ebook read pdf Reise Know-How Wohnmobil-Tourguide Sardinien: Die schönsten Routen (German Edition)
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REFLEXIONES SOBRE EL BUEN USO DE
LOS ESTUDIOS ESCOLARES COMO MEDIO
DE CULTIVAR EL AMOR A DIOS
A la espera de Dios. (1942)
Simone Weil
La clave de una concepci´
concepción cristiana de los estudios radica en que la oraci´ ón on
est´ está a hecha de atenci´ atención. on. La oraci´ oración on es la orientación orientaci´ on hacia Dios de toda la atención
atenci´ on
de que el alma es capaz. La calidad de la oraci´ oración on est´ está a para muchos en la calidad de
la atenci´ atención. on. La calidez del corazón coraz´ on no puede suplirla.
Sólo S´ olo la parte m´ más as elevada de la atenci´ atención on entra en contacto con Dios, cuando la
oraci´ oración on es lo bastante intensa y pura como para que el contacto se establezca; pero
toda la atenci´ atención on debe estar orientada hacia Dios.
Los ejercicios escolares desarrollan, claro est´ está, a, una parte menos elevada de la
atenci´ atención. on. Sin embargo, son plenamente eficaces para incrementar la capacidad de
atenci´ atención on en el momento de la oraci´ oración, on, a condici´ condición de que se realicen con este fin y
solamente con este fin.
Aunque hoy en día ıa parezca ignorarse este hecho, la formación formaci´ on de la facultad de
atenci´ atención on es el objetivo verdadero y casi el ´ único unico interés
es de los estudios. La mayor
parte de los ejercicios escolares tienen tambi´ también en un cierto interés inter´ es intrínseco,
ınseco, pero
se trata de un inter´
erés es secundario.
Todos
los ejercicios que apelan realmen
mente
a la
capacidad de atenci´ atención on tienen un interés inter´ es muy similar e igualmente legítimo.
ıtimo.
Un estudiante que ame a Dios no deber
ería ıa decir nunca: me gustan las matem´ matemátiati-
cas , me
gusta el franc´ cés es, me gusta el griego. Debe aprender a amar todas estas
materias porque incrementan la atenci´ atención on que, orientada hacia Dios, es la sustancia
misma de la oraci´ oración. on.
No tener una natural facilidad o preferencia por la geometría ıa no impide el desa-
rrollo de la atenci´ atención on por medio de la resoluci´
resolución on de un problema o el estudio de una
demostraci´
demostración. on. Mas bien al contrario, es casi una circunstancia favorable.
Por otra parte, importa poco que se llegue a encontrar la soluci´ solución on o a entender
la demostración, on, aunque ciertamente haya que esforzarse por lograrlo. Nunca, en
ning´ ningún un caso, un verdadero esfuerzo de atenci´ atención on se pierde. Siempre es plenamente
eficaz en el plano espiritual y, por consiguiente,
lo es tambi´
ién en por a˜ añadidura nadidura en el
plano inferior de la inteligencia, pues toda luz espiritual ilumina la inteligencia.
Si se busca con verdadera atenci´ atención on la solución soluci´ on de un problema de geometría
ıa y
si, al cabo de una hora, no se ha avanzado lo m´ más as mínimo ınimo, sí ı se ha avanzado sin
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embargo, durante cada minuto de esa hora en otra dimensión dimensi´ on más m´ as misteriosa. Sin
sentirlo,
sin saberlo, ese esfuerzo en apariencia est´ estéril eril e infructuoso ha llevado una
luz hasta el alma. El fruto se encontrar´
encontrará a alg´ algún un día, ıa, más m´ as adelante, en la oración. oraci´ on.
