Libro "El Guerrero de Dios"
Escrito por Walter Herbert Iseas Morales, paciente de Cuidados Paliativos del Hospital Sommer y Hospice AMAH, de Buenos Aires Argentina. Este libro es el testimonio de Walter y ha sido elaborado con el apoyo y dedicación de los voluntarios del Hospice AMAH, quienes acompañaron a Walter en su andar final y transcribieron sus palabras con amor y respeto. Nace como un legado para familiares, amigos y otros pacientes Hospice. Walter nos deja una enseñanza invaluable: la paz, el amor y la fe pueden transformar cualquier circunstancia, y nunca es tarde para encontrar sentido y propósito. Y hasta el sueño de escribir un libro puede hacerse realidad en el final del camino.
Escrito por Walter Herbert Iseas Morales, paciente de Cuidados Paliativos del Hospital Sommer y Hospice AMAH, de Buenos Aires Argentina.
Este libro es el testimonio de Walter y ha sido elaborado con el apoyo y dedicación de los voluntarios del Hospice AMAH, quienes acompañaron a Walter en su andar final y transcribieron sus palabras con amor y respeto. Nace como un legado para familiares, amigos y otros pacientes Hospice. Walter nos deja una enseñanza invaluable: la paz, el amor y la fe pueden transformar cualquier circunstancia, y nunca es tarde para encontrar sentido y propósito. Y hasta el sueño de escribir un libro puede hacerse realidad en el final del camino.
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EL GUERRERO
DE DIOS
UN LEGADO DE FE Y ESPERANZA
por WALTER HERBERT ISEAS MORALES
Edición: Analía Sol Duo | duo.analia@gmail.com
Dibujo de portada: Katia Snyder | snyderduokatia@gmail.com
Diseño de portada y diagramación interior: Pablo Snyder | snyder.pablo@gmail.com
Impreso en Argentina | Octubre de 2024
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AGRADECIMIENTOS
A Dios quien me abrió el corazón para poder escribir.
A Analía.
A la doctora “Peri”.
A todo el equipo de Cuidados Palitaivos del Sommer.
A todos los voluntarios del Hospice AMAH.
A mi hermana Georgina.
A todo aquel que me dio una mano,
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PRÓLOGO
En los momentos más inesperados de la vida,
cuando todo parece sombrío y sin rumbo, ocurre
algo que trasciende la lógica humana: la esperanza
nos sorprende. Es esa luz que, a veces tenue, a veces
resplandeciente, guía nuestros pasos aun en medio
del dolor. Walter fue testigo de esta transformación.
Sus palabras no son solo un relato de lucha personal,
sino un testimonio vivo de que, incluso en la adversidad,
la paz puede florecer en lo más profundo de
nuestro ser.
Cuando conocí a Walter, su andar estaba marcado
por las cicatrices de años de sufrimiento y soledad.
Pero algo en su mirada, detrás de ese velo de resignación,
revelaba una chispa de vida que, poco a poco,
fue renaciendo. Fue el comienzo de un camino que
no recorrería solo, sino junto a Dios, sus seres queridos
y todos aquellos que lo acompañamos en este
tramo final.
Este libro recoge ese viaje. Es una mezcla de dolor,
aceptación, humor y, sobre todo, fe. Porque, como él
mismo dice, Dios se presenta de muchas formas. En
una brisa suave, en una mano amiga, en el calor del
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sol sobre la piel o incluso en un perro que lo acompañaba.
Su vida, como la de todos, está llena de contradicciones,
pero también de pequeñas alegrías que,
cuando se aprecian en su totalidad, tienen el poder de
transformar todo lo demás.
Espero que estas páginas toquen su corazón, que
sean un recordatorio de que la vida siempre tiene algo
más que ofrecernos, incluso en los momentos más
oscuros. Walter lo encontró en los días que pasó en
el Sommer, un lugar que se convirtió para él en su
paraíso terrenal.
Este libro no es solo su historia, es la historia de
cómo Dios trabaja en lo cotidiano, en lo inesperado,
en lo simple. Y sobre todo, es la historia de un
hombre que, al final de su vida, aprendió a vivir con
plenitud y paz.
— Analía Duo
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PREFACIO
Si yo les dijera, ustedes van a decir: “este está loco”.
Les digo la verdad, bendigo a esta enfermedad. Con
lo que yo pasé acá, la bendigo. Aunque digan que
estoy loco pasándola así, la bendigo. Esto lo escribí
con el corazón y con Dios. El escrito es de ustedes.
Yo lo que hice fue escribir, con letra fea pero escribí,
nada más.
Y siento que, no sé cómo explicarlo, lloré, reí, lloré
de alegría, porque siempre que lloré lloré por alegría
no lloré por estar mal. Ojalá me pudiera quedar a
vivir en un lado así y terminar mis días cuando tenga
que terminarlos. Porque ustedes saben que al final
siempre ríe “el malo”. Pero “el malo” no me va a quitar
todo esto que hice yo acá y todo lo que pasé no me
lo quitó, se lo quité yo a él.
Acá viví todo genuino y eso es lo que cuento.
— Walter “Winner”, Walter Ganador
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INTRODUCCIÓN
Conocí a Walter gracias a la doctora María Minatel,
quien nos pidió al equipo sanitario del Hospice
AMAH que lo visitáramos.
