 2021.

2. Casa en Puerto Varas.

Fuente: Registro propio. 2021.

3. Casa en Calbuco.

Fuente: Registro propio. 2021.

4. Casa en Puerto Montt.

Fuente: Registro propio. 2021.

5. Casa esquina en Puerto Varas.

Fuente: Registro propio. 2021.

6. Casa García Temuco, Horst

Baumann (1958). Fuente: Seminario

Investigacipón Ronald Eskuche. 2003.

5

88

6


Detalles de fachadas de casas en

regiones de Los Lagos y La Araucanía.

Fuente: Registro propio. 2021.

89


ARQUITECTURA MODERNA

EN LA ARAUCANÍA.

DEL RECTÁNGULO AL

TRIÁNGULO.

REFERENTES DE RASGOS ORIGINALES

EN LA CIUDAD DE TEMUCO

Plantear como objetivo, la identificación de rasgos originales

en la arquitectura moderna de La Araucanía, puede resultar

pretencioso. Sin embargo, en este capítulo se intentará

construir un relato tras indagaciones en torno a algunas

obras que hemos considerado claves de los arquitectos Horst

Baumann, Ewald Wörner y Enrique Esteve, entre inicios de

los años 50, hasta fines de los 70, las que permiten atisbar

ciertas particularidades y por sobre todo referencias para la

arquitectura local.

Del rectángulo al triángulo es una expresión literal que

surge como una forma de definir con claridad la transición

morfológica de referentes de la arquitectura moderna en

la ciudad de Temuco, donde principalmente el ejercicio

desarrollado en arquitectura residencial y de equipamiento

privado de mediana escala, ha permitido identificar el gradual

proceso de adaptación de la arquitectura al contexto local,

así como la definición de un lenguaje formal, estructural y

constructivo, con ciertos rasgos originales.

La decisión de centrarnos en obras emblemáticas de los tres

arquitectos locales ya mencionados no es azarosa, pues tal

como se expuso en el capítulo II, aspectos como su formación

común en la Universidad de Chile, la cronología e influencia

de sus respectivos trabajos, así como las relaciones personales

90


y profesionales existente entre ellos, definen en su obra un

eslabón clave entre un primer período de arquitectura con

influencia moderna de rasgos genéricos y un segundo periodo

de trazos originales, referentes de una forma de hacer,

vigentes hasta el día de hoy.

Plano de obras referentes. Diseño

propio.

4

2

5

3

1


1. Casa Jacobi (1947)

Referente del primer periodo

Horst Baumann

Resulta importante iniciar con este referente, la primera

obra del arquitecto Horst Baumann en la ciudad de Temuco,

pues presenta las primeras adaptaciones de una arquitectura

con claros elementos modernos que comienzan a definir

una nueva imagen, expresada no sólo en la incorporación

de materiales, como muros de albañilería revestidos en

piedra en combinación con grandes planos en madera, sino

también por recursos como la ventana corrida y la discreta

presencia de la cubierta que otorga una imagen de volumen

regular y una clara fachada rectangular hacia la calle.

INSERCIÓN URBANA Y RELACIÓN CON EL PAISAJE

Se evidencia una operación propia de este período,

adaptando la respuesta a las características del entorno

construido, donde su condición entre medianeras, refleja

una de las formas de emplazamiento más recurrentes del

momento, correspondiente a la ocupación de sitios vacíos

preexistentes o reemplazando edificios demolidos. La

decisión de adoptar una fachada continua, que además

reconoce la altura de edificaciones laterales, contribuye

en la conformación del conjunto, en un evidente aporte

a la recomposición del lleno perimetral de la manzana,

propio de la imagen urbana del casco central de la ciudad.

Las dos fachadas libres, permiten, por un lado, una

relación principalmente visual a calle Claro Solar, hacia el

sur y por otro, un vínculo además de visual, espacial, hacia

el patio posterior, por el norte, ubicando en primer piso

el estar comedor, en directa relación con el jardín. Esta

orientación privilegia, además, una mayor iluminación

y asoleamiento en los espacios comunes como, estar

comedor y sala de estar, así como del dormitorio principal.

92


COMPOSICIÓN VOLUMÉTRICA E IMAGEN

El lenguaje claramente moderno de esta obra, se refleja en la

rigurosa geometría expresada en fachada, la cual reconoce el

contexto lineal de la calle, evidenciado entre los elementos que

componen el volumen: la ventana corrida superior y el robusto

antepecho lineal, ambos recursos que buscan acentuar las

tensiones horizontales de la obra, tal como promovían los

referentes modernos.

Interesante es el recurso de la ventana corrida, proveniente

de los modelos clásicos de la arquitectura moderna, la cual se

caracteriza por la independencia de la estructura respecto al

paramento de fachada, lo que evita percibir los pilares y otras

estructuras verticales del edificio. Esta solución se reinterpreta

en el sur, como se evidencia en este caso, donde estructura

y paramento se ubican en un mismo plano, recurriendo a

disimular pilares y tabiques en su encuentro con la fachada.

Para ello en el caso de esta vivienda, destaca la correspondencia

entre la modulación de la disposición de tabiques interiores

y la modulación de fachada, ordenamiento que permite la

utilización de este recurso con notable limpieza.

Finalmente, se expresa una imagen que comenzaría a ser

habitual en obras posteriores, referida a privilegiar el uso de

la madera en el segundo piso, resolviéndose el primero en

albañilería, que en este caso considera el revestimiento en

piedra, que jerarquiza el acceso, marcando la tendencia de la

incorporación de materiales locales.

ESPACIALIDAD Y FUNCIÓN

Se refleja un claro criterio funcional, estableciéndose dos áreas

notoriamente definidas: Una compuesta por los espacios de

servicio y baja permanencia, a modo de filtro hacia la calle,

donde se ubican baños, cocina y hall de acceso, y una segunda

área donde se ubican los espacios principales y de mayor

permanencia, como estar comedor, sala de estar y dormitorios,

orientados hacia patio al interior del predio, recibiendo la

iluminación desde el norte.

93


La Casa Jacobi, evidencia ser una transición entre la

respuesta espacial propia de las obras del primer periodo,

donde prevalece la compartimentación de los recintos,

sin mayor relación entre ellos y las respuestas de mayor

continuidad y flexibilidad espacial que serán recurrentes en

proyectos futuros. Se reconoce en su distribución interior,

recursos como la unión de recintos antes separados, como el

estar y el comedor, y la incorporación de la sala de estar en

segundo piso, como espacio flexible que articula los demás

recintos. Así también, la presencia de vanos de mayor

tamaño en el primer nivel de la fachada posterior, potencian

la relación interior – exterior, articulando espacialmente el

estar comedor y el jardín.

ESTRUCTURA Y MATERIALIDAD

Hasta mediados de siglo, no se registra mayor diversidad

respecto al sistema constructivo utilizado en el ámbito

residencial especialmente, predominando las técnicas

tradicionales en base a entramados de madera. Por ello la

Casa Jacobi resulta un referente, pues como se mencionaba,

es fiel exponente de la imagen particular que comenzó

a expresarse en el sur, referida a utilizar albañilería y

revestimientos afines en el primer piso y madera en el

segundo nivel, esto establece un claro criterio estructural,

levantándose muros de albañilería de mayor magnitud en

la primera planta, específicamente los perimetrales y los

asignados a zonas húmedas, y contemplando tabiquería de

madera en el resto de los paramentos.

La obra ya demuestra el riguroso orden que se comenzó a

observar en los nuevos proyectos de los jóvenes profesionales

que estaban arribando a la ciudad, lo que se evidencia

en la correspondencia absoluta de los ejes de muros en

ambos niveles. En el caso de la fachada de albañilería que

se presenta a la calle, se considera un segmento en piedra,

esta aplicación de materiales locales, iniciará lo que será un

sello en la obra de Baumann e influencia para los próximos

arquitectos de La Araucanía.

94


Se observa también, con la intención de integrar en un solo

espacio, estar y comedor en primer piso y sala de estar en

segundo piso, como se opta por dar solución a la luz de las

vigas, para impedir recurrir a pilares que restan flexibilidad

y limpieza al espacio. Sutilezas que para la época no eran

aún tan recurrentes.

