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El Sol, mi corazón

Con su estilo sencillo y compasivo, el monje zen, Thich Nhat Hanh, utiliza la psicología budista y la física contemporánea para exponer los principios de la interdependencia entre el mundo interior y el mundo exterior, y con la ayuda de muchas anécdotas, acompaña al lector en un recorrido que va desde sencillas prácticas de meditación para ser más consciente durante todas las actividades cotidianas hasta el logro de la visión profunda de la mente. "Al igual que las flores y las hojas sólo son una parte de la planta, y al igual que las olas sólo son una parte del océano, las percepciones, los sentimientos y los pensamientos sólo son una parte del yo. Las flores y las hojas son una manifestación natural de las plantas y las olas son un fenómeno natural del océano. Puesto que ellos existen, podemos encontrar su origen, que es exactamente el mismo que el nuestro. El sol de la atención se origina en el corazón de uno mismo. Permite que el yo ilumine al yo. Ilumina no sólo los pensamientos y sentimientos presentes, sino también a sí mismo". THICH NHAT HANH

Con su estilo sencillo y compasivo, el monje zen, Thich Nhat Hanh, utiliza la psicología budista y la física contemporánea para exponer los principios de la interdependencia entre el mundo interior y el mundo exterior, y con la ayuda de muchas anécdotas, acompaña al lector en un recorrido que va desde sencillas prácticas de meditación para ser más consciente durante todas las actividades cotidianas hasta el logro de la visión profunda de la mente.

"Al igual que las flores y las hojas sólo son una parte de la planta, y al igual que las olas sólo son una parte del océano, las percepciones, los sentimientos y los pensamientos sólo son una parte del yo.
Las flores y las hojas son una manifestación natural de las plantas y las olas son un fenómeno natural del océano.
Puesto que ellos existen, podemos encontrar su origen, que es exactamente el mismo que el nuestro.
El sol de la atención se origina en el corazón de uno mismo. Permite que el yo ilumine al yo. Ilumina no sólo los pensamientos y sentimientos presentes, sino también a sí mismo".

THICH NHAT HANH

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RAYOS DE SOL Y HOJAS VERDES 5

EL SOL, MI CORAZÓN

Vivir conscientemente

Thich Nhat Hanh

Traducción: Xavi Alongina

Ediciones Dharma

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6 EL SOL, MI CORAZÓN

Título original: “The Sun my Heart”

© 1990 by Unified Buddhist Church, Inc.

All rights reserved. No part of this book may be reproduced by

any means, electronic or mechanical, or by any information storage

and retrieval system, without permission in writing from

the Unified Buddhist Church, Inc”

Portada Marc Alongina

Imagen de Thich Nhat Hanh de la contraportada de http://

www.thichnhathanhsanghas.org

©de la traducción Xavi Alongina

© Ediciones Dharma, 2014

Elias Abad, 3 bajos

www.edicionesdharma.com

Apartado 218

03660 Novelda (Alicante)

ISBN: 84-86615-41-0

Depósito Legal:

Impreso en España. Printed in Spain

Todos los derechos reservados. No está permitida la reproducción

total ni parcial de este libro, ni la recopilación en un sistema informático,

ni la transmisión por medios electrónicos, mecánicos,

por fotocopias, por registro o por otros métodos, sin el permiso

previo y por escrito del editor o el propietario del Copyright.

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RAYOS DE SOL Y HOJAS VERDES 7

ÍNDICE

Introducción

9

Capítulo primero

Rayos de sol y hojas verdes

13

Capítulo segundo

La danza de las abejas

43

Capítulo tercero

El universo en una mota de polvo

67

Capítulo cuarto

Cortar la red del nacer y el morir

87

Capítulo quinto

Mira profundamente en tu mano

115

Notas

131

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8 EL SOL, MI CORAZÓN

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RAYOS DE SOL Y HOJAS VERDES 9

Introducción

Desde el principio de los tiempos los meditadores han

sabido que debían usar sus propios ojos y el lenguaje de su

época para expresar sus conocimientos. La sabiduría es un

torrente vivo, no un cuadro que se deba preservar en un

museo. Solo cuando un practicante encuentra el torrente de

la sabiduría en su propia vida, esta puede fluir hacia las generaciones

futuras. Mantener la antorcha de la sabiduría resplandeciendo

es el trabajo de todos los que sabemos cómo

abrir un camino a través de la selva para poder continuar

avanzando.