El primer día que fui a verlo, lo encontré en su
casa, visiblemente molesto con su colostomía y frustrado
por su situación. Había recorrido varios hospitales
en Buenos Aires y estaba agotado de pelear
contra todo.
Con el paso de las visitas, fuimos desarrollando
un vínculo más cercano. Además, otro voluntario del
equipo, Roberto, comenzó a acompañarlo telefónicamente,
ofreciéndole un apoyo adicional.
Un día, Walter me llamó desesperado, sufriendo
un dolor muy intenso y un malestar insoportable.
Unas horas más tarde, acudimos a su casa, hablamos
con su hermana Georgina y decidimos trasladarlo al
Hospital Sommer, donde sabíamos que contaban con
una unidad especializada en Cuidados Paliativos, y la
doctora Peri, su médica de confianza, trabajaba allí.
Desde ese día, la vida de Walter cambió por completo.
En el hospital lograron controlar sus síntomas,
aliviar su dolor profundo y brindarle una atención
verdaderamente humanizada.
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Con el pasar de los días, Walter no solo sintió alivio
físico, sino que también encontró sentido a su
vida, pudiendo vivir con mayor plenitud y dignidad.
Su historia no es solo una más; es la historia del
“Guerrero de Dios”, como él mismo se hace llamar.
Antiguamente vendedor ambulante, su vida ha experimentado
una transformación profunda en estos
días. El amor que recibió actuó de manera milagrosa,
creando una atmósfera de cariño genuino que se convirtió
en su mejor medicina. Una medicina que trasciende
el tiempo y toca incluso a quienes lo rodean.
En el Hospice AMAH solemos decir que quizás
no siempre vemos curaciones físicas, pero sí profundas
sanaciones del alma. Y ese es el mayor regalo que
podemos presenciar: ver vidas transformadas, renovadas,
llenas de alegría, aun cuando conviven con una
enfermedad desafiante.
Gracias, Walter, por todo lo que nos enseñaste. Tu
vida es un verdadero regalo.
Te amamos.
Analía Duo
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CRÓNICA DE UNA URGENCIA
Por Analía Duo
El viaje se hizo largo. Parece que, cuando uno necesita
llegar rápido, el tiempo se estira como un chicle,
el tránsito se multiplica y los semáforos se ponen
de acuerdo para detenernos y burlarse de nosotros.
La escena del viaje desde la casa de Walter hacia el
hospital quedó grabada en mi mente. Walter, acostado
en el asiento de atrás, apoyaba su cabeza en una
pila de pañales para estar más cómodo.
Su quejido de dolor se expresaba con “qué hijo de
pu…”, “qué hijo de pu…”. Es que hay algunos dolores
que no son simples molestias; son dolores extremos,
dolores que no se calman con casi nada. Y ese
quejido, o mejor dicho, esa puteada, era su manera de
expresar lo que verdaderamente era ese padecimiento
extremo.
Finalmente llegamos al hospital, primer objetivo
cumplido. Luego vino la espera en la sala de guardia.
Walter caminaba de acá para allá insultando a
su dolor, intentando enojarlo para ver si se iba, pero
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nada. El muy desgraciado continuaba bien ubicado,
sin menguar ni una pizca su intensidad.
Comenzamos a golpear puertas sin respuesta. La
fila de personas esperando actuaba como freno a
nuestro impulso de derribar alguna entrada y comenzar
a gritar que, por favor, alguien nos atendiera. Una
persona nos abrió y nos dijo que esperáramos nuestro
turno.
Los insultos de Walter a su dolor aumentaban. Mis
lágrimas se resistían a quedarse guardadas, y por un
instante salieron. Respiré profundo. “Tiene que estar
muriéndose si quiere que lo atiendan ya”, me dijo el
médico, queriendo manejar la situación.
Mi cara intentó mostrar calma, pero no lo logré.
No sabía cómo expresarle que, aunque no parecía una
emergencia, efectivamente sí estaba en riesgo de vida.
Finalmente, lo hizo pasar. Me quedé afuera esperando,
con una sensación de nervios y algunas lágrimas
desobedientes que insistían en salir.
Para sumar escenas complejas, los teléfonos no funcionaban,
no había señal de wifi, por lo que nos era
imposible llamar a la médica de cabecera de Walter.
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Los nervios, las expectativas, los miedos, la incertidumbre,
las no respuestas concretas, la falta de comunicación,
el quejido de dolor que todavía resonaba
en nuestras cabezas… todo eso junto era como un
torbellino de emociones que nos azotaba.
Después de lo que pareció una eternidad, Walter
quedó en la guardia, atendido y con medicación especial
para comenzar a controlar sus síntomas. Más
tarde, la médica especialista nos avisó que pudieron
dejarlo internado en un sector especial para proporcionarle
todos los cuidados necesarios. Nuestros corazones,
que habían estado en suspenso, volvieron a
latir con fuerza, y las lágrimas finalmente tuvieron
permiso para salir. Respiramos profundo, y un “gracias”
sentido salió de nuestras bocas.
Ahora sí, parte de la misión estaba cumplida.
Historias de por acá, de gente que vive muy cerca de
nosotros.
