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La Inteligencia Emocional - Daniel Goleman

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compulsivos es muy superior a la normal. La mitad de los pacientes del estudio

recibieron el mismo tratamiento farmacológico normal, fluoxetina (más

conocido por su nombre comercial, Prozac) y la otra mitad recibieron terapia de

conducta. Durante el proceso terapéutico, los sujetos fueron sistemáticamente

expuestos al objeto de su obsesión o compulsión sin que pudieran llevar a cabo su

ritual (así, por ejemplo, a los pacientes que se lavaban las manos

compulsivamente se les colocaba en un lugar sucio sin que tuvieran la posibilidad

de lavarse).

Al mismo tiempo se les enseñaba a cuestionar los miedos y las amenazas que

les apremiaban (por ejemplo, que el hecho de no lavarse les llevaría a contraer

una enfermedad y a morir). Tras varios meses de estas sesiones, las

compulsiones fueron desapareciendo gradualmente al igual que lo hicieron en el

caso de aquellos otros pacientes a quienes se les había administrado medicación.

Pero el hallazgo más notable fue un escáner TEP que mostraba que la

actividad de una región clave del cerebro emocional de los pacientes sometidos a

terapia de modificación de conducta —el núcleo caudado— descendió de un

modo tan significativo como ocurrió en el caso de aquellos otros tratados

eficazmente con fluoxetina. ¡Su experiencia había llegado a modificar su

funcionamiento cerebral —y les había liberado de los síntomas— tan

eficazmente como la medicación!

MOMENTOS CLAVE

El cerebro del ser humano necesita mucho más tiempo que el de cualquier

otra especie para llegar a madurar completamente.

Cada región del cerebro se desarrolla a una velocidad diferente a lo largo de

la infancia, y el comienzo de la pubertad jalona uno de los períodos más críticos

del proceso de « podado» cerebral. Algunas de las regiones cerebrales que

maduran más lentamente son esenciales para la vida emocional. Mientras que las

áreas sensoriales maduran durante la temprana infancia y el sistema límbico lo

hace en la pubertad, los lóbulos frontales —sede del autocontrol emocional, de la

comprensión emocional y de la respuesta emocional adecuada— siguen

desarrollándose posteriormente durante la tardía adolescencia hasta algún

momento entre los dieciséis y los dieciocho años de edad.

Los hábitos de control emocional que se repiten una y otra vez a lo largo de

toda la infancia y la pubertad van modelando las conexiones sinápticas. De este

modo, la infancia constituy e una oportunidad crucial para modelar las tendencias

emocionales que el sujeto mostrará durante el resto de su vida, y los hábitos

adquiridos en esta época terminan grabándose tan profundamente en el

entramado sináptico básico de la arquitectura neuronal, que después son muy

difíciles de modificar. Dada la importancia de los lóbulos prefrontales en el

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