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TRANSITAR EN EL SUR
COLECTIVO ANDINXS
en nuestras vidas. Para mí, evoca el dolor de dejar atrás a mi
familia en El Tambo y la dificultad de mantener el contacto con
ellos. Asumir la responsabilidad de ser un hijo presente fue un
gran desafío, ya que implicaba desentrañar las complejidades
que la distancia introduce en nuestras relaciones. Santiago
comparte una experiencia similar; su decisión de migrar nació
del deseo de forjar una nueva vida lejos de su hogar, una ciudad
donde pudiera reinventarse y construir al hombre que es hoy.
Este distanciamiento acentuó su soledad y generó conflictos
con su familia. Sin embargo, también discutimos cómo la
distancia puede facilitar la reconciliación familiar; el regreso
temporal a casa puede, a veces, fortalecer esos vínculos.
Cuando Santiago regresó a El Tambo durante la pandemia,
tuvo la oportunidad de reafirmar su conexión con su familia.
Allí encontró una aceptación renovada como hombre trans y
rescató ese amor familiar que tanto valoramos como personas
LGBT+. Este amor y acompañamiento son, lamentablemente,
algo que muchas personas trans pierden al iniciar sus tránsitos.
Santiago también compartió su experiencia con las crisis
de ansiedad generalizada y los estados de paranoia que lo
acompañaron al comienzo de su transición. Enfrentar estas
circunstancias fue un desafío formidable, pero él resaltó el
valor del apoyo familiar y la comprensión de su círculo más
cercano, fruto de la dualidad entre distancia y reencuentro.
Esto me lleva a reflexionar: ¿qué tan difícil sería atravesar estas
experiencias en soledad? Hay muchas personas que enfrentan
estas realidades solas, y es fundamental reconocer sus luchas.
A través de nuestras conversaciones, esperamos brindar una
voz de aliento y reafirmar nuestra admiración y empatía hacia
los procesos de tránsito. La importancia del apoyo familiar y de
la comunidad se vuelve aún más evidente en estos contextos,
donde el amor y la comprensión pueden marcar una diferencia
significativa en la vida de quienes atraviesan situaciones
similares.
Santiago recuerda su deseo de no regresar a Bogotá
después de haber estado rodeado de su familia en El Tambo,
una experiencia que había fortalecido sus lazos afectivos. Mi
historia es paralela, especialmente en relación con mi padre,
Carlos, y mi madre biológica, Judith. Ambos han intentado
estar presentes en mi vida de distintas maneras, a pesar de los
desacuerdos entre ellos, lo que, paradójicamente, ha llevado a
un distanciamiento similar entre mí y cada uno de ellos.
En cuanto a mi padre, solo pude entenderlo y extrañarlo
tras haber estado distanciado y haber atravesado los retos
que me trajo Bogotá. Su forma de ver el mundo también ha
cambiado, influenciada por la vida misma, su estado de salud y
sus decisiones. Por otro lado, tuve la oportunidad de recuperar
mi vínculo con Judith, hallando en nuestra relación un espacio
de amistad y, sobre todo, el apoyo de ella a mis proyectos, así
como mi compañía a través de medios digitales.
Aún hay muchas dimensiones de mi vida que debo
recuperar, pero este es el primer paso. Tras estas primeras
cinco conversaciones, nos encontramos al borde de concluir
esta propuesta, llenos de preguntas y respuestas sobre disforia,
amistad con hombres cis, solidaridad entre hombres trans de
nuestra región, vida en la periferia, testosterona y críticas al
sistema binario sexo-género. Asimismo, incluimos nuestras
perspectivas sobre el Carnaval, nuestra cultura y el contexto
social regional. Este viaje es uno del cual me siento orgulloso
de haber comenzado. No solo estoy acompañado por mis
excepcionales compañeros Fernanda Rozo y Santiago Agreda,
sino también por un valiente grupo de hombres que comparten
experiencias similares a las mías.
En la siguiente conversación, abordamos temas como la
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