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TRANSITAR EN EL SUR: Historias de siete hombres del Nariño andino

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Transitar en el sur

Transitar en el sur

Transitar en el sur

Transitar en el sur



Daniel Felipe Ordóñez Díaz

TRANSITAR EN EL SUR

Historias de siete hombres trans

del Nariño andino

COLECTIVO ANDINXS



Ilustración: “Hayas I”, “Hayas II”, “Hayas III”, “Hayas IV”, “Hayas

V”, “Hayas VI” y “Hayas VII”. Ilustración e intervención digital

© Santiago Agreda.

© Daniel Felipe Ordóñez Díaz

© COLECTIVO ANDINXS, 2024

Arte: Santiago Agreda.

Curaduría: Fernanda Rozo

Investigación: Daniel Felipe Ordóñez Díaz.

A nuestras familias y amigxs,

a los hombres trans que comparten

sus historias disruptivas en este

libro, y a lxs lectores que se suman a

esta ola de arte queer andino para

visibilizar identidades trans.

Colaboradores de TRANSITAR EN EL SUR:

Corrección de estilo y edición: Victoria Maldonado.

Edición de audio y sonido: PARS

Edición de video y cámara: Santiago Rozo

Fotografía: Jefferson Cifuentes. Artemis Media Fotografía.

Tema principal: PigHeaded

Instagram: @andinxs__

Podcast:

YouTube: @ColectivoAndinxs

Spotify:Transitar en el Sur: memorias de 7 hombres trans del

Nariño Andino (Colombia)

Bogotá D.C.



TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

ÍNDICE

A LA VALENTÍA DE LOS SIETE, Y A NUESTRA RED...........13

IDENTIDAD DOBLE: SER TRANS Y NACER EN EL SUR

GLOBAL................................................................................................17

PÁGINAS COMPARTIDAS: ENTRE MI EXPERIENCIA

Y LA DE LXS ALIADXS ...................................................................21

Nuestros objetivos: un proyecto disidente y rebelde.................23

Nuestra apuesta política y disidente.............................................24

LXS ANDINXS: DANIEL, SANTIAGO Y FERNANDA.............27

La investigación-acción: Estudios regionales,

y epistemología local, estudios género............................27

La creación: una propuesta de arte disidente desde

el Sur global........................................................................................29

Difundir: tomar el espacio público y las redes para ..................33

visibilizar nuestras historias y nuestros nombres......................33

DIABLOS DE CARNAVAL: ...............................................................35

Una mirada epistemológica andina para hablar de trans

masculinidades en Nariño...................................................35

Los 7 diablos de esta historia..........................................................40

TRANSITAR EN EL SUR..................................................................45

Entre la propuesta de Paul B. Preciado y

las epistemologías del Sur Global.....................................45

Micropolíticas king en Preciado....................................................50

Enfoque andino dual para reivindicar la experiencia

del Transitar en el Sur.....................................................................57

I. ESTEBAN PORTILLA....................................................................61

Bogotá, Música y Pasto: un recorrido sobre

nuestra identidad de género...............................................61

El misterio de nuestra identidad: la cirugía, los cambios

físicos, nuestra red de apoyo y la amistad cis/trans..................65

Amistad entre hombres cis y trans................................................68

Transición de género y duelo.........................................................72

La cultura nariñense: desde la pedagogía con la familia,

la música y la tradición.....................................................................73

Relación familiar, amor y tradición...............................................77

Migración de Nariño a Bogotá: una perspectiva

sobre el fortalecimiento de la identidad nariñense....................78

Final......................................................................................................82

II. ALEJANDRO MUTIZ...................................................................83

Masculinidad, música, amistad y disciplina: el hombre que

somos.......................................................................................83

La pregunta por el rol dual: hombres en la sociedad,

profesión, amistad y transfobia......................................................86

Un rol dual: la experiencia de ser visiblemente trans,

o elegir no serlo.................................................................................87

Hablemos de la transfobia. Hablar de transfobia, es hablar de

violencias que se invisibilizan. ¿Sientes que tu rol en la sociedad

te ha alejado de la transfobia?.........................................................90

La amistad entre hombres...............................................................91

Cultura, dualidad e identidad: una perspectiva sobre la migración

y el fortalecimiento de las raíces culturales nariñenses............95

¿Qué música escuchas?: El rock en español, Nariño y el hombre

nariñense..............................................................................................98

¿Qué es la masculinidad para ti?....................................................99

Un final temporal..............................................................................100

III. SANTIAGO ERAZO....................................................................101

Tradición nariñense y comunidad trans: un resumen sobre

la disforia y los retos de crecer en un pueblo..................101

Tradición nariñense y comunidad trans: un resumen sobre la

disforia y los retos de crecer en un pueblo...................................101

Los contextos tradicionales y nuestra labor para hacer pedagogía

sobre experiencias de vidas trans..................................................109

Una experiencia dual: nuestra construcción del rol como hombres

y nuestra sensibilidad.......................................................................111

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

Comunidad y apoyo entre hombres trans....................................114

Disforia.................................................................................................115

IV. JERÓNIMO ARÉVALO................................................................117

Formas disidentes: lecturas por la cultura nariñense desde

el Carnaval, cuestiones sobre el binarismo, ....................117

sistema patriarcal y machismo...........................................117

Transitar en una sociedad binaria.................................................124

La perpetuación de la transfobia desde la institución familiar

128

El rol masculino y la disforia como antecedente del rechazo al

machismo y al patriarcado...............................................................128

Interludio: reconciliación e identidad...........................................130

Carta a un amor disidente: charlas sobre el concepto de dualidad

131

Cultura y Carnaval: un perspectiva epistemológica..................134

Cierre....................................................................................................137

V. SANTIAGO D..................................................................................139

Migración, ansiedad y reconciliación con la familia......139

Transición de género y roles de género.......................................147

La escucha frente a la actividad, los lugares de sociabilización y la

comunidad LGBT..............................................................................148

La cultura nariñense en nuestra cotidianidad.............................149

VI. SANTIAGO H................................................................................151

Un recorrido por la amistad, la testosterona .................151

y nuestras perspectivas........................................................151

Nariño: un escenario en el cual se gestan vínculos de solidaridad

entre hombres trans..........................................................................155

Nuestros modelos de masculinidad y de transición, la presión

desde la psiquiatría............................................................................160

Machismo en Nariño y transfobia.................................................162

Visibilidad como hombre trans......................................................164

Testosterona.......................................................................................165

Licor, cigarrillo y salud mental......................................................167

Nuestros nombres: una elección....................................................167

UN FINAL ABIERTO, .......................................................................169

UNA HISTORIA VIVA........................................................................169

BIBLIOGRAFÍA...................................................................................175

NOTAS...................................................................................................178

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

A LA VALENTÍA DE LOS SIETE,

Y A NUESTRA RED

Agradecimientos

Agradecemos profundamente al Ministerio de las Culturas,

las Artes y los Saberes por brindarnos la oportunidad de desarrollar

esta propuesta de creación, investigación y divulgación.

Este proyecto se ha convertido en un refugio donde exploramos

las historias de hombres trans desde una perspectiva

creativa, visibilizando no solo nuestra existencia, sino también

las vivencias y emociones que nos acompañan en el contexto

rural de Colombia. Hablar desde Nariño es, para nosotros, una

fuente inagotable de inspiración, un susurro del viento que nos

recuerda la riqueza de nuestras raíces.

Expresamos nuestro sincero agradecimiento a los hombres

trans que han compartido sus historias con nosotros. Su valentía

para abrirse y relatar sus vivencias ha sido un regalo

invaluable. Gracias por su tiempo, por el amor que han puesto

en este proyecto, y por la valentía de vivir auténticamente en

un mundo que a menudo no lo permite. Sus relatos son un testimonio

poderoso de la resiliencia y la capacidad de construir

una vida plena, incluso en medio de desafíos en la sociedad, la

familia, las instituciones educativas y el sistema médico. Cada

historia es un faro de luz que fomenta la solidaridad y el enten-

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

dimiento entre comunidades y amistades.

Nuestro agradecimiento se extiende al equipo que creyó en

este proyecto y decidió hacerlo suyo. La iniciativa de Fernanda

Rozo al involucrarse en esta convocatoria y explorar diversos

formatos para transmitir nuestras ideas ha sido fundamental.

Su creatividad y su pasión han infundido vida a nuestro trabajo.

Agradecemos su visión a gran escala, su entusiasmo contagioso

y su compromiso inquebrantable. Gracias a Santiago por su

propuesta de ilustración y plástica, por su paciencia constante,

y por siempre escuchar y aportar desde un enfoque decolonial,

andino, disruptivo y rebelde. Su habilidad para plasmar los símbolos

propios de los entrevistados en su arte queer ha enriquecido

nuestro trabajo de una manera que trasciende lo visual y

toca el alma.

Agradecemos también a quienes nos han brindado palabras

de aliento. Cada felicitación nos recuerda la importancia de lo

que hemos logrado juntos y nos llena de una emoción profunda.

Este reconocimiento no solo celebra nuestro esfuerzo, sino

que también nos impulsa a seguir adelante, recordándonos la

responsabilidad que tenemos de avanzar con este proyecto en

colaboración con el Ministerio de las Culturas, las Artes y los

Saberes.

Un agradecimiento especial a todas las personas que hicieron

posible este proyecto, comenzando por el equipo encargado

de la edición de audio, incluyendo a PARS, quien también colaboró

en la grabación de videos, y a PigHeaded. A nuestra editora

de estilo, Victoria Maldonado, cuya sensibilidad y sentido de

pertenencia han dejado una huella imborrable en estas páginas;

a nuestro fotógrafo, Jeferson Cifuentes; y a Santiago Rozo por

su apoyo en la grabación de videos. Su dedicación y esfuerzo

son la columna vertebral de este proyecto.

Agradecemos al Taller La Centralita en Teusaquillo por

proporcionarnos un espacio para socializar el Proyecto Transitar

en el Sur e integrarnos en sus actividades culturales y

artísticas. También queremos expresar nuestra gratitud a los

padres de Daniel: Dary Díaz, Carlos Ordóñez y Judith Botina,

por ayudarnos a conseguir elementos artesanales desde Nariño

que enriquecieron nuestro performance e instalación. Su generosidad

nos recuerda que la colaboración y el apoyo familiar

son esenciales en este camino.

Gracias a todos por resaltar la importancia histórica y cultural

de los diablos en el Carnaval y la música nariñense y andina,

elementos clave en la creación de esta obra profundamente

contextualizada en Nariño. Agradecemos al Volcán Galeras, al

municipio de El Tambo y al Sur; gracias a la comunidad por

recordarnos que este movimiento es una ola que trae consigo

identidades diversas, personalidades disruptivas, disidentes de

género, activistas y líderes sociales que destacan sus historias

para promover la visibilización.

Continuaremos luchando por nuestros espacios políticos

a través de la música, el arte, la ilustración, el performance,

la instalación, los eventos, la escritura, los podcasts, las redes

sociales y las publicaciones. Cada una de estas expresiones es

un grito de esperanza y un acto de amor por la diversidad, un

testimonio de que, juntos, podemos construir un futuro más

inclusivo y lleno de posibilidades.

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

IDENTIDAD DOBLE: SER TRANS Y NACER EN

EL SUR GLOBAL

Prólogo

Desde el año 2020, he utilizado mis herramientas como

historiador para explorar dos experiencias que me marcan

profundamente: ser nariñense y ser un hombre con experiencia

de vida trans. Durante este tiempo, he entrevistado a seis

hombres trans del Nariño andino que han compartido sus

reflexiones sobre la construcción de un rol masculino crítico

ligado a la cultura y tradición de Nariño. Hablamos desde el

Sur, el sur de Colombia, el Sur Global.

En este libro digital de memorias breves, Transitar en el Sur:

Memorias de trans masculinidades del Nariño Andino, se reúnen

entrevistas individuales realizadas a seis hombres trans del

Nariño andino. Estas entrevistas están organizadas en capítulos

que constituyen la base de nuestro proyecto como Colectivo

Andinxs: Transitar en el Sur. Nuestro propósito es retratar

diferentes experiencias que nos impactan dentro del vasto

demográfico colombiano, transformando nuestros desarrollos

individuales y presentando un pequeño trazo de lo que significa

ser, crecer y representarse en la sociedad nariñense colombiana.

A lo largo de este proceso, hemos explorado diversas formas

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

de hacer visible esta propuesta, y estas entrevistas han sido

el origen de muchas ideas creativas para visibilizar nuestras

historias a través de un enfoque multiformato, buscando

impactar a públicos amplios.

Esta es una obra amplia, trans y disidente que busca

entrelazar diferentes ámbitos inherentes a la experiencia

humana, ayudándonos a reflejarnos, tanto como individuos

como sociedad. Estos ámbitos incluyen lo artístico, lo político y

lo social, conectando la geografía, la historia y la epistemología

de los Andes desde una perspectiva diversa. Además, ha contado

con la colaboración de aliados dedicados al arte, la música y

la cultura regional, quienes han enriquecido esta creación

colectiva con sus voces y experiencias.

Junto a Fernanda Rozo y Santiago Agreda, fundamos

el Colectivo Andinxs, un colectivo artístico-cultural que

tiene como propósito crear, investigar y difundir proyectos

interdisciplinarios. Nuestro enfoque se centra en desarrollar

iniciativas que sean sensibles y comprometidas con la realidad

cultural, tejiendo conocimientos diversos para generar un

impacto significativo en nuestra comunidad. De igual manera,

la creación del proyecto Transitar en el Sur ha sido posible

gracias al apoyo financiero de la Convocatoria Jóvenes por el

Cambio, del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes,

que busca fomentar iniciativas culturales lideradas por jóvenes

en Colombia.

Por un lado, Santiago se encarga de crear una obra plástica

y gráfica basada en nuestras historias, relacionándolas con las

formas nariñenses y andinas. Por otro lado, Fernanda desarrolla

una estrategia de difusión para visibilizar estas historias y

nuestro contenido artístico e investigativo en el espacio público

de Bogotá, así como documentar y compartir en redes sociales

fragmentos de entrevistas, las etapas de nuestro proceso y la

obra creada por Santiago.

Esta propuesta busca reconocer el rol de los hombres

trans en la sociedad nariñense y colombiana, visibilizando los

prejuicios asociados a la transición de género. Su objetivo es

reivindicar estas experiencias como disruptivas frente a una

sociedad tradicional y conservadora, explorando cómo las

vivencias relatadas en este compilado están influenciadas por la

cultura y el arte de la región andina, así como por los patrones

de masculinidad transmitidos a través de la tradición.

A lo largo de la obra, se da un enfoque principal a la salud

mental, abordando temas como la ansiedad, la frustración y la

autoexigencia. Basado en los estudios de Paul B. Preciado y

enfoques decoloniales para escribir desde un lugar político que

enfrenta la transfobia y reconoce los desafíos de ser disidentes

del sistema cisgénero.

Transitar en el Sur: Memorias de trans masculinidades del Nariño

Andino está dirigido a todxs, pero especialmente a una audiencia

disidente del sistema sexo-género y a quienes brindan soporte

y entendimiento a los miembros de la comunidad trans. El libro

se presenta como un ejercicio político, ya que, al salirse del

sistema cisnormativo, la comunidad representa un “otro” dentro

del establecimiento de la sociedad tradicional. Por tanto, todas

las decisiones humanas que se toman desde el razonamiento del

ser, con efectos de menor a mayor escala dentro de esa misma

sociedad, deben considerarse como declaraciones políticas.

Por esta razón, se establecen los siguientes ejes para tener

en cuenta en el desarrollo del proyecto: 1) reconocer a los

hombres trans como una población marginada; 2) visibilizar las

luchas y experiencias; 3) contextualizar socioculturalmente las

vivencias; y 4) crear una obra artística con elementos regionales

andinos y proponer una divulgación a través del performance

de símbolos andinos en el espacio público de Bogotá, con un

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

enfoque punk e irreverente.

Las historias plasmadas en las siguientes páginas están

profundamente marcadas por la identidad de género, cuestionan

la naturaleza de lo masculino y la continuidad de la transición,

y se sostienen en la subjetividad política de los implicados.

De igual manera, el autor reflexiona sobre cómo construir el

hombre que desea ser, mientras él y las personas retratadas

en las entrevistas buscan penitencia y realización personal,

impactando factores como la salud mental y la cotidianidad.

Este esfuerzo ha fortalecido la comprensión de la realidad trans

masculina en Nariño y permite compartir estas experiencias

con el mundo.

Gracias a este proyecto, el autor ha tenido la oportunidad

de reconectar con amigos de su adolescencia en Nariño.

Esteban, Alejandro, Santiago Ortega, Santiago D., Jerónimo y

Santiago H. lo han acompañado con palabras de apoyo, gestos

de cariño y una amistad llena de amor. Sus enseñanzas han sido

fundamentales para forjar al hombre en el que se ha convertido,

y sus historias quedarán para siempre guardadas en su mente

y en esta obra.

PÁGINAS COMPARTIDAS: ENTRE

MI EXPERIENCIA Y LA DE LXS ALIADXS

Introducción

El proyecto Transitar en el Sur, es posible gracias al trabajo

del Colectivo Andinxs, formado en 2024. Nuestra propuesta

incluye el presente libro digital ilustrado, “Transitar en el

Sur: Memorias breves de siete hombres trans del Nariño

Andino”, acompañado del podcast “Transitar en el Sur” y de

la implementación de una estrategia de divulgación a través

de redes sociales. En el colectivo, cumplo el rol de investigador

y activista, y en estas páginas encontrarán mi labor a través

de la escritura. También podrán apreciar las ilustraciones

realizadas por el tambeño Santiago Agreda, quien ha reunido la

inspiración de nuestras historias para crear personajes basados

en símbolos andinos, conectándolos con su propia perspectiva

artística. Además, Fernanda Rozo propone una estrategia de

divulgación a través de redes sociales y del espacio público

en Bogotá D.C., gracias a la cual este libro está disponible de

manera digital y se ha distribuido para llegar a ti como lector.

Agradezco que seas parte de este viaje interno, ya que

es la primera vez que decido ser visible públicamente como

hombre trans; por supuesto, debía hacerlo a través de la

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

escritura, con el ánimo de no desaprovechar esta oportunidad

para enviar mi mensaje lo más lejos posible. Este proceso ha

estado acompañado de una mezcla de emociones, sentimientos,

frustraciones y ansiedades por llevar adelante este proyecto

sobre mi vida personal, así como sobre mi identidad de género

y cultural, frente a una sociedad caracterizada por ser machista,

tradicional y patriarcal.

Este es el inicio de un camino que, con el tiempo, espero que

me sirva de apoyo para guiar mi trayectoria profesional. Mi

identidad cultural y de género han sido motores que impulsan

la exploración de las ciencias humanas, la investigación, el

liderazgo y el trabajo en equipo. En este rincón del mundo,

seis hombres trans, que son también mis amigos, comparten

sus historias conmigo, en un intento de llegar a quienes buscan

escuchar y comprender.

Es una voz de aliento en medio de la continua lucha, un

recordatorio de que los retos persisten, inquebrantables, para

todos nosotros. Nuestra meta es visibilizar nuestras narrativas;

y qué mejor manera de hacerlo que aferrándonos a nuestra

identidad. La geografía de Nariño, con sus paisajes entrelazados

de montañas y valles, ha tejido nuestros lazos de solidaridad y

apoyo; sin las dinámicas comunitarias de esta región, nuestra

amistad y colaboración habrían permanecido en el silencio.

En estas páginas se encuentra la esencia de las narrativas

andinas, donde no solo exploro la identidad de género, sino

también la identidad cultural. La obra invita a una reflexión

profunda sobre la identidad andina y su potencial como un

referente mundial de Patrimonio. Este esfuerzo ha sido, a su

vez, un viaje hacia el autoconocimiento, un proceso en el que

he utilizado las herramientas adquiridas en mi formación como

historiador, acompañado por un grupo de artistas, amigxs y una

comunidad en constante crecimiento, quienes han contribuido

a dar vida a este proyecto.

Nuestros objetivos: un proyecto disidente y rebelde

Como colectivo, hemos concentrado nuestros esfuerzos en

visibilizar las historias de las trans masculinidades. Uno

de nuestros objetivos es generar un impacto significativo

en quienes deciden leernos y escucharnos. Por ello, dentro

de nuestra propuesta de divulgación, hemos optado por el

multiformato, abriéndonos a un público amplio que incluye

a personas trans, sus redes de apoyo y a todos aquellos que

desean acercarse a una propuesta de investigación-creación

sobre siete hombres trans del Nariño andino, a través de los

estudios de la subjetividad política y la identidad de género.

Desde esta perspectiva, hemos lanzado la primera temporada

del podcast Transitar en el Sur, que recoge seis conversaciones

que extienden las páginas de este libro. En ellas, se plasman

nuestras emociones, sentimientos y recuerdos, frutos del

reencuentro, la fortaleza y la autenticidad. Este formato nos

permite compartir nuestras vivencias de manera íntima y

significativa.

Nuestro segundo objetivo es reflexionar sobre nuestra

identidad de género y cultural mediante un ejercicio

interdisciplinar, apoyados por las habilidades de los

profesionales involucrados en este proyecto, junto a un equipo

que contribuye en música, fotografía, edición del presente libro

y edición de sonido.

Así, trazamos un mapa de trabajo que articula tres áreas

fundamentales: investigación, creación y divulgación. En la

investigación, nos centramos en los estudios sobre la cultura, la

tradición y la historiografía del Carnaval de Negros y Blancos

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

(de aquí en adelante, simplemente “Carnaval”). El departamento

de Nariño es conocido por su riqueza en representaciones

musicales, plásticas y tradicionales, destacándose este Carnaval,

que fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por

la UNESCO en 2009.

En cuanto a la creación, nos inspiramos en el arte nariñense,

desarrollando una propuesta que busca impactar a través de lo

sensible. Finalmente, en la divulgación, empleamos estrategias

multiformato, con un énfasis particular en los medios digitales

y las redes sociales, integrando nuestra propuesta con el deseo

de llegar a un público amplio y documentar nuestro proceso.

Nuestra apuesta política y disidente

Hablamos desde el Sur, desde la periferia de Colombia y

desde una cuenca ontológica 1 . Nos identificamos como sujetos

disidentes que realizan un ejercicio político en respuesta

al sistema binario de género, el cual ha definido nuestras

experiencias como personas trans (personas que no son cis).

Este contexto nos otorga un lugar político, condicionado por

la sociedad cisnormativa.

Nuestra disidencia surge de una experiencia de transición

marcada por el modelo binario de género, que impone estándares

de masculinidad casi inalcanzables para ser reconocidos como

hombres en nuestras sociedades. Es común que muchas trans

masculinidades opten por no visibilizarse como un mecanismo

de defensa ante la violencia sistemática que enfrenta la población

trans. Al nombrarnos disidentes, enfatizamos los desafíos

impuestos por esta estructura binaria. Como se discutirá en

una de nuestras entrevistas, surge la pregunta: si el sistema de

género binario no estuviera implantado en nuestras sociedades,

¿existiríamos las personas trans?

Sin embargo, más allá del debate filosófico, generamos

conversaciones sobre nuestros retos y perspectivas como

disidentes. Buscamos iluminar lo que queremos comunicar

a través de nuestras historias de vida, enfocándonos en la

transición y el deseo de integrarnos a la sociedad con dignidad

y entusiasmo. Esto se realiza desde una reflexión crítica sobre

nuestra decisión de vivir como hombres y personas trans,

valorando nuestro pasado y fortaleciendo nuestro presente a

partir de nuestras experiencias.

Cada una de las siete historias se comprende de forma

crítica, cuestionando el sistema binario de sexo-género que

ha masificado los prototipos de masculinidad y feminidad

en nuestra sociedad. Nuestra postura es disruptiva, con el

propósito de contribuir a los estudios de género y el arte queer

en Colombia, partiendo de los elementos culturales de nuestra

región que forman nuestro lugar de enunciación.

Desde Andinxs, tomamos el concepto de transición de

género para deconstruir los estereotipos que a menudo se

utilizan para categorizar y generar prejuicios sobre nuestras

vidas. Transitar en el Sur busca reivindicar nuestras experiencias

como hombres trans en la sociedad nariñense, así como nuestra

identidad disidente del sistema cisgénero. Escribir, crear y

difundir estas historias es una necesidad urgente en nuestro

contexto, donde hemos sido históricamente marginados desde

múltiples perspectivas: políticas, estéticas y performáticas.

Este proyecto busca compartir quiénes somos, nuestro

pasado y nuestras vivencias, que han sido invisibilizadas

sistemáticamente, dejando huellas profundas en nuestras vidas.

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

LXS ANDINXS: DANIEL, SANTIAGO

Y FERNANDA

La investigación-acción: Estudios regionales, y epistemología

local, estudios género

Como historiador nariñense y hombre trans, he tejido las

historias de seis amigos, compañeros de viaje en un mundo

donde las sombras a menudo ocultan la luz. Este texto no

es solo una recopilación; es un reflejo de nuestras luchas y

logros en la enigmática sociedad de Nariño, un lugar donde lo

cotidiano se entrelaza con lo extraordinario.

En el primer ensayo, me adentro en los laberintos de los

estudios de género, guiado por las ideas provocadoras de Paul

B. Preciado. Aquí, examino cómo los modelos médico y jurídico

regulan nuestras transiciones, un poco como un río que se ve

obligado a seguir un cauce predeterminado, perpetuando roles

de género que a menudo se sienten como una jaula. En esta

danza de poder, propongo una reflexión sobre la invisibilidad

de las experiencias trans y el surgimiento de una nueva

subjetividad política, una especie de despertar en medio de la

penumbra.

A medida que navego por este paisaje, distintas voces y

contextos se entrelazan como los hilos de un tapiz. Este proyecto,

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

en su forma multicolor, busca mantener una cohesión, como un

poema que se despliega en varios versos. Siguiendo las ideas

de Preciado, analizo cómo un “régimen farmacopornográfico”

ha moldeado nuestras realidades, utilizando hormonas y

medicamentos para regular no solo la reproducción, sino

también la esencia misma de quiénes somos. Las disidencias,

atrapadas en estas narrativas, luchamos por encontrar nuestro

lugar en un mundo que a menudo se siente hostil, donde las

experiencias trans masculinas se desvanecen en la niebla de la

transfobia.

El segundo ensayo me lleva a Nariño, al vibrante carnaval

que, como un espejo, refleja las complejidades de nuestra cultura

andina. Aquí, el Inti Raymi y símbolos como el Haya Huma—el

Diablo Huma—se convierten en hilos de una narración más

amplia, un canto a la conexión geográfica y cultural con otros

países andinos. En esta celebración, la música y las tradiciones

emergen como ecos de un pasado que aún resuena.

Además, se despliegan seis capítulos donde mis reflexiones

surgen de conversaciones con hombres trans. Cada capítulo es

un pequeño universo que explora la transfobia, la masculinidad,

la disforia, y la delicada amistad con hombres cis. A través de

estas vivencias, intento comunicar no solo mi experiencia,

sino también la esencia de un activismo que busca dar voz a

las narrativas invisibles. Así, reconozco nuestras historias

compartidas en tres municipios nariñenses: San Juan de Pasto,

El Tambo y Taminango, que, como el Carnaval, son un crisol

de la cultura andina, un lugar donde el ritmo de la vida nunca

se detiene.

A lo largo de este texto, se despliega un enfoque en el arte

y la epistemología andina, explorando cómo estos elementos

pueden desmantelar los rígidos discursos binarios de género

y contribuir a una comprensión más amplia de las identidades

trans. Mi intención es rastrear las diversas formas de transfobia

que nos afectan, visibilizando los retos que enfrentamos en una

sociedad que a menudo ignora nuestras realidades, mientras

reconozco, a su vez, los roles masculinos que desempeñamos

en este contexto.

Este análisis se complementa con una crítica a los sectores

ultraconservadores que perpetúan la concepción binaria

del género, generando así una violencia estructural hacia

las personas trans. Así, la presente obra busca desafiar los

discursos predominantes que imponen tradiciones culturales,

como el paradigma de los roles de género y las narrativas

excluyentes sobre el conocimiento sensible, especialmente en

el Nariño colombiano.

Finalmente, mi objetivo es reivindicar nuestro papel

mediante la comprensión de símbolos de la cultura andina, como

el Diablo Huma. Al hacerlo, desafío los discursos dominantes

que imponen reglas socioculturales sobre los roles de género

y las narrativas que excluyen a comunidades diversas. En esta

lucha, se revela también la clandestinidad en la que habitan

diferentes poblaciones en Nariño, una realidad que merece ser

visibilizada y transformada.

La creación: una propuesta de arte disidente desde el Sur

global

–Por Santiago Agreda España–

En Transitar en el Sur, propongo una obra ilustrada que

fusiona elementos gráficos y plásticos, inspirada en el Carnaval

de Nariño y en el simbolismo inca, como referentes históricos

de lo andino. Mi propósito es transcribir las diferentes

experiencias de los siete hombres trans involucrados en el

proyecto hacia lo visual, enfrentando lo sensitivo, humano,

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

social y artístico con la sensibilidad subjetiva de lo expuesto y

lo creado.

En esta obra, entrelazo la identidad de género de estos

hombres trans con nuestras tradiciones artísticas, musicales

y culturales nariñenses, creando personajes que indagan

en conceptos vinculados al Carnaval, como el color, la

ancestralidad, la epistemología andina, el espíritu y la música.

Dentro de esta propuesta creativa, se incluye la elaboración

de una máscara en técnica mixta, así como la adquisición de

dos máscaras provenientes de diversos contextos del arte

andino: una máscara del Diablo Huma, originaria de Ecuador,

y otra realizada por un artista local de El Tambo, Nariño. Estas

máscaras buscan comparar la epistemología andina —desde su

visión del Diablo— y contrastarla con la perspectiva católica

del demonio. A través de una propuesta que integra ilustración

e intervención fotográfica, cada personaje se posiciona como

un espíritu andino, un diablo de Carnaval, en un juego visual

que invita a la reflexión y la celebración de nuestra identidad

compartida.

Incorporamos elementos del arte andino para desarrollar un

concepto vivo que da vida a personajes representados como seres

del Carnaval, todos caracterizados como figuras espirituales.

En las representaciones del Carnaval, es común encontrar

diablos, criaturas zoomorfas, duendes y espíritus adornados con

colmillos y cuernos, que evocan una conexión profunda con lo

sagrado y lo ancestral. Estos seres no solo son símbolos de la

festividad, sino también portadores de historias y significados

que entrelazan la tradición con la contemporaneidad, invitando

a la reflexión sobre nuestra identidad y cultura.

Al comparar el rol del diablo con el papel de los

hombres trans en la sociedad, subrayamos cómo han sido

sistemáticamente excluidos por un sistema binario global. Esta

comparación se fundamenta en nuestra perspectiva sobre la

exclusión de las identidades disidentes, contrastando con la

tradición judeocristiana, que tiende a rechazar lo desconocido

y subestimar otras entidades espirituales.

En este contexto, el rol de los hombres trans se enriquece

al explorar figuras andinas como el Diablo Huma y otros seres

del Carnaval, que encarnan una espiritualidad y simbolismo

fundamentales en la cultura andina. Estos símbolos

transmiten un discurso heredado de generación en generación,

proporcionando un sentido profundo de conexión con el

arte, la tradición y la cultura nariñenses. Así, en lugar de ser

rechazados, los hombres trans y sus historias se integran en

un legado cultural que celebra la diversidad y la riqueza de

nuestras identidades.

Es importante tener en cuenta que el concepto de Diablo no

proviene de la etimología andina, sino que es una traducción

española. Por ejemplo, el Diablo Huma deriva de Haya Huma,

una expresión en quechua utilizada en algunas comunidades

indígenas de los Andes, particularmente en Perú. Esta

expresión se traduce generalmente como “que haya vida” o

“que haya abundancia”, reflejando un deseo de prosperidad y

bienestar, y evocando un profundo sentido de conexión con la

naturaleza y la comunidad.

