Gen Multicolor n7
Revista de la Asociación DeFrente.
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Historia LGTBIQ+
El funcionamiento de los centros se basaba en
tres máximas: fregar, rezar y coser. La mayor
parte del día las internas estaban en los talleres,
donde confeccionaban ajuares para las familias
ricas o para marcas como El Corte Inglés.
También montaban envases para distintas
firmas, como Pinaud (maquillaje) o Tang
(refresco).
La explotación laboral era generalizada y las
jóvenes no recibían ninguna compensación
económica. Sin embargo, las órdenes religiosas
estuvieron lucrándose durante años de esos
trabajos. A lo que hay que sumar que cada
centro recibía, además, 2000 pesetas por cada
interna y día en la década de los 70.
Era habitual también en
algunos centros que a las
chicas les rapasen el pelo, ya
fuera por higiene o como
represalia.
El final definitivo del Patronato llegó tras la
muerte de una interna mientras intentaba
escapar del reformatorio Nuestra Señora del
Pilar, situado en San Fernando de Henares
(Madrid), que era gestionado por las Cruzadas
Evangélicas. La indignación y la denuncia social
hizo el resto. En primer lugar, el Consejo
Superior de Protección de Menores prohibió que
se golpeara a las internas y la utilización de
celdas de castigo acolchadas y con puertas
blindadas, a las que oficialmente llamaban salas
de reflexión. Y dos años más tarde, por fin, llegó el
cierre total del Patronato: el 5 de abril de 1985.
A día de hoy sigue existiendo un gran misterio en
torno al Patronato de Protección a la Mujer,
incluso para las personas expertas en Memoria
Histórica.
Por un lado, con la marcha de las monjas, la
documentación fue abandonada o destruida, por
lo que apenas se conservan algunos
documentos y fotografías.
En 1978, ya en democracia, el Gobierno anunció
la abolición del Patronato y su sustitución por el
Instituto para la Promoción a la Mujer.
Sin embargo, tuvieron que pasar siete años más
para que las prácticas del Patronato se
extinguiesen realmente. Durante esos años,
aunque no se dieron nuevas tutelas, se
mantuvieron las concedidas previamente a la
abolición.
Muchas voces expertas señalan nuestra
Transición y la ley de Amnistía como causantes
de esta escasa investigación.
García del Cid señala al Patronato como máximo
responsable de este negro capítulo del
franquismo: "Se quebrantó la frontera entre el
bien y el mal. [...] Había muchas monjas malas,
como en cualquier comunidad, pero el
responsable es el sistema que permitió esto".
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