Similares operaciones se observarán posteriormente en

el proyecto de la vivienda para familia Pastor, ubicada

también en calle Claro Solar, a pocos metros de la esquina

con calle Vicuña Mackenna. Esta vivienda desapareció

junto a casi un cuarto de la manzana, para el desarrollo de

estacionamientos.

95


96

Planta 1° - 2° piso y Planimetría

fachada sur Casa Jacobi. Fuente:

Seminario Investigacipón Ronald

Eskuche. 2003.


Fachada sur calle Claro Solar

Casa Jacobi. Fuente: Seminario

Investigacipón Ronald Eskuche. 2003.

Detalle Fachada Casa Jacobi. Fuente

Registro propio. 2021.

Casa Pastor, Temuco.

Fuente: Seminario Investigacipón

Ronald Eskuche. 2003.

97


2. Casa Esteve (1962)

La inflexión

Ewald Wörner / Enrique Esteve

Esta obra ha resultado todo un descubrimiento en el viaje

por la vida profesional de Ewald Wörner y Enrique Esteve, la

que junto a la “Casa Wörner”, son proyectos que exploraron

en soluciones, siempre desde la inquietud constante por

responder con una arquitectura con mayor pertinencia

a un territorio de características particulares. Esta vez

la casa como laboratorio, analogía realizada al inicio del

capítulo en alusión al territorio, es la fiel constatación de la

experimentación por medio del ensayo y error, que implicó la

exploración en nuevas soluciones en torno a la arquitectura

residencial.

Esta vivienda, diseñada para la familia del propio arquitecto

Enrique Esteve, aún se encuentra en pie y aunque ya no

es de propiedad de la familia, afortunadamente no ha sido

intervenida, quizás por no estar en la zona de mayor demanda

comercial y siempre manteniendo su particularidad de pasar

desapercibida.

Su valor y relevancia en la arquitectura moderna de Temuco,

es ser el primer prototipo diseñado conjuntamente por los

arquitectos Ewald Wörner y Enrique Esteve, correspondiente

al denominado Casa A, donde se entrega el total protagonismo

a la cubierta, explorando en las soluciones formales,

espaciales, estructurales y técnicas asociadas a este modelo

que luego se replicarán y adaptarán en los proyectos futuros.

Un proyecto de inflexión.

INSERCIÓN URBANA Y RELACIÓN CON EL PAISAJE

El reconocimiento de la pluviosidad presente en Temuco, se

comenzó a atisbar en la obra de Wörner, en el proyecto de las

casas Gutiérrez (1959), conjunto de viviendas gemelas ubicadas

en calle Recreo, en las que se puede observar la decidida

intención de otorgar protagonismo a la cubierta, como elemento

98


que, por una parte, surge de las condiciones del contexto y por

otra, se integra armónicamente al paisaje. Este nuevo lenguaje

en desarrollo, no solo repercute en el exterior, siendo su impacto

también, en la nueva espacialidad interior que genera.

En continuidad a lo anterior, la Casa Esteve profundiza respecto

a lo que los autores venían proyectando hasta el momento,

decidiendo hacer de la cubierta el elemento único, prescindiendo

de la mayor cantidad posible de muros perimetrales, a través

de un gesto simple, reconocible y técnicamente factible. De esta

forma se concibe un volumen aislado unitario y rotundo, definido

por dos grandes aguas.

A diferencia de la Casa Jacobi, la Casa Esteve se ubica en lo que en

la década del 60 correspondían a barrios nuevos en pleno proceso

de urbanización y construcción de proyectos principalmente

residenciales, como es el caso de calle Porvenir, que se loteó en

sitios de 400 m2 aproximadamente. Es en este contexto en el

cual se emplaza la vivienda, en un sitio de 15 m de frente por 25

m de fondo, disponiéndose como un volumen aislado, de planta

rectangular en sentido oriente poniente.

Las cubiertas enfrentan las orientaciones norte sur, pero al ser

estas también “muro” requirieron de la apertura de algún vano.

La cubierta sur, sólo es interrumpida para dar cabida al acceso

y la cubierta norte; posee tres vanos discretamente perforados

para captar iluminación y asoleamiento para el estar comedor.

Las relaciones visuales con el entorno se dan a través de los

frontones oriente y poniente, donde este último posee además el

rol de relacionar espacialmente el área del estar comedor con el

jardín posterior.

Registro Casas Gutierrez,

calle Recreo Temuco. Fuente: Archivo

familia Wörner familia Esteve.


COMPOSICIÓN VOLUMÉTRICA E IMAGEN

La característica fundamental del proyecto, radica en la

simpleza volumétrica otorgada por la presencia de los planos

de cubierta como elementos definitorios de la geometría

unitaria de la vivienda, entregando tanto a la calle, como al

jardín, una precisa fachada triangular.

Un elemento clave en la composición, es el zócalo de

hormigón, que junto con ser parte del sistema de fundación,

se levanta hacia los costados para recibir las aguas de las

cubiertas, lo que otorga mayor liviandad al volumen en su

llegada al suelo.

En la configuración de los planos de cubierta, destaca el

detalle de que estos no son rectangulares, sino trapezoidales,

en este caso invertidos, siendo de dimensiones más largas en

la cumbrera y más angostos en su llegada al suelo (esto por

la disposición de sus tijerales), lo que otorga gran delicadeza

en su descenso, así como un sutil juego de sombras en los

frontones triangulares oriente y poniente. Similar detalle se

registra en los únicos tres vanos, igualmente trapezoidales,

presentes en la fachada norte y correspondiente a

perforaciones realizadas al plano de cubierta. Este delicado

encuentro de geometrías, que llevó a soluciones técnicas

inéditas realizadas in situ, son algunos de los detalles que

otorgan complejidad dentro de la simpleza de la propuesta.

ESPACIALIDAD Y FUNCIÓN

Sistema estructural y espacialidad se evidencian al unísono,

comenzando aquí a definirse un rasgo característico y

repetitivo. En este caso, el espacio libre y continuo interior

entregado por la secuencia de armaduras simples, permiten

hacer completamente habitable el interior. Esta flexibilidad

entregada por la estructura, otorga una mayor continuidad

espacial interior, lo que se advierte en la doble altura sobre

hall de acceso y la cocina integrada al estar–comedor,

concepto innovador para la época, recursos que otorgan

amplitud a lo compacto de la propuesta.

100


En su resolución funcional, se reconocen principios de

racionalización y optimización del espacio. Las circulaciones

se reducen al mínimo y se opta por un espacio flexible como

articulador, como el caso de sala de estar en segundo nivel.

Destaca la conformación del cuerpo central que constituye

el conjunto de chimeneas, único elemento vertical que

atraviesa ambos niveles, el cual posee una principal en

estar comedor de primer nivel, la que se inserta en un

tratamiento del muro completo y una chimenea menor

en el estar del segundo nivel. Este cuerpo, construido en

hormigón armado, corresponde al único elemento rígido

vertical, ubicado estratégicamente para organizar la

funcionalidad de la vivienda.

ESTRUCTURA Y MATERIALIDAD

La simpleza conseguida por el proyecto, surge

fundamentalmente por cómo éste es concebido

estructuralmente. Y lo es a través de un sistema mixto,

conformado por una estructura de tipo armadura de madera

simple y un sistema laminar plano.

La estructura de cubierta, se compone en base a tijerales

elaborados en madera de araucaria para conseguir

las longitudes requeridas, dispuestos en zigzag, que

arriostran en sentido longitudinal ambos planos de

cubierta. Se conforma así la triangulación y su propiedad

de indeformabilidad como base del sistema. La repetición

de los tijerales en zigzag, que dan forma a la volumetría,

permiten la generación de una membrana inclinada con la

resistencia estructural de un muro, que en este caso será

también cubierta.

Es tal la pregnancia de las nuevas cubiertas, que se cae

en cuenta de la necesidad de cuidar la caída de las aguas

lluvias, las cuales podrían sumar volumen y velocidad,

dañando incluso las fundaciones de la vivienda. Para

ello se propuso el zócalo, como elemento arquitectónico

101


Casa Esteve en la actualidad. Fuente:

Registro propio. 2021

en hormigón, que protege del terreno la estructura y el

revestimiento de tejuela de las cubiertas, incorporando

solución para conducir las aguas lluvias fuera del área de

las fundaciones. Por otra parte, se presenta como soporte

para recibir y estabilizar los elementos de madera que

conforman la estructura de la cubierta.


