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La Inteligencia Emocional - Daniel Goleman

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primeros meses de vida de los gatos y de los monos, en el desarrollo de las

sinapsis que portan las señales procedentes del ojo hasta el córtex visual, en

donde son interpretadas. Si durante este período se mantiene, por ejemplo, un ojo

cerrado, el número de sinapsis que conectan ese ojo con el córtex visual

disminuy e, mientras que las del ojo abierto se multiplican. Cuando, tras este

periodo crítico, se destapa este ojo, el animal permanece funcionalmente ciego

de este ojo, una ceguera que no se debe a ningún defecto anatómico sino que está

relacionada con el pequeño número de sinapsis que conectan el ojo con el córtex

visual.

En el caso de los seres humanos, el correspondiente período crítico para el

desarrollo de la visión se prolonga durante los seis primeros años de vida. Durante

este tiempo, la visión normal estimula la formación de conexiones neuronales

cada vez más complejas entre el ojo y el córtex visual. El hecho de mantener

cerrado un ojo durante este período unas pocas semanas puede terminar

produciendo un déficit mensurable en la capacidad visual de este ojo. Los niños

que, por las razones que fuere, han permanecido con un ojo cerrado durante

varios meses durante este período, muestran una clara pérdida en la percepción

visual de los detalles.

Una vívida demostración del impacto de la experiencia sobre el desarrollo del

cerebro procede de estudios realizados sobre ratas « ricas» y ratas « pobres» .”

Las ratas « ricas» vivían en pequeños grupos en jaulas llenas de entretenimientos

para ratas (como, por ejemplo, escaleras y norias), mientras que las ratas

« pobres» estaban en jaulas similares pero carentes de toda diversión. Al cabo de

varios meses, el neocórtex de las ratas ricas desarrolló redes neuronales mucho

más complejas, mientras que el número de conexiones sinápticas establecidas

por las ratas pobres era comparativamente mucho menor. La diferencia era tan

notable que los cerebros de las ratas ricas llegaron a ser mucho más pesados y no

debería sorprendernos que se mostraran mucho más diestras que las ratas pobres

en encontrar la salida de los laberintos con los que se trataba de determinar su

inteligencia. Similares experimentos realizados con monos mostraron las mismas

diferencias entre una experiencia « rica» y « pobre» y cabe esperar el mismo

resultado en el caso de los seres humanos.

La psicoterapia, es decir, el reaprendizaje emocional sistemático, constituy e

un ejemplo palpable de la forma en que la experiencia puede cambiar las pautas

emocionales y remodelar nuestro cerebro. La demostración más clara de este

hecho nos lo proporciona una investigación realizada con personas que estaban

siendo tratadas de desórdenes obsesivo-compulsivos. Una de las compulsiones

más comunes es la de lavarse las manos, un acto que puede llegar a repetirse

tantas veces al día que la piel de la persona termina agrietándose. Los estudios

realizados con escáneres TEP [tomografía de emisión de positronesj han

demostrado que la actividad de los lóbulos prefrontales de los obsesivo-

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