DEL RECTANGULO AL TRIANGULO
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DEL RECTÁNGULO AL TRIÁNGULO
Adaptaciones de la Arquitectura Moderna en Temuco
©Universidad Mayor
©Autores
Primera edición
Temuco, 2021
ISBN 978-956-404-887-1
Derechos Reservados. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la
cubierta, puede ser reproducida o transmitida, de forma total o parcial, por cualquier
medio sin autorización de sus autores.
AUTORES Y EDICIÓN
Javier Arangua Calzado ¦ Verónica Gárate Navarrete
Gonzalo Rodríguez Paillape ¦ Cristian Tapia Palacios
CORRECCIÓN DE ESTILO (CHICAGO - DEUSTO)
Gonzalo Rodríguez Paillape
REVISIÓN
Andrea Rojas Coll
REGISTRO FOTOGRÁFICO Y ARCHIVO
M. Alejandra Barrera Barrios
DIRECCIÓN DE ARTE Y DISEÑO
EDICIÓN GRÁFICA
Dostercios ¦ www.dostercios.cl
PORTADA
Dostercios ¦ www.dostercios.cl
Escuela de Arquitectura Temuco, Facultad de Humanidades, Universidad Mayor, Av.
Alemania 0281, Temuco 4780000, Chile.
Proyecto financiado con aportes de FONDART Regional, línea Patrimonio Cultural,
Folio N° 544334 Región de La Araucanía, año 2020
ÍNDICE
Prólogo
INTRODUCCIÓN
I. LA NUEVA SOCIEDAD CIVILIZADORA:
EL IMAGINARIO DEL DESARROLLO EN LA NUEVA REGIÓN
La llegada de la modernidad a La Araucanía
Modernidad en la arquitectura
II. APRENDER EL OFICIO:
LA ETAPA DE FORMACIÓN Y LOS PRIMEROS AÑOS DE
EJERCICIO PROFESIONAL
Primeros arquitectos de La Araucanía
El ejercicio profesional en Temuco
La década del sesenta y la unión de dos generaciones
III. LA CASA COMO LABORATORIO
Paisaje y arquitectura moderna
Arquitectura moderna y paisaje de La Araucanía
Arquitectura moderna de La Araucanía. Del rectángulo al triángulo:
Referentes de rasgos originales en la ciudad de Temuco
REFLEXIONES FINALES
REGISTRO DE OBRAS
Referencias
Agradecimientos
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MODERNIDAD EN LA
FRONTERA.
ARQUITECTURA NUEVA
PARA LA ARAUCANÍA
PRÓLOGO
La arquitectura moderna en Chile cuenta a la fecha con un nutrido número de
investigaciones que han arrojado variadas tesis, artículos, numerosos libros
y monografías. El tema redunda en un alto interés por examinar uno de los
períodos más intensos de la historiografía nacional.
En 1985 Humberto Eliash y Manuel Moreno se abocaron a escribir lo que
constituye el primer texto que indagaba en los rastros del Movimiento Moderno
en Chile, denominado Arquitectura Moderna en Chile 1930 - 1960.
Testimonio – Reflexiones. Era la primera vez que se publicaba un documento
-un cuadernillo- relativo al tema. Apasionados por ampliar su investigación,
publicaron lo que hoy es considerado un texto canónico dedicado a la arquitectura
moderna chilena llamado Arquitectura y Modernidad en Chile: una
realidad múltiple 1925-1965, (1989). Este texto, que podemos llamar fundacional,
ha inspirado e informado a diversos investigadores que, basados sobre
sus interpretaciones, han dado origen a nuevas lecturas de una arquitectura
que, con un amplio vocabulario formal, ha materializado ideales democratizadores
que portaba en sus entrañas la modernidad.
La mayoría de la literatura arquitectónica chilena consagrada ha dedicado sus
esfuerzos para tratar diferentes zonas del país, teniendo a Santiago como el
principal foco de atención; y luego, recientemente, a algunas de regiones del
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país, tanto en el norte como en el sur. Esta ampliación territorial de los estudios
ha revelado nuevos fragmentos historiográficos que vienen a componer
una modernidad acrisolada, hoy mucho más extensa y más fructífera.
En este marco, La Frontera ha tenido escasa mención en este ámbito revisionista.
En la práctica, salvo un puñado de edificios, la historiografía no se ha
detenido en las vicisitudes de una de las regiones más nuevas del país. Afirmamos
esto pues, el desarrollo institucional de la Araucanía ha corrido su suerte
en paralelo a los avances de la modernidad en Chile y también en el mundo. Es
un progreso muy ligado a la época contemporánea, el tiempo cuando suceden
los cambios más intensos en la propagación de nuevos lenguajes arquitectónicos
y se despliega un ideario que aspira a cambiar la realidad.
La historia contemporánea de La Frontera sucede al amparo -o bajo el yugo-
del Estado, y es totalmente coherente con el período de desarrollo de la
arquitectura moderna en Chile. Si estimamos que tal lapso comienza a fines
del siglo XIX y se extiende hasta fines del XX, se advierte que es el mismo en
que la ciudad y la arquitectura instalan en este territorio feraz las huellas
de la memoria urbana. La ciudad, la arquitectura, la geometría, el trazado,
vienen a situarse ahora sobre la vastedad de una naturaleza que se despliega
desde los valles, el bosque, los lagos, las montañas. La pieza arquitectónica,
se yergue entonces como imagen de la ocupación en el espacio de un ideario
exógeno. Es en sí misma una soflama que reclama un lugar.
Temuco, pensamos, es una ciudad moderna, tanto así, que nace moderna, como
muchas ciudades de La Araucanía. Dicho de otro modo, es una ciudad que
no tuvo el tiempo para tener antigüedad. Su fundación, en 1881, es coetánea
a la llegada del ferrocarril. Ambos hechos, la fundación de la ciudad y el arribo
del sistema ferroviario, son portadores de ideales estatales que aspiran
a movilizar aquellos imaginarios, supuestamente, benefactores del ideario
moderno. Se moviliza la arquitectura en tanto se instalan formas exógenas
donde nada había.
En ese contexto surge la presente publicación. Lo que ella hace es una revisión
crítica de la producción arquitectónica más significativa de la ciudad
de Temuco en el período comprendido entre las décadas de 1950 a 1980. Sus
autores advierten la importancia determinante que llegó a tener la reforma de
la enseñanza de la arquitectura en la Universidad de Chile en 1946 y en la Universidad
Católica en 1947, con ideales de modernidad que son fervorosamente
abrazados por jóvenes estudiantes sureños que regresan a La Araucanía y al
sur del país a partir de la década de 1950.
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En el caso de Temuco, e identificando período, obra y arquitecto, los autores
plantean la hipótesis que el desarrollo de la arquitectura moderna en la ciudad
distingue al menos dos etapas: un primer período en la década de 1950 y
el segundo en las décadas de 1960-70.
Al primer período corresponde la obra de los arquitectos Eduardo Fourcade,
Horst Baumann y Ewald Wörner, trabajo muchas veces desarrollado de
modo colaborativo. Destacan allí la obra de Baumann, representada por los
edificios para la 3ra. Compañía de bomberos (la Bomba Germania,1958); el
gimnasio para el Instituto San José, actual Colegio La Salle (1951), y el Banco
del Sur de Chile, posteriormente Banco Osorno y La Unión. A este primer
período corresponde también el edificio de la Iglesia Metodista de Temuco,
obra conjunta de Baumann y Fourcade que los autores consideran - aunque
ecléctica- una de las primeras obras modernas de la ciudad (la primera piedra
del edificio fue puesta en 1951, pero el proyecto sería anterior).
Los autores otorgan gran atención a la producción arquitectónica de Ewald
Wörner, que solo, o en conjunto con los arquitectos Enrique Esteve y Horst
Baumann, desarrollan algunos de los edificios más significativos de la arquitectura
moderna de Temuco. Destacan entre ellos, el Templo Sociedad
Evangélica de Chile (Wörner, Esteve, 1964), edificio que actualmente ocupa la
iglesia Encuentro con Cristo en Avda. Alemania 0228; el edificio de la Iglesia
Luterana ubicado en Avda. Alemania 0720 (Wörner, Baumann, 1971-1972) y la
ya destruida casa del arquitecto denominada “Casa Estrella” ( Wörner, 1965-
1970), en donde ensaya con novísimas cubiertas plegadas que revolucionaron
el ambiente arquitectónico de la ciudad en esos años.
A un segundo período, el que fijan a partir de las décadas de 1960 y 1970,
corresponde la obra de los arquitectos Enrique Esteve, Sergio Carrasco, Roland
Rocha, Carlos Vidal y Gerardo Rendel. Especial mención hacen a la obra
de Ewald Wórner y Enrique Esteve, quienes desarrollan la primera “Casa en
A” en la ciudad (que sería la propia vivienda familiar de la familia Esteve,
ubicada en calle Porvenir 790, aún en pie); así también destacan la obra del
arquitecto Carlos Vidal Bravo, con una extensa producción de viviendas unifamiliares
en las que resulta posible observar un fino y acucioso desarrollo
de las carpinterías de madera y las mamposterías de piedra a la vista, en
huevillos y piedra laja.
En una interesante hipótesis y reflexión final, los autores plantean que la
arquitectura moderna de la década de 1960 en Temuco transita “del rectángulo
al triángulo”, en el sentido que se trata de una obra que abandona
la tendencia de aquellos momentos de una arquitectura que se resolvía
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mediante paralelepípedos rectos, para adentrarse a otras exploraciones con
los materiales y el espacio que les acercaron a las estructuras triangulares,
representadas en edificios religiosos y viviendas en donde se ensaya con cubiertas
plegadas. Es posible advertir allí una búsqueda de una expresión más
acorde para el territorio y los paisajes de la lluvia en La Araucanía, y dicho
en palabras del propio Edwald Wörner “…y en las noches de temporal, es
reconfortante pensar cómo el agua escurre rápida y silenciosamente por los
empinados techos” (AUCA 28, 1975).
El contexto, finalmente, más que un ideal, interpuso sus propios méritos.
La abundancia de los bosques y el paisaje lacustre, la lluvia, la humedad,
las praderas, el cielo, pasan a ser componentes que alteran el lenguaje de la
arquitectura moderna. De este modo, las ideas de contextualización, sincretismo,
en definitiva, de apropiación, son nuevas señales de una arquitectura
que decoloniza su instalación en una región abrigada por trenes, coigües y
palabras. Las maderas nativas, las piedras, las techumbres, vienen a ser nuevas
expresiones de un lenguaje propio y apropiado. Asimismo, el encuentro
con culturas nativas, propietarias de códigos relativos a un mundo ancestral,
simbólico, atávico, comenzaron a interrogar la expresión material de una arquitectura
con pretensiones universales. Del mismo modo, las expresiones de
las culturas de la colonización, dejaron traspasar, sus propias claves sujetas
a un pasado extranjero. Estas mixturas son algunos de los componentes que
traspasan un lenguaje, al final, menos ortodoxo y más complejo.
El libro que hoy celebramos, Del rectángulo al triángulo. Adaptaciones de la
arquitectura moderna en Temuco, realizado por académicos de la Escuela de
Arquitectura de la Universidad Mayor, sede Temuco, es el resultado de una investigación
estricta y fructífera que escarba en esa amalgama cultural situada
en La Frontera, y que abre con lucidez una nueva lectura a la modernidad
arquitectónica chilena.
Pablo Fuentes Hernández + Gonzalo Cerda Brintrup
Arquitectos
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9
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INTRODUCCIÓN
“Los arquitectos adecuaron los
principios de la arquitectura
contemporánea a la
idiosincrasia de cada país; a
sus materiales y posibilidades
constructivas. Fueron ideales
derivados de los presupuestos
y estados de la industria, de la
construcción que tendieron al
uso de materiales naturales y al
uso de las formas vernaculares
revitalizadas de cada lugar”.
Cáceres, Osvaldo (2007)
11
En la región de La Araucanía el panorama actual respecto a
la protección y conservación del patrimonio arquitectónico
es desalentador. Las consecuencias de ello son visibles en el
gran número de demoliciones y pérdidas que han afectado
a edificios patrimoniales durante los últimos años, como ha
ocurrido en Temuco con las antiguas casonas de la Avenida
Alemania, en Padre Las Casas con el Puente Ferroviario sobre
el Río Cautín o en Purén con el Monumento Nacional Casona
Schmidlin, por citar algunos. De la misma forma, vemos cómo
los inmuebles que aún se conservan en pie son intervenidos
sin criterio, incorporando enormes letreros publicitarios o
modificaciones a la estructura original, lo que sumado a la
presencia del tendido eléctrico que ensucia la imagen urbana
de la ciudad, termina afectando severamente su apreciación
por parte de la comunidad. En otros casos, el desuso y la falta
de incentivos a la conservación, los transforma en verdaderos
fósiles urbanos que paulatinamente se deterioran, pese a estar
reconocidos legalmente como Monumento Nacional, como
ocurre con el Hotel Continental de Temuco.
Si bien los instrumentos para su protección en algunos casos han
sido aplicados, como la Ley Nº17.288 de Monumentos Nacionales
y el artículo 60 de la Ley General de Urbanismo y Construcciones,
a todas luces son insuficientes y denotan una evidente falta de
iniciativas de investigación que avalen su valor patrimonial. Estos
estudios, son necesarios para constituir la base de un círculo
virtuoso, integrado por iniciativas de educación, investigación y
puesta en valor patrimonial, que pudiesen derivar en proyectos
de conservación y programas de protección de los inmuebles.
1 Según la información disponible
en la página web del Consejo de
Monumentos Nacionales.
www.monumentos.gob.cl
El panorama es crítico si analizamos específicamente el
patrimonio arquitectónico moderno, entendido como aquellas
obras que surgen en Chile a partir de la década de 1930 y que
en La Araucanía comienzan a tener una presencia significativa
principalmente a partir de la década del 50. En este sentido,
cabe mencionar que en la región hay 311 inmuebles protegidos
como Monumento Nacional, bajo la categoría de Monumento
Histórico, correspondiendo principalmente a puentes y
estaciones ferroviarias, sitios de significación cultural para el
pueblo mapuche, antiguas casonas de madera que reflejan las
influencias europeas de fines del siglo XIX e iglesias construidas
12
por franciscanos y capuchinos. Sin embargo, ninguno de los
inmuebles protegidos tiene un origen posterior a 1925, lo
que evidencia que la protección del patrimonio en la región,
aún no se actualiza a los nuevos preceptos y convenciones
internacionales que reconocen la importancia del patrimonio
moderno, abandonando la visión del patrimonio asociada a
la monumentalidad y la antigüedad como únicos valores. A lo
anterior, se suma la falta de investigaciones sobre la materia en la
región, lo que deriva en una carencia de medidas de protección
sobre este tipo de patrimonio.
Al respecto cabe señalar que en la región el Patrimonio
Moderno tiene una presencia destacada en ciudades como
Temuco, Padre las Casas, Victoria, Angol, Traiguén y Lautaro,
en donde la influencia recibida desde Europa se deja ver, en
una primera etapa, conservando los principios establecidos
por esta arquitectura, y en una segunda, por una arquitectura
que se adaptó a las particulares condiciones medioambientales,
sociales, económicas y culturales de La Frontera; aspecto que
refuerza la idea de avanzar en un reconocimiento por parte de la
comunidad y por lo tanto en su protección legal.
Esta publicación, es el resultado de un estudio que busca
contribuir al reconocimiento, puesta en valor y difusión del
patrimonio arquitectónico moderno de La Araucanía a través
del análisis de documentos inéditos de alto valor patrimonial,
conformados por planimetrías y dibujos de proyecto de algunos
de los más destacados arquitectos que ejercieron su trabajo en la
región a partir de 19502. De esta manera, el proyecto “Patrimonio
moderno en La Frontera: estudio y puesta en valor a través de
sus trazos originales”, surge como respuesta a un proceso de
reflexión e indagación realizado en base a tres antecedentes:
En primer lugar, el hallazgo de una serie de documentos históricos
correspondientes a los planos originales y dibujos de proyecto
realizados por un grupo de arquitectos que tuvieron una fuerte
influencia en el desarrollo de la arquitectura moderna3 en La
Araucanía, principalmente entre 1950 y 1980. Tras constatar su
existencia, se ha comprobado que dichos documentos constituyen
un importante patrimonio que debe ser resguardado, estudiado
y difundido.
2 El estudio contempló, como parte
de la metodología de levantamiento
de la información, el desarrollo
de entrevistas dirigidas a actores
claves, en su mayoría familiares
y colegas de los principales
exponentes del periodo analizado
(1950-1980). Entre las entrevistas
encontramos las realizadas a Bruno
Wörner (Arquitecto, hijo de Ewald
Wörner); Henri Esteve (Arquitecto,
hijo de Enrique Esteve); Carlos
Vidal (Arquitecto colaborador de
Ewald Wörner); y Robinson Soto
(Arquitecto local); donde también
destaca como informante el Arquitecto,
experto en Arquitectura
Moderna, Osvaldo Cáceres, quién
aportó con comentarios relevantes
sobre los profesionales y período
estudiado.
3 Dicho patrimonio contempla
aquellas obras generadas en el contexto
de un nuevo lenguaje arquitectónico
promovido desde Europa
a partir de los años 20 en donde la
funcionalidad y el racionalismo en
el ejercicio de la arquitectura marcaron
la pauta, dejando de lado los
estilos historicistas y academicistas
para proponer nuevos principios
arquitectónicos que integraron el
uso de nuevas tecnologías en los
materiales (hormigón armado,
acero laminado, vidrio en grandes
dimensiones) y la necesidad de
mejorar las condiciones de habitabilidad
e higiene en el contexto de la
post guerra y la industrialización.
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En segundo lugar, sumado al estado crítico del patrimonio
arquitectónico en la región, debido a su alto grado de
vulnerabilidad y deficiente estado de conservación, se
verifica que específicamente el patrimonio moderno carece
de medidas de protección (declaratorias bajo la Ley 17.288
y reconocimiento en los Planes Reguladores Comunales)
a lo que se suma el casi inexistente estudio de la materia
en La Araucanía, pese al notorio avance del estado del arte
a nivel nacional durante la última década. Por lo anterior,
resulta urgente profundizar en la identificación, registro y
comprensión de este patrimonio regional.
Finalmente, la exposición “Arquitectura de Papel: Puesta en
valor y reconocimiento del patrimonio arquitectónico de la
ciudad de Temuco”, organizada por la Escuela de Arquitectura
de la Universidad Mayor - sede Temuco, con el apoyo del
Colegio de Arquitectos y la Cámara Chilena de la Construcción,
surgió como una primera acción de puesta en valor de este
patrimonio, abriendo una ventana al desarrollo de estudios que
aporten en esta materia. La exposición, realizada en octubre
de 2018, reunió principalmente croquis, notas, fotografías y
planos originales, dibujados con técnicas análogas a mano, de
obras relevantes de la ciudad de Temuco que fueron diseñadas
y/o construidas entre los años 50 y 80 por los arquitectos Horst
Baumann, Sergio Carrasco, Enrique Esteve, Gerardo Rendel,
Roland Rocha y Ewald Wörner. De esta forma, también se
exhibió el oficio minucioso del arquitecto, a través del dibujo
a mano, acercando visualmente el legado del patrimonio
arquitectónico moderno de Temuco a la ciudadanía.
A partir de lo anterior, y tomando en cuenta la existencia de
estos documentos y la urgencia de estudiar y poner en valor el
patrimonio moderno de La Araucanía, se plantean las siguientes
interrogantes:
-¿Quiénes fueron los precursores de estas obras
modernas en la región? ¿Cuáles son sus orígenes,
formación y motivaciones?
- ¿Cuáles son las particularidades que caracterizan a
esta arquitectura moderna en La Araucanía?
- ¿Cuál fue la relación e influencia que hubo entre estos
arquitectos?
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De esta manera, surge el proyecto “Patrimonio moderno
en La Frontera: estudio y puesta en valor a través de
sus trazos originales” que busca estudiar, documentar y
difundir el patrimonio constituido por documentos escritos,
dibujos y planimetrías ejecutadas por los autores de estas
obras, develando aspectos desconocidos en el desarrollo
de la arquitectura moderna en la Región de La Araucanía.
El proyecto cuenta con el apoyo de los fondos de cultura
regionales, convocatoria 2020, como parte de la línea de
Patrimonio Cultural.
Finalmente, cabe mencionar que esta publicación es un
primer acercamiento al estudio del Patrimonio Moderno de
La Araucanía, centrándose principalmente en la ciudad de
Temuco y en la obra del grupo de arquitectos mencionados en
la exposición Arquitectura de Papel. Desde aquí, el documento
se estructura en base al estudio del contexto, pretendiendo
establecer algunas bases teóricas y aportar antecedentes que
contribuyan a delimitar el trabajo investigativo, continuando
con un acercamiento a los arquitectos estudiados a partir de
sus orígenes, formación, relación e influencia mutua, para
finalmente reflexionar en torno al origen y trasfondos en las
variaciones observadas de la arquitectura moderna de La
Araucanía, a través de la revisión de referentes en la ciudad
de Temuco.
15
LA NUEVA
SOCIEDAD
CIVILIZADORA:
EL IMAGINARIO DEL
DESARROLLO EN LA
NUEVA REGIÓN
Gonzalo Rodríguez Paillape
16
Aproximarnos a la comprensión del contexto en que se
desarrolla la arquitectura moderna en La Araucanía requiere
de un par de puntos de partida sobre los cuales ir construyendo
tal entendimiento. El primer punto nos ha de llevar a entender
lo que era La Araucanía a la llegada de la modernidad, y
cómo esta región fue asimilándola en su estructura social y
cultural. Para ello se usará un marco temporal que reconoce
dos grandes etapas: la primera inicia en 1925 y se extiende
hasta 1965, en la cual se advierte la llegada y consolidación
de la arquitectura moderna en Chile, principalmente, en una
versión basada en modelos importados. La siguiente etapa
-que va de 1965 a 1980- considera el período de adaptaciones
derivadas de la contextualización, con mayor atención a
aspectos regionalistas. Importante resulta reconocer dentro
de la primera etapa un subperiodo (1950-1965) en el que la
Araucanía comienza a mostrar ejemplos de obras modernas
propias de una generación de arquitectos que se asientan
en la región. En el reconocimiento de esta subetapa y sus
desarrollos posteriores, a través de los aportes realizados por
algunas figuras emblemáticas de la arquitectura regional, se
centra la atención de este estudio.
El segundo punto necesario de considerar -en el cual dialogan
lo teórico con lo proyectual- nos invita a clarificar lo que debemos
entender por moderno, modernidad y modernización,
no solo atendiendo a cómo esos conceptos convergen entre sí,
sino además al cómo se expresan en la arquitectura en términos
de idea e imagen.
17
LA LLEGADA DE LA
MODERNIDAD A
LA ARAUCANÍA
Siglo XIX, segunda mitad
La modernidad es un fenómeno de definición no exenta de
dificultades y a la cual hay que conceder ciertos matices
en su caracterización, dependiendo de la región y época
en que ésta se manifieste. A su vez, tales manifestaciones
se expresan en distintos ámbitos de la sociedad -en lo
económico, tecnológico, político y cultural, principalmentey
entre los cuales la arquitectura también ha sido una vía
de expresión, por lo que es necesario revisar lo que la
historiografía menciona al respecto en el caso de Chile.
Para describir la modernidad los historiadores toman
como referencia la infraestructura material, la disponibilidad de
servicios y el creciente impacto del mercado sobre los procesos
productivos, con sus elementos de innovación y adaptación
tecnológica; también acuden a la estadística demográfica, a
la estructura laboral y a los índices de alfabetización; en fin,
reflexionan sobre el tamaño de los establecimientos industriales,
grafican la magnitud de la mano de obra asalariada y aquilatan la
relevancia de los movimientos sociales, todo como parte integral
de una fuerza avasalladora que continuamente aplasta sus propios
cimientos (León 2007, 338).
En el caso de La Araucanía, los cimientos aplastados fueron
los de su preexistencia. La idea de Frontera fue perdiendo
vigencia a raíz de la llegada del ferrocarril y la aparición de
nuevos asentamientos en la región, por lo que la imagen de
zona ignota con una soberanía cuestionable, dio paso a la
18
de una “nueva región”, con características de una “nueva
productividad” a cargo de “nuevos pobladores” (colonos).