Casa Esteve en década del 60. Fuente:

Registro familia Esteve.

Doble altura sobre acceso y área

escalera Casa Esteve. Fuente:

Registro propio. 2021

Estructura de techumbre a la vista

Casa Esteve. Fuente: Registro propio.

2021


104


Planimetría original Casa Esteve.

Fuente: Archivo familia Wörner. 2018

105


3. Iglesia Sociedad Evangélica41 (1964)

La materialización de un pensamiento

Ewald Wörner / Enrique Esteve

Esta obra no solo fue seleccionada por ser la más citada en las

entrevistas realizadas para esta publicación, hecho que ya nos

entregó señales de su relevancia, sino también por representar

la síntesis, la materialización del pensamiento que se venía

madurando por Wörner y Esteve respecto a una modernidad

apropiada, y que esta vez se concreta ya no en una vivienda,

sino en un equipamiento.

El cambio a una mayor escala y una ubicación estratégica en

el tramo consolidado de Avenida Alemania, son características

del proyecto, que hoy leemos como una oportunidad que se

presenta a los entonces jóvenes arquitectos (Wörner 36 y

Esteve 28 años respectivamente) de visibilizar a través de una

obra con mayor presencia en el espacio urbano, los principios

que creyeron apropiados trabajar en una arquitectura con

pertinencia local.

INSERCIÓN URBANA Y RELACIÓN CON EL PAISAJE

El prisma triangular, que surge del reconocimiento de

la lluvia como factor constante del lugar, ya comienza a

considerarse como una de las operaciones esenciales para

una relación coherente con el medio. Y tal como se señaló

en la Casa Esteve, esta volumetría se integra armónicamente

al paisaje, situación que en este caso es reforzada con la

incorporación de recursos como el zócalo de piedra, el que

consigue dar un gran peso visual al basamento del volumen,

buscando fundir la obra al terreno, aminorando el nivel de

contraste con el entorno.

41 Su nombre original es Erloeser

Kirche Deutscher Missionsbund

(Iglesia Salvadora de las Misiones

Alemanas), el cual se ve registrado

en una placa exterior, aún existente.

La obra se emplaza de forma aislada en un terreno amplio,

enfrentando en su deslinde norte a la Avenida Alemania,

hacia donde dispone un antejardín, liberando hacia su

deslinde oriente un área libre a modo de atrio que relaciona

con el espacio público de la acera, permitiendo el acceso a

106


dependencias posteriores y generando una apertura visual

que le otorga mayor realce a la obra, consiguiendo su

contemplación total.

COMPOSICIÓN VOLUMÉTRICA E IMAGEN

Si bien el destino y la escala son diferentes al caso anterior,

se evidencia la continuidad en la búsqueda por conseguir una

propuesta donde espacio y estructura funcionan como un solo

sistema, concebidos simultáneamente, y que, en este caso,

la expresión material, viene a reforzar las intenciones del

proyecto.

La obra presenta dos sistemas volumétricos claramente

identificados, el zócalo ataludado, de expresión maciza,

ejecutado en hormigón y piedra, el cual sostiene a los

planos plegados ejecutados en madera, que definen la

clara volumetría de prisma triangular que contiene la nave

interior.

Los planos de la cubierta principal y el talud del zócalo,

mantienen la misma inclinación, permitiendo en conjunto

componer el gran prisma triangular que caracteriza la

imagen del proyecto, el cual se presenta hermético, robusto,

evocando su condición de refugio y contención comunitaria.

ESPACIALIDAD Y FUNCIÓN

En coherencia a su expresión volumétrica, interiormente,

el zócalo y los planos plegados de cubierta, configuran un

espacio unitario, el cual define claramente dos escalas, las que

simbólicamente se podrían interpretar como una humana o

terrenal, a nivel del zócalo, pesado, pétreo, bajo; y otra divina,

a nivel de la bóveda de tijerales de madera, liviana, luminosa,

alta.

El zócalo se habita, lo que comienza a advertirse en el

recorte que se le realiza para generar el acceso a la nave,

denotando su espesor. Interiormente se ataluda levemente

en sentido contrario a su cara exterior, en coherencia a su

107


función estructural. Por otra parte, los planos plegados de

cubierta y que descansan sobre el zócalo, dejan a la vista los

largos tijerales que la conforman. Finalmente se observa la

presencia de una cornisa superior sobre el zócalo, la cual

refuerza la intención de contrastar ambas escalas presentes

en la nave.

Funcionalmente, el sistema estructural – espacial propuesto,

permite el uso libre del espacio, otorgando total flexibilidad

respecto a formas de ocupación del interior.

ESTRUCTURA Y MATERIALIDAD

El zócalo evita el desplazamiento de los planos de cubierta

hacia los costados, manteniendo la estabilidad de la forma y

disminuyendo el esfuerzo de las uniones entre los elementos

que conforman los tijerales. Construido en hormigón y

piedra, destaca por su masa, conteniendo en su base al

exterior, solución para captación y canalización de aguas

lluvias.

Para la estructura de cubierta, se reitera el sistema utilizado

en la Casa Esteve, esta vez a una escala mayor, estableciendo

una armadura conformada en base a tijerales, dispuestos en

zigzag, que arriostra en sentido longitudinal ambos planos

de cubierta, dejándolos a la vista. Interiormente el cielo está

revestido en madera nativa, contrastando con la expresión

del zócalo.

108


Iglesia Sociedad Evangélica.

Fuente: Registro propio. 2018


110


Planimetría original Iglesia Sociedad

Evangélica. Fuente: Archivo familia

Wörner. 2021

111


112


Planimetría original Iglesia Sociedad

Evangélica. Fuente: Archivo familia

Wörner. 2021

113


4. Casa Wörner (1965 -1970)

La exploración

Ewald Wörner

La icónica “Casa Estrella” como fue llamada popularmente,

correspondió al proyecto realizado por el arquitecto para su

propia residencia familiar, expresando su intensa búsqueda

por la coherencia entre estructura, función y forma, donde

nuevamente con la cubierta como elemento fundamental,

explora con un sistema de elementos desde los cuales la

casa literalmente cuelga.

De los antecedentes recopilados para esta publicación, solo

en esta obra tuvimos el agrado de encontrarnos con un

relato del propio autor respecto a su proyecto, su casa, no

pudiendo ser nadie mejor quien la presente:

En el comienzo la idea era que la casa fuera un

gran techo, lo más sencillo posible. También estaba la idea

de levantarse del suelo para evitar la humedad y la idea de

buenos aleros para proteger ventanas y muros del agua y el

viento. Pero el gran techo a dos aguas había que abrirlo para

obtener luz y sol y empezó el trabajo con los “cucuruchos”…

Hasta que nació la idea de usar la forma geométrica.

Lo demás fue cosa de conciliar al máximo estructura y

función y resolver en la forma más limpia y clara posible los

espacios y detalles constructivos. Fue bastante trabajo, creo

que alrededor de un año antes de empezar la obra y después

durante los 4 años que duró la construcción, tiempo en que

se modificaron y solucionaron muchas cosas. También la

idea de conservar la hermosa araucaria dio bastante que

hacer. Fue una tarea excitante y confieso que muchas veces

estuve angustiado pensando que era una “tontería” lo que

construía. Todavía no estoy muy seguro de lo contrario,

pero nos sentimos bien en nuestros “cucuruchos”,

podemos estar juntos, pero también independientes si

queremos, las terrazas permiten aprovechar el aire aún en

los días húmedos y lluviosos y en las noches de temporal

es reconfortante pensar como el agua escurre rápida y

silenciosamente por los empinados techos.

Ewald Wörner (1975) Publicación Obra Revista

Auca N° 28

114


En palabras de Bruno Wörner, hijo del arquitecto, define el

proceso de su padre en este periodo como “ir descubriendo

la casa en la medida que la fue haciendo”

La obra que más admiro de mi padre es la casa en

que viví. Uno se pregunta ¿Cómo la logró llegar a pensar,

a concebir? Es una obra delirante, logró realmente colgar

una casa del techo42.