Nuestro conocimiento y nuestro lenguaje son inseparables

del momento en que vivimos. Desde hace mucho,

Oriente ha seguido a Occidente en el camino del desarrollo

tecnológico y material, hasta el extremo de descuidar sus

propios valores espirituales. En nuestro mundo, la tecnología

es la fuerza principal que se encuentra detrás de la economía

y la política; sin embargo, los que están en la vanguardia

de la ciencia han empezado a intuir lo que las disciplinas

espirituales de Oriente descubrieron hace mucho tiempo.

Si podemos sobrevivir a nuestra época, el espacio que separa

la ciencia y la espiritualidad se reducirá, y Oriente y Occidente

se encontrarán uno a otro en el camino que lleva a

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10 EL SOL, MI CORAZÓN

descubrir la mente verdadera. Aquéllos en quienes ya han

sido sembradas las semillas de esta tentativa tan importante

pueden empezar a trabajar hacia esta convergencia desde

ahora mismo, empleando su propia vida diaria expresada en

plena consciencia.

Este pequeño libro no fue escrito para mostrar conocimiento

alguno del autor. De hecho, no hay mucho de lo

que pueda alardear. El libro prefiere ser más un amigo que

un libro. Puedes llevarlo contigo al autobús o al metro como

llevas el abrigo o la bufanda. Puede darte pequeños momentos

de alegría en cualquier situación. A lo mejor te gusta leer

unas líneas, cerrarlo y guardártelo en el bolsillo, y más tarde

leer unas cuantas líneas más. Si encuentras algún párrafo difícil

o complicado, pásalo por alto y prueba con el siguiente.

Puedes volver a leerlo más adelante y quizá descubras que

después de todo no era tan complicado. El capítulo quinto,

el último, es bastante agradable de leer. Si lo prefieres, puedes

empezar desde allí.

Por favor, para entender este libro debes emplear algo de

tu propia experiencia. No te dejes intimidar por ninguna

de las palabras o ideas expresadas. Solo sintiéndote como

el propio autor del texto encontrarás la alegría y la fuerza

necesaria para recorrer el camino que va, desde la simple

atención, al conocimiento profundo.

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RAYOS DE SOL Y HOJAS VERDES 11

El sol, mi corazón

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12 EL SOL, MI CORAZÓN

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RAYOS DE SOL Y HOJAS VERDES 13

CAPÍTULO PRIMERO

Rayos de sol y hojas verdes

El zumo de manzana de Thanh Thuy

Hoy han venido tres niños, dos niñas y un niño pequeño

del pueblo, para jugar con Thanh Thuy —pronunciado

“Tahn Tui”—. Los cuatro corrieron hacia la colina que está

detrás de nuestra casa; estuvieron fuera casi una hora. Cuando

volvieron para pedir algo de beber, tomé la última botella

de zumo de manzana casero y les di un vaso entero a cada

uno, sirviendo a Thuy el último. Puesto que su zumo era del

fondo de la botella tenía algo de pulpa. Cuando ella se dio

cuenta de la pulpa, puso mala cara y no quiso bebérselo. Así

pues, los cuatro volvieron a sus juegos en la colina, y Thuy

no bebió nada.

Media hora más tarde, cuando estaba meditando en mi

habitación, oí que me llamaba. Thuy quería servirse un vaso

de agua fría, pero ni tan siquiera de puntillas lograba llegar

al grifo. Le recordé que todavía tenía el vaso de zumo sobre

la mesa y le pedí que se lo bebiera primero. Fijándose

en el vaso vio que la pulpa se había posado en el fondo y

el zumo tenía un aspecto claro y delicioso. Se dirigió a la

mesa y tomó el vaso con las dos manos. Después de haberse

bebido casi medio vaso lo dejó en la mesa y preguntó: “Tío

monje —una expresión habitual en los niños vietnamitas

cuando se dirigen a un monje mayor—: ¿es este otro vaso?

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“No”, le respondí, “es el mismo de antes. Ha reposado un

rato, tranquilamente, y ahora lo ves claro y delicioso”. Thuy

miro de nuevo el vaso. “De verdad que está muy bueno. ¿Es

que ha meditado como tú, tío monje?”. Me reí y le acaricié

la cabeza. “Digamos que cuando me siento en meditación

estoy imitando al zumo de manzana. Esto es algo que se

acerca mucho a la verdad”.

Cuando Thuy se va a dormir cada noche, me siento en

meditación. La dejo que duerma en la misma habitación,

cerca de donde medito. Hemos acordado que mientras estoy

sentado meditando, ella se acostará sin hablar. En esta atmósfera

apacible el descanso le llega con facilidad, y normalmente

se duerme en diez o quince minutos. Cuando acabo

de meditar, la cubro con una manta.

