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“Y sepa el médico que todo el tiempo que hurte al estudio de esta
ciencia única, se lo arrebata y roba a la salud de sus pacientes”
Luis Vives
INTERVENCIONISMO MUSCULOESQUELÉTICO ECOGUIADO 1
INTERVENCIONISMO
MUSCULOESQUELÉTICO ECOGUIADO
Editores:
Jacobo Formigo Couceiro
José María Climent Barberá
Iñigo Iriarte Posse
2
Formigo - Climent - Iriarte
ISBN
Coordinación técnica y editorial
Management Consulting and Events
C/ Luis de Morales, 32. Sevilla
Con el aval científico de:
Grupo de Trabajo de Rehabilitación Intervencionista
Depósito legal:
ISBN edición impresa:
ISBN edición online:
Copyright© Dr. J. Formigo, Dr. I. Iriarte, Dr. J. Climent
INTERVENCIONISMO MUSCULOESQUELÉTICO ECOGUIADO 3
A Silvia, Lidia, Xeila, Xacobo, Mari, Pablo, Carmen, Elena, Iñigo y Mikel;
que lo son todo.
4
Formigo - Climent - Iriarte
ÍNDICE
CAPÍTULO 1 GENERALIDADES DEL INTERVENCIONISMO ECOGUIADO ...... página 015
Beatriz Rendón Fernández - Nieves Ramírez Cifuentes - Cristina Genol Ternero
CAPÍTULO 2 HOMBRO ..................................................................................................................... página 037
Íñigo Iriarte Posse - Sergio Fuertes González - Anna Carrera Burgaya
CAPÍTULO 3 CODO ............................................................................................................................ página 063
José María Climent Barberá - Jacobo Formigo Couceiro - Francisco Reina de la Torre
CAPÍTULO 4 MUÑECA ...................................................................................................................... página 087
Antonia Pilar Soriano Guillen - Esteban Mayayo Sinués - Anna Carrera Burgaya
CAPÍTULO 5 MANO ............................................................................................................................ página 115
Virginia Gallart Úbeda - Antonio Ramos Ropero - Francisco Reina de la Torre
CAPÍTULO 6 CADERA ...................................................................................................................... página 137
Rubén Saiz Reguera - LLuis Guirao Cano - Anna Carrera Burgaya
CAPÍTULO 7 RODILLA ..................................................................................................................... página 165
Manuel Rodríguez-Piñero Durán - Ángel León Valenzuela - Francisco Reina de la Torre
CAPÍTULO 8 TOBILLO ........................................................................................................................ página 189
C. Beatriz Samitier Pastor - Antonio Galván Ruiz - Anna Carrera Burgaya
CAPÍTULO 9 PIE .................................................................................................................................... página 217
Francisco Javier Juan García - Jesús Figueroa Rodríguez - Francisco Reina de la Torre
CAPÍTULO 10 LESIONES DEPORTIVAS ................................................................................... página 243
Carles Pedret Carballido - Íñigo Iriarte Posse
CAPÍTULO 11 SÍNDROMES MIOFASCIALES DEL CUELLO Y DE LA ESPALDA .... página 265
José María Climent Barberá - Vicente Marimón Hoyos - Francisco Cholbi Llobell
CAPÍTULO 12 PROCEDIMIENTOS ESPECIALES ECOGUIADOS ............................. página 299
Antonio Mena Rodríguez - Xoán Miguéns Vázquez - Jacobo Formigo Couceiro
INTERVENCIONISMO MUSCULOESQUELÉTICO ECOGUIADO 5
EDITORES
Iriarte Posse, Íñigo
Climent Barberá, José María
Formigo Couceiro, Jacobo
AUTORES
Carrera Burgaya, Anna
Profesor titular de Anatomía y Embriología
Área de Anatomía y Embriología humana, Universidad de Girona
Climent Barberá, José María
Médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación
Hospital General Universitario de Alicante
Cholbi Llobell, Francisco
Médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación
Hospital General Universitario de Alicante
Figueroa Rodríguez, Jesús
Médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación
Complexo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela
Formigo Couceiro, Jacobo
Médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación
Complexo Hospitalario Universitario A Coruña
Fuertes González, Sergio
Médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación
Rehabilitación/ Unidad del Dolor. Hospital Universitario de Burgos
Galván Ruiz, Antonio
Médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación
Hospital Universitario Virgen del Rocío, Sevilla
6
Formigo - Climent - Iriarte
Genol Ternero, Cristina
Médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación
Hospital Universitario Torrecárdenas, Almería
Gallart Úbeda, Virginia
Médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación
Hospital Doctor Peset. Valencia
Iriarte Posse, Íñigo
Médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación
Clínica Ars Médica. Bilbao
Juan García, Francisco Javier
Médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación
Complexo Hospitalario Universitario de Vigo
León Valenzuela, Ángel
Médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación
Hospital Universitario Puerta del Mar, Cádiz
Marimón Hoyos, Vicente
Médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación
Hospital General Universitario de Alicante
Mayayo Sinués, Esteban
Médico especialista en Radiodiagnóstico
Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza
Mena Rodríguez, Antonio Francisco
Médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación
Hospital general de Gran Canaria Dr. Negrín. Las Palmas
Miguéns Vázquez, Xoán
Médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación
Complexo Hospitalario Universitario de Ourense
INTERVENCIONISMO MUSCULOESQUELÉTICO ECOGUIADO 7
Pedret Carballido, Carles
Médico especialista en Medicina del Deporte
Sports Medicine and Performance Centre. Clínica Creu Blanca. Clínica Diagonal. Barcelona
Ramírez Cifuentes, María Nieves
Médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación
Hospital Universitario Virgen de las Nieves. Granada
Ramos Ropero, Antonio
Médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación
Complejo Hospitalario Universitario Materno-Infantil Insular de Gran Canaria. Las Palmas
Reina de la Torre, Francisco
Profesor titular de Anatomía y Embriología.
Área de Anatomía y Embriología humana. Universidad de Girona
Rendón Fernández, Beatriz
Médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación
Hospital Universitario Virgen del Rocío, Sevilla
Rodríguez-Piñero Duran, Manuel
Médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación
Hospital Universitario Virgen Macarena, Sevilla
Saiz Reguera, Rubén
Médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación
Clínicas Ars Médica. Bilbao
Samitier Pastor, Carmen Beatriz
Médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación
Hospital Asepeyo, Sant Cugat del Valles, Barcelona
Soriano Guillén, Antonia Pilar
Médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación
Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza
8
Formigo - Climent - Iriarte
PRÓLOGO
Para mí es un honor que los autores de la obra que Ud. tiene en las manos me
pidieran su prólogo. Conozco a los autores y la carrera profesional que tienen y esto
es toda una garantía para asegurar que el resultado es el idóneo y que cumplirá con
todas las expectativas que el lector tenga.
Los doctores Formigo, Climent e Iriarte están unidos por la especialidad de Medicina
Física y Rehabilitación y comparten docencia en la escuela de ecografía de
la muy activa Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF);
igualmente, los dos primeros pertenecen al grupo de trabajo de Rehabilitación Intervencionista
(GTRI) de la misma sociedad. Todos ellos, asimismo, transmiten
sus conocimientos de ecografía e intervencionismo en congresos, cursos y jornadas
desde ya hace unos años.
Jacobo Formigo es el responsable de la Unidad de Rehabilitación Intervencionista
del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña. También es en la actualidad
presidente de la Sociedad Gallega de Rehabilitación y Medicina Física (SOGAR-
MEF).
José María Climent es doctor en medicina y jefe de Servicio de Rehabilitación del
Hospital General Universitario de Alicante. Su actividad principal se centra en la
valoración, el diagnóstico y el tratamiento de complicaciones ligadas a la patología
musculoesquelética y a la espasticidad.
Iñigo Iriarte es el director del Centro de Rehabilitación ARS Médica, de Bilbao
y asesor externo Athletic de Bilbao en lesiones musculares. Es el director del curso
online de Experto de Ecografía Musculoesquelética de Editorial Médica Panamericana.
También ha sido el impulsor, autor y verdadera alma de la que probablemente
sea la mejor obra de ecografía musculoesquelética en lengua española: “Ecografía
Musculoesquelética. Exploración anatómica y Patología” y que recientemente ha
sido publicada en su versión en inglés (Msk Room). En lo personal, con Iñigo me
une una muy buena amistad.
“Intervencionismo ecoguiado musculoesquelético” está estructurado en doce
capítulos. Tras un capítulo introductorio, la obra presenta los principales procedimientos
ecoguiados de las principales articulaciones de la extremidad superior
(hombro, codo, muñeca y mano) e inferior (cadera, rodilla, tobillo y pie). La obra
continua con dos capítulos dedicados al intervencionismo ecoguiado de las lesiones
deportivas y del dolor miofascial y termina con uno en donde se explican procedimientos
especiales (radiofrecuencia, microfasciotomía del Dupuytren liberación
del dedo en resorte, hidrodisecciones y la tenotomía del tendón extensor común
del codo).
Cada capítulo se inicia con la presentación de las claves anatómicas del área de
interés, para seguir con las claves ecográficas que resuelven de forma clara su sistemática
de exploración. Después, el capítulo profundiza en las distintas patologías y
la forma de tratar cada una de ellas de forma ecoguiada. Seguidamente, los autores
plantean las evidencias científicas de las técnicas seleccionadas, así como exponen,
de forma breve y muy gráfica, las alertas, recomendaciones y trucos para, finalmente,
exponer las nuevas tendencias de los procedimientos. Los capítulos están
INTERVENCIONISMO MUSCULOESQUELÉTICO ECOGUIADO 9
prolíficamente ilustrados por figuras que muestran de forma didáctica, mediante
fotografías, esquemas, resonancias magnéticas y ecografías el procedimiento que se
estudia.
La ecografía musculoesquelética se ha convertido en punto de encuentro de las
diversas especialidades médicas. Este hecho, constatable en cualquier reunión, curso
o congreso de ecografía, consigue la transferencia de información entre especialidades
y que la frontera entre ellas, en algunas situaciones, sea difícilmente identificable.
Este libro no es más que el reflejo de la buena salud que goza la especialidad de
la Medicina Física y Rehabilitación en la actualidad en nuestro país. Sin duda la
ecografía y sus posibilidades de incidir, de forma directa, mediante procedimientos
específicos, en la evolución de las distintas lesiones y enfermedades, enriquecen y
fortalecen la especialidad.
Sin duda esta obra ayudará a los médicos rehabilitadores y a otros especialistas de
lengua hispana en los procedimientos ecoguiados más habituales en nuestra práctica
clínica diaria.
Dr. Ramon Balius MD, PhD.
Barcelona
10
Formigo - Climent - Iriarte
PRESENTACIÓN
Cuando en el año 2016 dio comienzo la actual etapa de Grupo de Trabajo de Rehabilitación
Intervencionista (GTRI) de la Sociedad Española de Medicina Física y
Rehabilitación (SERMEF), los tres objetivos estratégicos planteados fueron:
- La difusión y expansión en la práctica clínica del modelo asistencial intervencionista.
Es necesario recordar que la piedra angular ha de seguir siendo de manera
inexcusable el diagnóstico clínico, asistido o no por pruebas complementarias,
entre las cuales la ecografía goza de un puesto especial.
- La formación en este área de conocimiento mediante el desarrollo de cursos,
talleres, ponencias y/o cualquier otra herramienta docente. Principalmente en
las Jornadas bianuales del GTRI, como referencia en la revisión y desarrollo de
técnicas y evidencia.
- La dotación de material didáctico específico y propio de calidad contrastada.
Este libro se encuadra y da respuesta a este último epígrafe.
Además de las estrategias, que son imprescindibles para dirigir nuestros pasos en
direcciones coherentes, están las emociones que imprimen el vigor necesario para
animar y acelerar la travesía.
Esta obra que presentamos se basa al menos, en cuatro: ilusión, asombro, entusiasmo
y confianza.
La ilusión por la mejora de la atención de nuestros pacientes a través del perfeccionamiento
del conocimiento, de la profundización en el estudio de técnicas que
incrementan nuestra capacidad diagnóstica y terapéutica, o de una forma más clara,
que ayudan a saber lo que les sucede a nuestros pacientes y también a mejorarlos,
incluso a veces, a curarlos.
El asombro ante la capacidad de los avances tecnológicos en ecografía que permiten
asomarnos al interior del cuerpo humano y multiplicar nuestra capacidad visual
hasta la identificación de estructuras anatómicas superficiales y profundas que hasta
no hace mucho eran inalcanzables en nuestro ámbito y quehacer.
El entusiasmo, basado en la certidumbre ciega de que el esfuerzo no es un lastre
sino una brisa que empuja suavemente hacia nuestros objetivos.
La confianza en que el material ofrecido sirva de ayuda firme, fundamentada y
certera a todos aquellos compañeros interesados en el desarrollo de estas cualidades
y conocimientos.
Tras más de 3 años de intenso trabajo, guiado por estas emociones, ve la luz la
presente obra: “Intervencionismo Musculoesquelético Ecoguiado”.
Desde las primeras ideas que llevaron a la construcción de esta obra se otorgó un
inmenso valor al potencial docente de la imagen. Los editores idearon una composición
genérica de cuatro figuras en una, que le otorgara a esta obra un perfil
singular. Este diseño trataba de promover la adquisición del conocimiento a través
de una sola mirada. Se deseaba mostrar todo el proceso en una sola imagen: en
primer lugar el momento en que el paciente se sitúa en la mesa de exploración,
con el posicionamiento real y exacto de la sonda, seguido de un corte anatómico
de la región (realizado expresamente para esta obra por los profesores de anatomía,
o bien una imagen de RNM de alta resolución), después la visualización precisa
de las imágenes ecográficas claves y, finalmente, su interpretación idealizada con
INTERVENCIONISMO MUSCULOESQUELÉTICO ECOGUIADO 11
marcación por colores de las estructuras. En la parte de intervencionismo se ideó
un plan semejante, con una visión general de posicionamiento en camilla (muchas
veces un primer plano de la sonda-aguja no permite verlo), seguido de la posición
exacta de introducción de la aguja, después un diagrama anatómico con el alcance
de la diana y, finalmente, la inyección real con la visión de la aguja en el ecógrafo.
Todas las figuras han sido concebidas, realizadas y compuestas específicamente para
esta obra. La inmensa mayoría de las imágenes de intervencionismo corresponden
a inyecciones reales. Esta extraordinaria tarea ha sido asumida por el Dr. Iriarte que
ha sabido dar armonía a todo el libro y lo ha dotado de su inconfundible estilo de
ilustración.
Los editores queremos agradecer a todos los miembros del GTRI y al resto de autores,
y colaboradores habituales, su gran trabajo, sin el que esta obra nunca habría
llegado a materializarse.
También queremos expresar el deleite que ha representado compartir la edición
de esta obra, con todos los debates anatómicos, las discusiones sobre las posiciones
de estudio ecográfico, las precisiones sobre las vías de acceso prioritarias o las referencias
sobre las alertas para mejorar la seguridad de los pacientes. Tanto tiempo
compartido ha supuesto un regalo de conocimiento interpersonal que nos ha llevado
a desarrollar el don más preciado: el de la amistad. Gracias a mis compañeros
editores, autores de reconocido prestigio y excelentes personas. No puede haber
mejores compañeros de viaje.
Sólo queda lo más importante: que este libro, sea del gusto del lector.
Formigo, Climent, Iriarte.
12
Formigo - Climent - Iriarte
PREFACIO
Hay ocasiones en las que te piden determinadas cosas que no cuesta nada hacer, y
la introducción a esta obra científica es una de ellas.
No tengo que esforzarme mucho para encontrar motivos que apoyen con fundamento
el reconocimiento de que el libro “ Intervencionismo ecoguiado musculoesquelético”
es una gran obra científica.
Lo es, y por varios motivos.
Primero porque detrás de ella, se encuentran unos editores cuyos nombres y trayectoria
en nuestra especialidad no requiere presentación.
Reconocemos que la ecografía ha supuesto un hito para muchos de nosotros y,
sobre todo, para las nuevas generaciones de médicos rehabilitadores, que utilizan
ya el ecógrafo como prolongación instrumental de su mano. Esto nos ha permitido
diagnosticar e intervenir, y con ello, ampliar nuestras competencias hacia la resolución
en nuestra consulta de muchos procesos de forma ágil y eficaz.
La docencia es un valor inherente a la medicina, cuyo rápido e incesante desarrollo
requiere un constante aprendizaje para mantener actualizados los conocimientos
que permiten afrontar con garantías los problemas de salud de nuestros pacientes.
Este principio es aplicable a la ecografía y ha sido válido para diversas generaciones
de médicos rehabilitadores como el Dr. Climent o yo misma, que realizamos juntos
el primer curso de formación para especialistas en rehabilitación. Las siguientes
generaciones como el Dr. Formigo o el Dr. Iriarte han desarrollado líneas docentes
muy relevantes.
Ellos y el resto de los autores de esta obra han contribuido con gran esfuerzo a
impartir conocimiento a lo largo de estos años, para que nuestros rehabilitadores se
formen de la mejor manera en aquello que, sin duda, va a permitir a nuestra especialidad
mejorar su visibilidad, para emprender un camino hacia nuevos horizontes
que nos permitan un mayor reconocimiento en el ámbito profesional. Este libro
compendia toda una trayectoria.
Es fácil reconocer aquello que está bien hecho y en este manual de intervencionismo
sobran los elogios. A un buen índice, le sigue una buena exposición en los
diferentes capítulos, a las que se añaden unas buenas imágenes y una buena metodología
de actuación que, junto a un buen contenido científico, forman una receta
perfecta.
En fin, tengo que agradecer a nuestros compañeros que lleven a nuestra especialidad
donde se merece mediante aprendizaje, posicionamiento y reconocimiento.
No dudo que los que lean esta obra van a disfrutar y a aprender.
En nombre de Sermef, sencillamente gracias.
Dra. Carolina de Miguel Benadiba
Presidenta de Sermef
CAPÍTULO 01
GENERALIDADES DEL
INTERVENCIONISMO ECOGUIADO
B. Rendón - N. Ramírez - C. Genol
1
2
3
4
5
6
INTRODUCCIÓN
Principios básicos de la ecografía
Parámetros básicos del ecógrafo
Lenguaje ecográfico
ARTEFACTOS ECOGRÁFICOS
BASES DEL INTERVENCIONISMO ECOGUIADO
Formación y competencias
Equipamiento necesario
Técnica general
Cosentimiento informado
Asepsia
Vías de abordaje
Optimización de la visualización de la aguja
OTROS ASPECTOS
Contraindicaciones y condiciones especiales en intervencionismo ecoguiado
Complicaciones y reacciones adversas
FARMACOLOGÍA GENERAL DE LA INFILTRACIÓN
Anestésicos locales
Glucocorticoides
Ácido hialurónico
Toxina botulínica
Plasma rico en plaquetas
TIPOS DE TÉCNICAS ECOGUIADAS
15
1 INTRODUCCIÓN
El intervencionismo forma parte del avance
y desarrollo de numerosas especialidades
médicas. El progreso en el conocimiento de
la patología y la mejora de los medios diagnósticos
complementarios han facilitado el
diseño de procedimientos mínimamente
invasivos que han ampliado y perfeccionado
las indicaciones terapéuticas conocidas. En
el caso de la patología musculoesquelética y
neurológica, se ha producido tanto una mejoría
en las técnicas disponibles como una
ampliación hacia nuevos métodos. El tratamiento
del dolor y la mejora de la función
perdida constituyen unos objetivos sólidos y
precisos, que suponen un impulso definitivo
hacia esta nueva forma de práctica clínica.
La ecografía es actualmente la herramienta
o guía más adecuada para realizar los procedimientos
intervencionistas (Bianchi, 2007;
Formigo, 2016). Presenta ventajas y limitaciones
que se detallan en la tabla 1. Su uso
ha ampliado el espectro de la rehabilitación,
mejorando las posibilidades diagnósticas e
intervencionistas, entre otras, que se describen
en la tabla 2.
Principios básicos de la ecografía
La ecografía se fundamenta en la emisión
de ultrasonidos producidos en el transductor
y los fenómenos que experimenta al
atravesar los distintos tejidos. Parte de este
haz ultrasónico se refleja al pasar de un tejido
a otro creando un eco, que retorna al
transductor, este lo detecta y transforma en
una imagen en escala de grises. Otra parte
continuará avanzando produciendo nuevos
ecos hasta extinguirse (Fig. 1).
Ventajas de la ecografía
Disponibilidad
Portabilidad
Economía, accesibilidad
Exploración dinámica y en tiempo real
Versatilidad
Ausencia de radiaciones ionizantes
Tabla 1. Ventajas y limitaciones de la ecografía.
Limitaciones de la ecografía
Estructuras profundas
Valoración de patología ósea
Características anatómicas del paciente
Operador-dependiente (destreza, curva de aprendizaje)
Figura 1. Generación de una ecografía. Emisión y recepción de la onda en el transductor, procesamiento de la señal y generación
de la imagen con sus diferentes controles.
16
GENERALIDADES
17
Diagnóstico
Pronóstico
Control evolutivo
Guía en procedimientos
Tabla 2. Usos clínicos de la ecografía.
Como complemento a la anamnesis y exploración
clínica. Permite precisar/completar los diagnósticos y
descartar complicaciones
Según las características de la lesión se puede predecir
la respuesta a diversos tratamientos
Valoración de la evolución de la patología tras una
decisión terapéutica
Visión de la aguja en tiempo real
acústica, se generan dos nuevas ondas,
una de ellas reflejada hacia la fuente productora
denominada “eco” y otra continúa
su progreso atenuada.
- Refracción: cuando una onda al atravesar
una interfase entre tejidos con impedancias
diferentes se desvía de su dirección
previa.
Figura 2. Fenómenos físicos en la transmisión del ultrasonido.
Absorción, dispersión y reflexión.
La propagación de la onda ultrasónica en el
organismo experimenta una serie de eventos
que acontecen por diferencias en la resistencia
(impedancia acústica) que presentan los
diferentes tejidos al paso del haz ultrasónico.
A medida que el ultrasonido progresa, pierde
energía, fenómeno denominado atenuación
y que, a su vez, es debido a los siguientes
efectos (Formigo, 2018) (Fig. 2):
- Absorción: parte de la energía se trasforma
en su interacción con los tejidos. Es
diferente en cada tejido, máxima en el
hueso y mínima en los líquidos.
- Dispersión: el ultrasonido modifica su
trayectoria normal prevista cuando en
su propagación encuentra determinadas
estructuras.
- Reflexión: cuando el ultrasonido traspasa
dos medios con diferente impedancia
El conocimiento del ecógrafo es fundamental
para obtener la mejor imagen posible.
Se debe seleccionar una sonda apropiada
para cada exploración y ajustar los parámetros
básicos según la necesidad de cada momento.
Existen diversos tipos de transductores o
sondas en función de la disposición de sus
componentes y el tipo de imagen que proporcionan
(O´Neil 2008) (Fig. 3, Tabla 3).
Figura 3. Sonda lineal (A) e imagen que proyecta (B).
Sonda convexa (C) e imagen que proyecta (D).
Características Sonda lineal Sonda convexa
Resolución Alta Baja
Visibilidad de estructuras Superficiales Profundas
Frecuencia Alta 7-20 MHz Baja 3-7 MHz
Imagen Rectangular Trapezoidal
Tabla 3. Tipos de sondas ecográficas.
18 B. Rendón - N. Ramírez - C. Genol
Parámetros básicos del ecógrafo
La modificación de estos parámetros permite
la optimización de la imagen obtenida
(Bueno, 2011).
- Profundidad: en función de la localización
de la zona a explorar y la sonda que
se utilice.
- Frecuencia: es proporcional a la resolución
e inversamente proporcional a la
profundidad.
- Ganancia: ajusta el brillo de la imagen en la
pantalla. Se puede modificar en toda su extensión
o de forma parcial (ganancia por canales).
- Foco: permite una mayor resolución de
imagen localizada en la zona diana. Se
pueden usar uno o varios focos.
- Doppler: evidencia el flujo de los vasos
sanguíneos.
Lenguaje ecográfico
Según la visualización de una estructura se
definirá como (Fig. 4):
- Hiperecogénica o hiperecoica: imágenes
ecográficas de gris claro brillante/blanco,
por la presencia de interfases reflectantes
potentes en el tejido.
- Hipoecogénica o hipoecoica: imagen de
color gris oscuro porque la estructura genera
pocos ecos y/o de baja intensidad.
- Isoecogénica o isoecoica: cuando una estructura
presenta la misma ecogenicidad
que otra visualizándose de similar ecogenicidad
en todo el corte ecográfico.
- Anecogénica o anecoica: no genera ecos
debido a que no hay interfases en su interior
visualizándose como una imagen
negra (Jiménez 2010) (Fig. 4).
Figura 4. Imagen isoecogénica con septos fibrosos hiperecogénicos en su interior característica del tejido muscular, visión
longitudinal de los músculos gastrocnemius (G) y soleus (S), (A), visión transversal (B). Imagen hiperecogénica correspondiente
a la cortical femoral (F) con los fascículos del músculo quadriceps femoris superficialmente y sombra acústica posterior
en profundidad (C). Imagen hipo-anecogénica producida por la arteria poplítea (P), (D).
GENERALIDADES
19
La elastografía utiliza los ultrasonidos para
estudiar la rigidez de los tejidos. Una de sus
modalidades (strain elastography), emplea
una compresión deformante aplicada por el
operador en tiempo real. Las diferencias de
rigidez tisular son transformadas a un espectro
de colores que resalta, sobre la imagen
en modo B, las diferencias de elasticidad en
el corte ecográfico. Otras modalidades utilizan
la emisión de un impulso acústico por
el dispositivo, que se proyecta sobre la zona
de estudio, o región de interés. Una de estas
técnicas (shear wave elastography), utilizada
inicialmente en estudios viscerales o de
neoplasias, está ganando crédito en el campo
musculoesquelético ya que permite obtener,
además de la imagen de espectro de colores,
datos cuantitativos de la resistencia al paso del
impulso en las regiones de interés.
2 ARTEFACTOS ECOGRÁFICOS
En ecografía se pueden observar ocasionalmente
en la pantalla imágenes que no se corresponden
exactamente con las estructuras o
tejidos explorados. Estas imágenes se definen
como artefactos y su conocimiento es necesario
para una adecuada interpretación de las
imágenes. Con la prudencia necesaria, estos
artefactos pueden emplearse incluso como
una ayuda para la interpretación ecográfica
(Vargas 2008; Formigo 2018). A continuación,
se detallan los más importantes:
Anisotropía: la ecogenicidad de la estructura
varía en función del ángulo de incidencia
del haz de ultrasonidos. Es característico de
tendones, nervios y músculos, que aparecerán
más o menos hiperecogénicos en función
del balanceo que se imprima a la sonda (Fig.
5). El análisis visual de las diferentes reacciones
anisotrópicas ayuda a discriminar entre
los diferentes tejidos (por ejemplo, entre nervio
y tendón) en caso de dudas. Por otro lado,
y dado que muchas lesiones aparecen como
hipoecogénicas, siempre se debe balancear el
transductor antes de identificar una imagen
como lesional, para descartar que se trate de
un efecto de anisotropía.
Sombra acústica posterior: el haz de ultrasonido
es reflejado en su totalidad por una estructura
creando un área anecoica que se extiende
en profundidad. Ocurre en la cortical
ósea o en las calcificaciones densas. También
sucede con los gases o el aire, en este caso por
ausencia de transmisión.
Sombra de refracción o de ángulo crítico: se
produce cuando el haz de ultrasonidos incide
sobre una región anatómica de superficies
curvas pronunciadas. Debido a la refracción
aumentada, los ecos no son devueltos hacia el
transductor que registra una zona hipoecoica
tangencial a la interfase curva. En el sistema
musculoesquelético puede observarse con
frecuencia esta imagen al estudiar los tendones
en el plano transversal (Fig. 6).
Figura 6. Sombra por refracción o ángulo crítico en
una ecografía transversal de la primera corredera extensora
de la muñeca. Las zonas laterales de sombra
acústica señaladas con las flechas coinciden con la
zona de incidencia tangencial del haz de ultrasonidos.
Refuerzo acústico posterior: ocurre cuando
una colección líquida es atravesada por el haz
de ultrasonidos atenuándolos mínimamente,
de manera que en profundidad se produce un
aumento ficticio de ecogenicidad que puede
Figura 5. Cortes transversales del tendón de la porción larga del bíceps. Ecoestructura normal al incidir el haz
de ultrasonidos de manera perpendicular (A). Efecto de anisotropía, la misma estructura se visualiza hipoecogénica
tras modificar la posición del transductor incidiendo el haz de ultrasonidos de forma oblicua (B).
20
GENERALIDADES
21
Figura 7. Refuerzo posterior (flechas) producido al
atravesar el haz ecogénico un quiste.
ofrecer equívocas imágenes hiperecoicas. Se
observan con frecuencia en la profundidad
inmediata de un vaso sanguíneo (Fig. 7).
Reverberación o imagen en cola de cometa:
bandas hiperecogénicas paralelas y regulares
que se atenúan progresivamente (Fig. 8).
Aparecen tras estructuras metálicas o el cristal.
Aparece típicamente tras las agujas durante la
infiltración.
Figura 8. Artefacto de reverberación o cola de cometa
(flechas).
3 BASES DE INTERVENCIONISMO ECOGUIADO
Formación y competencias
El intervencionismo musculoesquelético es
un área de conocimiento transversal dentro de
la Rehabilitación médica, que abarca desde el
diagnóstico hasta el tratamiento, con técnicas
invasivas de competencias en aparato locomotor,
neurológico y dolor, entre otros.
Su empleo requiere una formación reglada
que implique la adquisición de habilidades específicas.
La Rehabilitación Intervencionista puede
dividirse en tres niveles de aplicación como se
indica en la tabla 4 (Formigo 2016):
Equipamiento necesario
La tabla 5 resume el equipamiento necesario
para la realización de procedimientos
intervencionista (AIUM 2014).
Técnica general
La realización de una técnica invasiva implica
necesariamente una serie de etapas resumidas
en la tabla 6, (Climent, 2012; Robotti,
2013; AIUM, 2014).
Consentimiento informado
Legalmente los procedimientos invasivos requieren
consentimiento por parte del paciente.
Por tanto, siempre previamente a la realización
de cualquier técnica intervencionista
debe informarse al paciente, preferiblemente
por escrito, del objetivo de la técnica y las posibles
complicaciones. Este documento firmado
pasará a formar parte de la historia clínica.
Asepsia
Para evitar infecciones es fundamental asegurar
un estado de máxima asepsia durante
Técnicas básicas Técnicas Intermedias Técnicas avanzadas
Curva de aprendizaje
Procedimientos
Operador
100 repeticiones por
procedimiento
• Diagnóstico básico
• Infiltraciones periarticulares,
articulares y
musculares no complejas
Todos los médicos
rehabilitadores
50 repeticiones por
procedimiento
• Diagnóstico avanzado
• Punción-aspiración
• Fenestraciones
• Infiltraciones perineurales
• Radiofrecuencia
• Hidrodilataciones
• Infiltraciones articulares
y musculares de difícil
acceso
Médicos rehabilitadores dedicados
a intervencionismo
Tabla 4. Niveles de aplicación en las técnicas de Rehabilitación Intervencionista.
50 repeticiones por
procedimiento
• Secciones ligamentosas
ultra-mínimamente
invasivas
• Técnicas complejas de
dolor
Unidades de Rehabilitación
Intervencionista/Unidades
de Dolor
• Ecógrafo (preferible portátil) con sonda
lineal y convexa
• Protector de sonda (incluidos estériles)
• Gel transductor (incluido estéril)
• Agujas de diversas longitudes y calibres
(incluidas agujas de bloqueo con bisel romo
y alargadera)
• Jeringas de varios volúmenes (incluidas de
rosca)
22
• Antiséptico (soluciones antisépticas hidroalcohólicas,
povidona yodada)
• Guantes
• Gasas
• Campos estériles
• Apósitos
• Carro de paradas
Tabla 5. Equipamiento necesario para la realización de técnicas en intervencionismo.
GENERALIDADES
23
todo el procedimiento mediante la desinfección
de la zona a tratar con antiséptico tópico o
solución hidroalcohólica, y utilizando material
estéril (guantes, campos, cubresonda, agujas y
jeringas).
Vías de abordaje en plano y fuera de
plano
Según sea la relación entre la sonda y la
aguja hablaremos (Fig. 9) de:
- Eje corto o abordaje fuera de plano cuando
la aguja y la sonda se colocan perpendicularmente.
- Eje largo o abordaje en plano cuando
ambas están paralelas.
Optimización de la visualización de la
aguja
Cuanto menor es el ángulo que forman la
aguja y la sonda, es decir, cuanto más paralelas
están, mejor se visualiza la primera. A veces
no es posible verla con claridad por lo que
debe observarse el movimiento que produce
en los tejidos su avance, o inyectar líquido
como anestésico o suero fisiológico para localizar
la punta (hidrolocalización).
PLANIFICACIÓN
PRE-INTERVENCIÓN
INTERVENCIÓN
POST-INTERVENCIÓN
• Exploración sonográfica del área a tratar: identificar la lesión y tejidos circundantes
• Elegir ventana acústica y vía de entrada de la aguja (plano/fuera de plano)
• Consentimiento informado
• Asegurar el correcto posicionamiento del paciente, equipo y material
• Asepsia rigurosa del material y de la zona de punción
• Abordaje en plano o fuera de plano
• Seguimiento de la aguja en tiempo real
• Optimizar la visualización de la aguja
• Vigilar/tratar complicaciones
• Apósito estéril en la zona de punción
• Instrucciones de cuidados según la técnica utilizada
• Limpieza del equipo de ecografía
Tabla 6. Etapas para programación/realización de técnicas intervencionistas.
Figura 9. Imagen clínica y ecográfica de un abordaje en plano (A). Imagen clínica y ecográfica de un abordaje
fuera de plano (B). Aguja (flechas).
4 OTROS ASPECTOS
Contraindicaciones y condiciones especiales
en intervencionismo ecoguiado
Pacientes anticoagulados o antiagregados
(Fernández, 2017): evaluar el riesgo hemorrágico
de la intervención a realizar y la posibilidad
trombótica en caso de retirar la medicación
antiagregante/anticoagulante.
- Para la realización de las técnicas básicas
y para la mayoría de las intermedias
no es necesaria la suspensión de anticoagulantes
(Tabla 7). Como norma general,
si no existen otros factores de riesgo añadidos
en este tipo de procedimientos.
- Es en el caso de llevar a cabo intervenciones
de alto riesgo hemorrágico (técnicas
avanzadas como bloqueos epidurales y
caudales, bloqueos profundos, catéteres)
cuando es indispensable asegurar unas
condiciones de seguridad mediante una
analítica y realizar modificaciones en el tratamiento
mediante suspensión de medicación
y terapia puente con heparinas de bajo
peso molecular (Tabla 8).
Pacientes diabéticos: la glucemia puede
desestabilizarse tras la inyección de corticoide
con hiperglucemias en los 2-5 días posteriores
al procedimiento, generalmente sin repercusión
clínica. Por lo que se recomienda:
- Evitar corticoides en pacientes con diabetes
insulinodependiente con mal control.
- Disminuir la dosis de corticoide a la mitad
en los pacientes con diabetes insulinodependiente
controlada.
Infección local: en caso de infección de la
zona a tratar no debe realizarse el procedimiento
hasta la resolución del proceso infeccioso.
Complicaciones y reacciones adversas
De modo general, para poder realizar intervencionismo
se debe tener disponibilidad
de un carro de paradas con equipación completa
y haber acordado/establecido un circuito
asistencial de atención ante las complicaciones
severas (acceso reanimación/uci/061).
Los tipos y severidad de las complicaciones
varía en función de si se trata de técnicas
generales (básicas e intermedias) o espinales
(avanzadas).
Los efectos adversos más frecuentes y sus
características se resumen en la tabla 9 (Jianguo,
2007).
Los procedimientos intervencionistas en el
raquis presentan un perfil específico de efectos
adversos (Tabla 10), algunos de ellos graves,
que se revisan a continuación (Liu, 2019):
- Hipotensión y bradicardia: efectos cardiacos
producidos por anestésico en el espacio
epidural por bloqueo simpático. En casos
graves hay que valorar aumentar el gasto
cardiaco mediante fluidoterapia y fármacos
vasopresores (efedrina, fenilefrina).
- Absceso epidural: infección grave de
aparición de 2 días a 4 meses tras el procedimiento.
Presenta dolor, debilidad en
miembros inferiores, anestesia en silla de
• Acenocumarol y Warfarina: no suspender INR < 2,5
• Dabigatran, apixabán: suspensión la noche previa y la mañana del procedimiento
• Rivaroxabán, edoxabán: suspensión la mañana del procedimiento
Tabla 7. Manejo de la anticoagulación en procedimientos básicos/intermedios.
• Plaquetas ≥ 75.000
• INR < 1,5
• Fibrinógeno ≥ 150
• TTPA ratio < 1,4
• Acenocumarol y Warfarina: actividad de protrombina ≥ 70%
• Dabigatran: TTPA ratio < 1,4
• Rivaroxabán, apixabán, edoxabán: TP ratio < 1,3 y actividad de protrombina ≥ 70%
Tabla 8. Estudio de coagulación en condiciones de seguridad.
24
GENERALIDADES
25
Complicación Frecuencia Clínica Manejo
Dolor Muy frecuente • Durante el procedimiento
o tras el mismo
• Local
• Leve y autolimitado
• Frío local
• Analgésicos orales
Síncope vasovagal
Frecuente
Tasa del 0-8%, sobre todo
en procedimientos a nivel
espinal (bloqueo de rama
medial, epidural transforaminal
o caudal). Se asocia a
inyecciones en articulaciones
periféricas en un 0,2% de las
ocasiones
• Mareo
• Malestar
• Sudoración
• Visión borrosa
• Palidez cutánea
• Hipotensión
• Pérdida de conciencia
• Interrumpir la intervención
• Paciente en posición de
Trendelemburg
• Oxígeno en mascarilla a
6-10 l/min.
• Reponer volumen con suero
fisiológico intravenoso
500 ml.
• Atropina 0,6-1 mgr. (0,01
mgr./kg. peso) i.v repitiendo
cada 5 minutos hasta un
máximo de 3 mgr.
Artritis séptica
2-10 casos por 100.000 habitantes/año
Más frecuente en rodilla
(48%) y cadera (21%)
Staphylococcus aureus es
el microorganismo más
frecuente
• Dolor
• Impotencia funcional
• Aumento de temperatura
local
• Fiebre
• Repercusión general
• Exploración ecográfica
• Manejo en ingreso hospitalario.
Artrocentesis y
cultivo
• Antibioterapia empírica:
cloxacilina 2 gr./6 horas i.v.
y posterior antibioterapia
según antibiograma 3-6
semanas
• Monitorización VSG y PCR
• Drenaje quirúrgico/ lavado
articular
Artritis aséptica
Se suele asociar al depósito
de microcristales de corticoides.
Cede en 48 horas, si se
prolonga pensar en infección
Menor frecuencia tras inyección
con ácido hialurónico
• Dolor
• Hinchazón o derrame
• Enrojecimiento
• Aumento de temperatura
local
• Fiebre
• Hielo
• Reposo
• Antinflamatorios no esteroideos
(AINES) orales
• Si hay derrame: artrocentesis
y cultivo (negativo)
Neumotórax
Muy baja frecuencia, casos
aislados
Técnicas de riesgo:
• Bloqueos del nervio
supraescapular
• Bloqueo plexo braquial a
nivel supraescapular
• Bloqueo intercostal
• Infiltración de puntos gatillo
de algunos músculos
torácicos
• Dolor torácico
• Disnea
• Taquicardia
• Sudoración, palidez
• Tos, hemoptisis
• Radiografía en espiración
• Reposo
• Drenaje torácico por aspiración
Tabla 9. Complicaciones de las técnicas generales.
• Bloqueo motor excesivo
• Hipotensión y bradicardia
• Infección espinal: absceso epidural y subdural
• Meningitis
• Espondilodiscitis
• Osteomielitis
• Sepsis
Tabla 10. Complicaciones de las técnicas espinales.
• Hematoma epidural
• Cefalea postpunción lumbar
• Pneumoencéfalo epidural y subaracnoideo
• Paraplejia y tetraplejia
• Infiltración subdural, intratecal y en pelvis
26 B. Rendón - N. Ramírez - C. Genol
montar, disfunción intestinal o de vejiga,
cefalea, rigidez y dolor cervical. La fiebre
puede no aparecer hasta en el 50%
de los pacientes. Se diagnostica mediante
RNM. El tratamiento es drenaje quirúrgico
y antibioterapia intravenosa. El patógeno
más frecuentemente aislado es el
staphylococcus aureus.
- Hematoma epidural: complicación rara, mayor
prevalencia en pacientes con alteraciones
de la coagulación. Clínicamente se presenta
con dolor y compromiso neurológico por
debajo del nivel lesional. En el manejo es
fundamental el diagnóstico precoz mediante
RNM urgente y drenaje quirúrgico.
- Cefalea: se debe a la punción accidental de
la duramadre durante el bloqueo epidural
siendo la incidencia superior al 5%. Se
debe a una pérdida de líquido cefalorraquídeo
(LCR) a través del orificio de la duramadre
y se caracteriza por aparición en las
primeras 48 horas de dolor fronto-occipital
irradiado a cuello y hombros, que empeora
en sedestación y bipedestación y mejora
en decúbito supino. En el 50% de los casos
se manifiesta de forma leve, aunque puede
acompañarse de otros síntomas como vómitos,
diplopía o afectación de pares craneales.
El tratamiento consiste en control
de los síntomas con analgésicos: paracetamol,
AINES y tramadol. La cafeína (300
mg/12 h) es un estimulante del SNC con
efecto vasoconstrictor que puede mejorar
la clínica. Otro fármaco útil es el tetracosáctido,
una hormona con propiedades similares
a la ACTH, a dosis de 1,5 u/kg.
5 FARMACOLOGÍA GENERAL DE LA INFILTRACIÓN
Anestésicos locales
Son fármacos encargados de bloquear la formación
y propagación de los impulsos eléctricos
en el tejido nervioso.
Mecanismo de acción (Becker, 2012; Bonet,
2011): Actúan mediante un bloqueo reversible
de la conducción nerviosa. Impiden
la propagación de los potenciales de acción
en las membranas neuronales mediante el
bloqueo de los canales de Na + .
Clasificación: (Tabla 11) (Becker, 2012; Bonet
2011).
Usos terapéuticos (Becker, 2012; Bonet,
2011):
- Tópico o anestesia superficial: directamente
sobre la piel o mucosas. La lidocaína
tópica en crema o parches al 5%
está recomendada en hiperalgesia o alodinia
secundarias a neuralgia postherpética
o neuropatía diabética. La anestesia
superficial dérmica se emplea en suturas
de heridas, intervenciones de cirugía
menor o técnicas invasivas. Los más utilizados
son la lidocaína y la bupivacaína
en solución acuosa.
- Como coadyuvante a los corticoides
en numerosos tipos de procedimientos
músculo-esqueléticos.
- Bloqueo de nervios y troncos nerviosos:
Se recomienda utilizar el menos tóxico.
Para su uso clínico es necesario conocer las
concentraciones equivalentes (Tabla 12).
Primero se produce bloqueo del sistema
simpático, a continuación, aparece el bloqueo
sensitivo, térmico y doloroso, y finalmente,
el motor. A mayores concentraciones
más rápido y profundo será el efecto.
En el caso específico de los bloqueos interfasciales
se recomienda el uso de volúmenes
altos a concentraciones bajas.
- Anestesia epidural: se inyecta en el espacio
epidural y subaracnoideo. Consigue
un bloqueo del estímulo, así como de la
actividad motora. Se emplea en cirugía
AMINOAMIDAS
AMINOÉSTERES
Tabla 11. Clasificación de los anestésicos locales.
• Lidocaína: Derivado del ácido acético. Se utiliza en infiltración local, bloqueo
nervioso y uso tópico.
• Mepivacaína: Se utiliza para infiltración, bloqueo nervioso central y periférico,
anestesia endovenosa regional y anestesia epidural y caudal. Además, tiene un
cierto carácter vasoconstrictor, lo que permite reducir la dosis.
• Bupivacaína: De larga duración, se utiliza para bloqueo prolongado en intervenciones
y control posquirúrgico del dolor.
• Levobupivacaína: De larga duración, muy utilizada para bloqueos nerviosos hasta
la llegada de la ropivacaina.
• Ropivacaína: De larga duración, efecto rápido, se utiliza en el tratamiento del dolor
agudo y como anestésico en cirugía (bloqueo periférico, de troncos nerviosos y
epidural).
• Articaína: Su metabolización es muy rápida, considerándose de corta duración.
• Benzocaína: su uso se limita al tratamiento tópico de afecciones menores.
• Procaína: su uso actual es muy limitado por su baja potencia y lentitud de acción.
• Tetracaína: se puede utilizar como anestésico tópico en piel y mucosas.
Concentraciones equivalentes
Dosis máxima
(mgr.)
Latencia
(minutos)
Duración
(minutos)
Lidocaína 2% 1% 0,5% 500 5-10 60-120
Mepivacaína 2% 1% 0,5% 500 10-15 90-180
Bupivacaína 0,5% 0,25% 0,125% 150 20-30 180-360
Ropivacaína 0,75% 0,2% 150 6-7 160-290
Tabla 12. Concentraciones equivalentes de los principales anestésicos locales.
27
28 B. Rendón - N. Ramírez - C. Genol
abdominal, de miembros inferiores, cirugía
obstétrica, etc.
Toxicidad:
Por inyección intravascular, absorción o acúmulo
de metabolitos activos.
- Los síntomas del sistema nervioso central
son los más frecuentes (pérdida de sensibilidad
oral y lingual, sabor metálico, confusión,
obnubilación, acúfenos, agitación,
convulsiones, depresión del sistema nervioso
central o coma).
- La toxicidad a nivel cardiovascular se inicia
con aumento de la tensión arterial y frecuencia
cardíaca, y posteriormente hipotensión
y colapso cardiovascular.
El uso de guía ecográfica es útil para reducir
la dosis de fármaco en los pacientes con
mayor riesgo de sufrir toxicidad.
Recientemente se han publicado datos que
sugieren una posible condrotoxicidad de
los anestésicos locales. Se relacionaría tanto
con el tipo de anestésico, como con la dosis
y concentración. Los anestésicos locales con
mayores efectos deletéreos sobre el cartílago
parecen ser la lidocaína y la bupivacaína.
El menos lesivo podría ser la ropivacaína en
concentraciones menores al 0,75 % (Jayara
2019, Kreuz 2018).
¿Cómo actuar ante un efecto adverso?
Lo fundamental es la prevención de la aparición
de efectos adversos utilizando dosis
ajustadas y alejadas de las tóxicas, junto con
la selección de los anestésicos de menor riesgo,
como la mepivacaína y la ropivacaína.
1. Detener la administración del anestésico
local.
2. Asegurar la vía aérea.
3. Establecer un acceso i.v.
4. Uso de fármacos.
- Efectos cardiovasculares: emulsión lipídica
al 20% (en bolo de 1’5 ml/kg/min o en
perfusión continua de 0,25ml/kg/min).
Repetir bolo 1 ó 2 veces tras 5 minutos
si persiste fallo cardiovascular hasta lograr
estabilidad o alcanzar dosis máximas (12
ml/kg en los primeros 30 minutos).
- Efectos neurológicos con convulsiones:
uso de benzodiacepinas, tiopental
o propofol en dosis crecientes.
- Evitar el uso de bloqueantes de los canales
de calcio, betabloqueantes o vasopresina.
Glucocorticoides
Son fármacos derivados del cortisol producido
por la corteza suprarrenal. Su secreción diaria
depende de la adenocorticotropina (ACTH),
que a su vez se libera por acción de la hormona
liberadora de corticotropina o CRH. Presenta
un ritmo circadiano, con una actividad máxima
a primera hora de la mañana. Los glucocorticoides
(GC) circulantes ejercen una retroalimentación
negativa, sirviendo este mecanismo de
control fisiológico de los niveles plasmáticos.
Mecanismo de acción:
Actúan de forma directa e indirecta en la minimización
de la producción y liberación de las
citocinas al inhibir la fosfolipasa A2 y la vía metabólica
del ácido araquidónico, deteniendo así
la cascada inflamatoria (Ericson-Neilsen, 2014).
Clasificación de los principales corticoides:
La forma más habitual de clasificar los corticoides
es según su vida media (Tabla 13).
La particulación se consigue por las formas
salinas que se asocian a las formulaciones
“depot”. Las presentaciones más empleadas
con indicación intrarticular se presentan en
la tabla 14.
GC de vida media corta Hidrocortisona
GC de acción intermedia Deflazacort, prednisona, prednisolona, metilprednisolona y triamcinolona
GC de vida media larga Parametasona, dexametasona y betametasona
Tabla 13. Clasificación de los corticoides según su vida media.
No particulados
Particulados
Hidrocortisona, dexametasona
Triamcinolona acetónido
Acetato/fosfato de betametasona
Dexamatasona fosfato
Tabla 14. Clasificación de los corticoides según su particulación.
GENERALIDADES
29
Usos clínicos:
- Tratamiento y prevención de procesos
inflamatorios e inmunológicos.
- Tratamiento del dolor: El uso de infiltraciones
locales permite la reducción de la
dosis de tratamientos sistémicos. Las infiltraciones
se realizan a diferentes niveles:
intrarticular, en la bursa, en la vaina
tendinosa, en las zonas de entesis, en el
espacio epidural y en los diferentes tejidos
blandos.
Los más empleados de los corticoides suelen
ser la betametasona y triamcinolona entre
los particulados y la dexametasona entre
los no particulados (Ericson-Neilsen, 2014).
Potenciales efectos adversos (Stout, 2019):
- Artritis séptica: Este fenómeno depende
la técnica y no de los corticoides. Puede
ser una complicación muy grave, aunque
poco frecuente tras las infiltraciones intrarticulares
(1:10.000).
- Efectos sistémicos: Enrojecimiento facial,
de cuello y tórax, reacción vasovagal,
hiperglucemia, etc. Se puede minimizar
limitando el número y dosis, aumentando
el intervalo entre inyecciones y evitando
la colocación de la aguja intravascular.
Esto se ve facilitado con el uso de
guía ecográfica.
- Efectos cutáneos: Pueden causar atrofia
cutánea/subcutánea, hipopigmentación y
necrosis grasa, con una incidencia reportada
de entorno al 1%.
- Rotura tendinosa: La incidencia de rotura
del tendón es inferior al 1% (datos
de infiltraciones con guía de referencias
anatómicas).
- Sinovitis autolimitada postinyección: Puede
ocurrir en aproximadamente el 1%-
10%. Cursa con dolor e hinchazón varias
horas después de la inyección y generalmente
disminuye en 48 horas. Puede producir
incluso fiebre.
- Condrotoxicidad: No hay acuerdo sobre
este posible efecto.
- La FDA ha PROHIBIDO los corticoides
particulados para uso espinal por riesgo
de embolización o espasmo al inyectar
en los vasos espinales o paraespinales. Se
han producidos infartos y embolismos
medulares y encefálicos.
Ácido hialurónico
La viscosuplementación consiste en la inyección
de ácido hialurónico (AH) en las
articulaciones diartrodiales. Su objetivo es
la restitución de las propiedades del líquido
sinovial a través de los efectos mecánicos,
analgésicos, antinflamatorios y condroprotectores
(Arango-Pilonieta, 2012).
Mecanismo de acción:
Según su peso molecular tienen unos efectos
y mecanismo de acción diferentes.
- Mayor peso molecular: Presentan un
efecto condroprotector que ayuda a
restaurar la viscoelasticidad y mejorar
la movilidad.
- Menor peso molecular: Destaca su efecto
antinflamatorio. Reducen la producción
de mediadores de la inflamación
que degradan el cartílago articular.
Vía de administración:
La aplicación intrarticular es la más estudiada.
Donde se utiliza más ampliamente es
en la rodilla, sin embargo, su uso se ha extendido
a la cadera, hombro, tobillo e incluso
pequeñas articulaciones como las interfalángicas
de los dedos. Otras posibles dianas
terapéuticas son las bursas y los de bajo peso
molecular, peritendón.
Contraindicaciones y efectos adversos:
Está contraindicado en aquellos pacientes
con historia conocida de hipersensibilidad,
en las infecciones articulares o del área cercana
a la infiltración. Los efectos adversos
son mínimos y se relacionan con dolor en el
sitio de la punción y artralgia transitoria. No
hay efectos sistémicos y en general, los efectos
son similares a la aplicación de placebo.
Toxina botulínica
La toxina botulínica representa la toxina
biológica más potente conocida; es producida
por el clostridium botulinium, una bacteria
anaeróbica gram positiva. La toxina botulínica
tipo A (TBA) es la más ampliamente utilizada
en terapéutica humana. Inicialmente estudiada
y comercializada para su uso en pacientes
con estrabismo, rápidamente se reconoció su
potencial para el tratamiento de las distonías
focales y espasmo hemifacial. Posteriormente
se aprobó su aplicación en el tratamiento en
espasticidad e hiperhidrosis (Royal, 2003).
Mecanismo de acción:
La liberación de Acetilcolina (ACh) está
mediada por un complejo proteico que
30 B. Rendón - N. Ramírez - C. Genol
permite el anclaje de las vesículas del neurotransmisor
a la membrana y su posterior
liberación. La toxina botulínica A actúa
como proteasa frente a una de las proteínas
transportadoras de la ACh, denominada
SNAP-25. Tras la fragmentación no se forma
el complejo y la acetilcolina no se libera. El
bloqueo de la exocitosis se hace definitivo al
tercer día y perdura hasta el final del tercer
mes en el músculo estriado. A partir del día
28 la neurona reacciona al bloqueo mediante
la creación de nuevos botones sinápticos
(sprouting), que finalmente no serán funcionales,
ya que hacia el día 98 de evolución
se recupera la actividad sináptica original
(Royal, 2003).
Los tipos de toxina botulínica empleados
en la práctica clínica habitual se presentan en
la tabla 15.
Cada preparación posee recomendaciones
clínicas específicas, así como diferentes perfiles
bioquímicos, aunque Botox y Xeomin
presentan unas unidades de potencia similares.
Sus unidades son específicas y no son
intercambiables con otros preparados de toxina
botulínica.
Usos terapéuticos de la toxina botulínica
(Royal, 2003; Kwakkel, 2015):
- Espasticidad: Su uso temprano es ampliamente
respaldado. Evita posturas anómalas
que predisponen a complicaciones
y mejora el dolor. Existe un grado de recomendación
A respecto a la seguridad y
eficacia de la TBA en el tratamiento de la
espasticidad del adulto, tanto en extremidades
superiores como inferiores.
- Distonía: Los beneficios incluyen aumento
del rango de movimiento cérvico-cefálico,
disminución del dolor y aumento
de la capacidad funcional. Grado
de recomendación A.
- Disfunciones vesicales: En hiperactividad
neurógena del detrusor, así como en
incontinencia urinaria por vejiga hiperactiva
idiopática.
- Parálisis facial: Mejora la simetría facial
en hipertonía, sincinesias o espasmo hemifacial.
- Hiperhidrosis: El tratamiento de la hiperhidrosis
focal primaria es eficaz y seguro.
Es un procedimiento ambulatorio,
relativamente bien tolerado y con escasas
contraindicaciones.
- Migraña crónica: Su uso fue aprobado
en 2010. Su empleo es seguro y efectivo,
con reducción de la intensidad y duración
del dolor y disminución de necesidad
de otros fármacos.
- Otros usos descritos en la literatura:
Dolor miofascial, dolor pélvico, fascitis
plantar, epicondilitis, bruxismo.
Existe evidencia de nivel 1 de que la ecografía,
la electromiografía y la electroestimulación
son superiores a la infiltración con
referencias anatómicas. Las inyecciones en la
proximidad de la placa terminal mejoran los
resultados en comparación con las inyecciones
en varios cuadrantes. Las inyecciones con
alto volumen son similares a las inyecciones
de bajo volumen y las inyecciones con alto
volumen distantes de la placa terminal son
más eficaces que los volúmenes bajos más
cercanos a la placa terminal (Chan, 2015).
Plasma rico en plaquetas
El plasma rico en plaquetas (PRP) se define
como una fracción de plasma obtenido
de sangre autóloga donde la concentración
de plaquetas es mayor que la concentración
basal en la sangre de una persona sana. Se
toma sangre del paciente y se centrifuga para
obtener una suspensión concentrada de plaquetas
en plasma. No existe consenso sobre
si es necesario activarlo con agentes como el
cloruro de calcio o la trombina.
Mecanismo de acción:
No es bien conocido. Posee un potencial
efecto regenerativo in vitro que no se ha podido
demostrar in vivo, debido al papel reparador
de las plaquetas, específicamente a
los factores de crecimiento liberados por sus
gránulos. Estos factores activarían algunas de
las células responsables de la cicatrización
de los tejidos y la regeneración de cartílago
y hueso.
AbobotulinumtoxinA (Abo-TBA; Dysport ®)
OnabotulinumtoxinA (Ona-TBA; Botox ®)
IncobotulinumtoxinA (Inco-TBA; Xeomin ®)
Complejo con hemaglutinina
Complejo purificado de neurotoxina
Sin complejo proteico asociado
Tabla 15. Tipos de toxina botulínica.
GENERALIDADES
31
Los usos clínicos más habituales del plasma
rico en plaquetas se resumen en la
tabla 16 (Wu, 2018; Filardo, 2018).
Evidencias:
- PRP en tendinopatías: Los estudios describen
los tratamientos sin la estandarización
de la obtención del concentrado, los
protocolos de administración o las pautas
de retorno al ejercicio, lo que significa que
la eficacia es difícil de evaluar. La preponderancia
de la evidencia no respalda su uso
en primera línea para tratar los trastornos
del tendón ni su asociación con tratamientos
quirúrgicos, y no ha habido suficientes
ensayos clínicos para determinar si el PRP
tiene algún papel en la curación muscular
(Uptodate, 2020).
- PRP en osteoartrosis (OA): No existe, por
el momento, una evidencia sólida en el
tratamiento de la artrosis con PRP. Sin embargo,
los estudios que respaldan su eficacia
en los síntomas de OA, han crecido
rápidamente. La inyección de PRP intrarticular
produjo una mejora significativa en
el dolor y la función de la rodilla sobre el
placebo y el ácido hialurónico intrarticular,
hasta 12 meses después de la inyección.
Sin embargo, la evidencia aún es limitada
debido al alto riesgo general de sesgo en
los ensayos previos y la gran variabilidad
entre los estudios con respecto al número
de inyecciones (generalmente de uno a
cuatro), el intervalo entre inyecciones, la
preparación del PRP y el volumen inyectado.
También existe incertidumbre acerca
de si las personas con OA leve podrían
beneficiarse más de esta intervención en
comparación con las personas con daño
estructural más avanzado (es decir, grado
Kellgren-Lawrence ≥3) (Uptodate, 2020).
Existen una serie de contraindicaciones relativas:
Plaquetopenia < 105/μL, Hb < 10 g / dL,
embarazo, trastornos coagulación, terapia anticoagulante
o antiagregante, enfermedad metastásica
o infección activa. Se recomienda que
su empleo siga las indicaciones de la regulación
legal actualmente aplicable para la obtención
y uso del PRP: Real Decreto 1088/2005 de 16
de septiembre y resolución del 23 de mayo del
2013 de la Agencia Española de Medicamentos
y Productos Sanitarios (AEMPS).
Osteoartritis
Lesiones ligamentosas
Tendinopatías
Otras lesiones
Uso intraoperatorio
Coxartrosis, gonartrosis, omartrosis
Roturas, esguinces
Tendinopatía crónica rotuliana, tendinopatía crónica aquílea, tendinopatía
crónica de manguito rotador, epicondilitis y epitrocleitis crónicas
Lesión meniscal, fascitis plantar, pseudoartrosis, fracturas, bursitis
Reparación aguda del tendón de Aquiles, reparación aguda del cartílago
articular, reparación del manguito de los rotadores
Tabla 16. Usos clínicos más habituales del plasma rico en plaquetas.
6 TIPOS DE TÉCNICAS ECOGIADAS
La utilización de técnicas de intervencionismo
ecoguiado está cada vez más generalizada
entre los profesionales, dado que evita
daños innecesarios a los tejidos circundantes
a través de la visualización en tiempo real,
además de tener la ventaja de la nula radiación
a la que se somete el paciente.
Existe una amplia variedad de procedimientos
intervencionistas, en su mayoría dirigidos
al alivio del dolor y facilitación de la
recuperación funcional. Estas técnicas incluyen
actuaciones en articulaciones y tejidos
blandos como: biopsias, drenaje de abscesos,
bursitis, hematomas o roturas musculares,
punción seca, tratamiento de lesiones quísticas,
artrocentesis diagnóstica o terapéutica,
inyección de sustancias en articulaciones o
lesiones, aspiración de depósitos cálcicos y
extracción de cuerpos extraños entre otros.
Las infiltraciones ecoguiadas son más precisas
que las realizadas con referencias anatómicas,
con alto nivel de evidencia (Sage,
2013). La efectividad puede variar en función
del tejido en que se realice, pero en ningún
caso el procedimiento ecoguiado es inferior
al anatómico (Tabla 17) (Finoff, 2015).
Otras técnicas específicas
- Bloqueo interfascial guiado por ecografía:
Es una técnica regional que se está
posicionando como un abordaje prometedor
en el dolor miofascial con mínimo
daño traumático muscular en el que se
producen bloqueo directo en terminales
nerviosas somáticas y quizás fibras nerviosas
simpáticas, proporcionando relajación
muscular y mitigación del dolor
(Domingo-Rufes, 2011).
- Infiltración de sustancias esclerosantes:
Suele estar indicada en el tratamiento de
tendinopatías resistentes a los tratamientos
habituales y tras agotar posibilidades
de tratamiento convencional. Consiste
en la infiltración ecodirigida de polidocanol
o lauromacrofgol tamponado al 0,5
% o al 2 %, aplicada a nivel de los vasos
sanguíneos intratendinosos, con lo que
se puede corregir el proceso degenerativo
y favorecer la desaparición del dolor
(Özçakar,2018). Cuando con el tratamiento
esclerosante se asocia miniraspado
(scraping) de la cara profunda del
tendón, también se obtienen resultados
clínicos y aunque es un método más radical,
es un procedimiento que permite
acortar los tiempos de rehabilitación e
incorporación a la actividad deportiva.
- Proloterapia con dextrosa hipertónica:
Inyección de soluciones que inducen a
la quimiomodulación a través de la inflamación
y respuestas regenerativas
mediadas por diferentes factores de crecimiento.
Con este método se estimula
directamente la proliferación del tejido,
incrementando fuerza y estabilidad. La
evidencia actual sugiere que la proloterapia
con dextrosa puede reducir eficazmente
el dolor en la epicondilitis crónica
y probablemente mejora la función
en pacientes con osteoartritis de rodilla
(Krogh 2013).
- Tenotomía percutánea: Se emplea para
el tratamiento de las tendinopatías de
cualquier origen que son refractarias a
los tratamientos convencionales de rehabilitación.
Consiste en percutir sobre
el área de tendón afecta provocando microperforaciones
(fenestraciones) con
una aguja intramuscular, lo que conduce
a un sangrado intratendinoso y con ello
a la liberación de factores de crecimiento
de la propia sangre. Como resultado se
produce una reparación tendinosa por
segunda intención. Las sucesivas fenestraciones
deben cubrir toda el área de
tendón patológica. Durante la técnica
se podría infiltrar simultáneamente un
anestésico local, lo que mitigaría el dolor
permitiendo acceder hasta el periostio
del hueso en caso de que la entesis esté
involucrada.
- Bloqueos nerviosos: La ecografía permite
la visualización directa del nervio periférico
reduciendo riesgos de lesiones al
depositar el fármaco adjunto al mismo.
El objetivo es rodear el nervio de un halo
hipoecoico (técnica “en neumático”) total
o parcial. Esta guía ecográfica implica
una menor necesidad de volumen de
anestésico local.
32
GENERALIDADES
33
Grandes
articulaciones
Medianas
articulaciones
Pequeñas
articulaciones
Partes blandas
Procedimientos Beneficio clínico mayor Sin diferencias No concluyente Mayor eficacia
ecoguiados
Marcación anatómica Menor beneficio Sin diferencias No concluyente Menor eficacia
Tabla 17. Comparación de los efectos de las infiltraciones ecoguiadas frente a las de marcación anatómica.
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34
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35
36 B. Rendón - N. Ramírez - C. Genol
CAPÍTULO 02
HOMBRO
I. Iriarte - S. Fuertes - A. Carrera
1
2
3
4
5
6
7
CLAVES ANATÓMICAS
CLAVES ECOGRÁFICAS
PATOLOGÍA DEL HOMBRO E INTERVENCIONISMO
Bursitis, síndromes subacromiales y tendinopatías
Capsulitis
Patología de la porción larga de bíceps
Patología acromioclavicular
Omartrosis
Tendinopatías calcificantes
Hombro doloroso (bloqueo nervio supraescapular)
EVIDENCIAS Y REVISIÓN DE TÉCNICAS
ALERTAS
RECOMENDACIONES Y TRUCOS
NUEVAS TENDENCIAS
37
1 CLAVES ANATÓMICAS
El hombro es la articulación periférica por
la que más se consulta en patología musculoesquelética
(Peng 2011). Se trata de una
articulación con una gran amplitud de arcos
de movimiento a la que se le pide también
actividades de fuerza. Esto provoca una afectación
de las estructuras que la conforman,
especialmente los tendones.
En la escápula se encuentra en su zona
más lateral y superior una apófisis voluminosa
llamada acromion que reviste una
gran importancia; por una parte, se articula
con la clavícula formando la articulación
acromioclavicular y por otra forma parte
del techo del espacio subacromial, lugar de
paso de los tendones del manguito de los
rotadores (Fig. 2). En su cara posterior la
La articulación del hombro está formada
por 3 huesos: húmero, escápula y clavícula.
Estos se relacionan entre ellos mediante 3
articulaciones fundamentalmente: glenohumeral,
acromioclavicular y escapulotorácica.
Existen una serie de diferenciaciones en
las superficies de estos huesos que se han
de conocer. El húmero posee dos tuberosidades,
la mayor o troquíter, más lateral si se
encuentra el hombro en posición neutra y la
menor o troquín. Entre ambas se encuentra
una depresión a modo de canal que es la corredera
bicipital, que como su nombre indica,
es lugar de paso del tendón de la porción
larga del bíceps (Fig. 1).
Figura 2. Cara lateral del hombro donde se aprecia
el espacio subacromial, delimitado por el acromion y
el ligamento coracoacromial. Se destacan los tendones
del manguito de los rotadores y los tendones del
bíceps con sus porciones larga (PLB) y corta (PLC).
escápula presenta una espina que la divide
en las fosas supraespinosa e infraespinosa
(Fig. 3). En la fosa supraespinosa en su zona
Figura 1. Cara anterior de la articulación del hombro.
Se destaca la cápsula articular y su extensión hacia el
tendón del bíceps. Músculos biceps brachii con sus porciones
larga (PLB) y corta (PLC) y subscapularis (Subs).
Figura 3. Cara posterior del hombro. La espina de la escápula
divide las fosas supra e infraespinosa que alojan
a los músculos homónimos. Se destaca el trayecto del
nervio supraescapular.
38
HOMBRO
39
más anterior y medial se encuentra la escotadura
escapular. Por último, en su cara anterior
la escápula posee la apófisis coracoides,
de forma redondeada que se sitúa anterior y
medial a la articulación glenohumeral.
Existen una serie de ligamentos importantes
que también se han de conocer. Entre la
apófisis coracoides y el acromion se encuentra
el ligamento coracoacromial, que, junto
con la superficie inferior del acromion,
forma el techo del espacio subacromial
(Fig. 2), este espacio es de una gran importancia
como se verá a continuación. Entre las dos
tuberosidades menor y mayor por encima del
tendón de la porción larga del bíceps, en la corredera
se encuentra el ligamento transverso
que ayuda a estabilizarlo. Entre la coracoides
y el húmero se encuentra el ligamento coracohumeral.
Entre al acromion y la clavícula están los
ligamentos acromioclaviculares superior e inferior
que en realidad son un refuerzo de la
cápsula.. Además, entre la glenoides y el cuello
humeral se encuentran de abajo a arriba
los ligamentos glenohumeral inferior medio
y superior, que también son refuerzos, en esta
ocasión, de la cápsula glenohumeral.
En cuanto a músculos y tendones en la cara
anterior se encuentran la porción proximal
del músculo biceps brachii y el subscapularis
(Fig. 1). El primero, posee dos tendones; el de
la porción corta, más medial que se inserta en
la coracoides y el de la porción larga, que pasa
por la corredera bicipital acompañado por una
pequeña arteria, rama ascendente de la arteria
humeral circunfleja anterior (Chang, 2010),
se hace intrarticular y se inserta en la parte más
superior de la glenoides en una prominencia
llamada tubérculo supraglenoideo. A nivel de
la corredera, se encuentra rodeado por una
vaina sinovial que se comunica con la articulación.
El subscapularis se origina en la fosa
subescapular en la cara ventral de la escápula
y se inserta en el troquín mediante un tendón
ancho, inferior y discretamente ántero-medial
a la porción larga del bíceps. Además de
rotar internamente el hombro, participa en la
estabilidad del tendón de la porción larga del
bíceps, formando junto con el ligamento glenohumeral
superior una pared medial.
En la cara superior se encuentra el músculo
supraspinatus, que se origina en la fosa supraespinosa
y se inserta en el troquíter justo por
encima y discretamente posterior a la porción
larga del bíceps (Fig. 2). Sin lugar a dudas esta
es la estructura más importante del hombro
ya que es la que se lesiona con más frecuencia.
En la cara posterior se encuentra el músculo
infraspinatus (Fig. 2) que se origina en la
fosa infraespinosa y sigue un transcurso lateral
y ascendente insertándose también en el
troquíter, en la porción superior y posterior
continuando la inserción del supraspinatus,
de tal manera que a nivel insercional las fibras
de dichos tendones se entremezclan, no
pudiendo diferenciarse cuál es cuál.
Más inferior se encuentra el músculo teres
minor, de menor tamaño que se origina en el
ángulo ínfero-medial de la fosa infraespinosa
y se inserta por debajo del tendón del músculo
infraspinatus.
La inserción de los tendones del subscapularis,
supraspinatus, infraspinatus y teres
minor forma un continuo que envuelve la
articulación del hombro a modo de manguito,
por eso se conoce como el manguito de
los rotadores (Fig. 2). El único punto donde
esta continuidad se pierde es a nivel del intervalo
rotador, espacio formado por delante
del supraspinatus y por encima del subscapularis,
lugar por donde pasa la porción larga
del bíceps para después introducirse en la
corredera bicipital (Fig. 4). Dado que a este
nivel el bíceps cambia de dirección desde
que se origina en la glena para introducirse
en la corredera, tiene una gran tendencia a
ser inestable, por lo que precisa de dos estabilizadores
mediales: la zona más craneal
del tendón del subscapularis y el ligamento
Figura 4. Visión en detalle del intervalo rotador. Posibilita
el cambio en la dirección de la porción larga del
bíceps. Delimitado por los tendones de los músculos
supraspinatus y subscapularis y los ligamentos glenohumeral
superior y coracohumeral.
40 I. Iriarte - S. Fuertes - A. Carrera
glenohumeral superior y otro estabilizador
superior; el ligamento coracohumeral
(Hsiao et al, 2016), (Fig. 4).
Entre este manguito y el techo formado
por el acromion y el ligamento coracoacromial
se encuentra la bursa subacromiosubdeltoidea
(BSASD) que disminuye la fricción
entre estas estructuras.
El nervio supraescapular surge del tronco
superior del plexo braquial y recibe fibras
de las raíces nerviosas C5 y C6. Se desplaza
distalmente acompañando al vientre inferior
del músculo omohioideo y penetra en la fosa
supraespinosa a través de la escotadura supraescapular,
acompañado por la arteria supraescapular.
En su variante más frecuente,
el nervio es medial y pasa por debajo del ligamento
transverso superior mientras que la
arteria es lateral y pasa por encima del mismo.
Poco después envía dos ramas, una es el nervio
motor para el músculo supraespinoso y la
otra se conoce como la rama articular superior.
La rama articular es sensorial e inerva a
los ligamentos coracoacromial, coracohumeral,
articulación acromioclavicular, glenohumeral
(posterior y superior) y la bursa subacromial
(Sighentaler, 2012).
A continuación, el tronco principal del nervio
sale de la fosa supraespinosa a través del
borde lateral de la espina de la escápula, por
medio de un túnel fibro-óseo (escotadura escapular
o espinoglenoidea mayor), dando lugar
a las ramas motoras del músculo infraespinoso.
Este túnel está formado por la espina de
la escápula y el ligamento transverso inferior
de la misma (ligamento espinoglenoideo). El
número de ramas motoras para el músculo infraespinoso
varía de 2 a 4. Es importante señalar
que, aunque se emiten ramas sensoriales,
generalmente no hay inervación cutánea.
Existen dos fibrocartílagos en el hombro.
El labrum, que rodea toda la cavidad glenoidea
y sirve de estabilizador para la cabeza humeral.
A nivel superior está relacionado con
la inserción del tendón de la porción larga
del bíceps con expansiones que conectan
ambos y un fibrocartílago triangular en el
interior de la articulación acromioclavicular.
2 CLAVES ECOGRÁFICAS
Posición del paciente
Habitualmente el examen se realiza en
sedestación con el paciente en un taburete
giratorio para tener acceso a las 3 caras
fundamentales del hombro. Con fines intervencionistas
se priorizarán el decúbito
lateral o supino (Fig. 5).
Cara anterior: biceps brachii e intervalo
rotador
Se recomienda abordar esta área con el
paciente en decúbito supino con el hombro
en rotación neutra para que la corredera
bicipital esté dirigida hacia delante (Fig. 5A).
Se coloca la sonda en eje transversal sobre
la cara anterior del hombro hasta distinguir
los rebordes óseos de las tuberosidades mayor
y menor y entre ambas la porción larga
del bíceps con forma ovalada y bastante anisotrópica
(Fig. 6).
Para infiltrar en el intervalo rotador la
posición del paciente es la misma, pero en
este caso la sonda se sitúa más cranealmente,
hasta que se pueda apreciar el tendón del
bíceps antes de su entrada en la corredera
rodeado por los ligamentos glenohumeral
superior profundo y medial y el ligamento
coracohumeral superficial y lateral (Fig. 7).
