Telesforo Bravo Expósito - Agencia Canaria de Investigación ...
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<strong>de</strong> personas y que sólo en España costaría 300.000 vidas, varias miles <strong>de</strong> las<br />
cuales en <strong>Canaria</strong>s. Estos acontecimientos a los que se añadió una sequía recu-<br />
rrente provocaron que los primeros años <strong>de</strong> nuestro personaje se <strong>de</strong>sarrollen<br />
en condiciones muy difíciles, <strong>de</strong> las que él sin embargo apenas fue consciente.<br />
El primer recuerdo <strong>de</strong> <strong>Bravo</strong> es <strong>de</strong> 1918 cuando tenía cinco años. Ese año,<br />
<strong>Telesforo</strong> viaja a Garachico <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Puerto <strong>de</strong> La Cruz, en un coche <strong>de</strong> caballos,<br />
conducido por un mozo apodado “Biscochito”, <strong>de</strong>splazamiento que se<br />
producía cada año para visitar a la familia <strong>de</strong> su padre.<br />
Otro <strong>de</strong> sus primeros recuerdos es <strong>de</strong> la noche en que finaliza oficialmente<br />
la Primera Guerra Mundial, tras haberse firmado el Tratado <strong>de</strong> Versalles.<br />
Mientras la gente lo celebraba en Puerto <strong>de</strong> La Cruz con fuegos artificiales, y<br />
el niño <strong>Telesforo</strong> se asomaba a la ventana para verlos, una gallina se comió sus<br />
dos dientes <strong>de</strong> leche que guardaba celosamente para que el Ratoncito Pérez le<br />
diera su recompensa.<br />
Con seis años en un paseo con su madre entre Puerto <strong>de</strong> La Cruz y Los<br />
Realejos <strong>de</strong>scubre como el paisaje cambia y como incluso el Tei<strong>de</strong> muta sus<br />
formas a medida que avanzan. Sería su primer contacto con “EL VOLCÁN<br />
DE LAS MIL CARAS” y su primer recuerdo consciente <strong>de</strong> que la naturaleza<br />
cambia, que nunca permanece inalterable.<br />
Al niño <strong>Telesforo</strong> le costó hablar. No lo hizo hasta que tuvo tres años bien<br />
cumplidos, probablemente como él contaba, porque no encontraba nada interesante<br />
que <strong>de</strong>cir. Le encantaba a<strong>de</strong>más per<strong>de</strong>rse, escon<strong>de</strong>rse y observar, <strong>de</strong><br />
tal modo que a veces era difícil encontrarle, lo que por supuesto no sentaba<br />
nada bien a la salud mental <strong>de</strong> su madre. En una ocasión se pasó casi un día<br />
entero oculto en un baúl, <strong>de</strong>sarrollando y entrenando habilida<strong>de</strong>s que posteriormente<br />
le convertirían en un naturalista excepcional, mientras su familia<br />
lo buscaba <strong>de</strong>sesperada.<br />
<strong>Telesforo</strong> es criado en un ambiente marinero y <strong>de</strong>scubre <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su más<br />
tierna infancia el mundo oculto <strong>de</strong> las cuevas y galerías, en cuyos secretos su<br />
<strong>Telesforo</strong> <strong>Bravo</strong> <strong>Expósito</strong><br />
Una infancia entre rocas y espuma<br />
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