La idea de colonización ciertamente no es algo moderno per
se, pero si se la asume desde una perspectiva de asociación
inextricable con la idea de eficiencia, podemos afirmar
que la empresa colonizadora en La Araucanía tuvo esa
misión: la de acabar con la imagen de una zona abandonada
al primitivismo y la barbarie para que, a través de una
acción civilizadora, estos nuevos territorios se abrieran a
incrementar la productividad nacional.
Si revisamos los datos que nos aporta el Sesto Censo
Jeneral de la Población de Chile 1885, observaremos que el
porcentaje de alfabetización era del 25% y la tasa de quienes
asistían a escuelas era de 1 de cada 28,64. El documento
señala que «La población civilizada5 del departamento
de Angol se halla concentrada en la rejion del norte que
le sirve de línea de frontera con la parte ocupada por los
indíjenas […]». En el mismo tenor, el Censo Nacional de
1902 señalaba «Hasta 1881, el territorio de Cautín, poblado
por tribus bárbaras, estuvo cerrado a la civilización, pero
un cuarto de siglo ha bastado para transformar aquella
selva, inaccesible y sombría, en una de las provincias más
ricas y productivas del país» (León 2007, 335). Lo anterior
nos sirve para acercarnos de cierta manera al sentido que
lo moderno tenía a fines del siglo XIX en nuestro país: una
visión impositiva orientada a alfabetizar, a producir y a
homologar la imagen de una identidad que se habría de
erigir sobre la idea del progreso.
4 Los datos corresponden a la
Provincia de Angol, la cual abarcaba
en aquel entonces al río Renaico
como límite norte y el río Cautín
como límite sur (Censo 1885, Tomo
Primero, 106).
5 La negrita es nuestra, para
recalcar cómo en aquel tiempo
predominaba la idea de una
colonización civilizadora.
La acción de la modernidad en La Araucanía bien puede
entenderse desde dos ángulos: por una parte desde una
perspectiva física, con obras que serían parte de una acción
modernizadora (i.e. elementos tangibles que preparan
las condiciones de asentamiento de una sociedad al modo
occidental) y por otro lado, desde un ángulo más bien
intangible, el cultural.
19
En tal sentido, las primeras grandes acciones modernizadoras
(tangibles) parten con la construcción de un nuevo entorno
físico en la región: el surgimiento de infraestructura necesaria
para el asentamiento de las nuevas colonias. Vías férreas,
estaciones de trenes, puentes y ciudades, son lo que más
destaca en primer orden, como elementos de modificación de
un entorno natural que no había visto intervenciones exógenas
desde la fundación de fuertes en la segunda mitad del s. XVI.
A partir de 1860 y hasta 1883, se fundaron —y refundaron—
alrededor de cuarenta poblados en la región (Flores 2020,
26). Pero estas nuevas ciudades no eran necesariamente
modernas. Tampoco lo era su arquitectura. Chile estaba recién
atravesando un proceso de transformación cuyo motor venía
desde Europa y Norteamérica.
Desde lo cultural, la acción modernizadora se centró en
la productividad, en la economía. Esta protomodernidad
observada en La Araucanía era un eco de la actividad salitrera
en la zona norte.
Para muchos observadores externos, los enclaves mineros
fueron realmente la vanguardia de la modernidad en Chile. En ellos,
se exigió a los chilenos que aprovecharan la singular oportunidad
de aprendizaje. La tecnología y administración moderna seguían
siendo remotas, pero parecían representar una solución feliz a la
espinuda relación entre capital y trabajo, y por lo mismo eran un
buen modelo para los planes de los reformadores chilenos (Rinke
2002, 96).
No se ha de obviar que Chile venía fortalecido después de la
Guerra del Pacífico y que este primer apronte a la modernidad
observada en regiones —tanto en el norte como en el sur—
correspondían a enclaves propios de capitales privados, por lo
que el foco de toda intervención modernizadora, si bien podía
conjugarse con un discurso civilizador, estaba centrada en
fines económicos. Esta tendencia observada en las salitreras
fue marcando el guion a seguir en el proceso de ocupación y
colonización de La Araucanía.
20
Consolidación: primera mitad del siglo XX
Los entornos y las experiencias modernos atraviesan
todas las fronteras de la geografía y la etnia, de la clase y la
nacionalidad, de la religión y la ideología: se puede decir que en
este sentido la modernidad une a toda la humanidad. Pero es una
unidad paradójica, la unidad de la desunión: nos arroja a todos en
una vorágine de perpetua desintegración y renovación, de lucha y
contradicción, de ambigüedad y angustia (Berman 2011, 1).
El fenómeno de la paradoja y contradicción que reviste a la
modernidad, aseverada por Marshall Berman, es corroborada
por Jorge Pinto en su texto La formación del Estado y la
nación, y el pueblo mapuche, en el cual reserva un epílogo con
cinco paradojas que se dieron en la ocupación de La Araucanía.
Una de ellas, la quinta, se refiere al fracaso de la inicialmente
optimista visión de posicionamiento de un Estado nacional en
la región. En su lugar, se observaron una serie de facciones que
disgregaron el sentir de unidad de la población regional. Pinto
cita a Recabarren, quien en 1910 criticaba a ese Estado no
unitario, confesando él mismo su falta de identidad, dudando
de haber tenido patria alguna ante un país «que no parecía
ser el suyo» (Pinto 2003, 292) producto de un fallido proyecto
nacional desarrollado por las élites decimonónicas.
Importante resulta entonces el dejar establecido que uno de
los éxitos de la protomodernidad asentada en la región fue la
incorporación de un aparato productivo eficiente, pero que
acotaba dicho éxito a emprendimientos de capitales privados.
El éxito fue privado. El objetivo no logrado, para no llamarlo
fracaso, fue la visión de un Estado unitario que consolidase
bajo un mismo sello identitario a la heterogénea población
emergente en La Araucanía.
Con ello se comprenderá la importancia que tuvo el nuevo siglo y,
dentro de él, la década de 1920. Por una parte, nos encontramos
con la figura de Arturo Alessandri Palma, un presidente algo más
cercano a la incipiente clase media; por otro lado, se es testigo de la
Constitución de 1925, con una mirada presidencialista que otorga
mayor poder para el Poder Ejecutivo. ¿Estos hechos se vinculan
con la modernidad en la Araucanía? Absolutamente. Es la propia
carta magna quien promueve la modernización del Estado en mi-
21
ras de hacerlo eficiente: es el surgimiento de la nueva burocracia,
la cual se apoyará de una estructura estatal que alimenta y se nutre
a la vez de los distintos estamentos sociales a su cargo, de modo
análogo a como las vías de ferrocarril abarcaron y estructuraron
exitosamente a La Araucanía a partir de la segunda mitad del XIX.
Si en un primera etapa el objetivo no logrado fue el de la instauración
de un Estado unitario y homogéneo, durante esta nueva etapa
de consolidación se compensó la ausencia del sentido unitario
de identidad de la población asimilada con una homogeneización
de la figura del Estado, homogeneización de sus objetivos para la
ciudadanía y homogeneización de su nueva burocracia como eje
operativo de un mecanismo de control estatal.
Eficiencia, salubridad y educación pasan a constituirse en imperativos
propios del léxico de este nuevo Estado moderno.
22
MODERNIDAD EN LA
ARQUITECTURA
Si la modernidad como fenómeno es algo complejo, no lo es
menos su expresión en la arquitectura y desafiante resulta
identificar sus codificaciones en La Araucanía. Pero como
todo ámbito que implique dificultad, corresponde iniciar
su entendimiento desde su origen. Y ese origen nos obliga
a distinguir lo que se entiende por arquitectura moderna
respecto de arquitecturas en la modernidad. Es en Londres
de mediados del siglo XIX (1851) donde la historia es testigo
de la primera obra de arquitectura moderna considerada
como tal: el Crystal Palace, de Joseph Paxton6.
Su módulo básico fue la mayor hoja de vidrio que entonces
podía fabricarse. Todos los componentes […] fueron normalizados
y prefabricados industrialmente. Así el pabellón de 70.000 metros
cuadrados de superficie pudo montarse en menos de cinco meses
y posteriormente pudo reconstruirse en Sydenham (Tietz 2008, 7).
Esta obra, más allá de definir un nuevo estilo o una nueva
imagen de arquitectura propia de los nuevos tiempos, lo
que igualmente sucedió al abrirse a los miles de visitantes
de aquella Primera Exposición Universal, representa un
nuevo modo de concebir el encargo arquitectónico ante las
exigencias de rapidez y eficiencia que la nueva cultura del
progreso exigía. Si bien hubo otros ejemplos de respuesta
a tales exigencias -en términos de eficiencia y rapidezcomo
lo fueron el surgimiento de los rascacielos en Chicago
6 Si bien en términos de historia
del arte y de la arquitectura es
arriesgado pretender definir “la
primera obra” cuando se trata de
estilos, movimientos o tendencias
de naturaleza diversa, no es el caso
del Crystal Palace. Difícilmente
podremos encontrar una obra más
temprana que el Crystal Palace en
la que se sinteticen características
de un “nuevo entendimiento”
arquitectónico, un “nuevo contexto
de circunstancias” muy propio
de la modernidad como lo fue
la I Exposición Universal y las
exigencias del concurso del que fue
parte este proyecto que vieron en
la modulación, la estandarización,
la prefabricación y el uso de sus
respectivas técnicas de montaje en
serie una serie de elementos en los
que el trasfondo de modernidad
abarcó desde el encargo, el diseño y
la ejecución. Con seguridad, mayor
es el desafío en determinar cuál
sería la segunda obra de
arquitectura moderna en la
historia.
23
7 Parangón semejante lo
encontramos en la ampliación del
coro de la Abadía de Saint Denis
(como pieza inaugural del estilo
gótico) y en el diseño y ejecución de
la cúpula de Santa María del Fiore
(Florencia, 1436) en donde al igual
que en Saint Denis, se trató de una
intervención parcial dentro de una
obra mayor.
luego del Gran Incendio de 1871; la incorporación de nuevos
avances tecnológicos como lo fueron la luz eléctrica o los
ascensores. Podemos continuar la lista con los nuevos
pabellones de las siguientes exposiciones universales que
se apoyaron en el precedente de uso de metal y vidrio en
modalidad prefabricada, haciendo de la rapidez en su
montaje el leit motiv, no obstante aquello, no alcanzaron
el grado de síntesis de nueva época logrado por el Crystal
Palace7.
Es importante retomar en este punto la distinción entre
arquitectura moderna y arquitectura en modernidad,
puesto que ejemplos de la primera encontraremos solo
algunas, pero de la segunda, bastantes. Usualmente a la
arquitectura se la concibe en imágenes, y poco a poco se ha
ido desvaneciendo la importancia de entender o categorizar
una obra en relación a los trasfondos teóricos bajo las cuales
tomaban sentido las decisiones de diseño en ella presentes.
En lo que a arquitectura moderna se trata, estos trasfondos
teóricos son valiosos por cuanto:
A. Definen ciertas características de entendimiento de
programa y estilo que expresan el modo en que cada arquitecto
entendía la modernidad.
B. Permiten cotejar las sucesivas variaciones y adaptaciones
de imagen, programa y estilo respecto de los postulados
iniciales (que eran propósitos e intenciones más que teorías
arquitectónicas en sí).
Aquí llegamos a una necesaria pregunta: ¿en qué momento
surgen las primeras arquitecturas que presentan una definida
congruencia entre trasfondo teórico y su expresión formal?
La respuesta la encontramos en la década de los 20, con el
surgimiento de la Bauhaus (1919) y con la celebración del
Primer Congreso Internacional de Arquitectura Moderna
(1928). De ahí en más se genera una potente presencia de una
nueva arquitectura, de líneas puras y carentes de ornamentos
que las hacen fácilmente reconocibles para un nuevo público
que compone una nueva cultura: la cultura de masas.
24
Las masas se convierten en el nuevo fetiche de la
intelectualidad europea. Walter Benjamin (1932)
anunciaba la necesaria adaptación del arte a la nueva
realidad que impone la cultura de masas en el principio
de reproductibilidad técnica. En el extremo oriental de
Europa, el constructivismo ruso componía odas a nuevas
estéticas abstractas, alegorías a luchas de clases y apologías
de proletariado. La experiencia exploratoria en materia
de discursos estéticos observada en Alemania y la URSS
sentaron bases de suma importancia para que el CIAM de
1928 los llevara al ámbito político. La Declaración de La
Sarraz es todo un manifiesto de modernidad avasalladora,
que “liberaba” a la sociedad de las garras del pasado8 de
forma no muy distinta al rigor con que en Chile la empresa
colonizadora “pacificaba” a la Araucanía, en misión
civilizadora.
La diferencia cronológica entre ambos casos fue salvada
rápidamente cuando los aires modernos en arquitectura
llegan a Chile y permiten atisbar una solución a la gran
tarea incumplida a fines del siglo XIX: compensar la falta
de una identidad nacional en la nueva región mediante la
posibilidad de uniformar la presencia del poder estatal a
través de obras edificadas de una fuerte carga semiótica.
Visto el proceso en que surge la arquitectura moderna
en Europa, podremos comprender que resulta ingenuo
el enfrentarse a la arquitectura moderna solo desde
la perspectiva de su imagen, sino que necesariamente
debemos considerarla además como la respuesta al desafío
de implantación de un nuevo modelo de sociedad. «La
indagación en torno a la relación modernidad-arquitectura
es más amplia y compleja que el estudio de la llamada
arquitectura moderna» concluyen los arquitectos Humberto
Eliash y Manuel Moreno (1989) en un estudio clave sobre la
arquitectura moderna en Chile.
8 «Thus architecture must be set
free from the sterilizing grip of
the academies that are concerned
with preserving the formulas
of the past». Así también en la
Declaración de La Sarraz (Cap.
IV Architecture and its Relation
with the State, 3) se observa: «In
order to guarantee the country’s
prosperity, therefore, States must
tear the teaching of architecture
out of the grip of the academies.
The past teaches us precisely that
nothing remains, that everything
evolves, and that progress
constantly advances».
Finalmente es necesario aclarar la relación entre
arquitectura y modernidad, según la entendemos en este estudio.
Siguiendo los razonamientos más simplistas y aparentes, esta
relación estaría dada por la menor o mayor coincidencia entre
las obras nacionales y los modelos de arquitectura europea o
norteamericana. Pensamos que es una forma equívoca de encarar
el problema, ya que los procesos sociales y culturales que hicieron
25
posible estos modelos son fundamentalmente distintos a los
nacionales por más que puedan establecerse filiaciones formales.
Incluso los términos de arquitectura racionalista, funcionalista o de
estilo internacional acuñados en otras realidades, en nuestro medio
se relativizan completamente, al verificar su puesta en práctica
(Eliash y Moreno 1989, 15).
Arquitectura moderna en Chile
Tal como se indicó en las páginas precedentes, la
presencia de la arquitectura moderna en Chile se registra
con claridad en el período 1925-1965, por lo que nos
adentraremos en las características con que esta era
definida primeramente en el escenario nacional antes
de involucrarnos en la modalidad particular en que la
arquitectura se fue dando en La Araucanía.
9 El resalte de la raza y los valores
criollos en literatura se da con
escritores como Baldomero Lillo,
Mariano Latorre y Joaquín Edwards
Bello entre otros. Mención aparte
merece el libro Raza chilena
(1904), de Nicolás Palacios, el cual
no solo se enmarca en esta línea
de rescate de los valores criollos,
sino que además presenta rasgos
comunes con ciertas líneas de
acción gubernamental observables
en el gobierno de A. Alessandri
Palma, con la promulgación de
la Ley de Defensa de la Raza
(1925), con Pedro Aguirre Cerda
y la creación de la Secretaría
General de la Defensa de la Raza
y Aprovechamiento de las Horas
Libres (1940) o el alzamiento de
figuras como la Dra. Cora Mayers
y su promoción al cuidado y
protección de la mujer y la infancia
en obras como “La mujer defensora
de su raza”, publicada bajo el alero
de la Dirección General de Sanidad
en 1925.
Un importante aspecto a considerar es la pugna existente
en Latinoamérica, allá por 1920, respecto de si el
continente asumía un proyecto cultural criollo o bien se
inclinaba por aceptar el modelo desarrollista proveniente
de Europa y USA. Esta pugna es digna de atención, pues
en resumen delimita el camino que la arquitectura ha de
seguir: uno más globalista, enfocado al desarrollismo en
base a eficiencia económica, o bien se inclinaba por un
camino más contextualista y con atención a elementos
de identidad local. Este interés en resaltar los valores
de preexistencia latinoamericanos en lugar de importar
proyectos foráneos se manifestó en diversos ámbitos
de la cultura. Ejemplo de ello fue la consolidación de la
literatura de temática “criollista”, o el surgimiento tanto
de figuras como de políticas de gobierno que resaltaban
valores nacionales de identidad y raza9.
A través de ese esfuerzo por reconocer lo propio, lo que
estaba tan cerca que había pasado desapercibido o había sido
soslayado por la historia, se reafirmaba la concepción de América
como un «continente desconocido», casi virginal, muy distinto de
cómo era percibido desde Europa y Estados Unidos (Oviedo 1998,
26).
26
En la misma línea del criollismo chileno, también encontramos
ejemplos de exacerbación de valores americanistas en otros
puntos del continente como es el caso de José Vasconcelos
en México y su diseño de imagen y lema de la UNAM, en la
cual el águila mexicana y el cóndor andino resaltan los valores
propios de una América que se distancia de modelos europeos
o de la Norteamérica de origen anglo-francesa.
Pese a los ejemplos anteriores, propios del ámbito literario y
del académico, la pregunta de rigor es ¿la arquitectura asume
esta obligación “racial-regionalista” ante su condición criolla?
La respuesta es inicialmente no.
Difícil resulta dar con los argumentos concretos que
incidieron en esta negativa a asumir el criollismo en el plano
arquitectónico, pero sin duda alguna que las corrientes de
estetización política europeas —que vinculaban las nuevas
vanguardias artísticas con las vanguardias arquitectónicas—
las hacían converger en un postulado político común, de
naturaleza globalizante y que hacían de la estandarización,
o bien de la abstracción, sus características distintivas. Esta
negativa inicial a asumir el proyecto criollo en los lenguajes
Escudo UNAM. Fuente: https://
www.unam.mx/acerca-de-la-unam/
identidad-unam/escudo
27
10 Entre ellos podemos
destacar a Roberto Dávila
Carson, quien trabajó junto a
Le Corbusier y Peter Behrens,
participando de la segunda
versión del CIAM. Otros
ejemplos los vemos en Sergio
Larraín García-Moreno, y una
breve estancia en la Bauhaus
de Hannes Meyer. En la misma
línea Emilio Duhart, fue
ayudante de Walter Gropius
en su posgrado en Harvard
además de trabajar igualmente
con Le Corbusier en proyectos
emblemáticos, como el diseño
de la ciudad de Chandigarh,
en India.
de la arquitectura, abrió el paso a las nuevas corrientes
desarrollistas que veían en la optimización de la producción,
un rasgo de progreso y de avance social -como lo mostró el
primer Congreso Internacional de Arquitectura Moderna
CIAM en 1928- y así también con una nueva estética que
concretaba tanto los postulados de Adolf Loos expuestos
en su ensayo Ornamento y Delito (1908) como también las
innovaciones de diseño que Alemania presentó en la República
de Weimar especialmente, y cuyo contacto con Chile se dio a
través de la relación que algunos egresados de arquitectura
chilenos tuvieron con algunos notables exponentes de este
movimiento10. 1929 es el año en que se reconoce la primera
obra de arquitectura moderna propiamente tal en territorio
nacional: el edificio Oberpaur. Es importante hacer notar
cómo Eliash y Moreno (1989), se refieren a esta obra como
“conscientemente” moderna. El adjetivo nos muestra la
importancia de resaltar la intención moderna en este proyecto
de líneas de diseño en fachada y de amplitud espacial en el
interior (Cáceres 2007, 118-119), claramente relacionadas
con la arquitectura expresionista alemana de Mendelsohn,
a diferencia de otras manifestaciones anteriores de diseño,
programa, materialidad o tecnologías aplicadas en obras
chilenas, cuyo cariz moderno constituye más bien una
circunstancia antes que una voluntad.
1929 es también el año en que la Asociación de Arquitectos
de Chile edita la revista Arquitectura y Arte Decorativo, cuyo
primer número inicia con una conferencia del profesor de
arquitectura José P. Carré titulada “La arquitectura moderna”.
En ella, Carré plantea una reseña sobre las características de
esta nueva arquitectura, reconociéndose como “interesante,
respetable y viable”, pero a la vez advirtiendo que “no podemos
tomar como modelos absolutos lo que se está haciendo ahora
sin correr el riesgo de no adelantar y quedarnos rutinarios al
igual de los que repiten las formas antiguas sin comprenderlas”.
La aparente relación dicotómica que pudiese haber entre
criollismo y abstracción globalizante de las nuevas tendencias
de arquitectura europea fue asumida de modo diferente en
Chile. El gobierno de Pedro Aguirre Cerda (1938-1941) es
relevante por asumir simultáneamente una arquitectura
de línea editorial moderna, imprimiendo una imagen afín
28
Edificio Oberpaur - Larraín García-
Moreno y Arteaga.
Fuente: https://es.m.wikipedia.org/wiki/
Archivo:Oberpaur.jpg
Edificio Schocken - Stuttgart
(Mendelsohn). Fuente: https://spa.
archinform.net/projekte/880.htm
29
Croquis escuela tipo SCEE -
Aracena (1938). Fuente: Exss,
Ursula. De la obra de autor al
anonimato. A&P Continuidad,
6(11), 2019, p. 48-59. https://doi.
org/10.35305/23626097v6i11.219
11 Si bien Pedro Aguirre Cerda
asume como Presidente al
año siguiente de la creación
de la SCEE, es en su mandato
en donde esta comienza con
la tarea efectiva de ejecución
de su misión. Durante la
breve presidencia de Aguirre
Cerda (falleció en 1941),
el presupuesto asignado a
educación llegó a ser del 15%
del gasto fiscal (Torres 2015).
en la educación chilena con un potente impulso a su nueva
infraestructura escolar mediante la creación de la Sociedad
Constructora de Establecimientos Educacionales SCEE
(1937)11 , pero a la vez, con líneas programáticas paralelas
—contextualistas— que resaltaban los valores patrios y de
“raza” dentro de la población que, al igual que a la educación
pública, entrañaban un sentido de “mejora” de la población
con orientación casi eugenésica y que se concretaba en temas
de salubridad pública e higienismo. En suma, una visión de
Estado que buscaba lo identitario para mejorarlo y potenciarlo.
Si bien la mejora de la raza no tuvo, hasta donde sabemos,
un correlato en arquitectura, sí la hubo en el ámbito de la
mejora educativa -tanto en términos de salubridad e higiene,
como de eficiencia programática- en donde Chile fue testigo
de la aparición de escuelas con una inconfundible impronta
asimilable a los códigos de diseño moderno europeos.
Escuela Técnica Femenina de Temuco
(1932). Fuente: Registro propio, 2021.
30
Esta carga semiótica de la nueva imagen educacional, que
homologaba un estilismo arquitectónico moderno a una
educación que pretendía serlo igualmente, fue un hecho
observable a lo largo del territorio nacional12 , sumándose a
otras expresiones de presencia de un Estado moderno como
lo fueron también, a modo de ejemplo, las Cajas de Crédito
Popular igualmente repartidas en distintas regiones. Por lo
tanto, en la expresión de estas primeras arquitecturas con
rasgos modernos la responsabilidad del Estado fue crucial. La
arquitectura se convirtió en un medio de expresión ya no solo
de un poder imperante, sino de un poder moderno. Este hecho
resulta de importancia al momento de determinar similitudes
y matices de diferencia entre la arquitectura moderna de
autor13, respecto de una producción encargada por el Estado,
en donde la creatividad individual se ve relegada por la
impronta potente de una imagen estatal que se busca imprimir
dentro de la sociedad gobernada.
