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DIARIO DE PEREGRINA.Pura Fernández. Camino de Invierno

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DIARIO DE PEREGRINA

Camiño de Inverno

Noviembre 2022

Córdoba 8 de noviembre de 2022




Pura Fernández está en Villavieja.

9 de Novembro ás 22:34 · Priaranza del Bierzo, Castela e León ·

DIARIO DE PEREGRINA

DIA 1

CAMINO DE INVIERNO

¡Amiguiiiiiiis otro otoño más aquí!

Este año más tarde que nunca pero lo he pospuesto con toda la

intención.

Quería ver el otoño en mayor ebullición y no quería perderme el

cambio de color de las hojas de los viñedos del Bierzo que ya me

dejaron fascinada en el Camino Francés del 2020 pero para eso, sólo

cabe venirse a primeros de noviembre porque se caen rapísimo y las

viñas se convierten en esqueletos.

Como he hecho todos los Caminos más populares, incluido el del

Salvador (de León a Oviedo) que apenas éramos diez peregrinos, ya

toca investigar rutas jacobeas que muchos no sabeis ni que existen.

El Camino de Invierno parte de Ponferrada hasta Santiago y a lo largo

de sus 263 kilómetros podré conocer Las Médulas, el Valle del Río Sil

y la Ribeira Sacra.

Es el único Camino que pisa las 4 provincias gallegas.

Le tenía muchas ganas porque reúne todo lo que yo busco a la hora de

hacerlos, paisajes preciosos, plenamente rural y con apenas afluencia de

peregrinos, es decir soledad y mientras más mejor.

En este caso es tanta, que en qué me he visto de poder cuadrar

kilómetros de etapas para poder alojarme en algún sitio.

Aún es un Camino muy desprovisto de albergues de peregrinos asi que

excepto ayer y hoy creo que muchos días en su ausencia, tendré que

alojarme en pensiones u hostales, esto además de incrementar el precio

te saca bastante del ambiente peregrino pero total, ¡si no hay

peregrinos! ¡que hoy estoy sóla en un albergue para 16 en lo alto de una

montaña!, pero sóla es sin nadie que me abriera la puerta, me han dado

una contraseña y la casa de piedra entera para mi.

Pero vamos al lío y al salseo.

Ayer en el tren de León a Ponferrada conocí a un señor Israelí que

estaba volviendo al Camino Francés, lo tuvo que interrumpir hace unos

días porque falleció su suegro y no estaba bonito no acudir al sepelio,

asique cogió trenes y aviones, enterró al finado y sin pensarlo dos veces

se dispuso a terminar lo que empezó.


Lo entiendo perfectamente, el Camino Francés pide a gritos y más que

ninguno hacerlo del tirón de Pirineos a Santiago.

Nada más abrir la puerta del albergue municipal de Ponferrada me dio

tal golpe de bochorno que se me empañaron las gafas en menos de un

segundo, directamente entré a la sala de estar que además es cocina y

dije hola como si fuera la Niña de la Puebla, ciega total, todos con las

cabezas giradas mirando a la del pelo gris con las gafas llenas de vaho.

Había bastantes peregrinos para estas fechas y como es habitual en

otoño absolutamente todos extranjeros.

Yo era la única que hacía el Camino de Invierno, el resto el Francés,

ambos Caminos sólo coinciden en Ponferrada.

En las habitaciones había tal condesación de humedad que resbalaban

chorreones por los azulejos, que frío pasé al principio dentro del saco,

claro que teniendo en cuenta que llevo el de entretiempo y además

dormí en bragas lo raro hubiese sido que tuviera calor. Pero a lo largo

de la noche sí que lo tuve incluso para quitarme los calcetines.

Nada más salir por la mañana del albergue me he confundido con las

flechas y si no me llego a dar cuenta pronto me voy pal Francés.

Que diferentes son las salidas de esa ciudad en ambos Caminos, mucho

más campestre la del Camino de Invierno.

Enseguida como digo ya estaba pisando tierra y cuestas para arriba, he

visto efectivamente los viñedos con las hojas en lugar de verdes

cambiadas a colores ocres y amarillos pero si llego a tardar algún día

más hubieran estado todas en el suelo.

He pasado por varias aldeas minúsculas con unas flores y unas plantas

preciosas que no había visto en la vida. He llamado al teléfono del

albergue solitario donde estoy y directamente me derivaban a no sé qué

ayuntamiento. Me advirtieron que comprara víveres en un lugar

concreto varios kilómetros antes porque sino, me quedaría sin

almorzar, cenar y desayunar porque aquí no hay absolutamente nada.

Así lo hice y por sólo 12 euros en un barecito llamado "Mesa para 2"

me han preparado un súper sándwich de tres rebanadas de queso, jamón

York, atún, tomate, lechuga y huevo duro, un hermoso bocadillo de

tortilla francesa y un colacao en una botella de agua que han vaciado

expresamente y sus dos magdalenas.

Nada más salir del bar me pareció ver de lejos una ilusión óptica, un

espejismo pero no le hice mucho caso. Al andar algún kilómetro ese

espejismo resultó ser real, ¡un peregrino!, ¡un peregrino con su perro!,

ver esa estampa y mencionar a mi Oliva fue instantáneo. He pensado


mucho en ella durante toda la jornada, bueno, en realidad desde que salí

de mi casa porque además de lo felices que seríamos las dos juntitas

por estos bosques, han salido a mi paso varios perros guardianes con

bastante mala leche. Yo sóla me he consolado pensando que a ver si se

hubieran lanzado pa mi perra a pesar de estar atados, mejor que no haya

venido. Pero lo que ha hecho darme cuenta de que en este Camino ir

con ella hubiera sido una locura es ver a ese muchacho cargado con una

mochila más grande que él y mira que era más bien alto.

Hemos caminado un rato juntos, es de Madrid, muy madrileño en su

forma de hablar, guapo de pelo largo, el chiquillo iba reventado, va con

tienda de campaña, incluso con hornillo y nada más que de cosas

necesarias para su perra lleva 5 kilos de más, "es la penitencia que

tengo que pasar por traérmela" y a la vez reconocía que no es la mejor

fecha ni el mejor Camino para ir con perro.

Lo he dejado reposando en el banco de una aldea, nada más despedirme

tenía por delante una subida que ríete tú de las pendientes del Camino

Primitivo o de la cuesta reina del Camino Frances que es O'cebreiro,

Dios santo... la subida a la montaña no se terminaba nunca ni aparecía

el dichoso albergue al terminar ningún repecho ni doblar ninguna

curva.

No dejaba de pensar en el pobre madrileño cargado con esa mochila, de

repente en una tregua entre repechos ha aparecido un llanito verde,

como un oasis y tuve claro que si peregrino con perro conseguía llegar

hasta allí vivo era el lugar idóneo para poner la tienda, no quiero pensar

el frío cuando se les eche la noche, no como yo que estoy como una

reina en un albergue de montaña sólo para mi y con dos calefactores

made in Italy que cualquier friolero para él quisiera.

Ahora voy a decidir si me tomo el bocadillo de tortilla o el colacao con

magdalenas.



Pura Fernández está en CASA ROSA.

11 de Novembro ás 00:20 · Puente de Domingo Flórez, Castela e

León ·

DIARIO DE PEREGRINA

DIA 2

CAMINO DE INVIERNO

Al final anoche me zampé el bocadillo de tortilla francesa y el colacao

con las dos magdalenas.

¿Vosotros sabíais que cuando se envuelve un alimento con papel de

aluminio se debe hacer con la parte brillante en el interior y que por lo

tanto la mate es la cara que queda expuesta a la vista?. No teníais ni

zorra idea, igualito que yo tampoco que he vivido toda la vida en la

ignorancia envolviendo bocadillos calientes por la parte que no era.

Esta curiosidad me la contó ayer la señora que me suministró las

provisiones y como me acabo de acordar os la cuento para que no

terminéis el día sin aprender una cosa nueva.

Cuando duermo sola en un albergue de peregrinos como no tengo a

nadie que me invite a marchar me hago la remolona y aprovecho para

levantarme algo más tarde.

Como anoche me tomé el colacao con magdalenas que se supone me

iba a dejar para el desayuno, pues he salido del albergue con el

estómago vacío y lo peor es que en la única aldea por la que he pasado

no existía ningún bar.

Justo el día que no repongo energías cuando me levanto me toca la

primera mitad de la jornada subir y subir pendientes. A las 13.30 llegué

al mini pueblo de Las Médulas. Como es tan pequeño apenas hay 4

bares y la mitad cerrados asique me fui al restaurante que estaba en la

última casa ¿y quién estaba allí? El madrileño con su perro Poti.

Ayer le pregunté el nombre de su perro pero no el suyo y hoy él me ha

preguntado mi nombre y me ha dicho que se llama Marcos.

Me quedé ojiplática cuando me contó que anoche que yo lo imaginaba

acampando varios kilómetros por detrás mía en aquél minúsculo

rellano de la subida infernal a mi albergue, no sólo no durmió allí sino

que me pasó más de 6 kilómetros por delante.

Hemos estado charlando mientras yo me comía huevos fritos con

patatas, empanada de bonito y arroz con leche. Él trasteaba en su

gigante mochila e iba de aquí para allá a la vez que me charlaba.

Poti estaba a mi lado poniéndome ojitos a ver si le caía algo mientras su

plato de pienso seguía lleno y sin muchas ganas de comérselo.


Resulta que aunque estaba en el pueblo de Las Médulas que es enano,

en el Camino de Invierno no se divisa el monumento natural de

promontorios rojizos que datan del siglo I y II d.c y que está

considerada la mayor mina de oro a cielo abierto de todo el Imperio

Romano.

Justo en frente del restaurante que estábamos comiendo comenzaban

las dos rutas que te llevan a divisarlo.

