Gen Multicolor n7
Revista de la Asociación DeFrente.
Revista de la Asociación DeFrente.
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vez rompes con las reglas sociales en un aspecto
de tu vida, es más sencillo romper con otras. No
obstante, no se encuentran fácilmente modelos
ejemplificadores de relaciones no monógamas en
nuestro alrededor, sino que hemos de acudir a
fuentes de información específicas para
asesorarnos, pedir consejo o sencillamente
conocer otras experiencias. Esto tiene como
consecuencia, por un lado, que las personas con
interés en definir su propia dinámica relacional
sientan que están solas o que son diferentes, y,
por otro, que surjan oportunistas que utilicen la
falta de información para satisfacer sus propias
necesidades causando daño a las personas
implicadas y afectando negativamente a la
imagen del colectivo que está luchando por ser
visibilizado, comprendido y aceptado.
En este contexto, nos
encontramos con que,
aunque la mayoría de
las personas del grupo
reunido son apoyadas
en sus círculos más
cercanos, fuera de
ellos no sucede lo
mismo, y es que,
cuando se exponen sus relaciones, la respuesta
que reciben en el mejor de los casos es “qué
guay, yo no podría”. Esto puede ir acompañado
de preguntas curiosas, deparando muchas veces
en tergiversar la conversación para concluir que
la forma de amar y relacionarse de la persona no
monógama no es seria.
En este sentido, hay multitud de prejuicios
atribuidos a este tipo de relaciones. Quizás uno
de los más sonados sea la creencia de que el fin
de abrir una relación es tener un continuo
desenfreno sexual, lo que está relacionado con el
prejuicio de la falta de cuidados y desatención de
los vínculos sexoafectivos. Bajo esta perspectiva y
contradictoriamente, no se entiende la necesidad
de las reglas o límites de la pareja o parejas,
porque no se piensa que en estas relaciones
puedan existir los cuernos ni las infidelidades.
Además, se suele concebir que están avocadas al
fracaso. Desde el patriarcado, es precisamente
esta visión la que juzga a las mujeres como putas
y pervertidas, culpabilizándolas también de
cualquier desenlace negativo que pueda tener la
relación, mientras que a los hombres se los tacha
al mismo tiempo de aprovechados y de
premiados, sin que esté bien visto que expresen
sus sentimientos, y mucho menos si los tienen
por más de una persona.
Siguiendo esta línea, muchas personas
encuentran difícil el momento de expresar la
necesidad de abrir la relación o de revelar su
identidad poliamorosa, en especial cuando no
saben exactamente qué quieren y sienten la
necesidad de explorar otras posibilidades. No
solo los prejuicios mencionados suponen un
obstáculo, sino que el miedo a poner en riesgo su
relación también juega un papel importante. Por
otro lado, en muchas ocasiones es necesario
prepararse unos argumentos claros e
irrefutables, porque lo más probable es que
cuestionen cada aspecto de su necesidad y que
incluso algunas personas se lo tomen como un
ataque o infravaloren los sentimientos de su
pareja con frases como “no soy suficiente para ti”.
Otra consecuencia negativa que puede darse,
específicamente en caso de poliamor, es que
finalmente se conceda abrir la relación, sin
embargo, se establezcan restricciones como la de
“no enamorarse” o “no implicar sentimientos”.
Estos casos se viven como totalmente injustos e
insostenibles, ya que nadie puede elegir de quién
se enamora ni cuándo, y especialmente, porque
lejos de estar llegando a un acuerdo que
satisfaga a ambas partes, se está cediendo desde
la perspectiva monógama, sin respetar las
necesidades poliamorosas, que incluyen el deseo
de tener vínculos afectivos de distinta intensidad
con otras personas. Como consecuencia de estas
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