Y también tambi´ en se encontrar´
encontrará, a, sin duda, en un dominio cualquiera de la inteligencia,
acaso ajeno por completo a las matem´ matemáticas. aticas. Quiz´ Quizás as un día, ıa, el protagonista de ese
esfuerzo ineficaz podr´ podrá, a, gracias a él, el, captar más m´ as directamente la belleza de un verso
de algo Racine. de lo que Pero no que hay el la fruto menor del duda.
esfuerzo revierte en la oraci´
on, ón, eso es algo seguro,
Las certezas de este tipo son de car´ carácter acter experimental. Pero si no se cree en
ellas antes de haberlas experimentado, si no se act´ actúa, ua, al menos, como si se creyera,
no se llegar´ llegará a nunca nca a la experiencia que las hace posibles. Hay ahí ı una especie de
contradicci´
contradicción. on. Así ı ocurre a partir
de un cierto
nivel
con todos los conocimient
ntos
utiles útiles al progreso espiritual. Si no se los adopta como regla de conducta antes de
haberlos verificado, si durante largo tiempo no se les presta adhesi´ adhesión on solamente por
la fe, una fe en principio tenebrosa y sin luz, jam´
as ás se los transformará transformar´ a en certezas.
La fe es condici´ condición indispensable.
El mejor apoyo de la fe es la garantía ıa de que si pedimos
pan al Padre, no nos
dar´ dará a piedras. Al margen incluso de toda creencia religiosa explícita, ıcita, cuantas veces
un ser humano realiza un esfuerzo de atenci´ atención on con el unico único ´ propósito prop´ osito de hacerse más m´ as
capaz de captar la verdad, adquiere esa mayor capacidad, aun cuando su esfuerzo no
produzca ning´ ningún un fruto visible. Un cuento esquimal explica así ı el origen de la luz: El
cuervo, que en la noche eterna no podía ıa encontrar
alimento,
deseó dese´ o la luz y la tierra
se ilumin´ iluminóo. Si hay verdadero deseo, si el objeto del deseo es realmente la luz, el
deseo de luz produce luz. Hay verdadero deseo cuando hay esfuerzo de atenci´
ón. on. Es
realmente la luz lo que se desea cuando cualquier otro m´
ovil óvil está est´ a ausente. Aunque
los esfuerzos de atenci´ atención on fuesen durante a˜ años nos aparentement
entemente estéril est´ eriles, es, un día, ıa, una
luz exactamente proporcional a esos esfuerzos inundar´
inundará a el alma. Cada esfuerzo añade a˜ nade
un poco m´ más as de oro a un tesoro que nada en el mundo puede sustraer. Los esfuerzos
in´ inútiles utiles realizados por el cura de Ars durante largos y dolorosos a˜ años nos para aprender
latín, ın, aportaron sus frutos en el discernimiento
maravilloso que le permitía
ıa percibir
el alma misma de los penitentes detr´ detrás as de sus palabras e incluso detrás detr´ as de su silencio.
Es preciso pues estudiar sin ning´ ningún un deseo de obtener buenas notas, de aprobar
los ex´ exámenes, amenes, de conseguir alg´ algún un resultado escolar, sin ninguna consideraci´
consideración por
los gustos o aptitudes naturales, aplic´ aplicándose andose por igual a todos los ejercicios, en el
pensamiento de que todos sirven para formar la atenci´ atención on que constituye la sustancia
de la oraci´ oración. on. En el momento en que uno se aplica a un ejercicio, hay que tratar de
realizarlo correctamente, pues esta voluntad es indispensable para que haya verda-
dero esfuerzo. Pero a través es de este fin inmediato, la intenci´
ción on profunda debe estar
dirigida exclusivamente hacia el acrecentamiento del poder de atenci´ atención on de cara a la
oraci´ oración, on, de la misma forma que cuando se escribe se dibuja la forma de las letras
sobre
el papel,
sin que el objeto sean las letras en sí, ı, sino la idea que se quiere
expresar.