Pregunté que cuánto se tardaba en subir y bajar a verlo y sin

pensármelo dos veces le dejé la mochila a la dueña del bar y comencé a

subir el kilómetro y medio de cuesta como un dominio porque ¿cómo

voy a estar tan cerca de un patrimonio de la humanidad y me voy a ir

sin verlo?.

Al final me dieron dos horas entre subida, ruta circular y bajada.

La mochila me la estaba colocando en los hombros a las 17 y aún me

quedaban 8 kilómetros para llegar al albergue donde hoy dormía.

Por supuesto que se me ha hecho de noche en mitad del sendero

rodeado de pinares pero no me ha importado nada porque quería

comprobar cuanta potencia y alcance tenia la linterna frontal que me

compré en los chinos.

Cuando aún me quedaban varios kilómetros y aún había sol me cruce

con un señor en un 4x4 que iba con su hijo pequeño y cuando venía de

vuelta era ya de noche, paró el coche y me preguntó que cómo iba y si

estaba todo bien, le dije que sin problema y le enseñé la linterna.

Al ver que que yo estaba tan tranquila se despidió y prosiguió la

marcha pero se conoce que él no lo estaba tanto porque cuando por fin

entré al pueblo, fuera de la primera casa estaba el señor, la mujer y el

niño esperando a verme aparecer. Les di las gracias y se metieron en su

casa.

El albergue es muy coqueto y lo regenta un matrimonio de Letonia y su

hijo adolescente que son también peregrinos amantes del Camino de

Santiago, tanto, que no dudaron a principios del 2020 en cambiarse de

país y buscar casa para hacer un albergue de peregrinos. El chico es el

que me ha atendido con mucha amabilidad y el que me ha contado el

cambio de vida suyo y de sus padres.

Después de ducharme he visto venir de lejos por la calle a Marcos y a

su perro Poti, un golden noble y precioso.

Somos los únicos peregrinos que nos vamos a encontrar a diario,

entramos a un bar, pedí una hamburgesa que fui incapaz de comérmela


entera y la mitad que sobró la envolví por la cara brillante de un papel

de aluminio para que se la comiera Poti cuando llegarán a su albergue.

¡Que frío y que sueño tengo!, cojo una manta gorda y me meto dentro

del saco.



Pura Fernández está en O Barco De Valdeorras.

12 de Novembro ás 01:51 · El Barco De Valdeorras ·

DIARIO DE PEREGRINA

DIA 3

CAMINO DE INVIERNO

Anoche dormí del tirón. 6 horas pero completamente reparadoras,

como recordaréis ayer llegué a la línea de meta de noche y como

comprenderéis estos diarios no se escriben solos y yo me debo a mi

público que cada otoño espera mis relatos peregrinos con más ansias

vivas que el mejor estreno de Netflix.

Justo al salir de Puente de Domingo Flórez, el pueblo donde hice noche

ayer, se acababa la provincia de León y empezaba la de Ourense. Nada

más entrar en Galicia cambia todo. Los mojones que señalizan las

flechas amarillas ya no son de piedra clara sino negros y de pizarra,

material típico de esta comarca de Valdeorras también muy popular por

sus vinos.

Ahora los mojones marcan la cuenta atrás en kilómetros que queda para

llegar a Santiago.

Pisar Galicia y aparecer fuentes para reponer la botella de agua. Brillan

por su ausencia casi absoluta en las etapas anteriores del Bierzo, una

putada para los peregrinos que se cuelguen la mochila en pleno verano.

Pero el cambio más impactante a la vez que hipnotizador es el del

paisaje. Por delante más de 10 kilómetros de monte completamente

calcinado. Los incendios de julio de esta zona fueron noticia en todos

los telediarios y dejaron a varias familias sin casas y sin cosechas.

Jamás pensé que iba a flipar caminando a través de un monte quemado

y me embargaron una mezcla de sensaciones, por un lado la faena para

estas gentes, el miedo que pasarían y la evidente catástrofe natural pero

por el otro la fascinación por ese paisaje negro, desolador y

apocalíptico.

Comenzaba ante mi un repertorio de imágenes bellísimas y comprendí

que en esta jornada mi trípode iba a funcionar a pleno rendimiento.

He visto innumerables telas de arañas gigantes perfectamente

esculpidas entre las ramas calcinadas. Parecían esculturas de hilos

finísimos y brillantes impregnadas del rocío de la mañana como si

fueran cristales de swarovsky.

He visto como de una tierra muerta y devastada nacía la vida en forma

de arbustos de hojas verdísimas por la base de los árboles quemados


que ahora eran esqueletos negros. El contraste de esos dos colores era

precioso.

Completamente ensimismada y atenta a cada detalle, caí en la cuenta de

que como fuera a ese paso otra vez me daba la noche.

Durante toda la etapa tuve en el lado derecho monte quemado y en el

izquierdo el río Sil. En la otra orilla numerosas canteras de pizarra en

algunas ocasiones con un ruido escandaloso.

A las 14.30 estaba entrando en el pueblo de Sobradelo, el hambre

apretaba y el único bar en 20 kilómetros que me iba a encontrar a mi

paso estaba lleno de obreros fuera y dentro. Creo que todos los

trabajadores de las canteras estaban allí comiendo.

Como no había opción para elegir me dispuse a entrar con mi mochila

en los hombros, bastón, trípode, camiseta de tirantes y pantalón ultra

corto.

Se hizo el silencio más absoluto entre los que estaban hablando a gritos

en la calle y las miradas se clavaron hacia mi persona.

Dentro ocurrió exactamente igual.

Pregunté que donde me sentaba y la camarera me dio la opción de una

mesa en medio del comedor y otra al final pegada a una ventana. Por

supuesto enfilé muy digna y aparentemente sin inmutarme hacia la

última mesa y me senté mirando a la ventana dándole la espalda a toda

esa concentración masiva de testosterona.

Tenía tanto hambre que no me importó demasiado que los fideos de las

sopa estuvieran pasados y que las patatas del pollo asado estuvieran

completamente frías.

Al final me comí un flan y un café que también entraba en el menú de

obrero de 11 euros.

A los 15 minutos o incluso menos de reanudar la marcha ya tenía la

necesidad de evacuar todo lo que no había hecho desde que salí de

Córdoba y de dejar mi materia orgánica en ese lugar calcinado de la

comarca de Valdeorras.

A los 8 kilómetros ya estaba en O Barco buscando con Google maps la

ubicación de mi lugar de hospedaje que hoy es la pensión Aurum, con

categoría de hostal muy nuevo y económico porque el único albergue

del pueblo a alguien se le ha ocurrido hacerlo arriba del monte a 3

kilómetros.

La dueña muy simpática y amable me ha dado las instrucciones por

teléfono para entrar a mi habitación y al rato ha subido a recibirme.


Hemos echado un rato de charla y se ha propuesto hacer algún Camino

de Santiago para vencer el miedo y los reparos de viajar sola.

En los primeros kilómetros he vuelto a coincidir con Marcos y

perregrino Poti.



Pura Fernández is in A Rúa - Ourense.

13 de Novembro ás 00:40 ·

DIARIO DE PEREGRINA

DIA 4

CAMINO DE INVIERNO

Cuando voy de peregrina la comida principal para mi y la que nunca

me salto es el desayuno, en algunos Caminos de muchos días y mucho

desgaste de energía me he llegado a tomar 3 tostadones, un bizcocho y

mi tazón de Colacao.

Pues bien, en este Camino llevo dos días que me quedo con hambre

nada más ver la mierda de pan a lo que le llaman tostada.

Se conoce que elijo fatal el bar o como hoy me lo han aconsejado peor.

Ayer me pusieron una rebanada de esas de bolsa ya cortadas de

supermercado y esta mañana pido como siempre una tostada entera y

me traen media baguete raquítica de no más de 3 dedos de ancha.

¿Pero cómo me puede estar pasando esto en Galicia con el pan tan

bueno que se hace aquí?

¡Sacrilegio!

Cuando estoy salivando imaginando esas rebanadas gordas de pan de

pueblo que es a lo que me tienen acostumbrada en el norte y veo en el

plato lo que me llega se me pone cara de otra.

El caso es es hoy me he levantado a las 10.30 porque la etapa sólo era

de 12 kilómetros y no hacía ninguna falta madrugar. A las 12.15 me

coloqué la mochila empezando a caminar y a las 12.30 ya me estaba

parando para quitarme la mochila porque ya había entrado en calor y

me sobraba la chaquetilla empermeable.

La jornada ha transcurrido en su mayoría muy cerca de la carretera

excepto cuando tomé la señal de una variante que te sacaba de ella y

proseguía paralelo al río.

En los Caminos de Santiago si ves una flecha amarilla que esté

señalizada como "variante" es altamente recomendable que la sigas.

A partir de perder de vista la nacional, dejé de escuchar a los coches y

me acerqué más al paisaje que en esta zona es totalmente otoñal y lleno

de colores.

Durante el trayecto llamé varias veces al hostal que me habían

recomendado para dormir esta noche porque no hay albergues de

peregrinos pero no había forma de que me cogieran el teléfono, asique

cuando llegué a la línea de meta, A Rúa de Valdeorras, me fui a la

opción B que costaba el mismo económico precio.


A Rúa no es bonito, está construido a lo larguísimo y no a lo ancho, el

hostal estaba justamente en la otra punta del pueblo.

30 minutos de recta con lo poco que me gusta a mí una recta, me

aburren.

Me duché y sali a dar un paseo mientras intentaba localizar donde

estaban las flechas amarillas que tenía que seguir mañana para enfilar el

Camino y deseaba que no tuviera que volver a tener que hacer mañana

toda la recta de nuevo para no añadir más kilómetros a los 27 que

irremediablemente tengo que andar.