¿En qué año se podría reconocer la presencia de una clara
influencia estatista en la producción arquitectónica moderna
nacional? Una posible respuesta sería 1937, año en que se crea la
Sociedad de Establecimientos Educacionales SCEE, sin embargo
en el mismo Temuco encontramos ejemplos de obras como la
Escuela Técnica Femenino (1932), de líneas homologables a las
que los arquitectos Monckeberg y Aracena14 imprimieron en la
SCEE, pero anteriores a la creación de la mencionada sociedad.
Ello es posible de explicar por la presencia previa de
iniciativas foráneas de diseño masivo de escuelas. Un ejemplo
es la llegada a Chile, el 10 de enero de 1929, de los arquitectos
Walter y Estelle Painter, John Fletcher y John Medsiry, entre
otros miembros de la Foundation Company, en misión de
dirigir la construcción de 601 escuelas en el país15. Roberto
Dávila Carson, arquitecto chileno y posterior profesor de
la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile, fue
contratado por la Foundation Co. para el diseño de estas
escuelas, previo a su viaje por Europa en 1930, en donde tomó
contacto con le Corbusier y Theo van Doesburg. Sin embargo,
precisar cómo llega exactamente la modernidad en el diseño
de establecimientos educativos en los años previos a la SCEE
es materia de investigación pendiente.
12 Esta presencia nacional no
solo hemos de verla como una
intención de descentralización,
sino además como la expresión
de un propósito de mayor
radio de influencia y acción de
la política estatal.
13 Uno de los exponentes de
esta arquitectura moderna
de autor es Emilio Duhart,
en cuya obra hay trabajos
interesantes de revisar, en
el afán de comprender más
profundamente su progresivo
giro de una arquitectura de
fuerte base europea (Gropius
y Le Corbusier), para ir
mutando a una expresión más
regionalista. Al respecto véase
la tesis doctoral de Camplá
(2012).
14 La gestación de la SCEE
es de autoría de Monckeberg,
siendo Aracena su Jefe de
Taller y, posteriormente,
su socio. Es precisamente
la incorporación de José
Aracena a la SCEE una de las
condiciones impuestas por
Monckeberg a la naciente
sociedad.
15 Asociación de Arquitectos
de Chile. Revista de
Arquitectura y artes
decorativas, n.° 1, 1929.
31
En 1933 coinciden dos sucesos que vinculan la arquitectura
moderna con la academia. Ese año cierra la Bauhaus en
Alemania, tal vez la más influyente escuela de formación
en arquitectura en base a las tendencias vanguardistas
observadas en Europa. Ese mismo año, la Universidad de
Chile es testigo de la transgresora llegada de las corrientes
de modernidad aplicadas en la enseñanza de la arquitectura.
Con este movimiento de reforma aparecen en escena algunas
nuevas figuras como Waldo Parraguez y Enrique Gebhard
que en aquel entonces eran parte de la dirigencia estudiantil.
La década de 1930 marca la presencia de una conciencia de
diseño en base a criterios estilísticos de modernidad, siendo
ya en sus postrimerías, iniciando la década de 1940, cuando
emerge una presencia más clara de la arquitectura moderna
como imagen de una política de Estado.
En el periodo que media entre 1925-1940, se observan
además algunas aproximaciones académicas interesantes,
mediante el formato de Proyectos de Título con que los
egresados de las escuelas de arquitectura plasmaban sus
nuevos intereses de diseño. Con ello, se develaba como las
líneas modernas iban percolando en el marco de enseñanza
de la arquitectura en Chile. Posteriormente, entre 1940-
1970 se puede advertir una mayor institucionalización
de los rasgos de la arquitectura moderna expresados
principalmente en la vivienda social colectiva. Gran
influencia en ello significaron los terremotos de Chillán en
1939, y el de Valdivia en 1960. Ambas catástrofes gatillaron
con aún más fuerza el sostenido impulso que la arquitectura
moderna -en su versión de eficiencia productiva y
constructiva- iba manifestando a partir de su adopción en
versión institucional de imagen de un Estado moderno.
Hemos visto, a modo de síntesis, como la modernidad es
un fenómeno culturalmente complejo y que en el ámbito
de la arquitectura, presenta ciertas características en su
implantación en Chile:
1. Se distingue un primer periodo -una protomodernidadcaracterizada
por ejemplos puntuales de arquitectura de
carácter más racionalista, liberada de ornamentos y con
32
sistemas constructivos (metal), concebidos en términos de
lograr una mayor eficiencia constructiva.
2. Una segunda etapa, caracterizada por la importación
acrítica de modelos europeos, trasplantados de Europa a un
contexto latinoamericano.
3. La asunción de esta nueva estética arquitectónica por parte
de un poder estatal como impronta de una gestión moderna
(especialmente a partir del gobierno de Pedro Aguirre Cerda).
4. La progresiva incorporación de criterios de diseño modernos
como parte del currículum en las escuelas de arquitectura de
Chile.
5. La adopción de los códigos modernos en la vivienda social
colectiva.
La asimilación de la arquitectura moderna, que si bien tuvo
una acogida en el escenario nacional, tampoco estuvo exenta
de críticas. El criollismo y las tendencias regionalistas que
cedieron en su momento ante la casi inexorable irrupción
de la arquitectura moderna en Chile, fueron emulando la
trayectoria de un péndulo -en un vaivén que inicialmente
acogió con buenos ojos las ideas de progreso y desarrollismo
expresadas en diseño eficiente, para ir pasando al otro
extremo que vio en la frialdad de estas formas importadas
un desapego, una distancia con el sentido de lo humano
en el habitar con la sola excusa de privilegiar criterios de
productividad foráneas, tal como lo expresan estas palabras
del arquitecto Andrés Garafulic, allá por 1937:
Desgracia grande de nuestra arquitectura su eclecticismo
anárquico y el absoluto desarraigo con lo que en ella crece y se
sustenta. Desgracia y casi, conciencia de una lamentable fatalidad.
Es justamente de esta consideración la que nos hace pensar hasta
qué punto es serio seguir aceptando que en la creación de las
formas arquitectónicas, nuestro espíritu pueda estar condicionado
por las mismas premisas que hacen de nosotros en el terreno
económico una factoría del extranjero (Eliash y Moreno 1989, 32).
La crítica citada se repitió como un eco de incesantes
reverberancias en la segunda mitad del siglo XX, coincidiendo
con las grietas que ya el Movimiento Moderno presentaba
33
en Europa, las cuales se centraban en el cuestionamiento
de un modelo de abstracción que no reconocía contextos y
con un afán de importancia a la producción en masa que
desconocía la condición humana expresada en su identidad
e individualidad.
16 Patricio Ortiz Herrera.
«¿Qué opina la nueva
generación? en Revista CA,
junio 1970, p.18. Citado por
José Camplá (2012, 127 ).
[…] los proyectos de este tipo contribuyen a la
deshumanización, a la masificación, son muchas veces indignos.
Resuelven un problema de techo y nada más […]. Las soluciones
CORVI […] se repiten a lo largo de todo Chile. Los mismos proyectos
se copian textualmente una y otra vez en Santiago, Concepción,
Temuco o Antofagasta, no reconociendo la geografía distinta, el
clima, la idiosincrasia diferente16
El contexto regional: Arquitectura moderna en
La Araucanía
A partir de esta breve aproximación del panorama nacional en
relación a la llegada de la arquitectura moderna en el s. XX, nos
aproximamos a la comprensión de la particular situación que se
dio en La Araucanía: la de una región con escasas décadas de
existencia en términos de vida urbana consolidada, que pujaba
desde sus inicios por adscribir en toda corriente asociada a
progreso y modernidad, en una búsqueda frenética que no daba
tiempo alguno para reflexiones profundas, sino que más bien
se abría a respuestas rápidas que se concretaban dentro de la
visualidad que toda fachada -una superficie- presenta al ojo del
observador simple -igualmente superficial. En este contexto,
la llegada de una arquitectura moderna en cuanto imagen caló
con fuerza en la región. Poco importaron los fundamentos o
la pertinencia de una reflexión político-económica subyacente
a los postulados CIAM que invocaban una estética de pulcra y
eficiente productividad. La Araucanía se quedó con una imagen,
con una superficie, con una arquitectura de escala tan imponente
como lo era su austeridad en el uso de ornamentos. Con una
arquitectura desarraigada tanto de su entorno como de sus
propios fundamentos, creación de arquitectos que ni siquiera
tenían mayor vínculo con la región, pues eran diseños que se
proyectaban masivamente desde Santiago.
34
Caja de Crédito Popular Temuco
(1939). Fuente: Registro propio. 2021.
Ejemplos de esta arquitectura, ensimismada en su fuero moderno,
se observa en Temuco en obras como la Caja de Crédito Popular
(1939), el edificio del Banco del Estado (1963) o el edificio de
Correos de Chile (también de la segunda mitad del s. XX). Estos
ejemplos poseen la cualidad de servir como referentes de cotejo
para evaluar los desarrollos en arquitectura que son materia del
presente estudio. La condición de cotejo se dará en dos líneas:
por una parte por el diseño arquitectónico como tal, y por el otro,
en atender al trasfondo proyectual de parte de los creadores,
sus arquitectos. Acercarnos a cómo entendían la arquitectura a
partir de su experiencias formativas y de maduración laboral.
Se ha de poner atención al hecho de estar en presencia de obras
que no fueron necesaria o conscientemente concebidas bajo el
alero de lo que se entendía por movimiento moderno. Aquel ya era
un movimiento que desde la década de los 60 no se consideraba
dentro del currículum de las escuelas de arquitectura existentes
como algo vanguardista, sino como un modo de proyectar que
se circunscribía dentro de una habitualidad académica que se
practicaba y repetía ya sin mayores reflexiones conscientes sobre
tal quehacer. De ahí entonces que para entender el sentido que
guiaba las decisiones de diseño de la arquitectura de la región
en la segunda mitad del s. XX, hemos de centrarnos en entender
cómo sus arquitectos aprendieron a proyectar, es decir, debemos
remontarnos a sus respectivas experiencias de aprendizaje en
sus escuelas de origen, identificando patrones comunes en su
formación, sus referentes en la universidad y la presencia de un
compromiso con una región ya no concebida como cliente de
sus encargos, sino como un conjunto de idiosincrasias, paisajes,
caracteres y exigencias de clima, en suma, como cualidades de un
territorio que esos propios arquitectos habitaban.
35
Banco Estado Temuco (1963).
Fuente: Registro propio. 2021.
Correos de Chile, Temuco.
Fuente: (1) Registro Arqta. Leticia
Andaur (2y3) Registro Propio. 2021
1
2
3
APRENDER EL
OFICIO:
LA ETAPA DE
FORMACIÓN Y LOS
PRIMEROS AÑOS
DE EJERCICIO
PROFESIONAL
Cristian Tapia Palacios
38
El desarrollo de la arquitectura moderna en La Araucanía se
encuentra estrechamente ligado a la formación de los primeros
jóvenes de la región que viajan a estudiar a Santiago, en
plena revolución en la enseñanza de la arquitectura en Chile.
La influencia del ideario moderno fundida con la experiencia
en el territorio, generará durante la década del cincuenta una
fructífera producción arquitectónica, en donde las claves modernas
irán paulatinamente evolucionando hacia un lenguaje
que mostrará sus primeras señas de identidad local.
Una segunda generación, fortalecerá la presencia gremial en
La Araucanía durante los sesenta, generándose un cruce de
influencias que, sumado al avance tecnológico y a la creciente
demanda de vivienda y equipamiento en Temuco, configurará
un nuevo escenario. En él, surgen obras que destacan por su
singularidad y por integrar una lectura mucho más profunda
del territorio.
Así, en poco menos de dos décadas se sientan las bases del
ejercicio de la profesión en la capital regional, con la arquitectura
moderna como protagonista y entendida a partir de una
mirada local.
39
PRIMEROS
ARQUITECTOS
DE LA ARAUCANÍA
Si bien las primeras manifestaciones de la arquitectura
moderna en La Araucanía comenzaron a surgir a partir de la
década de 1930, al alero de obras públicas de carácter educativo
como el Liceo Técnico Femenino de Temuco o los edificios
consistoriales y teatros construidos en algunas comunas de la
provincia de Malleco como Traiguén o Collipulli, el desarrollo
de un lenguaje arquitectónico moderno en la región se
evidenciará, de manera sostenida, recién a partir de la década
del cincuenta y especialmente durante su segunda mitad.
En este contexto, existe un grupo de arquitectos temuquenses
que fueron protagonistas relevantes de este proceso, cuyo
ejercicio profesional se inició justamente a partir de 1950 y
se prolongó, en términos generales, hasta fines de la década
del 80. Dentro de este grupo, podemos identificar dos
generaciones, que compartieron como común denominador no
solamente un fuerte vínculo con el territorio de La Araucanía,
sino también una formación universitaria desarrollada en una
misma escuela, reformada bajo el ideario moderno en 1946.
Ambos factores serán la base de una estrecha relación que
se traducirá en una influencia mutua, lo cual se expresa en
la evolución de su obra arquitectónica. Asimismo, en algunos
casos la interacción de este grupo tendrá como consecuencia
la conformación de oficinas en conjunto, el ejercicio de la
40
docencia y colaboraciones puntuales en algunos concursos y
encargos desarrollados principalmente en la capital regional.
Para comprender cómo se forma la primera generación de
arquitectos de La Araucanía que participan del desarrollo de
la arquitectura moderna, es relevante visualizar el panorama
que mostraba Temuco a principios de la década de 1940.
El contexto de la capital de La Frontera
Iniciando el decenio y a solo sesenta años de su fundación en
1881, Temuco contaba con una población de 42.035 habitantes
(Pino 1969, 86). Lo anterior, determinó el crecimiento
urbano que había extendido sus márgenes en 1935, llegando
a configurar como límites la Avenida Balmaceda por el norte
y Pedro de Valdivia por el norponiente; el sector de Santa
Rosa por el oriente; la ribera del Cautín por el sur; y por el
poniente el sector compuesto por chacras y casonas de colonos
alemanes.
Por esos años, era común que la ciudad se viera afectada
continuamente por inundaciones producidas por los crudos
inviernos que generaban el desborde del río Cautín y los
esteros, provocando la destrucción de viviendas, corte de
caminos y focos de insalubridad, situación que mejoró recién
en 1959 (íbid., 85), con la construcción de las defensas fluviales
en Santa Rosa.
En ese contexto, las primeras edificaciones en las cuales se
observó un lenguaje moderno y un orden racionalista en la
ciudad, fueron aquellas construidas por el Estado, mediante
instituciones como la Dirección General de Obras Públicas o
la Sociedad Constructora de Establecimientos Educacionales,
que eran dirigidas desde Santiago y por ende, contaban con
diseños realizados por arquitectos de la capital.
Para esa época, existen escasos registros de arquitectos que
ejercieran la profesión en la capital regional, siendo quizás el
41
17 Existe escasa bibliografía
publicada respecto a la obra de
Armando Coulon. El ejemplo
citado se menciona en el libro
“Arquitectura dibujada. Casas de
Temuco 1900-1965”, coordinado por
el arquitecto Carlos García Reske.
Cabe mencionar que de acuerdo a lo
consignado en entrevista realizada
al arquitecto Bruno Wörner, su
padre aprendió el oficio de la
construcción trabajando durante
sus primeros años con Armando
Coulon, a principios de la década
del ’50.
único caso documentado el de Armando Coulon, quien estuvo
a cargo de diversos proyectos, principalmente de viviendas
unifamiliares realizadas por encargo, que fueron desarrollados
en un lenguaje más bien ecléctico, aunque utilizando en varios
casos hormigón armado y algunos elementos compositivos
propios del movimiento moderno. Un ejemplo de lo anterior,
es la reconocida Casa Zirotti17, ubicada en la Avenida Alemania
de Temuco y que fue demolida en el año 2008.
En este sentido, el desarrollo de la arquitectura moderna en
Temuco se da con cierto retraso en relación a otras ciudades
del sur como Osorno, Chillán o Concepción. En el Biobío por
ejemplo, el arribo de arquitectos para ejercer la profesión
fue anterior y estuvo fuertemente condicionado por los
efectos del terremoto de Chillán en 1939. Así también en
Concepción la creación de la Corporación de Reconstrucción
y Auxilio y de la Corporación de Fomento de la Producción
(Corfo) durante el mismo año del sismo fueron relevantes
para promover su desarrollo habitacional e industrial, lo que
incidió directamente en la demanda de arquitectos llegados
desde Santiago. Al respecto, Goycoolea señala:
Otro aspecto destacable fue la llegada de no
pocos arquitectos (además de otros profesionales de
la construcción; albañiles, carpinteros, constructores,
ingenieros…) a Concepción para trabajar en las
tareas de reconstrucción y concretar las inversiones
en infraestructuras e industria proyectadas. Tras la
emergencia, muchos de ellos decidieron asentarse en la
ciudad, consolidándose un grupo estable de arquitectos
en una región donde eran pocos y demandados (Goycoolea
2017, 42).
18 Ley Nº 7.211, promulgada el 4
de agosto de 1942, bajo el gobierno
de Juan Antonio Ríos.
Por otro lado, es importante mencionar que la década
del cuarenta fue particularmente significativa para el
desarrollo de la arquitectura en Chile. En 1942, por ejemplo,
se crea el Colegio de Arquitectos de Chile18, sucesor de la
Asociación de Arquitectos que ya existía desde 1923 y que
a fines de la década del treinta colaboró con el presidente
Pedro Aguirre Cerda en el proceso de reconstrucción post
terremoto.
42
Luego, en 1944 la enseñanza de la arquitectura en la
Universidad de Chile se independiza de la Facultad
de Ingeniería, hecho que influiría notoriamente en su
devenir. Posteriormente, entre 1945 y 1946, se lleva a
cabo la reforma al Plan de Estudios en la misma escuela,
consagrándose la influencia de los postulados modernos
en la formación de los arquitectos, lo cual había tenido sus
inicios en un primer intento de reforma en 1933. Situación
similar ocurriría en 1949 en la Pontificia Universidad
Católica, en donde el episodio conocido como “la quema
del Vignola” marcó el hito de transformación del plan de
estudios, tras lo cual “estudiantes y profesores lograron
instaurar, de una vez por todas, la modernidad como un eje
fundamental de la enseñanza de la institución”19
La primera generación
19 Este suceso se encuentra
detallado en el artículo de Jessica
Fuentealba, «Enseñanza de la
arquitectura y reformas en Chile»,
en Osvaldo Cáceres Entrevistas.
Concepción: Editorial Dostercios,
2019.
En este contexto, viajan a Santiago los primeros jóvenes
que estudiarán arquitectura en los albores de las reformas
de su enseñanza en Chile. Este primer grupo mantuvo un
importante vínculo familiar con La Araucanía, situación
que fue gravitante en su posterior regreso a la región.
En ella, pusieron en práctica las enseñanzas adquiridas
en una reformada escuela, lo que se vio plasmado
posteriormente en su obra desarrollada principalmente
en la ciudad de Temuco.
Dentro de este primer grupo de arquitectos de la región,
se encuentran: Eduardo Fourcade, Horst Baumann y
Ewald Wörner. Todos ellos, como veremos más adelante,
comparten en común una ascendencia europea, vinculada
especialmente a Alemania20, siendo segunda o tercera
generación de inmigrantes europeos, lo que en algunos
casos estuvo vinculado al proceso de colonización de
La Araucanía impulsado por el Estado chileno tras la
ocupación del territorio21.
20 Esta característica, además de
dar cuenta de la fuerte presencia
y rol de las colonias europeas
en el desarrollo urbano de la
región, generará un acercamiento
al contexto cultural de Europa,
especialmente en el caso de
Baumann y Wörner.
21 Proceso ejecutado por la
Agencia General de Colonización
e Inmigración en Europa, creada
bajo el Decreto Supremo del 10
de octubre de 1882, durante el
mandato del presidente Domingo
Santa María (Venegas 2008).
43
EDUARDO FOURCADE NAMBRARD, nació en Temuco
en 1919 y fue el segundo de cuatro hijos del matrimonio
conformado por Juan Bautista Fourcade Goñi y Alicia
Nambrard Bertón, esta última nieta de los inmigrantes
franceses José Nambrard y María Chevalier, arribados
al sector denominado Colonia Ñielol en 1886. Fourcade
será el primero de esta generación de arquitectos
temuquenses que viajará a formarse en la Universidad
de Chile, titulándose en octubre de 1946 y desarrollando
importantes obras en Temuco durante la década del
cincuenta y sesenta.
HORST BAUMANN KLEINSTEUBER, nació en Valdivia
en 1925. Hijo de Erick Baumann Mauff y Any Kleinsteuber
Hess, segunda generación de colonos suizos y alemanes
respectivamente, que arribaron a La Araucanía entre
1884 y 1885 desde el puerto de Talcahuano. Desarrolló
sus estudios secundarios primero en Osorno y luego
en el Liceo de Hombres de Temuco, ingresando a la
Universidad de Chile en 1944, donde cursó el primer año
Bachillerato en Matemáticas y al año siguiente la carrera
de Arquitectura, desde donde egresó en diciembre de 1950.
Posteriormente en 1953, viajó a Europa para realizar un
Postgrado en Planificación Territorial en la Universidad
de Hannover, Alemania.
22 Creada mediante el Decreto con
Fuerza de Ley Nº285, del 25 de julio
de 1953.
23 Creado mediante la Ley
Nº16.391, del 16 de diciembre de
1965.
Desde los inicios de su carrera profesional en Temuco,
Baumann marcaría un punto de referencia diseñando
obras con un marcado lenguaje moderno, como la Tercera
Compañía de Bomberos; el Gimnasio del Instituto San
José (actual Colegio de La Salle); y el Banco del Sur de
Chile, posteriormente conocido como Banco Osorno y La
Unión. A partir de 1959 desarrolló una extensa carrera
como funcionario público, primero en la Corporación de
la Vivienda (CORVI)22, donde trabajó en la reconstrucción
de ciudades tras el terremoto de 1960 y posteriormente en
el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU)23, donde
llegó a ejercer el cargo de Secretario Regional Ministerial.
EWALD WÖRNER KNAUF nació en 1928 en Pitrufquén,
30 kilómetros al sur de Temuco. Su padre, Gustav Wörner,
44
fue un comerciante alemán que llegó a Chile en la década de
1920, donde conoció a Luisa Knauf, chilena residente de la
colonia alemana de la zona, con quien se casó. A los pocos
años, ambos decidieron viajar a Alemania para realizar
un tratamiento médico producto de la enfermedad que
aquejó a su hija Alma, motivo por el cual Ewald desarrolló
sus primeros años de educación en ese país. Antes del
inicio de la Segunda Guerra Mundial la familia regresó
a Chile, esta vez a Temuco, en donde Ewald continuó sus
estudios en el Colegio Alemán, finalizando su formación
en la Escuela Nocturna de Temuco. Posteriormente,
Wörner ingresó a estudiar arquitectura en la Universidad
de Chile en 1948, egresando en octubre de 1953.
Durante sus años de estudiante, destacó por su trabajo
meticuloso y por un carácter pragmático, siempre
buscando la simplicidad y pureza de la estructura, en
coherencia con el estudio de la función, influenciado
por las ideas modernas y la formación post reforma. En
la escuela conocería a grandes amigos que, a la postre,
serían destacados arquitectos como Ramón Méndez
Brignardello24 y Juan Parrochia Beguin25.
Fourcade, Baumann y Wörner marcan el inicio
del desarrollo de una arquitectura moderna que
paulatinamente se irá modificando y adquiriendo un
lenguaje adaptado al paisaje de La Araucanía.
24 Arquitecto e historiador de la
arquitectura, realizó docencia por
casi veinte años en la Pontificia
Universidad Católica de Chile,
siendo reconocida su labor en
el área de historia y teoría de la
arquitectura, fue representante
del Colegio de Arquitectos de Chile
ante el Consejo de Monumentos
Nacionales. Entre sus publicaciones
destaca “Arquitectura chilena
contemporánea” publicada en 1970
en el n.° 87 de la revista española
Hogar y Arquitectura nº87, número
dirigido por Juan Borchers y el
cuaderno “La construcción de la
arquitectura: Chile 1500-1970”,
publicado en 1983.
25 Destacado arquitecto, urbanista
y docente, reconocido por haber
sido el Primer Director General
del Metro de Santiago (1974-1975)
y obtener el Premio Nacional de
Urbanismo 1996.
