Listín Diario 09-06-2024
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10 cm 24 SANTO DOMINGO, RD. DOMINGO 9 DE JUNIO DE 2024 Lecturas de domingo 5 cm 4 cm CINE FRANCISCO EME Madrid, España Tomado de OKdiario La 77ª edición del Festival de cine de Cannes ha sido uno de los certámenes más mediáticos que se recuerdan en la historia de la croisette. Entre otras cosas por el regreso de Francis Ford Coppola con Megalópoliso los galardones honoríficos otorgados a figuras de la industria como George Lucas o la actriz Meryl Streep, donde también ha tenido su espacio el Studio Ghibli. Sin embargo, más allá de dictar los ganadores de los premios el festival ha tenido como cada año, la misión de ser una ventana para el mercado de los distribuidores. Un espacio donde sellos independientes como A24 o Neon han adquirido buena parte de las grandes obras proyectadas. Sin embargo, Netflix se ha propuesto adquirir la historia que ha sacudido a la ceremonia y que seguramente vaya estar en todas las listas de mejores películas del 2024. Hablamos del largometraje Emilia Perez. Una de las grandes candidatas a la Palma de Oro y una inversión a futuro para la próxima edición de los Oscar. A diferencia del pasado año, este Festival de Cannes no se ha visto afectado por las huelgas de escritores y actores, por lo que el trabajo de adquisición de los contendientes a los principales galardones del año ha sido mucho más sencillo. Desde el fichaje de Parthenope y The Entertainment System Is Down por parte de A24, hasta el buen hacer de Neon y MUBI, albergando en sus futuros catálogos piezas tan especiales como Anora y The Substance, respectivamente. Filmes que han llamado la atención de la crítica y que se posicionan como grandes favoritas para alzarse con el triunfo final del presente Festival de Cannes. Sin embargo, ninguna es tan especial como la radical obra de Jacques Audiard. Netflix se queda con 3,5 cm 3 cm una candidata al filme del año Estrenado en Cannes 2024, el filme es un musical que mezcla el crimen con la El nuevo gigante del streaming televisivo ha adquirido los derechos de exhibicion de Emilia Pérez. duda, su obra más ambiciosa partiendo de una historia bastante extravagante. Emilia Perez nos pone en la piel de Rita una abogada que está sobrecualificada e infravalorada a partes iguales en su bufete. Pero que un día, recibe una oferta tan inesperada como sorprendente. Debe ayudar al temido jefe de un cartel a retirarse de su negocio y desaparecer para siempre convirtiéndose en la mujer que él siempre ha soñado ser. Producida por Saint Laurent y Pathé, Netflix se ha metido en la carrera por conseguir la distribución mundial de la historia y poder ofrecerla como parte de su catálogo. Una adquisición clave para la futura recta final de los premios con un largometraje que resultará igualmente polémico para sus suscriptores en todo el mundo, quienes tendrán como principal reclamo la participación de Selena Gomez. La noticia sobre el estado muy avanzado de las negociaciones la ha dado por primera vez Deadline, anticipando que el trato le daría a la «gran N roja» el derecho a distribuir el filme en sus catálogos de América del norte y el Reino Unido. Según el medio, el acuerdo es de siete cifras, lo que supondría una apuesta fehaciente por el filme ya que son número récord para una película en un idioma extranjero dentro del servicio de streaming. La empresa de Ted Sarandos parecía una de las plataformas más tranquilas en este mercado del Festival de Cannes, pero con Emilia Perezy la compra de Monsanto, acaba de dar dos golpes encima de la mesa gracias a su amplio talonario. Monsanto es un proyecto de acción que protagonizará la estrella Glen Powell y en el que Netflix ha invertido 34 millones de dólares. Ganar Cannes no es bueno en los Oscar Aunque pueda parecer contradictorio, a Netflix quizás no le vendría demasiado bien que Emilia Perez terminase llevándose la Palma de Oro en el Festival de cine de Cannes, si lo que pretende es brillar con ella en los Oscar. Las únicas películas de la historia que han conseguido ese mítico “doblete” son Días sin huella en 1946, Marty en 1955 y Parásitosen 2019. El último