Las flechas estaban en la plaza de la iglesia y en la iglesia estaba el

hostal al que está mañana llamaba sin éxito. Es una casa antigua que

tiene un bar abajo y que al contrario de lo que imaginaba estaba abierto,

el hostal también, pero se conoce que no están muy pendientes del

teléfono.

En la plaza había unos gaiteros, gente bailando y hogueras asando

castañas.

Unas señoras me explicaron que era la fiesta del magosto, una

celebración típica gallega que se hace precisamente en la época de

castañas, me invitaron a un cucurucho lleno de ellas y luego me saqué

un ticket que por 10 euros te daban en una mesa larga un bocadillo de

chorizo con su pan como Dios manda, un trozo de bizcocho de

castañas, otro cucurucho lleno de castañas y dos bebidas a elegir.

Me comí el bocadillo y el cucurucho junto con el bizcocho me lo he

guardado para la etapa de mañana que es una pechá de kilómetros sin

nada abierto para comer. Justo la etapa más larga hasta el momento y

voy a tener que llevar peso extra con víveres.

Más me vale no equivocarme en la elección del lugar del desayuno para

que me pueda poner morada y tener reservas para todo el día. Las voy a

necesitar



Pura Fernández is in Quiroga, Galicia.

DIARIO DE PEREGRINA

DIA 5

CAMINO DE INVIERNO

Anoche cuando me acosté daba por hecho que hoy llegaba de noche.

Esta mañana cuando me he levantado lo he pensado con más motivo

porque a pesar de tener 27 kilómetros montañosos por delante no os

vayáis a pensar que me he pegado un madrugón. Total, hay

muchísimos peregrinos que en cualquier Camino salen del albergue de

noche ¿qué más da que yo llegue a oscuras?.

A las 8.30 ha sonado el despertador y a las 10.15 ya estaba desayunada

y con la mochila perfectamente colocada haciendo sonar el bastón en

las solitarias aceras del pueblo.

Hoy sí que me he puesto morada en el desyuno. La panadería Yuyana

de A Rúa de Valdeorras tenía todo lo que necesitaba para afrontar esta

exigente etapa.

Dos megarebanadas de pan como Dios y el apóstol Santiago mandan y

un trozo enorme de empanada del que daba para cuatro porciones.

Todo por sólo 8 euros.

El día de hoy era mayormente soleado y con menos nubes de las que a

mí me hubiera gustado teniendo en cuenta, que era un continuo pero

moderado ascenso por una carretera comarcal rodeada de bosque y el

río Sil se iba quedando cada vez más abajo.

El trípode lo he desplegado en varias ocasiones aprovechando las

bonitas panorámicas.

Hoy he dejado atrás la provincia de Ourense para darle la bienvenida a

la de Lugo.

Conforme subía, cada vez se veían más máscaras, animales y figuras

jacobeas de colores talladas en madera y colgadas en los troncos de los

pinos. El caminar se hacía más ameno estando pendiente de dónde

estaría la siguiente y me preguntaba cómo coño se habrían podido subir

allí sin matarse rodando por el monte.

Casi al llegar a la primera aldea escuché una voz cercana, era Marcos y

Poti perregrino. Hacía un día que nos los veía y cada vez que los veo

aparecer les hago fotos y videos para que tengan de recuerdo esta

experiencia tan bonita juntos. Ojalá algún día pudiera hacer un Camino

con mi Oliva y alguien nos hiciera vídeos y fotos al vernos aparecer.

Llegamos a la aldea y sólo nos encontramos a un señor que nos contó

que el artífice de esas máscaras era un señor de la Pampa que se había


comprado allí una casa e imagino que habría hecho el Camino de

Invierno, porque dime tú sino cómo iba a saber ese hombre que esta

aldea de la España vaciada existía en el mapa.

A España viene dos veces al año para hacer y colocar máscaras y una

de las últimas veces y como no podía ser de otra manera, se cayó de las

escaleras colocando una de ellas en un pino y se rompió la tibia y el

peroné.

En esa aldea de Alvaredos los pocos vecinos que habitan tenían un

rincón con fruta, frutos secos y zumos para que los peregrinos podamos

coger lo que queramos a nuestro paso.

Allí me despedí de Marcos y Poti hasta que nuevamente me volvieron a

alcanzar.

Ellos apenas paran excepto para descansar de la mochila y yo no

descanso casi nunca de la mochila por no tener que colocármela de

nuevo pero paro mucho para desplegar el trípode.

En la siguente aldea de Montefurado nos despedimos definitivamente

en el día de hoy porque yo iba a dormir sí o sí en Quiroga y ellos donde

les llegaran las fuerzas para colocar la tienda de campaña.

Nos dimos los teléfonos para que como yo iba por delante, poder

decirle si desde ese momento en adelante me encontraba alguna ermita

con pórtico escondida en la montaña o algún porche de casa

abandonada donde poder resguardarse.

Así lo hice y así le informé cada vez que veía un lugar susceptible para

poner la tienda.

En la puerta de una ermita solitaria le dejé mi botella de medio litro

llena de agua para que Poti no pasara sed en lo que le quedaba de día.

Proseguía mi ruta cuando de repente bajando un repecho veo subir de

frente y corriendo un zorro. En la décima de segundo que duró la

escena me dio tiempo a observar lo bonito que era el animal, con ojos

rasgados y una cola que parecía un pompón.

En esa décima de segundo me dio tiempo a decirme a mí misma,

tranquila, no te pares, que no te note el susto.

Cuando ya daba por hecho que nos íbamos a cruzar y que no sabía si

me llevaría un mordisco en la pierna el animalito se asustó más que yo

y escaló corriendo por la ladera.

Al segundo se oyeron perros ladrando escandalosamente y a los pocos

minutos varios tiros.

Ojalá no le hayan disparado al zorro pensé.


Crucé la siguente aldea y vi a una oveja dando de mamar a sus

corderos, era aún de día, en la siguente aldea ya estaba anocheciendo.

Suerte que me encontré en la calle a la unica señora que debía vivir allí

y me aconsejó que evitara hacer los 3 últimos kilómetros que quedaban

atravesando el monte aunque llevara linterna porque de noche había

muchos jabalíes. Me dijo que oscurecía llegaban hasta su casa.

No se hable más, me acompañó hasta la carretera solitaria y comarcal

que siguiendo recto en media hora llegaría a la línea de meta. No sin

antes advertirme que a la salida de un paso subterraneo me saldrían

unos perros sueltos a mi paso pero que los espantara dando bastonazos

en el suelo.

Mano de santo, perro labrador poco mordedor. La escandalera que

monté con la base metálica del bastón en el cemento...

Ya era noche cerrada y la linterna era la que me alumbraba el camino,

en la carretera no había flechas amarilla, las dejé en el monte pero sólo

tenía que proseguir en línea recta.

Empezó a llover fuerte, al poco ya se veían las primeras luces de

Quiroga.

Sólo me encontré a dos señoras mayores antes de llegar al hostal, las

saludé y les pedí que me sacaran el paraguas del bolsillo frontal de la

mochila para no tener que quitármela en plena lluvia.

Llegué al hostal con el paraguas abierto pero ya me había caído

suficiente agua como para calar dentro de la mochila.

En el hostal estoy yo sola y ahora tengo las cosas tendidas en el

radiador, la señora ha tenido a bien encendérmelo dos horas.

Mañana, si nada lo remedia chove



Pura Fernández is in A Labrada.

DIARIO DE PEREGRINA

DIA 6

CAMINO DE INVIERNO

Anoche me alojé en el único hostal que estaba abierto en Quiroga. La

habitación era bonita y seguro que sería mucho más acogedora si al

llegar hubiera estado calentita.

La dueña que me vio llegar chorreando, previa solicitud mía, tuvo a

bien encender la calefacción de mi dormitorio dos horas contadas para

que se me secara todo lo que se había mojado con la lluvia.

La subida del gas y la luz se empieza a notar en los establecimientos

con la llegada del frío, más, cuando eres la única huésped del hostal y

piensan que aunque pagues ya te las apañarás para calentarte.

Cené en el bar de abajo retirada de la puerta que estaba abierta de par

en par y hacía frío, en una de las mesas con lámpara colgante encima

que por supuesto estaba apagada. Casi tengo que sacar linterna frontal

para no pinchar con el tenedor a tientas. El plumífero no me lo quité en

la hora y media que estuve allí.

Hoy tenía que andar 16 kilómetros asique he puesto el despertador a las

9.30 y a las 11.15 ya desayunada me dispuse a caminar.

Noté en seguida que habían bajado las temperaturas, no sólo en el

cuello y las manos que es donde yo tengo frío cuando voy de peregrina

si las temperaturas no superan los 10 grados, sino que además el bastón

tenía el aluminio helado.

Hoy no me he quitado en ningún momento el fino cortavientos y a

mitad de la etapa he echado mano de la braga del cuello.

También he notado la bajada del mercurio porque he meado

aproximadamente 10 veces en los 16 kilómetros.

Caminar+agua+frío= incontinencia urinaria.

Menos mal que los pies y las piernas por el momento resisten estas

temperaturas y esas 10 veces de micción me han llevado 10 segundos

cada una sin tener que quitarme la mochila.

Ya sabéis, el sistema patentado por mí consistente en retirada a un lado

del pantalón corto y holguero, mear de pie y limpiarse con el arsenal de

pañuelos que llevo siempre a mano en los bolsillos del cinturón de la

mochila.

La salida de Quiroga fue fácil y rápida y en seguida se divisaban las

bonitas vistas. El entorno era todo monte alrededor salpicado de, como


cada día desde que partí de Ponferrada, innumerables viñedos con las

hojas del color del otoño.

Tanto el Bierzo en León, como la comarca que ya pasé de Valdeorras y

la Ribeira Sacra que es donde estoy son tierras de vinos.

