Me sentía muy sola.Acababa de enterarme de que mi madre seguía viva. Tal vez mi padre también loestuviese.Y yo quería conocerlos, quería saber por qué me habían dejado nada más nacer,por qué no me habían llevado con ellos.Adoraba a la tía Paula; sin embargo, no me iba a quedar más remedio quedecepcionarla.Iba a ir a buscar a mi madre.Página 44
9En los días posteriores, mi relación con la tía Paula se sostuvo por inercia. Ella nodaba su brazo a torcer y continuaba insistiendo en que me prohibía ir a buscar a mimadre. Yo, por mi parte, estaba enfadada, muy enfadada con ella. No me entraba enla cabeza que no quisiera ayudarme a encontrarla. Tal vez temía perderme… O talvez temía lo que pudiese descubrir.Por otra parte, no olvidaba lo que me había dicho Irma Dagon aquella noche en elmuseo, sus palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza: «Síguele la pista a laladrona de la daga… Tal vez, si la encuentras, puedas averiguar cosas que necesitassaber. Sobre ti, sobre tu familia».Había intentado contactar con ella por teléfono sin ningún resultado, inclusohabía ido al edificio Dagon Corp. a buscarla. No me fiaba de ella, pero estaba claroque aquella mujer sabía algo. Algo que, muy probablemente, yo iba a necesitar paraencontrar a mi madre. Y tampoco sabía por dónde empezar a buscar.Su secretario, al enterarse de quién era yo, había bajado a la recepción y, trasofrecerme un refresco, me contó que Irma Dagon se encontraba de viaje en Nepal. Noobstante, esta había dejado instrucciones en caso de que yo llamase a la oficina opasase por allí. Me aseguró que, tan pronto como pudiese hablar con ella, lainformaría de mi visita. A continuación, me pidió el número de mi móvil y medespidió con amabilidad, insistiendo en que pronto tendría noticias de su jefa.Recapitulando, las cosas estaban como estaban, es decir, mal, siendo generosa.Siendo muy generosa.A un lado estaba mi tía enfadada.Al otro estaba yo, también enfadada.En el incómodo medio estaban Eric y Benson, que intentaban mantenerseneutrales, como Suiza, pero sin llegar a conseguirlo.Eric sabía que la situación con mi tía no era la mejor del mundo, por no decir queera un auténtico asco. También sabía que esta era una decisión que tenía que tomar yosola, que necesitaba tomarla yo sola, así que se había limitado a decirme quedecidiese lo que decidiese, él iba a estar a mi lado. De momento, continuabatrabajando con la daga robada. Aunque era falsa, había resultado ser una imitaciónexactamente igual a la original que se había llevado el ladrón, también conocidocomo «mi madre».Y Benson.Página 45
- Page 2 and 3: Cuando Amanda cumplió trece años,
- Page 4 and 5: Título original: La Campana de Jad
- Page 6 and 7: PersonajesAmanda Black: vive con su
- Page 8 and 9: aviones y helicópteros que se guar
- Page 10 and 11: su exterior está bien conservado,
- Page 12 and 13: Página 12
- Page 14 and 15: PrólogoCon trece años es raro que
- Page 16 and 17: Me bamboleo de nuevo y sus dedos se
- Page 18 and 19: 1Todo iba bien aquel sábado. Habí
- Page 20 and 21: Benson asintió.—Eso me parecía
- Page 22 and 23: un plano por cada piso del museo, c
- Page 24 and 25: 3El museo cerraba sus puertas al p
- Page 26 and 27: Me llevó un rato.Página 26
- Page 28 and 29: —Vamos a ver, Eric, Esme te estab
- Page 30 and 31: Conseguí sacar el primer tornillo
- Page 32 and 33: formase alguna frase con sentido. N
- Page 34 and 35: 5—Tienes que entrar en esas graba
- Page 36 and 37: —Genial, parece un buen comienzo.
- Page 38 and 39: —Ya estoy aquí —dijo mi amigo.
- Page 40 and 41: Página 40
- Page 42 and 43: —Y eso es lo que yo creía, cari
- Page 46 and 47: Benson era un caso algo diferente,
- Page 48 and 49: 10Continuábamos sin tener ni idea
- Page 50 and 51: Hice lo que me pedía y me quedé t
- Page 52 and 53: —Pero vamos a ver, Eric… A ti t
- Page 54 and 55: 11El viernes por la tarde llegó an
- Page 56 and 57: cariño… Y sabes que, aunque no e
- Page 58 and 59: los dos nos estremecimos al pensar
- Page 60 and 61: Un lavabo desconchado colgaba de un
- Page 62 and 63: esperar a que nos soltasen. Si nos
- Page 64 and 65: 13—¿Quién ha sido? ¿Cómo pod
- Page 66 and 67: —Un poco de paciencia, que esta p
- Page 68 and 69: Un monje que debía de tener nuestr
- Page 70 and 71: 14Ambas celdas eran iguales, peque
- Page 72 and 73: —… No puedo contaros nada, est
- Page 74 and 75: —¿Qué necesita jóvenes? —dij
- Page 76 and 77: habían sido tachadas, raspadas de
- Page 78 and 79: El monje se encogió de hombros y s
- Page 80 and 81: Sentí el frío como cuchillas que
- Page 82 and 83: habitación. En su fachada solo hab
- Page 84 and 85: Y algo todavía más importante: ¿
- Page 86 and 87: —¿Quiere decir que puede traer d
- Page 88 and 89: —No, debo continuar, debo llegar
- Page 90 and 91: 18Descendía por el desfiladero de
- Page 92 and 93: Mi vida dependía ahora de Irma Dag
- Page 94 and 95:
19Caminé hacia los árboles buscan
- Page 96 and 97:
mi madre y de Irma. Cuando comencé
- Page 98 and 99:
Para ser tan grande, Kask era muy d
- Page 100 and 101:
20—Yo te llevaré a Katmandú, no
- Page 102 and 103:
El resto del viaje transcurrió en
- Page 104 and 105:
21Cuando llegué a Katmandú, me so
- Page 106 and 107:
Página 106
- Page 108 and 109:
22Me preparé para otro salto, cog
- Page 110 and 111:
dejando atrás pasillos, hornacinas
- Page 112 and 113:
hacerme con la Campana de Jade, ell
- Page 114 and 115:
Nada más.Página 114
- Page 116 and 117:
23—Tía Paula, lo siento, he frac
- Page 118 and 119:
JUAN GÓMEZ-JURADO (Madrid, España