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TRANSITAR EN EL SUR
COLECTIVO ANDINXS
quién era yo cuando era un niño, y no han puesto en tela de
juicio lo que soy.
Respecto a la otra sociedad, la que conocí en 2018, después
de haber hecho mi transición, donde están mis amigos y círculo
actuales, no ha habido un momento para tratar el tema. Siento
que me enfoqué tanto en mi vida y en mi nuevo rol como hombre
que nunca me di el espacio de preguntarme: ¿qué piensan mis
amigos si les cuento esto? En una ocasión lo hice, en medio de
una borrachera, y al parecer no lo recuerdan, porque nunca me
preguntaron nada después.
Aquí en Manizales, mi círculo social está compuesto por
compañeros de la universidad que, en su mayoría, no lo saben;
tal vez lo sospechen, no lo sé. Pero son ese tipo de amigos a
quienes, tal vez, les da igual y lo que les importa es quién soy
en este momento. A las chicas que he conocido y con las que
he estado, llegó el momento en que tuve que expresar quién
era. De alguna manera, han respetado mucho el rol que ahora
ocupo en mi círculo social. Nunca me ha pasado que le cuente
a una chica sobre mi identidad y, si las cosas no se dan, ella lo
cuente a otras personas. No me he enterado de eso, o al menos
no lo sé. Tú sabes que Manizales es una ciudad pequeña y aquí
todo se sabe, pero nunca he recibido comentarios al respecto.
De hecho, te cuento una anécdota: han sido más las personas
que me han preguntado si soy gay, es decir, si soy un chico cisgay,
que las que me han preguntado si soy trans. La verdad
es que nunca nadie me lo ha preguntado, excepto un amigo
borracho en una ocasión. El resto de las personas parece pensar
que soy un chico gay más que un chico trans. Imagínate. (Se
genera una pausa intrigante.)
DANIEL: Comprendo lo que ha implicado tener esas dos
sociedades en nuestras vidas. Bogotá significó lo mismo para
mí, aunque no ha sido una experiencia igual a la tuya. Hubo
ocasiones en las que luché por ocultar mi identidad de género,
y mi entorno cercano se encargó de revelar mi identidad sin mi
consentimiento. Me han sacado del clóset como persona trans
a la fuerza.
Considero que tener este lugar seguro en El Tambo, en
Nariño, significa saber que los amigos de allá me aceptan
completamente. Eso me da más libertad, comodidad y confianza
con ellos, lo cual siento que es muy importante. Es cierto que
la sociedad puede mostrarse adversa y poner obstáculos, pero
sabes que los amigos de allá te reconocen como una persona
trans valiosa y activa en la sociedad.
Luego está este espacio distinto, la nueva sociedad que
conocemos —en mi caso, Bogotá—. Tener estas dos sociedades
me permite asumir dos roles, experimentar una dualidad social.
He decidido incluir este concepto, pensando en lo dual desde
mi antes y después: ser visible como hombre trans y pasar
desapercibido como hombre trans. Propongo que esta dualidad
ha sido un discurso recurrente y fundamental en nuestra
sociedad, en el marco de lo masculino y lo femenino, hombre y
mujer.
Te hago dos preguntas al respecto: ¿te hacen falta esos
amigos que conocen tu identidad de género en El Tambo? ¿Te
gustaría que las personas de tu vida pudieran saberlo? O ya
piensas que, si lo supieran o no, nada cambiaría.
ALEJANDRO:La verdad es que estoy acostumbrado a mi
vida aquí. Hay momentos en los que me siento mal, deprimido;
en ese sentido, soy un poco más sensible. Mi círculo de amigos
está compuesto por el típico hombre del sur, machista, para
quienes los sentimientos no son significativos. Sin embargo,
he logrado cambiar algunas cosas en ellos; ahora son un poco
más sensibles que cuando los conocí. Aun así, no son cosas que
pueda expresar tan fácilmente como lo haría con mis amigos de
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