Thanh Thuy es hija de la “gente de los barcos”. Cruzó los

mares con su padre y llegó a Malasia en abril de 1987. Su

madre se quedó en Vietnam. Cuando su padre llegó a Francia

nos dejó a Thuy con nosotros varios meses mientras iba

a Paris en busca de trabajo. Le enseñé el alfabeto vietnamita

y algunas canciones populares de nuestro país. Es muy inteligente,

y después de quince días fue capaz de pronunciar

y leer despacio “El reino de los locos” de Leo Tolstoi, que

traduje del francés al vietnamita.

Cada noche Thanh Thuy me ve y me observa. Le conté

que me “siento a meditar” sin explicarle qué significa o

por qué lo hago. Cada noche cuando me ve lavarme la cara,

ponerme el hábito y encender una barrita de incienso para

llenar la habitación de fragancia, sabe que pronto empezaré

a meditar. Ella también sabe que es la hora de cepillarse los

dientes, ponerse el pijama e irse silenciosamente a la cama.

Nunca se lo tengo que recordar.

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RAYOS DE SOL Y HOJAS VERDES 15

Sin ningún género de dudas Thuy creyó que el zumo de

manzana descansando por un rato sobre la mesa, lo hacía

así para volverse más claro, igual que su tío monje. “¿Estaba

meditando como tú?”. Pienso que Thuy, que aún no ha

cumplido cuatro años y medio, comprende el significado de

la meditación sin ninguna explicación. El zumo de manzana

se volvió claro después de descansar un rato. De igual forma,

si descansamos un poco en la meditación, nosotros también

nos volvemos más claros. Esta claridad nos refresca y nos da

fuerza y serenidad. Al sentirnos renovados, nuestro entorno

también se renueva. A los niños les gusta estar cerca de nosotros,

no solo para conseguir caramelos y escuchar cuentos;

les gusta estar cerca de nosotros porque les agrada sentir este

frescor.

Esta noche ha venido un invitado. Lleno un vaso con lo

que quedaba del zumo de manzana y lo pongo en la mesa,

en medio de la habitación que utilizo para meditar. Thuy ya

duerme profundamente e invito a mi amigo a sentarse con

tranquilidad, igual que el zumo de manzana.

Un río de percepciones

Transcurren unos cuarenta minutos. Me doy cuenta de

que mi amigo sonreía al mirar el zumo. Se ha vuelto muy

claro. ¿Y tú, amigo mío, lo estás? Aunque no te hayas posado

tan completamente como el zumo de manzana ¿no te sientes

un poco menos agitado, menos inquieto, menos preocupado?

La sonrisa de tus labios todavía no se ha desvanecido,

pero pienso que dudas sobre tu posibilidad de ser tan claro

como el zumo de manzana, aunque permanezcas sentado

muchas horas.

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16 EL SOL, MI CORAZÓN

El vaso de zumo tiene una base muy estable, pero tu meditación

no es tan estable. Esos pequeños trocitos de pulpa

solo tienen que seguir las leyes de la naturaleza para caer delicadamente

hacia el fondo del vaso. Pero tus pensamientos

no siguen esta ley. Más bien al contrario, revolotean en vilo,

como un enjambre de abejas; por eso piensas que no pueden

descansar como el zumo de manzana.

Me dices que las personas, seres vivos con la capacidad

de pensar y sentir, no pueden ser comparadas a un vaso de

zumo. Estoy de acuerdo, pero también sé que podemos hacer

lo que hace el vaso de zumo y aún más. Podemos estar en paz,

no solamente al meditar, sino también al andar y trabajar.

Quizá no me creas porque han transcurrido cuarenta minutos

y lo has intentado de verdad, sin conseguir la paz que

esperabas. Thuy está durmiendo profundamente, su respiración

es ligera. ¿Por qué no encendemos otra vela antes de

proseguir con nuestra conversación?

La pequeña Thuy duerme sin ningún esfuerzo. Conoces

aquellas noches en las que el sueño no llega, y cuanto más

duramente lo intentas menos lo consigues. Estás tratando de

forzarte por estar en paz y sientes la resistencia en tu interior.

Este mismo tipo de resistencia es la que descubren muchas

personas en sus primeras experiencias con la meditación.

Cuanto más intentan calmarse más inquietos se sienten. Los

vietnamitas creen que es porque son víctimas de los demonios

o del mal karma pero, en realidad, esta resistencia nace

de los mismos esfuerzos por calmarse. El mismo esfuerzo se

vuelve opresivo. Nuestros pensamientos y sensaciones fluyen

como un río; si intentamos detener el fluir del río nos encontraremos

con la resistencia del agua. Es mejor fluir con

ella, y quizá después consigamos guiarla hacia donde queremos

ir. No debemos tratar de detenerla.