Fotos de Ewald Wörner. Fuente:
Archivo fotográfico familia Wörner.
45
Una escuela, una reforma en común
26 Al respecto cabe señalar que
no será sino hasta 1969 donde la
enseñanza de la arquitectura se
descentralizó hacia el sur, con
la creación en Concepción de la
Escuela de Arquitectura de la
Universidad Técnica del Estado
(UTE). Véase Goycoolea 2017, 56.
No es casual que la formación universitaria de esta primera
generación se haya desarrollado en la misma escuela. Hay que
considerar que para la época la enseñanza de la arquitectura
estaba concentrada exclusivamente en Santiago, en las
Universidades de Chile y Católica, situación que se mantuvo
invariable hasta 1952, con la creación de la Escuela e Instituto
de Arquitectura de la Universidad Católica en Valparaíso. En
el sur, sin embargo, los intentos por crear una escuela que
lograra cubrir la demanda de profesionales se iniciarán recién
en los años posteriores al terremoto de 1960. Este hecho se
produciría específicamente en el marco de la 2° Convención
del Colegio de Arquitectos celebrada en Valparaíso en 1961,
donde el arquitecto Osvaldo Cáceres planteó la necesidad de
fundar una carrera de arquitectura al sur del país26. El mismo
Cáceres, quien fue contemporáneo de Horst Baumann en la
generación del ’46 en la Universidad de Chile, señala:
“Desde la creación de las dos Escuelas de
Arquitectura en Chile, la de la Universidad Católica en
1894 y la de Chile en 1899, el gremio de los arquitectos
era muy diferenciado según su formación en una u otra
escuela. Ello era reflejo de la procedencia social de sus
miembros; de la clase media-alta y de la burguesía los de
la Católica, y de clase media-baja los de la Chile” (Cáceres
2007, 139).
Durante esta época se produjeron cambios y modificaciones
profundas, con un contexto internacional marcado por el
fin de la segunda guerra mundial y un panorama nacional
fuertemente influenciado por el proceso de industrialización
impulsado por la Corfo, en donde la formación arquitectónica
alcanza un grado de madurez, así como el propio ejercicio
de la profesión. Al respecto, tal como señala Molina (2018),
los procesos de reforma experimentados durante la segunda
mitad de la década del cuarenta en las escuelas de Arquitectura
de la Universidad de Chile y de la Universidad Católica, fueron
fundamentales para la institucionalización de la arquitectura
46
moderna en el ámbito de la enseñanza. Tanto Fourcade, como
Baumann y Wörner vivieron esta época de cambios en la
Escuela, siendo testigos de distintas partes del proceso.
Fourcade fue el primero en ingresar, situándose en un contexto
pre reforma y formando parte de la misma generación de los
dirigentes estudiantiles que participaron en la elaboración del
nuevo plan de estudios. Entre ellos, se encontraban Abraham
Shapira, Gastón Etcheverry y Hernan Behm. Este último relata
desde un enfoque crítico la formación por aquellos años:
“En nuestro primer año no había taller propiamente
tal. En los dos primeros años había un curso de dibujo
técnico, con una especie de ejercicios variados e inconexos.
El primer trabajo fue un afiche y el tema era…el abecedario.
Aún lo recuerdo. Y así los ejercicios se sucedían hasta que
nos tocó una casa. Fíjese ese profesor nos dijo: una casa
de 3 dormitorios, 2 baños y pieza de empleada; y por
grupo había que dibujar la entrada por el norte, sur, este
y oeste cada uno, para incorporar cierta dificultad; y las
medidas eran dadas a memorizar (…) Luego uno llegaba al
tercer año donde uno tenía Taller propiamente tal. Habían
tres profesores muy respetables: don Juan Martínez, don
Roberto Dávila27 y don José Aracena” (Vallejos 2016, 111).
Probablemente Eduardo Fourcade fue el primer arquitecto de
La Araucanía que recibió la influencia de estos importantes
profesores en el ejercicio del taller, poniendo en práctica la
influencia del lenguaje moderno en el Temuco de los años
cincuenta. Por su parte, Horst Baumann se formó en plena
reforma al plan de estudios, lo que se hace evidente en
las primeras obras que desarrolló en Temuco, en donde la
sociedad que formó con Fourcade fue clave.
27 Cabe mencionar con respecto
a Roberto Dávila que, si bien
hasta la fecha no se ha estudiado
en mayor profundidad, habría
desarrollado en Temuco el
proyecto para la iglesia del Fundo
Vilcún (1933). URL: disponible
en www.colegioarquitectos.com/
noticias/?page_id=10208.
47
EL EJERCICIO
PROFESIONAL
EN TEMUCO
Baumann y Fourcade, los pioneros
Dentro de esta primera generación, la dupla conformada
por Horst Baumann y Eduardo Fourcade será protagonista
y referente de la arquitectura moderna desarrollada en
Temuco durante la década del cincuenta. En sus primeras
obras se expresará un lenguaje racionalista sin precedentes
en la capital regional, que pondrá en relieve las posibilidades
expresivas en el uso del hormigón armado. Su influencia será
determinante en las siguientes generaciones de arquitectos
de la ciudad.
28 Biblioteca Metodista de Chile,
documentación histórica de la
Iglesia Metodista de Chile.
URL: www.bibliotecametodista.cl/
iglesias/distrito-sur/temuco.
La primera obra que ambos arquitectos habrían
desarrollado en conjunto es la Iglesia Metodista de Temuco,
ubicada en Claro Solar esquina Aldunate, a una cuadra de
la Plaza Aníbal Pinto, principal espacio cívico de la ciudad.
Si bien no se conocen registros planimétricos de la obra,
el proyecto sería anterior a 1951, año en el que se efectúa
el acto de instalación de la primera piedra del templo28.
Los archivos de la Iglesia Metodista de Chile consignan a
Baumann y Fourcade como los autores de la obra, que contó
con el cálculo estructural del ingeniero Raúl Norambuena
y la ejecución de las obras a cargo del constructor Pedro
Santander.
48
El edificio, está conformado por una nave central de
volumetría simple, iluminada por cuatro grandes ventanales
de silueta ojival ubicados hacia el oriente. Su elemento más
característico es la torre del campanario, conformada por
enormes muros de hormigón armado que doblan en altura
su nave central y configuran un vacío que demarca el acceso
por calle Claro Solar. Todo un hito urbano para la época,
ejecutado en clave moderna. Esta obra muestra un lenguaje
híbrido que combina la versatilidad plástica y estructural
del hormigón armado como materialidad predominante
con el uso de elementos de carácter ecléctico, por lo que
representa un símbolo de la transición arquitectónica
experimentada en la ciudad durante la década del cincuenta.
Foto histórica Iglesia
Metodista. Fuente: https://
bibliotecametodistachile.files.
wordpress.com/2015/07/1978.jpg
49
Planimetría Gimnasio del Instituto San
José. Fuente: DOM Temuco
La segunda obra de esta sociedad y quizás la más
emblemática, es el Gimnasio del Instituto San José, actual
Colegio de La Salle. El proyecto, desarrollado entre 1951
y 1952, marcará un hito no tan solo por sus dimensiones,
con cuatro mil setecientos metros cuadrados construidos y
un aforo de más de dos mil personas, sino también por su
marcada expresión moderna.
El edificio se compone de un volumen macizo de hormigón
armado, que se abre hacia calle Aldunate, en donde un
alero en voladizo remarca el acceso al coliseo. Sobre él,
una celosía vertical conformada por lamas de concreto
ubicadas en diagonal respecto a la fachada remarcan su
fachada principal y permiten el control lumínico hacia el
hall del segundo piso y parte de las graderías. Por el sur,
un volumen sobresale del plano de fachada y enmarca una
retícula conformada por bloques de vidrio translúcido que
bañan de luz homogénea su interior. La cubierta es resuelta
con una ligera estructura en base a cerchas metálicas.
Esta obra destaca no solo por sus atributos arquitectónicos
como fiel representante del lenguaje moderno, sino también
50
por tener un lugar especial en la memoria colectiva de
los temuquenses, al haber sido una de las sedes del 3°
Mundial de Básquetbol realizado en 1959, en el cual Chile
obtuvo el tercer lugar. En esta cita, actuaron destacados
seleccionados chilenos y referentes deportivos de la ciudad
como Rufino Bernedo y Luis Salvadores. Así también, el
gimnasio será por varios años un referente de encuentro
cultural y artístico en donde se llevaron a cabo los primeros
conciertos masivos de Temuco.
Imagen exterior del gimnasio.
Fuente: Registro propio. 2021.
Otra obra proyectada por esta sociedad en 1957 es el Banco
Sur de Chile, conocido más tarde como Banco Osorno
y La Unión, ubicado en la esquina de calles Claro Solar y
Arturo Prat, frente a la plaza Aníbal Pinto. Este edificio
constituye otro hito de la época por su lenguaje racionalista
y austero, desprovisto de ornamentos pero incorporando
“revestimientos que nunca se habían visto en Temuco”29,
como las placas de mármol de un color sepia aterrado y
utilizando nuevamente celosías, esta vez para denotar las
circulaciones verticales del edificio.
29 Robinson Soto Rivas, ex
Director de Obras Municipalidad
de Temuco (ca.1980-1990), en
entrevista con el autor, 22 de abril
de 2021.
51
Planimetría Banco del Sur.
Fuente: DOM Temuco.
Finalmente, cabe mencionar otra obra relevante del
periodo, que si bien fue inaugurada recién en junio de 1958,
fue proyectada cinco años antes por Horst Baumann. El
edificio de la Tercera Compañía de Bomberos de Temuco,
también conocida como Bomba Germania, fue encargada al
recién titulado arquitecto quien además era voluntario de
la institución.
El edificio surgió con el objetivo de construir una edificación
propia para la Compañía, que hasta ese momento se
ubicaba en el Cuartel General de Bomberos de la ciudad.
Su construcción demoró varios años, tras una larga
campaña basada en donaciones voluntarias y se transformó
en un nuevo referente arquitectónico de Temuco, por su
volumetría simple y líneas modernas, en donde resalta la
torre reloj como hito de escala urbana.
Imagen Bomba Germania.
Fuente: Registro propio. 2021.
52
Registro histórico e ilustración de la
Bomba Germania. Fuente: Archivo
Tercera Compañía de Bomberos de
Temuco.
Imagen Bomba Germania.
Fuente: Registro propio. 2018.
Wörner y la transición hacia una arquitectura
local
30 Extracto de la cita a Mario
Pérez de Arce incluida en la
presentación “Ewald Wörner
Knauf :50 años de arquitectura
y construcción”, realizada por la
Delegación Araucanía del Colegio
de Arquitectos, en el contexto de
la Bienal de Arquitectura Chile
Sur (Concepción, 2007) en donde
se le rindió un homenaje por su
trayectoria.
“El sentido común permite reconocer valores
esenciales dentro – mas allá o a pesar de – las tendencias y
modas dominantes; permite revisar los límites de lo posible
y lo conveniente y no solo en el dominio de la realidad
práctica, sino también en el campo de la sensibilidad y el
arte”30
Esta frase, del Premio Nacional de Arquitectura Mario Pérez
de Arce, sintetiza en buena parte la búsqueda realizada por
Ewald Wörner a lo largo de su carrera, desde su retorno
a Temuco a mediados del cincuenta. En su obra, destacará
su sentido crítico y detallista, además de la experiencia
constructiva que logra tras cinco años de trabajo en la oficina
de Jorge Coulon. Durante esta etapa, desarrollará encargos
importantes como la Casa de Ejercicios del Obispado y el
Edificio Tuma, ambos ubicados en el centro de Temuco.
El estudio del acto, la función y la estructura son los
principios que marcaron su formación en la Universidad de
Chile y que lo conducirán en la búsqueda de la pureza y
simplicidad en el proceso de diseño. En sus primeras obras,
como la Casa Rey y la casa De la Maza, se reconocerá la
influencia moderna y la experimentación con el uso del
acero y el hormigón armado.
Iniciando la década del sesenta, su obra se abrirá hacia la
experimentación con diferentes sistemas constructivos en
madera y un marcado uso de las pendientes en las cubiertas,
reforzando el concepto de techo habitable y la constatación
de una arquitectura moderna adaptada al paisaje del sur,
etapa en la cual trabajará en conjunto con el recién egresado
arquitecto Enrique Esteve.
54
Registro histórico Casa Rey
(demolida). Fuente: Archivo fotográfico
familia Wörner.
Casa De la Maza. Fuente: Archivo
fotográfico familia Wörner.
Casa de Ejercicios del Obispado.
Fuente: Archivo fotográfico familia
Wörner.
55
LA DÉCADA DEL
SESENTA Y LA
UNIÓN DE DOS
GENERACIONES
31 Alcalde de Temuco elegido
en 1962 y reelegido en 1967. Tras
el Golpe de Estado de 1973, fue
alcalde designado, cargo que ejerció
hasta 1982.
32 Este proyecto es recordado
especialmente por el escaso
presupuesto disponible para su
construcción, que estuvo a cargo
de la Constructora Salas y Cía.
y que fue ejecutado en un plazo
récord de 368 días, contando con
la colaboración de funcionarios
municipales y de un grupo de
120 reos de la Cárcel de Temuco,
gestión que fue realizada por el
alcalde Germán Becker. Su diseño,
destacó por el sistema de drenaje
pensado para la alta pluviosidad de
la ciudad y habría estado inspirado
en el estadio Volksparkstadion de
Hamburgo, construido en base
a taludes de tierra y escombros.
Participaron también en el
proyecto el Director de Obras de
la época Renato Dalmazzo García,
el arquitecto Robinson Soto Rivas
y los ingenieros civiles Marcelo
Fourcade Nambrard y Waldo Jara
Sepúlveda.
A partir de la década del sesenta, una nueva generación de
arquitectos de la región se sumará al trabajo iniciado por
Baumann, Fourcade y Wörner durante la década anterior.
Este nuevo grupo, compartirá también un origen familiar
vinculado a La Araucanía y la formación en la Escuela de
Arquitectura de la Universidad de Chile, impregnando
de nuevas ideas el panorama arquitectónico de Temuco y
ejerciendo en algunos casos una función pública que marcó
el desarrollo de una pujante ciudad de Temuco, durante
los años posteriores al terremoto de 1960. Así también,
tendrán un importante rol gremial participando en la
Delegación Zonal Temuco del Colegio de Arquitectos.
Entre ellos, Enrique Esteve Sandoval tuvo una destacada
trayectoria profesional en Temuco, donde trabajó con
Eduardo Fourcade, Ewald Wörner y Sergio Carrasco en
distintas etapas de su carrera, en el ejercicio independiente
de la profesión. Además, es reconocida su participación
en el diseño del Estadio Municipal de Temuco, proyecto
impulsado por el alcalde German Becker Bäechler31 y
que fue inaugurado en marzo de 196532. Posteriormente,
ejerció como Director de Obras Municipales hasta 1973,
tras el Golpe de Estado.
56
Registro del proceso de construcción
del Estadio Municipal de Temuco.
Fuente: Municipalidad de Temuco.
Imagen edificio de la inmobiliaria.
Fuente: Registro propio. 2021
Por su parte, Sergio Carrasco Bouquillard desarrolló
importantes proyectos de edificación en altura, como los
edificios de La Inmobiliaria (en conjunto con Esteve), ubicado
frente a la Plaza Aníbal Pinto y el edificio Don Alonso de
Ercilla y Zúñiga, ubicado frente a la Plaza Teodoro Schmidt,
en asociación con la oficina de Enrique Browne, Eduardo San
Martín y Patricio Wenborne.
Esteve y Carrasco ingresaron el mismo año a la carrera
de arquitectura, en donde forjaron una estrecha amistad
impulsada por su origen sureño, realizando en conjunto su
proyecto de título, que fue evaluado con nota máxima y con el
cual egresaron en septiembre de 1965.
Rolando Rocha Thiele, se tituló en 1961 y desarrolló una
extensa trayectoria en el ámbito habitacional, diseñando
una gran cantidad de proyectos residenciales, entre los
cuales destacan el Conjunto Habitacional Inés de Suárez,
la población Santa Teresa y las Villas Andalucía, Galicia,
Cataluña y Estadio. Todos estos proyectos fueron construidos
por la Sociedad Constructora de Viviendas Económicas Sainz,
Gras y Cía. Ltda. (Socovesa), una empresa surgida en la región
y que construyó varios proyectos gestionados bajo el alero del
Sistema Nacional de Ahorro y Préstamo.
Mención aparte merece el proyecto desarrollado para la nueva
parroquia Inmaculada Concepción de Cunco, ciudad natal
del arquitecto, realizado en conjunto con Sergio Carrasco.
El encargo fue desarrollado en 1980 y surgió producto del
incendio que consumió el antiguo templo, que databa de 1910.
Imágenes página siguiente:
Elevaciones Edificio Alonso de
Ercilla y Zúñiga. 1978. Fuente: DOM
Temuco
Fotografías Exteriores Edificio Alonso
de Ercilla y Zúñiga. Fuente: Registro
propio. 2021
Este edificio se transformó en un hito arquitectónico de
la ciudad, destacando por sus dimensiones, volumetría y
materialidad. Ejecutado en base a muros de hormigón armado
a la vista con curvas y cantos redondeados, el proyecto
denota la influencia de la Capilla de Notre Dame du Haut en
Ronchamp de Le Corbusier y destaca por sus cubiertas que se
asimilan al paisaje precordillerano. Estos méritos le valdrían
ser expuesto en la 3º Bienal de Arquitectura y Urbanismo,
realizada en agosto de 1981 en el Museo de Bellas Artes de
Santiago.
58
Conjunto Habitacional Inés de Suárez.
Fuente: Registro propio. 2021
Publicación del Conjunto Habitacional
Inés de Suárez en Revista AUCA N°29
(1975).
60
Publicación del hito de colocación
de la primera piedra de la Parroquia
Inmaculada Concepción y distinción en
3° Bienal de Arquitectura y Urbanismo,
Diario Austral de Temuco (1980 y
1981). Fuente: Archivo fotográfico
familia Rocha.
Parroquia Inmaculada Concepción de
Cunco. Fuente: Registro propio, 2018.
61
Carlos Vidal Bravo, egresó en 1966 de la escuela de
arquitectura y desarrolló una prolífica obra en Temuco
especialmente enfocada en vivienda unifamiliar. Sus
proyectos son reconocidos dentro del medio arquitectónico
de la ciudad por el destacado trabajo de detalles
arquitectónicos aplicados a la carpintería y mampostería en
piedra, que aún se observa en diversas casas temuquenses,
ubicadas en el pasaje El Bosque, la Avenida Alemania y
calle Holandesa.
Gerardo Rendel Augant
Gerardo Rendel Augant, egresó en 1967 y realizó su
práctica profesional con Ewald Wörner, desarrollando
luego una importante producción arquitectónica en
Temuco, incluyendo el primer lugar del concurso obtenido
para el edificio de la Catedral y Torre del Campanario de
Temuco.
Foto casa el bosque. Fuente: Registro
propio. 2021
62
Casa Wörner, década de los 80.
Fuente: Archivo familia Wörner.
Acuarela proyecto Horst Baumann
y Gerardo Rendel. 1962. Fuente:
Escuela Arquitectura U. Autónoma de
Chile. 2018.
Casa Esteve en la actualidad.
Fuente: Registro propio. 2021.
63
El ejercicio de la docencia en Temuco
33 Cabe señalar que en 1981, las
sedes regionales de la Universidad
de Chile y de la Universidad
Técnica del Estado se fusionaron,
conformando la actual Universidad
de La Frontera.
Durante la segunda mitad de la década del sesenta, el número
de arquitectos ejerciendo en la ciudad de Temuco aún era
escaso. En este contexto, influenciado fuertemente por los
efectos del terremoto de Valdivia, se comenzó a generar
una importante demanda de proyectos, especialmente
habitacionales, para el cual los profesionales disponibles no
contaban con dibujantes capacitados para su desarrollo a la
velocidad que estos requerían. Por esta razón, fue relevante
la aparición de los primeros espacios formativos vinculados al
diseño arquitectónico, en donde la carrera de Dibujo Técnico
de la sede regional de la Universidad de Chile en Temuco33 tuvo
un rol fundamental. Arquitectos como Pablo Reidel, Roland
Rocha, Enrique Esteve, Sergio Carrasco y Gerardo Rendel
formaron parte de este cuerpo docente y posteriormente
algunos de ellos fueron sumando a sus despachos a los
primeros dibujantes formados en Temuco.
64
Un caso destacado de esa generación de estudiantes, fue el de
Robinson Soto Rivas, quien colaboró con Rocha desarrollando
proyectos de vivienda mientras estudiaba y posteriormente
trabajó con Pablo Reidel, quien en esa época era el asesor
urbanista de la Municipalidad de Temuco. Este trabajo lo
llevó a sumar una importante experiencia en el ámbito
urbano, realizando proyectos como los planes seccionales
Pablo Neruda y Gabriela Mistral, entre otros. Durante los
años siguientes, Soto decide viajar a estudiar arquitectura en
la Escuela de la Universidad de Chile, desde donde regresará
a Temuco a fines de la década del setenta para asumir el cargo
de Director de Obras Municipales de Temuco, en las vísperas
del centenario de la ciudad. Allí llevó a cabo obras como el
Parque Estadio y diversos proyectos de mejoramiento del
espacio público.
Elevación y viñeta proyecto de título
Gerardo Rendel (1967). Fuente:
Archivo Gerardo Rendel.
Otro de los arquitectos que ejerció la docencia en Temuco
fue Ewald Wörner, quien hizo clases de composición plástica;
dibujo técnico, perspectiva y sombras; y estabilidad en las
carreras de Mueblería y Construcción Civil de la Universidad
Técnica del Estado.
65
La consolidación de la presencia gremial
En este contexto, comienza a fortalecerse el gremio de
arquitectos locales cuya influencia y retroalimentación fue
permanente a partir de la segunda mitad de la década del
sesenta. Fruto de ello surgen múltiples encargos desarrollados
en conjunto por varios de ellos, así como las oficinas de
arquitectura dentro de las cuales destacará la dupla Wörner
y Esteve como referente de esta década. Algunas de las obras
relevantes que contaron con la participación de varios de estos
arquitectos fueron:
El edificio de La Inmobiliaria, de Carrasco y Esteve,
ubicado frente a la plaza Aníbal Pinto.
El Templo Sociedad Evangélica de Chile (actual
Iglesia Encuentro con Cristo), realizado en 1964, por
Ewald Wörner y Enrique Esteve.
El edificio de la Asociación de Ahorro y Préstamo de
La Frontera, proyecto realizado en 1972 por Ewald
Wörner, Gerardo Rendel y Carlos Vidal.
El Centro Comunitario Iglesia Evangélica Luterana
de Temuco, ubicado en Avenida Alemania, proyecto
realizado por Horst Baumann y Ewald Wörner, entre
1971 y 1972, que incluyó la Iglesia Luterana y salas
de uso múltiple, sala de reuniones de la comunidad,
oficinas y viviendas del pastor, participando en esta
última el arquitecto Pablo Reidel Wanner.
La Galería Massmann, proyecto realizado en 1982 por
Ewald Wörner, Gerardo Rendel y Horst Baumann.
Así también la participación de la delegación zonal de
Temuco en el Colegio de Arquitectos comienza a consolidar
su presencia. Prueba de ello es la 1º Reunión Zonal Sur de
Arquitectos, realizada el 29 y 30 de julio de 1968, que contó con
la participación de 25 profesionales de las provincias de Cautín,
66
Planimetrías edificio de la Asociación
de Ahorro y Préstamo de La Frontera.
Fuente: Archivo familia Wörner.
Celebración de los 36 años del
Colegio de Arquitectos de Chile, 1978.
67
Malleco, Valdivia, Osorno y Llanquihue. En la cita se discutieron
diversas problemáticas enfrentadas por los arquitectos de
la Zona Sur, en relación con la política habitacional y su
orientación, tal como se refleja en el siguiente extracto:
34 Una reseña de este encuentro se
publicó en la Revista CA del Colegio
de Arquitectos, Nº3, de 1968.
