23.04.2023 Views

21.Aprenda optimismo Haga de la vida una experiencia gratificante

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

guru. Conocí por primera vez sus trabajos a comienzos de los años sesenta, cuando

yo era estudiante de segundo año en Princeton, y colaboraba en la organización de un

programa sobre sexualidad para los estudiantes. Ellis, invitado a pronunciar una de

sus conferencias, propuso títulos como «Mastúrbate ya» y otros parecidos. Y el

rector de Princeton, que por lo general era un hombre muy sereno, hizo que le

retirasen la invitación.

Para muchos colegas, Ellis era una molestia, pero no faltaban aquellos que lo

reconocían como dotado de un extraordinario sentido clínico. Cuando sus pacientes

le hablaban, él los escuchaba con suma atención y pensaba al mismo tiempo

profundamente y con un carácter iconoclasta. Para la década de los setenta ya se

hallaba entregado de lleno al campo de la depresión, un terreno que se encontraba

tan cargado de prejuicios y errores de concepto como la sexualidad. Desde entonces

la depresión ya no volvió a ser la misma.

En el nuevo ámbito, Ellis se mostró tan agresivo como había sido en el otro

campo. Flaco y anguloso, en constante movimiento, se parecía mucho a uno de esos

vendedores de aspiradoras a plazos puerta a puerta (y por cierto que resultaba de lo

más efectivo). Cuando se hallaba con sus pacientes escarbaba y escarbaba hasta

convencerlos de que debían abandonar las convicciones irracionales que

respaldaban sus depresiones. «¿Qué quiere decir cuando afirma que le resulta

imposible vivir sin amor?» —solía estallar—. Es una soberana tontería. El amor es

algo que rara vez se presenta en la vida, y si piensa desperdiciar todo su tiempo

lamentándose por una ausencia que, ya le digo, es extraordinariamente común, todo

lo que hará será acentuar su depresión.»

Creía Ellis que lo que otros consideraban un profundo conflicto neurótico era

sencillamente un errado modo de pensar —a eso lo llamaba «comportamiento

estúpido por parte de gente que no es estúpida»— y en voz bien alta, como si

estuviera haciendo propaganda (se autodefinía como antipropagandista o

contrapropagandista), decía a sus pacientes que dejaran de pensar equivocadamente

y comenzaran a hacerlo de manera correcta. En el caso de aquella paciente a la que

reprochaba que insistiera en que no podía vivir sin amor, por ejemplo, terminaba

diciéndole: «Está viviendo usted bajo la tiranía de los podría. ¡Déjese de una vez de

pensar en potenciales!». Por sorprendente que pueda parecer, la mayoría de sus

pacientes mejoraba. Con todo éxito, Ellis estaba poniendo en tela de juicio la

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!