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21.Aprenda optimismo Haga de la vida una experiencia gratificante

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tiene sus límites. En primer lugar, porque puede funcionar mejor en ciertas culturas y

peor en otras. Luego, porque algunas veces puede impedirnos ver la realidad con la

claridad necesaria. Y finalmente porque puede hacer más fácil para algunos eludir

responsabilidades. Aunque todos esos límites son simplemente eso, límites. No

anulan ni mucho menos los beneficios del optimismo, sino que más bien los colocan

en perspectiva.

En el primer capítulo nos referimos a las dos maneras de observar el mundo, la

optimista y la pesimista. Hasta ahora, quien era pesimista no tenía otra elección que

no fuera seguir viviendo en el pesimismo. Estaba para soportar depresiones

frecuentes. Trabajo y salud debían sufrir. Para decirlo gráficamente, siempre habría

tormentas en su alma. A cambio de todo eso, habría ganado una percepción más

aguda de la realidad y un sentimiento de responsabilidad más fuerte.

Ahora puede elegir. Si aprende optimismo podrá usar técnicas cada vez que las

necesite… sin convertirse en un esclavo de ellas.

Por ejemplo, pongamos que ha aprendido muy bien las técnicas. Cuando se

enfrenta con los reveses y los contratiempos, está en condiciones de controlar la

depresión discutiendo los pensamientos catastróficos que solían acosarle. Ahora

viene otro contratiempo. Su pequeña hija, llamémosla May, está en la guardería. May

es la más pequeña y la más joven de todas las alumnas. Se está considerando la

perspectiva de que sea la menos madura año tras año. Su maestra quiere hacer que

repita el curso para que no siga con niñas más mayores. Y ahora usted está

preocupado por eso. Atrasarla un año… una perspectiva deprimente.

Si lo elige así, puede empezar a discutir y discutir para pensar que debería pasar a

primer grado: May tiene un excelente IQ, su talento para la música supera el de

cualquier niña de la guardería, y es muy guapa. Pero también puede elegir el no

discutir. Podrá decirse para su coleto que éste es uno de esos momentos en los que

ha de verse la realidad con claridad meridiana, no uno de ésos en que ha de

soslayarse para no caer en las garras de la depresión. Lo que está en juego es el

futuro de su hijita. El coste de equivocarse supera a la importancia de combatir su

propia desmoralización. Así que éste es el momento apropiado para creer. Puede

preferir no discutir sus pensamientos pesimistas.

Lo que tiene ahora es más libertad, una elección adicional. Puede escoger recurrir

al optimismo cuando considere que están en juego menos depresión o más logros, o

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