Cara superior, espacio subacromial:
bursa subacromiosubdeltoidea, tendón
del supraspinatus y articulación
acromioclavicular
Para realizar las técnicas propias de esta
zona se recomienda colocar al paciente en
decúbito supino en la camilla (Fig. 12A) y
discretamente desplazado hacia el lado que
se vaya a tratar para que el propio respaldo
no moleste, elevar el cabecero o respaldo
para mayor comodidad. En pacientes con
pelo largo, se recomienda recogerlo con una
goma de pelo o similar y desplazarlo hacia el
lado contralateral, también se puede utilizar
la sedestación (Fig. 5B).
En caso de infiltración bursal, se solicita al
paciente si la movilidad lo permite, que coloque
su mano por detrás de su espalda entre
ésta y la camilla, para conseguir así una
mejor exposición del supraspinatus. Si no
se tolera esta posición, se recomienda que el
brazo esté al lado del paciente.
Se coloca la sonda sobre la cara ántero-lateral
del hombro, perpendicular a la camilla
con una discreta angulación de 15º
aproximadamente (Fig. 8). Se aprecia en
profundidad la cortical del húmero y la superficie
de inserción del tendón del supraspinatus.
En caso de que el acromion no permita
una buena visión conviene desplazar la
Figura 5. Posiciones de abordaje en el hombro con fines intervencionistas. Cara anterior (A), miembro superior
en posición neutra, abordaje de bíceps brachii e intervalo rotador. Cara superior (B), con miembro superior
en rotación interna, abordaje espacio subacromial. Cara superior (C), abordaje fosa supraespinosa y nervio
supraescapular. Cara posterior (D), en decúbito lateral, abordaje del receso articular posterior (D).
41
42 I. Iriarte - S. Fuertes - A. Carrera
Figura 6. Exploración transversal anterior del hombro en la corredera bicipital. A: Posicionamiento anatómico. B:
Imagen anatómica axial. C: Imagen ecográfica. Ligamento transverso (LT), tendón de la porción larga del bíceps
(PLB). D: Húmero (H), arteria rama de la humeral circunfleja anterior (A).
Figura 7. Imagen transversal anterior del hombro en el intervalo rotador. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen
de resonancia axial. C: Imagen ecográfica. D: Húmero (H), tendón de la porción larga del bíceps (PLB), tendón del supraspinatus
(Sup), tendón del subscapularis (Sub), ligamentos glenohumeral superior (GHS) y coracohumeral (LCH).
HOMBRO
43
soda en dirección anterior, para situarla por
delante del mismo. A nivel superficial se
aprecia el músculo deltoideus. Por encima de
la cortical del húmero se encuentra el tendón
del supraspinatus, como una estructura hiperecogénica
fibrilar en ausencia de patología
tendinosa. Entre el supraspinatus y el deltoideus
se encuentra la bursa subacromiosubdeltoidea.
Dicha bursa si no se encuentra afectada
es muy fina y se visualiza como una doble
línea hiperecogénica; una superior en continuidad
con la fascia inferior del deltoideus y
otra inferior con la parte más superficial del
tendón del supraspinatus (Fig. 8). Entre ambas
se observa una fina línea hipo-anecoica que
representa el contenido bursal.
Para la infiltración acromioclavicular la posición
es la misma, pero en esta ocasión colocando
al paciente con el brazo en posición cómoda
ya que no influye en la infiltración. Se
sitúa la sonda en el eje longitudinal de la clavícula
sobre la articulación acromioclavicular
donde se puede apreciar más externamente el
acromion y más medial la clavícula. Valorar el
espacio articular y la presencia o no de osteofitos.
En el interior de la articulación existe un
fibrocartílago que no siempre es visible con
ecografía (Chiang et al 2011), (Fig. 9).
Cara superior, fosa supraespinosa y
nervio supraescapular
Para valorar esta zona es necesario no
utilizar respaldo, por lo que se posiciona
al paciente en sedestación sobre la camilla
atravesado sobre la misma con las piernas
colgando mirando hacia el ecógrafo y el
explorador se sitúa por detrás. Este autor
personalmente, pide al paciente que apoye
el hombro contralateral sobre el respaldo
para disminuir así posibles movimientos
del mismo.
Se sitúa la sonda sobre la espina de la escápula
de manera que solo se vea la cortical
ósea y luego se desliza hacia delante sin
cambiar la orientación. Se puede apreciar en
la zona más lateral la cortical del acromion
con su sombra acústica. Hay que ajustar los
parámetros de profundidad, frecuencia y
posición del foco ya que la estructura objetivo
se encuentra habitualmente a una cierta
Figura 8. Imagen longitudinal al eje corporal en el supraspinatus. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen anatómica coronal.
C: Imagen ecográfica. D: Húmero (H), deltoideus (De), bursa (Bu), cartílago articular (*) y tendón del supraspinatus (Sup).
44 I. Iriarte - S. Fuertes - A. Carrera
Figura 9. Imagen longitudinal de la articulación acromioclavicular. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen anatómica coronal. C:
Imagen ecográfica. D: Acromion (Ac), clavícula (Cl), bursa (Bu), fibrocartílago articular (*) y ligamento acromioclavicular superior (LAS).
Figura 10. Imagen longitudinal de la fosa supraescapular. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen anatómica coronal. C:
Imagen ecográfica. D: Acromion (Ac), Húmero (H), trapezius (Tr), músculo supraspinatus (Su), arteria supraescapular (A), nervio
supraescapular (N) y escápula (Es).
HOMBRO
45
profundidad. Se busca la cortical de la fosa
supraescapular en profundidad para observar
por encima de ésta el músculo supraspinatus
y sobre éste el trapezius. Se desplaza
la sonda anteriormente hasta que se detecta
una fosa en la superficie de la cortical escapular
que se corresponde con la zona de
paso del nervio y la arteria supraescapulares
(Fig. 10)
Cara posterior: receso articular posterior
Aunque se puede realizar con el paciente
en sedestación, se recomienda para una
mayor comodidad y evitar en la medida de
lo posible reacciones vagales, colocar al paciente
en decúbito lateral contralateral con
ambas rodillas discretamente flexionadas.
Es útil colocar una almohada doblada por
delante para que el paciente apoye su brazo
y rebajar así la tensión del receso posterior
(Fig. 5D).
Se sitúa la sonda sobre la espina de la escápula
como en la maniobra anterior, pero
en esta ocasión se desplaza inferiormente y
luego lateral hasta situar la interlínea glenohumeral
en el centro de la sonda. Se puede
apreciar la superficie posterior de la cabeza
humeral, el reborde posterior de la glenoides
y parte del labrum posterior, como una
estructura triangular hiperecogénica (Fig.
11), más medial se puede reconocer la escotadura
espinoglenoidea con el paquete vásculo-nervioso
supraescapular en su interior
(Peng, 2011).
Figura 11. Imagen longitudinal de la fosa infraescapular. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen anatómica axial. C: Imagen
ecográfica. D: Deltoideus (DEL), músculo infraspinatus (INF), húmero (H), labrum posterior (*), escápula (Es).
3 PATOLOGÍA DEL HOMBRO E INTERVENCIONISMO
Bursitis, síndromes subacromiales y
tendinopatías
Habitualmente el manguito rotador, especialmente
el supraspinatus y las estructuras
que lo rodean, suelen lesionarse, sobre
todo en pacientes añosos, ocasionando a
menudo un dolor agudo, aunque también
son muy frecuentes los cuadros crónicos.
El supraspinatus suele desarrollar tendinopatías
que acaban a menudo por evolucionar
a roturas de espesor parcial o
completo. Por otra parte, la bursa subacromiosubdeltoidea,
que optimiza el deslizamiento
del supra e infraspinatus por debajo
del acromion y ligamento coracoacromial,
puede inflamarse ocasionando bursitis, dolorosas
por sí mismas o al favorecer un roce
subacromial.
Por lo tanto, ante un dolor en el hombro
atribuible a un origen tendinoso, bursal o
por roce subacromial, se pueden utilizar
las infiltraciones intrabursales como tratamiento,
la mayoría de las veces coadyuvante
a la terapia rehabilitadora, que ha de estar
basada fundamentalmente en ejercicios de
movilidad, coordinación y tonificación del
hombro. El objetivo es conseguir un control
del dolor y la inflamación cuando los
métodos de reposo y antinflamatorios orales
no son suficientes.
Desde el punto de vista ecográfico
se puede ver la alteración del patrón
fibrilar característico de los tendones con
engrosamientos en caso de tendinosis o
soluciones de continuidad en caso de rotura.
En la bursa se suele apreciar a menudo
engrosamiento y dificultad a su paso por
debajo el ligamento coracoacromial en
las maniobras dinámicas en el caso del
impingement subacromial, a tener en
cuenta cuando exista un contexto clínico
compatible.
Intervencionismo
Longitudinal en plano
Posición del paciente: Decúbito supino
con respaldo elevado, situado en el borde de
la camilla, aunque cómodo para dejar un mejor
acceso. Se solicita que coloque la mano
detrás de la espalda, o si no puede por dolor,
al lado sobre la camilla con discreta rotación
interna (Fig. 12).
Posición de la sonda: perpendicular al
suelo sobre la cara ántero-lateral del hombro
con una leve angulación de 15º para localizar
el eje longitudinal del supraespinoso,
y la bursa subacromial (Fig. 12).
Alcance: aguja en plano, dirección de caudal
a cefálica, importante realizar el punto
de la punción a una distancia relativa de la
sonda para tener la angulación adecuada y
poder corregir si fuera necesario. Se recomienda
girar el bisel hacia abajo. Se deposita
la medicación entre deltoideus y tendón
del supraspinatus en la línea hipoecoica
que representa el contenido de la bursa. La
resistencia al paso del líquido debe ser pequeña.
En caso contrario, esto será debido
probablemente a que la aguja se encuentra
intratendinosa, lo que implicaría reposicionar.
Al depositar la medicación, se busca
una imagen de disección limpia de la bursa
con bordes bien delimitados. De no ser así,
la causa más probable será porque la punta
de la aguja se encuentra intramuscular en
deltoides y por lo tanto habrá que corregir
la posición.
Capsulitis
La capsulitis es una patología de causa
desconocida que puede presentarse primariamente
o complicando la evolución de
otras patologías preexistentes.
Evoluciona clínicamente en 4 fases
(Neviaser, 1987).
La fase I o inicial.
Cursa con dolor progresivo en hombro localizado
en zona típica que aumenta con los
movimientos y es más intenso por la noche.
La movilidad del hombro afecto se encuentra
conservada y es muy difícil de distinguir
del dolor debido a una tendinopatía y/o bur-
46
HOMBRO
47
sitis del hombro. Las pruebas radiológicas
pueden mostrar un edema en ligamento coracohumeral
y en receso capsular inferior,
aunque estas imágenes son pocos específicas.
Por este motivo se recomienda dirigir
las infiltraciones con derivados corticoideos
al intervalo de los rotadores.
En la fase 2 o de congelación.
El dolor persiste, aunque empieza a ser menos
intenso. Sin embargo, la movilidad del
hombro empieza a disminuir progresivamente,
estando al principio especialmente afectada
la rotación externa. El grado de limitación
de la movilidad a medida que esta fase evoluciona
es extremadamente variable y los objetivos
en la misma son el control del dolor,
pero también disminuir la rigidez para avanzar
más rápidamente a la siguiente fase. Aquí
pueden estar recomendadas las infiltraciones
en el intervalo rotador, las infiltraciones intrarticulares
glenohumerales y los bloqueos
del nervio supraescapular, dependiendo de la
sintomatología predominante.
En la fase 3 o de hombro congelado.
El dolor es habitualmente menor y al final
de los movimientos, siendo la disminución
global de la movilidad el problema principal.
No suele haber ya inflamación como tal
y la sintomatología la causan las adhesiones
y el engrosamiento capsular, por lo que las
técnicas más habituales son las infiltraciones
glenohumerales que buscan distender la
cápsula.
Fase 4 o de descongelación.
Con dolor escaso o ausente, el hombro comienza
a recuperar la movilidad de manera
muy lenta. El tratamiento es fundamentalmente
cinesiterápico con eventual apoyo en
infiltraciones intrarticulares según evolución.
Intervencionismo sobre intervalo rotador.
Transversal en plano
Posición del paciente: tumbado en decúbito
supino con el brazo en discreta rotación externa
y antebrazo en supinación para que el tendón
de la porción larga del bíceps se encuentra
situado anteriormente.
Posición de la sonda: transversal al bíceps,
Figura 12. Acceso longitudinal en plano a bursa subacromiosubdeltoidea. Posicionamiento (A y B), trayecto anatómico (C) y
alcance (D) a la bursa en superficie del tendón del supraspinatus (aguja gris).
48 I. Iriarte - S. Fuertes - A. Carrera
craneal a la corredera se han de buscar el tendón
de la porción larga del bíceps, el ligamento
coracohumeral y el glenohumeral superior.
Alcance: aguja en plano de lateral a medial, se
avanza con el bisel hacia abajo y se sitúa entre
el ligamento coracohumeral y el bíceps. Dado
que es un espacio virtual, colocar la punta de la
aguja exactamente en el objetivo entraña cierta
habilidad. Se recomienda situarla en el interior
del ligamento coracohumeral, presionar suavemente
el émbolo, y se apreciará una resistencia
al paso de la medicación. Manteniendo esta
suave presión avanzar muy lentamente hacia
el bíceps con una angulación tangencial al
mismo. En cuanto la aguja se encuentre en el
espacio entre el ligamento coracohumeral y el
tendón de la PLB, se percibirá la súbita bajada
de resistencia y el comienzo de la difusión en
el plano deseado (Fig. 13).
Patología de la porción larga del bíceps
Las afecciones a nivel de la porción larga del
bíceps son muy prevalentes llegando a ser en
algunos estudios de hasta un 93% (Vestermark
GL, 2018). Los cuadros patológicos a este nivel
que pueden causar dolor pueden ser entre
otros:
1) lesiones traumáticas.
2) inestabilidades.
3) tendinopatías y/o tenosinovitis.
4) disfunciones biomecánicas.
5) lesiones de slap.
Cuando la PLB es la causa del dolor se pueden
utilizar las infiltraciones.
Intervencionismo.
Transversal en plano
Posición del paciente: será la misma que para
el intervalo rotador. El bíceps se puede infiltrar
tanto en eje longitudinal como transversal,
pero por ser más cómodo y fácil, se recomienda
utilizar el abordaje transversal, siempre en
plano.
Posición de la sonda: transversal a nivel de la
corredera bicipital, se intentará mover la sonda
distal y proximalmente con el objeto de detectar
Figura 13. Acceso transversal en plano sobre el intervalo rotador. Posicionamiento (A y B), trayecto anatómico (C) y alcance (D)
de lateral a medial entre el ligamento coraco acromial y el bíceps.
HOMBRO
49
la posible presencia de líquido en la vaina del
bíceps (Fig. 14).
Alcance: aguja en plano de lateral a medial
con el bisel hacia abajo. En caso de que exista
líquido en la vaina del bíceps, éste será el objetivo,
en caso contrario se avanza con la aguja
hasta contacto con el tendón del bíceps sin
atravesarlo, se deposita una pequeña cantidad
de medicación para comprobar la correcta colocación
(Fig. 2-14), la medicación tiene que
entrar sin sensación de resistencia (Carpenito,
2011) y se ha de comprobar que su difusión sea
en el interior de la vaina, observando su despegamiento.
Patología acromioclavicular
La patología acromioclavicular es una causa
muy frecuente de dolor en cara ántero-superior
del hombro, que habitualmente aumenta
con los movimientos cruzados del mismo en
los últimos grados de la elevación, sin embargo,
en muchos casos la artrosis acromioclavicular
es asintomática. Se considera que la incidencia
de patología acromioclavicular varía
entre un 48 y 82% de los hombros explorados
con RMN (Stein, 2001), es por esto muy importante
realizar una adecuada anamnesis y
exploración para dilucidar el grado real de participación
de esta estructura en la génesis del
dolor del paciente estudiado.
En casos de artrosis sintomáticas o esguinces
grado I o II que persisten sintomáticos a pesar
del tratamiento conservador, los pacientes se
pueden beneficiar de una infiltración intrarticular,
habitualmente con derivados corticoideos.
Intervencionismo.
Posición del paciente: se sitúa al paciente
una vez más en supino con respaldo elevado,
el médico se colocará frente a él para realizar
el abordaje coronal fuera de plano o lateral al
paciente en el abordaje coronal en plano
Coronal fuera de plano
Por su localización superficial, la ausencia
de estructuras nobles rodeando la articulación
y por la frecuente presencia de osteofitos, este
caso es de los pocos en los que este autor utiliza
el abordaje fuera de plano. El médico se
sitúa por delante del paciente y coloca la sonda
sobre la articulación acromioclavicular en
un plano coronal (Fig. 15) situando la imagen
del espacio articular en el centro exacto de la
sonda.
Alcance: se tiene en cuenta la profundidad
Figura 14. Infiltración transversal en plano sobre porción larga de bíceps. Posicionamiento (A y B), trayecto de
resonancia (C) y alcance (D) de lateral a medial.
50 I. Iriarte - S. Fuertes - A. Carrera
de la articulación antes de insertar la aguja y se
calcula el ángulo adecuado, se avanza fuera de
plano hasta que se observa el artefacto en cola
de cometa producido por la punta de la aguja
(Fig. 15). Se reposiciona la misma hasta comprobar
la correcta posición intrarticular de
la aguja. Se deposita entonces la medicación
apreciando la distensión de la cápsula articular.
Coronal en plano
Cuando exista tejido celular subcutáneo
que ofrezca un espesor de partes blandas suficiente
entre piel y articulación y se compruebe
la ausencia de osteofitos en la zona superficial
de la articulación, se puede usar este acceso
como alternativa al anterior ofreciendo un
mejor control de la aguja.
La posición del paciente no varía, pero sí el
acceso con la aguja que en vez de ser de anterior
a posterior es de lateral a medial.
Alcance: se avanza con la aguja de lateral a
medial, con el bisel hacia abajo, hasta observar
su penetración en el interior de la articulación,
se deposita entonces la medicación en su interior.
En ambos accesos se percibe habitualmente
una cierta resistencia a la entrada de la medicación,
que aumenta si la posición es correcta
y la cápsula se encuentra íntegra a partir de un
volumen superior a 1 cc aproximadamente.
En caso de que la resistencia inicial sea elevada
y la imagen sea la adecuada, conviene cambiar
levemente la posición de la aguja o girarla un
poco hasta que se note el paso de la medicación
con una menor dificultad.
Omartrosis
No es tan frecuente como la de cadera o la de
rodilla, pero se ha demostrado que la artrosis
del hombro afecta hasta el 32,8% de los pacientes
mayores de sesenta años, con una expresión
clínica igualmente incapacitante. La prevalencia
de esta patología aumenta con la edad y las
mujeres parecen ser más susceptibles que los
hombres. Se produce como consecuencia de la
destrucción de la superficie articular de la cabeza
humeral y la glenoides, produciendo dolor
y pérdida de función. Puede ser primaria o
secundaria. La osteoartritis o artrosis primaria,
se diagnostica cuando no hay factores predisponentes
que puedan conducir a un mal funcionamiento
de la articulación. La secundaria
puede ocurrir como resultado de una inestabilidad
crónica o recurrente, traumatismos, cirugías,
necrosis avascular, artropatía inflamatoria
y/o de roturas masivas del manguito rotador.
Figura 15. Infiltración acromioclavicular coronal fuera de plano. Posicionamiento (A y B), trayecto anatómico (C)
y alcance (D) fuera de plano observando la cola de cometa (punta de aguja gris).
HOMBRO
51
El abordaje intervencionista ecoguiado de
la articulación glenohumeral se configura
como una alternativa segura y eficaz para el
tratamiento de esta patología.
El empleo de corticoides, ácido hialurónico,
plasma rico en plaquetas son las opciones
a barajar dependiendo del estado del proceso
y la experiencia clínica del profesional que
realiza la técnica.
En lo referente a la elección de la vía de
infiltración, el estudio ecográfico previo será
determinante permitiendo la detección de
elementos que marcaran decisión definitiva
como la presencia de derrame articular,
hipertrofia sinovial o una osteofitosis severa
que pueda dificultar la vía de acceso.
Intervencionismo.
Vía anterior
Posición del paciente: sobre la camilla en
decúbito supino, con el respaldo ligeramente
elevado para mejorar su confort. Se coloca
la extremidad superior a lo largo de tronco
en discreta rotación externa (Fig. 16).
Posición de la sonda: se realiza un corte
transversal a nivel del proceso coracoideo;
debido a que la articulación glenohumeral
anterior está ubicada en profundidad, puede
requerirse en algunos pacientes una sonda
convex. Se localizará la articulación entre
la cabeza humeral y la glenoides anterior
(Fig. 16).
Alcance:
-Fuera de plano. La aguja se introduce de
caudal a craneal hasta que se alcanza el espacio
entre la cabeza humeral y la glena. No
se recomienda la dirección craneal a caudal
porque el plexo braquial puede lesionarse en
la región axilar.
Vía posterior
Posición del paciente: En decúbito lateral
contralateral, con extremidad superior en
posición neutra apoyada sobre una almohada
(Fig. 17).
Posición de la sonda: se comienza colocando
la sonda longitudinalmente sobre la espina
escapular, y a continuación se desciende
la misma localizando lateralmente la glena.
Figura 16. Infiltración articular glenohumeral vía anterior, transversal fuera de plano. Posicionamiento (A y B),
trayecto anatómico (C) y alcance (D). Se introduce la aguja de caudal a craneal hasta que se alcanza el espacio
entre la cabeza humeral y la glena (punta de aguja gris).
52 I. Iriarte - S. Fuertes - A. Carrera
El espacio articular se visualiza entre la cabeza
humeral y la glenoides posterior.
Alcance:
-Abordaje de lateral a medial (Fig. 17). La
aguja se introduce a través de los músculos
deltoideus e infraspinatus, hasta que la punta
de la aguja llega a la unión entre el cartílago
de la cabeza humeral y el borde lateral del labrum
posterior. Es necesario tener en cuenta
que la trayectoria de la aguja puede verse
obstaculizada por la convexidad de la cabeza
humeral por lo que habría que desplazar la
sonda algo más medial para direccionar la
aguja más perpendicularmente.
Tendinopatías calcificantes
La tendinopatía calcificante es un trastorno
común del hombro, de etiología desconocida,
que se caracteriza por la deposición
de cristales de calcio dentro de uno o más
tendones del manguito rotador. Afecta a alrededor
del 3% de los adultos y, de estos, un
tercio comienza a mostrar síntomas dentro
de los tres años. En hombros dolorosos, se
puede diagnosticar en alrededor del 7% de
los casos. Ocurre especialmente en pacientes
de sexo femenino entre la cuarta y la sexta
décadas de la vida.
Estas calcificaciones se producen con mayor
frecuencia en el tendón del supraspinatus
(51 a 90%), aunque también pueden
tener lugar en tendón del infraespinatus,
subscapularis y teres minor.
Aunque la etiología aún no se comprende
completamente, la hipoxia tisular y la presión
localizada ya se han informado como
factores causales. Se sabe que existe un depósito
de hidroxiapatita de calcio en el tendón
afectado, que tiende a reabsorberse de
forma espontánea en muchos casos, llevando
a la curación. Se han propuesto dos procesos
diferentes para la formación de depósitos
de calcio: calcificación degenerativa y
reactiva.
Desde el punto de vista radiológico se
pueden distinguir 3 tipos de calcificaciones
según su apariencia ecográfica (Bianchi,
2017).
Figura 17. Infiltración articular vía posterior, longitudinal en plano. Posicionamiento (A y B), trayecto anatómico (C)
y alcance (D). Se introduce la aguja de lateral a medial entre la cabeza humeral y el labrum posterior (aguja gris).
HOMBRO
53
1. Tipo I: con morfología redondeada,
bordes bien delimitados e hiperecogénicos,
y que provoca una clara
sombra acústica que borra la cortical
humeral. Estas, a menudo son poco
sintomáticas y al puncionarse suelen
ser duras, como tiza y son más difíciles
de vaciar.
2. Tipo II: con morfología algo más
irregular, bordes menos delimitados y
sombra acústica pero menos definida
con un borramiento parcial de la cortical
humeral. Suelen ser sintomáticas
con una intensidad variable en el
dolor. Al puncionarlas se aprecia una
discreta resistencia, son mas fáciles de
drenar al realizar el barbotaje.
3. Tipo III: grumosas, granulares, bordes
irregulares y menor densidad, sin
sombra acústica. Habitualmente suelen
ser muy sintomáticas. Al puncionarlas
apenas se aprecia resistencia.
Las opciones terapéuticas incluyen infiltraciones
con corticoides a nivel subacromial,
artroscopia y ondas de choque extracorpóreas.
No obstante, el lavado percutáneo
guiado por ecografía de la tendinopatía calcificante
se acepta como el tratamiento de
primera línea. Seguro y eficaz puede ofrecer
una mejoría significativa del dolor con una
tasa muy baja de complicaciones (reacción
vasovagal, bursitis). En comparación con la
artroscopia, es menos costoso e invasivo, y
no requiere hospitalización.
Intervencionismo
Longitudinal en plano
Posición del paciente: sobre la camilla en
decúbito supino con el respaldo elevado
para mejorar su confort. Brazo en rotación
interna o neutra y aducción dependiendo de
la posición de la calcificación, se buscará así
un acceso lo más cómodo posible a la misma.
Material:
• Aguja de 18-21 G.
• 2-3 Jeringas Luer Lock de 10 ml.
• Lidocaína 1%, mepivacaína 2% u otro
anestésico local disponible.
• Suero fisiológico.
• Corticoide.
Figura 18. Alcance longitudinal en plano de las calcificaciones en el tendón del supraspinatus. Posicionamiento
(A y B), trayecto anatómico (C) y alcance (D) de distal a proximal (aguja gris).
54 I. Iriarte - S. Fuertes - A. Carrera
Posición de la sonda: evaluar las características
de la calcificación en sus dos ejes . Se
recomienda el eje longitudinal, en sentido de
las fibras del tendón, porque el retorno será
mejor.
Alcance: se preparan varias jeringuillas con
suero fisiológico y una con anestésico local
(volumen a elegir en relación a la comodidad
del terapeuta para la pulsión repetida del
embolo habitualmente de 10 cc). Se inicia el
procedimiento con una aguja intramuscular
de 21 G, con anestésico local. Se introduce
la aguja en plano, de distal a proximal. Se
alcanza la bursa subacromiosubdeltoidea
para inyectar anestésico local dado que esta
estructura esta ricamente inervada. Se retira
la aguja y se espera unos minutos a que la
anestesia sea eficaz.
En un segundo tiempo se pueden utilizar
agujas de 18 G, aunque otros autores
no las cambian. Por la misma vía de acceso
se avanza la punta de la aguja hasta llegar al
borde de la calcificación, se continúa hasta
su interior realizando una suave presión sobre
el émbolo mientras se avanza para evitar
que el calcio obture la aguja. Se coloca el
bisel lo más centrado posible bajo la misma
(Fig. 18).
Se realizan presiones sobre el émbolo cortas
y repetidas, permitiendo que el líquido
refluya con el calcio diluido. Cuando de la
jeringa se “tiña” de blanco, se reemplazará
por otra con suero fisiológico, procurando
realizar una última aspiración antes de desconectarla
del embolo de la aguja. Repetiremos
esta operación hasta que deje de salir calcio.
Para finalizar, se cambiará la jeringuilla a
otra que contenga corticoide y se procederá al
depósito del mismo en el interior de la bursa
subacromiosubdeltoidea para evitar procesos
inflamatorios reactivos (bursitis cálcicas).
Aunque habitualmente no se extraiga todo el
calcio, se contribuye a iniciar el proceso de reabsorción
que finalizara pasadas unas semanas.
Hombro doloroso (bloqueo del nervio
supraescapular)
El bloqueo del nervio supraescapular es
un método seguro y eficaz para tratar el
dolor en patologías crónicas que afectan al
hombro, como una lesión irrecuperable del
manguito rotador, la artritis reumatoide, la
tendinopatía calcificante, omalgia postictus
o en la capsulitis adhesiva.
El procedimiento fue descrito inicialmente
por Wertheim y Rovenstein, en 1941. Lo
aplicaron en pacientes con dolor crónico de
hombro, sin un diagnóstico diferencial concreto.
Afirmaron que era necesario aplicarlo
como un recurso terapéutico previo a la manipulación
de la región afecta y recomendaron
la inyección de 5 ml de procaína al 2%
asociada a 5 ml de una solución analgésica
oleosa. La duración del efecto que se conseguía
era de 4-6 semanas.
Intervencionismo
Fosa supraespinosa
Posición del paciente: paciente sentado sobre
la camilla.
Posición de la sonda: sobre fosa supraespinosa,
a lo largo del plano escapular, realizando
un ligero “cabeceo” anterior. El punto
medio del transductor se ajusta para alinearse
con el tercio lateral de la espina escapular.
El nervio supraescapular se encuentra en la
parte inferior de la fosa supraespinosa y la
arteria supraescapular se puede visualizar
como un punto pulsante junto al nervio si se
emplea el doppler, pero debido al pequeño
tamaño y a la profundidad, muchas veces no
se detecta el flujo.
Alcance: la aguja se introduce, de medial a
lateral, mediante un abordaje en el plano hasta
que la punta contacta con la cortical de la fosa
supraespinosa a la altura de la de la fosa que se
corresponde con la escotadura supraescapular
atravesando la fascia profunda del supraespinoso
(Peng, 2011, 2010), (Fig. 19).
HOMBRO
55
Figura 19. Bloqueo nervio supraescapular. Posicionamiento (A y B), trayecto de resonancia (C) y alcance (D) en
plano de medial a lateral (aguja gris).
4 EVIDENCIAS Y REVISIÓN DE TÉCNICAS E INTERVENCIONISMO
Bursitis, síndromes subacromiales y
tendinopatías
En una revisión sistemática y un metanálisis
se comparó la efectividad de la
inyección de corticosteroides guiada por
ultrasonidos en bursa SASD versus la infiltración
realizada por referencias anatómicas
(Wu, 2015). Incluyeron siete ensayos con
445 pacientes y encontraron que la técnica
ecoguiada obtuvo mejores resultados clínico-funcionales.
Sin embargo, un ensayo
controlado aleatorio posterior de pacientes
con síndrome de pinzamiento subacromial
no informó de diferencias en la reducción
del dolor ni la mejoría funcional con o sin la
guía ecográfica. Los resultados contradictorios
pueden deberse a diferentes poblaciones
de pacientes y a la gravedad de los síntomas.
El grosor de la bursa subdeltoidea,
la evaluación dinámica del impacto subacromial,
el lado involucrado y la respuesta
a la inyección de lidocaína subacromial se
han reportado como factores predictivos de
éxito en el abordaje de la bursa subacromiosubdeltoidea
guiada por US.
Tenosinovitis de la porción larga del
bíceps
Se realizó un estudio retrospectivo para
comparar la efectividad de la inyección
del tendón del bíceps guiada por ecografía
versus fluoroscopia (Petscavage-Thomas,
2016). En este estudio, la ecoguía tuvo una
tasa de éxito mayor en la administración de
medicamentos dentro de la vaina del tendón.
No hubo diferencia significativa en
el alivio del dolor y las tasas de complicaciones.
Stone y Adler informaron una tasa
de éxito técnico del 100% en la infiltración
peritendinosa de la porción larga del bíceps
en el intervalo del manguito rotador confirmado
con control radiológico mediante
contraste en post-inyección. Aunque estos
dos estudios establecieron una mayor precisión
de la inyección guiada por ecografía,
la principal preocupación es el momento
de esta intervención. Chang et al encontraron
que la presencia de líquido en la vaina
del bíceps y la patología bicipital estaban relacionados
con patologias a nivel del manguito
rotador y tambin podrian ser consecuencia
de un pinzamiento subacromial.
Además, otro estudio señaló que la patología
del hombro que se manifiesta como
dolor en el surco bicipital era más probable
que mostrase señales doppler de mayor potencia
cerca de la tuberosidad menor. Por
lo tanto, la decisión de realizar la inyección
del tendón del bíceps debe basarse tanto en
los hallazgos clínicos como en la imagen
ecográfica.
Artrosis y esguinces acromioclaviculares
Aunque la articulación acromioclavicular
(AC) es superficial, la inyección precisa
en el espacio articular puede ser difícil de
realizar. En un estudio prospectivo se compararon
la inyección guiada por palpación
versus ecoguiada, y se descubrió que la tasa
de éxito de la administración intrarticular
fue del 100% en el grupo guiado por ultrasonidos,
frente al 40% en el grupo guiado
por palpación (Peck 2010). En otro estudio
similar en cadáveres, la tasa de éxito de la
inyección intrarticular fue del 90% en el
grupo guiado por ultrasonidos en comparación
con el 70% del grupo de inyección
“a ciegas” (Borbas, 2012). Otro estudio retrospectivo
mostró una mayor mejoría en
el dolor y la función del hombro con un
enfoque ecoguiado comparado con la técnica
de palpación (Park, 2015). Por el contrario,
dos ensayos controlados aleatorios
informaron que, aunque la orientación de
la ecografía llevó a una mayor tasa de éxito
de la inyección intrarticular, el resultado
clínico no fue mejor que las inyecciones
periarticulares o guiadas por palpación.
Como conclusión, de los estudios anteriores
se sugiere que, si bien la inyección de
la articulación AC dirigida por ecografía
permite una administración intrarticular
precisa, todavía hay incertidumbre con respecto
a los resultados del tratamiento en
comparación con el enfoque guiado por
palpación.
56
HOMBRO
57
Omartrosis
En un estudio de cadáveres, compararon
la precisión del abordaje glenohumeral posterior
guiado por US con la técnica “a ciegas”,
en 80 pacientes. La tasa de precisión fue
significativamente mayor con la guía de US
en comparación con la administración “a ciegas”
(92,5% frente a 72,5%, p = 0,02) (Patel,
2012). En 2014, se realizó un metanálisis que
comparó la precisión de la guía de fluoroscopia
versus ecoguía. Encontraron que la guía
de los ultrasonidos era más precisa, aunque la
diferencia no era significativa (Amber, 2014).
Con respecto a la comparación entre el abordaje
anterior y posterior guiado por ecografía,
se apreció un tiempo de desarrollo más corto
utilizando el abordaje anterior, pero una mayor
reducción del dolor utilizando el abordaje
posterior (Kim, 2017). Para el tratamiento
de la capsulitis adhesiva, un metanálisis reciente
indicó que la inyección de una significativa
cantidad de líquido en la articulación
glenohumeral (hidrodilatación) puede ser
beneficiosa en la recuperación temprana de
la limitación del rango de movimiento, especialmente
en la rotación externa (Wu 2017).
Además, se pueden agregar corticosteroides
en el procedimiento para prevenir la reacción
inflamatoria de la cápsula.
En 2011, se describe el bloqueo del nervio
axilar guiado por US, cerca del espacio cuadrilátero
(Rothe, 2011). La combinación del
bloqueo del nervio supraescapular y del nervio
axilar se aplicó ampliamente para el tratamiento
del dolor de hombro postoperatorio y
se informó que brindaba mejores resultados
en la reducción del dolor que el bloqueo del
plexo braquial interescalénico o el bloqueo del
nervio supraescapular solo. Debido a la proximidad
del nervio axilar al cuello quirúrgico
del húmero, el nervio es propenso a lesiones
después de un traumatismo en el hombro y
puede provocar dolor crónico en el mismo. El
nervio axilar también inerva el surco bicipital
y la bursa subacromial- subdeltoidea. Por
lo tanto, en pacientes con dolor refractario,
que no responden a inyecciones de la bursa
subacromial-subdeltoidea o la articulación
glenohumeral, debe sospecharse un posible
atrapamiento del nervio axilar contemplando
el bloqueo diagnóstico como una opción.
Bloqueo del nervio supraescapular/
axilar
Un metanálisis reciente (Chang, 2016)
mostró que el bloqueo del nervio supraescapular
produjo un mayor alivio del dolor frente
a la terapia física o la inyección de placebo,
pero tuvo una eficacia similar a la inyección
de la articulación glenohumeral en el dolor
crónico de hombro. El uso de la ecoguía fue
consistentemente más efectiva que la técnica
por referencias anatómicas o la fluoroscopia.
Otro metanálisis reveló que el bloqueo del
nervio supraescapular en el dolor postoperatorio
agudo del hombro, lo disminuye de manera
efectiva (Chang 2016). Sin embargo, el
efecto beneficioso no se observó en pacientes
sometidos a cirugía artroscópica o toracotomía.
5 ALERTAS
En la punción de la articulación glenohumeral uno de los principales problemas a evitar es la agresión
del labrum. En muchos casos es una estructura que no se visualiza con nitidez y el feedback lo podemos
obtener de la resistencia que percibiremos al inyectar nuestra sustancia.
Si durante cualquiera de las fases del lavado tendinoso apreciamos una perdida de volumen, debemos
detener el proceso dado que esto puede estar relacionado con una posible apertura o comunicación a
bursa subacromiosubdeltoidea. En estos casos existe mucho mas riesgo de que se genere una bursitis
cálcica secundaria al procedimiento.
En la punción lavado de las calcificaciones una vez introducida la aguja en el interior de la calcificación,
hay que evitar entrar y salir de la misma con la aguja, porque se perderá el efecto de la presión
positiva en el interior y el suero contenido en la aguja difundirá haciendo imposible su lavado.
El proceso de punción lavado de la calcificación es más prolongado habitualmente que otras técnicas
por lo que las reacciones vagales son más frecuentes, conviene estar especialmente alerta.
En el bloqueo del nervio supraescapular debemos de recordar que la arteria del mismo nombre que
acompaña a nuestro objetivo, se sitúa lateral al mismo y por encima del ligamento transverso en su
variante anatómica más común.
6 RECOMENDACIONES Y TRUCOS
Las agujas de bisel corto son menos “lesivas” y otorgan, adicionalmente a la técnica, de sensibilidad al
atravesar los diferentes tejidos.
En la infiltración de la articulación acromioclavicular es suficiente con transcender con la aguja por debajo
del ligamento acromioclavicular superior (estructura que ejerce función de cápsula), sin invadir la
interlinea articular.
En la infiltración de bursa SASD post-lavado, se recomienda la dilución del corticoide en suero fisiológico,
dado que ya se ha realizado una anestesia de la misma al inicio del proceso. Minimizamos así el riesgo
de toxicidad del fármaco.
Para el bloqueo del nervio supraescapular, no es preciso atravesar el ligamento transverso, es suficiente
con atravesar la fascia profunda del músculo supraespinoso y llegar al contacto óseo con la cortical de la
fosa supraespinosa.
En caso de que no se consiga el lavado de la calcificación como alternativa se puede realizar perforaciones
en la misma atravesándola repetitivamente con la aguja, dichas microperforaciones parecen tener un efecto
favorecedor sobre su reabsorción.
En la infiltración articulación glenohumeral por vía posterior es recomendable poner al paciente con
una rotación de hombro indiferente o discretamente externa para provocar relajación del receso articular
posterior.
En el bloqueo del supraescapular se conseguirá una técnica más cómoda y con menos posibilidad de complicaciones
si se utiliza una alargadera, de tal manera que una vez que se posiciona la aguja correctamente,
esta ya no se moverá.
58
7 NUEVAS TENDENCIAS
Una alternativa útil en el abordaje de la articulación
glenohumeral en procesos degenerativos
es el empleo de ácido hialurónico en
combinación con triamcinolona acetónido
(Trigón depot®). La dilución se puede llevar a
cabo en la misma jeringa precargada del acido
hialurónico sin que este pierda sus propiedades
y evitando así un cambio de jeringa durante
la técnica que pueda aumentar el riesgo de
infección.
El uso de Plasma Rico en Plaquetas pobre en
leucocitos puede tener un efecto más positivo
en la evolución de los índices funcionales de la
omartrosis, en comparación al uso de Plasma
Rico en Plaquetas rico en leucocitos.
Una línea de tratamiento de futuro parece venir
marcada por la terapia regenerativa fundamentada
en la teoría del microinjerto tisular;
esta tecnología permite utilizar tejido conectivo
homólogo sano del mismo paciente pero
procesado (células mesenquimales), para regenerar
su propio tejido dañado. La afinidad del
tejido donante y receptor utilizado aporta una
alta diferenciación y potencialidad.
59
BIBLIOGRAFÍA
60
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61
62 I. Iriarte - S. Fuertes - A. Carrera
CAPÍTULO 03
CODO
J. Climent - J. Formigo - F. Reina
1
2
3
4
5
6
7
CLAVES ANATÓMICAS
CLAVES ECOGRÁFICAS
PATOLOGÍA DEL CODO E INTERVENCIONISMO
Tendinopatía epicondílea
Tendinopatía epitroclear
Tendinopatía distal del bíceps
Tendinopatía distal del tríceps
Bursitis olecraniana
Patología articular
Atrapamiento del nervio cubital en el codo
EVIDENCIAS Y REVISIÓN DE TÉCNICAS
ALERTAS
RECOMENDACIONES Y TRUCOS
NUEVAS TENDENCIAS
63
1 CLAVES ANATÓMICAS
El codo está formado por las articulaciones
radio-humeral, cúbito-humeral y radio-cubital
proximal. Es relevante señalar que las tres
comparten la misma cápsula articular.
En el polo anterior, los aspectos articulares
del húmero adoptan una morfología característica,
con el cóndilo (capitellum) para afrontar
el radio, y la tróclea para el cúbito. Estos
volúmenes óseos se rodean de dos prominencias
o epicóndilos en los que se insertará la
musculatura extensora (epicóndilo lateral) y
flexora (epicóndilo medial o epitróclea). Entre
ambas se sitúan las fositas radial y humeral,
sobre las que se depositarán las epífisis articulares
de cúbito y radio en los movimientos de
flexión.
En el polo posterior destaca la fosita olecraniana,
sobre la que reposa el cúbito con el
codo en extensión.
Desde el punto de vista articular, la cabeza
del radio ofrece una morfología de plataforma
redondeada que permite los movimientos
de pronosupinación. El cúbito se adapta a la
tróclea con un canal o cavidad sigmoidea, delimitado
por el olecranon y la apófisis coronoides,
que definen la acción flexo-extensora.
La conjunción de cúbito y radio es en forma
de trocoide. Este vasto y complejo movimiento
implica la existencia de recesos articulares
amplios. Tres de ellos coinciden con las fositas
descritas en el húmero: radial, humeral y olecraniana.
Distalmente, la sinovial alcanza el
cuello del radio con un repliegue significativo.
En el cúbito, rebasa la apófisis coronoides
(Fig. 1).
Figura 1. La capsula articular del codo es amplia y
común para las tres articulaciones. Los recesos son
claves para la identificación ecográfica.
Los ligamentos más relevantes estabilizan
las articulaciones descritas. El ligamento colateral
cubital (medial), consta de tres fascículos
(anterior, posterior y transverso). El más potente
y relevante es el anterior que parte del
polo inferior de la epitróclea hasta alcanzar su
inserción cubital. El ligamento colateral radial
es de compleja estructura y se extiende de forma
amplia desde el polo inferior epicondíleo
hasta el ligamento anular del radio, con el que
se solidariza. Consta también de tres fascículos:
el ligamento anular, el ligamento colateral
propio y el ligamento colateral cubital que
es el más importante para la estabilidad. Este
complejo ligamentoso forma una cincha que
abraza el radio desde el cúbito y estabiliza la
prono-supinación.
Las estructuras tendinosas y musculares
quedan definidas por grupos. El grupo extensor
conforma un tendón común al alcan-
Tendón común extensor
Extensor carpi ulnaris
Extensor digiti minimi
Extensor digiti comunis
Extensor carpi radialis brevis
Tendón común flexor
Pronator teres
Flexor carpi radialis
Palmaris longus
Flexor digitorum superficialis
Flexor carpi ulnaris
Tabla 1. Músculos que constituyen los tendones comunes flexor y extensor del codo.
64
CODO
65
zar el epicóndilo (Tabla 1). Un poco más cefálica
se encuentra la inserción del extensor
carpi radialis longus y del brachioradialis. En
el plano profundo a este grupo, se dispone el
supinator, músculo bifascicular que cubre la
extremidad proximal del radio y el ligamento
anular. El grupo flexor está constituido por
el tendón del biceps brachialis que alcanzará
su inserción en la tuberosidad del radio. El
brachialis, se dirigirá hacia la tuberosidad del
cúbito. El grupo flexor también se conforma
en un tendón común sobre la epitróclea en
el que convergen diferentes músculos. Pronator
teres, que tiene aquí su origen, presenta
otro fascículo que se origina junto a la apófisis
coronoides. Flexor digitorum superficialis
muestra otro fascículo originado en el radio.
Ambos se armonizan con un ojal fascial significativo.
Finalmente, el grupo extensor agrupa
al triceps brachialis con su potente inserción
olecraniana. El anconeus modula la acción
extensora con una inserción distal cubital.
2 CLAVES ECOGRÁFICAS
Posición del paciente
El examen se realiza normalmente en sedestación,
aunque con fines intervencionistas
siempre es preferible el decúbito por seguridad
ante los vaivenes cardiovasculares. El
codo debe permanecer en posición neutra
para la cara anterior y también para la lateral.
Para el aspecto medial se puede realizar el
estudio en la misma posición o con el codo
en flexión. Se puede usar un pequeño cojín, o
paños, para elevar el codo y permitir el ajuste
del posicionamiento de la sonda. La exploración
posterior se realiza en diversas posiciones,
siempre que se permita una flexión de
60-90º (Fig. 2).
Cara anterior: Capitellum y tróclea
Una buena forma de comenzar la exploración
es localizar una imagen de valles y laderas
muy típica, que muestra la articulación del
codo cuando situamos la sonda en eje transversal.
Este corte es perfectamente reconocible
por su singular silueta con forma de ostra, y
por la línea anecoica de cartílago intraarticular.
En este punto se distinguen bien el tendón del
bíceps brachialis, el brachialis, la arteria humeral,
y los nervios radial y mediano (Fig. 3). Si
deslizamos ligeramente a cefálico el transductor,
encontraremos con facilidad las fositas radial
y olecraniana.
Desde la posición inicial cambiamos la sonda
a longitudinal para localizar las articulaciones
radio-humeral y cúbito humeral (Fig. 4 y 5).
Epicóndilo y tendón común
En la cara lateral y en eje longitudinal se observa
la eminencia del epicóndilo y el tendón
común extensor alcanzando su inserción. En
los planos profundos pueden observarse, bajo
el tendón extensor, los ligamentos colateral
radial y anular entre el húmero y el radio. Es
necesario buscar su estructura fibrosa con pequeñas
oscilaciones de la sonda (Fig. 6).
En el eje transversal, se observa dicho tendón
y sus uniones miotendinosas definiendo
cada uno de los músculos integrantes, a la altura
del cóndilo (Fig. 7).
Figura 2. Posiciones de exploración en decúbito. A: Aspectos anterior y medial. B. Aspecto lateral. Con un paño
o cojín se deja espacio para el posicionamiento póstero-inferior de la sonda.
66
CODO
67
Figura 3. Imagen transversal anterior de la articulación del codo. A: posicionamiento anatómico. B: Imagen
anatómica transversal. C: Imagen ecográfica. D: Brachioradialis (Bcr). Tendón del Bíceps (Tb). Arteria Humeral
(A). Nervio Mediano (NM). Nervio Radial (NR). Brachialis (Br). Pronator teres (Pt). Vena cefálica (V)
Epitróclea y tendón común flexor
En la cara medial, se buscará igualmente la
epitróclea y la inserción del tendón común. En
el plano profundo, se encuentra el fascículo anterior
del ligamento colateral cubital, cubriendo
la articulación cúbito-humeral (Fig. 5).
Olécranon y tendón del tríceps
La cara posterior del codo se examina con la
articulación en flexión de 90º. En esta posición,
la fosita olecraniana queda expuesta y puede
apreciarse el receso articular, por debajo de la
almohadilla grasa que la cubre. El tendón del
Figura 4. Articulación radio-humeral. A: posicionamiento anatómico. B: Imagen anatómica transversal. C: Imagen
ecográfica. D: Cóndilo humeral (CH). Radio (R). Articulación radio-humeral (Arh). Recesos radial (Rcr) y humeral (Rch).
68 J. Climent - J. Formigo - F. Reina
Figura 5. Articulación cúbito-humeral. A: posicionamiento anatómico. B: Imagen anatómica transversal. C: Imagen
ecográfica. D: Epitróclea (Ept). Cúbito (Cu). Ligamento colateral cubital medial (LCM). Musculatura flexora (MFlex).
Tendón común flexor (en blanco). La articulación cúbito-humeral se identifica entre las dos líneas corticales.
tríceps queda en tensión y es fácilmente observable
en superficie, junto con las uniones miotendinosas
de las cabezas tricipitales (Fig. 8).
Canal cubital
Desde esta posición, al rotar la sonda de forma
oblicua y medial desde el olécranon, se distinguirá
inmediatamente una segunda sombra
cortical que corresponde al aspecto posterior de
la epitróclea. Se observa entonces el canal cubital
(Fig. 9), delimitado por ambas eminencias
óseas, que alberga en su interior el nervio cubital
y, ocasionalmente, porciones distales del
tríceps. El canal cubital también puede examinarse
con el codo en extensión y pronación. En
esta posición, recomendada por Martinolli, el
Figura 6. Epicóndilo (Ep) y articulación radio-humeral. Ligamento Colateral Radial (LCR). Ligamento anular del
radio (LA). Plica sinovial (PS). Tendón extensor común (TEC). Musculatura extensora (MExt). Radio (RA).
CODO
69
Figura 7. El tendón extensor común en eje transversal y sus componentes miotendinosos sobre el cóndilo. B:
Corte anatómico transversal del tendón común extensor (TEC). D: Extensor Carpi Ulnaris (ECU). Extensor Digiti
minimi (EDQ). Extensor digitorum Comuni (EDC) Extensor Radialis Brevis (ERB). Epicóndilo (Ep).
nervio queda alineado en su curso por el canal,
y su seguimiento con la sonda es más factible.
Ligeramente más caudal, el nervio discurre
entre los dos fascículos originarios del flexor
carpi ulnaris. Ambos están unidos por un arco
fascial conocido como ligamento de Osborne,
que constituye un segundo estrecho anatómico
por el que discurre el nervio. El eje longitudinal
permitirá identificarlo a su paso por ambos
estrechos y revelar las inflexiones a las que es
sometido (Fig. 10).
Figura 8. La cara posterior del codo con el tendón del tríceps marcado en gris e insertándose en el olecranon
(Olc). Se observa el receso articular entre las líneas corticales, junto a la almohadilla grasa (G) que rellena la
fosa olecraniana del húmero (Hu). Olecranon (O). Tríceps (Tr).
70 J. Climent - J. Formigo - F. Reina
Figura 9. El canal cubital. A: posicionamiento anatómico. B: Imagen anatómica transversal. C: Imagen ecográfica.
D: Entre el olecranon (O) y la epitróclea (Ept) discurre el nervio cubital (Nc) por su canal, cubierto por el
retináculo (línea azul). Ocasionalmente algunas fibras del tríceps (Tr) pueden alcanzar el canal.
Figura 10. Imágenes transversal (A,B y C) y longitudinal (A2, D) del nervio cubital (Nc) a su salida del canal
epitroclear. En las imágenes superiores de los dos fascículos del Flexor Carpi Ulnaris (Fcu) y el Ligamento de
Osborne (Lo) enmarcan el Nc. En D se observa el nervio en longitudinal.
3 PATOLOGÍA DEL CODO E INTERVENCIONISMO
Tendinopatía epicondílea
Es una causa frecuente de consulta en patología
musculo-esquelética periférica, con
una prevalencia anual del 2-3 %. Conocida
también como codo de tenis, es en realidad
mucho más frecuente en personas que realizan
trabajos o actividades con movimientos
repetitivos que incluyan presa longitudinal.
Se considera más una tendinosis que una
tendinitis. Deriva de lesiones o microlesiones
repetidas que conducen a intentos fallidos
de regeneración angiofibrolástica y a la
degeneración del tendón.
Desde el punto de vista ecográfico puede
observarse tanto adelgazamiento como
engrosamiento del tendón, lesiones intrasustancia
de apariencia hipoecoica, calcificaciones
o microcalcificaciones e irregularidades
en la cortical correspondientes a
microarrancamientos insercionales o reparaciones
fallidas de la entesis. La neovascularización
patológica puede detectarse con
doppler de flujo lento.
Intervencionismo
Longitudinal en plano
Posición del paciente: en decúbito, con el
codo en flexión entre 40 y 90º y pronación
con palma apoyada en plano.
Posición de la sonda: longitudinal con vista
del epicóndilo, tendón común, ligamentos
colaterales y anular, cabeza del radio.
Alcance: aguja en plano, de caudal a cefálico,
dirigida hacia el epicóndilo. La resistencia a la
entrada de medicación indica que la posición
de la punta de la aguja es intratendinosa y es
prudente mejorar la ubicación. La medicación
puede dejarse en torno al tendón, en planos
superficiales y profundos. Si se inyecta corticoide,
no debe depositarse en el interior del
tendón. Si se utiliza plasma rico en plaquetas la
inyección puede ser peritendinosa y también
intratendinosa (Fig. 11). Si se realizan técnicas
de refresco tendinoso, además de actuar sobre
la zona lesional, es posible alcanzar repetidamente
el periostio con la punta de la aguja para
producir una reacción inflamatoria favorable.
Alcances asociados: la inyección profunda
Figura 11. Procedimiento de infiltración del tendón común extensor en plano (A). Húmero (H). Radio (R).
71
72 J. Climent - J. Formigo - F. Reina
a la inserción del tendón, es conveniente si
se ha observado alteración en los componentes
ligamentosos. En cuanto nos situemos
profundos al tendón, la medicación
caerá sobre el ligamento y la sinovial.
Transversal en plano
Se ha sugerido que el tendón sobre el que se
debe actuar preferentemente es el del extensor
carpi radialis brevis (ECRB) (Lai, 2018). Si
se desea alcanzarlo con facilidad y precisión es
posible recurrir al plano transversal y acceder
a esta porción del tendón común situado en el
aspecto anterior. Con este enfoque transversal
también es posible dirigirse a hacia puntos
trigger concretos de la musculatura extensora
movilizando la sonda. En algunos pacientes
la porción del tendón correspondiente al extensor
digitorum comunis también puede ser
una buena diana terapéutica.
Alcance: sonda sobre el tendón común en
plano transversal y aguja de anterior a posterior
para encontrar el tendón del ECRB
en el primer plano de la imagen (Fig. 12).
Tendinopatía epitroclear
La entesitis del tendón conjunto flexor representa
el 10 % de las tendinopatías codo.
También conocida como “codo de golf ”, es
frecuente en personas que realizan movimientos
de presa con pronación asociada,
tanto en el hogar como de forma profesional.
Desde el punto de vista ecográfico se observan
lesiones generalmente hipoecoicas
que corresponden a desgarros o microdesgarros,
cambios en el espesor del tendón o
angiogénesis anómala. Es posible encontrar
calcificaciones en la entesis o irregularidades
insercionales en la cortical. No es infrecuente
ver lesiones asociadas del ligamento,
en un contexto de inestabilidad y sobrecarga
flexora combinada, sobre todo en deportistas
de raqueta o lanzadores (Kiel, 2018).
El nervio cubital se desliza por debajo del
tendón común, entre las dos cabezas del Flexor
Carpi Ulnaris. Debe evaluarse siempre la posibilidad
de alteración del nervio en este punto,
en el caso del síndrome de dolor epitroclear.
Intervencionismo
Longitudinal en plano
Posición del paciente: en decúbito, con el
codo en extensión y supinación, separado del
tronco por una abducción ligera del hombro.
Debe usarse un paño para elevar ligeramente
el reposo del codo sobre la camilla, con el fin
de obtener un poco de espacio para un eventual
posicionamiento más lateral de la sonda.
También es muy cómoda la posición de decúbito
homolateral, con flexión de hombro
Figura 12. Punción de fascículos específicos del tendón. En la imagen la aguja se sitúa sobre la porción correspondiente
al Extensor Carpi Radialis Brevis. Húmero (Hu).
CODO
73
y de codo, con el miembro apoyado sobre la
camilla, de forma que la región epitroclear
queda en primer plano.
Posición de la sonda: longitudinal con vista
de la epitróclea y el tendón común. En profundidad,
el ligamento colateral cubital. Puede
ubicarse desde ántero-lateral a lateral, en función
de la condición anatómica del paciente.
Alcance: aguja en plano, de caudal a cefálico,
dirigida hacia la epitróclea. La medicación
puede dejarse en torno al tendón,
superficial y profundo (Fig. 13). La punción
del periostio con la punta de la aguja es recomendada
por algunos autores, como medida
de refrescado del lecho insercional.
Tendinopatía distal del bíceps
Esta tendinopatía es frecuente en esfuerzos
flexores. Dado que es un tendón con
cierta propensión a la rotura, existe controversia
en la utilidad del intervencionismo en
esta anomalía. Al igual que en otros tendones
de estructura tubular, como el tendón
de Aquiles, algunos autores contraindican
su infiltración con corticoides, aunque hay
otros que publican sus beneficios.
Por nuestra parte incluimos en el atlas la
vía de acceso recomendándola solo para una
terapia proliferativa, con plasma rico en plaquetas.
En caso de roturas amplias, superiores
al 50 % del tendón, es preferible la
solución quirúrgica.
La exploración clásica del tendón se realiza
por vía anterior, pero ofreceremos una
alternativa de alcance más segura, alejada de
las estructuras vásculo-nerviosas.
Intervencionismo
Se han descrito hasta cinco vías de acceso
para el tendón del bíceps, todas ellas con excelente
porcentaje de acierto, en cadáveres (Sellon,
2014). El problema de las vías anteriores
es la intimidad anatómica del tendón con la
arteria humeral. Además la visualización ecográfica
del tendón exige una gran pericia y un
posicionamiento supinador forzado. La vía más
sencilla para alcanzar la inserción es la posterior
en posición de pronación forzada, que produce
una torsión de las estructuras anatómicas cambiando
su posicionamiento (Sánchez, 2012).
Vía posterior, transversal, en plano
Posición del paciente: en decúbito, con el
codo en flexión y pronación completa.
Posición de la sonda: eje transversal en plano
póstero-lateral. Se busca las huellas corticales
Figura 13. Procedimiento de infiltración de la epitrocleítis en plano (A), dejando la medicación sobre el tendón
(C) y (D). Tendón común flexor (TFC). Húmero (Hu).
74 J. Climent - J. Formigo - F. Reina
de cúbito y radio en el polo opuesto al pliegue
del codo. Se realizan movimientos de supinación-pronación
con el fin de identificar
el tendón emergiendo entre los planos óseos
con su forma de media luna en su inserción
sobre la tuberosidad del radio.
Alcance: en plano se accede de lateral a
medial para llegar al peritendón y depositar
en su proximidad el plasma (Fig. 14). Este
alcance es sencillo, elegante y alejado de los
elementos vásculo-nerviosos.
Tendinopatía distal del tríceps
La tendinopatía distal del tríceps es una entidad
menos frecuente que las descritas anteriormente.
Puede aparecer en el contexto de
esfuerzos repetitivos extensores, laborales o
deportivos, o en el manejo prolongado de bastones
que obligan a una contracción sostenida
del tríceps. En algunas fracturas de codo pueden
hallarse lesiones directas concomitantes del
tendón o cambios biomecánicos en la acción
extensora que faciliten la lesión insercional.
En tales casos encontraremos los típicos
hallazgos de engrosamiento tendinoso y
cambios en la ecogenicidad.
Intervencionismo
Longitudinal en plano
Posición del paciente: en decúbito, con el
codo en flexión de 90º, con la mano apoyada
sobre el abdomen. Debe usarse un paño
para elevar ligeramente el codo. Cualquier
otra alternativa con el codo en flexión de
90º es igualmente viable, por ejemplo, el
paciente puede descansar en decúbito prono
con el codo flexionado a 90º en el borde
de la camilla, con el antebrazo colgando.
Posición de la sonda: longitudinal con visión
del olecranon y del tendón tricipital y
en profundidad, el receso olecraniano.
Alcance: aguja en plano, de caudal a cefálico,
dirigida hacia el olécranon. La medicación
puede dejarse en torno al tendón en
planos superficiales y profundos. Una vez
más debe recordarse que si se usa corticoide
no debe infiltrarse intratendón, para disminuir
los riesgos de rotura tendinosa. Es preferible
hacerlo en el plano superficial, en el
plano profundo, o en ambos.
En esta misma posición puede alcanzarse
la articulación en el receso olecraniano
(Fig. 15).
Figura 14. Acceso al tendón distal del bíceps (*) con el codo en flexión y en pronación. Cúbito (C), Radio (R).
CODO
75
Bursitis olecraniana
Las causas más comunes de esta bursitis son
los traumatismos y el depósito de ácido úrico
en forma de tofo. Esta bursa no es detectable
en condiciones normales, pero su posición
sobre una eminencia ósea la hace muy visible
tanto clínica como ecográficamente en
caso de derrame bursal. Generalmente se soluciona
con un tratamiento conservador. Sin
embargo, ocasionalmente puede ser necesario
el drenaje si existe un derrame voluminoso
que interfiere con la actividad, o bien si
hay dolor intenso. La técnica suele cerrarse
con una inyección intrabursal de triamcinolona
u otro corticoide particulado.
Debe mantenerse una escrupulosa asepsia,
como en cualquier técnica, con el fin de
prevenir la infección. Esta es una zona de
frecuente contacto externo en la que la microbiota
cutánea se acumula con facilidad.
De la misma forma es conveniente siempre
un análisis microbiológico y celular de los
líquidos biológicos obtenidos en el drenaje.
Intervencionismo
Longitudinal en plano
Posición del paciente: el paciente puede
descansar en decúbito lateral con el codo
flexionado a 90º y la mano apoyada en la camilla
(Fig. 16A). Cualquier otra posición con
el codo en flexión, como la descrita para la
tendinopatía distal del tríceps es también
válida. Simplemente desplazaremos más
caudalmente la sonda sobre la bursa inflamada,
que se encuentra por encima del ángulo
del olecranon.
Posición de la sonda: apoyada sobre el
olecranon, con visualización de la imagen
encapsulada e hipoecoica de la bursa con
derrame.
Alcance: de proximal a distal.
Transversal en plano
El mismo procedimiento puede realizarse
de forma sencilla con la sonda en posición
transversal.
Alcance: se introduce la aguja en plano
de anterior a posterior, para evitar accesos
próximos al nervio cubital (Fig. 16).
Patología articular
Las anomalías articulares tributarias de
intervencionismo en el codo son menos
frecuentes que las descritas para las
Figura 15. Acceso al tendón del tríceps. Posicionamiento (A y B), trayecto anatómico (C) y alcances (D) a la
porción profunda del tendón. Músculo tríceps (Tri). Húmero (Hu). Cúbito Cu).
76 J. Climent - J. Formigo - F. Reina
tendinopatías. El alcance capsular es global
ya que las tres articulaciones del codo comparten
la misma cápsula, sin embargo, se
prefiere actuar cerca de la diana terapéutica.
Algunas de estas dianas pueden ser:
- Ganglión radio-humeral: es posible encontrar
gangliones en esta articulación
que requieran un vaciado y posterior
infiltración con corticoide.
- Plica radio humeral: destaca la plica póstero-lateral,
ocasionalmente redundante
y productora de bloqueos extensores.
Algunas plicas son gruesas y adquieren
morfología y estructura de fibrocartílago.
Hay autores que señalan la eventual
existencia de esta estructura como un
menisco que puede ser lesionado y requerir
un tratamiento intervencionista
o quirúrgico.
- Lesiones ligamentosas que se acompañen
de sinovitis: éstas acontecen en los
ligamentos colaterales radial y cubital.
Ambos pueden abordarse por debajo
de los tendones comunes. El ligamento
anular puede ser dañado en traumatismos
con fractura de la cabeza radial
y, ocasionalmente, beneficiarse de una
técnica intervencionista.
Además de estas lesiones más locales, es
posible encontrar hipertrofia sinovial y efusión
en artropatías inflamatorias y hemofílica.
En ambas circunstancias puede considerarse
el intervencionismo como parte de un
plan integral de tratamiento.
Intervencionismo radio-humeral en
plano
Posición del paciente: en función del punto
diana. Para una llegada anterior, el codo
en supinación y extensión. Para una llegada
posterior o póstero-lateral, el codo debe
permanecer en pronación y flexión entre 30
y 60º, siempre bien apoyado en la camilla y
con el paciente en decúbito.
Posición de la sonda: en ambos casos,
longitudinal sobre el eje articular. Visualización
de la articulación radio-humeral
y del receso, si hay sinovitis se observarán
con mayor facilidad su silueta hipoecoica
marcada por la sinovial engrosada. Si se
escoge la posición supinada, una posición
más lateral aleja la posibilidad de punción
del nervio radial.
Figura 16. Acceso a la bursa olecraniana en eje transversal, en plano. Posicionamiento (A), aguja en plano y
aspiración (B). Cúbito (Cu).
CODO
77
Alcance: aguja en plano, de caudal a cefálico,
para alcanzar la lesión diana que puede ser en el
receso inferior, en el cuello del radio, o bien en
el mismo espacio si se desea abordar una plica
(Fig. 17). Los bolos de medicación que no se expanden
entre los tejidos y aumentan el volumen
del receso garantizan la posición intrarticular.
Intervencionismo radio-humeral fuera
de plano
La articulación radio-humeral puede abordarse
fuera de plano dada su posición superficial
y alcanzarse con facilidad marcando la línea
media en pantalla y abordando por la marca
media de la sonda. El alcance es inmediato y se
aborda directamente la zona de plica o fibrocartílago
(Fig. 17A).
Otros alcances articulares
Para la fosa olecraniana la técnica comienza
en la misma posición utilizada para la inserción
del tríceps. Después se rota para la porción cefálica
de la sonda a lateral para crear una proyección
oblicua sin perder la visión del receso.
De esta forma, la vía se aleja del tendón del
tríceps y se puede alcanzar el receso en profundidad
sin atravesar la porción central del tendón.
Para la articulación cúbito-humeral puede
usarse el acceso al ligamento colateral cubital,
atravesándolo y alcanzando en el plano
inmediato la articulación. Si se desea alcanzar
el ligamento sin atravesar el tendón común
deben buscarse vías oblicuas que alejen la vía
de acceso del tendón.
Atrapamiento del nervio cubital en
el codo
Se trata de la segunda neuropatía más frecuente
después del atrapamiento del nervio
mediano en el túnel carpiano. El nervio cubital
puede sufrir cuadros de compresión en diversos
niveles del canal cubital. Los más frecuentes
son en el propio canal por debajo del retináculo
que cubre el espacio entre olecranon y
epitróclea, y justo a su salida, en el momento
en que introduce entre los dos fascículos del
flexor carpi ulnaris, unidos por un arco fascial
denominado ligamento de Osborne.
En este espacio el nervio sufre fricción e incurvaciones
que predisponen a la lesión por compresión
y también por inestabilidad. El nervio
cubital tiende a posicionarse anteriormente durante
la flexión. Si no es contenido por el retináculo
puede salir del canal y hacerse anterior
Figura 17. Diferentes accesos a la articulación radio-humeral. En A y B se ilustran el alcance en plano al receso
radial del húmero. Con la misma posición de sonda, fuera de plano, se puede acceder a la articulación radio-humeral.
En C y D se expone el alcance en plano de la articulación radio-humeral. Húmero (Hu), Radio (R).
78 J. Climent - J. Formigo - F. Reina
mediante un resalte. Este salto puede ser fomentado
por fascículos distales del tríceps que ocupen
el canal.
Intervencionismo transversal en plano
Posición del paciente: decúbito supino con el
hombro en rotación externa y el codo en flexión
aproximada de 90º, con el miembro apoyado sobre
la camilla. Más adelante se razonan posiciones
alternativas.
Posición de la sonda: se debe localizar en primer
lugar el canal cubital entre epitróclea y
olécranon. Antes de la punción debe localizarse
el nervio con toda claridad.
Alcance: se introduce la aguja desde el aspecto
posterior, en dirección a la epitróclea. Se desliza
la aguja hacia el nervio hasta atravesar el retináculo
y situarse en el canal cubital (Hamscha, 2017).
Debe evitarse siempre una inyección intraneural.
Envolver el nervio es ideal, pero dejar la
medicación en el espacio del túnel puede bastar
para conseguir un efecto antiinflamatorio local
(Fig. 18).
Si se considera que la diana terapéutica es el
ligamento de Osborne, el explorador debe identificar
las dos cabezas del flexor carpi ulnaris
un poco por debajo de la epitróclea. Entre ambos
distinguirá el nervio cubital cubierto por
este arco fascial, que será la diana terapéutica
(Fig. 10C).
Otras posibles posiciones para el acceso:
La postura descrita puede ofrecer alguna limitación
en algunos pacientes. Por ejemplo, en la
inestabilidad cubital, el nervio migra a anterior
durante la flexión del codo, por lo que podría ser
preferible realizar la infiltración en extensión o
en menor grado de flexión para evitar un primer
plano neural. Si no se observa un buen acceso
con la técnica descrita se puede estudiar el alcance
desde el aspecto olecraniano, con el codo en
semiextensión. Puede hacerse con el paciente en
prono y el hombro semiabducido y en rotación
interna. Pero el acceso al canal es más cómodo
con el paciente en decúbito lateral sobre el lado
sano, y el miembro afecto en rotación interna y
pronación con el miembro superior apoyado en
el costado libre. El clínico se sitúa a la espalda
del paciente y obtiene un plano de acceso limpio,
situando el transductor cómodamente sobre el
túnel cubital.
Figura 18. Infiltración del canal cubital. Desde posterior a medial (Epitróclea, Ep)
se atraviesa el retináculo en dirección al nervio (asterisco).
4 EVIDENCIAS Y REVISIÓN DE TÉCNICAS
Las inyecciones en la región del codo se
realizan con menor frecuencia que las de
otras zonas. En una serie, constituían poco
menos del 7 % de las infiltraciones realizadas
(Vuillemin, 2012), aunque es posible
que este intervencionismo sea más frecuente,
dada la prevalencia de las tendinopatías
epicondíleas.
La precisión en las infiltraciones del codo
parece ser mayor con el uso de tratamientos
ecoguiados. Aunque hay publicaciones
que destacan un acierto del 100 % en
inyecciones intrarticulares por marcación,
con un acceso lateral, los estudios que han
comparado la ecografía con la marcación
han mostrado un mejor balance de aciertos
en las inyecciones intrarticulares ecoguiadas
(91%-100%) que las realizadas por referencia
anatómica (64%-77,5 %), (Cunnington,
2010; Kim, 2013).
No hay muchas publicaciones comparativas
para la tendinopatía epicondílea, pero
un estudio de inyecciones epicondíleas
realizadas en cadáver por cirujanos experimentados
mostró que solo un 33 % alcanzaron
el tendón. Además, hasta un 60 % de
las punciones realizadas por los expertos
fueron intrarticulares. Los autores concluyeron
que es necesario modificar los protocolos
de inyección del epicóndilo para mejorar
los aciertos (Keijsers, 2017).
Las infiltraciones epicondíleas se realizan
con diferentes sustancias. La más clásica es la
de corticoide en la periferia del tendón, que
ha mostrado eficacia a corto plazo. Para los
resultados a medio y largo plazo, las pruebas
parecen apoyar más las inyecciones de
PRP y las inyecciones de sangre autóloga
(Lay, 2018). Sin embargo, la información
procedente de revisiones sistemáticas no es
consistente. Una de ellas destaca una mejor
evidencia para los procedimientos de PRP y
proloterapia (Sussman, 2016), (Tabla 2). Otro
metanálisis reciente con la nueva metodología
“en red” (network metanalysis) sugiere
que la infiltración de PRP o de sangre autóloga
es superior a la de corticoide. El hecho de
que el tratamiento con PRP presente menos
efectos adversos, inclina a los autores a recomendar
la infiltración de plasma (Ariracharan,
2016), (Tabla 2). Por el contrario, otros
metanálisis previos resaltan que la evidencia
disponible es insuficiente por los sesgos que
presentan los ensayos clínicos (Krogh, 2013).
Finalmente, una revisión sistemática concluye
que, aunque los tratamientos activos son
eficaces (corticoides o toxina botulínica, entre
otros), la mayoría de pacientes que reciben
placebo mejoran a partir de la 4ª semana,
por lo que recomienda únicamente un tratamiento
analgésico durante este periodo, para
evitar eventuales efectos adversos derivados
de los tratamientos activos (Lian, 2018).
La toxina botulínica se ha propuesto también
como tratamiento de la tendinopatía
epicondílea. Este tratamiento fue uno
de los primeros que se propuso para dolor
de tejidos blandos con esta proteasa (Morré,
1997). Diferentes metanálisis han concluido
que esta infiltración es útil y superior
al placebo (Galwin, 2011; Lin, 2018).
Se han planteado diferentes estrategias de
Indicación Técnica Grado de evidencia
Epicondilitis
Corticoide
PRP
Sangre autóloga
Proloterapia
Toxina
III*
I#II*
I#III*
II*
Epitrocleítis PRP III*
Ligamento colateral cubital PRP III*
Tendón del bíceps PRP III*
Tabla 2. Grado de evidencia sobre diversas técnicas intervencionistas en el codo. *Sussman, 2016. GI: revisión
sistemática. GII: Ensayo clínico aleatorio. G III: estudios de Cohortes. #Ariracharan, 2016. Metanálisis en red.
79
80 J. Climent - J. Formigo - F. Reina
inyección, bien en la región insercional o
bien en puntos gatillo de la musculatura
extensora. Las dosis utilizadas en diferentes
ensayos son muy variables, entre 20-50 onabotulina
o 60 U de abobotulina. Aunque el
efecto sobre la mejora del dolor ya se ha señalado,
debe resaltarse que este tratamiento
produce casi de forma sistemática (hasta en
un 62 % de pacientes con 60 U de abobotulina,
(Wong, 2005)) una paresia de la extensión
de los dedos (especialmente del 3º). Esta paresia
podría comprometer el equilibrio entre
riesgos y beneficios. La experiencia del autor
de ese capítulo muestra que dosis más cautas
de toxina (10-15 U de onabotulina o de
incobitulina, y 25-40 U de abobotulina) son
mejor toleradas, producen menor debilidad
y también pueden ser eficaces.