Lamentablemente una breve vida tuvo tan magistral

proyecto, pues a solo 20 años de ser terminada, en 1990,

fue demolida para la construcción de un centro comercial,

perdiendo la ciudad de Temuco, uno de los referentes más

destacados de arquitectura con rasgos originales.

42 Bruno Wörner Muxica, arquitecto,

hijo de Ewald Wörner, en

entrevista con el autor, 04 de mayo

de 2021.

INSERCIÓN URBANA Y RELACIÓN CON EL PAISAJE

En el centro de un terreno en Avenida Alemania de 1500

m2, de 30 m de frente y 50 m de fondo, la vivienda se

emplaza de forma aislada, manteniendo una amplia área

libre, especialmente hacia su antejardín, otorgando la

perspectiva suficiente para permitir la percepción y

contemplación de la obra desde el espacio público de la

calle.

Es la cubierta el elemento fundacional, que reconoce

a través de su morfología las condiciones climáticas del

lugar, principio elemental ya de su obra, entregando un

cuerpo que dialoga en armonía con el medio, al considerar

también otros recursos de integración al paisaje inmediato,

como la incorporación al proyecto de una araucaria

existente, organizando el emplazamiento y el diseño de

planta para este fin.

Por otra parte, la decisión de levantar el área privada de

la casa, libera el primer piso, permitiendo la continuidad

del jardín por debajo de la losa, generando espacios

intermedios, que, por una parte, responden a motivos

prácticos, como aislar de la humedad del terreno y por

otra, graduar la relación con el entorno del predio. Este

último recurso, muy en la línea de los principios modernos

115


tradicionales, y del concepto japonés asociado a la relación

paulatina con el paisaje.

COMPOSICIÓN VOLUMÉTRICA E IMAGEN

La estructura de orden de la composición se basa en dos

módulos intersectados, configurados a partir de un gran

plano cuadrado, el cual se pliega respecto a su trazado

geométrico de diagonales y puntos medios, adquiriendo

una condición tridimensional, de esta forma, cada cubierta,

se entiende como un gran plano plegado, elemento formal

principal de la propuesta.

Cada plano plegado contiene el volumen programático,

siempre retraído, con la finalidad de asegurar aleros y

espacios intermedios, por tanto, como imagen de proyecto,

siempre destaca la presencia imponente de las cubiertas,

de tonalidades oscuras por el revestimiento de tejuela,

asomando más atrás, los volúmenes contenidos, en

colores claros o transparentes. Así también el recurso del

revestimiento interior de la cubierta en madera nativa en

tonalidad clara, destaca aún más su corporalidad.

En fachada, la composición se define en dos alturas

desfasadas, donde uno de ellos se sostiene de los apoyos

que genera los puntos de la cubierta al llegar al suelo,

además de tensores de los cuales se cuelga, este recurso

otorga una expresión de gran liviandad al proyecto, junto

con permitir áreas libres a nivel de suelo que se relacionan

con el jardín y espacios intermedios bajo las cubiertas,

como terrazas.

ESPACIALIDAD Y FUNCIÓN

En el espacio de intersección de ambos volúmenes se

ubica el área de hall de distribución y escaleras, en base

a un sistema de medias alturas, desde el cual se organiza

el programa en cinco plantas. De esta forma, a partir

de un punto de acceso, es posible descender medio piso

hacia zona servicio, donde se ubican: baño de visitas,

116


bodega, despensa, y taller, o comenzar a subir en tramos

de medio piso al Nivel 2: Estar comedor, cocina; Nivel 3:

Dormitorio principal, dormitorio de visitas y baño; Nivel

4: Dormitorios y baño; Nivel 5: Buhardilla.

A pesar de la sobreposición de niveles, la espacialidad

interior que entrega el plano plegado de la cubierta se logra

percibir desde diferentes recintos, haciendo permanente la

percepción de una envolvente continua y unitaria.

Es destacable la evidente intención por configurar una

serie de espacios intermedios, referidos a la proyección de

recintos interiores hacia terrazas, acotadas por las mismas

cubiertas, de las cuales estas cuelgan. Bajo el volumen, otra

serie de espacios intermedios da cabida a conformación de

áreas de permanencia, de juego o estacionamientos.

ESTRUCTURA Y MATERIALIDAD

Si algo caracteriza la obra de Ewald Wörner, es su concepción

desde la estructura, y el caso de este autoencargo, es quizás

el más emblemático en este aspecto. Por cerca de cinco años

se extendió el proceso de diseño y construcción, el cual

comprendió desde la elaboración de modelos de alambre

para visualizar la estructura, iniciando con el dibujo de

planos estructurales antes de los arquitectónicos, hasta

la construcción de la obra. Se dedicó especial atención al

aprovechamiento de cada rincón que la geometría de la

vivienda entregó, destacando el impresionante número

de muebles y elementos ejecutados en obra, al igual que

el diseño de puertas, al existir principalmente vanos con

vigas diagonales encima, entre otras particularidades del

proyecto.

Dos núcleos conforman la base de la estructura, que se

desarrolla en dos plataformas a distintos niveles, dejando

en evidencia el uso práctico y preciso del hormigón

armado, muros rectos y verticales como sustento, y por

otro un entramado de piso en perfiles de acero.

117


Por otra parte, la estructura de cubierta, que permite

la composición de plano plegado, es conformada por

una serie de triangulaciones planas que en su conjunto

definen una estructura tridimensional, la cual si bien

evidencia una simpleza del sistema debe considerarse la

necesidad de rigor en la solución constructiva de uniones

y terminaciones.

Las aristas y ciertas piezas clave de los planos de cubierta,

se conforman en acero, principalmente por su desarrollo,

además de servir como apoyo de entrepiso en puntos

específicos. En los extremos de las cubiertas, se dispusieron

tensores de una pulgada de los cuales colgaban las losas de

las terrazas, las cuales tenían apenas cinco cm de espesor.

Casa Wörner en décadas del 70 y 80.

Fuente: Archivo familia Wörner. 2021

118


Casa Wörner en décadas del 70 y 80.

Fuente: Archivo familia Wörner. 2021


120

Casa Wörner en décadas del 70 y 80.

Fuente: Archivo familia Wörner. 2021


Casa Wörner en décadas del 70 y 80.

Fuente: Archivo familia Wörner. 2021

121


122


Planimetría original Casa Wörner.

Fuente: Archivo familia Wörner. 2018

123


5. Centro Comunitario Iglesia Evangélica

Luterana (1971-1972)

La consolidación de un lenguaje

Horst Baumann / Ewald Wörner

El volumen del centro comunitario, resulta ser el más visible,

al ser el que enfrenta a Avenida Alemania, pero el proyecto

estaba compuesto también por las oficinas pastorales, la

casa del pastor, áreas de hospedaje y sala de reuniones. Todo

el conjunto, maneja el mismo lenguaje, adoptando para las

áreas de residencia la clara tipología de proyectos anteriores,

consiguiendo conjugar armónicamente con el cuerpo principal,

que concentraría el protagonismo, por su escala y rol.

Esta obra resulta hoy clave para la comprensión del período

en que se ha concentrado el presente estudio, por diversas

razones. Primero, sus autores, figuras clave de una nueva

arquitectura local, a quienes se puede considerar como sus

mayores precursores, influyendo de modo significativo en el

ejercicio posterior de la profesión en La Araucanía. Segundo,

evidencia la síntesis de un lenguaje que se fue consolidando,

expresando elementos y operaciones depuradas. Y tercero,

su vigencia, que da cuenta de una apropiada concepción y

adaptación al medio, donde afortunadamente, su excelente

estado de conservación y pertinencia de sus intervenciones

posteriores, han puesto aún más en valor su notable

arquitectura.

INSERCIÓN URBANA Y RELACIÓN CON EL PAISAJE

El conjunto se emplaza en un terreno ubicado en Avenida

Alemania, de 2.500 m2 aproximadamente, cuando este sector

aún mantenía un uso totalmente residencial, por tanto, la

incorporación de un equipamiento de una escala intermedia,

sin duda generó la conformación de un nuevo referente en

el paisaje, que se mantiene hasta la actualidad, ya no por su

escala, sino por su valor patrimonial y morfología única en la

imagen urbana de una de las principales avenidas de la ciudad.