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RAYOS DE SOL Y HOJAS VERDES 17

Recuerda que el río debe fluir y que le vamos a seguir.

Debemos ser conscientes de cada pequeño arroyo que se una

al río. Debemos ser conscientes del nacimiento, duración y

desaparición de todos los pensamientos, sensaciones y sentimientos

que surjan en nosotros. ¿Lo ves? Ahora la resistencia

empieza a desaparecer. El río de las percepciones todavía

fluye, pero no en la oscuridad. Está fluyendo en los rayos del

sol de la comprensión. Mantener el sol brillando siempre

en nuestro interior, iluminando cada afluente, cada canto

rodado, cada vuelta en el río, es la práctica de la meditación.

Practicar meditación es, antes que nada, observar y seguir

estos detalles.

En el momento de atención plena sentimos que tenemos

control, aunque el río todavía está ahí, siempre fluyendo.

Nos sentimos en paz, pero esta no es la paz del zumo de

manzana. Estar en paz no quiere decir que nuestros pensamientos

y sensaciones estén congelados. Estar en paz no es

lo mismo que estar anestesiado. Una mente en paz no significa

una mente vacía de pensamientos, sensaciones y emociones.

Una mente en paz no es una mente ausente. Está claro

que no solo los pensamientos y sensaciones constituyen la

totalidad de nuestro ser. La furia, el odio, la vergüenza, la fe,

la duda, la impaciencia, el desagrado, el deseo, la tristeza y la

angustia también son mente. La esperanza, la inhibición, la

intuición, el instinto, la mente inconsciente y subconsciente

también son igualmente parte de nuestro ser. El budismo

Vijñanavada discute con amplitud las condiciones mentales,

de las que ocho son principales y cincuenta y una subordinadas.

Si tienes tiempo a lo mejor quieres ver esos escritos,

abarcan todo el fenómeno psicológico.

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18 EL SOL, MI CORAZÓN

Rayos de sol y hojas verdes

Normalmente, los meditadores principiantes piensan que

deben suprimir todos los pensamientos y sensaciones —a

menudo llamados mente falsa— con el fin de crear las condiciones

favorables para la concentración y la comprensión

—llamados mente verdadera—. Utilizan métodos, como

enfocar su atención en un objeto o contar sus respiraciones,

para intentar alejar los pensamientos y las sensaciones. La

concentración en un objeto y contar las respiraciones son

métodos excelentes, pero no deben ser utilizados para suprimir

o reprimir. Todos sabemos que cuando hay represión

aparece la rebeldía. La mente falsa y la mente verdadera solo

son una. Negar una es negar la otra. Nuestra mente es nosotros

mismos. No podemos suprimirla. Debemos tratarla

con respeto, con suavidad y desechar totalmente la violencia.

Puesto que no sabemos con exactitud lo que es nuestro

yo, ¿cómo podemos saber si es el falso o el verdadero, o si

debemos suprimirlo y qué debemos suprimir? Lo único que

podemos hacer es dejar que la luz de la sabiduría alumbre

nuestro yo y lo ilumine, para que podamos verlo de forma

directa.

Al igual que las flores y las hojas solo son una parte de la

planta, y al igual que las olas solo son una parte del océano,

las percepciones, las sensaciones y los pensamientos solo

son una parte del yo. Las flores y las hojas son una manifestación

natural de las plantas y las olas son un fenómeno

natural del océano. Puesto que ellos existen podemos encontrar

su origen que es, exactamente, el mismo que el nuestro.

Volvamos con el zumo de manzana, descansando tranquilamente.

El río de nuestras percepciones continúa flu-

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RAYOS DE SOL Y HOJAS VERDES 19

yendo pero, ahora, en la luz del sol de la atención, fluye

apaciblemente y estamos tranquilos. La relación entre el río

de percepciones y el sol de la atención plena no es la misma

que la de un verdadero río y la del verdadero sol. Tanto si

es medianoche como mediodía, tanto si el sol no está presente

como si sus rayos penetrantes se dejan sentir, las aguas

del río Mississippi continúan fluyendo de igual forma. Pero

cuando el sol de la atención plena brilla en el río de nuestras

percepciones, la mente se transforma. Tanto el río como el

sol son de la misma naturaleza.

Consideremos la relación entre el color de las hojas y la

luz, que son de la misma naturaleza. A medianoche la luz de

las estrellas y la luna revelan solo la forma de los árboles y

sus hojas. Pero si, de repente, el sol pudiera brillar, el color

verde de las hojas aparecería de inmediato. El delicado verde

de las hojas de abril existe porque la luz del sol existe. Un

día, mientras estaba sentado en un bosque, recitando el Prajnaparamita

—el Sutra del Corazón—, escribí:

La luz del sol es las hojas verdes.