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EL INICIO DEL VIAJE: LA
ENFERMEDAD
Mi historia comenzó hace tiempo. El mal siempre
está y por lo general lo llevamos adentro. Yo me considero
una persona más buena que mala, pero brava.
Me caí en la bicicleta y dije: fue el golpe que me
causó la enfermedad. Pero no fue así. Hace tiempo el
mal (el cáncer) comenzó a estar dentro mío.
Todo comenzó a los sesenta y un años. Pasé por
un montón de hospitales: Ramos, Durán, Álvarez,
Cuenca, Roffo... estaba enojado con la vida. Me hice
estudios, rayos en otros hospitales, y di vueltas por
todos lados.
Empecé yendo a atenderme en el hospital Ramos
Mejía y me hicieron rayos, me hicieron una colonoscopía
pero el aparato no andaba y finalmente la hice
de forma particular.
También fui al hospital Álvarez pero me dijeron
que me tenían que operar. M hice casi todo solo. Yo
con Jesús aunque no sabía que Él me “llevaba de la
mano”. Dios me ayuda para tener fe.
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Jesús estaba a mi lado, pero yo lo rechacé. Me preguntaba:
¿por qué a mí? Luché solo, con alguna ayudita,
pero no con el amor que tanto necesitaba. Mi
hermana me había llevado a Cañuelas, “bendito hospital
Cuenca”, que es casi como acá. Me operaron de
urgencia, pero no pudieron sacar el cáncer.
Yo no sabía que Dios estaba conmigo.
EL ENCUENTRO CON ANALÍA Y EL
RENACIMIENTO
Lo siguiente fue que conocí a Analía, un amor de
persona que busca su verdad como todos. Yo no quería,
pero necesitaba hablar con alguien porque “estaba
enojado”. Comenzamos a relacionarnos y a hablar
mucho.
Sé que Dios te acercó a mí, y a todos los necesitados,
por lo que hacés. Sos fuerte, porque si no lo
fueras, no podrías estar haciendo tanto bien.
Gracias a Dios, aquí hay mucha gente afortunada.
Como Sofía, que cuida a su marido con mucho amor,
mientras lucha contra su propio cáncer. Lo único
“malo” es que es fanática de River, ja, ja.
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El otro día me reía solo porque Analía me regaló
una manta roja. La colgué, me reí, y luego me la puse,
pero en ese momento sentí que era “Jesús”. Era como
si fuera Jesús, Jesús. Soy yo. No estoy loco.
Con mi hermana, que vos ya conoces Analía, nos
reencontramos después de treinta años. Y también
con su hijo Omar. ¡Qué hermoso!
Dios te va a dar lo mejor, Analía.
La vida no es perfecta. Como te dije, Analía, aquí
me atienden muy bien. Siempre hay alguna mala
onda, pero es una entre cincuenta. No me afecta.
Quisiera compartir esta alegría que siento con
todos.
LA TRANSFORMACIÓN
ESPIRITUAL
Hoy espero sin ansias y sin miedo. Lo que estoy
viviendo me hace feliz “hoy”.
Dios ayudalos a todos por igual.
El sol sale con su fuerza inconmensurable; Dios sol
nos abraza a todos.
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Nada es perfecto, y menos yo, aunque trato de serlo
para ayudar al que puedo. Dios está conmigo, hoy
y siempre.
El sol es tan poderoso, como otro Dios que compite
por nuestras vidas y bienestar, es como si estuviera
al lado, la luz... la luz de Jesús.
Así está mi mente. Antes era ateo, ahora creo en
Dios.
Suban el telón y, por favor, no lo bajen. A pesar de
todo, soy feliz. No me comparo con Jesús, porque a Él
lo maltrataron y mataron por nosotros, sus hijos. Solo
espero que lo que digo le sirva a alguien, no solo a mí.
Mi cuerpo y mi alma ahora son uno solo. No sé
exactamente qué cambió... bueno, sí lo sé. He reconocido
lo que es Dios. Quien no lo tiene, no sabe lo
que se pierde. Gracias, Jesús.
Solo quien lo ha experimentado sabe que no se
puede expresar con palabras. Es algo que sale de lo
más profundo, y lo comparto tanto con los desamparados
como con aquellos que no lo están.
Hoy me sacaron sangre en el jardín, pero sentí
como si por mi cuerpo pasara Dios y una mariposa.
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Siempre que me decían de venir acá, no quería,
por todos mis miedos. Es así. Los superé, aunque no
sé lo que vendrá. Ahora todo está cambiando, y espero
que sea para bien, en todo sentido. Analía me
acompañó todo este tiempo. Me gusta el olor a ropa
limpia. Ya hacía cuatro meses que no me bañaba. No,
no sabés… acá, gracias a Dios, pude, porque tenía
mucho miedo. Pero Dios me trajo aquí, y lo loco de
todo es que yo lo tomo como un trabajo. Dios me
trajo, y espero que sea para algo que tengo pendiente,
no sé… mi cabeza está cambiando y mi mente también,
lo siento yo.
A veces me siento egoísta. Pero es Jesús quien murió
por nosotros. No sé si Él me está guiando por
el camino correcto, pero siento que nos lleva de la
mano, “fuerte, sin soltar, con amor”.
“Dios, no te voy a pedir nada porque seguramente
ya te lo han pedido todos. Aún así, sé que te queda
amor para dar tranquilidad, salud y bienestar a todos.