124


Es notable, aprovechando la disponibilidad de terreno, la

decisión de emplazar el conjunto estableciendo un antejardín

de 12 m, reconociendo que la escala e impronta de la obra

requería de una distancia mayor para la relación armónica con

su entorno y en particular hacia el espacio público inmediato.

Esta situación, pensada o no por los arquitectos, es uno de los

atributos de la obra que le ha permitido mantener su vigencia,

logrando aún una digna distancia del caos que actualmente

acontece en la acera que enfrenta.

El volumen se emplaza de forma aislada, desplazado

levemente hacia el deslinde poniente, con la finalidad de

conformar un área libre que relaciona con el espacio público

de la acera y permite el acceso a dependencias posteriores,

estrategia ya utilizada en la Iglesia de la Sociedad Evangélica.

Este espacio fue intervenido recientemente, conformando un

atrio y rediseñando las áreas duras por medio de un trabajo

de pavimentos que dialoga con la geometría de las fachadas

del edificio, una intervención acertada, que reinserta la obra

al paisaje, desde el diseño de su espacio público.

COMPOSICIÓN VOLUMÉTRICA E IMAGEN

En directa relación con el punto anterior, la geometría

del triángulo, ya evidenciada en las obras previamente

analizadas y la que claramente es parte de la esencia de la

relación con el paisaje, en este caso evoluciona complejizando

su morfología. Aquí encontramos una composición que se

estructura en base a una secuencia repetitiva y modular,

del plegamiento de la cubierta, al unísono con definición de

vanos y paramentos en las fachadas, en un efecto espejo.

Esta repetición en tan riguroso orden e intencionalidad,

junto con entregar un volumen de mayor extensión y único

en su morfología, constituye un nuevo referente, por su

expresividad e imagen.

ESPACIALIDAD Y FUNCIÓN

El proyecto se concibió a partir de una nave regular de planta

cuadrada de 18 x 18 m, que en su propuesta original debía

125


albergar diversas actividades de la Comunidad Luterana de

Temuco, algunas colectivas que requerirían de la totalidad

del espacio y otras menores o simultáneas. Por tanto, la

principal característica de la obra, en relación a los anteriores

referentes, dado su programa, es su condición de espacio

flexible y multifuncional, para lo cual la respuesta estructural

propuesta resultaba clave, a fin de evitar elementos que

entorpecieran la utilización del espacio.

Esta condición de espacio homogéneo y capaz de entregar

una calidad espacial similar, independiente a la ocupación

o subdivisión que se haga de su interior, a través de las

subdivisiones temporales que se generen, se consigue con

mantener una altura regular de la nave y una composición de

fachadas homogéneas en todas las orientaciones, situaciones

que, al momento de utilizar el espacio en su totalidad,

potencian su percepción de espacio unitario.

ESTRUCTURA Y MATERIALIDAD

En esta obra se expresa claramente la tipología de

estructuras plegadas o laminares, a modo de un trabajo de

papiroflexia a escala real, donde los pliegues de la cubierta,

que se extienden en ambos sentidos de la superficie,

generan una estructura extremadamente resistente, la

cual se manifiesta espacialmente en el interior del recinto,

revestida con un entablado de madera.

La levedad de la estructura de cubierta conformada de acero

y madera, se hace aún más sutil, una vez que esta se apoya

en muros arriostrantes de hormigón armado de forma

triangular, que evitan el desplazamiento horizontal de la

cubierta, y que por lenguaje arquitectónico y funcionalidad

estructural asoman como contrafuertes en los extremos del

volúmen.

Es permanente la presencia de la figura geométrica del

triángulo, como lenguaje formal en los diversos elementos

compositivo–estructurales de la obra, aspecto a destacar

considerando el concepto de indeformabilidad de esta figura,

estudiada y trabajada desde sus diferentes posibilidades, en

particular por Ewald Wörner.

126


Centro Comunitario Iglesia Evangélica

Luterana. Fuente: Registro propio.

2018 - 2021


Centro Comunitario Iglesia Evangélica

Luterana. Fuente: Registro propio.

2018 - 2021


Centro Comunitario Iglesia Evangélica

Luterana. Fuente: Registro propio.

2018 - 2021

129


130


Planimetría original Centro

Comunitario Iglesia Evangélica

Luterana. Fuente: Archivo familia

Wörner. 2018.

131


REFLEXIONES

FINALES

132


La labor de entendimiento y apreciación de los valores

existentes en la arquitectura regional en estudio, nos

llevó a buscar fuentes testimoniales de primera mano

con la finalidad de poder aproximarnos de un modo más

cercano a la experiencia proyectual de algunos arquitectos

regionales que fueron representativos (Baumann, Wörner,

Esteve, Vidal, por citar algunos). Para ello se dieron lugar

una serie de entrevistas, cuyo contraste y cotejo con

la información planimétrica, además del análisis de la

bibliografía disponible y la observación de obras aún en

pie, arrojaron una serie de reflexiones, cuestionamientos y

hallazgos que buscamos compartir en el ánimo de contribuir

a la discusión de los desarrollos de la arquitectura moderna

en Chile, y en especial, del observado fuera de Santiago y

desde una mirada local.

133


1. Vínculos entre La Araucanía y la modernidad

El vínculo que se da entre la arquitectura moderna y esta

región se produce de un modo más profundo del aparente, y

es que La Araucanía es hija de la modernidad. Fue la sucesión

de hechos acaecidos en Chile en la segunda mitad del s. XIX

(líneas de ferrocarril, migraciones campo-ciudad, adquisición

de una mentalidad higienista, llegada de tecnología a la vida

cotidiana, proceso de expansión económica a través de la

explotación salitrera en el norte, la necesidad de nuevas

tierras para cultivos cerealeros, la conformación de un ejército

experimentado después de las campañas exitosas en la Guerra

del Pacífico, etc.), los que trajeron como consecuencia la reocupación

de este territorio mediante una serie de movimientos

de gestión político-económica. Tales gestiones iban revestidas

de un discurso redentor que veía en el desarrollo y el progreso

los argumentos que justificaban la intervención -política,

cultural y económica- convenientemente necesaria para el

Estado de Chile.

El surgimiento de la nueva región era la concreción de un

discurso de modernidad, de progreso y desarrollo, a una

velocidad que daba cuenta del fenómeno moderno en una

modalidad que le diferencia del proceso de poblamiento de

las regiones adyacentes. La región del Biobío tiene un origen

y desarrollo paralelo al de Santiago (período colonial), en

tanto que más al sur, en las zonas de Valdivia, Llanquihue y

alrededores, la colonización se dio de un modo que más bien

recordaba los valores del romanticismo alemán, del cual solo

se conservaban ciertos estertores en una Europa que ya estaba

abrazando la vertiginosidad de la vida moderna, más cercana

a la realidad que vio La Araucanía al ir consolidándose su

poblamiento a fines del s XIX.

En el imaginario historiográfico se ha asentado la idea de

una ocupación que respondía a motivaciones principalmente

económicas -tanto de intereses estatales como privados-,

obviando que tales intereses operaban dentro de un marco

de entendimiento de la sociedad que ya se basaba en

premisas modernas, pero carentes de un marco de expresión

134


formal-estilística que acusara su presencia. Por lo tanto,

cuando hablamos de arquitectura moderna en la región, en

realidad estamos refiriéndonos a una segunda manifestación

de la modernidad, pero esta vez operando bajo la legibilidad

de un lenguaje arquitectónico.

2. Modernidad inconsciente

Sin embargo, la propia modernidad que, si bien se

manifestaba con fuerza en el Chile de la segunda mitad

del s. XIX en una febril actividad productiva y de ascenso

económico que veía en Europa el referente a seguir, era una

modernidad aún inmadura en cuanto a su expresión formal

consciente. Conocidos son los ejemplos de innovaciones

técnicas, proezas ingenieriles y divagaciones artísticas que

poblaron la imagen de las ciudades en Europa y América.