La mitad de la jornada la he pasado subiendo al monte en ascenso

moderado y la otra mitad de bajada.

Otra vez he atravesado monte calcinado pero la diferencia de días

anteriores era notoria.

Mientra que el incendio de las jornadas anteriores había sido reciente y

el paisaje eran los árboles con sus ramas completamente negras, ahora

directamente no había ni troncos, ni ramas ni nada. Todos los árboles

estaban cortados casi a ras de tierra asique no había paisaje, era un

lugar yermo, la nada absoluta.

Conforme iba subiendo veías más y más hectáreas vacías y el corte

perfecto de hasta donde habían llegado los incendios y la linde

perfectamente marcada con los pinos que se habían salvado de las

llamas.

De repente como en una ensoñación y cuando ya casi no esperabas ver

vida vegetal, me adentro en un bosque sombrío y húmedo lleno de

castaños y helechos que no te explicas como ha podido salvarse de la

quema.

La temperatura dentro del umbrío y húmedo bosque bajó empicada.

No tardé en llegar a lo alto del collado y a estar nuevamente rodeada de

paisaje sin vida y quemado. Allí había una ermita pequeña y

abandonada con una libreta y un bolígrafo en la ventana. Por supuesto

que la abrí, había notas de los peregrinos que pasaban, la mía también

está desde hoy.

Comencé a descender largo rato hasta alcanzar un bonito puente

medieval en una aldea que se llama A Labrada. A pocos metros de la

aldea está Casa Pacita que es donde yo estoy hospedada, como siempre

sola.

El enclave está en un lugar magnífico donde lo único que se escucha es

la fuerza que lleva el agua del río que aquí forma hasta cascadas. Ver

una cascada y darte alegría por la falta de costumbre por esta sequía

generalizada.

Casa Pacita lo regenta un señor mayor encantador recientemente viudo

y su único hijo. Me han preparado una cena en la que no han faltado las

truchas pescadas por ellos que estaban buenísimas y un vino mencía de


su propia cosecha que casi me bebo la botella yo sola de lo rico que

estaba a pesar de ser yo prácticamente abstemia.

Me contaron muchas cosas mientras que cenaba. Me hablaron del alma

de esa casa recientemente fallecida y que tanto echaban en falta y me

contaron uno de los motivos muy principales de la cantidad de bosques

quemados todos los años en Galicia.

La industria maderera sólo tiene hasta un límite permitido de pino que

cortar ¿Cuál es la forma más rápida y eficaz de saltarse esos límites y

conseguir más pinos talados y por tanto más madera? pagando a un

mercenario insolvente, sin nada que perder en caso de ser descubierto y

encargarle la quema indiscriminada de monte, mientras más monte

quemado, más madera de pino y más negocio.

Ahora ya entiendo cómo era posible que ese oasis por el que pasé se

salvara de la quema y es que los castaños y los robles tardan

muchísimo más tiempo en arder.

¿Por qué los políticos sabiendo todo esto no repoblan mucho más con

robles y castaños en lugar de con pinos que arden en cuanto los

prendes?.

Esperando la respuesta estamos.



Pura Fernández is in Monforte de Lemos.

DIARIO DE PEREGRINA

DIA 7

CAMINO DE INVIERNO

Esta mañana ha sonado el despertador a las 9.10, he salido de mi

habitación de Casa Pacita y he recorrido el pasillo hasta la sala donde

me tenía preparado los avíos del desayuno el dueño de la pensión.

Abrí las cortinas para ver la lluvia fuera mientras comía.

Cuando me vestí y me coloqué la mochila era casi las 11 y ya no llovía,

aún así yo iba prevenida y me había puesto por vez primera en este

Camino la capa impermeable y había cubierto la mochila con su funda.

Al final en todo el día sólo me ha caído una chispa de agua poco

después de empezar a caminar.

Hoy la jornada ha transcurrido entre bosques de pino, que no son de

mis preferidos porque me parecen iguales y monótonos y algunos

pueblitos desperdigados.

Al llegar a uno de ellos escuché golpes en la ventana de una casa, era

una señora advirtiéndome que el río iba muy crecido y que iba a tener

dificultades para atravesar a la otra orilla por el paso de de piedras

rectangulares porque el agua desbordaba por encima.

Decidí arriesgar porque el paso era muy bonito y sí, me mojé los

calcetines porque yo sigo con mis sandalias que con ellas voy al fin del

mundo y sin ampollas.

No tuve en ningún momento frío en los pies hasta que algunos

kilómetros después justo antes de otro pueblín y al ser justo mitad de

etapa, decidí sentarme en una silla con cojín que había en un cobertizo

para descansar de la mochiña y comerme dos trozos de empanada que

aún tenia de hace dos días.

Al rato se abrió la puerta del cobertizo y salió una señora mayor que no

sólo no le importó nada que yo estuviera allí sentada sino que sacó otra

para sentarse conmigo.

Me contó que había vivido 30 años en Caracas pero que no conocía

mundo ni había viajado mucho. Al rato se incorporó con otra silla un

hermano de 91 años que vivía con ella.

Hablaba de anécdotas con peregrinos que veía pasar mientras él estaba

sentado a diario en la silla del cojín que yo ahora estaba ocupando.

Me sacaron un vaso de vino de su cosecha y varias piezas de fruta. Las

manzanas también eran de sus árboles


Al despedirme y empezar a caminar sentí los pies un poco entumecidos

del frío por los calcetines húmedos y también que el vino me había

hecho efecto, iba un poco como en volandas y atontada.

Pocos kilómetros antes de llegar a Monforte de Lemos, capital de la

Ribeira Sacra, contemplé a un ganadero darle de comer a su rebaño de

vacas como si se tratara de un documental del National Geographic.

Transportaba con su tractor los rulos gigantes de paja, luego los

depositaba en el suelo, les rajada la funda, volvía a subirse al volante y

como ya estaba la paja suelta empezaba a esparcirla por todo el prado.

Daba gloria ver como corrían las vacas mugiendo felices porque era la

hora del banquete.

Al poco entré en Monforte y cual sería mi sorpresa al comprobar que

en el albergue Lemavo donde hoy pernocto había peregrinos, 6

contando conmigo.

Son gente que ha empezado el Camino algún día después que yo pero

como algunas etapas de muchos kilómetros las estoy dividiendo en dos

y ellos no pues me han alcanzado.

También están aquí Marcos y su perro Poti que se ha puesto

contentísimo al volver a verme y ha venido rápido a saludarme

moviendo el rabo.

Que perro más tierno, más noble y más bueno. Ahora está tapadito con

una manta en el porche del albergue.

Por fin un albergue de peregrinos y ambiente peregrino. Hay tres de

Cádiz y como han hecho una cena muy copiosa nos han invitado a

Marcos y a mi.

El albergue es privado y lo regenta Begoña y su marido, son muy

simpáticos y te ayudan en todo lo que necesitas.

Me he acostado la última charlando con ella y luego me ha invitado a

un Colacao.

Gracias a ellos mañana tengo donde dormir porque la opción A y única

que contemplaba está cerrada por vacaciones, pero esto os lo cuento

mañana que ahora no me sostengo las pestañas.



Pura Fernández is in Belesar, Lugo.

DIARIO DE PEREGRINA

DIA 8

CAMINO DE INVIERNO

Hoy estoy en un albergue público que es una cosa espectacular,

Diamondi se llama y es IMPERDONABLE que los que hagan este

Camino y no vayan con los días contados no se queden aquí a

pernoctar.

Estoy en condiciones de asegurar que es el mejor albergue público de

todos los Caminos que he hecho hasta ahora y son muchos.

Es una antigua casa rectoral recién reformada anexa a una iglesia del

siglo XII y combina a la perfección y total armonía lo antiquísimo con

una decoración moderna y mínimalista y además muy calentito a pesar

de estar entre muros de una iglesia.

8 euros me ha costado y todo el recinto es para mí, para Marcos y Poti

el adorable y bonachón perrete.

Estamos en la gloria bendita, nunca mejor dicho.

Mi primera y única opción para dormir esta noche era una casa rural

que justamente estos días está de vacaciones, necesitaba dividir una

etapa que de normal son de 30 kilómetros que para mí hacerla entera

hubiera sido como la muerte a pellizcos.

Los dueños del albergue de Lemavo de Monforte de Lemos me

hablaron de que tenia la opción de este albergue público de Diamondi

que yo no sabía ni que existía.

Bendito consejo....llamaron a Rosa, una de las chicas que trabajan en la

recepción de este lugar desierto en mitad de aldeas casi despobladas.

Le avisaron de que mañana íbamos el trío del Camino de Invierno de

mediados de noviembre, Poti, Marcos y Poti.

Luego hablé yo con ella para comentarle que ya que vivía en Monforte

y teníamos que ir cargados con la comida, cena y desayuno porque en

donde está el albergue no hay ningún lugar para alimentarse, si nos

podía hacer el favor de acercarse para llevarse la comida en su coche y

no ir tan cargados puesto que el tiempo anunciaba lluvia contante y la

etapa era muy exigente.

Rosa no sólo nos ha transportado la comida ¡sino también las

mochilas!.

Que mujer tan estupenda.


Verdaderamente hoy necesitaba o descansar un día o aflojar de alguna

forma y que mejor forma de aflojar que quitarme 10 kilos de la espalda

aunque sólo sea por un día.

En eso quedamos y esta mañana entre que que me he levantado a las

21.30, he ido a comprar víveres, he vuelto al albergue de Lemavo para

dejarlos junto con la mochila y he desyunado, estaba empezando a

caminar a las 12.30.

Prisas ningunas y menos hoy que iba a ir como flotando sin apenas

peso.

La metereologia era la que a mí me gusta cuando camino por el norte.

