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TRANSITAR EN EL SUR
COLECTIVO ANDINXS
de testosterona, que influyen en el deseo, el placer y el goce
político. Las repeticiones de comportamientos y performances
de género, sean masculinos o femeninos, abren nuevas vías para
la subjetivación, desafiando las fronteras tradicionales del sexo
y la identidad. En este viaje, el cuerpo se convierte en un lienzo
donde se pintan nuevas realidades; cada trazo se erige como un
acto de resistencia y liberación.
Este enfoque permite que las cartografías de la ciudad se
transformen en mapas donde se inscribe y se negocia el género 28 .
En nuestra propuesta, el enfoque territorial-cultural se destaca
por su relevancia, ya que evidencia los lazos de solidaridad
entre los hombres trans que participan en este libro, quienes
han sido moldeados por las dinámicas locales y regionales.
Finalmente, Preciado, al referirse a sus encuentros king
y a Pedro Lemebel, sugiere una red glocal. Desde nuestra
experiencia de género como disidentes—una experiencia
marcada por las huellas de una posición sociopolítica y
performática disruptiva—podemos evidenciar y criticar uno
de los núcleos del patriarcado: la violencia de género y la
vulneración de las experiencias trans.
En este sentido, Preciado realiza una crítica radical al
control que los dispositivos médicos y legales han ejercido
sobre nuestros cuerpos y sexualidades. Su ensayo filosófico
rastrea históricamente prácticas farmacéuticas que promueven
identidades políticas basadas en el género. Esto incluye la forma
en que se diagnostica la disforia de género y las soluciones
propuestas para los procesos de reafirmación de género, que
a menudo siguen patrones decimonónicos de masculinidad,
feminidad y heterosexualidad.
A partir de esta crítica, Preciado compara el reemplazo
hormonal con el consumo regulado de hormonas en personas
cis, como las pastillas anticonceptivas, señalando que ambas
prácticas se inscriben en ficciones biotecnológicas sobre
la identidad. Este argumento abre la discusión sobre las
herramientas biopolíticas de control del cuerpo y la sexualidad
a nivel global, así como sobre las micropolíticas vinculadas a
la tecnosexualidad, donde se reconstruye el valor del disidente
como sujeto excluido de los prototipos tradicionales de la
identidad de género.
En este entramado, cada experiencia se convierte en un acto
de resistencia, un destello de posibilidad en un mundo que a
menudo busca silenciar. Un ejemplo relevante en la narración
de Preciado es el de Agnes, quien se sometió a una cirugía
de reafirmación de género en 1959, «siguiendo el protocolo
Money con respecto al tratamiento de intersexuales, que
prevé la reasignación de sexo a trvés de técnicas hormonales
y quirírgicas, se le concede el derecho a obtener una vagnino
plastia terapéuica, es decir, la construcción quirúrgica de una
pagina a partir de su propio tejido genital, para restituir la
cojrencia entre su “identidad hormonal” y su “identidad fisica”
(Money y Exhardt, 1972)» 29 . A pesar de su posición social
privilegiada y su identidad como persona blanca, su caso es
crucial para posicionar la perspectiva de Paul sobre la tecnoresistencia.
Agnes produce una narración alternativa de su propio proceso de
transformación corporal en la que desafía y ridiculiza las técnicas
científicas de diagnóstico psiquiátrico y hormonal a las que deben
someterse los transexuales en las instituciones médico-legales
contemporáneas. Esta segunda narración presenta un modelo
relativamente modesto pero muy eficaz de bioterrorismo de género,
o, por decirlo de otro modo, muestra la manera en la que un tecnocordero
puede comerse a una manada de lobos farmapornográficos 30 .
En su conclusión, Preciado plantea que la experiencia trans
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