En mi obra, he creado siete personajes que narran una

historia fantástica; cada uno se asocia con un participante y

acompaña cada capítulo. Este efecto se logra al escuchar las

historias desde una perspectiva sensible, buscando develar su

experiencia más íntima a través del arte. Este enfoque se ha

plasmado en el presente libro de manera cuidadosa y reflexiva,

gracias a mi conexión con el arte andino y a la creación de

una propuesta propia que celebra la diversidad de nuestras

narrativas.

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

Así, estos personajes están profundamente influenciados por

sus perspectivas y sentimientos, así como por sus símbolos más

íntimos. Las fotografías recolectadas constituyen un trabajo

de archivo obtenido de las galerías personales de nuestros

entrevistados, integrando sus propias visiones a través del

lente de sus cámaras en esta producción sobre su experiencia.

Esta conexión permite que cada imagen cuente una historia

propia, un eco de sus vivencias.

El personaje principal es un diablo, representado tanto

en ilustraciones como en una máscara de técnica mixta.

Este diablo actúa como un hilo conductor que une a los

personajes, quienes, aunque se encuentran en espacios aislados,

son complementarios en su esencia. A pesar de su separación,

se conectan a través de sus experiencias compartidas y su

vínculo con un tercero, creando una narrativa que invita a

la reflexión sobre la identidad propia y la apreciación de los

símbolos andinos. Los personajes están interrelacionados por

un elemento simbólico: la mirada del diablo, que representa la

conexión con quien les escucha, en este caso, Daniel.

Las tres máscaras mencionadas formarán parte del evento

de presentación de Transitar en el Sur en octubre de 2024 y ya

han sido utilizadas en una estrategia performática en el espacio

público, un proceso documentado en nuestras redes sociales.

Así, cada una de estas máscaras no solo es un objeto, sino

un vehículo de comunicación y expresión, reflejando la rica

tradición andina en un contexto contemporáneo

Difundir: tomar el espacio público y las redes para

visibilizar nuestras historias y nuestros nombres.

–Por Fernanda Rozo Zapata–

¡Acompáñanos en este dramático

performance que llamamos vida!

Como parte de la estrategia para dar vida al proyecto Transitar

en el Sur, he trazado una propuesta en dos caminos.

Por un lado, lidero una iniciativa de divulgación en redes

sociales, con especial énfasis en la cuenta de Instagram

@andinxs__. También exploramos plataformas como Spotify

y YouTube Music, donde nuestro podcast «Transitar en el

Sur» ya encuentra su eco. En este vasto universo digital, mi

intención es conectar con organizaciones afines, entrelazando

fuerzas para visibilizar las realidades de la comunidad trans en

Colombia, Nariño y más allá.

Por otro lado, desarrollo una propuesta que se despliega en

el espacio público, a través del performance, para promover

nuestro proyecto y difundir el concepto de los diablos del

Carnaval en las calles de Bogotá. Esta intervención consiste

en pegar pósters en las paredes de la ciudad, donde un enlace

conduce a los canales del Colectivo Andinxs, acompañados de

la ilustración principal de Santiago Agreda. Un acto simple,

quizás, pero cargado de significado, que busca despertar la

curiosidad y la reflexión en el paso de quienes se cruzan con

estas imágenes.

Esta intervención se sostiene sobre un performance

que integra la moda circular, inspirado en la propuesta de

Santiago Agreda. Él transforma prendas de segunda mano en

personajes disidentes, evocando la esencia de los diablos del

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

Carnaval, aquellos que podrían ser excluidos de los contextos

sociopolíticos tradicionales de la ciudad, todo desde una estética

queer. Este enfoque remite al modelo de Vivienne Westwood,

la diseñadora británica pionera en la estética punk, quien se

erigió como una voz de rebeldía contra el sistema capitalista y

la sobreexplotación del planeta. Así, se entrelaza con nuestra

intención de cuestionar los modelos dominantes y abogar por

la protección de nuestro entorno.

El performance no solo se limita a la vestimenta; incluye una

producción visual que incorpora tres máscaras, piezas esenciales

de este proyecto, que dan vida a los tres personajes. Además,

dirigí la divulgación a través de redes sociales, enfocándome

en Instagram, donde documentamos el proceso del Colectivo y

compartimos contenido destinado a visibilizar las experiencias

de nuestros entrevistados y del colectivo, buscando impactar

a un público amplio. En Spotify y YouTube, las plataformas

elegidas para compartir la primera temporada de nuestro

podcast «Transitar en el Sur», reunimos las entrevistas

extendidas, colaborando con los artistas PARS en la edición

y la elección musical, así como con Pigheaded para forjar la

propuesta sonora propia del podcast.

Esta estrategia fusiona redes sociales y espacio público,

creando un impacto diverso y amplificado, visibilizando no

solo el arte andino, sino también las experiencias disruptivas

de género que recopilamos en este libro.

Finalmente, los diablos dentro de nuestra narrativa disidente

y trans emergen como símbolos de libertad y resistencia,

distantes del prejuicio occidental. En esta propuesta,

reivindicamos desde la epistemología andina que ser diablo no

es un signo de negatividad ni de otredad; es una manifestación

de las diferencias epistemológicas e identitarias que separan la

tradición judeocristiana de las sabidurías locales.

DIABLOS DE CARNAVAL:

Una mirada epistemológica andina

para hablar de trans masculinidades en Nariño

Inti Raymi en el Carnaval: su importancia en Nariño y los

países andinos

El Carnaval en Nariño se inscribe en una región marcada

por procesos históricos de dominación cultural, colonización y

mestizaje. Por un lado, se ve influenciado por la rica diversidad

cultural que emana del legado andino; por otro, la subregión

del Pacífico, que alberga al 22,6% de la población total del

departamento—de la cual el 79% es afrocolombiana 2 - ha

estado profundamente afectada por la segregación y el racismo

sistemático 3 . Además, la geografía de los Andes divide el

departamento en tres grandes regiones naturales: Andina,

Pacífica y Amazónica, lo que añade una capa de complejidad a

la identidad cultural y territorial de la región 4 .

Nariño se encuentra en la confluencia del Océano Pacífico y

el nudo de los Pastos, donde se bifurcan la Cordillera Occidental

y la Cordillera Centro-Oriental. Además, se sitúa en la frontera

con Ecuador, ocupando un punto clave en la selva del Putumayo.

Estas dimensiones del espacio no solo son esenciales para

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

comprender el contexto de las comunidades, sino que también

enriquecen el panorama y complican la definición identitaria

del individuo que se siente cohesionado en los límites políticos

como nariñense. 5 En este sentido, en Nariño coexisten múltiples

identidades culturales y territoriales, condicionadas tanto por

la geografía del territorio como por su historia.

Un hito importante en la historia del Carnaval fue su

inclusión en la Lista de Representantes de la UNESCO en 2009

como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Este

logro es fruto de un esfuerzo investigativo liderado por Claudia

Afanador Hernández 6 , en colaboración con la Universidad de

Nariño y CORPOCARNAVAL, que documentó los actores,

orígenes, valores y objetivos del evento 7 . En mi investigación de

tesis en la Pontificia Universidad Javeriana, titulada «MÚSICA,

INSTRUMENTALIZACIÓN Y SEGREGACIÓN: (De)

construcción del discurso oficial sobre la identidad nariñense

desde el Carnaval de Negros y Blancos», analizo este documento,

proponiendo que existen discursos oficiales excluyentes en el

Carnaval y explorando cómo ciertas prácticas y actividades

culturales locales resisten dichas narrativas 8 .

En este libro, realizamos un análisis de la cultura regional

para argumentar que el Carnaval reúne símbolos, tradiciones y

prácticas andinas, transmitidos de generación en generación a

través de la geografía de los Andes, especialmente en el sur de

Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. Nuestro Carnaval desafía el

paradigma de las fronteras nacionales al incorporar elementos

fundamentales de estos países. Es un motivo de gran orgullo

reconocer que abrazamos las epistemologías del Sur en nuestra

forma de participar en la cultura regional, entrelazando estas

ideas con nuestras propuestas artísticas y profesionales.

Un ejemplo de ello es la propuesta de Santiago Agreda, quien

ha creado una obra artística singular basada en la creación

de personajes que evocan las figuras del Carnaval: duendes,

diablos y seres extravagantes con colmillos y cuernos. Lejos de

generar miedo o rechazo, estas criaturas son esenciales para el

Carnaval, despertando admiración tanto entre los nariñenses

como entre los turistas que presencian nuestros desfiles, entre

los cuales destacan el Desfile Magno y el Desfile Canto a la

Tierra en San Juan de Pasto. También son apreciadas por los

artesanos que las producen cada año. La propuesta de Santiago

se fundamenta en la epistemología andina, posicionando a estos

seres desde una mirada de admiración y reconocimiento de su

belleza y valor cultural.

En este contexto, mi intención es resaltar el valor artístico

del Carnaval, su rica tradición y música, a través de un

acercamiento a la epistemología andina. Exploro los símbolos

nariñenses y andinos, integrando elementos artísticos e

investigativos basados en las epistemologías del Sur, como

lo son los símbolos incaicos e iconografía andina, y el uso de

historiografía nariñense y de Carnaval. Este enfoque no sólo

subraya el valor artístico del Carnaval, sino que también

permite una comparación crítica con las ideas judeocristianas

que tienden a rechazar lo desconocido. En nuestro entramado

cultural hay una invitación a redescubrir lo que hemos olvidado,

a abrazar la complejidad de nuestra identidad.

Al reconocer las epistemologías del Sur, puedo pensar

en mi experiencia como hombre trans, alejándome de las

imposiciones binarias de género occidentales. Al compararme

con el Diablo de Carnaval, una figura admirada por su belleza

y no rechazada, encuentro una metáfora que refleja una visión

liberadora, capaz de desafiar las normativas tradicionales y

celebrar la diversidad, tanto de género como cultural.

En esta propuesta, parto de dos prácticas fundamentales que

se pueden rastrear históricamente desde el mito y la tradición:

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

el Inti Raymi y el Diablo Huma, ambos comunes en países

como Ecuador, Perú y Bolivia. Empleo el término «Diablos de

Carnaval» para destacar las figuras recreadas cada año en el

Carnaval de Nariño, donde el arte celebra el valor cultural de

estos seres. Un ejemplo de la conexión andina entre Nariño y los

países vecinos es el uso del ritmo del sanjuanito en la música del

Nariño andino; este ritmo, una expresión musical característica

del Inti Raymi, permite a las comunidades indígenas presentar

sus manifestaciones culturales en Ecuador. Así, se evidencia

una conexión musical transnacional entre Ecuador y Nariño 9 ,

un hilo que une no solo territorios, sino también identidades.

En Nariño, el Inti Raymi no solo forma parte del discurso del

Carnaval, sino que también es un pilar de la identidad regional.

En eventos como el Desfile Canto a la Tierra, celebrado el 3

de enero 10 , se rinde homenaje al pasado indígena y se invoca

a la madre tierra a través del arte, reforzando una profunda

conexión con el simbolismo andino. Durante este desfile,

se reúnen aproximadamente 17 colectivos coreográficos,

integrados por cerca de 200 artistas que rinden tributo a la

Pachamama. En 2022, cerca de 2,000 artistas—músicos,

principalmente con instrumentos como la quena, la zampoña

y percusiones andinas, danzantes y zanqueros—se unieron en

esta celebración. Esta propuesta, que destaca por su color, sus

trajes y su música, lleva más de 20 años de tradición, rescatando

elementos andinos y del pasadoindígena 11 .

El Diablo Huma, conocido también como Haya Uma,

es una figura clave en países andinos como Ecuador, Perú y

Bolivia, y representa la energía protectora y espiritual que las

comunidades indígenas invocan al agradecer a la Pachamama

por las cosechas. Su función principal es restaurar el orden

cósmico, ahuyentando a los demonios que rondan los campos

y conectando el mundo terrenal con el espiritual 12 . En cada

danza, en cada nota, se entrelazan historias de resistencia y

agradecimiento.

A lo largo de la historia, este personaje fue denominado

«diablo» por los colonizadores españoles. Sin embargo, el

Diablo Huma no es una figura maligna; encarna poder y

sabiduría. Su máscara, vibrante y de dos caras, refleja la

dualidad del cosmos—día y noche, bien y mal—, mientras que

su atuendo incluye símbolos como un látigo, que representa la

autoridad, y un zamarro, una prenda elaborada con pieles de

animales. En algunas comunidades, el Diablo Huma también

toca instrumentos de viento, fusionando música y ritualidad 13

en una danza que evoca tanto la celebración como la reverencia.

Así, su figura se erige como un puente entre lo terrenal y lo

espiritual, recordándonos que la verdadera esencia de la vida

radica en la complejidad de sus opuestos.

El Inti Raymi simboliza «la bienvenida al solsticio de

verano» 14 , cuyas fechas clave abarcan del 21 al 24 de junio,

marcando el final y el inicio del año agrícola. En San Juan

de Pasto, esta celebración coincide con el onomástico de

la ciudad, que se conmemora el 24 de junio en honor a San

Juan Bautista, el patrón de Pasto. Este día se celebra con

conciertos religiosos y una misa de gran relevancia para los

feligreses, además de los desfiles de carnavales y fiestas, en los

cuales destaca la participación de colectivos coreográficos del

Desfile Canto a la Tierra. 15 En esta confluencia de tradiciones,

el espíritu comunitario se manifiesta en la música y en la danza,

recordándonos la profunda conexión entre la tierra, la cultura

y la identidad.

El Diablo Huma está estrechamente vinculado a la

celebración del Inti Raymi en los países andinos, especialmente

en Ecuador, donde forma parte de diversas leyendas y mitos.

Nos proponemos explorar esta figura debido a la presencia de

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

símbolos asociados al Inti Raymi en Nariño, como las festividades

indígenas del Pueblo Pasto 16 , que han elevado esta celebración

a la categoría de fiesta sagrada y las manifestaciones artísticas

en el Carnaval. Además, reconocemos cómo el folclor nariñense

se entrelaza con una rica tradición andina, manifestándose a

través del baile y la música.

Es fundamental revisar este antecedente histórico, ya que

en las representaciones culturales nariñenses, los diablos de

carnaval simbolizan la preservación de la tradición andina.

Esta conexión refuerza el sentido de pertenencia y la herencia

cultural de la región, recordándonos que cada danza y cada

nota musical son hilos que tejen la identidad colectiva de un

pueblo. En el Diablo Huma, encontramos no solo un símbolo,

sino un testimonio viviente de la resistencia y la celebración de

nuestras raíces.

Los 7 diablos de esta historia

Teniendo en cuenta la importancia discursiva del Diablo Huma

a lo largo de la historia andina y su representación en los eventos

culturales y festividades de Ecuador, Perú y Bolivia, así como

las criaturas que habitan el Carnaval en Nariño, proponemos la

inclusión de siete diablos de Carnaval en esta narrativa. Estas

figuras representan a los hombres trans nariñenses que han

compartido sus historias conmigo como investigador y a mí

mismo representando el primer diablo.

La propuesta de ilustración de Santiago Agreda refleja esta

diversidad; cada hombre es representado no solo a través de

sus símbolos personales, sino también desde la perspectiva

creativa queer del autor, que se nutre de elementos andinos

y del Carnaval. Así, estas ilustraciones se convierten en un

testimonio visual de la intersección entre identidad y tradición,

celebrando la riqueza de nuestras historias y la pluralidad del

ser que habita en el corazón del Carnaval. En cada diablo, se

entrelazan narrativas de resistencia y orgullo, ofreciendo un

espacio donde la diversidad es celebrada y honrada.

Valoramos a estos siete hombres como siete diablos del

Carnaval en Nariño, quienes, al formar parte de esta narrativa,

también evocan un pasado andino. Lo fascinante de esta

propuesta no solo radica en la cultura, sino en la importancia

del Carnaval en la sociedad nariñense. Reconocemos así que

existe una epistemología regional vinculada a lo andino que, a

diferencia de la tradición judeocristiana, donde el diablo es visto

como un adversario del bien y de la fe, presenta a los diablos

del Carnaval como una parte esencial del ejercicio artístico,

cultural y simbólico de la región. En este contexto, el Diablo

Huma no es solo un personaje; es un hilo que conecta pasado y

presente, tradición y modernidad, revelando la profundidad de

una identidad en constante transformación.

Analizamos la tradición judeocristiana desde su

representación del diablo como un ser que engaña y tienta,

así como desde el antecedente histórico que relegó a otras

entidades espirituales a un papel secundario, considerándolas

diablos y posicionando el monoteísmo sobre el politeísmo 17 .

Esta perspectiva nos invita a reconsiderar el término «diablo»

desde un enfoque que no nace en la tradición judeocristiana,

sino que proviene de un antecedente andino, donde Haya Huma

(Diablo Huma) juega un papel esencial en la narrativa en torno

al Inti Raymi.

En esta propuesta, destacamos a los diablos y seres de carnaval

como entidades espirituales fundamentales en el simbolismo de

Nariño, reflejando una resistencia cultural y simbólica frente

a los procesos de colonización y evangelización. Así mismo,

comparamos a los siete hombres de esta narrativa—quienes

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

han enfrentado la presión de las exigencias de una sociedad

binaria y tradicional para definir su masculinidad—con las

entidades que han sido reinterpretadas como diablos dentro de

la tradición judeocristiana. En este diálogo entre tradiciones,

se revela una lucha por la reivindicación de identidades que

desafían las categorías impuestas, un acto de resistencia que

resuena en el Carnaval.

Este paralelismo busca posicionar la experiencia trans de

los entrevistados—los diablos—frente a los obstáculos que

presenta nuestra sociedad tradicional, permitiéndoles construir

su identidad como sujetos políticos y ser socialmente activos.

Al hacerlo, no solo reivindicamos la figura del diablo en el

contexto andino, sino que también subrayamos el papel de los

hombres trans en un entorno que ha marginado a poblaciones

específicas. De este modo, la figura del diablo y la del hombre

trans comparten un trasfondo de resistencia ante distintos

sistemas.

Finalmente, presentamos esta propuesta investigativacreativa

como un medio para difundir la cultura nariñenseandina.

A través de los símbolos del Carnaval y las historias

de estos hombres trans nariñenses, buscamos resaltar no

solo relatos disidentes, sino también los lazos de solidaridad

forjados entre quienes forman parte de esta narrativa. Desde

la esquematización y la reflexión de nuestras conversaciones,

pasando por el performance y las ilustraciones de Santiago—

que reflejan una propuesta artística andina a través del uso

del color, los símbolos y la reivindicación del diablo—hasta el

uso de redes sociales y un podcast de divulgación, resaltamos

conscientemente nuestra identidad regional andina, guiándonos

por nuestra perspectiva como nariñenses.

Asimismo, reconocemos que esta conexión histórica con los

pueblos nativos de la región andina no solo enriquece nuestra

cultura, sino que también posiciona nuestros símbolos como

referentes de las epistemologías del Sur global. Esto ofrece una

respuesta crítica a los fenómenos de colonización, imperialismo

y las tensiones políticas tanto contemporáneas como históricas,

abriendo un espacio para la discusión histórica.

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

TRANSITAR EN EL SUR

Entre la propuesta de Paul B. Preciado y

las epistemologías del Sur Global.

Mi nombre es Daniel. Me identifico como hombre trans,

como king 18 y AFAN 19 . Soy nariñense, del sur, de un lugar

profundamente marcado por la presencia andina.

Mi vida ha estado entrelazada con el volcán, la historia

que palpita en las venas de esta región, la soberanía etílica,

las complejidades de la comunidad, el campo, y la abundancia

de comida, amor y tranquilidad. Crecí en San Juan de Pasto y

en El Tambo, Nariño, territorios que me ofrecieron el espacio

para explorar y reafirmar mi identidad de género, siempre

acompañado de amigxs, seres cercanos y, sobre todo, de mi

familia.

En medio de la tradición, la cultura y la religiosidad, me

definí como una disidencia de género: un cuerpo y una mente

en tránsito, un ser en búsqueda constante de su propio reflejo.

Era un sujeto navegando la dualidad de la naturaleza, dejando

atrás una parte de mí para abrazar otra. Una naturaleza distinta

a la originaria, pero también una manifestación extasiada de

mi ser: la misma esencia en un cuerpo transformado, en una

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

mentalidad renovada. Este viaje tendría consecuencias en mi

cuerpo más pronto de lo que anticipaba: la explosión de una

emocionalidad desbordante, una lucha constante contra la

depresión y la ansiedad, y una vulnerabilidad que se intensificaba

en momentos de cispassing incierto, cuando mi identidad de

género emergía con fuerza.

A lo largo de mi vida, he intervenido mi cuerpo, tanto

hormonal como quirúrgicamente, en mi decisión de transitar.

Este proceso ha traído consigo una serie de cambios mentales,

sociales y emocionales, que forman parte de lo que llamo mi

socialización como hombre. El uso de testosterona y la mastectomía

han sido elementos clave en este tránsito, transformando

no solo mi cuerpo, sino también moldeando mi subjetividad

política y dando vida a Daniel.

Al reflexionar sobre mi historia, mis ideales y mi identidad

de género, lo hago desde el Sur, un lugar donde mi narrativa

trans se inscribe en la vulnerabilidad política, pero que, a su

vez, me otorga una perspectiva única. Desde este espacio, me

conecto con la riqueza de la cultura andina, con el pasado

indígena y las huellas de la colonización en América.

Mi reflexión ha estado marcada por la necesidad de los

estudios decoloniales y afro, porque no solo la teoría queer

y el feminismo han influido en mi camino universitario, sino

también la posibilidad de repensar la historia, especialmente

esa historia localizada en el Sur Global. Encontré consuelo en

este proceso: buscar respuestas para mi experiencia a través de

una propuesta dual, donde se entrelazan los estudios culturales

y de género.

Es imperativo reivindicar las epistemologías andinas, esas

que han sido sistemáticamente invisibilizadas, y reconocer

las consecuencias históricas de la destrucción del tejido

comunitario de los pueblos originarios de América del Sur.

Esta historia exige que busquemos respuestas que nos han sido

negadas a lo largo del tiempo, un ejercicio de reconocimiento

de un pasado a menudo silenciado. En este camino, abrimos un

espacio para considerar otras formas de conocimiento, nuevas

maneras de relacionarnos con el otro, el cuidado de la naturaleza

y la comprensión de la dualidad. Todos ellos son elementos

fundamentales del pensamiento andino. Así, en los ritmos de

esta tierra, en sus creencias, símbolos e historias, hallamos las

respuestas que buscamos, ofreciendo una propuesta que desafía

lo que se nos ha forzado a borrar.

Con dicho enfoque, coloco en paralelo las epistemologías del

Sur y las propuestas que emergen de los estudios de género del

Norte Global; dos perspectivas de orígenes diversos que, en

ciertos momentos, se encuentran en tensión. Por un lado, los

estudios de género revelan un capitalismo que impone normas

rígidas sobre el género. Por otro, los estudios queer ofrecen

una respuesta liberadora: la posibilidad de posicionar las

disidencias de género dentro de un ámbito político, con nuevas

cartografías queer, nuevos tratados sobre el placer, el sexo y la

libertad.

urante mi transición y mi labor como historiador, me

he sumergido en los escritos de Paul B. Preciado, filósofo y

teórico cultural español, aclamado internacionalmente por sus

contribuciones a los estudios de género y la teoría queer. Su

trayectoria académica, que incluye un doctorado en Princeton,

ha dejado una huella notable en el arte contemporáneo, donde

ha colaborado con instituciones como el MACBA y el Reina

Sofía 20 . Preciado se ha convertido en una voz disidente que

desafía las narrativas tradicionales sobre género y sexualidad,

proponiendo un enfoque radical que cuestiona las estructuras

patriarcales y coloniales que han dominado la sociedad.

En mi lectura de Preciado, he hallado un análisis del sistema

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

capitalista contemporáneo como farmacopornográfico 21 , un

concepto que él desarrolla para explicar cómo la industria

farmacéutica y la pornografía influyen en las prácticas de

género. En su obra más influyente, Manifiesto contrasexual

(2002), establece las bases de su pensamiento crítico sobre la

construcción social del sexo y el género. A lo largo de su carrera,

ha explorado temas como la farmacopornografía, describiendo

cómo estas industrias moldean las identidades de género.

Preciado cuestiona el sistema binario de género y las

implicaciones de los roles, así como las prácticas disidentes

que suelen ser marginadas. Testo yonqui,«un libro radical en

fondo y forma, que en su publicación en 2008 supuso un aporte

mayúsculo al desarrollo de un pensamiento insurrecto que tira

del hilo de Foucault, Derrida, Deleuze y Guattari, Virginie

Despentes, Judith Butler y Annie Sprinkle, entre otros […]» 22 .

Un libro que ha sido mi compañero durante este año, y uno

de los principales insumos para la escritura de Transitar en

el Sur ya que relata la experiencia de Paul con la testosterona,

específicamente desde su primera dosis con parches de

testosterona en la piel–y las prácticas de género transgresoras

desde su sexualidad y corporalidad.

Este texto me ha ofrecido una explicación filosófica a mis

inquietudes sobre la identidad de género y la subjetividad

política. En sus páginas, Preciado crea un diálogo entre lo

personal y lo político, entrelazando su experiencia con la

testosterona y un análisis profundo de las dinámicas de poder

que nos configuran.

Explora identidades disidentes como king y AFAN,

utilizando la autobiografía y el ensayo filosófico para narrar

su proceso con la testosterona y su resistencia al sistema

cisheteropatriarcal. Su obra no solo abarca terminologías como

feminismo, sexualidad y tecnosexualidad, sino que también

plantea la necesidad de conectar teorías contemporáneas —

como el feminismo y la teoría queer— con disciplinas como la

filosofía, la política y la historia 23 .

Desde mi perspectiva, Preciado propone un manifiesto kingtransmasculino

o AFAN, abogando por la experimentación

colectiva y la práctica corporal como formas de desafiar el

sistema de género. Además, entiende el discurso como una

herramienta que sostiene la biopolítica y la producción de

subjetividades, regulando los cuerpos a través del sistema

binario de género y las prácticas médicas.

He elegido a Paul B. Preciado como un referente clave en

el paradigma contemporáneo, especialmente por sus ensayos

sobre el capitalismo farmacopornográfico. En ellos, ofrece

una crítica incisiva a la instrumentalización de las personas

LGBT+. Preciado sostiene que, en nuestra sociedad, estas

identidades han sido absorbidas y capitalizadas, perpetuando

así los mismos modelos y estructuras normativas que el sistema

dominante impone sobre la comprensión de la sexualidad y la

identidad de género.

Por otro lado, mi propuesta busca integrar una perspectiva

desde las epistemologías andinas, donde la dualidad se erige

como un valor fundamental. En estas tradiciones, las relaciones

entre pasado y presente, día y noche, sol y luna, vida y muerte,

masculino y femenino no se conciben como jerarquías, sino como

la expresión de un equilibrio esencial, un principio cósmico.

Desde el simbolismo andino, el mundo y la vida se entienden

no en términos de contradicción o conflicto, sino como un

constante juego de fuerzas opuestas pero complementarias. Es

precisamente este equilibrio entre los opuestos lo que asegura

la armonía universal, sin que uno deba prevalecer sobre el otro.

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

Micropolíticas king en Preciado

Preciado ilustra su crítica al sistema binario de género y su

control sobre el cuerpo de los disidentes con ejemplos históricos,

como el caso de Herculine Barbin, una persona intersexual del

siglo XIX. Las memorias de Barbin revelan la violencia médica

y social que enfrentó, un sufrimiento que, trágicamente, la

condujo al suicidio. A través de su historia, Preciado muestra

cómo las estructuras de poder pueden despojar a los individuos

de su humanidad, convirtiendo sus cuerpos en campos de

batalla donde se libran las guerras de normas y expectativas

impuestas. En este contexto, su relato resuena como un eco

de las luchas contemporáneas, recordándonos que el cuerpo,

lejos de ser un mero objeto, es un espacio de resistencia y

reivindicación.

La nueva episteme de la sexualidad que Foucault denuncia obligará

a Herculine Barbie a elegir una única identidad sexual y, por tanto,

a restablecer la coherencia de los órganos, la identidad de género

(masculino o femenino) y la identidad sexual (heterosexual o

perversa) 24 .

Esto me recuerda que mi transformación personal a través del

uso de testosterona no es simplemente física; es un viaje hacia

una nueva forma de ser en el mundo. Hoy comprendo que cada

paso en mi transición es también un acto político, un eco de las

luchas históricas de disidentes que han usado sus cuerpos como

medio de denuncia.

En la teoría de Paul B. Preciado, se sostiene que tanto la

masculinidad como la feminidad son construcciones culturales,

ficciones que, aunque artificiales, se convierten en realidades

tangibles dentro de la estructura política de la sociedad.

Paul propone que los disidentes de género transforman su

realidad política y su subjetividad a través de la intervención

performática de género, la creación de espacios políticos queer

y las prácticas de intervención hormonal, como las que se

retratan de manera autobiográfica en Testo yonqui.

Desde esta perspectiva, Preciado revela cómo los discursos

binarios de género han instituido y perpetuado la transfobia,

junto con una industria en crecimiento que busca construir

prototipos de lo masculino y lo femenino. Este fenómeno es

doble: por un lado, se institucionaliza el tránsito de género

como un proceso que debe ser normado y medido; por otro, se

invisibilizan y someten las experiencias disidentes, reforzando

el rechazo, la vulneración y la violencia contra las personas

trans. En esta danza de opuestos, el reconocimiento de nuestra

humanidad se convierte en un acto de resistencia esencial.

Como hemos mencionado, Preciado, en Testo yonqui,

denomina “principio autocobaya” al proceso de intervenir

molecularmente el cuerpo, a través, por ejemplo, del uso de

testosterona. Este proceso permite prácticas de transformación

política mediante la experimentación molecular, pero también

está sometido a la regulación del sistema binario de género,

donde las ficciones de lo femenino y lo masculino se convierten

en normas del deber ser.

Esta regulación sugiere que el sujeto disidente que anhela

ser reconocido socialmente como hombre o mujer debe

someterse a una serie de procedimientos institucionalizados

en Europa desde el siglo XIX, como el consumo de hormonas

o la realización de intervenciones quirúrgicas. En su análisis,

Preciado subraya que este modelo de transición no solo erradica

la subjetividad anterior, sino que la marginaliza, convirtiéndola

en algo que debe ser “borrado”, “curado” o “eliminado”. Esta

visión es ampliamente presente en los diagnósticos de disforia

de género y en el discurso del “cuerpo equivocado”, revelando

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

así las profundas contradicciones y violencias que subyacen a

las narrativas de la identidad.

En Testo yonqui, Preciado entrelaza sus vivencias disruptivas

de género, tanto en lo colectivo como en lo individual. Participa

en talleres king, donde predominan las voces no binarias y de

transmasculinidades, espacios en los que el sexo, el género y

la sexualidad se desnudan como construcciones culturales y

políticas. A través del arte, el diálogo y la creación de refugios

seguros y solidarios, se sugiere que es posible llevar a cabo una

reconstrucción consciente de esta realidad política y cultural,

desafiando los roles y expectativas tradicionales.

Desidentificarse de las formas de feminidad preestablecidas

y adoptar un rol masculino se transforma, así, en una apuesta

no solo performática, sino también política y artística, un acto

liberador en su esencia. En su propio viaje, Preciado menciona

las prácticas king como parte integral de su cotidianidad,

narrando su experiencia con una prosa que resuena con la voz

de un disidente de género.

He sido asignada mujer, pero ese hecho no se aprecia en la imágen

parcial del espejo. Comienzo a afeitarme la cabeza, de adelante hacia

atrás, desde el centro hacia la izquierda y luego hacia la derecha. Me

inclino sobre la mesa que recoge el pelo mientras cae. Abro la bolsa

de plástico junto a la mesa y hago que el pelo cortado se deslice

hasta caer dentro. Apago la máquina y vuelvo a graduar las cuchillas

al cero. Coloco una hoja de papel blanco sobre la mesa. Vuelvo a

encender la máquina y la paso de nuevo por toda la cabeza. Sobre

el papel blanco cae una lluvia de pelos cortos, muy finos. Cuando

la cabeza está lisa, desenchufo la máquina. Forman una línea de

cocaína negra. Me hago una raya de pelo. Es casi el mismo high.

