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Malanga la novela

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

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Jueves hay marcha. Tenemos que ir a pelear

presupuesto, porque siempre nos quieren recortar. Eso

dicen estos cabrones, que ganan pluses a lo loco, por

todo. “Tenemos” digo y, de antemano, juro que no iré.

Implica, sin embargo, que ese día no hay Humanidades.

Creo que deberíamos hablar con los profesores para que

nos eximan de la tesina y solamente hagamos los

exámenes. Es culpa de ellos que no avancemos, pues nos

tienen a la deriva: en secundaria, nunca aprendimos a

investigar y ahora, ¿vamos a hacerlo espontáneamente?

En las noticias, me entero que mi profesor guía de la

secundaria, Lisandro Cardona, ha sido nombrado nuevo

ministro de Educación. Ah, cabrón. Tanta paja mística

que nos hablaba y aterrizó en la derecha conservadora.

Pienso que está el germen del fascismo en todo

adoctrinamiento y eso me separa de su acera.

Es buen profesor, pero es de la derecha y la corrección

de algunos alumnos le atrae: los obedientes, los

autómatas.

Volviendo al presente, los docentes de Generales son

claramente opositores y, a pesar de ello, evitan hablar en

clase del país: ahora creo comprender que le tienen miedo

a los oídos de las paredes, que son demasiados.

Perdí ese curso. Dos compañeros desertaron; uno, por

supuesta sobrecarga de trabajo y el otro se desapareció.

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