ejemplo de fracaso en ese sentido lo vivió la francesa Anatomía de una caída. No obstante, si la compra se termina cerrando, sin duda la empresa fundada por Reed Hastings y Marc Randolph tendrá en su abanico de contenidos a una de las cintas más especiales del 2024. Festival de Cannes: ‘Emilia Perez’ La prensa especializada que ha acudido a Francia para poder ver lo último del cineasta galo ha reaccionado positivamente a lo que parece una mezcla de géneros imposible. Un musical que mezcla el crimen con la transexualidad a partir de un reparto igualmente ecléctico, juntado a figuras tan dispares como Karla Sofia Gascón, Selena Gomez, Edgar Ramírez y Zoe Saldana. Pero ¿de qué trata realmente Emilia Perez? Como hemos anticipado, Audiard ha gestado tras una carrera prodigiosa la que es sin
10 cm 5 cm SANTO DOMINGO, RD. DOMINGO 9 DE JUNIO DE 2024 Lecturas de domingo 25 4 cm 3,5 cm 3 cm La novela contra el cine: riqueza de experiencia “Sentarse en una sala de cine implica una operación intelectual más rica de lo que parece; que se haga sin el menor esfuerzo no le resta sofisticación” LETRAS Y CINE MANUEL ARIAS MALDONADO Madrid, España Tomado de The Objetive Hace un par de semanas tuve ocasión de ver otra vez, la segunda parte de El Padrino. Ahora solo me interesa destacar una brevísima secuencia, a saber, aquella en la que se nos muestra la llegada a Nueva York del barco repleto de inmigrantes en el que viaja el niño Vito Corleone, amenazado de muerte por el potentado que ha asesinado a toda su familia en su Sicilia natal. Me llamó la atención la brevedad de la secuencia: hemos dejado al pequeño Vito escondido en un burro en Corleone, su pueblo, mientras los matones de Don Ciccio gritan a los vecinos que harán bien en negarle su ayuda. Coppola hace entonces un fundido encadenado y la cámara nos muestra la Estatua de la Libertad: enseguida, por la derecha del plano, avanza el casco negro de un barco llamado Moshulu. A continuación vemos a sus pasajeros, o quizá sean los pasajeros de otro barco desde el que se ven tanto la estatua como el Moshulu; en cualquier caso, se trata de inmigrantes pobres de origen italiano que yacen tumbados sobre una cubierta atestada donde suena un festivo acordeón. Alguien grita que han llegado a Nueva York y la multitud se levanta para ver la estatua: uno tras otro, todos se ponen de pie, quitándose el sombrero o santiguándose; el pequeño Vito, en quien la cámara se detiene un par de veces, camina entre ellos. ¿Acaso no nos parece que las películas son más artísticas cuanto más se esfuerzan -inútilmente- en retratar las mentes de los personajes, o sea, cuando intentan acercarse a la novela? Las novelas deben ser menos populares que las películas… pese a ser aquellas preferibles a ellas. Solo las novelas pueden describir los profundos remolinos de la conciencia humana, que nunca puede reducirse a la condición de respuesta ante un acontecimiento externo. El cine no tendría a su disposición las herramientas de que dispone la novela y por esa razón suelen las adaptaciones literarias a la gran pantalla suelen ser un embarazoso fracaso. Abundan los espectadores que, tras haber disfrutado de tal o cual novela, se sienten decepcionados con su versión cinematográfica. ¡Esperaba otra cosa! Y si bien abundan las malas películas que adaptan novelas: el recuerdo de la lectura previa puede arruinar la recepción del film. En una pieza escrita con motivo de la muerte del novelista norteamericano Cormac McCarthy, el crítico de origen británico David Thomson escribía en Sight & Sound que el difunto escritor poseía «un instinto para las cosas y para el lenguaje que jamás se dejaría impresionar por la fatua y elegante morbilidad del cine». Para Thomson, solo No Country for Old Men puede considerarse una adaptación exitosa de sus novelas; el cine es para niños y tontos como él: la novela tiene una seriedad propia de adultos. El argumento puede aplicarse al Nabokov de Lolita o a la Virgina Woolf de Mrs. Dalloway; filmar las palabras es fútil, advierte, y se hace a costa de la interioridad de los personajes y, por tanto, de la interioridad del lector. Sea como fuere, No Country for Old Men