Abro el bote de cola y dibujo con el pincel húmedo un trazo sobre

mi labio superior. Cojo una línea de pelo entre los dedos y la coloco

sobre ese trazo hasta que queda perfectamente pegada a la piel de

mi cara. Bigote de marica. Me miro al espejo. Mi mismo ojo, con la

misma aureola en torno al iris, está enmarcado ahora por un bigote.

El mismo rostro, la misma piel. Idéntico e irreconocible. Miro a la

cámara, levanto el labio dejando mis dientes al descubierto como

hacías tu. Ese es tu gesto 25 .

Estas prácticas king no solo se inscriben en su cuerpo, sino

que también adquieren una significación cultural, política y

estética, entrelazándose con el travestismo y la figura del king.

Así, el ser transmasculino de Preciado emerge no solo de sus

características genéticas, sino de la posibilidad de intervenir su

propio cuerpo a nivel molecular a través del uso de testosterona.

En este contexto, sostengo que Preciado comprende su

masculinidad king como una expresión de un genuino interés

en la transformación política.

A través de esa primera experiencia accedo, sin apenas darme cuenta, a

una cultura de la resistencia a la normalización de género organizada

en torno a un conjunto de micropolíticas king que desde los años

ochenta han ido generando plataformas de creación y difusión de

saber y de producción de subjetividad. La cultura drag king emerge

en Nueva York y San Francisco a mediados de los ochenta, en los

talleres drag king [...] 26

Este proceso se inscribe en lo que Preciado denomina

micropolíticas king, espacios de creación y difusión de saberes

que sirven como plataformas para la producción de subjetividad.

A partir de experiencias transmasculinas, revela los códigos

performativos que configuran la masculinidad, incorporados y

aprendidos a través de vivencias de subjetivación. Este análisis

se sostiene en las ideas de Judith Butler sobre la repetición

coercitiva de las normas de género, las cuales pueden ser

ejecutadas por cualquier sujeto, sin importar susexo 27 .

En su narrativa, Preciado se atreve a proponer una

“narrativa posqueer”, explorando las disidencias de género

a través de los biocódigos performáticos, como el consumo

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

de testosterona, que influyen en el deseo, el placer y el goce

político. Las repeticiones de comportamientos y performances

de género, sean masculinos o femeninos, abren nuevas vías para

la subjetivación, desafiando las fronteras tradicionales del sexo

y la identidad. En este viaje, el cuerpo se convierte en un lienzo

donde se pintan nuevas realidades; cada trazo se erige como un

acto de resistencia y liberación.

Este enfoque permite que las cartografías de la ciudad se

transformen en mapas donde se inscribe y se negocia el género 28 .

En nuestra propuesta, el enfoque territorial-cultural se destaca

por su relevancia, ya que evidencia los lazos de solidaridad

entre los hombres trans que participan en este libro, quienes

han sido moldeados por las dinámicas locales y regionales.

Finalmente, Preciado, al referirse a sus encuentros king

y a Pedro Lemebel, sugiere una red glocal. Desde nuestra

experiencia de género como disidentes—una experiencia

marcada por las huellas de una posición sociopolítica y

performática disruptiva—podemos evidenciar y criticar uno

de los núcleos del patriarcado: la violencia de género y la

vulneración de las experiencias trans.

En este sentido, Preciado realiza una crítica radical al

control que los dispositivos médicos y legales han ejercido

sobre nuestros cuerpos y sexualidades. Su ensayo filosófico

rastrea históricamente prácticas farmacéuticas que promueven

identidades políticas basadas en el género. Esto incluye la forma

en que se diagnostica la disforia de género y las soluciones

propuestas para los procesos de reafirmación de género, que

a menudo siguen patrones decimonónicos de masculinidad,

feminidad y heterosexualidad.

A partir de esta crítica, Preciado compara el reemplazo

hormonal con el consumo regulado de hormonas en personas

cis, como las pastillas anticonceptivas, señalando que ambas

prácticas se inscriben en ficciones biotecnológicas sobre

la identidad. Este argumento abre la discusión sobre las

herramientas biopolíticas de control del cuerpo y la sexualidad

a nivel global, así como sobre las micropolíticas vinculadas a

la tecnosexualidad, donde se reconstruye el valor del disidente

como sujeto excluido de los prototipos tradicionales de la

identidad de género.

En este entramado, cada experiencia se convierte en un acto

de resistencia, un destello de posibilidad en un mundo que a

menudo busca silenciar. Un ejemplo relevante en la narración

de Preciado es el de Agnes, quien se sometió a una cirugía

de reafirmación de género en 1959, «siguiendo el protocolo

Money con respecto al tratamiento de intersexuales, que

prevé la reasignación de sexo a trvés de técnicas hormonales

y quirírgicas, se le concede el derecho a obtener una vagnino

plastia terapéuica, es decir, la construcción quirúrgica de una

pagina a partir de su propio tejido genital, para restituir la

cojrencia entre su “identidad hormonal” y su “identidad fisica”

(Money y Exhardt, 1972)» 29 . A pesar de su posición social

privilegiada y su identidad como persona blanca, su caso es

crucial para posicionar la perspectiva de Paul sobre la tecnoresistencia.

Agnes produce una narración alternativa de su propio proceso de

transformación corporal en la que desafía y ridiculiza las técnicas

científicas de diagnóstico psiquiátrico y hormonal a las que deben

someterse los transexuales en las instituciones médico-legales

contemporáneas. Esta segunda narración presenta un modelo

relativamente modesto pero muy eficaz de bioterrorismo de género,

o, por decirlo de otro modo, muestra la manera en la que un tecnocordero

puede comerse a una manada de lobos farmapornográficos 30 .

En su conclusión, Preciado plantea que la experiencia trans

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TRANSITAR EN EL SUR

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implica una reapropiación colectiva de las tecnologías de género,

donde la intervención hormonal y el performance de género se

han convertido en elementos clave para la transformación de

la subjetividad política. A partir de esta premisa, se explora

cómo los siete hombres trans que comparten sus historias

han articulado esa nueva subjetividad al posicionarse como

hombres, enfrentando así la realidad social del rol de género en

Colombia y Nariño.

Asimismo, se analiza cómo han llevado a cabo un proceso

efectivo de lo que se denominará a lo largo del texto como

socialización como hombres, evidenciando no solo su

contexto sociocultural y familiar, sino también los desafíos en

su emocionalidad y las redes de apoyo que enfrentan. En la

mayoría de los casos, su rol en la sociedad no ha incluido la

visibilización de su identidad trans, sino que esta experiencia

se encuentra clandestinizadas en el ámbito local. A lo largo del

texto, se podrá evidenciar cómo el deseo de ocultar su identidad

se relaciona con el miedo a sufrir ataques transfóbicos o a

afectar las dinámicas en su vida personal, profesional y familiar.

Recordando a Preciado, para los fines de esta investigación,

los mecanismos de control asociados a las ficciones de “hombre”

y “mujer” vinculadas al “sexo asignado al nacer” perpetúan

la exclusión de las identidades disidentes. Estas ficciones

refuerzan el control sobre los cuerpos y los roles de género,

marginando a quienes disienten del sistema cisnormativo.

En este contexto, la experiencia trans se percibe como ajena

a la norma cis, colocándola en una posición vulnerable; ser trans

es a menudo visto como una identidad incompleta o inválida en

comparación con los prototipos cis de “hombre” y “mujer”.

A modo de cierre, es posible encontrar en las micropolíticas

king, desde la teoría de Preciado, la premisa de que estas

prácticas, además de ser irreverentes, surgen como consecuencia

de un cambio en la subjetividad política de los sujetos disidentes.

Veamos:

Y, de repente, lo veo emerger en el espejo mirando de reojo: ahí está

Bob. Sin misterio, es simplemente como yo, pero es un hombre. No

lo fabrico como un personaje teatral, simplemente emerge de quien

soy, de cómo me he visto siempre. La diferencia es que ahora resulta

visible para la mirada de los otros; no lo escondo detrás del nombre

que me ha sido dado, de la pesada suposición de que soy o debería

ser mujer 31 .

Además, Paul menciona que no reconocerse en el reflejo del

espejo es esencial para transformar nuestra realidad política.

Este no reconocimiento encarna la potencia política de transitar

entre los prototipos de género desde una práctica disidente.

Así, el desreconocimiento del cuerpo se convierte en un pilar

fundamental del proceso de transformación política, pues es

a través de esta ruptura con la propia imagen que se abre la

posibilidad de cuestionar y revisar profundamente los roles,

normas y expectativas que la sociedad impone.

Enfoque andino dual para reivindicar la experiencia del

Transitar en el Sur

A modo de conclusión, en el transcurso de esta trayectoria he

decidido iniciar una investigación en torno al paradigma de

género, vinculándome tanto desde mi rol en la sociedad como

hombre trans, como desde la posibilidad de establecer un diálogo

con seis amigos trans del Nariño andino. Ellos han sido parte

fundamental de mi red de apoyo durante la transición, y en

nuestras conversaciones hemos hallado experiencias comunes.

Estos encuentros se han consolidado como un ejercicio de

resistencia, en el que reflexionamos sobre nuestros tránsitos y

sus repercusiones en nuestra vida cotidiana, en nuestros planes

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

de vida, en la forma en que nos relacionamos, y en nuestra

decisión de visibilizar o no nuestra identidad de género. Así, se

posiciona una micropolítica trans masculina (king, en términos

de Preciado) que surge desde Nariño, Colombia.

Así mismo, es fundamental para este texto reconocer y

adoptar un enfoque decolonial que nos permita conectar con

las epistemologías del sur y entender los procesos históricos

de la América andina. Esto incluye, en términos generales, un

pasado indígena ancestral fundamentado en la simbología dual

del mundo; las implicaciones de la colonización española desde

el siglo XVI hasta principios del XIX; la consolidación de los

Estados nación durante el siglo XIX, que desató una ola de

violencia y guerra; y la condición de periferia en la geopolítica

mundial contemporánea, creando un escenario histórico

complejo que se sitúa en el Sur Global.

En esta propuesta artística, reivindicamos la experiencia

trans masculina mediante el reconocimiento de saberes y

símbolos andinos. También consideramos la tensión entre

los discursos de la teoría queer, surgida en el Norte Global,

y el reconocimiento de las epistemologías del Sur Global.

Esta teoría queer es, en efecto, fruto de un pensamiento

contextualizado en una epistemología hegemónica, mientras

que las epistemologías del Sur se fundamentan en el pasado

andino, anterior a la colonización de América del Sur. Así, el

Sur se posiciona como un escenario y territorio donde nuestras

experiencias disidentes han encontrado su inscripción.

En Transitar en el Sur, se desarrolla un paralelo investigativo

en el que se posicionan, por una parte, los diablos—espíritus—

del Carnaval. Mientras que en la epistemología andina estos

brindan explicaciones sobre prácticas socioculturales y

espirituales, desde la tradición judeocristiana el diablo posee

una connotación negativa. Por otra parte, se encuentran los

hombres trans que forman parte de esta narrativa, a través de

lo que propongo como un espacio king andino. Este espacio

disidente se ve influenciado por la potencia política de la

epistemología del Sur y por el contexto tradicional andino, que

valora los lazos comunitarios, la conexión con el territorio y

nuestra condición de periferia en Colombia. Estos son aspectos

clave para comprender nuestro contexto local y regional desde

una perspectiva decolonial.

Finalmente, buscamos posicionar nuestra cultura regional

para visibilizar nuestras identidades trans masculinas,

reconociendo el contexto histórico y la rica tradición andina.

Este enfoque nos permite rendir homenaje al espíritu y la

simbología del Carnaval, donde la dualidad y los diablos cobran

vida. Desde esta epistemología del Sur, podemos reconocer

nuestra experiencia a través de dos ejes fundamentales:

En primer lugar, se trata de una reivindicación de nuestra

expresión de género en Nariño, enmarcada en la masculinidad,

el trabajo y las labores de cuidado. Aunque nuestro proceso

de socialización puede estar marcado por la exigencia, la

presión y los conflictos dentro de la cisnorma, hemos logrado

configurar una cartografía que, a pesar de la invisibilización de

nuestras identidades, ha dado lugar a micropolíticas de género

disruptivas—como la creación de este libro—fundadas en la

solidaridad, el compromiso y la disciplina.

En segundo lugar, es crucial visibilizar nuestras luchas

frente a la constante clandestinización de la experiencia trans

masculina en Nariño y Colombia. Esta situación ha derivado en

desafíos significativos que afectan no solo nuestra salud mental,

sino también nuestras relaciones con la familia, los amigos y el

ámbito amoroso. La lucha por ser vistos y aceptados no es solo

una cuestión de reconocimiento social y político de nuestra

identidad masculina; es un viaje profundo hacia la sanación, la

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TRANSITAR EN EL SUR

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libertad y la ampliación de nuestra red de apoyo. En cada paso,

hay una mezcla de temor y esperanza, de dolor y resiliencia,

que nos impulsa a seguir adelante.

I. ESTEBAN PORTILLA

Bogotá, Música y Pasto: un recorrido sobre nuestra

identidad de género

Cuando me reuní con Esteban, la idea de compartir un

momento se dibujaba en mi mente como un paisaje nostálgico.

Pero él, con su habitual peculiaridad, optó por una milhoja

acompañada de una Coca-Cola sin azúcar. Me sorprendió, pues

en mis recuerdos persistía la imagen de nosotros brindando

con cervezas, riendo, intercambiando historias de vidas pasadas

y sueños por cumplir. Como si el eco de esas noches se resistiera

a desvanecerse.

Sin embargo, entendí que su elección de nuestra reunión

sin alcohol no era casual. Había tomado una decisión clara, un

punto de inflexión marcado por su reciente mastectomía. Esta

intervención no solo representaba un cambio físico, sino una

transformación profunda. Necesitaba tener su cuerpo sano,

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TRANSITAR EN EL SUR

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desintoxicado y preparado para enfrentar el camino que se le

había presentado. La mastectomía, en su esencia, se convirtió

en un logro personal, en una victoria tras una larga lucha con

la EPS.

Recuerdo los días interminables en los que mis padres se

enfrentaban a la burocracia, con una determinación que parecía

sobrepasar la normalidad. Lucharon con fervor, utilizando

mecanismos judiciales como la tutela y el desacato. A veces,

me imaginaba a mi padre en la sala de espera de alguna oficina

de nuestra EPS, con su mirada fija y serena, como si estuviera

esperando una respuesta del universo mismo. Y así, después

de luchar contra ese sistema, ganamos una batalla: ser operado

por uno de los mejores cirujanos del país, el mastólogo Gilberto

Benítez. Además, no solo se logró la intervención quirúrgica,

sino también la obtención de la testosterona, un acto de

reclamación de mi propia identidad.

Ese camino fue tedioso, lleno de momentos de incertidumbre

y ansiedad. Sin embargo, supe que no estaba solo en este viaje;

mis padres eran mi ancla, mi luz en medio de la tormenta. Pero

también sabía que no todos tienen la misma fortuna. Muchos se

enfrentan a estas pruebas desde la independencia de la adultez,

cargando con un peso que puede resultar abrumador, un peso

que a veces se siente como una sombra constante.

Así, mientras Esteban y yo compartimos en aquel café, con

la milhoja desmoronándose lentamente entre sus dedos, me di

cuenta de que cada elección, cada decisión en nuestras vidas,

puede llevar consigo un significado más profundo. La vida está

tejida de momentos aparentemente insignificantes que, al final,

revelan conexiones ocultas, emociones y la lucha constante por

entender quiénes somos realmente.

Relacionado con el alcohol—y lo menciono a modo de

nota, ya que es un tema que me atraviesa tanto personal como

familiarmente—tuve la oportunidad de desintoxicarme en mis

veintes, específicamente a los veintidós años. Recuerdo esos

días como una lucha constante, un combate entre mis deseos

y las sombras del pasado. Enfrenté las secuelas del alcohol:

la violencia que arrastraba, el descuido que se apoderaba de

mí y la vulnerabilidad que me hacía sentir expuesto y frágil.

Para finales de 2022, logré dejar de abusar del alcohol de

manera definitiva, un pequeño triunfo que resonaba con ecos

de liberación en mi interior.

No obstante, aún guardo el alcohol en ciertos momentos

sociales. A veces, su presencia se siente como una antigua

melodía que se resiste a desvanecerse. Sin embargo, ahora me

siento desintoxicado. He aprendido a elegir; puedo tomar tres

cervezas y detenerme, sin necesidad de un alto nivel de alcohol

para perderme en la bruma de la ebriedad. Conociendo mi

historia familiar de alcoholismo, estas son, de verdad, buenas

noticias para mí y para mi familia, que ha sufrido el peso del

alcoholismo en sus relaciones más cercanas.

En mi conversación con Esteban, empecé a explorar

mis sentimientos en torno a la mastectomía. Fue un viaje

introspectivo necesario, especialmente porque nadie te prepara

para las emociones que surgen tras una intervención tan

profunda. Por un lado, la felicidad de sentirme más cómodo, libre

y con una autoestima renovada. Pero por otro, el cansancio, el

desgaste mental y la depresión que siguieron a la cirugía. Era

como si un mar de emociones se agitara en mi interior, y cada

ola traía consigo recuerdos de inseguridad y miedo. Fue una

decisión difícil, una que pesaba como una losa sobre mi pecho.

Afortunadamente, conté con el apoyo incondicional de mis

padres, de mi familia cercana y de mi ex pareja, quienes me

ayudaron a enfrentar esas circunstancias. Hubo momentos en

que sentí la tristeza apretar mi corazón, como si el peso del

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

mundo se hubiera posado sobre mis hombros. Era un cuerpo

de diecinueve años enfrentándose a una decisión que cambiaría

mi vida para siempre. En ese instante, llegué al punto de no

retorno; asumí completamente las consecuencias de mi elección

sobre mi género.

Estaba feliz, pero a la vez experimentaba una confusión

profunda. Era como si, al alzarme sobre el estándar social

de lo masculino, me causara un malestar persistente, que me

perseguía constantemente. Esa confusión era la superficie de

mi desánimo, una lucha constante con las exigencias que, como

hombre transexual, enfrento para ser reconocido por lo que

soy. En esos momentos, la felicidad y la tristeza bailaban en

un delicado equilibrio, cada una reclamando su lugar en mi

corazón.

Cada día, al verme sin pecho, me acompaña una felicidad

que es agridulce. La cicatriz, un recordatorio de lo que no pude

permitirme vivir como mujer, o como un otro sujeto amado

por lo que es. De alguna forma, la cirugía se convierte en un

símbolo de resistencia, una victoria sobre el rechazo y la lucha

interna. Me recuerda el reto que ha sido convivir con mi cuerpo,

una travesía que me ha llevado a desafiar las expectativas de la

sociedad. Al decidir tomar el camino del tránsito, me acerco

un poco más a alcanzar mi rol, mi vida, mi hogar y mi carrera

soñados.

Son reflexiones que busco profundizar a través de estas

conversaciones, momentos compartidos que me permiten

desnudarlas de significado. He tenido la oportunidad de hablar

con mis amigos trans sobre estas experiencias . La cirugía de

afirmación de género es un proceso complejo, tanto física como

emocionalmente, que exige apoyo y aceptación. Pero al final,

este proceso permite a las personas trans alcanzar una mayor

comodidad y bienestar con su cuerpo y su identidad, un paso

hacia la libertad que tanto anhelamos. En cada cicatriz, en cada

decisión, hay una historia que contar, una lucha que celebrar.

El misterio de nuestra identidad: la cirugía, los cambios

físicos, nuestra red de apoyo y la amistad cis/trans

DANIEL: ¿Estás juicioso con el alcohol?

ESTEBAN: Sí, hace unos seis meses que no tomo trago.

Solo me he tomado una pola de vez en cuando. No recuerdo si

son seis u ocho meses. Estoy preparando todo para la cirugía.

DANIEL: ¡Eso son excelentes noticias! ¿Estás preparando

tu cuerpo?

ESTEBAN: La piel, todo, tomando vitaminas, colágeno y

esas cosas.

DANIEL: Qué buena nueva. ¿Para cuándo está programada?

ESTEBAN: Aún no tengo fecha. Solo tuve la consulta inicial.

Necesito ir a Psiquiatría porque se me embolató un reporte,

por ejemplo. Y, sobre todo, bajar de peso, que es algo que me

beneficiaría mucho para el resultado. En unos dos meses tengo

otra consulta; espero que me den fecha, o tal vez podría ser el

próximo año.

DANIEL: Siempre suelen cuadrar una fecha dependiendo

del trámite institucional. Eso siempre llega con sorpresa; de

repente es como, “señor…” -hago una pausa para reír -.

ESTEBAN: ¡Venga ya! -responde entre risas-.

DANIEL: Es un nuevo inicio, siento yo.

ESTEBAN: Sí, estoy tranquilo con la decisión, con todo,

con el proceso en general. Va bien, va bien.

DANIEL: Yo estaba muy enfocado en la cirugía, casi en

piloto automático. Después de la intervención, el primer

sentimiento fue como si me faltara algo, como si algo hubiera

cambiado radicalmente en mi vida. Sentí esa pérdida, como si

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TRANSITAR EN EL SUR

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algo estuviera mal, como si mi cerebro estuviera rechazando

la intervención de alguna forma. Recuerdo estar en la cama,

acostado, y levantarme, verme plano y decir: “me quiero

desmayar”.

DANIEL: Quiero preguntarte: ¿de qué manera podemos

reconocer con quiénes nos damos espacios para decir cómo

estamos o si algo nos abruma? Es verdad que disfrutamos

nuestra transición, tenemos retos y los superamos. Es un

estado de valentía constante - lo digo de forma sarcástica -.

Estamos en ese rush de hacer trámites, desempeñarnos en la

sociedad, ser pulcros, tener trabajos, tener vida. No sé en qué

momento expresamos lo que verdaderamente sentimos. Esto

es desgastante de alguna forma.

ESTEBAN: Últimamente lo que he podido analizar es que

desde mi experiencia, sobre todo ha sido muy importante el

hecho de tomarme las cosas con mucha calma y más bien, darle

prioridad a esa otra parte de «bueno hay que trabajar, hay que

ser pulcros, hay que ser un ser humano funcional» por mi propio

bienestar. La cirugía, los exámenes, el endocrino empezaron

hace un par de meses; tuve exámenes toda la semana, cita

tras cita. Ahora prefiero bajarle un toque, me siento abrumado:

el hecho de sacar la cita, la logística, la burocracia alrededor,

eso es lo más agotador. Yo pensaba, «¡qué no daría por tener

una persona que me dijera: ya le saqué su cita, tiene que ir tal

día! - ambos ríen -». No hay esos espacios, tienes toda la razón,

hace unos días dije «necesito retomar mi terapia» y en la EPS

está difícil, hay citas cada tres meses… en fin. Estaba buscando

otras alternativas y es complicado, hay algunas limitaciones.

Esos espacios faltan, debería implementarse un sistema de

acompañamiento.

DANIEL: Frente a esa ausencia, de la burocracia para

acompañarnos psicológicamente o con redes de apoyo, somos

nosotros quienes forjamos la red de apoyo a pulso.

Amigos y comunidad trans

DANIEL: Cuando pensé en hacer la Bitácora de Memorias

e incluir mi testimonio y mis formas de ver el mundo, lo más

interesante fue darme cuenta de que tengo seis amigos trans

como yo. Me parece fascinante porque sé que existen otras redes

de apoyo muy importantes, como la red de apoyo trans o la que

hay en el barrio Santa Fe. Sin embargo, nosotros nos hemos

encontrado en situaciones y espacios distintos, y nos hemos

acompañado durante muchos años. Es especial, porque para

mí, entablar relaciones siempre ha sido un reto. Siempre digo

que todo parte de mi experiencia como persona transexual; mis

relaciones están condicionadas por el género, y eso atraviesa

todo: espacios sociales, familiares, mis relaciones de pareja y

mis amigos cercanos. Siento que es una red de apoyo que se

forja a pulso y se mantiene con el tiempo.

Al relacionarme con amigos trans, he evidenciado otro tipo

de vínculos más íntimos que se construyen. Quiero decir que

deberíamos poder presentarnos como hombres transexuales

y que la sociedad lo acepte. Por el contrario, a menudo uno

evita presentarse así para que las cosas sean más “normales”.

Cuando uno dice que es transexual, algo cambia en el aire. En

cambio, cuando se puede afirmar “soy transexual” y la gente

lo toma bien, hay un recibimiento, hay una sensación de red de

apoyo que nos sostiene.

ESTEBAN: Creo que es un ejercicio valioso (realizar este

proyecto). El hecho de hacerlo en un espacio en el que te sientas

seguro es súper importante; desde ya me siento muy cómodo

aquí. No siempre uno tiene ese espacio para reflexionar sobre

estas cosas, y creo que es esencial. Gracias por el espacio.

DANIEL: Esto es algo que solo se puede discutir en grupos

cerrados. Estamos a la periferia del mundo, y tal vez pensar por

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

qué estamos allí puede empoderarnos. Empoderarnos en esos

espacios seguros, como cuando estamos con nuestras parejas

o nuestros amigos más cercanos. Hay muchas preguntas que a

las personas les gustaría hacernos, pero también siento que hay

muchas otras que nosotros podríamos hacernos internamente

y responder también. Esas preguntas resultarían igual de

interesantes, o incluso más.

ESTEBAN: Totalmente. Porque la experiencia de cada uno

ha sido distinta, y este ejercicio puede ser muy terapéutico, ¿no?

Quizás algo me genere ansiedad, y tú, que ya pasaste por eso

o lo ves de otra manera, me puedes ofrecer un punto de vista

diferente para abordar lo que esté pasando. Eso es muy valioso.

Amistad entre hombres cis y trans

ESTEBAN: En cuanto a Bogotá, creo que con los hombres

cisgénero sentí una cierta protección. Nunca me discriminaron.

Pero tienes toda la razón, no hay ese espacio para hablar sobre

este tipo de cosas. En esos ambientes, me he enfrentado a la

masculinidad tóxica; es como volver a ser niños [se aceptan

comportamientos machistas]. Y en este punto de mi vida,

digo: no es divertido, amigo.

DANIEL: Sí, creo que también es un reto para mí. Estar

en un lugar cis es acomodarse. Ellos están en una posición

privilegiada en la sociedad. Estar con hombres es un espacio

donde no vas a sufrir discriminación por género. Siento que,

si eres aceptado por tus parceros, es un lugar cómodo. Son

lugares privilegiados a nivel de género.

Cuando llegas a ese espacio, construyes amistades

valiosas desde una posición segura, sin necesidad de que

sepan lo que realmente eres. Se da una especie de aceptación,

de cofradía, de genuinidad, y uno se vuelve muy cómodo,

casi como un niño. Empiezas a disfrutar de esos espacios que

ellos mismos han creado. Creo que, como hombres trans,

también podemos reivindicar estos espacios, ya que tenemos

amigos que nos quieren y eso aligera un poco el camino de

ser hombre. Es interesante empezar a sentir amor por los

hombres, especialmente si hubo rechazo o distancias en algún

momento. Te pregunto: ¿cómo ha sido para ti la amistad con

otros hombres en tu vida?

ESTEBAN: Creo que ha estado más presente y ha sido más

profunda la amistad con hombres que con mujeres. Si bien he

tenido amigas increíbles, con los hombres siempre he podido

relacionarme desde lo simple. Recuerdo que mi primer amigo

en el colegio fue un hombre; la pasamos muy bien y mantuvimos

esa relación, incluso después de separarnos de colegios,

apoyándonos a distancia. Siempre ha sido muy chévere.

En la universidad fue un reto mayor por la transición, hubo

varios cambios. Aún así, siento que quienes me han protegido

más han sido los hombres, porque han sido los primeros en

recibirme en distintos grupos, cuando hacíamos trabajos. Me

parece que esa relación ha sido más constante, más fluida y

relajada; siempre me han mostrado su recibimiento. Lo siento

así.

DANIEL: No sé si a ellos les pasa, pero llega un punto en

el que mi ser trans hace un acto de conciencia y se pregunta qué

estoy haciendo aquí, por esa misma comodidad. Mi ser trans es

consciente, en el sentido de que me gustaría resistir ante esa ola

tan cisheteronormativa en la que uno puede fácilmente encajar.

Como hombre trans, terminas cumpliendo roles muy asociados

al hombre. Y tal vez sí soy un hombre simple, pero me niego a

pensar que soy un hombre que nunca se cuestiona estas cosas.

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

Transición de género y duelo

DANIEL: Otra vez me asaltan esos ataques de conciencia

en los que me despierto a mitad de la noche, sintiendo como

si hubiera otro individuo dentro de mí. Esto ha sido una de

las partes más sensibles de la transición. No sé si yo soy el yin

y Loren es el yang —Loren es mi pasado como mujer en la

sociedad—, pero siento que Loren está cada vez más muerta.

Esa dualidad me frustra, porque no me gustaría que fuera así;

como si Loren se alejara de mí cada vez más, se desvaneciera,

y yo nunca más pudiera conectarme con ella. Es un duelo, pero

no es un duelo total.

ESTEBAN: Es un duelo.

DANIEL: Un duelo, pero es morir uno, ¿no?

ESTEBAN: Sí. Voy a llorar. -Lo dice de forma

sarcástica, aunque en realidad es algo que podría llevarnos

a las lágrimas -.

DANIEL: Sí, sí… -digo de manera comprensiva-.

ESTEBAN: Sí, sí, es un duelo. Pero al mismo tiempo, aunque

hay partes que mueren, el recuerdo reaparece y eso asusta, ¿no?

O al menos eso me pasa. Cuando me ataca la disforia, estoy

mal. En esos momentos de conciencia que mencionas, me

pasa sobre todo al interactuar con mi familia. Ellos me ven de

alguna manera o me dicen algo que detona mi infancia o algún

recuerdo antiguo que ni siquiera sabía que estaba guardado.

Es como si Aidé lo recordara, y de repente es como quitarme

la máscara, como si volviera a la superficie, y eso me da mucha

ansiedad.

DANIEL: Sí, y hay partes que mueren y no se recuperan.

ESTEBAN: Es un duelo constante.

DANIEL: Porque creo que siempre estamos con esa sombra.

Es una sombra, pero tan lejana... Para mí, es tan distante que ya

no me acuerdo de cómo pensaba Loren. A veces me pregunto:

“¿Qué haría Loren en esta situación?” Y me doy cuenta de

que no lo sé. Loren tiene 12 años. Ya no existe, no haría nada.

(Ambos nos reímos, y Esteban menciona lo difícil que puede

llegar a ser esto). Creo que en mi caso, Loren se fue pronto.

Desearía que estuviera aquí. No quiero hacer un comentario

transfóbico hacia mí mismo. No es que yo sea Loren, pero a

veces siento que soy Loren, y luego me miro al espejo y... no, no.

Es un dolor profundo. No sé en qué parte de mi cerebro buscar

eso. No sé.

ESTEBAN: Sí, sí, total.

DANIEL: ¿Lo sabremos?.

ESTEBAN: Creo que el trabajo está más bien en encontrar

ese agradecimiento, ¿no? Con esa persona que llegó hasta cierto

punto y dijo: “Bueno, ya te doy paso a ti, quien sea que estés ahí

adentro.” Creo que eso me ayuda a dormir mejor y a verme al

espejo con más tranquilidad. Me miro con agradecimiento y

digo: “Uff, parce, todo lo que vivió esa persona para traerme

hasta aquí es súper valioso.”

DANIEL: Es muy valioso y valiente. Eso es algo que nos

destaca. Creo que esa transfobia nos atormenta mucho, pero

cuando valoramos y reconocemos nuestra integridad frente

a ella, se siente muy satisfactorio. Sin nuestro pasado, no

podríamos reaccionar de la misma manera ante esa transfobia.