“Particular atención mereció el fenómeno de la
rebaja sucesiva de la superficie construida por habitante,
del empleo de inconvenientes métodos constructivos para
la zona y del desfinanciamiento crónico y declarado con que
actualmente se enfrenta la construcción de viviendas de
ahorrantes e imponentes, todos síntomas de una situación
grave y deteriorada de la política habitacional que se aplica
en la zona”34
Cabe mencionar, además, que fue destacada la participación de
algunos de los arquitectos mencionados en cargos directivos
de la delegación Temuco, como fue el caso de Carlos Vidal
(Secretario durante 1969) Roland Rocha y Sergio Carrasco
(Vicepresidente y Secretario respectivamente en 1971) y
Gerardo Rendel (Vicepresidente en 1973).
Wörner y Esteve, una sociedad virtuosa
Tal vez la primera oficina de Temuco en donde se comenzó a
desarrollar una arquitectura con claros rasgos de adaptación
al territorio fue la dupla conformada por Ewald Wörner y
Enrique Esteve. Esta sociedad, generó una importante cantidad
de proyectos que, como veremos en el siguiente capítulo, dio
los primeros pasos hacia un lenguaje arquitectónico propio,
producto de las ideas y método de trabajo de ambos, que eran
distintos pero complementarios.
De esta etapa son el Templo Sociedad Evangélica de Chile (actual
Iglesia Encuentro con Cristo), realizado en 1964, la casa de
Enrique Esteve (ubicada en calle Porvenir 790) y la casa Wörner,
conocida también como “Casa Estrella” por su particular
volumetría, en donde el trabajo con las cubiertas habitables es
llevado al límite de la exploración espacial. Al respecto, Wörner
señalaba “Comencé con los techos. Cuando regresé a Temuco
68
estaba muy de moda hacer casas y techos planos, entonces
diseñé mi casa como una A”35
Esta última obra, fue reconocida en España y publicada en
la revista AUCA n.° 28 del año 1978, cuyo tema central fue la
creatividad.
35 Entrevista realizada en Revista
En Concreto, num. 46, junio de
2004.
La exploración espacial, constructiva y estética de Wörner
y Esteve, que tiene lugar en la segunda mitad de la década
del sesenta, se verá fortalecida posteriormente en la obra de
arquitectos como Rocha, Rendel y Vidal, entre otros. Con mayor
fuerza que nunca, Temuco será la casa y el laboratorio de
experimentación de los primeros arquitectos de La Araucanía.
Casa Wörner. Fuente: Revista AUCA Nº28
69
LA CASA COMO
LABORATORIO
Javier Arangua Calzado
Verónica Gárate Navarrete
70
Después de haber tenido un primer acercamiento a la
arquitectura moderna de la región a través de sus principales
exponentes, los que marcaron una clara influencia en el
desarrollo de la arquitectura en Temuco, daremos una mirada
hacia su obra en una etapa más madura, teniendo como foco
de análisis la siguiente interrogante, ¿por qué en el sur de
Chile el lenguaje propio de la Arquitectura Moderna se adaptó
generando soluciones de mayor pertinencia con el contexto?,
esto debido a que preliminarmente se atisba una mayor
adaptación al paisaje que surge desde la mirada de nuevas
morfologías en torno a obras que marcaron un quiebre en lo
que se venía desarrollando en la ciudad.
En este contexto y como parte del estudio que pretende
responder la interrogante planteada, es necesario precisar
en la relación de la obra con el entorno y su paisaje. Frente
a ello, se aborda con mayor relevancia el estudio de obras de
arquitectura moderna a través de la ejecución de proyectos
residenciales y de equipamiento privado, las que muestran una
evidente transición tanto por la clara influencia del contexto,
como por la definición de referencias para obras sucesoras.
La casa como laboratorio, surge como una analogía sobre la
adaptación al paisaje, donde la casa hace alusión al territorio
y a su vez, es el punto de inflexión de la obra tradicionalmente
moderna a un objeto de experimentación que da paso a la
constatación por medio del ensayo y error. En este sentido,
que la búsqueda por explorar en soluciones de mayor
pertinencia con el paisaje, se haya evidenciado primeramente
en la arquitectura residencial y de equipamiento privado, no
es casualidad. No sólo por la mayor recurrencia en la ejecución
de estos proyectos, su escala y factibilidad económica, sino
también por una mayor flexibilidad ante los encargos y la
71
relación más directa e íntima entre arquitecto y mandante. Esta
exploración, evidenció una clara evolución en la morfología de
proyectos que marcaron un hito en el desarrollo de este tipo
de arquitectura en la región.
Este capítulo, pretende en primer lugar profundizar en
el entendimiento del concepto paisaje para comprender
su relación con la arquitectura moderna, desde distintas
perspectivas, lo que sin duda se configura en la base para la
adaptación de un estilo que comienza poco a poco a integrar
aspectos del lugar, lo que se vio reflejado en varias obras
desarrolladas en el sur de Chile, y que demuestran cómo
cultura y territorio se entrelazan para configurar una imagen
propia del sur.
Desde esta base, y reconociendo las características del paisaje
de La Araucanía, este texto se centrará en el estudio de obras
en la ciudad de Temuco, que evidencian una clara adaptación
al territorio, mostrando una evolución en el lenguaje
arquitectónico desde cuatro perspectivas: inserción urbana y
relación con el paisaje; composición volumétrica; espacialidad;
y estructura y materialidad.
72
PAISAJE Y
ARQUITECTURA
MODERNA
Al hablar de paisaje, aparecen una serie de conceptos
vinculados a su definición, los cuales plantean una diversidad
de enfoques, algunos de ellos son territorio, cultura,
naturaleza, entre otros. Pero lo cierto es que el paisaje es una
expresión visible de procesos que ocurren en un territorio
determinado, en combinación con los aspectos culturales
entregados por el hombre que lo habita. En palabras de
Josefina Gómez (2008) “Si los paisajes expresan el carácter
particular de una región es que están cargados de historia y
la morfología del paisaje está contenida en ella.”
Como primer paso, es preciso indicar lo que se entiende como
paisaje para comprender su relación con la Arquitectura
Moderna, aspecto que se reflejó en diferentes formas de
actuar sobre el territorio, desde distintas perspectivas, donde
sin duda la percepción del paisaje y su memoria, incidieron
fuertemente en el conocimiento y creación arquitectónica
(Labarta 2011, 108), especialmente de algunos de los grandes
exponentes de este movimiento como Le Corbusier y Wright,
entre otros arquitectos emblemáticos.
El aspecto perceptual del paisaje, asociado a la memoria, es
uno de los puntos importantes a destacar, ya que genera un
vínculo con el territorio que sin duda se ha visto plasmado
en distintos procesos creativos y en la búsqueda de
73
construcción del paisaje por parte de los mismos arquitectos,
en el entendido que el paisaje, en palabras de Maderuelo
(2005, 17) es «[…] un constructo, una elaboración mental
que los hombres realizamos a través de los fenómenos de la
cultura. El paisaje, entendido como fenómeno cultural, es
una convención que varía de una cultura a otra…».
36 Carmen Escoda utiliza el orden:
japonés, griego e islámico en el
texto original. En este estudio
hemos privilegiado el criterio
cronológico por lo que el orden
considerado fue griego, japonés e
islámico.
Esto nos puede llevar a comprender, por ejemplo, cómo los
viajes y experiencias de los arquitectos modernos influyeron
en la forma de relacionar su obra, o no, con el paisaje.
Ante ello, surge la pregunta ¿cuál es la relación entre la
arquitectura moderna y el paisaje? o bien ¿cómo aquello que
es propio del lugar se incorporó a esta arquitectura «pura» o
a veces indicada como «sin lugar»?. En este aspecto, varios
autores señalan que los planteamientos genéricos de este tipo
de arquitectura, en un comienzo, carecían de relación con su
contexto. Pese a ello, Kenneth Frampton (1990, 52-73), es
enfático en mencionar que a finales de los años 20 se comenzó
a experimentar un cambio que derivó en obras adaptadas a
su contexto. En este aspecto, el mismo autor, menciona cómo
la relación entre paisaje y la arquitectura moderna parece
evolucionar a partir de tres conceptos fundamentales36.
El primer concepto remite al mundo griego, cual asume
la naturaleza como un asiento o «témenos» (gr. τέμενος),
entendida como delimitación de un lugar a través de la
arquitectura establece un dominio ante una inmensidad -el
paisaje en este caso-. Tal entendimiento de la relación entre
lugar y arquitectura generó una influencia apreciable en
distintos grados en la obra de Le Corbusier y Mies van der
Rohe (Escoda 2010, 23). Dentro de este concepto, la elección
del emplazamiento de la obra se realiza considerando las
vistas y orientaciones en concordancia a las características
propias del paisaje. De esta manera, la obra se alza sobre el
territorio convirtiéndose en una referencia del paisaje, en sus
distintas escalas, como lo hacían los antiguos templos griegos.
En este caso, es posible ver en la obra de Le Corbusier, la
influencia de su viaje a oriente plasmado en los múltiples
74
croquis que evidencian una fascinación por las vistas
panorámicas. En este sentido, el impacto de este viaje sobre la
memoria del paisaje comienza a ser parte de la arquitectura,
evolucionando -como menciona Frampton- en Hacia una
nueva Arquitectura, donde el arquitecto deja ver su visión
temprana de la Acrópolis, anticipando el concepto de espacio
centrípeto en que «la forma del templo atrae al paisaje en su
campo de graveda» (Frampton 1990, 54). De esta manera,
si miramos el caso de la Villa Savoye, podemos ver cómo la
obra se alza sobre el territorio con el fin de buscar un dominio
visual frente al paisaje, considerando en su emplazamiento las
vistas, orientaciones y accesos.
El segundo concepto es el Japonés, una inspiración asociada
a los principios introspectivos del paisaje, donde se establece
un diálogo entre la obra, el jardín y el paisaje, que surge desde
la concepción de lo orgánico o natural propio del contexto,
pasando por el jardín como un elemento controlado por el
hombre hasta la casa “asimétricamente geométrica” (Escoda
2010, 12-26). De esta manera, se podría entender la existencia
de una transición entre paisaje y arquitectura, concepto
evidenciado fuertemente en la obra de Frank Lloyd Wright
y en la de sus discípulos asociados a la escuela del Sur de
California.
En este sentido, Wright pone atención a la arquitectura
japonesa en la Exposición Mundial Colombina desarrollada en
Chicago en 1893, donde pudo visitar el Templo y jardín Ho-oden,
lo que determina que, en 1906 viaje a Japón, lo que influyó
fuertemente en la concepción del paisaje en su arquitectura,
demostrando nuevamente el efecto de la memoria del paisaje
en la obra. Esto, sumado a la experiencia adquirida en la
llamada Casa Hollyhock en 1920, donde surge una relación
con el paisaje de California y posteriormente su encuentro con
el desierto del suroeste de Estados Unidos en 1929, denotan
sin duda una evolución en lo que Frampton llama Evolución
Paisajística de Wright.
75
Villa Savoye, Le Corbusier.
Fuente: https://en.wikipedia.org/wiki/
File:VillaSavoye.jpg
Casa de La Cascada.
Fuente: https://pxhere.com/es/
photo/1239114
Jardines del Pedregal, Luis Barragán.
Fuente: blog gyde&seek THE FIND.jpg
76
Desde aquí surgen una serie de elementos fundamentales
para la obra del arquitecto, asociada a los aspectos naturales
propios del territorio y su morfología, como las rocas, el agua,
la vegetación y la topografía; que contribuyen a establecer
ciertas estrategias de diálogo con el paisaje plasmadas en su
arquitectura a través de la prolongación del espacio interior
hacia el exterior, el control de la luz, las formas de los tejados
inclinados y en voladizo, las paredes móviles, entre otros.
Finalmente, el tercer concepto es el del jardín paradisíaco
islámico, donde se aprecia un estrecho vínculo entre el espacio
interior y exterior, donde el jardín pasa a ser una extensión de
la obra arquitectónica, la cual se caracteriza por ser un espacio
íntimo y de recogimiento, pero sin poner en juego la relación
con el exterior, donde se buscaba generar un ambiente fresco
a través de la utilización de elementos como el agua, el que
incluso favorecía el desarrollo de un microclima al interior
del espacio jardín. Este concepto, también se ve plasmado
en la arquitectura de Frank Lloyd Wright, pero se destaca
fuertemente en la obra del arquitecto mexicano Luis Barragán.
En el caso del arquitecto mexicano, su influencia surge del viaje
realizado a España, donde menciona la belleza y serenidad
descubierta en los distintos patios de la Alhambra. Esta
concepción del uso del agua y de la conformación de patios
interiores, se ve plasmada particularmente en el proyecto del
Pedregal (1945-1950), transformándose en una obra con un
alto arraigo al lugar o el llamado espíritu del lugar genius loci
(íbid., 20).
Estos tres conceptos demuestran, en distintos grados, cómo
la memoria y el paisaje influyen en el hecho de la creación
arquitectónica y su relación con el lugar, desde la evocación
de una experiencia entre hombre y paisaje, aspecto que dio
pie a una evolución de la arquitectura moderna de la mano
de uno de sus principales exponentes, Le Corbusier, a través
de la incorporación de lo vernáculo a una arquitectura de
formas simples, plasmada en su pensamiento y obra luego de
77
su viaje a América del Sur en 1929, como hito de su desarrollo
profesional.
Este viaje de Le Corbusier a América, trajo consigo una
fuerte influencia en los arquitectos latinoamericanos que
materializaron los principios de la arquitectura moderna en
combinación con las experiencias culturales de cada lugar.
Esto puede verse en el trabajo de Costa y Niemeyer en Brasil,
Williams y Bonet en Argentina, así como Dávila y Duhart en
Chile (Eliash 2017).
En primer lugar, si analizamos cómo este viaje influyó en la
obra de Le Corbusier, Labarta (2011, 111) expone cinco aspectos
fundamentales que generaron un cambio en el pensamiento
del arquitecto.
1. Relevancia e interés por los hechos geográficos.
2. Cierto sentido de lo tradicional ligado a lo vernáculo
comienza a formar parte del pensamiento de Le Corbusier.
3. La presencia de la realidad urbana como hecho y no como
planteamiento utópico, como consecuencia de la posibilidad
del planeamiento urbano y de laboratorio que ofrecía la
realidad latinoamericana.
4. Transición desde una postura sistemática y dogmática a
una permisiva y flexible.
5. El modo de pensamiento racional permite y se transforma
por la presencia de la realidad poética en su encuentro con lo
vernáculo.
Lo anterior se ve fuertemente destacado en el proyecto Casa
Errázuriz (1929-1930), ubicado en Zapallar – Chile, y que
nunca se construyó. Aquí el arquitecto introdujo el uso de
materiales del lugar como la teja, piedra y madera, que se
vieron plasmados en la utilización de cubiertas inclinadas
o la incorporación de muros de mampostería, lo que puede
observarse en varios de los dibujos de la propuesta. Así, la
expresión de lo vernáculo se combina con la arquitectura
moderna generando una nueva imagen y el inicio de una
evolución de ésta.
78
Recordemos que, en el mismo año en que Le Corbusier diseñaba
esta emblemática obra, se construía en Chile el Edificio Oberpaur
(1929) de Sergio Larraín García-Moreno y Jorge Arteaga,
considerado el primer edificio moderno en Chile, ícono de este
movimiento en la ciudad de Santiago. Asimismo, Chile participaba
de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929 con el
Pabellón diseñado por el arquitecto Juan Martínez Gutiérrez. De
esta manera, se visualiza cómo en Chile en el mismo momento
en que Le Corbusier abre su mirada a una arquitectura ligada
a lo vernáculo, se construía el primer edificio de arquitectura
moderna con marcadas líneas expresionistas y de forma paralela,
se inauguraba el pabellón Art Decó con influencia indigenista37,
representante de nuestro país en la Exposición Iberoamericana.
Si por el contrario, vemos cómo influyó la obra de Le Corbusier
en varios arquitectos latinoamericanos de manera directa,
podríamos ver varios referentes en Chile como Roberto Dávila,
Guillermo Jullian y Emilio Duhart, entre otros, los que a través
de sus obras dejan entrever los principios de la arquitectura
moderna, pero muchas veces adaptado al contexto territorial.
Sin embargo, esta influencia también se deja ver de manera
indirecta en muchos de los arquitectos que ejercieron entre los
años ’30 y ’60 en el sur de Chile, y que conocieron la obra de
Le Corbusier a través de medios de difusión de la época, los que
plasmaron los principios de la arquitectura moderna muchas
veces entremezclados con la cultura local, persiguiendo, al igual
que su maestro, establecer nuevos paisajes.
37 Sylvia Dümmer (2010) menciona
en su artículo cómo el pabellón
chileno contaba con detalles indigenistas
y coloniales, mostrando por
una parte un evidente simbolismo
expresado a través de la evocación
de la silueta de la Cordillera de los
Andes, y por otra parte, mostrando
la representación de una nación
que se hace cargo de mostrar las
características étnicas y culturales,
“concebida como una entidad de
existencia anterior a su formación
como república”. En complemento,
Guido Cimadomo (2009) menciona
«En este sentido, el mismo
arquitecto, en una declaración a
“El Liberal” de 1 de noviembre de
1928, ya en Sevilla, describe la idea
de proyecto como “Expresar los
plácidos remansos de las costas
chilenas y la orografía titánica de
los Andes, componiendo de forma
casi escultórica las masas grises y
blancas, que van ascendiendo hasta
culminar en la fuerte torre”».
“En cada país esta influencia se materializó de
distintas formas y asumió características propias según la
geografía, el clima y la idiosincrasia de estos países, siendo
la figura de Le Corbusier fundamental en la introducción
y consolidación de la arquitectura moderna en América
Latina”.
Cita de Humberto Eliash (Fuentes 2017, 16)
79
ARQUITECTURA MODERNA
Y EL PAISAJE DE
LA ARAUCANÍA
Un acercamiento al paisaje de la región
La región de La Araucanía, se caracteriza por tener atributos
territoriales que son visibles a través de su paisaje, rico en
naturaleza y cultura, que ha servido como plataforma para
el desarrollo de ciudades relativamente nuevas, producto
de la tardía anexión al estado por medio de la ocupación del
territorio del Wallmapu.
Para este estudio, es esencial comprender las características
territoriales de la región, ya que ellas van a influir
notoriamente en la arquitectura que se ha desarrollado desde
los pueblos originarios hasta nuestros días, considerando
aspectos como el emplazamiento de la obra y/o la utilización de
ciertos materiales. En este sentido, La Araucanía comprende
condiciones medioambientales particulares caracterizadas,
en términos climáticos, por un largo periodo invernal, con
altas precipitaciones y bajas temperaturas, que contribuyen
a la conformación de bosques con especies características
del sur de Chile. En cuanto a su geomorfología, mantiene
el relieve que presenta la mayor parte del país, constituido
por una baja cordillera de la Costa, depresión intermedia
y cordillera de Los Andes, donde se registran fuertemente
la presencia volcánica. Asimismo, destacan paisajes con
grandes cuerpos de agua y corredores hídricos, constituidos
por lagos y ríos que atraviesan la depresión intermedia hasta
el mar.
80
Esta combinación de factores mediomabientales y territoriales,
interactuan con los aspectos culturales presentes, lo que
ha generado paisajes particulares en distintos puntos de la
región y que han influido en la concepción de la arquitectura
desarrollada. Lo anterior, es visible no solo en La Araucanía,
sino que también a lo largo del sur de Chile. En este aspecto,
si miramos este amplio territorio encontraremos arquitectura
que evidencia ciertos rasgos arquitectónicos vinculados a
una forma de entender, habitar y arraigarse al territorio,
plasmada en un tipo de arquitectura vernácula entremezclada
en algunas ocasiones con otras tipologías.
Con la ocupación de La Araucanía y la llegada de grupos de
diversos orígenes a la región y por ende al resto del sur de
Chile, como chilenos, españoles, alemanes, italianos, entre
otros, la arquitectura comenzó a adquirir particularidades
que nos hablan de esta relación y coexistencia de cultura(s)
y territorio, denominada PAISAJE. De esta forma, el paisaje
del sur de Chile, comenzó a poblarse con una arquitectura
que combinaba lo vernáculo con arquitectura propia de otras
culturas.
El emplazamiento siempre posee una particular
energía que afecta al hombre y que, en cierto sentido,
es y no es un lenguaje [...]. La arquitectura es, en última
instancia, una cuestión de cómo responder a las demandas
del lugar. En otras palabras, la lógica de la arquitectura
debe adaptarse a la lógica de la naturaleza. El objetivo
de la arquitectura es el de la creación de un entorno en el
que la lógica de la naturaleza y la lógica de la arquitectura
coexistan, aún en fuerte antagonismo.
La arquitectura no consiste en la mera manipulación
de las formas, sino también en la construcción del espacio
y, sobre todo, en la construcción de un lugar que sirva
como base para este espacio (Tadao Ando 1990, 349).
Si centramos la mirada en el desarrollo de la Arquitectura
Moderna en el sur de Chile, veremos que no se encuentra
exenta de este fenómeno, tal como reconocen algunos autores
(Cerda Brintrup et al. 2005, 17-33): “Lo singular de estos
procesos en el sur del país, es que la arquitectura moderna no
81
se reproduce en forma ortodoxa, tal cual su fuente original,
sino reinterpretada, tamizada por la cultura local”. Ejemplo
de ello, fue la utilización de la madera en la arquitectura de la
época, la que dio cuenta de la utilización de materias primas
locales, asociada también a una mano de obra con cierta
experticia en la zona sur.
Arquitectura moderna del sur.
Una aproximación a su adaptación
La experiencia advertida en el sur de Chile, se inscribe en lo
que Browne (1988) destaca como arquitectura neovernacular,
al desarrollar sistemas constructivos y tipologías que han
sido probadas y mejoradas a través de generaciones en la
construcción popular, asegurando su ajuste al medio, al
reconocer acertadamente la particularidad física y cultural
de cada lugar. Es así como entonces la expresión local de
la arquitectura moderna, impacta el paisaje de diversas
ciudades del sur de Chile, aportando atributos reconocibles
por su calidad arquitectónica, constructiva, expresividad y
pertinencia cultural.
38 Investigación realizada en el año
2005 por los arquitectos y docentes
de la Facultad de Arquitectura,
Construcción y Diseño de la Universidad
del Bio Bio, Gonzalo Cerda,
Roberto Burdiles, Jorge Lobos, Luciana
Correa de Paula, Iván Cartes
y Edward Rojas.
En la búsqueda de elementos particulares que permitan
reconocer ciertos rasgos originales en la arquitectura moderna
de La Araucanía y de Temuco en particular, surge la necesidad
de indagar en las adaptaciones desarrolladas bajo la influencia
de los preceptos modernos en el sur de Chile, particularmente
en los centros urbanos de las regiones de La Araucanía, Los
Ríos y Los Lagos. En esta tarea, gran importancia revisten
los hallazgos descritos en la investigación Urbanismo y
arquitectura moderna en madera en el sur de Chile: 1930-
197038, los cuales nos entregarán un contexto del desarrollo
de la arquitectura moderna en la zona sur, para luego
aproximarnos a los casos particulares a destacar en Temuco.
Según plantea dicha investigación, en el desarrollo de la
arquitectura moderna en los entornos urbanos en el sur de
Chile, es posible identificar dos etapas: la primera, que va
desde mediados de la década de 1930 hasta el terremoto
82
de 1960, se desarrolló inicialmente a cargo de residentes
con gran manejo de la técnica constructiva y la paulatina
participación de profesionales, comenzando a registrarse
la gradual imposición de modelos propios del movimiento
moderno. La segunda, a partir del terremoto de 1960 en
que surgen y se aceptan los cánones de una arquitectura de
corte internacional hasta mediados de los setenta, registra el
trabajo de arquitectos formados principalmente en Santiago,
evidenciando el desarrollo de una arquitectura de estilo
internacional y su camino hacia la crisis y cuestionamiento de la
modernidad. Ambos períodos caracterizados por la constante
reinterpretación de elementos propios de la arquitectura
moderna y su adaptación al contexto local, sustentada en
la tradición arquitectónica y la alta técnica constructiva en
madera presentes en la zona.