A mí, dame lo que otros rechazan: tempestad, tormenta,
guerra, enfermedad, todo eso que sobra. Te lo
voy a pedir una sola vez, porque no tendré el valor de
pedírtelo de nuevo, Dios.”
Qué lindo disfrutar de este tiempo.
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LA VIDA EN EL SOMMER
Estos días en el Hospital Sommer han sido como
un verano en pleno invierno.
Todos estos quince días han sido igual a “solidaridad
y amor”. Ya desayuné. El día pinta espectacular.
Aquí, como en el hospital Cuenca, encontré lo que
no sabía. Anduve por todos lados, pero me fue mal.
Pero ahora, “no”. Espero poder estar en “paz” con el
mundo.
No veo bien el sol, algunas nubes me lo tapan.
Rey sol, aliado de Jesús, que nos da calor y nos cobija
como si fuéramos pollitos.
Estoy aprendiendo a vivir de nuevo, aunque ya de
viejo. Es algo nuevo, y también voy a tomar unos
mates. Tengo paz.
Todo el equipo en conjunto y la doctora “Peri” vamos
a hacer un día de testimonio aquí en Paliativos
Sommer para el Día Mundial de Cuidados Paliativos.
Me dejó asombrado, sin poder creerlo, lo que me
contuvo, sus curaciones. Soy reiterativo, pero creo
que Dios está haciendo algo conmigo. No tengo
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dolor, pero sí paz.
Riego las plantas, lo hago todos los días. Todos necesitamos,
al igual que yo, hablar con Dios. Pero yo
no estoy vacío, estoy lleno de Jesús. Acá lo paso bien.
Hoy llevé el colchoncito al pasto para tomar sol y le
dije al enfermero que él también lo haga. Todos los
días tomo sol con Dios.
Me encanta escribir de estas cosas, pero con “final
feliz”. Esto ya es el PARAÍSO, al igual que Sommer
Paliativos.
Mi vida cambió aquí. No sé por qué, pero es la
Virgen, Dios y Jesús, nuestra familia.
El Sommer es el paraíso para mí. Dormí una hora
de siesta. El sol acaricia mi cara y mi cuerpo por
completo.
Mi día empezó bien. Me cambié la bolsita, tomé
un rescate. El rescate de morfina me hizo bien. No me
gusta la desigualdad. Este país es maravilloso, aunque
no sé cómo sigue adelante con tanta falta de plata.
Analía vendrá el lunes, y la espero con los brazos
abiertos. Sé que tiene muchas ocupaciones y no puede
encargarse de todo esto sola.
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Hoy es otro día sábado. Le dije a un viejo que saliéramos
a cazar liebres. Si cazamos, vamos a medias
y repartimos el estofado. ¡Qué lindo sería!
Hoy tuve una visita inesperada. Hablamos de muchas
cosas con Roberto y Norma, quienes son voluntarios
del Hospice AMAH y viven en Moreno. Hasta
ahora disfruto mucho estar acá. La música me calma
bastante. Qué lindo es poder disfrutar del sol. Estoy
loco de alegría con todo lo que me está pasando.
Bendigo mi enfermedad. Jesús se ríe junto a mí
porque yo hago de cuenta que estoy de picnic, y disfruto
con todo mi ser.
Mi corte de pelo me encanta, me lo hizo un viejito
que anda por todos lados y vende pollos. También
me afeité. ¡Quedé hermoso!
Georgina, gracias. A vos y a tu hijo, Jesús los va a
guiar también en la vida. Analía, a vos también te va
a acompañar en todo lo que hagas.
El sol abraza a todos aquí. Yo digo más de lo mismo:
amor y profesionalismo “a full”.
Estoy engordando, gracias a Dios. Hago jardín,
limpio, camino. Quiero estar con mis amigos, jugar,
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divertirme, y además, conversar con Roberto.
Las plantas me dan fuerza, siempre me gustaron
más, hablo con ellas. Amor puro. Tengo tanto para
contar. Le pongo nombre a los perros y hablo con
ellos.
Por Dios, ¡basta de felicidad! ¡Qué día irrepetible!
Los perros y animales también disfrutan de todo. Al
igual que yo. ¡Qué lindo! Me gustan las plantas. Ellas
están felices acá, todo es perfecto. Dios nos abraza a
todos por igual. Yo lo sé, lo veo.
El día invita a vivir. Estoy feliz de estar acá y no
me quiero ir. Los colores dan vida, ahora que viene la
primavera todo es lindo y maravilloso.
Es algo que no tiene nombre. Es como si estuvieras
en el Edén. No estás mejor que acá. Pero te digo la
verdad, estando acá a dentro así, es un privilegio de
Dios.
Es un paraíso inolvidable. Hasta estoy bendiciendo
mi enfermedad por estar acá. ¡Qué querés que te
diga! Dios me cambió un poquito. Deberían todos
estar acá.
Estar acá es maravilloso. Hoy pasó “Peri”, mi
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doctora. También tengo que ver al oftalmólogo.
Esta tarde tomé sol en el pasto. Me comí dos budines
de pan. No sé qué va a pasar el día que tenga que
irme de este lugar. Pero es “el día a día”.