La cultura nariñense: desde la pedagogía con la familia, la

música y la tradición

ESTEBAN: Sobre la cultura y el género, creo que el

hecho de haber regresado a Pasto después de quince años

en Bogotá fue un choque cultural. Esta fue la primera vez

que pude interactuar con mi familia como hombre trans. He

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

experimentado un proceso de educación con ellos que ha

requerido mucha paciencia, y también he tenido que aceptar

que hay un machismo muy fuerte. A veces me siento percibido

aún como esa mujer/niña que ellos vieron crecer. Por eso, he

luchado dentro de mi propia familia para mostrar que no es así.

Al mismo tiempo, me enfrento a mis propios conflictos

internos, intentando no sentir que es inferior el hecho de

que me perciban como mujer. Es un machismo que llevo

dentro también. El año pasado, me hice una pregunta que me

chocó: ¿ser hombre trans implica también lidiar con tu propio

machismo interno? ¿Alguna vez sentí que ser mujer era ser

inferior? Y la respuesta es no. No quiero que eso sea así. En mi

casa, hay un matriarcado muy fuerte, y me he dicho: “Admiro

a estas mujeres con todo mi ser; ojalá pudiera ser tan fuerte y

servicial como ellas.” Poco a poco, he ido conciliando esa parte.

DANIEL: En tu carrera como maestro, ¿qué rol tiene Nariño

y su cultura para lo que tú haces en tu profesión?

ESTEBAN: Es un norte, podría decirlo; uno de los nortes.

De hecho, mi objetivo es mezclar la música del Carnaval y

llevarla a un escenario sinfónico clásico. Esa mezcla es parte de

mi identidad. Siempre he sentido que a los instrumentistas nos

falta ese sentido de apropiación de nuestra cultura. Mientras

que muchos musicólogos y compositores abordan el folclor de

otras regiones para incluirlo en lo sinfónico, creo que como

intérpretes nos falta curiosidad en ese sentido.

Al identificarme como nariñense, siento que hay ciertos

ritmos que me son más naturales, y que el oboe puede expresar

esa identidad. Se puede hablar de una escuela de oboe nariñense

o de oboe andino, gracias a la influencia y experiencia que cada

músico aporta al instrumento.

Siempre he admirado a los músicos que se van de aquí

y triunfan en Europa; eso me parece increíble. Sin embargo,

muchos de nosotros sufrimos porque se nos hace creer que ese

es el único camino. Si no llegas allá, sientes que has fracasado, y

por supuesto, eso no es cierto. El mundo es vasto, y la gente ama

la música latinoamericana. Es maravilloso tener la paciencia

y disciplina para tocar música del Carnaval, por ejemplo, un

concierto para oboe con comparsa de Carnaval. Es importante

para mí encontrar muchas posibilidades en mi identidad y mis

raíces. Por eso, regresar y ver que se ha abierto la posibilidad

de la orquesta ha sido maravilloso.

DANIEL: Siento que tengo una conexión espiritual con

Nariño. Tal vez no tengo claro si realmente eso de ser hombre

existe dentro de mí, pero lo que sí existe es que para mí es ser

nariñense. También siento que es un lugar presto a recibirte

en el momento que lo decidan los Dioses del carnaval. Me ha

pasado que voy a Nariño y no es el momento de estar allí y me

vuelvo siempre triste a Bogotá, a veces quiero ir a Nariño y

no puedo, entonces siento un malestar. Sin embargo, si estás

allá y Nariño te ha dado este recibimiento es porque estás

acompañado por el espíritu de la tierra, tus raíces; creo que eso

se puede ver en la energía de los músicos cuando interpretamos

música allá. Desempeñarse como músico profesional debe ser

una sensación de completitud porque ese espíritu musical de la

cultura nariñense siempre estará allí. ¿En qué orquesta estás

trabajando?

ESTEBAN: Es la Orquesta Sinfónica del Sur, la primera

orquesta sinfónica profesional de Nariño. Ha sido un proceso

hermosísimo, un sueño gestado hace veinticinco años con la

Red de Escuelas. La orquesta está conformada por el legado

de músicos que formamos parte de las primeras generaciones,

algunos de los cuales se han formado en Europa o en otras

partes del mundo, y otros en universidades del país. Ahora

hemos regresado aquí, con la misión de darle a Nariño su

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

primera orquesta sinfónica profesional.

Mi interpretación en el oboe, antes y después de la

transición, ha cambiado enormemente. Hablo de cuando me

identificaba como Loren y de cuando finalmente me sentí

cómodo y estable como Esteban. Mi forma de interpretar ahora

es mucho más libre. Desde mi perspectiva, no se trata de ser

hombre o mujer; es más una cuestión de estado de conciencia,

de estar presente, tanto física como mentalmente. Es una

libertad que se siente.

Físicamente, me es más fácil ahora. No entraré en debates,

pero tengo más fuerza. Me canso menos, con menos esfuerzo,

quizás. No sé si esto se deba a la comodidad o a una relajación

interna, pero todo fluye con más facilidad.

Creo que ser una persona trans y haber vivido la transición,

experimentar esas dos vidas —como Esteban y como Loren—

me ha enriquecido. Ahora tengo más vocabulario cuando toco

el oboe. Conecto con emociones como el dolor, el rechazo y la

frustración, y puedo hacerlo desde mi yo anterior a la transición,

porque esas experiencias y recuerdos permanecen en mí.

Así, cuando encuentro pasajes musicales que requieren

fuerza o virtuosismo, es entonces cuando los recuerdos de

Esteban surgen con intensidad. No sé, así lo siento; me

permiten conectar las dos partes de mi ser y fluir mejor. Son

herramientas valiosas que me acompañan en este viaje.

Relación familiar, amor y tradición

Mi abuela es mi persona favorita en el mundo

–Esteban

DANIEL: ¿Cuántos años tiene tu abuela?

ESTEBAN: 82.

DANIEL: ¿De que te gusta hablar con ella, cuál es su tema

favorito?

ESTEBAN: Lo que más disfruto es escuchar sus historias.

Tiene una manera de narrar que es casi mágica. Ella recuerda, y

yo imagino su tiempo, sus padres, sus familiares, lo que hacían,

cómo era Pasto en aquella época, cómo fue su llegada desde el

campo. Es como ver una película completa, cada escena con su

propio color. Tiene una capacidad impresionante para aceptar

y analizar nuevas ideas. Por eso, hablar con ella es tan fácil.

A pesar de sus creencias, siempre está abierta a experimentar

cosas diferentes.

DANIEL: Mi abuela siempre me habla con una ternura que

me hace sentir como si aún fuera un niño. Pero conozco a gente

que eleva la relación a un nivel más adulto. En tu caso, ¿hablar

con tu abuela es como conversar con una amiga? ¿Cómo logran

esa comunicación horizontal?

ESTEBAN: Puede ser ambas cosas. Por lo general, ella es

muy protectora. Pero entre nosotros existe esta dinámica en la

que nos hacemos preguntas que tal vez no le haríamos a nadie

más; es nuestro lugar seguro. A veces le pregunto qué piensa

sobre esto o aquello, y viceversa. Nuestra relación oscila entre

esa maternidad y conversaciones profundas. Sin embargo, creo

que en sus ojos siempre seré ese bebé. De hecho, ahora vivo solo

—antes vivía con ellos— y a mi abuela le ha costado mucho.

Estoy a solo cuatro cuadras, pero puedo sentir esas ganas de

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

tenerlos a todos juntos en el mismo espacio.

DANIEL: Eso es. Creo que es algo muy característico de

las familias pastusas: te enseñan que el verdadero valor reside

en la familia. Por eso, se establecen lazos distintos. Por ejemplo,

el vínculo que tienes con tu abuela —que compartimos con

nuestras abuelas— no es tan común, porque las familias

citadinas, siento yo, tienden a ser más distantes con miembros

ajenos a la familia nuclear

ESTEBAN: Claro, creo que también tiene que ver con el

tiempo, ¿no? En ese entonces, prácticamente pasaba todo el

día con mi abuela porque mi mamá trabajaba. Mi abuela me

crió, de alguna manera. Nuestra relación está muy ligada a la

maternidad y a esa ternura. Veo a mi mamá como una figura de

autoridad, por así decirlo. Esa dinámica crea un lazo especial;

cada una tiene su lugar en mi vida, pero mi abuela siempre ha

sido esa presencia constante y amorosa.

Migración de Nariño a Bogotá: una perspectiva sobre el

fortalecimiento de la identidad nariñense

DANIEL: ¿Podrías describir con una emoción tu infancia,

adolescencia, adultez y tu vida actual?

ESTEBAN: Creo que en Pasto se siente una curiosidad

inocente. Bogotá, en cambio, es pura adrenalina, como una

aceleración constante, no sé… - dice entre risas -.

DANIEL: Son conceptos, creo. - Lo dice para relajar la

conversación -.

ESTEBAN: Sí, en Bogotá, la emoción sería ansiedad, sin

duda. Estaba en modo automático - lo recuerda entre risas -.

En la infancia, podría decir que fue alegría, realmente alegre. Y

en la adolescencia, ese sentimiento se tornó en miedo.

DANIEL: Y hoy, ¿qué es Pasto para ti?

ESTEBAN: Pasto hoy por hoy es… aburrimiento.

DANIEL: Me gusta. La experiencia que has tenido en

Bogotá es significativa. Después de 15 años de relación, ¿cómo

describirías esa conexión? Es como una relación a distancia que

sigue viva. ¿Cómo se siente eso en ti hoy?

Hay algo que quiero tocar: los “señores del carnaval”.

Tengo que indagar si ustedes son mis amigos, esos “señores

del carnaval”. ¿Qué los convierte en señores del carnaval? Tú,

como nariñense, llevas ese título, pero también hay un toque de

“señor rolo” por esos años en Bogotá.

Hoy, ese Esteban bogotano, como hombre trans, tiene

un ritmo diferente. No sé cómo rastrearlo estéticamente o

políticamente, pero de alguna manera, eso otorga al hombre

bogotano un sentido especial.

ESTEBAN: Sobre el señor bogotano en mí, no quiero decir

que sea parco, porque no lo es; simplemente es más serio, tal vez

más acelerado. Es más formal, distante, un «sumercé», quizás.

Distante desde lo reservado, no desde lo antipático, sino desde

un respeto al espacio. Estéticamente, no me he encontrado ni

allá ni aquí. No sabría cómo describirlo.

Políticamente, me siento fuerte. Totalmente. Creo que

esto tiene mucho que ver con el shock cultural. Mi yo adulto

se formó en Bogotá, así que todavía me cuesta adaptarme a

muchas cosas de aquí, de Nariño. Es algo que incluso mi familia

ha tenido que aceptar; sentí la necesidad de tener mi propio

espacio —hago referencia a mi mudanza—. A pesar de haber

pasado tanto tiempo lejos de ellos, siento que mi yo rolo no

puede convivir mucho tiempo con ellos.

DANIEL: Tuviste una adultez muy citadina…

ESTEBAN: Sí. Mientras que mi familia es muy de «la familia,

la de estos son» —refiriéndome a los miembros de mi familia—

«los que siempre van a estar para la familia y la familia es

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TRANSITAR EN EL SUR

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primero». Y, o sea, sí, pero creo que la mejor manera de ayudar

a tu familia es ser independiente y, desde tu independencia,

poder aportar al grupo. Eso es muy, muy de ciudad. ¿No?

DANIEL: Sí, lo entiendo. Además, Bogotá recibió también

a tu yo de Carnaval, haciendo referencia a tu identidad como

nariñense, músico y actual residente de San Juan de Pasto. Si

consideras esas etapas iniciales en Bogotá, hablando de pasar

de una ciudad pequeña a una gran metrópoli, ¿podrías rastrear

allí a un «señor de carnaval»? Tal vez, un señor de carnaval

asombrado por Bogotá.

ESTEBAN: Claro, lo primero es darse cuenta de que, a pesar

de ser parte del mismo país, tenemos palabras tan distintas

que fue como aprender un nuevo idioma. No sé si lo sentiste

así, pero para mí sí lo fue. Pensé en algún momento: «¿Soy

extranjero en mi propio país? Increíble».

Estar en la universidad me permitió no enfrentarme

directamente a una Bogotá salvaje, inmensa, donde recorrer

distancias enormes solo para ir a trabajar se convirtió en la

norma. Eso llegó un poco después. Bogotá me recibió desde la

curiosidad, y esto también se debe al camino que han labrado

muchas personas que ya han estado allí y que vienen de

otras partes del país. Así que fue un recibimiento cargado de

expectativas.

Sentí a Bogotá como un ser gigante, transformándose

desde el ambiente universitario hasta expandirse al campo

laboral y al mundo de los músicos. Cuando hablas con quienes

solo visitan y no les gusta, dicen: «No, es que eso es muy grande.

Es que es muy rápido. Es que todo es tan feo». Yo no lo sentía

así, porque ya había ido varias veces antes, y mi experiencia de

vivir allí me permitió crecer en la ciudad.

Hay un recibimiento por parte de la gente de Nariño

o de Bogotá que te conoce. Creo que esperan que logres algo

o tienen una idea preconcebida de lo que han hecho otras

personas que salieron de aquí. Sí, sentía esa presión de llenar

algunas expectativas. Y, a modo de anotación, quiero decir que

Nariño es cómodo. La gente es amable y se ha modernizado

mucho. Hay ciertas cosas que no se extrañan. Bogotá es muy

conveniente, con servicios para todo, pero Nariño es más

tranquilo. Es un buen lugar para vivir, con climas agradables y

pueblitos encantadores.

DANIEL: En cuanto a las celebraciones en Nariño, en mi

pueblo El Tambo, hacemos reuniones familiares grandes y

quemamos el Año viejo con pólvora.

ESTEBAN: Este año hicieron el «Año Viejo», pero no me

gustan los ruidos fuertes. Prefiero quedarme en el apartamento

mientras explotan esos fuegos artificiales. Mi familia odia los

carnavales y se va a otro lugar. Yo solía quedarme por nostalgia,

valorando esas tradiciones. Ahora, cuando participo, lo hago

desde una posición más relajada.

DANIEL: Sí, se empieza a valorar esa distancia. Ahora tienes

la oportunidad de construir tu vida en Pasto a tu manera.

ESTEBAN: Totalmente. Recientemente volví a Bogotá y

experimenté un choque cultural inverso. Me sorprendió cuánto

tiempo se pierde en el transporte y cómo la gente parece triste.

No había notado eso antes.

En cuanto a Nariño, es hermoso redescubrir los paisajes

después de tanto tiempo. Volví a Nariño unas cinco veces en

los 15 años que viví en Bogotá. Me sorprende cada día y me

encanta ver las montañas y el volcán. Sentir que podría morir

en cualquier momento me hace sentir vivo. El verde aquí es

como un personaje más, y es muy lindo estar de nuevo aquí.

Así mismo, me gustaría disfrutar de Bogotá desde una

perspectiva más tranquila. Es increíble y es mi segunda casa,

pero también hace falta la tranquilidad, el amor y el buen aire

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

de Nariño.

Final

ESTEBAN: Creo que mi experiencia ha sido muy distinta

a la tuya en cuanto a nuestro «yo trans». He estado en piloto

automático, soy casi inconsciente de lo queer o de lo trans; de

alguna manera, no siempre está en mi mente, solo emerge en

ciertos momentos o experiencias. Prefiero no pensar en eso

como el aspecto más dominante de mi vida, algo que dirija mis

decisiones. Es solo una faceta más de mí, y saberlo me permite

estar más tranquilo, fluir con eso. En mi experiencia, no lo he

luchado

DANIEL: Sí, eres integral y claro con tus objetivos. Aportas

responsabilidad a lo que haces. Creo que cuando somos jóvenes,

pensamos que todos estamos en la misma sintonía, pero luego

empezamos a diversificarnos y a entender que cada uno tiene

su propio camino

ESTEBAN: Admiro mucho lo que haces, todo lo que

escribes… tu interés por la historia y por la literatura es súper

admirable.

DANIEL: Gracias por hablar conmigo, por estar presto.

ESTEBAN: Gracias por este espacio.

II. ALEJANDRO MUTIZ

Masculinidad, música, amistad y disciplina: el hombre

que somos

Esta parte del libro fue conmovedora, pues me reencontré con

Alejo, uno de mis mejores amigos de la adolescencia en El

Tambo. Comprendí que, a pesar de haber crecido juntos, de ser

trans y paisanos, hoy somos diferentes. Alejo y yo compartimos

una historia de amistad que ha sorteado los altibajos de la vida,

transformándose en una geografía propia, con sus valles, ríos

y montañas.

El Tambo, en Nariño, es un pueblo cobijado por la luz de

sus atardeceres y amaneceres, envuelto en una neblina que lo

oculta entre las montañas cuando cae el sol. Su nombre, que

en quechua 32 significa “Hospedaje del Sol”, evoca un refugio

donde el tiempo parece detenerse. Este lugar no solo rebosa

de cultura, color y música, sino que también está impregnado

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

de una profunda religiosidad, siendo hogar de Jesús Nazareno,

cuya historia resuena con fuerza en el corazón del catolicismo

regional.

El Santuario de Jesús Nazareno, ubicado en El Tambo, Nariño,

Colombia, es un lugar impresionante y lleno de significado para

los lugareños y visitantes por igual. Su magnífica arquitectura y

comodidades excepcionales hacen de este santuario un destino

turístico imperdible en la región. Además de su belleza física, este

lugar sagrado también es apreciado por su gente amable y hospitalaria.

Su importancia histórica y religiosa es palpable, convirtiéndolo en

un sitio de profunda devoción y fe. Al visitar este hermoso santuario,

los peregrinos y turistas tienen la oportunidad de conectarse con su

espiritualidad y disfrutar de la paz y tranquilidad que prevalecen en

este majestuoso lugar 33 .

Alejo y yo crecimos juntos, entrelazados por nuestro pueblo,

nuestra cultura local y los amigos que nos acompañaron en

la infancia. Desde esos lugares comunes, forjamos un vínculo

irrompible que ha atravesado el viento, las cordilleras y las

fronteras. Alejandro es, sin duda, una voz incondicional en mi

vida, un faro en momentos de oscuridad.

Este reencuentro evocó en mí una profunda reflexión sobre

la importancia del cariño, la amistad, el perdón y la solidaridad.

La conversación que compartimos, que se transcribe y organiza

en este capítulo, es un eco de ese momento íntimo que vivimos

en agosto de 2024. Se convirtió en el segundo episodio del

podcast Transitar en el Sur, disponible en Spotify y YouTube

a través de los canales de Colectivo Andinxs. Al escucharlo,

espero que sientan la calidez y la conexión que brotan de

nuestras palabras.

En esta conversación, reflexionamos sobre la ansiedad, el

estrés, la depresión, la ira y la frustración que han marcado

nuestras vidas. Hablamos abiertamente sobre estos temas, un

acto liberador que nos permite explorar nuestras emociones

y mirar en retrospectiva el camino recorrido. Al compartir

nuestros sentimientos desbordados, evocamos la manada de

lobos que somos, inseparables en nuestra vulnerabilidad.

Alejo me recuerda que la solidaridad entre amigos y los

vínculos afectivos, construidos desde la confianza y la tradición,

han sido pilares fundamentales en mi vida. En el entorno donde

crecimos, aprendí a valorar el trabajo comunitario, el cariño,

la bondad, el arte y la cultura que definen nuestra región.

Especialmente, nuestro querido El Tambo, que guarda en su

esencia el espíritu colaborativo de su gente.

El Tambo no solo se distingue por su belleza natural, sino

también por ser un lugar mágico, donde el tiempo parece

detenerse. Allí encontré un hogar que alberga a personas

talentosas, trabajadoras y orgullosas de su origen. Cada rincón

de El Tambo cuenta una historia, y allí también nace la mía,

entre risas y lágrimas, en medio de nuestras transiciones.

Mi conexión con Alejandro y nuestras raíces en El Tambo se

entrelazan con la red que he tejido en mi vida actual, formando

un tejido emocional de apoyo que nutre tanto mi vida personal

como mi carrera profesional. Cada vez que pienso en mi lugar

de origen, siento que mi hogar siempre estará allí, en mi casa,

rodeado de mis padres, abuelos, tías, primos y amigos que han

compartido mi viaje y han influido en quien soy hoy.

Jesús Nazareno siempre estará conmigo, en mi casa y en mi

llavero. Su presencia se siente en la casa de mis amigos en Bogotá,

donde cuelga de la pared, y también en mis pensamientos y

recuerdos. Esa conexión trasciende el tiempo, extendiéndose a

la memoria de Alejandro y de todos mis amigos más cercanos.

Este pensamiento religioso forma parte de la tradición local

del lugar donde pasé mi adolescencia, un espacio que siempre

tendrá un rincón especial en mi corazón.

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

Después de grabar nuestra conversación y abrir una puerta

al recuerdo de mi pueblo, me permito transcribir la introducción

que hice, junto con la redacción de nuestra charla:

Bienvenidos al segundo episodio de Transitar en el Sur. Hoy me encuentro con

Alejandro, uno de mis mejores amigos de la adolescencia; nos conocimos antes

de la transición. Así, compartimos una historia de amistad construida desde la

cercanía y la confianza. A pesar de haber crecido juntos, nuestras historias son

distintas. No solo somos conscientes de nuestras diferencias y discrepancias, sino

también de lo que nos une. Por eso, hoy nos reunimos aquí.

Hablamos sobre la amistad, la transfobia, la elección de ser visibles como hombres

trans, la migración desde Nariño hacia otras ciudades y nuestras preferencias.

Gracias, de nuevo, por ser parte de este viaje.

Entrevista realizada en Agosto de 2024:

DANIEL: Alejandro, eres una de las personas más especiales

que ha pasado por mi vida. Tu presencia me ha impactado

profundamente. Por supuesto, quiero que seas parte de este

proyecto e invitarte a hablar conmigo; hay tantas cosas que

decir.

ALEJANDRO: Mi nombre es Alejandro y estoy muy

agradecido por tu invitación. Como te mencioné antes, es muy

importante para mí abordar estos temas; hacía tiempo que no

los tocaba con nadie. La confianza que hemos construido a lo

largo de los años me permite abrirme.

La pregunta por el rol dual: hombres en la sociedad,

profesión, amistad y transfobia

ALEJANDRO: En este momento, estoy a punto de

terminar mi carrera y comenzar mis prácticas. Siempre he

valorado mucho la diversidad y espero poder trabajar con estas

poblaciones en el pueblo donde me encuentre. A futuro, mi

objetivo es ser cirujano plástico, porque quiero ayudar a chicos

trans a obtener sus cirugías de una manera más accesible. Ese

es mi principal objetivo. A veces siento que no he contribuido

mucho a la sociedad desde mi rol como chico trans.

DANIEL: Comprendo. A menudo ignoramos lo que nos

atraviesa —en este caso, ser hombres trans— pero, con el

tiempo, dejamos de hacerlo. Utilizamos muchas herramientas

para resignificar nuestra identidad. Gracias por compartir tus

expectativas profesionales. Quiero explorar estas experiencias

desde lo más profundo. Estoy aquí para hacerlo con la ayuda

de personas que han impactado mi vida. Estoy dispuesto a

experimentar y a reconocer mi identidad sintiendo el apoyo de

ustedes.

Un rol dual: la experiencia de ser visiblemente trans, o

elegir no serlo

ALEJANDRO: Podría dividir mi experiencia en dos

sociedades: la que conocí desde niño y la que llegué a habitar

siendo casi un adulto. En la primera, en el pueblo de El Tambo

(Nariño) donde nací, mi familia y mis amigos vivieron conmigo

mi transición al ritmo que yo elegí. De alguna manera, la viví

de esa forma porque quería que todos asumieran hasta donde

yo deseaba llegar. Ese círculo social está compuesto por mi

familia, mis amigos más cercanos del colegio y la gente que ha

intervenido en mi vida. Para ellos, claramente soy un hombre.

De hecho, desde que hice mi transición, absolutamente nadie

me ha preguntado nada sobre el tema, excepto mi familia,

porque hay ciertos espacios y momentos en los que es necesario

hablarlo. El ambiente de amistad era muy machista, y la verdad

es que mi proceso nunca chocó con eso. Actualmente, las

personas que están cerca de mí saben y reconocen mi pasado,

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

quién era yo cuando era un niño, y no han puesto en tela de

juicio lo que soy.

Respecto a la otra sociedad, la que conocí en 2018, después

de haber hecho mi transición, donde están mis amigos y círculo

actuales, no ha habido un momento para tratar el tema. Siento

que me enfoqué tanto en mi vida y en mi nuevo rol como hombre

que nunca me di el espacio de preguntarme: ¿qué piensan mis

amigos si les cuento esto? En una ocasión lo hice, en medio de

una borrachera, y al parecer no lo recuerdan, porque nunca me

preguntaron nada después.

Aquí en Manizales, mi círculo social está compuesto por

compañeros de la universidad que, en su mayoría, no lo saben;

tal vez lo sospechen, no lo sé. Pero son ese tipo de amigos a

quienes, tal vez, les da igual y lo que les importa es quién soy

en este momento. A las chicas que he conocido y con las que

he estado, llegó el momento en que tuve que expresar quién

era. De alguna manera, han respetado mucho el rol que ahora

ocupo en mi círculo social. Nunca me ha pasado que le cuente

a una chica sobre mi identidad y, si las cosas no se dan, ella lo

cuente a otras personas. No me he enterado de eso, o al menos

no lo sé. Tú sabes que Manizales es una ciudad pequeña y aquí

todo se sabe, pero nunca he recibido comentarios al respecto.

De hecho, te cuento una anécdota: han sido más las personas

que me han preguntado si soy gay, es decir, si soy un chico cisgay,

que las que me han preguntado si soy trans. La verdad

es que nunca nadie me lo ha preguntado, excepto un amigo

borracho en una ocasión. El resto de las personas parece pensar

que soy un chico gay más que un chico trans. Imagínate. (Se

genera una pausa intrigante.)

DANIEL: Comprendo lo que ha implicado tener esas dos

sociedades en nuestras vidas. Bogotá significó lo mismo para

mí, aunque no ha sido una experiencia igual a la tuya. Hubo

ocasiones en las que luché por ocultar mi identidad de género,

y mi entorno cercano se encargó de revelar mi identidad sin mi

consentimiento. Me han sacado del clóset como persona trans

a la fuerza.

Considero que tener este lugar seguro en El Tambo, en

Nariño, significa saber que los amigos de allá me aceptan

completamente. Eso me da más libertad, comodidad y confianza

con ellos, lo cual siento que es muy importante. Es cierto que

la sociedad puede mostrarse adversa y poner obstáculos, pero

sabes que los amigos de allá te reconocen como una persona

trans valiosa y activa en la sociedad.

Luego está este espacio distinto, la nueva sociedad que

conocemos —en mi caso, Bogotá—. Tener estas dos sociedades

me permite asumir dos roles, experimentar una dualidad social.

He decidido incluir este concepto, pensando en lo dual desde

mi antes y después: ser visible como hombre trans y pasar

desapercibido como hombre trans. Propongo que esta dualidad

ha sido un discurso recurrente y fundamental en nuestra

sociedad, en el marco de lo masculino y lo femenino, hombre y

mujer.

Te hago dos preguntas al respecto: ¿te hacen falta esos

amigos que conocen tu identidad de género en El Tambo? ¿Te

gustaría que las personas de tu vida pudieran saberlo? O ya

piensas que, si lo supieran o no, nada cambiaría.

ALEJANDRO:La verdad es que estoy acostumbrado a mi

vida aquí. Hay momentos en los que me siento mal, deprimido;

en ese sentido, soy un poco más sensible. Mi círculo de amigos

está compuesto por el típico hombre del sur, machista, para

quienes los sentimientos no son significativos. Sin embargo,

he logrado cambiar algunas cosas en ellos; ahora son un poco

más sensibles que cuando los conocí. Aun así, no son cosas que

pueda expresar tan fácilmente como lo haría con mis amigos de

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

El Tambo.

De todas maneras, como te digo, no he vuelto a tocar esos

temas con nadie, ni siquiera con mis amigos de El Tambo, a

pesar de que ellos reconocen quién soy, quién fui y todo lo que

ha pasado en mi vida. En realidad, con nadie hablo de esto,

excepto de pronto con mis parejas. ¿Me gustaría? Tal vez sí, tal

vez no. Estoy culminando mi carrera y no sé si eso realmente

cambiaría las cosas.

Hablemos de la transfobia. Hablar de transfobia, es hablar

de violencias que se invisibilizan. ¿Sientes que tu rol en la

sociedad te ha alejado de la transfobia?

ALEJANDRO: Seguramente sí, pero a lo largo de mi

transición, que no solo la viví en el pueblo, sino también en

Pasto, conocí a personas de otros lugares, como Putumayo. Eran

personas con una mentalidad bastante cerrada y me conocieron

en plena transición, cuando hice mi pre-ICFES en Pasto.

Curiosamente, nunca me sentí discriminado. Tenía amigos

que tendían a ser más homofóbicos que transfóbicos; para

ellos, yo era simplemente un amigo más. Hacían comentarios

homofóbicos, pero jamás se refirieron a mí de esa manera.

Así ha sido en muchos contextos de mi vida y con muchas

personas que he conocido. No sé si tiene que ver con lo que

mencionabas, quizás con mi personalidad y mi manera de

conectar con ellos. Eso creó una barrera entre quién soy en

este momento y el hecho de ser visiblemente trans. Quizás por

eso estas personas separaron ambas cosas y dejaron de lado

que soy un chico trans; en realidad, conocen a Alejandro tal

como soy ahora.

La amistad entre hombres

DANIEL: Alejandro tiene un rol de género muy fuerte en

la sociedad. Esa sensibilidad puede verse entrecortada por la

necesidad de corresponder a las expectativas sociales. Hay una

gran presión sobre cómo actuamos dentro del rol masculino.

Para mí, lidiar con el racismo resulta muy difícil; de igual

manera, me incomoda la transfobia. He sentido un afán por

salir del clóset, como si estuviera en un clóset social, donde

se me demanda alcanzar los estándares cisgéneros. Esta es mi

invitación para que podamos entender mejor la libre expresión

de género. Este tema puede ser delicado, pero también me lleva

a reflexionar sobre la amistad con mis amigos hombres. ¿Cómo

es esa amistad con ellos? ¿Qué actividades compartimos?

¿Cómo nos relacionamos?

ALEJANDRO: Mis amigos de El Tambo han sido

fundamentales en mi vida. De hecho, se lo comentaba a Santi

[Agreda]; con ellos he construido una amistad que se siente

como una hermandad. A pesar de mi transición y de los

momentos difíciles, como la depresión y la ansiedad durante mi

adolescencia, esa conexión con mis amigos del colegio nunca se

vio afectada. Después de graduarnos y al culminar mi transición,

los lazos de amistad se fortalecieron aún más. Puedo decir que

son uno de los pilares que sostuvieron mi vida y me llevaron

hasta aquí, ya que fueron incondicionales. Aunque no conocían

mucho sobre el tema trans en aquel entonces, se apropiaron de

mi experiencia y se convirtieron en algo fundamental en mi

vida, y todavía lo son.

Santiago me preguntaba sobre mi relación con Eddy, uno de

mis amigos del colegio. Él creció en un entorno muy machista,

influenciado por sus raíces familiares y el mundo en el que

trabajó. Sin embargo, nunca puso en duda quién era yo. Era

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uno de esos chicos del pueblo que nunca salió ni conoció otras

culturas, pero siempre me asumió como un hombre y sabía

quién era. Estas conexiones de la infancia nunca se rompieron

por ser un chico trans.

Con mis amigos actuales, la situación es diferente. Muchos

de ellos no conocen realmente quién fui o quién soy. A veces

me preguntan sobre mi pasado, pero he tratado de evitar el

tema porque estoy a punto de terminar mi carrera y no sé qué

impacto podría tener eso en mi vida. Si lo hubiera hecho en

medio de mi carrera, habría sido diferente, ya que sabría quién

se quedaría y quién no. En este momento, sería difícil. Me

gustaría, no te lo puedo negar, antes de graduarme, decirles

que soy un chico trans. Tal vez algunos ya lo sospechen, pero

tengo ese temor. La mayoría de mis amigos son hombres, y

aunque tengo compañeras, no tengo muchas amigas cercanas.

