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Revista Andalucía Management 2024

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“Mi negocio vuela con

OPINIÓN

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las herramientas de

gestión adecuadas”

Rodrigo Tena Arregui

Notario y autor de “Huida de la

responsabilidad” (Deusto, 2024)

Soluciones ERP que se

adaptan a tus necesidades

Una visión

distorsionada de

la responsabilidad

sage.es

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helping business flow

El que el antónimo

de “responsable” sea

“irresponsable” no ayuda mucho

en esta época en la que el vicio

dominante no estriba tanto en

el defectuoso cumplimiento

de nuestras obligaciones

(tal como define la RAE este

último término) como en no

reconocer ninguna distinta de

las que resultan del sistema

que enmarca nuestra principal

actividad. Verdaderamente,

parece bastante inapropiado

calificar de irresponsables

a aquellos que cumplen

escrupulosamente la ley y

las múltiples regulaciones

aplicables, atienden fielmente

sus promesas y los pactos que

suscriben, desempeñan sus

cargos conforme a lo que se

espera de ellos, respetando

los correspondientes códigos

éticos y, salvado todo lo

anterior, ejercitan su actividad

en su propio interés, confiando

en que al hacerlo conforme

a las reglas del sistema se

generen beneficios para

todos. Sin embargo, hay que

reconocer que el actual estado

de cosas pone de manifiesto

la radical insuficiencia de este

planteamiento. El mundo está

como está no por la actuación

de los irresponsables, sino por

la particular manera en la que

los responsables enfocamos

nuestra tarea.

Esa manera alcanza a todos

los sectores de actividad, ya

sea profesional, empresarial,

funcionarial, laboral y, por

supuesto, política. El fiel

cumplimiento de los requisitos

formales y procedimentales

del correspondiente sistema

funciona como patente

de corso que legitima la

maximización del interés

individual, con resultados

poco satisfactorios, al menos

medidos en términos de interés

general. No obstante, y pese a

lo que pudiera parecer, ha sido

en el mundo de la empresa

donde se está generando un

mayor esfuerzo por superar

este planteamiento. Cada vez

son menos los que creen que

la única responsabilidad del

empresario es incrementar el

beneficio del accionista (puesto

que del resto se debería ocupar

la autoridad pública), y cada

vez más los que tiene muy

presentes los intereses de sus

stakeholders y entienden la

RSC como algo más que mero

marketing. Aun así, es necesario

ir más lejos en el cambio de

paradigma y reconocer sin

ambages que existe un orden

de la realidad que impone

obligaciones más allá de las

establecidas por la regulación

positiva y por los incentivos que

dominan cada sistema.

Están pasando cosas muy serias

en muchos países y casi siempre

el liderazgo político forma más

parte del problema que de la

solución. No solo los ciudadanos

individualmente considerados

deben dar un paso para cubrir

el vacío, sino que también las

personas jurídicas tienen un

importante papel que cumplir.

Al fin y al cabo, las empresas son

protagonistas muy relevantes

de la comunidad local, nacional

y a veces global. Benefician a

esas comunidades y también

se benefician de ellas, por lo

que su responsabilidad no

puede limitarse a la cuenta de

resultados. Afirmaba el filósofo

Hans Jonas que el imperativo

categórico de la responsabilidad

consiste en “actuar de tal

forma que los efectos de tu

acción sean compatibles con

la permanencia de una vida

auténticamente humana

sobre la tierra”. Escapar del

paradigma mental que domina

nuestra actual concepción de

la responsabilidad constituye el

primer paso para ello.

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