En cuanto a la proloterapia, un ensayo clínico
mostró eficacia para tratamiento del dolor
epicondíleo. El procedimiento de inyección
realizado consistió en un habón anestésico,
seguido de la inyección de una solución de
dextrosa al 20%, a razón de 0,5 ml sobre el
epicóndilo y 2,5 cc salpicados sobre el hueso
subyacente al tendón y al ligamento anular. Se
realizaron tres inyecciones con una cadencia
mensual (Rabago, 2016).
Finalmente hay algún ensayo que sugiere
que la infiltración de ácido hialurónico es superior
a la de placebo en la tendinopatía epicondílea.
El protocolo del ensayo incluye dos
infiltraciones (con una semana de diferencia)
periarticulares de 1,2 cc de hialuronato sódico
al 1 % (Petrella, 2010).
5 ALERTAS
En la punción de la tendinopatía epitroclear, debe descartarse la inestabilidad del nervio cubital para evitar
una eventual inyección accidental. En dicha inestabilidad el nervio sale del canal cubital hacia el plano
anterior al flexionar el codo. Si se realiza la infiltración con el codo en flexión, debe comprobarse que el
nervio no está en el trayecto de la aguja.
Si se va a realizar una punción intrarticular en la zona radio-humeral y se opta por un abordaje anterior
con el codo en supinación, debe buscarse el nervio radial antes de realizar la punción para soslayarlo, ya
que en ese punto se encuentra su bifurcación en las ramas superficial y profunda (interósea posterior).
Una vez localizado, debe buscarse una vía de alcance fuera de su trayecto.
6 RECOMENDACIONES Y TRUCOS
La infiltración de medicación en el plano profundo a los tendones conjuntos permitirá alcanzar con facilidad
los ligamentos colaterales y mejorar el resultado del tratamiento, si se sospecha un componente de
inestabilidad o lesión ligamentosa.
La inyección del epicóndilo no es compleja, pero debe tenerse en cuenta que el plano es bastante superficial
y, a veces, el transductor puede constituir un obstáculo para el alcance de la diana. Antes de introducir
la aguja en la piel, conviene aproximar el transductor al epicóndilo para dejar espacio a la aguja y facilitar
la maniobra.
Para el bloqueo del nervio cubital conviene localizar bien el canal entre el olecranon y la epitróclea. Sin
embargo, a la hora de infiltrar conviene desplazar el transductor hacia la epitróclea y perder la vista del
olecranon dejando espacio para la introducción de la aguja. En caso contrario, ésta chocará con el olecranon
y la técnica se realizará con dificultad.
81
7 NUEVAS TENDENCIAS
Además de las infiltraciones referidas se
han publicado técnicas innovadoras para
el tratamiento de las tendinopatías epicondíleas.
La punción seca, tradicionalmente utilizada
en el tratamiento de los puntos gatillo de
la musculatura extensora que acompañan
habitualmente a las epicondilalgias, se ha
utilizado también con otros enfoques. Una
técnica más sofisticada y ecoguiada se realiza
con anestésico local previo y punción
longitudinal repetida, entre 15 y 20 veces,
del tendón y el periostio con una aguja
gruesa, de 20G (Ferrero, 2013). Esta técnica
podría ofrecer un mejor resultado que la
infiltración convencional a largo, pero no a
corto plazo (Ferrero, 2011).
La microtenotomía por radiofrecuencia ha
mostrado una utilidad semejante a la tenotomía
abierta. Se realiza con una sonda específica
que en diversos lugares del tendón
cada 5 mm (Hamlin, 2018). Otros enfoques
de radiofrecuencia van dirigidos a nervio
periférico. Por ejemplo, se ha recomendado
para algunos síndromes epicondíleos refractarios,
siempre que estén ligados a un síndrome
de túnel radial (Oh, 2016).
Finalmente, las técnicas de eco-cirugía son
también una nueva tendencia. Bajo el control
ecográfico se realiza la tenotomía por diversos
procedimientos. Uno de ellos utiliza energía
ultrasónica para lo que se utiliza una sonda
con diseño específico, con una técnica rápida
y mínimamente invasiva (Morrey, 2017).
82
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CODO
85
86 J. Climent - J. Formigo - F. Reina
CAPÍTULO 04
MUÑECA
A. Soriano - E. Mayayo - A. Carrera
1
2
3
4
5
6
7
CLAVES ANATÓMICAS
CLAVES ECOGRÁFICAS
PATOLOGÍA DE LA MUÑECA E INTERVENCIONISMO
Enfermedad de De Quervain
Otras tendinopatías extensoras
Tendinopatías flexoras
Artropatías
Gangliones
Síndrome del túnel carpiano
Otras neuropatías
EVIDENCIAS Y REVISIÓN DE TÉCNICAS
ALERTAS
RECOMENDACIONES Y TRUCOS
NUEVAS TENDENCIAS
87
1 CLAVES ANATÓMICAS
Articulaciones
La muñeca está formada por tres articulaciones:
radiocubital distal, radiocarpiana y
mediocarpiana (Fig. 1).
La articulación radiocubital distal (ARCD)
articula la cabeza del cúbito con la escotadura
sigmoide del radio y permite movimientos de
pronación y supinación. Está separada de la
articulación radiocarpiana por el complejo del
fibrocartílago triangular (FCT), formado por
varias estructuras que estabilizan la articulación
y absorben el 20% de la carga axial de la
muñeca. Conforma una estructura bicóncava
de compleja anatomía en el cual se incluyen
entre otros los ligamentos radiocubitales distales
palmar y dorsal, el menisco homólogo y
la subvaina tendinosa del flexor carpi ulnaris.
La articulación radiocarpiana (ARC) está
formada por la superficie cóncava articular
distal del radio y la superficie distal del FCT,
con la superficie convexa de los huesos de la
primera fila carpiana (escafoides, semilunar y
piramidal). La ARC tiene un receso dorsal que
cubre casi en su totalidad la superficie dorsal
de la primera fila carpiana. Los ligamentos intrínsecos
escafosemilunar (LES) y semilunopiramidal
(LSP) separan las articulaciones radiocarpiana
y mediocarpiana de forma que, en
caso de rotura, se produce una comunicación
entre ambas. El componente dorsal del LES y
el componente volar del LSP son fundamentales
frente a la inestabilidad disociativa. Además,
existen diferentes ligamentos extrínsecos
que conectan el radio y cubito distales con
los huesos carpianos, contribuyendo a la estabilidad
de la muñeca. Pueden existir también
Figura 1. Representación esquemática de la anatomía ósea y articular de la muñeca. Articulación radiocubital
distal (azul marino), radiocarpiana (verde) y mediocarpiana (celeste). Fibrocartílago (rojo). Ligamentos semilunopiramidal
(amarillo) y escafolunar (naranja). Es=escafoides, Se=semilunar, Pir=piramidal, Tra=Trapecio,
Gr=grande, Ga=Ganchoso. El trapezoide no aparece en el corte anatómico.
88
MUÑECA
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lesiones aisladas traumáticas de estos ligamentos
extrínsecos, de buen pronóstico.
La articulación mediocarpiana (AMC) se encuentra
entre la superficie distal de la primera
fila carpiana y la superficie proximal de la segunda
fila. Tiene también un receso dorsal amplio
que cubre aproximadamente la mitad proximal
del hueso grande. La AMC actúa simultáneamente
con la ARC en los movimientos de flexo-extensión
y en la desviación radial y cubital.
Tendones
Los tendones extensores se localizan en el
dorso de la muñeca y se encuentran sujetos a las
superficies óseas por el retináculo extensor, un
engrosamiento de la fascia profunda, que emite
septos verticales hacia la cortical ósea formando
seis compartimentos con sus túneles osteofibrosos.
De radial a cubital son: I extensor pollicis
brevis (EPB) y abductor pollicis longus (APL),
II extensor carpi radialis longus (ECRL) y extensor
carpi radialis brevis (ECRB), III extensor
pollicis longus (EPL), IV extensor digitorum
communis (EDC) y extensor indicis proprius
(EIP), V extensor digiti quinti proprius (EDQ)
y VI extensor carpi ulnaris (ECU).
Hay dos cruces tendinosos a destacar: un
cruce proximal al retináculo, en el extremo
distal del antebrazo, por el que los músculos
del primer compartimento (EPB y APL) cruzan
por encima de los tendones radiales del
segundo compartimento; y un cruce distal
al retináculo, por el que el tendón del tercer
compartimento (EDL) pasa por encima de los
tendones radiales del segundo compartimento,
en su dirección hacia el pulgar.
En la cara volar de la muñeca se encuentran
los tendones flexores. A la altura de la flexura
de la muñeca se identifica en el margen radial
y superficial el tendón flexor carpi radialis
(FCR), justo por encima de la cortical del
escafoides, el cual se dirige hacia la base del
segundo y tercer metacarpiano, pasando por
una escotadura del trapecio donde se inserta
un septo vertical procedente del retináculo
flexor (RF) que lo separa del túnel del carpo.
En el margen cubital y superficial se encuentra
el tendón FCU que se inserta en la superficie
proximal del pisiforme, el ganchoso y la
base del 5º metacarpiano.
Entre ambos tendones se encuentra el túnel
carpiano (TC), un túnel osteofibroso delimitado
proximalmente por el escafoides y el
pisiforme y distalmente por el tubérculo del
trapecio y por la apófisis unciforme del ganchoso.
El techo está constituido por el retináculo
flexor (RF) o ligamento transverso del
carpo, y el suelo por los huesecillos escafoides,
grande y ganchoso principalmente. Por
el TC discurren el nervio mediano y nueve
tendones flexores organizados en dos filas:
cuatro tendones flexores profundos (flexor
digitorum profundus, FDP), cuatro tendones
flexores superficiales (flexor digitorum
superficialis, FDS) y el tendón flexor pollicis
longus (FPL), dispuesto en el margen radial
de la fila superficial.
Hay tres vainas tendinosas en la muñeca: la
vaina tendinosa del tendón FCR, la bursa radial
o vaina del tendón FPL, que se extiende
al primer dedo y la bursa cubital o vaina flexora
común que contiene los tendones flexores
superficiales y profundos, la cual se extiende
hasta la altura de la palma de la mano en la
vertiente radial, alcanzando el quinto dedo en
la vertiente cubital.
Neurovascular
A medida que desciende en el antebrazo
distal, el nervio mediano (NM) se hace más
superficial y central, entrando en el túnel carpiano,
donde se dispone superficialmente.
Justo antes de su entrada en el túnel emite
una rama sensitiva palmar cutánea en dirección
radial, que perfora la fascia antebraquial
y se dispone adyacente al tendón FCR. Esta
rama inerva la piel de la mitad radial de la palma
de la mano. Cuando sale del TC, distal al
RF, el NM da una rama recurrente motora a
la musculatura tenar y se divide en dos o tres
ramas digitales palmares comunes de los que
salen los nervios digitales a ambos lados de los
dedos, responsables de la inervación sensitiva
de la cara volar de los tres primeros dedos y
mitad radial del cuarto así como de la porción
distal de la cara dorsal de los mismos.
Antes de llegar a la muñeca, el nervio cubital
(NC) emite dos pequeñas ramas sensitivas,
palmar y dorsal, que inervan respectivamente la
piel de la región hipotenar y la vertiente cubital
del dorso de la muñeca y mano. En la muñeca
el NC es medial y superficial respecto al NM
y discurre por el canal de Guyon cuyos límites
son: cara dorsal del RF (suelo), el ligamento
palmar (techo), pisiforme (medial en el canal
proximal) y el gancho del ganchoso (lateral en
90 A. Soriano - E. Mayayo - A. Carrera
el canal distal). En la porción distal del canal el
nervio se divide en una rama superficial sensitiva
y otra motora profunda. La rama sensitiva
inerva la cara interna de la mano así como el
quinto dedo y la mitad del cuarto dedo, mientras
que la rama profunda inerva la mayor parte
de la musculatura intrínseca de la mano y los
músculos de la eminencia hipotenar.
Alrededor de 9-10 cm proximal a la muñeca,
el nervio radial superficial (NRS) perfora la fascia
antebraquial y se hace subcutáneo. El nervio
desciende en la vertiente volar de la cara radial y
se dirige distalmente hacia dorsal, cruzando superficialmente
a los tendones del primer compartimento
extensor y alcanzando la tabaquera
anatómica, donde se divide en ramas terminales
que proporcionan sensibilidad a la vertiente radial
del dorso de la muñeca, dorso del primer
dedo y parte proximal de la cara dorsal de los
dedos segundo y tercero.
Respecto a la anatomía arterial, la arteria braquial
da dos ramas distales que descienden en el
antebrazo: la arteria radial y la arteria cubital. A
la altura del radio distal la arteria radial se dispone
superficialmente, en la vertiente volar de
la cara palmar. A continuación se curva dorsalmente,
pasando por debajo de los tendones del
primer compartimento extensor, en el suelo de
la tabaquera anatómica. La arteria cubital discurre
junto al nervio cubital en el canal de Guyon,
radialmente al nervio, para distalmente dividirse
en una rama palmar profunda y otra superficial.
2 CLAVES ECOGRÁFICAS
Posición del paciente
El estudio se hace con el paciente sentado
enfrente del examinador, con el codo
flexionado y la muñeca apoyada sobre una
mesa accesoria, aunque con fines intervencionistas
se recomienda reproducir las posiciones
en decúbito supino para prevenir
las reacciones vagales. En la muñeca y en la
mano es preferible realizar las infiltraciones
con transductores superficiales de alta
frecuencia o incluso, si se dispone de ellos,
transductores tipo “palo de golf ”. El lado
que se va a infiltrar debe situarse cerca del
ecógrafo y separado del cuerpo del paciente.
El método de exploración depende de la
presentación clínica específica, para lo que
se variará la posición de la muñeca. Se describen
a continuación una serie de planos
ecográficos de referencia:
Cara dorsal, tendones extensores y
ligamento dorsal escafosemilunar
El eje corto de los tendones extensores se
valora en el eje transversal a la altura del extremo
distal del radio, en una posición centrada
en el dorso de la muñeca (Fig. 2). En el
radio distal destacará una prominencia ósea,
denominada tubérculo de Lister, que separa
el segundo compartimento extensor, constituido
por los tendones ECRL y ECRB,
del tercero, constituido con el EPL. Desde
aquí, al deslizar el transductor caudalmente
se observará el EPL en dirección radial hacia
el pulgar, deslizándose sobre los tendones
radiales en el denominado cruce distal.
A continuación se regresa a la posición inicial,
se centra el transductor sobre el segundo
compartimento y se realiza un barrido
en dirección craneal para observar los músculos
del primer compartimento extensor
rebasando superficialmente a los extensores
Figura 2. Compartimentos extensores y articulación RCD. Posicionamiento anatómico, con leve flexión de muñeca
(A). Esquema anatómico (B). Planos ecográficos (C y D). Cúbito (Cu), radio (Ra). Destaca la prominencia central
del tubérculo de Lister (TL) del radio. 2º compartimento (extensor carpi radialis brevis (ECRB) y longus, (ECRL).
3º compartimento (extensor pollicis longus, EPL). 4º compartimento (extensor digiti comunis (EDC) y extensor
indicis proprius, (EIP)). 5º compartimento (extensor digiti quinti, EDQ), por encima de la cápsula articular (*).
91
92 A. Soriano - E. Mayayo - A. Carrera
radiales, en el cruce proximal.
De regreso al plano transverso inicial y en
sentido cubital se observarán los tendones
del 4º compartimento extensor (EDC y
EIP). En sentido cubital y sobre la ARCD
se localiza el 5º compartimento (EDQ). Se
puede valorar simultáneamente el receso
articular dorsal. Desde la posición inicial
se desliza el transductor hasta el plano cubital
con una ligera sobre-pronación para
identificar el sexto compartimento extensor
(ECU) (Fig. 3). Para localizar cada uno
de los diferentes tendones puede ayudar la
movilización activa o pasiva de los dedos
correspondientes en cada compartimento.
Se observa la referencia ósea de la cabeza
del cúbito, cubierta por cartílago hialino, y
el lecho cóncavo característico que alberga
el tendón. Si se sigue este plano distalmente
puede verse también la apófisis estiloides
cubital así como parcialmente el FCT, en
el espacio existente entre la apófisis estiloides
y el radio. Pueden realizarse maniobras
dinámicas para valorar la inestabilidad
del tendón mediante circunducciones de la
muñeca, sobre todo en la fase de extensión.
Una vez más desde la posición central
inicial, se llevará la sonda distalmente al tubérculo
de Lister para advertir las corticales
óseas de la primera fila carpiana (escafoides
y semilunar) y entre ambas, el patrón fibrilar
con morfología triangular del componente
dorsal del LES (Fig. 4). Pueden realizarse inclinaciones
radio-cubitales o maniobras de
prensión para ayudar a valorar la integridad
del ligamento.
La valoración ecográfica en el eje largo es
especialmente útil para la valoración dinámica
de los tendones.
Margen cubital, fibrocartílago triangular
En el margen cubital se puede valorar parcialmente
el complejo del FCT, bajo la ventana
ecográfica usada para explorar el ECU,
distal a la apófisis estiloides del cúbito. Puede
reconocerse ocasionalmente el menisco
homólogo y una parte de la porción periférica
del FCT (Fig. 5). En cualquier caso,
la valoración adecuada del FCT requiere la
realización de resonancia magnética (RM)
o artro-RM.
Figura 3. Sexto compartimento extensor (proximal). Posicionamiento anatómico, leve flexión y sobrepronación
para exponer la vertiente cubital de la muñeca (A). Esquema anatómico (B). Imágenes ecográficas (C y D). Tendón
de extensor carpi ulnaris (ECU), localizado por encima de un surco o fóvea (f) que forma la cabeza del cúbito
(Cu); Radialmente se identifica la interlínea articular (*). El tendón del extensor digiti quinti (EDQ) se encuentra
justo por encima de la interlínea articular, sin soporte óseo. Radio (Ra).
MUÑECA
93
Figura 4. Cara dorsal, ligamento escafolunar dorsal (LEL). Posicionamiento de la sonda en el eje transverso de
la muñeca, con leve flexión (A). Esquema anatómico (B). Imágenes ecográficas (C y D). Obsérvese en el centro el
componente dorsal del LEL (entre los huesos semilunar (Sl) y escafoides (Es). Por encima de estas estructuras
se encuentra el ligamento intercarpiano dorsal (****).
Figura 5. Eje largo de la muñeca sobre la apófisis estiloides cubital. (A).Esquema anatómico. (B) Imágenes ecográficas
(C y D). Apófisis estiloides cubital (c) y distalmente el hueso piramidal (P). Se visualiza parcialmente el
fibrocartílago, concretamente el menisco homólogo (MH, en verde), éste último con un característico aspecto
triangular hiperecogénico. En superficie el tendón del extensor carpi ulnaris (ECU).
Cara radial, primer compartimento
extensor
Se coloca el transductor transversalmente
en la cara radial del extremo distal del radio,
con la muñeca en posición neutra para
exponer la cara lateral (Fig. 6). El estudio se
facilita mediante inclinación cubital de muñeca
con una cuña bajo la cara cubital. Se
identifica el eje corto de los tendones EPB
(dorsal) y APL (ventral) sobre la apófisis
estiloides radial, cubiertos por el retináculo
extensor. Es muy frecuente (32-73%) la presencia
de variantes anatómicas consistentes
94 A. Soriano - E. Mayayo - A. Carrera
Figura 6. Primer compartimento extensor posicionamiento (A). Esquema anatómico (B). Imágenes ecográficas
(C y D). Estiloides radial (Ra). Tendones extensor pollicis brevis (EPB) y abductor pollicis longus (APL), ambos
rodeados por el retináculo extensor (en azul). En el aspecto dorsal se encuentra el nervio radial superficial (NR).
En el aspecto volar se posicionan la arteria radial (A) y las dos venas radiales (V).
en septos completos o incompletos, formando
subcompartimentos. En ausencia de
septo, los dos tendones no pueden ser individualizados
a nivel del radio distal. La arteria
radial es visible volarmente y en profundidad
a los tendones, mientras que la vena
cefálica se sitúa dorsalmente. Al deslizar el
transductor distalmente es más fácil distinguir
ambos tendones. Es frecuente (73%)
que el APL tenga un patrón multifascicular,
con 2-4 fascículos tendinosos. Con un barrido
cráneo-caudal puede seguirse el ramo
superficial del NR, que cruza por encima a
los tendones del primer y tercer compartimento
a medida que desciende, dirigiéndose
hacia la cara dorsal de la mano.
Figura 7. Cara dorsal, eje largo de la muñeca para valorar las articulaciones radiocarpiana (RC) y mediocarpiana
(MC). Posición con leve flexión de muñeca o (A). Esquema anatómico (B). Imágenes ecográficas (C ,D). Se
visualizan las referencias óseas (R, radio; S, semilunar; Gr, grande; Mc: Metacarpiano) y el eje largo del tendón
Extensor digiti comunis (EDC), superficialmente. Receso dorsal RC (*) que se extiende distalmente cubriendo el
dorso del semilunar. Receso dorsal MC (**).
MUÑECA
95
Cara dorsal, articulaciones radiocarpiana
y mediocarpiana
Partiendo de la posición inicial, se rota el
transductor 90º y se desplaza en dirección distal.
En este plano se advertirán las referencias
óseas del radio distal y la primera y la segunda
fila carpiana, con el semilunar y el hueso
grande, sucesivamente. En este plano se sitúan
los recesos dorsales de las ARC y AMC,
identificables cuando hay derrame o sinovitis
(Fig. 7). Los recesos se extienden distalmente
a las referencias óseas carpianas, de forma
que el receso radiocarpiano dorsal se extiende
a lo largo del dorso del semilunar y el receso
mediocarpiano cubre dorsalmente el tercio
proximal del hueso grande.
Cara volar, tendones flexores, túnel
carpiano y canal de Guyon
Para el estudio de la región volar de la muñeca
se adquiere un plano transverso a la altura
del pliegue palmar mediante supinación
de la muñeca. Se identifican las referencias
óseas de la porción proximal del TC, el tubérculo
del escafoides (radialmente) y el pisiforme
(medialmente), entre los cuales cruza
el RF que forma el techo del túnel (Fig. 8). El
tendón FCR se localiza superficialmente, en
contacto con la cortical del escafoides. El otro
tendón superficial, el FCU, se visualiza en su
inserción en el pisiforme. Entre ambos tendones
puede observar la arteria cubital el túnel
carpiano y su contenido: en profundidad los
cuatro tendones del FDP y en superficie los
cuatro tendones del FDS y el tendón FPL, éste
último situado en la posición más radial. El
tendón FPL tiene una morfología transversa
oval orientada verticalmente, a diferencia de
los restantes tendones. En la región superficial
del túnel se reconocerá el nervio mediano en
su eje corto bajo el retináculo flexor y medial
al tendón FPL, con una morfología generalmente
oval y estructura fascicular más hipoecogénica
y con menor anisotropía que los tendones
flexores. Existen variantes anatómicas
ocasionalmente observables como un nervio
bífido o una arteria mediana persistente.
En el margen cubital de este plano se encuentra
el canal de Guyon. El nervio cubital se
identifica inmediatamente radial al hueso pisiforme
y medial a la arteria cubital, por encima
del RF y por debajo del fino ligamento palmar.
Desde la posición anterior se desliza el transductor
caudalmente para valorar la salida del
TC. Las referencias óseas cambian y destacan
Figura 8. Túnel carpiano proximal y canal de Guyon. Posición (A). Esquema anatómico (B). Imágenes ecográficas
(C,D). Retináculo fexor (RF) (azul) que se inserta en el polo distal del escafoides (E) y en el pisiforme (Ps). Tendón
del flexor carpi radialis (FCR). Nervio mediano (NM). Tendones flexores superficiales (FDS), y tendones flexores
profundos (FDP), así como el tendón del flexor pollicis longus (FPL). Ligamento palmar (morado) que forma el
techo del canal de Guyon, que contiene la arteria (AC) y el nervio cubital (NC).
96 A. Soriano - E. Mayayo - A. Carrera
ahora el tubérculo de trapecio (radial) y la
apófisis unciforme del ganchoso (cubital),
entre los cuales se extiende el RF, que es más
grueso en esta zona (Fig. 9). Por debajo del
RF veremos otra vez el eje corto de los tendones
flexores, si bien es conveniente angular
cranealmente la sonda para evitar el artefacto
de anisotropía que se produce debido
al curso oblicuo y profundo de los tendones
dentro de la concavidad de la cara palmar de
la muñeca. Alternativamente, puede evitarse
el artefacto sin angular la sonda mediante
una leve flexión de la muñeca. El FCR se
encuentra íntimamente relacionado con el
tubérculo del trapecio. El NM tiene aquí una
morfología más aplanada y se define peor su
patrón fascicular. Cubitalmente en este plano
se verá la zona distal del canal de Guyon, con
la arteria cubital distal, superficial al gancho
del ganchoso y las dos ramas del NC mediales
a la arteria, ambas separadas por el músculo
flexor digiti minimi brevis (FB). La rama
motora profunda del NC se dispone cubitalmente
al gancho del hueso ganchoso.
Girando el transductor 90º, en el eje largo
de la muñeca, a nivel del pisiforme, se puede
ver cómo el tendón FCU se inserta en
su superficie proximal, para luego continuar
distalmente y en profundidad hacia la base
del 5º metacarpiano, por debajo de la musculatura
hipotenar (músculo abductor digiti
minimi, ADM) (Fig. 10). Si se desplaza el
transductor hacia radial, en el eje largo, podemos
identificar el tendón FCR que distalmente
rodea el tubérculo del escafoides para
dirigirse también en profundidad en busca
de la base de 2º y 3er metacarpianos (Fig. 11).
Figura 9. Segmento distal del túnel carpiano y del canal de Guyon. Posición (A). Esquema anatómico (B). Imágenes
ecográficas (C,D). Se identifica el retináculo flexor (azul) que se inserta en el tubérculo de trapecio (T) y en
la apófisis unciforme (Gan). Nervio mediano (NM) tendones flexores superficiales (FS) profundos (FP). Tendón
de flexor pollicis longus (FPL). Sobre la apófisis unciforme se encuentra la salida del canal de Guyon distal, con
la arteria (AC) y nervio cubital (NC) ya dividido.
MUÑECA
97
Figura 10. Eje largo del tendón Flexor carpi ulnaris (FCU). Posición (A). Esquema anatómico (B). Imágenes
ecográficas (C,D). Se identifica el tendón FCU que se inserta en el pisiforme (Pis) y que continúa distalmente
en dirección a la base del 5º MC. Se identifican también el cubito distal (Cu) y la superficie proximal y volar del
piramidal (P). Abductor digiti minimi (ADM).
Figura 11. Eje largo del tendón flexor carpi radialis (FCR). Posición anatómica (A). Esquema anatómico (B). Imágenes
ecográficas (C, D). El tendón FCR rodea el tubérculo del escafoides (E). Radio (R).
3 PATOLOGÍA DE LA MUÑECA E INTERVENCIONISMO
Enfermedad de De Quervain
La enfermedad de De Quervain es una tenosinovitis
estenosante del primer compartimento
extensor que cursa con dolor e hinchazón
en la región dorso-radial. Se asocia a
historia de movimientos repetidos del pulgar
y de agarre. La maniobra de Finkelstein
(inclinación cubital de muñeca, con pulgar
flexionado) tiene una especificidad limitada y
puede ser falsamente positiva en otras causas
de dolor radial (Hajder, 2013). La maniobra
contraria, con extensión del pulgar, también
es útil, al friccionar los tendones con su retináculo.
La ecografía es la técnica de elección en fases
iniciales al detectar el engrosamiento del
retináculo extensor. En la más avanzada puede
existir también abultamiento de las vainas
distales al retináculo, habitualmente con escaso
derrame, así como tendinosis, con engrosamiento
y alteración de la ecoestructura
de uno o de los dos tendones. La ecografía
permite identificar el septo intracompartimental,
el cual se identifica más fácilmente
en pacientes con esta tendinopatía en cuyo
caso es más frecuente la afección selectiva del
subcompartimento del EPB.
Intervencionismo
Cuando existe septación completa se pueden
realizar infiltraciones individuales de las
dos subvainas tendinosas, aunque, si se identifica
un solo subcompartimento afectado, es
suficiente su infiltración aislada. Si el septo
es incompleto (solo en zona distal), se recomienda
realizar la infiltración proximal al
septo.
Longitudinal en plano (Fig. 12).
Posición del paciente: muñeca en posición
intermedia, entre pronación y supinación,
apoyando el borde cubital, con una cuña que
permita una inclinación cubital máxima. El
pulgar se coloca en máxima aducción.
Posición de la sonda: longitudinal con vista
de la estiloides radial y de los tendones del
primer compartimento extensor.
Alcance: aguja en plano, de proximal a distal.
La aguja debe introducirse en el interior
Figura 12. Abordaje longitudinal en plano para la infiltración en la enfermedad de De Quervain. Posición del
paciente y de la sonda (A,B). Procedimiento desde proximal hacia distal, con alcance de la aguja sobrepasando
el retináculo, hasta la superficie de los tendones (C,D).
98
MUÑECA
99
del retináculo. Debe evitarse la infiltración
intratendinosa en cuyo caso hay resistencia a
la entrada de la medicación. La inyección de
distal a proximal puede realizarse igualmente,
siempre con la precaución de no incidir
sobre la rama superficial del nervio radial,
próxima a la zona de inyección. Inyecciones
demasiado proximales pueden incidir sobre
la vena cefálica igualmente.
Transversal en plano (Fig. 13)
Posición del paciente: muñeca en posición
intermedia.
Posición de la sonda: transversal, sobre la
superficie plana de la cara lateral del radio,
proximal a la estiloides radial (plano de fig. 6).
Este plano permite identificar el septo intracompartimental.
Alcance: en plano, desde dorsal a palmar
para evitar la arteria radial. Se inyecta en el
interior del compartimento (o del subcompartimento
específicamente afectado), sin
puncionar los tendones.
Esta vía solo debe utilizarse después de haber
localizado la vena cefálica y la rama distal
del nervio radial, para evitar su punción. Si se
desliza el transductor ligeramente caudal a la
estiloides radial, la probabilidad de puncionar
estas estructuras puede disminuir, aunque
siempre pueden existir variantes anatómicas.
Otras tendinopatías extensoras
La tendinopatía del ECU (6º compartimento
extensor) es la segunda tendinopatía
extensora más frecuente. Puede producirse
por atrapamiento de la vaina o bien asociarse
a inestabilidad. Ecográficamente puede
haber derrame en la vaina tendinosa y asociar
tendinosis, con engrosamiento y alteración
de la ecoestructura del tendón. La
infiltración por guía ecográfica se realiza en
el eje longitudinal y en plano, desde craneal
o desde caudal.
El síndrome de intersección se produce
en el tercio distal del antebrazo, en la zona
del cruce de los tendones del primer compartimento
sobre del segundo compartimento,
4-8 cms proximal a la articulación
RC. Se caracteriza por dolor, tumefacción y
crepitación debido a sobreuso. Puede ir ligado
a algunas actividades deportivas como
remo, tenis o halterofilia. El tratamiento
requiere el uso de antinflamatorios no este-
Figura 13. Abordaje transversal en plano para la infiltración en la enfermedad de De Quervain. Posición del paciente y
de la sonda (A,B). Procedimiento desde dorsal hacia volar, en el que la aguja perfora el retináculo (R) y entra en la vaina
tendinosa (C,D y E). Con ausencia de subsepto (D) con subsepto (S, en el cuadro E), separando los dos tendones (* y**).
100 A. Soriano - E. Mayayo - A. Carrera
roideos y férulas. La infiltración local es una
alternativa en pacientes refractarios, para lo
cual se inyecta ecográficamente la bursa que
se forma en la superficie de los tendones
extensores radiales (abordaje transverso en
plano). Debe distinguirse del síndrome de
intersección distal que se localiza a nivel de
la muñeca, por fricción entre los tendones
del segundo y el tercer compartimentos,
asociando derrame en las vainas tendinosas
de ambos.
Tendinopatías flexoras
La tendinopatía del tendón FCR es de
origen estenosante, debido a fricción con el
canal de deslizamiento osteofibroso entre el
escafoides y el trapecio o por osteofitos de la
articulación trapecio-escafoidea, asociando
dolor en la cara radial de la muñeca. Produce
derrame en la vaina tendinosa flexora
que se extiende proximalmente y puede
asociar tendinosis.
Intervencionismo longitudinal en plano
del tendón FCR (fig. 14).
Posición del paciente: mano en supinación,
exponiendo la cara palmar, con leve
dorsiflexión.
Posición de la sonda: longitudinal, tal y
como aparece en la (fig. 11).
Alcance: aguja en plano, en el eje largo del
tendón, pudiendo realizarse tanto de caudal
a cefálico como de cefálico a caudal. Se debe
evitar infiltración intratendinosa.
Por último, el tendón FCU se afecta con frecuencia
por tendinopatía calcificante, aunque
también puede tener un origen degenerativo
debido a movimientos repetitivos como los realizados
por pianistas o mecanógrafos. Debido a
que este tendón carece de vaina sinovial, no hay
derrame asociado. Aunque no hay descripciones
previas con guía ecográfica, la infiltración
puede recomendarse también con un abordaje
longitudinal, en plano y desde proximal, hacia
la superficie al tendón (Waryasz, 2017).
Artropatías
Las articulaciones RCD, ARC y AMC puede
afectarse por artrosis, artropatías inflamatorias
o por depósito de pirofosfato cálcico. Pueden
existir sinovitis RCD asociadas a roturas del
fibrocartílago, traumáticas o degenerativas.
también Éstas últimas pueden asociarse a condromalacia
de la cabeza del cúbito y/o de la superficie
proximal del semilunar, en el síndrome
Figura 14. Infiltración del tendón del flexor carpi radialis (FCR). Posición del paciente y de la sonda (A, B). Procedimiento
infiltrativo desde proximal hacia distal (C , D). La aguja alcanza la vaina tendinosa distendida.
MUÑECA
101
de impactación cubital. Las inestabilidades del
carpo por lesiones ligamentosas pueden acabar
provocando artrosis secundarias. Destacan entidades
como la rotura del LES, la pseudoartrosis
de escafoides o la enfermedad de Kienböck
(osteonecrosis del semilunar).
Mención aparte merece la articulación pisopiramidal
(PP), que puede provocar clínica de dolor
cubital crónico y requiere realizar diagnóstico
diferencial con las alteraciones del FCU.
Intervencionismo
Los procedimientos intervencionistas sobre
las articulaciones de la muñeca pueden hacerse
con fines diagnósticos (aspiración del fluido
articular o biopsia sinovial para diferenciar
artropatías inflamatorias, por depósito de cristales
e infecciosas), aunque habitualmente se
realizan infiltraciones con fines terapéuticos.
Sin embargo, no hay evidencia del éxito de las
infiltraciones a largo plazo y los pacientes son
subsidiarios de cirugía.
Transversal en plano para articulación
radiocarpiana (Fig. 15).
Posición del paciente: miembro superior en
extensión, con pronación de la mano. Puede
utilizarse una pequeña cuña palmar y elevar el
margen cubital de la muñeca.
Posición de la sonda: transversal, utilizando
como imagen de referencia el plano del eje
corto de los tendones extensores en la vertiente
cubital del dorso de la muñeca.
Alcance: aguja en plano desde cubital a radial,
dirigiendo la aguja tangencialmente a la
superficie dorsal de la cabeza del cúbito hasta
al receso dorsal radiocubital, distendido en
caso de sinovitis. Si el receso no fuera visible,
la punta de la aguja se coloca bajo el tendón
EDQ y se inyecta una pequeña cantidad de
anestésico local. Se inyecta 1ml de solución
cortico-anestésica.
Longitudinal en plano para articulaciones
mediocarpiana y radiocarpiana
(Fig. 16).
Posición del paciente: muñeca en pronación
y leve flexión para exponer mejor los recesos
dorsales.
Posición de la sonda: eje longitudinal de
la muñeca, sobre el tercer radio, donde se
Figura 15. Abordaje en plano transverso de la articulación radiocubital. Posición del paciente (A,B). Alcance en el
receso articular entre cúbito (Cu) y Radio (Ra) (C,D).
102 A. Soriano - E. Mayayo - A. Carrera
Figura 16. Abordaje en plano longitudinal de la articulación radiocarpiana. Posición del paciente y alcance (A,B).
Procedimiento de distal a proximal con la aguja situada entre radio (R) y escafoides (E).
identifican los espacios articulares RC y MC por
debajo del cuarto compartimento extensor y las
referencias óseas de radio distal, semilunar y
grande. Puede realizarse el abordaje de ambas articulaciones
algo más cubital, medial al 4º compartimento.
Alternativamente puede abordarse
selectivamente la articulación RC en el espacio
radioescafoideo, donde el receso es más grande.
Para ello, partiendo del eje longitudinal anterior
se desliza la sonda lateralmente, realizando la entrada
sobre el polo distal del escafoides.
Alcance: aguja en plano desde distal. El
punto exacto de entrada se adapta para evitar
puncionar los tendones extensores, pudiendo
realizarse entre los mismos o inmediatamente
cubital al cuarto compartimento. Para
la articulación MC se dirige la punta de la
aguja al receso dorsal, si éste fuera visible, o
bien hasta el tope óseo situado por debajo del
asta dorsal del semilunar. A continuación se
retira levemente la aguja y se inyecta la solución.
Para la articulación RC se dirige la aguja
al receso articular, si fuera visible, o bien se
hace tope óseo con el radio distal, retirando a
continuación levemente la aguja. El receso se
encuentra aproximadamente por debajo del
cruce del tendón EPL. Para ambas articulaciones
se inyectan 3ml. de solución.
Longitudinal fuera de plano para articulación
pisopiramidal (Fig. 17).
La infiltración puede realizarse con fines
tanto diagnósticos como terapéuticos, por
guía ecográfica o fluoroscópica. La respuesta
positiva a la infiltración anestésica puede ser
un criterio favorable para la realización de
pisiformectomía (Brose, 2017).
Posición del paciente: con muñeca supinada
y extendida, con cuña dorsal.
Posición de la sonda: eje longitudinal lateral
cubital de la muñeca, identificándose el
contorno y la sombra acústica del pisiforme
y el tendón FCU dirigiéndose al mismo. En
profundidad se observa la superficie palmar
del piramidal.
Alcance: en plano de craneal a distal. Se
dirige la aguja al receso articular proximal
o hacia la sombra producida por el margen
proximal del pisiforme, introduciendo una
pequeña cuantía de anestésico que debe
fluir libremente hasta identificar el receso
proximal.
MUÑECA
103
Figura 17. Abordaje en plano longitudinal de la articulación pisipiramidal. Posición del paciente y alcance (A,B).
Procedimiento de proximal a distal alcanzando el receso proximal distendido (C,D). Cúbito (C). Piramidal (P).
Pisiforme (Ps).
Gangliones
Son quistes rellenos de mucina, adyacentes
a articulaciones y vainas sinoviales tendinosas.
Son responsables del 60% de las tumoraciones
de la mano y de la muñeca y se observan
con mayor frecuencia en mujeres (2:1). Un
80% de los gangliones son dorsales, pudiendo
localizarse alrededor del componente dorsal
del LES, a menudo asociados a pequeños defectos
del ligamento, donde puede ser ocultos
a la exploración física debido a su pequeño
tamaño y producir dolor a la presión y con la
hiperextensión de muñeca. El ganglión dorsal
oculto suele ser más doloroso que gangliones
más grandes de otras localizaciones debido a
su mayor presión o por la irritación de ramas
distales del nervio interóseo posterior. Un
20% se localizan en la cara volar de la muñeca
pudiendo originarse en la articulación escafotrapecial
o en el receso volar radiocarpiano.
Estos últimos se localizan entre la arteria radial
y el tendón FCR y se conocen como gangliones
del canal del pulso.
La ecografía permite el diagnóstico al identificar
el carácter quístico de los gangliones
Son lesiones anecoicas, con refuerzo acústico
posterior, lobuladas y con ausencia de
vascularización en doppler. Con frecuencia
presentan septos internos y/o un pedículo de
dependencia de alguno de los recesos articulares
o vainas tendinosas. La ecografía además
permite valorar otras estructuras adyacentes
que pueden ser causa alternativa del dolor. Si
existieran características ecográficas atípicas y
duda sobre el carácter quístico de la lesión,
sería necesario realizar resonancia magnética
para excluir que se trate de una lesión sólida.
La aspiración e infiltración de los gangliones
de la muñeca se considera en casos sintomáticos
(dolor, interferencia con actividades
o compresión neural) o por motivos estéticos
y es una alternativa segura a la escisión quirúrgica.
Intervencionismo
Para la aspiración de los quistes, debido a su
viscosidad, se emplean agujas de 18G o más
gruesas. Según se va aspirando el quiste se recomienda
reposicionar la aguja para aspirar todas
las zonas hasta que las paredes del quiste se colapsan
por completo. Tras el vaciado se pueden
fenestrar las paredes del quiste avanzando la
aguja más allá de la pared del quiste en diferentes
localizaciones. Es fundamental aspirar por
completo el quiste para permitir que las paredes
se adhieran y cicatricen juntas. Finalmente se
104 A. Soriano - E. Mayayo - A. Carrera
infiltra el remanente del quiste con la mezcla de
corticoide y anestésico local que debería preferiblemente
fluir libremente a través de las paredes
fenestradas del mismo y no acumularse otra
vez en él. La aguja se retira y se deja un vendaje
compresivo que se mantiene 48h y después por
una muñequera. Puede repetirse el procedimiento
en caso de recurrencia del quiste.
Longitudinal en plano para gangliones
dorsales (Fig. 18).
Posición del paciente: muñeca en pronación
y flexión, para facilitar la exposición del quiste
y rechazar los tendones extensores. Puede
colocarse abundante gel estéril en la zona de
entrada de la aguja para facilitar su identificación,
teniendo en cuenta la convexidad de la
superficie de la muñeca con la flexión.
Posición de la sonda: el abordaje más habitual
en los quistes dorsales es en el eje longitudinal,
pueden utilizarse otros abordajes
según la localización precisa del quiste y las
preferencias del examinador.
Alcance: habitualmente en plano desde distal,
tratando de evitar en la entrada la punción
de los tendones extensores.
Longitudinal y transversal en plano
para quistes volares y del canal de Guyon
(Fig.19).
La punción de los quistes volares del canal
del pulso es controvertida para algunos autores
por el riesgo de lesión de la arteria radial
y de la rama cutánea palmar del nervio
mediano, por lo que se necesita un estricto
control ecográfico. Los quistes del canal de
Guyon se abordan en función de la localización
de la arteria y el nervio cubital para
evitar su punción. Es frecuente que estos
quistes se dispongan en profundidad a ambos,
que quedan desplazados hacia la superficie.
Dada la dificultad de la localización y
la proximidad de elementos nobles vasculares
y nerviosos, se utilizará alternativamente
la posición longitudinal y transversal para
localizar perfectamente la posición de cada
elemento y elegir la mejor posición antes de
introducir la aguja.
Posición del paciente: decúbito supino,
muñeca en supinación, con cuña dorsal, elevando
en lo posible la cara radial (quistes del
canal del pulso) o la cubital (quistes del canal
de Guyon) que deben quedar próximas al explorador.
Figura 18. Evacuación e infiltración de ganglión dorsal en plano longitudinal. Posición del paciente y del alcance
(A,B). Procedimiento distal hacia craneal, alcanzando el interior del quiste (C ,D). Radio (R). Hueso grande (G).
Ligamento escafolunar (LES).
MUÑECA
105
Figura 19. Evacuación e infiltración de ganglión volar en plano transverso. Posición del paciente y alcance (A,
B). Procedimiento intervencionista realizado en plano, desde cubital hacia radial. La aguja pasa por debajo de la
arteria radial (AR) hasta alcanzar la cavidad (C ,D). Es posible usar también un plano longitudinal en función del
posicionamiento relativo de la arteria radial.
Posición de la sonda: transversal, identificando
el quiste y su relación con la arteria radial,
lo que se facilita con el empleo del modo
Doppler. Para los quistes del canal de Guyon
valorar en transversal la localización de la arteria
y el nervio cubital. Situar después la sonda
en longitudinal para confirmar el punto de
entrada más seguro.
Alcance: la punción de los quistes del canal
del pulso se realizará según la posición de la
arteria radial y preferencias del examinador.
Posiblemente el más empleado sea en plano
desde radial a cubital. Los quistes del canal
de Guyon habitualmente se puncionan en
plano desde cubital a radial. Como ya se ha
dicho puede variarse la posición de la sonda
para garantizar un acceso individualizado
según el posicionamiento del ganglión en
cada paciente.
Síndrome del túnel carpiano
El síndrome del túnel carpiano (STC) es la
neuropatía por atrapamiento más frecuente
de la extremidad superior, con una prevalencia
de alrededor de 7,8% de la población trabajadora
en EEUU. Se caracteriza por sensación
de entumecimiento, parestesias y dolor
en los dedos índice y medio de la mano. Para
calmar los síntomas el paciente suele agitar
las manos y las muñecas (Signo de Flick). La
clínica puede reproducirse con el signo de
Tinel (la percusión del NM en el túnel con
la muñeca extendida provoca dolor y sensación
de descarga eléctrica), el signo de Phalen
(colocar los dorsos de ambas manos enfrentadas
con hiperflexión de las muñecas permite
estrechar ambos TCs y reproducir las
parestesias) y el de Phalen invertido (reproducción
de parestesias con hiperextensión
mantenida de la muñeca). Puede evolucionar
a una pérdida de fuerza, con debilidad para la
oposición del pulgar, y en fases más avanzadas
atrofia de la musculatura tenar debido a
la perdida axonal irreversible. El electromiograma
y el estudio de conducción nerviosa
ayudan a confirmar el diagnóstico.
El STC es a menudo primario, más frecuente
en la mano dominante y en mujeres de
edad media. Puede asociarse también a enfermedades
sistémicas (diabetes, amiloidosis e
106 A. Soriano - E. Mayayo - A. Carrera
hipotiroidismo) o a la toma de medicamentos
como los inhibidores de la aromatasa en el cáncer
de mama. Hay formas temporales de STC
asociadas al puerperio. La ecografía identifica
formas secundarias o compresión extrínseca
neural, de las cuales la más frecuente tenosinovitis
flexora que se verá como un halo
hipoecogénico alrededor de los tendones flexores,
extendiéndose proximal al túnel. Otras
causas secundarias son los tumores y pseudotumores,
como los gangliones y los vientres
musculares anómalos entre los que destacan
la extensión proximal de los lumbricales, un
vientre muscular anómalo del tendón flexor
superficialis indicis proprius y variantes del
músculo palmaris longus, con componente
muscular distal (Timins, 1999). Al margen
de la identificación de formas secundarias,
la ecografía ha demostrado ser muy útil para
en el diagnóstico del STC, al demostrar engrosamiento
del nervio proximal a la entrada
del nervio en el túnel. Algunos autores
recomiendan emplear la ecografía como test
inicial, reservando la electrofisiología para
confirmación diagnóstica de los casos con
ecografía inicial negativa o bien usar la ecografía
en casos de diagnóstico dudoso o discordancia
clínico-electrofisiológica. Diversos
estudios definen umbrales para cuantificar el
engrosamiento del nervio, preferentemente
valorando el área seccional a la altura de la articulación
RCD, inmediatamente proximal a
la entrada en el TC. Aunque no hay consenso
universal, se recomienda usar el valor de 8
mm 2 por debajo del cual se excluye STC así
como 12 mm 2 como el valor por encima del
cual la ecografía sería muy específica de STC
(14 mm 2 para nervios bífidos). El grado de
engrosamiento se asocia a la severidad clínica,
con áreas seccionales mayores de 15 mm 2 en
formas graves. Para valores intermedios entre
8 a 12 mm 2 , existe una probabilidad intermedia
de STC, con solapamiento con personas
asintomáticas y de formas leves y precoces de
neuropatía. Otros estudios recomiendan usar
la relación entre el área del NM en la zona de
máximo engrosamiento y el área en el tercio
distal del antebrazo. Una relación ≥1,4 indicaría
el diagnóstico con la mayor sensibilidad
y especificidad, usada conjuntamente con la
alteración de la textura del NM (con pérdida
del patrón fascicular por engrosamiento de
los fascículos y pérdida del perineuro ecogénico
interfascicular). Puede demostrarse
también hipervascularización del nervio con
el modo doppler, si bien es un hallazgo poco
sensible, así como abombamiento del RF en
la zona distal del TC (Peetrons, 2013).
Intervencionismo
Cuando fallan las medidas terapéuticas conservadoras
iniciales (antinflamatorios no esteroideos,
férulas y evitación de factores precipitantes)
y si el tratamiento quirúrgico no
está indicado, puede optarse por realizar una
infiltración esteroidea para reducir el dolor y
las parestesias. Se trata de formas leves o moderadas,
sin alteración del trofismo muscular.
Se describen aquí los abordajes en plano que
permiten maximizar la visualización del trayecto
y punta de la aguja (Grassi, 2002). Algunos
autores recomiendan el abordaje fuera
de plano, desde proximal alcanzando la punta
de la aguja la región adyacente a la cara radial
o cubital del nervio (Resteghini, 2018).
Transversal en plano desde cubital (Fig.20)
Posición del paciente: decúbito supino, hombro
en rotación externa y mano en supinación,
exponiendo la cara palmar, con leve dorsiflexión
facilitada por una cuña bajo la muñeca.
Posición de la sonda: plano transverso, en
la entrada del TC. Se desplaza levemente el
transductor en dirección cubital para identificar
el nervio y la arteria cubital.
Alcance: en plano, desde cubital a radial. Es
el abordaje más empleado en la actualidad. La
entrada se realiza desde el borde cubital de la
muñeca, inmediatamente proximal al pisiforme.
La aguja, prácticamente sin inclinación,
pasa superficialmente al nervio y arteria cubitales.
Utilizando una almohadilla de gel estéril
entre la piel y el transductor puede mejorarse
la identificación de la entrada de la aguja
y evitar las estructuras neurovasculares. Esta
vía permite alcanzar el plano entre el nervio y
los tendones flexores, así como reposicionar
la aguja en profundidad, en el plano conectivo
subsinovial y superficialmente al nervio
para separarlo del RF (Smith, 2007).
Algunos autores recomiendan el alcance fuera
de plano desde esta misma posición del transductor
(Spinner, 2020). Esta vía es la que más
aleja las estructuras vasculares radial y cubital.
Otras vías
Han sido propuestas numerosas vías de
alcance al nervio mediano en el túnel carpiano,
tanto en plano, como fuera de plano,
con la sonda en posición longitudinal o
transversal.
MUÑECA
107
Figura 20. Infiltración del túnel carpiano en plano transverso desde cubital. Posición del paciente y alcance
(A,B). Infiltración perineural del mediano con entrada desde el borde cubital de la muñeca, proximal al pisiforme
y trayecto superficial a la arteria cubital (C,D).
Algunos autores han propuesto acceder al nervio
en la misma posición descrita en la técnica
previa pero por vía radial. Otros desaconsejan
este alcance por la proximidad de la arteria radial.
Es posible realizar el alcance en el plano
longitudinal desde caudal a cefálico, por vía
palmar. La sonda puede ubicarse en longitudinal
(en plano) o en transversal (fuera de plano),
para la misma vía. En esta vía debe tenerse
en cuenta que la incidencia de el agua sobre el
nervio es muy factible, por lo que es preferible
realizar la punción con aguja de cono romo
(Atkinson), o agujas de bloqueo, preparadas
para contactar con el nervio sin perforarlo.
Otras neuropatías
El atrapamiento del nervio cubital en el
canal de Guyon es mucho menos frecuente
que el atrapamiento en el canal cubital del
codo. Suele ser secundario, debido a compresión
extrínseca por lipomas, gangliones o
aneurismas de la arteria cubital (asociados a
el síndrome del martillo hipotenar).
El síndrome de Wartenberg es la neuropatía
por atrapamiento de la rama superficial
del nervio radial en el antebrazo distal, a su
salida fascial o en su curso entre los tendones
del braquiorradialis y del extensor carpi
radialis longus. Puede irritarse también en
la tendinitis de De Quervain o sufrir una lesión
traumática o iatrogénica (pulseras apretadas,
catéter en la vena cefálica, liberación
del retináculo, cirugía de la rizartrosis). La
ecografía de alta resolución permite identificar
el engrosamiento del nervio o la formación
de neuromas en continuidad.
La infiltración o bloqueo del esta rama radial
es una alternativa en el tratamiento del
síndrome y puede realizarse con guía ecográfica
(Meng, 2014). Para ello debe determinarse
en primer lugar el punto donde el
nervio ha sufrido el conflicto, entre los descritos
más arriba. Se expone la cara dorsal y
se sigue el nervio hasta localizar un signo de
Tinel por la presión de la sonda o del dedo,
o más raramente un engrosamiento del nervio.
La aguja se dirige hasta la proximidad
del nervio, difundiendo la medicación a su
alrededor. Debe vigilarse la ubicación de la
vena cefálica y también de arteria radial.
4 EVIDENCIAS Y REVISIÓN DE TÉCNICAS
En la enfermedad de De Quervain la infiltración
con guía ecográfica permite obtener
una respuesta clínica en 89-97% a las 6
semanas, con recurrencias de 15-30% a los
4 meses (Hajder, 2013). Estudios anatómicos
en cadáveres han demostrado una eficacia
de la guía ecográfica del 100% para alcanzar
el primer compartimento extensor y
del 96% para alcanzar el subcompartimento
del EPB, con extravasación residual en
el 12% de los casos (Laversedge, 2016). Se
han descrito un 8% de complicaciones en
la infiltración con triamcinolona por guía
ecografía, las más habituales por extravasación
(despigmentación y/o atrofia cutánea)
así como casos aislados de parestesias leves
en el territorio de la rama sensitiva del nervio
radial. Estas tasas de complicaciones son
inferiores a las realizadas sin guía de imagen
(hasta un 32%) (Hajder, 2013).
Un metanálisis demuestra un beneficio
clínico estadísticamente significativo de la
infiltración esteroidea articular en la muñeca
por guía ecográfica frente a la infiltración
por referencias anatómicas entre el
momento basal y 1-6 semanas. Frente a un
83% de pacientes en los que se logra una
respuesta clínica mínimamente significativa
(reducción del EVA ≥20%) sin guía de
imagen, este porcentaje se incrementa al
94% en los pacientes con guía ecográfica. El
odds ratio para alcanzar una respuesta mínimamente
significativa mediante guía ecográfica
frente a la guía por palpación varía
entre 1.0 y 12.4 en los tres estudios en lo
que puede calcularse. Sin embargo, no hay
datos acerca de la articulación concreta ni
del abordaje ecográfico concreto (Dubreuil,
2013). Probablemente en articulaciones
como la RCD y la MC la eficacia de la inyección
por palpación se reduciría drásticamente.
Por otro lado, no se han demostrado
diferencias a largo plazo (>6 semanas) entre
la infiltración ecográfica y la infiltración
por palpación (Gilliland, 2011).
La aspiración con o sin infiltración de los
gangliones se asocia a tasas elevadas de recurrencia
(20-78%). Sin embargo, a pesar de
que con frecuencia no es posible la resolución
completa del quiste, la infiltración permite
una mejora de los síntomas y una disminución
de la necesidad de cirugía que, aunque
tiene menor tasa de recurrencia, muestra un
mayor riesgo de complicaciones y un tiempo
de recuperación más prolongado. A largo
plazo, no se ha demostrado superioridad de
la infiltración frente a la aspiración aislada. El
tamaño y la localización del quiste no afectan
significativamente a la tasa de éxito de la aspiración.
Sí se ha demostrado una mayor tasa
de recurrencia asociado a una mayor edad y a
la existencia de patología asociada de la muñeca,
como lesiones del LES, tendinopatías o
artropatía adyacente (Zeidenberg, 2016).
Generalmente se trata el STC mediante
férula nocturna y cinesiterapia. Si el tratamiento
fracasa, puede ofrecerse la infiltración,
cuya tasa de respuesta inicial en
el STC es del 76%. Sin embargo, solo un
16% permanecen asintomáticos después de
un año. Por tanto, algunos autores sostiene
que su efectividad a largo plazo es limitada
(Graham, 2004). Por otro lado, un estudio
aleatorio y controlado comparó la eficacia
de la infiltración en el STC con guía ecográfica
frente a la infiltración por referencias
anatómicas, y demostró que las infiltraciones
ecográficas son más eficaces en todos
los indicadores clínicos, tanto a las 2 semanas
como a los 6 meses. En dicho trabajo,
las infiltraciones ecodirigidas presentaban
un 77% de reducción en el dolor durante el
procedimiento, 63% de reducción del dolor,
93,5% de incremento en la tasa de respuesta,
84,6% de reducción en la tasa de no respuesta,
71% de incremento en la duración del
efecto terapéutico y un 59,3% de reducción
en el coste/respuesta/año para un paciente
hospitalario (Makhlouf, 2014). En otra publicación,
la infiltración ecodirigida fue superior
a la anatómica en el tiempo necesario
para la respuesta clínica (4,11 vs 6,23 días) y
en el grado de respuesta sintomática, si bien
no se observaron diferencias en la puntuación
funcional de Boston (Üstün, 2013).
El mecanismo de acción en los bloqueos
neurales incluye la disminución de la sensibilización.
La adición de esteroides al
anestésico local bloquea la transmisión de
las fibras C nocioceptivas y prolonga la du-
108
MUÑECA
109
ración del bloqueo. Por este motivo se utilizan
para el tratamiento del dolor crónico
(Huynh, 2015). Debe tenerse en cuenta
además el efecto sobre el los elementos que
condicionan el atrapamiento, en este caso el
engrosamiento del retináculo flexor.
En la (tabla 1) se resume el grado de evidencia
de algunas de las técnicas descritas
en este capítulo.
indicación técnica grado de evidencia
De Quervain
Corticoide
2B
PRP
En estudio
Túnel del carpo
Tendinopatía flexores/extensores
Corticoide
PRP
Hidrodisección
Corticoide
PRP
Gangliones Aspiración 2C
2B
En estudio
En estudio
2B
En estudio
Tabla 1. Grado de evidencia sobre diversas técnicas intervencionistas en la muñeca. Up to date “Cronic wrist
pain”. 2B: estudio de cohortes o ensayo clínico aleatorizado de baja calidad. 2C: estudios de cohortes.
5 ALERTAS
El subsepto del primer compartimento extensor se ha observado con mayor frecuencia en pacientes con
tendinopatía de De Quervain, en cuyo caso las infiltraciones o la liberación quirúrgica podrían no ser
efectivas al alcanzar un solo subcompartimento. Conviene comprobar en el eje corto si la infiltración rodea
ambos tendones o se limita a un subcompartimento, en cuyo caso hay que avanzar la aguja al otro subcompartimento.
La infiltración esteroidea articular puede asociarse a una reagudización de los síntomas pocos días después
del procedimiento en hasta 1/3 de los pacientes por lo que debe avisarse al paciente.
En los quistes del canal del pulso debe controlarse en todo momento la posición de la arteria radial para
evitar su punción. Hay que tener en cuenta que a medida que se vacía el quiste, la arteria radial puede aproximarse
a la aguja, con riesgo de lesión. Lo mismo ocurre con los quistes del canal de Guyon y la arteria y
nervio cubitales.
Se debe evitar la punción de tendones extensores en el abordaje de los gangliones dorsales y de las articulaciones
RC y MC.
En la infiltración del STC deben conocerse algunas variantes anatómicas para evitar su punción, como el
nervio bífido y la arteria mediana persistente, los cuales además son factores de riesgo de la enfermedad.
La arteria mediana persistente se localiza entre las dos ramas del NM bífido o bien cubitalmente al NM si
se trata de una anomalía aislada.
Tras la infiltración del STC los pacientes pueden referir parestesias por el efecto del anestésico local. Debe
advertirse a los pacientes de los afectos anestésicos del bloqueo y de su duración estimada.
6 RECOMENDACIONES Y TRUCOS
En estructuras superficiales, como ocurre en la muñeca, la utilización de abundante gel estéril en forma de
almohadilla en la zona de entrada de la aguja facilita su identificación. Esta cuña de gel especialmente útil
en superficies convexas, como el dorso de la muñeca con la flexión.
En el abordaje transverso del tendón de De Quervain, cuando la aguja entra dentro del compartimento, se
recomienda dirigirla en profundidad a los tendones, entre éstos y la superficie radial, para evitar la extravasación
superficial y el riesgo de atrofia grasa.
En las infiltraciones articulares, hay que tener en cuenta que, en grandes derrames, la aspiración previa
puede aportar un importante alivio sintomático y mejora de la movilidad. Para ello, puede ser necesario el
empleo de agujas gruesas (18G o mayores) si el fluido es viscoso.
Los gangliones son muy viscosos y pueden ser difíciles de aspirar. Puede inyectarse una pequeña cantidad
de anestésico para reducir la viscosidad y facilitar la aspiración. Si no se consigue aspirar fluido, probar
con aguja más gruesa (18G o mayores). Un truco para mantener una presión negativa continua durante el
vaciado sin tener que sujetar el pistón de la jeringa es interponer el capuchón de la aguja entre la jeringa y
su pistón. Si se aspira el ganglión se debe avisar al paciente del elevado riesgo de recurrencia.
Para la hidrodisección del nervio mediano es necesario alcanzar su superficie mediante abordaje en plano,
preferentemente desde cubital.
La rama cutánea palmar del NM puede afectarse por atrapamiento o por lesión traumática directa, incluido
su lesión iatrogénica en la liberación del TC. La neuropatía de esta rama produce alteración sensitiva de la
zona proximal de la palma de la mano y de la eminencia tenar, en cuyo caso la ecografía de alta resolución
con frecuencia permite identificar el nervio afectado en su trayecto, entre el músculo palmar largo y el tendón
FCR. Considerar añadir el bloqueo de dicha rama inmediatamente proximal al túnel, junto al margen
cubital del FCR.
110
7 NUEVAS TENDENCIAS
Se presentan a continuación nuevas propuestas
terapéuticas experimentales, más
exigentes técnicamente, algunas de ellas todavía
en fase de estudio sobre su eventual
superioridad sobre las técnicas clásicas.
En la enfermedad de De Quervain algunos
autores han observado un mejor resultado
clínico y morfológico (reducción del
grosor del retináculo) a los 6 meses cuando
se realiza una segunda infiltración, a los 15
días, con ácido hialurónico (AH) (2ml, bajo
peso molecular), respecto de la infiltración
corticoidea en un solo procedimiento. El
AH facilita el deslizamiento del tendón debido
a sus propiedades lubricantes, favorece
el desarrollo de un espacio alrededor de
los tendones debido a su elevada densidad y
tiene efecto nocioceptivo (Orlandi, 2016).
También se ha recomendado la tenotomía
percutánea, realizando 30-35 pases con aguja
de 22G en las regiones de tendinosis y en
el retináculo, junto con la administración
de plasma enriquecido en los tendones (3
ml), (Peck, 2013).
En 2015, (Malahias, 2015) utilizaron por
primera vez una inyección guiada por ultrasonido
de 1-2 ml de PRP en pacientes
con STC leve (n = 14, sin grupo control)
con resultados positivos a medio plazo (3
meses). En la última publicación revisada,
de agosto de 2017, por (Yung-Tsan, 2017)
se demuestra nuevamente la eficacia del
empleo del PRP utilizado para la hidrodisección
del nervio mediano. En la hidrodisección
del NM se introducen 10cc de una
solución de anestésico local y suero fisiológico
(2ml de lidocaína al 1% y 8cc de suero
fisiológico), rodeando completamente el
NM. Esta técnica permite liberar las adherencias
que se producen entre el NM y el
RF así como las adherencias del nervio con
el tejido subsinovial conectivo de las vainas
flexoras. Finalmente se instila una solución
corticoidea. Algunos autores proponen una
fenestración complementaria del RF, una
vez hidrodisecado el nervio con el abordaje
cubital transverso, lo que permite obtener
un plano fluido de seguridad de separación
del NM respecto del RF, sin riesgo de lesionar
el nervio. Para ello se utiliza un plano
adicional de referencia longitudinal del
NM, con abordaje en plano desde proximal,
realizando varias perforaciones repetidas
del RF con una segunda aguja más
gruesa, de 22G, mientras se mantiene el espacio
de seguridad inyectando fluido en la
superficie del nervio con la aguja transversa
(Hwang 2017; Malone, 2010). Por último,
se están desarrollando técnicas de liberación
del RF mínimamente invasivas guiadas por
ecografía, mediante diferentes dispositivos
de corte (Hebbard, 2018).
Existen trabajos en los últimos años sobre
el bloqueo de la rama superficial del nervio
radial para tratar el dolor asociado a la rizartrosis
y artrosis de la mano (Ökmen, 2018).
También se ha descrito la infusión continua
anestésica en formas refractarias de síndrome
de dolor regional complejo (Henshaw,
2016). Por otro lado, las infiltraciones articulares
en la muñeca junto con otros procedimientos
terapéuticos podrían ser útiles
en el síndrome de dolor regional complejo
para reducir la nociocepción central y la
sensibilización central (Pai, 2018).
Los bloqueos neurales en el antebrazo
pueden son útiles en casos refractarios al
tratamiento médico para controlar el dolor
postoperatorio y el producido por lesiones
agudas. Se debe tener en cuenta la localización
del dolor y de la lesión para bloquear
el nervio concreto, si bien, dado el solapamiento
de los dermatomas puede ser necesario
actuar sobre más de un nervio.
111
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112
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113
114 A. Soriano - E. Mayayo - A. Carrera
CAPÍTULO 05
MANO
V. Gallart - A. Ramos - F. Reina
1
2
3
4
5
6
7
CLAVES ANATÓMICAS
CLAVES ECOGRÁFICAS
PATOLOGÍA DE LA MANO E INTERVENCIONISMO
Artropatía trapecio- metacarpiana
Dedo en resorte
Lesiones del ligamento colateral cubital del pulgar
Tenosinovitis de flexores
Tenosinovitis de extensores
Sinovitis de las articulaciones de los dedos
EVIDENCIAS Y REVISIÓN DE TÉCNICAS
ALERTAS
RECOMENDACIONES Y TRUCOS
NUEVAS TENDENCIAS
115
1 CLAVES ANATÓMICAS
La mano es la zona más distal de la extremidad
superior y comprende el carpo, el
metacarpo y los dedos. Junto con la muñeca,
presenta una compleja anatomía, en la que las
estructuras óseas, reforzadas por pequeñas estructuras
músculo-ligamentosas, permiten la
estabilidad biomecánica de las distintas articulaciones
de esta unidad funcional. La hilera
distal de los huesos del carpo se articula con
la base de los cinco huesos metacarpianos,
dando lugar a las articulaciones carpometacarpianas,
que presentan una sinovial común.
Especial interés presenta la articulación carpometacarpiana
del pulgar (trapecio-metacarpiana,
ATMC), que posee una estructura
en silla de montar con una cápsula propia muy
laxa. Esta zona se ve frecuentemente afectada
por una artropatía degenerativa. Las cabezas de
los metacarpianos se articulan con las falanges
proximales de los dedos, constituyendo las articulaciones
metacarpofalángicas, que permiten
los movimientos de flexo-extensión (90º-30º),
la desviación radial y cubital de los dedos (30º)
y algunos grados de rotación. La articulación
metacarpofalángica del pulgar suele presentar
además 2 huesos sesamoideos.
La estructura ósea de los dedos está constituida
por las falanges. Los dedos trifalángicos del 2º
al 5º, constan de una articulación interfalángica
proximal que une las falanges proximales y mediales
y de una articulación interfalángica distal
que articula las falanges mediales con las distales.
Éstas permitirán realizar los movimientos
en el eje sagital, con una flexión de 120º y 80º
respectivamente. El primer dedo es bifalángico,
solo tiene una articulación interfalángica.
Tanto las articulaciones metacarpofalángicas
como las interfalángicas tienen una cápsula
fina y laxa, recubierta de una membrana sinovial.
También disponen de un potente refuerzo
fibrocartilaginoso volar para mejorar la estabilidad
articular y limitar la hiperextensión,
denominado placa volar o ligamento palmar, y
de unos ligamentos que fijan lateralmente estas
articulaciones, el ligamento colateral propio y
el ligamento colateral accesorio. La placa volar,
unida firmemente a la base de las falanges proximales
y laxamente al cuello de los metacarpianos,
se funde con el ligamento metacarpiano
transverso profundo en las metacarpofalángicas
del 2º al 5º dedo y con una estructura similar
en las articulaciones interfalángicas, limitando
la hiperextensión de los dedos. Además presenta
unos surcos palmares por donde discurren
los tendones flexores. La dinámica de los ligamentos
colaterales, que se extienden en forma
de abanico en la cara radial y cubital articular,
permite evitar la desviación lateral de los dedos
cuando el ligamento colateral propio se tensa en
flexión y la desviación en el plano frontal cuando
ligamento colateral accesorio se tensa en extensión.
A nivel de la primera articulación metacarpofalángica
presentan especial relevancia,
por su frecuencia lesional en actividades deportivas.
En esta localización, el ligamento colateral
cubital, que se extiende desde el borde medial
de la cabeza del primer metacarpiano hasta la
base de la falange proximal, está cubierto por la
aponeurosis del músculo adductor pollicis.
La extensión de las articulaciones metacarpofalángicas
e interfalángicas está posibilitada por
la acción conjunta de los músculos extensores
de los dedos y la musculatura intrínseca de la
mano (lumbricales e interossei dorsales y palmares).
Los tendones extensores de los dedos
discurren por la cara dorsal de la mano. Son estructuras
superficiales, finas, que pueden presentar
variabilidad anatómica e interconexiones
intertendinosas transversales, proximales a las
articulaciones metacarpofalángicas, para coordinar
su actividad. Así, los tendones extensor
propio del índice y extensor del quinto dedo se
fusionan con el extensor común de los dedos.
Unas bandas fibrosas sagitales que se originan
en la placa volar y se insertan dorsales al tendón
serán los elementos estabilizadores sobre
el dorso de la cabeza metacarpiana. A nivel de
los dedos los tendones extensores se dividen en
una porción central, que se inserta en la base de
la falange medial, y dos bandas laterales que se
dirigen al dorso de la base de la falange distal.
Estos componentes extensores recibirán fibras
a la altura de la falange proximal de los músculos
lumbricales e interossei, constituyendo el
capuchón extensor, que permitirá la extensión
gradual de los dedos.
El mecanismo flexor del 2º al 5º dedo,
está constituido por los tendones flexores
superficiales y profundos de los dedos que
discurren por la palma al salir del retináculo,
116
MANO
117
profundos a la aponeurosis palmar. En los
dedos, envueltos por una vaina sinovial común,
los tendones flexores profundos se insertan
en la falange distal. Los tendones flexores
superficiales, en la base de la falange proximal
se dividen en dos porciones que rodean al
flexor profundo, insertándose por debajo de
él en la falange media (quiasma de Camper).
Esta particular disposición permite la flexión
gradual e independiente de las falanges, aspecto
importante en el diagnóstico diferencial de
las roturas tendinosas aisladas o combinadas.
En el primer dedo, el tendón flexor largo del
pulgar atraviesa la eminencia tenar entre los
vientres superficial y profundo del músculo
flexor pollicis brevis, discurre entre los dos
sesamoideos a nivel de la cabeza de la primera
metacarpofalángica y se dirige a la falange distal
(Fig. 1).
Un sistema de poleas fibrosas digitales constituido
por cinco poleas anulares y tres cruciformes
son las responsables de mantener la
disposición tendinosa flexora y su correcta
funcionalidad. Quedan localizadas en la articulación
metacarpofalángica (A1), interfalángica
proximal (A3), e interfalángica distal (A5). A2
y A4 quedan ubicadas en la zona media de las
falanges proximal y medial. C1, C2 y C3 son
un sistema adicional de entrecruzamiento de fibras
entre las anteriores, siendo funcionalmente
menos significativas. En el pulgar, la vaina
fibrosa está formada por dos poleas anulares y
una oblicua.
Los músculos de la mano son predominantemente
palmares. Se dividen según su localización
en: musculatura tenar (abductor pollicis
brevis y flexor pollicis brevis, opponens pollicis
y adductor pollicis) musculatura hipotenar (abductor
digiti quinti, flexor digiti quinti brevis y
opponens digiti quinti) y la musculatura de la
región central (cuatro lumbricales, que nacen en
los tendones del flexor profundo de los dedos
y se insertan en el aparato extensor y los músculos
interossei, cuatro dorsales y tres palmares,situados
en los espacios intermetacarpianos,
(Tabla 1).
Figura 1. Cara palmar de la mano. Musculatura tenar: Abductor pollicis brevis (APB), oponens pollicis (OP), flexor
pollicis brevis (FPB), adductor pollicis (AP), con sus cabezas transversa y oblicua, tendón del flexor pollicis
longus (FPL). Musculatura hipotenar: Abductor digiti minimi (AbDM), flexor digiti mimini brevis (FDMb). Región
central: lumbricalis e interossei. Se aprecian también los tendones flexores.
118 V. Gallart - A. Ramos - F. Reina
Eminencia Tenar Región central Eminencia Hipotenar
Abductor pollicis brevis Lumbricalis Abductor digiti quinti
Flexor pollicis brevis Interossei Flexor digiti quinti brevis
Adductor pollicis
Opponens digiti quinti
Opponens pollicis
Tabla 1. Musculatura de la mano.
A nivel vascular, la arteria radial y cubital se
anastomosan, dando lugar a los arcos arteriales
palmares superficial y profundo, que junto
a las arterias digitales irrigarán toda la mano.
El nervio mediano se dirige hacia la mano a
través del túnel carpiano. Antes de introducirse
por debajo del ligamento anular del carpo,
emite una rama cutánea palmar que recoge la
sensibilidad de la palma de la mano. Tras salir
del túnel, da lugar a tres nervios digitales que se
extienden a lo largo de los espacios interóseos
1º, 2º y 3º. Divergen en profundidad y están
cubiertos por la aponeurosis palmar y el arco
palmar superficial. También aporta un ramo
recurrente destinado a los músculos abductor
pollicis brevis, opponens pollicis y la cabeza superficial
del flexor pollicis brevis que se puede
anastomosar con el ramo profundo del nervio
cubital. El primer nervio digital se divide después
en tres nervios colaterales digitales palmares
que se extienden a lo largo de los bordes
interno y externo de la cara palmar de pulgar y
del borde externo de la cara palmar del índice
hasta alcanzarla punta de los dedos. También
inerva al primer lumbrical. Los nervios digitales
segundo y tercero terminan dividiéndose en
los nervios colaterales digitales palmares de los
dedos 2º, 3º y 4º. El tercer nervio digital termina
anastomosándose con la rama superficial del
nervio cubital.