Las hojas verdes son la luz del sol.

La luz del sol no es diferente de las hojas verdes.

Las hojas verdes no son distintas de la luz del sol.

Lo mismo es aplicable para todas las formas y colores. (1)

Tan pronto como brilla la luz de la sabiduría, en ese mismo

instante, tiene lugar un gran cambio. La meditación permite

que la luz del conocimiento surja fácilmente, de este

modo podemos ver con más claridad. Cuando meditamos

parece que tengamos dos personalidades, una es el río de

los pensamientos y sensaciones que fluyen, y la otra el sol

del conocimiento que brilla sobre ellos. ¿Cuál es el bueno?

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20 EL SOL, MI CORAZÓN

¿Cuál es el malo? Por favor, tranquilízate, amigo mío. Deja

a un lado la afilada espada del pensamiento conceptual. No

tengas tanta prisa como para dividir tu yo en dos. Ambos

son uno mismo. Ambos son verdaderos y ambos son falsos.

Sabemos que la luz y el color no son fenómenos separados.

De la misma forma, la luz del yo y el río del yo no son diferentes.

Siéntate conmigo, deja que tu sonrisa asome a tus labios,

deja brillar tu sol, cierra tus ojos si lo prefieres para ver tu yo

más claramente. Tu sol de la atención plena solo es parte de

tu río del yo, sigue las mismas leyes de todos los fenómenos

psicológicos; surgen y desaparecen. Para examinar algo con

un microscopio, un científico debe alumbrar el objeto de

observación. Para observar el yo también se debe alumbrar

con la luz de la plena atención.

Yo solo te pedí que soltaras tu espada de la conceptualización

y no que cortaras tu ser en pedazos. De hecho, no

podrías aunque quisieras. ¿Crees que puedes separar la luz

del sol, del color verde de las hojas? Y no puedes separar el yo

observador del yo observado. Cuando el sol de la atención

plena brilla, la naturaleza de los pensamientos y las sensaciones

se transforma. Es unidad con la mente que observa,

pero permanece diferente, como el verde de las hojas y la luz

del sol. No saltes del concepto de dos al concepto de uno.

Este sol de la atención plena siempre presente es, al mismo

tiempo, su propio objeto. Cuando se enciende una lámpara,

la lámpara por sí misma se transforma en luz. “Yo sé que sé”.

“Soy consciente de ser consciente”. Cuando piensas: “La luz

del conocimiento se ha apagado en mí”, en ese momento,

esa luz reluce por sí misma, más deprisa que la velocidad de

la luz.

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RAYOS DE SOL Y HOJAS VERDES 21

La oscuridad se transforma en luz

Observa los cambios que tiene lugar en tu mente bajo

la luz de la atención. Incluso tu respiración ha cambiado

y se hace no dual (no quiero utilizar “una”) con tu propio

yo observador. Esto también es así en tus pensamientos y

sensaciones que, junto con sus efectos, son transformados

de repente. Cuando no intentas juzgarlos o eliminarlos, se

quedan entrelazados con la mente que los observa.

De vez en cuando puedes sentirte inquieto y esta inquietud

no desaparece. En tal circunstancia, tan solo siéntate cómodamente,

sigue tu respiración, esboza una media sonrisa

y enciende la sabiduría de tu inquietud. No la juzgues ni

intentes destruirla porque esta agitación eres tú mismo. Ha

nacido, tiene un periodo de existencia y se desvanece al final

y todo con bastante naturalidad. No tengas tanta prisa

en encontrar su origen. No intentes hacerla desaparecer con

tanto esfuerzo. Solo ilumínala. Verás que poco a poco cambiará,

fusionándose, quedando conectada contigo; el observador.

Cualquier estado psicológico que sometas a esta luz,

con el tiempo se suavizará y tomará la misma naturaleza que

la mente que la observa.

A lo largo de tu meditación, mantén la luz de tu sabiduría

encendida. Como el sol que ilumina cada hoja y cada brizna

de hierba, nuestra sabiduría ilumina cada pensamiento y

sensación, permitiéndonos reconocerlos, ser conscientes de

su nacimiento, duración y disolución, sin juzgarlos o evaluarlos,

sin acogerlos ni desecharlos. Es importante que no

consideres la sabiduría como tu aliado, al que llamas para

suprimir los enemigos que son tus pensamientos indisciplinados.

No conviertas tu mente en un campo de batalla. No

mantengas allí una guerra; pues todas tus sensaciones —ale-

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