Común resulta observar una presunción sobre la

modernidad: la de concebirla como un fenómeno consciente.

Ciertamente puede serlo en cuanto a la aspiración de ser

moderno (en este caso, un Estado, la sociedad chilena

urbana), pero la modernidad, en su dimensión sociocultural

-y más aún, vivencial- considera una serie de avatares que

suelen escapar tanto de la comprensión de sus protagonistas

como de una planificación previa. Tal fue el caso descrito

en la reflexión anterior; la del surgimiento de una región43

como producto de la operación de factores propios de la

modernidad44, pero sin que hubiera necesaria conciencia de

aquello.

Esta situación se repite en la obra del grupo de arquitectos

que son objeto de este estudio. No dejó de ser llamativo

el hecho que durante el proceso de entrevistas efectuadas

tanto a colegas como a los hijos de los arquitectos cuya obra

fue revisada (hijos que eran, a su vez, arquitectos como sus

padres) nos encontrábamos con una respuesta común: la

de no considerar las obras en estudio como arquitectura

moderna o la de no considerarles como arquitectos

43 Al usar la expresión “surgimiento

de la región” podría interpretarse

como un desconocimiento de la

existencia previa del Wallmapu, sus

habitantes y su cultura (mapuche),

como si se hiciera eco de los postulados

“civilizadores de la campaña

de Pacificación” que concebían la

cultura indígena como un primitivismo

homologable a una tabula

rasa. Nada más lejos de la realidad.

La referencia es al surgimiento de

un nuevo territorio-región bajo

control del Estado de Chile, con

evidencia en la presencia de nuevos

habitantes, aparición de ciudades y

presencia de instituciones de organización

social público-privadas.

44 Cabe señalar que más que

factores propios de la modernidad,

esta última es un fenómeno que

conjuga factores que siempre han

estado presentes en la historia de

Occidente, pero lo que los hace modernos

es el expresarse -o más bien

concebirse- bajo una modalidad

diferente y característica, en la que

la disolución de la idea de unidad

como sustancia da paso al sujeto

como protagonista o referencia

bajo la cual la modernidad funda

su sentido.

135


45 La atribución a Octavio

Sotomayor como autor de este

proyecto recae en Eliash y Moreno

(1989, 68). Sin menoscabo de lo

anterior, la DOM de la Municipalidad

de Temuco conserva un legajo de

planos de 1963 en donde se señala

como arquitecto del proyecto a

Fernando Mena.

46 Así se refería, por ejemplo,

Cristian Fernández Cox (Premio

Nacional de Arquitectura) al

recordar sus tiempos de estudiante

en la Universidad Católica de Chile.

Desde la quema de los ejemplares

del Vignola al interior del campus

hasta su desazón de cómo el propio

maestro al cual ellos siguieron como

estudiantes (Le Corbusier) daba la

espalda a sus propios dogmas con el

proyecto de la Capilla Notre Dame

Du Haut, en Ronchamp (1950-1955)

(N. del A.).

modernos. Cada vez que se preguntaba a los entrevistados

por obras modernas que ellos reconocieran en Temuco o

La Araucanía, citaban inmediatamente al Banco del Estado

(obra de Octavio Sotomayor45 con inconfundibles rasgos

propios de Le Corbusier) y a lo sumo, algunas obras de Horst

Baumann, especialmente aquellas de mayor envergadura

y en donde el hormigón fuera el protagonista. Todos los

antecedentes apuntaban a que ni siquiera ellos mismos

se consideraban arquitectos modernos, lo cual motiva un

necesario cuestionamiento ¿hasta qué grado es posible

asumir como arquitectura moderna a una obra cuyo autor y

sus cercanos no la reconocían como tal?

La respuesta bien podría asociarse con esta inconsciencia

propia de la modernidad y que ya fue evidenciada en el

proceso de ocupación de la región. Desde Luhmann a

Berman, a la modernidad se la ha tildado de polifacética,

contradictoria y paradójica. A veces se manifiesta de modo

explícito, declarado y de una fácil legibilidad en su expresión

tangible, como lo fue en el período de la modernización de

la burocracia, la SCEE, la SCEH, etc. desde la década del

20 (Constitución de 1925), en una modalidad asimilable a

las distopías orwellianas de 1984, con un poder central auto

reconocido como supremo protector y con claro control,

reconocible, uniformado, planificado. Sin embargo, la

modernidad también se expresa en lo vertiginoso, en una

libertad ilusa, o en el hábito constante que acaba en una

alienación. El estar imbuido dentro de algo -una sociedad

moderna en este caso- provoca la pérdida de perspectiva,

la pérdida de referencias o, más bien, el dejar de reconocer

como tales a las referencias que nos acompañan. Fue la

situación de las Escuelas de Arquitectura en los 50, en

las cuales se era testigo de cómo el propio Le Corbusier

vulneraba sus propios estatutos declarados en las décadas

anteriores46, pero pese a ello, se continuaba con la inercia de

proseguir con los modelos de enseñanza ya implementados,

reconociendo una pérdida de valor en la etiqueta de “lo

moderno” y por lo mismo, tomando cierta distancia con tal

adjetivo.

136


3. La influencia de la Escuela de Arquitectura

de la Universidad de Chile

En la tarea de ir reconociendo relaciones entre los distintos

estudiados, a objeto de dilucidar la existencia de influencias,

jerarquías o eventuales “linajes” posibles de determinar

en ellos, se logró establecer que una de las causas de

la existencia de ciertos patrones comunes en las obras

estudiadas se dio en primer lugar por tener un alma mater

en común: la Escuela de Arquitectura de la Universidad de

Chile. Una escuela que, de acuerdo a la percepción de los

entrevistados, se caracterizaba por una formación centrada

en lo pragmático más que en los referentes teóricos. Un

significativo hecho lo constituyó la reforma del Plan de

Estudios de la enseñanza de la arquitectura en 194647. Una

reforma precedida por una huelga durante 1945, crispada por

los hechos bélicos en Europa e impulsada por una generación

de estudiantes inquietos que estaban influenciados por la

generación del 33 (Gebhard, Parraguez y Borchers, entre

otros), la cual exigía un giro en la formación, orientándose

a un compromiso mayor con las problemáticas sociales y

culturales de entonces (densificación urbana, salubridad,

vivienda colectiva), como ejemplos de temas abordados

en los talleres y en los proyectos de título posteriores a la

reforma, ya en la década de los cincuenta. Será materia de

profundizaciones posteriores corroborar si efectivamente

había una preeminencia de lo primero por sobre lo segundo,

pero al menos los testimonios son claros en advertir que la

influencia del Taller, el rigor técnico y el sentido pragmático

como principio rector en los diseños eran lo más recordado

del paso de ellos por la universidad, mismos aspectos que

fueron resaltados por los sucesivos CIAM desde 1928 y que

fueron dejando una huella en las metodologías de formación

en arquitectura de las que los mismos estudiantes no

tuvieron tan clara conciencia en los años posteriores.

47 1946 es también el año en que se

oficializa la presencia del CIAM en

Chile. Fue en la sede del Colegio de

Arquitectos en donde se da lectura

a una carta firmada por Richard

Neutra -quien entonces presidía

CIAM-, en la que instaba a los arquitectos

chilenos a conformar una

filial en el país. El comité organizador

de esta filial fue conformado en

parte por Enrique Gebhard y Waldo

Parraguez, mismos arquitectos que

fueron referentes para los estudiantes

que presionaron por la reforma

del Plan de Estudios de Arquitectura

en la Universidad de Chile.

Este hecho guarda directa relación con el fenómeno de

la modernidad inconsciente, en la medida que el aludido

pragmatismo proyectual se convirtió en el medio de

dar continuidad a ciertos preceptos característicos de

137


48 Cuando nos referimos a cubiertas

inclinadas como expresión

formal, aludimos a ángulos superiores

a 35% , siendo cubiertas que

llegaban al suelo o, al menos no a

un paramento no vertical, sino que

a un basamento que seguían líneas

de diseño basadas en el triángulo

(véanse como ejemplos las iglesias

luteranas de Wörner y las casas A

de Esteve/Wörner).

la arquitectura moderna y que guardaban relación con

el entendimiento de una austeridad en el diseño como

consecuencia a la prioridad dada tanto a la respuesta

estructural-constructiva como a la programática. ¿Y la

teoría, los estilos, la dimensión simbólica? Definitivamente

no eran tema, al parecer no en la Escuela de Arquitectura

de la Universidad de Chile de los 50 y 60, y menos aún en la

generación de arquitectos de la región que ahí se formaron.

