Revista Andalucía Management 2024
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OPINIÓN
OPINIÓN
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María Pardo de Santayana
Socia directora de Bespoke Projects
Gig Economy:
¿Es este el futuro del trabajo?
Imagen: Freepik
Pocos afortunados llegarán a
celebrar su jubilación en una
empresa. Según un estudio de
la Fundación Adecco de 2023,
el 45% de los desempleados
mayores de 55 años en España
cree que pasará directamente
del desempleo a la jubilación. La
proporción de desempleados
mayores de 55 años se ha
duplicado en la última década, y
el desempleo de larga duración
ha alcanzado el 58% frente al
42% general. Esto plantea una
importante incógnita laboral
para muchos españoles: ¿Cómo
acumular las cotizaciones
necesarias para una pensión
adecuada y cubrir gastos
básicos inmediatos?
El mercado laboral tradicional
no resuelve este problema,
lo que abre la puerta a
opciones como la Gig Economy
o “economía del bolo”. Este
término, originario de la jerga
musical, se refiere a trabajos
esporádicos de corta duración
en los que el empleado se
encarga de una labor específica
sin exclusividad. También
conocida como economía
de plataformas, su red de
contratación se sustenta en
plataformas digitales y se
basa en tres ejes: flexibilidad,
comunicación online y
deslocalización. Esta modalidad
ha roto con la «relación laboral
estándar» que implicaba un
empleo a tiempo completo,
estable y socialmente protegido.
El primer informe sobre esta
forma de trabajo, elaborado por
McKinsey en 2016, señalaba que
casi 162 millones de personas
trabajaban así, de las cuales
el 15% utilizaban marketplaces
online para conseguir sus
“bolos”. De estos trabajadores
independientes, un 30% eran
agentes libres que elegían esta
modalidad como principal;
un 40% eran trabajadores
esporádicos que lo hacían para
complementar su salario; un
14% eran reacios a mantener
esta actividad, aunque la habían
probado, y un 16% lo hacían por
necesidad.
Ocho años después, tras una
pandemia mundial y varias crisis
económicas, McKinsey estima
que para 2025 podría haber 540
millones de personas buscando
trabajo a través de «plataformas
de talento online», y hasta 230
millones podrían encontrarlo.
Hay dos maneras de convertirse
en Gig Worker: mediante trabajos
vinculados geográficamente
que requieren presencia física,
como limpieza o reparto de
comida, y el «trabajo de nube»,
que abarca tareas remotas
realizadas con un ordenador. Ya
existen trabajos temporales en
diversas industrias: alquileres de
pisos, desarrollo web, servicios
de transporte, encuestas
remuneradas, copywriting,
traducción, sanidad, enseñanza,
asistencia legal y tareas
manuales y de mantenimiento.
Las plataformas gig más
conocidas son Airbnb
(alojamiento), Uber (con
unos cuatro millones de
conductores), Shopify
(comercio electrónico),
Amazon Mechanical Turk
(microtrabajos), Upwork (free
lance de mayor duración),
Lyft, DoorDash, Instacart,
Guru, People Per Hour,
Fiverr, Clickworker, Twago,
y Glovo, Connecting Visions
o Nubelo para el mercado
hispanohablante.
Las ventajas para los Gig
Workers incluyen flexibilidad,
dinero extra y desarrollo
tecnológico. Las desventajas
son la inestabilidad, baja
remuneración, poca implicación
del trabajador con la empresa y
una flexibilidad que a menudo
se traduce en precariedad.
La nueva realidad es que los
trabajadores buscan formas
de trabajar más flexibles y
adaptables, las plataformas se
están liberando de regulaciones
laborales previas, y los
consumidores esperan cada vez
más servicios bajo demanda.
Todo apunta a una larga vida
para la gig economy.