A modo de establecer una metodología para abordar el estudio
de las obras que se consideran clave en la ciudad de Temuco,
se identificarán primero, las características fundamentales del
proceso de adaptación de la arquitectura moderna en sur de
Chile, a través de la revisión de las siguientes dimensiones:
Inserción urbana y relación con el paisaje; Composición
volumétrica e imagen; Espacialidad y función; Estructura y
materialidad. Estas dimensiones se establecen con la finalidad
de reconocer los principales aspectos en relación al entorno y
caracterización arquitectónica de la(s) obra(s).
INSERCIÓN URBANA Y RELACIÓN CON EL PAISAJE
Una primera adaptación local de los planteamientos urbanos
del movimiento moderno, tiene relación con la inserción de
la arquitectura en el tejido urbano, la cual dista de las ideas
higienistas de conseguir emplazamientos en grandes áreas
abiertas, adaptando la respuesta a las condiciones del entorno
construido. La operación más recurrente fue la ocupación de
terrenos que recomponen la manzana, reemplazando edificios
demolidos o destruidos y adoptando la fachada continua y
altura de edificaciones aledañas, aportando en la conformación
del conjunto.
El reconocimiento de las condiciones climáticas del sur,
particularmente su pluviosidad, es un factor determinante en
la relación con el paisaje. La cubierta, evidencia la constante
exposición a la lluvia, manifestándose en la presencia de
83
grandes techumbres inclinadas, las cuales, como se registrará
en los puntos siguientes, aportan también a una nueva
composición y espacialidad.
El reconocimiento de las diversas situaciones topográficas
presentes en la zona sur, conllevó a la adaptación de la
tradicional forma de posar la edificación en un plano horizontal
y concebir nuevas respuestas para la inserción del edificio en
el terreno, que permitan absorber las diferencias de nivel
existentes. El zócalo y el sótano se registran como elementos
característicos utilizados para nivelar el terreno y así generar
el plano horizontal necesario para erigir la edificación. En
particular, el sótano, recurrente en emplazamientos de mayor
pendiente, en lugares como Puerto Montt, Puerto Varas o
Chiloé, junto con perseguir el mismo fin de nivelación del
terreno original, aporta además con un espacio útil, destinado
principalmente a uso de bodegaje y servicios, evidenciando
la adaptación de los modelos modernos a los usos y las
costumbres locales.
COMPOSICIÓN VOLUMÉTRICA
39 Quizá uno de los elementos
que más caracterizó la vivienda
moderna en madera en el sur, sea
la presencia de muros curvos. Estos
fueron incorporados como un símbolo
de modernidad y representan
una verdadera revolución arquitectónica
de las décadas de 1930-1940,
por cuanto rompen con el modo clásico
de composición de la fachada
(Cerda et al., 2005), sin embargo, en
La Araucanía, su presencia se limita
a casos aislados, en comparación a
Los Ríos y Los Lagos.
La composición formal de la arquitectura moderna en el sur
de Chile, transitó desde la simpleza a la mayor complejidad
volumétrica, desde un edificio unitario y hermético hacia
un volumen que incorpora gradualmente elementos del
lenguaje formal moderno, alejándose de la expresión de
volumen simple y unitario, para dar paso a composiciones
en base a intersección de volúmenes, expresados en
miradores, torreones y cuerpos salientes. En este contexto,
una particularidad de la vivienda moderna del sur, fue la
presencia de muros curvos revestidos en madera39, con
menor presencia en La Araucanía, fueron toda una revolución
respecto a la clásica composición de fachada, además de clara
señal de adaptación a la técnica constructiva local.
Elementos clave en la expresión volumétrica propia del
sur de Chile, resultan las cubiertas, las que evidencian las
condiciones climáticas del lugar y la constante exposición
a la lluvia, manifestándose en la presencia de grandes
techumbres.
Inicialmente, en búsqueda de conseguir la rigurosa
morfología de volumen plano y regular impuesta por los
84
cánones modernos, el antetecho, surge como solución para
esconder la cubierta, reinterpretando la expresión formal
de las originales cubiertas jardín. Posteriormente se da
paso a las cubiertas inclinadas a la vista, las que dieron
cabida a la conformación de un nuevo espacio, el soberado,
recinto interior ubicado desde el entretecho y la cubierta,
utilizado principalmente como bodega o dormitorio, el cual
corresponde a una de las adaptaciones más particulares de la
arquitectura moderna al modo de habitar local, especialmente
en Chiloé y Llanquihue.
Las cubiertas comienzan a adquirir mayor expresividad
a partir de los años 60, acentuando sus pendientes y
aumentando sus magnitudes, hecho que coincide con la
creciente producción de arquitectura desarrollada por cada
vez más profesionales que regresan al sur, luego de completar
sus estudios.
Esta transición morfológica de la cubierta y la maestría
alcanzada en la resolución de estructuras de techumbre,
cerchas, aleros y bóvedas de madera, son una clara
representación de la simbiosis entre modelos clásicos
modernos y la arquitectura vernacular. Es el caso de
las hosterías de Ancud (1960) y Castro (1962), obras del
destacado arquitecto Emilio Duhart, notables ejemplos de
integración al contexto, destacando por la síntesis entre el
lenguaje culto y el lenguaje vernáculo de Chiloé40.
ESPACIALIDAD Y FUNCIÓN
La continuidad y fluidez espacial propia de la arquitectura
moderna, estableció nuevas formas de relaciones al
interior de la obra, como plantas libres, medias y dobles
alturas, entre otras. Sin embargo, esto no se registra con
tal evidencia en el primer periodo de las manifestaciones
modernas en el sur, prevaleciendo la compartimentación
espacial de los recintos, sin mayores relaciones entre ellos.
Respecto a la relación espacial interior- exterior, persistía
la condición propia de la arquitectura vernácula del sur,
caracterizada por un predominio del lleno por sobre
los vanos, no registrándose mayor modificación con la
influencia de la arquitectura moderna. Este contraste con
los referentes internacionales, que establecen una intensa
relación de continuidad espacial interior- exterior, se
40 Eliash y Moreno (1989, 64)
destacan este momento de la obra
de Duhart, como inicio de una
arquitectura de carácter regional,
relevando su capacidad de apartarse
del formalismo lecorbusiano,
considerando la influencia directa
recibida durante los cerca de cinco
años en que trabaja para la oficina
de Le Corbusier, tras su paso por
el Instituto de Urbanismo de La
Sorbonne. La hostería de Castro
sobresale por la magistral síntesis
entre lenguaje culto, muy en línea
con Le Corbusier a través de la
placa de primer piso y escaleras exteriores,
y el lenguaje vernáculo de
Chiloé. Y en el caso de la hostería
de Ancud, por el oficio demostrado
en el uso de rollizos de madera y en
la implantación frente al paisaje.
85
Hosteria de Ancud, Emilio Duhart.
Fuente: Revista Auca N°10. 1967
Hosteria de Castro, Emilio Duhart.
Fuente: https://www.rutaschile.com/
Hotel-Detalle.php?HOTIDE=43
86
observa como una adaptación de la arquitectura moderna a
las severas condiciones climáticas locales.
Es en el segundo período, a partir de la década del sesenta,
comienzan a evidenciarse nuevas operaciones espaciales,
como la unión de recintos antes separados -el estar y el
comedor- o la delimitación de espacios a través de cambios
de nivel, así como la gradual apertura de las fachadas a
través de vanos de mayor tamaño, que potencian la antes
reducida relación interior – exterior.
ESTRUCTURA Y MATERIALIDAD
En una primera etapa, no existe mayor cuestionamiento
e innovación respecto a los principios y sistemas
estructurales utilizados, continuando con la técnica
constructiva tradicional, en base a entramados de madera
y sus respectivos revestimientos. Posteriormente, en los
sesenta, se comienza a evidenciar un cambio respecto
a una mayor rigurosidad en la modulación y orden
estructural, así como mayor correspondencia entre
estructura y resolución espacial y la búsqueda de nuevas
relaciones espaciales interior, así como entre interior
– exterior.
Surgen así espacios de mayor altura, cielos inclinados,
vigas a la vista, grandes ventanales, entre otras
innovaciones. Lo anterior fomentado por los principios
modernos de racionalidad, y sobre todo, por la participación
de los nuevos arquitectos y profesionales de la construcción
que gradualmente fueron radicándose en el sur de Chile.
Cada lugar aportó con sus particularidades en el desarrollo
de una imagen de esta arquitectura moderna vernacular,
observándose especialmente en el uso de revestimientos:
Tejuela en Chiloé y en torno a la cuenca del lago Llanquihue;
entablados y fierro galvanizado acanalado y estampado en
Osorno y Valdivia; la combinación de madera y albañilerías
revestidas en piedra en La Araucanía.
87
1
2
3
4
1. Casa esquina en Calbuco.
Fuente: Registro propio. 2021.
2. Casa en Puerto Varas.
Fuente: Registro propio. 2021.
3. Casa en Calbuco.
Fuente: Registro propio. 2021.
4. Casa en Puerto Montt.
Fuente: Registro propio. 2021.
5. Casa esquina en Puerto Varas.
Fuente: Registro propio. 2021.
6. Casa García Temuco, Horst
Baumann (1958). Fuente: Seminario
Investigacipón Ronald Eskuche. 2003.
5
88
6
Detalles de fachadas de casas en
regiones de Los Lagos y La Araucanía.
Fuente: Registro propio. 2021.
89
ARQUITECTURA MODERNA
EN LA ARAUCANÍA.
DEL RECTÁNGULO AL
TRIÁNGULO.
REFERENTES DE RASGOS ORIGINALES
EN LA CIUDAD DE TEMUCO
Plantear como objetivo, la identificación de rasgos originales
en la arquitectura moderna de La Araucanía, puede resultar
pretencioso. Sin embargo, en este capítulo se intentará
construir un relato tras indagaciones en torno a algunas
obras que hemos considerado claves de los arquitectos Horst
Baumann, Ewald Wörner y Enrique Esteve, entre inicios de
los años 50, hasta fines de los 70, las que permiten atisbar
ciertas particularidades y por sobre todo referencias para la
arquitectura local.
Del rectángulo al triángulo es una expresión literal que
surge como una forma de definir con claridad la transición
morfológica de referentes de la arquitectura moderna en
la ciudad de Temuco, donde principalmente el ejercicio
desarrollado en arquitectura residencial y de equipamiento
privado de mediana escala, ha permitido identificar el gradual
proceso de adaptación de la arquitectura al contexto local,
así como la definición de un lenguaje formal, estructural y
constructivo, con ciertos rasgos originales.
La decisión de centrarnos en obras emblemáticas de los tres
arquitectos locales ya mencionados no es azarosa, pues tal
como se expuso en el capítulo II, aspectos como su formación
común en la Universidad de Chile, la cronología e influencia
de sus respectivos trabajos, así como las relaciones personales
90
y profesionales existente entre ellos, definen en su obra un
eslabón clave entre un primer período de arquitectura con
influencia moderna de rasgos genéricos y un segundo periodo
de trazos originales, referentes de una forma de hacer,
vigentes hasta el día de hoy.
Plano de obras referentes. Diseño
propio.
4
2
5
3
1
1. Casa Jacobi (1947)
Referente del primer periodo
Horst Baumann
Resulta importante iniciar con este referente, la primera
obra del arquitecto Horst Baumann en la ciudad de Temuco,
pues presenta las primeras adaptaciones de una arquitectura
con claros elementos modernos que comienzan a definir
una nueva imagen, expresada no sólo en la incorporación
de materiales, como muros de albañilería revestidos en
piedra en combinación con grandes planos en madera, sino
también por recursos como la ventana corrida y la discreta
presencia de la cubierta que otorga una imagen de volumen
regular y una clara fachada rectangular hacia la calle.
INSERCIÓN URBANA Y RELACIÓN CON EL PAISAJE
Se evidencia una operación propia de este período,
adaptando la respuesta a las características del entorno
construido, donde su condición entre medianeras, refleja
una de las formas de emplazamiento más recurrentes del
momento, correspondiente a la ocupación de sitios vacíos
preexistentes o reemplazando edificios demolidos. La
decisión de adoptar una fachada continua, que además
reconoce la altura de edificaciones laterales, contribuye
en la conformación del conjunto, en un evidente aporte
a la recomposición del lleno perimetral de la manzana,
propio de la imagen urbana del casco central de la ciudad.
Las dos fachadas libres, permiten, por un lado, una
relación principalmente visual a calle Claro Solar, hacia el
sur y por otro, un vínculo además de visual, espacial, hacia
el patio posterior, por el norte, ubicando en primer piso
el estar comedor, en directa relación con el jardín. Esta
orientación privilegia, además, una mayor iluminación
y asoleamiento en los espacios comunes como, estar
comedor y sala de estar, así como del dormitorio principal.
92
COMPOSICIÓN VOLUMÉTRICA E IMAGEN
El lenguaje claramente moderno de esta obra, se refleja en la
rigurosa geometría expresada en fachada, la cual reconoce el
contexto lineal de la calle, evidenciado entre los elementos que
componen el volumen: la ventana corrida superior y el robusto
antepecho lineal, ambos recursos que buscan acentuar las
tensiones horizontales de la obra, tal como promovían los
referentes modernos.
Interesante es el recurso de la ventana corrida, proveniente
de los modelos clásicos de la arquitectura moderna, la cual se
caracteriza por la independencia de la estructura respecto al
paramento de fachada, lo que evita percibir los pilares y otras
estructuras verticales del edificio. Esta solución se reinterpreta
en el sur, como se evidencia en este caso, donde estructura
y paramento se ubican en un mismo plano, recurriendo a
disimular pilares y tabiques en su encuentro con la fachada.
Para ello en el caso de esta vivienda, destaca la correspondencia
entre la modulación de la disposición de tabiques interiores
y la modulación de fachada, ordenamiento que permite la
utilización de este recurso con notable limpieza.
Finalmente, se expresa una imagen que comenzaría a ser
habitual en obras posteriores, referida a privilegiar el uso de
la madera en el segundo piso, resolviéndose el primero en
albañilería, que en este caso considera el revestimiento en
piedra, que jerarquiza el acceso, marcando la tendencia de la
incorporación de materiales locales.
ESPACIALIDAD Y FUNCIÓN
Se refleja un claro criterio funcional, estableciéndose dos áreas
notoriamente definidas: Una compuesta por los espacios de
servicio y baja permanencia, a modo de filtro hacia la calle,
donde se ubican baños, cocina y hall de acceso, y una segunda
área donde se ubican los espacios principales y de mayor
permanencia, como estar comedor, sala de estar y dormitorios,
orientados hacia patio al interior del predio, recibiendo la
iluminación desde el norte.
93
La Casa Jacobi, evidencia ser una transición entre la
respuesta espacial propia de las obras del primer periodo,
donde prevalece la compartimentación de los recintos,
sin mayor relación entre ellos y las respuestas de mayor
continuidad y flexibilidad espacial que serán recurrentes en
proyectos futuros. Se reconoce en su distribución interior,
recursos como la unión de recintos antes separados, como el
estar y el comedor, y la incorporación de la sala de estar en
segundo piso, como espacio flexible que articula los demás
recintos. Así también, la presencia de vanos de mayor
tamaño en el primer nivel de la fachada posterior, potencian
la relación interior – exterior, articulando espacialmente el
estar comedor y el jardín.
ESTRUCTURA Y MATERIALIDAD
Hasta mediados de siglo, no se registra mayor diversidad
respecto al sistema constructivo utilizado en el ámbito
residencial especialmente, predominando las técnicas
tradicionales en base a entramados de madera. Por ello la
Casa Jacobi resulta un referente, pues como se mencionaba,
es fiel exponente de la imagen particular que comenzó
a expresarse en el sur, referida a utilizar albañilería y
revestimientos afines en el primer piso y madera en el
segundo nivel, esto establece un claro criterio estructural,
levantándose muros de albañilería de mayor magnitud en
la primera planta, específicamente los perimetrales y los
asignados a zonas húmedas, y contemplando tabiquería de
madera en el resto de los paramentos.
La obra ya demuestra el riguroso orden que se comenzó a
observar en los nuevos proyectos de los jóvenes profesionales
que estaban arribando a la ciudad, lo que se evidencia
en la correspondencia absoluta de los ejes de muros en
ambos niveles. En el caso de la fachada de albañilería que
se presenta a la calle, se considera un segmento en piedra,
esta aplicación de materiales locales, iniciará lo que será un
sello en la obra de Baumann e influencia para los próximos
arquitectos de La Araucanía.
94
Se observa también, con la intención de integrar en un solo
espacio, estar y comedor en primer piso y sala de estar en
segundo piso, como se opta por dar solución a la luz de las
vigas, para impedir recurrir a pilares que restan flexibilidad
y limpieza al espacio. Sutilezas que para la época no eran
aún tan recurrentes.
Similares operaciones se observarán posteriormente en
el proyecto de la vivienda para familia Pastor, ubicada
también en calle Claro Solar, a pocos metros de la esquina
con calle Vicuña Mackenna. Esta vivienda desapareció
junto a casi un cuarto de la manzana, para el desarrollo de
estacionamientos.
95
96
Planta 1° - 2° piso y Planimetría
fachada sur Casa Jacobi. Fuente:
Seminario Investigacipón Ronald
Eskuche. 2003.
Fachada sur calle Claro Solar
Casa Jacobi. Fuente: Seminario
Investigacipón Ronald Eskuche. 2003.
Detalle Fachada Casa Jacobi. Fuente
Registro propio. 2021.
Casa Pastor, Temuco.
Fuente: Seminario Investigacipón
Ronald Eskuche. 2003.
97
2. Casa Esteve (1962)
La inflexión
Ewald Wörner / Enrique Esteve
Esta obra ha resultado todo un descubrimiento en el viaje
por la vida profesional de Ewald Wörner y Enrique Esteve, la
que junto a la “Casa Wörner”, son proyectos que exploraron
en soluciones, siempre desde la inquietud constante por
responder con una arquitectura con mayor pertinencia
a un territorio de características particulares. Esta vez
la casa como laboratorio, analogía realizada al inicio del
capítulo en alusión al territorio, es la fiel constatación de la
experimentación por medio del ensayo y error, que implicó la
exploración en nuevas soluciones en torno a la arquitectura
residencial.
Esta vivienda, diseñada para la familia del propio arquitecto
Enrique Esteve, aún se encuentra en pie y aunque ya no
es de propiedad de la familia, afortunadamente no ha sido
intervenida, quizás por no estar en la zona de mayor demanda
comercial y siempre manteniendo su particularidad de pasar
desapercibida.
Su valor y relevancia en la arquitectura moderna de Temuco,
es ser el primer prototipo diseñado conjuntamente por los
arquitectos Ewald Wörner y Enrique Esteve, correspondiente
al denominado Casa A, donde se entrega el total protagonismo
a la cubierta, explorando en las soluciones formales,
espaciales, estructurales y técnicas asociadas a este modelo
que luego se replicarán y adaptarán en los proyectos futuros.
Un proyecto de inflexión.
INSERCIÓN URBANA Y RELACIÓN CON EL PAISAJE
El reconocimiento de la pluviosidad presente en Temuco, se
comenzó a atisbar en la obra de Wörner, en el proyecto de las
casas Gutiérrez (1959), conjunto de viviendas gemelas ubicadas
en calle Recreo, en las que se puede observar la decidida
intención de otorgar protagonismo a la cubierta, como elemento
98
que, por una parte, surge de las condiciones del contexto y por
otra, se integra armónicamente al paisaje. Este nuevo lenguaje
en desarrollo, no solo repercute en el exterior, siendo su impacto
también, en la nueva espacialidad interior que genera.
En continuidad a lo anterior, la Casa Esteve profundiza respecto
a lo que los autores venían proyectando hasta el momento,
decidiendo hacer de la cubierta el elemento único, prescindiendo
de la mayor cantidad posible de muros perimetrales, a través
de un gesto simple, reconocible y técnicamente factible. De esta
forma se concibe un volumen aislado unitario y rotundo, definido
por dos grandes aguas.
A diferencia de la Casa Jacobi, la Casa Esteve se ubica en lo que en
la década del 60 correspondían a barrios nuevos en pleno proceso
de urbanización y construcción de proyectos principalmente
residenciales, como es el caso de calle Porvenir, que se loteó en
sitios de 400 m2 aproximadamente. Es en este contexto en el
cual se emplaza la vivienda, en un sitio de 15 m de frente por 25
m de fondo, disponiéndose como un volumen aislado, de planta
rectangular en sentido oriente poniente.
Las cubiertas enfrentan las orientaciones norte sur, pero al ser
estas también “muro” requirieron de la apertura de algún vano.
La cubierta sur, sólo es interrumpida para dar cabida al acceso
y la cubierta norte; posee tres vanos discretamente perforados
para captar iluminación y asoleamiento para el estar comedor.
Las relaciones visuales con el entorno se dan a través de los
frontones oriente y poniente, donde este último posee además el
rol de relacionar espacialmente el área del estar comedor con el
jardín posterior.
Registro Casas Gutierrez,
calle Recreo Temuco. Fuente: Archivo
familia Wörner familia Esteve.
COMPOSICIÓN VOLUMÉTRICA E IMAGEN
La característica fundamental del proyecto, radica en la
simpleza volumétrica otorgada por la presencia de los planos
de cubierta como elementos definitorios de la geometría
unitaria de la vivienda, entregando tanto a la calle, como al
jardín, una precisa fachada triangular.
Un elemento clave en la composición, es el zócalo de
hormigón, que junto con ser parte del sistema de fundación,
se levanta hacia los costados para recibir las aguas de las
cubiertas, lo que otorga mayor liviandad al volumen en su
llegada al suelo.
En la configuración de los planos de cubierta, destaca el
detalle de que estos no son rectangulares, sino trapezoidales,
en este caso invertidos, siendo de dimensiones más largas en
la cumbrera y más angostos en su llegada al suelo (esto por
la disposición de sus tijerales), lo que otorga gran delicadeza
en su descenso, así como un sutil juego de sombras en los
frontones triangulares oriente y poniente. Similar detalle se
registra en los únicos tres vanos, igualmente trapezoidales,
presentes en la fachada norte y correspondiente a
perforaciones realizadas al plano de cubierta. Este delicado
encuentro de geometrías, que llevó a soluciones técnicas
inéditas realizadas in situ, son algunos de los detalles que
otorgan complejidad dentro de la simpleza de la propuesta.
ESPACIALIDAD Y FUNCIÓN
Sistema estructural y espacialidad se evidencian al unísono,
comenzando aquí a definirse un rasgo característico y
repetitivo. En este caso, el espacio libre y continuo interior
entregado por la secuencia de armaduras simples, permiten
hacer completamente habitable el interior. Esta flexibilidad
entregada por la estructura, otorga una mayor continuidad
espacial interior, lo que se advierte en la doble altura sobre
hall de acceso y la cocina integrada al estar–comedor,
concepto innovador para la época, recursos que otorgan
amplitud a lo compacto de la propuesta.
100
En su resolución funcional, se reconocen principios de
racionalización y optimización del espacio. Las circulaciones
se reducen al mínimo y se opta por un espacio flexible como
articulador, como el caso de sala de estar en segundo nivel.
Destaca la conformación del cuerpo central que constituye
el conjunto de chimeneas, único elemento vertical que
atraviesa ambos niveles, el cual posee una principal en
estar comedor de primer nivel, la que se inserta en un
tratamiento del muro completo y una chimenea menor
en el estar del segundo nivel. Este cuerpo, construido en
hormigón armado, corresponde al único elemento rígido
vertical, ubicado estratégicamente para organizar la
funcionalidad de la vivienda.
ESTRUCTURA Y MATERIALIDAD
La simpleza conseguida por el proyecto, surge
fundamentalmente por cómo éste es concebido
estructuralmente. Y lo es a través de un sistema mixto,
conformado por una estructura de tipo armadura de madera
simple y un sistema laminar plano.
La estructura de cubierta, se compone en base a tijerales
elaborados en madera de araucaria para conseguir
las longitudes requeridas, dispuestos en zigzag, que
arriostran en sentido longitudinal ambos planos de
cubierta. Se conforma así la triangulación y su propiedad
de indeformabilidad como base del sistema. La repetición
de los tijerales en zigzag, que dan forma a la volumetría,
permiten la generación de una membrana inclinada con la
resistencia estructural de un muro, que en este caso será
también cubierta.
