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IDEAS
Por José Cantero, Ex presidente del BCP 2018-2023
¿La década de los choques
climáticos?
IDEAS
Los economistas, especialmente aquellos
apasionados por la historia económica,
tendemos a catalogar las décadas pasadas
con títulos que resaltan sus características
más distintivas. Con un alto grado de
certeza, creo que, al mirar desde el futuro
a esta década, la catalogaremos como una
marcada por múltiples choques, y quizás,
aunque me duela anticiparlo, como aquella
en la que el cambio climático ha comenzado
a asestar sus duros golpes.
Al analizar las cifras estadísticas del desempeño
de nuestra economía, se podría inferir
que las sequías que hemos experimentado en décadas
pasadas no tenían un impacto tan transversal, como
las experimentadas en años más recientes. Por ejemplo, la
devastadora sequía del 2012 provocó una caída del 39% en
la producción agrícola, mientras que, en contraste, el sector
energético creció un 4,8% durante el mismo período.
Sin embargo, desde el 2019, el impacto de las sequías se
ha vuelto más generalizado, afectando transversalmente a
la economía. Las sequías han dejado de ser episodios puntuales;
sus efectos son ahora más sistémicos, perjudicando
la producción primaria, impactando negativamente la
generación de energía, favoreciendo incendios forestales y
deteriorando la navegabilidad de los ríos.
Un dato que refuerza esta interpretación es la alarmante
e inusual caída continua que experimentó la producción
energética registrada en 2019, 2020 y 2021. Durante
esos años, este fenómeno no solo afectó la generación
de energía, sino que también comprometió seriamente la
navegabilidad de los ríos, en particular del río Paraguay,
una arteria vital de la economía. Este año enfrentamos un
desafío similar, con la creciente preocupación de que una
prolongada afectación en la navegabilidad del río podría
tener repercusiones profundas en la competitividad económica
del país.
No pretendo, en este espacio, caer en un pensamiento
catastrófico sobre lo que podría significar la acentuación
de esta tendencia. Más bien, deseo poner
sobre la mesa estos datos para que los dimensionemos
y reconozcamos como potenciales
riesgos colosales que deben ser gestionados.
Tampoco es mi intención ofrecer un decálogo
de medidas. Mi objetivo, más bien,
es que internalicemos este riesgo potencial
como una realidad que nos debe conducir a
dialogar y diseñar acciones concretas para
mitigar sus efectos, mientras seguimos capitalizando
las oportunidades que también
surgen en este contexto.
Pero, no puedo pasar por alto que este nuevo escenario
obliga a repensar las políticas públicas y la estrategia
de desarrollo económico, orientándolas hacia una gestión
climática resiliente que permita a nuestro país adaptarse a
este nuevo contexto, promoviendo inversiones en energía
e infraestructura sostenible y tecnologías de mitigación.
No cabe dudas que la urgencia de actuar es imperativa,
pues los efectos de la parálisis pueden volverse acumulativos
y cada vez más dolorosos de revertirlos.
Para ello, es crucial que asumamos una actitud de liderazgo
proactivo, que supere tabúes y enfrente esta realidad
desde una perspectiva basada en datos. En lugar de
esperar a que los problemas crezcan, es el momento de
actuar con prontitud, de manera colectiva y concertada,
ubicando al diálogo como eje central. Es tiempo de liderar,
aprender y adaptarnos.
Aunque los desafíos son considerables, las oportunidades
también lo son. Enfrentar el cambio climático y sus
efectos nos brinda la posibilidad de reinventar nuestra
economía, de impulsar nuevos motores de desarrollo, y de
hacerla más equitativa, sostenible y resiliente.
El futuro de nuestra economía depende de nuestra capacidad
para gestionar estos retos con sabiduría y determinación.
Solo así podremos garantizar un desarrollo
sostenible que beneficie a las generaciones presentes y
futuras.
ENFRENTAR EL CAMBIO CLIMÁTICO Y SUS EFECTOS
NOS BRINDA LA POSIBILIDAD DE REINVENTAR
NUESTRA ECONOMÍA
FORBES.COM.PY SEPTIEMBRE/OCTUBRE, 2 024