Lluvia fina intermitente y frescor pero nada de frío y a la vez una

especie de neblina al fondo que envuelve lo último que se ve en el

horizonte.

Por fin hemos dejado atrás los monótonos bosques de pinos y ahora nos

adentramos en los típicos bosques gallegos repletos de musgo y

vegetación salvaje.

Yo sigo con mis sandalias con calcetines a pesar de hoy haber pisado

campo completamente embarrado. Voy con cuidado de no meterme en

charcos pero prefiero mil veces caminar con ellas que sentir los pies

aprisionados en zapatillas cubiertas. No tengo ningún frío en los pies y

me libro de pies hinchados y ampollas.

En la mayoría de las ocasiones los estrechos senderos formaban una

alfombra tan mullida de hojas de castaños o de cualquier otra especie

que te protegían de no pisar ni barro ni agua.

He pasado por un majestuoso pazo y tras varios kilómetros atravesando

bosque espeso seguía escuchando a cada rato un reloj de cuco como

amplificado que yo daba por hecho que salía del Pazo de O Reguengo.

La lluvia fina de vez en cuando se tornaba algo más densa pero no tanto

como para tener que abrir el paraguas plegable que siempre llevo en

mis peregrinajes.

A pesar de todo los pantalones largos impermeables había momentos

en que estaban tan mojados que se me quedaban pegados a las piernas.

Hoy no me he puesto los cortos porque como no llevaba la mochila

grande aprisionándome la cintura en las múltiples ganas de mear me

seria más fácil y rápido sin ella bajarme el pantalón largo.

Cuando ya terminaron los bosques frondosos y era consciente de que

hoy también me daba la noche, le mandé un audio a Marcos que iba

kilómetros por delante para que me dijera si a partir de ese momento


iríamos por carreteras entre aldeas o volveríamos a adentrarnos en

bosques espesos.

Justo en ese momento lo vi de lejos con Poti porque ellos habían hecho

varias paradas y yo ninguna.

Nos unimos y los últimos 7 kilómetros los hicimos juntos hasta el

albergue.

Fue justo encender la linterna y aparecer ante nosotros la iglesia

románica de San Paio de Diamondi.

Nada más llegar y sin quitarme la ropa humedecida me fui corriendo a

la cocina a comerme la lata de fabada que me transportó Rosa en su

coche. Eran las 19.00.

Luego me he duchado y hemos bebido vino y hemos comido pizza.

Ahora en cuanto termine estas letras y antes de meterme en el saco que

me ha prestado Begoña del albergue Lemavo porque el mío es de

entretiempo pienso tomarme dos botes de colacoa y un trozo de

bizcocho de zanahoria.



Pura Fernández está en Ribeira Sacra Chantada.

DIARIO DE PEREGRINA

DIA 9

CAMINO DE INVIERNO

Anoche después de ducharme, Rosa, la amable hospitalera del albergue

románico de Diamondi me dijo que un directivo de la Asociación del

Camino de Invierno por la Ribeira Sacra quería felicitarme por los

relatos que escribía cada día.

Lo llamó y me pasó con él para que pudiera presentarse, se llama

Manuel y estaba realmente agradecido y emocionado por todo lo que

iba narrando y descubriendo a los que me leen cada día.

Como él se conoce muy bien este Camino me decía que lo describía tan

bien que era como estar haciéndolo conmigo.

Me dio su teléfono para cualquier cosa que necesitara y yo me despedí

agradecida y sorprendida a la vez por haber tenido esa deferencia

conmigo.

Esta mañana Marcos y yo nos hemos despertado cada uno en una

estancia diferente del gigante albergue que teníamos para nosotros,

hemos desayunado los víveres que cada uno se había traído para la

ocasión.

Yo dos botes de colacao preparado y tres trozos de bizcocho de

zanahoria y él un té y no se qué más porque a la vez cocinaba para el

día de hoy cuando plantara su tienda de campaña no sabía donde.

Como él tenía que recoger todo lo suyo más lo de Poti yo terminé poco

antes y me fui desfilando por la puerta, no sin antes darle muchos besos

y caricias al animal.

Parece que la vida ha querido ponerme en este Camino a un perro para

que no eche tanto de menos a mi Oliva.

Me derrito cuando Poti me ve y menea fuerte el rabo de alegría y

cuando está tumbado y le acaricio la cabeza.

Es pura ternura.

A los pocos metros de comenzar a caminar, pronto comenzó una

pendiente en descenso por una antigua calzada romana, los Codos de

Belesar se llama, la pendiente era haciendo curvas y cada vez más

empinada.

Llevaba poco descenso cuando Marcos y Poti aparecen por detrás,

Marcos pronto me alcanzó y a pesar de llevar una mochila más grande

que él e ir cargado como una mula, bajaba cuesta abajo como si le

dieran cuerda o estuviera llano.


Poti iba más lento y a cada paso miraba para atrás esperando que yo

fuera con ellos, ya me siente de su manada pero pronto comprendió que

su dueño y yo estamos haciendo juntos el Camino pero no revueltos,

que vamos a nuestra bola pero que siempre terminamos coincidiendo.

Yo sigo con mis sandalias con calcetines y con ellas he bajado con

precaución pero divinamente todos los pedruscos de la calzada romana.

Me ha parecido mucho más fácil de como la describen, no sólo porque

he bajado pendientes más empinadas y complicadas en otros Caminos

sino porque había muchísimas hojas a los lados y a veces no tenía ni

que pisar la piedra resbaladiza

Mis sandalias son un Land Rover.

Cuando se iba terminando la pendiente pero aún estábamos en alto, se

divisaba el cauce del río Miño abajo y en la otra orilla toda la ladera de

la montaña formando bancales de viñedos con la denominación de

origen de la Ribeira Sacra.

El paisaje era muy bonito y estoy segura de que debe serlo mucho más

ahora en otoño con esos colores de hojas de los viñedos que contrastan

con el verde del resto de la montaña.

Allí me entretuve un rato haciendo fotos y desde mi orilla divisaba

como Marcos y Poti comenzaban a subir a través de los bancales de la

orilla de en frente.

Le hice un video y se lo envié.

Todo lo que habíamos bajado lo teníamos que subir pero cruzando a la

otra orilla.

Atravesé el puente que cruza Belesar y ahora me tocaba a mi subirla.

Antes me quité los dos chubasqueros que llevaba debajo de la capa.

Iba zigzagueando entre bancales empinadas y viñedos.

De vez en cuando pasamos por alguna bodega de vino de la tierra.

Se alternaba carretera serpenteante con calzada romana a través de

vegetación frondosa, ahora llovía finamente.

Justo al terminar la larga subida comenzó un viento fuerte y tuve que

parar a ponerme de nuevo los chubasqueros que me quité para entrar en

calor.

Lo hice en mitad de una carretera y en un momento dado se paró un

chico guapetón en su furgoneta para preguntarme sonriente si estaba

bien o si necesitaba algo, le dije que no y que muchas gracias.

Chantada ya se veia no muy lejana pero sin embargo se hacía tedioso

bajar todo el tramo de carretera hasta alcanzarla.


Lo peor de cualquier Camino de Santiago son las inmediaciones de

cualquier ciudad o pueblo grande.

Lo peor de los Caminos de Santiago son las carreteras.

Al llegar al centro del pueblo estaban Marcos y Poti debajo de unos

soportales antiguos de piedra con un despliegue de avíos de cocina para

hacer la comida.

Eran las 14.30.

Me paré con ellos y me comí el bocadillo que me hice ayer en

Monforte a las 10 de la mañana y que al final no me comí porque la

lluvia aunque fina, dio poca tregua.

Al terminar me puse de nuevo la mochila y dejé a Marcos haciendo su

comida en el infiernillo de cocina.

Yo tenía claro que me quedaban 8 kilómetros por delante y Marcos y

Poti aún no sabían donde plantarían hoy la tienda de campaña.

Yo estoy en un hotel en mitad de la nada con una vistas estupendas que

tiene adecentada la buhardilla de arriba como albergue. Hotel Vilaseco

se llama y se hizo poco antes de la dichosa pandemia. Marcos me ha

mandando un WhatsApp diciéndome que cree que está cerca y que hoy

pasan la noche debajo de una marquesina antigua y de madera.

Ahora llueve ¿cómo pasarán Poti y él la noche?.



Pura Fernández is in Rodeiro, Galicia, Spain.

DIARIO DE PEREGRINA

DIA 10

CAMINO DE INVIERNO

Anoche en el hotel con albergue de peregrinos donde me quedé a

dormir en mitad de la nada y con vistas a prados verdísimos el dueño

me hizo de cenar una sopa de calabaza, arroz con pota y una crema de

naranja que era un manjar de dioses.

Como era la única comensal, el hombre y su señora charlaban

animadamente conmigo. En mitad de la charla me dicen que en una de

las habitaciones del hotel hay un señor que está también haciendo el

Camino pero que él en lugar de con mochila va con maleta que manda

todos los días en taxi al hotel que elige en la etapa siguente.

Cada uno hace el Camino como quiere, el caso es caminar y disfrutarlo.

El caso es que el dueño del hotel me comentó que al día siguiente sería

él el que le acercaría la maleta al pueblo de Rodeiro y que si quería me

podía llevar a mi la mochila por un módico precio.

Los ojos se me hicieron chiribitas.

No está pagado que en catorce días que yo gastaré en hacer este

Camino, dos de ellos vaya con 10 kilos menos en la espalda.

No podía haber tomado mejor decisión teniendo en cuenta la jornada

que tenía por delante y en la que subiría a la ermita de Nuestra Señora

de O Faro que se encuentra a 1.100 metros de altitud.

