Listín Diario 03-02-2023
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4 SANTO DOMINGO, RD. VIERNES, 3 DE FEBRERO DE 2<strong>02</strong>3 10 cm<br />
La República<br />
Serie especial<br />
5 cm<br />
A 50 AÑOS DE LA GUERRILLA DE CAAMAÑO.<br />
4 cm<br />
3,5 cm<br />
3 cm<br />
Se descubre la pres<br />
Desembarco: Ante el hecho de que el bote inflable no tenía capacidad para llevar a nueve hombres con sus equipos a la playa, Caamaño<br />
ordenó dividir el desembarco en dos grupos, zarpando primero él con cuatro combatientes y devolviendo uno a buscar los otros cuatro.<br />
MIGUEL FRANJUL<br />
Santo Domingo, RD<br />
II<br />
“EL ÚNICO BOTE DE<br />
GOMA QUE POSEÍA<br />
EL BARCO NO TENÍA<br />
CAPACIDAD PARA EL<br />
PESO DE 9 HOMBRES<br />
CON SUS ARMAS Y SUS<br />
MOCHILAS”.<br />
Claudio Caamaño Grullón y Francisco Alberto Caamaño Deñó durante la<br />
etapa de entrenamientos en Cuba.<br />
Los nueve hombres<br />
que habían llegado<br />
al atardecer del 2 de<br />
febrero a las costas<br />
dominicanas eran<br />
los únicos ocupantes del motovelero<br />
de 42 pies de largo del tipo Chris<br />
Chraft Comanche “Black Jak”, hecho<br />
de fibra de vidrio con un motor<br />
de 25 caballos de fuerza, que<br />
había zarpado de Saint John, la capital<br />
de Antigua, una colonia inglesa<br />
de las Antillas Menores, haciendo<br />
una escala en Guadalupe.<br />
Al principio, mientras abandonaban<br />
Port Louis, el yate de casco<br />
negro y de blanco velamen encalló<br />
en un banco de arena. Pero al<br />
cabo de un tiempo pudo superar<br />
esa dificultad e iniciar un viaje de<br />
cuatro días por las aguas del Caribe<br />
sin levantar las más mínimas<br />
sospechas a los guardacostas que<br />
generalmente navegan por esas<br />
aguas persiguiendo traficantes de<br />
drogas.<br />
La fragata 1<strong>03</strong> de la Marina dominicana<br />
se desplazaba cerca de<br />
las costas de Barahona, y esta inesperada<br />
presencia obligaría a los<br />
ocupantes del “Black Jak” a poner<br />
proa hacia la Bahía de Ocoa,<br />
la cual atravesaron sin dificultades<br />
pasando por delante de la base naval<br />
de Las Calderas, la principal de<br />
la de Marina de Guerra dominicana,<br />
exhibiendo una bandera de los<br />
Estados Unidos en lo alto de la vela<br />
mayor. En horas de la tarde, el yate<br />
tenía de frente el balneario de<br />
Monte Río y el Puerto Tortuguero.<br />
El desembarco se haría al caer la<br />
noche, irremediablemente, ya que<br />
al día siguiente habría Luna llena<br />
y esto podría estropear los planes<br />
de hacerlo en mejores condiciones<br />
para no ser detectados por los<br />
hombres del puesto de Marina de<br />
Guerra que operaba allí.<br />
La operación de desembarco,<br />
sin embargo, resultó problemática.<br />
El único bote de goma que poseía<br />
el barco no tenía capacidad<br />
para resistir el peso de nueve hombres<br />
con sus armas y sus mochilas.<br />
Y sólo cuando comprobaron esta<br />
dificultad en el momento de hacer<br />
el trasbordo fue que el jefe de<br />
la expedición, Román, ordenó un<br />
cambio de los planes. Román decidió<br />
que él y cuatro de sus hombres<br />
irían primero en la balsa, que<br />
era impulsada por un motor fuera<br />
de borda de 25 caballos, y que<br />
una vez alcanzada la playa y comprobado<br />
que nada entorpecía el<br />
desembarco, enviarían a Felipe a<br />
buscar a los otros cuatro que quedaban<br />
todavía en el yate. Antes de<br />
abandonar la lujosa embarcación,<br />
el comandante dejó intencionalmente<br />
a bordo un mensaje<br />
que decía:<br />
-Peligro: este barco tiene un alto<br />
volumen de explosivos que se desconectarán<br />
automáticamente a las<br />
10:00 a.m.<br />
Inesperadamente ocurrió un<br />
costoso imprevisto: Felipe perdió<br />
la orientación cuando trataba de<br />
localizar al “Black Jak” que estaba<br />
anclado a dos kilómetros y nunca<br />