La imagen se fue modelando entonces por las soluciones

que el medio contextual imponía a cada encargo, siendo

las cubiertas inclinadas una de las primeras concesiones

formales reconocibles48 que estos arquitectos asumieron en

la lógica de una mejor respuesta a la gran carga pluvial del

sur de Chile, pero reiterando que las acusadas pendientes de

las nuevas cubiertas eran la consecuencia de una concepción

geométrica -el triángulo- que dotaba a la estructura de

una excelente rigidización, una indeformabilidad que fue

estetizada y devino en imagen arquitectónica.

Ciertamente el pragmatismo proyectual no implica una

necesaria modernidad arquitectónica. Bástenos revisar el

repertorio de arquitecturas presentes en el sur de Chile y

Argentina (con claras reminiscencias de la Suiza y Austria

alpinas) o del centro y norte de Europa, y descubriremos

abundancia de ejemplos, y más antiguos, de soluciones de

diseño pragmáticas, con cubiertas muy inclinadas y que

se acercan más a una tradición constructiva que a una

modernidad. Tampoco podemos desconocer cierta impronta

wrightiana (muy del estilo de las Prairie Houses, o el

American Craftsman de Gustav Stickley), principalmente en

la obra de Carlos Vidal, quien era un reconocido admirador

de la obra de F. Lloyd Wright. Pero pese a que la originalidad

pueda ser cuestionable ante la abrumadora cantidad de

referencias previas con similitudes formales, hay una

incuestionable búsqueda que traza un derrotero propio,

caracterizado por una pulcritud en la que el arquitecto se

funde con el constructor y con el artesano.

138


4. Reconocimiento de dos periodos

Se advierten con claridad dos periodos que sintetizan cada cual

un modo de expresión arquitectónica, y cada cual con un notable

exponente. La primera etapa se puede delimitar en el período

comprendido entre 1951-196449, coincidente con dos obras que

se revelan como importantes hitos de la arquitectura regional: el

Gimnasio del Instituto San José (1951) obra con la cual se inaugura

la serie de obras de Horst Baumann que definen su impronta.

Es aún la época en que la arquitectura moderna se plasmaba en

obras de gran escala, con presencia imponente acentuada por el

uso del hormigón armado. Arquitectura de grisácea severidad

que mantiene una línea de similitud directa con los principales

referentes de la arquitectura moderna importada de Europa.

La segunda época podemos reconocerla a partir de 196450 con

la Iglesia de la Sociedad Evangélica, obra de la dupla Esteve-

Wörner, se caracteriza por una generación de arquitectos que

ven en la madera un material que permite una aproximación

más “artesanal” al diseño. El cambio del hormigón a una mixtura

donde la madera cobraba un rol de mayor protagonismo está

representada por Enrique Esteve y Ewald Wörner y la elegante

austeridad con la que abordan la arquitectura en esta segunda

época. Las cubiertas muy inclinadas cuyos faldones se extienden

hasta el suelo -o en su defecto, apoyadas en elementos basales de

planos inclinados-, más las triangulaciones como elementos de

composición pregnantes en una impronta arquitectónica, fueron

un sello característico de las nuevas obras en la región. Ewald

Wörner y Enrique Esteve son recordados como referentes por

el rigor técnico y el pragmatismo proyectual implícito en sus

creaciones.

49 Como toda delimitación en el

ámbito de la arquitectura, los años

son aproximados y fueron considerados

mediante el reconocimiento

de obras que marcaron puntos de

cambio, de inflexión, en el diseño

de arquitectura observado en La

Araucanía. El periodo mencionado

es coincidente con lo que plantea la

literatura consultada, pues sitúa en

1965 el año donde se reconoce un

umbral de límite (siempre en modo

referencial) que marcaba el término

del periodo de hegemonía del lenguaje

moderno en arquitectura.

50 Si bien hay atisbos previos,

como lo fue en Temuco la Casa

Esteve (1962), o las Hosterías de

Ancud (1960) y de Castro (1962)

ambas de de Emilio Duhart, es en la

Iglesia de la Sociedad Evangélica de

la dupla Esteve-Wörner (1964) en

donde se logra evidenciar la síntesis

arquitectónica que caracteriza esta

nueva etapa.

En este segundo período, que encuentra en el terremoto de 1960

un ambiente proclive al fomento de la actividad edificatoria

en el sur de Chile, es en donde encontramos al grueso de los

arquitectos que fueron sujetos de estudio en esta publicación.

Desde el interior de este nuevo período, concebible como una

nueva matriz de diseño es donde radica esta modernidad

inconsciente mencionada líneas arriba, una modernidad que no

solo hemos de encontrarla en su expresión formal arquitectónica,

139


sino además -o más bien- en un contexto nacional de fuerte

política de inversión pública orientada a la reconstrucción,

fortaleciendo el pragmatismo como principal rasgo distintivo

en estas nuevas generaciones de arquitectos al estilo de Ernst

Neufert y otros en la experiencia de reconstrucción alemana de

posguerra, redituando una catástrofe nacional en promoción de

una arquitectura más fácil de estandarizar o de abordar desde

materiales más accesibles en el sur del país.

Hay algunos hechos que merecen ser destacados. Por una parte,

el parentesco entre Baumann y Wörner, sus escasos años de

diferencia en su periodo formativo en la universidad invitan

a profundizar en la búsqueda de elementos de conexión más

subyacentes entre sus arquitecturas. Por otro lado, Ewald

Wörner formó con Enrique Esteve una dupla de trabajo que

logró reforzar las competencias comunes y líneas de diseño

afines, aportando con notables contribuciones al desarrollo de

una impronta arquitectónica regional.

Horst Baumann plasmó en su obra una potente rusticidad, un

trabajo en hormigón de severo carácter y tuvo su contrapunto

con la pulcra elegancia de la obra de Ewald Wörner, en quien

se logran conjugar -en un perfecto equilibrio- una imagen de

arquitectura que es síntesis de la coherencia estructural y el

detalle constructivo, de una cuidada funcionalidad y pertinencia

del diseño con las exigencias del contexto regional. Baumann

y Wörner, ambos descendientes de colonos alemanes cuyas

obras develan destellos de rigor prusiano volcado en expresión

arquitectónica constituyen ejemplos destacados de estas dos

épocas.

5. ¿Arquitectura moderna?

Queda abierta la pregunta de si las adaptaciones arquitectónicas

de Ewald Wörner y las generaciones que le siguieron pueden

ser consideradas dentro de las variantes que el repertorio de

la literatura revisada considera como arquitectura moderna,

o bien ya pueden ser parte de una evolución arquitectónica

que presenta suficientes méritos propios como para ya

140


desmarcarse de la etiqueta “moderna” aún asociada a

importaciones acríticas de otras latitudes. Una evolución

que se vio caracterizada por un lenguaje y expresión formal

más adaptado a un contexto de clima y entorno, de escala y

materialidad. En tal sentido ¿las obras revisadas alcanzan una

nueva categorización? Ni Ewald Wörner, ni Enrique Esteve,

ni nadie de las generaciones estudiadas se consideraban a sí

mismos como arquitectos modernos. Tampoco su entorno

cercano los reconocía como tales. La pregunta abre nuevos

flancos de investigación, partiendo por dilucidar si la presunta

modernidad inconsciente es un argumento aplicable en el

caso de la arquitectura revisada, validándose así su inclusión

dentro de las variantes admisibles en el espectro abarcado por

esta arquitectura.