Poner en los estudios esta unica única ´ intención intenci´ on con exclusi´ exclusión on de cualquier otro fin es
la primera condici´ condición para su buen uso espiritual. La segunda condición condici´
es obligarse
rigurosamen
ente
a mirar de frente,
a contemplar
con atenci´
ción, on, durante largo rato,
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cada ejercicio mal resuelto en toda la fealdad de su mediocridad, sin buscar ninguna
excusa, sin desde˜ desdeñar nar ninguna falta ni ninguna correcci´
corrección on del profesor, tratando de
remontarse al origen de cada error. Es grande la tentaci´ tentación on de hacer lo contrario,
de echar sobre el ejercicio corregido, si es deficiente, una mirada oblicua y olvidarlo
enseguida. Casi todos los estudiantes act´ actúan uan así ı la mayor parte de las veces, pero hay
que rechazar esa tentaci´ tentación. on. Por otra parte, nada es más m´ as necesario al exito éxito escolar,
pues no se se presta trabaja
atenci´ atención con
on escaso a las aprovechamiento, faltas cometidas y
h´ hágase a
agase las correcciones el esfuerzo que de los se haga, profesores.
cuando
Así ı puede adquirirse, sobre todo, la virtud de la humildad,
tesoro infinitamente
m´ más as precioso
que todo progre
greso
escolar.
A este respecto,
la contem
emplaci´
ción on de la
propia estupidez es quiz´ quizá a m´ más as útil util incluso que la del pecado. La conciencia de pecado
proporciona el sentimiento de ser malo, lo que puede dar ocasi´
on ón al desarrollo de
un cierto orgullo. Cuando uno se obliga por la fuerza a fijar la mirada de sus ojos y
de su alma sobre un ejercicio escolar est´ estúpidamente upidamente resuelto, se siente con evidencia
irresistible la propia mediocridad. No hay conocimiento m´ más as deseable. Si se llega a
conocer esta verdad con toda el alma, uno se establece firmemente en el verdadero
camino.
Si se cumplen estrictamente esas dos condiciones, los estudios escolares son un
camino hacia la santidad tan bueno como cualquier otro.
Para cumplir la segunda, basta con quererlo. No ocurre lo mismo con la primera.
Para prestar verdadera era atenci´ atención, on, hay que saber cómo c´ omo hacerlo. Muy a menudo se
confunde la atenci´ atención on con una especie de esfuerzo muscular. Si se dice a los alumnos:
Ahora vais a prestar atenci´ atención on, , se les ve fruncir las cejas retener la respiraci´
ón, on,
contraer los m´ múscu usculos. Si pasado
un par de minutos se les pregun
unta
a qué qu´ e est´ están an
prestando atenci´ atención, on, no ser´ serán an capaces de respond
ponder.
No han presta
stado
atenci
nción on a
nada. Simplemente, no han prestado atenci´ atención, on, han contraído
ıdo los m´ músculos. usculos.
Se prodiga con frecuencia este tipo de esfuerzo muscular en los estudios y, como
acaba por cansar, se tiene la impresi´
impresión on de haber trabajado. Es s´ sólo olo una ilusión. ilusi´ on. La
fatiga no tiene ninguna relaci´ relación on con el trabajo. El trabajo es esfuerzo ´ útil, util, sea o no
cansado. Esta especie ecie de esfuerzo muscular es completamente est´ estéril eril para el estudio,
aunque se realice con buena intenci´ intención. on. Esta buena intenci´ intención on es una de ´ esas ésas
que sirven
para empedrar el camino del infierno. El estudio realizado de esta forma puede a
veces ser positivo desde el punto de vista escolar, de las notas y los ex´
amenes, ámenes, pero
lo ser´ será a a pesar del esfuerzo y merced a las capacidades naturales; esa clase de estudio
es siempre in´ inútil. util.