Mis amigos son muy machistas, aunque han cambiado algunas

cosas por mi influencia, ya que siempre trato de sensibilizarlos.

Ellos mismos reconocen que han cambiado mucho desde que

son mis amigos. No sé si realmente les sería fácil aceptarlo o si

se sentirían ofendidos por no haberles confiado mi identidad.

Uno de mis mayores miedos es lastimarlos y que no puedan

entender mi posición. Sin duda, ellos me han confiado todo,

porque soy quien los escucha, y yo nunca he pensado en hablar

sobre mi identidad de género.

Actualmente, mi rol es el de un chico normal. Salimos,

tomamos, y a veces me invitan a jugar micro, aunque realmente

no sé nada de eso. Ellos tratan de enseñarme, y les parece raro

que nunca haya aprendido. También me enseñan sobre motos

y me ayudan a arreglarlas si se dañan. En cuanto al amor, para

ellos es simple: si una relación se termina, buscan otra. Para mí,

no es así; somos más sentimentales, quizás por muchos temores.

A veces intentan inculcarme su forma de ver las cosas, pero han

chocado con mis perspectivas. En realidad, ellos han cambiado

más cosas que las que yo he tenido que adaptar para encajar

con ellos. Por eso, puedo decir que los considero mis amigos.

Cultura, dualidad e identidad: una perspectiva sobre la

migración y el fortalecimiento de las raíces culturales

nariñenses

DANIEL: Quiero preguntarte sobre tu cultura como

nariñense. Exploramos nuestro rol como hombres en la

sociedad a la que migramos, manteniendo una fuerte conexión

con nuestras raíces. Ser un hombre nariñense, por ejemplo,

significa extrañar a la familia que se encuentra en una zona

periférica y lejana, atravesada por toda la Cordillera. Si uno

está en una gran ciudad o muy lejos de Nariño, siempre siente

esa falta, ya que media vida permanece en el pueblo. A mí me

ha pasado en Bogotá, que es una ciudad muy diversa, donde

las festividades y eventos son mucho más citadinos. Los

festivales y el Carnaval son parte de nuestra identidad y nos

unen profundamente como cultura, pero eventos como esos no

existen aquí.

Siento que comunicarse y desplazarse se convierte en un

reto mayor cuando tu familia está tan lejos y el transporte es

complicado. Además, hay un deseo constante de volver. Existe

una conexión muy fuerte con las artes, la cultura y la tradición.

Entonces, ¿cómo llevas eso en tu vida?

ALEJANDRO: Es curioso, porque aquí en Manizales, la

mayoría de la población está rodeada de nariñenses. Cuando

ingresé a la Universidad, mis primeros amigos eran de Nariño,

y así sucesivamente, cada persona que conocía era de Nariño

o Putumayo. Por lo tanto, no me alejé mucho de esa cultura.

Mantenerla no ha sido tan difícil; reunirme con mis amigos

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y hacer cosas juntos siempre ha estado ligado a nuestras

tradiciones nariñenses. Por ejemplo, nos gusta reunirnos a

comer algo y hacer ají de maní, que es típico de Nariño. Estas

experiencias han hecho que no extrañe tanto el pueblo.

La música que he podido hacer también ha sido con

nariñenses, así que no he perdido ese vínculo. Respecto a mi

rol como nariñense en la sociedad en la que me muevo aquí,

creo que no soy el prototipo de hombre nariñense. De hecho,

siempre me preguntan si realmente soy de Nariño, porque

tengo un acento más neutro. La mayoría de la gente aquí es

de Taminango o La Unión, donde los acentos son más fuertes

y cantados. Aunque no hablo paisa, mi acento es más neutral.

Siempre me dicen que no soy como el típico nariñense, y

por eso me han preguntado si soy gay, ya que soy diferente a

los hombres nariñenses que llegan aquí y a los que están a mi

alrededor, quienes suelen ser más toscos en su forma de hablar

y tratar a los demás. Mientras que ellos a menudo no evitan

comentarios o acciones machistas, yo trato de mantenerme en

mi lugar, no porque quiera demostrar algo que no soy, sino

porque siempre he sido así y no estoy de acuerdo con fomentar

el machismo.

Siempre he sido más introvertido, lo que ha hecho que

muestre un lado diferente al de muchos hombres nariñenses.

Sin embargo, hay una característica que llevo conmigo y

que considero propia de los nariñenses: el romanticismo. La

manera de amar y de manifestar mis sentimientos es algo que

creo que todos compartimos, y eso sí lo llevo conmigo. El arte

y la música tampoco los he dejado de lado; siempre trato de

mantenerlos presentes, ya que son parte de nuestra identidad.

En este momento, quiero preguntarte sobre tu

cotidianidad. ¿Qué estás haciendo en tu día a día? ¿Cuáles

son tus actividades actuales? Me gustaría saber cómo es tu

rutina en este momento y qué planes tienes para el resto del

día.

ALEJANDRO: Mi vida cotidiana cambia cada mes, ya que

en medicina rotamos por diferentes materias. Por lo tanto,

mis horarios también varían. Si empiezo en las mañanas, me

despierto, hago mi desayuno y voy a mi sitio de práctica o a

mis clases, lo que me ocupa toda la mañana. Luego, me obligo

a ir al gimnasio, porque siento que los días en que no voy

son diferentes; me siento triste, aburrido y decepcionado. El

gimnasio es un aporte fundamental en mis días.

Entreno y preparo las comidas que necesito para el día.

Por las noches, estudio, a veces escucho un poco de música y

trato de dormirme lo más rápido posible. En este momento,

estoy saliendo de un período de ansiedad y algunos ataques

de ansiedad que tuve el mes pasado, así que estoy tratando de

equilibrar mi vida y alejarme de muchas cosas que exacerban

esos síntomas. Estoy tomando medicamentos, lo que ha hecho

que mi vida esté un poco más tranquila en este momento.

DANIEL: ¿Qué efectos tiene el alcohol en tu rutina con los

medicamentos?

ALEJANDRO: No, en realidad, ahí toca abandonar los

medicamentos - dice entre risa -. Pero sí, el efecto secundario de

tener ansiedad y tomar alcohol es complicado; al día siguiente,

con resaca, se vuelve muy difícil para mí porque los síntomas

de la ansiedad se exacerban muchísimo. La única manera que

he encontrado para apaciguar un poco eso es salir en la moto

a pueblear, a cualquier parte, con el dinero que tenga en el

bolsillo. Eso me ayuda mucho.

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Sin embargo, trato de alejarme del alcohol y de los vicios,

aunque a veces son cosas inevitables. Es un proceso complicado,

pero intento encontrar formas de manejar la ansiedad y

disfrutar de la vida al mismo tiempo.

¿Qué música escuchas?: El rock en español, Nariño y el

hombre nariñense

ALEJANDRO: Es una pregunta difícil, ya que mi música

favorita depende de las circunstancias de mi vida. Escucho de

todo y no podría decir que hay un solo género que me acompañe

a lo largo del día. Hay días en que me siento más melancólico o

triste, y entonces me encanta el pop en español, especialmente

las baladas de artistas como Ricardo Montaner o Laura Pausini,

aunque esa música no es muy recordada por los jóvenes.

Los fines de semana, me pongo un poco más dinámico

y disfruto del vallenato y la música popular. A veces, para

bañarme, pongo reggaetón. El rock en español no puede faltar

en mi día; lo escucho más por la noche, cuando estoy en bus o

caminando, y disfruto mucho del rock clásico en español. En

realidad, soy muy ecléctico en ese sentido; hasta merengue

escucho. Si tuviera que elegir lo que más he escuchado en mi

vida, probablemente sería música en español, pero mi playlist

es bastante variada y se adapta a mi estado de ánimo.

DANIEL: ¿Qué bandas de rock en español escuchas?

ALEJANDRO: Me encanta el rock en español, especialmente

artistas como Andrés Calamaro y Enanitos Verdes. También

disfruto de Airbag, que es una banda bastante tradicional. En

general, estos son algunos de los grupos que más escucho.

DANIEL: ¿En qué de tu vida fuiste influenciado por esta

música?

ALEJANDRO: El rock en español lo escucho desde niño.

Mi hermana escuchaba rock, así que desde pequeño me gustaba

mucho. Crecí bajo la influencia de mis hermanas, quienes me

ayudaron a construir mi personalidad. Creo que por eso soy

muy sensible en ciertos aspectos y me manejo de la manera en

la que lo hago.

La música que más me influenció a lo largo de mi vida fue

la de mi hermana Eliana, que es la del medio, con el rock, y

la de mi hermana Johana, con el vallenato. Cuando era niño,

si me preguntaban qué artista quería ser, decía que quería ser

como Andrés Calamaro o Jorge Celedón. Estos géneros se

han mantenido a lo largo de mi vida y han marcado diferentes

etapas.

Respecto al rock, hubo un tiempo que impactó mucho mi

vida, ya que estaba en una etapa difícil, siendo muy bohemio,

triste y deprimido. La música influenciaba mi manera de actuar

y de amar; el rock, siendo tan romántico, ha impactado mucho

mi vida desde niño.

¿Qué es la masculinidad para ti?

ALEJANDRO:Bueno, es una pregunta difícil porque siento

que mi perspectiva puede ser machista todavía. Para mí, ser

hombre es una mezcla de muchas cosas, entre ellas la protección.

No sé si eso sea muy tradicional, pero siento que el hombre

tiene un papel importante en la defensa, así como en la pasión,

el sentido de lucha y la fuerza. Siempre he tratado de mantener

estos aspectos en mi masculinidad.

No sé qué más podría decirte, ya que es algo a la vez objetivo y

subjetivo. Para mí, ser hombre ha sido como ser un líder. Quizás

eso también podría haber sido posible siendo mujer, pero ahora

soy un líder que muestra fortaleza, que protege a los suyos y

que daría su vida por las personas que están a su alrededor. Esa

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es la manera en la que he manejado mi masculinidad y cómo he

construido mis lazos con los demás.

Un final temporal

DANIEL: Es una alegría ver que ambos hemos compartido

tantas cosas a pesar de nuestras diferencias. La historia

demuestra que Alejo y yo hemos estado en lugares distintos,

pero ahora que estamos en el mismo lugar, podemos crear un

lazo, un puente, porque ese vínculo siempre ha estado. Gracias,

Alejito, por estar conmigo.

ALEJANDRO: Gracias a ustedes por invitarme

DANIEL: Sí, eres un invitado de los tres: Fer, Santiago y

yo. Ellos también están pendientes de ti.

ALEJANDRO: Hubiera sido muy chévere hacerlo en

persona, tomándonos unas cervezas y hablando más a fondo

sobre tantas cosas que aún quedan por discutir.

III. SANTIAGO ERAZO

Tradición nariñense y comunidad trans: un resumen

sobre la disforia y los retos de crecer en un pueblo

Tradición nariñense y comunidad trans: un resumen sobre

la disforia y los retos de crecer en un pueblo

En esta ocasión, me encuentro con Santiago Erazo, un amigo

entrañable que conocí en 2017 a través de las vastas redes

sociales, justo cuando comenzaba mi travesía en la ruidosa

Bogotá. Santiago, originario de Taminango, Nariño, ha sido

un faro de apoyo y amistad en mi vida, especialmente durante

mis primeros años en esta ciudad, a menudo descrita como

nocturna, caótica y peligrosa. Ver a Santiago de nuevo fue un

recordatorio constante de la calidez y generosidad que pueden

encontrarse en el lugar en que nací, marcado por el arte andino:

Nariño, el Sur.

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Al iniciar nuestra conversación, le ofrecí algo para

compartir, un gesto que aprendí aquí en Bogotá como símbolo

de hospitalidad y conexión . En esta vibrante ciudad, los

encuentros en cafeterías, hoteles, tiendas, bares y restaurantes

son casi rituales cotidianos. Sin embargo, Santiago, con su

sabiduría y sencillez innatas, me recordó que en nuestros

pueblos las dinámicas son distintas. Todo lo que podía ofrecerle,

él ya lo tenía; lo verdaderamente valioso era mi compañía y su

decisión de ser parte de este proyecto como entrevistado.

Santiago es dueño de su propia licorera, un espacio que

refleja su arduo trabajo y dedicación. Cuando insistí en ofrecerle

una merienda, prefirió decirme que no me preocupara, que se

encontraba muy bien así. Esta respuesta revela su carácter

auténtico: un hombre sencillo y trabajador. Su empatía y

compromiso brillan a través de sus acciones, haciendo evidente

que el verdadero valor de nuestra relación radica en la conexión

humana y el apoyo mutuo.

A sus 21 años, Santiago ha logrado construir una vida

rica en experiencias mientras navega por su realidad como

hombre trans. Su trayectoria es un testimonio de resiliencia

y autenticidad en un mundo donde las expectativas pueden

ser abrumadoras. Nuestra conversación revela una amistad

cultivada en la confianza y el respeto mutuo, creando un espacio

donde ambos podemos ser nosotros mismos.

Santiago despierta en mí el recuerdo de mi llegada a esta

ciudad y de mi primer año aquí. ¿Qué puedo recordar de ese

tiempo? La verdad, no mucho. Poco a poco, fui guardando esos

recuerdos en una caja negra en mi mente, a la que me negaba a

entrar, enterrando lo que siempre quise ocultar.

Sin embargo, al adentrarme en esos rincones oscuros de

mi memoria, me encuentro con lo que Santiago denomina “mi

verdad”. Esa verdad, que he evitado confrontar durante tanto

tiempo, emergió de repente, como un grito que resuena en lo

más profundo de mi ser. Este grito me recuerda las decisiones

que tomé sobre mi cuerpo y mente desde mi preadolescencia:

mi estética, mi sexualidad, mi forma de vivir y mis creencias.

Cada tatuaje y cada expresión artística son huellas indelebles

de un camino repleto de elecciones en el que he ido enterrando

mi verdad. Por ello, hoy decido explorar esos lugares, buscando

sanar las partes de mí que han estado relegadas.

Vivir en Bogotá ha sido un proceso transformador, una

travesía que me ha llevado a reflexionar sobre mi vida y los

lugares de la memoria que me niego a explorar, como el año

2017 y el inicio de mi vida en esta ciudad. En medio de este

ejercicio introspectivo, he tenido la oportunidad de reconectar

en los últimos años (2023-2024) con amigos que han estado

a mi lado desde siempre, como los hermanos Hurtado Díaz,

especialmente María y Cristian, a quienes conocí en mi escuela

de formación musical en El Tambo, así como Ángela y Marcela,

quienes llegaron cuando ya estaba en Bogotá.

Dado que también emigraron desde nuestro pueblo a la

capital, los hermanos Hurtado Díaz se convirtieron en mis

cómplices durante todo el año 2017. Cuando estaba fuera de la

universidad siempre fueron mi compañía, formando mi única

red de respaldo donde podía ser visiblemente trans. En su

compañía, descubrí un espacio seguro, un rincón donde podía

hablar abiertamente sobre los retos de ser hombre trans y

bisexual. Ellos me conocen desde siempre, y en su presencia

no siento la necesidad de ocultar mi identidad de género. No

es solo que sea imposible, ya que fueron mis amigos antes

de mi transición, sino que me brindan la comodidad y la paz

necesarias para ser un hombre auténtico.

Saber que ellos vivían aquí antes de que yo tomara la

decisión de migrar a la capital fue una motivación crucial para

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arriesgarme a hacerlo. A pesar de que fueron parte fundamental

de mi vida durante mis primeros años en Bogotá, me vi obligado

a alejarme por desacuerdos en nuestras visiones de la vida,

por mi miedo a enfrentar distintas opiniones, por una relación

tóxica que fragmentó mi emocionalidad y por mi desbordante

obsesión por la soledad, la libertad y las decisiones radicales.

Ahora, reconectar con ellos me ha llevado a reivindicar mi

pasado, sanando las heridas de un tiempo caótico en busca de

armonía en mi vida. La familia Hurtado Díaz sigue siendo

un pilar fundamental en este viaje de autodescubrimiento,

reconciliación y aceptación de mi historia.

Su presencia me recuerda, ahora y siempre, que a pesar de mi

constante miedo a la soledad y al rechazo, siempre hay personas

dispuestas a acompañarnos en el camino hacia la aceptación y

la libertad. Hay quienes, sin importar su origen, rechazan la

transfobia y valoran a las personas trans desde su dignidad.

En Bogotá, me convertí en adulto y dejé atrás al adolescente

que fui en 2017. La escritura de este libro y la recopilación de

estas historias desvelan una parte íntima de mi ser, sirviendo

como un cierre simbólico a esa etapa de mi vida en la que me vi

obligado a vivir en secreto. Hoy, puedo compartir ese secreto

en estas páginas, rodeado de compañeros como Fernanda Rozo

y Santiago Agreda, quienes han sido pilares fundamentales en

mi viaje.

A pesar de los cambios que experimenté en esta vibrante

y compleja ciudad, siempre encontré espacios donde podía ser

auténtico. En este entorno dinámico y lleno de posibilidades,

descubrí mi sexualidad y me transformé profundamente

mientras asumía mi transición. Cada rincón de Bogotá se

convirtió en un escenario donde podía explorar mi identidad

sin temor, un lugar donde las luces y sombras de la vida

urbana reflejaban mis propias luchas internas. A lo largo de mi

vida, he aprendido a reconocerme como un hombre aceptado

socialmente como heterosexual y cisgénero. Sin embargo,

detrás de esta fachada se oculta mi verdad: soy un hombre

trans, un king, un sujeto AFAN. Soy Loren, soy mi cuerpo, mis

cicatrices, mi experiencia y mi identidad.

Este libro me ofrece la oportunidad de reconectar no solo con

mis amigos trans, quienes siempre me llevan a reflexionar sobre

mi propia vida, sino también a entender mejor mi pasado. En

este proceso de autodescubrimiento, cada historia recopilada se

convierte en un hilo que teje el tapiz de mi experiencia. Nuestra

reflexión sobre las luchas constantes entre ser aceptados como

hombres cis y ocultar nuestra identidad trans me invita a

reconocer los lugares en los cuales aparenté ser la versión más

tradicional y patriarcal de mí mismo mientras ocultaba quién

soy realmente.

La amistad con Santiago ha sido fundamental en este proceso,

ya que él escuchó mi verdad en un espacio clandestino: las redes

sociales, donde forjamos una conexión que ha perdurado en el

tiempo como un lazo solidario entre hombres trans de Nariño.

Nuestra amistad solo pudo nacer a través de esos canales, y

hoy soy consciente de que esto se debe a que, a menudo, se nos

relega a un lugar marginal, como una población invisibilizada y

vulnerada constantemente. La información que llega a nosotros

nunca es suficiente, y los obstáculos siempre parecen repetirse

en el camino, sobre nuestros cuerpos y nuestra identidad.

Santiago y yo nos hemos brindado apoyo mutuo durante

nuestras transiciones, incluso manteniendo nuestra amistad

a distancia. Tuvimos la oportunidad de conocernos en Pasto

durante una marcha del Orgullo LGBT+; recuerdo ese

momento con claridad. Desde entonces, nuestro vínculo se ha

mantenido a lo largo del tiempo.

En la siguiente conversación, hablamos sobre disforia, los

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retos de ser hombres trans en un pueblo nariñense y nuestra

labor pedagógica sobre personas trans en contextos sociales

tradicionales. Esta es nuestra historia: una travesía llena

de resistencia y solidaridad entre hombres trans que buscan

visibilizar sus experiencias y construir un futuro más inclusivo.

SANTIAGO E.: Mi nombre es Santiago Erazo, tengo 21

años y soy del departamento de Nariño, específicamente del

municipio de Taminango. Soy un chico trans y actualmente

estoy radicado aquí.

DANIEL: Santiago y yo nos conocimos en Facebook.

Esto es muy interesante porque empezamos a hablar sobre la

transición y lo que queríamos lograr con ella. Eso fue lo que

nos unió; no nos conocimos por otra razón. Santi, ¿tú crees que

la transición te ha traído amigos, situaciones o regalos?

SANTIAGO E.: La vida me ha traído amigos que se han

vuelto verdaderas bendiciones. Cuando conocí a Daniel Felipe,

yo era un chico que no sabía lo que quería. Él me enseñó qué

era la transición y, junto a su papá, me mostraron cómo llevarla

a cabo. Tú me enseñaste a transicionar, y realmente lo logré.

DANIEL: No sé cómo llegaste a mi contacto, ¿podrías

contarme más sobre eso?

SANTIAGO E.: Llegué a ti por medio de una chica que

conocí en Facebook. Era de apellido Figueroa y me mencionó

a un chico único en El Tambo que empezó su transición desde

muy pequeño. Recuerdo que me dijo que transicionó desde los

doce años. Así que te busqué en Facebook y, un día, me animé a

enviarte un mensaje. Era un chico muy confundido; en realidad,

nunca había escuchado o visto a un chico trans, pero sentía que

era yo encerrado.

Los contextos tradicionales y nuestra labor para hacer

pedagogía sobre experiencias de vidas trans

DANIEL: Santiago sigue aquí, enfrentándose como hombre

a la sociedad. Es un hombre muy trabajador. ¿Sientes que

tus amigos de tu edad han crecido de manera más pausada,

mientras que a ti te ha tocado crecer más rápido? Algo así como,

si quieres ser hombre, tienes que asumir esa responsabilidad

desde pequeño. ¿Lo sientes un poco de esa manera?

SANTIAGO E.: Sí, lo sentí de esa manera porque, quizás

aquí en mi pueblo, era algo nuevo. Fui el primer chico trans

en todo mi municipio y animé a otros chicos, educando a mis

amigos. Les enseñé a tratarme en el colegio, mientras yo

mismo aprendía sobre el tema. Hoy soy lo que quiero ser; soy

ese chico que estaba encerrado, que no salía y que se frustraba

por desconocer, por no haber tenido información sobre el tema

o por haber crecido en una infancia en la que no se hablaba de

ello. Siempre fue un tabú.

DANIEL: Desde tu infancia y adolescencia, ¿hacías críticas

a los hombres cisgénero? En tu construcción como hombre,

pensabas: «yo esto no lo quiero replicar, pero esto sí me parece».

SANTIAGO E.: Si soy sincero, siempre he estado rodeado

de hombres cisheterosexuales. Pero ellos me enseñaron cómo

quería ser. Cambié lo patanes que eran, pero aprendí todo

gracias a ellos. Aprendí a jugar fútbol, a jugar Play, y me crié

con ellos. La verdad, sentí una adaptación muy chévere, porque

en ese entonces mi físico estaba cambiando; la voz, entré en

plena pubertad. Entonces cambié y me adapté. Desde ahí, sentí

tranquilidad de que podía vivir. Me sentía muy cómodo, tuve

una adolescencia en calma y compañía.

En el colegio, estaba muy enamorado; creo que fue por lo

que más sufrí. Al principio, tuve una relación de crítica desde

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las mujeres. Mi mamá presentó un derecho de petición y yo

pasé la mayor parte del colegio con solo uniforme de sudadera,

como el de física. Cuando estaba en once, mi mamá me dijo que

tenía que ponerme el pantalón y afrontar lo que yo era, pues

ya había cambiado mi tarjeta, ya tenía mi género masculino

y mi nombre. Un día, recuerdo que llegué al inicio de clases

muy contento con mi pantalón, mis tenis y muy elegante. Sin

embargo, una amiga íntima me dijo que me pusiera la falda. Eso

es lo único malo que recuerdo de las mujeres; fue una de las

pocas malas experiencias que tuve con ellas en la adolescencia.

DANIEL: Sí, creo que para mí, en mi experiencia personal,

fue como empezar a sentir discriminación en la universidad. En

el pueblo, la comunidad es muy fuerte; sea lo que sea, la gente

lo acoge. En las ciudades es distinto. En mi pueblo, por ejemplo,

todo el mundo sabía que uno era un hombre transexual, y todo

el mundo lo quería. No faltaban los comentarios, pero la gente

lo acogía y lo trataba más allá de ser transexual, como por su

ser, porque eras parte del pueblo, porque eras paisano. Eso creo

que es importante, ¿no?

SANTIAGO E.: Al inicio, pensé que encajaba como lesbiana.

Fui y me metí con una chica, pero no, eso no era lo mío. En mi

pueblo solo había gays y lesbianas, pero al mirar videos y otras

cosas, entendí que uno va descubriendo su rol. En el pueblo, lo

único que hacen es cuestionarlo. En mi caso, que fui el primer

chico trans aquí, era como si cada vez que una persona te

preguntaba 30 veces por qué lo eras, tenías que responderle.

DANIEL: Bogotá es una ciudad muy grande; siempre

cambio de espacios repentinamente y dejo personas atrás.

Cada espacio es una vida nueva, pero en el pueblo, más allá de

ser trans, a veces nos unimos tanto por ser paisanos y amigos

que empezamos a ignorar que somos hombres trans. En los

pueblos, es mucho más común encontrar personas genuinas,

auténticas y humildes.

SANTIAGO E.: Uno en su pueblo es un hombre más.

DANIEL: Creo que la gente también se adapta muy bien. Ha

sido muy bonito vivir en el pueblo. Cuando uno está empezando

a definir quién es y ya toma la decisión, la gente sí comenta y

te hiere con sus acciones. Sin embargo, al final del camino, es la

aceptación en nuestros contextos. También fui al colegio con

el pantalón de paño, ya que antes utilicé jeans, y recuerdo que

un día me sentí raro, como con el cuerpo extraño. No sé si a ti

te pasa…

SANTIAGO E.: Siento las miradas. Siento que me observan

como preguntándose: «¿qué le pasa? ¿tendrá más o menos

esto?» Siento esas miradas, pero a la vez sé que soy el hombre

que quiero ser. Sin embargo, esas miradas te hacen cuestionarte,

te ponen en duda: «¿qué tengo mal? ¿será que esto sí es eso?»

Una experiencia dual: nuestra construcción del rol como

hombres y nuestra sensibilidad

DANIEL: Me siento muy identificado. Creo que nosotros

aprendemos a ser hombres en la sociedad, especialmente con

el apoyo de nuestros amigos trans. Nadie nos enseña a ser

hombres trans, sino que somos el sostén de los otros. Tal vez

somos hombres más comprensivos, sin generalizar. Al haber

tenido infancias como niñxs trans o socializados como niñas,

cumpliendo ese rol en la sociedad, forjamos otros valores y nos

acercamos más a la empatía por otras mujeres. Un dato curioso

es que nos enamoramos más. ¿Cómo ves eso, Santi?

SANTIAGO E.: Creo que las situaciones nos han llevado a

ser mejores hombres. La vida y el contexto nos han impulsado

a superarnos. Esta ha sido nuestra lucha en la vida que nos

tocó.

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DANIEL: Creo que lo analizamos mucho; pensamos en

el hombre que queremos construir. Santi es trabajador, tiene

su propio negocio, y ha logrado muchas cosas a su edad.

Hemos resistido desde nuestra dedicación, enfoque, análisis y

autoexigencia. «Si voy a ser un hombre, ¿qué hombre voy a

llegar a ser?», es una pregunta recurrente, lo cual también me

parece una doble exigencia. ¿Qué crees tú?

SANTIAGO E.: Sí, exacto. Somos hombres que nos

formamos y nos idealizamos, aunque mantenemos las emociones

de nuestro pasado. Cuando nos enamoramos, nos perdemos.

Sin embargo, somos excelentes y mejores.

DANIEL: El amor, ¿cómo manejamos las emociones?

¿Escogemos a nuestras parejas?

SANTIAGO E.: Creo que somos seres que se entregan a

una sola persona, pero tal vez la persona que buscamos quiere

más. Sí, siempre nos pasa —generalizo— que entregamos el

corazón sin pensar en las consecuencias. Somos muy cursis en

todo el significado de la palabra.

DANIEL: No nos salvaguardamos, por supuesto. Hemos

cometido errores con quienes nos conocieron más idealistas

y conservadores. Aciertas en lo que dices: nos entregamos al

amor plenamente y encontramos buenas lecciones. Hemos

llorado lo que no se ha llorado, hemos entregado lo que no se ha

entregado y asumido las consecuencias del amor con la frente

en alto. Es una contradicción interna; todavía no tenemos la

respuesta. Quiero dejarlo claro.

SANTIAGO E.: Cambiamos el amor de nuestras vidas por

otra vida.

DANIEL: Cada vez que nos terminan, somos un hombre

nuevo. Nuestra vida está tan ligada a la de la pareja que, cuando

estamos solteros, tenemos que rehacer todo desde cero. No sé si

algún hombre trans se siente identificado con esto.

SANTIAGO E.: En todo mi recorrido, no conozco al primer

hombre trans que no sufra por amor. Nos entregamos más por

amor que al trabajo.

DANIEL: Son lecciones difíciles. A los hombres cis

se les enseña mucho sobre cómo estar con una persona, y

si no funciona, simplemente están con otra, porque no se

enamoran tanto. En cambio, nosotros llevamos esa carga de

conexión. Cuando conectamos con una mujer —no estamos

hablando de las orientaciones diversas, sino desde nuestro rol

heterosexual— esa conexión es tan especial que sentimos que

nunca más volveremos a conectar con otra persona. Tal vez eso

refleja una baja autoestima, que decidimos trabajar y mejorar

desde la niñez y adolescencia.

SANTIAGO E.: Sí, creo que es el miedo de encontrar a

alguien que te quiera por lo que eres. Alguien que entienda

que el amor es diferente para nosotros. Para nuestras parejas,

también implica que deben aprender sobre nuestra sexualidad,

descubrir y aprender a quererse a sí mismos mientras nos

quieren y valoran como hombres trans. Pero es así: a menudo

nos cerramos a la idea de encontrar a alguien más, y al final,

encontramos muchas cosas, pero creo que esas situaciones nos

marcan.

DANIEL: Sí, ya hemos pasado por ese camino. Santiago y

yo hemos hablado mucho sobre esto en nuestra amistad, y es

cierto. Luego nos damos cuenta de que sí podemos encontrar

personas que nos quieren, que se enamoran de nosotros, que les

gustamos. Pero ahí está el problema: el miedo a descubrirse. Es

algo muy nuestro, de los hombres trans, y cómo nos llegamos

a descubrir.

Porque nadie nos enseña a interactuar en la intimidad.

Esa intimidad, en todas sus esferas, es algo que empezamos a

construir. Puedo decir que he aprendido mucho de las personas

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que se han relacionado conmigo en la intimidad como parejas.

Desde allí, he aprendido a descubrirme, a elevar mi autoestima,

a sentirme querido. Pero luego, ¿qué pasa? Te terminan o

terminas tú, y sientes que caes de la nube en la que estabas.

Vuelves a perder tu autoestima. Pero bueno, uno se recupera.

Te quedas con la lección. Son lecciones muy fuertes las que

hemos aprendido, especialmente desde el amor.

Comunidad y apoyo entre hombres trans

SANTIAGO E.: Aparte del amor, me gusta salir, disfrutar

y conocer. Viajar, pasar tiempo con mi familia... la verdad,

soy de pocos amigos, pero intento aprovechar los momentos

agradables con ellos. Me encanta leer y la música. Disfruto

vivir cada instante y descubrir lo que trae cada persona, porque

cada uno nos deja una enseñanza.

DANIEL: Creo que nos abrimos a conocer a las personas

e interesarnos genuinamente en ellas. Santiago fue un gran

apoyo para acercarme a círculos de hombres trans en Nariño.

Dos amigos que se volvieron cercanos los conocí gracias a

Santi: Aarón y Jerónimo, quienes también aceptaron tener

conversaciones conmigo.

SANTIAGO E.: Así es. Tratamos de construir una

comunidad, aunque pequeña, de chicos trans. Pero siento que

entre todos nos brindamos apoyo, conocimiento y una amistad

que, aunque lejana, es sabia.

DANIEL: Es una amistad que, si acudes a un amigo trans,

siempre estará ahí para escucharte.

