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La Inteligencia Emocional - Daniel Goleman

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respuestas alternativas (como mostrarse mas amable o hacer una broma al

respecto) de que dispondrá.

Estos niños son emocionalmente vulnerables y presentan un bajo umbral de

tolerancia que les lleva a encontrar cada vez más motivos para sentirse

ofendidos. Y el hecho es que, una vez se pone en marcha este mecanismo,

pierden la capacidad de razonar, interpretan como hostiles los actos más

inocentes y se refugian en su hábito inveterado de comenzar a propinar golpes.

Este sesgo perceptivo hacia la hostilidad y a resulta evidente en los primeros años

de la escuela. Aunque la may or parte de las niñas y niños —especialmente estos

últimos— sólo se muestran indisciplinados durante el período de la guardería y el

primer curso de la escuela primaria, los niños más agresivos no logran aprender

el mínimo autocontrol hasta después del segundo curso.

Mientras otros aprenden a negociar y pactar para dirimir las disputas que

aparecen en el patio de recreo, los chicos indisciplinados siguen confiando en la

fuerza bruta, una conducta que, sin embargo, tiene un elevado coste social, y a

que, a las dos o tres horas de producirse el primer altercado, suelen caerles

antipáticos a sus compañeros.

Las investigaciones que han seguido a este tipo de niños desde la enseñanza

preescolar hasta la pubertad demuestran que más de la mitad de los alumnos que

durante el primer curso se mostraban destructivos, incapaces de mantener una

relación cordial con los demás, desobedientes con sus padres y tercos con sus

maestros, comenzaron a delinquir a partir de los diez años de edad. Por supuesto,

con ello no estamos diciendo que todos los niños agresivos estén condenados a

caer en la delincuencia y la violencia, pero lo cierto es que son quienes más

probabilidades tienen de llegar a cometer delitos violentos.

Como acabamos de señalar, la propensión al delito se manifiesta

sorprendentemente pronto en la vida de estos niños. Un estudio realizado entre

niños de unos cinco años de edad de una guardería de Montreal demostró que,

quienes manifestaban un grado más elevado de agresividad e indisciplina, antes

de haber cumplido los catorce años de edad revelaron un índice de delincuencia

mucho más acusado, mostrando también una tendencia tres veces superior a la

de los demás a golpear sin motivo alguno, a robar en una tienda, a utilizar algún

tipo de armas, a romper o robar piezas de un automóvil y a emborracharse. Así

pues, los niños difíciles y agresivos emprenden el camino que conduce a la

violencia y a la delincuencia durante el primero y el segundo curso. No es

infrecuente, por otra parte, que su escaso autocontrol les lleve también, desde los

primeros años de escolarizacion, a ser malos estudiantes, estudiantes que suelen

ser considerados por los demás —y que se ven a sí mismos— como « tontos» , un

juicio que se ve confirmado cuando se ven obligados a asistir a clases de repaso

(y que, por cierto, no hacen todos los niños que manifiestan igual grado de

« hiperactividad» o de dificultades de aprendizaje). Los niños que antes de

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