El nervio cubital en el antebrazo ofrece dos
ramos cutáneos, dorsal y volar, que recogen respectivamente
la sensibilidad de la cara palmar y
dorsal del borde cubital de la palma de la mano.
Tras dar los ramos cutáneos, el nervio cubital
continúa por el borde cubital del antebrazo
hasta llegar al canal de Guyon en la muñeca
acompañado por la arteria cubital. Los límites
de este canal son, a nivel proximal y medial, el
pisiforme y, a nivel distal y lateral, la apófisis
unciforme del ganchoso. El suelo lo forma el
ligamento transverso del carpo y, el techo, el
ligamento palmar del carpo.
Inmediatamente distal al gancho del ganchoso,
el cubital se divide en dos ramas:
a. Rama profunda motora: rodea la apófisis
unciforme y se dirige en profundidad
y lateralmente, sobre la cara anterior
de los músculos interossei, cruzando el
arco palmar profundo y estableciendo
una delgada anastomosis con el nervio
mediano. Desprende varios ramos
musculares para la eminencia hipotenar,
a los músculos interossei, a los
lumbricales III y IV, al músculo adductor
pollicis y al haz profundo del músculo
flexor pollicis brevis. Suministra
además ramos para las articulaciones y
huesos de la mano.
b. Rama Superficial: da un ramo muscular
para el músculo palmaris brevis. Luego
se divide en otros dos: el nervio colateral
palmar interno del meñique y el
nervio digital palmar del cuarto espacio
interóseo que acaba dividiéndose en los
dos nervios colaterales palmares de los
dedos cuarto y quinto.
La rama superficial del nervio radial recoge
la sensibilidad de la cara dorsal y lateral de la
mano y de los dedos 1 2 3º y mitad radial del
4º hasta la falange media, siendo la parte distal
dorsal de estos dedos territorio del mediano.
(Spalteholz, 1970).
2 CLAVES ECOGRÁFICAS
Para realizar la exploración, el paciente
debe sentarse frente al examinador colocando
las manos sobre la mesa de exploración.
Puede ser útil apoyar las manos sobre
unos paños o un tubo de gel para facilitar
la valoración dinámica de los tendones. Las
técnicas intervencionistas se realizarán preferiblemente
en decúbito supino para evitar
posibles complicaciones (Fig. 2).
La localización anatómica tan superficial
de las estructuras de la mano hace que sea
preciso el uso de transductores de alta frecuencia
(12-18 MHz). Se recomienda gran
cantidad de gel en estas áreas, ya que favorece
la visualización de la piel y los tejidos y
reduce la presión de la sonda sobre el área
de interés.
Con un equipo de alta resolución, y el
entrenamiento adecuado del explorador, la
ecografía puede ser considerada, junto a la
radiografía, una técnica fundamental para la
valoración de las lesiones de la mano y los
dedos.
Cara dorsal mano
Habitualmente se inicia la exploración por
la cara dorsal. Los tendones extensores son
muy superficiales, por lo que es posible distinguirlos
con la sonda en eje transversal
como unas estructuras ovaladas en el tejido
celular subcutáneo junto con algunas venas.
Existe un único tendón en el tercer y cuarto
dedo (extensor común de los dedos), y dos
en el segundo y quinto, (extensor común
junto con el extensor propio del índice y
el extensor propio del meñique respectivamente).
Pueden existir bandas hiperecogénicas
finas entre ellos, que se corresponden
con las conexiones intertendinosas. La cortical
de los metacarpianos, una línea curva
hiperecoica con sombra acústica posterior,
queda en profundidad. El eje longitudinal
permite explorar de forma dinámica el deslizamiento
tendinoso (Fig. 3).
Cara palmar mano
La imagen ecográfica con la sonda transversal
sobre la región central de la palma
permite diferenciar los tendones superficiales
y profundos de los dedos como estructuras
hiperecogénicas ovaladas, situadas una
encima de otra sobre los respectivos metacarpianos,
estructuras convexas hiperecogénicas
con sombra acústica posterior. A
cada lado de estos tendones se observan las
arterias y nervios digitales y los músculos
lumbricales. Los músculos interossei, separados
por la fascia palmar, ocupan el espacio
Figura 2. Posición de exploración de la cara dorsal de la mano, con paciente en sedestación (A). Posición para
la realización de técnicas intervencionistas en la cara dorsal de la mano, con paciente en decúbito supino (B).
119
120 V. Gallart - A. Ramos - F. Reina
Figura 3. Exploración ecográfica de la cara dorsal de la mano sobre las articulaciones metacarpofalágicas.
Longitudinal (A,C,E, G). Se observa el tendón extensor común de los dedos en su eje largo sobre la cabeza del
tercer metacarpiano y su falange proximal (FP). Transversal (B,D,F,H). Se aprecian los tendones extensores (TE)
como unas estructuras ovaladas en el tejido celular subcutáneo junto con algunas venas. La cortical de los
metacarpianos (MC) queda en profundidad.
intermetacarpiano (Fig. 4). En la eminencia
tenar, parte de cuyos músculos están inervados
por la rama recurrente del nervio mediano,
se identifica en eje corto una imagen
redondeada hiperecogénica bien definida, el
tendón del músculo flexor pollicis longus,
entre los vientres hipoecogénicos musculares
superficial y profundo del flexor pollicis
brevis. Radialmente a ellos se encuentran
los vientres del abductor pollicis brevis, más
superficial, y el opponens pollicis, más profundo
y en contacto directo con la cortical
del primer metacarpiano. En la eminencia
hipotenar, cuyos músculos están inervados
por la rama profunda del nervio cubital, el
abductor digiti quinti es el más medial y
superficial, con el flexor digiti quinti brevis
en una posición más lateral y el opponens
digiti quinti por debajo de ellos, en el plano
más profundo. El estudio en eje longitudinal
permite explorar de forma dinámica el
deslizamiento tendinoso.
Figura 4. Exploración de la región central de la palma de la mano. Tendones superficiales (FDS) y profundos
(FDP) de los dedos sobre los respectivos metacarpianos (MCP). A cada lado de estos tendones se observan
las arterias (A) y nervios digitales (N) y los músculos lumbricales (asteriscos).
MANO
121
Dedos
La exploración ecográfica de los dedos es
difícil debido a su complejo y pequeño sistema
anatómico. Las sondas en palo de hockey
pueden ser de gran ayuda.
Cara dorsal dedos
La imagen obtenida de los tendones extensores
varía en función de la altura a la
que se sitúa transversalmente la sonda.
Sobre la cabeza de los metacarpianos, con
transductores de alta resolución es posible
visualizar unas estructuras hiperecogénicas
ovaladas cubiertas por unas bandas hiperecogénicas
oblicuas finas, correspondientes
a los tendones extensores, antes de iniciar
su división, con las bandeletas sagitales, que
mantienen su estabilidad. Su ruptura generará
la inestabilidad del tendón extensor
que, al quedar libre, tiende a subluxarse a
un lado y otro de la articulación metacarpofalángica
con la flexión del dedo. Sobre la
articulación metacarpofalángica aparece el
capuchón extensor de ecoestructura fibrilar
menor de 2 mm y el componente central
del tendón extensor con sus proyecciones
laterales finas y aplanadas de aspecto hiperecogénico.
En sentido longitudinal es posible
ver todo el trayecto fibrilar de los tendones
extensores por el tejido subcutáneo
sobre la cortical ósea hiperecogénica, con la
inserción de la porción central en base de
la falange media y la de las bandas laterales
en la base de la falange distal una vez ya están
fusionadas. Es recomendable realizar el
estudio dinámico, para valorar la integridad
de los distintos componentes durante la flexo-extensión.
Cara lateral dedos
Solo serán valorables mediante ecografía
algunos de los ligamentos colaterales de los
dedos por su difícil accesibilidad. A nivel
de las metacarpofalángicas, con la sonda en
longitudinal se estudiarán los ligamentos
colaterales del primer dedo, el colateral radial
del segundo, y el colateral cubital del
quinto. Las articulaciones interfalángicas
permitirán el estudio tanto longitudinal y
transversal. Aparecen como bandas anisotrópicas
planas, de tamaño uniforme, con
inserción en la cortical ósea articular, hiper
o hipoecogénicas, en función del ángulo del
haz de ultrasonidos.
Por su relevancia clínica, el ligamento colateral
cubital del pulgar se debe explorar
detenidamente, tanto en reposo como con
maniobras de flexión y desviación radial.
Presenta un patrón fibrilar hiperecoico,
extendiéndose desde la cabeza del primer
metacarpiano hasta su falange proximal.
Superficial a este ligamento se identifica la
aponeurosis del músculo adductor pollicis
como una banda fina hiperecogénica.
Cara palmar dedos
Con la sonda en longitudinal sobre la zona
articular metacarpofalángica e interfalángica
de los dedos, se observa la placa palmar
(o volar) como una estructura triangular
homogénea hiperecogénica que queda separada
de la cortical ósea por el cartílago articular
que se aprecia como una banda anecogénica
regular. En la metacarpofalángica
del pulgar además es posible encontrar en la
imagen transversal unas estructuras lisas y
ovaladas hiperecogénicas con sombra acústica
posterior, no dolorosas a la compresión
que corresponden a los huesos sesamoideos.
Menos frecuente es encontrarlos en
otros dedos, como el meñique. Sobre la placa
volar aparecen los tendones flexores, en
el interior de la vaina fibrosa digital, insertándose
los dos fascículos del tendón flexor
superficial en la diáfisis de falange medial
y el profundo en la base de falange distal.
Aunque con maniobras dinámicas se aprecia
el deslizamiento tendinoso que indica
un correcto funcionamiento, la visión longitudinal
no permite distinguir con claridad
ambos tendones por su estrecha relación,
y por la anisotropía de las zonas articulares
principalmente, por lo que es preferible estudiarlos
también transversalmente. En la
zona proximal de los dedos se encuentran
aún separados, manteniéndose el tendón
flexor superficial sobre el flexor profundo,
como estructuras fibrilares ovales hiperecogénicas.
A nivel de la falange media el
flexor superficial ya se visualiza dividido,
dando una imagen en dos porciones superficiales
que alcanzan la cara medial y lateral
del flexor profundo. En la falange distal solo
se aprecia el tendón flexor profundo. Esta
disposición anatómica permite mediante
movimientos selectivos pasivos de flexión y
extensión de las falanges, determinar la integridad
de los distintos tendones (Fig. 5).
Las poleas anulares, que tienen menos de
1 mm de grosor, pueden visualizarse con
transductores de muy alta resolución en
eje sagital como una fina banda curvilínea
hiperecogénica en la superficie volar del
tendón con zonas laterales hipoecogénicas
122 V. Gallart - A. Ramos - F. Reina
por la anisotropía. En el plano longitudinal
aparecen como un pequeño engrosamiento
focal hipoecoico de la vaina, siendo la polea
A1 situada sobre la cabeza del metacarpiano
la que se afecta con mayor frecuencia.
El sistema vásculo-nervioso digital discurre
colateral a ambos tendones flexores.
Exploración articular
Destaca a nivel del carpo la exploración ecográfica
de la ATMC por su frecuente afección
clínica en la patología degenerativa (rizartrosis).
De forma sistematizada se explora por la
cara dorsal y después por la palmar las articulaciones
metacarpofalángicas e interfalángicas de
los dedos, utilizando el tubo de gel para apoyar
la mano del paciente sobre la mesa de exploración
y así facilitar la visión ecográfica en ambos
ejes, tanto estática como dinámica, de las distintas
estructuras que se deben valorar: hueso,
cartílago, sinovial y cápsula articular.
Algunos de los signos que indican patología
articular son: estrechamiento del espacio articular,
erosiones marginales, osteofitos, alteraciones
de la alineación o calcificación de partes
blandas (Vlad, 2012).
Figura 5. Exploración de los dedos. Longitudinal (A,C,E,G). Transversal (B,D,F,H). Se aprecian los tendones flexores
de forma conjunta (FDP). Puede distinguirse en algún corte el tendón flexor superficial (FDS) sobre el tendón
flexor profundo (FDP). Polea A2 y A3 (azul). Placa palmar (PP, verde). Falange proximal (FP).
3 PATOLOGÍA DE LA MANO E INTERVENCIONISMO
Artropatía trapecio-metacarpiana
Las manos son una de las zonas más frecuentemente
afectadas en la artrosis. La rizartrosis
del pulgar, como se conoce la alteración
de la articulación TMC, suele ser más sintomática
y limitante que la afección de las interfalángicas.
Aparece especialmente en mujeres
tras la menopausia, generalmente de forma
bilateral, aunque puede presentarse unilateralmente
también. Factores etiopatogénicos
muy variados (genéticos, biomecánicos, metabólicos,
inflamatorios y hormonales) pueden
desencadenarla. Debido a su gran movilidad,
el ligamento oblicuo anterior profundo,
el intermetacarpiano, y el ligamento dorsal
radial juegan un papel importante en la estabilidad
de esta articulación, de forma que los
fallos ligamentosos puede participar en la génesis
de la rizartrosis.
La clasificación radiológica de Eaton y Littler
describe cuatro estadios evolutivos de
la enfermedad permitiéndonos seleccionar
el tratamiento más adecuado en cada fase
(Tabla 2).
Desde el punto de vista ecográfico pueden
observarse las irregularidades hiperecogénicas
en la cortical del trapecio y la metacarpofalángica,
la distensión del receso sinovial con
el ensanchamiento de la interlínea articular, y
la disminución del espacio articular en estadios
más avanzados.
Intervencionismo
Longitudinal en plano
Posición del paciente: en decúbito supino,
apoyando la mano sobre el borde cubital.
Puede ser útil una almohadilla colocada debajo
de la muñeca para favorecer la desviación
cubital o realizar una pequeña tracción
sobre el pulgar para ampliar la accesibilidad al
espacio articular.
Posición de la sonda: longitudinal sobre el
espacio articular trapeciometacarpiano. Conviene
localizar y evitar la arteria radial, reposicionando
la sonda ligeramente hacia dorsal
si fuera necesario para realizar un acceso articular
seguro (Chopra, 2015).
Alcance: aguja en plano, de proximal a distal,
en dirección al receso articular que se encuentra
entre ambas referencias óseas.
Dado que esta articulación es muy superficial
comprobar la posición exacta de la punta
de la aguja para evitar depositar el fármaco
fuera de la articulación. No se recomienda
infiltrar más de 1 ml (Fig. 6).
También está descrita la realización de esta
técnica por la cara palmar de la mano:
Posición del paciente: en decúbito supino,
con la mano apoyada sobre la cara dorsal en
la camilla.
Posición de la sonda: longitudinal en el eje
del segundo radio sobre la parte proximal de
la eminencia tenar.
Alcance: aguja en plano, de distal a proximal,
atravesando la musculatura tenar, en
dirección al espacio triangular articular que
queda delimitado por la base del primer metacarpiano
y el trapecio. Precaución con las
estructuras vásculo-nerviosas.
La utilización de una o otra técnica depende
de la facilidad anatómica que presente
cada paciente, y de la zona de preferencia
para el alcance.
Grado I: discreto ensanchamiento en interlínea articular TMC, con sinovitis.
Grado II: pinzamiento de interlínea, esclerosis subcondral, lesión del cartílago. Osteofitos<2 mm de diámetro.
Grado III: pinzamiento articular y esclerosis subcondral más acentuados, con subluxación radial de la base del
primer metacarpiano. Osteofitos>2 mm de diámetro.
Grado IV: colapso articular con afectación de la articulación trapecio-escafoidea.
Tabla 2. Clasificación radiológica de Eaton y Littler
123
124 V. Gallart - A. Ramos - F. Reina
Figura 6. Infiltración de la articulación trapeciometacarpiana en plano. Posicionamiento (A,B). Imagen anatómica
simulada e infiltración ecoguiada (C,D) Alcance en plano, de proximal a distal en dirección al receso articular.
Trapecio (Tr). Metacarpiano 1º (1MC).
Longitudinal fuera de plano
Posición del paciente: en decúbito supino,
apoyando la mano sobre el borde cubital.
Puede ser útil una almohadilla colocada debajo
de la muñeca para favorecer la desviación
cubital o realizar una pequeña tracción
sobre el pulgar para ampliar la accesibilidad
al espacio articular.
Posición de la sonda: longitudinal sobre el
espacio articular trapeciometacarpiano.
Alcance: aguja fuera plano, en el punto
medio del eje largo del transductor, en dirección
al espacio articular que queda delimitado
por la base del primer metacarpiano
y el trapecio. Debe vigilarse la posición de
la arteria radial para no puncionarla (Fig. 7).
Figura 7. Infiltración de la articulación trapeciometacarpiana fuera de plano. Posicionamiento con sonda longitudinal
sobre el espacio articular (A). Imagen anatómica simulada e infiltración ecoguiada (C,D). Alcance de
palmar a dorsal. D. Punta de la aguja alcanzando el receso articular (*).
MANO
125
También está descrita la realización de
esta técnica por la cara volar de la mano:
Posición del paciente: en decúbito supino,
con la mano apoyada sobre la cara dorsal en
la camilla.
Posición de la sonda: longitudinal en el
eje del segundo radio, sobre la ATMC.
Alcance: aguja fuera plano, en el punto
medio del eje largo del transductor, con una
angulación de 30º a 45º atravesando la musculatura
tenar, en dirección al espacio articular
que queda delimitado por la base del
primer metacarpiano y el trapecio.
Dedo en resorte
Se trata de una tenosinovitis estenosante
de los flexores ocasionada por engrosamiento
de las poleas, generalmente la A1, que
condiciona un conflicto de espacio entre la
vaina y el tendón. El resultado es una restricción
en el movimiento del tendón flexor que
causa una fricción continua que perpetúa la
inflamación y puede llegar a producir áreas
de nodularidad en el tendón. Clínicamente
aparece dolor en la zona de la polea implicada
(cabeza de la metacarpofalángica más frecuentemente)
y limitación o bloqueo para la
extensión activa, con chasquido audible si
se realiza pasivamente. Los dedos más afectados
por orden de frecuencia son: 1º, 4º,
3º, 5º y 2º. Se desconoce la etiología exacta,
pero esta condición afecta más comúnmente
a las mujeres en la quinta a sexta década y
hay una mayor incidencia en pacientes con
diabetes, gota, hipotiroidismo, insuficiencia
renal y artritis reumatoide. Microtraumatismos
repetidos durante actividades laborales
o recreativas que requieren movimientos de
flexo-extensión de los dedos pueden desencadenarlo.
El síndrome del túnel del carpo
puede ser un trastorno asociado.
Ecográficamente se observa un engrosamiento
hipoecogénico de la polea A1 e incluso
un nódulo quístico. El tendón flexor suele
estar también engrosado, con perdida del
patrón fibrilar en los casos avanzados. En eje
transversal presentan morfología más redondeada.
En fases agudas, la vaina sinovial puede
verse distendida en el plano longitudinal.
La exploración dinámica resulta compleja si
no se dispone de sonda en palo de Hockey.
Intervencionismo
Longitudinal en plano
Posición del paciente: en decúbito supino,
apoyando la mano sobre la cara dorsal. Puede
ser útil colocar una almohadilla debajo
de la muñeca para facilitar la exposición de
la cara palmar.
Posición de la sonda: longitudinal, siguiendo
el eje largo del tendón, focalizándola
sobre la polea A1 del dedo afectado.
Alcance: aguja en plano, de distal a proximal,
situando la punta entre la capa visceral
y parietal de la sinovial, debajo de la polea,
y evitando lesionar el tendón. Comprobar
la hidrodisección de la vaina. Inyectar volumen
de 1 ml (Fig. 8).
Transversal fuera en plano
La técnica que se describe a continuación es
un enfoque fuera del plano basado en el descrito
por Bodor, 2009. El objetivo a alcanzar
con la punta de la aguja está delimitado por un
triángulo cuyos bordes están formados por el
flexor superficial de los dedos, flexor profundo
de los dedos y la placa palmar medialmente,
la cabeza metacarpiana a nivel inferior y la
polea A1 en la diagonal del triángulo.
Posición del paciente: en decúbito supino,
apoyando la mano en la camilla sobre la cara
dorsal.
Posición de la sonda: transversal a nivel
del metacarpo, focalizada sobre la polea A1
del dedo afectado.
Alcance: aguja fuera de plano, situando la
punta en el triángulo descrito. El doppler se
puede usar para ayudar a identificar las arterias
digitales adyacentes. El resultado final
debe ser la distensión de la vaina del tendón.
Inyectar volumen de 1 ml.
Lesiones del ligamento colateral
cubital del pulgar
El ligamento colateral cubital del primer
dedo une la cabeza del metacarpiano con la
falange proximal por su cara medial, y está
cubierto por la aponeurosis dorsal del músculo
adductor pollicis, que se inserta en
la cara dorsal de la articulación. Tiene un
papel muy importante en la estabilidad de esta
126 V. Gallart - A. Ramos - F. Reina
Figura 8. Infiltración del dedo en resorte. Posicionamiento, colocando una almohadilla bajo la mano. Sonda
en eje longitudinal sobre la articulación metacarpofalángica (A,B). Imagen anatómica simulada e infiltración
ecoguiada (C,D). Alcance de distal a proximal. La punta de la aguja se sitúa entre la capa visceral y parietal
de la sinovial, debajo de la polea (A1), sin lesionar el tendón. Se observa también derrame sinovial (asterisco).
articulación, evitando la desviación radial excesiva
durante la función de pinza y prensión. Su
lesión es conocida como pulgar del guardabosques
o pulgar del esquiador, por su frecuencia
de aparición en las caídas durante la práctica
del esquí, al producirse una hiperextensión e
hiperabducción del pulgar por la sujeción del
bastón. Clínicamente produce dolor, tumefacción
y equimosis en la región articular medial.
El tipo de rotura ligamentosa condiciona
el tratamiento que se debe aplicar, por ello el
diagnóstico ecográfico cobra especial relevancia
en estos pacientes. La ecografía permite
evaluar con precisión las lesiones del LCC,
con una sensibilidad del 92% para las roturas y
un valor predictivo positivo de 99% (Bianchi,
2013). Puede detectar avulsiones óseas, generalmente
ubicadas en la unión distal del ligamento,
y distingue las roturas parciales de las
completas. Con la sonda en longitudinal, en las
roturas parciales el ligamento aparece engrosado,
irregular e hipoecoico, con un fragmento
hiperecogénico distal si existe avulsión cortical.
En las completas, localizadas en el tercio distal
o medio, se aprecia discontinuidad de las fibras
tendinosas, quedando los extremos del ligamento
roto separados por derrame hipoecoico,
en un plano profundo a la aponeurosis dorsal
del músculo adductor pollicis. Estas lesiones
suelen cicatrizar, por lo que pueden ser tratadas
de forma conservadora. En dos tercios de los
casos, el extremo proximal del ligamento puede
quedar retraído en forma de una pseudomasa
hipoecogénica sobre dicha aponeurosis a
la altura del cuello del metacarpiano (lesión de
Stener) impidiendo la correcta cicatrización de
los extremos del ligamento, siendo preciso el
tratamiento quirúrgico para evitar la inestabilidad
y degeneración articular secundaria. Con
las maniobras ecográficas dinámicas, es posible
ver la subluxación radial de la falange proximal
al aplicar ligera desviación en valgo y la delineación
más amplia del cartílago articular del
primer metacarpiano (Fig. 9).
Tanto la RM como la ecografía son consideradas
pruebas complementarias muy útiles
en el diagnóstico de estas lesiones (Farhad,
2006). La visualización directa del LCC y sus
estructuras acompañantes facilitan la decisión
terapéutica, optando por inmovilización y antinflamatorios
no esteroideos en las roturas
parciales agudas, y reconstrucción quirúrgica
en las roturas completas o inestabilidades articulares
crónicas. Hasta el momento no se han
descrito ni recomendado técnicas intervencionista
de tratamiento para esta lesión.
Tensinovitis de flexores
La vaina sinovial de los tendones flexores es
muy difícil de visualizar, incluso con transductores
de alta frecuencia. Su inflamación puede
MANO
127
Figura 9. Exploración ecográfica del ligamento colateral cubital del pulgar (LCC). Posicionamiento sobre el
borde cubital de la articulación metacarpofalángica (A). Visión anatómica (B). En las imágenes ecográfica se
compara el lado lesionado (izquierda) con el sano (derecha) y se aprecia el engrosamiento del ligamento lesionado
y el abombamiento de la aponeurosis dorsal del adductor pollicis (línea A azul) (C,D).
deberse a procesos como la artritis reumatoide,
infecciones, movimientos repetitivos, posturas
forzadas o el uso intensivo de herramientas
manuales vibratorias. Entre los factores de
riesgo individuales se encuentran el aumento
de la edad, ser mujer, la obesidad o padecer
diabetes mellitus.
En las tenosinovitis agudas, el aumento de
volumen del líquido sinovial se visualizará
como una imagen hipoecogénica o anecoica
alrededor del tendón. Es importante no confundir
la vaina en este estado con los músculos
lumbricales, debido a su proximidad y similar
ecogenicidad. En caso de realizar la exploración
ecográfica con el doppler color se puede
ver el flujo hiperémico en los pliegues sinoviales
y el tendón. Las zonas más adecuadas para
detectar el derrame en el interior de la vaina
son la cabeza de los metacarpianos y los dedos,
donde va a adoptar un aspecto lobulado por
la presencia de las poleas. En las tenosinovitis
agudas y crónicas, además del derrame se observará
engrosamiento de la vaina sinovial. En
el caso de que la hiperplasia sea moderada, se
podrán apreciar proyecciones de la membrana
sinovial hacia el interior del derrame. En casos
graves o avanzados, la membrana sinovial puede
ocupar completamente la vaina tendinosa.
Hay que reseñar que la vaina sinovial del 1º
y 5º dedo es un espacio continuo que va desde
la articulación interfalángica distal hasta la muñeca.
Esto hace que sea importante realizar una
valoración de la posible extensión proximal de
la tenosinovitis del primer y quinto dedo.
Intervencionismo
Longitudinal en plano
Posición del paciente: en decúbito supino,
apoyando la mano sobre la cara dorsal. Puede ser
útil colocar una almohadilla debajo de la muñeca
para facilitar la exposición de la cara palmar.
Posición de la sonda: longitudinal, siguiendo
el eje largo del tendón, focalizándola sobre la
zona de derrame sinovial del dedo afectado.
Alcance: aguja en plano, de distal a proximal,
situando la punta entre la vaina y el tendón,
evitando tocar el mismo para prevenir su lesión
y la aparición de dolor importante que
podría desencadenar un cuadro vasovagal. Se
drena el líquido sinovial, si es posible, depositando
después 1 ml de una dilución de corticoide
y anestésico (Fig. 10).
Transversal fuera de plano
Posición del paciente: en decúbito supino,
apoyando la mano en la camilla sobre la cara
dorsal.
128 V. Gallart - A. Ramos - F. Reina
Posición de la sonda: transversal sobre la
zona de derrame sinovial del dedo afectado.
Alcance: aguja fuera de plano, situando la
punta en el espacio entre la vaina y el tendón.
Inyectar igualmente un volumen de 1 ml
(Fig. 11).
Tensinovitis de extensores
La tenosinovitis de los tendones extensores
de los dedos es un proceso inflamatorio
frecuente y ampliamente descrito en
los pacientes con artritis reumatoide (Cooper,
2009). Sin embargo, es un proceso que
también puede aparecer en personas que
no presentan esta enfermedad. Una de las
causas más habituales son los microtraumas
que producen los movimientos repetidos,
por lo que son más prevalentes en trabajadores
manuales. También puede producirse
por traumatismos, siendo más frecuente a
nivel de los dedos.
La afección de los tendones extensores en
la región dorsal de la mano, en su recorrido
sobre los metacarpianos, genera una hinchazón
del dorso de la mano que también
puede encontrarse caliente, eritematoso y
con dolor a la palpación.
Las tenosinovitis severas mostrarán un
engrosamiento tendinoso y de la vaina sinovial,
con aumento del contenido líquido
peritendíneo y el estudio doppler permitirá
observar un aumento de la vascularización
en la zona.
Intervencionismo.
Longitudinal en plano
Posición del paciente: en decúbito supino,
apoyando la mano sobre la cara palmar.
Puede ser útil colocar una almohadilla debajo
de la muñeca para facilitar la exposición
de la cara dorsal.
Posición de la sonda: longitudinal, siguiendo
el eje largo del tendón, focalizándola
sobre la zona de derrame sinovial del
dedo afectado.
Alcance: aguja en plano, de distal a proximal,
situando la punta entre la vaina y el
tendón, evitando tocar el mismo para prevenir
su lesión y el dolor, que podría desencadenar
un cuadro vasovagal. Se intentará
drenar el líquido sinovial, si es posible.
Transversal fuera de plano
Posición del paciente: en decúbito supino,
apoyando la mano en la camilla sobre la cara
volar.
Posición de la sonda: transversal sobre la
Figura 10. Infiltración de tendón flexor en plano. Posicionamiento de la mano y de la sonda sobre la zona de derrame
sinovial (A,B) Imagen anatómica simulada e infiltración ecoguiada (C,D). Alcance en plano, de distal a proximal, situando
la punta de la aguja entre la vaina y el tendón. Falange proximal (FP). Falange media (FM). Tendones flexores (TF).
MANO
129
zona de derrame sinovial del dedo afectado.
Alcance: aguja fuera de plano, situando la
punta en el espacio entre la vaina y el tendón.
Inyectar igualmente un volumen de 1
a 2 ml (Fig. 12).
Sinovitis de las articulaciones de los
dedos
La ecografía de alta resolución es muy útil
para detectar derrames en las articulaciones
de la mano y permite además realizar la
Figura 11. Infiltración de tendón flexor fuera plano. Posicionamiento de la mano y de la sonda sobre la zona de derrame
sinovial (A,B). Imagen anatómica simulada e infiltración ecoguiada (C,D). Alcance fuera de plano, de distal a proximal,
situando la punta de la aguja entre la vaina y el tendón. Tendones flexores superficial (TFS) y profundo (TFP). Polea (A1).
Figura 12. Infiltración de tendones extensores fuera de plano. Posicionamiento de la mano y de la sonda sobre
la zona de derrame sinovial (A,B). Imagen anatómica simulada e infiltración ecoguiada (C,D). Alcance fuera de
distal a proximal, situando la punta de la aguja en el espacio sinovial (VS) entre la vaina y el tendón (TE). D. Aguja
fuera de plano (punta de flecha) penetrando en la vaina del tendón.
130 V. Gallart - A. Ramos - F. Reina
diferenciación entre derrame sinovial exudativo
(anecoico) y proliferativo (hipoanecoico).
La forma más fácil de objetivarlos es realizar
una exploración longitudinal de los dedos
por vía palmar o dorsal. Como es norma en
la exploración ecográfica, se debe hacer también
la exploración transversal, con lo que se
evitará que pequeños derrames acumulados
en la zona medial o lateral de las articulaciones
pasen desapercibidos. Otra maniobra
que permite detectar pequeños acúmulos de
líquido es colocar en ligera flexión la articulación
interfalángica o metacarpofalángica y
realizar exploración por la cara palmar. En
ocasiones será necesario realizar una extracción
del líquido sinovial para su análisis.
Intervencionismo.
Transversal fuera de plano
Posición del paciente: en decúbito supino,
apoyando la mano en la camilla sobre la cara
dorsal o palmar.
Posición de la sonda: longitudinal a la articulación
metacarpofalángica o interfalángica
que presenta el derrame sinovial.
Alcance: aguja fuera de plano abordando el
aspecto lateral o ántero-lateral, que permite
evitar las estructuras tendinosas. Visualizar
la imagen hiperecogénica de la punta de la
aguja en el espacio articular y drenar el líquido
sinovial (Fig. 13).
Longitudinal en plano
Posición del paciente: en decúbito supino,
apoyando la mano sobre la cara dorsal o palmar,
dependiendo de la vía de abordaje de la
articulación. Para ello, se realizará primero
la exploración ecográfica para detectar en
que lugar de la articulación se presenta un
mayor acúmulo de líquido sinovial. Puede
ser útil colocar una almohadilla debajo de
los dedos para facilitar la exposición de la
cara palmar o dorsal.
Posición de la sonda: longitudinal, siguiendo
el eje largo del dedo, focalizándola
sobre la articulación interfalángica o metacarpofalángica
que presenta el derrame sinovial.
Alcance: aguja en plano, de distal a proximal,
situando la punta dentro del espacio
sinovial, atravesando la cápsula, sin lesionar
los tendones flexores o extensores de los
dedos y sin tocar los extremos óseos de la
articulación para evitar dañarla. Se procurará
drenar el líquido sinovial para su análisis.
Figura 13. Infiltración de la articulación interfalángica, fuera de plano. Posicionamiento de la mano y de la sonda
sobre la la cara dorsal de la articulación interfalángica proximal (A,B). Imagen anatómica simulada e infiltración
ecoguiada (C,D). Alcance fuera de plano de radial a cubital, situando la punta de la aguja (punta de flecha) dentro
del espacio sinovial. Falange proximal (FP). Falange media (FM).
4 EVIDENCIAS Y REVISIÓN DE TÉCNICAS
Se han descrito numerosos procedimientos
no quirúrgicos para el tratamiento de la
artrosis trapeciometacarpiana. Uno de los
más extendidos es la infiltración intrarticular
con corticoides. En una encuesta realizada
a 1152 cirujanos de mano de Estados
Unidos, el 89% utilizaba esta técnica como
tratamiento conservador (Moriatis, 2012).
La revisión realizada por Fowler en 2015 demostró
la mejoría, en términos de reducción
de dolor y aumento de la funcionalidad, que
presentaban los pacientes con artrosis TMC
sometidos a infiltraciones intrarticulares con
corticoides.
El ácido hialurónico también puede ser
inyectado en la articulación TMC, con el
objetivo de restaurar la pérdida de viscoelasticidad
del líquido sinovial. Tanto los
corticoides como el ácido hialurónico han
demostrado mejorar el dolor, pero algunos
autores concluyen que la infiltración con
ácido hialurónico es más efectiva, ya que,
aunque su efecto comienza de manera más
lenta, la mejoría a largo plazo es superior
(Spaans, 2015). Otros autores, sin embargo,
no recomiendan utilizar el hialuronato en
articulaciones pequeñas.
La infiltración con corticoides del dedo en
resorte es considerada una intervención de
primera línea con un porcentaje de éxito entre
el 60% y el 90% según los estudios (Hansen,
2017). La guía ecográfica puede mejorar
la localización del lugar preciso donde realizar
la inyección del corticoide, aumentando la
probabilidad de que sea depositado en el interior
de la vaina en un 70% (Lee, 2011). Sin
embargo, estudios recientes no encontraron
diferencias entre depositar el corticoide dentro
o fuera de la vaina en términos de mejoría
del dolor, reducción del chasquido o cambios
en las estructuras locales (Shinomiya, 2016).
Una alternativa al uso del corticoide para
el tratamiento de la tenosinovitis estenosante
de los flexores es la inyección local
de AINEs. En un estudio donde se comparó
el efecto del diclofenaco sódico frente a
la triamcinolona, mediante una infiltración
en la región de la polea A1, localizada mediante
referencia anatómica, ambos grupos
experimentaron mejoría, sin diferencias estadísticamente
significativas entre ellos a los
tres meses, si bien es cierto que el efecto de
los corticoides a las 3 semanas fue superior
(Shakeel, 2012).
131
5 ALERTAS
Para disminuir el riesgo de despigmentación de la piel y/o atrofia grasa del tejido celular subcutáneo por
el corticoide debe confirmarse la localización ecográfica de la punta de la aguja por debajo de la dermis.
Para evitar hematomas, deben identificarse los paquetes vasculares con la opción doppler del ecógrafo y
utilizar agujas de calibre fino. En los alcances por el aspecto radial, la estructura más propensa a la lesión
es la arteria radial y sus ramas, que discurren sobre el escafoides muy cerca de la ATMC.
La rama cutánea distal del nervio radial puede ser dañada en la infiltración de la ATMC por cara palmar
o lateral y en la infiltración del tendón de De Quervain. Debe introducirse la aguja con cautela y, si se
observa un signo de Tinel, debe retirarse la aguja y reiniciar el procedimiento en otro punto.
Antes de proceder a la infiltración de la ATMC debe asegurarse que el tendón de De Quervain no esté en
el plano de inyección, ya que su punción es lesiva y muy dolorosa.
6 RECOMENDACIONES Y TRUCOS
Para disminuir las molestias durante la técnica puede usarse EMLA tópico, cloretilo, inyección dérmica-subdérmica
de anestésico local o bien bloqueo nervioso del área a tratar.
La articulación trapeciometacarpiana, a pesar de ser muy superficial, puede ser abordada en plano, debiendo
hacerse de proximal a distal, si se elige esta vía.
La tracción, o flexión, del primer dedo puede facilitar el acceso al interior de la articulación trapeciometacarpiana.
En ocasiones será necesario utilizar una gran cantidad de gel para crear una cuña eco-transparente virtual
que facilite el acceso de la aguja.
Para alcanzar determinadas estructuras algunas veces será imprescindible que un ayudante recoloque
en extensión algún dedo del paciente para poder alcanzar la diana terapéutica sin que el propio dedo del
enfermo se convierta en un obstáculo para el avance de la jeringa (por ejemplo para alcanzar la polea A1).
132
7 NUEVAS TENDENCIAS
En los últimos años, la liberación percutánea
guiada por ultrasonidos de la polea A1 ha
demostrado una mejoría del dolor, del balance
articular y la funcionalidad en pacientes
con dedo en resorte (Lu, 2014). La ventaja
sobre la técnica quirúrgica abierta es una recuperación
más rápida del paciente, con menor
incomodidad y un regreso precoz a sus
actividades habituales (Abe, 2015). La técnica
puede realizarse con el paciente en decúbito
supino, seleccionando los portales de entrada
mediante palpación del engrosamiento en la
zona de la polea A1 y marcándolos en la piel.
Se utilizarán 3 o 4 portales por cada dedo a
tratar. Posteriormente se inyecta una dilución
de 1ml de lidocaína 1% y 1 ml de triamcinolona
40 mg. Tras esperar unos minutos,
se comienza a realizar los cortes percutáneos
en la polea A1 utilizando una aguja de 25G
como escalpelo. Se debe tener cuidado para
no lacerar el tendón y que el paciente no experimente
sensaciones de descarga eléctrica
que indicarían una posible lesión nerviosa.
Para comprobar el éxito del tratamiento se le
pedirá al paciente que realice repetidos movimientos
de flexo-extensión del dedo, habiendo
tenido que desaparecer el resorte.
Una nueva opción terapéutica para el dedo
en resorte es la inyección de ácido hialurónico
dentro de la vaina del tendón. El objetivo
es mejorar la viscoelasticidad del líquido
sinovial, del que el ácido hialurónico es un
componente fundamental, lo que facilitaría
el deslizamiento del tendón, su nutrición,
además de aportar un efecto antinociceptivo
al reducir la expresión de citoquinas
proinflamatorias. En el estudio publicado
por Liu en 2015, se comparó la efectividad
de esta técnica frente a la infiltración con
corticoides, encontrando que los pacientes
tratados con ácido hialurónico frente a 1 cc
de 10 mg/ml de triamcinolona presentaban
disminución del dolor y mejoría de la funcionalidad.
Queda por definir que número
de infiltraciones, dosis y peso molecular del
ácido hialurónico serían las más efectivas.
El plasma rico en plaquetas (PRP) es un
preparado biológico cuya efectividad se basa
en el aporte de un número elevado de factores
de crecimiento en una zona de lesión
para estimular la reparación del tejido dañado.
A nivel de la mano, Loibl publicó un
estudio donde se utilizó el PRP en artrosis
de la articulación trapeciometacarpiana. La
muestra de 10 pacientes fue seguida durante
6 meses encontrándose que 2 de ellos estuvieron
muy satisfechos con el resultado,
5 satisfechos y 3 nada satisfechos. Los pacientes
con moderada artrosis presentaron
disminución del dolor y mejoría de la funcionalidad
pero los que sufrían un grado de
artrosis severo no experimentaron cambios
significativos (Loibl, 2016). Un estudio más
reciente (Malahias, 2018) concluyó que,
aunque los corticoides pueden mejorar los
síntomas a corto plazo, la infiltración con
PRP en casos de rizartrosis leve o moderada
puede generar un alivio de la clínica de hasta
12 meses.
Por último, los avances en terapia con
células madre están demostrando un gran
potencial en la reparación y regeneración de
los tejidos (Liu, 2017), por lo que puede ser
un tratamiento prometedor en las lesiones
de los tendones de la mano. Las células madre
procedentes de médula ósea o las mesenquimales
obtenidas del tejido adiposo
tienen la capacidad teórica de regenerar el
tendón (Ahmad, 2012). Para que esto sea
posible, tras su obtención del tejido donante,
donde se van a encontrar en una concentración
muy baja, su multiplicación debe
ser estimulada in vitro con factores de crecimiento
como el GDF-5 y el GDF-7 (Tan,
2012). A pesar de lo esperanzador de los estudios,
aún quedan muchas dudas sobre su
uso, como cuánto tiempo se debe estimular
su crecimiento hasta la implantación en el
tejido, qué concentración de células madre
es necesaria y cuál es la probabilidad de que
se diferencien en otras líneas celulares diferentes
a las esperadas.
133
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134
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135
136 V. Gallart - A. Ramos - F. Reina
CAPÍTULO 06
CADERA
R. Saiz - Ll. Guirao - A. Carrera
1
2
3
4
5
6
7
CLAVES ANATÓMICAS
CLAVES ECOGRÁFICAS
PATOLOGÍA DE LA CADERA E INTERVENCIONISMO
Coxartrosis/artritis cadera
Síndrome doloroso del trocánter mayor
Quiste paralabrales
Sindrome subgluteo/neuritis ciática
Síndrome del piriformis
Impingement isquiofemoral
Seroma de Morell-Lavallée
Meralgia Parestésica
EVIDENCIAS Y REVISIÓN DE TÉCNICAS
ALERTAS
RECOMENDACIONES Y TRUCOS
NUEVAS TENDENCIAS
137
1 CLAVES ANATÓMICAS
La cadera es una articulación sinovial de
tipo enartrosis, entre el acetábulo pélvico
y la cabeza femoral. Existe un labrum fibrocartilaginoso
(rodete acetabular) que
aumenta la superficie de contacto entre los
huesos pelvianos y el fémur. La cápsula de
la articulación se inserta distalmente en la
región intertrocantérica (Fig. 1).
La pelvis y las caderas quedan envueltas
en musculaturas potentes. Para el repaso
anatómico, es útil aproximarse a la cadera
desde sus vertientes anterior, medial, lateral
y posterior, así como fijarse en la distribución
de los distintos músculos en planos
más superficiales y profundos, además de
atender a los relieves óseos que servirán de
inserción a dichas musculaturas.
En la cara anterior de la cadera, son más
superficiales los músculos pectineus (insertado
en rama superior de pubis), sartorius
y tensor fasciae latae (insertados ambos en
la espina iliaca ántero-superior, en adelante
EIAS). El rectus femoris se inserta proximalmente
en la espina iliaca ántero-inferior
(en adelante EIAI) mediante su tendón directo,
y en la ceja cotiloidea por medio del
tendón indirecto. Más profundo, el iliopsoas
se apoya directamente en la cara anterior
de la articulación coxofemoral, buscando
su inserción en el trocánter menor.
Existe una bolsa serosa entre la articulación
y el tendón del iliopsoas (bursa del iliopsoas)
que, en condiciones fisiológicas, está
colapsada.
El paquete neurovascular femoral cruza
por delante de la cadera apoyado sobre los
músculos pectineus (medial) e iliopsoas
(lateral); la distribución, de medial a lateral,
es vena-arteria-nervio (VAN). La vena es
vecina al músculo pectineus; la arteria y el
nervio lo son al iliopsoas.
En cuanto a la cara medial (ántero-medial),
los músculos aductores de la cadera
tienen su inserción en el pubis. En un plano
más superficial se sitúan el adductor longus,
cuyo tendón es visible a simple vista, y el
gracilis. En un plano intermedio está el adductor
brevis y, más profundo, el adductor
magnus. Entre los músculos aductores se
distribuyen ramas terminales del nervio obturador:
la rama anterior (de la que depende
inervación muscular y sensitiva cutánea de
cara interna del muslo) entre los músculos
adductor brevis y longus; la rama posterior
Figura 1. Caras anterior (A), lateral (B) y posterior (C) de la cadera. Espina iliaca ántero-superior (EIAS), espina
iliaca ántero inferior (EIAI), eminencia ileopectínea (EIP), trocánter mayor (Tr. Mayor), trocánter menor (Tr. Menor),
tuberosidad isquiática (TI), surco intertrocantérico (puntas de flecha rojas) y foramen ciático mayor (FCM).
138
CADERA
139
(de la que depende igualmente inervación
muscular y articular de la cadera) entre el
adductor brevis y magnus.
En la cara lateral de la cadera, las musculaturas
también se ordenan en una capa
superficial y otra profunda. La más superficial
está formada por el músculo tensor
fasciae latae y el gluteus maximus, respectivamente
anterior y posterior a la banda iliotibial.
La más profunda está constituida por
los músculos gluteus minimus (más anterior
y profundo) y medius (más lateral y superficial).
El gluteus minimus se inserta con
un tendón en la carilla anterior del trocánter
mayor. El gluteus medius tiene una doble
inserción: un tendón aplanado en la faceta
lateral del trocánter mayor, y un tendón
más grueso en la faceta posterosuperior.
Existen bolsas serosas entre la banda iliotibial
y los tendones glúteos menor y medio
(bursa trocantérica) y entre cada tendón y
el hueso subyacente (bursa glútea menor y
bursa glútea media)
La cara posterior ofrece una particular
complejidad. El gran músculo gluteus maximus
es más superficial, se origina en los
huesos pelvianos (iliaco, sacro, coxis) y se
inserta en el tracto iliotibial (fasciae latae)
y la tuberosidad glútea del fémur. En profundidad
a éste se encuentran los músculos
rotadores laterales de la cadera: desde más
craneal hasta más caudal, el piriformis (con
origen en cara anterior de sacro e inserción
en la fosa trocantérica), el gemellus superior
(desde la espina ciática hasta la fosa trocantérica),
el obturator internus (desde el foramen
obturador y los rebordes óseos que lo
rodean, hasta la fosa trocantérica), el gemellus
inferior (desde la tuberosidad isquiática
hasta la fosa trocantérica) y el quadratus femoris
(desde el borde externo de la tuberosidad
isquiática hasta la cresta intertrocantérica
del fémur). En la variante anatómica
más común, el nervio ciático abandona la
pelvis pasando por debajo del músculo piriformis
y por encima del gemellus superior,
para descender luego superficial al resto de
estos músculos.
En la tuberosidad isquiática tienen
su origen los músculos isquiosurales:
semimembranosus, semitendinosus y biceps
femoris (cabeza larga). El semitendinosus
y la cabeza larga del biceps femoris
se insertan con un tendón conjunto; la inserción
del semimembranosus es algo más
lateral y profunda. El nervio ciático discurre
vecino a la tuberosidad isquiática, un poco
más externo, y prosigue por el muslo en
profundidad al músculo biceps femoris.
2 CLAVES ECOGRÁFICAS
Posición del paciente
El examen se realiza en decúbito (Fig. 2).
Para la cara anterior el paciente se coloca en
decúbito supino, con el muslo en discreta
rotación externa. Para explorar la cara medial
también se parte del decúbito supino, pero
con la cadera en abducción y rotación externa,
y la rodilla en semiflexión. Para la cara
lateral, se coloca al paciente en decúbito lateral
sobre el lado opuesto al examinado, con
semiflexión de las extremidades inferiores;
puede resultar útil un pequeño cojín entre
las rodillas. Por último, la exploración de la
cara posterior se realiza en decúbito prono,
con los pies colgando por fuera de la camilla.
Se utilizan sondas lineales con frecuencias
más bajas (entre 7 y 12 Mhz) para acceder a
estructuras más profundas. En determinadas
exploraciones son útiles las sondas convexas.
Cara anterior: interlínea coxofemoral y
receso sinovial
Se recomienda iniciar la exploración situando
la sonda centrada en la mitad proximal
del muslo, orientada transversalmente
localizando primero una estructura hiperecoica,
acintada, con forma de coma, en el interior
de un paquete muscular, que se trata
del tendón central del rectus femoris.
Se sigue cranealmente, en eje corto, hasta
alcanzar una línea hiperecoica con sombra
acústica, que es la espina iliaca anteroinferior
(EIAI), lugar de inserción del tendón directo
del rectus femoris (Fig. 3).
Desde esta posición se desliza medialmente
la sonda, siempre en eje corto, hasta observar
en profundidad una línea hiperecoica ondulada.
Se trata de la eminencia iliopectínea. Sobre
esta línea descansa el tendón del iliopsoas, que
se reconoce en su eje corto como una estructura
hiperecoica, ovalada, bien definida. En torno
al tendón se disponen los vientres musculares
del psoas y, en posición inmediatamente
lateral, del iliacus. Si se prosigue la exploración
medialmente en eje corto, aparece el músculo
pectineus, apoyado sobre el hueso pubis. Entre
el iliopsoas y el pectineus se identifica el
paquete neurovascular femoral: de medial a
lateral, vena, arteria y nervio (VAN). La vena
corre sobre el músculo pectineus; la arteria y
el nervio lo hacen sobre el iliopsoas.
Figura 2. Posiciones de exploración de la cadera. Posterior (A), lateral (B), anterior (C) y medial (D).
140
CADERA
141
Figura 3. Exploración cara anterior de la cadera a nivel de la espina iliaca anteroinferior. A: Posicionamiento anatómico.
B: Imagen de resonancia axial, sartorius (Sa), iliopsoas (IP), tendón directo del rectus femoris (RFtd), espina
iliaca ántero inferior (EIAI). C: Imagen de resonancia sagital. D y E: Imágenes ecográficas transversales. F y G: Imágenes
ecográficas longitudinales, tendón indirecto del rectus femoris (RFti).
Si se gira la sonda sobre el tendón del
iliopsoas, hasta orientarla en su eje largo
(Fig. 4), se observará en un plano más profundo
la interlínea articular coxofemoral,
con su labrum acetabular, el cual se presenta
como un triángulo hiperecoico. Entre el
tendón iliopsoas y la cápsula coxofemoral
se encuentra la bursa del iliopsoas que, en
condiciones normales, está colapsada y no
resulta detectable.
Girando la sonda unos grados, hasta situarla
en un plano sagital oblicuo, y descendiendo
unos centímetros, se identifica el cuello
femoral, con el receso articular anterior, área
de interés para realizar artrocentesis e infiltraciones
(Fig. 4). Se debe prestar atención
a la rama anterior de los vasos circunflejos
laterales, que discurren aquí, superficiales al
tendón iliopsoas, profundas al resto de estructuras
musculares.
Cara anterior: nervio femorocutáneo
Situarse en plano transverso sobre el recto
femoral (ver en subapartado anterior) y seguirlo
cranealmente, hasta encontrar el músculo
sartorius, con forma de lente biconvexa/
triangular que lo cruza superficialmente, de
medial a lateral según se asciende.
Se continua en sentido proximal siguiendo
al sartorius en su eje corto, que se irá adelgazando
hasta desaparecer, al tiempo que se
observa una línea hiperecoica con sombra
acústica, que corresponde a la espina iliaca
anterosuperior. Si centrados en la EIAS en
el plano transverso se desliza la sonda caudalmente,
se verán aparecer inmediatamente
dos vientres musculares: uno, medial, vuelve
a ser el sartorius; el otro, lateral, es el músculo
tensor fasciae latae.
Manteniendo el extremo lateral de la sonda
sobre la EIAS y basculando el extremo
medial de la misma en sentido distal, aparece
el ligamento inguinal en su eje largo y justo
medial a su inserción en la EIAS puede
visualizarse el nervio femorocutáneo (Fig. 5).
Hasta en un 25% de los casos el nervio sigue
un curso diferente y pasa por encima o por
detrás de la EIAS. Para identificarlo es útil
buscarlo en una posición más distal, 1 o 2 cm
por debajo de la espina, superficial al vientre
muscular del sartorius, una pequeña estructura
hiperecoica enmarcada en un pliegue
fibroadiposo.
Cara medial: músculos aductores
El adductor longus es visible a simple vista
como un cordón que parte del pubis hacia
142 R. Saiz - Ll. Guirao - A. Carrera
Figura 4. Exploración cara anterior de la articulación de la cadera. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen
anatómica axial, sartorius (Sa), iliopsoas (IP), rectus femoris (RF), acetábulo (AC), cabeza femoral (CF). C y D:
Imagenes ecográficas longitudinales a nivel del tendón del iliopsoas (IP), labrum (resaltado en verde). E y F:
Imágenes ecográficas longitudinales sobre el receso articular (Rec).
la cara interna del muslo, y sirve como punto
de partida para la exploración. Se sitúa la
sonda en un plano transverso sobre dicho
tendón (Fig. 6). El músculo adductor longus
tiene un aspecto ecográfico característico
en su eje corto, casi circular, con un tendón
intramuscular hiperecoico. Si se desliza la
sonda en el mismo plano transversal hacia
una posición más anterior se encuentra el
sartorius y los vasos femorales superficiales
y, en una posición más posterior, el gracilis.
Ahí, situados sobre el gracilis en su eje
corto y teniendo la precaución de colocar la
sonda bastante proximal, se puede observar
Figura 5. Exploración del nervio femorocutáneo. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen de resonancia axial.
C: Imagen ecográfica. D: Espina iliaca anteroinferior (EIAI), nervio femorocutáneo (punta de flecha).
CADERA
143
Figura 6. Exploración cara medial del muslo, músculos aductores. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen de
resonancia axial. C: Imagen ecográfica. D: Adductor longus (AL), adductor brevis (AB), adductor magnus (AM)
y gracilis (Gr).
una imagen característica, en forma de sol y
sus rayos, con el adductor longus en posición
superficial y anterior, el adductor brevis
justo bajo él y el adductor magnus con sus
tabiques intramusculares ocupando el resto
del espacio.
Como se ha descrito, las ramas terminales
del nervio obturador se distribuyen entre
los músculos aductores. Aunque estos nervios
no resulten fácilmente identificables,
sí pueden situarse con seguridad los planos
fasciales por los que discurren. La rama superficial
o anterior entre los músculos adductor
brevis y longus, la rama profunda o
posterior entre el adductor brevis y magnus.
Cara lateral: bursa trocantérica y tendones
glúteos medio y menor
Se localiza el trocánter mayor mediante palpación
manual. Se sitúa la sonda en posición
transversal en esta zona, y se identifica una estructura
ósea en forma de tienda de campaña,
con un perfil anterior más plano o cóncavo, y
un perfil posterolateral más convexo (Fig. 7).
En la cara anterior del trocánter se verá la inserción
del tendón del gluteus minimus y, en
la cara lateral, el tendón anterior del gluteus
medius, aplanado. Deslizando ligeramente la
sonda en sentido craneal y un poco hacia atrás
se encuentra el tendón póstero-superior del
gluteus medius, de mayor grosor. La estructura
hiperecoica que se halla inmediatamente superficial
a estos tendones es la fasciae latae, la
cual, tras sobrepasar el trocánter mayor, continúa
caudalmente. Girando la sonda sobre cada
tendón se pueden obtener imágenes desde eje
corto hasta eje largo de cada uno de ellos (Fig. 8).
Entre el trocánter mayor y los tendones de
los músculos glúteos, y entre estos tendones y
la fasciae latae se sitúan las distintas bolsas serosas
que, aunque en condiciones normales no
son visibles a la ecografía, sí lo son en caso de
hallarse dilatadas. La más importante de ellas
es la bursa trocantérica, que se localiza entre la
fasciae latae y los tendones glúteos.
Cara posterior: espacio subglúteo
Se localiza por palpación la espina iliaca
posterosuperior (EIPS). Se sitúa el transductor
en un plano trasversal, ligeramente oblicuo.
Es visible en profundidad la superficie
inclinada del hueso iliaco, como una línea
144 R. Saiz - Ll. Guirao - A. Carrera
Figura 7. Exploración cadera lateral en transversal. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen anatómica axial, trocánter
mayor ((TrM), banda iliotibial (BIT). C y D: Imagen ecográfica anterior a nivel de tendón del gluteus minimus
(tGMi). E y F: Imagen ecográfica lateral E y F: Imagen ecográfica laterala nivel del tendón del gluteus medius (tGMe).
continua hiperecoica, sobre la que se apoyan
los músculos gluteus maximus (más superficial,
bajo el tejido celular subcutáneo) y
gluteus medius (más profundo). Se desliza
caudalmente la sonda, atentos al perfil óseo,
hasta ver una interrupción en el mismo, que
corresponde a la escotadura ciática mayor
(Fig. 9). La masa muscular que emerge aquí es
el músculo piriformis, en su eje largo, y queda
cubierto por el gluteus maximus. Profundos
al músculo se identifican el nervio ciático
(ovalado, hiperecoico, en un corte oblicuo)
las arterias glúteas superior e inferior y la arteria
pudenda (mediales al nervio).
Tomando el nervio ciático como marcador,
se rota un poco la sonda, hasta situarla en el
eje corto del nervio. Se desciende, siempre
siguiendo el nervio, y se comprueba que, de
estar profundo (anterior) al músculo piriforme,
pasa a estar superficial (posterior) a otras
estructuras musculares: de craneal a caudal
Figura 8. Exploración cadera lateral en longitudinal. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen de resonancia
coronal, trocánter mayor ((TrM), gluteus medius (GMe). C y D: Imagen ecográfica anterior a nivel de tendón
del gluteus minimus (tGMi), banda iliotibial (BIT). E y F: Imagen ecográfica lateral a nivel del tendón del gluteus
medius (tGMe).
CADERA
145
Figura 9. Exploración espacio subglúteo transversal. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen anatómica axial.
C: Imagen ecográfica. D: Gluteus magnus (Gma), piriformis (P), sacro (S), isquion (I) y nervio ciático (Nc).
pueden identificarse los músculos gemellus
superior, obturator internus (con su característico
tendón intramuscular) y gemellus inferior.
Si se gira la sonda hasta situarla en el eje
largo del nervio ciático (Fig. 10), se podrá ver
dicho nervio en su salida de la pelvis, acodado
entre el músculo piriformis (por encima) y el
músculo gemellus superior (por debajo).
Cara posterior: Tuberosidad isquiática,
nervio ciático y quadratus femoris.
Se ubica la sonda en un plano transverso,
justo proximal al pliegue glúteo, y se busca
medialmente la tuberosidad isquiática, que
se apreciará como una línea hiperecoica con
sombra acústica. La simple palpación facilita
la tarea. En la vertiente lateral de la tuberosidad
se visualiza una estructura hiperecoica,
con anisotropía, con forma de media luna,
que corresponde a la inserción de los tendones
de la musculatura isquiosural, con un
componente más superficial (el tendón conjunto
del biceps femoris y del semitendinosus)
y otro más profundo y lateral (el tendón
del semimembranosus). En este punto dichos
componentes pueden ser indistinguibles. Justo
lateral a estos tendones se identifica el ciático
como un elemento hiperecoico con patrón
fascicular. Profundo (anterior) al nervio ciático
y a los tendones de la musculatura isquiosural
se sitúa el músculo quadratus femoris,
predominantemente hipoecoico (Fig. 11). De
este modo, al descender en eje corto (axial),
hasta una posición inmediatamente distal a la
tuberosidad isquiática, el nervio ciático y los
tendones de la musculatura isquiosural conforman
una imagen hiperecogénica, de perfil
triangular, comprendida entre las fibras musculares
del gluteus maximus en superficie y
las del quadratus femoris en profundidad.
146 R. Saiz - Ll. Guirao - A. Carrera
Figura 10. Exploración espacio subglúteo longitudinal. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen de resonancia
sagital. C: Imagen ecográfica. D: Gluteus maximus (Gma), piriformis (P), nervio ciático (Nc) y rotadores de cadera
(Rot) con el tendón del músculo obturatorius internus en su seno.
Figura 11. Exploración espacio isquiofemoral. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen anatómica axial, tuberosidad
isquiática (Tis). C: Imagen ecográfica. D: Gluteus magnus (Gma), tendón isquiosuralis (T), nervio ciático
(Nc), quadratus femoris (QF) y fémur (F).
3 PATOLOGÍA DE LA CADERA E INTERVENCIONISMO
Coxartrosis/artritis de cadera
La artrosis de cadera es una enfermedad
muy frecuente que afecta al 2-4% de la población
de más de 40 años y es ligeramente
más prevalente en mujeres. Los pacientes padecen
dolor a nivel inguinal y limitación en
la marcha y, a menudo, necesitan ayudas técnicas
para la deambulación. El dolor mecánico
es de inicio lento y progresivo en zonas
como el pliegue inguinal, cara anterior del
muslo o nalga. El diagnóstico es básicamente
clínico y radiológico (pinzamiento de la articulación
coxofemoral y osteofitosis cefálica
femoral y/o acetabular). La ecografía se utiliza
para detectar fluidos o hematomas, diagnosticar
bursitis o evaluar otras patologías.
También se utiliza para realizar inyecciones
terapéuticas en el dolor articular de cadera
secundario a artritis (Rowbotham, 2011).
Las inyecciones intrarticulares de corticosteroides
y ácido hialurónico han demostrado
ser útiles para mejorar el dolor asociado
con la osteoartritis de cadera.
Intervencionismo
Longitudinal en plano (Fig. 12)
Posición del paciente: paciente en decúbito
supino con extremidad en ligera rotación
externa de miembro inferior.
Posición de la sonda: longitudinal al eje
del fémur, anterior y oblicua, paralela al
cuello femoral.
Alcance: aguja en plano, con dirección
de caudal a cefálica, dirigida hacia el
cuello femoral y atravesando el músculo
psoas. El objetivo será el receso sinovial
anterior localizado en la unión del cuello
y cabeza femoral. Se avanza la aguja evitando
la arteria femoral circunfleja anterior.
El uso de doppler puede facilitar la
Figura 12. Infiltración articular coxofemoral en plano. Posicionamiento (A y B), trayecto anatómico (C) y alcance
(D). Se introduce la aguja de caudal a craneal con dirección al cuello femoral (aguja gris). Evitando la arteria
femoral circunfleja anterior (E).
147
148 R. Saiz - Ll. Guirao - A. Carrera
visualización de los vasos. El transductor
debe ser de baja frecuencia dada la profundidad
de las estructuras a localizar, habitualmente
se utilizan sondas tipo convex.
Se puede notar un ligero aumento en la
resistencia a medida que la aguja atraviesa el
ligamento iliofemoral hacia la articulación
de la cadera. Una vez dentro de la misma,
una inyección de prueba de 1-2 ml de anestésico
local (hidrolocalización) puede ayudar
a confirmar la colocación intrarticular
(Smith, 2006).
Se ha descrito un abordaje lateral alternativo
donde la aguja avanza en plano desde
el lateral con el paciente acostado con el
lado afectado hacia arriba y el transductor
colocado anteriormente. Algunos autores
prefieren este abordaje lateral debido a su
mayor tasa de éxito y para evitar el paquete
neurovascular femoral (Rowbotham, 2011).
Síndrome doloroso del trocánter mayor
En el síndrome doloroso del trocánter mayor
los pacientes refieren dolor en la cara lateral
de la cadera, que empeora al subir rampas
o escaleras y al permanecer tumbados sobre el
lado afecto. En la exploración física, los pacientes
refieren dolor a la palpación en la región
trocantérica, sin asociar otros signos inflamatorios
locales. Es frecuente que la sintomatología
aumente con las maniobras de puesta en
tensión de la banda iliotibial (test de Ober) o
del gluteus medius (test de Ober modificado),
así como con la prueba de apoyo monopodal
estático. De forma menos habitual, el paciente
puede presentar cojera y signo de Trendelenburg,
con debilidad de la musculatura abductora
de la cadera. La movilidad pasiva de la articulación
está conservada, salvo asociación de
otras patologías (como coxartrosis).
Es un trastorno frecuente, con una prevalencia
estimada de 10 a 25% de la población
general, y 20 a 35% entre los afectos de dolor
lumbar. Es tres veces más frecuente en
mujeres que en hombres.
Este síndrome es debido a la lesión de los
tendones abductores de la cadera y/o de sus
bolsas serosas. Se suele relacionar con microtraumatismos
de repetición. Se considera
que estos tendones sufrirían un estrés o
compromiso entre la fascia lata y el trocánter
mayor, de modo similar a los trastornos del
manguito rotador del hombro por conflicto
entre el acromion y la cabeza humeral.
La sintomatología y los signos exploratorios
son inespecíficos y no permiten un
diagnóstico preciso. La ecografía ha demostrado
utilidad para diagnosticar las alteraciones
de estos tendones, así como para guiar
las inyecciones locales (Sconfienza, 2018).
En cuanto a los hallazgos ecográficos (Martinoli,
2007), se incluyen alteraciones de los
tendones abductores y de sus vientres musculares,
dilataciones de las bursas, irregularidades
del perfil óseo del trocánter mayor y cambios
en la banda iliotibial y en su músculo tensor.
Los signos sonográficos son similares a los
de otras tendinopatías degenerativas: engrosamiento,
pérdida del patrón fibrilar, metaplasia
cálcica, desgarros. El aumento de la vascularización
en el doppler color es un hallazgo
poco común. Pueden verse afectados ambos
tendones del gluteus medius (el anterior es el
más frecuente) y el del gluteus minimus o la
combinación de cualquiera de ellos. Los desgarros
pueden ser parciales o completos (con
retracción proximal del tendón y derrame en
la bursa trocantérica). Los desgarros completos
crónicos pueden asociar amiotrofia del
vientre muscular correspondiente y conducir
a la hipertrofia compensatoria del músculo
tensor de la fascia lata (Sutter, 2012). Estas lesiones
se asocian con frecuencia a irregularidades
corticales en el trocánter mayor.
Puede encontrarse distensión de cualquiera
de las bursas peritrocantéricas con
líquido hipo o anecogénico. La bolsa que se
afecta con mayor frecuencia es la bursa trocantérica,
profunda al gluteus maximus y
tensor fasciae latae y superficial a los tendones
del gluteus medius y a la cara lateral del
trocánter mayor. Aunque se utiliza comúnmente
el término bursitis para describir estas
dilataciones bursales, se ha visto que la
inflamación propiamente dicha es rara.
Intervencionismo
Transversal en plano
Posición del paciente: decúbito lateral sobre
el lado sano con el lado afectado en alto,
caderas con ligera flexión y un pequeño cojín
entre las rodillas para evitar la compresión
de la bursa trocantérica.
Posición de la sonda: se localiza el trocán-
CADERA
149
ter mayor por simple palpación y se sitúa
el transductor sobre él en plano axial. Visualizar
la banda iliotibial y los tendones
gluteus minimus y medius. Se identifica la
diana prevista, la bursa o el tendón objeto
del procedimiento.
Alcance: abordaje posterolateral en plano
(Fig. 13). Con la sonda sobre el trocánter mayor,
en el plano axial, visualizando la estructura
diana, se realiza la punción de posterior
hacia anterior (Chang, 2018). Se atraviesa la
banda iliotibial y se prosigue hasta alcanzar el
objetivo fijado. A menudo, la patología afecta
a los tendones gluteus medius o minimus
y no exclusivamente a las bursas, lo que debe
ser tenido en cuenta para decidir el lugar de
depósito de la medicación (Ali, 2018).
Se consigue habitualmente una buena visualización
de la aguja, aunque la distancia
entre el lugar de punción y la diana obliga a
utilizar en algunos pacientes, agujas de 50-90
mm de longitud. Para la administración de
medicación córtico-anestésica es suficiente
un calibre 22G. Para un hialuronato o PRP
puede ser conveniente emplear un calibre
mayor (21 o 20G). Si se inyecta corticoide,
debe evitarse inocularlo intratendinoso. En
los tratamientos con PRP sí puede resultar
útil realizar la inyección intratendinosa, en el
área en la que visualicen las alteraciones, haciendo
varios pases con la aguja al tiempo que
se deposita la preparación (Fitzpatrick, 2018).
Alcances asociados: para los casos de tendinopatía
glútea menor o bursitis glútea
menor se prefiere la inyección de anterior a
posterior (Fig. 14).
Longitudinal en plano
Posición del paciente: igual que en la técnica
anterior.
Posición de la sonda: tras localizar el trocánter
mayor, se sitúa la sonda en un plano
coronal oblicuo. Identificar la banda iliotibial,
los tendones gluteus minimus y medius
y las distintas bursas si están dilatadas.
Alcance (Fig. 15): se inserta la aguja a través
de un acceso craneal-anterior y se dirige distal
y posteriormente, en plano, manteniendo
control continuo sobre su avance hacia
la diana prevista (Labrosse, 2010; Nissen,
2018). Se atraviesa la banda iliotibial y se
Figura 13. Infiltración transversal en plano del trocánter mayor. Posicionamiento (A y B), trayecto anatómico (C)
y alcance (D). Se introduce la aguja de posterior a anterior con dirección a la zona diana atravesando la banda
iliotibial/fascia lata (BIT), (aguja gris). Trocánter (Tr).
150 R. Saiz - Ll. Guirao - A. Carrera
Figura 14. Alcance asociado del área trocantérica de anterior a posterior. Posicionamiento (A y B), trayecto
anatómico (C) y alcance (D) de anterior a posterior. Se introduce la aguja para alcanzar el tendón del gluteus
minimus (aguja gris). Trocánter (Tr).
Figura 15. Infiltración longitudinal en plano del área del trocánter mayor. Posicionamiento (A y B), trayecto en
resonancia (C) y alcance (D). Se introduce la aguja de craneal a caudal con dirección a la zona diana (aguja gris).
Trocánter (Tr).
CADERA
151
alcanza el objetivo. Son válidos los comentarios
del apartado anterior acerca de la longitud
y del calibre de las agujas empleadas.
Alcances asociados: con pequeños ajustes,
el abordaje longitudinal en plano descrito
permite el acceso tanto a las bursas como
a los tendones gluteus minimus o medius.
Quistes paralabrales
Los quistes paralabrales de la cadera son
formaciones que se originan en el rodete acetabular.
De modo similar a lo que sucede en
la rodilla con los quistes parameniscales, en
la cadera se puede producir la fisuración del
rodete acetabular y su posterior degeneración
mucoide, creándose un quiste con dicho contenido.
Son comunes, a menudo asintomáticos
(Schmitz, 2012), más frecuentes en la cara
anterior de la articulación, pero posibles en
otras localizaciones. Ocasionalmente pueden
causar dolor, chasquido y/o restricción articular
en la cadera o, excepcionalmente, provocar
síntomas por compresión de estructuras
neurovasculares vecinas: vena femoral, nervio
femoral, nervio ciático, nervio obturador.
Se considera que la ecografía es útil para
identificar estos quistes y para analizar su
potencial efecto compresivo en estructuras
vecinas (Sconfienza, 2018), aunque a menudo
se recurre a la RM o artroRM para
completar el estudio.
En cuanto a los hallazgos ecográficos (Martinoli,
2007), los quistes paralabrales se presentan
como formaciones anecoicas o hipoecoicas
bien delimitadas de forma habitualmente
polilobulada, con paredes internas, no deformables
a la compresión. Suelen ser de pequeño
tamaño, pero pueden ser voluminosos.
Intervencionismo
Longitudinal en plano, cara anterior
(Fig. 16)
Posición del paciente: decúbito supino,
con cadera en posición neutra o ligera rotación
externa.
Posición de la sonda: se explora la interlínea
coxofemoral anterior, en un plano sagital
y axial, situando el quiste paralabral y
estableciendo sus relaciones con los vasos
Figura 16. Infiltración de quistes paralabrales de cara anterior de cadera longitudinal en plano. Posicionamiento
(A y B), trayecto anatómico (C) y alcance (D). Se introduce la aguja de caudal a craneal con dirección al quiste
(aguja gris). Acetábulo (Ac), cabeza femoral (CF).
152 R. Saiz - Ll. Guirao - A. Carrera
femorales (mediales) y el nervio femoral
(lateral). Aunque en pacientes delgados
puede conseguirse una buena visualización
con sondas lineales, con frecuencias de 10-
12 MHz, con frecuencia habrá que recurrir
a sondas convexas y frecuencias más bajas
(3-6 MHz).
Alcance: en general, el mejor acceso se
consigue con la sonda en el plano sagital,
realizando la punción en plano, de distal
a proximal hasta penetrar en el interior de
las formaciones quísticas donde se intentará
aspirar su contenido y se depositará
la medicación indicada. Dependiendo del
paciente, será necesario emplear agujas de
70-90 mm. Puede resultar difícil aspirar el
contenido de estos quistes, incluso con agujas
de 16-18 G.
Alcances asociados: modificando el ángulo
de incidencia, es posible realizar en
el mismo tiempo un abordaje intrarticular
coxofemoral para administrar medicación
también en este espacio.
Transversal en plano, cara anterior
Posición del paciente: igual que en el caso
anterior.
Posición de la sonda: se realiza la exploración
tal y como se ha descrito en el apartado
precedente. Finalmente, se deja la sonda colocada
en un plano axial que permite visualizar
en un tiempo el quiste paralabral y el
paquete vasculonervioso femoral.
Alcance: se realiza la punción de lateral a medial
en plano, de modo que se pueda controlar
la aproximación del bisel al quiste, evitando
el nervio y los vasos femorales. El curso de la
aguja es vecino a la espina iliaca antero-inferior
y puede dificultar el avance de la misma.
Longitudinal en plano, cara posterior
Posición del paciente: decúbito prono. El
acceso puede mejorarse con una almohada
bajo la pelvis para permitir una ligera flexión
de la cadera.
Posición de la sonda: se explora la interlínea
coxofemoral posterior. Es útil emplear sondas
convexas. En general, la mejor visualización se
consigue en un plano sagital-sagital oblicuo,
con la sonda orientada entre el foramen ciático
y el trocánter mayor (Hsiao, 2016). Basculando
la sonda, debe identificarse el nervio
ciático y planificar un acceso seguro al quiste.
Alcance: se realiza la punción de distal a
proximal, en plano. Habitualmente son necesarias
agujas de 70-90 mm de longitud.
Para la aspiración del contenido del quiste
puede ser preciso el uso de calibres de 16-
18G. Si solo se pretende administrar medicación,
bastará con calibres de 21-22G.
