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La Campana de Jade

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El museo cerraba sus puertas al público a las 20.00 horas y, en ese mismo

momento, comenzaba la limpieza de las salas, tiendas y cafeterías del edificio.

Algunos empleados se quedaban hasta más tarde, preparando la jornada del día

siguiente. No obstante, las oficinas estaban situadas en el sótano, así que no nos

preocupaba mucho. Era muy difícil que nos cruzásemos con alguno de ellos. Y si lo

hacíamos… Bueno, tendríamos que improvisar, esta vez no había tiempo para

preparar un plan B.

A las 21.00 horas, el último empleado de limpieza abandonaba el museo y

comenzaba la primera ronda de los vigilantes. Cuando empezase esa primera ronda,

yo tendría que haber llegado ya al respiradero que había en la sala donde se exponía

la daga. Una vez los guardias hubieran pasado, sería el momento de entrar en acción.

Mi problema principal era el equipo de buceo. Tendría que quitármelo para entrar

en el museo. Si lo fijaba mal a la rejilla, podría perderlo y tendría un problema muy

gordo para salir de allí sin ser vista.

Por si acaso, había estudiado el plano de la sala para buscar una ruta alternativa…

La única viable se encontraba en una cúpula que se alzaba unos ocho metros sobre la

vitrina en la que se exponía la daga y en la que había una pequeña ventana.

Alcé la vista hasta la parte alta del muro exterior del museo.

La lancha se mecía con suavidad sobre las aguas del río. Era muy veloz, apenas

nos había llevado unos minutos llegar desde el taller hasta el edificio del museo… El

motor era increíblemente silencioso, gracias a las modificaciones que le había hecho

Benson.

—¿Estás preparada? —La voz de Eric me sacó de mis pensamientos.

—¿Eh…? Sí, sí, claro que estoy preparada —contesté todavía con la cabeza

puesta en la ruta alternativa de escapada.

—Si pasa algo, me lo dices. Y no te olvides de enviarme tu posición una vez la

daga esté en tu poder.

—Sí, por supuesto, no te preocupes —contesté todavía distraída.

—¿Sucede algo, Amanda? —preguntó mi amigo.

Guardé silencio antes de contestar.

—No, nada, es solo que… ¿Qué hacemos si se me adelanta Irma Dagon?

—No pienses ahora en eso, no va a pasar. Y si pasa, se la robaremos a ella

también. Eres la mejor ladrona del mundo, no lo olvides.

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