Es tal la pregnancia de las nuevas cubiertas, que se cae
en cuenta de la necesidad de cuidar la caída de las aguas
lluvias, las cuales podrían sumar volumen y velocidad,
dañando incluso las fundaciones de la vivienda. Para
ello se propuso el zócalo, como elemento arquitectónico
101
Casa Esteve en la actualidad. Fuente:
Registro propio. 2021
en hormigón, que protege del terreno la estructura y el
revestimiento de tejuela de las cubiertas, incorporando
solución para conducir las aguas lluvias fuera del área de
las fundaciones. Por otra parte, se presenta como soporte
para recibir y estabilizar los elementos de madera que
conforman la estructura de la cubierta.
Casa Esteve en década del 60. Fuente:
Registro familia Esteve.
Doble altura sobre acceso y área
escalera Casa Esteve. Fuente:
Registro propio. 2021
Estructura de techumbre a la vista
Casa Esteve. Fuente: Registro propio.
2021
104
Planimetría original Casa Esteve.
Fuente: Archivo familia Wörner. 2018
105
3. Iglesia Sociedad Evangélica41 (1964)
La materialización de un pensamiento
Ewald Wörner / Enrique Esteve
Esta obra no solo fue seleccionada por ser la más citada en las
entrevistas realizadas para esta publicación, hecho que ya nos
entregó señales de su relevancia, sino también por representar
la síntesis, la materialización del pensamiento que se venía
madurando por Wörner y Esteve respecto a una modernidad
apropiada, y que esta vez se concreta ya no en una vivienda,
sino en un equipamiento.
El cambio a una mayor escala y una ubicación estratégica en
el tramo consolidado de Avenida Alemania, son características
del proyecto, que hoy leemos como una oportunidad que se
presenta a los entonces jóvenes arquitectos (Wörner 36 y
Esteve 28 años respectivamente) de visibilizar a través de una
obra con mayor presencia en el espacio urbano, los principios
que creyeron apropiados trabajar en una arquitectura con
pertinencia local.
INSERCIÓN URBANA Y RELACIÓN CON EL PAISAJE
El prisma triangular, que surge del reconocimiento de
la lluvia como factor constante del lugar, ya comienza a
considerarse como una de las operaciones esenciales para
una relación coherente con el medio. Y tal como se señaló
en la Casa Esteve, esta volumetría se integra armónicamente
al paisaje, situación que en este caso es reforzada con la
incorporación de recursos como el zócalo de piedra, el que
consigue dar un gran peso visual al basamento del volumen,
buscando fundir la obra al terreno, aminorando el nivel de
contraste con el entorno.
41 Su nombre original es Erloeser
Kirche Deutscher Missionsbund
(Iglesia Salvadora de las Misiones
Alemanas), el cual se ve registrado
en una placa exterior, aún existente.
La obra se emplaza de forma aislada en un terreno amplio,
enfrentando en su deslinde norte a la Avenida Alemania,
hacia donde dispone un antejardín, liberando hacia su
deslinde oriente un área libre a modo de atrio que relaciona
con el espacio público de la acera, permitiendo el acceso a
106
dependencias posteriores y generando una apertura visual
que le otorga mayor realce a la obra, consiguiendo su
contemplación total.
COMPOSICIÓN VOLUMÉTRICA E IMAGEN
Si bien el destino y la escala son diferentes al caso anterior,
se evidencia la continuidad en la búsqueda por conseguir una
propuesta donde espacio y estructura funcionan como un solo
sistema, concebidos simultáneamente, y que, en este caso,
la expresión material, viene a reforzar las intenciones del
proyecto.
La obra presenta dos sistemas volumétricos claramente
identificados, el zócalo ataludado, de expresión maciza,
ejecutado en hormigón y piedra, el cual sostiene a los
planos plegados ejecutados en madera, que definen la
clara volumetría de prisma triangular que contiene la nave
interior.
Los planos de la cubierta principal y el talud del zócalo,
mantienen la misma inclinación, permitiendo en conjunto
componer el gran prisma triangular que caracteriza la
imagen del proyecto, el cual se presenta hermético, robusto,
evocando su condición de refugio y contención comunitaria.
ESPACIALIDAD Y FUNCIÓN
En coherencia a su expresión volumétrica, interiormente,
el zócalo y los planos plegados de cubierta, configuran un
espacio unitario, el cual define claramente dos escalas, las que
simbólicamente se podrían interpretar como una humana o
terrenal, a nivel del zócalo, pesado, pétreo, bajo; y otra divina,
a nivel de la bóveda de tijerales de madera, liviana, luminosa,
alta.
El zócalo se habita, lo que comienza a advertirse en el
recorte que se le realiza para generar el acceso a la nave,
denotando su espesor. Interiormente se ataluda levemente
en sentido contrario a su cara exterior, en coherencia a su
107
función estructural. Por otra parte, los planos plegados de
cubierta y que descansan sobre el zócalo, dejan a la vista los
largos tijerales que la conforman. Finalmente se observa la
presencia de una cornisa superior sobre el zócalo, la cual
refuerza la intención de contrastar ambas escalas presentes
en la nave.
Funcionalmente, el sistema estructural – espacial propuesto,
permite el uso libre del espacio, otorgando total flexibilidad
respecto a formas de ocupación del interior.
ESTRUCTURA Y MATERIALIDAD
El zócalo evita el desplazamiento de los planos de cubierta
hacia los costados, manteniendo la estabilidad de la forma y
disminuyendo el esfuerzo de las uniones entre los elementos
que conforman los tijerales. Construido en hormigón y
piedra, destaca por su masa, conteniendo en su base al
exterior, solución para captación y canalización de aguas
lluvias.
Para la estructura de cubierta, se reitera el sistema utilizado
en la Casa Esteve, esta vez a una escala mayor, estableciendo
una armadura conformada en base a tijerales, dispuestos en
zigzag, que arriostra en sentido longitudinal ambos planos
de cubierta, dejándolos a la vista. Interiormente el cielo está
revestido en madera nativa, contrastando con la expresión
del zócalo.
108
Iglesia Sociedad Evangélica.
Fuente: Registro propio. 2018
110
Planimetría original Iglesia Sociedad
Evangélica. Fuente: Archivo familia
Wörner. 2021
111
112
Planimetría original Iglesia Sociedad
Evangélica. Fuente: Archivo familia
Wörner. 2021
113
4. Casa Wörner (1965 -1970)
La exploración
Ewald Wörner
La icónica “Casa Estrella” como fue llamada popularmente,
correspondió al proyecto realizado por el arquitecto para su
propia residencia familiar, expresando su intensa búsqueda
por la coherencia entre estructura, función y forma, donde
nuevamente con la cubierta como elemento fundamental,
explora con un sistema de elementos desde los cuales la
casa literalmente cuelga.
De los antecedentes recopilados para esta publicación, solo
en esta obra tuvimos el agrado de encontrarnos con un
relato del propio autor respecto a su proyecto, su casa, no
pudiendo ser nadie mejor quien la presente:
En el comienzo la idea era que la casa fuera un
gran techo, lo más sencillo posible. También estaba la idea
de levantarse del suelo para evitar la humedad y la idea de
buenos aleros para proteger ventanas y muros del agua y el
viento. Pero el gran techo a dos aguas había que abrirlo para
obtener luz y sol y empezó el trabajo con los “cucuruchos”…
Hasta que nació la idea de usar la forma geométrica.
Lo demás fue cosa de conciliar al máximo estructura y
función y resolver en la forma más limpia y clara posible los
espacios y detalles constructivos. Fue bastante trabajo, creo
que alrededor de un año antes de empezar la obra y después
durante los 4 años que duró la construcción, tiempo en que
se modificaron y solucionaron muchas cosas. También la
idea de conservar la hermosa araucaria dio bastante que
hacer. Fue una tarea excitante y confieso que muchas veces
estuve angustiado pensando que era una “tontería” lo que
construía. Todavía no estoy muy seguro de lo contrario,
pero nos sentimos bien en nuestros “cucuruchos”,
podemos estar juntos, pero también independientes si
queremos, las terrazas permiten aprovechar el aire aún en
los días húmedos y lluviosos y en las noches de temporal
es reconfortante pensar como el agua escurre rápida y
silenciosamente por los empinados techos.
Ewald Wörner (1975) Publicación Obra Revista
Auca N° 28
114
En palabras de Bruno Wörner, hijo del arquitecto, define el
proceso de su padre en este periodo como “ir descubriendo
la casa en la medida que la fue haciendo”
La obra que más admiro de mi padre es la casa en
que viví. Uno se pregunta ¿Cómo la logró llegar a pensar,
a concebir? Es una obra delirante, logró realmente colgar
una casa del techo42.
Lamentablemente una breve vida tuvo tan magistral
proyecto, pues a solo 20 años de ser terminada, en 1990,
fue demolida para la construcción de un centro comercial,
perdiendo la ciudad de Temuco, uno de los referentes más
destacados de arquitectura con rasgos originales.
42 Bruno Wörner Muxica, arquitecto,
hijo de Ewald Wörner, en
entrevista con el autor, 04 de mayo
de 2021.
INSERCIÓN URBANA Y RELACIÓN CON EL PAISAJE
En el centro de un terreno en Avenida Alemania de 1500
m2, de 30 m de frente y 50 m de fondo, la vivienda se
emplaza de forma aislada, manteniendo una amplia área
libre, especialmente hacia su antejardín, otorgando la
perspectiva suficiente para permitir la percepción y
contemplación de la obra desde el espacio público de la
calle.
Es la cubierta el elemento fundacional, que reconoce
a través de su morfología las condiciones climáticas del
lugar, principio elemental ya de su obra, entregando un
cuerpo que dialoga en armonía con el medio, al considerar
también otros recursos de integración al paisaje inmediato,
como la incorporación al proyecto de una araucaria
existente, organizando el emplazamiento y el diseño de
planta para este fin.
Por otra parte, la decisión de levantar el área privada de
la casa, libera el primer piso, permitiendo la continuidad
del jardín por debajo de la losa, generando espacios
intermedios, que, por una parte, responden a motivos
prácticos, como aislar de la humedad del terreno y por
otra, graduar la relación con el entorno del predio. Este
último recurso, muy en la línea de los principios modernos
115
tradicionales, y del concepto japonés asociado a la relación
paulatina con el paisaje.
COMPOSICIÓN VOLUMÉTRICA E IMAGEN
La estructura de orden de la composición se basa en dos
módulos intersectados, configurados a partir de un gran
plano cuadrado, el cual se pliega respecto a su trazado
geométrico de diagonales y puntos medios, adquiriendo
una condición tridimensional, de esta forma, cada cubierta,
se entiende como un gran plano plegado, elemento formal
principal de la propuesta.
Cada plano plegado contiene el volumen programático,
siempre retraído, con la finalidad de asegurar aleros y
espacios intermedios, por tanto, como imagen de proyecto,
siempre destaca la presencia imponente de las cubiertas,
de tonalidades oscuras por el revestimiento de tejuela,
asomando más atrás, los volúmenes contenidos, en
colores claros o transparentes. Así también el recurso del
revestimiento interior de la cubierta en madera nativa en
tonalidad clara, destaca aún más su corporalidad.
En fachada, la composición se define en dos alturas
desfasadas, donde uno de ellos se sostiene de los apoyos
que genera los puntos de la cubierta al llegar al suelo,
además de tensores de los cuales se cuelga, este recurso
otorga una expresión de gran liviandad al proyecto, junto
con permitir áreas libres a nivel de suelo que se relacionan
con el jardín y espacios intermedios bajo las cubiertas,
como terrazas.
ESPACIALIDAD Y FUNCIÓN
En el espacio de intersección de ambos volúmenes se
ubica el área de hall de distribución y escaleras, en base
a un sistema de medias alturas, desde el cual se organiza
el programa en cinco plantas. De esta forma, a partir
de un punto de acceso, es posible descender medio piso
hacia zona servicio, donde se ubican: baño de visitas,
116
bodega, despensa, y taller, o comenzar a subir en tramos
de medio piso al Nivel 2: Estar comedor, cocina; Nivel 3:
Dormitorio principal, dormitorio de visitas y baño; Nivel
4: Dormitorios y baño; Nivel 5: Buhardilla.
A pesar de la sobreposición de niveles, la espacialidad
interior que entrega el plano plegado de la cubierta se logra
percibir desde diferentes recintos, haciendo permanente la
percepción de una envolvente continua y unitaria.
Es destacable la evidente intención por configurar una
serie de espacios intermedios, referidos a la proyección de
recintos interiores hacia terrazas, acotadas por las mismas
cubiertas, de las cuales estas cuelgan. Bajo el volumen, otra
serie de espacios intermedios da cabida a conformación de
áreas de permanencia, de juego o estacionamientos.
ESTRUCTURA Y MATERIALIDAD
Si algo caracteriza la obra de Ewald Wörner, es su concepción
desde la estructura, y el caso de este autoencargo, es quizás
el más emblemático en este aspecto. Por cerca de cinco años
se extendió el proceso de diseño y construcción, el cual
comprendió desde la elaboración de modelos de alambre
para visualizar la estructura, iniciando con el dibujo de
planos estructurales antes de los arquitectónicos, hasta
la construcción de la obra. Se dedicó especial atención al
aprovechamiento de cada rincón que la geometría de la
vivienda entregó, destacando el impresionante número
de muebles y elementos ejecutados en obra, al igual que
el diseño de puertas, al existir principalmente vanos con
vigas diagonales encima, entre otras particularidades del
proyecto.
Dos núcleos conforman la base de la estructura, que se
desarrolla en dos plataformas a distintos niveles, dejando
en evidencia el uso práctico y preciso del hormigón
armado, muros rectos y verticales como sustento, y por
otro un entramado de piso en perfiles de acero.
117
Por otra parte, la estructura de cubierta, que permite
la composición de plano plegado, es conformada por
una serie de triangulaciones planas que en su conjunto
definen una estructura tridimensional, la cual si bien
evidencia una simpleza del sistema debe considerarse la
necesidad de rigor en la solución constructiva de uniones
y terminaciones.
Las aristas y ciertas piezas clave de los planos de cubierta,
se conforman en acero, principalmente por su desarrollo,
además de servir como apoyo de entrepiso en puntos
específicos. En los extremos de las cubiertas, se dispusieron
tensores de una pulgada de los cuales colgaban las losas de
las terrazas, las cuales tenían apenas cinco cm de espesor.
Casa Wörner en décadas del 70 y 80.
Fuente: Archivo familia Wörner. 2021
118
Casa Wörner en décadas del 70 y 80.
Fuente: Archivo familia Wörner. 2021
120
Casa Wörner en décadas del 70 y 80.
Fuente: Archivo familia Wörner. 2021
Casa Wörner en décadas del 70 y 80.
Fuente: Archivo familia Wörner. 2021
121
122
Planimetría original Casa Wörner.
Fuente: Archivo familia Wörner. 2018
123
5. Centro Comunitario Iglesia Evangélica
Luterana (1971-1972)
La consolidación de un lenguaje
Horst Baumann / Ewald Wörner
El volumen del centro comunitario, resulta ser el más visible,
al ser el que enfrenta a Avenida Alemania, pero el proyecto
estaba compuesto también por las oficinas pastorales, la
casa del pastor, áreas de hospedaje y sala de reuniones. Todo
el conjunto, maneja el mismo lenguaje, adoptando para las
áreas de residencia la clara tipología de proyectos anteriores,
consiguiendo conjugar armónicamente con el cuerpo principal,
que concentraría el protagonismo, por su escala y rol.
Esta obra resulta hoy clave para la comprensión del período
en que se ha concentrado el presente estudio, por diversas
razones. Primero, sus autores, figuras clave de una nueva
arquitectura local, a quienes se puede considerar como sus
mayores precursores, influyendo de modo significativo en el
ejercicio posterior de la profesión en La Araucanía. Segundo,
evidencia la síntesis de un lenguaje que se fue consolidando,
expresando elementos y operaciones depuradas. Y tercero,
su vigencia, que da cuenta de una apropiada concepción y
adaptación al medio, donde afortunadamente, su excelente
estado de conservación y pertinencia de sus intervenciones
posteriores, han puesto aún más en valor su notable
arquitectura.
INSERCIÓN URBANA Y RELACIÓN CON EL PAISAJE
El conjunto se emplaza en un terreno ubicado en Avenida
Alemania, de 2.500 m2 aproximadamente, cuando este sector
aún mantenía un uso totalmente residencial, por tanto, la
incorporación de un equipamiento de una escala intermedia,
sin duda generó la conformación de un nuevo referente en
el paisaje, que se mantiene hasta la actualidad, ya no por su
escala, sino por su valor patrimonial y morfología única en la
imagen urbana de una de las principales avenidas de la ciudad.
124
Es notable, aprovechando la disponibilidad de terreno, la
decisión de emplazar el conjunto estableciendo un antejardín
de 12 m, reconociendo que la escala e impronta de la obra
requería de una distancia mayor para la relación armónica con
su entorno y en particular hacia el espacio público inmediato.
Esta situación, pensada o no por los arquitectos, es uno de los
atributos de la obra que le ha permitido mantener su vigencia,
logrando aún una digna distancia del caos que actualmente
acontece en la acera que enfrenta.
El volumen se emplaza de forma aislada, desplazado
levemente hacia el deslinde poniente, con la finalidad de
conformar un área libre que relaciona con el espacio público
de la acera y permite el acceso a dependencias posteriores,
estrategia ya utilizada en la Iglesia de la Sociedad Evangélica.
Este espacio fue intervenido recientemente, conformando un
atrio y rediseñando las áreas duras por medio de un trabajo
de pavimentos que dialoga con la geometría de las fachadas
del edificio, una intervención acertada, que reinserta la obra
al paisaje, desde el diseño de su espacio público.
COMPOSICIÓN VOLUMÉTRICA E IMAGEN
En directa relación con el punto anterior, la geometría
del triángulo, ya evidenciada en las obras previamente
analizadas y la que claramente es parte de la esencia de la
relación con el paisaje, en este caso evoluciona complejizando
su morfología. Aquí encontramos una composición que se
estructura en base a una secuencia repetitiva y modular,
del plegamiento de la cubierta, al unísono con definición de
vanos y paramentos en las fachadas, en un efecto espejo.
Esta repetición en tan riguroso orden e intencionalidad,
junto con entregar un volumen de mayor extensión y único
en su morfología, constituye un nuevo referente, por su
expresividad e imagen.
ESPACIALIDAD Y FUNCIÓN
El proyecto se concibió a partir de una nave regular de planta
cuadrada de 18 x 18 m, que en su propuesta original debía
125
albergar diversas actividades de la Comunidad Luterana de
Temuco, algunas colectivas que requerirían de la totalidad
del espacio y otras menores o simultáneas. Por tanto, la
principal característica de la obra, en relación a los anteriores
referentes, dado su programa, es su condición de espacio
flexible y multifuncional, para lo cual la respuesta estructural
propuesta resultaba clave, a fin de evitar elementos que
entorpecieran la utilización del espacio.
Esta condición de espacio homogéneo y capaz de entregar
una calidad espacial similar, independiente a la ocupación
o subdivisión que se haga de su interior, a través de las
subdivisiones temporales que se generen, se consigue con
mantener una altura regular de la nave y una composición de
fachadas homogéneas en todas las orientaciones, situaciones
que, al momento de utilizar el espacio en su totalidad,
potencian su percepción de espacio unitario.
ESTRUCTURA Y MATERIALIDAD
En esta obra se expresa claramente la tipología de
estructuras plegadas o laminares, a modo de un trabajo de
papiroflexia a escala real, donde los pliegues de la cubierta,
que se extienden en ambos sentidos de la superficie,
generan una estructura extremadamente resistente, la
cual se manifiesta espacialmente en el interior del recinto,
revestida con un entablado de madera.
La levedad de la estructura de cubierta conformada de acero
y madera, se hace aún más sutil, una vez que esta se apoya
en muros arriostrantes de hormigón armado de forma
triangular, que evitan el desplazamiento horizontal de la
cubierta, y que por lenguaje arquitectónico y funcionalidad
estructural asoman como contrafuertes en los extremos del
volúmen.
Es permanente la presencia de la figura geométrica del
triángulo, como lenguaje formal en los diversos elementos
compositivo–estructurales de la obra, aspecto a destacar
considerando el concepto de indeformabilidad de esta figura,
estudiada y trabajada desde sus diferentes posibilidades, en
particular por Ewald Wörner.
126
Centro Comunitario Iglesia Evangélica
Luterana. Fuente: Registro propio.
2018 - 2021
Centro Comunitario Iglesia Evangélica
Luterana. Fuente: Registro propio.
2018 - 2021
Centro Comunitario Iglesia Evangélica
Luterana. Fuente: Registro propio.
2018 - 2021
129
130
Planimetría original Centro
Comunitario Iglesia Evangélica
Luterana. Fuente: Archivo familia
Wörner. 2018.
131
REFLEXIONES
FINALES
132
La labor de entendimiento y apreciación de los valores
existentes en la arquitectura regional en estudio, nos
llevó a buscar fuentes testimoniales de primera mano
con la finalidad de poder aproximarnos de un modo más
cercano a la experiencia proyectual de algunos arquitectos
regionales que fueron representativos (Baumann, Wörner,
Esteve, Vidal, por citar algunos). Para ello se dieron lugar
una serie de entrevistas, cuyo contraste y cotejo con
la información planimétrica, además del análisis de la
bibliografía disponible y la observación de obras aún en
pie, arrojaron una serie de reflexiones, cuestionamientos y
hallazgos que buscamos compartir en el ánimo de contribuir
a la discusión de los desarrollos de la arquitectura moderna
en Chile, y en especial, del observado fuera de Santiago y
desde una mirada local.
133
1. Vínculos entre La Araucanía y la modernidad
El vínculo que se da entre la arquitectura moderna y esta
región se produce de un modo más profundo del aparente, y
es que La Araucanía es hija de la modernidad. Fue la sucesión
de hechos acaecidos en Chile en la segunda mitad del s. XIX
(líneas de ferrocarril, migraciones campo-ciudad, adquisición
de una mentalidad higienista, llegada de tecnología a la vida
cotidiana, proceso de expansión económica a través de la
explotación salitrera en el norte, la necesidad de nuevas
tierras para cultivos cerealeros, la conformación de un ejército
experimentado después de las campañas exitosas en la Guerra
del Pacífico, etc.), los que trajeron como consecuencia la reocupación
de este territorio mediante una serie de movimientos
de gestión político-económica. Tales gestiones iban revestidas
de un discurso redentor que veía en el desarrollo y el progreso
los argumentos que justificaban la intervención -política,
cultural y económica- convenientemente necesaria para el
Estado de Chile.
El surgimiento de la nueva región era la concreción de un
discurso de modernidad, de progreso y desarrollo, a una
velocidad que daba cuenta del fenómeno moderno en una
modalidad que le diferencia del proceso de poblamiento de
las regiones adyacentes. La región del Biobío tiene un origen
y desarrollo paralelo al de Santiago (período colonial), en
tanto que más al sur, en las zonas de Valdivia, Llanquihue y
alrededores, la colonización se dio de un modo que más bien
recordaba los valores del romanticismo alemán, del cual solo
se conservaban ciertos estertores en una Europa que ya estaba
abrazando la vertiginosidad de la vida moderna, más cercana
a la realidad que vio La Araucanía al ir consolidándose su
poblamiento a fines del s XIX.
En el imaginario historiográfico se ha asentado la idea de
una ocupación que respondía a motivaciones principalmente
económicas -tanto de intereses estatales como privados-,
obviando que tales intereses operaban dentro de un marco
de entendimiento de la sociedad que ya se basaba en
premisas modernas, pero carentes de un marco de expresión
134
formal-estilística que acusara su presencia. Por lo tanto,
cuando hablamos de arquitectura moderna en la región, en
realidad estamos refiriéndonos a una segunda manifestación
de la modernidad, pero esta vez operando bajo la legibilidad
de un lenguaje arquitectónico.
2. Modernidad inconsciente
Sin embargo, la propia modernidad que, si bien se
manifestaba con fuerza en el Chile de la segunda mitad
del s. XIX en una febril actividad productiva y de ascenso
económico que veía en Europa el referente a seguir, era una
modernidad aún inmadura en cuanto a su expresión formal
consciente. Conocidos son los ejemplos de innovaciones
técnicas, proezas ingenieriles y divagaciones artísticas que
poblaron la imagen de las ciudades en Europa y América.