Desde el albergue del hotel Vilaseco donde yo partía había la opción de

seguir flechas amarillas por un camino de montaña hasta la ermita y

otra de seguir flechas amarillas para no subir y perderte la ermita. Por

supuesto que yo no tenía ninguna duda se subir hasta los 1.100 metros

de altitud.

Desde que salí del albergue todo era bonito y helador.

Sólo había alfombras verdes formando prados y pronto la aldea de

Penasillás.

Como sabía que iba a pasar frío, en la mochila pequeña eché por

primera vez una camiseta térmica que pensé me pondría al subir a todo

lo alto.

Me la puse a los 5 minutos de empezar a caminar.

Como estaba en mitad de la nada, en una piedra llena de musgo dejé la

mochila y me quité los tres chubasqueros que llevaba para ponerme la

camiseta térmica debajo, me di prisa para volvérmelos a colocar.


En ese momento el cielo estaba semi cubierto pero en algunos

momentos salía el sol, un sol muy débil que nada calentaba. Desde los

prados divisaba como una nube envolvente de lluvia cubría la cima

hacia donde yo me dirigía.

No me he encontrado a ni una sola persona ni a ningún coche en casi

20 kilómetros.

Conforme iba subiendo al pronto me sobraban los chubasqueros como

al poco me los volvía a poner, menos mal que no llevaba la mochila

grande de 10 kilos con el coñazo que es quitársela y ponérsela.

El silencio más absoluto y el frío me acompañaban kilómetro a

kilómetro y de repente ya estaba metida dentro de la nube envolvente.

Sentí la lluvia fina y la niebla me impedían ver a más de 20 metros.

Al rato de subir veo una ladera muy verde con cruces de piedra

diseminadas. Era un vía crucis y supuse que me llevaría a la ermita de

Nuestra Señora de O Faro, no había ningún cartel ni señalización que

así lo indicará.

Comencé a ascender la ladera empinada entre cruces a un lado y al

otro, el viento azotaba y para entonces ya tenía las manos congeladas.

Al llegar casi a la parte alta de la ladera y envuelta en niebla densa

aparecía la ermita medieval de Nuestra señora de O Faro junto con el

cruceiro más bonito que haya visto en ninguna ruta jacobea.

En él aparecían las figuras de Adán y Eva además de una escena del

descendimiento de Cristo.

La imagen era tenebrosa y junto con el frío y el viento, lo que para la

mayoría sería un situación desapacible a mí me parecía una suerte

poder ver ese lugar con semejantes elementos meteorológicos.

Estaba viendo una postal y estoy convencida de que sin niebla y a

pleno sol no tendría ni la mitad de encanto a pesar de que por lo visto,

en un día despejado, ese lugar tenga unas vistas privilegiadas de las

cuatro provincias gallegas e incluso del macizo de los Ancares.

Llegar hasta allí sin duda me había merecido muchísimo la pena y

recordaré esta etapa como una de las más impactantes de este Camino.

Volví a bajar la ladera flanqueada de cruces y a partir de ahí las flechas

amarillas comenzaban el descenso de la montaña. Pronto aparecían y

desaparecían entre densa niebla como en una ensoñación las hélices de

un parque de aerogeneradores.

El sonido era hipnótico y relajante, nunca hasta ese momento había

estado tan cerca de un molino de energía eólica, lo más cercano fue en

el Camino Primitivo.


Mientras descendía, a mi derecha, había una panorámica extensísima de

Galicia de prados verdes diseminados con casitas.

Una vez abajo me cruce en una carretera comarcal con un señor mayor

conduciendo su tractor y un pastor alemán.

El abuelete abrió la puerta y se puso a charlar conmigo muy amable.

¡Buen viaje¡ me dijo despidiéndose.

Una curiosida de este Camino es que los aldeanos que te cruzas están

tan poco acostumbrados a los peregrinos que en lugar de decirte Buen

camino como en el resto de los Caminos te saludan con un ¡buen viaje!.

Esta tarde Marcos, Poti y yo hemos vuelto a coincidir en el mismo

albergue de Rodeiro.

Marcos ha pagado el alberge y ha hecho su colada porque anoche se

puso chorreando en la tienda de campaña.

Hemos cenado juntos mientras Poti se quedaba en la calle hecho un

ovillo tapado con un saco de dormir.

Al terminar la cena y la colada Marcos se ha bajado a dormir con su

perrete al garaje del albergue, en el suelo.

Excepto el alcalde de O Barco De Valdeorras que debe de amar a los

perritos y dejó que Poti durmiera calentito con su dueño en el albergue

municipal, en estas aldeas y pueblos gallegos acostumbrados a tener a

los perros viviendo fuera en la intemperie y con poco apego hacia ellos,

se sorprenden de que un peregrino prefiera sacrificar la comodidad de

una cama pagada por no dejar sólo a su perro llorando y asustado toda

la noche fuera en la calle.

Aquí lo de tratar a los perretes como un miembro más de la familia y

quererlos más que a algunas personas les cuesta entenderlo.

Te dicen que el Camino de Santiago no se hace con perro porque no te

van a dejar en ningún sitio que entre ni tan siquiera estando el albergue

vacío.

Parece mentira que aún no sepan que la mayoría de los perros son

mucho más limpios que las personas y que hay muchas mujeres que

sueltan más pelos al peinarse que los animales de cuatro patas.



Pura Fernández está en Albergue peregrinos a Laxe.

19 h · Lalín ·

DIARIO DE PEREGRINA

DIA 11

CAMINO DE INVIERNO

Esta mañana Marcos, Poti y yo salimos del albergue de Rodeiro a

distinta hora pero los dos con bastante mal sabor de boca.

Si la bienvenida fue fría por parte de los dueños hacia Marcos y Poti, el

primero por su aspecto y el segundo por el hecho de ser perro, la

despedida fue aún peor sobre todo hacia mí por haber defendido con

demasiada vehemencia la noche anterior que no separaran a Poti de

Marcos aunque tuvieran que dormir juntos en en el garaje.

No había manera de que entendieran que el animal sufre si lo separan

de su dueño y ellos no se fiaban de tener a Marcos en el garaje.

La señora esta mañana quería que yo dejara el albergue lo antes posible

diciéndome que había sido la peor peregrina que había pasado por allí.

Eso me pasa por ser abogada de pobres y defender causas que ni

siquiera a mí deberían afectarme. Pero me afectaba y no podía mirar

para otro lado y permanecer impasible ante el despropósito de aquellos

señores.

Me puse a caminar con el roe que roe de lo sucedido, con malestar de

que aquello me hubiera afectado hasta el punto de no desconectar ni

caminando por la naturaleza.

Era la primera vez desde que soy peregrina que algo consigue sacarme

del Camino aunque físicamente estuviera en él.

Así transcurrieron los primeros kilómetros entre prados verdísimos,

fangales en el suelo que sorteaba con sumo cuidado para no inundarme

las sandalias ni los calcetines cosa que conseguí y la aparición por vez

primera de vacas con manchas blancas y negras.

De repente entre prado y prado escuché un sonido fortísimo de agua

caer, a los pocos metros me encontré a pie de camino con unas

cataratas que emanaban de entre la vegetación con una gran cantidad de

agua.

Que alegría ver como brota el agua en Galicia incluso en tiempos de

sequía reciente.

Justo después de bajar a contemplarla suena mi teléfono: "Marcos y

Poti", descolgué y me cuenta Marcos que está en una aldea en casa de

unos señores que han reconocido a Poti.


Iñaki, el hombre, saludó a Marcos y le dijo que Isabel su mujer lee mis

diarios de peregrina todas las noches desde que empecé en Ponferrada.

Ya tengo club de fans y Poti ya es el perregrino más popular.

Marcos me pasó el teléfono para hablar con Isabel, me dijo que estaba

haciendo todos los días el Camino conmigo y a la media hora ya estaba

sentada en la gran mesa de su cocina junto a Marcos y Poti con un plato

de chorizo y salchichón y una cerveza que me preparó Iñaki.

Allí estuvimos un rato charlando animadamente y muy calentitos.

Nos dijeron que nos quedáramos a comer espaguetis pero teníamos que

proseguir la marcha porque sino se nos haría de noche hasta llegar a

Lalín.

Aquí tenéis vuestra casa para otra ocasión, nos dijeron al despedirnos.

En la misma mañana habíamos pasado de una experiencia desagradable

a pasar página con otra inesperada que nos devolvió a la esencia del

Camino, la hospitalidad y el trato afable con las personas que nos

cruzamos mientras avanzamos kilómetros.

Eran ya casi las 16.00 y nos quedaban aún más de 12 kilómetros para

llegar a Lalín, la que suponíamos que iba a ser nuestra línea de meta.

Los siguientes kilómetros los caminamos juntos el trío La La La pero

Marcos va mucho más rápido que yo y pronto me sacó ventaja.

Poti se iba parando a los pocos pasos, a veces observando de lejos si yo

venía y otras dejando alejarse a su dueño para venir a buscarme.

Adelanté a un grupo de vacas y a un tractor que caminaban lentas por

nuestro mismo sendero embarrado.

Marcos y Poti se pararon a esperarme debajo de una marquesina de

uralita que había en mitad de una aldea.

Mientras, llovía finamente.

Estábamos cansados y al entrar en Lalín ya era de noche y la lluvia caía

algo más fuerte.

Llamé a Daniel, un peregrino de Lalín con el que entablé contacto a

través de un grupo de Facebook del Camino de Invierno antes de saber

qué definitivamente me decidiría por fin a hacerlo.

Él me aconsejó como repartir los kilómetros y me mandó una lista de

alojamientos, dos cosas por las que pregunté en dicho grupo casi un

mes antes de colgarme la mochila.

De normal y en cualquier Camino, kilómetros al día y alojamientos son

dos cosas que nunca planifico pero en este Camino tan desconocido no

está de mal asesorarse.