pudo hallar al resto de sus compañeros,<br />
por más vueltas que diera<br />
tratando de ubicarse en la ruta<br />
que imaginariamente trazó a partir<br />
de la observación de una fulgurante<br />
estrella polar que se venía divisando<br />
desde que cayó la noche.<br />
Frustrado por su error y más desorientado<br />
que antes, el guerrillero<br />
del bote tampoco pudo encontrar<br />
el punto del desembarco del primer<br />
contingente y cuando las aspas<br />
del motor de su balsa tocaron<br />
arena, encallándose, se dio cuenta<br />
de que estaba otra vez en las orillas<br />
de la playa y abandonó presuroso<br />
el sitio, sin encontrar a los primeros<br />
compañeros que había dejado<br />
en tierra.<br />
Los que esperaban dentro del<br />
yate, al percatarse de que el bote se<br />
demoraba más de la cuenta, pensaron<br />
que esta tardanza era la señal<br />
de que algo grave había pasado:<br />
tal vez Felipe se fue a la deriva<br />
o se lo tragó un tiburón. De todas<br />
maneras, la situación no estaba<br />
para las contemplaciones; rápidamente<br />
los guerrilleros discutieron<br />
sus opciones: o levaban anclas y<br />
decidían acercarse a la playa hasta<br />
hacer encallar al “Black Jak”, o<br />
se arriesgaban a alcanzar a nado<br />
la orilla, desprovistos de algunos<br />
equipos básicos que dejarían dentro<br />
de la embarcación.<br />
Adoptada esta última opción, se<br />
lanzaron al mar, que entonces lucía<br />
tranquilo y al cabo de una hora<br />
de agotador esfuerzo nadando<br />
con sus propias mochilas y armas<br />
alcanzaron la tierra y lograron reunirse<br />
con su comandante. No se<br />
dieron cuenta, sin embargo, de<br />
que, al tirarse al agua para llegar<br />
nadando a la orilla, habían dejado<br />
inadvertidamente dentro del yate<br />
la mochila del comandante y otros<br />
paquetes con medicinas, alimentos<br />
e información vital del proyecto<br />
guerrillero.<br />
Mientras Toribio Peña Jáquez<br />
(Felipe) se dirigía con sus misioneros<br />
secuestrados a la capital, los<br />
otros hombres de la expedición<br />
habían logrado reagruparse cerca<br />
de las orillas de Agua de Cirilo, una<br />
playita a la que suelen acudir los<br />
pescadores y gentes de Las Charcas<br />
y Estebanía los fines de semana<br />
para deleitarse con el baño, y trataron<br />
de establecer qué problema<br />
había demorado la llegada del segundo<br />
grupo a la playa y, más que<br />
nada, adónde estaba Felipe.<br />
Román ordenó a dos de sus<br />
hombres que exploraran el perímetro<br />
de 500 metros cada uno<br />
en el Este y en el Oeste para ver si<br />
encontraban a Felipe. Después de<br />
media hora de búsqueda, nadie<br />
pudo dar cuenta de él. Solo apareció<br />
la balsa, ladeada y con la hélice<br />
enredada por una soga plástica<br />
que llevaba atada a la proa.<br />
Cuando toda la minúscula tropa<br />
se agrupó alrededor de su jefe,<br />
Román les pronunció una arenga,<br />
con la solemnidad de una despedida<br />
al combatiente muerto:<br />
Compañeros, dijo gravemente,<br />
parece ser que Felipe se ahogó tratando<br />
de llegar hasta el barco. Es lamentable<br />
que tengamos nuestra primera<br />
baja sin siquiera haber entrado<br />
en combate, pero debemos ir acostumbrándonos<br />
a ver caer nuestros<br />
compañeros más queridos porque la<br />
tarea que nos hemos impuesto nos<br />
obliga a admitir esto de una manera<br />
natural.<br />
Tratando de evitar que los llantos<br />
de Armando contagiaran de<br />
melancolía y tristeza al resto del<br />
grupo, el comandante ordenó enseguida:<br />
-Juan y Freddy: manipulen sus<br />
armas y estén listos para disparar<br />
cuando yo se lo ordene.<br />
El grupo marchó entonces hacia<br />
las montañas de la cordillera<br />
Central, que hacían telón de fondo<br />
a la bahía, para iniciar desde<br />
allí una guerra contra el régimen<br />
del presidente Joaquín Balaguer,<br />
para tratar de derrocarlo antes de