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ENTRE_CUENTOS_Y_OTRAS_FICCIONES 2022

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el secreto para sí, acumulando sentimientos de culpa, tristeza y depresión por el resto

de su vida. Incluso, en su etapa adulta, la escena se recreaba de vez en cuando, como

una huella que se activa en situaciones de intimidad sexual. Luchaba por alcanzar el

cenit pasional sin pensarse como una niña sucia por disfrutar de un placer que le fue

trastocado.

***

─Descarga cuatro a las 14:04 horas… comienza.

Aquella noche Lena llegó más temprano de lo usual, no le pareció raro ver luces a

medias, pues sabía que Gilberto se encontraba en Congreso de Ciencias en Brasilia.

Cada dos años la comunidad científica del Instituto Boyden se reunían para discutir sus

avances más relevantes. Ella, se encontraba terminando un libro que había postergado

por mucho tiempo, pero la editorial y los compromisos que con ella venían, la habían

forzado a aislarse en una pequeña cabaña. Cuando por fin concluyó, sintió una inmensa

necesidad de regresar a casa, la ausencia y posicionamiento de otras vidas en la

literatura es una de las labores más agotadoras y termina por fragmentar el alma del

autor. Por lo que añoraba regresar al mundo real.

─Gilberto…

Entró a la habitación y sólo encontró ropa un poco desordenada,

─seguramente olvidó la fecha del Congreso y tuvo que salir corriendo─, pensó para sí.

Comenzó a guardar los objetos desperdigados cuando al introducir la mano al cajón

tocó una carpeta. La sacó con curiosidad, pues jamás la había visto en su vida. Al abrirla

descubrió que en ella había un contrato celebrado entre el Dr. Hata y el Instituto. En el

que él se comprometía a donar a la ciencia el cerebro de su esposa, una vez que el

Alzhéimer hubiese avanzado lo suficiente.

─ ¿Alzhéimer? ─pensó confundida ─ esto es imposible. Mis revisiones clínicas no

arrojan ninguna anomalía. De pronto comenzó a recordar que recientemente tenía

problemas a los que no les había prestado la suficiente atención, como dejar el teléfono

en el refrigerador o meterse a bañar vestida. Pensaba que era la literatura absorbiendo

su mente, como solía sucederle. ─ ¿Cómo era posible?

─Doctor, estamos detectando conciencia activa. Debemos detener el estudio, la paciente

comienza a desconectar sus redes de manera voluntaria.

─¡Eso es imposible!, quítate, déjame ver. Gilberto se aproximó al monitor para descubrir

que las espinas detríticas dejaban de brillar, poco a poco el cerebro comenzó a sufrir

una especie de apagón, como cuando una megaciudad se queda sin luz, producto de

una falla.

─Si me pudieras escuchar, te diría que la vida no es más que lo uno construye, - pensó

Lena ─Eres tan poca cosa no, por tu falta de amor a mi persona, sino porque no tuviste

la necesidad de ir en busca de tu propia realización, tu contexto era tan limitado que te

conformaste con ser lo que tus padres querían de ti. Hoy te puedo afirmar que el río de

la consciencia por que el me has puesto a navegar tiene más historias y experiencias de

las que jamás podrás imaginar. Por eso, aún postrada en esta cama, yo decido sobre

mi vida.

─Doctor, ¡la paciente está balbuceando!

─ ¿qué dice?

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