La voluntad, la que llegado el caso hace apretar los dientes y soportar el sufri-
miento, es el arma principal del aprendiz en el trabajo manual. Pero, contrariamente
a lo que de ordinario se piensa, apenas cumple ninguna funci´ función on en el estudio. La
inteligencia no puede ser movida m´ más as que por el deseo. Para que haya deseo, es
preciso que haya placer y alegría. ıa. La inteligencia crece y proporciona sus frutos sola-
mente en la alegría.
ıa. La alegr
legría ıa de aprender es tan indispensable
nsable para el estudio como
la respiraci´
respiración on para el atleta. Allí
ı donde est´ está a ausente, no hay estudiantes, tan s´ sólo olo
pobres caricaturas de aprendices que al t´ término ermino del aprendizaje ni siquiera tendrán tendr´ an
oficio.
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Es el papel que el deseo desempe˜
desempeña na en el estudio
lo que permite
hacer de él el
una preparaci´
preparación on para la vida espiritual. Pues el deseo orientado hacia Dios es la
unica única fuerza capaz de elevar el alma. O, más m´ as bien, es Dios quien viene a recoger el
alma y a elevarla, pero es el deseo lo que obliga a Dios a bajar; Dios s´
olo ólo viene a
aqu´ aquéllos ellos que se lo piden y no puede dejar de hacerlo cuando se le pide con frecuencia,
ardientemente y de forma prolongada.
La atenci´ atención on es un esfuerzo; el mayor de los esfuerzos quiz´
a, á, pero un esfuerzo
negativo. Por sí ı mismo no implica fatiga. Cuando la fatiga se deja sentir, la atención atenci´ on
ya casi no es posible,
a menos
que se esté e bien adiestrado; ado; es preferib
erible
entonc
tonces
abandonarse, buscar un descanso y luego, un poco m´ más as tarde, volver a empezar,
dejar y retomar la tarea como se inspira y se espira.
Veinte minutos de atenci´ atención on intensa y sin fatiga valen infinitamente m´ más as que tres
horas de esa dedicaci´
dedicación on de cejas fruncidas que lleva a decir con el sentimiento del
deber cumplido: he trabajado bien.
Pero,
a pesar de las aparienc
iencias, ias, es tambi´ bién en much
cho más m´ as difícil.
ıcil. Hay algo en
nuestra alma que rechaza la verdadera atenci´ atención on mucho m´ más as violentamente de lo que
la carne rechaza el cansancio. Ese algo est´ está a mucho m´ más as pr´ próximo oximo del mal que la carne.
Por eso, cuantas veces se presta verdadera atenci´ atención, on, se destruye algo del mal que
hay en uno mismo. Si la atenci´ atención on se enfoca en ese sentido, un cuarto de hora de
atenci´ atención on es tan valioso como muchas buenas obras.
La atenci´ atención on consiste en suspender el pensamiento,
en dejarlo disponible, vacío
ıo y
penetrable al objeto, manteniendo pr´ próximos oximos al pensamiento, pero en un nivel inferior
y sin contacto con ´ él, el, los diversos conocimientos cimientos adquiridos dos que deban ser utilizados.
Para con los pensamientos particulares y ya formados, la mente debe ser como el
hombre que, en la cima de una monta˜ montaña, na, dirige su mirada hacia adelante y percibe
a un mismo tiempo bajo sus pies, pero sin mirarlos, numerosos bosques y llanuras.
Y sobre todo la mente debe estar vacía, ıa, a la espera, era, sin buscar nada, pero dispuesta
a recibir en su verdad desnuda el objeto que va a penetrar en ella.
Todos los contrasentidos en las traducciones, todos los absurdos en la soluci´ solución on
de los proble
blemas de geome
ometría,
ıa, todas
las torpez
pezas
de estilo
y los defect
ectos
en el
encadenamiento de las ideas en los trabajos de franc´ francés, es, tienen n su origen en el hecho de
que el pensamiento, precipit´
precipitándose andose apresuradamente sobre algo y quedando
así ı llenoleno
de forma prematura, no se encuentra ya disponible para acoger la verdad. La causa es
siempre la pretensi´
pretensión on de ser activo, de querer buscar. Se puede comprobar que así
ı es
en cada ocasi´ ocasión, on, en cada falta, remont´ remontándose andose hasta la raíz. ra´ ız. No hay mejor ejercicio
que
esta comprobaci´ ción. on. Pues esta verdad es de las que s´ sólo olo se aceptan experiment´
experimentándola andola
una y mil veces. Lo mismo ocurre con todas las verdades esenciales.