Común resulta observar una presunción sobre la
modernidad: la de concebirla como un fenómeno consciente.
Ciertamente puede serlo en cuanto a la aspiración de ser
moderno (en este caso, un Estado, la sociedad chilena
urbana), pero la modernidad, en su dimensión sociocultural
-y más aún, vivencial- considera una serie de avatares que
suelen escapar tanto de la comprensión de sus protagonistas
como de una planificación previa. Tal fue el caso descrito
en la reflexión anterior; la del surgimiento de una región43
como producto de la operación de factores propios de la
modernidad44, pero sin que hubiera necesaria conciencia de
aquello.
Esta situación se repite en la obra del grupo de arquitectos
que son objeto de este estudio. No dejó de ser llamativo
el hecho que durante el proceso de entrevistas efectuadas
tanto a colegas como a los hijos de los arquitectos cuya obra
fue revisada (hijos que eran, a su vez, arquitectos como sus
padres) nos encontrábamos con una respuesta común: la
de no considerar las obras en estudio como arquitectura
moderna o la de no considerarles como arquitectos
43 Al usar la expresión “surgimiento
de la región” podría interpretarse
como un desconocimiento de la
existencia previa del Wallmapu, sus
habitantes y su cultura (mapuche),
como si se hiciera eco de los postulados
“civilizadores de la campaña
de Pacificación” que concebían la
cultura indígena como un primitivismo
homologable a una tabula
rasa. Nada más lejos de la realidad.
La referencia es al surgimiento de
un nuevo territorio-región bajo
control del Estado de Chile, con
evidencia en la presencia de nuevos
habitantes, aparición de ciudades y
presencia de instituciones de organización
social público-privadas.
44 Cabe señalar que más que
factores propios de la modernidad,
esta última es un fenómeno que
conjuga factores que siempre han
estado presentes en la historia de
Occidente, pero lo que los hace modernos
es el expresarse -o más bien
concebirse- bajo una modalidad
diferente y característica, en la que
la disolución de la idea de unidad
como sustancia da paso al sujeto
como protagonista o referencia
bajo la cual la modernidad funda
su sentido.
135
45 La atribución a Octavio
Sotomayor como autor de este
proyecto recae en Eliash y Moreno
(1989, 68). Sin menoscabo de lo
anterior, la DOM de la Municipalidad
de Temuco conserva un legajo de
planos de 1963 en donde se señala
como arquitecto del proyecto a
Fernando Mena.
46 Así se refería, por ejemplo,
Cristian Fernández Cox (Premio
Nacional de Arquitectura) al
recordar sus tiempos de estudiante
en la Universidad Católica de Chile.
Desde la quema de los ejemplares
del Vignola al interior del campus
hasta su desazón de cómo el propio
maestro al cual ellos siguieron como
estudiantes (Le Corbusier) daba la
espalda a sus propios dogmas con el
proyecto de la Capilla Notre Dame
Du Haut, en Ronchamp (1950-1955)
(N. del A.).
modernos. Cada vez que se preguntaba a los entrevistados
por obras modernas que ellos reconocieran en Temuco o
La Araucanía, citaban inmediatamente al Banco del Estado
(obra de Octavio Sotomayor45 con inconfundibles rasgos
propios de Le Corbusier) y a lo sumo, algunas obras de Horst
Baumann, especialmente aquellas de mayor envergadura
y en donde el hormigón fuera el protagonista. Todos los
antecedentes apuntaban a que ni siquiera ellos mismos
se consideraban arquitectos modernos, lo cual motiva un
necesario cuestionamiento ¿hasta qué grado es posible
asumir como arquitectura moderna a una obra cuyo autor y
sus cercanos no la reconocían como tal?
La respuesta bien podría asociarse con esta inconsciencia
propia de la modernidad y que ya fue evidenciada en el
proceso de ocupación de la región. Desde Luhmann a
Berman, a la modernidad se la ha tildado de polifacética,
contradictoria y paradójica. A veces se manifiesta de modo
explícito, declarado y de una fácil legibilidad en su expresión
tangible, como lo fue en el período de la modernización de
la burocracia, la SCEE, la SCEH, etc. desde la década del
20 (Constitución de 1925), en una modalidad asimilable a
las distopías orwellianas de 1984, con un poder central auto
reconocido como supremo protector y con claro control,
reconocible, uniformado, planificado. Sin embargo, la
modernidad también se expresa en lo vertiginoso, en una
libertad ilusa, o en el hábito constante que acaba en una
alienación. El estar imbuido dentro de algo -una sociedad
moderna en este caso- provoca la pérdida de perspectiva,
la pérdida de referencias o, más bien, el dejar de reconocer
como tales a las referencias que nos acompañan. Fue la
situación de las Escuelas de Arquitectura en los 50, en
las cuales se era testigo de cómo el propio Le Corbusier
vulneraba sus propios estatutos declarados en las décadas
anteriores46, pero pese a ello, se continuaba con la inercia de
proseguir con los modelos de enseñanza ya implementados,
reconociendo una pérdida de valor en la etiqueta de “lo
moderno” y por lo mismo, tomando cierta distancia con tal
adjetivo.
136
3. La influencia de la Escuela de Arquitectura
de la Universidad de Chile
En la tarea de ir reconociendo relaciones entre los distintos
estudiados, a objeto de dilucidar la existencia de influencias,
jerarquías o eventuales “linajes” posibles de determinar
en ellos, se logró establecer que una de las causas de
la existencia de ciertos patrones comunes en las obras
estudiadas se dio en primer lugar por tener un alma mater
en común: la Escuela de Arquitectura de la Universidad de
Chile. Una escuela que, de acuerdo a la percepción de los
entrevistados, se caracterizaba por una formación centrada
en lo pragmático más que en los referentes teóricos. Un
significativo hecho lo constituyó la reforma del Plan de
Estudios de la enseñanza de la arquitectura en 194647. Una
reforma precedida por una huelga durante 1945, crispada por
los hechos bélicos en Europa e impulsada por una generación
de estudiantes inquietos que estaban influenciados por la
generación del 33 (Gebhard, Parraguez y Borchers, entre
otros), la cual exigía un giro en la formación, orientándose
a un compromiso mayor con las problemáticas sociales y
culturales de entonces (densificación urbana, salubridad,
vivienda colectiva), como ejemplos de temas abordados
en los talleres y en los proyectos de título posteriores a la
reforma, ya en la década de los cincuenta. Será materia de
profundizaciones posteriores corroborar si efectivamente
había una preeminencia de lo primero por sobre lo segundo,
pero al menos los testimonios son claros en advertir que la
influencia del Taller, el rigor técnico y el sentido pragmático
como principio rector en los diseños eran lo más recordado
del paso de ellos por la universidad, mismos aspectos que
fueron resaltados por los sucesivos CIAM desde 1928 y que
fueron dejando una huella en las metodologías de formación
en arquitectura de las que los mismos estudiantes no
tuvieron tan clara conciencia en los años posteriores.
47 1946 es también el año en que se
oficializa la presencia del CIAM en
Chile. Fue en la sede del Colegio de
Arquitectos en donde se da lectura
a una carta firmada por Richard
Neutra -quien entonces presidía
CIAM-, en la que instaba a los arquitectos
chilenos a conformar una
filial en el país. El comité organizador
de esta filial fue conformado en
parte por Enrique Gebhard y Waldo
Parraguez, mismos arquitectos que
fueron referentes para los estudiantes
que presionaron por la reforma
del Plan de Estudios de Arquitectura
en la Universidad de Chile.
Este hecho guarda directa relación con el fenómeno de
la modernidad inconsciente, en la medida que el aludido
pragmatismo proyectual se convirtió en el medio de
dar continuidad a ciertos preceptos característicos de
137
48 Cuando nos referimos a cubiertas
inclinadas como expresión
formal, aludimos a ángulos superiores
a 35% , siendo cubiertas que
llegaban al suelo o, al menos no a
un paramento no vertical, sino que
a un basamento que seguían líneas
de diseño basadas en el triángulo
(véanse como ejemplos las iglesias
luteranas de Wörner y las casas A
de Esteve/Wörner).
la arquitectura moderna y que guardaban relación con
el entendimiento de una austeridad en el diseño como
consecuencia a la prioridad dada tanto a la respuesta
estructural-constructiva como a la programática. ¿Y la
teoría, los estilos, la dimensión simbólica? Definitivamente
no eran tema, al parecer no en la Escuela de Arquitectura
de la Universidad de Chile de los 50 y 60, y menos aún en la
generación de arquitectos de la región que ahí se formaron.
La imagen se fue modelando entonces por las soluciones
que el medio contextual imponía a cada encargo, siendo
las cubiertas inclinadas una de las primeras concesiones
formales reconocibles48 que estos arquitectos asumieron en
la lógica de una mejor respuesta a la gran carga pluvial del
sur de Chile, pero reiterando que las acusadas pendientes de
las nuevas cubiertas eran la consecuencia de una concepción
geométrica -el triángulo- que dotaba a la estructura de
una excelente rigidización, una indeformabilidad que fue
estetizada y devino en imagen arquitectónica.
Ciertamente el pragmatismo proyectual no implica una
necesaria modernidad arquitectónica. Bástenos revisar el
repertorio de arquitecturas presentes en el sur de Chile y
Argentina (con claras reminiscencias de la Suiza y Austria
alpinas) o del centro y norte de Europa, y descubriremos
abundancia de ejemplos, y más antiguos, de soluciones de
diseño pragmáticas, con cubiertas muy inclinadas y que
se acercan más a una tradición constructiva que a una
modernidad. Tampoco podemos desconocer cierta impronta
wrightiana (muy del estilo de las Prairie Houses, o el
American Craftsman de Gustav Stickley), principalmente en
la obra de Carlos Vidal, quien era un reconocido admirador
de la obra de F. Lloyd Wright. Pero pese a que la originalidad
pueda ser cuestionable ante la abrumadora cantidad de
referencias previas con similitudes formales, hay una
incuestionable búsqueda que traza un derrotero propio,
caracterizado por una pulcritud en la que el arquitecto se
funde con el constructor y con el artesano.
138
4. Reconocimiento de dos periodos
Se advierten con claridad dos periodos que sintetizan cada cual
un modo de expresión arquitectónica, y cada cual con un notable
exponente. La primera etapa se puede delimitar en el período
comprendido entre 1951-196449, coincidente con dos obras que
se revelan como importantes hitos de la arquitectura regional: el
Gimnasio del Instituto San José (1951) obra con la cual se inaugura
la serie de obras de Horst Baumann que definen su impronta.
Es aún la época en que la arquitectura moderna se plasmaba en
obras de gran escala, con presencia imponente acentuada por el
uso del hormigón armado. Arquitectura de grisácea severidad
que mantiene una línea de similitud directa con los principales
referentes de la arquitectura moderna importada de Europa.
La segunda época podemos reconocerla a partir de 196450 con
la Iglesia de la Sociedad Evangélica, obra de la dupla Esteve-
Wörner, se caracteriza por una generación de arquitectos que
ven en la madera un material que permite una aproximación
más “artesanal” al diseño. El cambio del hormigón a una mixtura
donde la madera cobraba un rol de mayor protagonismo está
representada por Enrique Esteve y Ewald Wörner y la elegante
austeridad con la que abordan la arquitectura en esta segunda
época. Las cubiertas muy inclinadas cuyos faldones se extienden
hasta el suelo -o en su defecto, apoyadas en elementos basales de
planos inclinados-, más las triangulaciones como elementos de
composición pregnantes en una impronta arquitectónica, fueron
un sello característico de las nuevas obras en la región. Ewald
Wörner y Enrique Esteve son recordados como referentes por
el rigor técnico y el pragmatismo proyectual implícito en sus
creaciones.
49 Como toda delimitación en el
ámbito de la arquitectura, los años
son aproximados y fueron considerados
mediante el reconocimiento
de obras que marcaron puntos de
cambio, de inflexión, en el diseño
de arquitectura observado en La
Araucanía. El periodo mencionado
es coincidente con lo que plantea la
literatura consultada, pues sitúa en
1965 el año donde se reconoce un
umbral de límite (siempre en modo
referencial) que marcaba el término
del periodo de hegemonía del lenguaje
moderno en arquitectura.
50 Si bien hay atisbos previos,
como lo fue en Temuco la Casa
Esteve (1962), o las Hosterías de
Ancud (1960) y de Castro (1962)
ambas de de Emilio Duhart, es en la
Iglesia de la Sociedad Evangélica de
la dupla Esteve-Wörner (1964) en
donde se logra evidenciar la síntesis
arquitectónica que caracteriza esta
nueva etapa.
En este segundo período, que encuentra en el terremoto de 1960
un ambiente proclive al fomento de la actividad edificatoria
en el sur de Chile, es en donde encontramos al grueso de los
arquitectos que fueron sujetos de estudio en esta publicación.
Desde el interior de este nuevo período, concebible como una
nueva matriz de diseño es donde radica esta modernidad
inconsciente mencionada líneas arriba, una modernidad que no
solo hemos de encontrarla en su expresión formal arquitectónica,
139
sino además -o más bien- en un contexto nacional de fuerte
política de inversión pública orientada a la reconstrucción,
fortaleciendo el pragmatismo como principal rasgo distintivo
en estas nuevas generaciones de arquitectos al estilo de Ernst
Neufert y otros en la experiencia de reconstrucción alemana de
posguerra, redituando una catástrofe nacional en promoción de
una arquitectura más fácil de estandarizar o de abordar desde
materiales más accesibles en el sur del país.
Hay algunos hechos que merecen ser destacados. Por una parte,
el parentesco entre Baumann y Wörner, sus escasos años de
diferencia en su periodo formativo en la universidad invitan
a profundizar en la búsqueda de elementos de conexión más
subyacentes entre sus arquitecturas. Por otro lado, Ewald
Wörner formó con Enrique Esteve una dupla de trabajo que
logró reforzar las competencias comunes y líneas de diseño
afines, aportando con notables contribuciones al desarrollo de
una impronta arquitectónica regional.
Horst Baumann plasmó en su obra una potente rusticidad, un
trabajo en hormigón de severo carácter y tuvo su contrapunto
con la pulcra elegancia de la obra de Ewald Wörner, en quien
se logran conjugar -en un perfecto equilibrio- una imagen de
arquitectura que es síntesis de la coherencia estructural y el
detalle constructivo, de una cuidada funcionalidad y pertinencia
del diseño con las exigencias del contexto regional. Baumann
y Wörner, ambos descendientes de colonos alemanes cuyas
obras develan destellos de rigor prusiano volcado en expresión
arquitectónica constituyen ejemplos destacados de estas dos
épocas.
5. ¿Arquitectura moderna?
Queda abierta la pregunta de si las adaptaciones arquitectónicas
de Ewald Wörner y las generaciones que le siguieron pueden
ser consideradas dentro de las variantes que el repertorio de
la literatura revisada considera como arquitectura moderna,
o bien ya pueden ser parte de una evolución arquitectónica
que presenta suficientes méritos propios como para ya
140
desmarcarse de la etiqueta “moderna” aún asociada a
importaciones acríticas de otras latitudes. Una evolución
que se vio caracterizada por un lenguaje y expresión formal
más adaptado a un contexto de clima y entorno, de escala y
materialidad. En tal sentido ¿las obras revisadas alcanzan una
nueva categorización? Ni Ewald Wörner, ni Enrique Esteve,
ni nadie de las generaciones estudiadas se consideraban a sí
mismos como arquitectos modernos. Tampoco su entorno
cercano los reconocía como tales. La pregunta abre nuevos
flancos de investigación, partiendo por dilucidar si la presunta
modernidad inconsciente es un argumento aplicable en el
caso de la arquitectura revisada, validándose así su inclusión
dentro de las variantes admisibles en el espectro abarcado por
esta arquitectura.
Dado que un tema es la arquitectura moderna y otro, la
arquitectura en modernidad, la indagación más profunda de
las obras aquí citadas, en modalidad de caso de estudio, junto
a la revisión del entorno político y sociocultural presente en el
Chile de seis décadas atrás (ej.: políticas de reconstrucción post
terremoto 1960) podrán ayudar a encontrar argumentos más
gravitantes que aporten antecedentes en miras a responder la
pregunta. A pesar de ser un cuestionamiento crucial, en modo
alguno la interrogante cuestiona el notable valor que como
arquitectura representa la producción revisada por estas
generaciones de arquitectos, formadas en Santiago, pero que
lograron imprimir un sello a un territorio que de por sí es fruto
de la modernidad, con sus progresos y paradojas, progresos
y contrasentidos; de una región que requiere urgentemente
reconocer sus valores patrimoniales como resguardo de su
identidad.
141
REGISTRO DE
OBRAS
142
1939
1947
1951
1 2 3
CAJA DE CRÉDITO POPULAR
(ACTUALMENTE DIRECCIÓN GENERAL
DEL CRÉDITO PRENDARIO)
Sin Información
DIRECCIÓN General Mackenna 280
CASA JACOBI
Horst Baumann
DIRECCIÓN Claro Solar 455
IGLESIA METODISTA DE TEMUCO
Horst Bauman y Eduardo Fourcade
DIRECCIÓN Claro Solar 971
1951 - 1952
1952
1953 - 1959
4
5
6
GIMNASIO DEL INSTITUTO SAN JOSÉ
(ACTUAL COLEGIO DE LA SALLE)
Horst Baumann y Eduardo Fourcade
DIRECCIÓN Claro Solar 1088
CASA PASTOR
Horst Baumann
DIRECCIÓN Claro Solar (N° anterior: 647)
EDIFICIO TUMA
Ewald Wörner
DIRECCIÓN Manuel Montt 1027
1953-1958
1954
1955
7 8 9
BOMBA GERMANIA
Horst Baumann
DIRECCIÓN Prieto Norte 450
CASA HERMAN
Horst Baumann
DIRECCIÓN Hoschtetter 560
CASA SCHAUB
Horst Baumann
DIRECCIÓN Sin información
143
1956
1957
1958
10
11
12
EDIFICIO FOURCADE PALMA
Horst Baumann y Ewald Worner
DIRECCIÓN Montt 850
BANCO DEL SUR DE CHILE
Horst Baumann y Eduardo Fourcade
DIRECCIÓN Arturo Prat 620
CASA GARCÍA
Horst Baumann
DIRECCIÓN Avenida Alemania 038
1959
1959 - 1964
1962
13
14
18
CASAS GUTIERREZ
Ewald Wörner
DIRECCIÓN Recreo 798
CASA DE LA MAZA
Ewald Wörner
DIRECCIÓN Av. Caupolicán 435
CASA ESTEVE
Enrique Esteve y Ewald Wörner
DIRECCIÓN Porvenir 790
1962
1962
ca. 1962
16 17
18
CASA LUER
Horst Baumann
DIRECCIÓN Sin Información
CASA CONTRERAS
Ewald Wörner
DIRECCIÓN Thiers 541
EDIFICIO DE LA INMOBILIARIA
Enrique Esteve y Sergio Carrasco
DIRECCIÓN Antonio Varas 854
144
1963
1964
1964
19 20
15
EDIFICIO BANCO ESTADO
Octavio Sotomayor y Fernando Mena
DIRECCIÓN Claro Solar 931
CASA STOTZ
Ewald Wörner
DIRECCIÓN Av. Inglaterra 0689
Actualmente demolida.
CASA HECK
Ewald Wörner
DIRECCIÓN Av. Alemania.
Actualmente demolida.
1964
1964
1964
22
23
24
IGLESIA SOCIEDAD EVANGÉLICA
Ewald Wörner y Enrique Esteve
DIRECCIÓN Av. Alemana 0228
CASA BUGMANN
Horst Baumann
DIRECCIÓN Sin Información
CASA PETERSEN
Horst Baumann
DIRECCIÓN Sin Información
1964
1964
1964
25
26
27
CASA HERBACH
Ewald Wörner
DIRECCIÓN Callejón Massmann 406
CASA FIEBIG
Ewald Wörner
DIRECCIÓN Av. Francia
CASA COHEN
Ewald Wörner
DIRECCIÓN Av. Alemania 0195
145
1964
1965
1965 - 1970
28 29 30
CASA REY
Ewald Wörner
DIRECCIÓN Av. Balmaceda / Zenteno
ESTADIO MUNICIPAL DE TEMUCO
Enrique Esteve
DIRECCIÓN Av. Pablo Neruda 1110
CASA WÖRNER
Ewald Wörner
DIRECCIÓN Av. Alemania 0870
1968
1971 - 1972
1972
31 32 33
CASA ANANIAS
Ewald Wörner
DIRECCIÓN General Lagos 547
IGLESIA LUTERANA
Ewald Wörner
DIRECCIÓN Av. Alemania 0720
EDIFICIO ASOCIACIÓN DE AHORRO Y
PRÉSTAMO
Ewald Wörner , Carlos Vidal y Gerardo Rendel
DIRECCIÓN Arturo Prat 535
1974
1975
1975
34
35
36
KINDERGARTEN COLEGIO ALEMAN
Ewald Wörner
DIRECCIÓN Hochstetter 738
CASA VALCK
Ewald Wörner
DIRECCIÓN Plaza Teodoro Schmidt
EDIFICIO FRINDT
Ewald Wörner
DIRECCIÓN Aldunate / Manuel Rodríguez
146
1975
1977
1979
37
38
39
CONJUNTO HABITACIONAL INÉS DE
SUÁREZ
Roland Rocha
DIRECCIÓN Hoschtetter / Pucón / Inglaterra
CASA POHL
Ewald Wörner
DIRECCIÓN Pirineos 885
EDIFICIO DON ALONSO DE ERCILLA Y
ZÚÑIGA
Enrique Browne, Eduardo San Martin, Patricio
Wenborne, Sergio Carrasco
DIRECCIÓN Manuel Rodríguez 774
1980
1988
Sin información
40 41 42
PARROQUIA INMACULADA CONCEPCIÓN
- CUNCO
Roland Rocha y Sergio Carrasco
DIRECCIÓN Baquedano 559, Cunco
GIMNASIO PADRE LAS CASAS
Ewald Wörner
DIRECCIÓN Corvalán Esquina Barroso S/N,
Padre Las Casas
EDIFICIO CORREOS
Sin Información
DIRECCIÓN Arturo Prat esq Diego Portales
Sin información
Sin Información
43 44
POBLACIÓN SANTA TERESA
Roland Rocha
DIRECCIÓN Av. Pablo Neruda. Esq. Santa Teresa
CASA EL BOSQUE
Carlos Vidal
DIRECCIÓN Pasaje el bosque 607
147
34
37
14
20
38
30
32
25
8
27
7
15
13 2
22
44
17
12
29
43
41
148
36
39
42
9
1
31
33
5
3
6
4
11
19
10
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147
AGRADECIMIENTOS
Agradecemos a todos quienes, con sus aportes y orientación, permitieron lograr
los objetivos propuestos. En primer lugar, nuestros más sinceros agradecimientos
a entrevistados e informantes clave: Familias Wörner, Esteve,
Vidal, Rocha y Soto, cuyas valiosas aportaciones clarificaron nuestras dudas y
orientaron el trabajo.
De igual manera, a la arquitecta Leticia Andaur, a la Dirección de Obras de la
Municipalidad de Temuco, a los arquitectos Osvaldo Cáceres y Andrés Peña, a
la Escuela de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Chile, a la Tercera
compañía de Bomberos de Temuco, Iglesia Luterana de Temuco y Colegio La
Salle, quienes representaron una fuente invaluable de información, ante el vacío
bibliográfico que enfrentamos.
A los arquitectos Pablo Fuentes y Gonzalo Cerda, quienes amablemente compartieron
su experiencia y puntos de vista, motivando a dar continuidad a este
trabajo. Así también a Andrea Rojas, por sus aportes en la revisión del texto y
su permanente disposición al trabajo colaborativo.
Y finalmente, a las autoridades de la Vicerrectoría Regional, Vicerrectoría de
Investigación, Facultad de Humanidades, Dirección de Vinculación con el Medio
y Escuela de Arquitectura de la Universidad Mayor, por la disposición a
fomentar la investigación y creación artística desde la región de La Araucanía.
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