es una excelente adaptación de la novela de McCarthy, lo que constituye prueba suficiente de que unos pueden triunfar allí donde la mayoría fracasa. ¿Proporciona la novela una experiencia más rica que el cine? Una película no nos muestra la realidad; ni siquiera la parte de realidad que selecciona la cámara. Una película no sería capaz de expresar ni representar nada en absoluto si no fuera por la distancia que establece respecto de la experiencia inmediata: La porción del mundo que aceptamos mirar en cada plano no es una porción de nuestro mundo, aunque lo parezca, sino una porción del mundo ficcional que la película nos propone que aceptemos. Sentarse en una sala de cine implica una operación intelectual más rica de lo que parece; que se haga sin el menor esfuerzo no le resta sofisticación. Nótese que no estoy hablando de narraciones visuales que se salen de las convenciones dramáticas: El espejo o Persona parecen exigir mucho más del espectador que Vértigo o La fiera de mi niña, pero esa impresión es engañosa; que el estilo de las primeras sea más modernista que clásica no resta misterio ni interés a las segundas, pese a que son más fácilmente digeribles para el espectador sin curiosidad reflexiva. Y aunque ciertamente hay más libros como Bajo el volcán que películas como Vértigo, hacer cine requiere de medios financieros y materiales más difíciles de obtener que la literatura; es inevitable que así sea. A decir verdad, cada uno de estos dos medios artísticos hace lo que puede -que es mucho- con las herramientas expresivas que le son propias; cada uno presenta ventajas y limitaciones. No busquemos en la pantalla de cine el monólogo final de Anna Karenina; jamás encontraremos en las páginas de ninguna novela el desierto tal como aparece en un gran western ni toparemos con un enigma tan conmovedor como el que atormenta a Ingrid Bergman y George Sanders en Te querré siempre. Así que no hay necesidad de elegir: los tesoros de la literatura y el cine son distintos, pero sirven para acumular una misma riqueza.
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riqueza de experiencia<br />
“Sentarse en una sala de cine implica una operación intelectual más rica de lo que<br />
parece; que se haga sin el menor esfuerzo no le resta sofisticación”<br />
LETRAS Y CINE<br />
MANUEL ARIAS MALDONADO<br />
Madrid, España<br />
Tomado de The Objetive<br />
Hace un par de semanas<br />
tuve ocasión<br />
de ver otra<br />
vez, la segunda<br />
parte de El Padrino.<br />
Ahora solo me interesa destacar<br />
una brevísima secuencia,<br />
a saber, aquella en la que se nos<br />
muestra la llegada a Nueva York<br />
del barco repleto de inmigrantes en<br />
el que viaja el niño Vito Corleone,<br />
amenazado de muerte por el potentado<br />
que ha asesinado a toda su<br />
familia en su Sicilia natal.<br />
Me llamó la atención la brevedad<br />
de la secuencia: hemos dejado<br />
al pequeño Vito escondido en<br />
un burro en Corleone, su pueblo,<br />
mientras los matones de Don Ciccio<br />
gritan a los vecinos que harán<br />
bien en negarle su ayuda. Coppola<br />
hace entonces un fundido encadenado<br />
y la cámara nos muestra la<br />
Estatua de la Libertad: enseguida,<br />
por la derecha del plano, avanza el<br />
casco negro de un barco llamado<br />
Moshulu. A continuación vemos a<br />
sus pasajeros, o quizá sean los pasajeros<br />
de otro barco desde el que se<br />
ven tanto la estatua como el Moshulu;<br />
en cualquier caso, se trata de<br />
inmigrantes pobres de origen italiano<br />
que yacen tumbados sobre una<br />
cubierta atestada donde suena un<br />
festivo acordeón. Alguien grita que<br />
han llegado a Nueva York y la multitud<br />
se levanta para ver la estatua:<br />
uno tras otro, todos se ponen de<br />
pie, quitándose el sombrero o santiguándose;<br />
el pequeño Vito, en<br />
quien la cámara se detiene un par<br />
de veces, camina entre ellos.<br />
¿Acaso no nos parece que las películas<br />
son más artísticas cuanto más se<br />
esfuerzan -inútilmente- en retratar las<br />
mentes de los personajes, o sea, cuando<br />
intentan acercarse a la novela? Las<br />