SANTIAGO E.: Sí, creo que cada amigo trans conoce a otro

amigo trans, y entre todos nos ayudamos a transicionar. Yo sé

algo que tú no sabes, y así nos apoyamos, creando una red, un

vínculo.

DANIEL: Un vínculo que no es fácil de romper, que

perdura. Por ejemplo, yo tuve un vínculo con Alejandro, quien

también estuvo en el podcast, durante muchos años. Pensé en

muchas ocasiones que iba a dejar de ser amigo de Alejandro,

pero nunca sucedió. Seguimos siendo amigos porque, más allá

de las circunstancias que la vida nos imponga, siento que si

dos hombres trans son amigos, esa amistad no se quiebra. Ese

vínculo es muy fuerte, y eso también es muy bonito, Santi.

Disforia

SANTIAGO E.: Puedes crear un vínculo, pero a medida

que lo haces, la disforia llega y te ataca. Vives tu vida en modo

hetero, sin contar nada, y la gente ni se da cuenta. Pero llega

un momento en que la disforia te toca, y tienes que aceptar

quién eres. Debes darte ese valor. Te estrellas, pero luego te

levantas y dices: «yo soy esto y no soy menos que nadie». Eso

me sucede casi siempre; sin embargo, siempre afirmo que no

soy menos que nadie, y eso me hace sentir bien. Digo: «si me

quieres, me quieres así». Hay momentos en que siento miedo

de ir solo a la discoteca. Eso lo interpreto como un momento de

disforia porque tienes que ser tú mismo. La disforia tiene algo

que decirte.

DANIEL: Santi, tú llevas tu verdad. Tú valoras tu verdad.

La reflexión de esta conversación para mí es: mi verdad es ser

hombre trans. Ser hombre trans marca mi historia, y desde allí

aprendo, comparto y sueño. Gracias por compartir todas esas

experiencias y por este momento conmigo.

SANTIAGO E.: Me gustaría añadir que cada uno debería

aprender a ser libre, a expresarse y a creer en su verdad.

Gracias a ti.

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COLECTIVO ANDINXS

IV. JERÓNIMO ARÉVALO

Formas disidentes: lecturas por la cultura nariñense

desde el Carnaval, cuestiones sobre el binarismo,

sistema patriarcal y machismo

Cuando estuve en la Pontificia Universidad Javeriana, en

Bogotá D.C., mi proceso de reconocimiento de género se

intensificó de manera inesperada. Ni por un segundo imaginé

las consecuencias de asumir mi rol de género como hombre en

la sociedad. Decidí ser hombre, pero no desde la perspectiva

de una persona adulta, sino desde la mirada de mi yo

preadolescente, que pasó su adolescencia en El Tambo, Nariño,

y que fue visiblemente trans ante su familia y la comunidad

local.

Recuerdo que, en mis últimos años de colegio, mi identidad

como hombre trans era aceptada plenamente en la sociedad

que me rodeaba. Sin embargo, esta experiencia era doble:

por un lado, evocaba los momentos de acoso y violencia que

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TRANSITAR EN EL SUR

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sufrí debido a mi condición de género como mujer; por otro,

disfrutaba de la aceptación en mi rol de género como hombre,

experimentando espacios libres de discriminación y siendo

visiblemente trans. Estos eran, de alguna forma, privilegios que

experimentaba al inscribirme en una comunidad local, aunque,

al final, decidí marcharme.

Cuando decidí irme de mi pueblo, lo hice impulsado por el

deseo de ocultar mi identidad de género y el sueño de estudiar

en una de las mejores universidades del país, que pertenece a

una de las redes más importantes de educación universitaria

en el mundo. Sin embargo, esa decisión trajo consigo una

sensación de dolor que se intensificó en mí, transformándose

en un vacío dejado por los años no vividos en mi región natal.

A medida que enfrentaba los desafíos en Bogotá, mi esperanza

de lograr un completo cispassing se fue difuminando poco a

poco. Y cuando finalmente lo logré, mis sueños cambiaron: ya

no me interesa ocultar mi identidad; busco espacios donde se

me valore por lo que soy.

De Nariño, lo que más extraño es, sobre todo, la casa de mis

padres, donde mi hermana y yo siempre disfrutamos del espacio

y sus comodidades. Recuerdo la huerta, las dos salas de estar,

los ventanales que dejaban entrar la luz del abundante sol en

El Tambo, y el olor del aire limpio. Los amplios espacios de la

casa ofrecían un refugio cómodo para descansar, leer, escuchar

música o estudiar. Nunca imaginé que todo eso se convertiría

en un eco nostálgico, resonando en mi memoria.

Mi perspectiva sobre Bogotá es la de una ciudad vasta y

misteriosa, un lugar que guarda símbolos de diversidad,

secretos y relatos entrelazados. De sus calles han surgido

cuentos, novelas e incluso crónicas del siglo XVI; un archivo

vivo que aún no he descubierto del todo, pero que he decidido

explorar en barrios como Venecia, Santa Rita, el Tintal, algunos

en Suba y Niza, así como Modelia, Usaquén, Cedritos, Prado

Veraniego, Spring, La Soledad, Palermo, Belalcázar, Galerías,

Pardo Rubio, Marly, Quesada, Acevedo Tejada, Chapinero

Alto, Nicolás de Federmán, Villas del Granada, 7 de Agosto,

La Perseverancia, Virrey, Alcalá, Tihuaque, y el Chicó; también

he recorrido lugares en Barrios Unidos, Los Mártires, Tercer

Milenio, La Candelaria, Puente Aranda y el 20 de Julio.

En este viaje, he encontrado no solo amistades y amores,

sino también conflictos, desesperación, ansiedad y frustración.

En algunos rincones de Bogotá, me he topado con encuentros

malintencionados que han desafiado mi resiliencia.

Fue aquí, en Bogotá, donde me convertí en un hombre adulto.

Sin embargo, el proceso fue retador; por las particularidades

de mi tránsito, esta ciudad se convirtió en un escenario donde

mi identidad de género se volvió más visible, expuesta a las

dinámicas sociales que me rodeaban. Esta experiencia fue a

menudo más triste y caótica, marcada por la pérdida de redes

de apoyo, traiciones sentimentales y violencia. Cada uno

de estos factores se sumó a la construcción de mi identidad

como hombre trans en el contexto bogotano, dejando huellas

indelebles en mi camino hacia el autoconocimiento.

A veces, me cuesta recordar esos momentos, pero son los

años más valiosos de mi experiencia como persona trans. Las

lecciones aprendidas en ese tiempo son la base sobre la cual

he construido mi adultez; eso es algo invaluable. Los años que

siguieron fueron diferentes, ya que, gracias al cispassing, pude

desempeñar el rol de un hombre cis en la sociedad durante un

tiempo. Sin embargo, este proceso desató diversas violencias y

conflictos en contextos específicos, especialmente cuando mi

identidad de género se sentía revelada.

La universidad trajo consigo conflictos con compañeros,

profesores y amigos cercanos; todos ellos eran parte integral

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de esa comunidad universitaria. Esta situación me marcó

profundamente y quedó grabada en mí para siempre. Al

elegir estudiar Historia, decidí que, después de cinco años, me

convertiría en historiador; así fue. Tal vez me caracterizo por

tomar decisiones que parecen radicales para la sociedad: mi

transición, mis tatuajes, mi carrera y mi vida en Bogotá. Estas

elecciones fueron fundamentales para el inicio de mi adultez y

afectaron profundamente mi salud mental.

Con el tiempo, experimenté irritabilidad y violencia,

enfrentando espacios donde fui vulnerado y lastimado. También

las relaciones tóxicas y el alcohol formaron parte de etapas que

se llevaron mucho consigo cuando desaparecieron. A pesar de

haber superado estos obstáculos gracias a las duras lecciones

aprendidas en mis vagabundeos por Bogotá, los recuerdos

permanecen: la llaga del trauma, el silencio y la soledad siguen

siendo parte de mí.

Durante mis primeros años en Bogotá, ignoré mi identidad

de género como un mecanismo de defensa para seguir adelante,

pero esta alternativa solo intensificó mi ansiedad, depresión y

estrés generalizado. Estas consecuencias se vieron exacerbadas

por antecedentes familiares paternos relacionados con lo que

ellos llaman “nerviosismo”, que yo denominaría ansiedad, así

como por el alcoholismo presente entre los hombres de mi

familia.

A pesar de esto, debo reconocer el papel fundamental que jugó

la familia de mi madre, Dary Díaz, quien me brindó su apoyo y

me enseñó casi todas mis habilidades interpersonales. Ella ha

sido una voz de aliento constante. Gracias a su idiosincrasia

como personas tambeñas, criadas en un entorno sereno, pude

comprender que es posible vivir con mayor calma, alejándome

de la ansiedad y el estrés de la ciudad, de la universidad, de la

discriminación.

Después de hablar con Jerónimo por videollamada mientras

él estaba en Pasto, comparé mi rol como hombre en la sociedad

al inicio de mi vida en Bogotá con el proceso que vivió Jerónimo

al comenzar su carrera como abogado y cuando era deportista

en una escuela de artes mixtas. Durante nuestra conversación,

compartimos nuestras experiencias: su carrera en Derecho, su

relación con el alcohol y cómo todo esto lo vivió desde Pasto.

Revelamos las complejidades de esos momentos cruciales en

nuestras vidas y cómo el rol de género impactó nuestra salud

mental.

Discutimos cómo las dinámicas de nuestro rol como

hombres en la sociedad impactaron diversas áreas de nuestras

vidas, influyendo en nuestro bienestar emocional y mental. En

mi caso, esto ocurrió durante la universidad, donde profundicé

en temas de género, política y geografía, elementos que me

ayudaron a enfrentar y reconocer mi propio pasado.

Durante esos años, vivía atrapado en el día a día, sumido en

la depresión, el estrés y la ira. Me preguntaba constantemente

por qué me sentía así, por qué ignoraba mi pasado y vivía

en piloto automático. Ahora, siento que esa lucha ha sido un

constante hilo en mi vida, atravesando mis experiencias, mis

pensamientos y la forma en que me relaciono con los demás.

Reflexionar sobre mi identidad de género se convirtió en

una medusa que devoraba mi mente. Me sumergí en el deseo de

entender las razones detrás de mis emociones, enfrentándome

a un proceso doloroso y catártico de reconciliación con mi

identidad. Asumir mi cispassing en la sociedad, identificándome

como AFAN, como un “king” o como un anarquista del género,

también implicó un sentimiento de traición. Me sentía traidor

a la masculinidad por no cumplir con ciertos estándares de

virilidad y a la feminidad porque renuncié a ella, transformándola

a través de procesos corporales que impactaron mi ser.

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Decidí frenar mi desarrollo como mujer mediante el uso de

hormonas que inhiben la acción de las hormonas femeninas en

mi cuerpo, aquellas responsables de la menstruación y de otros

efectos característicos de la feminidad: la distribución de la

grasa, la voz, la textura del cabello, la piel y la ausencia de bello

facial o corporal exuberante. Traicionar mi propia feminidad

fue una decisión consciente. Detuve ese proceso de crecimiento

porque sentía que era necesario dejar de ser percibido como

mujer lo más pronto posible.

Mi cuerpo nunca llegó a ser el de una mujer adulta. Las

únicas veces que menstrué fueron quizás durante uno o dos

años, momentos marcados por el sufrimiento y la incomodidad.

Después, decidí detenerlo de inmediato, sin contemplar las

consecuencias. Como resultado, la distribución de mi grasa no

se desarrolló como lo haría en una mujer adulta, en una Loren

que nunca fui y nunca seré, aquella que la sociedad esperaba

de mí. Someterme a esos tratamientos desde temprano fue mi

renuncia a la feminidad, el inicio de mi tránsito hacia lo que soy

hoy.

En esos años, mi mente se negaba a abordar el malestar que

surgía de la decisión de transitar, aunque eso no significaba que

quisiera dejar de ser trans. Si lo hiciera, ¿significaría que estaba

equivocado? ¿Que siempre lo estuve? ¿Que dejaría de ser trans?

Si no lo digo, ¿soy más cis? ¿Soy más hombre? No mencionarlo

me proporcionaba una sensación de seguridad y privacidad

en mi vida profesional, pero también me obligaba a revelar mi

verdadero ser solo en los espacios más íntimos. Temía que los

demás no comprendieran la totalidad de mi historia y que, en

lugar de encontrar apoyo, me enfrentara a la transfobia.

Ahora lo veo de manera diferente. He llegado a concluir que

hablar de mi historia no borrará mi experiencia como hombre,

sino que reconocerá mi historia como Loren, quien también

soy. Además, reconozco que he superado la transfobia, incluso

siendo más joven, vulnerable e inexperto, como en mis primeros

años en Bogotá. Estoy en un lugar diferente, donde puedo

decidir compartir mi experiencia para desahogarme y calmar

mi mente. Quiero recordar que ese viaje, que se intensificó en la

universidad, puede llevar menos peso, donde ya no importen las

preguntas sin respuesta y donde pueda hablar desde mi verdad.

Jerónimo es mi ejemplo y siempre lo ha sido. Lo llevo en

mi corazón como un hombre que ha desafiado el sistema,

compartiendo su vida con una esposa que también es una mujer

trans, rompiendo los roles de género en nuestra ciudad, Pasto.

Su amor, un amor trans, es una apuesta política que me ha

inspirado profundamente. Encontrar a Jerónimo en Nariño me

ha dado fuerzas ya que al compararlo con mi propia historia,

encuentro similitudes que me reconfortan. Por ello, tener

una conversación con él fue realmente conmovedor; aquí me

permito compartir nuestro diálogo, marcado por la emoción y

la reivindicación de nuestras experiencias.

Desde un lugar formal, Jerónimo es abogado especializado

en Derecho Penal y Derecho Constitucional, además de ser

activista. En nuestra conversación, hacemos una crítica al

sistema binario sexo-género y nos proponemos reflexionar

sobre el patriarcado y el machismo que nos rodean.

Nuestro interés por los Estudios de Género nos une, y

creemos firmemente en la importancia de posicionar las

epistemologías locales. Consideramos que la deconstrucción

de nuestro rol de género es esencial para proponer nuevas

perspectivas de masculinidad, especialmente en lo que respecta

a las masculinidades trans desde el Sur global. Esta búsqueda de

transformación no es solo una cuestión académica; es un viaje

emocional y personal que nos invita a cuestionar y reimaginar

nuestras identidades y el mundo en el que habitamos.

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JERÓNIMO: Mi nombre es Jerónimo Arévalo. Soy un

hombre trans y tengo 26 años. Nací en Pasto y he vivido aquí

toda mi vida. Estudié en el Colegio Javeriano y me gradué

como abogado en la Universidad de Nariño hace un par de

años. Luego, realicé una especialización en Derecho Penal y

actualmente estoy finalizando una especialización en Derecho

Constitucional. Soy litigante y disfruto mucho del ejercicio del

derecho; también me apasiona la investigación académica en

estas áreas.

Como dato curioso, me gusta aprender idiomas como hobby.

También disfruto de pintar y dibujar. La música siempre ha

sido una parte importante de mi vida, aunque, por cuestiones

de tiempo, ya no la practico tanto como antes. Sin embargo,

sigo disfrutando de una amplia variedad de música.

Y aquí estoy. Estoy casado; me casé con una mujer trans hace

dos meses. Ella se llama Cristina y vivimos juntos en Pasto.

Compartimos nuestra vida con un montón de hijos peludos:

tenemos dos perros y cuatro gatos.

DANIEL:Tú dijiste: “Haré todo lo que me gusta, lograré

todos mis sueños”. Siento que es una forma de reivindicarnos,

y por supuesto, Jerónimo, eres un ejemplo vivo de vivir la lucha

en carne propia y decidirte por tus sueños. Hablando de sueños

cumplidos, siento que tienes una lista de logros a tus 26 años.

Es admirable, sin duda. ¿Cuáles han sido esos retos que has

enfrentado para llegar allí, alineados, por supuesto, con tu

identidad de género?

Transitar en una sociedad binaria

que cae en las ideas binarias de género. Al menos yo, cuando

comencé a transitar —hace aproximadamente nueve años— no

tenía la capacidad de pensar el género de otra manera, ¿sabes?

Pensaba: “Quiero ser, soy un hombre trans”, y me enfocaba

en el ideal de hombre trans que quería ser. Este ideal estaba

profundamente influenciado por el machismo patriarcal que

reina en nuestras sociedades, especialmente aquí en Pasto, en

Nariño, y en el mundo del Derecho, donde esto se acentúa aún

más.

Decidí hacer mi tránsito en la universidad. Fue un proceso

difícil, ya que ingresé a la universidad como Valentina a los 17

años, como una adolescente. Cuando terminé mi primer año y

tomé la decisión de transitar, fue un golpe muy duro para todos

en la Facultad. Hasta donde sé, era el primer hombre trans en

estudiar en la Facultad de Derecho y que había realizado su

transición durante sus estudios.

Inicié mi tratamiento hormonal mientras estaba allí. A

menudo me cuestionaban si realmente era un hombre, porque

en toda la Facultad me vieron transitar; sabían que antes era

Valentina y que ahora me llamaba Jerónimo. Me vi obligado

a defender mi nombre, mis pronombres y mi identidad ante

todos, incluyendo al personal administrativo. Así que el primer

reto que encontré para ser el hombre que quería ser —o al

menos para intentar alcanzar ese ideal, que ahora reconozco

como erróneo— fue la falta de reconocimiento de mi identidad.

A pesar de haber realizado mi tránsito, haberme sometido a

una mastectomía y tener una novia, seguían cuestionándome,

¿sabes?

JERÓNIMO: Algo que conversábamos tú y yo hace un tiempo

es que, en realidad, nadie pone en duda que somos hombres. Sin

embargo, definir qué significa ser hombre es complicado, ya

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La perpetuación de la transfobia desde la institución

familiar

JERÓNIMO: Yo sufría mucho por eso. La transfobia nace

del desconocimiento y la ignorancia. La gente teme a lo que

no conoce, a lo que no entiende, a lo que no ha visto. Y eso era

yo en la Facultad, en mi familia y en la sociedad en general.

Para mí, lidiar con esta realidad fue extremadamente difícil.

Afortunadamente, logré cumplir con mis estudios y lo hice bien;

participé y gané varios concursos de litigio en la universidad.

Sin embargo, al mismo tiempo, sufría de disforia, ya que me

costaba mucho alcanzar ese ideal de hombre que se me imponía.

Recuerdo que, cuando le dije a mi papá que iba a transitar,

él, en un momento de resignación, me dijo: “Bueno, si vas a

hacer un hombre, tienes que ser un hombre de verdad”. Para

él, no solo iba a ser su hijo abogado, sino que ahora iba a ser

un hombre abogado. Mi papá me exigió que me comportara

de una manera que él considera apropiada para los hombres.

En ese momento, me dejé llevar por la imagen del macho

violento, del opresor. Sufría enormemente, porque, al final,

no somos hombres cisgénero y nunca lo seremos; ni tenemos

que pretender serlo ni esperar que nos reconozcan como tales,

porque simplemente no lo somos.

El rol masculino y la disforia como antecedente del rechazo

al machismo y al patriarcado

JERÓNIMO: Yo sufría mucha disforia, a pesar de llevar

dos o tres años en transición. Hacía muchísimo ejercicio y me

interesaban las artes marciales mixtas; creía que me gustaban,

pero en realidad estaba atrapado en una película. Me atraían

todos esos temas violentos que asociaba con lo que significaba

ser hombre.

Me involucraba en peleas con cualquiera afuera de los bares

o durante las clases de artes marciales. Era violento con mis

parejas y tenía muchas mujeres. Salía a beber cada fin de semana.

Tenía una pareja que también era abogada. Cumplía con todos

los estándares: era heterosexual, bebedor, violento y hacía

deporte para verme de una determinada manera. Finalmente,

fui reconocido como uno más del montón de hombres. Durante

los últimos dos o tres años de universidad, pasé desapercibido.

Nunca me sentí bien; siempre sufría por alguna razón,

no me sentía completo. Parecía que el día en que podría ser

realmente Jerónimo, el hombre que quería ser, nunca iba a

llegar. A diferencia de otros compañeros trans o masculinos,

nunca llegué a sentirme cómodo con los hombres cisgénero

heterosexuales. Para mí, era como ponerme un disfraz. Cuando

fui niña y crecí como adolescente, experimenté de manera

intensa la violencia hacia las mujeres: el acoso sexual, laboral

e incluso educativo. Sentía que las mujeres eran convertidas en

objetos de satisfacción, y que sus logros no eran valorados por

su mérito, sino por ser atractivas.

Cuando empecé a relacionarme con hombres cisgénero

heterosexuales, escuchaba cómo hablaban de las mujeres. Lo veía

desde adentro y comprendí cómo funcionan esas dinámicas de

género. No sé si tuve mala suerte al relacionarme con hombres

así, pero la mayoría lo era. Así que las conversaciones con

ellos me parecían aburridas y monótonas; siempre terminaban

cayendo en la misma cultura machista y patriarcal. Fingía estar

ahí porque nunca me sentí cómodo.

Todo esto fue parte de los retos que enfrenté para llegar

a ser lo que soy hoy: el no reconocimiento de mi identidad,

la transfobia y los estándares masculinos que dictaban cómo

debía caminar, hablar y participar en dinámicas violentas. Para

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TRANSITAR EN EL SUR

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mí, fue muy difícil.

Interludio: reconciliación e identidad

DANIEL: Llegar a esa reflexión después de haber

experimentado todas esas posiciones no es algo que se

construya de la noche a la mañana; es el resultado de procesos

de deconstrucción que pueden durar años. Te agradezco por

darme la oportunidad de ver más allá de lo que se refleja en el

físico y en esos logros que, digamos, se miden a nivel superficial.

Me llama la atención lo que mencionas sobre esa

reconciliación con un yo que está más adentro, y que emerge

cuando se quita la máscara. Siento que esos pensamientos son

profundos y también son algo que quiero alcanzar en mi propio

camino. En mi caso, he estado en un ejercicio constante de

reconciliación con ese Daniel que reside en mi interior.

Hemos hablado en otras entrevistas sobre el duelo que se

vive con Loren. En cuanto a mi relación con los hombres, me

llevo muy bien con los hombres trans. Son personas que han

aportado mucho a mi vida, brindándome enseñanzas y apoyo

constante. Hoy, con este proyecto, me pregunto: ¿cómo han

empezado a aparecer los hombres en mi vida? Por supuesto,

están mi papá y mi familia, pero también esos hombres que he

conocido desde los 8 o 10 años, con un pico en la preadolescencia

y adolescencia a través del noviazgo o de amistades con

derechos.

Para mí, fue difícil gestionar eso, ya que fue una constante

en mi vida. Tener amistades con hombres fue un reto que

también me motivó a avanzar en mi transición. A los 13 años

tomé decisiones radicales sobre mi forma de relacionarme con

los hombres. Reconocí mi orientación como pansexual, aunque

solo mucho después, en la medida en que me sentía más cómodo

con mi identidad.

Crecí en un entorno donde los roles de género estaban

muy arraigados desde la infancia, y asumir las consecuencias

de ese paradigma en nuestra sociedad fue desalentador. Al

asumir la transición, tomé decisiones radicales que impactaron

mi cuerpo, mi mente y mi salud mental. Se requiere mucho

acompañamiento, y reconocer las consecuencias de nuestras

decisiones nunca es fácil.

Siguiendo tu comentario, asumir la violencia que viene con

esos roles requiere un trabajo interno significativo para sanar y

reconstruir nuestras vidas, a veces desde cero. La reconciliación

y la reivindicación del pasado han sido fundamentales para

mí. En mi experiencia personal, logré lo que quería hacer a

costa de mi salud mental, enfrentando la cultura heterosexual

y la repetida invisibilización de mi identidad como hombre

transexual.

Parte de este proceso ha sido reconectar con hombres trans

y empezar a ser visible. Deseo reivindicar esa parte de mí que

se esfumó mientras asumía mi rol heterosexual en las fiestas

con mis amigos hombres. Quisiera pensar que mi cuerpo y

mente siguen siendo los mismos, y si ha habido cambios en

ellos, Loren fue el origen.

Carta a un amor disidente: charlas sobre el concepto de

dualidad

JERÓNIMO: Cuando salí de la universidad y conocí a Darla,

todo cambió. Era como si un nuevo paisaje se desplegara ante

mí, y aunque algunos problemas nuevos emergieron, la disforia

que me había acompañado durante esos años académicos

comenzó a desvanecerse. Había sido un camino tortuoso, uno

que me exigió tiempo, esfuerzo y terapia para desmantelar las

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TRANSITAR EN EL SUR

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ideas de género que nos imponen.

Se dice que los hombres trans vivimos en medio del privilegio

de la masculinidad, pero la verdad es que esa masculinidad

puede ser cruel, especialmente con quienes nos reconocemos

como disidentes. Así que ahora soy un hombre trans, un

hombre, y, sin embargo, eso parece ser todo lo que hay en mí.

No puedo negar que pasé 17 años de mi vida como mujer; no

puedo desconocerlo. Hablar de esto hoy es el resultado de un

profundo proceso de reflexión sobre quién soy y qué quiero ser;

un proceso que me ha llevado a dejar de sufrir por lo que fui.

DANIEL: Esa dualidad que mencionas. ¿Crees que ser trans

acentúa esa dualidad en nosotros? ¿Podrías decir que todos los

seres humanos la experimentamos de alguna forma? Esto se

vuelve muy filosófico.

JERÓNIMO: Al comenzar mi transición, sentía que nunca

podría borrar a la persona que había sido. Valentina y Jerónimo

eran dos entidades separadas en mi mente. Cuando empecé mi

relación con Darla a los 21 años, descubrí que ella poseía una

habilidad especial para cuestionar los ideales de lo que se supone

que debemos ser como hombres y mujeres. En ese momento,

lidiaba con una disforia intensa y pensaba: “Debo caminar de

esta forma, comportarme así, ocultar mis gustos”. Sin embargo,

con Darla, la incomodidad se desvanecía.

No sé si alguna vez has estado en una relación con una

persona trans, pero es una experiencia extraordinaria. Ella

había atravesado situaciones similares a las mías, así que ya no

sentía la presión de cumplir con expectativas de género que

había experimentado en otras relaciones. Con Darla, podía ser

simplemente yo.

Hoy en día, me gustan muchas cosas consideradas femeninas,

y no me avergüenzo de ello. Por ejemplo, me encanta el lettering.

He llegado a la conclusión de que soy la misma persona; no

percibo a Valentina y a Jerónimo como individuos separados.

Para mí, es simplemente una transformación.

Recientemente, en una clase sobre género, me cuestioné

si, sin los roles de género tan marcados en la sociedad, las

personas trans existiríamos de la misma manera. No tengo una

respuesta clara. Antes, sostenía una postura firme contra lo

no binario, creyendo erróneamente que quienes se identifican

como no binarios no compartían nuestras luchas ni necesitaban

los mismos espacios que nos han costado tanto alcanzar.

JERÓNIMO: Las hormonas pueden parecer maravillosas

al principio, cuando comienzas a notar los cambios, pero

con el tiempo pueden afectar de muchas maneras. Los altos

estándares sociales que nos llevan a mutilar nuestros cuerpos

, e incluso a someternos a cirugías para combatir los efectos

negativos de la testosterona, junto con los cuestionamientos

hacia las experiencias de vida transmasculinas, representaron

grandes retos durante mi transición. Solía odiar a Valentina, a

la persona que fui antes, y eso me causaba un profundo dolor y

sufrimiento.

Hoy en día, pienso que no hay dos personas distintas en

mí. Valoro mi niñez y los 17 años que viví como Valentina.

No trato de ocultar, pelear o ignorar los roles que aprendí; los

integro en mi identidad. Vivo mi identidad de manera pacífica

y tranquila. Ya no me afectan los estereotipos o insultos que la

sociedad pueda dirigir hacia mi pareja.

Entiendo que, al asumir el rol masculino, esa niña que

creció y aún reside en mí puede parecer sepultada. Cuando

los profesionales de la salud mental nos dicen que debemos

reconciliarnos con nuestro niño interior, me pregunto cómo

hacen los hombres trans para reconciliarse con esa parte de sí

mismos. Hablar sobre la identidad de género en las infancias

trans es realmente complejo.

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

Las personas trans a menudo sufrimos mucho tratando de

encajar en un binarismo de género que debería ser revaluado,

ya que es un constructo social. En mi adolescencia, la relación

con los hombres no fue traumática. Me relacioné con varios

chicos, especialmente con hombres mayores, pero nunca sentí

una atracción afectiva hacia ellos; era más una admiración hacia

lo que quería ser.

Creo que las experiencias de vida de cada persona son muy

diferentes y están marcadas por el contexto social. También es

importante reconocer la diversidad de orientaciones dentro de

la población trans y deconstruir los prejuicios asociados con

la homofobia y la lesbofobia. Durante mi adolescencia, viví

intensamente mi rol como niña y adolescente, y al enfrentar

las exigencias del rol de género, pasé por una etapa profunda

de negación. Mi trauma social principal fue no cumplir con

el estándar de mujer que se esperaba de mí, a pesar de mis

esfuerzos.

Dejar de odiarme y aceptar a la persona que fui antes como

parte de mí ha sido liberador. Me veo como la misma persona:

la niña, la adolescente y la mujer que se transformó en quien

soy ahora.

Cultura y Carnaval: un perspectiva epistemológica

DANIEL: Hoy en día, las etiquetas que utilizamos son

grandes categorías que sostienen el sistema, y parece que no

hay escapatoria. A pesar de que tratamos de resistir y reafirmar

nuestras identidades mientras reconciliamos nuestro pasado,

esto puede no ser más que un pequeño ejercicio político. Tanto

el sistema médico como el jurídico han creado instituciones

que jerarquizan a la población según su sexo y género. Sin

embargo, al hablar desde el Sur Global, reconocemos otras

epistemologías. El Carnaval, las carrozas y los simbolismos

que se presentan me llevan a cuestionar mi identidad de género

más allá del binarismo. El Carnaval y el reconocimiento del

pasado indígena me permiten ver mi resistencia frente a los

grandes sistemas de colonización, como la implantación de

un núcleo binario en el capitalismo, el patriarcado y nuestro

sistema global.

Reconocer los contextos y epistemologías locales me

ayuda a auto-reconocerme como un sujeto disidente del

género, auténtico, con una fuerte cultura y un entendimiento

profundo de mi identidad. Me permito rechazar ser un hombre

hegemónico y aceptarme desde mi disidencia frente al sistema

sexo-género y mi contexto cultural como nariñense.

La sociedad cisheterosexual, sostenida por grandes

instituciones médicas, farmacéuticas y jurídicas, ha perpetuado

la transfobia, afectando la salud mental y física de las personas

trans. Enfrentar la necesidad de cumplir con una lista de tareas

para sentirme pleno en la sociedad es una consecuencia de

las dinámicas de nuestro sistema. Buscamos transiciones más

saludables.

Regresando al tema del Carnaval y de la identidad nariñense,

quisiera explorar cómo esta identidad cultural influye en

tu proceso de deconstrucción. Hemos hablado de cómo el

hombre tradicional nariñense es muy conservador, pero ¿crees

que tu identidad nariñense te ha permitido avanzar en esa

deconstrucción con tu familia, tu esposa y tu círculo cercano?

¿Te ha dado una libertad particular para expresar tu identidad?

Hablemos un poco de cómo ves esa influencia de tu identidad

nariñense, especialmente considerando la rica cultura y el arte

de Nariño.

JERÓNIMO: Considero que las personas con orientaciones

sexuales, identidades y expresiones de género diversas hemos

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COLECTIVO ANDINXS

encontrado en el arte y la cultura una forma de sobrevivir y

resistir. La cultura y el arte han sido un refugio, mostrando una

mayor apertura hacia las personas diversas. En estos espacios,

a menudo no importa si alguien con un traje espectacular

y enormes diademas es trans o no; lo que priman son otros

aspectos.

El Carnaval, en particular, es un ejemplo de cómo estos

espacios culturales pueden ser inclusivos. A lo largo de mi

vida, he disfrutado del Carnaval y me encanta participar, ya

sea jugando, viendo los grupos o admirando las carrozas.