Síndrome subglúteo/neuritis ciática
En la actualidad se sugiere el término síndrome
del glúteo profundo para definir el
conjunto de síntomas y signos originados
por la compresión/irritación de origen no
discogénico del nervio ciático en el espacio
subglúteo. Los límites de dicho espacio son:
posteriormente el gluteus maximus, anteriormente
la columna acetabular posterior y cápsula
de la articulación del fémur, lateralmente
la línea áspera y la tuberosidad glútea, medialmente
el ligamento sacrotuberoso y fascia falciforme,
superiormente margen inferior de la
muesca ciática e inferiormente origen proximal
de los isquiotibiales y tuberosidad isquiática.
Los pacientes a menudo tienen historia
de trauma previo y presentan una postura antiálgica,
dolor o hipersensibilidad en la cadera
o nalga, ciatalgia normalmente unilateral exacerbada
con rotación de la cadera en flexión
y rodilla en extensión e intolerancia a permanecer
sentado más de 20-30 minutos. Las estructuras
que pueden estar involucradas en el
atrapamiento del nervio ciático dentro del espacio
glúteo incluyen el músculo piriformis,
bandas fibrosas, músculos gluteus maximus,
músculos isquiotibiales (semimembranosus,
bíceps femoris y semitendinosus), el complejo
gemellus-obturator internus, quadratus
femoris, anomalías vasculares y lesiones ocupantes
de espacio (Martin, 2015).
Intervencionismo
Longitudinal en plano (Fig. 17)
Posición del paciente: decúbito prono sobre
una camilla plana, con un cojín pélvico
para elevar la pelvis.
Posición de la sonda: longitudinal al eje de
la pierna, con la aguja en una inclinación de
45º a la piel.
Alcance: en primer lugar, hay que localizar el
nervio ciático ubicando la sonda en la parte posterior
del muslo entre la cabeza larga del músculo
biceps femoris lateralmente y el músculo
semitendinosus que descansa medialmente
CADERA
153
Figura 17. Infiltración del espacio subglúteo longitudinal en plano. Posicionamiento (A y B), trayecto en resonancia
(C) y alcance (D). Se introduce la aguja de caudal a craneal buscando la superficie del nervio ciático (puntas
de flecha).
sobre el adductor magnus. Se sigue el nervio
proximalmente hasta el plano anatómico entre
el gluteus maximus y los músculos pelvitrocantéricos
(gemellus superior, obturator internus,
gemellus inferior y quadratus femoris).
Se realiza la infiltración con un ángulo de
unos 45º utilizando una aguja espinal de 21 G
y de 70-90 mm de longitud en el plano longitudinal.
Una vez la aguja llega al área inmediatamente
superficial al nervio, se realiza la
infiltración.
Síndrome del piriformis
Se define el síndrome del piriformis como
un trastorno que cursa con dolor en la nalga
y cara posterior del muslo que puede asociar
irradiación ciática y que se relaciona con la
irritación generada por este músculo sobre
el nervio ciático. En la literatura actual
tiende a ser considerado como un subtipo
del síndrome glúteo profundo (Hernando,
2015; Probst, 2019).
Se ha propuesto utilizar el término síndrome
de dolor miofascial del piriformis para
referirse a los trastornos dolorosos causados
por la presencia de puntos gatillo (trigger
points) y no por el conflicto ciático-piriformis.
Según Travell y Simons, el dolor del
atrapamiento nervioso tiene un origen diferente
que el dolor miofascial referido por
los puntos gatillo activos del piriformis, pero
ambas circunstancias coexisten a menudo
(Travell & Simons, 1993). Este síndrome de
dolor miofascial podría presentarse secundariamente
a diversas patologías incluyendo,
discopatía lumbar degenerativa, hernias discales
lumbares, síndrome facetario lumbar,
bursitis trocantérica, patología de la articulación
sacroilíaca y endometriosis.
Se considera que la exploración ecográfica
de los músculos rotadores externos de la cadera
(piriformis, gemellus superior, obturator
internus, gemellus inferior y quadratus
femoris) y de su relación con el nervio ciático,
tiene un valor diagnóstico limitado (Martinoli,
2007). Sin embargo, la ecografía tiene interés
para guiar procedimientos en esta región
(Probst, 2019). Un estudio en cadáver publicado
en 2008 demostraba una precisión del
95% para las inyecciones del músculo piriformis
sonoguiadas, frente a un 30% en las guiadas
por fluoroscopia (citado en Probst, 2019).
154 R. Saiz - Ll. Guirao - A. Carrera
Intervencionismo
Longitudinal en plano (Fig. 18)
Posición del paciente: decúbito prono, almohada
bajo pelvis-abdomen. Para evitar una
sobre-rotación interna o externa de la cadera
es útil dejar el pie fuera de la camilla, o dejar
que el tobillo repose sobre un cojín produciendo
ligera flexión de rodilla. Debe palparse
la región glútea prestando atención al área
comprendida entre la escotadura ciática mayor
y el trocánter mayor, buscando puntos gatillo
miofasciales y/o bandas tensas (Travell, 1993;
Probst, 2019). En caso de localizarlos, es útil
realizar marcas de referencia en la piel.
Posición de la sonda: se localiza la espina iliaca
póstero-superior por palpación y se sitúa la
sonda sobre ella en un plano axial oblicuo, con
el extremo lateral algo más distal. Se desciende,
observando el ala iliaca, hasta encontrar una falla
en el hueso, que es la escotadura ciática mayor.
La estructura muscular que emerge desde
dicha escotadura es el músculo piriformis de la
cadera. Se ajusta la orientación de la sonda hasta
situarla en el eje largo del músculo (plano axial
oblicuo) y se localiza el nervio ciático (anterior y
profundo al músculo) y la arteria glútea inferior
(adyacente y medial al nervio). Debe tenerse en
cuenta que en el 15% de la población el nervio
ciático presenta otras variantes anatómicas
en su relación con el piriformis. Otras estructuras
neurovasculares a tener presentes son los
vasos y nervio glúteos superiores (que emergen
por encima del borde superior del músculo),
el nervio pudendo (anterior a los vasos
glúteos inferiores) y el nervio cutáneo femoral
posterior (medial a los vasos glúteos inferiores).
Aunque en pacientes delgados puede conseguirse
una visualización suficiente con sondas
lineales, habitualmente habrá que recurrir a sondas
convexas y frecuencias más bajas (3-6 MHz).
Alcance: se introduce la aguja en plano, de
lateral a medial, atravesando sucesivamente el
tejido celular subcutáneo, el músculo gluteus
maximus y la fascia entre dicho músculo y el
piriformis. Es útil introducir la aguja a algunos
centímetros del borde de la sonda, y no
inmediatamente junto a ella para permitir un
avance de la misma más perpendicular al haz
de ultrasonidos. También es recomendable el
uso de agujas espinales con bisel corto, para
reducir el riesgo de lesión nerviosa accidental.
Dependiendo del paciente, será necesario emplear
agujas de 70-90 mm de longitud (hasta
120 mm en pacientes obesos), 22G.
Como alternativa, algunos autores prefie-
Figura 18. Infiltración longitudinal en plano del músculo piramidal. Posicionamiento (A y B), trayecto anatómico
(C) y alcance (D). Se introduce la aguja de lateral a medial atravesando el gluteus maximus (Gma) hasta el piriformis
(P), (aguja gris).
CADERA
155
ren realizar la punción en plano de medial a
lateral. Dicha estrategia reduciría el riesgo de
acceder accidentalmente al espacio intrapélvico,
pero el relieve óseo del sacro puede dificultar
el avance de la aguja hacia el piriformis.
Alcances asociados: con el mismo abordaje
se puede acceder al plano fascial subglúteo y
a puntos gatillo en el músculo gluteus maximus,
depositando en ellos medicación si se
estimase oportuno.
Impingement isquiofemoral
El impingement isquiofemoral fue descrito
inicialmente en pacientes con coxalgia persistente
tras recambio de cadera. Más recientemente
se ha descrito en pacientes sin lesión
previa. Se desconoce la prevalencia y los pacientes
afectados son típicamente mujeres. Se
produce una disminución del espacio entre
el trocánter menor y la tuberosidad isquiática
que resulta en una compresión del músculo
quadratus femoris. El dolor se localiza a nivel
posterior y medial de la cadera en la zona
glútea del paciente, a veces con irradiación hacia
la extremidad inferior. En aquellos casos en
los que existe sospecha clínica, una radiografía
simple de cadera en aducción ligera, rotación
externa y extensión podría potencialmente
ser de ayuda. Los hallazgos de RMN incluyen
edema o atrofia en el músculo quadratus
femoris y un espacio isquiofemoral o espacio
del cuadrante femoral estrechado. Como
se ha señalado, la prevalencia global de este
síndrome es desconocida, pero en un estudio
realizado con RMN en pacientes con dolor en
la cadera se encontró en un 6% de ellos edema
en el quadratus femoris, especialmente en
mujeres de mediana edad (Backer, 2014).
Intervencionismo
Longitudinal en plano (Fig. 19)
Posición del paciente: decúbito prono con
el pie en posición neutra.
Posición de la sonda: longitudinal al pliegue
subglúteo con una sonda habitualmente
convex.
Alcance: paciente en decúbito prono en
camilla. El examinador debe palpar la prominencia
lateral del trocánter mayor y la tuberosidad
isquiática y trazar una línea entre los dos
puntos de referencia de superficie ósea (Kim,
2016). Posteriormente se localiza la imagen
correspondiente a la sombra de la tuberosidad
isquiática seguida del origen del tendón de los
isquiotibiales y se mueve la sonda lateralmente
buscando el trocánter menor. El músculo
gluteus maximus cubre las estructuras óseas
descritas. La visualización del quadratus femoris
y del ciático puede ser más dificultosa,
pero es crucial identificar el nervio porque el
músculo quadratus femoris está a su vez se
sitúa lateral al origen del tendón de los isquiotibiales.
Se infiltra con aguja en plano, de lateral a
medial hasta el músculo quadratus femoris,
visualizando en todo momento la punta de
la aguja y el nervio ciático (Backer, 2014).
Habitualmente son necesarias agujas de 70-
90 mm de longitud y calibres de 21-22G.
Seroma de Morell-Lavallée
El seroma de Morel-Lavallée (SML) fue
descrito inicialmente en 1863 por un cirujano
francés del mismo nombre. Es una
enfermedad poco frecuente y secundaria
habitualmente a traumatismos directos. Se
caracteriza principalmente por la creación de
una cavidad entre el tejido subcutáneo y la
fascia muscular correspondiente a un derrame
serohemático postraumático.
Se han descrito lesiones de gran tamaño en
pacientes politraumatizados, sobre todo en extremidades
inferiores. Este tipo de lesiones son
más frecuentes en mujeres, relacionado con
una diferente estructura del tejido graso (12:1).
Normalmente aparece horas o días después del
trauma inicial aunque en un tercio de los casos
puede aparecer meses o incluso años después
del mismo, por lo cual puede pasar desapercibido
y generar complicaciones tales como infección
o necrosis cutánea (Vico, 2000).
Intervencionismo
Longitudinal en plano
Posición del paciente: decúbito supino o
lateral, con relación a la ubicación de la colección
serohemática.
Posición de la sonda: longitudinal o transversal
al muslo, localizando la mejor entrada
al seroma en relación con la ubicación
del mismo.
Alcance: una vez colocada la sonda en la
zona anatómica donde se encuentra el seroma,
156 R. Saiz - Ll. Guirao - A. Carrera
Figura 19. Infiltración del espacio isquiofemoral longitudinal en plano. Posicionamiento (A y B), trayecto anatómico
(C) y alcance (D). Se introduce la aguja de lateral a medial atravesando el gluteus maximus (Gma) hasta
quadratus femoris (QF), (aguja gris). Nervio ciático (asterisco).
se realizará la infiltración de lateral a medial o
de distal a proximal según la localización del
mismo (Fig. 20). Habitualmente los seromas
son muy voluminosos por lo que serán necesarias
varias jeringas para su drenaje. Es de
mucha utilidad que un ayudante presione los
bordes del seroma para facilitar su evacuación
completa. Posteriormente a la evacuación se
colocará un vendaje compresivo durante unos
días. Habitualmente son necesarias agujas de
calibres de 21-22G.
Alcances asociados: no suele encontrarse
ninguna estructura noble entre el recorrido de
la aguja hasta el seroma, por lo que es una infiltración
muy segura.
Meralgia Parestésica
El nervio cutáneo femoral lateral es un pequeño
nervio sensorial puro que emerge del
plexo lumbar, se extiende a lo largo del ilíaco y
llega a la región femoral a través del ligamento
inguinal proporcionando sensibilidad a la piel
de la cara lateral del muslo. La meralgia parestésica
es una enfermedad que se caracteriza por
hormigueo, entumecimiento y ardor en la parte
externa del muslo. Su causa es la compresión
del nervio cutáneo femoral. La ropa ajustada,
la obesidad o el aumento de peso y el embarazo
son causas comunes de esta patología. No
obstante, también puede deberse a un traumatismo
local o diabetes. Por lo general, sigue un
curso benigno y se obtiene alivio con medidas
conservadoras. Sin embargo, en algunos pacientes
que presentan dolor intratable, puede
requerirse descompresión quirúrgica, infiltración
o neurolisis (Pearce, 2006).
Intervencionismo
Transversal en plano
Posición del paciente: decúbito supino, con el
pie en posición neutra o ligera rotación externa.
Posición de la sonda: transversal a la extremidad
inferior por encima de la espina ilíaca
ántero-superior, con una sonda lineal de alta
frecuencia (7-18 MHz).
Alcance: se realiza una exploración sistemática
distal y medial a la espina ilíaca ántero-superior.
El nervio se localiza más fácilmente colocando
el transductor en eje corto del mismo, 1 cm
distal a la espina, como una estructura redonda
hiperecoica que se identifica entre los músculos
sartorius y tensor fasciae latae. La infiltración
será de lateral a medial o de medial a lateral, colocando
el transductor en el eje corto y la aguja
en el plano de la sonda (Fig. 21). La medicación
puede dejarse entre los 2 músculos a modo de
CADERA
157
hidrodisección, siendo entonces más fácilmente
visible. Si se inyecta corticoide, evitar que quede
superficial a la fascia para no provocar despigmentaciones
cutáneas. Habitualmente son necesarias
agujas de calibre de 22G y de longitud
de 50 mm.
Figura 20. Drenaje de seroma de Morel Lavallée. Posicionamiento (A y B), trayecto anatómico (C) y alcance (D).
Se recomienda realizar en plano para una visión óptima de la aguja (aguja gris).
Figura 21. Bloqueo del nervio fémorocutáneo transversal en plano. Posicionamiento (A y B), trayecto en resonancia
(C) y alcance (D). Se introduce la aguja medial a lateral atravesando la fascia inguinal (aguja gris). Espina
iliaca anterosuperior (EIAS).
4 EVIDENCIAS Y REVISIÓN DE TÉCNICAS
Coxartrosis/artritis de cadera
Un metaanálisis de 2017 demostró que las infiltraciones
de cadera guiadas por ecografía fueron
significativamente más precisas que las inyecciones
de cadera intrarticulares por referencias anatómicas
(precisiones del 100%, IC 95% al 100%) (Yeap,
2017).
Con relación a la seguridad de las infiltraciones
guiadas por ecografía, en otro estudio retrospectivo
se valoraron 358 infiltraciones en caderas de pacientes
adultos y no encontraron casos de punciones
inadvertidas vasculares o del nervio femoral.
También existen estudios más pequeños que
demuestran la efectividad de la infiltración ecoguiada
para las inyecciones intrarticulares de cadera.
En un estudio piloto, se demostró la utilidad
durante aproximadamente 90 días tras infiltración
de ácido hialurónico guiado por ecografía utilizando
un abordaje lateral (Sofka, 2005).
En el consenso de la European Society of Musculoskeletal
Radiology (ESSR) publicado en 2018,
la infiltración ecoguiada intrarticular de la cadera
tiene un grado de evidencia A (Sconfienza, 2018).
Síndrome doloroso del trocánter mayor
Al igual que en otras tendinopatías por sobreuso,
en el síndrome doloroso del trocánter
mayor se considera que el pilar central del tratamiento
es el manejo de las cargas y entrenar
un plan adecuado de ejercicio, para reducir las
fuerzas de compresión alrededor del trocánter
mayor y reforzar la musculatura abductora.
Aunque las inyecciones con corticoesteroides
se han utilizado y siguen empleándose ampliamente,
su efecto parece limitado al corto plazo
(Nissen, 2018). Con todo, dado su bajo potencial
de efectos adversos, se considera que puede
ser razonable su uso con finalidad diagnóstica o
para conseguir una ventana de alivio sintomático,
que permita al paciente avanzar en un plan
de entrenamiento adecuado.
Se discute si es o no necesario el control ecográfico
en la inyección de la región trocantérica,
en particular cuando se administran corticoesteroides.
Distintos estudios presentan resultados
similares en la respuesta clínica obtenida
mediante inyección córtico-anestésica por referencias
anatómicas o bajo control ecográfico
(Mitchell, 2018), siempre que se empleen agujas
de longitud suficiente. Según dichos estudios,
debería reservarse la técnica ecoguiada para
los pacientes con obesidad extrema o que hayan
experimentado niveles inaceptables de dolor en
procedimientos previos, o con beneficio de duración
corta, o aquellos en los que la técnica por
referencias anatómicas hubiera fracasado.
Numerosas publicaciones apoyan el tratamiento
de las tendinopatías del gluteus medius
y minimus mediante inyecciones con plasma
rico en plaquetas (PRP). Así, Fitzpatrik (2018)
realiza un ensayo clínico aleatorizado doble ciego,
en pacientes con tendinopatía abductora,
comparando el resultado tras una única inyección
de PRP contra una de corticoesteroide (n
= 80, con 40 en cada grupo). Realizan la inyección
en el área en el que visualizan la lesión tendinosa,
haciendo entre 5 y 6 pases con la aguja.
Analiza los resultados a las 2, 6 y 12 semanas. A
las 12 semanas la mejoría clínica obtenida en el
grupo PRP es significativamente mayor que en
el grupo de corticoterapia.
El mismo grupo de Fitzpatrik publica en 2019
un nuevo ensayo clínico aleatorizado doble ciego,
en el que compara el resultado tras inyección
de LR-PRP frente a corticoesteroide (n = 80),
con seguimiento de 2 años, concluyendo que
la mejoría tras LR-PRP se mantiene dos años
después del tratamiento, en tanto que la mejoría
tras inyección corticoesteroidea es máxima a las
6 semanas del procedimiento y no se mantiene
más allá de las 24 semanas.
Ali realiza una revisión sistemática en 2018, en
la que incluye tres ensayos clínicos aleatorizados
(uno de ellos, el de Fitzpatrik de 2018) y dos series
de casos y concluye que el PRP parece una
alternativa terapéutica viable en los pacientes con
síndrome doloroso del trocánter mayor refractario
a medidas conservadoras. Aporta una reflexión
interesante sobre el lugar diana de las inyecciones,
debatiendo si deben de administrarse en el espacio
bursal o en los tendones afectados, teniendo
en cuenta que a menudo son dichos tendones el
lugar de asiento de las lesiones y no las bursas.
158
CADERA
159
Síndrome del piriformis
El tratamiento inicial en el síndrome del
piriformis incluye las estrategias higiénico–
posturales, cinesiterapia y diversas terapias
farmacológicas tales como analgésicos, miorrelajantes
y antineuríticos (Probst, 2019).
Se considera que las inyecciones guiadas del
músculo piriforme tienen interés diagnóstico
y en los casos rebeldes a los tratamientos iniciales,
terapéutico (Hernando, 2015).
En estas inyecciones es común el empleo
de agentes anestésicos y de corticoesteroides.
En un estudio aleatorizado y doble ciego, se
comparó el resultado tras la inyección de lidocaína
frente a lidocaína más betametasona y
se llegó a la conclusión de que ambos grupos
mejoraban, pero sin diferencias significativas
por lo que, teniendo en cuenta los potenciales
efectos adversos de la inyección intramuscular
de glucocorticoides, recomendaban reservar
las inyecciones esteroideas para los casos refractarios
(Misirlioglu, 2015).
Más recientemente, se ha introducido el
uso de toxina botulínica. La administración
de toxina reduce el espesor del músculo piriforme,
lo que aliviaría las tensiones sobre
el nervio ciático (Al-Al-Shaikh, 2015). Ya en
2002 Fishman publicó un estudio aleatorizado
y doble ciego, comparando toxina botulínica
frente a inyección con suero salino y frente a
una combinación de lidocaína y esteroide y
concluyó que la toxina era superior a ambos.
Otros trabajos más recientes abundan en el
beneficio de la toxina (Fishman, 2017).
En los casos de síndrome de dolor miofascial
del músculo piriformis, al igual que en otras
localizaciones, se defiende también el empleo
de la punción seca (Travell, 1993). Hay más
información sobre ese tema en el capítulo 11.
Meralgia parestésica
La ecografía puede confirmar la ubicación
exacta del nervio objetivo y las estructuras
circundantes por lo que el diagnóstico es más
preciso, se reduce el daño adicional durante la
administración de la medicación e inyección
de esteroides y se puede administrar un agente
anestésico local en el lugar exacto. En comparación
con los bloqueos a ciegas, la cantidad de
agente anestésico local se puede reducir disminuyendo
la toxicidad sistémica (Kim, 2011)
Ng et al. investigaron si la ecografía era una
herramienta precisa para encontrar la ubicación
del nervio cutáneo femoral lateral en 20
cadáveres y 10 voluntarios. La precisión de
la ubicación utilizando puntos de referencia
anatómicos fue de 5.3% en cadáveres y 0% en
voluntarios, mientras que la precisión de la
ecografía fue de 84.2% en cadáveres y 80% en
voluntarios. Este estudio demostró que el bloqueo
a ciegas fue impreciso debido a la varianza
anatómica del nervio, a la vez que destaca la
precisión de los procedimientos guiados por
ultrasonido (Ng, 2008).
5 ALERTAS
En la inyección intrarticular de cadera, localizar la arteria femoral circunfleja ya que puede ser motivo de punciones evitables.
Es importante identificar el nervio, arteria y vena femoral antes de insertar la aguja para evitar perforar estas estructuras.
Se debe tener cuidado para evitar el bloqueo del nervio femoral por exceso de anestesia local.
En el síndrome doloroso del trocánter mayor, evitar la inyección de esteroides superficial a la fascia lata, para prevenir
la atrofia grasa en la zona.
Si se realiza la infiltración de una bursa dilatada, aspirar previamente su contenido.
En las tendinopatías, evitar las inyecciones corticoideas intratendinosas.
Cuidar la elección de la aguja, que debe tener una longitud suficiente. Incluso en pacientes delgados es difícil alcanzar
las dianas de tratamiento con longitudes inferiores a 50 mm.
En la inyección de los quistes paralabrales de cara anterior tener presente la proximidad de los grandes vasos femorales
y del nervio femoral, para evitar su punción accidental.
En la infiltración del síndrome subglúteo debemos tener precaución de no lesionar el nervio ciático. El objetivo del
tratamiento es realizar un desbridamiento de la fascia que rodea al nervio.
En el síndrome del piriformis prestar atención a las estructuras vásculo-nerviosas presentes en la escotadura ciática
mayor. Valorar la posible presencia de alguna de las variantes anatómicas del nervio ciático.
En el impingement isquiofemoral evitar infiltrar el nervio ciático, localizado por encima del músculo quadratus femoris.
Utilizar el doppler color para localizar la arteria glútea inferior y evitar infiltrarla.
En la meralgia parestésica, si la infiltración se realiza superficial a la fascia muscular y utilizamos corticoides podemos
provocar una despigmentación cutánea.
Evitar entrar con una angulación excesiva de la aguja.
Si aparecen parestesias durante la infiltración reubicar aguja hasta que desaparezcan antes de seguir el procedimiento.
6 RECOMENDACIONES Y TRUCOS
Ocasionalmente en la región del trocánter mayor, a menudo para la inyección intrarticular de la cadera y habitualmente
para el acceso al espacio subglúteo, puede ser de interés el empleo de transductores convex con frecuencias bajas.
En la región de la cadera en determinados pacientes, puede ser difícil tanto conseguir una buena identificación de
las estructuras como visualizar la aguja. Acceder con lidocaína o suero fisiológico realizando pequeños depósitos
para facilitar la visualización y asegurar el alcance.
En la inyección intrarticular coxofemoral el bisel de la aguja debe orientarse hacia el cartílago. Es recomendable el
uso del doppler para detectar las estructuras vasculares. En pacientes más delgados se puede usar un transductor
lineal a una frecuencia más baja o configuración “convexa virtual”.
En el síndrome del piriformis, el empleo de una alargadera minimiza los movimientos de la aguja provocados por
los cambios de jeringa disminuyendo la posibilidad de complicaciones como situar la aguja en espacio intrapélvico.
En el impingement isquiofemoral, al realizar una rotación externa pasiva de la cadera se podrá observar como
el músculo quadratus femoris es impactado por el puente intertrocantéreo apareciendo una “erupción” de dicho
músculo y reproduciendo el dolor. Esta “erupción” no aparece en el lado asintomático.
En los seromas de Morell-Lavallée, utilizar un ayudante para que presione los lados del seroma y facilitar su evacuación.
En la meralgia parestésica, en pacientes obesos podemos encontrar el nervio profundo al plano fascial que separa el tejido
subcutáneo del plano muscular. El nervio es muy superficial por lo que la frecuencia del transductor debe ser alta.
160
7 NUEVAS TENDENCIAS
En el síndrome doloroso del trocánter mayor,
además de las técnicas descritas, algunos
autores defienden la utilidad de la punción
seca trastendinosa ecoguiada para inducir la
reparación del tendón glúteo medio o glúteo
menor, como procedimiento aislado o asociado
a la administración de PRP (Lee, 2016).
También en este síndrome, y al igual que
en otras tendinopatías (codo, rodilla), se ha
publicado la realización de tenotomías percutáneas
guiadas mediante ecografía (Baker,
2020), describiendo el procedimiento como
realizable en consulta ambulatoria, con
anestesia local, empleando para la tenotomía
ultrasonido pulsado de alta energía.
En el síndrome glúteo profundo se ha
propuesto la hidrodisección perineural del
nervio ciático guiada por ecografía, inyectando
un volumen de 20 mL de solución
salina, asociando corticoesteroides con/sin
anestésicos locales (Burke, 2019).
Fuera del guión seguido en este tema,
existe en la literatura un interés creciente
en técnicas de bloqueo nervioso ecoguiado
como tratamiento o coadyuvante en las
patologías osteoarticulares de la cadera. Así,
bloqueo del grupo de nervios pericapsulares,
o PENG (Pericapsular Nerve Group)
en las fracturas de cadera (Girón-Arango,
2018), o bloqueos del nervio obturador en
el tratamiento del dolor postquirúrgico de
cadera o en el de la espasticidad de aductores
(Yoshida, 2017).
161
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163
164 R. Saiz - Ll. Guirao - A. Carrera
CAPÍTULO 07
RODILLA
M. Rodríguez-Piñero - Á. León - F. Reina
1
2
3
4
5
6
7
CLAVES ANATÓMICAS
CLAVES ECOGRÁFICAS
PATOLOGÍA DE LA RODILLA E INTERVENCIONISMO
Patología articular
Quistes parameniscales
Lesiones del ligamento colateral medial, bursitis y
el síndrome de Pellegrini-Stieda
Punción-aspiración del quiste de Baker
Bursitis patelar y tendinopatía rotuliana
Neuropatía del safeno interno
EVIDENCIAS Y REVISIÓN DE TÉCNICAS
ALERTAS
RECOMENDACIONES Y TRUCOS
NUEVAS TENDENCIAS
165
1 CLAVES ANATÓMICAS
La rodilla es la articulación más grande del
esqueleto humano, formada por el extremo
inferior del fémur, el superior de la tibia y
la rótula. Sus superficies articulares son los
cóndilos del fémur, la superficie rotuliana
del fémur, la carilla articular de la rótula,
los meniscos y la superficie articular de la
tibia. La cápsula articular es grande y laxa,
y se une a los meniscos. En su porción craneal
y anterior forma una cavidad o fondo
de saco denominada receso suprapatelar.
Está compuesta por la yuxtaposición de dos
articulaciones secundarias: la fémoro-rotuliana
y la fémoro-tibial, la fémoro-tibial
puede considerarse dividida en 2 cámaras:
la proximal o superior, que corresponde a la
articulación fémoro-meniscal, responsable
de los movimientos de flexión y extensión
de la pierna; y la distal o inferior, que corresponde
a la articulación menisco-tibial y
permite los movimientos de rotación de la
pierna (Flandry, 2011) (Fig. 1).
Posee un fuerte aparato ligamentoso que
le proporciona estabilidad. Constituido por
los ligamentos colateral tibial o interno y peroneo
o externo, ligamento transverso de la
rodilla, ligamentos menisco-femoral anterior
y posterior, así como cruzados anterior
y posterior. El ligamento cruzado anterior
(LCA) evita el desplazamiento anterior de
la tibia respecto al fémur y el cruzado posterior
(LCP) el posterior. Los ligamentos
laterales brindan una estabilidad adicional
a la rodilla; así, el colateral externo (LLE),
impide que esta se desvíe en varo, mientras
que el colateral interno (LLI) se sitúa en el
interior de la articulación, de forma que impide
la desviación en valgo (Pomaizl, 2015).
Los músculos y tendones que rodean la
articulación también contribuyen a dar estabilidad.
El quadriceps, formado por el
rectus femoris, vastus medialis y vastus lateralis
y el crural o vastus intermedius, ocupa
Figura 1. Corte anatómico sagital de la rodilla. Tendón cuadricipital (TCu), paquete graso subcuadricipital (PGs),
paquete graso prefemoral (PGp), tendón rotuliano (TR) y grasa de Hoffa (GH).
166
RODILLA
167
la cara anterior y su tendón se inserta en el
polo superior de la rótula, de cuyo polo inferior
sale el tendón rotuliano que se termina
insertando en el tubérculo tibial, formando
todo ello el denominado aparato extensor
de la rodilla. Por la cara póstero-medial de
la rodilla, de craneal a caudal y de posterior
a anterior, discurren los tendones de la pata
de ganso (gracilis, sartorius y semitendinosus),
que se insertan en la cara ántero-interna
superior de la tibia. En la cara lateral
se encuentra la cintilla iliotibial, que se inserta
en el tubérculo de Gerdy de la tibia, el
tendón del biceps femoris que viene desde
la parte posterior y externa del muslo para
insertarse en la cabeza peroneal, y el tendón
del popliteus, músculo que se origina en la
cara póstero-superior de la tibia y que se inserta
en cara externa del cóndilo lateral del
fémur. Por la cara posterior se disponen los
músculos gastrocnemius que se originan en
la parte posterior de los cóndilos femorales
mediante tendones cortos y gruesos, y el
tendón del semimembranosus que cruza la
articulación por la zona más medial en íntima
relación con la cápsula para insertarse,
tras atravesar un túnel osteofibroso, en
la cara póstero-superior de la tibia. En el
hueco poplíteo se dispone el paquete vásculo-nervioso
poplíteo, formado por la arteria
y vena poplítea y el nervio tibial.
La articulación de la rodilla realiza movimientos
en 2 planos perpendiculares entre
sí: flexo-extensión en el plano sagital (eje
frontal) y rotación interna y externa en el
plano frontal (eje vertical), que sólo pueden
realizarse con la rodilla en posición de semiflexión,
siendo la rotación externa más
amplia que la interna.
2 CLAVES ECOGRÁFICAS
Posición del paciente
La exploración ecográfica se inicia con el
paciente en decúbito supino (preferible si se
va a realizar intervencionismo) o en sedestación
con las piernas extendidas sobre la camilla.
Para valorar la cara anterior de la rodilla, se
coloca al paciente con una flexión de 30º evitando
la anisotropía de los tendones que forman
el aparato extensor. Para explorar la cara
medial se coloca al paciente manteniendo la
rodilla con la flexión de 30º, pero solicitando
una rotación externa de cadera, para la cara lateral
se solicitará rotación interna, para la cara
posterior, se colocará al paciente en decúbito
prono con los pies fuera de la camilla (Fig. 2).
Cara anterior: aparato extensor
La exploración se inicia con la sonda en
longitudinal, sobre la zona media y el extremo
caudal de la sonda sobre el borde
craneal de la rótula. Se visualiza el tendón
cuadricipital con su inserción patelar y una
estructura anecoica con morfología sinusoidal,
de profundo a superficial y de caudal a
craneal, que es el receso supra-rotuliano de
la articulación, sobre él se sitúa la almohadilla
grasa supra-rotuliana, bajo él la grasa
prefemoral, la cortical del fémur y el músculo
articularis genu que aparece de modo
inconstante (Fig. 3). Es importante movilizar
la sonda de medial a lateral y de lateral a
medial para estudiar el tendón cuadricipital
en todo su espesor, así como para localizar
la zona de mayor distensión del receso articular
supra-rotuliano. Con la sonda en
transversal se estudia el tendón cuadricipital
en todo su grosor, así como el receso.
Se puede pedir al paciente una flexión
máxima de la rodilla para exponer el cartílago
hialino femoral, que se observa como
una línea anecoica de grosor uniforme sobre
la cortical de los cóndilos femorales.
Con la sonda de nuevo en longitudinal,
y sin ejercer presión para no colapsar la
existencia de una posible bursa, se desliza
Figura 2. Posiciones de exploración de la rodilla: cara anterior (A), medial (B), lateral (C) y posterior (D).
168
RODILLA
169
Figura 3. Exploración cara anterior rodilla sobre rótula en longitudinal. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen
anatómica sagital. C: Imagen ecográfica. D: Tendón cuadricipital (TCu), paquete graso subcuadricipital (PGs),
receso, paquete graso prefemoral (PGp), rótula y fémur.
caudalmente pasando sobre la rótula para
identificar la inserción craneal del tendón
rotuliano, el cuerpo del tendón y finalmente
su inserción en la tuberosidad tibial. A nivel
de esta inserción distal existen dos bursas
más, la bursa infrarrotuliana profunda entre
el tendón rotuliano y el hueso tibial y otra
infrarrotuliana superficial, más distal entre
el tendón y el tejido celular subcutáneo. La
profunda puede contener una pequeña cantidad
de líquido en condiciones fisiológicas
pero en caso de que haya líquido en cualquiera
de las dos superficiales, se considera
patológico. Bajo el tendón se puede visualizar
la grasa de Hoffa (Fig. 4). Es necesario
realizar barrido medio-lateral con la sonda
para estudiar todo el espesor del tendón,
así como realizar su estudio en eje corto.
Finalmente, con la sonda en transversal a
nivel del borde medial y lateral de la rótu-
Figura 4. Exploración de cara anterior rodilla bajo rótula en longitudinal. A: Posicionamiento anatómico. B:
Imagen anatómica sagital. C: Imagen ecográfica. D: Tendón rotuliano (TR) que se inserta en rótula (R) y tibia (T)
y grasa de Hoffa (GH).
170 M. Rodríguez-Piñero - Á. León - F. Reina
la se observan los complejos ligamentosos
fémoro-rotulianos lateral y medial y la articulación
fémoro-rotuliana bajo ellos, para
mejorar la visión se puede empujar con el
borde superior de la sonda de la rótula tensando
los ligamentos y abriendo el espacio
articular (De Maeseneer, 2014).
Cara medial: articulación fémoro-tibial
e inserción anserina
Iniciamos su estudio con la sonda en longitudinal
por encima de la interlínea articular
sobre la cortical del cóndilo interno,
a nivel de cuyo cuello y pegada a la cortical
se puede observar latiendo la arteria genicular
súpero-interna, que marca la posición
del nervio genicular. Si se desplaza la sonda
distalmente se visualizará un espacio hipoecoico
que interrumpe la cortical que corresponde
a la interlínea articular, sobre ella es
posible ver al ligamento colateral medial de
la rodilla, con sus dos fascículos hiperecogénicos
separados por una línea hipoecoica.
A nivel proximal el fascículo profundo se
inserta por encima de la interlínea mientras
el superficial lo hace en una situación
más craneal. En el interior de la interlínea,
se observa una imagen de corte triangular,
hiperecogénica y de base superficial, que
corresponde al menisco interno, y que ecográficamente
no puede visualizarse en toda
su extensión (Fig. 5). Si se sigue el componente
superficial del ligamento colateral
medial distalmente, se podrá apreciar que
entre éste y un área cóncava de la cortical de
la tibia se encuentra una arteria, la genicular
ínfero-interna acompañada por el nervio
genicular ínfero-medial que es más difícil
de ver. Un poco más distales y directamente
apoyados superficiales a dicho ligamento, se
encuentran los tendones de la pata de ganso,
visibles como estructuras ovales discretamente
hipoecoicas en número de dos o
tres. Si se gira la sonda sobre ellos en dirección
a la cara posterior del muslo se podrá
ver su eje longitudinal y su patrón fibrilar,
(Jacobson JA, 2017) (Fig. 6).
Cara lateral: articulación fémoro-tibial,
cintilla iliotibial, tendón distal del bíceps
femoral y articulación tibio-peronea
superior
Con la sonda en longitudinal sobre la cortical
del cóndilo femoral se visualizará la arteria
genicular súpero-externa, desplazando la
sonda a caudal se localiza una excavación en la
Figura 5. Exploración cara medial rodilla en longitudinal sobre interlinea articular. A: Posicionamiento anatómico.
B: Imagen de resonancia coronal. C: Imagen ecográfica. D: Ligamento colateral medial fascículo superficial
(LCMs) y profundo (LCMp), menisco medial (Me), fémur y tibia.
RODILLA
171
Figura 6. Exploración cara medial rodilla en longitudinal distal a la interlinea articular. A: Posicionamiento anatómico.
B: Imagen de resonancia coronal-oblicua. C: Imagen ecográfica. D: Ligamento colateral medial fascículo
superficial (LCMs), nervio genicular inferomedial (NGim), tendones de la pata de ganso (PG) y tibia.
cortical del cóndilo donde se aloja el tendón
del músculo poplíteo visualizado en su eje
transversal, girando la sonda sobre él podemos
estudiar el tendón en su eje longitudinal. Volviendo
al corte en longitudinal, si se desplaza
la sonda distalmente, se observa la interlínea
articular con la estructura hiperecogénica en
su interior que corresponde al menisco externo
que se visualiza algo peor que el interno.
Para localizar adecuadamente el ligamento lateral
externo de la rodilla se debe oblicuar ligeramente
la sonda hacia posterior colocando
su extremo caudal sobre la cabeza del peroné,
su ecogenicidad es similar a la del interno
(Fig. 7). Si, manteniendo el extremo distal de
la sonda sobre la cabeza peroneal, se desplaza
su extremo proximal hacia atrás podremos visualizar
el tendón del bíceps femoral con su
engrosamiento insercional a nivel de la cabeza
del peroné. Si volvemos a colocar la sonda
en longitudinal sobre la interlínea articular, se
localiza la fascia lata que se sigue distalmente
hasta el tubérculo de Gerdy. A este nivel la
sonda se sitúa en transversal, pero ligeramente
oblicua hacia craneal con el extremo sobre
la tibia, para visualizar la articulación tibioperonea
proximal y el ligamento fíbulo-tibial.
Cara posterior: vasos poplíteos, tendones
de gemelo medial y semimembranoso
Con el paciente en decúbito prono se procede
al estudio con la sonda en transversal
sobre el hueco poplíteo y se regula la profundidad
del ecógrafo para visualizar el paquete
vásculo-nervioso con los vasos poplíteos y el
nervio tibial. Es conveniente no comprimir
en exceso para no colapsar los vasos venosos,
lo que de producirse descarta la existencia de
una trombosis venosa profunda a este nivel
(Fig. 8). Más distalmente se encuentra la división
del ciático en los nervios tibial y peroneo
común. Con la sonda en transversal sobre el
hueco poplíteo se desplaza a medial para localizar
los tendones del gastrocnemio medial
y semimembranosus. Posteriormente, se girará
la sonda para valorar el eje longitudinal
de ambos tendones, el semimembranosus se
puede girar hasta seguir su inserción tibial en
profundidad. Entre ambos tendones se sitúa,
cuando existe, el quiste de Baker, que debe
estudiarse en ambos ejes (Yablon, 2014).
172 M. Rodríguez-Piñero - Á. León - F. Reina
Figura 7. Exploración cara lateral rodilla en longitudinal en interlinea articular. A: Posicionamiento anatómico. B:
Imagen de resonancia coronal-oblicua. C: Imagen ecográfica. D: Ligamento colateral lateral (LCL), tendón del
popliteus (Po), menisco lateral (Me) fémur (FE) y tibia (T).
Figura 8. Exploración del espacio poplíteo. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen anatómica axial. C: Imagen
ecográfica. D: Gastrocnemius lateralis (GL), gastrocnemius medialis (GM), nervio tibial (NT), vena poplitea (V),
arteria poplitea (A) y fémur (Fe).
3 PATOLOGÍA DE LA RODILLA E INTERVENCIONISMO
Patología articular
Son diversas las patologías que provocan
dolor de origen articular en la rodilla, probablemente
la más frecuente es la gonartrosis,
también son frecuentes la condropatía rotuliana,
y los derrames articulares y sinovitis,
menos habituales las distintas artropatías
inflamatorias. La ecografía no es la técnica
de imagen adecuada para estudiar las artropatías,
aunque puede detectar irregularidades
corticales, picos osteofíticos, calcificaciones y
quistes de los extremos óseos de la articulación
que son signos de artropatía degenerativa.
Ecográficamente la sinovitis se observa
por una distensión de la cápsula articular,
engrosamiento de ésta y/o captación power
doppler.
Intervencionismo
Se han descrito numerosos portales o vías
de acceso ecoguiadas al interior de la articulación
de la rodilla (Fig. 9):
- Suprapatelar
- Súpero-lateral
- Medio-lateral
- Medial
El portal suprapatelar ecoguiado permite
un acceso eficaz y seguro al receso suprapatelar,
independientemente de que exista o
no derrame articular (Peng, 2014). La visualización
del receso se realiza preferentemente
con el paciente en decúbito supino
con la rodilla en flexión de unos 30º, o con
la rodilla en flexión de 90º, dejando caer la
pierna fuera de la camilla (Sadeghi, 2017). Es
importante no realizar una presión excesiva
para evitar colapsarlo y realizar un barrido
medio-lateral con la sonda para localizar el
lugar donde el receso se visualiza de mayor
tamaño. El acceso puede hacerse en plano o
fuera de plano. El acceso en plano, una vez
localizado el receso con la sonda en longitudinal
se coloca en transversal, se introduce la
aguja lo más paralela posible a la sonda para
favorecer su visualización (Fig. 10). Fuera de
plano se realiza con la sonda en longitudinal
y la aguja en perpendicular, desde lateral
se introduce lentamente hasta visualizar un
punto hiperecogénico, que corresponde a un
corte axial de la aguja, una vez que se visualiza
en el interior del receso, se retira hasta
dejar de verla, para reintroducirla muy lentamente
hasta volver a visualizarla, momento
en el que se debe realizar la infiltración, con
la seguridad que la punta de la aguja se encuentra
en el interior del receso (Fig. 11). La
visualización del fármaco durante la infiltración
y/o la distensión capsular confirman el
posicionamiento adecuado.
El portal súpero-lateral se sitúa la sonda
oblicua desde el extremo súpero-externo
de la rótula dirigiéndola hacia el centro de
la articulación mientras se realiza un empuje
de la sonda contra la rótula para mejorar
la visualización del espacio articular. La
infiltración se realiza en plano con la aguja
en longitudinal a la sonda dirigiéndola hacia
el centro de la articulación (Park, 2011)
(Fig. 12).
Figura 9. Portales descritos para la infiltración articular
de la rodilla: localización y acceso.
En los portales medio-lateral y medial se
sitúa la sonda en transversal sobre la articulación
fémoro-patelar lateral o medial mientras
se aplica una presión sobre la rótula para
mejorar la visualización del espacio articular,
la infiltración se realiza fuera de plano (Park,
2011, Im, 2009) (Fig. 13, vía medio lateral).
173
174 M. Rodríguez-Piñero - Á. León - F. Reina
Figura 10. Infiltración de la rodilla, portal suprapatelar transversal en plano. Posicionamiento (A y B), trayecto
anatómico (C) y alcance (D). Se introduce la aguja los más paralela a la sonda para optimizar su visualización
de lateral a medial. Tendón cuadricipital (TCu), receso (*), paquete graso prefemoral (PGp), aguja (puntas de
flecha) y fémur (Fe).
Figura 11. Abordaje mediante el portal suprapatelar longitudinal fuera de plano. Posicionamiento (A y B), trayecto
anatómico (C) y alcance (D). Se introduce lateral a medial. Tendón cuadricipital (TCu), paquete graso
prefemoral (PGp), rótula (R), aguja (punta de flecha) y fémur (Fe).
RODILLA
175
Figura 12. Portal súpero-lateral. Sonda en posición oblicua e infiltración en plano. Posicionamiento (A y B),
trayecto en resonancia (C) y alcance (D), aguja (gris). Dirigir la aguja hacia el centro de la articulación mientras
se realiza un empuje de la sonda contra la rótula para mejorar la visualización del espacio articular. Rótula (R)
y fémur (Fe).
Figura 13. Portal medio-lateral. Sonda en transversal con punción fuera de plano. Posicionamiento (A y B),
trayecto en resonancia (C) y alcance (D), punta de aguja (gris). Rótula (R) y fémur (Fe).
176 M. Rodríguez-Piñero - Á. León - F. Reina
Son distintas las intervenciones que se realizan
sobre la articulación de la rodilla como
la extracción de líquido sinovial, inyección de
corticoides, anestésico local, acido hialurónico
o productos ortobiológicos (Mericar, 2013).
Alcance: lo habitual es hacerlo en plano con la
sonda en longitudinal sobre el espacio articular
donde se obtenga una buena visualización del
quiste, de proximal a distal o viceversa (Fig. 14).
También puede realizarse fuera de plano. Aunque
el quiste es superficial debe utilizarse una
aguja de calibre grueso (18G) conectada a una
jeringa que permita ejercer un vacío suficiente,
pues el líquido en el interior de los quistes suele
ser bastante denso (Baria, 2017).
Quistes parameniscales
Los quistes parameniscales y la distensión
capsular en la interlínea se asocian a patología
meniscal degenerativa y/o roturas meniscales.
Lo más habitual es encontrarlos en el
menisco medial, aunque también se producen
en la meniscopatía externa. Si son sintomáticos
se pueden drenar con infiltración
asociada de corticoides.
Intervencionismo
Posición del paciente: decúbito supino rodilla
en ligera flexión y cadera en rotación externa.
Posición de la sonda: en longitudinal sobre
cara medial de la rodilla centrada sobre la interlínea
articular.
Lesiones del ligamento colateral medial,
bursitis y el síndrome de Pellegrini-Stieda
El ligamento colateral medial esta formado
por dos fascículos, profundo y superficial,
que van desde el extremo distal del
fémur al craneal de la tibia, el más profundo
se inserta más caudal en el fémur mientras
el más superficial es algo más largo y se
prolonga algo más craneal, ecográficamente
puede costar distinguirlo del componente
superficial. Entre ambos podemos visualizar
una fina línea hipoecoica. En el esguince
del ligamento colateral medial, si se producen
distensión se habla de esguince grado I,
si la rotura es parcial de grado II, y de grado
III cuando es completa. Ecográficamente
el ligamento se encuentra engrosado y con
cambios ecoestructurales, las roturas se visualizan
como soluciones de continuidad
hipoecoicas.
El síndrome de Pellegrini-Stieda se caracteriza
radiológicamente por una calcifica-
Figura 14. Infiltración quiste parameniscal longitudinal en plano. Posicionamiento (A y B), trayecto en resonancia
(C) y alcance (D), aguja (gris). Menisco (Me), quiste meniscal (QM), tibia (T) y fémur (Fe).
RODILLA
177
ción de la inserción condilar del ligamento
colateral medial. Se postula que la calcificación
aparece tras una inadecuada cicatrización
del ligamento posterior a un desgarro
o desinserción. Produce dolor crónico de la
cara interna de la rodilla, la infiltración corticoidea
ecoguiada es una opción terapéutica.
La infiltración y/o drenaje de la bursitis
medial también sigue esta vía de acceso
(Somford, 2018).
Intervencionismo
Posición del paciente: decúbito supino rodilla
en ligera flexión y cadera en rotación externa.
Posición de la sonda: en longitudinal sobre
cara medial de la rodilla sobre la interlínea
articular y visualizando el ligamento
colateral medial (Fig. 15).
Alcance: se realiza en plano y con la sonda
en longitudinal. En el caso de la bursitis la
infiltración puede hacerse en plano con la
sonda en transversal o fuera de plano con la
sonda en longitudinal.
cuando su evolución ha sido prolongada,
puede requerir varias punciones localizando
los distintos compartimentos que se
producen por la tabicación de la bursa y/o
quiste.
Intervencionismo
Posición del paciente: paciente en decúbito
prono con rodilla extendida, pie fuera de
la camilla.
Posición de la sonda: en longitudinal sobre
cara póstero-medial de la rodilla.
Alcance: una vez localizada la bursa con la
sonda longitudinal la centramos en la pantalla
y pasamos el transductor a transversal
para realizar abordaje en plano, aconsejando
acceso de medial a lateral para evitar el
paquete vásculo-nervioso poplíteo (Smith,
2015) (Fig. 16).
Puede realizarse igualmente en el eje longitudinal
corporal de proximal a distal o viceversa.
Punción-aspiración del quiste de Baker
El drenaje de bursas grandes, como la gastrocnemio-semimembranosa,
y especialmente
Bursitis patelar y tendinopatía rotuliana
La tendinopatía del tendón rotuliano (rodilla
del saltador) y las bursitis infrapatelares
Figura 15. Infiltración de la lesión del ligamento colateral medial longitudinal en plano. Posicionamiento (A y B),
trayecto en resonancia (C) y alcance de caudal a craneal dirigido hacia la estructura lesionada (D), aguja (gris).
Tibia (T) y fémur (F).
178 M. Rodríguez-Piñero - Á. León - F. Reina
Figura 16. Punción aspiración de quiste de Baker transversal en plano. Posicionamiento (A y B), trayecto en
resonancia (C) y alcance (D), aguja (gris). Alcance recomendado de medial a lateral para evitar el paquete vásculo-nervioso
poplíteo. Quiste de Baker (QB) y gastrocnemius medialis (GM).
asociadas, la superficial (entre tuberosidad tibial
y piel) y la profunda (entre superficie anterior
de la tibia y tendón rotuliano) son relativamente
frecuentes. Se trata de un tendón
sin vaina, grueso y largo, lo que provoca la
posible existencia de zonas de tendinosis focales,
lo cual puede dificultar su diagnóstico
ecográfico. Las técnicas intervencionistas sobre
el tendón han de reservarse para los casos
resistentes al resto de opciones terapéuticas
conservadoras. Es obligado localizar las áreas
específicas afectas para realizar intrvencionismo
sobre ellas.
Intervencionismo
Posición del paciente: decúbito supino con
la rodilla en 20-30º de flexión descansando
sobre un rodillo.
Posición de la sonda: sonda en transversal.
Se localiza inicialmente el tendón y el foco
de tendinosis con la sonda en longitudinal, se
centra la estructura y se moviliza la sonda a
posición transversal.
Alcance: abordaje en plano, de lateral a medial
o viceversa, la aguja avanza a la zona entre
epitendon y paratendon profunda y posteriormente
a la superficial (Fig. 17). Inyección
intratendinosa en este tendón es controvertida
aún para la inyección de de plasma rico
en plaquetas (PRP). El acceso a las bursas
para su punción-aspiración y/o infiltración,
se realiza habitualmente en plano, tanto con
la sonda en transversal como en longitudinal.
Se aconseja localizar ecográficamente la sección
de la bursa que presenta una mayor distensión
y entonces proceder a su infiltración.
Neuropatía del safeno interno
El nervio safeno interno es la rama más
voluminosa y larga del femoral. Se trata de
un nervio sensitivo que acompaña a la vena
safena en su descenso por el muslo en profundidad
al músculo sartorius hasta la salida
del canal de los aductores o de Hunter. Distal
a éste se sitúa entre los músculos aductor
magnus y vastus medialis y se divide en dos
ramas, la infrarotuliana, que da sensibilidad
a la cara anterior de la rodilla, y la terminal o
medial que inerva sensitivamente la cara medial
de rodilla y pierna.
El nervio safeno puede experimentar un
síndrome de atrapamiento nervioso, que al
parecer ocurre característicamente entre los
tendones del sartorius y gracilis, al practicar
ejercicios que involucren el músculo quadriceps
o al permanecer de pie por un tiem-
RODILLA
179
Figura 17. Infiltración tendón rotuliano transversal en plano. Posicionamiento (A y B), trayecto anatómico (C) y
alcance (D), aguja (gris). La aguja avanza a la zona entre epitendon y paratendon profunda. Tendón rotuliano
(TR) y grasa de Hoffa (GH).
po prolongado. El dolor ocurre en la noche,
mucho después de haber cesado la actividad
física que lo indujo y se caracteriza por una
sensación de quemazón o ardor, en la región
rotuliana y cara medial de la pierna.
La rama infrarotuliana (gonalgia parestésica)
y la terminal pueden lesionarse en el
curso de cirugías de rodilla: reconstrucción
del LCA a través del acceso de los portales
o por la extracción de plastia, del tendón rotuliano
(rama infrarotuliana) o del tendón
semitendinoso (rama terminal), también
pueden lesionarse en las artroplastias de rodilla,
provocando un dolor de características
neuropáticas en la cara anterior y medial de la
rodilla, que habitualmente se confunde, por
la localización, con una tendinopatía anserina
(Batistaki, 2019; Clendenen, 2015).
Intervencionismo
Posición del paciente: decúbito supino con
rodilla en extensión y el muslo en rotación
externa.
Posición de la sonda: se coloca la sonda en
transversal sobre la cara ántero-medial a medio
muslo para localizar el músculo sartorius.
Medial a éste discurren los vasos femorales
y el nervio safeno y si se sigue hacia distal,
el paquete vásculo-nervioso se va colocando
profundo al músculo. Cuando los vasos safenos
se dirigen hacia posterior, a la salida del
canal de Hunter, el nervio safeno comienza a
independizarse del paquete vascular y se divide
en sus ramas. La rama infrapatelar puede
bloquearse 2-3 cm por debajo de la división
neural ya entre las fascias de gracilis y sartorius.
Para la elección del punto óptimo ayuda
encontrar un signo de Tinel bajo la sonda,
que indica el punto probable del atrapamiento
o lesión (Lundblad, 2006).
Alcance: abordaje en plano con sonda en
transversal, entrando de lateral/anterior a
medial/posterior para realizar un bloqueo
con fines diagnósticos para lo que se utilizará
anestésico local en un volumen de unos
5 ml. Es necesario ser cuidadosos para no
pinchar los vasos que acompañan al nervio
(Fig. 18). Siguiendo el nervio hasta su división
se puede bloquear selectivamente el
ramo infrapatelar (Fig. 19). También se ha
descrito un bloqueo selectivo del ramo infrapatelar
a nivel de la fascia superficial del sartorio
en la cara medial de la rodilla, aunque la
visualización del nervio a este nivel es difícil.
Se realiza realmente un bloqueo interfascial
inyectando un volumen alto de anestésico.
180 M. Rodríguez-Piñero - Á. León - F. Reina
Figura 18. Bloqueo transversal en plano del nervio safeno interno a nivel de conducto de Hunter bajo el músculo
sartorius. Posicionamiento (A y B), trayecto en resonancia (C) y alcance (D), (aguja gris). La aguja avanza
de anterior a posterior entre el sartorius (Sa) y el vastus medialis (Vm) donde se localiza en nervio safeno en
contigüidad a la arteria y vena femorales.
Figura 19. Bloqueo de la rama infrapatelar del nervio safeno transversal en plano. Posicionamiento (A y B), trayecto
en resonancia (C) y alcance (D), aguja (gris). Introducir la aguja de anterior a posterior buscando la fascia
subsartorial antes de que el nervio tome dirección a la superficie, desapareciendo dentro de sartorius o entre
este y el gracilis. Gracilis (Gr), sartorius (Sa) y vastus medialis (Vm).
4 EVIDENCIAS Y REVISIÓN DE TÉCNICAS
Se han publicado numerosas vías de infiltración
de la rodilla con referencias anatómica
y con guía ecográfica. La precisión de las
infiltraciones con marcación anatómica por
la vía súpero-patelar medial (87% de acierto)
y lateral (84% de acierto) alcanzan también
precisión alta, aunque los resultados parecen
ser mejores cuando se realiza de forma ecoguiada,
alcanzando 95-100% de acierto en las
cuatro vías más comunes (vías súpero-patelar
medial y lateral, vía medio-patelar lateral
y vía de la interlínea articular ántero-medial).
Otra ventaja de la infiltración ecoguiada es
que ha demostrado, que, en inyectores inexpertos,
alcanza mayor precisión que la infiltración
con referencias anatómicas (Maricar,
2013).
En cuanto a las técnicas, el uso de infiltraciones
intrarticulares sigue siendo controvertido,
probablemente en relación con
la heterogeneidad de los estudios realizados
que dificultan la generalización de resultados
y conclusiones.
Las infiltraciones más comunes y las más
referenciadas en la literatura son las intrarticulares
con corticosteroide y con hialurónico.
En un metanálisis de ensayos clínicos controlados
recientes, se comparan éstas dos
técnicas, mostrándose como eficaces en la
reducción del dolor, mejora de la función física
y de la rigidez hasta las 26 semanas, sin
encontrar diferencias significativas entre una
y otra. Además, no había diferencias significativas
en los efectos secundarios. Con un
grado de recomendación moderado (Sistema
GRADE), con la salvedad de basarse en estudios
heterogéneos y con limitaciones serias
(Ran, 2018). En la revisión de la Cochrane
previa (Jüni, 2015), sobre el uso de corticoesteroides
se concluye que el corticoide intrarticular
puede mejorar a corto plazo (menor 6
semanas) el dolor y la función, pero dada la
heterogeneidad de los artículos y la calidad
de la evidencia lo catalogan como un grado
de recomendación bajo.
Sobre el uso de Plasma Rico en Plaquetas
(PRP), la evidencia actual, basada en un metanálisis
que compara el uso de PRP, con la
infiltración de hialurónico y con la infiltración
con suero salino en artrosis de rodilla,
indica que el PRP es más efectivo en la reducción
del dolor (WOMAC) y la mejoría
funcional (WOMAC y Lequesne Score) a los
6 meses y al año post-inyección (Dai, 2017),
no encontrándose diferencias significativas a
los 3 meses, en contraposición con revisiones
previas (Meheux, 2016). En cuanto a los
efectos secundarios reportados, se sugiere
una tasa baja de efectos adversos (Nguyen,
2016), sin encontrar diferencia significativa
al comparar con suero salino o ácido hialurónico
(Dai, 2017).
Cabe destacar que la Asociación Americana
de Cirujanos de rodilla y cadera, en una
carta de consenso reciente reconocen los potenciales
efectos beneficiosos de las terapias
biológicas (incluyendo el PRP), pero no lo
recomiendan como tratamiento en pacientes
con osteoartritis de rodilla y cadera avanzadas
(Browne, 2019).
La técnica quirúrgica artroscópica para la
aspiración del quiste de Baker está bien definida
en la literatura, en cambio aún son pocas
las referencias sobre la técnica de aspiración
ecoguiada, en su mayoría son series de casos
o estudios cuasi experimentales (Cakmakci,
2017; Di Sante, 2010; Köroglu, 2012). Según
la literatura actual el uso de ecografía en la evaluación
y la punción-aspiración ecoguiada del
quiste de Baker es una técnica efectiva, menos
agresiva que la opción quirúrgica (que presenta
una tasa de complicaciones que varía entre
el 18,6-37.5% y una tasa de recidiva de 5-70%
tras artroscopia). Tras la aspiración se realiza
un depósito de corticoide y anestésico local (lo
más habitual en la literatura es el uso de 1 ml.
de triamcinolona + 2 ml. de bupivacaína) que
parece reducir la vascularización sanguínea en
torno al quiste (Cakmakci, 2017), lo que se
podría traducir en menor tasa de recurrencia.
La principal indicación de la punción-aspiración
ecoguiada sería la presencia de quiste de
Baker simple, sintomático no complicado.
El uso de Toxina Botulínica tipo A (TBA)
en patología músculo-esquelética y control
del dolor tiene evidencia creciente en base a
181
182 M. Rodríguez-Piñero - Á. León - F. Reina
ensayos clínicos sobre osteoartritis de rodilla
u hombro moderada/severa. El mecanismo
exacto implicado en la modulación del dolor
aún está por determinar, parece que el uso
de TBA actúa a nivel de neurotransmisores
relacionados con los mecanismos de sensibilización
periférica y central y también puede
actuar mediante inhibición de nociceptores
como la sustancia P, el glutamato o el péptido
relacionado con el gen de la calcitonina
(CGRP) (Nguyen, 2016). Recientemente
se han publicado 2 revisiones sistemáticas y
metanálisis (Courseau, 2018; Wu, 2017) en
los que se concluía que el uso de TBA asocia
mejoras en el dolor y la función clínicamente
significativas a corto plazo, con una media de
duración de efecto de 2 meses, sin encontrar
diferencia significativa a los 6 meses. Dada la
heterogeneidad de los estudios implicados se
deben tomar los resultados con precaución.
5 ALERTAS
En la punción ecoguiada del quiste de Baker se ha de tener en cuenta la presencia del paquete vásculo-nervioso
poplíteo, especialmente si se realiza en plano con la sonda en transversal, donde es
preferible acceder por el lado medial y evitar el acceso lateral.
Si se va a realizar una infiltración intrarticular por vía supra-patelar conviene asegurarse que existe
una cierta cantidad de líquido en el receso, si este no se visualiza de forma adecuada es preferible utilizar
otra vía de abordaje. Las inyecciones intramusculares/intratendinosas a ese nivel, especialmente
de ácido hialurónico, pueden ser muy dolorosas.
6 RECOMENDACIONES Y TRUCOS
En la infiltración de la tendinosis rotuliana, se debe localizar el foco de tendinosis con la sonda tanto
en longitudinal como en transversal. El power doppler puede ayudar en el diagnóstico. Una vez localizado
el foco se recomienda realizar la infiltración en plano y eje corto del tendón depositando el
fármaco en la zona entre epitendon y paratendon profunda y posteriormente superficial.
En la infiltración intrarticular en el receso suprapatelar la posición de rodilla en 90º de flexión con
la pierna colgando de la camilla, separa la rótula de los cóndilos femorales aumenta el espacio para el
receso, mejora su visualización y facilita el acceso.
En la infiltración intrarticular por los portales medio-lateral y medial, previa a la infiltración puede
exprimirse el muslo de craneal a caudal para pasar líquido sinovial del receso superior a la articulación
incrementando espacio en articulación fémoro-rotuliana. Una ligera contracción activa del quadriceps
por parte del paciente puede producir el mismo efecto.
183
7 NUEVAS TENDENCIAS
Además de las infiltraciones referidas se
han publicado técnicas innovadoras.
El uso de ozono intrarticular se ha mostrado
como una tendencia en alza en los últimos
años, tanto en la práctica clínica como
en cuanto al número de publicaciones. En un
reciente metanálisis se concluye que el uso
de ozono intrarticular muestra una eficacia
superior al placebo, aunque no muestra diferencias
con respecto a otras opciones como el
hialurónico. Se podría presentar como alternativa
conservadora en casos resistentes para
patología leve-moderada (Rae Sadat, 2018).
Sobre el uso de infiltraciones de otros productos
biológicos como son las células mesenquimales,
en una revisión reciente de la
literatura, que incluye artículos sobre la infiltración
con estas células de diverso origen
(células madre derivadas de tejido adiposo,
médula ósea o sangre periférica), se concluye
que con el grado de evidencia disponible
(nivel III-IV) y el alto riesgo de sesgos de los
estudios, no se debería recomendar su uso
en el momento actual. Además señala que
todos los tratamientos se realizaron de forma
concomitante con cirugía, infiltración
de hialurónico o PRP (Pas, 2017).
184
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RODILLA
187
188 M. Rodríguez-Piñero - Á. León - F. Reina
CAPÍTULO 08
TOBILLO
C. Samitier - A. Galván - A. Carreira
1
2
3
4
5
6
7
CLAVES ANATÓMICAS
CLAVES ECOGRÁFICAS
PATOLOGÍA DEL TOBILLO E INTERVENCIONISMO
Patología articular tibio-peroneo-astragalina
(artrosis, síndromes de pinzamiento)
Patología articular subastragalina
Lesiones ligamentosas colaterales (peroneo-astragalino anterior)
Patología de los tendones de los peroneos
Entesopatías insercionales (enfermedad de Haglund)
Lesiones del tibial posterior
Síndrome del túnel tarsiano
Dolor refractario en pie, bloqueos nerviosos
EVIDENCIAS Y REVISIÓN DE TÉCNICAS
ALERTAS
RECOMENDACIONES Y TRUCOS
NUEVAS TENDENCIAS
189
1 CLAVES ANATÓMICAS
El tobillo está formado por las siguientes
articulaciones:
• Articulación tibio-peronea distal (también
tibio-fibular distal o sindesmosis
tibio-peronea): formada por los extremos
distales de tibia y peroné. Es una articulación
fibrosa unida por el ligamento
interóseo y reforzada por los ligamentos
tibio-peronea anterior y posterior.
• Articulación del tobillo o tibio-peroneo-astragalina
(tibio-fíbula-talus): es una articulación
sinovial y troclear, que permite la
flexión dorsal (máximo 30º) y plantar (50º)
(Bianchi, 2011). La cápsula se une a los contornos
articulares de tibia, peroné y astrágalo,
es débil y está reforzada por ligamentos
gruesos. El complejo ligamentoso externo
está formado por el astrágalo-peroneo anterior
y posterior y el peroneo-calcáneo
(Tabla 1). El ligamento interno o deltoideo
es una banda ancha, fuerte y triangular, con
vértice en el maleolo interno. Está formado
por dos capas; la capa superficial consta de
4 componentes, tibio-astragalino posterior
superficial, tibio-navicular, tibio-spring y
tibio-calcáneo, la capa profunda de 2, tibio-astragalino
anterior y tibio-astragalino
posterior.
• Articulación subastragalina o calcáneo-astragalina:
participa en movimientos de
inversión y eversión del pie. Se pueden
diferenciar la articulación subastragalina
anterior (astrágalo-calcáneo-navicular) y
posterior (astrágalo-calcánea posterior),
separadas por el seno del tarso. Un 15%
de la población presentan comunicación
con la articulación del tobillo (Bianchi,
2011). A este nivel destacan los ligamentos
astrágalo-navicular dorsal (banda
gruesa) y el calcáneo-navicular plantar o
calcáneo-escafoideo (triangular o spring
ligament), éste se une al ligamento deltoideo
y participa de la estabilización de la
bóveda plantar longitudinal.
Las estructuras tendinosas y retináculos
quedan definidos por las caras anatómicas del
tobillo: anterior, externa, interna y posterior
(Fig. 1).
Ligamento Características Inserción Función
Peroneo-astragalino
anterior
Peroneo-calcáneo
Peroneo-astragalino
posterior
El más débil
Frecuente lesión
Unido a cápsula
El más largo
Vertical y oblicuo
El más fuerte
Profundo. Extrasinovial
Intracapsular
Tabla 1. Ligamentos del complejo ligamentoso externo del tobillo.
De borde anterior maleolo
externo a superficie lateral
de cuello astrágalo
De maleolo externo a superficie
externa de calcáneo,
profundo a peroneos
De maleolo externo a apófisis
posterior de astrágalo
Limita movimiento de
astrágalo hacia anterior
Limita movimiento de
astrágalo hacia posterior
Limita exceso de inversión
Tendones extensores
Tibialis anterior
Extensor hallucis longus
Extensor digitorum longus
Peroneus tertius
Tabla 2. Inserciones de los tendones extensores.
Inserción
Primera cuña y base del primer metatarsiano
Base de falange distal de primer dedo
Distalmente se divide en cuatro bandeletas para los dedos
segundo a quinto
Superficie lateral de base y diáfisis del quinto metatarsiano
190
TOBILLO
191
Figura 1. Esquema anatómico de las caras anterior, medial, lateral y posterior del tobillo. Retináculo flexor
(Rflex). Tendón del flexor hallucis longus (FHL). Tendón del flexor digitorum longus (FDL). Tendón del tibialis
posterior (PT). Retináculo peroneo superior (RPsup) e inferior (RPinf). Tendones peroneos longus (PL) y brevis
(PB). Retináculo extensor superior (Rsup) e inferior (Rinf). Tendón del tibialis anterior (AT). Tendón del extensor
digitorum longus (EDL). Tendón del extensor hallucis longus (EHL). Tendón de Aquiles (A).
En la cara anterior se encuentran los tendones
de los músculos extensores. En orden
de medial a lateral, el tendón del tibialis anterior
(el más grueso), del extensor hallucis
longus (puede contener fibras musculares a
este nivel) y del extensor digitorum longus.
Puede existir un cuarto extensor (accesorio)
situado más externo, el peroneus tertius
(Barceló, 2015). Sus inserciones se resumen
en la tabla 2. Los tendones de la cara anterior
del tobillo se mantienen sujetos por el retináculo
extensor superior (de maleolo externo
a tibia) y el retináculo inferior (con forma
de “Y”, base en calcáneo y dos bandeletas a
maleolo interno) (Bianchi, 2011).
En la cara externa se encuentran los tendones
de los peroneus. El peroneus brevis se
sitúa superficial al longus y ambos utilizan
el maleolo externo como polea. Están firmemente
sujetos por dos retináculos: superior e
inferior. Ambos son engrosamientos fasciales
que se extienden desde el maleolo externo
hasta el calcáneo. Hasta la porción inframaleolar
tienen una vaina común guardando
relación con el ligamento peroneo-calcáneo.
Distal el maléolo externo, en la superficie lateral
del calcáneo, el retináculo inferior crea
dos túneles fibrosos independientes para los
peroneus, el superior para el peroneus brevis
y el inferior para el peroneus longus. En
el 22% de los sujetos, se puede encontrar el
peroneus quartus (Bianchi, 2011), músculo
situado retromaleolarmente, que participa
en la elevación del borde externo del pie y la
pronación del retropié.
En la cara interna se encuentran los tendones
flexores cubiertos por vainas sinoviales
individuales. En orden de anterior a posterior:
tendón del tibialis posterior (inversor
del pie y estabilizador del retropié, utiliza el
maléolo interno como polea y en la cara medial
del pie se sitúa superficial al ligamento
deltoideo y al spring. El siguiente es el flexor
digitorum longus, cercano al anterior
y más inferior el del flexor hallucis longus,
que pasa por debajo del sustentaculum tali.
Sus inserciones se resumen en la tabla 3. Los
tendones flexores están fijados por un retináculo
flexor que forma el túnel del tarso.
La cara posterior del tobillo contiene el tendón
de Aquiles y el tendón del plantaris. El
192 C. Samitier - A. Galván - A. Carreira
Tendones flexores
Inserciones
Tibialis posterior
Tuberosidad medial de escafoides, cuboides y base metatarsianos
Flexor digitorum longus
Base falange distal de dedos
Flexor hallucis longus
Base de falange distal de primer dedo
Peroneus quartus
Variable: Quinto metatarsiano, tendones peroneos, cuboides
Tabla 3: Inserciones de los tendones flexores del tobillo.
tendón de Aquiles es el más largo, fuerte y
grueso del cuerpo. Se forma por la unión de
las dos cabezas del gastrocnemius y el tendón
del soleus y desciende hasta insertarse en la
cara posterior del calcáneo. Transversalmente
su forma varía siendo una banda aplanada
en la zona miotendinosa, después adquiere
aspecto de media luna y es convexo en la
zona de inserción. El tendón está separado
del músculo flexor hallucis longus por una
almohadilla grasa llamada grasa de Kager. El
tendón de Aquiles no tiene sinovial, pero
posee paratendón en la cara dorsal, externa e
interna, facilitando movilidad e irrigación. A
2-5cm de la inserción distal existe una zona
hipovascularizada que parece relacionarse
con la localización más frecuente de rupturas
(Bianchi, 2011). Próximo al borde interno del
tendón de Aquiles está el tendón del músculo
plantaris, pequeño y largo, está presente en el
90% de los sujetos (Bianchi, 2011) y presenta
una inserción variable en calcáneo, en el tendón
de Aquiles o en el retináculo flexor.
Los paquetes vásculo-nerviosos más importantes
del tobillo se encuentran en las
cara anterior e interna. En la cara anterior el
nervio peroneo profundo entra a través de
la membrana interósea junto con la arteria y
venas tibiales anteriores, situándose entre los
tendones del extensor hallucis longus y extensor
digitorum, profundo a ambos. En la cara
interna, el nervio tibial discurre en el túnel del
tarso junto con la arteria tibial, dos venas tibiales
y los tendones flexores, pasando profundo
al retináculo flexor, entre maleolo interno y
calcáneo. El nervio tibial se divide en los nervios
plantar medial, lateral y los nervios calcáneos
(inervación sensitiva del talón) al pasar
por el maleolo. En la cara posterior se sitúan la
vena safena menor junto al nervio sural (rama
sensitiva que inerva la cara póstero-lateral del
tercio medio de pierna, el borde externo del
pie y la cara externa del quinto dedo).
2 CLAVES ECOGRÁFICAS
Compartimento anterior
Posición: Paciente sentado o en decúbito
supino con rodilla en flexión de 45º y la superficie
plantar apoyada en la camilla (Fig. 2).
Iniciar estudio en transversal y realizar barrido
proximal/distal y medial/lateral.
Estructuras: Tendones de los músculos
extensores (de medial a lateral: tibialis anterior,
extensor hallucis longus, extensor digitorum
longus y peroneus tertius), paquete
vásculo-nervioso, retináculo extensor, receso
anterior, cápsula y ligamento tibio-peroneo
anterior.
1. Tendones extensores: se recomienda
identificarlos en eje corto (Fig. 3) y después
pasar a eje largo (Fig. 4) para completar
la exploración.
- Tendón tibialis anterior: realizar barrido
desde unión miotendinosa hasta
la inserción ósea. Es el más grueso y
medial, ovalado, cubierto por una fina
línea hiperecogénica que es la vaina
sinovial. La presencia de líquido en el
interior de la vaina indica patología.
