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21.Aprenda optimismo Haga de la vida una experiencia gratificante

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en la vida, que le servían de protección, queda listo para la depresión.

Acrecentar sólo el individualismo o el declinar de la comunidad, sin más, no hará

sino acrecentar la vulnerabilidad frente a la depresión. Según mi análisis, el hecho

de que ambas cosas hayan coincidido en la reciente historia de nuestro país explica

por qué nos hallamos ahora ante una depresión con ribetes epidémicos. El

mecanismo de que se sirve es el sentimiento de desamparo aprendido.

En los capítulos 4 y 5 vimos que los individuos, frente a los fracasos, quedan sin

control y se desesperan. Y, tal como lo hemos demostrado ya, el desamparo se

convierte en desesperanza y emprende una escalada que termina en la depresión,

cuando la persona explica sus fracasos con causas permanentes, globales y

personales.

Inevitablemente, la vida está llena de fracasos personales. Muy rara vez

alcanzamos todo aquello a lo que aspiramos. Diariamente ocurren cosas tales como

la frustración, la derrota, el rechazo. En culturas individualistas como la nuestra, en

las que se asigna escasa importancia a lo que vaya más allá de lo nuestro, del

nosotros, cada persona recibe escaso consuelo de la sociedad cuando sufre una

pérdida. Las sociedades más «primitivas» se apartan de lo suyo para consolar al que

sufre pérdidas, y de esa forma evitan que el desamparo de esa persona se convierta

en desesperanza. El psicoantropólogo Buck Schieffelin, por cierto que sin éxito,

intentó hallar algún equivalente de la depresión entre los tribeños kaluli, de Nueva

Guinea, que siguen viviendo en la Edad de Piedra. Sugiere Schieffelin que la

reciprocidad existente entre el individuo y su tribu, en el caso de esos aborígenes,

previene la depresión. Cuando se le escapa un cerdo a alguno de los miembros de la

tribu, lo que le causa gran pena, el resto acude en su ayuda entregándole otro animal

parecido al que escapó. La pérdida queda recompensada por la acción de la tribu, y

de esa forma no se produce la escalada que lleva de la desesperación a la

desesperanza, no se llega a la desazón más grave. 4

Pero nuestra depresión no es sencillamente cuestión de la magra compensación

frente al dolor que recibimos de la sociedad. El extremo individualismo, en más de

un sentido, tiende a acentuar al máximo la pauta explicativa pesimista, con lo que se

prepara al individuo para que explique los contratiempos más comunes con causas

permanentes, globales y personales. En los casos individuales, por ejemplo,

cualquier fracaso tiene que explicarse como debido a mi propia culpa; ¿quién otro

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