Creo, sin exagerar, que en el mundo no hay algo
así. La calidad de la “cocina maravillosa”, comida
para seres humanos. Yo no sabía que iba a pisar un
hospital. Pero esto no es un hospital, es un hogar sin
hipocresía.
Tengo que agradecer a Dios y a ustedes que me
ayudaron a llegar a este lugar, acá: “El Sommer”. Es
así, aquí está calentito.
LA PRESENCIA DE DIOS Y LA FE
Dios me recoge en sus brazos como a todos. El
mal fue expulsado de mi vida. La música también me
ayuda.
Creo que sé por qué me tocó “a mí”. Para relatar
lo que me pasa. Dios me puso en este lugar. Creo
que llegué a esto para contar mi vida sin egoísmo.
Soy terco, como simulador y bipolar, según lo que
evalúan los médicos especialistas... saben cómo es mi
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personalidad. Según “ellos” determinan quién soy.
Dios algo puso en mí y espero que todo el mundo,
para siempre, lo entienda. Vos lo dijiste: “Día a día”.
Jesús está conmigo. Siento que, el día que me
muera, mis huesos quedarán bajo un cajón. Dios está
ganando sobre todo el mal.
Dios siempre estuvo a mi lado, pero nunca lo vi
hasta ahora. Hoy estoy contento. Antes estaba tan
enojado por muchas cosas, pero ya no valen la pena.
Mis sesenta y cuatro años no fueron bien vividos, fue
duro lo que me tocó pasar.
Ahora creo en Dios todopoderoso. Soy un luchador
incansable, con la ayuda de la buena gente y del
Sommer. No quiero ser reiterativo, pero es la pura
verdad, sí, sí, es un equipo insuperable. Lo digo yo,
que estoy acá.
Jesús se manifiesta de muchas formas, y yo lo recibo
sin dudar. Soy feliz, incluso con mi enfermedad.
Un perro vino aquí. Pero no era un perro, era Dios,
pero en otra forma. Y el día sigue de tal forma que no
sé, quiero disfrutar todo. Trato de jugar a las cartas,
lo hago tranquilo, por mí y por todos los que me
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ayudaron. Para mí está Jesús, como el otro día, con el
sol y las nubes. ¡Cosa de no creer!
Mi milagro ya se hizo: conocer a todos por igual.
Mi expectativa de vida era de tres a seis meses, así que
ya la superé: llevo dos años, “ja, ja, ja”.
Pienso seguir el tratamiento cuando pueda. Voy
camino a lo inesperado, pero con fe. Ese es “mi
milagro”.
Me estoy volviendo más devoto. Después de todo,
no me gusta pedir cuando ya necesitas. Pero Dios es
grande. Gracias a Dios me gusta esta vida. Yo siempre
fui trabajador y sigo adelante.
Me conecto con mi hermana. Ella finalmente está
entendiendo la vida, y ya era hora, para el bien de ella
y de su hijo.
Al igual que para mí, nosotros somos el instrumento
de Dios y de Jesús.
Con mi letra fea, pero espero que entiendan algo,
no sé... aunque sea mis pensamientos y lo que he vivido.
Vos me acompañaste desde que te conocí. Gracias
a todos.
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Yo creo que tendría que haber empezado a contar
mi vida desde el principio, pero es muy largo. Estos
días compensarán todo por completo. Dios dirá.
Bueno, qué lindo es ver las cosas de otra manera.
Ya no me asusta la palabra Hospice.
Así que pongo lo que siento. Qué bien estoy. Dios
está en este lugar. Perdónenme la frase, pero yo creo
que está el Espíritu Santo. Sí, para mí, escribir todo
esto es como si una mano me guiara.
Mi sensación es estar con Dios en este camino inesperado
de mi vida, a mis sesenta y cuatro años. Y
el día, de sol a sol, me recuerda que Dios está en mi
cuerpo y Él sabe todo.
“Walter Herbert Iseas”. Iseas me dicen algunos pero
más me conocen por Walter. Qué lindo que te llamen
por tu nombre. Yo acepté a Dios en mi vida. Dicho
así, hay que darle para adelante. Sí Walter. Aunque
no lo crean hay gozo en el sufrimiento. Acepté a Dios
conmigo. Yo solo lo acepté. Mis ojos todavía están
tristes pero de cansancio y mi alma está llena de Jesús.
Qué lindo poder decir esto.
No me quiero ir más de aquí porque es el paraíso
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buscado por todos nosotros y lo encontré con la
mano de Dios. Lo que me está perjudicando es que
fumo mucho.
Este relato me sale del alma de una persona que
está pasando una etapa brava. Pero hay que pasarla.
Hay que darle para adelante sin mirar atrás.
REFLEXIONES SOBRE LA VIDA Y
EL SUFRIMIENTO
Mi canto no es de tristeza, es un canto de paz. Paz
porque tengo una vida de calma y bienestar. Todos en
el mundo lo merecemos, pero sabemos que no siempre
es así. Hay que luchar, luchar hasta el final. Me
siento bien, gracias a Dios. Soy “el guerrero de Dios”,
para todos por igual.
La plata nunca me hizo feliz, aunque ayuda “mucho”.
Pero bueno, es lo que hay. “Yoryi” y “Omar”
van con Dios para ser mejores personas, para ustedes
mismos. Qué linda es la vida. Algún día, los tres vamos
a salir a comprar y estar mejor.