Los bienes m´ más as preciados no deben ser buscados, sino esperados. Pues el hombre
no puede encontrarlos por sus propias fuerzas y, si se pone en su b´
usqueda, úsqueda, sólo s´ olo
encontrar´
encontrará a en su lugar falsos bienes, cuya falsedad no sabr´ sabrá a discernir.
La soluci´ solución on de un problema de geometría ıa no es en sí ı misma un fin valioso, pero
tambi´ ién en se le aplica la misma ley, pues es la imagen de un bien que sí ı lo es. Siendo
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un peque˜ pequeño no fragmento de verdad particular, es una imagen pura de la Verdad ´ única, unica,
eterna y viva,
esa Verdad
que, con voz humana, dijo un día: ıa: Yo soy la Verdad.
Visto así,
ı, todo ejercicio escolar se asemeja a un sacramento.
Hay para cada ejercicio
escolar
una manera
específica
ıfica de alcanzar
la verdad
mediante el deseo de alcanzarla y sin necesidad de buscarla. Hay una manera de
prestar atenci´ atención on a los datos de un problema de geometría
ıa sin buscar su solución, soluci´ on, a
las palabras de un texto latino o griego sin buscar su sentido, hay una manera de
esperar, r, cuando
se escribe,
a que la palabra
justa venga por sí ı misma a colocarse
bajo la pluma, rechazando simplemente las palabras inadecuadas.
El primer deber hacia los escolares y los estudiantes es ense˜ enseñarl narles
este méto m´ etodo,
no s´ sólo olo en general, sino en la forma particular que con cada ejercicio se relaciona.
Es un deber, no s´ sólo olo de los profesores, sino tambi´
ién en de los directores espirituales. Y
estos ésto
deben, en, además, adem´ as, dejar bien clara, con diafanidad absoluta, la analogía ıa existente
entre la actividad de la inteligencia en esos ejercicios y la situaci´ situación on del alma que,
con la l´ lámpara ampara bien llena de aceite, espera al esposo en confianza y con deseo.
Todo
adolescente amante de Dios, al hacer un ejercicio de latín,
ın, debería
ıa tratar
de parecerse un poco m´ más, as, por medio de dicho ejercicio, al esclavo que vela y escucha
junto a la puerta esperando la llegada del señor. se˜ nor. A su llegada, el se˜ señor nor sentará sentar´ a al
esclavo a la mesa y el él
mismo le servirá servir´ a de comer.
Es s´ sólo olo esa espera, esa atención, atenci´ on, lo que obliga al se˜ señor nor a ese derroche de ternura.
Cuando el esclavo se ha fatigado hasta el agotamiento en el campo, el se˜ señor nor a su
vuelta le dice: Prepara
la comida y sírvemela ırvemela . . Y le considera un esclavo in´ inútil util
que hace s´ sólo olo aquello que se le manda. Ciertamente, hay que cumplir, en lo que
ata˜ atañe ne a la acción, acci´ on, con todo lo que se manda, al precio de cualquier esfuerzo, fatiga
y sufrimiento, pues el que desobedece no ama. Pero, hecho todo eso, no se es m´
as ás
que un esclavo in´ inútil. util. Es esa ésa una condici´ condición del amor, pero no es suficiente. Lo que
fuerza al se˜ señor nor a hacerse esclavo de su esclavo, a amarle, no es eso; y menos todavía ıa
cualquier b´ búsqu usqueda
que el esclavo
pudiese
emprender temerari
rariamente
por propia
iniciativa; es unicamente únicamente ´
la vigilia, la espera y la atención.
atenci´ on.