- Tendón extensor hallucis longus: más
fino que el tendón del tibialis anterior,
a esta altura puede presentar fibras
musculares y tiene vaina.
- Tendón extensor digitorum longus: es
aplanado y único en la zona proximal,
hacia distal se divide en cuatro bandeletas
para los dedos segundo a quinto
y su vaina es común.
- Tendón peroneus tertius (Barceló,
2015): músculo y tendón supernumerario
e inconstante, a este nivel es lateral
al tendón del extensor digitorum
longus y se inserta en la superficie lateral
de base y diáfisis del quinto metatarsiano.
2. Paquete vásculo-nervioso: contiene la
arteria tibial anterior con las venas tibiales,
nervio peroneo profundo, rama
terminal del peroneo común que pasa
de medial a lateral por encima de la arteria
tibial anterior. Se encuentra en
Figura 2. Posiciones exploración de tobillo. Cara anterior (A), cara interna (B), cara externa (C) y cara posterior (D).
193
194 C. Samitier - A. Galván - A. Carreira
Figura 3. Exploración cara anterior de tobillo transversal. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen de resonancia
oblicua axial/coronal. C: Imagen ecográfica. D: Extensor digitorum longus (EDL), vena (V) y arteria (A) tibiales anteriores,
extensor hallucis longus (EHL), tendón del tibialis anterior (AT), nervio peroneo profundo (N) y astrágalo (As).
profundidad entre el extensor hallucis
longus y extensor digitorum.
3. Retináculo extensor: superior (cara anterior
de maléolo externo y cara anterior
de tibia) e inferior (con banda lateral y
medial, inserción en maléolo interno
cara anterior, navicular y cuneiforme).
En transversal los retináculos se visualizan
como finas bandas hiperecoicas que
están en contacto con los tendones. El
retináculo inferior tiene sinovial pero no
es visible en condiciones normales.
4. Receso anterior articular: el transductor
se coloca en longitudinal en la cara anterior
del tobillo (puede tomarse el tendón
del tibialis anterior como referencia). Se
Figura 4. Exploración cara anterior del tobillo longitudinal. A: Posicionamiento anatómico. B2, C2 y D2: Imágenes
de resonancia sagitales. B1: Imagen ecográfica sobre el tendón de tibialis anterior (puntas de flecha).
C1: Imagen ecográfica sobre el extensor hallucis longus (puntas de flecha). D1: Imagen ecográfica sobre el
extensor digitorum longus (puntas de flecha). Tibia (Ti) y astrágalo (As).
TOBILLO
195
identifica la extremidad distal de tibia
hiperecoica y el cartílago hipoecoico cubriendo
la superficie articular astragalina.
Se observan dos paquetes grasos (articulación
tibio-astragalina y cuello talar) y
por encima de ellos los márgenes de la
cápsula articular. El receso se visualiza
como una estructura triangular ecogénica
anterior a la articulación tibio-astragalina,
y puede contener hasta 3 ml.
de líquido que se desplaza con la flexión
dorsal/plantar del pie (Bianchi, 2011).
Compartimento externo
Posición: Paciente decúbito supino o lateral,
con rodilla en ligera flexión y el pie por
fuera de la camilla o elevado sobre una toalla
para permitir la movilización del pie/tobillo
durante la exploración (Fig. 2).
Estructuras: Complejo ligamentoso externo
(ligamento peroneo-astragalino anterior
y peroneo-calcaneo, el peroneo-astragalino
posterior no se valora adecuadamente
por ecografía) y tendones de los peroneos.
La punta del maleolo externo es una referencia
ósea útil.
1. Complejo ligamentoso externo:
- Ligamento peroneo-astragalino anterior:
colocar la sonda siguiendo su
trayecto, en paralelo a la planta del pie,
desde el margen anterior de maleolo
peroneal hacia el astrágalo anterior. Se
visualiza mejor al ponerlo en tensión
en flexión plantar. Por debajo se encuentra
el receso articular que puede
contener una pequeña cantidad de líquido
en condiciones normales (Fig. 5).
- Ligamento peroneo-calcáneo: colocar
la sonda siguiendo su trayecto, vertical
de punta de peroné a calcáneo, se visualiza
el ligamento pasando por debajo
de los tendones de los peroneos que
descansan sobre él. Este ligamento salta
entre dos articulaciones (peroneo-astragalina
y astrágalo- calcánea). El ligamento
se pone en tensión con la flexión
dorsal, con esta maniobra el ligamento
empuja los peroneos y la observación
de este ascenso indica integridad ligamentosa
(Fig. 6).
- Ligamento tibio-peroneo anterior: se
visualiza como una banda delgada aplanada
colocando la sonda oblicua desde
la cara anterior del maleolo peroneo
hacia tibia (craneal y medial).
Figura 5. Exploración cara externa de tobillo a nivel del ligamento peroneo-astragalino anterior. A: Posicionamiento
anatómico. B: Imagen de resonancia axial. C: Imagen ecográfica. D: Ligamento peroneo-astragalino
anterior (PAA), peroné (Pe), receso articular (*) y astrágalo (As).
196 C. Samitier - A. Galván - A. Carreira
Figura 6. Exploración cara externa del tobillo a nivel del ligamento peroneo-calcáneo (PC). A: Posicionamiento
anatómico. B: Esquema anatómico de la parte externa del tobillo. C: Imagen ecográfica. D: Peroné (Pe), tendón
del peroneus longus (PL), tendón del peroneus brevis (PB), ligamento peroneo-calcáneo (PC) y calcáneo (Ca).
2. Tendones peroneos y retináculo lateral:
la valoración puede ser supramaleolar,
retromaleolar e inframaleolar. A nivel retromaleolar,
debido a su trayecto curvo se
recomienda realizar el estudio en eje corto,
pudiéndose utilizar tanto el eje corto
como el largo en la porción inframaleolar.
Existe una íntima relación entre el ligamento
peroneo-calcáneo y la sinovial de
estos tendones, de forma que la lesión del
mismo puede acompañarse de derrame sinovial
(Barceló, 2015). Los retináculos superior
e inferior pueden observarse como
bandas laminares delgadas que se localizan
sobre los tendones y se insertan en la cortical
ósea (Bianchi, 2011). Según la altura
a la cual se esté realizando la exploración,
los tendones peroneos se comportan de
diferente manera. Se recomienda realizar
el estudio en flexión dorsal y eversión:
- Supramaleolar: el tendón del peroneo
largo se coloca lateral sobre el corto
(más aplanado), (Fig. 7).
- Retromaleolar: el peroneo corto se coloca
primero ántero-medial y después
superior al tendón del peroneo largo.
- Inframaleolar: los tendones y sus vainas
sinoviales, quedan separados a su
paso por el tubérculo de los peroneos
en el calcáneo (peroneo corto superior,
largo inferior). Al pasar a longitudinal,
se visualiza la inserción del
tendón peroneo corto en la base del
quinto metatarsiano, y el peroneo
largo se dirige a la planta del pie, por
el surco del cuboides (en este punto
puede existir un sesamoideo denominado
“os peroneum”), hasta su inserción
en la base del primer metatarsiano
y cuña medial.
Compartimento interno
Posición: Paciente sentado o en decúbito
supino con la rodilla en ligera flexión y con
miembro inferior/cadera en rotación externa.
También se puede realizar con el paciente
en decúbito prono con el pie fuera de la camilla
(Fig. 2).
Estructuras: Tendones de músculos flexores
(tibialis posterior, flexor digitorum
longus, flexor hallucis longus), paquete nervioso
y ligamento deltoideo. El maleolo tibial
es una referencia ósea útil y se recomienda
iniciar la valoración en eje transversal.
TOBILLO
197
Figura 7. Exploración cara externa de tobillo supramaleolar transversal. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen
de resonancia axial. C: Imagen ecográfica. D: Retináculo (Ret), tendón del peroneus longus (PL), músculo
peroneus brevis con su tendón (PB) y peroné (Pe).
Figura 8. Exploración cara interna de tobillo retromaleolar transversal. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen
de resonancia axial. C: Imagen ecográfica. D: Tendón de tibialis posterior (TP), tendón del flexor digitorum
longus (FDL), tendón del flexor hallucis longus (FHL), venas (V) y arteria (A) tibiales posteriores, nervio tibial (NT),
tibia (Ti), calcáneo (Ca).
198 C. Samitier - A. Galván - A. Carreira
1. Tendones flexores (Fig. 8):
- Tendón del tibialis posterior: póstero-medial
al maleolo, se visualiza ovalado
e hiperecogénico junto a la cortical.
En la vaina puede existir líquido
sinovial (normal hasta 4 ml., (Bianchi,
2011). Puede contener un hueso sesamoideo,
dentro del tendón (tipo I)
o unido al navicular (tipo II) llamado
“os tibiale externum” (Bianchi, 2011).
- Tendón del flexor digitorum longus:
más delgado y posterior al tendón del
tibial posterior.
- Tendón del flexor hallucis longus:
puede explorarse en decúbito prono,
medial y por debajo del tendón de
Aquiles y la grasa de Kager. Pasa por
debajo del sustentaculum tali hacia la
planta del pie y falange distal del primer
dedo.
2. Paquete vásculo-nervioso y retináculo:
el retináculo es visible de tibia a calcáneo.
Por debajo del retináculo y entre el
tendón del flexor digitorum longus y del
hallucis longus, se encuentran la arteria
y las venas tibiales posteriores, y el nervio
tibial que se bifurcará en rama plantar
medial, lateral y en las ramas calcáneas.
3. Ligamento deltoideo (Fig. 9): se trata de
un ligamento potente que se lesiona con
menos frecuencia que el complejo externo,
pero sus lesiones aun así son relativamente
frecuentes. Posee una estructura
compleja con varios componentes en
forma de abanico. Se divide en dos capas,
una profunda y otra superficial:
- La profunda consta de 2 fascículos, el
tibio-astragalino posterior, grueso y
potente, para su estudio es necesario
realizar una flexión dorsal de tobillo
y el tibio-astragalino anterior, más inconstante.
- La capa superficial consta por su parte
de 4 fascículos. El componente superficial
del tibio-astragalino posterior,
que se sitúa como su nombre indica
como una pequeña lámina diferenciada
encima del ligamento, el componente
tibio-calcáneo, el tibio-spring que es
el único con una inserción distal ligamentosa
y no ósea y el tibio-navicular.
Compartimento posterior
Posición: Paciente en decúbito prono con
el pie fuera de la camilla (Fig. 2).
Estructuras: Tendón de Aquiles, bursa
preaquílea, paquete graso de Kager, tendón
del flexor hallucis longus y receso posterior
articular (Fig. 10).
- Tendón de Aquiles: se debe explorar
en ambos ejes y desde su inserción en
el calcáneo (que mide aproximadamente
1 cm.) hasta la unión miotendinosa.
Su grosor normal es de 5-7mm
(Barceló, 2015). No tiene vaina sinovial.
- Bursas: bursa retroaquílea (entre
la piel y el tendón de Aquiles, no es
visible en condiciones normales) y
bursa pre-aquílea (entre inserción
del tendón de Aquiles y ángulo póstero-superior
del calcáneo) su aspecto
en forma de coma puede variar con la
flexo-extensión del pie.
- Almohadilla o paquete graso de Kager:
rellena el espacio entre la inserción
distal del soleus, Aquiles, músculo flexor
hallucis longus y los relieves óseos.
No tiene vascularización.
- Músculo flexor hallucis longus: separado
del Aquiles por la almohadilla
grasa. Se visualiza mejor cuando existe
patología en el tendón.
- Receso posterior: entre maleolo tibial
posterior y cara posterior de astrágalo,
la flexión dorsal permite valorar
mejor si existe derrame. Se pueden
identificar los márgenes óseos de tibia,
calcáneo y astrágalo pudiendo valorar
osículos accesorios o impingement
posterior.
TOBILLO
199
Figura 9. Exploración cara interna de tobillo a nivel del ligamento deltoideo. A: Posicionamiento anatómico. B:
Imagen de resonancia coronal. C: Imagen ecográfica. D: Tibia (Ti), ligamento deltoideo (LD) y astrágalo (As).
Figura 10. Exploración del tendón de Aquiles. A1 y A2: Posicionamiento anatómico. B: Imagen de resonancia
sagital. C: Imagen de resonancia axial. D y F: Imágenes ecográficas. E: Tendón de Aquiles (TA), calcáno (Ca),
grasa de Kager (GK) y bursa preaquílea (*). G: Flexor hallucis longus (FHL).
3 PATOLOGÍA DEL TOBILLO E INTERVENCIONISMO
Patología articular tibio-peroneo-astragalina
(artrosis, síndromes de pinzamiento)
La artropatía de tobillo o de la TPA (tibio-peroneo-astragalina)
es una entidad frecuente
relacionada con causas traumáticas
como golpes o esguinces, o en el contexto
de otras patologías como las reumáticas y
trastornos de la coagulación. Característicamente
aparece: tumefacción, aumento de
temperatura y dolor en “c” que rodea todo
el tobillo.
El llamado síndrome de pinzamiento de
tobillo o impigement está en relación a la
aparición de osteofitos sobre la cara anterior
o posterior de la articulación tibio-peroneo
astragalina, generalmente intracapsulares,
aunque puede aparecer simplemente por el
atrapamiento capsular tanto anterior como
posterior. Se relaciona habitualmente con
artropatías degenerativas secundarias a movimientos
de repetición deportivos o laborales,
aunque en el caso del posterior puede
asociarse con la presencia de osificaciones
supernumerarias como el os trigonum o con
síndromes de la cola de astrágalo por sobrecrecimiento
óseo a ese nivel (apófisis de Stieda)
(Hillier, 2004). La ecografía debe poner
de manifiesto la presencia de la excrecencia
ósea y la posible reacción inflamatoria local.
En ambos casos, artropatías e impingements,
la infiltración intrarticular es una opción
terapéutica.
Intervencionismo
TPA/síndrome de pinzamiento anterior
1. Longitudinal en plano, aspecto articular
peroneo-astragalino (Fig. 11).
En algunos pacientes en los que no se
consiga una adecuada visualización del
receso talar o se manifiesta la duda de un
acceso anterior limpio, sin interposición
de tendones, nervios o vasos, puede recurrirse
a la vía longitudinal en plano sobre
la porción articular.
Posición del paciente: paciente en decúbito
supino, con el talón apoyado de forma natural.
Si tiende mucho a rotación externa puede
usarse un paño o cojinete para mantener
la posición neutra.
Posición de la sonda: con sonda longitudinal
en la cara anterior del tobillo se desplaza
hacia externo, hasta que cambie la silueta
ósea proximal de la tibia por la del peroné,
siempre con el astrágalo en posición distal.
Conviene alcanzar la posición del ligamento
peroneo-astragalino anterior y, desde este
punto, volver ligeramente hacia medial buscando
una ventana articular idónea.
Alcance: con la aguja en plano de caudal a
cefálico en dirección a la interlínea. La cápsula
en este punto es muy superficial y se accede
al interior articular con facilidad. Una
vez atravesada por la aguja se observará que
la medicación infiltrada cae en el espacio y
no distiende el tejido subcutáneo.
Esta vía de acceso está más alejada de los
vasos y nervios más significativos, aunque es
posible observar una pequeña arteria en la
vecindad que es la rama maleolar ánterolateral
de la arteria tibial anterior.
2. Longitudinal en plano, aspecto tibio-astragalino
(Fig. 12).
Posición del paciente: paciente en decúbito
supino con la rodilla en flexión sobre la
camilla y el pie apoyado completamente de
forma que se mantenga en flexión plantar.
Posición de la sonda: sonda en cara anterior
de tobillo de forma que se visualice la
tibia distal y la cúpula astragalina, cuerpo y
cuello del astrágalo como referentes óseos.
Alcance: se entra con la aguja en plano de
caudal a cefálico en dirección al receso anterior
entre la tibia distal y la cúpula astragalina.
En el ángulo inferior está la capsula
articular por lo que se debe tratar de poner la
medicación por debajo de la misma viendo
cómo se distiende al introducir el fármaco.
El mayor peligro de complicación es la
200
TOBILLO
201
Figura 11. Infiltración articular anterior longitudinal en plano, aspecto articular peroneo-astragalino. Posicionamiento
(A y B), trayecto en resonancia (C) y alcance (D), aguja (puntas de flecha). Alcance en plano de caudal a
cefálico en dirección a la interlínea articular. Peroné (Pe) y astrágalo (As).
presencia de la arteria dorsal del pie y el
nervio peroneo profundo que se debe evitar
desplazando la sonda medialmente de forma
que la estructura más superficial sea el tendón
del tendón del extensor largo del primer
dedo. Una vez localizado el tendón se
desplaza la sonda ligeramente a medial para
no atravesarlo.
Figura 12. Infiltración articular anterior longitudinal en plano, aspecto tibio-astragalino. Posicionamiento (A y B),
trayecto en resonancia (C) y alcance (D), aguja (puntas de flecha). Dirigir la aguja al receso anterior (*) entre la
tibia distal (Ti) y la cúpula astragalina (As).
202 C. Samitier - A. Galván - A. Carreira
3. Transversal en plano, (Fig. 13).
Posición del paciente: decúbito supino. Rodilla
flexionada 45º con planta de pie en camilla.
Posición de la sonda: transversal al eje corporal
realizando un barrido de craneal a caudal
sobre el dorso del tobillo para examinar
los tendones tibial anterior, extensor largo
del 1º dedo y extensor largo de los dedos.
Alcance: una vez localizado el tendón del
tibial anterior, en corte transversal, se realiza
la infiltración de medial a lateral buscando la
zona hipoecoica que se visualiza sobre la línea
hiperecoica del astrágalo.
El receso articular es amplio, por lo que con
esta vía se asegura la infiltración intrarticular.
Evitar la inclinación superficial de la aguja
para evitar incidir sobre el paquete vásculo-nervioso.
Síndrome de pinzamiento posterior
1. Longitudinal en plano (Fig. 14).
Posición del paciente: decúbito prono con
el pie fuera de la camilla.
Posición de la sonda: longitudinal al eje
corporal paratendinosa aquílea lateral por
detrás del maleolo peroneo. Visualizaremos
de craneal a caudal: tibia, receso posterior de
la articulación tibio-astragalina, astrágalo, articulación
subastragalina y calcáneo.
Alcance: aguja en plano de distal a proximal
con una angulación de 60º buscando el
receso posterior de la articulación tibio-astragalina.
Evitar la infiltración muy proximal
o lateral para evitar lesionar el nervio sural.
2. Longidunal fuera de plano (Fig. 15).
Posición del paciente: decúbito prono con
el pie fuera de la camilla. Posición de la sonda:
sobre la cara medial del tobillo por detrás
del maleolo tibial y por delante del Aquiles
(grasa de Kager).
Alcance: fuera de plano en dirección al
espacio articular, entre la cola del astrágalo
y el receso tibial posterior. Recordando la
posición retromaleolar del paquete vásculo-nervioso
tibial posterior. Con este alcance
debería examinarse primero el punto donde
se introducirá la aguja para confirmar que su
entrada es posterior al paquete.
Figura 13. Infiltración articular transversal en plano. Posicionamiento (A y B), trayecto en resonancia (C) y alcance
(D), aguja (gris). Abordaje de medial a lateral buscando la zona hipoecoica que se visualiza sobre la línea
hiperecoica del astrágalo (As). Extensor digitorum longus (EDL), Extensor hallucis longus (EHL), tibialis anterior
(AT) y paquete vásculo-nervioso (PNV).
TOBILLO
203
Figura 14. Infiltración subastragalina longitudinal en en plano o infiltración del síndrome de pinzamiento posterior
longitudinal en plano. Posicionamiento (A y B), trayecto en resonancia (C) y alcance (D), aguja (puntas de
flecha). Se introduce la aguja de distal a proximal con una angulación de 60º a 80º buscando el receso posterior
de la articulación subastragalina o el de la tibio-astragalina según cual sea la articulación diana en cada caso.
Flexor hallucis longus (FHL), tibia (Ti), astrágalo (As), cola del astrágalo (*) y calcáneo (Ca).
Figura 15. Infiltración síndrome de pinzamiento posterior longitudinal fuera de plano. Posicionamiento (A y B),
trayecto en resonancia (C) y alcance (D), aguja (punta de flecha). Se introduce la aguja de lateral a medial en
dirección al espacio articular, entre la cola del astrágalo y el receso tibial posterior. Flexor hallucis longus (FHL),
tibia (Ti), astrágalo (As), cola del astrágalo (*) y calcáneo (Ca).
204 C. Samitier - A. Galván - A. Carreira
Patología articular subastragalina
Es una patología habitualmente infradiagnosticada
que se caracteriza por dolor en la
pisada a nivel lateral del calcáneo y cara ántero-lateral
del tobillo, especialmente en terrenos
inestables o inclinados. Se desencadena en flexión
plantar y supinación del pie y está muchas
veces relacionada con esguinces de repetición.
Ecográficamente es posible situarse tanto
en el aspecto lateral del pie a nivel anterior
como a nivel posterior (retromaleolar) de
forma que se puedan ver las referencias óseas
del astrágalo y calcáneo. No es infrecuente
que se aprecien áreas anecoicas en el espacio
entre ambos que se corresponden con derrames
articulares subastragalinos.
Intervencionismo
1. Vía póstero-lateral subastragalina (Fig. 14).
Vía para infiltrar la articulación subastragalina,
receso posterior.
Posición del paciente: decúbito prono con
el pie fuera de la camilla.
Posición de la sonda: longitudinal al eje
corporal paratendinosa aquílea lateral por
detrás del maleolo peroneo. Visualización de
craneal a caudal: tibia, receso posterior de la
articulación tibio-astragalina, astrágalo, articulación
subastragalina y calcáneo.
Alcance: aguja en plano de distal a proximal
con una angulación de 80º buscando el
receso posterior de la articulación subastragalina.
Evitar la infiltración muy proximal o
lateral para evitar lesionar el nervio sural.
2. Vía ántero-lateral subastragalina (Fig. 16).
Posición del paciente: decúbito supino,
rodilla en flexión de 45º, se deja caer la rodilla
a medial con cadera en rotación interna,
posteriormente se realiza inversión para
estirar los ligamentos laterales. Un rulo bajo
el maléolo medial puede ayudar a mejorar el
contacto entre el transductor y la piel sobre
el tobillo lateral.
Posición de la sonda: longitudinal con la
muesca craneal apoyada en el maleolo peroneo,
se desliza hacia anterior e inferior hasta
dejar de ver el peroné. La parte distal de
la sonda se gira ligeramente a posterior. Se
debe visualizar de izquierda a derecha: astrágalo,
articulación subastragalina y calcáneo.
Alcance: fuera de plano entramos en la articulación.
Dirigir la punta de la aguja hacia
el maléolo tibial.
3. Vía seno del tarso, ver capítulo de pie.
Lesiones ligamentosas colaterales (peroneo-astragalino
anterior)
Los esguinces de tobillo suponen el 10%
de las urgencias traumatológicas. Prácticamente
en el 85% de los casos se producen
lesiones ligamentosas y en un 15% se asocia
algún tipo de fractura. El ligamento que con
más frecuencia se lesiona en diferentes grados
es el peroneo-astragalino anterior, seguido
del peroneo-calcáneo.
En numerosas ocasiones, uno o varios esguinces,
generan un cuadro clínico de dolor
sobre el área del ligamento lesionado de forma
crónica que se pueden tratar infiltrando
localmente. Debe tenerse en cuenta el diagnóstico
diferencial con el síndrome del seno
del tarso, que presenta una distribución del
dolor más amplia.
Ecográficamente, si se toma como referencia
el borde anterior del maleolo peroneal, se
localiza el ligamento en posición horizontal,
prácticamente paralela a la superficie de apoyo
del pie. Desde dicho maleolo a la superficie lateral
del astrágalo. La imagen a localizar es una
línea hiperecoica de unos 2 mm. de grosor.
Intervencionismo (Fig. 17).
Posición del paciente: decúbito lateral con
el pie que se va a tratar sobre la camilla (rodete
debajo del tobillo medial).
Posición de la sonda: en la cara ántero-lateral
del tobillo se palpa el borde anterior del
maleolo peroneo y se sitúa la sonda longitudinal
hacia el dorso del pie buscando el ligamento.
Alcance: fuera de plano sobre el ligamento dañado
observando la imagen a ambos lados como
referencias óseas, del peroné y del astrágalo.
En el caso del peroneo calcáneo la técnica
es la misma y sólo cambia la posición de sonda
y referencias óseas.
TOBILLO
205
Figura 16. Infiltración subastragalina, vía ántero-lateral, fuera de plano. Posicionamiento (A y B), trayecto en
resonancia (C) y alcance (D), aguja (punta de flecha). Dirigir la punta de la aguja en dirección al maleolo tibial.
Astrágalo (As) y calcáneo (Ca).
Figura 17. Infiltración lesiones del ligamento peroneo astragalino anterior fuera de plano. Posicionamiento (A y
B), trayecto en resonancia (C) y alcance (D), aguja (punta de flecha). Peroné (Pe) y astrágalo (As).
Patología de los tendones de los peroneos
La clínica característica de la lesión de los
peroneos (largo y corto) es el dolor retromaleolar
que se extiende tanto hacia la pantorrilla
como hacia la cola del 5º metatarsiano
(peroneo lateral corto). El origen de la lesión
puede ser tanto primario como secundario a
esguinces o problemas del pie que generen
una alteración en la dinámica de la marcha.
206 C. Samitier - A. Galván - A. Carreira
El hecho de que cuenten con una vaina
común y su localización retromaleolar, facilitan
su tratamiento.
Ecográficamente con la sonda en posición
transversa, tras la imagen ósea del maléolo
peroneo, se identifica la imagen tendinosa
del peroneo lateral corto y posterior a ésta
el peroneo lateral largo. Estos dos tendones
quedan alojados en una vaina común que resulta
muy útil a la hora de depositar la medicación
en la infiltración. Superficial a la vaina
de los dos tendones puede observarse el retináculo
de los peroneos.
Intervencionismo
Transversal en plano (Fig. 18).
Posición del paciente: decúbito lateral con
el pie a tratar sobre la camilla (rodete debajo
del tobillo medial).
Posición de la sonda: en la cara póstero-lateral
del tobillo se palpa el borde posterior del
maléolo peroneo y se sitúa la sonda transversa
hacia el calcáneo. Junto a la cortical del peroné
se observan dos imágenes redondeadas
que se corresponden con ambos tendones
rodeados por una vaina común que se distingue
bien en los frecuentes casos en los que
hay líquido peritendinoso. El peroneo lateral
corto es el tendón más cercano al peroné.
Alcance: en plano, de posterior a anterior
atravesar el retináculo. Objetivar la infusión
del fármaco en el interior de la vaina sinovial.
Entesopatías insercionales (enfermedad
de Haglund)
La tendinopatía aquílea es una patología
muy frecuente en nuestras consultas. Aunque
suele estar muy asociada a la práctica deportiva,
puede producirse también en pacientes
corpulentos o con sobrepeso, frecuentemente
de forma bilateral, siendo estos casos habitualmente
de difícil control clínico.
Dentro de la patología aquílea destacan
como entidad casi independiente, las lesiones
insercionales en el calcáneo (Haglund),
en las que el dolor se localiza sobre la inserción
distal del tendón y que frecuentemente
se asocia a bursitis retroaquílea acompañándose
de entesofitos visibles tanto radiográfica
como ecográficamente.
Figura 18. Infiltración tendones peroneos transversal en plano. Posicionamiento (A y B), trayecto en resonancia
(C) y alcance (D), aguja (gris). Acceso de posterior a anterior atravesando el retináculo. Peroné (Pe), peroneus
longus (PL) y peroneus brevis (PB).
TOBILLO
207
Intervencionismo
Transversal en plano (Fig. 19).
Posición del paciente: decúbito prono con el
pie fuera de la camilla quedando en ángulo recto.
Posición de la sonda: en la cara posterior sobre
el tendón y transversal al mismo, localizar zona
de mayor patología/alteraciones ecográficas.
Alcance: una vez localizado el tendón de
Aquiles puede incidirse de medial a lateral o
viceversa a seleccionar según la dominancia
del facultativo. En ambos casos realizar un
barrido de proximal a distal para valorar la
posición del nervio tibial (vía medial) o del
nervio sural (vía lateral) a fin de evitarlos.
Realizar la infiltración en la parte más profunda/anterior
del Aquiles, ya que uno de los
objetivos terapéuticos sería mitigar la neovascularización
objetivada en esa zona.
Lesiones del tibial posterior
La tenosinovitis del tibial posterior es la
alteración más frecuente. Aparece más habitualmente
en los deportistas recreacionales,
principalmente corredores, y su frecuencia
aumenta con la edad. Clínicamente se expresa
como dolor retromaleolar con hipersensibilidad
e incluso inflamación en el recorrido tendinoso
acentuándose con la palpación directa
y los movimientos de flexión e inversión.
Ecográficamente se manifiesta como aumento
de grosor tendinoso con pérdida de
patrón fibrilar. La presencia de líquido en pequeña
cuantía formando un halo hipoecoico es
fisiológico al igual que en los tendones peroneos.
El modo doppler puede ser de utilidad.
La entesopatía del tibial posterior suele
presentar una clínica más insidiosa con dolor
a la palpación insercional en el escafoides
que se incrementa con la pronación forzada.
En ocasiones, esta lesión insercional se asocia
a la presencia de un “os tibiale externo” o
astrágalo accesorio.
Ecográficamente, la típica inserción en
abanico del tendón en el escafoides tarsiano
hace que pierda el patrón fibrilar aproximadamente
un centímetro antes de su inserción.
Una buena guía es la presencia o no de
entesofitos con ecopalpación positiva y signo
de reconocimiento.
Figura 19. Infiltración tendón de Aquiles transversal en plano. Posicionamiento (A y B), trayecto en resonancia
(C) y alcance (D), aguja (puntas de flecha). Tendón de Aquiles (Aq) y grasa de Kager.
208 C. Samitier - A. Galván - A. Carreira
En numerosas ocasiones la aparición de
estas anomalías da lugar a lo que modernamente
se conoce como síndrome de insuficiencia
del tibial posterior o pie plano progresivo.
Clínicamente conlleva progresión
con una mayor pronación en la estática del
pie y pérdida de altura en el arco medial.
Intervencionismo
Posición del paciente: decúbito lateral homolateral
con las caderas levemente flexionadas
y la rodilla del lado afecto flexionada
90º de forma que quede más posterior y la
del lado sano con una pequeña flexión. Se
puede colocar una pequeña toalla o similar
bajo el tobillo que se va a tratar para provocar
un pequeño valgo de tobillo y separarlo de la
camilla, facilitando aún más el acceso.
1. Transversal en plano.
Posición de la sonda: en la cara póstero-medial
del tobillo se palpa el borde posterior del
maleolo tibial y se sitúa la sonda transversal a
la dirección del tendón que discurre pegado
a la tibia, acompañado por detrás del tendón
del flexor largo de los dedos. En muchos casos
es posible encontrar un derrame peritendinoso
que ayuda en la localización, (Fig. 20).
Alcance: en plano de caudal/posterior a craneal/anterior
observando como la punta de
la aguja queda en el espacio peritendinoso.
Como en otras técnicas, la resistencia a la entrada
del medicamento traduce una posible
inyección intratendón que se debe evitar.
2. Longitudinal en plano. Esta técnica es
preferible para tratar la entesis (Fig. 21).
Posición de la sonda: en la cara medial del
pie, sobre el escafoides y primera cuña se sigue
el tendón hasta la zona de inserción.
Alcance: en plano observando como la
punta de la aguja queda superficial a la entesis.
Síndrome del túnel tarsiano
Se trata del síndrome provocado por el atrapamiento
del nervio tibial que se divide en
plantar medial y lateral a su paso bajo el retináculo
flexor en la cara medial del tobillo. La
clínica que genera fundamentalmente es dolor
neuropático que se extiende por la planta
del pie y/o cara medial de pierna. Si únicamente
afecta el tercio posterior de la planta
puede estar en relación con el atrapamiento
de la rama calcánea inferior (primera rama del
plantar lateral) entre el quadratus plantae y el
abductor hallucis (neuropatía de Baxter).
Figura 20. Infiltración tendón tibial posterior transversal en plano. Posicionamiento (A y B), trayecto en resonancia
(C) y alcance (D), aguja (gris). Tendón tibial posterior (Tp) y tibia (Ti).
TOBILLO
209
Figura 21. Infiltración entesopatía tendón tibial posterior longitudinal en plano. Posicionamiento (A y B), trayecto
en resonancia (C) y alcance (D), aguja (puntas de flecha). Dirigir la aguja a la superficie del tendón tibial posterior
(TP), escafoides (Es) y astrágalo (As).
Su causa generalmente es idiopática, aunque
se implican factores como el calzado, la
actividad deportiva o la estática plantar.
Intervencionismo (Fig. 22)
Posición del paciente: decúbito lateral
homolateral con las caderas levemente
flexionadas y la rodilla del lado afecto
flexionada 90º de forma que quede más
posterior y la del lado sano con una pequeña
flexión. Se puede colocar una pequeña
toalla o similar bajo el tobillo que se va a
tratar para provocar un pequeño valgo de
tobillo y separarlo de la camilla, facilitando
aún más el acceso.
Posición de la sonda: con la sonda transversal
al eje corporal apoyada en la parte posterior
del maleolo tibial, localizar el retináculo
flexor con el paquete vásculo-nervioso como
referencia. Desplazar la sonda hacia proximal
donde se aprecia en profundidad, el músculo
flexor hallucis longus.
Alcance: en plano de posterior a anterior
observando como la punta de la aguja queda
en profundidad y proximidad al nervio
tibial.
Como en cualquier bloqueo se ha de utilizar
una aguja específica (bisel romo).
Dolor refractario en pie, bloqueos nerviosos
En las situaciones de dolor crónico resistente
de pie, como en la distrofia simpático
refleja o el dolor tras esguince de repetición
se puede valorar la realización de bloqueos
diagnóstico/terapéuticos de los nervios tibial
(técnica ya descrita) y sural entre otros.
Bloqueo del nervio Sural (Fig. 23).
El nervio sural o safeno externo está formado
por dos ramas colaterales subcutáneas del
nervio tibial y del nervio peroneo común que
provienen del ciático. Se encarga de la sensibilidad
en la cara externa de tobillo y pie.
Posición del paciente: decúbito lateral con
el pie sobre la camilla (rodete debajo del tobillo),
dejando expuesto el maleolo peroneo
y el espacio retromaleolar.
Posición de la sonda: transversal a la pierna,
por encima del tobillo, visualizando el
espacio entre el peroneo lateral corto y el soleo,
donde se encuentra el nervio sural.
Alcance: en plano de lateral a medial o de posterior
a anterior observando como la punta de
la aguja queda en profundidad y proximidad al
nervio sural. Como en cualquier bloqueo hemos
de utilizar una aguja específica (bisel romo).
210 C. Samitier - A. Galván - A. Carreira
Figura 22. Bloqueo del nervio tibial transversal en plano. Posicionamiento (A y B), trayecto en resonancia (C) y
alcance (D), aguja (puntas de flecha vacías). Dirigir la aguja de posterior a anterior observando como la punta
queda en profundidad y proximidad al nervio tibial (puntas de flecha amarillas).
Figura 23. Bloqueo del nervio sural transversal en plano. Posicionamiento (A y B), trayecto en resonancia (C) y
alcance (D), aguja (puntas de flecha). Dirigir la aguja de lateral a medial observando como la punta queda en
profundidad y proximidad al nervio sural (punta de flecha amarilla).
4 EVIDENCIAS Y REVISIÓN DE TÉCNICAS
No existe bibliografía de calidad sobre estas
técnicas. El principal estudio realizado es el de
Berona (Berona, 2017) con cadáveres en el que
compara la efectividad de las inyecciones de pie
y tobillo guiadas por referencias anatómicas y
guiadas por ultrasonido. Junto con el estudio
de Daniels (Daniels, 2018), encuentran en las
ecoguiadas un 100% de acierto mientras las
guiadas por referencia anatómica, oscilan entre
el 58% (Smith, 2010) y el 85% (Wisniewski,
2010) con un nivel de evidencia 2.
Un estudio de cohortes (Khosla, 2009) encuentra
un 100% de efectividad tanto en ecoguiada
como en referencia anatómica en un
grupo de 100 infiltraciones de tobillo.
Gonçalves et al. (Gonçalves, 2011) encontraron
una eficacia excelente en las inyecciones
ecoguiadas tanto de la articulación tibio-talar
como de la tarso-metatarsiana, y el
100% de los pacientes mostraron una mejoría
clínica después del procedimiento.
Los estudios de Wempe (Wempe, 2012) y
Reach (Reach, 2009) también se unen al 100%
de efectividad de las infiltraciones ecoguiadas
con un nivel 2 de evidencia.
211
5 ALERTAS
En general evitar infiltrar si la resistencia a la entrada de medicamento es alta. En estos casos es preciso
cambiar de plano.
En el bloqueo del nervio tibial se debe tener cuidado con la compresión excesiva que puede hacer
desaparecer las venas con el consiguiente riesgo de punción vascular.
El nervio sural suele ir acompañado de la vena safena menor, evitar su punción. La misma es muy
sensible al colapso con la presión de la sonda.
6 RECOMENDACIONES Y TRUCOS
La localización de pequeños derrames peritendinosos puede servirnos como referencia para colocar
la medicación en el mismo espacio. Visualizar esto es más fácil si evitamos presionar mucho con la
sonda ecográfica durante la exploración.
En tendones con calibre grueso como en Aquiles debemos infiltrar preferiblemente en dos planos,
superficial y profundo.
Elegir la aguja después de localizar con la ecografía la profundidad a la que se encuentra la estructura
que se quiere tratar.
En los bloqueos nerviosos emplear agujas específicas para los mismos (bisel romo).
212
7 NUEVAS TENDENCIAS
En el dolor refractario de tobillo y especialmente
de pie (Alain, 2019) se recomienda
valorar realizar un bloqueo tibial (Fig. 22)
como adyuvante (Wang, 2014) a la infiltración
local de corticoides en la estructura lesionada.
La proloterapia o tenotomía con dextrosa
aplicada a las lesiones de Aquiles parece ser
una opción terapéutica (Singh, 2018; Akoh,
2019).
Valorar el papel de la posible lesión del ligamento
spring (calcáneo-navicular), en el
dolor refractario de pie. Este ligamento es
el principal estabilizador estático del arco
plantar medial (Kelly, 2019) junto con la
fascia plantar, ayudados desde el punto de
vista dinámico por el tendón tibial posterior.
La lesión de este ligamento puede ser
aislada o asociada a la estesopatía del tibial
posterior, presentándose como dolor, a la
deambulación y especialmente en apoyo
monopodal de puntillas, en el centro del
arco plantar medial (Bastias, 2018).
Las técnicas intervencionistas pueden tener
un papel significativo en este cuadro clínico.
213
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Treatment of Non insertional Achilles Tendinopathy. Foot Ankle Clin. Sep;24(3):495-504.
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215
216 C. Samitier - A. Galván - A. Carreira
CAPÍTULO 09
PIE
F. Juan - J. Figueroa - F. Reina
1
2
3
4
5
6
7
CLAVES ANATÓMICAS
CLAVES ECOGRÁFICAS
PATOLOGÍA DEL PIE E INTERVENCIONISMO
Síndrome del seno del tarso
Artropatía metatarsofalángica primer dedo
Enfermedad de Freiberg
Neuroma de Morton
Fascitis plantar
Tenosinovitis flexores del pie
Metatarsalgia
EVIDENCIAS Y REVISIÓN DE TÉCNICAS
ALERTAS
RECOMENDACIONES Y TRUCOS
NUEVAS TENDENCIAS
217
1 CLAVES ANATÓMICAS
Desde el punto de vista funcional, en el pie
se distinguen tres zonas fundamentales:
- Retropié: formado por astrágalo y calcáneo.
- Mediopié: formado por escafoides, cuboides
y las tres cuñas.
- Antepié: formado por metatarsianos y falanges
(Fig. 1).
Cada una de estas partes está formada por
varias articulaciones: subastragalina (astrágalo-calcánea),
las articulaciones transversas
del tarso formadas por la articulación astrágalo-escafoidea
en la porción interna y la calcáneo-cuboidea
en la porción externa (articulación
de Chopart). El escafoides se articula
también con las tres cuñas. Más distalmente
el cuboides y las tres cuñas se articulan con
los metatarsianos (articulación de Lisfranc) y
por último se encuentran las articulaciones
metatarsofalángicas y las interfalángicas.
Para facilitar la compresión de la anatomía
ecográfica es útil la división del pie en cara
dorsal y plantar.
Cara dorsal
Se distinguen los tendones extensores, el
músculo pedio y una serie de ligamentos.
Tendones extensores: el tibialis anterior
que se inserta en la primera cuña y en la base
del primer metatarsiano, el extensor hallucis
longus que se inserta en la base de la falange
distal y el extensor digitorum longus que se
inserta en la base de la falange distal de los
dedos trifalángicos.
El músculo pedio: formado por la unión
del extensor digitorum brevis y extensor
hallucis brevis. Es un músculo corto que
se divide en cinco tendones, cuatro que se
insertan en las falanges medias de los dedos
primero, segundo, tercero y cuarto y un
quinto que corresponde al del extensor hallucis
brevis. Discurren profundos a los ten-
Figura 1. Anatomía de la cara dorsal y lateral del pie. A: Tibialis anterior (TA), extensor digitorum longus (EDL),
extensor hallucis longus (EHL) y músculo extensor digitorum brevis (EDB). B: ligamentos astrágalo navicular/
escafoideo (AN), bifurcato (Bif), calcáneo-cuboideo dorsal (CCD), peroneo-astragalino anterior (PAA), tibio-peroneo
ántero-inferior (TPai), seno del tarso (ST), astrágalo (As) y calcáneo (Ca).
218
PIE
219
dones del extensor digitorum longus.
Ligamentos: en esta región hay gran cantidad
de ligamentos siendo de destacar el
ligamento astrágalo-escafoideo en la zona
superior y el calcáneo-escafoideo plantar (ligamento
spring) que sostiene la cabeza del
astrágalo y que contribuye a estabilizar el
arco longitudinal interno.
Cara plantar
La piel que cubre la planta del pie es mucho
más gruesa que la del dorso y recubre
una capa de panículo adiposo que también
es más grueso en la porción posterior y que
constituye la almohadilla del talón.
En un plano más profundo que el tejido celular
subcutáneo se encuentra la fascia plantar
que está formada por tres bandas: una
banda central que es la más larga y gruesa,
una banda interna y otra externa. La banda
central se origina en el tubérculo medial de
la tuberosidad del calcáneo y se divide a su
vez en cinco bandas en la porción media del
metatarso, para insertarse en la base de las falanges
proximales de los dedos, cubriendo el
tendón del flexor digitorum brevis. La banda
medial cubre al abductor hallucis y la lateral
cubre al abductor digiti minimi (Fig. 2).
Los músculos intrínsecos de la cara plantar
del pie se organizan en cuatro capas:
Primera capa: la zona central está formada
por el flexor digitorum brevis que se
origina en la tuberosidad del calcáneo y la
apófisis medial, inmediatamente por debajo
de la fascia y distalmente se divide en cuatro
tendones que se insertan en las falanges
medias de los dedos 2º a 5º. Medialmente
se encuentra el abductor hallucis que también
se origina en la tuberosidad y apófisis
medial del calcáneo y se inserta en la falange
proximal del primer dedo. Lateralmente se
encuentra el abductor digiti minimi que se
origina en la tuberosidad del calcáneo y apófisis
lateral y se inserta en la base de la falange
proximal del quinto dedo (Fig. 2).
Segunda capa: aquí se encuentran los tendones
del flexor hallucis longus y del flexor
digitorum longus. Ambos tendones se cruzan
para llegar a sus inserciones en las falanges
distales del primer dedo y del segundo a quinto
dedos respectivamente. Esta zona de cruce
se denomina nodo de Henry y puede ser
asiento de patología por fricción entre ambos
tendones. Los músculos de esta segunda capa
lo conforman el quadratus plantae que se origina
en el calcáneo y se inserta a lo largo de
la cara lateral del tendón del flexor digitorum
longus. Los cuatro músculos lumbricales se
originan en la cara medial de los cuatro tendones
del flexor digitorum longus y se insertan
en las falanges proximales llegando mediante
una expansión a las bandeletas extensoras de
los dedos segundo a quinto (Fig. 2).
Figura 2. Anatomía de la cara plantar del pie. A: Fascia plantar con sus bandas central (FC), lateral (FL) y medial
(FM). Abductor digiti minimi (ADM), abductor hallucis (AH). B: Primera capa. Flexor digitorum brevis (FDB), abductor
digiti minimi (ADM) y abductor hallucis (AH). C: Segunda capa. Quadratus plantae (QP), flexor digitorum
longus (FDL), flexor hallucis longus (FHL) y lumbricalis (L). D: Tercera capa. Flexor hallucis brevis (FHB), aductor
hallucis, cabeza oblicua (AHO), y cabeza trasversa (AHT), abductor digiti minimi (ADM). E: Cuarta capa. Interossei
dorsales (ID), interossei plantares (IP), peroneo longus (PL) y tibialis posterior (TP).
220 F. Juan - J. Figueroa - F. Reina
Tercera capa: lo forman el flexor hallucis
brevis, el flexor digiti minimi brevis y el
aductor hallucis. El flexor hallucis brevis se
origina en el cuboides, tercera cuña y expansiones
del tendón tibial posterior y próxima
a su inserción se divide en dos cabezas, una
medial y otra lateral insertándose en la falange
proximal del primer dedo. El flexor digiti
minimi brevis se origina en la base del quinto
metatarsiano y se inserta en la base de la
falange proximal del quinto dedo en su cara
plantar. El aductor hallucis está compuesto
por dos porciones, una transversal y otra
oblicua, ambas se unen para insertarse en la
cara medial de la falange proximal del primer
dedo (Fig. 2).
Cuarta capa: es la más profunda y está
formada por los interossei dorsales y plantares,
el tendón del peroneo longus y las
expansiones plantares de la inserción del
músculo tibialis posterior. Los músculos interossei
dorsales son cuatro músculos que se
originan en las superficies adyacentes de las
diáfisis metatarsianas y se insertan en la cara
lateral de la base de las falanges proximales
de los dedos segundo, tercero y cuarto, a excepción
del primero que se inserta en la cara
medial de la falange proximal del segundo
dedo. Los músculos interossei plantares son
tres y se encuentran inmediatamente por debajo
de los dorsales, se originan en las caras
mediales del tercer, cuarto y quinto metatarsianos
y se insertan en la cara medial de la
base de las falanges proximales de los mismos
dedos (Fig. 2).
2 CLAVES ECOGRÁFICAS
Posición del paciente
Para la exploración ecográfica de la cara
dorsal pie se coloca al paciente en decúbito
supino con la rodilla flexionada en 45º y con la
planta del pie apoyada en la camilla, lo que da una
ligera flexión plantar. Para la exploración de la
planta del pie se puede colocar el paciente en
decúbito supino con la pierna cruzada apoyada
en la contralateral o en decúbito prono
con el pie colgando por fuera de la camilla
(Fig. 3 y 4).
Figura 3. Posiciones para la exploración del pie. Cara dorsal (A), cara posterior (B), cara lateral (C) y cara medial (D).
Figura 4. Posiciones para la exploración del pie. Variantes para la cara plantar.
221
222 F. Juan - J. Figueroa - F. Reina
En el dorso del pie se utilizan frecuencias
muy altas, mientras que en la planta del pie se
utilizan frecuencias más bajas por el grosor de la
piel y la atenuación que produce la almohadilla
grasa plantar.
Cara dorsal
Se inicia la exploración en la articulación mediotarsiana,
se desplaza la sonda en eje longitudinal
localizando los ligamentos dorsales del
mediopié. Se aprecia el espacio entre astrágalo y
escafoides del tarso (Fig. 5).
Siguiendo más a distal se observan los espacios
metatarsofalángicos e interfalángicos y se exploran
la articulación metatarsofalángica del primer
dedo (Fig. 6) y las articulaciones metatarsofalángicas
de los dedos.
Cara lateral
Se favorece la inversión con ayuda de una
toalla o rulo para estirar los ligamentos laterales
y permitir el contacto de la superficie del
pie y la sonda. Se insinúa la articulación subastragalina
y los tendones peroneos. La visuali-
Figura 5. Exploración cara dorsal pie, articulación medio-tarsiana. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen de resonancia
sagital. C: Imagen ecográfica. D: Astrágalo (As), escafoides (Es) y ligamento astrágalo navicular (AN) o astrágalo escafoideo.
Figura 6. Exploración cara dorsal pie, articulación metatarsofalángica primer dedo. A: Posicionamiento anatómico.
B: Imagen de resonancia sagital. C: Imagen ecográfica. D: Metatarso (MT) y falange proximal primer dedo (F).
PIE
223
Figura 7. Exploración cara lateral pie, seno del tarso. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen de resonancia
coronal. C: Imagen ecográfica. D: Seno del tarso (ST), astrágalo (As) y calcáneo (Ca).
zación del seno del tarso se realiza en la misma
posición (Fig. 7).
Planta del pie
La exploración de la planta del pie se inicia
en longitudinal localizando el hueso calcáneo
y sobre él la inserción de la fascia plantar. Se
aprecia la grasa plantar. Se gira la sonda 90º para
realizar corte transversal de fascia (Fig. 8 y 9).
Figura 8. Exploración fascia plantar longitudinal. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen de resonancia sagital.
C: Imagen ecográfica. D: Fascia plantar (FP) y calcáneo (Ca).
224 F. Juan - J. Figueroa - F. Reina
Figura 9. Exploración fascia plantar transversal. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen de resonancia coronal.
C: Imagen ecográfica. D: Fascia plantar (FP) y calcáneo (Ca).
Continuando la exploración a distal, en
tercio medio de la planta de pie (Fig. 10) se
localiza la musculatura intrínseca y el cruce
de los tendones del flexor hallucis longus
y del flexor digitorum longus (nodo de
Henry). Si se desplaza el corte más distal y
Figura 10. Exploración cara plantar pie transversal, zona de arco plantar. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen
de resonancia coronal. C: Imagen ecográfica. D: Flexor digitorum brevis (FDB), abductor hallucis (AH), quadratus
plantae (QP) y nodo de Henry (NH).
PIE
225
Figura 11 Exploración cara plantar pie transversal sobre primer dedo. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen
de resonancia coronal. C: Imagen ecográfica. D: Abductor hallucis (AH), tendón del abductor hallucis (TAH),
tendón flexor hallucis longus (TFhl), flexor hallucis brevis (Fhb), aductor hallucis (Ah) y metatarsiano (Mt).
medial se verá el abductor, aductor y flexor
hallucis brevis (Fig. 11).
Por último, se explora la base de los metatarsianos
por cara plantar (Fig. 12).
Figura 12. Exploración metatarsiana plantar transversal. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen de resonancia
coronal. C: Imagen ecográfica. D: Tendón flexor (Tf), placa plantar (PP) y cabeza metatarsiano (Mt).
226 F. Juan - J. Figueroa - F. Reina
Cara medial:
Se estudia fundamentalmente el túnel del
tarso (Fig. 13). Colocando la sonda posterior
al maléolo medial, se observarán los tendones
de: tibialis posterior, flexor digitorum longus
y flexor hallucis longus. Por encima de este
último el paquete vásculo nervioso con arteria
y venas tibiales posteriores y nervio tibial.
Figura 13. Exploración cara medial pie, túnel del tarso. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen de resonancia
axial. C: Imagen ecográfica. D: Tendones de tibialis posterior (TP), flexor digitorum longus (FDL) y flexor hallucis
longus (FHL). Arteria y venas tibiales posteriores (A y V), nervio tibial (NT) y calcáneo (Ca).
3 PATOLOGÍA DEL PIE E INTERVENCIONISMO
Síndrome del seno del tarso
El seno del tarso tiene una forma anatómica
de cono que se abre en la parte ántero-lateral
del tobillo, localizado entre el astrágalo y el calcáneo.
El contenido del seno del tarso es grasa,
ligamentos, nervios y vasos. Los ligamentos
tienen la función del control de la movilidad
calcáneo-astragalina mediante el ligamento
cervical, el interóseo y las raíces medial e intermedia
del retináculo extensor inferior.
El síndrome del seno del tarso es una entidad
caracterizada por dolor en la región
ántero-lateral de tobillo, generalmente secundario
a traumatismo. Puede ser que se
produzca una inestabilidad subastragalina
debida a lesión de ligamentos, con sinovitis
e infiltración fibrótica. La incidencia de este
síndrome es desconocida, se ve sobre todo
en pacientes con esguinces crónicos de tobillo.
Se manifiesta por dolor selectivo en el
seno del tarso e inestabilidad a la exploración
de la articulación astrágalo-calcánea. Se necesita
la resonancia magnética nuclear para
su correcto diagnóstico.
El estudio ecográfico se realiza con ligera
eversión del pie. Se puede realizar en longitudinal
o transversal o colocando la sonda en
plano coronal y oblicuo para visualizar adecuadamente
el espacio.
La infiltración puede plantearse en pacientes
con dolor de pie lateral compatible con
síndrome del seno del tarso, que sea refractario
a medidas conservadoras. Un estudio
realizado en cadáveres demostró una tasa de
éxito del 90% de la infiltración ecoguiada en
comparación con la infiltración basada en la
palpación que obtuvo una precisión del 35%
(Wisnieswski, 2010).
Posición de la sonda: longitudinal con vista
de astrágalo, calcáneo y seno de tarso.
Alcance: aguja fuera de plano, de anterior
a posterior, dirigida en dirección al maleolo
tibial. Es necesario atravesar el músculo extensor
digitorum brevis (Fig. 14).
Artropatía metatarsofalángica primer
dedo
La artropatía de la articulación metatarsofalángica
del primer dedo o hallux rigidus
constituye la segunda patología más frecuente
de dicha articulación tras el hallux valgus
y es la artrosis más frecuente del pie y tobillo
afectando al 2,5-5% de la población mayor
de 50 años, siendo más predominante en
mujeres. Su etiología no está bien establecida,
aunque la mayoría de los autores consideran
los microtraumatismos y la sobrecarga
mecánica como las causas más relevantes. Su
diagnóstico es eminentemente clínico: dolor
articular de características mecánicas con
disminución de la flexo-extensión del primer
dedo. La radiología muestra deformidad
articular con pinzamiento de la interlínea
y presencia de osteofitos. Ecográficamente
pueden encontrase irregularidades corticales,
estrechamiento del espacio articular, osteofitos,
calcificaciones e hipertrofia sinovial.
La infiltración guiada por ecografía podría
ser una opción terapéutica muy interesante
para estadíos precoces o en pacientes que no
sean candidatos a la cirugía.
El abordaje en eje largo fuera de plano
para lograr un acceso óptimo a la articulación
evitando las estructuras neurovasculares
y tendinosas adyacentes.
Intervencionismo
Longitudinal fuera de plano.
Posición del paciente: en decúbito supino
o lateral apoyado sobre el lado contralateral
con almohada o toalla para producir inversión
de pie.
Intervencionismo
Abordaje en el eje longitudinal o fuera de
plano.
Posición del paciente: decúbito supino
con la rodilla flexionada y el pie apoyado
sobre la camilla.
227
228 F. Juan - J. Figueroa - F. Reina
Figura 14. Infiltración seno del tarso fuera de plano. Posicionamiento (A y B), trayecto en resonancia (C) y alcance
(D), aguja (punta de flecha). Dirigir la aguja en dirección al maleolo tibial. Astrágalo (As) y calcáneo (Ca).
Posición de la sonda: en la cara dorsal de
la primera articulación metatarsofalángica,
longitudinal al primer radio.
Alcance: preferiblemente de medial a lateral,
aguja fuera de plano. Sólo se visualiza la
punta y zona de alcance al inyectar (Fig. 15).
Figura 15. Infiltración articulación metatarsofalángica longitudinal fuera de plano. Posicionamiento (A y B), trayecto
en resonancia (C) y alcance (D), aguja (punta de flecha). Metatarsiano (Mt) y falange (Fa).
PIE
229
Figura 16. Infiltración enfermedad de Freiberg longitudinal fuera de plano. Posicionamiento (A y B), trayecto en
resonancia (C) y alcance (D), aguja (punta de flecha). Metatarsiano (Mt) y falange (Fa).
Enfermedad de Freiberg
Consiste en una necrosis avascular u osteocondrosis
que se presenta en las cabezas
de los metatarsianos predominantemente
del segundo. Más frecuente en mujeres.
Hoy se cree que la causa es multifactorial
influyendo fundamentalmente la alteración
de la vascularización y los traumatismos
repetidos relacionados con alteraciones en
la biomecánica del pie. Los síntomas son
bastante inespecíficos causando dolor y tumefacción
en la cabeza de los metatarsianos.
En los estadios avanzados se diagnostica
fácilmente mediante una radiografía simple.
Desde el punto de vista ecográfico se
puede encontrar aplanamiento de la cabeza
metatarsiana con pérdida de la convexidad,
cambios degenerativos secundarios, ensanchamiento
del espacio articular, derrame
articular y ocasionalmente cuerpos libres
intrarticulares.
En la mayoría de los casos en las fases iniciales
de la enfermedad los pacientes responden
al tratamiento conservador: modificaciones
en el calzado (suela gruesa con balancín),
plantillas de descarga o infiltraciones.
Intervencionismo
Abordaje en eje longitudinal fuera de
plano
Posición del paciente: decúbito supino con
la rodilla flexionada y el pie apoyado sobre la
camilla.
Posición de la sonda: en la cara dorsal de
la segunda articulación metatarsofalángica,
longitudinal al segundo metatarsiano.
Alcance: preferiblemente de medial a lateral,
aguja fuera de plano. Sólo se visualiza la
punta y zona de alcance al inyectar (Fig. 16).
Abordaje longitudinal en plano
Posición del paciente: decúbito supino con la
rodilla flexionada y el pie apoyado sobre la camilla.
Posición de la sonda: en la cara dorsal de
la segunda articulación metatarsofalángica,
longitudinal al segundo metatarsiano.
Alcance: aguja en plano de cefálico a caudal
dirigida al espacio articular.
230 F. Juan - J. Figueroa - F. Reina
Figura 17. Exploración neuroma Morton. A: Posicionamiento anatómico. B: Imagen de resonancia sagital. C:
Imagen ecográfica. D: ligamento intermetatarsiano profundo (LIMP), bursa, nervio interdigital (NID), neuroma de
Morton (NM) y sombra del dedo explorador.
Neuroma de Morton
Es la causa más común de dolor interdigital.
Se trata de una neuropatía degenerativa del
nervio digital común plantar de etiología mecánica.
Se presenta como una masa fibrótica perineural
asociada a proliferación vascular y degeneración
axonal. Suele localizarse en el tercer
espacio interdigital, donde el nervio digital es
más grueso y el espacio es más estrecho. Habitualmente
se manifiesta como un dolor entre
el tercer y cuarto metatarsiano con irradiación
distal que empeora al llevar tacones altos, zapatos
estrechos y al caminar. Ecográficamente
se manifiesta como una masa hipoecogénica
fusiforme en el eje longitudinal y redondeada
en el eje transversal. El signo de Tinel ecográfico
o ecopalpación (palpación digital ecoguiada)
demuestra la presencia de dolor con signo de
reconocimiento por parte del paciente reproduciendo
el dolor y las parestesias. La maniobra
de compresión digital de plantar a dorsal
expone más fácilmente el neuroma (Fig. 17).
Intervencionismo.
Abordaje longitudinal en plano.
Abordaje intermetatarsiano.
Se realiza de forma similar al abordaje dorsal
pero la aguja entra a través de la comisura
interdigital.
Posición del paciente: decúbito supino con
el talón y mediopié apoyados en un soporte y
el antepié al aire.
Posición de la sonda: en la cara dorsal, sonda
longitudinal en el espacio intermetatarsiano
en cuestión.
Alcance: aguja en plano, entra a través de la
comisura interdigital, paralela a la sonda. Podemos
ayudarnos con un asistente forzando
la separación del espacio interdigital (Fig. 18).
Fascitis plantar
El dolor en la planta del pie puede ser debido
a múltiples causas. Se estima que el 7% de la
población padece al menos una vez en la vida
dolor plantar. La fascitis plantar es una de las
causas más frecuentes de dolor en la cara medial
y en el talón. Habitualmente los síntomas
se inician al apoyar el pie por la mañana o después
de un periodo de inactividad. Empeora
a lo largo del día. Suele ocurrir entre los 45 y
65 años. Muy frecuente en “runners” activos
(Gutteck 2019).
PIE
231
Figura 18. Infiltración neuroma de Morton. Posicionamiento (A y B), trayecto en resonancia (C) y alcance (D),
aguja (puntas de flecha). Incidir con la aguja a través de la comisura interdigital. Neuroma (*).
Factores como el acortamiento de los músculos
gastrocnemius, sobrepeso, sedentarismo,
deformidades del pie, etc. favorecen su
aparición. Cerca del 87% de los pacientes con
fascitis plantar tienen acortamiento del gastrocnemius
produciéndose una limitación de la flexión
dorsal del pie, que fuerza al calcáneo a la
pronación. No hay relación entre el espolón
calcáneo y la severidad clínica de la fascitis. En
los pacientes con síntomas de fascitis plantar
es recomendable realizar una radiografía para
descartar enfermedad ósea y analíticas específicas
para descartar causas que producen clínica
similar: síndrome de Reiter, contusión, osteomielitis
y fracturas de calcáneo, entre otras.
Para la exploración ecográfica se coloca el
transductor en el eje largo a nivel de la tuberosidad
del calcáneo y se realiza un barrido
de medial a lateral. En condiciones normales
se objetiva una banda hiperecoica y uniforme
de un grosor de 2-4 mm. Los hallazgos patológicos
más frecuentes incluyen la alteración de
la ecogenicidad, el engrosamiento e incluso la
rotura. Posteriormente se pasa al eje corto para
localizar la porción más proximal. Ecográficamente
se admite que una fascia de más de 4
mm. es indicativo de fascitis plantar, pero se ve
también en el 21% de los pacientes asintomáticos.
Hay que diferenciarla de la fibromatosis
plantar que aparece más engrosada distalmente,
y de contusiones en la grasa plantar y del
síndrome de la grasa parda plantar aislada o
asociado a fascitis hasta en un 10% de los casos.
Intervencionismo
La tasa de respuesta positiva en las infiltraciones
ecoguiadas de la fascitis plantar es de
más 93%, frente al 80% guiadas por referencias
anatómicas (Kane, 1998).
Es fundamental infiltrar en el interior de la
grasa plantar para evitar la lipólisis que condicionaría
un aumento del dolor.
Abordaje longitudinal en plano
Posición del paciente: tenemos dos posibilidades.
- En decúbito prono con miembro inferior
en extensión y pie colgando por fuera de
la camilla.
- En decúbito supino, miembro inferior
a infiltrar con rodilla flexionada
en 45º, y rotación externa de cadera,
apoyado en el miembro inferior
contralateral para exponer el borde medial
del talón.
232 F. Juan - J. Figueroa - F. Reina
Posición de la sonda: en eje largo o en plano,
en longitudinal sobre fascia (Fig. 19).
Alcance: sonda sobre zona de inserción de
fascia plantar en calcáneo. Aguja en plano, de
distal a proximal. Se localiza la fascia en longitudinal
y se introduce la aguja en el plano de la
sonda atravesando la piel plantar hasta alcanzar
la región perifascial. También puede abordarse,
aunque es más doloroso, de proximal a distal.
Abordaje transversal en plano (recomendado
por los editores).
Posición del paciente: en decúbito prono o
en supino.
Posición de la sonda: en eje largo o en plano,
en transversal sobre fascia (Fig. 20).
Alcance: sonda sobre zona de inserción de
fascia plantar en su inserción en calcáneo.
Aguja en plano, de medial a lateral. Se localiza
la fascia en el plano longitudinal y se pasa a
transversal. Se introduce la aguja en el plano
de la sonda hasta alcanzar la región perifascial.
Es la vía de abordaje más común.
Tenosinovitis flexores del pie
Las tenosinovitis pueden ser de origen inflamatorio
o mecánico. A nivel del antepié la
artritis reumatoide puede provocar la inflamación
de los tendones flexores de los dedos, en
este caso lo habitual es una tenosinovitis del
flexor digitorum longus. Las de origen mecánico
son la causa más frecuente de problemas
en los tendones de la planta del pie, se trata
de una lesión por sobreuso que clínicamente
se caracteriza porque es más dolorosa a la palpación
que al estiramiento pasivo del tendón.
La tenosinovitis del flexor hallucis longus es la
más frecuente, normalmente ocurre en el tobillo
posterior, aunque puede manifestarse en
cualquier parte de su recorrido debido al compromiso
de espacio, al pasar este por múltiples
estructuras y estar sometido a una importante
carga mecánica. La rotura completa es más
frecuente en individuos jóvenes que practican
deportes que someten al pie a importantes
tracciones y compresiones como son el ballet,
gimnasia rítmica, fútbol o la maratón. La rotura
distal puede producirse de forma aguda con
una dorsiflexión forzada de la falange distal del
primer dedo. Otras causas son las laceraciones
iatrogénicas posquirúrgicas, enfermedades sistémicas
(diabetes, artropatías) que pueden predisponer
a degeneración y rotura tendinosa.
Ecográficamente se puede apreciar en los
Figura 19. Infiltración fascia plantar longitudinal en plano. Posicionamiento (A y B), trayecto en resonancia (C) y alcance
(D), aguja (gris). Dirigir la aguja de distal a proximal a la profundidad de la fascia plantar (Fp). Calcáneo (Ca).
PIE
233
Figura 20. Infiltración fascia plantar transversal en plano. Posicionamiento (A y B), trayecto en resonancia (C) y
alcance (D), aguja (gris). Dirigir la aguja de medial a lateral la profundidad de la fascia plantar (Fp). Calcáneo (Ca).
tendones del flexor digitorum longus y del flexor
hallucis longus contenido de líquido dentro
de la vaina del tendón (recordar que puede
ser fisiológico), engrosamiento de la vaina sinovial
con o sin vascularización aumentada. Se
debe usar Doppler color para la evaluación ya
que puede diferenciar entre el engrosamiento
sinovial, que es más sugestivo de enfermedad
crónica o colección de líquido, más indicativo
de tenosinovitis aguda.
Intervencionismo
Existen diferentes abordajes dependiendo
de la localización de la patología. Aquí haremos
referencia a los de uso más común.
Tendones flexor digitorum longus/ flexor
hallucis longus.
Abordaje transversal en plano.
Posición del paciente: decúbito prono con
el tobillo reposando sobre una toalla.
Posición de la sonda: en la cara plantar,
sonda transversal y ligeramente oblicua a nivel
del arco medial del pie.
Alcance: aguja en plano de medial a lateral
dirigida a la intersección (nudo de Henry)
del flexor digitorum longus y flexor hallucis
longus (Fig. 21).
Tendón del flexor hallucis longus a nivel
de la articulación metatarsofalángica.
Abordaje transversal en plano.
Posición del paciente: decúbito prono con
el tobillo reposando sobre una toalla.
Posición de la sonda: en la cara plantar,
sonda transversal a nivel de la articulación
metatarso falángica del primer dedo.
Alcance: aguja en plano de medial a lateral
dirigida a la vaina tendinosa del flexor hallucis
longus (Fig. 22).
Metatarsalgia
El término “metatarsalgia” hace referencia
a la presencia de dolor en la región metatarsiana.
Incluye múltiples patologías: patología
degenerativa articular, neuroma de Morton,
enfermedad de Freiberg, fracturas por estrés
de los metatarsianos, alteración de la placa
plantar de las articulaciones metatarsofalán-
234 F. Juan - J. Figueroa - F. Reina
Figura 21. Infiltración transversal en plano de los flexores, nodo de Henry. Posicionamiento (A y B), trayecto en
resonancia (C) y alcance (D), aguja (puntas de flecha). Dirigir la aguja de medial a lateral.
Figura 22. Infiltración transversal en plano tendón flexor hallucis longus, nivel metatarsiano. Posicionamiento (A y B),
trayecto en resonancia (C) y alcance (D), aguja (puntas de flecha). Dirigir la aguja de medial a lateral a la vaina tendinosa.
PIE
235
gicas, sesamoiditis y bursitis adventiciales,
entre otras. Algunas de estas patologías ya
han sido vistas en este capítulo por lo que se
hará referencia a la bursitis adventiciales que
pudieran ser de interés para el intervencionismo
ecoguiado.
Este tipo de bursitis se relaciona con bursas
que se forman de “novo” en adultos en
zonas donde el tejido celular subcutáneo está
expuesto a la fricción y presión. Se relacionan
con el sobreuso y no tienen relación directa
con antecedentes traumáticos. En pacientes
asintomáticos suelen localizarse bajo la cabeza
del primer metatarsiano (70%) y quinto
metatarsiano (61%) puesto que, en condiciones
normales, la presión del pie está soportada
por el talón y las cabezas del primer y quinto
metatarsiano. En pacientes sintomáticos, se
localizan con mayor frecuencia bajo el segundo
y tercer metatarsiano. Ecográficamente se
manifiestan como zonas heterogéneas en la
grasa parda bajo las cabezas metatarsianas, representando
fibrosis, o bien como cavidades
líquidas acompañadas de cambios inflamatorios
en la grasa circundante.
Intervencionismo
Abordaje transversal en plano.
Posición del paciente: decúbito prono con
el tobillo reposando sobre una toalla.
Posición de la sonda: en la cara plantar,
sonda transversal a nivel de la articulación
metatarsofalángica en cuestión.
Alcance: aguja en plano de medial a lateral
dirigida a bursa (Fig. 23).
Figura 23. Infiltración bursitis adventicial. Posicionamiento (A y B), trayecto en resonancia (C) y alcance (D),
aguja (gris). Dirigir la aguja de medial a lateral a la bursa adyacente (*) al tendón flexor (Tf). Placa plantar (Pp)
y metatarsiano (Mt).
4 EVIDENCIAS Y REVISIÓN DE TÉCNICAS
La guía ecográfica para la infiltración de la
fascia plantar fue descrita por Kane, quién también
encontró una tasa de respuesta positiva
con la infiltración ecoguiada de corticoides del
93% frente a un 80% en las guiadas por la palpación
(Kane, 2001).
El procedimiento es seguro, pero se han descrito
roturas de la fascia con corticoides (David,
2017). La infiltración ecoguiada de la fascia plantar
suele realizarse perifascial. El 80-100% de
los pacientes mejora, con reducción del engrosamiento
y la hipoecogenicidad (Kayhan, 2011).
La infiltración intrafascial es la técnica más reportada,
aunque presenta un riesgo aumentado
de rotura de la fascia y es más dolorosa. Se recomienda
infiltrar la fascia proximal o más profundo
para minimizar las roturas o atrofia grasa
(McNally, 2011). En caso de clínica por afectación
de la primera rama del nervio plantar lateral
o afectación del flexor digitorum brevis está más
indicada la infiltración profunda que la superficial
(Maida, 2013).
En una revisión de la Cochrane de 2017 los
corticoides son superiores al placebo o no hacer
nada (David, 2017). Los corticoides muestran
una eficacia similar al plasma rico en plaquetas
(PRP) (Aksinh, 2012).
En una reciente revisión de técnicas mínimamente
invasivas en el tratamiento de la fascitis
plantar (Al-Boloushi, 2019) los tratamientos
con ondas de choque, toxina botulínica tipo A
e infiltraciones de PRP son similares o comparables
a las infiltraciones con corticoides. Los
corticoides son el tratamiento más habitualmente
efectuado. No hay diferencia entre los
diferentes tipos de corticoides utilizados (Gaujoux-Viala,
2009). La toxina botulínica tipo A
en comparación con placebo tiene un efecto
más duradero en cuanto a la disminución del
dolor (Ahmad, 2017). Los PRP son tan efectivos
como los corticoides (Karimeced, 2017).
Las inyecciones de polydeoxyribonucleotido
(PDRN) han demostrado eficacia (Kim, 2015).
Hasta la fecha no hay estudios de calidad para
indicar punción seca ni electrolisis percutánea.
La guía ecográfica para la infiltración del
neuroma de Morton fue descrita por Markovic,
encontrando una resolución completa de
la clínica del 41% al mes y del 38% a los 9 meses
de la infiltración ecoguiada de corticoides
(Markovic, 2008).
En una reciente revisión de técnicas no quirúrgicas
en el tratamiento del neuroma de
Morton (Matthews, 2019), encontramos los
resultados más consistentes en la manipulación/
movilización y la infiltración con corticoides
(Tabla 1).
La guía ecográfica para la infiltración de la
articulación metatarsofalángica fue descrita por
Reach, con una tasa de éxito del 100% en la primera
y segunda articulación.
En relación al hallux rigidus se han descrito
numerosos tratamientos, pero la evidencia cien-
Tratamiento
Tipo de estudio
Eficacia
(Reducción del dolor)
Manipulación /movilización ECA Sí en 1,5 meses
Modificaciones en el calzado ECA No se reporta dolor
Ondas de choque ECA No en 1 mes
Plantillas con cuñas supinadoras/pronadoras ECA No en 12 meses
Infiltración de corticoides Metanálisis de 2 ECA Sí en 3-6 meses
Neurolisis química fenol/alcohol Serie de casos Sí en 12 meses
Radiofrecuencia Serie de casos Sí en 7 meses
Crioneurolisis Serie de casos No se reporta dolor
Toxina botulínica Serie de casos Sí en 3 meses
Tabla 1. Evidencia de los procedimientos no quirúrgicos en el neuroma de Morton. ECA: ensayo clínico aleatorizado.
236
PIE
237
tífica es escasa, no obstante, la mayoría de los
autores recomienda el tratamiento conservador
antes de plantear la cirugía. Se han descrito ejercicios
de tracción del eje del primer radio (Talarico,
2005), fortalecimiento del flexor hallucis
longus (Shamus, 2004) y musculatura corta
plantar, pero su evidencia es escasa. La revisión
sistemática de Cochrane del año 2010 solo encuentra
un artículo sobre un estudio aleatorizado
y controlado de dos diferentes terapias físicas
en 20 pacientes con hallux rigidus, aunque con
un nivel de evidencia débil (Zanmit, 2010). Las
dos revisiones sistemáticas sobre las manipulaciones
comunican un nivel de evidencia débil
para esta técnica (Brantingham, 2012). Se han
recomendado zapatos de puntera ancha, tacón
bajo, suela en balancín y ortesis plantar con
barra retrocapital con un grado de recomendación
moderado. Se han descrito técnicas como
la manipulación bajo anestesia e infiltración de
corticoide más anestésico, afirmando que son
efectivos en estadios iniciales siempre y cuando
no exista un osteofito dorsal prominente, que
claramente disminuye la respuesta clínica (Solan,
2001). Un estudio, compara la infiltración
de corticoides frente al ácido hialurónico demostrando
una disminución del dolor en ambos
grupos a corto plazo (3 meses) y una tendencia
a presentar menos dolor por más tiempo en el
grupo del hialuronato, sin embargo, aproximadamente
la mitad de los pacientes precisó cirugía
al año de seguimiento (Pons, 2007).