Dado que un tema es la arquitectura moderna y otro, la

arquitectura en modernidad, la indagación más profunda de

las obras aquí citadas, en modalidad de caso de estudio, junto

a la revisión del entorno político y sociocultural presente en el

Chile de seis décadas atrás (ej.: políticas de reconstrucción post

terremoto 1960) podrán ayudar a encontrar argumentos más

gravitantes que aporten antecedentes en miras a responder la

pregunta. A pesar de ser un cuestionamiento crucial, en modo

alguno la interrogante cuestiona el notable valor que como

arquitectura representa la producción revisada por estas

generaciones de arquitectos, formadas en Santiago, pero que

lograron imprimir un sello a un territorio que de por sí es fruto

de la modernidad, con sus progresos y paradojas, progresos

y contrasentidos; de una región que requiere urgentemente

reconocer sus valores patrimoniales como resguardo de su

identidad.

141


REGISTRO DE

OBRAS

142


1939

1947

1951

1 2 3

CAJA DE CRÉDITO POPULAR

(ACTUALMENTE DIRECCIÓN GENERAL

DEL CRÉDITO PRENDARIO)

Sin Información

DIRECCIÓN General Mackenna 280

CASA JACOBI

Horst Baumann

DIRECCIÓN Claro Solar 455

IGLESIA METODISTA DE TEMUCO

Horst Bauman y Eduardo Fourcade

DIRECCIÓN Claro Solar 971

1951 - 1952

1952

1953 - 1959

4

5

6

GIMNASIO DEL INSTITUTO SAN JOSÉ

(ACTUAL COLEGIO DE LA SALLE)

Horst Baumann y Eduardo Fourcade

DIRECCIÓN Claro Solar 1088

CASA PASTOR

Horst Baumann

DIRECCIÓN Claro Solar (N° anterior: 647)

EDIFICIO TUMA

Ewald Wörner

DIRECCIÓN Manuel Montt 1027

1953-1958

1954

1955

7 8 9

BOMBA GERMANIA

Horst Baumann

DIRECCIÓN Prieto Norte 450

CASA HERMAN

Horst Baumann

DIRECCIÓN Hoschtetter 560

CASA SCHAUB

Horst Baumann

DIRECCIÓN Sin información

143


1956

1957

1958

10

11

12

EDIFICIO FOURCADE PALMA

Horst Baumann y Ewald Worner

DIRECCIÓN Montt 850

BANCO DEL SUR DE CHILE

Horst Baumann y Eduardo Fourcade

DIRECCIÓN Arturo Prat 620

CASA GARCÍA

Horst Baumann

DIRECCIÓN Avenida Alemania 038

1959

1959 - 1964

1962

13

14

18

CASAS GUTIERREZ

Ewald Wörner

DIRECCIÓN Recreo 798

CASA DE LA MAZA

Ewald Wörner

DIRECCIÓN Av. Caupolicán 435

CASA ESTEVE

Enrique Esteve y Ewald Wörner

DIRECCIÓN Porvenir 790

1962

1962

ca. 1962

16 17

18

CASA LUER

Horst Baumann

DIRECCIÓN Sin Información

CASA CONTRERAS

Ewald Wörner

DIRECCIÓN Thiers 541

EDIFICIO DE LA INMOBILIARIA

Enrique Esteve y Sergio Carrasco

DIRECCIÓN Antonio Varas 854

144


1963

1964

1964

19 20

15

EDIFICIO BANCO ESTADO

Octavio Sotomayor y Fernando Mena

DIRECCIÓN Claro Solar 931

CASA STOTZ

Ewald Wörner

DIRECCIÓN Av. Inglaterra 0689

Actualmente demolida.

CASA HECK

Ewald Wörner

DIRECCIÓN Av. Alemania.

Actualmente demolida.

1964

1964

1964

22

23

24

IGLESIA SOCIEDAD EVANGÉLICA

Ewald Wörner y Enrique Esteve

DIRECCIÓN Av. Alemana 0228

CASA BUGMANN

Horst Baumann

DIRECCIÓN Sin Información

CASA PETERSEN

Horst Baumann

DIRECCIÓN Sin Información

1964

1964

1964

25

26

27

CASA HERBACH

Ewald Wörner

DIRECCIÓN Callejón Massmann 406

CASA FIEBIG

Ewald Wörner

DIRECCIÓN Av. Francia

CASA COHEN

Ewald Wörner

DIRECCIÓN Av. Alemania 0195

145


1964

1965

1965 - 1970

28 29 30

CASA REY

Ewald Wörner

DIRECCIÓN Av. Balmaceda / Zenteno

ESTADIO MUNICIPAL DE TEMUCO

Enrique Esteve

DIRECCIÓN Av. Pablo Neruda 1110

CASA WÖRNER

Ewald Wörner

DIRECCIÓN Av. Alemania 0870

1968

1971 - 1972

1972

31 32 33

CASA ANANIAS

Ewald Wörner

DIRECCIÓN General Lagos 547

IGLESIA LUTERANA

Ewald Wörner

DIRECCIÓN Av. Alemania 0720

EDIFICIO ASOCIACIÓN DE AHORRO Y

PRÉSTAMO

Ewald Wörner , Carlos Vidal y Gerardo Rendel

DIRECCIÓN Arturo Prat 535

1974

1975

1975

34

35

36

KINDERGARTEN COLEGIO ALEMAN

Ewald Wörner

DIRECCIÓN Hochstetter 738

CASA VALCK

Ewald Wörner

DIRECCIÓN Plaza Teodoro Schmidt

EDIFICIO FRINDT

Ewald Wörner

DIRECCIÓN Aldunate / Manuel Rodríguez

146


1975

1977

1979

37

38

39

CONJUNTO HABITACIONAL INÉS DE

SUÁREZ

Roland Rocha

DIRECCIÓN Hoschtetter / Pucón / Inglaterra

CASA POHL

Ewald Wörner

DIRECCIÓN Pirineos 885

EDIFICIO DON ALONSO DE ERCILLA Y

ZÚÑIGA

Enrique Browne, Eduardo San Martin, Patricio

Wenborne, Sergio Carrasco

DIRECCIÓN Manuel Rodríguez 774

1980

1988

Sin información

40 41 42

PARROQUIA INMACULADA CONCEPCIÓN

- CUNCO

Roland Rocha y Sergio Carrasco

DIRECCIÓN Baquedano 559, Cunco

GIMNASIO PADRE LAS CASAS

Ewald Wörner

DIRECCIÓN Corvalán Esquina Barroso S/N,

Padre Las Casas

EDIFICIO CORREOS

Sin Información

DIRECCIÓN Arturo Prat esq Diego Portales

Sin información

Sin Información

43 44

POBLACIÓN SANTA TERESA

Roland Rocha

DIRECCIÓN Av. Pablo Neruda. Esq. Santa Teresa

CASA EL BOSQUE

Carlos Vidal

DIRECCIÓN Pasaje el bosque 607

147


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1

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33

5

3

6

4

11

19

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Maderuelo, Javier, coord. Paisaje y Territorio. Madrid: Abadá Editores,

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147


AGRADECIMIENTOS

Agradecemos a todos quienes, con sus aportes y orientación, permitieron lograr

los objetivos propuestos. En primer lugar, nuestros más sinceros agradecimientos

a entrevistados e informantes clave: Familias Wörner, Esteve,

Vidal, Rocha y Soto, cuyas valiosas aportaciones clarificaron nuestras dudas y

orientaron el trabajo.

De igual manera, a la arquitecta Leticia Andaur, a la Dirección de Obras de la

Municipalidad de Temuco, a los arquitectos Osvaldo Cáceres y Andrés Peña, a

la Escuela de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Chile, a la Tercera

compañía de Bomberos de Temuco, Iglesia Luterana de Temuco y Colegio La

Salle, quienes representaron una fuente invaluable de información, ante el vacío

bibliográfico que enfrentamos.

A los arquitectos Pablo Fuentes y Gonzalo Cerda, quienes amablemente compartieron

su experiencia y puntos de vista, motivando a dar continuidad a este

trabajo. Así también a Andrea Rojas, por sus aportes en la revisión del texto y

su permanente disposición al trabajo colaborativo.

Y finalmente, a las autoridades de la Vicerrectoría Regional, Vicerrectoría de

Investigación, Facultad de Humanidades, Dirección de Vinculación con el Medio

y Escuela de Arquitectura de la Universidad Mayor, por la disposición a

fomentar la investigación y creación artística desde la región de La Araucanía.

148


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