Relatar esto es lindo. Siento que el demonio pesa
sobre una parte de mi cuerpo y alma, pero Jesús me
alivia. Mi “tocayo” en la vida, y sé que para todos es
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igual. La calma llega, y sé que es Dios.
Año tras año, en la vida, no todo es sufrimiento,
pero lamentablemente, para llegar a los lugares de tus
sueños, a veces hay que pasar por momentos difíciles.
Yo también los he tenido, al igual que todos. No solo
mis propios sueños, sino también los de Jesús.
Sobre todo esto, que es la desigualdad, Dios le saca
ventaja, ja, ja. Dios me cambió.
LA MÚSICA, LA NATURALEZA Y
LOS PEQUEÑOS PLACERES
La música es la voz de Dios: amor, paz, bienestar.
Gracias, Jesús, por todo lo que nos das. Escucho música
y música de los ochenta.
La comida es buena y me reconforta el alma. Dios
ha llenado mi cuerpo de bienestar, y además, en los
últimos días he estado rodeado de amigos.
Hoy me acosté en el pasto con Dios, qué alegría.
Es tan lindo, pero me voy a buscar un colchón. “Amo
el sol”, creo que me ama también, pero yo solo sé que
está para compartir al lado de Dios, y con su ayuda
“podemos” todos.
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El sol me abraza, junto a Jesús.
Estoy alegre. Me tomé un café con crema. Tomo
mate.
Acá voy a jugar a las cartas, escucho música.
Después de treinta y cuatro días, me siento pleno
y feliz con cosas comunes, “che, carajo”.
A la tarde, si Dios quiere, me acostaré en el pasto al
sol. Quiero cantar, bailar y disfrutar. El caracol es mi
amigo, aunque él no lo sepa.
Ayer mi hermana me mandó videos de Once y casi
lloro, porque yo vivía comprando y vendiendo allí.
Siempre me hizo feliz ser honesto, un peleador por
la “justicia”, aunque sé que no serviría para político.
Soy demasiado frontal y siempre digo mi verdad, esté
equivocado o no, porque no tengo la razón siempre.
Ojalá alguien quisiera comer un asado conmigo.
Le dije a la “nutri” que quería asado y vino, “la sangre
de Jesús y la mía”, unidas para siempre, y también la
de todos ustedes.
Mañana vienen amigos míos, de los que hacen
“asado”, algo que me falta cumplir desde que llegué.
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Vienen a pasar un rato. Yo estoy contento, voy a jugar
a las cartas entre amigos, comer algo y pasarla bien.
Gracias a “Dios” me siento bien.
Ayer escribí, pero hoy espero hacerlo mejor porque
quiero decir que todo va bien. La radio me dio otra
vida. Con poco somos felices, y no lo sabemos. Sí, sí.
Espero mi desayuno ansioso y mis fuerzas son cada
día mejor. Pero la batalla sigue hasta el fin de toda
mi vida. Desayuné, lavé, recé e hice el jardín. Ahora
puedo estar con mis “amigos” y nunca voy a ser tan
feliz como estos días.
LA COMUNIDAD DE PALIATIVOS
Lili, Micaela y Sofía, ¡son unas capas! Siempre me
atienden tan bien. Yo no sabía que este lugar y esta
atención existían. Me gusta estar acá. “Paliativo”…
yo no sabía ni qué significaba esa palabra. Gracias a
Dios y a todos aquellos que están en esta movida.
Vinieron Karina y Lily, y me van a bañar. Sí, sí, ¡a
bañar! Qué loco todo esto, no puedo pedir más, es
una locura. “Directo al corazón” será el título de mi
canción.
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Hoy es un día ventoso y frío, pero lo disfruto.
Me gusta estar limpio. Ahora todo está cambiando.
Disfruto del día.
Me dijeron que existe la posibilidad de que me dieran
el retiro. No sé cómo será, me asusta estar solo.
No sé por qué nunca pedí ayuda, pero sin saberlo lo
pedí, sin palabras. Solo Dios y ustedes, el Brazo del
Señor.
En Paliativos, va a haber un casamiento de una pareja.
Dios y Jesús están con ellos, y todos nosotros
también. Qué alegría. Paliativos está como siempre,
pero hoy es distinto. Se siente un ambiente diferente.
Cristo, Dios, va a bendecir este matrimonio, sí, sí.
Jesús está con ellos y con todos nosotros. Hoy voy a
explotar de alegría. Como siempre, en este paraíso
todo es alegría.
Así que este casamiento es algo que hay que contarlo,
¡no lo podés creer! Es tanto lo que vivís acá
dentro, es tanto que no, no no podés, si vos querés
inventar o pensar algo, no podés, porque acá es real
todo. Esto es como si fuera un paraíso. Sí, un paraíso.
Tendrías que pasar uno o dos días acá y entonces me
vas a mirar a los ojos y decir: “Acá encontré a Dios”.
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Analía: Acá tenés que hacer el Hospice. Este suelo
es sagrado.
Me desperté y estaba Lily al pie de la cama y le
pedí un rescate.
Se nota el amor y vocación que tienen el equipo de
Paliativos.