novelas deben ser menos populares<br />
que las películas… pese a ser aquellas<br />
preferibles a ellas.<br />
Solo las novelas pueden describir<br />
los profundos remolinos de la conciencia<br />
humana, que nunca puede<br />
reducirse a la condición de respuesta<br />
ante un acontecimiento externo.<br />
El cine no tendría a su disposición<br />
las herramientas de que dispone<br />
la novela y por esa razón suelen<br />
las adaptaciones literarias a la gran<br />
pantalla suelen ser un embarazoso<br />
fracaso. Abundan los espectadores<br />
que, tras haber disfrutado de tal o<br />
cual novela, se sienten decepcionados<br />
con su versión cinematográfica.<br />
¡Esperaba otra cosa! Y si bien abundan<br />
las malas películas que adaptan<br />
novelas: el recuerdo de la lectura<br />
previa puede arruinar la recepción<br />
del film. En una pieza escrita con<br />
motivo de la muerte del novelista<br />
norteamericano Cormac McCarthy,<br />
el crítico de origen británico David<br />
Thomson escribía en Sight & Sound<br />
que el difunto escritor poseía «un<br />
instinto para las cosas y para el lenguaje<br />
que jamás se dejaría impresionar<br />
por la fatua y elegante morbilidad<br />
del cine». Para Thomson,<br />
solo No Country for Old Men puede<br />
considerarse una adaptación<br />
exitosa de sus novelas; el cine es<br />
para niños y tontos como él: la novela<br />
tiene una seriedad propia de<br />
adultos.<br />
El argumento puede aplicarse<br />
al Nabokov de Lolita o a la Virgina<br />
Woolf de Mrs. Dalloway; filmar las<br />
palabras es fútil, advierte, y se hace<br />
a costa de la interioridad de los personajes<br />
y, por tanto, de la interioridad<br />
del lector.<br />
Sea como fuere, No Country for<br />
Old Men es una excelente adaptación<br />
de la novela de McCarthy, lo<br />
que constituye prueba suficiente de<br />
que unos pueden triunfar allí donde<br />
la mayoría fracasa.<br />
¿Proporciona la novela una experiencia<br />
más rica que el cine? Una película<br />
no nos muestra la realidad; ni<br />
siquiera la parte de realidad que selecciona<br />
la cámara. Una película no<br />
sería capaz de expresar ni representar<br />
nada en absoluto si no fuera por<br />
la distancia que establece respecto<br />
de la experiencia inmediata: La porción<br />
del mundo que aceptamos mirar<br />
en cada plano no es una porción de<br />
nuestro mundo, aunque lo parezca,<br />
sino una porción del mundo ficcional<br />
que la película nos propone que<br />
aceptemos. Sentarse en una sala de<br />
cine implica una operación intelectual<br />
más rica de lo que parece; que se<br />
haga sin el menor esfuerzo no le resta<br />
sofisticación.<br />
Nótese que no estoy hablando de<br />
narraciones visuales que se salen de<br />
las convenciones dramáticas: El espejo<br />
o Persona parecen exigir mucho<br />
más del espectador que Vértigo o La<br />
fiera de mi niña, pero esa impresión<br />
es engañosa; que el estilo de las primeras<br />
sea más modernista que clásica<br />
no resta misterio ni interés a las<br />
segundas, pese a que son más fácilmente<br />
digeribles para el espectador<br />
sin curiosidad reflexiva. Y aunque<br />
ciertamente hay más libros como Bajo<br />
el volcán que películas como Vértigo,<br />
hacer cine requiere de medios financieros<br />
y materiales más difíciles<br />
de obtener que la literatura; es inevitable<br />
que así sea.<br />
A decir verdad, cada uno de estos<br />
dos medios artísticos hace lo<br />
que puede -que es mucho- con las<br />
herramientas expresivas que le son<br />
propias; cada uno presenta ventajas<br />
y limitaciones. No busquemos<br />
en la pantalla de cine el monólogo<br />
final de Anna Karenina; jamás encontraremos<br />
en las páginas de ninguna<br />
novela el desierto tal como<br />
aparece en un gran western ni toparemos<br />
con un enigma tan conmovedor<br />
como el que atormenta a Ingrid<br />
Bergman y George Sanders en<br />
Te querré siempre. Así que no hay<br />
necesidad de elegir: los tesoros de<br />
la literatura y el cine son distintos,<br />
pero sirven para acumular una misma<br />
riqueza.