Felices,
pues, aquéllos aqu´ ellos que pasan su adolescencia
y su juventud
formando uni-
úni-
camente ese poder de atenci´ atención. on. Sin duda, no est´ están an m´ más as próximos pr´ oximos al bien que sus
hermanos que trabajan en los campos y en las f´ fábricas. abricas. Pero lo est´ están an de otra manera,
Los campesino
pesinos, s, los obreros,
ros, poseen esa cercanía
ıa de Dios, de sabor incompa
mparable,
que yace en el fondo de la pobreza, de la ausencia de consideraci´
on ón social y de los
sufrimientos
largos y constantes. tes. Pero consideradas las ocupaciones en sí ı mismas,
los estudios est´ están an m´ más as pr´ próximos oximos a Dios a causa de esa atención atenci´ on que constituye su
alma. Aquél Aqu´ el que pasa sus años a˜nos de estudio sin desarrollar la atenci´ atención, on, pierde un gran
tesoro.
No es s´ sólo olo el amor a Dios lo que tiene por sustancia la atenci´ atención. on. El amor al
pr´ prójimo, ojimo, que como sabemos es el mismo amor, est´ está a formado de la misma sustancia.
Los desdichados no tienen en este mundo mayor necesidad que la presencia de alguien
que les preste atenci´ atención. on. La capacidad de prestar atención atenci´ on a un desdichado es cosa
muy rara, muy difícil; ıcil; es casi —o sin casi— un milagro. Casi todos los que creen
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tener esta capacidad, en realidad no la tienen. El ardor, el impulso del coraz´
ón, on, la
piedad, no son suficientes.
En la primera leyenda del Graal se dice que el Graal, piedra milagrosa que por la
virtud de la hostia consagrada sacia toda hambre, pertenecer´
pertenecerá a al primero que diga
al guardi´ guardián an de la piedra, rey paralític ıtico en las tres cuartas partes de su cuerpo
a
causa de una dolorosa herida: ¿Cu´ ¿Cuál al es tu tormento?.
La plenitud del amor al pr´ prójimo ojimo estriba simplemente en ser capaz de preguntar:
¿Cu´ ¿Cuál al es tu tormento?. Es saber que el desdichado existe, no como una unidad
m´ más as en una serie, no como ejemplar de una categoría
ıa social que porta la etiqueta
eta
desdichados
desdichados, sino como hombre, semejante
en todo a nosotros
tros, que fue un día ıa
golpeado y marcado con la marca inimitable de la desdicha. Para ello es suficiente,
pero indispensable, saber dirigirle una cierta mirada.
Esta mirada es, ante
todo, atenta; una mirada
en la que el alma se vacía
ıa de
todo contenido propio para recibir al ser al que est´ está a mirando tal cual es, en toda su
verdad. S´ Sólo olo es capaz de ello quien es capaz de atención.
atenci´ on.
Por eso es cierto, aunque pueda parecer parad´ paradójico, ojico, que una traducción traducci´ on latina,
un problema de geometría, ıa, aunque se hayan an resuelto mal, siempre que se les haya
dedicado el esfuerzo adecuado, pueden proporcionar mayor capacidad de llevar a un
desdichado en el momento culminante de su angustia, si alg´ algún un día ıa la ocasi´
ión on de ello
se presenta, el socorro susceptible de salvarle.
Para un adolescente capaz de captar esta verdad y lo bastante generoso como
para desear este fruto antes que ning´ ningún un otro, los estudios tendrían
ıan una plenitud de
eficacia espiritual, al margen incluso de toda creencia religiosa.
Los estudios escolares son un campo que encierra una perla por la que vale la
pena vender todos los bienes, sin guardarse nada, a fin de poder comprarlo.
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