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La Inteligencia Emocional - Daniel Goleman

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pensamientos que alimentan o, por el contrario, aligeran la crisis se atiene al

modelo de optimismo o pesimismo propuesto en el capitulo 6 por el psicólogo

Martin Seligman. La visión pesimista sería aquélla que considera que nuestra

pareja tiene un defecto inherente e inmutable que sólo genera sufrimiento: « es

un egoísta que sólo piensa en sí mismo. Así lo parieron y jamás cambiará. Lo

único que quiere de mí es que esté completamente a su servicio sin tener en

cuenta cuáles son mis sentimientos» . La visión optimista contrapuesta podría

expresarse más o menos del siguiente modo: « ahora parece muy exigente pero,

en el pasado, ha demostrado ser muy comprensivo. Tal vez esté atravesando una

mala racha. Es muy posible que tenga algún problema en el trabajo» . Esta

última perspectiva no descalifica al otro miembro de la pareja ni considera

desesperanzadamente que la relación matrimonial esté dañada de manera

irreversible, sino que piensa, en cambio, que sólo se trata de un problema

circunstancial y pasajero. La primera actitud aboca a la desazón mientras que la

segunda proporciona, en cambio, una sensación de may or sosiego.

Las parejas que adoptan una postura pesimista son sumamente proclives a los

raptos emocionales y se enfadan, ofenden y molestan por todo lo que hace su

compañero, creciendo su irritación a medida que avanza la discusión. Este estado

de inquietud interna, unido a su actitud pesimista, les hace más proclives a

recurrir a la crítica y las quejas desconsideradas en las desavenencias con su

pareja, lo cual incrementa, a su vez, la probabilidad de terminar adoptando una

actitud defensiva o de clara cerrazón.

Es muy posible que los pensamientos tóxicos más virulentos sean aquéllos que

albergan los hombres que llegan a maltratar físicamente a sus esposas. Un

estudio sobre la violencia marital llevado a cabo por psicólogos de la Universidad

de Indiana demostró que las pautas de pensamiento de estos hombres son las

mismas que las de los niños bravucones del patio de recreo. Suele tratarse de

hombres que interpretan las acciones neutras de sus esposas como ataques y

utilizan este prejuicio para justificar su agresividad hacia ellas (quienes se

muestran sexualmente agresivos en sus citas con las mujeres sufren un proceso

muy parecido, prejuzgándolas con suspicacia y desdeñando sus posibles

objeciones)i Como hemos visto en el capítulo 7, este tipo de hombres se siente

especialmente amenazado por el desdén, el rechazo o la vergüenza pública a que

les pueden someterles sus esposas. Una escena típica que suele activar la

« justificación» de la violencia del marido es la siguiente: « estás en una fiesta y

de repente te das cuenta de que hace media hora que tu mujer está hablando y

riendo con ese hombre tan atractivo que parece estar coqueteando con ella» . La

respuesta habitual de este tipo de hombres ante el rechazo o abandono de sus

esposas oscila entre la indignación y la humillación. Es muy posible que, en tal

caso, pensamientos automáticos del tipo « ella va a dejarme» actúen a modo de

desencadenante de un secuestro emocional en el que el marido violento

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