En este lugar está la “tierra sagrada” Sommer. La
paz que hay aquí es increíble. Sí, la paz emana de este
campo. Hay solo una explicación: Jesús. Otra no hay.
El Sommer Paliativos es como el libro de la vida
para mí.
Hoy estoy sintiendo amor por mi prójimo, ¡qué
bueno! Ahora sé qué significa Paliativos: AMOR.
Soy egoísta porque quiero vivir siempre aquí, en el
Sommer, el paraíso. Un hombre tiene que aprender a
vivir y también a ayudar en lo que pueda.
Todo el equipo en conjunto y la doctora “Peri” vamos
a hacer un día de testimonio aquí en Paliativos
Sommer para el día mundial de paliativos.
Roberto, con sus pruebas, al igual que yo, sigue
adelante. Él es voluntario del Hospice AMAH y me
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llama por teléfono. Le digo que no es fácil pasar por
esto.
LA ORACIÓN DEL PARACAIDISTA
La vida ya no me sorprende más por eso lo que escribo
es por ahora suficiente gracias a Dios. El escrito
anónimo “La oración del paracaidista” es la pura verdad
de la vida misma. Hoy los psicólogos me dijeron
que ese anónimo era muy fuerte. Esa oración es mi
“himno”.
Le dicen la oración del paracaidista…¡y de todos
los que saltan a lo desconocido todos los días, en actos
de valor y fe!
Aunque no todos seamos paracaidistas, todos tenemos
que “saltar” a lo desconocido casi todos los días,
en actos de valor y de fe. Esta oración, por tanto, nos
cabe perfectamente. Acá está:
“Dame, Señor, Dios mío, lo que Te queda;
Aquello que nadie Te pide.
No Te pido ni el reposo ni la tranquilidad,
Ni del alma ni del cuerpo.
No Te pido la riqueza ni el éxito ni la salud.
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Tantos Te piden esto, Dios mío,
Que ya no Te debe sobrar para dar.
Dame, Señor, lo que Te queda,
Dame lo que todos rechazan.
Quiero la inseguridad y la inquietud.
Quiero la lucha y la tormenta.
Dame eso, Dios mío, definitivamente;
Dame la certeza de que esa
será mi parte para siempre,
Porque no siempre tendré el valor de pedírtelo.
Dame, Señor, lo que Te queda,
Dame lo que los demás no quieren.
Pero dame, también, el valor
Y la fuerza y la fe”.
Un Libro para el Futuro
Con mi relato, espero ayudar a los que vengan después
de nosotros, porque aquí es igual para todos.
Ya estaba escribiendo mi relato, salió de Dios. Este
campo está bendecido, por algo fui elegido por Dios
antes, y Él lo sabía, por supuesto. Hasta rejuvenecí.
Tengo sesenta y cuatro años.
Canto, río, lloro. No creo que haya otro lugar
como este, lleno de naturaleza y amor por donde vayas.
Atienden bien a los internos, hay organización.
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Siento que estoy dejando este libro para los futuros
internos que luchen por su calidad de vida. Este es el
libro de mi vida, lleno de dicha y amor.
LA ALEGRÍA Y LA GRATITUD
Hoy escribí torcido porque no veo bien ni de lejos
ni de cerca.
Hace cuatro días que lloro de felicidad. Es una
mezcla de emociones, porque después de tanto tiempo,
nunca había sentido que realmente conocí a
“Dios”. Creo que ahora sí lo siento. Tal vez es porque
camino mucho y reflexiono, gracias a Dios.
Nada es perfecto, ya lo saben, pero aquí... “no sé”,
puedo ser yo mismo, y eso me gusta. No quiero que
este día termine nunca.
Otra semana y estoy feliz. Pero me pone más contento
por mi hermana que me acompaña. Tal vez
siempre fue así y no me di cuenta, como de muchas
cosas buenas que nos pasan. Somos, o éramos,
egoístas.
No sabemos nada, ¡qué ignorantes somos! Gracias,
Dios por este día y por el “descanso” que me trajo
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venir aquí. Verlos a todos de vuelta me alegra el alma
y todo lo demás se ve distinto. Leí los mensajes, de
amigos del alma y también de aquellos rivales eternos,
ja, ja. Hoy pinta como un día maravilloso.
Soy uno más, no soy una persona especial. Pero
después de todo lo que pasé, la esperanza vino a mi
vida. Gracias a Analía y familia y Dios y la doctora
“Peri”, todo cambió.
Siempre fui de comer mucho, pero creo que ahora
más: pizzas, mortadela y el asadito. Dios está, igual
que la Virgen, siempre están, al igual que todos, gracias
a Dios y Jesús. Yo quiero que me veas de nuevo,
me abraces y que lloremos juntos, pero de alegría
y felicidad, porque estamos con Dios, con nosotros
mismos y con los demás.
Dios, sé que este cambio no es solo pasajero. Yo
soy parte de Dios.
No sé cómo hilvanar toda esta felicidad. Recibo
atención, amor, comprensión. Gracias a todos.
Menos mal que nos estamos llevando bien con “La
Georgi”. Todo gracias a Dios.