5 ALERTAS
El seno del tarso es una región anatómica muy vascularizada y debemos aspirar para evitar accesos
vasculares.
En la infiltración del neuroma de Morton existe riesgo de necrosis de la grasa subcutánea en la zona
de carga por lo que hay que intentar no aplicar el fármaco en la cara plantar del neuroma.
En la infiltración de la fascia plantar debe guardarse especial atención de que el corticoide no penetre
en el almohadillado plantar.
En la infiltración de la fascia plantar evitar la lesión del nervio calcáneo medio por abordaje demasiado
posterior.
6 RECOMENDACIONES Y TRUCOS
En la infiltración del neuroma de Morton, se recomienda la infiltración de la bursa intermetatarsiana
adyacente al neuroma.
En la infiltración de la fascia plantar, al ser un proceso doloroso se recomienda hacer un habón
anestésico subcutáneo y esperar unos segundos para continuar el procedimiento, incluso se puede
recomendar el bloqueo anestésico a la altura del nervio tibial por encima del canal tarsiano con 3 ml.
de anestésico local.
La infiltración de la fascia plantar utilizando el abordaje longitudinal en plano de distal a proximal
permite hacer punciones repetidas en la inserción ósea de la misma en la tuberosidad medial.
238
7 NUEVAS TENDENCIAS
En relación a la fascitis plantar y al neuroma
de Morton además de las infiltraciones y
tratamientos antes referidos se han publicado
técnicas innovadoras para manejo.
En el caso de la fascitis plantar cabe destacar
la microtenotomía por radiofrecuencia
bipolar (TOPAZ), en los últimos años se
han publicado varios artículos que avalan la
eficacia de esta técnica mínimamente invasiva
en fascitis plantar recalcitrante con mínimos
efectos secundarios.
De igual manera la cirugía ecoguiada ultramínimamente
invasiva, realizando perforaciones
de la fascia con una aguja bajo
control ecográfico se presenta como una
alternativa de gran interés en los pacientes
con fascitis plantar resistente a los tratamientos
conservadores y con grandes ventajas
con respecto a las técnicas quirúrgicas
clásicas.
En el caso del neuroma de Morton la neurolisis
con radiofrecuencia guiada por ecografía
se presenta como una alternativa a considerar
previa a la cirugía. Cada vez son más las publicaciones
que avalan la eficacia de esta técnica,
con escaso número de recidivas y complicaciones,
en pacientes con clínica resistente al
tratamiento conservador incluyendo los diferentes
tipos de infiltraciones (Masala, 2018).
Otra posibilidad sería el tratamiento con toxina
botulínica (Climent, 2013).
Al igual que en la fascitis plantar la cirugía
ecoguiada ultramínimamente invasiva permite
a través de una incisión mínima crear
espacio alrededor del neuroma, liberar las
adherencias y el tejido fibroso que lo rodea.
Dicha técnica se presenta como una alternativa
de gran interés en casos resistentes
al tratamiento conservador y en los últimos
tiempos empieza a sustituir cada vez más al
tratamiento quirúrgico estándar.
239
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241
242 F. Juan - J. Figueroa - F. Reina
CAPÍTULO 10
LESIONES DEPORTIVAS
C. Pedret - I. Iriarte
1
2
3
4
5
6
7
CLAVES ANATÓMICAS
CLAVES ECOGRÁFICAS
LESIONES DEPORTIVAS E INTERVENCIONISMO
Vaciado de hematomas
• Lesión del gastrocnemius medialis
• Hematoma a nivel de la musculatura isquiosural
• Lesión de la unión músculo-tendinosa proximal del adductor longus
• Lesión de la aponeurosis posterior del rectus femoris
Infiltración aductores
Infiltración a nivel del origen de la musculatura isquiosural
Infiltración peritendinosa tendón rotuliano
Infiltración síndrome de la cintilla iliotibial
Infiltración peritendinosa tendón de Aquiles
Infiltración de la bursa retrocalcánea
EVIDENCIAS Y REVISIÓN DE TÉCNICAS
ALERTAS
RECOMENDACIONES Y TRUCOS
NUEVAS TENDENCIAS
243
1 CLAVES ANATÓMICAS
Siempre que se habla de exploración e intervencionismo
ecográficos resulta imprescindible
acompañarlos de un amplio conocimiento
de la anatomía específica de cada región en
la que se va a realizar la técnica. Una de las
grandes ventajas de realizar los procedimientos
ecoguiados es saber exactamente dónde se
va a realizar la punción y evitar las estructuras
nobles que se pueden localizar en el trayecto
de la aguja (venas, arterias y nervios).
En este capítulo de intervencionismo en
lesiones deportivas o en patología deportiva
se irán tratando los aspectos básicos anatómicos
en el apartado concreto de cada una de las
lesiones.
2 CLAVES ECOGRÁFICAS
De igual manera que en el apartado de claves
anatómicas, las particularidades ecográficas
concretas de cada región y cada técnica se comentarán
en el apartado correspondiente.
Se recomienda en todos los pacientes con
patología deportiva, por regla general, realizar
un estudio ecográfico completo previo a la realización
del procedimiento intervencionista,
ya que se debe tener un mapa claro de cómo
se encuentra la región anatómica tras la lesión.
En muchos casos, la propia lesión varía la anatomía
y la sonoanatomía normal.
Algunas estructuras pueden verse desplazadas
debido a la presencia de hematomas o de
cicatrices en algunos casos voluminosas como
en ciertas tendinopatías de larga evolución, o
bien por la presencia de edema o líquido disperso.
244
3 LESIONES DEPORTIVAS E INTERVENCIONISMO
Resulta indispensable tener en cuenta que
la patología deportiva es extremadamente
variable y que no sigue un patrón de comportamiento
específico. Ésta dependerá de
cada deportista, de cada deporte, de cada papel
que juegue el deportista en ese mismo
deporte (los planteamientos pueden diferir
en caso de un jugador que juega de mediocentro
defensivo o de uno que es un delantero
explosivo) y de forma muy importante
del tipo de lesión y de la cantidad del tejido
conectivo afectado (Balius et al, 2018).
A continuación, se abordarán las principales
patologías deportivas que suelen ser susceptibles
de realizar un procedimiento invasivo
ecoguiado.
Vaciado de hematomas
El vaciado de hematomas es una de las
principales indicaciones en el intervencionismo
ecoguiado en patología y lesiones
deportivas. Los principios generales serán
siempre los mismos y variará únicamente la
forma de abordarlo en función de la región
afectada.
Lesión del gastrocnemius medialis
Se trata de una de las lesiones más frecuentes
del deporte, principalmente en el deportista
amateur. El paciente refiere un dolor
agudo a nivel de la inserción distal de la cabeza
medial del gastrocnemius (GM) explicado
en muchos casos “como una pedrada”,
incluso a veces con un chasquido audible.
Presenta impotencia funcional de manera
inmediata y claudicación de la marcha.
En la exploración el paciente presenta dolor
a la presión local de la región afectada con
tumefacción de la pantorrilla e incluso puede
aparecer una sufusión hemática a los 4 o
5 días.
La exploración ecográfica de la lesión del
gastrocnemius medialis debe realizarse en
la región más medial de la pierna, buscando
alteraciones estructurales y morfológicas,
así como la presencia de colecciones líquidas.
Es importante no realizar una excesiva
compresión con la sonda para no colapsar el
hematoma en caso de que éste exista y sea de
pequeño volumen.
Anatómicamente se trata de una región
particular ya que convergen las aponeurosis
del GM, la aponeurosis del soleus y el tendón
del plantaris (en caso de que esté presente).
Estas aponeurosis continúan distalmente
hasta conformar el tendón de Aquiles
(Delgado et al., 2002).
Los detalles más importantes a tener en
cuenta en la exploración ecográfica son las alteraciones
en el patrón de los septos fibroadiposos,
el estado de las distintas aponeurosis,
la presencia o ausencia de retracción de la cabeza
medial del gastrocnemio y la presencia o
ausencia de hematoma intermuscular. Resulta
también indispensable realizar una maniobra
activa de flexo-extensión del tobillo para observar
si la sincronía en el movimiento entre
el GM y el músculo soleus se mantiene con
normalidad o por el contrario se ve alterada.
Como medida pronóstica principal se considera
el grado de afectación de las distintas
aponeurosis (Fig. 1).
El procedimiento ecoguiado es especialmente
útil en el caso de que exista hematoma
intermuscular, que en ocasiones puede
llegar a ser muy voluminoso. En dichos
casos, si no se drena, puede derivar en una
cicatriz laminar fibrosa dolorosa que afecte
posteriormente la función normal del grupo
muscular.
Intervencionismo
Longitudinal en plano.
Posición del paciente: El paciente se sitúa
en decúbito prono con los pies colgando
fuera de la camilla para una mejor maniobrabilidad
y comodidad.
Posición de la sonda: La sonda se sitúa en la
región donde se observe mejor el hematoma, habitualmente
muy medial y longitudinal al GM.
Alcance: Aguja en plano para poder controlar
en todo momento el bisel. Generalmente
245
246 C. Pedret - I. Iriarte
Figura 1. Lesión del gastrocnemius medialis (GM). Posicionamiento medial de la sonda (A). Cortes anatómico y ecográfico
(B,C,D). Se observa un amplio hematoma entre su aponeurosis (ApGM) y la aponeurosis (ApS) del soleus (S).
se realiza la punción de distal a proximal para
poder así aspirar la mayor cantidad de hematoma
posible (Fig. 2). Debe tenerse en cuenta
la posibilidad de que existan esfacelos libres
por la propia rotura que pueden colapsar la
aguja durante el drenaje. Otra posibilidad es
que el hematoma esté ya en fase de coagulación
inicial y sea difícil de aspirar con una
aguja de 21G. Es por estos motivos que se recomienda
usar una aguja de 18G para evitar
tener que realizar diversas punciones.
Hematoma a nivel de la musculatura isquiosural
En el caso de la musculatura isquiosural los
hematomas que deben drenarse se darán en la
mayoría de los casos en las lesiones por desinserción
y especialmente en aquellas desinserciones
completas que mantengan el esqueleto
conectivo anclado en la tuberosidad isquiática
y en las desinserciones aisladas del semimembranosus.
Estas lesiones se producen habitualmente
por un mecanismo de hiperestiramiento, ya
sea de alta velocidad (una patada al aire) o de
baja velocidad (un spagat en danza).
El dolor resulta invalidante e inmediato en
ambos casos y debe valorarse mediante ecografía
la aparición de hematoma a los 3-4 días.
Es fundamental conocer la anatomía del origen
de la musculatura isquiosural a nivel de la
tuberosidad isquiática. Ésta se encuentra formada
por 2 tendones, el del semimembranosus y
el tendón común formado por el biceps femoris
y el semitendinosus. Estos dos tendones se encuentran
envueltos por un mismo “esqueleto”
conectivo (van der Made et al., 2015) (Fig. 3).
Tras evaluar todo el grupo muscular isquiosural
la exploración ecográfica debe centrarse
en la región proximal para valorar el tipo de
desinserción. En el caso de la desinserción
completa se observará una tuberosidad isquiática
libre y más distalmente se irá observando
el hematoma y la aparición de los muñones de
los diferentes músculos. Si la desinserción es
únicamente del semimembranosus se observará
un marcado engrosamiento del trayecto
conectivo de su tendón justo por debajo del
LESIONES DEPORTIVAS
247
Figura 2. Vaciamiento de hematoma en una lesión del gastrocnemius medialis. Posicionamiento del paciente y de
la sonda (A,B). Corte sagital de resonancia magnética con procedimiento simulado (C). Procedimiento ecoguiado,
se observa la aguja y la colección hemática situada entre aponeurosis, procediendo al drenaje.
Figura 3. Musculatura isquiosural próxima a la tuberosidad isquiática. Posicionamiento del paciente (A). Representación
anatómica (B). Imagen ecográfica en la que se observa el nervio ciático (NC), el tendón conjunto del bíceps
femoral y semitendinoso (TC), el tendón y fascia del semimembranosus (TSm) el semitendinosus (ST) y la porción
larga del biceps femoris (BF). En profundidad, el adductor magnus (AM).
248 C. Pedret - I. Iriarte
músculo semitendinosus con aumento claro
de hematoma en su interior.
Intervencionismo
Longitudinal en plano
Posición del paciente: El paciente se sitúa
en decúbito prono con los pies colgando
fuera de la camilla. Se ha de retirar la ropa
interior si esta interfiere o dificulta el procedimiento.
Posición de la sonda: La sonda se sitúa
donde se observe mejor el hematoma, habitualmente
en la región más proximal de
la musculatura isquiosural a la altura de la
tuberosidad isquiática. Inicialmente, se recomienda
realizar el estudio en el plano
transversal para localizar el nervio ciático y
acceder con la aguja alejada del mismo.
Alcance: Aguja en plano para poder controlar
en todo momento el bisel. Generalmente
se realiza la punción de distal a
proximal o de lateral a medial (Fig. 4). Debe
tenerse en cuenta en todo momento, como
se ha comentado anteriormente, la posición
del nervio ciático y el control de la aguja.
Lesión de la unión músculo-tendinosa
proximal del adductor longus
En la región de la musculatura aductora
las lesiones más frecuentes son las que afectan
la región de la unión músculo-tendinosa
(UMT) proximal del aductor longus (AL).
Anatómicamente, el AL se origina en la
sínfisis púbica. Dicho origen es a través de
un tendón y de fibras musculares que en
parte también se insertan directamente en el
hueso. Este tendón se introduce dentro del
músculo a medida que se aleja del origen
convirtiéndose en una potente aponeurosis
intramuscular (Clark et al., 2012) (Fig. 5).
Habitualmente este tipo de lesiones se localizan
en la porción más proximal de dicha
aponeurosis intramuscular.
Ecográficamente son lesiones bastante particulares
que con frecuencia presentan pequeñas
calcificaciones cicatriciales bastante
precoces y con hematoma perilesional.
Figura 4. Drenaje de un hematoma de la musculatura isquiosural, en una lesión del músculo semitendinosus (ST).
Posicionamiento del paciente y de la sonda (A,B). Corte sagital de resonancia magnética con procedimiento simulado
(C). Procedimiento ecoguiado (D), se observa como la aguja (puntas de flecha) alcanza el hematoma para su vaciado.
LESIONES DEPORTIVAS
249
Figura 5. Inserción del adductor longus (AL). Posicionamiento del paciente y de la sonda (A,B). Se observa el tendón
del AL en su origen púbico. En planos profundos los tres aductores, longus, brevis (AB) y magnus (AM), (B,C).
Intervencionismo
Longitudinal en plano
Posición del paciente: El paciente se sitúa
en decúbito supino con abducción y rotación
externa de cadera y discreta flexión de rodilla.
Se puede utilizar una cuña para que apoye la
rodilla y se encuentre más confortable.
Posición de la sonda: Una vez localizada la
rotura y el hematoma se sitúa la sonda longitudinal
al hematoma.
Alcance: Aguja en plano para poder controlar
en todo momento el bisel. Generalmente
se realiza la punción de distal a proximal
para mayor comodidad (Fig. 6).
Lesión de la aponeurosis posterior del rectus
femoris
El concepto de esta lesión es prácticamente
superponible al de la lesión de la cabeza medial
del gastrocnemio. Se trata de una rotura
a nivel de la aponeurosis posterior del rectus
femoris (RF) que genera un hematoma demorado
entre RF y vastus intermedius.
En la exploración el paciente presenta dolor
a la presión local de la región afectada con
tumefacción del muslo. Desde el punto de
vista anatómico la cicatrización, con el tiempo,
suele dejar un muñón muscular como
secuela (únicamente estética).
La exploración ecográfica de la lesión de la
aponeurosis posterior del RF debe realizarse
en la región más distal del muslo y buscando
las alteraciones estructurales y morfológicas
que puedan existir, así como la presencia de
colecciones líquidas. Es importante no realizar
una excesiva compresión con la sonda
para no colapsar el hematoma en caso de que
exista (Fig. 7).
Intervencionismo
Longitudinal en plano
Posición del paciente: Decúbito supino.
Posición de la sonda: La sonda se sitúa en
la región donde se observe mejor el hematoma,
es decir, justo en la zona distal del recto
femoral, se puede hacer en eje longitudinal o
transversal siempre y cuando se obtenga una
buena visión del fondo de saco del hematoma.
250 C. Pedret - I. Iriarte
Figura 6. Drenaje de un hematoma de la musculatura aductora. Posicionamiento del paciente y de la sonda (A,B).
Corte resonancia magnética con representación de la lesión y su vaciamiento simulado (C). Procedimiento ecoguiado
(D).Lesión del adductor longus (AL), con colección hemática en la que se observa la aguja dispuesta para el drenaje.
Alcance: Aguja en plano para poder controlar
en todo momento el bisel. Generalmente
se realiza la punción de distal a proximal para
poder así aspirar la mayor cantidad de hematoma
posible (Fig. 7). Al igual que en el caso
del hematoma de gemelo medial, debe tenerse
en cuenta la posibilidad de que existan
esfacelos que pueden colapsar la aguja o que
el hematoma esté ya en fase de coagulación
inicial y sea difícil de aspirar con una aguja
de 21G. En ambos casos es recomendable
usar una aguja de 18G para evitar tener que
realizar diversas punciones.
Infiltración en la inserción de los aductores
Los procedimientos ecoguiados a nivel de
la región de origen de la musculatura aductora
están directamente relacionados con el
concepto de pubic related groin pain y adductor
related groin pain que provienen del
consenso de Doha sobre las patologías que
afectan la región púbica (Weir et al., 2015).
Esta patología se produce principalmente en
deportistas que realizan actividades de impacto
y de manera más concreta en deportes
en los que la patada es un gesto específico
(fútbol, fútbol americano, fútbol australiano,
rugby, taekwondo…) Su incidencia en la población
deportiva general oscila entre el 0,7 y
el 7 % de todas las lesiones deportivas (Jardí
et al., 2014).
La anatomía de la región púbica es extremadamente
compleja ya que existen múltiples
aponeurosis cruzadas que atraviesan la
sínfisis púbica para conectar el recto abdominal
con la musculatura aductora (Jacobson,
Khoury, & Brandon, 2015) (Fig. 8).
A nivel ecográfico es importante, en primer
lugar, descartar la presencia de otras
patologías a tener en cuenta en esta región
como pueden ser la lesión muscular de los
propios aductores, la patología de la articulación
coxofemoral, o del psoas ilíaco así como
la presencia de hernias a este nivel.
Una vez descartadas otras patologías se
centra la exploración ecográfica en la región
más proximal del adductor longus, en
su origen a nivel del pubis. Los hallazgos
LESIONES DEPORTIVAS
251
Figura 7. Lesión de la aponeurosis posterior del rectus femoris (RF). Posicionamiento del paciente y de la sonda (A,B). Corte
de resonancia magnética con representación de la lesión y su vaciamiento simulado (C). Procedimiento ecoguiado (D). Se
aprecia el hematoma en profundidad a la aponeurosis posterior y la aguja colocada en la cavidad dispuesta para el drenaje.
Figura 8. Lesión del origen del adductor longus (AL). Posicionamiento del paciente y de la sonda (A). Imagen de
sagital de resonancia magnética (B). Cortes ecográficos en los que se aprecia la lesión del tendón (TAL) y su
expansión hacia las aponeurosis cruzadas (Ap) que atraviesan el pubis (P) y su sínfisis púbica (C,D)
252 C. Pedret - I. Iriarte
ecográficos en caso de dolor inguinal de
causa aductora son los de una entesopatía a
este nivel. Suele observarse una pérdida del
patrón fibrilar, una marcada hipertrofia del
tendón del AL con más o menos calcificaciones
intratendinosas e irregularidades en
la cortical por tracciones repetitivas sobre la
sínfisis del pubis (Fig. 8).
Se realiza inicialmente un tratamiento
conservador basado en pautas de estabilización
de la cintura lumbo-pélvica individualizadas
en función del paciente. En algunas
ocasiones en las que el dolor impide al paciente
realizar los ejercicios de rehabilitación
y readaptación de manera adecuada puede
optarse por procedimientos de infiltración
guiados por ecografía a nivel de la región de
origen de la musculatura aductora (Rha et
al., 2015).
Intervencionismo
Longitudinal en plano
Posición del paciente: El paciente se sitúa
en decúbito supino con la cadera en rotación
externa, discreta abducción y discreta
flexión de rodilla igual que en la evacuación
del hematoma, en este caso es especialmente
importante forzar un poco la rotación externa
para tener un buen acceso y que no dificulte
el acceso el muslo del paciente. Para
este técnica es imprescindible retirar la ropa
interior.
Posición de la sonda: Inicialmente se localiza
en grupo muscular aductor en general
con la sonda en transversal para localizar
adecuadamente el adductor longus. Una
vez localizado se sitúa la sonda longitudinal
a su tendón muscular y se desplaza hasta su
origen. De los diferentes planos musculares
que se encuentran en este plano longitudinal
el AL es el más superficial.
Alcance: Aguja en plano para poder controlar
en todo momento el bisel. Se realiza
la punción de distal a proximal para poder
llegar hasta el origen del AL (Fig. 9). Sin cambiar
la posición y, en caso de considerarse
Figura 9. Infiltración de la entesis del tendón del adductor longus (TAL) en el pubis (P). Posicionamiento del paciente
y de la sonda (AB). Corte sagital de resonancia magnética con representación de la infiltración simulada
(C). Procedimiento de infiltración ecoguiado donde se observa la aguja (puntas de flecha), (D).
LESIONES DEPORTIVAS
253
necesario, puede cambiarse la orientación
de la aguja hacia profundo con el fin de poder
infiltrar también el adductor brevis y el
adductor magnus.
Infiltración a nivel del origen de la
musculatura isquiosural
La entesopatía isquiosural es una alteración
bastante más frecuente de lo que se
piensa, pero en la actualidad se encuentra
infradiagnosticada. Entra dentro de las posibles
causas del síndrome subglúteo compartiendo
con muchas de ellas una sintomatología
similar y es por esto que a menudo
se diagnostica erróneamente como síndrome
del piramidal o neuritis ciática. Si bien
es cierto que la irritación del nervio ciático
puede darse conjuntamente con la entesopatía
de origen de la musculatura isquiosural
debido a su estrecha relación anatómica.
La clínica es de dolor a nivel de tuberosidad
isquiática (TI) sobre todo ante la sedestación
prolongada durante un tiempo y
más raramente con la realización de estiramientos
de la musculatura isquiosural. Estas
molestias, pueden ser referidas a lo largo de
la cara posterior del muslo pudiendo confundirse
con un cuadro de tipo ciática.
Como se ha comentado anteriormente
los isquiosurales se originan en la tuberosidad
isquiática mediante dos tendones que a
veces son difíciles de distinguir: El del semimembranoso
localizado más profundo y
lateral y, más superficial y medial, el tendón
conjunto que comparten el biceps femoris
y el semitendinosus, todos ellos están recubiertos
por una capa de tejido conectivo. El
nervio ciático pasa lateralmente a éstos (Battermann,
Dargel, & Koebke, n.d.; van der
Made et al., 2015) (Fig. 10).
Con ecografía se puede valorar también
el origen de los músculos isquiosurales
en la tuberosidad isquiática y su relación
topográfica con el ciático especialmente
para la realización de procedimientos
intervencionistas. Existe más dificultad en
pacientes obesos o con musculatura glútea
Figura 10. Anatomía de la región de origen de los isquiosurales, con visualización de su relación con el ciático.
Posicionamiento del paciente (A). Representación anatómica (B). Imagen ecográfica (C,D). Se observa el tendón
común (Tc) de semitendinosus y biceps, y el tendón del semimembranosus (Ts) en su origen en la tuberosidad isquiática
(Ti). Se observa también el nervio ciático (NC), todo el plano está cubierto por el gluteus maximus (GM).
254 C. Pedret - I. Iriarte
muy desarrollada.
La localización ecográfica se realiza siguiendo
en eje transversal las secciones del
nervio ciático y del tendón del semimenbranosus
(SM). A medida que se desplaza
la sonda proximalmente, el tendón conjunto,
que presenta una morfología alargada y
se encuentra superficial al ciático, adquiere
una forma oval y se acerca al tendón del SM
colocándose superficial al mismo, hasta llegar
a una línea hiperecoica con una marcada
sombra acústica posterior que corresponde
a la tuberosidad isquiática donde se insertan,
con el tendón del SM más lateral y profundo,
cercano a la sección del nervio ciático
(Fig. 10).
Intervencionismo
Longitudinal en plano
Posición del paciente: El paciente se sitúa
en decúbito prono con los pies fuera de la
camilla. Debido a la profundidad a la que
se encuentran estas estructuras, se deberán
usar frecuencias bajas en pacientes obesos o
muy musculados.
Posición de la sonda: Se utiliza el eje
transversal al grupo muscular isquiosural y
a nivel de la TI en la región donde se observen
correctamente el tendón común BF/
ST, el tendón del SM y, lo más importante,
el nervio ciático.
Alcance: Aguja en plano para poder controlar
en todo momento el bisel. En esta
infiltración en particular resulta muy importante
el control constante del bisel de la
aguja para evitar en todo momento al nervio
ciático. La entrada de la aguja puede realizarse
de lateral a medial (la más frecuente)
o en algunos pocos casos, de medial a lateral
en casos en los que el ciático impida
la entrada desde lateral. El objetivo es llegar
a realizar la infiltración en el interior del
envoltorio conectivo, pero por fuera de los
tendones a nivel de la propia TI de manera
que la medicación cubra por completo todos
ellos (Fig. 11).
Figura 11. Infiltración del origen de los isquiosurales en la tuberosidad isquiática (Ti). Posicionamiento del
paciente y de la sonda (A,B). Corte anatómico con representación de la lesión y su infiltración simulada (C). Procedimiento
de infiltración ecoguiado (D). La aguja se dirige de lateral a medial hasta el “esqueleto” conectivo
común de los tendones isquiosurales. Debe localizarse el nervio ciático (NC) para evitar su punción.
LESIONES DEPORTIVAS
255
Infiltración peritendinosa tendón rotuliano
A pesar de que el tratamiento de la patología
tendinosa debe ser en su mayor parte conservador
y que se considera contraproducente la
aplicación de procedimientos invasivos en el
tendón (especialmente intratendinoso) (Everhart
et al., 2017; Riley, 2008; Van Ark, Van den
Akker-Scheek, Meijer, & Zwerver, 2013; Zwerver
et al., 2017) existen algunas ocasiones en las
que puede plantearse la punción ecoguiada peritendinosa
(nunca dentro del tendón).
Determinadas tendinosis degenerativas de
larga evolución que realizan adherencias con
el paquete graso de Hoffa (Fig. 12), pueden
beneficiarse de este tipo de procedimientos
ya que estas adherencias impiden el correcto
funcionamiento del tendón tanto a nivel
de movimiento como a nivel estructural.
El efecto mecánico de esta infiltración (por
ejemplo, con 3-4 ml de plasma rico en plaquetas,
PRP) colocada entre el paratenon
profundo y el paquete graso de hoffa produce
un efecto de rotura de las adherencias y
de la neoformación vascular (en caso de que
exista) y el tendón puede beneficiarse también,
no sólo de este efecto mecánico, si no
también del efcto lubricante del PRP.
Intervencionismo
Longitudinal en plano
Posición del paciente: El paciente se sitúa en
decúbito supino con una flexión de las rodillas
de 15 a 20º para dar un poco de tensión al
tendón rotuliano.
Posición de la sonda: La colocación de la
sonda será en eje transversal al tendón rotuliano
y muy próxima al polo inferior de la rótula.
Alcance: Aguja en plano para poder controlar
en todo momento el bisel. La entrada de la aguja
puede realizarse de lateral a medial o de medial
a lateral en función de lo que resulte más cómodo.
Una vez se observe que el bisel de la aguja
está situado a nivel peritendinoso profundo sin
estar dentro del tendón puede realizarse un giro
de la sonda y colocarla longitudinal al tendón
para observar que la infiltración se distribuye
adecuadamente por el paratenon profundo del
tendón rotuliano. El objetivo es llegar a realizar
la infiltración a nivel peritendinoso entre el tendón
y la grasa de Hoffa (Fig. 13).
Infiltración síndrome de la cintilla
iliotibial
Anatómicamente la cintilla iliotibial se origina
a nivel de la cresta iliaca como una expansión tendinosa
del tensor de la fascia lata y de la musculatura
glútea que transcurre por la región lateral
del muslo y que se inserta en la cara lateral de la
rodilla en el tubérculo de Gerdy de la tibia y en el
retináculo lateral de la rodilla (Fig. 14).
La patología de la cintilla iliotibial a nivel de la
rodilla se denomina rodilla del corredor y está
habitualmente relacionada por una fricción entre
la cintilla y el epicóndilo femoral. Es la causa más
frecuente de dolor en la cara lateral de la rodilla
en corredores (Spiker, Dixit, & Cosgarea, 2012).
Para estudiar la cintilla iliotibial, se co-
Figura 12. Anatomía del tendón rotuliano (TR). Posicionamiento del paciente (A). Representación anatómica (B).
Imagen ecográfica (C,D). Se observa el pico de la rótula (R), la grasa de Hoffa (GH), y la parte proximal de la tibia (T).
256 C. Pedret - I. Iriarte
loca inicialmente la sonda en plano longitudinal,
sobre tubérculo de Gerdy (protrusión
ósea en el borde ántero-lateral de
la tibia) que se utiliza como punto de referencia).
Si se sigue la cintilla proximalmente
se podrá apreciar la relación que
tiene con el epicóndilo lateral del fémur
(Fig. 14 imagen ecográfica normal) , lugar
donde se produce la fricción y donde se localiza
el dolor principalmente (De Maeseneer
et al., 2014). En ocasiones se puede observar
una bursitis entre ambas estructuras.
Intervencionismo
Longitudinal en plano
Posición del paciente: El paciente se sitúa
en decúbito supino, con un pequeño grado
de flexión de rodilla y una rotación interna
de la cadera para exponer mejor el área afectada.
Otra posibilidad es colocar al paciente
en decúbito lateral contralateral con ambas
rodillas levemente flexionadas y una almohada
entre ellas para mayor confort.
Posición de la sonda: En primer lugar, se
localizará la cintilla iliotibial tal y como se ha
explicado anteriormente. Una vez localizada
se girará la sonda para situarla en eje transversal
a la cintilla a nivel justo proximal al
cóndilo femoral. Se recomienda este abordaje
para evitar atravesar la propia cintilla
con la aguja.
Alcance: Aguja en plano para poder controlar
en todo momento el bisel. La entrada
de la aguja se realiza generalmente de anterior
a posterior. Se sitúa la aguja justo por
debajo de la cintilla o bien a nivel de la bursa
en caso de que ésta exista (Fig. 15).
Infiltración peritendinosa tendón de
Aquiles
Al igual que ocurre con el tendón rotuliano
el tendón de Aquiles se puede ver afectado
en la práctica deportiva con bastante
frecuencia, especialmente en deportes que
implican carreras de larga distancia, terrenos
irregulares o mecanismos de aceleración y
desaceleración constantes.
El tendón de Aquiles puede verse afectado
fundamentalmente a dos niveles: en su inserción
en el calcáneo y en su zona proximal,
entre 2 y 7 cms proximal a la inserción en
calcáneo. El primero se relaciona con el roce
del tendón con la superficie posterior del
calcáneo y el segundo es el típico lugar de
afectación de las tendinopatías degenerativas.
Figura 13. Infiltración entre el tendón rotuliano (TR) y la grasa de Hoffa (GH) eje transversa en plano. Posicionamiento
del paciente y de la sonda (A,B). Corte anatómico con representación de la infiltración simulada (C).
Procedimiento de infiltración ecoguiado (D). La aguja se dirige de lateral a medial y separa las adherencias entre
el paratenon y la GH. Al fondo, el fémur (Fe).
LESIONES DEPORTIVAS
257
Figura 14. Anatomía la cintilla o banda iliotibial (BIT, resaltada en gris) en la región de la rodilla. Posicionamiento
del paciente (A). Representación anatómica y en resonancia magnética (B,C). Imagen ecográfica superior a nivel
del cóndilo, e inferior en la inserción del tubérculo de Gerdy (D,E). Fémur (Fe) y tibia (Ti).
El tratamiento como en toda tendinopatía ha
de ser conservador: Manejo de las cargas, uso
de un calzado adecuado, alzas que descarguen
musculatura del triceps sural, valoración y
corrección de factores predisponentes, etc.
Sin embargo en algunas ocasiones esto no
es suficiente y puede ser de utilidad el uso
de técnicas ecoguiadas, eso si con una evidencia
científica bastante dudosa en cuanto
a su utilidad.
Figura 15. Infiltración bajo la cintilla iliotibial. Posicionamiento del paciente y de la sonda (A,B). Corte anatómico
con representación de la lesión y su infiltración simulada (C). Procedimiento de infiltración ecoguiado (D). La
aguja (puntas de flecha) se dirige hacia la región de rozamiento entre la cintilla iliotibial (*) y el cóndilo femoral (Fe).
258 C. Pedret - I. Iriarte
En este sentido, se desaconseja el uso de
corticoides peritendinosos por la relación que
estos pueden tener con las roturas tendinosas,
aunque esto también está siendo de nuevo discutido
en la actualidad. Podría tener interés el
uso de PRP peritendinoso o incluso suero salino,
buscando “disecar” el plano profundo entre
el tendón de Aquiles y la grasa de Kager, de
forma similar a lo comentado anteriormente
entre el tendón rotuliano y la grasa de Hoffa.
Intervencionismo
Transversal en plano
Posición del paciente: El paciente se sitúa
en decúbito prono con los pies fuera de la
camilla para una mayor comodidad.
Posición de la sonda: La colocación de la
sonda será en eje transversal al tendón aquíleo
a nivel de la zona de tendinosis más sintomática.
Puede ser útil la utilización del Power
Doppler para detectar donde se sitúa la neovascularización
más llamativa y actuar en dicha
zona.
Alcance: Aguja en plano para poder controlar
en todo momento el bisel. La entrada
de la aguja se suele realizar de lateral a medial
para evitar el paquete vasculonervioso tibial
(nervio tibial y arteria y vena tibial posterior),
aunque se ha de prestar atención y localizar
el nervio sural para evitar su punción
(Fig. 16).
Se coloca el bisel de la aguja profundo al
tendón, llegando a contactar con el mismos
pero sin atravesarlo, el objetivo es colocar la
infiltración entre el tendón y el paratenon. Se
busca detectar la distribución de la infiltración
entre el tendón y la grasa de Kager.
Infiltración bursa retrocalcánea
Existen fundamentalmente dos bursas en
la zona posterior del tobillo. Una es la bursa
retroaquílea, que se sitúa entre el tendón
de Aquiles y la piel. Existe otra bursa entre
el tendón de Aquiles y el calcáneo que busca
disminuir la fricción entre ambos.
Esta última bursa puede verse implicada
como causa de dolor en el talón cuando se
inflama como fruto de actividades con saltos
Figura 16. Infiltración peritendinosa del tendón de aquíles. Posicionamiento del paciente y de la sonda (A,B).
Imagen anatómica en corte axial de resonancia magnética y posición de la aguja (C). Imagen ecográfica del
procedimiento, observese como la aguja llega a contactar con el tendón sin atrravesarlo (D).
LESIONES DEPORTIVAS
259
repetitivos, siendo más proclives a sufrirla
los pacientes con una prominencia ósea en la
parte posterosuperior del calcáneo también
conocida como deformidad de Haglund. Por
último algunas artropatías seronegativas pueden
provocar inflamación a dicho nivel. Se relaciona
frecuentemente con patología a nivel
de la inserción del propio tendón de Aquiles.
En la ecografía se podrá apreciar un aumento
del volumen de dicha bursa, mostrando un
contenido anecoico o con zonas de ecogenicidad
media en caso de que exista proliferación
en la sinovial de la bursa. A menudo el power
Doppler mostrará hipervascularización.
En ciertos casos que no responden al tratamiento
conservador de reposo relativo, uso
de alzas, calzado adecuado y antinflamatorios
no esteroideos, se puede valorar recurrir a la
infiltración en su interior de derivados corticoideos,
aunque sabiendo que dicha bursa
comunica con el paratenon y por lo tanto que
una infiltración intrabursal en la bursa retrocalcánea
equivale a una infiltración peritendinosa
del Aquiles con el consiguiente riesgo
de favorecer una rotura tendinosa, por lo que
se recomienda siempre ser muy prudente en
este tipo de procedimientos y utilizar la menor
cantidad posible de corticoide.
Intervencionismo
Transversal en plano
Posición del paciente: El paciente se sitúa en
decúbito prono con los pies fuera de la camilla
igual que para la infiltración peritendinosa
aquilea.
Posición de la sonda: De nuevo en la misma
posición que en la infiltración alrededor
del tendón de Aquíles, aunque en este caso se
coloca más distal justo en la parte final del tendón,
próximos a la inserción en calcáneo donde
se visualice la bursa dilatada.
Alcance: Aguja en plano para poder controlar
en todo momento el bisel. La entrada de
la aguja se realiza de lateral a medial. Una vez
colocado el bisel en la zona deseada e iniciada
la infiltración, se suele girar la sonda 90 grados
situándola en el eje longitudinal del tendón,
para controlar la entrada de la medicación y su
distribución adecuada en el interior de la bursa
(Fig. 17).
Figura 17. Infiltración en bursa retrocalcánea. Posicionamiento del paciente y de la sonda (A,B). Imagen anatómica
en corte sagital de resonancia magnética y posición de la aguja (C). Imagen ecográfica del procedimiento,
la aguja se puede apreciar en el interior de la bursa como un puno hiperecoico (cabeza de flecha hueca) (D).
4 EVIDENCIAS Y REVISIÓN DE TÉCNICAS
La evidencia científica en los procedimientos
ecoguiados en lesiones deportivas es,
cuanto menos, controvertida. Como se ha
comentado anteriormente las lesiones deportivas
son muy variables en cuanto a localización,
valoración y gestión dependiendo
en gran medida de características individuales
de cada deportista. Eso hace que los procedimientos
guiados puedan ser necesarios
en algunas ocasiones y desaconsejables en
otras.
Drenaje de hematomas
No existe una evidencia científica clara que
certifique que la evolución de los hematomas
drenados frente a los que no lo son sea mejor.
Habitualmente dicha técnica se realiza
siguiendo las recomendaciones de expertos
en patología deportiva que coinciden en que
es mejor drenar hematomas si éstos adquieren
un volumen significativo por el simple
hecho de favorecer una cicatrización menos
fibrosa y más fisiológica. La decisión de drenar
o no un hematoma se realiza dependiendo
de varios aspectos como pueden ser el
volumen del hematoma, las complicaciones
que de éste puedan derivarse (compresión
de estructuras…), el nivel del deportista (se
tiende a ser más agresivo en el deportista de
élite), la localización y accesibilidad del hematoma
(cuanto más superficial y alejado de
estructuras nobles más tendencia a su evacuación)
y/o la existencia o no de coágulos
y/o tabiques en su interior (si el hematoma
se encuentra coagulado, el procedimiento es
más costoso).
Intervencionismo en lesiones musculares
Respecto al uso de PRP en lesiones musculares
en fase aguda no existen estudios
de calidad que muestren disminución en el
tiempo de return to play o mejoría con el
tratamiento respecto al grupo control. Por el
contrario sí que existen metanálisis recientes
que muestran que no existe ningún beneficio
en cuanto a la aplicación de PRPs en lesiones
musculares (Grassi et al., 2018; Seow
et al., 2020)
Lesiones tendinosas
Es importante partir de la base fisiológica
y anatómica de que la patología tendinosa
debe ser tratada de manera conservadora
prácticamente siempre (Magnusson, Langberg,
& Kjaer, 2010) y que existen revisiones
exhaustivas de la Cochrane que no encuentran
evidencias de que las infiltraciones (de
cualquier tipo de sustancia) sean beneficiosas
a nivel especialmente de tendón de Aquiles
(R.S., N., D., & M.L., 2015).
La aplicación de infiltraciones con derivados
corticoideos se ha aplicado de manera
muy habitual en patología tendinosa en los
últimos años (cada vez menos), con una evidencia
poco clara respecto su beneficio real
especialmente a medio-largo plazo. En tendón
rotuliano y tendón de Aquiles se han
considerado contraindicadas por el riesgo de
rotura tendinosa postpunción a largo plazo
especialmente a nivel del tendón de Aquiles
(Noback et al., 2017).
En cuanto a la utilización de los diferentes
tipos de terapias con PRPs una revisión
reciente (Le, Enweze, DeBaun, & Dragoo,
2019) llega a la conclusión de que en la tendinopatía
rotuliana se admite que el plasma
(preferiblemente plasma rico en leucocitos
(LR-PRP)) puede ser una opción en aquellos
casos resistentes a tratamiento conservador.
A pesar de este estudio concreto, el uso de
terapia mediante PRP es muy controvertido
y no se ha encontrado evidencia científica
clara de que su utilización sea beneficiosa en
patología tendinosa a pesar de que en algunos
artículos comentan una “cierta tendencia”
a la mejoría de síntomas (Unlu, Kivrak,
Kayaalp, Birsel, & Akgun, 2017; Usuelli et
al., 2017; Zhou & Wang, 2016).
260
5 ALERTAS
En la lesión deportiva debe tenerse en cuenta a la hora de realizar el procedimiento ecoguiado la exploración
ecográfica de la región (como se ha comentado) y la variabilidad anatómica interindividual.
A nivel de la infiltración de la región proximal de la musculatura isquiosural debe valorarse la localización
y la trayectoria del nervio ciático ya que discurre adyacente a los tendones proximales de dicha
musculatura.
En las infiltraciones peritendinosas debe tenerse muy presente no perjudicar la estructura propia del
tendón, por eso el abordaje debe ser muy cuidadoso y siempre que sea posible, en eje longitudinal
visualizando en todo momento el bisel de la aguja.
6 RECOMENDACIONES Y TRUCOS
En el vaciado de hematomas es muy importante valorar previamente su densidad, si está coagulado o
si tiene tabiques o esfacelos en su interior para poder, de esta manera, elegir el material más adecuado
para su drenaje (especialmente el calibre de la aguja)
La infiltración de la sínfisis del pubis no es complicada, pero sí bastante molesta. Si se realiza un diagnóstico
precoz de la patología y un tratamiento conservador adecuado generalmente no es preciso
recurrir a ella.
En la realización de las infiltraciones en patología y lesiones deportivas es muy importante que el
paciente, pero especialmente el médico, estén en una posición cómoda ya que en muchas ocasiones
habrá que mover la aguja o cambiar el eje durante el mismo procedimiento.
261
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263
264 C. Pedret - I. Iriarte
CAPÍTULO 11
SÍNDROMES MIOFASCIALES DEL
CUELLO Y DE LA ESPALDA
J.M. Climent - V. Marimón - F. Cholbi
1
2
3
4
5
6
7
8
9
SÍNDROME DE DOLOR MIOFASCIAL
CLAVES ANATÓMICAS
CLAVES ECOGRÁFICAS
Sonografía de los puntos gatillo miofasciales
Ecografía de la región cérvico-dorsal con orientación miofascial
• Planos generales
• Músculos específicos
Ecografía de la región lumbo-pélvica con orientación miofascial
• Planos generales
• Músculos específicos
SÍNDROMES MIOFASCIALES ASCIADOS A CERVICALGIA
Splenius capitis
Semiespinalis
Trapezius
Levator scapulae
Rhomboideus
SÍNDROMES MIOFASCIALES ASOCIADOS A LUMBALGIA
Multifidus y erector spinae
Quadratus lumborum
Piriformis
Gluteus
Quadratus femoris
EVIDENCIAS Y REVISIÓN DE TÉCNICAS
ALERTAS
RECOMENDACIONES Y TRUCOS
NUEVAS TENDENCIAS
265
1 SÍNDROME DE DOLOR MIOFASCIAL
Janett Travell y David Simmons definieron
el síndrome de dolor miofascial (DMF) como
un dolor muscular benigno, caracterizado
por la presencia de puntos gatillo musculares.
También describieron los puntos gatillo como
una zona sensible situada en un nódulo palpable,
que estaba inmerso a su vez en una banda
tensa del músculo y cuya estimulación producía
un dolor reconocible por el paciente. Este
dolor se expandía a distancia en forma de patrones
de dolor referido, que eran específicos
para cada músculo.
En este concepto estaban implícitas las características
esenciales del síndrome a las que
fueron añadiéndose otros descriptores clínicos
(Simmons, 2004). Sin embargo siempre
ha existido una cierta indefinición sobre los
criterios diagnósticos del DMF debido a problemas
de reproducibilidad y a las dificultades
de confirmación complementaria.
Debe tenerse en cuenta, además, la diferenciación
entre puntos gatillo miofasciales
(PGM) activos y latentes. Los activos producen
dolor espontáneamente, en reposo, y son
los que suelen motivar la consulta del paciente.
Al estimular estos puntos, el paciente reconoce
ese dolor como el que ha motivado su
consulta. El PGM latente, sin embargo, tiene
la misma semiología descrita, pero no produce
dolor espontáneo. Al estimularlo, el dolor que
percibe el paciente no es reconocido como su
molestia habitual.
Con estos conceptos consolidados, se ha
establecido un primer consenso sobre los
criterios diagnósticos. Se ha confirmado la
validez de la definición inicial, en la que un
paciente con dolor regional presenta dolor en
uno o más músculos de la zona, en los que se
caracteriza una banda tensa en el espesor del
músculo, con un nódulo palpable y sensible
a la presión. La estimulación de este punto
por presión produce una expansión álgica,
un dolor referido que es específico para cada
músculo. Hasta aquí la semiología común a
todos lo PGM. Si el paciente reconoce además
el dolor que se produce al estimular el punto
como el suyo propio, se calificará el PGM
como activo.
Se resumen estos cuatro criterios diagnósticos
consensuados para los PGM activos y
latentes (Fernández de la Peñas, 2018) en la
(Fig. 1).
Es posible considerar otros criterios confirmatorios
como la respuesta espasmódica local
(local twitch response, LTR) que consiste en
una súbita contracción de la banda tensa que
se produce al estimular el PGM. Esta LTR es
bastante específica del síndrome miofascial y
es observable y objetivable mediantes procedimientos
complementarios como la electromiografía
o la ecografía.
Por otra parte, como en todas las ramas de la
medicina, sigue la búsqueda de criterios diagnósticos
complementarios que permitan confirmar
el diagnóstico del DMF. Los avances en
ecografía son una muestra de esta investigación
y se exponen más adelante.
De forma operativa y con intención clínica,
se detalla a continuación el procedimiento rutinario
que se lleva a cabo en nuestra práctica
diaria cuando se sospecha un cuadro de DMF:
1. A través de la descripción del patrón de dolor
referido del paciente se preestablecen
los músculos de interés.
2. Se palpan dichos músculos en busca de la
banda tensa y del nódulo hipersensible.
3. Se presiona el punto y se observa si produce
dolor local a la presión y dolor que se
expande a distancia.
4. Si produce dolor local y referido pero el
paciente no lo reconoce, se considera punto
gatillo latente (PGML).
5. Si el paciente lo reconoce como el dolor
que le ha traído a la consulta se considera
punto gatillo activo (PGMA).
6. Se seleccionan los músculos diana para tratamiento
en función de sus características
activas y latentes.
7. Se programa el tratamiento y se acuerda
con el paciente.
266
SÍNDROMES MIOFASCIALES DEL CUELLO Y DE LA ESPALDA
267
Figura 1. Criterios diagnósticos de los puntos gatillo miofasciales. A: Banda Tensa, B Nódulo hipersensible. C:
Dolor referido. D. Reconocimiento de los síntomas. Punto gatillo latente: A, B y C. Punto gatillo activo. A, B, C y D.
2 CLAVES ANATÓMICAS
Durante la migración somítica, se promueven
dos grupos musculares diferenciados,
los epiaxiales, posteriores al eje, y los
hipoaxiales, anteriores al eje. Este capítulo
concentrará su estudio sobre los músculos
epiaxiales (Nielsen, 2012). Este conjunto
está constituido por los extensores del raquis
que están inervados por las ramas dorsales
espinales y que son los músculos más vinculados
con los síndromes miofasciales de
cuello y espalda.
Se revisarán también los músculos de sujeción
de los miembros. Los del miembro
superior proceden de la cabeza y el tronco
y se dirigen hacia la escápula a la que fijan
de forma dinámica para permitir los movimientos
escápulo-torácicos. En el miembro
inferior por el contrario, existe una unión
esquelética directa al raquis a través de la articulación
sacroiliaca. Al no interponerse un
elemento móvil, los músculos pélvicos posteriores
están más vinculados a la pelvis que
a la columna, con la excepción del piriformis
que procede del sacro y es el único músculo
posterior procedente del raquis que alcanza
la cadera, aspecto que lo hace verdaderamente
singular.
Los músculos epiaxiales del tronco se organizan
por capas cuya composición y espesor
va cambiando en función del nivel anatómico.
En general, la organización se realiza
en cuatro capas que están constituidas, de
superficial a profundo, por los espinotransversos,
los erectores, los transversoespinosos
y una capa final. En la región cérvico-dorsal
todo este grupo está cubierto superficialmente
por los músculos de sujeción escapular,
entre los que destacan trapezius, levator
scapulae y rhomboideus.
En consecuencia, y desde el punto de vista
operativo, tendremos una superposición
de planos musculares que será sistemática,
aunque con cierta variación, en los espesores
de las capas y en las denominaciones de los
músculos.
En la región cérvico-cefálica encontraremos
en primer plano los fijadores del
miembro superior, en segundo plano los
espinotransversos, con los splenius capitis y
cervicis (Fig. 2A), y en la profunda los transversoespinosos,
con los semiespinalis capitis
y cervicis. Los erectores de la cabeza ocupan
planos póstero-laterales en el segmento cervical.
En la región cérvico-dorsal se reproduce el
mismo patrón, pero en segundo plano y profundos
a los fijadores escapulares, comenzarán
a hacerse más patentes los erectores (Fig. 2B).
En la región lumbar pasará a ocupar el primer
plano el latissimus y el serratus, que se
adelgazan sobre la fascia iliolumbar. Aquí los
erectores alcanzarán un gran protagonismo,
Figura 2. Planos musculares superficiales y profundos relevantes en los síndromes miofasciales del cuello y
la espalda. A. Capas superficiales de los fijadores del miembro superior. B: Músculos epiaxiales del tronco. C:
Músculos pélvico-coxales posteriores y relaciones con el nervio ciático y el n pudendo.
268
SÍNDROMES MIOFASCIALES DEL CUELLO Y DE LA ESPALDA
269
con un espesor muy relevante y una disposición
externa al multifidus que adquiere también
un grosor notable en los últimos segmentos
lumbares y sobre el sacro. Incluiremos en
la revisión un músculo hipoaxial, inervado
por la rama ventral, el quadratus lumborum,
que ocupará el plano más profundo.
En la región pélvica posterior los músculos
de interés se organizan también por capas
musculares. Los glúteos, maximus, medius
y minimus cubren la pelvis ósea póstero-superior.
A la altura de la escotadura ciática se
encuentra el piriformis cubierto por el gluteus
maximus que se prolonga caudalmente
también sobre los rotadores externos entre
los que se puede destacar al quadratus femoris
(Fig. 2C). El trayecto del nervio ciático por este
espacio glúteo profundo, se ha revelado como
un recorrido de gran interés fisiopatológico.
3 CLAVES ECOGRÁFICAS
Sonografía de los puntos gatillo miofasciales
El estudio sonográfico de los PGM ha concitado
un interés creciente entre los investigadores
en los últimos años. Este esfuerzo
trata de encontrar hallazgos de imagen que
permitan una confirmación diagnóstica para
incluirla en el panel diagnóstico del síndrome.
Los hallazgos descritos hasta este momento
se resumen a continuación (tabla 1).
La investigación se ha dirigido hacia la
morfología y la ecogenicidad: hay suficiente
consenso en la descripción ecográfica
del punto gatillo como una forma ovalada
e hipoecoica (Fig. 3). Inicialmente se recomendó
el uso de una vibración externa para
facilitar esta observación (Sikdar, 2009),
pero la visualización sin vibración también
es factible por lo que no se ha generalizado
el uso del vibrador externo. También se
han descrito los cambios en la resistencia
del PGM detectados por diversos tipos de
elastografía, incluyendo la modalidad shear
wave. El estudio mediante doppler de las
zonas de interés con semiología palpatoria
ha mostrado hallazgos de aumento del flujo
en el punto (vasodilatación) y aumento de
la resistencia al flujo en su periferia (vasoconstricción).
Aunque estas descripciones
son consistentes, su aplicabilidad es todavía
limitada debido a que la anisotropía del
músculo hace difícil filiar de forma específica,
reproducible y sistemática la hipoecogenicidad
descrita.
Morfología elíptica o esférica, hipoecoica (Modo B)
Acúmulos de zonas hipoecoicas (Modo B más vibración externa)
Aumento de resistencia del tejido en el punto gatillo (elastografía; shear wave)
Aumento del flujo en el punto gatillo (doppler)
Disminución del flujo en la periferia del punto gatillo (doppler)
Tabla 1. Hallazgos ecográficos descritos sobre puntos gatillo miofasciales.
Figura 3. Punto gatillo en el trapezius (A). Se observa en una imagen ovalada en el espesor del músculo trapezius
(B). En C se destacan las estructuras: Punto gatillo (PGM), trapezius (Tr), levator scapulae (LS) y la sombra de la
cortical de la costilla (Co).
270
SÍNDROMES MIOFASCIALES DEL CUELLO Y DE LA ESPALDA
271
Por este motivo debe considerarse el uso
de maniobras complementarias, como la
palpación clínica digital del PGM, tal y como
se hace en la exploración clínica, pero junto
a la propia sonda ecográfica. La vigilancia de
la imagen de la zona de interés y sus cambios
durante la palpación con el dedo ayudará a
delimitar su posición y a identificar las regiones
ovaladas hipoecoicas que a veces se
destacan sonográficamente al pasar el pulpejo
sobre ellas.
Por otro lado, la punción ecoguiada del
PGM revela con frecuencia la respuesta de
espasmo local (LTR), perfectamente observable
en el ecógrafo como una contracción
súbita de un grupo de fibras musculares. La
LTR puede ser usada como criterio confirmatorio
diagnóstico y también como guía de
una punción certera, como se describe más
adelante.
Posición del paciente:
El examen se realiza normalmente en sedestación
para la región cervical y en decúbito
prono para la dorsolumbar. Con fines
intervencionistas debe recomendarse el decúbito
prono o el lateral también para los
músculos cervicales, como prevención de la
inestabilidad vasovagal.
Para explorar los músculos de la columna
se usa tanto la sonda lineal de alta frecuencia
(8-15 MHz) como la sonda cónvex de frecuencia
baja (2-6 MHz). Normalmente la
sonda lineal se utiliza para escanear estructuras
superficiales como la musculatura cervical,
dorsal y sacra y la sonda cónvex para
explorar las más profundas a nivel lumbar
y glúteo.
Ecografía de la región cérvico- dorsal
con orientación miofascial
Planos generales
El reconocimiento ecográfico del cuello
para la identificación muscular se realiza
inicialmente en el plano transversal. Generalmente
es posible identificar todas las estructuras
con una sonda lineal. En primer
lugar se identifican las siluetas corticales de
las vértebras cervicales. Con unas apófisis
espinosas casi siempre bífidas, y unas láminas
en forma de arco, se observará el marco
óseo sobre el que asientan las diferentes capas
musculares. Partiendo de la línea media
se desliza la sonda hacia el lado sintomático.
Los músculos de mayor interés miofascial
pueden encontrarse en todos los cortes
desde C1 a C6, cubriendo las imágenes
Figura 4. Imagen ecográfica paraespinosa que muestra los cuatro planos musculares reconocibles en el raquis
cervical, nivel C6. Se observan en B los 4 planos musculares, de superficial a profundo: trapezius (Tr),splenius
capitis (SpC), semiespinalis capitis (SeC), semiespinalis colli (SeCo) que, en esta zona, es el músculo más voluminoso.
272 J.M. Climent - V. Marimón - F. Cholbi
hiperecoicas de las corticales de las láminas
y los macizos articulares. En un corte anatómico
transversal clásico paraespinoso se
pueden identificar los músculos típicos en
cuatro planos (Fig. 4):
1. Trapezius.
2. Splenius capitis.
3. Semiespinalis capitis.
4. Semiespinalis coli.
Eventualmente puede identificarse un 5º
plano muscular profundo sobre la lámina
que corresponde a los músculos rotadores.
Si se desplaza el transductor en sentido lateral
la complejidad en la identificación muscular
se acrecienta al encontrar otros músculos
como el levator scapulae, longissimus,
spinalis y splenius colli, todos ellos más laterales
y profundos. Si se continúa el desplazamiento
a externo se alcanza finalmente el
sternocleidomastoideus.
Los cortes ecográficos muestran esta distribución
anatómica con variaciones en el
tamaño y la morfología de cada músculo
en función del punto donde se sitúe el
transductor. Entre C4 y C6 se mantiene la
misma estructura por planos. A la altura de
C2 el trapezius es una fina lámina central
que se superpone al splenius, y el semiespinalis
adquiere una mayor dimensión
(Fig. 4).
Músculos específicos
Región cérvico-cefálica
Splenius capitis
Este músculo se origina en la mitad inferior
del ligamento nucal y en las apófisis
espinosas de las vértebras C7 a T3 o 4. Se
inserta en la apófisis mastoides y en la superficie
rugosa del hueso occipital, por debajo
de la línea nucal. La inserción mastoidea es
profunda al sternocleidomastoideus y se superpone
al longissimus capitis.
Ecográficamente, se localiza en el plano
inmediato profundo al trapezius. En su aspecto
superior se amplía y se hace externo
hasta alcanzar una ventana anatómica en la
que el splenius se observa en el primer plano
muscular, en un espacio delimitado en el
plano medial por del trapezius, en el lateral
por la mastoides y el polo superior del sternocleidomastoideus.
Semiespinalis capitis
Se trata de un músculo en forma de porra,
en sentido craneal. Se origina en los macizos
articulares de C4-C6 y en las apófisis transversas
de las primeras vértebras torácicas.
Se inserta entre las líneas nucales superior
e inferior del hueso occipital. Constituye
la mayor masa muscular de la parte póstero-superior
del cuello. Consta de un fascículo
medial y otro lateral separados por un
septo fascial más obvio en la zona superior.
Se puede palpar en este punto como una
masa muscular redonda y firme en el espacio
parespinoso.
Ecográficamente se localiza profundo al
plano del splenius capitis. El semiespinalis
aumenta decididamente su diámetro transversal
en el polo superior. En esta región
más cefálica es posible distinguir, dos fascículos
uno lateral y otro medial separados
por un septo fascial. Este detalle anatómico
es relevante ya que el semiespinalis es perforado
por el nervio occipital mayor en su
fascículo medial (Fig. 5).
Región cérvico-dorsal
Trapezius
Es el músculo más superficial de la espalda
y de la parte posterior del cuello. Se origina
en el inion y en los tercios mediales de la
línea nucal superior. Parte también del ligamento
nucal y de las apófisis espinosas de la
prominente y de todas las vértebras torácicas.
Se inserta en el tercio externo clavicular,
en el acromion y en la espina de la escápula.
Se divide en 3 segmentos, superior, medio e
inferior. En los niveles de C3 a C6 siempre
cubre a splenius y semiespinalis. Debe tenerse
en cuenta que, a medida que se asciende
cranealmente, el trapezius se hace más
delgado hasta convertirse en una fina capa.
Ecográficamente, el mejor punto de identificación
es la región paraespinal supraescapular,
donde el músculo adquiere su mayor
espesor. En esta zona cubre únicamente al
levator (Fig. 3). También se puede deslizar la
sonda hacia el ángulo de la escápula, y disponerla
de forma oblicua para revelar el trapezius
sobre el levator y, en profundidad, las
siluetas costales (Fig. 6). Desde ambos puntos
se puede realizar una barrido cefálico para
alcanzar las posiciones cervicales medias y
superiores y confirmar que el trapezius quedará
siempre en el primer plano de observa-
SÍNDROMES MIOFASCIALES DEL CUELLO Y DE LA ESPALDA
273
Figura 5. Sonografía muscular occipital. El trapecio (Tr) es muy delgado ya cerca de su inserción y aun se solapa
con el Splenius capitis (SpC) que se ensancha en el aspecto lateral. En este plano apenas se intuye su perfil
más medial. El Semiespinalis capitis (SeC) es el músculo más voluminoso en esta zona. Generalmente se puede
distinguir el septo (C y D, en gris) que separa los fascículos medial y lateral. En profundidad los músculos rectos
occipitales que no se individualizan en esta imagen.
ción, variando su espesor. En sentido caudal,
el trapezius medio cubre al rhomboideus
(Fig. 7). En su porción más inferior se adelgaza
de nuevo y puede observarse su perfil
fascial lateral.
Levator scapulae
Es un músculo grueso y de forma triangular.
Se origina a través de cuatro tendones
a partir de las apófisis transversas de las tres
o cuatro primeras vértebras cervicales, y se
inserta en el ángulo superior y la espina escapular.
Se sitúa en el plano inmediato profundo
al músculo trapezius hasta alcanzar
cefálicamente el tercio proximal del sternocleidomastoideus,
que lo cubre igualmente.
La referencia ecográfica más fiable para localizar
este músculo es su inserción en el ángulo
la escápula. Se sitúa la sonda tal y como
se ha descrito en el trapezius, y se encontrará
el levator en el plano inmediato profundo
y su inserción escapular. Para diferenciarlo
del rhomboideus es necesario rotar la sonda
en dirección al raquis cervical medio y hacer
un seguimiento en esta trayectoria que
confirme que se trata del levator y no del
rhomboideus minor, que se dirige hacia la
región torácica con una menor angulación
superior (Fig. 6).
Rhomboideus
Existen dos, el minor y el major. El primero
procede del ligamento nucal y de las
apófisis espinosas de la última vértebra cervical
y de la primera torácica. Le sigue caudalmente
el major, más amplio y evidente.
Éste se origina en las apófisis espinosas de
las vértebras torácicas 2ª a 5ª y segmentos
correspondientes del ligamento supraespinoso,
dirigiéndose caudal y externamente
hasta insertarse en el borde medial de la escápula.
La marca ecográfica es nuevamente la espina
de la escápula, desde la que se desliza la
sonda en sentido caudal para identificar el
borde medial. Se observará el rhomboideus
(primero el minor y luego el major) siempre
por debajo del trapezius, con las sombras
costales y pleurales al fondo. La sonda se
colocará de forma transversal para situarse
alineada a las fibras del rhomboideus major
(Fig. 7).
274 J.M. Climent - V. Marimón - F. Cholbi
Figura 6. Imagen de trapezius (Tr) y levator (LS) sobre el ángulo de la escápula (Es) en una secuencia panorámica.
Se observa la inserción escapular del levator, matizada en gris (D). Es imprescindible alinear el eje
longitudinal del levator y seguirlo hasta sus inserciones cervicales para diferenciarlo del rhomboideus.
Figura 7. Trapezius medio (T) y rhomboideus major (R) en el espacio paraescapular medial. Escápula (Es). Siluetas
de las corticales costales (Co). En un plano más medial se observarían los erectores y la sombra de la
apófisis transversa.
SÍNDROMES MIOFASCIALES DEL CUELLO Y DE LA ESPALDA
275
Ecografía de la región lumbar y pélvica
con orientación miofascial
Planos generales
Para la exploración ecográfica del segmento
lumbar se recomienda la sonda cónvex.
Permitirá visiones anatómicas amplias y la
identificación en profundidad de los planos
viscerales profundos. Se utiliza inicialmente
un plano transversal para identificar las típicas
siluetas vertebrales lumbares. Se reconocerán
las apófisis espinosas y lateralmente dos escalones
óseos. En el primero se encuentran las
siluetas de las láminas y los macizos facetarios.
En el segundo, las apófisis transversas. Una
vez reconocido este marco óseo, se desliza la
sonda hacia el lado de interés y se fija la atención
en los planos musculares que lo cubren.
En este plano muscular hemilateral se
observarán, de medial a lateral, tres zonas
(Fig. 8):
- Zona 1. Enmarcada por el primer escalón
óseo, delimitado por la lámina y el macizo
facetario. En esta zona se alberga el músculo
multifidus.
- Zona 2. A continuación y lateralmente,
en la porción correspondiente al segundo
escalón, se observarán 3 planos que,
de superficial a profundo, contienen el
longissimus, la apófisis transversas (o los
músculos intertransversarii en el espacio
entre apófisis) y, en el plano más profundo,
el psoas.
- Zona 3. Tras rebasar lateralmente la apófisis
transversa, se observará en primer
plano el iliocostalis y en segundo plano la
masa muscular del quadratus lumborum.
Más ventral ya se distingue la cavidad peritoneal,
con las imágenes viscerales correspondientes
al punto de exploración.
En los planos mas superficiales se observa
la fascia tóraco-lumbar, refuerzo fascial donde
se solidarizan trapezius, latissimus y gluteus
maximus. Esta fascia cubre todos los grupos
musculares estudiados.
Para la exploración ecográfica del segmento
glúteo y pélvico posterior, se recomienda
igualmente una sonda cónvex. Los planos generales
son también transversales. El plano
óseo está constituido, de medial a lateral, por
el sacro, la articulación sacroiliaca, y el hueso
innominado.
Sobre el sacro descansa el multífido, con los
Figura 8. Anatomía lumbar transversal. Se observan las tres zonas de interés para localización muscular paraespinal:
Zona 1: multífidi y mazicos facetarios. Zona 2: Longissimus, apófisis trasversa (o musculatura intertransversa) y
psoas. Zona 3: Iliocostalis y Quadratus lumborum. En planos más laterales se aprecian los músculos abdominales.
276 J.M. Climent - V. Marimón - F. Cholbi
erectores ya residuales y todo cubierto por la
porción más gruesa de la fascia tóracolumbar.
Sobre la pelvis descansarán los glúteos. El
gluteus maximus es el más superficial y voluminoso.
Se extiende hasta la línea áspera del
fémur de forma que cubre el resto de grupos
musculares: el piriformis sobre la escotadura
ciática y, más caudalmente, los rotadores externos
de la cadera.
Músculos específicos
Región lumbar
Multifidus
Este músculo segmentario comienza en el
sacro y se prolonga por toda la columna vertebral.
Sus fibras ocupan el espacio comprendido
entre las apófisis transversas y espinosas.
Las fibras más caudales se insertan en la cara
posterior del sacro. Aunque existe el multifidus
desde la cuarta vértebra cervical, su espesor
se hace mayor cuando más distal, de
forma que las fibras lumbares y sacras son las
más amplias, potentes y expresivas.
El lecho ecográfico del multifidus es óseo,
ya que descansa en el espacio comprendido
entre la apófisis espinosa, la lámina y las facetas,
ocupando por completo la zona 1 descrita
más arriba (Fig. 9).
Erector spinae
Bajo este epígrafe anatómico se describe
un conjunto de músculos y tendones que
se combinan y extienden verticalmente a lo
largo de las regiones lumbar, torácica y cervical,
y se sitúan en los surcos laterales de
la columna vertebral. En la región lumbar
las fibras musculares forman una gran masa
constituida por dos músculos individualizados,
de medial a lateral, el longissimus y
el iliocostalis. En la región torácica y cervical
existe un tercer erector, el espinalis, que
ocupa una posición más medial.
Para la localización ecográfica lumbar,
hay que desplazar la sonda desde la posición
parespinosa del multifidus en sentido
lateral, e identificar los dos erectores más
relevantes, longissimus e iliocostalis por
este orden. Ayuda conocer su morfología,
Figura 9. Imagen ecográfica focalizada sobre la musculatura lumbar. Se observan de medial a lateral multifidi (M), Longissimus
(L) e Iliocostalis (I), que marcan la superficie de las 3 zonas topográficas En la zona 1, ventral al multifidi, la sombra
de la vértebra (Vb). En la zona 2, ventral al longissimus, la musculatura intertransversa (IT) y el psoas (Ps). En la zona 3,
ventral al iliocostalis (I), el quadratus lumborum (QL) sobre la cavidad peritoneal. Este corte está realizado en el espacio
intervertebral, de forma que no se aprecian con claridad las sombras de la cortical vertebral ni de la apófisis transversa,
en cuya posición se observa la musculatura intertransversa (IT). Se dibuja también el espacio ocupado por la vértebra
(Vb), por debajo de las sombras óseas corticales ecográficas.
SÍNDROMES MIOFASCIALES DEL CUELLO Y DE LA ESPALDA
277
más triangular la del longissimus y en forma
de “bocadillo de comic” el iliocostalis
(Fig. 9). Los espacios interfasciales entre
los tres músculos se identifican mejor
en los planos lumbares medios.
Conforme se desciende hacia planos
lumbo-sacros los tres vientres pierden individualidad
y el multifidus se destaca especialmente.
Quadratus lumborum
Este músculo se origina en el ligamento
iliolumbar y la cresta ilíaca. Se inserta en el
borde inferior de la 12ª costilla y vértice de
las apófisis transversas lumbares. Su morfología
es aplanada y cuadrangular. Está formado
por fibras que se entrecruzan en tres
direcciones: las fibras costotransversas, las
fibras iliotransversas, y las fibras iliocostales.
Es un músculo hipoaxial, inervado por
la rama ventral, lo que lo diferencia del resto
de músculos estudiados en este capítulo.
La marca ecográfica para su localización es
la apófisis transversa, desde L3 a L5. Se observará
como alcanza esta inserción, en un
plano profundo al iliocostalis, en la zona 3
(Fig. 9). Otra excelente referencia, esta vez
en el plano longitudinal, se obtiene partiendo
de la porción media posterior de la cresta
iliaca en dirección cefálica. Se observarán
aquí las fibras longitudinales del quadratus,
profundas al iliocostalis, sobre la cavidad peritoneal
(Fig. 10).
Existe otra forma de reconocimiento del
QL algo más compleja. Se coloca al paciente
en decúbito lateral y la sonda sobre el flanco
abdominal comprimiendo sobre la posición
del quadratus en dirección a la apófisis
transversa. Aparecerá entonces una imagen
que recuerda un trébol: la apófisis transversa
constituiría el tallo, y los tres músculos
las hojas del trébol (shamrock sign): el psoas
ventral, el quadratus bajo el eje de la sonda y
los erectores en posición dorsal.
Región glútea y pélvica posterior
Al abandonar la región lumbar se alcanzan
en sentido caudal los planos sacros.
Desde esta posición, en eje transversal si se
desplaza lateramente la sonda se rebasará
la articulación sacroilíaca y se alcanzará la
musculatura de la zona pélvica.
Gluteus maximus y medius
El maximus es un músculo grueso, romboidal
y de trayecto oblicuo situado en la
Figura 10. Sonoanatomía del quadratus lumborum (QL) en el plano longitudinal. En D se destacan las estructuras:
Erectores y fascia lumbar (Er). Pala Iliaca (PI) y en profundidad, la cavidad peritoneal (CP).
278 J.M. Climent - V. Marimón - F. Cholbi
región posterior de la pelvis. Se origina ampliamente
en la cresta iliaca posterior, sacro,
cóccix y ligamento sacrotuberoso. Se inserta
lateralmente en la fascia lata y más caudalmente
en la línea áspera del fémur, cubriendo
ampliamente toda la región glútea. En
la escotadura ciática se sitúa por encima del
piriformis.
El medius se sitúa en la superficie exterior
de la pelvis. Tiene forma de abanico y se estrecha
en un fuerte tendón. Se origina en el
borde externo de la cresta ilíaca, espina ilíaca
anterior superior, fosa ilíaca externa y aponeurosis
glútea. Se inserta por debajo en la
cara externa del trocánter mayor. En su porción
más anterior cubre el gluteus miminus.
La localización ecográfica se inicia en el tercio
superior del sacro. Desde allí se desplaza
el transductor lateralmente hasta identificar
primero la articulación sacroiliaca y, tras rebasarla,
el plano óseo pélvico que adquiere
una pendiente característica en forma de tobogán.
Sobre este perfil descendente se identifican
de superficial a profundo el gluteus
maximus y el gluteus medius. Si deslizamos
más lateralmente la sonda se observará una
tercera sombra muscular correspondiente al
gluteus minimus (Fig. 11).
Piriformis
Se origina en la cara anterior del sacro y se
inserta en el borde superior del trocánter mayor.
Su nombre le ha sido otorgado por su
forma de pera. No obstante en la tradición
anatómica española se le ha denominado
también como músculo piramidal, nomenclatura
que no se utiliza a escala internacional.
Cubre la escotadura ciática y el nervio
ciático, al que guarda en su emergencia hacia
el polo posterior del muslo y con el que establece
relaciones anatómicas y fisiopatológicas
relevantes. Es, junto al psoas, el único
músculo que vincula el eje axial con la cadera.
También debe considerase un músculo
biarticular, ya que interacciona con la articulación
sacroiliaca y con la cadera.
Es posible acceder al estudio ecográfico del
Figura 11. Sonoanatomía de los músculos glúteos. En C se observa la imagen típica de tobogán de la pala ilíaca
(PI). En D se identifican las coberturas musculares, gluteus maximus (Gma), medius (Gme) y minimus (Gmi).
SÍNDROMES MIOFASCIALES DEL CUELLO Y DE LA ESPALDA
279
músculo con gran precisión mediante dos
métodos diferentes que llevan al mismo posicionamiento.
1. En la primera técnica, se sitúa la sonda
en eje transversal sobre la pala iliaca en
el polo superior y en posición media. Se
observará en profundidad la inclinada
sombra de la pala iliaca que imita la descrita
forma de tobogán. Sobre esta rampa
se disponen, de superficial a profundo,
los músculos glúteos maximus, medius y
minimus. Desde esta posición se oblicua
la sonda entre 30º y 40º y se realiza un
descenso progresivo por la zona media
del glúteo hasta observar que la sombra
de la cortical de la pelvis desaparece en su
zona central. En este punto se encuentra
la escotadura ciática y se podrán apreciar
dos planos musculares, superficialmente
el gluteus maximus y, en profundidad,
el piriformis. Dentro de la escotadura se
puede descubrir el nervio ciático al destacar
los fenómenos anisotrópicos con
sutiles movimientos de balanceo (Fig.