Durante varios años, la familia Castañeda organizó un desfile

que destacaba a personas trans y diversas. Darla Cristina, mi

esposa, cuando estuvo en la gobernación de Nariño, organizó

un desfile especial que, aunque no era parte del Carnaval,

se alineaba con su espíritu. En este desfile, las chicas trans,

históricamente relegadas a trabajos como la prostitución o

la peluquería, se vestían de damas antiguas, mientras que los

chicos trans se vestían de caballeros. Fue un ejercicio muy

bonito que recibió una gran acogida en Nariño, permitiendo a

muchos chicos trans disfrutar del Carnaval y sentirse cómodos.

El Carnaval es parte integral de nuestra cultura e

idiosincrasia, y también refleja nuestros tránsitos personales.

Es un espacio en el que puedes estar cómodo y ser aceptado,

sin importar quién eres, siempre que participes con entusiasmo

y sigas la coreografía. Históricamente, personas trans han

formado parte del Carnaval de Negros y Blancos, ya sea como

reinas de carrozas o como artistas en la creación de las figuras

del desfile.

Para los nariñenses que hemos crecido aquí, el Carnaval

es fundamental en nuestras vidas. Detrás de las máscaras del

Carnaval, puede haber cualquier persona, y las representaciones

que vemos, como tigres, animales y colibríes, son una

manifestación de esa diversidad.

Cierre

JERÓNIMO: Me parece fundamental reflexionar sobre

la memoria y la historia de los hombres trans, que a menudo

quedan al margen. Es una alegría ver que hoy estamos llevando

a cabo estos ejercicios para reivindicarnos y contar las historias

de los hombres trans de Nariño.

Cada uno de nosotros tiene historias valiosas que pueden

contribuir al movimiento transmasculino y ayudar a deconstruir

ideas preconcebidas. También podemos apoyar a los nuevos

chicos trans, para que experimenten tránsitos más tranquilos,

acompañados y serenos. En lugar de seguir un esquema rígido

de “cinco pasos para ser un hombre”, podemos fomentar la idea

de descubrirse a uno mismo y sentirse cómodo en el propio

camino, sin la necesidad de cumplir con expectativas tan

invasivas y emocionalmente intensas.

Es crucial que compartamos nuestras experiencias para

evitar que se repitan los sufrimientos y las imposiciones de

género que hemos enfrentado. Debemos luchar contra la

perpetuación de estas normas en nuestra sociedad. Liberarnos

de estas imposiciones de género es un proceso liberador que

nos permite disfrutar de muchas otras cosas. A veces, se

nos ha restringido explorar y experimentar con diferentes

orientaciones y cuerpos, y eso es algo que necesitamos cambiar.

He disfrutado mucho de esta reflexión y creo que es esencial

continuar hablando sobre estos temas para avanzar hacia una

mayor comprensión y aceptación.

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V. SANTIAGO D

Migración, ansiedad y reconciliación con la familia

Santiago es un amigo de toda la vida; ambos crecimos en El

Tambo, Nariño, donde compartimos no solo el colegio, sino

también un círculo de amistades entrañables. Más tarde,

nos trasladamos a Bogotá para continuar nuestros estudios,

aunque en universidades diferentes. Durante esos años,

nuestra conexión se desvaneció, pero siempre mantuve en mi

memoria la imagen de Santiago: un hombre inteligente y un

tanto reservado. Hoy, ambos habitamos esta ácida Bogotá. En

nuestra conversación nos acompaña Fernanda, miembro del

colectivo Andinxs, cuya labor como diseñadora ha sido esencial

para nuestro proyecto. Su visión nos ha guiado a entender cómo

conectar con el público a través de diversos canales y formatos.

El evento migratorio que hemos experimentado es crucial

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COLECTIVO ANDINXS

en nuestras vidas. Para mí, evoca el dolor de dejar atrás a mi

familia en El Tambo y la dificultad de mantener el contacto con

ellos. Asumir la responsabilidad de ser un hijo presente fue un

gran desafío, ya que implicaba desentrañar las complejidades

que la distancia introduce en nuestras relaciones. Santiago

comparte una experiencia similar; su decisión de migrar nació

del deseo de forjar una nueva vida lejos de su hogar, una ciudad

donde pudiera reinventarse y construir al hombre que es hoy.

Este distanciamiento acentuó su soledad y generó conflictos

con su familia. Sin embargo, también discutimos cómo la

distancia puede facilitar la reconciliación familiar; el regreso

temporal a casa puede, a veces, fortalecer esos vínculos.

Cuando Santiago regresó a El Tambo durante la pandemia,

tuvo la oportunidad de reafirmar su conexión con su familia.

Allí encontró una aceptación renovada como hombre trans y

rescató ese amor familiar que tanto valoramos como personas

LGBT+. Este amor y acompañamiento son, lamentablemente,

algo que muchas personas trans pierden al iniciar sus tránsitos.

Santiago también compartió su experiencia con las crisis

de ansiedad generalizada y los estados de paranoia que lo

acompañaron al comienzo de su transición. Enfrentar estas

circunstancias fue un desafío formidable, pero él resaltó el

valor del apoyo familiar y la comprensión de su círculo más

cercano, fruto de la dualidad entre distancia y reencuentro.

Esto me lleva a reflexionar: ¿qué tan difícil sería atravesar estas

experiencias en soledad? Hay muchas personas que enfrentan

estas realidades solas, y es fundamental reconocer sus luchas.

A través de nuestras conversaciones, esperamos brindar una

voz de aliento y reafirmar nuestra admiración y empatía hacia

los procesos de tránsito. La importancia del apoyo familiar y de

la comunidad se vuelve aún más evidente en estos contextos,

donde el amor y la comprensión pueden marcar una diferencia

significativa en la vida de quienes atraviesan situaciones

similares.

Santiago recuerda su deseo de no regresar a Bogotá

después de haber estado rodeado de su familia en El Tambo,

una experiencia que había fortalecido sus lazos afectivos. Mi

historia es paralela, especialmente en relación con mi padre,

Carlos, y mi madre biológica, Judith. Ambos han intentado

estar presentes en mi vida de distintas maneras, a pesar de los

desacuerdos entre ellos, lo que, paradójicamente, ha llevado a

un distanciamiento similar entre mí y cada uno de ellos.

En cuanto a mi padre, solo pude entenderlo y extrañarlo

tras haber estado distanciado y haber atravesado los retos

que me trajo Bogotá. Su forma de ver el mundo también ha

cambiado, influenciada por la vida misma, su estado de salud y

sus decisiones. Por otro lado, tuve la oportunidad de recuperar

mi vínculo con Judith, hallando en nuestra relación un espacio

de amistad y, sobre todo, el apoyo de ella a mis proyectos, así

como mi compañía a través de medios digitales.

Aún hay muchas dimensiones de mi vida que debo

recuperar, pero este es el primer paso. Tras estas primeras

cinco conversaciones, nos encontramos al borde de concluir

esta propuesta, llenos de preguntas y respuestas sobre disforia,

amistad con hombres cis, solidaridad entre hombres trans de

nuestra región, vida en la periferia, testosterona y críticas al

sistema binario sexo-género. Asimismo, incluimos nuestras

perspectivas sobre el Carnaval, nuestra cultura y el contexto

social regional. Este viaje es uno del cual me siento orgulloso

de haber comenzado. No solo estoy acompañado por mis

excepcionales compañeros Fernanda Rozo y Santiago Agreda,

sino también por un valiente grupo de hombres que comparten

experiencias similares a las mías.

En la siguiente conversación, abordamos temas como la

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ansiedad y la experiencia familiar de Santiago a través del amor

y la reconciliación. Además, exploramos los roles de género y

la cultura nariñense que marcan nuestra cotidianidad. Santiago

aporta su perspectiva como abogado, deportista y amante de la

lectura, enriqueciendo así nuestro diálogo sobre estas complejas

realidades.

DANIEL: Santiago me ha acompañado desde la distancia;

ha habido un lazo que ha permanecido a través del tiempo,

permitiéndonos compartir este espacio para hablar sobre algo

que nos une profundamente: nuestra experiencia de vida trans

masculina. Santiago, ¿qué relación crees que tenemos con

nuestro pueblo? Los dos venimos de un lugar muy pequeño.

SANTIAGO D.: Gracias por la invitación. Mi nombre es

Santiago, soy un amante del deporte; me encanta ir al gimnasio,

correr, hacer natación, todo lo que implique movimiento.

Estudié leyes y soy abogado desde hace dos años, apoyando a

las empresas en su parte contractual con los clientes. También

disfruto de la lectura y me caracterizo por ser una persona

tranquila y amigable.

FERNANDA: Gracias, Santiago. Es un honor estar aquí

en este espacio tan íntimo. Mi rol es asegurarme de que

este mensaje llegue a las personas que necesitan y quieren

escucharlo.

DANIEL: Quiero comenzar esta conversación desde el

punto de origen que nos vio nacer y crecer: El Tambo, Nariño.

Es un pueblo condicionado no solo por su geografía, sino

también por su cultura, tradición y la forma en la que nos

relacionamos familiarmente y con los amigos. Santiago, ¿qué te

llevó a decidir, a los 17 años, irte del pueblo, migrar y atravesar

el país hasta Bogotá?

SANTIAGO D.: Quería buscar mayores oportunidades

afuera, ya que en un municipio las posibilidades son mucho más

restringidas. Deseaba crecer a nivel académico y profesional,

explorar otros horizontes y un contexto diferente al que se

vive en un lugar pequeño, conservador y muy arraigado a su

tradición. Buscaba huir de la incomodidad y el rechazo. Bogotá

es una ciudad más abierta; cada persona vive en su propio

mundo, es más libre y ofrece la oportunidad de empezar de

cero. Quería conocerme más, explorar otras cosas, conocer

personas y otra cultura.

FERNANDA: Gracias, Santiago, por compartir esto. Me

gustaría preguntarte qué significó para ti llegar a Bogotá y

presentarte como Santiago.

SANTIAGO D.: Salí de El Tambo a los 17 años, y en ese

momento aún usaba mis nombres anteriores. Así ingresé

directamente a la universidad; me conocían por mi nombre

femenino. Muchos de mis amigos, compañeros de clase y

profesores me conocían así, y el cambio no fue como esperaba.

No era el entorno de El Tambo el problema exacto, sino cómo

me sentía al estar en ese contexto. Realmente, cursé el primer

semestre así.

Después, cuando recién cumplí 18 años, pasé por una crisis

bastante profunda de ansiedad que me hizo replantearme muchas

cosas en mi vida. Regresé a El Tambo para recomponerme

y cambié mi nombre. Luego volví a Bogotá y comencé el

segundo semestre, esta vez con mi nuevo nombre. Hice todo

el cambio en la universidad y me presenté directamente como

Santiago a mis nuevos compañeros. Aunque ya eran otros

compañeros, hice amistad con algunos del primer semestre,

quienes comprendieron el cambio sin problemas. No estoy

seguro de lo que se comentaba a mis espaldas, pero nunca lo

supe directamente.

DANIEL: Puedo empatizar con el desafío de ser cuestionado

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desde tu identidad, que es algo fundamental para mí. Me

interesa mucho el tema de huir y, al final, darse cuenta de que

no se puede huir de uno mismo. Cuéntanos sobre ese primer

regreso a El Tambo cuando ya estabas más libre y con la vida

más resuelta en términos de identidad, tu vida profesional,

tus amigos en la universidad, y tu familia, que también estaba

pasando por su propio proceso. ¿Cómo fue el recibimiento de

Santiago, ya más formado y maduro, en tu pueblo natal?

SANTIAGO D.: Quiero comenzar un poco antes del primer

recibimiento para comparar un antes y un después. Antes de

ir a la universidad, el contexto en el que estaba, tanto en mi

relación familiar como con la sociedad, era bastante negativo.

Aunque no experimenté transfobia directa, los comentarios y

actitudes hacia mí me afectaban profundamente. Sentía mucho

odio, tanto hacia las personas como hacia mí mismo, lo que

impactó negativamente en mi vida. Cuando me fui, realmente

no encontré lo que estaba buscando, porque el problema no era

simplemente mudarme a otro lugar.

El punto no era solo cambiar de escenario, sino recomponerme

desde adentro y desde afuera. Este proceso comenzó con la

crisis de ansiedad que experimenté. A partir de ese momento,

empecé a trabajar en mi interior y a reconstruir los lazos con

mi familia. Fue un proceso gradual, no de la noche a la mañana.

Aunque sigue siendo un proceso en desarrollo, especialmente

en los primeros tres años, la relación familiar, que antes no

valoraba tanto, se ha convertido en la más importante para mí

y ha mejorado con el tiempo.

Además, entre ir y venir, la pandemia también jugó un papel

crucial. Cuando volví a El Tambo durante la pandemia, los

lazos familiares y de amistad se volvieron más fuertes y unidos.

Cada vez que pasaba el tiempo, esos lazos se llenaban de amor

y aceptación. Después de terminar la universidad, regresé a

Bogotá, pero encontré un choque emocional. Había estado

reconectando con mi familia, sintiendo mucho amor y cariño, y

luego volví a Bogotá sintiendo que había perdido esa conexión.

Fue un choque emocional fuerte, y una de las razones por

las que decidí regresar al municipio por otros dos años. Me

cuestioné a mí mismo, pensando que quizás estaba cometiendo

un error. Aunque inicialmente quería irme lejos y empezar de

nuevo en un lugar donde nadie me conociera, todo cambió.

Me di cuenta de que los lazos internos y externos se habían

reparado, y ese no era realmente el problema.

Transición de género y roles de género

DANIEL: Para sanar los vínculos familiares, a veces la

distancia se convierte en un camino hacia la reconciliación y

la aceptación. Es fascinante el trayecto hacia la aceptación,

ya que el primer choque con nuestra identidad de género a

menudo proviene de quienes nos rodean. Desde mi experiencia,

el rechazo inicial es una sombra que muchos enfrentamos.

Recuerdo claramente el momento en que decidí cortar mi

cabello; en un pueblo pequeño, una mujer con el cabello corto

atrae miradas y murmullos. A los doce años, no sabía que esa

acción estaba relacionada con mi identidad, pero la incomodidad

me envolvía como un abrigo pesado. Fui a la peluquera de toda

la vida, esperé mi turno con el corazón en un puño. Cuando me

preguntó qué quería, busqué en la revista el primer corte que

vi en un hombre y, con una voz temblorosa, respondí: “Quiero

ese.”

SANTIAGO D.: Queramos o no, nuestra infancia y el

contexto que nos rodea son parte de nuestro ser. Estas

características que nos moldean a lo largo del crecimiento

son fragmentos de nuestra identidad. No lo llamaría fusión;

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más bien, son matices que ya residen en nosotros, esperando

expandirse, modificarse o entrelazarse con otras cualidades.

DANIEL: En mi adolescencia, me sentí profundamente

identificado con el personaje de Dani. Escribía mi nombre

con una Y, y vivía mi identidad de género bajo la influencia

de una fuerte feminidad. ¿Qué fragmentos de esa feminidad,

de esos ecos más tempranos de Santiago, podrías compartir

hoy? Quizás algunas se han desvanecido, pero ¿qué rasgos

permanecen?

SANTIAGO D.: Por ejemplo, una de las cualidades que

aún conservo es mi empatía. Soy alguien que escucha, que se

esfuerza por entender a los demás; considero que es una virtud

esencial. Aunque algunos puedan asociarlo con lo femenino, esa

capacidad ha sido parte de mí desde la infancia. En contraste

con el rol masculino, que a menudo se expresa alzando la voz o

adoptando una postura autoritaria, mi habilidad para escuchar

y comprender sigue siendo un núcleo fundamental de mi

identidad.

La escucha frente a la actividad, los lugares de

sociabilización y la comunidad LGBT

SANTIAGO D.: En comparación con mis amigas y con

otros hombres, las conversaciones suelen ser más superficiales,

menos íntimas. Es raro que los hombres se abran de verdad

sobre lo que les sucede. Las charlas tienden a gravitar hacia

actividades compartidas: hacer deporte, jugar al fútbol, como

si esas interacciones pudieran sustituir la profundidad del

diálogo. A pesar de eso, debo admitir que disfruto del deporte;

hay algo especial en trotar o hacer senderismo en grupo. Esos

momentos de actividad conjunta son los que realmente me

conectan con los demás. También valoro el intercambio de

ideas en entornos académicos o laborales con amigos cercanos,

pero no encuentro mi lugar en las fiestas, en las discotecas.

Esos espacios me resultan ajenos, como si pertenecieran a otro

mundo donde las palabras flotan sin sentido.

DANIEL: ¿Existen lugares en tu vida que sean específicos

para la comunidad LGBT?

SANTIAGO D.: En realidad, nunca he visitado lugares

exclusivamente LGBT, ni siquiera he sentido la necesidad de

hacerlo. Mis amigos tienden a ser más conservadores; aunque

a veces discutimos temas relacionados con la comunidad, esos

espacios no forman parte de mi vida cotidiana.

DANIEL: Tu cultura nariñense es una parte fundamental

de quién eres, y también influye en otras facetas de tu vida.

Además de ser hombre y abogado, ¿qué papel juega tu

identidad nariñense? ¿Cómo impacta eso en tu identidad y en

tus experiencias?

La cultura nariñense en nuestra cotidianidad

SANTIAGO D.: Comparto muchas de mis experiencias

en Bogotá con quienes sienten curiosidad por la cultura de

Nariño. En Pasto, tenemos un carnaval hermosísimo, y para mí

es esencial dar a conocer nuestra danza, nuestro arte, nuestra

cultura del sur. A menudo, en Bogotá, me preguntan: “¿Dónde

queda Pasto? ¿Dónde queda Nariño? ¿Eso es de Colombia?”

Quiero que más personas se acerquen y descubran nuestra

riqueza cultural. Intento resaltar nuestras expresiones únicas

y nuestra forma de hablar, que a veces puede sonar curiosa

para quienes no están familiarizados. Es un rasgo distintivo de

nuestra identidad, una herencia que llevamos con orgullo en

nuestro día a día.

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FERNANDA: Como mencionábamos antes, he tenido un

gran aprecio por la cultura nariñense desde hace unos diez

años, cuando asistí por primera vez al carnaval. Me asombró

profundamente y transformó por completo mi perspectiva

sobre esa región del país y su arte. Aunque había oído hablar

del carnaval, no tenía idea de lo impresionante que era en vivo.

La experiencia me impactó, y mi admiración por el esfuerzo

que se dedica a prepararlo durante todo el año ha crecido

enormemente. La música andina también me atraviesa de una

manera especial, y espero seguir conociéndola cada vez más.

VI. SANTIAGO H

Un recorrido por la amistad, la testosterona

y nuestras perspectivas

¿Qué significa el nombre Aaron Santiago? Fue lo primero que

busqué en Google tras terminar nuestra conversación. Para mi

sorpresa, la descripción que encontré retrata con precisión lo

que Santiago Herrera representa para mí y lo que puedo ver

en él:

Aarón proviene del nombre hebreo ןֹרֲהַא (Aharon), cuyo

significado es «progenitor de mártires». También se ha

relacionado con el término egipcio «Aha Rw» (león guerrero).

Aarón significa el que sabe actuar en el momento oportuno

y encuentra lo que quiere. Respecto al hebreo, hay varios

significados, entre ellos: el que guía por el camino correcto,

el que instruye desde lo alto, el que hace crecer. El nombre

propio de Santiago tiene un origen religioso y se remonta

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

a la época del apóstol Santiago, uno de los discípulos más

cercanos a Jesús. El nombre proviene del hebreo «Yaakov», que

significa «suplantador» o «sustituto». El origen del nombre

propio Santiago proviene del hebreo y significa «Dios es mi

salvación». Santiago es un nombre propio que evoca fortaleza

y determinación. Las personas con este nombre suelen ser

valientes y audaces, dispuestas a enfrentar cualquier desafío

que se les presente. Son emprendedores y ambiciosos, siempre

buscando alcanzar sus metas y superar sus propios límites.

(Búsqueda informal en Google)

Esta es la última conversación del libro, y su final me

deslumbró. Santiago H. respondió a la pregunta sobre el origen

de su nombre, revelando que lo eligió por su significado. Cree

firmemente en los símbolos y ha forjado su esencia desde muy

temprano, cultivándola con dedicación y cuidado. Es un hombre

fuerte, emprendedor y valiente—un amigo, un hermano, un

hijo—desde siempre.

Me sorprende profundamente que Santiago H. sea trans y

elija hablar conmigo sobre ello, a pesar de la distancia que nos

separa y del poco tiempo que tenemos. Cada una de nuestras

conversaciones anteriores ha dejado una huella en mí que

nunca imaginé. La historia, la imagen y la mentalidad que mis

amigos trans han construido con tanto esfuerzo son auténticas

y admirables. Esta realidad siempre me impresiona, incluso

siendo yo también un hombre trans.

Comparten cualidades que parecen resonar en un eco

profundo: inteligencia, elocuencia, espíritu emprendedor,

disciplina, habilidades atléticas, solidaridad y profesionalismo.

En su presencia, el mundo se torna un poco más claro, y la vida,

un poco más intensa.

Es especialmente significativo, porque, incluso yo, que

he conectado con él en un círculo tan cerrado, no conocía a

Santiago H. antes de su transición. Su reserva sobre el pasado

ha hecho que nunca toquemos ese tema. De hecho, esta es una

de nuestras primeras conversaciones sobre personas trans. A

medida que hablamos, nos damos cuenta de que compartimos

un respeto genuino por las experiencias del otro. En este

diálogo, nos convertimos en espejos, reflejando la visión de

masculinidad que cada uno ha construido.

Durante nuestra conversación, nos atrevemos a explorar

nuestra identidad y a enfrentar preguntas difíciles. Santiago

H. se destaca, sin duda, por sus pensamientos organizados, su

pasión y su empeño. No tengo prejuicios sobre él ni sobre su

tránsito; su rol en la sociedad y la forma en que construye sus

relaciones han suscitado en mí una admiración constante. En su

mirada hay una profundidad que me invita a seguir indagando,

a no temer la complejidad de nuestras historias entrelazadas.

Santiago H. es un hombre de símbolos, y se enorgullece

de su signo zodiacal: Aries, un fuego intenso que representa

el origen, la primera llama y el inicio del cambio. Este signo

no solo refleja su personalidad, sino también el proceso de

transformación que ha vivido. Su transición es un símbolo

de la destrucción de viejas creencias y de la apertura hacia

nuevas posibilidades desde su propia autonomía. Así, nuestra

conversación se convierte en un espacio para explorar no

solo nuestras identidades, sino también las complejidades del

camino hacia la autenticidad.

Este diálogo se transforma en un lugar de conexión

profunda, donde indagamos no solo en nuestras historias,

sino también en las capas de significado que han acompañado

nuestro recorrido. A través de nuestra amistad, el diálogo y la

sensibilidad, descubrimos juntos la belleza de la vulnerabilidad

y la fortaleza que emana de ser fieles a nosotros mismos. En este

intercambio, el tiempo parece diluirse, y cada palabra resuena

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

con la profundidad de nuestras experiencias compartidas.

La curiosidad sobre el significado de su nombre me llevó a

investigar también el de los nuestros, con el deseo de recordar

la esencia que cada uno ha dejado en este libro. Así, decidí

esbozar una pequeña esquematización, a partir de mi propia

interpretación y de una breve búsqueda en la red.

Esteban: Coronado, desde la tradición griega. En la tradición

cristiana, se le asocia con San Esteban, el protomártir que

derramó su sangre por profesar su fe. Creativo. Carismático.

Victorioso.

En cada significado, un eco de lo que somos; en cada nombre,

una historia que aguarda ser contada.

Alejandro: Defensor, proyector, líder de gran magnetismo e

influencia; posee una notable capacidad de diálogo. Se relaciona

con la fortaleza y la perseverancia. Su origen griego significa

«el hombre que protege o defiende».

Santiago: Santiago significa «Santo lago» o «Santo Jacobo».

Se asocia con Santiago el Mayor, apóstol de Jesús. Es un líder

y guía, determinado, que inspira respeto. Curioso, amable,

abierto e intuitivo.

Jerónimo: De origen griego, significa «el que lleva un nombre

sagrado». Su nombre guarda misterio, y su carácter es abierto

y dinámico, dotado de capacidad resolutiva, lo que lo convierte

en un líder natural. Es leal, responsable y se compromete al

máximo.

Daniel Felipe: Daniel significa «justicia de Dios». Es generoso

y digno de confianza; sensible, busca aprobación y da más de lo

que recibe. Felipe es carismático, respetuoso y un líder sensato.

Su nombre evoca nobleza y respeto.

Cada nombre es un susurro de lo que llevamos dentro, una

narrativa entrelazada que define quienes somos en la vastedad

de nuestras experiencias.

Nariño: un escenario en el cual se gestan vínculos de

solidaridad entre hombres trans

SANTIAGO H.: Muchas gracias por invitarme a este espacio

y por la oportunidad de compartir un poco sobre mi experiencia.

Mi nombre es Santiago, tengo 24 años y actualmente resido

en Pasto. Estudio un técnico en gestión empresarial los

sábados. Además, tengo mi propia microempresa, dedicada

a la producción de sogas y lazos ganaderos. Me encantan

los animales, especialmente los perros. En fin, estoy muy

entusiasmado con lo que hago y con las oportunidades que se

presentan en mi camino.

DANIEL: Qué bueno oír eso, Santiago. ¿Siempre has vivido

en Pasto?

SANTIAGO H.: Sí, siempre he vivido aquí en Pasto.

En la sencillez de sus palabras, se percibe la profundidad

de una vida tejida con sueños y anhelos, donde cada día es una

nueva oportunidad

DANIEL: ¿Cómo ha sido la experiencia de vivir en Pasto y

estar rodeado de la tradición, la cultura y el arte? ¿Qué papel

juega la cultura y el arte nariñense en tu vida?

SANTIAGO H.: Me encanta la música nariñense. También

me fascina la parte cultural de los carnavales y su música.

Siempre ha sido algo que he disfrutado, como si formara parte

de mi esencia.

DANIEL: Santiago y yo nos conocemos desde hace ya

algunos años, ¿cierto?

SANTIAGO H.: Nos conocemos desde hace unos diez años.

Teníamos 15 o 16 años en aquel entonces.

DANIEL: ¿Te acuerdas cómo nos conocimos?

SANTIAGO H.: Recuerdo que, al principio, hablamos mucho

sobre música. Nos conocimos por chat durante la transición, y

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

luego surgió la oportunidad de salir juntos en Halloween. Fue

genial; tomamos un poco y nos reímos mucho. La verdad, fue

una experiencia muy chévere.

DANIEL: Sí, siento que tenemos una gran conexión. Sin

embargo, no hemos tenido la oportunidad de estar juntos

durante períodos largos. Es un vínculo que se creó en un

momento específico y que ha perdurado con el tiempo.

SANTIAGO H.: Sí. Siempre ha habido un vínculo muy

chévere entre nosotros.

En cada palabra, resuena la historia de una amistad forjada

en risas y música, un lazo que, a pesar de la distancia, se

mantiene vivo como un eco en el tiempo.

DANIEL: Es un vínculo genuino, como si nos conociéramos

bien o tuviéramos mucha confianza, a pesar de que solo nos

hemos visto una vez..

SANTIAGO H.: Exacto. Pero sí, chateábamos bastante

al principio. Hablábamos mucho, especialmente de música.

Recuerdo que una vez me enviaste una canción de Superlitio.

Imagínate, tengo muchos recuerdos de eso.

DANIEL: Tú tienes buena memoria. Yo soy historiador y, a

veces, no me acuerdo bien de los sucesos de mi vida.

SANTIAGO H.: Ay, no, pero realmente eres muy inteligente,

muy “pepa”. Te admiro mucho, en todo el sentido de la palabra.

Gracias a ti, siento que ha sido un proceso más fácil crear este

proyecto y hablar sobre la transición en general. Siempre he

sentido que tengo una voz de aliento en mis amigos trans. Si

no tuviera su apoyo, si estuviera aislado, el peso del estrés, la

ansiedad y la tristeza sería mucho mayor. Pero los momentos

compartidos con mis amigos son tan reconfortantes que

perduran a lo largo de los años.

DANIEL: En Santiago, queremos conocer un poco sobre

esas experiencias en paz. Contextualizando, Pasto es una

ciudad pequeña, con muchos menos habitantes que Bogotá. La

tradición y la cultura crean una comunidad en Pasto, donde los

lazos son más fuertes y la gente tiende a conocerse mejor.

SANTIAGO H.: Exacto, sí. Aquí la ciudad es pequeña y

la gente suele hablar entre sí. A veces, incluso conocen a los

papás de uno. Imagínate, conforme pasa el tiempo, las familias

también se conocen. Así es, es una ciudad pequeña, hay amigos

en común y muchas conexiones.

En el entrelazado de sus palabras, se percibe la calidez de una

comunidad que, a pesar de su tamaño, resuena con la fuerza de

las relaciones auténticas, donde cada encuentro es una historia

que aguarda ser contada.

DANIEL: Asimismo, pasa con los hombres trans; casi todos

nos conocemos

SANTIAGO H.: Eso, eso también. Uno ya sabe cuántos

hombres trans hay, quiénes son y cómo se llaman. De los

que estamos aquí en Pasto y de los que tengo fuera, como tú.

Aunque no hablamos mucho, cuando compartimos momentos,

hay una buena conexión.

DANIEL: ¿Alguna vez has peleado, discutido o tenido algún

conflicto con un hombre trans?

SANTIAGO H.: Sí, pero no por formas de pensar. Más que

todo, ha sido por cuestiones de chicas.

En esas palabras se dibuja un paisaje de complicidad y

tensiones, donde las amistades se entrelazan con los matices

de la vida cotidiana, reflejando la complejidad de las relaciones

humanas en un mundo que, aunque pequeño, está lleno de

matices.

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

Nuestros modelos de masculinidad y de transición, la

presión desde la psiquiatría

DANIEL: Hablando sobre la infancia, ¿qué modelos

masculinos o de masculinidad llegaron a ti primero? ¿Cuáles

fueron esos referentes, ya sean cis o una masculinidad trans?

Para mí, tú eres un referente y lo has sido desde el inicio. Me

acerqué a ti porque fuiste el ejemplo del lugar al que quería

llegar en mi transición. Así que, si pudieras volver a tu infancia,

yo me acuerdo de que...

SANTIAGO H.: ¡Qué lindo saber eso!

DANIEL: Siento que tu transición se hizo con potencia,

impacto y valentía. Fue un proceso que iniciaste en tu

adolescencia, y por eso, fuiste un referente de masculinidad

trans para mí. Eso me ayudó mucho a creer en la posibilidad de

ser hombre trans.

SANTIAGO H.: Me hace feliz realmente. Respondiendo a

tu pregunta, cuando era pequeño, mi referente masculino fue

mi papá. Hablando de géneros, durante mi adolescencia, un

chico trans que me inspiró fue Aydian Dowling, de Estados

Unidos. Lo investigué porque me pareció interesante. Él fue

un referente; pensé que era chévere cómo se veía y la seguridad

que tenía. Eso fue al inicio de mi transición.

DANIEL: ¿Recuerdas cómo llegó esa información a ti?

SANTIAGO H.: Sí, buscaba bastante en YouTube porque

sabía que existía la transexualidad. Había un chico que era

novio de una ex, llamado Dani, y él era un chico trans. Entonces

pensé: “Ve, sí ha habido otros”. Imagínate, ni siquiera sabía

que podía hacer mi transición, pero gracias a eso lo descubrí

y comencé a investigar. Cuando vi a Aydian, dije: “Wow, qué

chévere verme así”. Así que empecé a hablar con mis papás. Con

mi mamá fue difícil; fue muy duro, pero al final lo aceptamos

DANIEL: Yosiento que cuando encuentras un referente, es

muy significativo. Recuerdo que el primer hombre trans que vi

fue en un documental por televisión. En ese momento, pensé:

“Yo soy eso”.