Daniel nos esperaba en el centro del pueblo y como es lógico nos

reconoció en seguida.

Íbamos mojados y nos invitó a café en un bar de al lado.

Se supone que yo dormiría en un hostal porque el albergue de

peregrinos estaba cerrado y Marcos y Poti no sabían donde dormirían

ni debajo de qué techumbre que les protegiera de la lluvia.

Daniel nos comentó la idea de acercarnos en coche 6 kilómetros más

adelante para poder dormir los tres juntos, Poti incluido.

Dicho y hecho.Terminamos el café, nos enseñó una oficina de atención

al peregrino que acababa de abrir, nos puso tres sellos diferentes y muy

bonitos en nuestras credenciales de peregrino y nos regaló a cada uno

dos libritos de microrrelatos del Camino de Santiago.

Nos acercamos a un supermercado para comprar la cena y el desayuno

de mañana y nos subimos al coche directos al albergue de peregrinos de

A Laxe. Llegamos en seguida y allí nos estaba esperando el

hospitalero.

8 euros por persona en un albergue público con calefacción y unas

instalaciones sorprendentes y modernas.

Es una casa de piedra mezclada por dentro con elementos de cemento,

hierro y madera. Mezcla de nave industrial y cabaña con grandes

cristaleras.

La cocina enorme con una encimera larguísima de acero.

Es un albergue muy grande con techos muy altos en el que Poti

andurrea y sube y baja escaleras buscándonos.

Por fin el animalito no duerme a la intemperie.

En este albergue coincidimos con los peregrinos que están haciendo la

Vía de la Plata, el Camino que va de Sevilla a Santiago de Compostela.

Hay tres peregrinos que vienen caminando desde hace unos 40 días

desde Sevilla.

Uno de Rota, un koreano y otro rubio y extranjero no sé de qué país.

Me he duchado, he cenado las latas de lentejas y de albóndigas que

compré en el supermercado junto con unos pocos bollitos y en cuanto

termine estas letras me bajo a la cocina a tomarme media botella de

yogur líquido de fresa.

Todos los peregrinos duermen hace rato, Poti en el suelo al lado de la

litera de Marcos parece un peluchito adorable.

Yo soy la última en meterme en el saco, un clásico de todos mis

Caminos.



Pura Fernández is in Bandeira, Galicia, Spain.

DIARIO DE PEREGRINA

DIA 12

CAMINO DE INVIERNO

Esta noche he tenido ganas de llorar pero no por mi que estoy recién

duchada, seca y calentita cenando en el bar del pueblo de Bandeira sino

por las condiciones bajo diluvio y viento en las que ahora mismo están

Marcos y Poti buscando refugio porque no hay forma de que haya

solidaridad ni un poco de afloje en las rígidas normas de la mayoría de

los albergues.

Ni siquiera teniendo lugar de sobra para que un perro esté fuera bajo

techo.

Ni siquiera siendo los únicos peregrinos del albergue.

Ni siquiera estando a mediados de noviembre con un día más propio

del invierno que del otoño.

Hemos llegado a este lugar sobre las 17.30, el albergue está compuesto

de módulos de uralita y entre módulo y módulo hay suelo de tablones

de madera y techumbre, TODO EL EXTERIOR ESTÁ BAJO TECHO.

"Si de repente viene un jefe y ve aquí fuera al perro me juego mi puesto

de trabajo" es lo que el bonachón hombre asalariado por por la Xunta y

una empresa privada de Florentino Pérez nos dice, aunque si

dependiera de él el perro ya no se movía de allí y Marcos tampoco.

Estoy segura de que en la Edad Media habría más hospitalidad y

comprensión si vieran llegar a un peregrino y su perro empapados y

pasando frío.

En el 2022 las normas de los albergues de peregrinos con respecto a un

ser vivo y sintiente no se saltan ni bajo condiciones especiales ni

adversas.

En cambio estas normas sí se las saltaría Dios, de hecho una de las

obras de misericordia de las que habla la Biblia es dar posada al

peregrino.

Estamos a la cola de Europa en el tema perruno a pesar de que el

Camino lo hacen miles de extranjeros.

¡Albergues de Perregrinos ya!

¿Qué mejor viaje para disfrutar con tu perro que recorrer la naturaleza y

los bosques de toda España haciendo el Camino de Santiago?.

Esta mañana los 5 peregrinos que dormimos en el albergue de a Laxe

nos hemos levantado a horas diferentes.

Yo como siempre la última.


A los 3 primeros ni los he escuchado,

venían de la Vía de la Plata y se estaban haciendo una pechá de

kilómetros cada jornada desde hace más de un mes que sólo de

pensarlo se me abren las carnes.

Al rato de levantarme se han ido Marcos y Poti y yo he salido casi una

hora después.

Otro día entre prados, algún que otro bosque con un precioso puente

medieval y alguna que otra aldea y caserío desperdigado.

Comencé a caminar con un leve chispeo que pronto cesó y salió el sol

tímidamente, esta mañana hacía más temperatura que días anteriores

asique no tardé mucho en quitarme la capa y 2 de los tres chubasqueros

finos que siempre llevo de peregrina.

Prefiero varias capas de plástico finas que no pesan nada y secan en

seguida y que además me aportan el suficiente calor al andar en días

fríos, que ropa más gorda de otro tipo de tela que tarde más en secarse.

Cuando llevaba la mitad de kilómetros me mandó Marcos un audio

diciéndome que estaba en un bar de Silleda descansando con Poti y que

había una señora haciendo pulpo en la puerta.

Que allí se quedaba esperándome para comernos un plato.

Al poco caminaba aproximándome a un caserió con una verja de

alambre, el Camino pasaba justo casi a ras de la alambrada, al otro lado

vi a un hombre y al pasar a su altura le vi mirándome fijamente

mientras se tocaba. Lo miré a la cara, miré su mano y comprobé que sí,

que el tío se estaba masturbando a mi paso.

"Eres un cerdo" le dije

"Estoy en mi casa" me dijo

""Estás en tu casa esperando que pasen peregrinas para tocarte so

cerdo"

En ese momento dos perrazos corrían por dentro de la alambrada

ladrándome asique decidí callar por si le daba por abrirles y que

salieran a atacarme.

De no haber alambrada y no haber perros le digo lo que no hay en los

escritos.

Le mandé un audio a Marcos contándole lo que me acababa de suceder

y él estaba dispuesto a venir a leerle la cartilla al pervertido, menos mal

que nos separaban más de 2 kilómetros y ahí se quedó el asunto.

Llegué a la pulpería y en la puerta tumbado en el suelo estaba Poti,

cuando me vio empezó a lloriquear de la alegría moviendo el rabo

fuerte y echándome la pezuña por el hombro al agacharme a saludarlo.


Comimos pulpo, bebimos una Estrella Galicia y proseguimos los tres

juntos el resto de los kilómetros que nos quedaban en el día de hoy.

Nos sentamos en un banco de una aldea con un señor castigado por la

salud y medio ciego por los efectos de la quimioterapia que le estaban

dando, José Luis se llamaba e iba con su garrota dando paseos muy

lentamente para que le bajara el azúcar.

Al rato nos despedimos y continuamos la marcha hasta el albergue de

marras donde Poti una vez más no era bienvenido.

Ahora estoy yo sola en este albergue de módulos de uralita en mitad de

una explanada desierta.

El viento suena huracanado y la lluvia golpea la chapa con un

estruendo como en las películas de terror.

Espero no tener ganas de mear durante la noche porque el baño está

fuera medio a la intemperie.

Mientras tanto Marcos me dice que se ha refugiado primero en una

parada de madera que solo cabe de pie y luego en un chamizo con dos

contenedores de basura delante que les hace barrera contra el viento.

Poti está acurrucado con el saco de dormir encima sin mostrar ninguna

queja.

Marcos tampoco se queja, es de admirar el talante de este hombre ante

semejante situación.

Yo sola en un albergue y ellos pasando fatigas en un chamizo tirados

en la calle con todo mojado, ¿lo entiende alguien?.

El apóstol Santiago seguro que tampoco.

Que se pase la noche rápido y mañana será otro día.

A ver dónde nos encontramos.



Pura Fernández está en O Cruceiro da Ulla.

Vedra ·

DIARIO DE PEREGRINA

DIA 13

CAMINO DE INVIERNO

Cuanta verdad eso de que Dios, en caso de existir, aprieta pero no

ahoga.

Al Apóstol Santiago le han llegado nuestras vivencias peregrinas y ha

puesto fin a las calamidades de Marcos y Poti.

Hasta aquí hemos llegado, ha debido de pensar y ha movido hilos para

que la última noche antes de llegar a Santiago, la pasen con dignidad y

descansados como cualquier peregrino para que mañana puedan hacer

su entrada triunfal en la Plaza del Obradoiro.

En el Camino como en la vida lo que ayer era oscuridad hoy se

convierte en luz, ayer te caes y hoy te levantas, un día los planes salen

fatal y al siguente todos salen bien.

Esta noche he dormido aproximadamente a 50 grados porque la

pequeña habitación de cinco literas donde dormía tenía un aparato de

aire, más bien tornado, de esos incrustados en la pared que en verano

da aire frío y en invierno caliente, pero estaba regulado de forma que

no puedes subir o bajar la temperatura, de modo que la ventisca era

calentísima.

No me ha importado nada, preferí dormir en bragas y con los pies fuera

del saco que no como en el albergue anterior que a pesar de tener

calefacción era tan grande que no me quité ni las mallas, ni la sudadera

ni los calcetines en toda la noche y a pesar de ello me desvelé del frío

en varias ocasiones.

Llevo un saco de entretiempo para que no haga bulto y pese poco,

vamos, el de todos los Caminos, pero los anteriores los hice a primeros

de otoño y este me ha dado casi principios de invierno.

