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Abanico Rodio

Abanico es la revista digital de GAUDIUM GROUP. Brindamos contenido diferente, tratamos temas de importancia mundial, entregamos a nuestros lectores conocimientos no muy fáciles de acceder y tratamos de iluminar en algo el mundo actual que vive en las tinieblas.

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en la economía y la política de Inglaterra y Estados Unidos. En el capitalismo, desde

hace casi dos siglos, el negocio de las drogas es una de las fórmulas más rápidas

para acceder al dinero, al poder político y a la respetabilidad.

La guerra de Inglaterra contra China de 1839-1842 fue la primera guerra de las drogas.

Como fue muy exitosa y lucrativa, luego vinieron más. Desde entonces, las drogas son

parte del arsenal militar de Occidente y han sido utilizadas de diferentes formas por la

maquinaria militar.

A lo largo del siglo veinte, Francia, Inglaterra, pero sobre todo Estados Unidos,

emprendieron varias guerras en las que se involucra el tráfico de drogas a diferentes

niveles, sobre todo para financiar clandestinamente movimientos armados como la

guerra de Vietnam, Afganistán, Nicaragua. Los imperios guerreros han sido los mayores

narcos de la historia.

Las características principales de las guerras de la droga, que siguen la lógica de la guerra

del opio, son las siguientes:

1. Son guerras en parte públicas y en parte privadas. No solo intervienen gobiernos, sino

también empresas que operan y buscan imponer su agenda y defender sus intereses.

2. Son guerras autofinanciables. La droga financia, al menos parcialmente, las armas y

el pago de ejércitos o mercenarios.

3. Se trata de guerra de libre comercio. Las maniobras militares suelen estar coordinadas

con los movientes de grupos económicos y políticos multinacionales.

4. Son guerras con agenda secreta. Se ocultan los móviles de la guerra a la opinión

pública. La propaganda y la desinformación desempeñan un papel fundamental en el

éxito de estas guerras.

5. Son guerras imperiales. Invariablemente, una potencia extranjera ejerce un papel

concluyente en los acotamientos, sus políticas son decisivas (aunque no siempre se ven)

termina por ser el ganador de la operación. A veces interviene y reorganiza la economía

del país agredido para saquearlo mejor. Se llega a saber todo esto años más tarde.

Pero como aquel individuo sigue creyendo en los medios de comunicación y en los

políticos de turno, piensa que en su país no está involucrada ninguna potencia extranjera,

que son cosas locales, de desalmados concretos, de pobres sin remedio o de políticos no

afines a sus creencias. No une puntos o no quiere unirlos. No se da cuenta a quién rinde

pleitesía el gobernante de turno, a dónde envía a sus colaboradores cercanos, con qué

equipo juega.

Cree que todo es pasado, sin darse cuenta que lo que está viviendo, es exactamente

igual a lo que vivieron los chinos hace cientos de años.

Vamos ahora a darle un breve vistazo al libro de Amitav Ghosh, Humo y Cenizas, El

Viaje de un Escritor por las Historias Ocultas del Opio. Recomendamos también leer

su novela, Mar de amapolas.

En su obra, Amitav Ghosh nos habla del opio. En el Capítulo 3, Un Actor por Derecho

Propio, nos relata la historia de la adormidera, amapola real o papaver somniferum. Ahí

nos cuenta que pudo originarse en los Balcanes, cerca del mar Negro. Se ha encontrado

opio de hace seis mil años en Suiza y en tumbas egipcias. Nos dice que la conocían

griegos y romanos. El opio permanece farmacológicamente indispensable hasta

nuestros días. El opio es la más antigua y poderosa medicina conocida por el hombre.

Hoy, todos los que consumen medicinas modernas están expuestos al opio. Durante las

guerras mundiales era un recurso estratégico vital.

El hecho de que el proceso de crear opio es caro, no debe sorprendernos que los primeros

en adoptarlo fueron las elites culturales y los literatos, y todavía lo siguen haciendo. Para

los ricos consumir opio era glamoroso, mientras que usar marihuana u otros psicoactivos

populares era para pobres y mendigos.

La planta cuyo perfil más se asemeja a la del opio es la de la coca (Erythroxylum coca),

cuyas hojas también pueden ser procesadas para convertirlas en cocaína. Fue un

químico alemán quien aisló el alcaloide de cocaína en 1855, pero no se convirtió en un

producto comercial hasta finales del siglo diecinueve, casi trescientos años después del

opio. Los productores de coca de los Andes, siguieron varios patrones ya establecidos

por los productores de opio.

Fue probablemente en la región de Anatolia, en la que los agricultores empezaron a

cultivar la amapola con fines comerciales. Se cree que las tropas de Alejandro Magno la

llevaron a Irán. En la India el cultivo probablemente inició al final del primer milenio de

la era común. Quienes realmente la propagaron fueron los mongoles en el siglo catorce,

cuando su territorio abarcaba China, el norte de la India, Irán, Levante y Anatolia. El

consumo de opio en varias de sus formas era común entre los gobernantes mongoles

y dentro de su corte. Esta costumbre pasó a sus sucesores los otomanos, a la dinastía

Safávida y al Imperio Mughal.

Fue durante estos imperios que el opio inició una segunda fase de expansión, durante

los siglos quince y dieciséis. La forma característica en la que se usaba el opio también

cambió en este periodo. Incrementaron su potencia cuando lo mezclaron con otros

psicoactivos como el cannabis y estás mixturas eran consumidas como bebida o como

comida.

Con el pasar del tiempo en el subcontinente indio y en Persia, el consumo de opio se

volvió socialmente aceptado, pero solo si se consumía vía oral. No era bien visto quien lo

fumaba. Cuando se lo tomaba o comía el opio no causaba un efecto de estar drogado

por su poco procesamiento, más bien se lo usaba como relajante y analgésico.

Según relatos de viajeros europeos, para el siglo dieciséis, el opio circulaba por las cortes

del norte de India, Afganistán y Asia Central. En este periodo se lo consumía en una

forma llamada ma’jûn, un compuesto hecho de pasta de opio y otras sustancias.

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