AHORA TENGO PAZ
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Estamos escasos de lapiceras. Hace unos días que
toco mi “fístula”. Tengo paz en mi corazón, en mi
mente y en mi alma. Estoy entretenido, con cosas
para hacer. Lavo todos los días. Mis manos ya tienen
poco que aprender de mi enfermedad, obvio. Pero es
así: cáncer. Qué palabra fea. Imposibilitado. Aun así,
aunque duela mucho, me gusta salir. Pero el costo…
no sé. Según veo, todo lo mío empezó a cambiar: paz
con Dios y con mis padres, que en paz descansen.
WALTER WINNER
Me duelen las manos y tiemblan. Escriben solas,
sin pensar ni analizar lo que digo. No sé... me siento
manipulado, como si todo lo que hago fuera espantoso.
Siempre fui así, por eso sé que vinieron en mi
ayuda. Sin ustedes, no habría podido. Como te dije,
si no, habría hecho algo malo con mi vida... o tal vez
no, lo sé. Mi caso de abandono, ahora mismo, mi soledad
y el abandono de estar luchando. Fui muy duro
conmigo mismo.
Ahora escucho música “de los ochenta” y la disfruto.
El viento sigue soplando.
Mi padre se llamaba Jorge y él luchaba con sus
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demonios, al igual que yo.
Yo no tengo bandera política, siempre fui trabajador,
de trabajo honesto.
Soy de Boca, sí, de Boca de corazón. Es el club más
místico de Argentina. ¡Parece que todos están contra
Boca!
Mi letra es como yo: impulsiva y frontal. Analía
tuvo que descifrarla para ayudarme a escribir este
libro.
La gente en general me quiere, será por mi desparpajo
y mi manera de ser. Soy demasiado Walter, ja,
ja. La trabajadora social me dijo que soy “tremendo”.
Me dijeron, con razón, que a veces no puedo controlar
mis impulsos. Pero así soy yo. Aunque también
rezo por todo y pido “perdón” cuando es necesario.
Si hago algo alocado, es porque me sale espontáneamente.
Solo con mirar este lugar, mi calidad de vida
cambia.
Nada es perfecto, y mucho menos yo. Trato de ser
lo mejor para ayudar al que puedo. Dios está conmigo,
hoy y siempre.
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Estoy escribiendo acostado en el pasto. No sabés
qué bien que estoy.
Siempre como bien: lentejas, postre, torta, ravioles,
queso, pizza. Esto, creo yo, está cerca del paraíso.
Creo que esto es para mí en estos momentos. Los
cambios, aunque a veces dan un poco de miedo, son
para bien. Aunque yo ya no les tengo miedo.
No sé por qué me pasó esto, ni por qué a mí. Hoy
no estoy seguro, pero creo que vi algo... creo que vi
a “Dios”. El cielo era bicolor, celeste y más claro que
nunca. Siempre me gustó el sol, y ahora sé que eso
era “Dios”.
Espero ansioso el mañana, el día que nos toque,
para poder ser más feliz, a pesar de todo.
Soy así. Soy una persona común, nada fuera de lo
normal que la pasa mucho mejor con Dios.
Gracias a Dios y a todos en general, pero aún falta
la batalla final. Así es la vida, siempre es linda. Yo peleé
contra la injusticia de todo tipo.
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CUERPO TOMADO
Lo mío es padecer por mis pañales. Ya casi estoy
por pararme, y es feo querer hacer pis por fuera. ¡Dios!
Ahora, si miro mi cuerpo, está tomado. Mis piernas
parecen dos fósforos, ja, ja. Hoy lavé la manta
roja que Analía le dio a mi hermana. Hermosa. El
otro día la saqué al sol y me la puse como capa. Me
senté en el pasto, me puse a fumar y creo que me
dormí. Así me voy a la cama a soñar. No sé, yo nunca
sueño. Ahora espero que sí, porque, al igual que la
música, el sueño, a veces, es la voz de Dios. El sueño
me reclama; hoy me quedé sin palabras.
La mano de Dios y la mía, tal vez, guíen un milagro
para que la fístula no largue más pis.
No tengo apuro, pero qué lindo es vivir así, sin
dolor. Sé que es pasajero, pero sigo cómodo. Dios
desparrama su amor en el mundo entero. Los árboles
gigantes que hay aquí son muchos, los brazos de Dios
que abrazan a todos por igual.
Mi cuerpo va tomando forma así me veo mejor yo
“y para los demás”. Uso pantalón de “jean” que me
gusta. Yo me vestía muy bien.
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Aquí tomo varios remedios: reliverán, para ir al
baño, paracetamol, morfina, laxante, omeprazol, antibiótico
y no sé si también me dan corticoides, voy a
preguntar. Pastilla para dormir, morfina endovenosa
y alguna pastilla para el “cáncer”.
UN SUEÑO INESPERADO
Tuve un sueño, aunque nunca suelo soñar, en el
que vos, Analía, y la doctora “Peri” se conocían y nos
sacábamos una foto juntos. Yo sabía que ustedes no se
conocían y el sueño no podía ser real. Pero Dios todo
lo puede. Lo más loco es que ese sueño el otro día se
hizo realidad. Hoy todo vale para vivir.
El sol sale con su fuerza inconmensurable, y Dios,
a través del sol, nos abraza a todos. El rey sol, aliado
de Jesús, nos da calor y nos cobija como si fuéramos
pollitos.
Ya son cincuenta días de felicidad, gracias a Analía,
Peri y compañía.
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