No me he desvelado en toda la noche asique no he tenido que salir a la

intemperie a buscar el baño.

A las 9 al poco de despertarme, ya tenía audio de Marcos para decirme

que ellos ya estaban en marcha y cómo habían pasado la noche. Como

os podéis imaginar continuamente mojados porque no ha parado de

llover ni de hacer aire.

La misión de hoy era llegar a algún lugar, por difícil que sea el tema de

alojamiento con perro que tuvieran a bien acogerlos.


En definitiva que tuvieran empatía y solidaridad.

Lo hemos conseguido.

Después de desayunar cuatro tostadas y un buen vaso de colcao me

coloqué la mochila y empecé a ganar kilómetros.

Hoy es la mañana que más fuerte ha llovido, de repente salía el sol,

luego el arcoiris y luego un chaparrón.

Mientras caminaba miraba en el móvil la guía Gronze que es la que me

orienta sobre cualquier cuestión de cualquier Camino hasta llegar a

Santiago, la guía que ilumina mi Camino aunque hay muchas otras

guías.

El caso es que buscaba números de teléfono de alojamientos sea del

tipo que fueran donde acoger a un peregrino con perro.

Había poquísimas opciones y lo único que tenía claro es que albergue

exclusivamente de peregrinos lo tenía completamente descartado. En

ellos paradójicamente es donde más negativas nos hemos encontrado.

Llamé al albergue-pensión O Cruceiro de Ponte Ulla y al otro lado del

teléfono me atendió Alexandra, uno de nuestros ángeles de este

Camino.

Le conté nuestro periplo desde que salimos de Ponferrada, más bien el

de Marcos y Poti, pero como desde el primer día de Camino Marcos y

Poti han sido parte fundamental de esta aventura pues le hablo como si

fuéramos un mismo pack peregrino.

Es cierto que los primeros días yo iba más a mi bola que para eso hago

todos los Caminos sola, pero es imposible no encariñarse de este

animal y cuando lo tratas también de Marcos.

Le conté nuestra experiencia con el albergue del día anterior y de la

noche de perros, nunca mejor dicho, que habían pasado ellos.

Mientras le contaba me brotaban las lágrimas, imposible contenerlas y

la chica empatizó desde el principio.

Tampoco comprendía esa inflexibilidad extrema de los albergues

anteriores y entendió perfectamente la necesidad imperiosa que tenían

estas dos criaturas de descansar y de secarse la ropa.

Nos dijo que tendría que hablar con la dueña primero y que en caso de

aceptar sería en una habitación de cama doble para estar los tres.

Llamé a Marcos y le conté mi conversación con la chica.

Aunque faltaba confirmación al menos había un resquicio de esperanza.

Si no llegan a existir Marcos y Poti probablemente yo hubiera

avanzado 4 kilómetros más, pero como existen y sabía que haciendo de

mediadora las cosas serían más fáciles, en caso de respuesta afirmativa


yo me quedaba allí con ellos aunque pagara algo más por el

alojamiento.

Como acordé con Alexandra, Marcos se fue para allá cuando llegó a

Ponte Ulla.

Yo llegué casi dos horas después y allí estaba Poti y la mochila de

Marcos en la puerta del bar de la pensión.

Aún no le había contestado la jefa.

Eran las 14.30 del mediodía.

Marcos estaba ya por el postre del menú, de normal se prepara él su

comida en el camping gas y cacerolita pero después de la noche

anterior sin dormir ni cenar el cuerpo le pedía más alimento y que fuera

a mesa puesta.

Al poco llegó Marisa, la jefa,, pasaron unos minutos y vino a sentarse

con nosotros, nos escuchó y aunque nos dijo que era un lugar donde

solían alojarse trabajadores de la zona y de normal no admitían perros

nos dijo que nos daría una habitación compartida para pasar allí la

noche.

¡Viva!

Me pedí una tarta de fresa y un café porque después de las cuatro

tostadas del desayuno mi estómago no podía hacer hueco para un

menú.

Conversamos otro rato con la dueña y subimos a la habitación. Pequeña

y sin ningún lujo pero a nosotros se nos antojaba un palacio.

Tenía dos camas con dos mantas, calefacción y una ducha con buena

presión y agua caliente. Más que suficiente.

Poti está tumbadito en el suelo encima de un aislante. Marcos ha

metido todo en la secadora industrial. Yo escribo estas letras en un

banquito del pasillo y de vez cuando se asoma Marcos para conversar

porque tenemos la puerta abierta.

Casi se me va el santo al cielo y me cierran la cocina.

Lentejas, merluza y un yogur ha sido mi cena.

Ni yo me creo que antes de las diez de la noche ya tenga el diario del

día escrito y casi metida en la cama. Claro que hoy he llegado al

albergue-pension a la hora del almuerzo. Lo nunca visto.

Marcos lleva durmiendo desde antes de las 22, falta le hace.

Mañana llegamos a Santiago y estoy deseando ver entrar a Poti en la

Plaza del Obradoiro.



Pura Fernández is in Santiago de Compostela, Spain.

DIARIO DE PEREGRINA

DIA 14

FINAL DEL CAMINO

Anoche dormimos muy calentitos, tanto, que yo me tuve que quitar las

dos mantas y sacar los pies por la sábana mientras que Marcos no se ha

despegado de las dos mantas que yo no me explico como no ha

combustionado.

Al despertarnos me ha dicho que ha pasado tantas noches frío en la

tienda de campaña y mojado que ahora tenía que compensar.

A Poti no lo he sentido moverse en toda la noche, ni siquiera respirar.

Hoy nos hemos levantado más temprano que ninguna mañana de este

Camino pero no porque nos entusiasmara levantarnos a las 7.30 sino

porque teníamos que dejar la habitación una hora después por el tema

de la limpieza.

Después de desayunar y de colocarnos las mochilas hemos emprendido

la última marcha destino a la Plaza del Obradoiro.

Como las previsiones eran de lluvia constante hemos vestido a Poti con

una bolsa de basura gigante para que el animalito no caminara 20

kilómetros mojado.

Jamás consiento caminar con nadie ninguna etapa, si acaso algunos

kilómetros, menos todavía la última para llegar a Santiago pero este

Camino ha sido el Camino de Poti, Marcos y Pura, sus alegrías han

sido las mías y sus penurias también asique este último día dábamos los

dos por hecho que íbamos a hacer la excepción y los 20 kilómetros que

nos quedaban los haríamos los tres juntos.

He caminado a un ritmo más rápido del que acostumbro, pero con el

día de lluvia que hacía era conveniente darme vida y que mejor que

caminar con alguien de 1.80 con piernas largas.

Solo hemos parado en una ocasión y ha sido para coger frío en un bar

de un pueblo a 10 kilómetros de la línea de meta que tenía la puerta

abierta y al llevar la ropa húmeda hemos salido helados.

Pronto hemos entrado en calor con la caminata y al poco me tuve que

quitar dos chubasqueros y la capa impermeable.

Seguía lloviznando y ya veíamos de lejos los pináculos de la catedral

de Santiago desde una bonita panorámica.

Al entrar a la ciudad hemos dejado de prestar atención a las flechas

amarillas pero sabíamos perfectamente cual era la dirección a tomar

porque no perdíamos de vista los pináculos.


Quizá si hubiéramos seguido las flechas amarillas nos hubiéramos

evitado una subida descomunal e interminable ya en el casco histórico.

A las 15.55 estábamos cruzando el arco previo por donde cruzamos los

peregrinos antes de entrar en la Plaza del Obradoiro.

He sacado el móvil para grabar a Marcos y a Poti y se me han

humedecido los ojos al ver al animal de ya casi 10 años haber

conseguido completar esta bonita aventura de 263 kilómetros a cuatro

patas.

Ha sido muy emocionante ver a Marcos agacharse para abrazar durante

un rato a su mejor amigo.

En ese momento éramos los únicos peregrinos en la plaza por las horas

y por el mal tiempo, nada que ver como cuando llegas con sol que es un

arco iris de mochilas y de besos y abrazos entre todos los que

ocupamos la Plaza procedentes de distintos Caminos y rutas xacobeas.

Cuando terminé el Camino Primitivo también diluviaba y estaba la

plaza vacía pero así también tiene mucho encanto porque está preciosa

solitaria y con ese color gris plomizo de los días lluviosos.

Tras la foto final delante de la Catedral nos hemos ido en busca del

único albergue- hotel que admitían perros y que el día anterior me

había encargado de averiguar.

Poti ya se ha tumbado en el suelo del ascensor y ahora lleva toda la

tade tumbadito sobre el suelo de madera de la habitación doble que

nuevamente compartimos los tres.

Nos hemos turnado los dos para no dejar a Poti solo mientras que uno

iba a hacer una colada y al súper y yo salía a cenar.

Mañana los dos nos quedamos en Santiago para reposar el Camino, yo

ya he reservado una litera en mi albergue favorito y Marcos no sabe

donde pasará la noche, pero eso ya es parte de su aventura, la mía ya ha

llegado a su fin.

Mañana me despediré de ellos y me iré con el mismo pellizco cuando

me despida de Poti como con el que me vine al despedirme de mi perra

Oliva.

Oliva ha sido muy feliz en mi ausencia porque la han cuidado

divinamente mi familia y amigos que tienen perros íntimos de la mía.

Ojalá algún día pueda hacer un Camino de Santiago con ella porque os

aseguro que después de 7 Caminos, este Camino de Invierno ha sido el

más emotivo de todos gracias a poder haberlo hecho con la compañía

de Poti.


Si te vas de aventuras, la aventura será grandiosa si la haces con un

perro.

Ojalá podamos y ojalá nos dejen.

Y aquí terminan los diarios de este año 2022, espero que podáis viajar

nuevamente conmigo en el 2023.

Gracias por vuestro aliento.

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