12). El marco óseo lateral a la escotadura
corresponde a la porción supra-acetabular
posterior del hueso innominado, que
queda cubierta por la unión miotendinosa
del piriformis antes de dirigirse hacia su
inserción en el trocánter mayor.
2. Esta opción es probablemente más sencilla,
aunque menos utilizada. Se sitúa la
sonda sobre el trocánter mayor, aspecto
posterior. Una vez localizado, se rota la
sonda entre 30º y 40º en sentido medial
y cefálico. Se desliza la sonda siguiendo
esta posición oblicua hacia la línea media
y en dirección al sacro, hasta que se observa
la aparición de la escotadura ciática.
Se habrá alcanzado con más facilidad la
misma posición anterior, con la sonda situada
sobre el piriformis.
Quadratus femoris
Músculo aplanado y de forma cuadrilátera.
Se origina en el borde externo de la tuberosidad
isquiática y se inserta en una línea posterior
al trocánter mayor. Es el más inferior
de los músculos del plano profundo de la
región glútea. Cubierto por el gluteus maximus,
discurren sobre él los nervios ciático y
cutáneo femoral posterior. Se sitúa a la salida
del espacio glúteo profundo.
Para su localización ecográfica debe identificarse
la tuberosidad isquiática y la silueta
Figura 12. El músculo piriformis sobre la escotadura ciática. En D se detallan las estructuras. La escotadura está delimitada
por dos sombras óseas, la del sacro (Sa) y la porción supraacetabular del isquion (IL). El nervio ciático yace en el
fondo de la escotadura. Se requiere de movimientos de balanceo para resaltar su anisotropía. Está cubierto por dos capas
musculares, el piriformis (Pr) y el gluteus maximus (GM).
280 J.M. Climent - V. Marimón - F. Cholbi
de la inserción del tendón común de semitendinoso
y bíceps. Desde este punto se
buscará lateralmente una segunda sombra
ósea que corresponde a la visión posterior
de la masa trocantérea. Entre ambas se extiende
en profundidad el quadratus femoris.
A este nivel discurre el nervio ciático,
con su típico patrón en panal, en el espacio
interfascial entre gluteus maximus y quadratus
(Fig. 13).
Figura 13. El músculo Quadratus femoris (QF) entre la tuberosidad isquiática (Ti) y el macizo trocantéreo (Tr). La
imagen ecográfica en C y en D el detalle de las estructuras. El nervio ciático (NC) se sitúa en el plano interfascial
de gluteus maximus y quadratus femoris, muy cerca del tendón conjunto (Tc).
4 SÍNDROMES MIOFASCIALES ASOCIADOS A CERVICALGIA
Los músculos cérvico craneales y cérvico
dorsales desempeñan una actividad primordial
en el control y mantenimiento de la postura.
En caso de disfunción miofascial pueden activarse
de forma conjunta y producir patrones
combinados, en los que se superponen los dolores
referidos de cada músculo. Durante el
examen se deben identificar los PGM activos y
latentes para seleccionar las dianas terapéuticas
más adecuadas. Una vez seleccionados se debe
programar su intervencionismo y realizar cada
acceso de forma individualizada. A continuación
se describen el acceso ecoguiado a alguno
de los músculos más frecuentes y relevantes.
Splenius capitis
Este músculo debe tenerse en cuenta en la
mayoría de pacientes que presenten dolor de
cabeza ya que suele formar parte de los grupos
musculares relacionados con la cefalea. Suele
producir dolor en la propia posición del músculo
y, si está muy sensibilizado, origina dolor
referido en la parte superior del cráneo, cerca
del vértex (Fig. 14A). Interviene frecuentemente
en los cuadros de dolor cervical y craneal con
componente miofascial. También es objetivo de
tratamiento infiltrativo en la distonía.
Es posible acceder de forma sencilla al splenius
capitis atravesando el trapezius con la aguja
en un plano cervical medio, o bien en un plano
más cefálico, desplazando lateralmente el transductor
hasta alcanzar la zona en la que el splenius
se observa en primer plano muscular, delimitado
medialmente por el borde del trapezius.
Intervencionismo
Transversal, en plano o fuera de plano: una
vez situada la sonda sobre el músculo se puede
acceder en cualquiera de los dos planos.
Posición del paciente: en decúbito prono o
lateral, con la región cefálica en ligera flexión se
exhibe mejor el músculo.
Posición de la sonda: se sitúa en la región cervical
superior en el plano transversal y en posición
póstero lateral. Se observará el splenius en
primer plano muscular delimitado medial por
el borde del trapezius y lateral por el polo superior
del sternocleidomastoideus (ECM).
Alcance: se introduce la aguja en dirección
al músculo en plano, de medial a lateral para
alejarse de las estructuras espinales. Nunca debe
Figura 14. Punto gatillo de splenius capitis y sus patrones de irradiación (A). Infiltración en plano (B) y su correlato
anatómico (B) y ecográfico (D).
281
282 J.M. Climent - V. Marimón - F. Cholbi
rebasarse el plano del ECM. Si se realiza fuera
de plano, la inyección con una aguja corta de
1,5 cm permite el alcance con mayor seguridad.
Semiespinalis capitis
Este músculo también participa en la inducción
miofascial de la cefalea. Además puede producir
dolor cérvico dorsal profundo (Fig. 15A).
Sin embargo, su mayor interés miofascial deriva
de su relaciones con el nervio occipital mayor
(NOM). El semiespinalis capitis es perforado
por el NOM en el 90 % de los casos en
su fascículo medial, durante su trayecto hacia la
región craneal posterior. El trapezius superior
también es atravesado pero solo en el 40 % de
las ocasiones. Por este motivo se ha descrito
que los PGM de semiespinalis puede jugar un
eventual papel en la neuralgia occipital y que su
tratamiento miofascial puede mejorar el dolor.
Hay otros puntos de interés para la localización
del NOM, concretamente en el espacio
interfascial del obliquus capitis inferior y el semiespinalis,
que no se revisan en este texto.
Intervencionismo
Longitudinal en plano: este músculo se aborda
más fácilmente en plano.
Posición del paciente: en decúbito prono o
lateral.
Posición de la sonda: para localizar el fascículo
medial debe buscarse un posición más cefálica
al obliquus capitis inferior, ya muy cerca del
occipital. En este punto se observarán los dos
fascículos separados por una fascia obvia.
Alcance: se aborda en plano lateral a medial
para observar con mucha precisión la llegada de
la aguja al fascículo medial (Fig. 15D).
Trapezius
Janett Travell le otorgó al trapezius al sobrenombre
de “el rey”, debido a que es el músculo
que desarrolla PGM con mayor frecuencia
y ubicuidad. Su papel postural y de mantenimiento
de la posición cefálica promueve una
actividad de contracción prácticamente permanente
tanto en sedestación como en bipedestación
que le lleva con facilidad a situaciones
disfunción. Su actividad como rotador de la
escápula promueve también disfunción en las
alteraciones del hombro y en las discinesias escapulares.
Los PG más relevantes se encuentran
en la porción superior, aunque también con
mucha frecuencia en el punto miofascial del
trapezius inferior (Fig. 16A).
Intervencionismo
La inyección puede realizarse en plano o fuera
de plano.
Posición del paciente: muchos clínicos prefieren
la posición de sedestación para el intervencionismo
sobre este músculo. Sin embargo,
siempre es preferible realizar el tratamiento
Figura 15. Puntos gatillo de semiespinalis capitis y sus patrones de irradiación (A). Infiltración en plano (B) y su correlato
anatómico (B) y ecográfico (D). Trapezius (TcMr). Splenius (Sp). Semiespinalis, fascículo medial (SmcM) y lateral (SmcL).
SÍNDROMES MIOFASCIALES DEL CUELLO Y DE LA ESPALDA
283
en decúbito bien lateral o bien prono si se han
de tratar ambos lados.
Posición de la sonda: se sitúa de forma longitudinal
a las fibras del trapezius. Se observará el
músculo diana en primer plano y en profundidad
el levator y la silueta costal.
Alcance: dadas las dificultades de observación
ecográfica del PGM, puede realizarse primero la
palpación del PGM activo que se haya establecido
como diana terapéutica. A continuación se
desplaza la sonda hasta al dedo palpatorio y se
confirma, si fuese posible, la morfología ovalada
hipoecoica que define el PGM. A continuación
se introduce la aguja, bien en plano o bien fuera
de plano, en dirección a la diana, realizado movimientos
repetidos de pistoneo de unos poco
milímetros mientras se avanza en dirección al
punto. La finalidad de este movimiento es producir
la local twitch response (LTR) cuando se
alcance el mismo. El paciente percibirá en ese
momento una breve sensación de descarga local,
sin irradiación. Debe advertirse al paciente
de esta posibilidad para mejorar la adherencia a
la técnica. Si se observa la LTR la aguja no debe
moverse más, ya que se ha posicionado su punta
dentro del PGM y la medicación seleccionada
debe inyectarse en ese momento. Si no se consigue
la LTR y el paciente siente el dolor referido
típico también se considera como una inyección
dentro del PGM. Este procedimiento de pistoneo
debe repetirse en cada punto de tratamiento.
Los detalles técnicos descritos deberían aplicarse
en cualquier inyección miofascial.
Es esencial recordar la escasa distancia a la
pleura, sobre todo en personas delgadas, especialmente
en el trapezius inferior. Conviene
registrar la profundidad hasta la pleura para seleccionar
la longitud adecuada de la aguja para
inyecciones fuera de plano. Antes de introducir
la aguja debe visualizarse la situación de costilla
y de la pleura para ajustar la profundidad del alcance
(Fig. 16).
Levator scapulae
En este músculo suelen ser más patentes los
puntos gatillo insercionales que los miofasciales.
También pueden considerase sus PGM desde
una perspectiva más clásica como una entesitis.
Por otro lado, se ha descrito el síndrome
escápulo-torácico en el que la inserción del levator
es una diana terapéutica habitual. El dolor
suele expresarse en la zona escapular superior,
con una irradiación a distancia limitada.
Figura 16. Puntos gatillo (PGM) de trapezius y sus patrones de irradiación. Se incluyen 7 puntos, 5 miofasciales (en
blanco) y 2 insercionales (en azul) (A). Infiltración del PGM 2, en plano (B) y su correlato anatómico (B) y ecográfico (D).
284 J.M. Climent - V. Marimón - F. Cholbi
Intervencionismo
Longitudinal en plano: este músculo se aborda
más fácilmente en plano (Fig. 17).
Posición del paciente: en decúbito prono o
lateral.
Posición de la sonda: se busca el ángulo de la
escápula y se acopla a la morfología del músculo
en dirección oblicua y superior. Se observará en
primer plano el trapezius y por debajo el levator
alcanzado su inserción.
Alcance: se aborda en plano desde cervical a
caudal en busca de la zona insercional anexa al
ángulo escapular. Se podrán ver, en los planos
inmediatamente profundos, las siluetas costales
y aun más profundas, las pleurales.
Rhomboideus
Este músculo participa frecuentemente del
dolor cérvico-dorsal, de forma conjunta con el
trapezius. La activación suele ser de origen cervical
y el patrón de dolor suele ser local, paraescapular.
Se asocia ocasionalmente a síndromes
facetarios cervicales.
Intervencionismo
Transversal en plano y fuera de plano: este
músculo puede abordarse de ambas formas, con
las precisiones que se describen más adelante.
Posición del paciente: en decúbito prono o
lateral.
Posición de la sonda: se busca el borde medial
de la escápula y se sitúa entre ésta y la región espinal.
Se observará en primer plano el trapezius
y por debajo el rhomboideus. Ambos músculos
son aquí muy finos y se observará en profundidad
las siluetas costales y los movimientos
respiratorios pleurales. Si no se observa con
claridad las estructuras se puede rotar la sonda
a longitudinal para ver dos siluetas costales y
la pleura al fondo, pudiendo calcular de modo
preciso la profundidad de seguridad y la longitud
de la aguja.
Alcance: en plano, de medial a lateral, se accede
al segundo plano muscular, que es el rhomboideus.
Fuera de plano, con aguja corta también
se puede realizar la técnica si se domina
la visualización de los desplazamientos fasciales
promovidos por la aguja. Se debe usar en este
caso el arco costal como limite de seguridad final
para limitar el riesgo de neumotórax dada la
mínima distancia del músculo a la pleura.
Figura 17. Puntos gatillo de levator scapulae y sus patrones de irradiación (A). El punto gatillo insercional suele
ser más relevante. Infiltración en eje longitudinal en plano (B) y su correlato anatómico (C) y ecográfico (D).
5 SÍNDROMES MIOFASCIALES ASOCIADOS A LUMBALGIA
Los músculos más frecuentemente asociados
en la literatura a la génesis del dolor
lumbar son el quadratus lumborum y el piriformis.
Sin embargo, si se consideran los fenómenos
de alteración segmentaria y su participación
en la sensibilización, los músculos
multifidus y los erector spinae, son actores
principales en la lumbalgia. También es muy
frecuente y relevante la participación de algunos
músculos de la pelvis.
Multifidus y Erector spinae
Los erectores longissimus e iliocostalis
presentan un patrón de dolor irradiado caudal
a la ubicación del PGM. Sin embargo, el
dolor producido por el multifidus se observa
en la misma zona de aparición del punto
(Fig. 18A). Estos músculos reciben inervación
segmentaria de la rama medial, de forma que
comparten la inervación facetaria y se activan
con frecuencia cuando existen alteraciones o
disfunciones de las facetas. En estos músculos
se palpan con frecuencia PGM en varias
metámeras contiguas, como expresión de la
inervación multisegmentaria y del fenómeno
de sensibilización, que produce reclutamiento
multimetamérico. Es posible encontrar un
punto gatillo activo, con signo de reconocimiento
de dolor en un segmento concreto, y
otros puntos consecutivos en las metámeras
superiores e inferiores. Igualmente pueden
encontrarse PGM superpuestos en los planos
superficiales y profundos.
Intervencionismo
Transversal en plano y fuera de plano: ambos
procedimientos pueden utilizarse, con
las precisiones que se describen más adelante.
Figura 18. Puntos gatillo de multifidi y erectores y sus patrones de irradiación (A): multifidi (amarillo) longissimus (violeta) e
iliocostalis (verde). Infiltraciones en eje transversal en plano (B) y su correlato anatómico (C) y ecográfico (D) del multifidus.
285
286 J.M. Climent - V. Marimón - F. Cholbi
Posición del paciente: en decúbito prono o lateral,
si el paciente no puede mantener el prono.
Posición de la sonda: se busca la sombra de la
apófisis espinosa, de la lámina y la faceta, y de la
apófisis transversa. Se lateraliza la sonda sobre
la zona de interés y se fija el foco sobre las masas
musculares que cubren estas sombras óseas.
Se distinguirán las siluetas transversas del multifidus
y, a partir de la faceta, la de los erectores,
longissimus e iliocostalis. Corresponden a las
zonas 1, 2 y 3 descritas más arriba.
Alcance: en plano, de lateral a medial, se
accede con facilidad a cualquiera de los tres
músculos. Igualmente puede realizarse de
medial a lateral, según la facilidad del posicionamiento
en cada paciente. También fuera
de plano puede practicarse la punción siempre
que se controle la profundidad de la diana
y la longitud de la aguja. Los procedimientos
de hidrolocalización siempre serán de ayuda.
El PGM se detecta mejor con palpación del
dedo anexo a la sonda. Con leves cambios
en la posición del transductor, se pueden alcanzar
sucesivamente el multifidus (Fig. 18),
longissimus e Iliocostalis.
Los elementos que deben vigilarse para
evitar alcances inadecuados son los espacios
interlaminares. En ellos se pierde la sombra
ósea y es factible alcanzar el espacio epidural
o intratecal. En los erectores debe vigilarse
la posición del quadratus lumborum y, más
ventralmente, el peritoneo.
Quadratus lumborum
Fue apodado por Travell como “el comodín”
por su importancia en la patología miofascial
lumbar. Su patrón de irradiación es complejo
con referencia póstero-lateral y también anterior
hacia el abdomen (Fig. 19A). Es conveniente
explorarlo siempre que el paciente exprese
dolor en la región trocantérea, hacia donde
irradia su patrón referido. Es posible encontrar
asociación con PGM en el psoas, desarrollándose
patrones combinados de irradiación anterior
y posterior.
Intervencionismo
Este gran músculo puede alcanzarse desde
diversas posiciones y planos. A continuación
se mencionan dos de las más utilizadas.
Longitudinal en plano: es la forma más cómoda
y que mejor visión ofrece del músculo
y de su posición.
Figura 19. Puntos gatillo de quadratus lumborum y sus patrones de irradiación póstero-lateral y anterior (A).
Infiltración de en plano de cefálico a caudal (B) y su correlato anatómico (C) y ecográfico (D), erectores (Er).
Quadratus lumborum (QL)
SÍNDROMES MIOFASCIALES DEL CUELLO Y DE LA ESPALDA
287
Posición del paciente: en decúbito prono.
El músculo en decúbito lateral queda acortado
y es más difícil de alcanzar con precisión.
Posición de la sonda: se busca la sombra de
la cresta iliaca en su región posterior y media.
Se desliza el transductor a cefálico de forma
que quede únicamente el arco de la cresta en
posición caudal. Se observarán con claridad
las fibras longitudinales del quadratus, en profundidad
la cavidad peritoneal y en posición
más cefálica, la silueta renal. En el primer plano
muscular se identificarán los erectores, con
un espesor variable en función de la posición
más o menos lateral. Conviene revisar todos
los planos modificando focos y profundidades
para tener el campo anatómico bien ponderado
antes de realizar la infiltración.
Alcance: en plano, de caudal a cefálico, o
bien de cefálico a caudal (Fig. 19) en función
de la facilidad sonoanatómica del paciente, se
desliza la aguja hasta alcanzar la masa muscular
de interés. No deben observarse sombras
óseas vertebrales en un buen alcance ya que
el quadratus finaliza en la apófisis transversa.
La punta de la aguja debe estar siempre controlada
para evitar la punción peritoneal. La
hidrolocalización puede ayudar cuando hay
dudas, por lo que puede usarse una llave de
doble vía, con suero fisiológico en una jeringa
para hidrolocalizar y la medicación en otra
jeringa independiente, para tratar.
Transversal en plano: también puede alcanzarse
de forma adecuada este músculo.
Posición del paciente: en decúbito prono.
Posición de la sonda: se busca la sombra de
la apófisis espinosa, de la lámina y la faceta, y
de la apófisis transversa. A partir de la transversa
se observará, por debajo de los erectores,
un plano muscular que se despliega hacia
lateral, hacia las fascias abdominales. Se trata
del quadratus, ahora en sección transversal.
En profundidad podrá observarse más medial
la sombra redondeada del psoas.
Alcance: en plano, lateral a medial, se desliza la
aguja hasta alcanzar la masa muscular. No debe
rebasarse nunca la profundidad virtual marcada
por la apófisis transversa. La punta de la aguja
debe estar siempre controlada para evitar la
punción peritoneal siguiendo las mismas recomendaciones
previas para la hidrolocalización.
La punción transperitoneal debe vigilarse con
las mismas normas mencionadas más arriba.
Gluteus medius
El glúteo más frecuentemente afectado es
el gluteus medius. La activación de los PGM
puede ser de origen espinal y concurrente
con la del piriformis. Su patrón de irradiación
incluye la región sacroiliaca y la coxal lateral
(Fig. 20A), por lo que debe tenerse en cuenta a
la hora de evaluar algias sacroiliacas. También
se puede producir la activación miofascial en
el contexto de entesitis o bursitis trocantérea.
Intervencionismo
Las punciones de la musculatura glútea son
seguras y bien conocidas ya que el cuadrante
súpero-externo de la nalga es la zona en
la que se realizan rutinariamente las inyecciones
de medicación intramuscular de toda
índole.
Es este un músculo profundo pero que queda
bien delimitado por sus marcadores óseos,
el plano de acceso más recomendado es el
transversal, en el que las fibras quedan ligeramente
oblicuas a este plano anatómico.
Transversal en plano o fuera de plano: los
músculos glúteos se pueden alcanzar de forma
segura con ambos procedimientos.
Posición del paciente: en decúbito prono.
Posición de la sonda: debe situarse la sonda
en la posición inicial descrita para la búsqueda
del piriformis. Sobre la forma ósea en tobogán,
descansan las tres sombras de gluteus
maximus, medius y minimus. Según el posicionamiento,
podrían verse únicamente dos
glúteos, maximus y medius.
Alcance: tanto en plano como fuera de plano
se alcanza la región de interés. La palpación
con el dedo anexa a la sonda ayudará a
delimitar mejor el objetivo. El suelo óseo garantiza
alcances sin riesgos (Fig. 20).
Piriformis
Janett Travell lo bautizó “dos veces diablo”
por su doble activación: producción de dolor
miofascial e irritación del nervio ciático.
Quizá pudiese merecer incluso el sobrenombre
de “triple demonio” ya que, además de la
alteración miofascial y la neuropática, puede
asociar también disfunción articular. En
efecto, se trata de un músculo biarticular que
actúa sobre las articulación coxal y sacroiliaca
a través de su origen en la cara anterior del
sacro y su inserción en el trocánter mayor.
288 J.M. Climent - V. Marimón - F. Cholbi
Figura 20. Puntos gatillo de gluteus medius. Se incluyen 3 puntos con sus patrones de irradiación sobre la
región sacroiliaca y trocantérea. Infiltración en plano (B) y su correlato anatómico (C) y ecográfico (D.) Gluteus
Maximus (Gma). Gluteus medius (Gme). Gluteus minimus (Gmi).
Sus PGM se asocian también frecuentemente
a síndrome facetarios L5-S1 (Huang,
2014). También es muy frecuente la convergencia
de disfunción conjunta con el gluteus
medius. Su patrón de dolor típico afecta predominantemente
a la nalga (Fig. 21A) aunque
irradia ocasionalmente hacia la pantorrilla.
Intervencionismo
Es este un músculo profundo pero que
queda bien delimitado por sus marcadores
óseos. El plano de acceso más recomendado
es el longitudinal a sus propias fibras.
Longitudinal en plano: es la forma más
cómoda y que mejor visión ofrece del músculo
y de su posición. Debido a la dirección
oblicua del mismo cuando la sonda esté bien
alineada quedará en una inclinación cefálica
aproximada de 30º-40º.
Posición del paciente: en decúbito prono.
Puede hacerse en decúbito lateral, pero el músculo
queda elongado y el ciático más exhibido.
Posición de la sonda: es posible encontrar
el músculo con gran precisión por cualquiera
de los dos métodos descritos más arriba, en
el apartado de sonoanatomía. Una vez que se
sitúa la sonda sobre la escotadura ciática deben
apreciarse los dos planos musculares, de
superficial a profundo, del gluteus maximus y
del piriformis. Para confirmar la localización
pueden realizarse pequeños movimientos de
rotación comunicados al miembro inferior
del paciente para identificar la elongación y
el acortamiento del piriformis, mientras que
el gluteus major no se moviliza. En el fondo
de la escotadura debe buscarse el nervio ciático
con balanceos del cabezal que revelen su
patrón ecográfico neural.
Alcance: en plano, de lateral a medial, se
desliza la aguja hasta alcanzar la región de
interés. Puede esta situada en la porción
SÍNDROMES MIOFASCIALES DEL CUELLO Y DE LA ESPALDA
289
supracetabular cerca de la unión miotendinosa
(Fig. 21), o bien en la masa muscular
más voluminosa cercana a la silueta sacra. La
palpación con el dedo anexa a la sonda ayudará
a delimitar mejor la región de interés
con el signo de reconocimiento del dolor.
La punta de la aguja debe estar siempre bajo
control para evitar la punción del nervio ciático.
En caso de dudas puede ser de utilidad
dirigir la aguja hacia la zona del piriformis
que descansa sobre el hueso supracetabular,
de forma que actúe como lecho protector. La
hidrolocalización puede ayudar cuando existan
dudas de posicionamiento.
Quadratus femoris
Este rotador externo de la cadera se encuentra
a la salida del espacio glúteo profundo, entre
la tuberosidad isquiática y la región trocantérea
posterior. Su disfunción miofascial es
mal conocida, aunque el patrón de dolor suele
situarse sobre el propio músculo y expandirse
en sentido cefálico y caudal (Fig. 22A),
por lo que tiende a confundirse con el dolor
del piriformis.
El espacio isquiofemoral, limitado por la
tuberosidad y el trocánter menor tiene como
suelo al quadratus femoris. El nervio ciático
transita a través de un verdadero estrecho
anatómico en el espacio interfascial de gluteus
maximus y quadratus. La lesión típica en
este espacio es el pinzamiento del cuadrado
femoral entre las dos eminencias óseas. La lesión
traumática del tendón común semitendinoso-bíceps
puede jugar un papel lesional o
irritativo sobre el nervio. La lesión muscular
puede incidir sobre el nervio ciático y producir
dolor neuropático irradiado al miembro
inferior. En lesiones por estiramiento, las
mismas fuerzas que producen la elongación
lesional de músculo o del tendón, pueden dañar
también al ciático (Climent, 2019).
Intervencionismo
Transversal en plano: se observará así la imagen
longitudinal del músculo entre los marcadores
óseos, en una zona anexa al surco glúteo.
Posición del paciente: en decúbito prono.
Figura 21. Puntos gatillo de piriformis (Pi) y sus patrones de irradiación. Infiltración en plano (B) y su correlato
anatómico (C) y ecográfico (D). Gluteus Maximus (Gma).
290 J.M. Climent - V. Marimón - F. Cholbi
Posición de la sonda: se busca la sombra de
la tuberosidad isquiática y en dirección externa
la imagen de la cortical de la región trocantérea.
Entre ambas sombras óseas se dispone el
quadratus, profundo al nervio ciático, cubierto
a su vez por el gluteus maximus. Pequeños
movimientos de rotación externa asistida de
la cadera promoverán el acercamiento de los
limites óseos del espacio y desplazarán el nervio
ciático hacia planos superficiales. El nervio
puede permanecer en posición y recibir el
choque de los extremos óseos, reproduciendo
el problema sindrómico de pinzamiento isquiofemoral.
Alcance: en plano, lateral a medial, se desliza
la aguja hasta alcanzar el músculo. Debe rebasarse
el plano interfascial gluteus-quadratus
(Fig. 22), donde descansa el nervio ciático.
Para la hidrodisección del nervio se llega únicamente
hasta el espacio interfascial, sin necesidad
de alcanzar al quadratus.
Figura 22. Puntos gatillo de quadratus femoris (QF) y sus patrones de irradiación (A). Infiltración en plano (B) y
su correlato anatómico (C) y ecográfico (D). Nervio ciático (Nc). Gluteus Maximus (Gma). Tuberosidad isquiática
(Ti). Macizo trocantéreo (Tr).
6 EVIDENCIAS Y REVISIÓN DE TÉCNICAS
Se ha descrito más arriba el valor diagnóstico
de la ecografía en el DMF mediante la
visualización de los PGM como zonas hipoecoicas
de morfología oval. Aunque los criterios
clínicos son prioritarios para establecer
el diagnóstico (Fig. 1), esta característica ecográfica
puede ser útil en el manejo diario del
síndrome, a pesar de la gran variabilidad en la
ecogenicidad del músculo. La asociación de
los dos procedimientos, clínico y ecográfico,
será de gran ayuda para la localización del
PGM y para su tratamiento invasivo.
La primera publicación de una infiltración
miofascial ecoguiada se produjo en 2008. Se
realizó sobre músculos erectores en la región
torácica y se utilizó el doppler para confirmar
el flujo de medicación en el interior del músculo
(Botwin, 2008). Previamente se habían
publicado artículos sobre inyección ecoguiada
en el síndrome del piriformis (Smith,
2006) . La utilidad de la ecografía en el intervencionismo
miofascial se ha reconocido
para alcanzar músculos de difícil localización
como el subescapularis (Shin, 2014) o para
aumentar la seguridad de las inyecciones al
reconocer las estructuras vásculo-nerviosas y
poder prevenir su punción accidental (Rizzi,
2019). También se ha sugerido que el aumento
de la precisión de la localización ecográfica
del PGM garantizará unos mejores resultados
terapéuticos (Khumbare, 2017).
En cualquier caso, la ecografía debe utilizarse
dentro del paradigma clínico del DMF.
La identificación de los PGM activos y latentes
adecuados, y la consecuente elección
de las dianas terapéuticas pertinentes, es un
factor determinante para la obtención de resultados
satisfactorios (Gerwin, 2014).
Para conseguir una inyección dentro del
PGM se han utilizado tres estrategias: la detección
electromiográfica del ruido de placa
anormal, la reproducción de la LTR y, el desencadenamiento
del patrón de dolor referido.
Cuando se observan uno o varios de estos
tres fenómenos se considera que se ha alcanzado
el interior del PGM. Ya se ha descrito la
capacidad de la sonografía para identificar y
registrar la LTR, por lo que esta estrategia será
la dominante cuando se utilice el ecógrafo en
el DMF, siguiendo los criterios que se detallan
en la tabla 2.
Se ha destacado previamente la importancia
de la LTR como criterio diagnóstico confirmatorio
del DMF. Además, esta respuesta espasmódica
tiene connotaciones terapéuticas ya
que se ha sugerido un mejor resultado cuando
la punción del PGM consigue reproducir y
agotar la LTR (Hong, 1994). Las mejores técnicas
para promover la LTR son la de pistoneo
(fast in and out, Hong, 1993), y la de atornillado
(screw in and out, Chow, 2014). En
ambas se mueve la aguja con rapidez en dirección
al PGM, con movimientos sucesivos de
introducción y extracción, sin o con rotaciones
asociadas, respectivamente. La LTR puede
identificarse perfectamente con el ecógrafo,
incluso en músculos profundos (Rha, 2011).
Alternativamente también se han mencionado
buenos resultados con la reproducción del patrón
de dolor referido con la estimulación de
la aguja, por los que ambos hallazgos sugieren
una infiltración dentro del PGM.
La punción seca, que se realiza en la práctica
con agujas de acupuntura, ha mostrado su
utilidad en el DMF. Desde el punto de vista
ecográfico, es muy interesante reseñar que,
mediante elastografía shear wave, se han identificado
cambios en el estado del PGM antes
y después de la punción. Se han descrito una
mejora en las propiedades viscoelásticas del
músculo afecto con diminución de la rigidez
Objetivo de inactivación de un PGM
Detección del PGM, activo o latente, mediante los criterios diagnósticos de consenso
Punción guiada clínica y ecográficamente: palpación del PGM e identificación de la región hipoecoica de interés
Búsqueda de la LTR mediante movimientos de pistoneo o de atornillado
Alternativamente, búsqueda del patrón de dolor referido durante la punción
Tabla 2. Criterios que debe reunir una infiltración miofascial ecoguiada.
291
292 J.M. Climent - V. Marimón - F. Cholbi
en la zona de interés (Turo, 2015) y variaciones
tras el tratamiento en diferentes posturas
como sedestación y decúbito (Maher, 2013).
Un paso adelante muy significativo ha sido
la confirmación de una mejora de los resultados
terapéuticos cuando se utiliza el ecógrafo
para el intervencionismo miofascial. Un
ensayo clínico sobre DMF del trapezius que
comparaba la punción del PGM ecoguiada
mediante elastografía shear wave, versus la
punción por marcación anatómica, mostró
mayor mejora del dolor y de la función en
los pacientes tratados con la técnica ecoguiada
(Kang, 2019), abriendo el camino a la mejora
de resultados con las inyecciones ecoguiadas,
tal y como sucede en otras dianas terapéuticas
articulares, tendinosas o espinales.
En el tratamiento del DMF mediante infiltraciones
no se ha conseguido identificar una
técnica de punción o una sustancia que sea
superior a las demás. Se han realizado numerosos
estudios, tanto globales como regionales,
sobre la eficacia de punción seca, suero
fisiológico, anestésico local, toxina botulínica
y otras sustancias. En las revisiones sistemáticas
generales, se ha identificado una mejora
de todos los pacientes inyectados, pero sin
diferencias claramente significativas entre las
diversas sustancias y procedimientos empleados
(Tought, 2009; Liu, 2015). Esta falta de
significación se repite también en metanálisis
sobre DMF regionales, por ejemplo en el
suelo pélvico o en la musculatura masticatoria
(Al-Moraissi, 2020). Por tanto no se puede
establecer una recomendación definitiva
sobre la mejor sustancia o procedimiento ya
que ninguno ha demostrado una clara superioridad
o inferioridad sobre los demás.
La toxina botulínica A ha sido repetidamente
estudiada como tratamiento del DMF
(Gerwin, 2012). Su potencial analgésico se ha
demostrado tanto en problemas musculares
(distonía o espasticidad) como en alteraciones
neuropáticas (Siongco, 2020). Sin embargo,
las investigaciones dirigidas a demostrar la
eficacia de la toxina en el DMF no han resultado
concluyentes. Aunque ha habido estudios
que han mostrado beneficios superiores
al control, muchos otros no han mostrado tal
preponderancia. Muchas de estas publicaciones
han mostrado numerosas fuentes de variabilidad
en cuanto a dosificación, número
de músculos inyectados, puntos de inyección
o diluciones. Las revisiones sistemáticas y
metanálisis han descrito estas fuente de variabilidad
y han establecido tres tipos de conclusiones:
unos sostienen que la toxina no es
eficaz (Ahmed, 2019), otros que no se puede
valorar la eficacia debido a la gran variabilidad
(Soares, 2014), y finalmente, otro grupo sugiere
que la toxina podría ser útil en algunas
situaciones concretas como dolor refractario
o cuadros específicos como el síndrome del
piriformis (Climent, 2013). Hay más información
sobre este síndrome en el capitulo 6.
Las conclusiones descritas derivan de los
estudios sobre DMF. Las revisiones sistemáticas
basadas en el efecto analgésico de la toxina
aportan otro enfoque. Sugieren un grado
de evidencia de tipo B (eficacia probable),
para el síndrome del piriformis, o la lumbalgia
(Safarpour, 2018). En estas condiciones
de evidencia controvertida, el uso de la toxina
botulínica debería reservarse para situaciones
concretas, como el síndrome del piriformis, o
situaciones de refractariedad en las que hayan
fracasado otros enfoques intervencionistas
previos. Si se decidiese utilizar este enfoque,
todas estas circunstancias deberían explicarse
al paciente a través de un consentimiento
informado y el cumplimiento de los requisitos
requeridos para las indicaciones off-label.
Bajo todas estas condiciones, es posible que
la toxina pueda ser de ayuda en algunos pacientes
que no han respondido a otros tratamientos.
7 ALERTAS
Las punciones deben realizarse siempre con las máximas precauciones. En el tratamiento del DMF
muchas veces es necesario tratar músculos que están cercanos a estructuras espinales, vasculares
o viscerales. En estas circunstancias, deben tomarse todas las precauciones necesarias. El control
ecográfico permite realizar un estudio previo a la punción que localice las estructuras que no deben
alcanzarse, estudiar a qué profundidad se encuentran y planificar cada inyección minimizando los
riesgos. Las inyecciones en plano permitirán el control posicional de la punta de la aguja. En las inyecciones
fuera de plano puede aportar más seguridad el uso de agujas más cortas de la profundidad a
la que se encuentren los elementos que no deben alcanzarse. La movilización de la aguja en busca de
la LTR permite visualizar mejor su posicionamiento, que no debe perderse del campo visual ecográfico.
La inyección de la sustancia confirmará la llegada al punto de interés, por lo que la nube de medicación
debe observarse en el lugar adecuado. En caso de inyecciones profundas puede requerirse
la hidrolocalización, para la que puede ayudar una preparación con llave de doble vía, una con suero
fisiológico para hidrolocalizar, y la otra con la medicación, para inyectarla en la diana terapéutica
cuando se acredite el alcance.
Debe tenerse en cuenta que se han descrito efectos adversos graves, como la infección, hemiparesia
por hematomas espinales en punciones cervicales (Lee, 2011), neumotórax en punciones de la musculatura
cérvico-torácica, y punciones viscerales (Fernández de la Penas, 2019). En este capítulo se
han descrito más arriba las zonas de riesgo específicas para cada músculo.
293
8 RECOMENDACIONES Y TRUCOS
La infiltración miofascial debe reunir una serie de características específicas. A continuación
se describirán una serie de pasos que facilitarán la realización del procedimiento y clarificarán
algunos aspectos. Se puede esperar una mejora en los resultados terapéuticos con una técnica
fundamentada y precisa por lo que es conveniente entender todo el procedimiento intervencionista
de los PGM dentro del paradigma del dolor miofascial.
1. Diagnóstico de DMF en el paciente, con el hallazgo clínico de la banda tensa, el punto sensible,
el patrón de dolor referido y el reconocimiento del dolor, si el PGM es activo.
2. Mapeo de los PGM, activos y latentes. Selección de las dianas terapéuticas. Una buena estrategia
es la selección de PGM activos en primer término y la búsqueda de PGM latentes en la musculatura
episomática, inervada por la rama posterior. Esta combinación permitirá actuar sobre
patrones de dolor amplios, con fenómeno de sensibilización.
3. Selección del procedimiento terapéutico, explicación detallada al paciente y consentimientos necesarios.
Especialmente se debe advertir que, durante el procedimiento, se intentará desencadenar
la LTR. El paciente sentirá una sensación de descarga fugaz que corresponde al breve espasmo.
El aviso incluirá la información de que la LTR puede mejorar el resultado. Esta orientación
muchas veces tranquiliza al paciente y facilita la adherencia.
4. Con el transductor ya sobre la región a tratar, se buscará la zona de interés, ayudado por la palpación
clínica. Si se realiza una palpación del PGM con el dedo de la mano libre, bajo la sombra acústica de
la sonda sujetada con la otra mano, es posible identificar con mayor facilidad la morfología ovalada
del PGM, y su deformación bajo la palpación clínica. Si se dispone de elastografía o de shear wave,
se pueden realizar mediciones cualitativas o cuantitativas de la rigidez en la región de interés.
5. Ya con la aguja dispuesta se dirigirá la punción hacia el PGM detectado. Puede hacerse en plano,
para controlar mejor la aguja, pero la técnica fuera de plano puede ser útil en algunos músculos.
6. Se realizará durante la punción un alcance con movimientos de introducción y salida, con el fin
de producir la LTR al alcanzar el PGM. Adicionalmente, este movimiento permitirá identificar
mejor la situación de la aguja.
7. Al conseguir la LTR, debe detenerse el movimiento e introducir la medicación seleccionada, ya
que se ha alcanzado la diana terapéutica.
8. Si tras 3-4 vaivenes no se ha conseguido reproducir la LTR, pero el paciente describe el signo
de reconocimiento del dolor, se realizará igualmente la punción, ya que la producción del dolor
referido indica también una inyección dentro del PGM.
9. Una vez finalizada la inyección debe realizarse hemostasia mediante compresión.
10. Finalmente, debe realizarse un estiramiento de todos los músculos tratados mediante técnicas de
liberación miofascial.
294
9 NUEVAS TENDENCIAS
La primera publicación sobre infiltraciones
interfasciales para el DMF (Domingo,
2011) marcó una línea de desarrollo que no
ha cesado y que cada vez amplía más sus posibilidades
y localizaciones. La publicación
original mostraba un efecto beneficioso sobre
el dolor tras la inyección ecoguiada de
bupivacaína y dexametasona en espacios interfasciales
cervicales (trapezius-levator, trapezius-rhomboideus,
trapezius-supraespinatus).
Esta técnica interfascial, inicialmente
utilizada para los bloqueos anestésicos quirúrgicos,
ha ido ampliando sus indicaciones
para el tratamiento del dolor, en otros
planos interfasciales abdominales (TAPS), o
en el plano de los erector spinae (ESP), o
en el plano interpectoralis (PECS). Algunos
autores comienzan a investigar también el
efecto de la radiofrecuencia interfascial, con
resultados alentadores (Cho, 2017).
Se han comenzado a investigar el efecto
del plasma rico en plaquetas (PRP) como
tratamiento de los PGM. Existe un ensayo
clínico controlado sobre el tratamiento del
DMF del masseter, donde la inyección de 1
ml de PRP produce una mejoría del dolor
muy relevante y significativamente mayor
que 1 ml de lidocaína al 2 % a las 4 semanas
(Sakalys, 2020). Otro ensayo muestra
superioridad del PRP sobre el suero fisiológico
a las dos semanas, con tres puntos
inyectados por músculo, a razón de 0,5 ml
(Nitecka-Buchta, 2019). Aunque habrá que
esperar más investigaciones, los resultados
son prometedores.
295
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297
298 J.M. Climent - V. Marimón - F. Cholbi
CAPÍTULO 12
PROCEDIMIENTOS ESPECIALES
ECOGUIADOS
A. Mena - X. Miguéns - J. Formigo
1
2
RADIOFRECUENCIA
Introducción
Usos comunes de la radiofrecuencia: nervio supraescapular, nervio
femoral, rama anterior del nervio obturador y nervios geniculares
• Claves anatómicas
• Claves ecográficas
• Intervencionismo
• Protocolo de radiofrecuencia
• Evidencias e indicaciones
Alertas
Recomendaciones y trucos
OTROS PROCEDIMIENTOS ECOGUIADOS
Microfasciotomía percutánea ecoguiada del Dupuytren
• Descripción de la técnica
• Claves ecográficas
• Evidencia y revisión
• Alertas
• Recomendaciones
Liberación percutánea ecoguiada del dedo en resorte
• Descripción de la técnica
• Claves ecográficas
• Evidencias
• Alertas
Hidrodisecciones
Tenotomía percutánea ecogiada del tendón extensor común del codo
• Claves anatómicas
• Descripción de la técnica
• Claves ecográficas
• Evidencia y revisión
• Recomendaciones
299
1 RADIOFRECUENCIA
Introducción
La radiofrecuencia (RF) consiste en hacer
pasar una corriente de media frecuencia
(500 KHz) a través de una cánula
que está totalmente aislada excepto en
la punta activa, que es la parte conductora
y la que ejercerá la acción terapéutica
(Fig. 1). Los tejidos presentan una resistencia
al paso de la corriente eléctrica (impedancia)
por la que se genera un aumento de temperatura
que se podrá controlar con distintas
variables en el generador. Existen varios tipos
de RF. Los más utilizados son la térmica o
ablativa y la pulsada. Sus características se resumen
en la tabla 1.
Parámetros en la radiofrecuencia
Los generadores de RF posibilitan la emisión
de estímulos tanto sensitivos como motores
a través de la cánula hacia la punta activa.
A su vez pueden medir la distinta resistencia
de los diferentes tejidos al paso de la electricidad
emitida desde el generador. Estos tres
parámetros (Tabla 2), van a ser fundamentales
para localizar el objetivo de forma precisa.
La punta activa de la cánula debe estar a menos
de 3 mm. del nervio diana para crear una
lesión adecuada.
Usos comunes de la radiofrecuencia
Radiofrecuencia del nervio supraescapular
(omalgia)
Claves anatómicas
El hombro recibe inervación de distintos
nervios: el supraescapular, el axilar, el
subescapular, el musculocutáneo, y el nervio
pectoral lateral. Gran parte de la inervación
dolorosa (65-80%) corre a cargo del
nervio supraescapular (NSE).
Figura 1. Esquema de un generador de radiofrecuencia emitiendo una corriente de media frecuencia a través de
la aguja con punta activa y retorno a través de la placa dispersiva.
RFT (térmica)
RFP (pulsada)
Degeneración walleriana Sí No
Lugar de acción máxima Punta aguja Alejada punta aguja
Efecto Quemadura Neuromodulación
Temperatura alcanzada 85º C 42º o menor
Tabla 1. Modalidades de la radiofrecuencia.
300
PROCEDIMIENTOS ESPECIALES ECOGUIADOS
301
Estimulación sensitiva
Estimulación motora
Frecuencia 50 Hz 2 Hz
Voltaje/intensidad <0,6 mV <0.5mV
Efecto Reproducción del dolor Contracción motora
Impedancia / resistencia
Varia según el tejido: nervio 200-400 ohmios
Tabla 2. Parámetros de la radiofrecuencia.
El NSE es un nervio mixto motor y sensitivo
somático (no suele aportar inervación
cutánea), formado por las raíces del plexo
braquial C5 y C6, y una contribución variable
de C4. Entra en la fosa supraespinosa a
través de la escotadura supraescapular, por
debajo del ligamento transverso superior de
la escápula. La arteria y vena supraescapular
que le acompañan, se sitúan en su variante
anatómica más frecuente por encima de dicho
ligamento transverso de la escápula.
Claves ecográficas
La exploración ecográfica previa se realiza con
el paciente sentado, los brazos colgando a los lados
del cuerpo con las manos sobre los muslos.
Sonda lineal de frecuencia media (8-13
MHz) situada sobre la espina de la escápula.
Se desliza levemente hacia anterior hasta localizar
la fosa supraespinosa. No es necesario
realizar angulación para observar el plano óseo
de la fosa supraespinosa que aparece como una
imagen hiperecogénica con sombra acústica.
Por encima de la fosa, de superficial a profundo:
tejido celular subcutáneo, músculo trapecio,
músculo supraespinoso y el paquete neuro-vascular
que podría no objetivarse. El NSE
habitualmente se localiza lateral a la arteria
supraescapular, por debajo de la fascia profunda
del supraespinoso (Fig.2). Con la ecografía
convencional no se suele visualizar.
Intervencionismo
Se debe utilizar la RF pulsada o atérmica,
ya que los nervios implicados, básicamente
el nervio supraescapular, son nervios mixtos.
Figura 2. Radiofrecuencia del nervio supraescapular. Posicionamiento (A y B), trayecto anatómico (C) y alcance (D)
en plano de medial a lateral (aguja gris). Trapezius (Tr), supraspinatus (Su), escápula (Es) y fosa supraescapular.
302 A. Mena - X. Miguéns - J. Formigo
Posición del paciente: en sedestación de
espaldas, miembros superiores en posición
neutra, codos flexionados con manos apoyadas
entrelazadas en los muslos.
Posición de la sonda: transversal oblicua sobre
la espina de la escápula, se sigue de medial
a la lateral hasta encontrar la fosa supraescapular.
Con la fosa escapular en el centro se
intentan localizar los vasos supraescapulares,
recordando que se sitúan por encima del ligamento
transverso, mientras que el NSE se
encuentra por debajo.
Alcance: ver bloqueo nervio supraescapular
en capítulo de hombro.
Recordar que para la RF es necesario atravesar
el retináculo aproximándonos al nervio
(no como sucede en el bloqueo anestésico,
donde no es recomendable).
Protocolo de radiofrecuencia
Estimulación sensitiva: a 50 Hz en impulsos
de 20 milisegundos de amplitud reproduciendo
la presencia de parestesias en la
articulación del hombro con un voltaje de
entre 0,1 y 0,5 mV.
Estimulación motora: a 2 Hz en impulsos
de 20 milisegundos, obteniéndose contracciones
efectivas (se debe provocar movimiento)
del supra e infraespinoso con un rango de
voltaje algo mayor, entre 0,1 y 1 mV.
Tratamiento: 45V de intensidad, una temperatura
de 40º-43º durante 360-600 segundos
en un solo tiempo. 1 a 3 tratamientos
separados entre 4 y 6 semanas.
Una vez finalizada la RF se puede procederse
a instilar en la zona de la aguja una solución
de anestésico y corticoide con el objeto
de lograr un bloqueo anestésico que alivie
al paciente del dolor agudo causado por la
técnica en espera del inicio del alivio secundario
a la RF (entre dos y tres semanas).
Evidencias e indicaciones
Quizá sea en el hombro donde es posible
encontrar un mayor número de publicaciones
relacionados con los tratamientos mediante
radiofrecuencia. Se ha publicado una
revisión de RFP en dolor de hombro (Liu,
2016). Todos informaron de mejoría en dolor,
movilidad y capacidad funcional. Además, no
se comunicaron complicaciones en ninguno
de los trabajos. En esta revisión se concluye
la eficacia de la RFP para control del dolor
de hombro con duración de 12 semanas. Sin
embargo, no está clara su superioridad a otras
técnicas como esteroides intrarticulares.
En el hombro doloroso del hemipléjico, la
duración del efecto de alivio del dolor se mantenía
por encima de las 16 semanas tras la realización
de la técnica. El resultado es mucho más
favorable cuando se combina con terapia física
y medicación antiespástica (Picelli, 2018).
La radiofrecuencia del NSE está indicada
en la neuropatía del NSE, dolor oncológico,
artropatía degenerativa del hombro, artropatía
inflamatoria, incluyendo las artropatías
microcristalinas, capsulitis adhesiva y lesiones
crónicas del manguito de los rotadores
(tendinopatías calcificadas, tendinopatías
disruptivas) en las cuales el tratamiento con
infiltraciones locales haya fracasado. También
es indicación de RF del NSE el dolor
de hombro en el hemipléjico, que es la causa
de dolor severo mas frecuente e incapacitante
en pacientes con ictus. Así mismo, es
útil tras cirugía programada del hombro para
mejorar la tolerancia del proceso de rehabilitación
de los pacientes, disminuyendo el
dolor hasta en un 50 %.
En aquellos pacientes en los que la utilización
de corticoides puede suponer un riesgo
como la hipertensión arterial o las diabetes,
la RF podría ser de primera elección en lugar
de las infiltraciones convencionales.
Radiofrecuencia del nervio femoral y
rama anterior del obturador (coxalgia)
Claves anatómicas (Fig. 3).
La inervación sensitiva de la articulación de
la cadera la llevan a cabo las ramas articulares
procedentes de los nervios obturador, femoral
y ciático, así como del plexo simpático lumbar.
Las más importantes son las ramas del nervio
femoral, que recogen la nocicepción de
la parte superior y lateral de la cadera (dolor
referido inguinal), y las ramas articulares del
nervio obturador, que recogen la de la parte
anterior e inferior de la cadera.
Claves ecográficas
- Nervio femoral. Sonda por encima del
ligamento inguinal en la pelvis. Se busca
la vena y arteria femoral (recodar el
orden de las tres estructuras vena-arteria-nervio),
por lo tanto, el nervio femo-
PROCEDIMIENTOS ESPECIALES ECOGUIADOS
303
Figura 3. Bloqueo nervio femoral. Esquema anatómico (A), posicionamiento (B), trayecto en resonancia (C) y
alcance (D) en plano de lateral a medial atravesando la fascia del iliaco (aguja gris). Iliopsoas (IP), nervio femoral
(N), arteria femoral (A) y vena femoral (V). Inervación dolorosa de la cadera: nervio femoral (N) a través de los
ramos articulares (R.Ar).
ral quedará inmediatamente lateral a la
arteria, en el espacio de las fascia iliaca.
- Rama anterior del nervio obturador.
Sonda transversal en el 1/3 superior de
la cara interna del muslo. Se parte igualmente
de los grandes vasos del muslo,
pero desplazando la sonda hacia medial y
proximal, hasta ver la imagen en “Y” que
forman la intersección de los músculos
pectineus, aductor longus y aductor brevis.
En este punto, en el centro de la Y,
viajando de profundo a superficial se situará
la rama nerviosa.
Intervencionismo
Posición del paciente: decúbito supino con
ligera abducción y rotación externa de miembro
inferior. Rodilla y cadera en extensión.
Posición de la sonda: transversal al eje corporal
oblicuando ligeramente en el caso de la
rama del obturador.
Alcance:
- Nervio femoral. En plano, sonda transversal
de lateral a medial, para evitar lesionar
la arteria femoral. Se hidrodilatarán
los tejidos para separar las diferentes
estructuras hasta llegar al nervio (Fig. 3).
- Rama anterior del obturador. Se dirige la
aguja hacia el centro de la “Y”, donde se
encuentra el nervio. Se utilizará también la
técnica en plano de lateral a medial (Fig. 4).
Protocolo de radiofrecuencia
Estimulación sensitiva: a 50 Hz en impulsos
de 20 milisegundos de amplitud produciendo
sensación desagradable en la zona de
la cadera, con un voltaje de entre 0.1 y 0,5 mV.
Estimulación motora: a 2 Hz en impulsos
de 20 milisegundos, obteniéndose contracciones
efectivas (se debe provocar movimiento)
en el quadriceps femoris y/o en el
gracilis (rama anterior obturador) con un de
voltaje entre 0,2 y 0,6 mV.
Tratamiento: voltaje de 45V de intensidad,
una temperatura de 40º-43º durante 360-
600 segundos en un solo tiempo. 1 a 3 tratamientos
separados entre 4 y 6 semanas.
304 A. Mena - X. Miguéns - J. Formigo
Figura 4. Bloqueo rama anterior del nervio obturador. Esquema anatómico (A): Aductor longus (Al), aductor brevis
(Ab) y pectineus (Pec). Ramas del nervio obturador: rama posterior (RPNO) y rama anterior (RANO) porción inferior. Posicionamiento
(B), trayecto en resonancia (C) y alcance (D) en plano de lateral a medial buscando el plano interfascial.
Una vez finalizada la RF se puede proceder
a instilar en la zona de la aguja una solución
de anestésico y corticoide con el objeto de
lograr un bloqueo anestésico que alivie al paciente
del dolor agudo causado por la técnica
en espera del inicio del alivio secundario a la
RF (entre dos y tres semanas).
Hay que tener en cuenta y avisar al paciente
de la posible debilidad del cuádriceps
tras el bloqueo del femoral, a pesar de que
se usen concentraciones anestésicas para
bloqueo sensitivo.
Evidencias e indicaciones
En los últimos años han aumentado de
forma exponencial las publicaciones relacionadas
con el uso de la RFP en la cadera dolorosa.
Aunque en su mayoría son series de
casos clínicos hay una revisión sistemática de
la evidencia existente en este sentido publicada
recientemente (Bhatia, 2018) en la que
se incluyen 14 estudios referentes a la RF en
la cadera. Se concluye que los tratamientos
de radiofrecuencia de los nervios sensitivos
de la cadera reducen el dolor secundario a
afecciones degenerativas. Aún no hay acuerdo
sobre cuál o cuáles deben ser esos nervios
sensitivos, los aspectos del procedimiento y
el seguimiento de los resultados. Se requieren
ensayos controlados aleatorios de alta calidad
metodológica para evaluar el papel de
estas intervenciones en esta población.
Se emplea en procesos degenerativos articulares,
como la coxartrosis, la necrosis avascular
de la cabeza del fémur, y síndromes de choque
fémoro-acetabular.
Como ocurre en la rodilla protésica, esta
técnica también está indicada tras la protetización
de la cadera cuando persiste el dolor y
se hayan descartado causas corregibles.
En la aplicación de la RF en la articulación
de la cadera existen dos técnicas descritas:
una clásica, sobre los nervios que recogen
la mayor parte de la sensación dolorosa de
la cadera, femoral y obturador, y otra menos
usada, intrarticular.
PROCEDIMIENTOS ESPECIALES ECOGUIADOS
305
Figura 5. Radiofrecuencia de los nervios geniculares (NG). Esquema anatómico (A), posicionamiento (B), trayecto
en resonancia (C) y alcance (D). Se dirige la aguja en proximidad a la arteria genicular. Nervio genicular súpero-lateral
(GSL), rama nervio ciático. Nervio genicular súpero-medial (GSM), rama nervio ciático. Nervio genicular ínfero-medial
(GIM), rama nervio tibial. Nervio genicular ínfero-lateral (GIL), rama del nervio peroneo común. Nervios
terminales de los vastos lateral, intermedio y medial (NVL, NVI, NVM), ramas nervio femoral. Nervio Safeno (NS).
Radiofrecuencia de los nervios geniculares
(gonalgia)
Claves anatómicas
La cápsula articular de la rodilla está inervada
principalmente por el nervio ciático.
A este nivel, éste se divide en el nervio tibial,
del cual salen los nervios geniculares
mediales superior e inferior, y en el nervio
peroneal común, del que proceden los nervios
geniculares laterales, superior e inferior
(Fig. 5).
Los nervios geniculares están en íntima
relación con las arterias geniculares, rasgo
anatómico que ayuda a su ecolocalización.
Claves ecográficas
Para la localización de los nervios geniculares
se usan dos estructuras reconocibles
ecográficamente: por un lado, la cortical del
fémur, en el caso de los dos nervios geniculares
superiores y por otro, la cortical de la
tibia en el ínfero-medial. Las otras estructuras
que ayudarán a localizar estos nervios
son las arterias geniculares.
Para comenzar, se localiza de forma nítida
la cortical de la tibia o del fémur, siguiéndola
con el doppler activado, de distal a proximal.
En el momento que cambia su inclinación,
se localizará la arteria genicular. Para situar
la superior debe buscarse la silueta del tubérculo
aductor supracondíleo, ya que el
complejo nervio-arteria transita en su proximidad.
La inferior se desliza por debajo del
ligamento colateral medial distal, hecho que
facilita también su localización. Se coloca
entonces la sonda en las proximidades de
dichas arterias (García-Bravo, 2019) (Fig. 6).
Intervencionismo
Se han descrito varias técnicas de radiofrecuencia
en la rodilla, aunque la que mayor
respaldo bibliográfico posee es la RF convencional
o térmica de los nervios geniculares.
Posición del paciente: decúbito supino,
306 A. Mena - X. Miguéns - J. Formigo
Figura 6. Localización ecográfica de los nervios geniculares. A1 y 2 súpero lateral, B1 y 2 súpero medial, C1 y 2
ínfero medial. Arterias geniculares (rojo) y nervios geniculares (amarillo).
con rulo bajo de rodilla para obtener una flexión
de unos 20º.
Posición de la sonda: sonda longitudinal
oblicua al eje corporal, sobre las corticales
óseas visualizando las arterias geniculares.
Alcance: abordaje en plano o fuera de plano.
Antes de insertar la aguja se practicará un
habón con anestésico local en la entrada de la
sonda para reducir el dolor de la técnica, se
hará lo mas superficial posible, ya que de lo
contrario sería imposible obtener la respuesta
sensitiva. En el genicular ínfero-medial se
ha de atravesar el tendón anserino (Fig. 6).
Protocolo de radiofrecuencia
Al tratarse de nervios sensitivos puros, la
respuesta que esperamos encontrar es obviamente
sensitiva. Ésta debe consistir en una
sensación desagradable, a veces dolorosa,
en la rodilla, distinta al dolor que podemos
causar con la aguja. Debe coincidir con la
aplicación de la corriente y debe desaparecer
cuando dejamos de aplicarla. Para confirmar
la ubicación debe repetirse la estimulación
varias veces. Este estímulo debe ser de una
frecuencia de 50 Hz y un voltaje de entre 0,1
y 0,5 mV.
Aunque no deba existir respuesta, se aplicará
un estimulo motor a 2 Hz de 2 a 2,5 mV,
así se certificará la ausencia de rama motora
alguna.
Cuando la correcta colocación de sonda
esté comprobada, se aplicará el tratamiento,
80º durante 90 segundos. Al ser un tratamiento
térmico se usarán cánulas que den la
posibilidad de controlar la temperatura en el
lugar de lesión.
Evidencias e indicaciones
En los últimos años el número de publicaciones
para el tratamiento de la gonalgia
con RF ha aumentado considerablemente,
predominando las series de casos. Muy recientemente
se dio a conocer una revisión
sistemática en la que se incluyen un total
841 participantes de 12 publicaciones que
determinó que el tratamiento con RF reduce
significativamente el dolor de rodilla, pero
rara vez mejora la función de la articulación
(Oladeji, 2019). La ablación por radiofrecuencia
térmica tiene mejor eficacia que la
ablación por radiofrecuencia pulsada para
reducir el dolor. El análisis de subgrupos
sugiere que las mujeres son más sensibles al
tratamiento de RF que los hombres.
En el manejo de la rodilla dolorosa los tratamientos
conservadores tienen escasa eficacia
probada. La viscosuplementación, el
concentrado de plaquetas y los corticoides
intrarticulares están en entredicho. Además,
también ocurre en la práctica diaria que no
todos los pacientes con artrosis muy sintomáticas
son candidatos a la cirugía, muchos
de ellos por edad y comorbilidad. Es precisamente
en este tipo de pacientes donde está
indicado el tratamiento con radiofrecuencia
en cualquiera de sus modalidades.
PROCEDIMIENTOS ESPECIALES ECOGUIADOS
307
Alertas
La RF nunca debe ser técnica de primera elección y se deben agotar antes tratamientos no ablativos.
La RF debe ser usada siempre en patologías que hayan respondido positivamente a los bloqueos
pronósticos previos.
LA RF no se debe utilizar en pacientes con alto componente emocional, incluso económico del dolor,
ya que existe una alta probabilidad de fracaso.
Evitar atravesar el espacio articular cuando exista derrame al realizar RF de los geniculares.
Recomendaciones y trucos
Cuando hay presencia de derrame articular de rodilla los nervios geniculares se mantienen por encima
de la cápsula articular.
Cuanta menor intensidad de corriente tengamos que usar para conseguir las respuestas sensitivas y
motora más efectivo será el tratamiento.
La impedancia debe estar entre 200 y 400 ohmios. Si es muy alta implica que podemos estar en el
perineuro con la posibilidad de que aparezcan disestesias.
2 OTROS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES ECOGUIADOS
La ecografía, además de la utilización en el
abordaje diagnóstico a menudo es complementada
por actuaciones terapéuticas guiadas
por ultrasonido, actuaciones que se han denominado
intervencionismo ecoguiado. Quizás
la máxima expresión del intervencionismo
ecoguiado sean las técnicas percutáneas ecoguiadas
o actuaciones mínimamente invasivas.
La realización de técnicas percutáneas “ciegas”,
es decir sin guía ultrasónica, ha sido publicada
como segura y recomendable. A modo
de ejemplo la infiltración de toxina del Clostrium
Hystoliticum como tratamiento de la enfermedad
de Dupuytren ha sido descrita como
una actuación realizada sin guía ecográfica. No
obstante, en este contexto, la utilización de la
guía ultrasónica proporciona una visualización
del campo de actuación que ofrece mayor precisión
y seguridad a la técnica. En ocasiones, el
abordaje percutáneo ha propiciado el desarrollo
de material específico adaptado a las necesidades
de cada técnica. Incluso se han publicado
algunos dispositivos de mayor sofisticación.
En este capítulo se abordará la descripción de
técnicas realizadas empleando el material habitual
si bien con las pequeñas adaptaciones necesarias.
Su práctica requiere definir una vía de
actuación para los imprevistos y complicaciones
que puedan surgir durante su desarrollo.
Se debe anticipar que la naturaleza de estas
técnicas dificulta el disponer de evidencia científica
en la actualidad.
Microfasciotomía percutánea ecoguiada
del Dupuytren
Podría ser indicada en fibromatosis con impacto
funcional (déficit de extensión de al menos
20º) en pacientes que consulten de forma activa
por este proceso.
Descripción de la técnica
Su realización requiere los siguientes pasos:
1. Bloqueo anestésico ecoguiado por planos:
superficial, por encima de la fibromatosis y
en profundidad inmediatamente por debajo
de la cuerda.
2. Multiperforación ecoguiada de la cuerda:
manteniendo el dedo en extensión se procederá
a realizar perforaciones múltiples en abanico
a lo largo del trayecto de la cuerda.
3. Ruptura de la cuerda: mediante una maniobra
de hiperextensión forzada se conseguirá
romper la cuerda. El número de perforaciones
realizado facilitará su ruptura.
4. Cinesiterapia domiciliaria post-microfasciotomía:
se instruirá al paciente en la realización de
ejercicios de extensión activa y pasiva forzada.
Claves ecográficas
La utilidad de la ecografía para esta infiltración
por planos y posterior perforación requiere
identificar la cuerda, instilar el anestésico,
así como practicar las perforaciones respetando
los tendones flexores. En la imagen ecográfica
se deben identificar 2 estructuras: la cuerda
superficial y los tendones flexores en profundidad.
Evidencias
Hovius & Zhou (2018) realizan una revisión
comparativa de las publicaciones disponibles
acerca de las técnicas mínimamente invasivas.
El análisis de poco más de 700 pacientes incluidos
en 9 estudios lleva a los autores a concluir
que las técnicas percutáneas tienen mayor
utilidad en casos leves/moderados siendo
recomendable reservar la cirugía abierta convencional
para casos de mayor severidad o en
recurrencias múltiples.
Alertas
Han sido descritas rupturas y discontinuidades
en la superficie cutánea hasta en uno de
cada tres pacientes. Se recomienda curación
por segunda intención.
Ha sido referenciado daño tendinoso, pero
resulta excepcional aun sin guía ecográfica
(<0,05%).
Recomendaciones
La rica inervación de la mano puede propiciar
una reacción sincopal por lo que la técnica
debe realizarse en decúbito supino.
El posicionamiento de la mano y la extensión
mantenida resultan clave ya que facilitan
la identificación de las estructuras que se posicionan
de forma más homogénea en extensión.
308
PROCEDIMIENTOS ESPECIALES ECOGUIADOS
309
Liberación percutánea ecoguiada del
dedo en resorte
Descripción de la técnica
1. Bloqueo anestésico ecoguiado disecando
las zonas superficial y profunda de la polea.
2. Posicionamiento de la aguja: con el dedo
en extensión la aguja debe introducirse
con el bisel paralelo al eje longitudinal de
la polea en su punto medio, de modo que
actúe como elemento cortante.
3. Ruptura de la polea A1: mediante un
movimiento repetitivo de entra y sale en
la polea longitudinal (evitando la profundización
de la aguja) procederemos a
la ruptura de la polea.
Claves ecográficas
Resulta imprescindible una correcta identificación
y visualización de la polea A1 (Fig. 7).
Evidencia y revisión
En el metanálisis publicado por Izadpanah
et al. (2013), se describe una tasa de éxito del
98% de la liberación ecoguiada, así como una
mayor seguridad de la técnica guiada frente
a la técnica no guiada. Wang et al. (2013)
realizan una revisión y metanálisis de 7 estudios
que incluyen a 676 pacientes en la que
concluyen que la liberación percutánea tiene
un mejor perfil de resultados frente a la infiltración
local de esteroides y resulta ser una
técnica segura.
Alertas
En esta técnica podría producirse el rasgado
del tendón flexor.
En la técnica con aguja única puede ser
necesario repetir el procedimiento variando
ligeramente el punto de abordaje ante la persistencia
sintomática derivada de una liberación
incompleta.
Hidrodisecciones
La hidrodisección comenzó a utilizarse en
cirugía laparoscópica o abierta para liberar
adherencias y posibilitar el descubrimiento
de planos quirúrgicos de difícil identificación
(Bokey, 1997). Básicamente se trata de introducir
fluido fisiológico a presión en un plano
o en una cavidad anatómica con adherencias
Figura 7. Liberación percutánea ecoguiada del dedo en resorte, longitudinal en plano. Posicionamiento (A y B), trayecto
en resonancia (C) y alcance (D), aguja (gris). Dirigir a la zona de la polea A1, en la superficie de los tendones flexores.
310 A. Mena - X. Miguéns - J. Formigo
que impiden su deslizamiento, para facilitar
su liberación. Esta filosofía se ha expandido
progresivamente hasta proponerse como
tratamiento para las adherencias y bridas que
pueden afectar a nervios, tendones y planos
interfasciales. Otra fuente desde la que se
ha desarrollado la técnica son los bloqueos
neurales anestésicos ecoguiados. Durante su
realización, se ha visualizado el efecto de los
fluidos sobre el nervio y su separación de los
planos interfasciales por los que discurren.
La ecografía, con su capacidad para exploraciones
dinámicas y visualización de la aguja,
ha posibilitado el alcance preciso de los espacios
perineurales y ha promovido el desarrollo
de nuevos tratamientos intervencionistas
basados en la hidrodisección.
El nervio mediano y su atrapamiento en el
túnel carpiano es el que más publicaciones
ha concitado hasta el momento. En la etiopatogenia
del síndrome se han descrito adherencias
y falta de deslizamiento en la región
del ligamento anular y, por estos motivos, se
ha propuesto la hidrodisección como tratamiento
(Evers, 2018). El procedimiento de
alcance es el mismo descrito en este libro,
con la sonda en eje transversal en plano desde
el aspecto cubital, o bien en longitudinal
de distal a proximal. Una vez alcanzada la
periferia del nervio se introduce a su alrededor
5 ml. de solución de corticoide y anestésico
despegando el nervio de sus planos
adyacentes. Algunos autores asocian a la hidrodisección
una fenestración del ligamento
anular (Malone, 2010). En un ensayo clínico
se utilizó únicamente suero fisiológico (3
ml. entre el ligamento anular y el nervio y 2
ml. entre el nervio y los tendones flexores)
consiguiendo una mejora superior al grupo
control (5 ml. subcutáneos) (Wu, 2019).
El nervio ciático también ha sido objeto de
tratamiento con esta la técnica. Puede verse
afectado por adherencias en el contexto
de lesiones isquiosurales amplias o cirugía.
También es posible encontrar adherencias
o insuficiente deslizamiento en el síndrome
del espacio isquiofemoral. En este último
caso, el alcance al nervio se realiza tal y
como se ha descrito en el capítulo de cadera
de este atlas. Una vez que se ha llegado al
espacio interfascial periciático se procede a la
inyección de corticoide depot y anestésico y
posteriormente se realiza la hidrodisección
con 5-10 ml. de suero fisiológico deslizando
la aguja alrededor del nervio, en planos superficiales
y profundos (Burke, 2019). Otros
autores utilizan volúmenes medios de 20
ml. o incluso mayores (Heng, 2020).
Otros nervios periféricos sobre los que se
han publicado hidrodisecciones terapéuticas
son: cubital, safeno, sural, femorocutáneo
(Cass, 2016), radial (Su, 2020) y de nuevo el
nervio mediano, esta vez en el síndrome del
pronador (Rizzi, 2020).
La técnica tiene también una versión articular,
la hidrodilatación del hombro en la
capsulitis adhesiva. En realidad, este procedimiento
se sustenta en la misma filosofía y,
en este caso, las adherencias estarían situadas
en el interior de la articulación y en la pérdida
de elasticidad de la sinovial que caracterizan
a la sinovitis (Redler, 2019).
Finalmente se están estudiando nuevas
aplicaciones en el campo de la patología
muscular, para tratar las adherencias interfasciales
que pueden observarse en las lesiones
musculares miofasciales. Hay interesantes
comunicaciones sobre patología crónica
deportiva isquiosural, siempre de difícil tratamiento,
en los que la hidrodisección interfascial
separando las adherencias objetivadas
mediante ecografía han aportado mejoras relevantes
(Courseault, 2019).
La técnica es interesante ya que tiene un
fundamento racional y las publicaciones
apuntan hacia unos resultados prometedores.
Sin embargo, todavía hay muchas incógnitas
sobre si realmente los volúmenes inyectados
pueden romper las adherencias o sobre si el
efecto de la hidrodisección es debido a los
fármacos utilizados (corticoide y anestésico,
de probada eficacia) o al propio volumen disector
inyectado (Bland, 2018). Por tanto, es
necesario acumular nuevas evidencias que
garanticen una eventual superioridad de la
hidrodisección sobre las infiltraciones convencionales
habitualmente utilizadas en los
atrapamientos nerviosos (Fig. 8).
Técnica percutánea ecoguiada del
tendón del extensor común del codo
(síndrome de dolor epicondíleo)
El tendón conjunto de los extensores en el
epicóndilo está formado por: extensor carpi
ulnaris, extensor digiti minimi, extensor digitorum
comunis y el extensor carpi radialis
brevis. Estos dos últimos son los más habitualmente
afectados.
PROCEDIMIENTOS ESPECIALES ECOGUIADOS
311
Figura 8. Hidrodisección nervio ciático transversal en plano. Posicionamiento (A y B), trayecto en resonancia (C) y
alcance (D), aguja (puntas de flecha), incidir de lateral a medial buscando la proximidad del nervio ciático (*). Tuberosidad
isquiática (Ti) y tendón conjunto isquiosuralis (Tc).
Es posible identificar daños generalmente
derivados de microtraumas de repetición
que generan cambios histológicos fibrocicatriciales
en la estructura de las fibras de colágeno
del tendón.
Claves anatómicas
La actuación sobre la lesión estructural del
tendón (rotura parcial o cicatriz) requiere la
identificación de la misma ya que representa
la diana del procedimiento.
Descripción de la técnica
Identificación ecográfica de la diana sobre
la que actuar.
Se procede al bloqueo anestésico ecoguiado
de la zona diana.
Introducir la aguja en plano longitudinal o
dispositivo a emplear bajo control ecográfico
(Fig. 9).
Proceder a la tenotomía mediante microperforaciones
repetidas alcanzando el periostio.
Claves ecográficas
La identificación y los límites de la lesión
son imprescindibles para el éxito de la técnica.
El procedimiento se centra y limita a la
lesión existente. En los procesos crónicos la
cortical ósea se encuentra irregular.
Evidencia y revisión
Mattie et al (2017) desarrollan una revisión
sistemática y metanálisis en la que identifican
6 artículos (más de 200 casos) que sostienen
la eficacia del procedimiento con un
nivel de evidencia II y IV.
Recomendaciones
Estudio de coagulación y de niveles de medicación
con efecto anticoagulante.
312 A. Mena - X. Miguéns - J. Formigo
Figura 9. Técnica percutánea ecoguiada tendón extensor común codo (síndrome de dolor epicondíleo). Posicionamiento
(A y B), trayecto en resonancia (C) y alcance (D), aguja (gris).
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La ecografía musculoesquelética se ha convertido en punto de encuentro
de las diversas especialidades médicas. Este hecho, constatable
en cualquier reunión, curso o congreso de ecografía, consigue la transferencia
de información entre especialidades y que la frontera entre
ellas, en algunas situaciones, sea difícilmente identificable.
Este libro no es más que el reflejo de la buena salud que goza la
especialidad de la Medicina Física y Rehabilitación en la actualidad
en nuestro país. Sin duda la ecografía y sus posibilidades de incidir,
de forma directa, mediante procedimientos específicos, en la evolución
de las distintas lesiones y enfermedades, enriquecen y fortalecen la especialidad.
Sin duda esta obra ayudará a los médicos rehabilitadores y a otros
especialistas de lengua hispana en los procedimientos ecoguiados más
habituales en nuestra práctica clínica diaria.
Dr. Ramon Balius MD, PhD.
Barcelona
Merz Pharma España, laboratorio farmacéutico titular de medicamentos comercializados en España,
ha colaborado en la impresión y distribución de esta guía. Sin embargo, no ha participado ni ha
influido en el contenido de la misma, siendo responsabilidad exclusiva de sus autores.