SANTIAGO H.: ¿Cierto? Es como, “mierda, me identifiqué,

sí soy”.

DANIEL: Pero en dos segundos, no pasó más. Vi y tomé la

decisión en ese momento. Me parece impactante que algo así no

se ponga en duda; fue tan rápido...

En sus palabras, hay una mezcla de nostalgia y

descubrimiento, un viaje que revela cómo los referentes pueden

iluminar caminos en medio de la confusión, convirtiendo

momentos efímeros en hitos que perduran en el tiempo.

SANTIAGO H.: Exacto, total. Es como lo que fue. Es como

lo que fue. Imagínate que te voy a compartir algo muy privado.

Tuve que pasar por psiquiatría tres veces para que me validaran,

especialmente por parte de la familia de mi mamá. Pero todos

los psiquiatras dijeron: “Sí, sí, sí lo es”.

DANIEL: Considero que cuando uno atraviesa esas

valoraciones psiquiátricas, no sé por qué, pero uno se reafirma

más. También creo que es una forma de presión, porque ahí

comienza una presión sobre la masculinidad. En mi caso, se

me metió en la cabeza que tenía que demostrar siempre ser la

versión más masculina de mí.

Las palabras fluyen como un río que arrastra dudas y

certezas, revelando el peso de la búsqueda de validación en un

mundo que a menudo exige un cumplimiento estricto de los

roles. En esta lucha interna, cada experiencia se convierte en

un peldaño hacia la autenticidad.

SANTIAGO H.: La vida, la sociedad o las circunstancias

te empujan a demostrar esos aspectos de ti, en este caso, la

masculinidad. Es como una presión social constante.

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

DANIEL: Eso es lo que estábamos hablando hace un

momento: la presión social sobre la masculinidad que llevamos.

Espero que eso cambie para las futuras generaciones. Deseo

que las infancias trans puedan vivir su transición de una

forma más paulatina, tal vez con mucha más información y

acompañamiento. Necesitamos un apoyo que ayude a construir

masculinidades en espacios seguros, porque siento que tanto tu

experiencia como la mía han estado marcadas por la necesidad

de demostrar la masculinidad que tenemos, y eso también nos

ha afectado.

En sus voces resuena un anhelo compartido, el deseo de que

las generaciones venideras encuentren caminos menos cargados

de expectativas, donde la autenticidad pueda florecer sin las

cadenas de la presión social. Cada palabra es un paso hacia la

transformación de un futuro más comprensivo y compasivo.

Machismo en Nariño y transfobia

DANIEL: ¿Cuál es tu posición hoy frente al machismo tan

arraigado en nuestra sociedad? Y, en relación a Nariño, ¿cómo

crees que se expresa ese machismo o cómo lo has sentido tú en

la sociedad nariñense?

SANTIAGO H.: Hablando de Nariño, en las veredas y

pueblos donde trabajo, se observan muchas actitudes machistas.

No solo son experiencias directas, sino también el entorno que

puedes ver, analizar y escuchar. En los pueblos, y también aquí en

Pasto, hay personas de nuestra edad que tienen una mentalidad

más abierta y no están de acuerdo con esos comportamientos.

Sin embargo, están muy arraigados. Es difícil dar una respuesta

clara, pero podríamos decir que la situación en Pasto es como

un 50/50.

DANIEL: En tu círculo, ¿alguna vez has intervenido en

situaciones machistas, diciendo algo como “espera, eso es

machista”?

SANTIAGO H.: Sí, sí me ha pasado. He tenido compañeros

del técnico e incluso amistades de la comunidad LGBT+ aquí

en Pasto que son machistas. He escuchado y visto actitudes así.

Chicas lesbianas me han atacado a mí y a mis amistades, puesto

que no aceptaban la transexualidad y me hacían sentir mal por

eso.

Es doloroso, porque esas experiencias me han llevado a

alejarme de ciertas amistades. A veces, te alejas de personas

por sus formas de pensar. He conocido a personas en mi círculo

que actúan de manera machista y transfóbica, y eso te aísla.

Con respecto a las marchas, asistí un par de veces, pero

no volví. No quería encontrarme con esas personas que ya sé

cómo piensan y que me han atacado. Es una doble moral que

me molesta, así que prefiero no involucrarme.

DANIEL: Comprendo que son temas muy difíciles, porque

es una situación en la que la sociedad afecta a las personas trans.

Cuando hablamos de transfobia, es importante usar la palabra

con sentido, ya que debemos visibilizar que hay hombres

trans que sufren transfobia, incluso en etapas avanzadas de

su transición, donde han alcanzado una realización personal

y corporal. Aun así, el ataque transfóbico persiste, y muchas

personas lo están viviendo.

Desde nuestro espacio, enviamos apoyo a través de estos

canales para visibilizar este tipo de violencias desde nuestra

propia experiencia. También buscamos que este mensaje de “no

a la transfobia” llegue e impacte.

En el trasfondo de sus palabras, se revela la lucha constante

contra las corrientes sociales que buscan silenciar y oprimir, un

esfuerzo por construir puentes de empatía y visibilidad en un

mundo que a menudo ignora su dolor.

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

Visibilidad como hombre trans

DANIEL: Estaba pensando en hacerte una pregunta: ¿eres

visible en la sociedad como hombre trans? ¿Qué piensas sobre

la visibilidad trans desde tu perspectiva personal?

SANTIAGO H.: ¡Ahí está la pregunta! Sobre ser visible, sí,

lo fui durante mis dos primeros años, como te comentaba antes

de la entrevista. Sin embargo, después comencé a conocer a

más personas y decidí no hablar de ello. Simplemente me

presentaba sin tener que explicar nada. Hay quienes ni siquiera

sabían sobre mi identidad, y en mis redes sociales compartía

muy poco al respecto. Esto se debe a las experiencias que nos

forjan y nos transforman.

DANIEL: Para mí, ser visible como hombre trans es un reto,

pero también es una decisión que tomo desde el amor por mi

propia experiencia. Es una forma de reconciliarme conmigo

mismo, ya que he sufrido mucho tratando de esconderme. Este

es mi contexto, donde intenté ocultarme como hombre trans,

pero no pude hacerlo durante la universidad.

Con el tiempo, empecé a apropiarme del tema y, a partir de

la violencia que sufrí, pude resignificar mi experiencia. Tomé

la decisión de ser visible porque sentí que ya no tenía nada más

que perder.

En sus palabras, hay un eco de valentía y transformación,

un viaje hacia la aceptación que se despliega entre las sombras

de la inseguridad, revelando el poder de la visibilidad como

un acto de amor propio en un mundo que a menudo tiende a

silenciar.

SANTIAGO H.: Eso también es una parte muy linda

y admirable, la verdad. Para mí, es liberador compartir mi

experiencia con personas en quienes confío. Por ejemplo,

recientemente hablé con un profesor al que admiro mucho. A

pesar de su experiencia, había términos que no entendía, así

que se los expliqué.

Cuando veo que hay personas con las que puedo compartir

mi experiencia, lo hago. Sin embargo, para mí es un poco difícil

hacerlo en general, porque a veces la gente reacciona de manera

negativa.

DANIEL: Es importante que nuestra sociedad realice un

acto de conciencia y reparación hacia todas esas violencias

invisibilizadas que son muy valiosas. El hecho de que un

hombre trans decida no hacer visible su experiencia, incluso

cuando desea hacerlo, refleja una realidad compleja. A veces, lo

hace con gusto, pero también hay momentos en los que no es

posible.

SANTIAGO H.: Exacto, cuando decido no compartirlo, es

porque la persona no se presta para ello. Pero cuando encuentro

a alguien que realmente me aprecia, es como, “qué chévere,

pude soltar esta parte de mí”. Así lo veo.

Testosterona

DANIEL: ¿Crees que algún día podrías dejar de usar

testosterona?

SANTIAGO H.: No, no, no. La verdad es que no creo que

eso ocurra.

DANIEL: ¿Has considerado cambiar la testosterona por

testo gel, por ejemplo?

SANTIAGO H.: He investigado sobre el tema ¿cierto?, pero

prefiero seguir inyectándome la testosterona.

DANIEL: ¿Te la inyectas solo?

SANTIAGO H.: Me la inyecta Sol.

DANIEL: ¿Te duele?, yo siento que cada mes me duele más.

SANTIAGO H.: Yo pienso lo contrario. No me duele;

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

simplemente, después de la inyección, hago unas 20 sentadillas

para que el líquido se distribuya mejor en el organismo. Creo que

es importante moverse un poco, ya sea caminando, corriendo o

trotando. He leído que si te acuestas, el líquido se retiene, así

que es mejor hacer algo de ejercicio después de inyectarte.

En sus intercambios, la conversación fluye como un río

que atraviesa paisajes de confianza y vulnerabilidad, donde la

experiencia se convierte en un puente hacia la conexión. La

risa y la seriedad se entrelazan, revelando la danza de la vida

cotidiana y los pequeños rituales que nos ayudan a navegar en

medio de la complejidad de ser quienes somos.

DANIEL: Creo que la testosterona ha tenido un impacto

significativo en mí. Hubo un momento en que sentía que

experimentaba mucha dopamina, como si esa energía me

llenara.

SANTIAGO H.: Y mucha energía, como si tuviera un

impulso enorme para hacer varias cosas. A mí me pasa eso;

siento que me inunda.

DANIEL: A mí no me apaga nadie, puedo hacer…

SANTIAGO H.: ¿Sí o no? Ejercicio, por ejemplo.

DANIEL: Puedo estar todo el día haciendo de todo: vueltas,

cosas y sigo sin parar.

SANTIAGO H.: Sí, te vuelves insaciable.

DANIEL: Creo que con los años uno empieza a controlar

más esa energía, ¿cierto?

SANTIAGO H.: Totalmente. También he notado que el

insomnio puede ser un efecto del exceso de energía. Pero, poco

a poco, voy aprendiendo a manejarlo.

En este diálogo, la energía se convierte en un hilo conductor,

un río que fluye entre ellos, llenando el espacio con un sentido

de vitalidad compartida. La risa y la reflexión se entrelazan,

creando un ambiente donde la lucha por el equilibrio se siente

como una danza constante.

Licor, cigarrillo y salud mental

DANIEL: ¿Cómo te va con el alcohol y el cigarrillo? ¿Has

podido dejarlos?

SANTIAGO H.: Sinceramente, el licor lo consumo de

forma muy ocasional, pero sigo fumando cigarrillos. Sé que

es perjudicial y, cuando se lo menciono a mi endocrinóloga,

siempre me regaña, diciendo que no debo fumar ni beber, que

tengo que ejercitarme. Pero el cigarrillo sigue siendo constante,

especialmente por la ansiedad. Así que sí, sigo fumando

DANIEL: ¿Crees que la ansiedad es resultado de vivir como

hombre trans? He notado que muchos aquí han mencionado

lidiar con la ansiedad, como si fuera un efecto secundario de

esa vivencia

SANTIAGO H.: Sí y sí, definitivamente tiene que ver. No

sé, pero parece que ser ansiosos es algo común entre nosotros.

En este intercambio, las palabras flotan en el aire como

humo, cada una cargada de experiencias y reflexiones. La

ansiedad, esa sombra persistente, se convierte en un tema de

conexión, revelando la fragilidad compartida en la búsqueda de

la paz interior en medio de las turbulencias de la vida.

Nuestros nombres: una elección

DANIEL: Porque hay que hacer un buen final, quiero

preguntar: ¿por qué decidiste llamarte Santiago?

SANTIAGO H.: Estuve pensando en el nombre de Aarón

Santiago. Me gustaba porque me parecía masculino y eso me

atraía. Leí un poco sobre el nombre y sentí que resonaba con mi

personalidad. Era importante para mí, ya que, como mencionas,

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TRANSITAR EN EL SUR

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buscaba esa parte de la masculinidad que se vive así. No sé,

siento que refleja una parte de mí.

DANIEL: Comprendo. También pensé en un nombre

masculino que pareciera que me lo puso mi mamá y no yo.

SANTIAGO H.: Ay, pero qué bonito.

DANIEL: Gracias por compartir todos tus pensamientos

con nosotros. Estaremos muy pendientes de hacer el mejor

trabajo posible con esto.

SANTIAGO H.: Gracias a todos por incluirme en este

proyecto y por escucharme. Espero que mi experiencia sirva

de ayuda.

DANIEL: Por supuesto, estoy seguro de que tu experiencia

y nuestra conversación llegarán a donde necesiten. También

espero que pueda ser escuchada. Ha sido todo un viaje, un

proceso hacia mí mismo, y me alegra haberlo compartido con

ustedes.

SANTIAGO H.: ¡Qué chévere!

DANIEL: Un hombre trans vive su subjetividad política

completamente; su transición permite un cambio en su realidad

social y política. Creo que cuando la sociedad decide ignorar

lo que hemos transitado, se generan violencias y se nos niega

la existencia. Cuando afirmamos que existimos, a menudo nos

ocultan nuevamente o nos lastiman. Hablar contigo es, por lo

tanto, un acto de resistencia frente a eso.

SANTIAGO H.: Qué lindo poder compartir esto contigo

y con ustedes. Para mí, realmente es muy valioso, y me alegra

poder verte también, amigo.

En este cierre, las palabras se entrelazan como los hilos de

una historia compartida, donde cada experiencia se convierte

en un testimonio de resistencia y esperanza. La conexión se

siente palpable, un puente entre dos realidades que buscan ser

vistas y comprendidas.

UN FINAL ABIERTO,

UNA HISTORIA VIVA

Conclusiones

A pesar de que nuestro proceso creativo e investigativo ha

llegado a una etapa de cierre, es fascinante destacar que aún

queda un camino por recorrer en la divulgación. Seguiremos

trabajando para difundir este libro, las piezas artísticas y

nuestro podcast, Transitar en el Sur. Nos entusiasma la idea

de buscar maneras creativas de presentar estos productos al

público, apoyándonos en el multiformato, las redes sociales y

los medios digitales. La apertura de esta puerta nos llena de

emoción.

Lo que comenzó como una simple iniciativa ha evolucionado

hasta convertirse en un proyecto investigativo sólido, con

elementos creativos que han encontrado su lugar en el espacio

público y digital.

En cuanto a la propuesta artística, las ilustraciones, ya sea de

forma individual o en conjunto, constituyen una obra coherente

capaz de representar una idea completa. Las ilustraciones de

Santiago son especialmente destacables por varias razones.

En primer lugar, forman una obra autónoma que puede ser

apreciada tanto junto al libro como de manera independiente.

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

Estas ilustraciones transmiten conceptos, sentimientos y

elementos del arte andino y queer, otorgándoles un profundo

sentido.

Además, contar con esta obra es un verdadero tesoro, fruto

de nuestra colaboración con un artista tan talentoso como

Santiago. Nos alegra enormemente que sea parte del colectivo,

pues su trabajo nos sorprende día tras día. Aunque sabemos

que es excepcional en lo que hace, sus ideas son innovadoras y

reflejan su esencia más profunda, aportando un arte propio que

desafía las convenciones, enraizado en lo andino y con un toque

disruptivo y queer.

Este viaje, lleno de descubrimientos y conexiones, se

convierte en un testimonio de lo que podemos lograr cuando

unimos nuestras voces y visiones. La historia continúa, y nos

emociona compartirla.

Diablos somos y seremos. Jugando a una vida

condenada por las especulaciones y los prejuicios

del mundo.

Seis lágrimas llora el diablo, solo una por cada

historia; al diablo se le ha condenado a no ver el

sol, a vivir dentro del Volcán.

Me pregunto: ¿soy yo el diablo o diabólicos son

los ojos que me ven?

Masacrado ante la Pacha se legitima mi muerte.

Me desangraba y ella no podía hacer nada por

mí, ni yo por ella.

Obligado a pasar desapercibido, me cuestiono:

¿por la luz de quién? Castigados por la

moralidad, ¿por la moralidad de quiénes?

Este proyecto también ha encontrado su camino en el

mundo de la divulgación, lo que nos ha permitido operar en

multiformato y alcanzar un público amplio y diverso. Un

ejemplo de ello es el podcast Transitar en el Sur, una reflexión

sobre la posibilidad de compartir nuestras ideas con los demás.

Gracias a los recursos disponibles durante la investigación,

logramos grabar las voces de estos hombres en cada

conversación. Esto nos permitió enriquecer nuestro equipo con

colaboradores que han aportado color y entusiasmo al proyecto.

Entre ellos se encuentran PARS y Pigheaded, encargados

de la edición de audio y de la creación del tema principal,

respectivamente, quienes han dado vida a nuestro podcast.

También contamos con el talento de Victoria Maldonado,

cuya habilidad en la redacción y corrección de estilo asegura

que nuestro mensaje llegue de manera clara y resonante al

lector. Jefferson Cifuentes se encargó de la fotografía del

evento de socialización que tendrá lugar en octubre de 2024,

y Santiago Rozo ha estado al frente de la grabación de video

y el acompañamiento en las actividades de socialización,

performance e instalación.

Deseamos utilizar nuestras herramientas profesionales como

colectivo para transmitir este mensaje de forma transparente,

con el apoyo de nuestros colaboradores. Queremos invitar al

público a interactuar con nuestro contenido a través de redes

sociales y plataformas digitales. La idea fue crear un producto

dinámico, accesible e inmediato, capaz de traspasar fronteras.

Nuestro objetivo es hacer un producto de calidad que impacte

desde la sensibilidad, el arte y la escritura.

Estamos muy felices de anunciar los resultados obtenidos

hasta ahora y confiamos en que nuestras bases nos permitirán

continuar con la divulgación en el futuro inmediato. La estrategia

de divulgación creada por Fernanda Rozo ha demostrado ser

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

efectiva, proporcionándonos nuevas herramientas, contenido y

recursos cada día para transmitir nuestras ideas y conectar con

el público. Contribuimos a erradicar la transfobia y visibilizar

identidades trans masculinas. Este proyecto puede servir como

insumo para discusiones e incluso ser utilizado de manera

pedagógica, gracias a las estrategias diseñadas por Fernanda

durante este viaje.

Así, seguimos caminando, creando puentes donde antes

había muros, y tejiendo una red de voces que resuenan en la

búsqueda de autenticidad y comprensión.

Así mismo, la escritura de este proyecto me ha llevado a una

profunda revisión interna, una odisea hacia mi interior donde

he podido conectar conmigo mismo a un nivel más profundo.

Cada encuentro con los hombres trans entrevistados—mis

amigos, paisanos, compañeros, colegas—me llevó a reflexionar

sobre diferentes partes de mí.

A pesar de mis esfuerzos por ofrecer lo mejor de mí para que

todo fluyera adecuadamente durante nuestras conversaciones

y en la logística del proyecto, me sorprendió gratamente

reconocer que ellos también dieron lo mejor de sí mismos.

En cada capítulo, fui sostenido emocionalmente por su ser

más genuino, vulnerable y auténtico. Los hallazgos de esta

investigación me han demostrado que el camino para contar

nuestras historias es extenso; sin embargo, nuestra comunidad

trans está dispuesta a compartir su experiencia cuando hay una

escucha genuina, contribuyendo a la sociedad con un mensaje o

reflexión que a menudo nace en soledad, desde espacios íntimos

o redes de apoyo reducidas.

Es fascinante considerar los conceptos incluidos en esta

investigación, especialmente desde la perspectiva geográfica.

Regresar a lugares donde puedo dialogar sobre la complejidad

local, regional, nacional y global es siempre un placer. Estas

dimensiones enriquecen el panorama investigativo, permitiendo

entender problemas complejos desde los entramados

socioculturales locales. Por ejemplo, Nariño, San Juan de

Pasto—con su imponente Volcán Galeras—y El Tambo son

escenarios cargados de simbolismo que se remontan a las

raíces andinas y se manifiestan en las sociedades actuales con

el espíritu del Sur.

Esta historiografía me permite evidenciar un mundo

establecido en Nariño a partir de los estudios regionales y

andinos, brindando diversas perspectivas sobre la realidad

nariñense. Quiero vincular esta propuesta a esa historiografía

regional para incluir también los estudios de género, resaltando

la epistemología del Sur para reivindicar estas historias y

su visibilización dentro del panorama académico regional y

nacional. Así, hemos podido rescatar propuestas investigativas

de otros autores para enriquecer este paisaje.

Finalmente, integramos conceptos como: Nariño, machismo,

visibilidad como hombre trans, testosterona, ansiedad, estrés,

transición, masculinidad disidente y dualidad. La apertura que

han mostrado estos hombres al hablar sobre su vida personal

tiene un valor simbólico significativo; estamos trabajando

desde sus experiencias vitales, nutriendo esta investigación con

sus relatos y perspectivas.

En este viaje, cada voz se convierte en un eco, resonando más

allá de nuestras historias individuales, y así, juntos, tejemos

una narrativa más rica y compleja que trasciende fronteras y

limitaciones.

En este sentido, ha sido fundamental para mí expresar

mi experiencia vital. A lo largo de “Transitar en el Sur”, me

comprometí a confrontar esas partes de mí que a menudo

relego al silencio. Escuché las historias de mis compañeros

con complicidad y profundo respeto, contextualizando nuestra

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TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

vivencia y dotándola de un soporte teórico que abarca tanto

los estudios de género como los culturales, permitiendo una

comprensión más rica de nuestras perspectivas territoriales y

locales.

En nuestras tertulias, resignificamos nuestra compañía como

individuos trans en este proceso colectivo. Esta travesía ha sido

una poderosa afirmación de nuestra identidad y resistencia;

hemos tejido un relato que no solo refleja nuestras luchas, sino

que también celebra nuestra diversidad y autenticidad.

Este es solo el comienzo. Cada historia compartida es una

semilla plantada en el terreno fértil de la comunidad, un eco que

resuena en el tiempo, abriendo caminos hacia un futuro donde

nuestras voces sean escuchadas y valoradas. La travesía que

emprendemos juntos nos invita a seguir explorando, a seguir

contando, porque en cada palabra hay un destello de esperanza

y en cada experiencia, un paso hacia la transformación.

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COLECTIVO ANDINXS

NOTAS

1. Preciado plantea que la “cuenca ontológica” es el espacio normativo

en el cual los cuerpos son disciplinados y clasificados, un campo en

el que no solo se moldean las identidades, sino que se define qué tipos

de existencia son posibles y cuáles son marginadas. Dentro de esta

“cuenca” coexisten fuerzas médicas, legales y sociales que buscan estabilizar

el género, la sexualidad, y las formas de vida en categorías

fijas, limitando la posibilidad de cambio y desviación. Para Preciado,

este marco es sostenido por un biopoder que actúa a través de instituciones

(medicina, psicología, religión, etc.) para gestionar y producir

cuerpos “normales,” limitando las subjetividades a cumplir roles

prescritos. Así, existe una desigualdad ontológica de las identidades,

donde las que son disidentes, se ven estigmatizadas. Véase: Ernesto

Castro. 2022. «Dysphoria Mundi En Madrid (Ft. Paul B. Preciado)».

https://www.youtube.com/watch?v=SomTT3n5hjQ.

2 Para revisar datos poblacionales en Nariño, véase: ODDR, Observatorio

de Procesos de Desarme, Desmovilización, «Caracterización

del departamento de Nariño», Bogotá: Universidad Nacional

de Colombia. UNICEF (2011). www.observatorioddr.unal.edu.co

(consultado 11 de febrero de 2021).

3 Sobre el racismo, y especialmente la clandestinización estructural

del pensamiento afro colombiano, véase: Ordóñez, D. F. (2021).

Música, instrumentalización y segregación : de (construcción) del

discurso oficial sobre identidad nariñense desde el Carnaval de

Negros y Blancos en Nariño. Recuperado de: http://hdl.handle.

net/10554/57626.

4 «Nariño se divide en tres zonas naturales: la Llanura del Pacifico,

que ocupa el 52% del departamento; la Región Andina, 46%;

la Vertiente Amazónica, 2%. (Villora de la Hoz, 2007)». Véase:

ODDR, Observatorio de Procesos de Desarme, Desmovilización,

«Caracterización del departamento de Nariño», 8.

5 Realizo un análisis sobre la identidad nariñense a partir de la historiografía

del Carnaval en mi investigación de Trabajo de Grado

para optar por el título de historiador, en ella utilizo categorías de

la geografía, la historia y la musicología para enfrentar la invisibilización

de las distintas identidades políticas, sociales, territoriales

y culturales dentro del departamento tomando como referencia

las distintas representaciones del Carnaval a nivel regional. Véase:

Ordóñez, D. F. (2021). Música, instrumentalización y segregación.

6 Antropóloga, Mg. en Etnoliteratura; Docente Asociada de la

Universidad de Nariño; directora Grupo de Investigación GRINE-

SETA, Integrante Junta Directiva y Comité de Cultura de CORPO-

CARNAVAL, secretaria técnica Qhapaq Ñan – Colombia

7 El documento a pesar de posicionar el Carnaval como Patrimonio

Inmaterial de la Humanidad no entra en discusiones sobre la identidad,

y podría incluso perpetuar discursos de exclusión o basados en

estereotipos sobre las distintas poblaciones en Nariño. Para ampliar

esta información, véase: Ordóñez, D. F. (2021). Música, instrumentalización

y segregación.

8 Ordóñez, D. F. (2021). Música, instrumentalización y segregación.

9 Es importante ubicar la categoría de transnacionalidad, para

poder analizar el entramado regional más allá de los límites del

Estado-nación, situando la región nariñense como una región que

se moviliza culturalmente en la frontera y recoge en su entramado

musical la influencia empírica de la cultura musical de Ecuador.

Para más información sobre transnacionalidad y música en Nariño,

véase: Luis Gabriel Mesa Martínez, «Del Cafetero, de Maruja Hinestrosa,

al Hombre macho, de Adán Guevara: género y transnacionalidad

entre Colombia y Costa Rica». Cuadernos de Música, Artes

Visuales y Artes Escénicas 13, n.º 2 (2018).

10 «Programación Oficial - Carnavaldepasto». 2023. Carnavaldepasto.

30 de diciembre de 2023. https://carnavaldepasto.org/programacion-oficial/.

Montilla, Angela María, y Angela María Montilla. s. f. «Canto A

la Tierra En el Carnaval de Negros y Blancos En Pasto». https://

www.radionacional.co/cultura/ferias-y-fiestas/canto-a-la-tierra-encarnaval-de-negros-y-blancos-pasto.

12 «[CAMPAÑA INTI RAYMI] Diablo Huma, la Conexión Con

el Cosmos, En la Fiesta del Sol – Ministerio de Turismo». s. f.

180 181



TRANSITAR EN EL SUR

COLECTIVO ANDINXS

https://www.turismo.gob.ec/diablo-huma-la-conexion-con-el-cosmos-en-la-fiesta-del-sol/.

13 «[CAMPAÑA INTI RAYMI] Diablo Huma, la Conexión Con

el Cosmos, En la Fiesta del Sol

14 Pulido, Ana Pinilla. 2018. «EL INTI RAYMI (FIESTA DEL

SOL). DE LA REVITALIZACIÓN A LA REIVINDICACION

DE LA COSMOVISION DE LOS PUEBLOS/NACIONES AN-

DINAS EN MADRID». 2018. https://www.redalyc.org/journal/148/14858409004/html/.

15 Uno de los eventos más representativos es la noche de tríos y

una gala musical con artistas nacionales e internacionales. Véase:

«Onomástico De San Juan De Pasto». s. f. SITUR NARIÑO.

Accedido 12 de octubre de 2024. https://situr.narino.gov.co/even-

tos/onomastico-de-san-juan-de-pasto#:~:text=La%20tradici%-

C3%B3n%20religiosa%20hace%20parte,celebra%20el%2024%20

de%20junio.

16 Villages, Sos Children’s. 2022. «Inti Raymi: Un Llamado de las

Familias En Nariño A Avivar Nuestras Raíces Para un Buen Vivir».

Aldeas Infantiles SOS Colombia, 11 de octubre de 2022. https://

www.aldeasinfantiles.org.co/noticias/2022/inti-raymi.

17 La propuesta de este libro contrasta con la producción judeocristiana

sobre el bien y el mal, que se basa en la tradición hebrea

analizada por Arturo Graf en su obra El Diablo. Según Graf, los

hebreos consideraban a las deidades de otros grupos como inferiores,

lo que les llevaba a subestimarlas y atribuirles características

malignas. En este contexto, Satanás se interpreta como una amalgama

de estas deidades invisibilizadas. Véase: El Diablo. 1991. 1.a ed.

España: Montesinos Editor. https://books.google.com.ni/books?id=R0NRGSXqqoAC&printsec=frontcover&source=gbs_ge_summary_r&hl=en#v=onepage&q&f=false.

18 El término “King” proviene de Drag King, una práctica en la

que se realiza un performance del género masculino, tradicionalmente

llevada a cabo por mujeres cisgénero con fines artísticos. En

este contexto, Paul B. Preciado propone ampliar el término para

incluir a personas no binarias o trans masculinas, que han sido

corregidas esquemáticamente por el sistema de género binario. Este

grupo es diverso e incluye también a mujeres con una expresión de

género masculina o disidente, hombres trans y personas no binarias,

especialmente aquellas identificadas como AFAN (Asignadas

Femeninas Al Nacer). Sin embargo, desde mi perspectiva, el concepto

no se limita solo a estas categorías de género y sexualidad. Según

Preciado, estas personas se distinguen por llevar a cabo prácticas

disruptivas del género. Además, Preciado utiliza el término “King”

al referirse a una comunidad en Chile, donde también resalta los

lazos de fraternidad entre sus miembros.

19 Concepto utilizado para visibilizar sobre todo identidades no

binarias y trans masculinas. Asignado Femenino al Nacer.

20 Colaboradores de Wikipedia. 2024. «Paul B. Preciado». Wikipedia,

la Enciclopedia Libre. 11 de septiembre de 2024. https://es.wikipedia.org/wiki/Paul_B._Preciado.

21 El término describe cómo el capitalismo actual entrelaza la

industria farmacéutica y la pornográfica para controlar cuerpos, deseos

e identidades. Este sistema funciona a través del uso de sustancias

químicas, como hormonas y antidepresivos, y la representación

de la sexualidad en los medios, como la pornografía y la cultura del

entretenimiento, creando nuevas formas de regular y moldear los

cuerpos. Preciado sostiene que, dentro de este marco, la vida, el género,

el placer y la salud se transforman en mercancías gestionadas

biopolíticamente. En lugar de reprimir, el poder impulsa el consumo

de tecnologías que controlan el cuerpo y el deseo.Véase: Preciado,

Paul. 2020. Testo yonqui. 4.a ed. España: ANAGRAMA.

22 «Testo Yonqui - Preciado, Paul B. - 978-84-339-6453-3 - Editorial

Anagrama». s. f. Editorial Anagrama. https://www.anagrama-ed.es/libro/argumentos/testo-yonqui/9788433964533/A_542.

23 Preciado, Testo yonqui. Contraportada.

24 Preciado, Testo yonqui, 286.

25 Preciado, Testo yonqui, 286.

26 Preciado, Testo yonqui, 269.

27 Preciado, Testo yonqui, 271-272.

28 Preciado, Testo yonqui, 273.

29 Preciado, Testo yonqui, 285.

182 183



TRANSITAR EN EL SUR

30 Preciado, Testo yonqui, 287.

31 Preciado, Testo yonqui, 268.

32 El Tambo es un municipio colombiano ubicado en el departamento

de Nariño. El substantivo tambo —de donde se forma el topónimo

Tambo— viene del quechua tampu o tambu, que en español quiere

decir ‘hospicio, posada en el camino’. Se sitúa a 37 kilómetros de

San Juan de Pasto, la capital departamento. Véase: colaboradores de

Wikipedia. 2024a. «El Tambo (Nariño)». Wikipedia, la Enciclopedia

Libre. 21 de abril de 2024.

33 Horarios Misa. 2023. «Santuario de Jesús Nazareno - el Tambo

(Nariño) | Horarios de Misa». Los Horarios de Misa En Colombia.

8 de diciembre de 2023. https://horariomisa.co/narino/el-tambo/

santuario-de-jesus-nazareno/.

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